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ESIME ZACATENCO
SEPTIEMBRE 2020
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN………………………………………………………….…………4
PRIMERA UNIDAD
1. CONCEPTOS Y PROCESOS DE
COMUNICACIÓN E INFORMACIÓN
1.3. Comunicación…………………………………………………………….…..13
Henry Clay Lindgren
SEGUNDA UNIDAD
2. EL LENGUAJE
FORMAS Y MODALIDADES DE LA COMUNICACIÓN
3
2.6. La Lectura Inerte, Lectura Semiológica y Lectura Semiótica ……………….54
Noe Jitrik
TERCERA UNIDAD
3. TIPOS DE REDACCIÓN
PARA EL INGENIERO EN SERVICIO
4. BIBLIOGRAFÍA....………………………………………………………82
4
INTRODUCCIÓN
Existir es estar relacionado. Ningún organismo
puede desarrollarse de manera duradera alejado
de los demás, a tal punto que una red de
buenas relaciones, en la medida de lo posible
entretejidas desde la infancia, parece una condición
sine qua non de nuestras vidas.
Daniel Bougnoux
La otra rama del quehacer humano se refiere a la capacidad de hacerse entender con
seres humanos, cercanos o lejanos, por medio de códigos de distinta índole (verbales, ó
no verbales, señales eléctricas u otro tipo de señales) es decir la comunicación.
Lo dicho arriba exige del futuro ingeniero, sin abandonar su formación técnica y
científica, de un esfuerzo para internarse en el campo de las ciencias humanas que son
las ciencias del hombre, del hombre actuante, para desde ahí comprender el proceso de
comunicación diferenciándolo del puro concepto de información.
La antología que tienen ustedes ante sí, está formada del pensamiento de varios y
diversos autores, todos ocupados en explicar el proceso de la comunicación humana,
lecturas que recorren referencias lingüísticas, idiomáticas, históricas, sociológicas,
antropológicas y otras más.
De ninguna manera es sustituto del programa de estudios, por eso los artículos que la
componen pueden leerse y utilizarse en varios momentos del desarrollo del programa y
en el orden y forma que el profesor y los alumnos, de mutuo acuerdo, decidan.
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PRIMERA UNIDAD
Lauro Hernández
A continuación se presentan cuatro lecturas que nos permiten hacer una reflexión sobre
el nombre de la primera unidad del programa (El Proceso de la Comunicación).
1.3.- Comunicación
Henry Clay Lindgren
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1.1. SOCIALIZACIÓN Y CICLO VITAL1
ANTHONY GIDDENS
No se puede entender la existencia del hombre sino en el marco de una sociedad, fuera
de la sociedad no hay vida humana, puesto que el espíritu humano se hace y rehace en
sus relaciones sociales.
El hombre es un ser social y esto modela sus características psíquicas y aun sus
características biológicas, la psique humana es un producto de la vida social del hombre,
la biología de los seres humanos está matizada y modelada por la existencia en
sociedad.
Así como no es posible pensar en un ser humano fuera de la sociedad, tampoco es
posible pensar en seres humanos que no tengan comunicación entre sí.
La comunicación es propia de seres sociales, gracias a ella la cultura se construye y
reconstruye, se modela y remodela, la comunicación transformada en aprendizaje y
educación son los motores de el desenvolvimiento cultural de la humanidad. Sin
embargo para que el ser humano pueda participar activamente en sociedad tiene que
apropiarse de valores, costumbres, códigos de comunicación formas de asociación y
organización, para que colectivamente se persigan fines necesarios, por eso iniciamos
esta antología con un artículo que reflexiona sobre la socialización, para que la
naturaleza biológica quede subordinada a los fines de la vida social.
Los animales inferiores en la escala evolutiva, como es el caso de la mayor parte de las
especies de insectos, son capaces de valerse por sí mismos desde muy poco después de
nacer con escasa o ninguna ayuda de los adultos. No existen generaciones entre las
especies inferiores, ya que el comportamiento de los “jóvenes” es prácticamente
idéntico al de los “adultos”. Sin embargo, a medida que vamos subiendo en la escala
evolutiva estas observaciones se aplican cada vez menos; los animales superiores tienen
que aprender modos propios de comportamiento. Entre los mamíferos, los jóvenes están
en muchos casos totalmente indefensos cuando nacen y necesitan el cuidado de los
mayores, y el niño es el más indefenso de todos ellos. Un niño no puede sobrevivir sin
ayuda de un adulto al menos durante los cuatro o cinco primeros años de vida.
1
Giddens, Anthony, Sociología, Madrid, Alianza Universidad Textos, 1995, P.93-121.
7
con las que él o ella entran en contacto. Todo recién nacido tiene necesidades o
exigencias que afectan al comportamientote los responsables de su cuidado.
La socialización pone en contacto a las diferentes generaciones (Turnbull, 1984).
El nacimiento de un niño altera las vidas de aquellos que son responsables de su crianza
– quienes a, su vez, atraviesan por nuevas experiencias de aprendizaje. La paternidad
liga normalmente las actividades de los adultos a las de los niños para el resto de las
vidas de ambos. Las personas mayores siguen siendo padres cuando se convierten en
abuelos aunque, por su puesto, entablan otra nueva serie de relaciones que conectan a
las diferentes generaciones entre sí, Aunque el proceso de aprendizaje cultural es mucho
más intenso durante la infancia y la niñez temprana de lo que lo es después, el
aprendizaje y el amoldamiento continúan durante todo el ciclo vital.
Instrucciones
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1.2. LA IMPORTANCIA DE LA COMUNIACIÓN2
ANTONIO LUCAS MARÍN Y PABLO GARCÍA RUIZ
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNIACIÓN
Si queremos dilucidar cuáles son las bases para el estudio de la comunicación, se puede
partir de la importancia creciente de la transmisión de signos y símbolos de nuestra
sociedad. De Fleur (1993:7) lo expresa de la siguiente manera:”No es una exageración
decir que la comunicación es el corazón de la existencia humana…
Hace unos cuarenta mil años, nuestros directos antecesores, los hombres de Cromañon,
desarrollaron la habilidad para hablar. Anteriores homínidos, como el hombre de
2
Lucas Marín y García Ruiz, Sociología de las Organizaciones, Madrid, Mc Graw Hill, 2002, P. 371-391
9
Neandertal, fueron incapaces de hacerlo a causa de la estructura fisiológica de su
lengua, músculos faciales y caja bucal. El desarrollo del habla y el lenguaje separó al
hombre de Cromañon de otros homínidos y de otras especies animales cercanas. Con la
habilidad de pensar, razonar y comunicarse por caminos complejos, la especie humana
inventó la escritura, luego la imprenta y, en los tiempos modernos, nuestros sofisticados
medios electrónicos. Desde la segunda mitad del siglo XX estamos inmersos en lo que
puede llamarse la Sociedad de la información. Gastamos más tiempo y energía
manipulando símbolos que fabricando cosas.”
La implicación de la capacidad comunicativa puede verse como una tendencia de la
evolución histórica impulsada por la técnica, con unas etapas claras:
1. la aparición de la ciudad,
2. la difusión de la letra impresa, de los libros.
3. el empleo generalizado de los medios electrónicos.
No cabe duda de que el paso de la vida rural a la urbana supone, fundamentalmente, una
multiplicación inaudita de las posibilidades de comunicación en todos los campos de la
vida; el ágora, hasta en sus expresiones más modestas de la minúscula plaza de una
aldea tribal, cambian las expectativas y costumbres de la vida aislada o en los límite
efectivos de la familia. Más importante es el paso de la Galaxia tribal –utilizando
terminología de McLuhan-, dominada por los medios orales de comunicación, a la
Galaxia Gutemberg con el alfabeto fonético como nuevo medio de intercambio de
experiencias y de significados. El advenimiento de la electricidad hizo posible a Galaxia
Marconi, donde primero la radio y el cine, y posteriormente la televisión han ampliado
nuevamente las posibilidades de comunicación. Ahora estamos introduciéndonos en lo
que podríamos llamar Galaxia electrónica, impulsada por el ordenador y con unas
posibilidades de intercambio y acumulación de mensajes casi sin límites.
