Está en la página 1de 8

EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES

La obligación jurídica, en Derecho, es el vínculo jurídico mediante el cual dos partes


(acreedora y deudora) quedan ligadas, debiendo la parte deudora cumplir con una
prestación objeto de la obligación. Dicha prestación puede consistir en dar, hacer o no
hacer, teniendo que ser en los dos primeros casos posibles, lícitos y dentro del comercio.
Los sujetos obligados, al igual que el objeto de la obligación, deberán estar
determinados o ser determinables.
Los efectos de las obligaciones son las consecuencias jurídicas que derivan del vínculo
obligatorio, y se pueden analizar desde dos perspectivas.
La primera es desde la perspectiva del deudor, en cuyo caso los efectos de las
obligaciones atienden a la necesidad en que se encuentra éste de cumplir la obligación.
En este sentido se analiza el cumplimiento de la obligación, es decir, los modos de
extinguir las obligaciones.
Sin embargo, desde una perspectiva más tradicional los efectos de las obligaciones
atienden al acreedor, es decir, al incumplimiento de la obligación. En dicho caso, los
efectos de las obligaciones son el conjunto de derechos que la ley confiere al acreedor
para exigir el cumplimiento íntegro, efectivo y oportuno de la obligación.
Desde otra perspectiva, los efectos del contrato son las obligaciones que éstos generan y
los efectos de las obligaciones son los vínculos jurídicos que se producen entre acreedor
y deudor y que derivan del incumplimiento o el cumplimiento de la Larraín Ríos, H.,
Teoría general de las obligaciones, Lexis Nexis, Santiago de Chile, 2003, p. 206.
Obligación. En este capítulo se estudiarán los efectos de las obligaciones sólo desde el
punto de vista del acreedor.

LA TEORÍA DE LOS RIESGOS


La teoría de los riesgos plantea, en el Derecho civil, la pregunta sobre la suerte de las
obligaciones de las partes cuando la cosa que es objeto del contrato se pierde a
consecuencia de un caso fortuito.
El camino que tiene el acreedor frente a esta circunstancia, es de recurrir o ejercitar la
acción paulina que se encuentra establecida en el C.C., El acreedor al ejercitar esta
acción pauliana busca que los acto jurídicos realizados por el deudor sean declarados
ineficaz y por consiguiente la obligación establecida entre ambos sea cumplida.
En conclusión, la acción pauliana es una forma de garantía que consigna la norma para
poder accionar frente a actos fraudulentos que lesionen derechos patrimoniales del
acreedor u otros derechos, esta acción es ejercida por el acreedor que se ve su derecho
de hacer cumplir una obligación perjudicada por el acto fraudulento ocasionado
dolosamente por el deudor con el fin de evadir su obligación.
Acuerdo entre las partes
Las partes en su libertad contractual son independientes de concurrir a celebrar
contratos con las partes que consideran convenientes, de la misma forma son capaces de
realizar este procedimiento a la inversa; son completamente libres de disolver los
vínculos obligacionales si así lo deciden, y si ningún impedimento legal se los prohíbe,
como por ejemplo, negociar frente a obligaciones que se desprenden de derechos que
por su naturaleza son personalísimos, o que su transacción no permiten en el mundo
jurídico.
El Código Civil en su artículo 1625 en su primer inciso establece: “Toda obligación
puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas, siendo capaces de
disponer libremente de lo suyo, consientan en darla por nula”. Es claro que para que por
medio de una convención se extingan las obligaciones, las partes tienen que poseer
ciertas características que les permita disolver dichas obligaciones.
La primera de ellas, es que las personas que realizan la convención sean efectivamente
las partes en las que recae la obligación; el segundo presupuesto es que sean capaces de
disponer de dicha extinción, así por ejemplo, si las partes quisieran dar por terminado un
contrato de compraventa, pero una de las partes fuera un menor de edad, no podría
efectuarse dicho acuerdo ya que por parte del menor, previamente mencionado, no
intervino ni su representante legal o su curador, si fuera el caso, siguiendo los
lineamientos de la ley 1306 del 2009.

