Está en la página 1de 6

intelib

Inteligencia y Libertad

Bitcoin (y III)

 27/04/201318/12/2015
 FRANCISCO CAPELLA
 5 COMENTARIOS
Artículo en Instituto Juan de Mariana (https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-
diario/bitcoin-y-iii).

Bitcoin (I) (https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/bitcoin-i)

Bitcoin (II) (https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/bitcoin-ii)

Algunas personas están preocupadas por la posible inestabilidad o carácter de burbuja del
sistema bitcoin: según ellos, como es una entidad virtual sin valor de uso, industrial o
intrínseco, que ha surgido de la nada y no tiene ningún respaldo material (no es deuda sobre
un activo tangible), puede fácilmente volver a la nada; puede ser una moda o un sistema frágil
del cual la demanda desaparecerá de repente y colapsará su valor hasta prácticamente cero.

El valor de bitcoin podría ser una burbuja pero no tiene por qué serlo. Los que están tan
seguros de que sí lo es ya disponen de medios para ponerse cortos (hacer apuestas bajistas en
mercados de futuros) y hacerse muy ricos gracias a su privilegiado presunto conocimiento: el
hecho de que no lo hagan tal vez muestra que les gusta hablar con rotundidad sin arriesgarse a
que la realidad les demuestre que pueden estar equivocados causándoles graves pérdidas.

Si bitcoin fuera una burbuja sería muy diferente de otras y merecería un análisis propio: los
estudios o ejemplos de otras burbujas tal vez no le sean aplicables. Bitcoin no es como un
activo financiero del que se esperan unos rendimientos o dividendos futuros que tal vez no se
materialicen, ni una mercancía ordinaria con la cual se especula (como un tulipán), y no parece
una moda pasajera; tampoco es como las divisas ya establecidas que pueden oscilar al ritmo de
sus economías, políticas y bancos centrales, ni como una divisa nueva impuesta por un Estado
a todos sus súbditos (normalmente como sustitución de una anterior). 

Bitcoin es una entidad especial, prácticamente única en la historia: un bien económico


intangible sin uso previo, que surge de una invención puntual y un pequeño núcleo inicial de
usuarios, y cuyo uso podría popularizarse y extenderse hasta convertirse en un dinero de
alcance universal (no necesariamente el único); si esto sucede su revalorización será muy
rápida y su valor actual será ridículamente bajo (calcúlese la futura valoración considerando
libremente el número de usuarios potenciales y el poder adquisitivo de los saldos de tesorería
deseados). Cuanto más generalizado esté su uso mayor será su demanda y su valor, pero esto
no implica que si no llega a universalizarse como dinero su valor será cero o cercano a cero.

Bitcoin como idea y como sistema que la implementa tiene valor instrínseco por los servicios
que presta: no es lo mismo que exista que que no exista. Si su uso se extiende y estabiliza
puede llegar a convertirse en una institución, en algo que está en la mente y en la práctica
habitual o acostumbrada de muchos agentes de forma común y recursiva: todos saben que los
demás saben sobre la institución, y la usan de forma rutinaria y coordinada sin mucho esfuerzo
y sin pensarlo demasiado. Una vez formadas, las instituciones tienen un enorme valor
individual y social y pueden ser muy resistentes, presentar una fuerte inercia.

Las empresas gastan grandes cantidades de dinero en publicidad para conseguir imagen de
marca (capital intangible, cognitivo) y estar presentes en las mentes y valoraciones de los
individuos e influir así sobre sus acciones; las personas también intentan ser famosas y tenidas
en cuenta por todos. Las instituciones consiguen esto mismo de forma espontánea y
descentralizada mediante fuertes bucles de realimentación positiva, por el interés de cada uno
en participar y que todos los demás también participen en ellas.