Podemos ver esta ampliación de capacidad comunicativa en sus aspectos más
cuantitativos: mayor número de emisores, un número superior de receptores y muchos
más mensajes. Pero quizá sea más conveniente destacar los aspectos cualitativos de esta
ampliación, concretamente la creciente importancia de la opinión pública y el aumento
de la movilidad psíquica. Es indudable que la diferente situación psicológica que supone
la simultaneidad entre la emisión y recepción de un mensaje, y las posibilidades técnicas
que nos permiten la ubicuidad de los medios en la transmisión informativa con respecto
a acontecimientos lejanos, modifican substancialmente sus posibilidades de influencia.
La conciencia de la gran extensión y permeabilidad de la información hace posible
incluso hablar tanto de la “opinión pública mundial” como de “opinión pública” o
colectiva en el interior de las grandes organizaciones.
Pero más importantes son todavía las consecuencias sobre el conocimiento de la
realidad social. Igualmente, es necesario destacar la movilidad psíquica que
proporcionan los medios de comunicación social a los individuos en la sociedad
moderna, dando lugar a una enorme expansión de las experiencias mediadas.
Se ha señalado que la movilidad -física, social y psíquica- es el distintivo de cualquier
proceso de modernización, aunque lo realmente importante parece ser la movilidad
psíquica. En efecto, podemos pensar que la movilidad física – la generalización de los
viajes- aparece como un requisito de la modernidad, como también la movilidad social,
al permitir a los sujetos nuevas experiencias de la vida ampliando su percepción de la
sociedad, al hacer posible el desempeño de roles adquiridos con preferencia a los
adscritos, como era normal en las sociedades tradicionales. Lo verdaderamente
importante de la movilidad física y de la social sea el enriquecimiento interior o
ensanchamiento de horizontes en la experiencia social de los individuos que la viven.
Pero, con los medios de comunicación de masas, la movilidad psíquica producida en
10
general e inmediata, se amplia muy directamente la experiencia mediada y se permite a
casi todos los sujetos experimentar, aunque sea vicariamente, multitud de roles antes
difícilmente asequibles a la mayoría de las personas. Todo esto significa referirnos a los
medios como grandes manipuladores de la conciencia, al dar lugar a un aumento de
movilidad interior de las personas, permitiendo una inusitada ampliación de repertorio
de roles y haciendo posible un gran enriquecimiento de la experiencia de todos los
miembros de la sociedad.
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CUADRO 15.1
Role-taking
Mensaje
Codificador 1 Decodificador
Interpretar Interpretar
Feedback
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objetos determinados; la apariencia física; el movimiento del cuerpo y gestos (kinesis),
ya sea mediante gestos que ilustran la acción o por medio de gestos de adaptación (para
reducir el stress, por ejemplo); los usos no verbales de la voz (vocalización); el contacto
ocular; el uso del espacio y la distancia; la invasión espacial; la comunicación táctil; e
incluso la valoración del tiempo dedicado. La sola enumeración que acabamos de
realizar puede hacernos tomar conciencia de la gran cantidad de significados que están
presentes en mensajes considerados simplemente como verbales.
Es en la actividad no verbal donde tiene especial relevancia el llamado “principio de
inmediación” este principio es una generalización de la experiencia habitual de que la
gente tiende a acercarse a las cosas y a las personas que valoran positivamente y, por el
contrario, tienden a evitar lo que no les gusta o no prefieren. El uso deliberado de
señales no verbales y acciones puede dar lugar a una mayor proximidad física y
psicológica a los otros. La distancia entre el sujeto y el objeto, y la forma de
relacionarse ambos dan lugar a unos procedimientos distintos de interacción
comunicativa.
Instrucciones
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1.3. COMUNICACIÓN3
HENRY CLAY LINDGREN
Los seres vivos forman pequeñas o grandes colectividades, para formar una colectividad
se agrupan por características semejantes, desprendidas de la necesidad de intercambiar
información.
Las agrupaciones de los seres vivos, también se comunican entre sí, para constituir
sistemas.
Los seres humanos también se agrupan por afinidades, que en este caso, llamamos
identidad, pues también tienen la necesidad de emitir y recibir información, sólo así
inician y desarrollan el proceso de comprensión de su mundo social y natural.
La comunicación entendida como vínculo de un sistema o como vínculo entre sistemas
es el proceso por el cual, las creaciones, los logros, los deseos, las costumbres, los
valores y la cultura toda, se difunde, posibilitando que cada grupo social y cada
individuo se apropien de la cultura, a partir de sus características particulares. No es
posible entender la vida de los seres vivos: vegetales, animales o humanos, sin entender
este gran proceso vincula torio entre individuo, grupos y formaciones sociales mayores.
Los sistemas de los seres vivos, son posibles por la distribución de la información, lo
que sustenta el proceso comunicativo.
El artículo que incluimos enseguida, trata sobre la comunicación a partir de un
planteamiento que clasifica a la comunicación en dos categorías: una la comunicación
vista en sentido laxo, que se utiliza en las relaciones sociales entre individuos y grupos,
a la que no le interesa definir conceptos. Dos, la comunicación entendida como ciencia,
la que estudian los profesionales ocupados de este fenómeno, en esta comunicación es
necesario definir conceptos, estudiar procesos y generar teorías.
El ingeniero, como no especialista en comunicación social, tiene que dotarse de
conocimientos que cuando menos le permitan comprender este gran fenómeno de la
cultura humana. Es el propósito del artículo siguiente.
1.3. COMUNICACIÓN
Henry Clay Lindgren
El criterio que el lego tiene acerca de la comunicación suele ser relativamente simple:
todo el mundo se comunica o intenta hacerlo; algunos comprenden y otros no. Y
supone, además, que las personas se comunican porque tienen algo que expresar a los
demás: información, sentimientos, demandas o argumentos.
3
H.G. Lindgren, Introducción a la Psicología Social, México, Trillas, 1972. pp. 233-241. Traducción de
Nuria Parés.
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Aunque este criterio no carece de validez, el psicólogo considera la comunicación de un
modo bastante distinto. En primer lugar, suele percibir complejidades que escapan al
lego en la materia. En segundo, este último ofrece razones de que las personas que se
comunican dejan sin explicar gran parte de su conducta en este aspecto. Por ejemplo,
¿por qué expresan los individuos tanta información errónea? ¿porqué se comunican,
cuando en realidad no tienen cada que decir? ¿Y por qué se comunican de modo que
encubren sus sentimientos en vez de revelarlos?
Las complejidades de la comunicación son difíciles de comprender tanto para los
profanos en materia psicológica como para los propios psicólogos, porque es una
actividad que practicamos constantemente. Siempre estamos ocupados en enviar,
recibir, cifrar y descifrar mensajes; existimos en un campo psicosocial en el que la
comunicación abunda incluso con exceso. Esto puede ser muy perturbador en ocasiones
puesto que se transmiten simultáneamente mensajes muy diferentes. Al desayunar
damos un vistazo al periódico y una docena de titulares reclaman nuestra atención. La
radio de la cocina nos aconseja comprar un nuevo modelo de coche mientras nuestra
esposa regaña a los niños. El teléfono suena y los niños riñen para contestarlo. A lo
lejos escuchamos la sirena de una ambulancia o quizá la campana del coche de
bomberos y alguien en la calle hace sonar el claxon de su automóvil para avisar a la
persona que ha venido a recoger que debe apresurarse a bajar, pues se hace tarde.
Empieza otro día de abundante comunicación.
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Por lo general, nuestro problema en materia de comunicación consiste en hallar modos
de expresarnos adecuadamente; encontrar las palabras y frases apropiadas, evitar
aquellas que causarían en los demás una impresión equivocada, procurar que nuestros
semejantes hablen de cuestiones que nos interesan y cosas por el estilo. Nos percatamos
cabalmente de estos problemas cada vez que nos esforzamos por hallar los términos
adecuado para describir nuestros complejos sentimientos o cuando escuchamos a algún
amigo o conocido y comprobamos que se expresa infinitamente mejor que nosotros. Es
posible, incluso, que nos sintamos algo envidiosos de estos individuos elocuentes que
siempre saben hablar tan bien y que no parecen tener dificultad alguna para obtener la
atención del auditorio. En tales ocasiones nuestro problema en materia de comunicación
parece consistir en que ofrecemos una imagen de nosotros mismos que no está a la
altura de la que nos gustaría brindar.