Pago
El pago, como lo cita el Código Civil en su artículo 1626, es el cumplimiento efectivo
de las obligaciones con el cual un deudor extingue las obligaciones que posee con su
deudor. El pago es el modo normal de extinguir las obligaciones, ya que supone la
ejecución efectiva de la prestación que previamente acordaron las partes, y por la que se
vieron abocadas a contratar.
Al respecto, Tamayo Lombana expresa: el pago es el acto jurídico por el cual se cumple
la prestación debida, cualquiera que sea su objeto (dar, hacer o no hacer), y cuyo efecto
es extinguir la obligación212.
Antes de continuar el análisis sobre el pago, es necesario realizar la siguiente precisión,
el pago no necesariamente recae en la obligación de entregar una suma de dinero, el
pago es una figura mucho más amplia a esta simple limitación. “Cualquiera que sea la
obligación, el que la ejecuta está pagando. Al respecto, muy clara doctrina ha sido al
precisar el sentido restringido y el amplio del vocablo pagar, el sentido usual y el
sentido jurídico. En síntesis, puede decirse: en lenguaje ordinario, pagar se entiende
como entregar una suma de dinero. En lengua jurídica, pagar es ejecutar la obligación,
cualquiera que sea su objeto.
El pago lo puede realizar el deudor o cualquier persona que decida encargar para dicha
tarea, puede pagar además cualquier persona a su nombre sin importar si es aun sin su
conocimiento o contra su voluntad.
Efectos
La remisión, en primer lugar, extingue el vínculo obligatorio que ata al acreedor y
deudor por medio de la renuncia que hace el acreedor del derecho crediticio que le
corresponde. Extinción que puede ser total si el acreedor renuncia a todo su crédito
junto con sus accesorios, o parcial, si sólo renuncia o disminuye los privilegios,
accesorios y garantías reales o se reduce en cierta parte la deuda.

Compensación
La compensación se constituye como modo de extinguir las obligaciones, y se efectúa
cuando dos sujetos son deudores y acreedores recíprocamente, por ejemplo, si a debe a
b 1000 pesos y por alguna circunstancia b termina debiendo a la misma cantidad,
entonces con miras a evitar un doble pago que posiblemente implicaría gastos inútiles
para ambas partes, la deuda se compensa extinguiéndose de esta manera la obligación.
A diferencia de la novación, institución caída en desuso debido a la existencia de otras
figuras mucho más pragmáticas, como la subrogación o la cesión de créditos; la
compensación obedece a las necesidades del tránsito jurídico y comercial, facilitando
las gestiones mercantiles y la circulación de la riqueza.
Es por ello, que las entidades bancarias registran día a día créditos y deudas que entran
en compensación, facilitando a sus clientes el manejo de las cuentas de ahorro y
corrientes, la adquisición de créditos y una mayor inversión en general.

Condición
Resolutoria La condición resolutoria conlleva a la extinción de la obligación; el artículo
1546 prescribe lo siguiente: En todos los contratos bilaterales va envuelta la condición
resolutoria en caso de no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado. Pero en tal
caso podrá el otro contratante pedir a su árbitro, o la resolución o el cumplimiento del
contrato con indemnización de perjuicios.
De lo anterior se tiene que tanto cuando se solicita la resolución o el cumplimiento se
extinguen las obligaciones, en la primera porque todo vuelve al estado inicial, y en la
segunda porque el cumplimiento como ya se mencionó es el pago efectivo de la
prestación debida. Cabe anotar que las dos posibilidades es posible solicitar
indemnización de perjuicios.
La condición resolutoria puede ser tanto expresa como tácita, la primera es aquella que
expresamente estipulan las partes, la segunda es aquella que va implícita en todo
contrato bilateral Como lo preceptúa el artículo mencionado, el contratante cumplido
puede exigir tanto el cumplimiento de la obligación o la indemnización de perjuicios,
con relación a esto la jurisprudencia ha pronunciado lo siguiente:
La acción de cumplimiento de un contrato (C.C. art. 1546, inc. 2°) corresponde
exclusivamente al contratante que ha cumplido por su parte sus obligaciones
contractuales, porque de este cumplimiento surge el derecho de exigir que los demás
cumplan las suyas; de modo que para el ejercicio legalmente correcto de esta acción no
basta que el demandado haya dejado de cumplir las prestaciones a que se obligó, sino
que es indispensable también que se haya colocado en estado legal de mora, que es
condición previa de la exigibilidad, para lo cual es preciso que el contratante
demandante haya cumplido por su parte las obligaciones que el contrato bilateral le
imponía o que esta pronto a cumplirlas en la forma y tiempo debidos, porque de la otra
manera el demandado no sería moroso en virtud del principio consignado en el art. 1609
del C.C.; que traduce en fórmula positiva el aforismo de que “la mora pugna la mora.

