Fábula

Nombre: El perro callejero.

En una calle en el centro de la ciudad habitaba un perro malhumorado y

egocéntrico que siempre quería llamar la atención de los demás perros sin hogar.

Un caluroso día de verano el perro salió de su guacal gastado a buscar agua para

su sedienta lengua ¡Vaya que hacía mucho calor ese día!

Llegó a un bebedero cercano por donde vivía en donde solo salía un chorro

pequeño de agua, no era tanta, y tampoco estaba tan fría, sin embargo, era

suficiente para refrescar su lengua.

Mientras bebía agua un perro pequeño se acercó a él y le preguntó amablemente:

- ¿Podría beber un poco de tu agua por favor?

El perro callejero lo mira de arriba a abajo y hace un gesto de desagrado.

- Busca tu propio bebedero, este lugar es mío y no pienso compartirlo – Dijo el

perro de mal humor.

El pequeño perro solo agachó su cabeza y decidió irse de allí.

El perro callejero siguió bebiendo la poca agua que salía y en ese momento

pasan dos perros hablando felizmente:

- ¡Hummmm! ¡Deliciosa! Esa agua estaba muy refrescante y bastante fría para

un día tan caluroso – Dice uno de los perros.

 - ¡Si! Que suerte que hayan dejado tantos platos llenos de agua afuera de la

pizzería estaba sediento – Dice el otro perro.

El perro callejero abre sus ojos como platos y se apresura a la pizzería para beber

aquella refrescante agua de la que hablaban los otros perros.

Al llegar allí se da cuenta que todos los platos estaban vacíos, solo con pocos

residuos de agua, entonces, más malhumorado de lo que ya estaba regresa al lugar

donde antes estaba bebiendo agua, en cuanto llega nuevamente, se da cuenta que

ya no está saliendo agua del bebedero y gruñe del enojo.

Y así fue como el perro callejero tuvo que regresar a su guacal sin probar aquella

fría y refrescante agua de la que hablaban.

Moraleja: No ser grosero y disfrutar lo poco que tienes, porque muchas veces

queremos tener lo mejor y despreciamos cosas tan sencillas pero buenas, por

mejores.

Missy Ann Espitia Capera

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