Raymond A. Bauer (1964), especialista en comunicación de la Harvard Scholl of
Business, ha indicado que la principal diferencia entre el lego y el científico de la
conducta es que el primero tiende a considerar la comunicación como una situación en
la que el comunicante manipula p produce cambios en el auditorio. Por ejemplo, la
comunicación de información está motivada por la creencia de que el auditorio la
aceptará y se conducirá de acuerdo con ella. El ejemplo más obvio de este concepto de
la comunicación se encuentra en la propaganda. El publicista asume que su semejante
llega al público al que está dirigido, y que producirá algún cambio en su conducta; el
público comprará su producto en vez de otro o abandonará lo que esté haciendo en ese
momento (tal como se le aconseja en ocasiones) para salir en busca del producto
anunciado.
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Universidad. Jaime se encuentra enfrascado en la lectura de un libro y camina
lentamente. Lola titubea entre el temor de distraer a Jaime y su deseo de saludarlo y
finalmente opta por decir: “¡Hola!”
Comunicante Auditorio
(fuente) (destino)
Ruido
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comunicación en potencia será de n (n-1) / 2 ó 1770. Pero si estas personas se organizan
en una red de doce combinaciones de equipos de cinco individuos en los que cada uno
de ellos tenga un rol bien definido que depende de los roles de los oreos cuatro, el
número de canales podrá reducirse a diez en cada equipo si sus miembros son
mutuamente dependientes o a cuatro si se ordenan en serie. Si las sesenta personas se
organizan de este modo, cada una de ellas estará vinculada con las otras por un canal
teóricamente exento de ruidos y podrá prestar atención a la tarea sin peligro de
distraerse.
El hecho de que dos personas puedan comunicarse no sólo implica que ocupan
posiciones en alguna clase de sistema social, sino también que existe entre ellas alguna
clase de relación. El hecho de que empleen un lenguaje común o que dispongan por lo
menos, de una serie de símbolos comunes significa que comparten algunas percepciones
e incluso que pueden ser miembros del mismo grupo cultural o étnico. Su comunicación
las convierte en un grupo de dos o díada aunque sea temporal y pueda disolverse en un
instante. Pero por el momento esas personas tienen una mutua relación. La relación
puede ser de regular intensidad, como la que se establece entre dos desconocidos que
viajan en un autobús y empiezan a hablar de política dándose cuenta de que comparten
las mismas ideas. O puede ser ligera y fugaz como cuando un transeúnte escucha a una
madre que enseña a su hijo a atravesar la calle diciéndole: “Antes de cruzar hay que
mirar a ambos lados para saber si viene algún coche.” En este caso la comunicación ni
siquiera está dirigida al transeúnte, pero éste capta el mensaje, lo comprende y aprueba,
se identifica con la madre y, a su vez, antes de atravesar la calle, mira a uno y otro lado
con más precaución que de costumbre.
De la breve frase de esa mujer podemos inferir muchas cosas aparte de que sabe que hay
que ser precavidos al atravesar las calles. Aunque no hubiésemos visto mientras decía
esas palabras y las hubiéramos escuchado en una grabación, habríamos supuesto,
probablemente, que era una madre (o tal vez una maestra) y que se dirigía a un niño. Es
decir, habríamos conjeturado con bastante precisión su posición, su rol y su categoría en
relación con su auditorio (el niño). Y sabríamos algo de sus actitudes hacia el niño y
hacia sí misma que nos revelaría, en arte, su tono de voz.
Así pues, la información que contiene cualquier mensaje puede considerarse de acuerdo
con sus aspectos implícitos y explícitos. La información explícita en la frase que la
madre dirigió al hijo se refiere a la conveniencia de mirar a ambos lados de la calle
antes de decidirnos a atravesarla. La información implícita es la que se puede inferir del
carácter del mensaje, el tono de voz en que se expresa, las circunstancias en que se
envía, etcétera. El rango, la posición, el rol, la actitud y el ánimo del individuo que
envía el mensaje están implícitos. Así, una comunicación puede transmitir una serie de
significados además de los que el comunicante se propone y esos significados pueden
reforzar o incluso negar el contenido informativo del mensaje.
Comunicación e identidad
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atención que juzgue apropiada para tal persona. Es comprensible pues, que la categoría
del comunicante sea importante.
Si su categoría es elevada el auditorio le prestará más atención, pero si es escasa es
posible que no sea escuchado. Para expresarlo en los términos que hemos empleado en
la figura 1 diremos que es más probable que el auditorio tome las medidas necesarias
para reducir los ruidos en el canal pasando por alto las interferencias si se trata de un
comunicante de gran categoría. Decir que un individuo tiene gran categoría (rango o
prestigio) significa que hemos aprendido a dar a sus actos y creencias un valor superior
que concedemos también a sus declaraciones. Por lo general se presta más atención a las
declaraciones del presidente que a las de los diputados. También se presta más atención
a lo que dicen los maestros que a lo que dicen los niños y lo mismo ocurre con las
declaraciones de las personas que gozan de gran popularidad en comparación con las de
aquellas que no la tienen. Esta regla general tiene sus excepciones. Por ejemplo, se
presta más atención a lo que dice un niño de dos años que a las palabras de su hermano
de cuatro, aunque éste tenga más categoría. Lo que llama la atención en este caso es que
el pequeñín diga algo y sus expresiones resultan más notables por ser inesperadas. Así
pues, la notoriedad del comunicante es de suma importancia.
Si se presta más atención a las personas de categoría ello obedece, en parte, a que esa
categoría las hace más notorias, pero las personas de poca categoría también pueden
alcanzar notoriedad en determinadas circunstancias.
También hay que tener en cuenta que la percepción de la identidad del comunicante por
parte del auditorio hace que éste pueda formarse una especie de “predisposición”, es
decir, cierta sensibilidad predeterminada al mensaje que recibe. Es posible que un
presidente diga algo insustancial, pero como el auditorio está predispuesto a escuchar
algo profundo quizá lo percibirá así. Y también es posible que un niño diga algo
profundo, pero si su padre está predispuesto a oír algo trivial quizá reste consideración a
la importancia de lo que dice.
Por tanto, el mensaje tiende a reforzar la imagen del comunicante que el auditorio se ha
forjado, pero esta imagen deriva de los datos que el mismo reveló previamente sin darse
cuenta. No sólo nos referimos a lo que el comunicante dice y a su modo de expresarlo,
sino también a muchas otras maneras de comunicar nuestra identidad; nuestro modo de
vestir y de arreglarnos, nuestros amigos, nombres, gestos, expresiones, etcétera. Esta
comunicación es ambivalente; el comunicante revela su identidad a los demás, pero al
mismo tiempo la reafirma a sus propios ojos.
Ilustraré este punto con una experiencia que tuve en el medio Oriente. Me hallaba en
Damasco y tenía el propósito de visitar la mezquita Ummayad, aunque ignoraba dónde
se encontraba. Caminaba por el pasaje cubierto del mercado, en la parte vieja de la
ciudad, con el aire de todo turista que no sabe a ciencia cierta dónde está ni hacia qué
punto dirigirse cuando un transeúnte, que juzgar por su indumentaria era del país, se
detuvo para preguntarme en mal francés si podía ayudarme. Iba a contestarle, cuando
añadió, esperanzado: “¿Habla usted español?” Evidentemente se sentía a sus anchas en
este idioma de modo que seguimos la conversación en español. Después de indicarme
dónde quedaba la mezquita le pregunté cómo era posible que un ciudadano sirio hablara
el español con tal soltura. Su explicación fue sencilla y clara: “es que soy un judío
sefardí. Mi pueblo ha seguido hablando en español desde que abandonó España hace
quinientos años.”