Los procesos de monetización y desmonetización de una entidad son muy diferentes. Igual
que la vida surge de la no vida, pero una vez que se establece es resistente porque su
característica esencial es su actividad de automantenimiento y preservación, la monetización
de bitcoin y su eventual desmonetización o abandono no son procesos simétricos sino
profundamente asimétricos: renunciar a usar bitcoins una vez establecidos como dinero sería
abandonar una institución que funciona eficientemente y todos sus beneficios, lo cual sólo
tendría sentido si existieran alternativas mejores; quien quiera reducir o terminar su
participación en el sistema necesita una opción que sea mejor, y además está ofreciendo a otros
la oportunidad de hacerlo a mejor precio.

Nada tiene valor intrínseco: todo valor es subjetivo, ya sea para el uso propio o para el
intercambio (porque otros lo demandan). El oro y la plata tienen valor, sin necesidad de
ningún tipo de consenso o contrato social o coacción estatal, porque son difíciles de conseguir
y a la gente les gustan como ornamentación y símbolos fiables de estatus social, y porque una
vez monetizados todos saben que son dinero para todos los demás. Los sustitutos monetarios
de un mercado libre (billetes y depósitos bancarios convertibles en oro de forma segura y a la
vista) tienen valor por cómo están conectados al oro y porque sirven para economizar su uso.

Los metales preciosos tienen usos industriales, pero su valor procede fundamentalmente (sobre
todo y de forma más estable cuando se les permite ser dinero) de la demanda monetaria. El
hecho de que tengan un valor de uso previo puede haber contribuido históricamente a que se
convirtieran en dinero, pero una vez monetizados puede ser un problema si estos usos no
tienen una demanda estable: las variaciones podrían alterar el valor y la cantidad en
circulación del bien monetizado.

Si el oro y la plata se hubieran desmonetizado de forma libre y espontánea (algo sumamente
improbable), sus poseedores habrían sufrido grandes pérdidas. La desmonetización estatal del
oro no colapsó su valor sino que incluso se incrementó por la expectativa de la depreciación de
los dineros fiat y la posibilidad de remonetización de los metales preciosos. Los billetes y
depósitos bancarios también pueden perder valor o incluso desmonetizarse si se pierde la
confianza en la solvencia de su banco emisor.

Los dineros fiat impuestos coactivamente por los estados tampoco tienen ningún valor de uso:
el Estado puede sostener parte de su valor por la exigencia de su uso para el pago de
impuestos, pero su utilización generalizada para otras transacciones depende sobre todo de la
existencia o no de alternativas competitivas. Mediante la inflación el Estado provoca pérdidas
sistemáticas a los tenedores de dinero y activos fijos, y una mala gestión monetaria y crediticia
puede provocar hiperinflación y el repudio de la moneda; en bitcoin no hay organizadores
tentados de emitir más moneda por su cuenta y en su propio beneficio, simplemente porque el
sistema no lo permite. El colapso del Estado emisor de un dinero fiat prácticamente garantiza
la pérdida total del valor del dinero respaldado por su poder coactivo; bitcoin no está basado
en la coacción ni depende de una entidad central cuyo fallo lo destruya.

Además de que el colapso de bitcoin es progresivamente menos probable, conviene estimar


qué pérdidas habría si sucediera: se verían afectados los saldos de tesorería (normalmente una
proporción muy pequeña del patrimonio de quienes sólo quieran usarlo como medio de
intercambio) y los activos fijos denominados en bitcoins. Los principales perjudicados serían
los especuladores o quienes lo usaran como depósito de valor.

Una de las funciones del dinero es ser depósito de valor: ni ganarlo ni perderlo; para ganar
valor u obtener beneficios hay que asumir costes, riesgo e incertidumbre (posibles pérdidas) en
alguna actividad productiva. Bitcoin puede ser un depósito de valor imperfecto (ganaría valor
en vez de solamente conservarlo) por la posible deflación secular una vez que se llegue a su
fase estacionaria, habiendo alcanzado la cantidad máxima producible y habiéndose
generalizado su uso: sin cambios en su cantidad o en su velocidad de circulación, la deflación
se correspondería con el crecimiento económico.