TRANSMISIÓN DE LAS OBLIGACIONES


Se habla de transmisión de las obligaciones cuando uno de los sujetos de la obligación
transfiere su posición en el vínculo obligatorio a otro sujeto; aquellas son susceptibles
de ser transmitidas, tanto por el aspecto activo, si es el acreedor quien transmite su
crédito, o por el aspecto pasivo, si el deudor traspasa su deuda; en ambos casos, la
obligación permanece intacta; siendo la misma tanto antes como después de la
transmisión.
Así mismo, la causa de la transferencia puede venir por razones mortis causa o inter
vivos, la primera es ampliamente tratada en el libro iii de nuestro Código Civil, que trata
de la sucesión por causa de muerte, la segunda, hace referencia a cuando las partes por
medio de la autonomía de la voluntad deciden transmitir las obligaciones a otro sujeto
para solventarlas, cederlas o librarse de ellas; siendo así, sólo nos detendremos a
analizar la transmisión inter vivos.
La transmisibilidad de las obligaciones es en principio una incursión del derecho
moderno. Antiguamente, remitiéndonos exclusivamente al Derecho Romano, el vínculo
obligatorio no podía ser sustituido puesto que estaba revestido de una concepción
enteramente personal, ya que la obligación surgía en consideración a los sujetos que la
adquirían, es decir, en razón a las calidades de los obligados, siendo en un inicio toda
obligación intuitupersonae, además, la obligación poseía un sentido material puesto que
una vez adquirida se ataba a la persona y en caso de incumplimiento esta era perseguida
fiscalmente.
Cesión de créditos
Formalidades
La cesión de créditos es el traspaso que hace el acreedor a otro sujeto mediante un
contrato, del derecho de crédito que posee, ocupando este último su posición en el
vínculo obligatorio. Quien traspasa su derecho se denomina, Cedente, y quien adquiere
el derecho, Cesionario. La Corte Suprema de Justica en su sala civil ha manifestado:
Constituye esta figura [la cesión de créditos] una convención, que sustituye un nuevo
acreedor al antiguo sin extinguir la relación obligatoria primitiva, y en que sólo un
elemento subjetivo es variado, pero dejando intacta la primera obligación con todas sus
condiciones, modalidades y garantías (artículo 1964 del Código Civil), convención en la
que no es esencial el consentimiento ni la intervención del deudor porque para sus
relaciones con el nuevo acreedor basta la notificación de la cesión artículo 2960.
Efectos entre las partes
La cesión de créditos, se encuentra regulada en el artículo 1959 del Código Civil,
subrogado por el artículo 33 de la ley 57 de 1887. Tal precepto establece los requisitos
que la institución debe reunir para nacer a la vida jurídica; la cesión ha sido considerada
como un acto con doble formalidad, puesto que para que surta efectos se necesita, en
primer lugar, la nota de cesión en el título que se transfiere, la cual contiene la
designación del cesionario y la firma del cedente, y en segundo lugar, la entrega del
título. Si el título no consta en un documento, el cedente debe otorgar necesariamente
uno al cesionario (art. 1961 C.C.).
El nuevo acreedor (cesionario) entra a ocupar la misma posición en la obligación,
estando en las mismas condiciones del primero y siendo beneficiario de las mismas
garantías de la obligación, ya que transmitida la obligación, así mismo se traspasan sus
accesorios.
El artículo 1964 ibídem estipula que la cesión comprende las fianzas, privilegios e
hipotecas. Frente a esta norma la jurisprudencia y la doctrina se dividen, puesto hay
quienes consideran que el mencionado artículo hace una enumeración taxativa y por
otro lado hay quienes arguyen que se trata de una enumeración enunciativa.
Estos últimos citan como ejemplo la cesión que hace el vendedor de su crédito por el
precio de la cosa, quedando también cedida la acción resolutoria en caso de que el
comprador incumpla. Al respecto la Corte Suprema de Justicia ha reiterado.