Cuando los Reyes Católicos terminaron la Reconquista de España en el siglo XV, todos
los sujetos que no eran cristianos (árabes y judíos por igual) sufrieron persecuciones
religiosas y económicas. Se les dio a escoger entre abandonar el país o convertirse a la
fe cristiana. La mayoría de los judíos salió de España para establecer en tierras
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dominadas por los musulmanes en el norte de África y en el Medio Oriente.
Conservaron su identidad y su separación de los otros mediante sus prácticas religiosas
reforzadas por su común idioma castellano 4. Aunque hablan el árabe o el turco tan bien
como la gente del país, entre ellos conversaban en español. El árabe o el turco les
hubieran servido igualmente como medio de comunicación, pero el español tenía la
ventaja de ser “la lengua materna”. Al hablar nuestra lengua materna nos sentimos
mucho más sueltos si tenemos que expresar actitudes y sentimientos complejos. La
lengua que se aprende y habla en la infancia nos parece más directa y más fuerte, más
llena de matices y más íntima.
Para los judíos sefardíes el español fue un medio por el que pudieron establecer
vínculos estrechos entre sí. Cuando un mercader judío de Túnez iba a El Cairo podía
hablar en español para identificarse ante los demás judíos y obtener una consideración
especial, protección, y ayuda o lo que necesitara.
De este modo la lengua contribuía a vincularlo con los demás miembros de su grupo
étnico. Gracias al idioma español, los judíos pudieron establecer y conservar una
diferencia con los demás, ellos eran los que hablaban español, mientras que los que no
eran judíos ignoraban esta lengua. Así fue como la comunicación en español se
convirtió en norma social característica de los judíos sefardíes.
De tosas las formas de interacción social el idioma es el factor más apremiante y
duradero de identidad cultural. Las identidades y diferencias culturales tienden a seguir
pautas lingüísticas. Las grandes diferencias en las costumbres, los valores, las actitudes
y los ritos suelen ir acompañadas de diferencias de lenguajes, en tanto que las
semejanzas de lengua tienden a reforzar las similitudes de la conducta social.
Los norteamericanos se sienten más cerca del Canadá y de la Gran Bretaña que de otros
países porque tienen una lengua común, mientras que los países que están divididos por
demarcaciones lingüísticas, como Bélgica y Nigeria, tienen continuos problemas para
mantener la unidad nacional por que las diferencias idiomáticas refuerzan y actúan las
diferencias culturales. La unificación de Italia en el siglo XIX sólo fue posible por que
las personas de diversas partes del país convinieron finalmente, aunque en algunos
casos de mala gana, en utilizar un dialecto común ara comunicarse. En épocas más
recientes los catalanes del nordeste de España han expresado su convicción de ser
diferentes de los demás españoles y mostrando su oposición al gobierno centralista al no
dejarlos hablar, escribir y publicar en catalán. Los tiroleses de habla alemana que viven
en Italia utilizan su idioma como un medio para conservar su identidad con los tiroleses
austriacos y para resistir a los esfuerzos desplegados para integrarlos en la vida política,
económica y cultural de Italia.
El nivel educativo (y la clase social) se revela también por la manera de expresarse. Por
lo general podemos saber si el individuo que habla es de clase media o baja por su
dicción, su utilización de las palabras, su pronunciación, su gramática, etcétera; aunque
en los estados Unidos las diferencias entre las personas de clase media y de clase alta
son más difíciles de precisar, excepto en algunas regiones del país. Stanley C. Plog
(1966) utilizó un índice de la capacidad para leer y escribir con objeto de determinar la
posición de las personas que escribían carta al director del periódico Herald de Boston.
Las cartas fueron calificadas según la calidad del papel empleado, la pulcritud, la
gramática y el empleo del vocabulario y la caligrafía. El promedio de las calificaciones
en estos distintos aspectos sirvió para calcular el nivel educativo del corresponsal. Plog
pudo calcularlo con una precisión de 75%. Vemos, pues, que las cartas como cualquier
otra forma de comunicación, no sólo son una fuente de información explícita (la que su
4
En realidad llamado ladino, que es un castellano medieval con algunas palabras hebreas.
20
autor pretende comunicar), sino también de información implícita. El autor de una carta
revela a su destinatario algo de sí mismo por el papel que escoge, la pulcritud, la
caligrafía, etcétera.
La distancia y la comunicación
La importancia del estilo del lenguaje empleado por el individuo que se comunica fue
demostrada por un estudio efectuado por Triandis, Loh y Levin (1966) quienes
compararon el efecto relativo que el aspecto y el modo de hablar causaron en las
opiniones de estudiantes universitarios. Estos jóvenes escucharon grabaciones de
discursos dichos en un inglés sin gramática ( de clase baja) o en un inglés correcto de
clase alta). Mientras las escuchaban pudieron ver en una pantalla la fotografía del orador
correspondiente. El orador era negro o blanco y estaba bien o mal vestido. A
continuación se pidió a los estudiantes que indicaran si estarían dispuestos a admitir al
orador, a aceptarlo como vecino o pariente político, o aceptarlo como amigo. Al analizar
los resultados se observó que el modo de vestir tuvo menos importancia en las
reacciones de los estudiantes. Los que tenían más prejuicios se dejaron influir más por
la raza, cuando se trató de aceptar al orador como vecino, pariente político o amigo,
pero aparte de esto, el principal factor determinante de las reacciones estudiantiles fue la
calidad del inglés de los distintos oradores. En realidad, fue su modo de hablar lo que
explicó el 80 % de la discrepancia de los estudiantes liberales y moderados en política
al determinar si podrán aceptar al orador como amigo.
Ciertas formas de la conducta comunicativa tienen doble propósito: informan
simultáneamente al auditorio del modo en que el comunicante se percibe a sí mismo y
percibe a sus oyentes. Frank N. Willis (1966) hizo que sus alumnos determinaran la
distancia que los separaba de algunas personas que les dirigieron la palabra en
situaciones informales. Sus resultados, muestran que las distancia entre el comunicante
y el auditorio tiende a ser mayor cuando se desconocen que cuando son amigos. En
efecto, el individuo que inicia una conversación cuando está muy cerca manifiesta así
que se da cuenta de que se dirige a un amigo. El punto en que decide empezar la
conversación es pues parte de la comunicación. Si escoge un punto inadecuado (es
decir, si el desconocido se aproxima demasiado o el amigo permanece demasiado lejos)
es posible que el efecto general de la conversación sea confuso o ambiguo. En vez de
prestar atención a lo que el desconocido nos dice en muy posible que pensemos cosas de
este tenor: “No me agrada su aire insinuante y confidencial. ¿Qué se ha creído este tipo?
o “¡Vaya un presuntuoso! Por el contrario, si un amigo permanece a cierta distancia nos
preguntaremos qué le pasa. En realidad, decimos que un individuo es “distante” cuando
su actitud se caracteriza por un excesivo distanciamiento físico o social.
La distancia que guardan los interlocutores varía según la cultura. Edgard t. Hall Jr.
(1955) ha observado que una distancia de 20 a 33 centímetros es muy común entre los
hombres de Iberoamérica y del Medio Oriente, aunque en los Estados Unidos se
consideraría muy íntima o muy amenazadora. Cuando los norteamericanos conversan
con hombres de esos países suelen manifestar cierto malestar ante la excesiva
familiaridad de sus interlocutores. Como la reacción natural del norteamericano consiste
en apartarse de estos contactos estrechos, los iberoamericanos y los árabes suelen pensar
que los norteamericanos son fríos y distantes y orgullosos. Los norteamericanos
fabrican sus automóviles con asientos muy amplios porque aparecían el “apartamento”
mientras que los iberoamericanos no saben qué hacer con tanto espacio en un coche
norteamericano típico puesto que aprecian la proximidad.