El triunfo de bitcoin no provocaría ningún tipo de hiperdeflación catastrófica, el colapso


económico o desempleo masivo. La deflación suave y predecible no implica que nadie gaste
nada de su dinero, lo que sería completamente absurdo porque entonces dejaría de ser dinero;
tampoco implica no gastar hoy y gastar mañana, ya que si la deflación persiste el mañana será
equivalente al hoy y entonces habrá que esperar hasta pasado mañana, y así sucesivamente de
forma indefinida. La deflación implica una tendencia más o menos intensa a atesorar más que a
gastar y una presión bajista sobre los precios en función de las expectativas de futuro (las
tendencias pasadas no tienen por qué continuar), pero esta tendencia tiene como límites la
necesidad o deseo de los individuos de intercambiar en el mercado y la preferencia temporal
del presente sobre el futuro: aunque los bienes vayan a abaratarse, no comprarlos ya representa
asumir el coste de oportunidad de no poder disfrutarlos desde ya.

Esta deflación puede dificultar un mercado de deuda (sobre todo a más largo plazo)
denominada en bitcoins: un potencial prestamista puede guardar un dinero que se aprecia (si
al hacerlo no asume costes) en lugar de prestarlo; el potencial prestatario necesita obtener unos
beneficios marginales del capital mayores para compensar adecuadamente al prestamista. Esto
fomentaría la financiación mediante acciones (participaciones) frente a la financiación ajena con

deuda denominada en bitcoins, o que la financiación se realizara mediante otro dinero de valor
más estable.
Es posible tener crecimiento económico sin que crezca la base monetaria (la cantidad de dinero
en sentido estricto): sería más eficiente tener un dinero de poder adquisitivo más estable, pero
el crecimiento es posible si la inflación o la deflación son pequeñas y predecibles. Si la deflación
fuera suficientemente problemática, la producción de más moneda con un mecanismo
semejante al actual (minería para seguridad de la red) es algo que la comunidad podría aceptar
de forma conjunta si se considera una buena idea: las modificaciones son posibles pero sólo
triunfan si su aceptación es generalizada.

Además una base monetaria rígida, como el bitcoin, puede complementarse con sustitutos
monetarios en cantidad creciente y con calidad adecuada si son deuda a muy corto plazo y
muy segura (respaldada por la propia producción económica a punto de ser vendida a los
consumidores finales). Bitcoin no es un sistema crediticio pero cuando se reduzca su
volatilidad puede servir como base de un sistema crediticio (que de hecho ya existe) con deuda
a corto plazo denominada en bitcoin: son posibles sustitutos monetarios de bitcoin, los cuales
pueden utilizarse para estabilizar su valor futuro y evitar o mitigar la deflación secular.

Bitcoin es compatible con un sistema crediticio no anónimo ya que permite el anonimato pero
no lo exige. Un sistema crediticio puede funcionar de forma parcialmente anónima, con
mecanismos de reputación basados en identificadores o alias que no proporcionan información
sobre la identidad real del agente. Además el anonimato entre acreedor y deudor no es
simétrico: el acreedor necesita conocer la solvencia del potencial deudor y si es necesario
localizarlo para exigirle el pago o las garantías; el deudor no siempre necesita saber quién es su
acreedor (deuda al portador o negociable en mercados secundarios; cuentas numeradas en
bancos que respetan el anonimato financiero), este sólo debe poder demostrar que lo es para
exigir el pago.

Es posible crear nuevas monedas paralelas parecidas a bitcoin (que ya existen aunque a mucha
distancia en extensión y valor de mercado), ya que es un código abierto modificable por
cualquiera; pero tendrán el problema de su popularización, y en eso bitcoin les lleva una
ventaja inicial difícil de recuperar debido a los mecanismos de realimentación positiva de los
procesos de monetización. La creación de múltiples monedas virtuales no va a generar
hiperinflación.

Bitcoin plantea interesantes retos al teorema regresivo del dinero, que afirma que un bien
monetario debe antes haber sido una mercancía con una demanda no monetaria, y que para
conocer el poder adquisitivo del dinero hoy recurro a su valor de ayer (y realizo alguna
predicción o expectativa de su valor mañana).