Efectos frente a terceros


Para que la cesión de créditos pueda ser oponible a terceros, es decir, a aquellos que no
representen interés alguno en la celebración del contrato, entre los cuales se encuentra el
deudor de la obligación, se requiere indispensablemente la notificación al deudor
(siendo que acepte o no), o la aceptación de este (art. 1960 C.C.), la aceptación por parte
del deudor puede ser tanto expresa o tácita, la primera cuando lo acepta explícitamente
y la segunda cuando hace un intento de pago del crédito.
La aceptación por parte del deudor puede hacerse sin reservas, en cuyo caso no podrá el
deudor excepcionar la compensación por los créditos que antes de la aceptación hubiese
podido oponer al cedente. En el caso contrario, es decir, cuando la cesión no ha sido
aceptada, el deudor podrá oponer en compensación todos los créditos, así sólo sean
exigibles después de la notificación. Frente a esto la Corte Suprema ha dicho:
Dos formas consagra la ley civil para que el deudor quede vinculado a la operación de
cesión; la notificación judicial de la cesión o la aceptación de ella. Al crearse el lazo de
instancia entre el actor y el demandado en un proceso se verifica esa notificación
judicial de la cesión, con vista y presentación del título respectivo, sin que pueda
alegarse que tal notificación judicial no se hizo porque el deudor demandado se opuso a
la cesión o no convino en las pretensiones del actor demandante, en el hecho o en el
derecho. Acéptese o no la cesión, los fundamentos de la acción.

Títulos valores
El artículo 619 del Código de Comercio estipula el concepto de Títulos Valores, al tenor
de la norma, son aquellos documentos necesarios que legitiman el derecho literal y
autónomo que en ellos se incorpora. Nuestro ordenamiento a diferencia del español, si
contiene una definición concreta de título valor, la doctrina española ante esta carencia,
confunde las expresiones título valor y título de crédito, duda que en nuestro régimen se
encuentra completamente dilucida por norma expresa.
Los títulos valores poseen cuatro características indispensables, autonomía, literalidad,
incorporación, y legitimación. La primera hace referencia a que una vez entre el título
en circulación, este se deprende de la causa por la cual fue emitido, la autonomía sólo
opera en la circulación del título y no antes de esta, pues en este último caso puede
excepcionarse frente a las causas, pero la regla general es que estando el título en el
tránsito jurídico, este se separa del contrato inicial, se entiende que hay una separación
del negocio subyacente, donde la causa por la que se emitió dicho título valor se
desvanece frente a los siguientes cedidos o endosantes, lo cual imposibilita a que estos
puedan alegar cualquier tipo de irregularidad referente a la causa del negocio del cual se
desprendió dicho título valor.