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Cierto matrimonio inglés narraba con irritación las experiencias que tuvo en el Líbano
cada vez que intentó pasar un día de campo. Solía buscar algún lugar escondido y
agradable para descansar y disfrutar su comida en paz y a solas, pero en cuanto detenían
el coche en la carretera y empezaban a sacar sus bártulos no tardaban en ver que otros
automovilistas libaneses se detenían en el mismo lugar y se instalaban junto a ellos. En
Inglaterra, una vez que una familia había ocupado un lugar para su día de campo los
demás automovilistas lo respetaban como el área de esa familia, e irían a otro lado. Los
ingleses, al igual que los norteamericanos, aprecian la intimidad y el apartamento, pero
los pueblos mediterráneos (incluyendo los iberoamericanos) prefieren una estrecha
familiaridad. La distancia que otro escoge significa una cosa para los ingleses y los
norteamericanos y otra muy distinta para los pueblos mediterráneos e iberoamericanos.
Instrucciones
22
1.4. COMUNICACIÓN DE LA CIENCIA:
LA PROPUESTA CONANT5
ANTONIO FERNÁNDEZ RAÑADA
LO QUERAMOS O no, vivimos sumidos en la ciencia, bajo el influjo de sus ideas y sus
métodos y rodeados por objetos que llevan su marca. Pero es una contradictoria realidad
que tantas gentes las conozcan mal y sientan malestar ante ella, cosa grave porque así
les ocurre a muchos políticos y dirigentes sociales o económicos. Este desencuentro
paradójico es un obstáculo muy serio para que la humanidad supere sus graves
problemas, muchos de los cuales tienen una componente científica en su base.
5
Fernández, Rañada Antonio, Los Muchos Rostros de la Ciencia, México, FCE.,2003, p. 106-113
23
Lo que suele proponer para cambiar esta situación es mejorar la formación científica,
mediante conferencias, lecturas y o parques o museos científicos, es algo muy
importante y necesario. Su idea sería que, al hablar del sida pongamos por caso, la gente
pudiese entender los mecanismos bioquímicos que operan en su contagio; para discutir
sobre centrales nucleares, que sepan lo que es un curio, la energía de enlace o la
moderación de neutrones; si se trata del agujero de ozono, que puedan identificar las
reacciones químicas producidas en la alta atmósfera, bajo el efecto de los rayos
ultravioletas del Sol.
Es cierto que, cuanto mejor se conozcan todas esas cosas, tanto más reparada estará la
opinión pública para valorar las opciones que se presenten, por eso los científicos tienen
el deber de escribir artículos, dar conferencias y participar en todo tipo de actividades de
divulgación. Pero la breve lista anterior de temas ya nos advierte de la enorme dificultad
de entender todas las cuestiones que nos afectan.
Pues la cantidad de cosas que hay que conocer es tan grande -supera incluso largamente
a los científicos profesionales- que es imposible que alguien pueda tener buena
información de todas ellas. Quien llegue a entender los problemas de la energía nuclear
quizá no sepa nada del sida o de la contaminación química. Además, al ciudadano le
afectan también muchas cuestiones que nada tienen que ver con las ciencias de la
naturaleza y sí con la economía, y sí con la economía, la justicia o la política, por
ejemplo. Conocer los detalles del conjunto se hace imposible. Conseguir que la opinión
pública pueda decidir sobre los aspectos técnicos de todo no es objetivo alcanzable.
Afortunadamente, tampoco es necesario.
La obsesión de la sociedad de hoy por el entretenimiento y la levedad es otro obstáculo
para ese programa. Porque a veces se deforman las ideas, a base de hacerlas más
simples y atractivas. El enseñar deleitando y el juego que se propone muchas veces
desde las revistas y los museos –en sí mismo estimulante- llega a no contribuir a
entender mejor la ciencia, sino todo lo contrario. Porque, en aras de la diversión, se pasa
a menudo por alto que la ciencia se basa en un método y que es sistemática. Al faltar ese
elemento y escaparse así algo esencial, hay quien llega a confundirla con la magia o, al
menos, quien toma una actitud mágica ante la ciencia. Muchos timadores, logreros y
charlatanes se aprovechan, con sus productos sorprendentes que, a modo de purgas de
Benito o bálsamos de Fierabrás, ofrecen remedios milagrosos para la salud. La estética
o la riqueza, con pretendidas bases científicas cuya falsedad salta a la vista para
cualquiera que conozca el tema. Para acercarse a la ciencia, hay que comprender que se
funda en la observación paciente de los detalles, en asociar la imaginación con el
análisis de los datos, en el escepticismo y en un intenso sentido de la autocrítica, ideas
difíciles de transmitir cuando se busca sobre todo el espectáculo.
Otra razón que limita la efectividad de la divulgación es la existencia de dos tipos de
personas: algunas sienten la magia de la ciencia, otras son insensibles a ella. Las
primeras son capaces de esforzarse en comprenderla y agradecen todo elemento
divulgador, libros, películas, artículos o conferencias. Pero la experiencia muestra que el
segundo sector es difícilmente abordable desde la explicación de hechos, modelos y
teorías, por muy claro y atractivo que sea el modo de presentarlos.
Porque hay que tener mucho cuidado: la acumulación de hechos científicos cansa, y
aburre y confunde. Hay que darles un sentido, colocarlos en una estructura reconocible.
Éste es el problema de algunos sistemas educativos que atosigan al estudiante con una
gran cantidad de datos y teorías, sin dejar tiempo al reposo que necesita para situarlos
en una perspectiva coherente. En este error se cae a menudo en muchos países, lo que
está obligando a cambiar los métodos de la enseñanza de las ciencias. Por ejemplo,
alarmado por el descenso en el número de vocaciones científicas, un reciente informe
24
del parlamento británico recomendaba lees facts, more understanding, “menos hechos,
más entendimiento”, como principio fundamental para una reforma de los planes de
estudio.
Aplicando estas ideas tanto a la enseñanza de alumnos que no se proponen ser
científicos como a la divulgación, el mayor destino es abrumar con teorías y datos.
Sospechoso incluso que, en vez de forzar al estudiante o al ciudadano a aprender más
ciencia –como algunos quieren, llevados por su entusiasmo-, convendría enseñarle
menos. Pero dándole otra cosa a cambio. Pues lo que importa realmente es que quien no
vaya a ser profesional de la ciencia entienda el papel que ésta ha jugado en la
configuración social de hoy y que debe tener en el futuro. Y esto es imposible de hacer
desde una visión unidimensional de la ciencia. Por el contrario, exige un punto de vista
multidimensional.
Una propuesta de este tipo fue hecha poco después de la segunda Guerra Mundial por el
científico y político estadounidense James B. Conant, que fue catedrático de química,
presidente de la Universidad de Harvard y embajador de su país en Alemania. Conant
había pensado mucho en estas cuestiones siendo, durante la guerra, presidente del
Comité Nacional de Investigación para la Defensa, del que dependían los programas de
desarrollo de nuevas armas, en especial de la bomba atómica. Su experiencia combinada
de educador, investigador y político le hizo reflexionar sobre la importancia que la
cultura científica de sus ciudadanos tiene para un país. Sobre ello escribió un libro
provocador y sugestivo, On understanding science: an historial approach,6 cuya
actualidad sigue siendo enorme.
Conant, buen conocedor de las armas nucleares, comprendió pronto que su desarrollo
planteaba a la humanidad un problema nuevo y terrible. En el futuro, los países deberían
enfrentarse a decisiones muy importantes, cargadas de consecuencias graves en caso de
equivocarse. Parecía claro que los políticos tomarían posturas muy diversas sobre ésta y
otras cuestiones con base científica y los ciudadanos deberían decidir con sus votos la
opción ganadora. Y allí veía un serio problema: la mayoría de los ciudadanos tenía “una
ignorancia fundamental sobre lo que la ciencia puede o no puede conseguir”.
Para enfrentarlo, Conant hace dos propuestas educativas:
La primera, que debe evitarse agobiar con hechos o teorías a los estudiantes que no van
a ser científicos o ingenieros. Textualmente dice: “La premisa fundamental de este libro
es que el remedio n está en una mayor diseminación de información científica entre los
no científicos”.7 Por el contrario, defiende una reducción en la cantidad de material
científico que deben aprender esos estudiantes. Pero, a cambio, se debe hacer lo
necesario para que entiendan lo mejor posible las relaciones entre ciencia y sociedad.