El teorema regresivo no tiene por qué ser una verdad absoluta, sino una posibilidad histórica
muy generalizada necesitada de interpretación. Se podría entender que los usuarios iniciales
de bitcoins los adquieren como un bien de coleccionista, o como un juego, o como señales de
pertenencia a un determinado grupo o movimiento, o por el deseo de participar en un
proyecto innovador de repercusiones potencialmente enormes. O que el bitcoin inicial es un
dinero imperfecto que gradualmente va mejorando.

El que un bien tenga una demanda no monetaria ayuda a que se monetice al tener un valor
conocido y generalizado de partida. Un bien que se crea directamente para que funcionecomo
dinero obviamente no puede tener demanda no monetaria previa, ya que antes ni siquiera
existía; pero su valor puede averiguarse y estabilizarse progresivamente mediante
aproximaciones sucesivas en procesos de prueba y error; esto sería muy difícil en sociedades
primitivas con escasa capacidad para transmitir y procesar información, pero es más factible en
sociedades modernas con gran capacidad de hacerlo.

 DINERO

5 comentarios en “Bitcoin (y III)”

@nuvolari78 dice:
05/11/2013 A LAS 9:46
Encuentran fallos críticos en el código de BTC.

http://hackingdistributed.com/2013/11/04/bitcoin-is-broken/

RESPONDER 
Diego d dice:
22/10/2018 A LAS 18:24
“Bitcoin es compatible con un sistema crediticio…”

Paco, no ves un problema en la parte de la custodia de Bitcoins al poderse sustraer sin


repercusiones incluso sabiendo quién ha sido? Cómo va alguien a fiarse de un banco?
Cómo va un banco a fiarse de sus empleados?

La única solución que veo es que los bancos operen con coeficientes de caja muy muy
pequeños y que la función de custodia se descentralice muchísimo casi realizándola
personalmente cada uno… O eso o un fork que implemente algún protocolo
descentralizado para poder revertir transacciones fraudulentas (un derecho interno o algo
así).

RESPONDER 
Francisco Capella dice:
22/10/2018 A LAS 18:44
Los bancos no custodiarían bitcoins, serían sus dueños, sería parte de su activo
(tesorería si el valor ya es estable), como una moneda de oro. El banco no sustraería
bitcoins sino que incumpliría promesas de pago.

Si se sabe quién ha sido y se puede demostrar, no veo el problema, para algo están los
tribunales. Que la mecánica interna de bitcoin sea irreversible no quiere decir que no se
pueda castigar fuera de bitcoin a los tramposos si se puede demostrar que lo son.

RESPONDER 
Diego d dice:
23/10/2018 A LAS 11:57
De acuerdo Paco. Pero veo muchos contratos que, si el Bitcoin se generaliza, van a
ser muy difíciles de firmar o van a exigir muchas más garantías. Por ejemplo, un
padre pasa todo su patrimonio a Bitcoin y se salta sucesiones y la legitima. Un
cónyuge con gananciales se divorcia y se queda con todo el patrimonio en Bitcoin.
Un broker desaparece con todos los Bitcoins y ya lo has visto. Un empleado de un
banco se lleva todos los Bitcoins. Y todas las promesas de pago que estén más o
menos respaldadas por esos Bitcoins también sufrirán.
Lo veo un poco más agravado que con el oro. Los tribunales pueden encerrar al
culpable o pueden ir contra sus bienes que no estén en Bitcoins. Pero eso puede no
ser suficiente. Yo desde luego si soy un banco intentaría no tener casi tesorería-
bitcoins, y si la tengo que tener intentaría tenerla distribuida en varios sitios
distintos.

Francisco Capella dice:


23/10/2018 A LAS 12:58
Sí, es posible que surjan problemas nuevos o se agraven otros. Ningún sistema es
perfecto y los interesados intentarán protegerse de algún modo.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus
comentarios .

También podría gustarte