Clases de títulos valores


Los títulos valores pueden ser de tres clases, Nominativos, A la orden y, Al portador.
Son títulos nominativos aquellos cuyo tenedor es determinada persona, pues quien
figure en este será reconocido como el legítimo tenedor, por lo tanto, están destinados a
permanecer en manos del titular. Esta clase de títulos valores requieren para su
circulación del registro, el endoso y la entrega, la firma y el registro.
La negociación de este tipo de título no produce efectos inmediatos sino entre el
endosante y el endosatario, sólo pueden producir efectos frente a terceros por medio de
la inscripción. Son títulos a la orden, aquellos que no requieren de registro, se
transfieren por medio del endoso y la entrega del respectivo título, sin embargo, la
posesión legítima del mismo está vinculada a ciertas cláusulas que facilitan la titularidad
del mismo; y son títulos al portador, aquellos que se transfieren por la sola tradición
entrega; la simple exhibición legitimará al portador y su tradición se realizará por la sola
entrega; con la sola tendencia del título se identifica como portador y se faculta para el
cobro.
La exhibición del título beneficia al acreedor, ya que este no debe probar la causa del
derecho o la tenencia del mismo, y tratándose de títulos al portador, se exime de la
prueba de su identidad. En cuanto al deudor, este también obtiene beneficios, ya que
sólo puede ser constreñido a cumplir con la obligación, por medio de la presentación del
documento.
La exhibición también extiende sus efectos hasta el derecho mismo, ya que la extinción
del mismo va ligada a la extinción del documento, siendo imposible la exhibición se
desvanece el derecho.

El aval
El aval es la garantía de la obligación y es exclusivo de los títulos valores, y
modernamente en algunos contratos de seguro. El avalista puede garantizar la deuda en
sus totalidad o parcialmente, pero en todo caso responderá por ella solidariamente, no
sólo con su avalado sino con las demás partes de la obligación.
Quedará constituido el aval en un título valor cuando en este, seguido de la expresión
por aval, o cuando exista una firma en el título valor sin que se pueda reconocer el papel
que está desempeñando. El avalista es el equivalente al codeudor solidario en materia
civil, sin embargo. Con otras figuras como la fianza, la cual también garantiza el
cumplimiento de una obligación, guarda notables diferencias.
En tanto que el alrededor de la fianza surgen dos deudores frente a una sola obligación,
cuyo cumplimiento se garantiza. Cuando se avala una obligación surgen dos
obligaciones autónomas, que son la del avalista y la del avalado.
Así mismo, mientras que el fiador goza del beneficio de excusión, que consiste en que
primero sean perseguidos los bienes del deudor principal y ante la insolvencia de este
procedan con los suyos, el aval no goza de tal beneficio, porque responde frente a la
deuda, como ya lo mencionamos, solidariamente. La fianza es por naturaleza gratuita,
eventualmente puede el fiador ser remunerado por el servicio que presta según el
artículo 2367 del Código Civil. El aval, por su lado, también puede recaer a título
gratuito, aunque en la inmensa mayoría de los casos es de carácter oneroso.
Estas dos figuras también se diferencian en que mientras la primera no se presume, el
aval en conformidad con el artículo 634 del Código de Comercio siempre se presumirá
cuando en el documento conste una firma a la que no se le pueda establecer otro
significado. Como ya lo dijimos, la constitución del aval es un acto solemne, mientras
que la fianza en materia civil es un acto enteramente consensual, no siendo de igual
forma la fianza en comercial, la cual es también solemne. En materia de excepciones, el
fiador puede oponer excepciones personales de su deudor; en tanto que el aval no puede
excepcionar la de su avalado.
Si la obligación del avalado llega a ser nula, inválida, ineficaz, o inexistente por carecer
de los requisitos indispensables para que nazca a la vida jurídica, la de su avalista se
mantiene; tratándose de la fianza, el fiador sigue la suerte de su fiado, siguiendo el
postulado de que lo accesorio sufre la suerte de lo principal.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Soria Aguilar, A. F. (2016). Derecho de obligaciones: modalidades, efectos e


inejecución. Lima, Peru: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uladech/41273?page=1.

Hernández, P. P. (2017). Las obligaciones. Universidad Abierta para Adultos (UAPA).


Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uladech/175608?page=33.

Morello, A. M. (2002). El deudor de la obligación. La Plata, Argentina: Librería Editora


Platense S.R.L. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uladech/66583?page=1.

Ledesma Gil, Jorge Iván. Teoría General de las obligaciones. Ediciones Unaula. Medellín,
Colombia. 2014. P. 734.

León Moncaleano, William. Derecho Obligacional. Editorial: librería Ediciones del Profesional.
Primera edición.

Pérez Vives, Álvaro. Teoría general de las obligaciones. Volumen iii. Segunda Edición.
Universidad Nacional de Colombia. 1957.

También podría gustarte