En segundo lugar, Conant cree que la manera más adecuada de conseguir ese fin es a
través del estudio histórico de casos importantes. Así dice que, más que estudiar los
frutos de la ciencia, conviene conocer “los modos en que se han conseguido esos frutos
(mediante un curso) que se podría llamar estudio del método científico ilustrado con
ejemplos de historia “, pues “un mínimo de ella es esencial para entender las ciencia”. 8
Parece que ése es un buen método, porque entre quienes no sienten interés por los
hechos de la ciencia (el segundo tipo de personas de que hablan antes) abundan los
aficionados a la historia o, al menos, los sensibles a las explicaciones históricas.
6
J.B.Conant, On understanding science: an historial approach, Mentor, Nueva York, 1951 (1a. ed., 1947)
7
J.B.Conant, ibidem, p.26
8
J.B. Conant, ibidem, p43.
25
Para facilitar el camino de su idea, Conant se ocupó de la publicación por la
Universidad de Harvard de una serie de estudios basados en esa filosofía, los famosos
Harvard case histories in experimental science. Pero su propuesta se mostró difícil de
llevar a la práctica por la resistencia que encontró en los educadores, explicable por
varios motivos.
Por una parte, a los profesores de ciencias les parecía que explicaban demasiadas pocas
cosas, como para reducir aún más sus programas de temas científicos. Eran, además,
reacios a ocuparse de cuestiones históricas, en las que no se sentían preparados. Una
solución podría ser que esos aspectos estuviesen a cargo de los profesores de historia,
pero éstos se oponían también a variar sus programas introduciendo materias que no
juzgaban de su incumbencia. Por todo eso, la propuesta Conant no prosperó como
política general.
Pero, recientemente, la American Association for the Advancement of Science la
resucitó en un estudio, publicado luego como libro,9 sobre la estrategia más adecuada
para mejorar la educación científica de su país. En él se dice: “En sus años escolares, los
estudiantes deben encontrar muchas ideas científicas presentadas en contexto histórico.
La historia es importante para enseñar ciencia y tecnología, porque abre perspectivas
sociales sobre la influencia de la sociedad en su desarrollo y el impacto de la ciencia y
la tecnología en la sociedad”.
En el segundo informe titulado The liberal art of science, 10 se insiste en la necesidad de
entender la ciencia como parte de una tradición cultural e intelectual. También se
advierte a quienes reciben con objeciones la idea de usar material no científico, tomado
de la historia, en cursos de ciencia que “el costa de no hacer esos cambios es la
perpetuación de un sistema inadecuado, cuyas consecuencias son funestas”.
CÓMO DIVULGAR
Todo lo anterior vale tanto para la enseñanza como para la divulgación. Sin embargo,
aunque sea necesario acrecentar la percepción de desarrollo histórico, explicar los
conceptos, métodos y datos de la ciencia sigue siendo importante. Los científicos tienen
la responsabilidad de esforzarse por exponer sus conocimientos a la opinión pública de
la manera más clara posible.
Pero según la imagen tópica, se ocupan de cosas incomprensibles, que no interesan a
casi nadie, y, para peor, son incapaces de explicarlas con palabras sencillas y claras. Por
eso, la ciencia produce muchas veces desazón, desasosiego o malestar. Es importante,
pero parece aburrida. Hay algunos temas estrella –el big bang, los dinosaurios, el origen
de la vida o la formación de la Tierra- que brillan en los periódicos, revistas y libros. No
obstante parece que lo demás está falto de interés para la mayoría de la gente.
Ante esta crítica que se oye a menudo, debe decirse que la divulgación no es una tarea
fácil. Es importante y necesaria, pero exige mucho esfuerzo para encontrar la fórmula
feliz que supere una alta barrera de comunicación sin traicionar el mensaje. 11
La ciencia es una actividad muy absorbente y enriquecedora a nivel personal, que tienta
constantemente a concentrarse en ella. Los científicos están habituados a temer a sus
colegas y a los réferis como llaman en su jerga a los peritos de las revistas de
investigación en las que publican sus trabajaos, que examinan críticamente sus
9
F.J. Rutherford y A. Ahlgren, Science for all Americans, Oxford University Press, Nueva York, 1990.
10
The liberal arto f science; Agenda for action, American Asociation for the Advancement of Science,
1990.
11
F. García Moliner y A. F. rañada, “Invitación a la autocrítica”, Revista española de Física, 8 (3), 3,
1994
26
resultados, y por ello se preocupan demasiado en los detalles y en el rigor. El lenguaje
de su mundo es mucho más cuidadoso y sistemático que el vulgar y la falta de
costumbre les hace caer a veces en el error de querer incluir todas las alternativas –que
suelen ser muchas- o de dar muchos detalles y referencias. Por eso la doctrina Conant
tiene una enorme ventaja. Al obligar a preocuparse por desarrollos históricos se fomenta
el diálogo entre científicos y humanistas, de lo que debería salir una mejora del lenguaje
común.
Cuando un científico quiere divulgar una idea o una teoría tiene normalmente tres
opciones. La primera es escribir una especie de manual con todos los conceptos
necesarios, explicados de forma simple. El resultado es largo y fastidioso para quien
sólo está interesado en lo importante. La segunda es omitir pasos intermedios,
alternativas o elementos de la descripción. O sea, hacer uso de la tijera de podar.
Aunque muchas veces es inevitable recurrir a este trámite, encierra graves peligros,
como le ocurrió a ese profesor que tenía que explicar la relatividad general a varios
legos en física. Tras su primera explicación no entendida, inició una serie de
simplificaciones que le parecían cada vez más claras, hasta que le dijeron: “ya lo
entendimos”, tras lo que se vio obligado a reconocer: “lo malo es que eso ya no es la
relatividad”. La tercera opción es recurrir a la metáfora.
La metáfora es un elemento básico de la literatura. Consiste en comparar dos cosas que
son claramente distintas, pero que tienen algo en común. Una buena metáfora produce
una sacudida intelectual o emocional que agudiza la sensibilidad y suscita una tensión
mental receptiva en el lector. En contra de lo que se puede pensar, la metáfora tiene una
importante tradición científica 12. Durante mucho tiempo se consideraba el mundo como
un reloj o un mecanismo, para ilustrar el determinismo de la mecánica newtoniana, o
como un libro, cuando se quería insistir en que es una obra de su autor-Dios. Para
explicar la entropía, un concepto de gran dificultad intuitiva, se recurre a considerarlo
como una medida del desorden. A las partículas elementales se las llama ladrillos del
universo y a las mediadoras que transmiten las fuerzas, cementos. Se habla del ARN
mensajero, Newton describió la gravitación a partir de la metáfora manzana-luna, la
explosión del universo se compara con la de una granada, con un globo que se infla o
con un pudín de pasas que sube; sobre el universo pocos segundos después del principio
se dice que era una sopa cósmica de partículas elementales; el espacio-tiempo se
asemeja a una membrana elástica en la relatividad general de Einstein…
Pero, por mucho esfuerzo que se ponga en la divulgación, sólo podrá tener éxito –aparte
de ante quienes ya están con vencidos de antemano- si se realiza dentro de una
perspectiva multidimensional, la que se defiende en este libro.
Instrucciones.
12
Véase la lección, ¿Llegarán a pensar las máquinas? De la nota 50.
27
SEGUNDA UNIDAD
Anónimo
A continuación se presentan siete lecturas que nos permiten hacer una reflexión sobre la
segunda unidad del programa (Naturaleza y las Características de la Comunicación Oral
y escrita).
Las primeras cuatro lecturas se refieren al primer tema de la unidad dos (Formas de
Comunicación Oral).
Las cinco y seis corresponden al tema dos (Formas de Comunicación Escrita).
La siete corresponde al tema tres (La Estructuración Lógica del Discurso)
Antes de cada lectura o conjunto de lecturas se exponen los objetivos.
Al final se sugieren actividades para la reafirmación del conocimiento.
28
2.1.- LA COMUNICACIÓN PERSONAL
ANTONIO LUCAS MARÍN Y OTROS
Legados a este punto centraremos nuestra atención en las distintas formas en las que se
pone de manifiesto la comunicación personal, con especial atención a las
comunicaciones cara a cara y la comunicación no verbal.
Haremos primero algunas referencias a la comunicación intra personal e interpersonal,
dando algunos detalles de la comunicación en las organizaciones y a la comunicación de
masas, que, en definitiva, es de lo que venimos hablando a lo largo de todo el libro.
Posteriormente, procuremos diferenciar con una cierta precisión la acción comunicativa
de diferentes tipos de acción social, intentando una comprensión del proceso
29
comunicativo desde un esquema lineal simple a un proceso transaccional que nos
permita entender la complejidad de la comunicación.
Intentaremos también precisar lo que entendemos por modelos de lineales de
comunicación -en los que se asume una concepción de la comunicación como transporte
de información o contenido informativo- y modelos circulares de comunicación- en los
que la comunicación consistirá en un dinámico ir y volver de contenidos informativos
que genera cambios en los que se comunican-, con sus ventajas e inconvenientes.
30
En concreto, la mayor parte de las veces constituido por frases internas que nos
repetimos (“ya está bien”, “no valgo para nada”…) y de las que en ocasiones somos
conscientes, mientras que en otras, aunque no las digamos, se nos diluyen en el ajetreo
de los acontecimientos externos.
Pero las frases internas no constituyen la única manifestación de la intracomunicación.
En ocasiones, las imágenes que se agolpan en nuestra imaginación constituyen otro
medio de comunicación con nosotros mismos. En este caso, son imágenes mentales las
que nos hablan a través de su lenguaje significativo.
Existe otro medio intracomunicativo del pensamiento, de mayor importancia aun que
los precedentes a causa de su difícil control, denominado pensamiento automático. No
son frases las que nos comunicamos, sino más bien palabras aisladas, o fragmentos de
frases, que surgen de pronto en nuestro firmamento psíquico y que dejan unas secuelas
emocionales cuyo origen nos es muy difícil atribuir.
Actúan, en ocasiones, como palabras-estímulo de difícil percepción consciente, por la
necesidad de una reflexión minuciosa y metódica para su constatación. Es conveniente,
sin embargo, realizar el esfuerzo de intentar traducir esta comunicación taquigráfica en
una frase completa que interprete y manifieste su origen. Esta traducción nos
proporcionará la base para el cambio constructivo en nuestra programada
intracomunicación.
La importancia de la adecuada constatación y evaluación de ese diálogo interno en
todos nosotros se manifestará claramente si pensamos en que precisamente dicho
diálogo es el desencadenante de muchos de nuestros sentimientos y emociones. Ahora
bien, si este lenguaje y diálogo es preciso y se ajusta a la realidad no se convierte en
problemático; lo es, sin embargo, cuando es exagerado, fantasioso e irracional, puesto
que un diálogo de esas características llevará consigo una interpretación de la realidad
generadora de sufrimiento inútil y baldío.
Según señalan Marroquín y Villa (1995), muchas de estas distorsiones no son fáciles de
detectar, puesto que nos han sido transmitidas desde nuestra infancia y han quedado de
tal manera incorporadas a nuestro sistema de creencias que su existencia, racionalidad y
credibilidad nos parecen incuestionables. En este sentido, los padres, la sociedad, los
medios de comunicación, las subcultura propias de determinados grupos juveniles, la
moda, etc. Pueden ser otras tantas fuentes fomentadoras de una intracomuniación
distorsionada.
Parece preciso añadir también que en la raíz de toso pensamiento irracional se encuentra
la suposición de que las cosas se hacen para uno (Davis, 1985). Así, podemos tener
pensamientos como “esa persona no me traga”; “su presencia me pone nervioso”; “los
espacios cerrados me aterrorizan”, etc. En realidad, nada se hace intencionalmente; hay
cosas en el mundo que simplemente suceden y nosotros experimentamos esos
acontecimientos. Por ejemplo, mientras se realiza cualquier tarea, entra una persona y se
pone a observar el trabajo. Yo experimento el acontecimiento de la entrada (A), inicio el
diálogo interior conmigo sismo (B) y consiguientemente experimento una emoción (C),
de signo agradable o desagradable, efecto del diálogo interior. A, es decir, el
acontecimiento, no es la causa de C, la emoción; sí, en cambio, lo es B, es decir, el
diálogo interior que he mantenido con migo mismo. Si este diálogo no se ajusta a la
realidad y es irracional, creará una problemática emocional desagradable.
Por otra parte, y como decíamos, si la comunicación intrapersonal es un campo de
interés bastante reciente, no ocurre lo mismo con la comunicación interpersonal. La
comunicación no es una tarea opcional por la que el ser humano pueda decantarse o no
libremente puesto que su misma naturaleza social le impulsa necesariamente a ella.
31
Ser es, por tanto, comunicarse. Siguiendo los principios propuestos por Scout y Powers
(1985), hay que decir, en primer lugar, que las personas se comunican porque esa
comunicación es totalmente necesaria para su bienestar psicológico. En segundo lugar,
estos autores afirman que la comunicación no es sólo una necesidad humana, sino el
medio de satisfacer otras muchas. Finalmente, el tercero de los principios nos dice que
la capacidad de comunicación interpersonal no debe medirse exclusivamente por el
grado en que la conducta comunicativa ayuda a satisfacer las propias necesidades, sino
también por el grado en que facilita a los otros la satisfacción de las suyas.
Watzlawick, Beavin y Jackson (1967) definieron con claridad lo que denominaron como
primer axioma de la comunicación al considerar a ésta como un proceso esencial a la
persona humana y, por tanto, su acompañante inseparable. Así, pues, como emisor
comunicativo el ser humano puede elegir el modo concreto para comunicar mediante un
amplio surtido abanico de medios y modos puestos a su alcance. Su utilización será ya,
por tanto, un acto individualizado, en concordancia con las propias características
psíquicas y en interacción con el contexto ambiental en el que aquélla tenga lugar.
Los estudiosos de la comunicación interpersonal se han centrado en diversos aspectos
entre los que podríamos mencionar, por ejemplo, cómo la comunicación crea y sostiene
determinadas relaciones de carácter personal (Carany y Stafford, 1994), considerándose
éstas como un compromiso voluntario entre individuos irremplazables (buenos amigos
por ejemplo) que se ven influenciados por determinadas reglas sociales. El estudio
realizado por Argyle y Henderson (1984) intenta recopilar las principales reglas para
mantener una buena amistad. Quedan recogidas en el cuadro 2.1. La comunicación cara
a cara o la comunicación no verbal pueden englobarse también dentro de las formas de
comunicación interpersonales y las veremos en profundidad en este capítulo.
Otra forma de comunicación de gran interés y que en la actualidad se encuentra en
creciente auge es la comunicación en las organizaciones. Como veremos en el capítulo
4, el estudio de la comunicación en las organizaciones se ha centrado,
fundamentalmente, en las formas de comunicación entre sus componentes, es decir,
comunicación ascendente (desde la base de la estructura organizacional a la jerarquía),
comunicación descendente (desde la jerarquía a la base de la estructura organizacional)
y comunicación horizontal (entre los miembros que se encuentran a un mismo nivel
dentro de la estructura).
32
concretos utilizados, la comunicación es tanto el modo de recibir la cultura, como el
instrumento utilizado en su construcción. La cultura de cada organización vendrá
definida por la propia atención general a la comunicación, la complejidad del modelo de
comunicación manejado (especialmente por lo directivos), la atención a la
comunicación de retorno (transporte de información o proceso transaccional), a los
medios de comunicación de masas a la distinción entre la comunicación interna y
externa o a la informal.
Refiriéndonos a los atributos claves de la cultura organizacional, Kreps indica que son
cuatro: 1) los valores: filosofía y creencias compartidas de la actividad de la
organización, que ayudan a los miembros a interpretar ala vida organizativa y están
frecuentemente plasmados en slogans. 2) Los héroes. Miembros de la organización que
mejor personifican los valores sobresalientes de la cultura. 3) los ritos y rituales: las
ceremonias que los miembros de la organización realizan para celebrar y reforzar sobre
los valores y héroes de la vida organizativa. 4) Las redes de trabajo de la comunicación
cultural: canales informales de interacción que se usan para la indoctrinación de los
miembros en la cultura de la organización (Kreps, 1992, 128-129).
Es necesario tener en cuenta que una parte importante de la cultura de una organización
está formada por el conjunto de técnicas e instrumentos que se utilizan para manejar la
realidad y adaptarse a ella, que constituyen en su conjunto el know how de la
organización.
Este know how está, por supuesto, constituido por conocimientos técnicos muy
concretos, susceptibles incluso de ser motivo de patentes de fabricación. Pero puede
aparecer a veces formado por una lista de elementos intangibles que caracterizan de
forma clara esa organización: del tipo de cómo vestirse, cómo saludar a los clientes o
cómo vigilarlos. Este conjunto de elementos del know how constituyen la parte
principal de una “franquicia”, es lo que venden fundamentalmente Coca-Cola, Benetton,
McDonald´s o tantas empresas multinacionales.
Por último, si existe un campo de estudio de especial interés dentro de la comunicación,
sin duda este campo es el de la comunicación de masas. La comunicación de masas,
cuyo estudio venimos explicando a lo largo de este libro incluye cualquier medio de
comunicación audiovisual o escrito que implique una audiencia cuantitativamente
significativa. Sin duda, en la actualidad la comunicación de masas es una de las
principales fuentes de la información, entretenimiento y compañía, afectando de manera
importante a nuestras conductas, actitudes y formas de pensar. Como veremos, los
medios de comunicación de masas, en especial la televisión, se han convertido en un
agente de socialización que han llegado incluso a sustituir, al menos a ocupar la misma
posición en rango de importancia que la familia o la propia escuela.
33
decodificación). No debe olvidarse que la comunicación humana es un proceso a lo
largo del cual fuentes individuales inician mensajes usando símbolos convencionales,
signos no verbales y señales contextuales para expresar significados por transmisión de
información, de tal manera que otro proceso similar o paralelo de comprensión se
construye por la parte o partes receptoras a las que se dirige el mensaje. En este proceso
tiene especial interés el lenguaje, entendido como un complejo de palabras compartidas,
signos no verbales y reglas para su uso e interpretación según acuerdos dentro de un
particular grupo humano o sociedad. Su importancia proviene del significado que
transporta.
En este sentido, el significado puede ser definido como la respuesta que surge de la
interacción entre los sujetos y su entorno que los individuos aprenden a realizar
mediante objetos, acontecimientos o situaciones reales que experimentan mediante sus
sentidos. Estamos, pues, ante símbolos socialmente compartidos y utilizados para
marcar estos aspectos de la realidad. En el significado se pueden distinguir los aspectos
connotativo y dennotativo, entendido el significado connotativo como el personal e
incompartido que un individuo único asocia con un referente a causa de su experiencia
pasada. Mientras que el significado dennotativo es el que por una convención
establecida surge y se experimenta por un símbolo articular (DeFleur, 1993). En
cualquier caso, el significado es siempre asignado por el individuo o la sociedad de
forma más o menos expresa.
Podemos decir también que lo que caracteriza al lenguaje es ser el medio de una
transacción o transmisión simbólica y por ello tiene interés diferenciar los signos, las
señales y los símbolos. Así, entendemos por signos aquellos acontecimientos en el
ambiente que los animales aprenden a asociar y que los usan para anticipar
subsiguientes elementos. Las señales, por su parte, son ruidos o patrones de
movimientos que los animales pueden hacer para que otros de su especie puedan
responder. Por último, los símbolos son marcas usadas por los participantes de una
lengua o comunidad para despertar significados estandarizados por aspectos de la
realidad (DeFleur, 1993, 62).
Así pues, se asume que hay comunicación humana cuando una persona responde a un
mensaje y le asignan significado, siendo el mensaje unos símbolos o cosas materiales a
los que la gente esta atenta y que crean significados en el proceso de comunicación, sea
ésta interna (para sí mismo) o externa (para los demás) y en el que conviene destacar la
importancia del contexto; la idea de que los efectos son difícilmente retroactivos; y la
existencia de muchos componentes (transactional approach). La insistencia en un
enfoque transaccional de la comunicación es importante, porque implica que ésta se
considera como un proceso compuesto por muchísimos componentes que interactúan
simultáneamente: mensajes, significados que la gente crea y contexto (tiempo y lugar de
la comunicación, relaciones entre comunicadores, experiencias pasadas, personalidad y
objetivos de los comunicadores, etc.).
Sobre estas ideas algunos autores como Deflour, Kearny y Plax 1993), intentando
acercarse a la realidad de la comunicación analizando sus componentes, han expuesto
un Modelo de transacción simultánea en la comunicación interpersonal (cuadro 2.3)
definidos por las siguientes proposiciones, consideradas básicas en la relación:
1.- La codificación y decodificación al mismo tiempo en las dos partes.
2.- El role-taking y el feedback en la doble relación entre ambos sujetos (ida y vuelta de
la información).
3.- La influencia del ambiente físico en que la transacción tiene lugar es evidente.
4.- La importancia de las anteriores interacciones comunicativas.
5.- La influencia de la situación sociocultural en que la comunicación tiene lugar.
34
6.- Debe considerarse siempre la influencia de la relación social existente entre las
partes.
7.- Todos los intercambios se realizan de forma continua y simultánea.
En definitiva, se propone, por tanto, una visión más amplia de comunicación con una
concepción temporal que describe cómo ésta tiene lugar de una forma más realista. El
nuevo modelo de transacciones simultáneas es una descripción de la comunicación
humana que tiene lugar mediante la interacción. “El modelo de transacciones
simultáneas es complejo porque representa el proceso cara a cara de la comunicación
humana como una serie de actividades recíprocas en las cuales cada parte se
compromete al mismo tiempo. Ellos codifican y decodifican mensajes simultáneamente,
se los transmiten mutuamente, poniéndose uno en lugar del otro y una comunicación de
retorno, y se forman respuestas mientras que la otra persona está transmitiendo. Por otra
parte, en los procesos se producen influencias significativas que provienen de lo que se
ha dicho antes, del espacio físico en que se encuentran, de la naturaleza sociocultural de
su actividad y del tiempo de relación existente entre ellos” (DeFleur, 1992, 24).
De especial importancia en el modelo descrito son el role-taking y el feedback.
Mediante el role-taking (tomar el papel del otro) se da “una actividad de una fuente o
emisor por la que se asegura la probabilidad de que un receptor será capaz de interpretar
las intenciones y significados de una mensaje concreto”. Con el feedback
(comunicación de retorno) tiene lugar un “mensaje dado, en una determinada manera,
por un receptor, en respuesta a un mensaje transmitido por el emisor, y puede ser verbal
o no verbal”(ibidem.29).
Como atractiva novedad de este esquema conceptual hay que considerar la importancia
que se da a la actividad receptiva, de escuchar. Con frecuencia suele pesarse en la
recepción como una actividad pasiva, sin tener en cuenta su carácter esencial en una
comunicación completa y eficaz. La falta de atención a este aspecto de la comunicación
ha dado lugar a que hayan pasado desapercibidos muchos de sus problemas. Así, en el
cuadro 2.4, se recogen algunos de los obstáculos que dan lugar a interferencias en el
proceso de la comunicación.
35
- La falta de convicción,
- El rol desde el que se comunica o se recibe la comunicación.
- El marco de referencias, la imagen social…
Psico-sociales:
- Su status social y cierta defraudación de las expectativas de su rol.
- La situación, el clima psicológico desfavorable.
- El lenguaje rebuscado, inadecuado.
- Experiencias y culturas muy diversas.
Estos obstáculos suelen ser comunes al emisor y el receptor, con todo, pueden añadirse, en el caso de este
último, tres más específicos de su función:
- La intensidad de la proyección, recibida del emisor.
- Los intereses y motivación.
- l umbral de saturación a que se haya llegado en el tema de que se trata.
Cuadro 2.4. Obstáculos al proceso comunicativo.
Resulta de interés conocer, en primer lugar, que en los estudios de la conducta humana
suele indicarse que la actividad personal tiene movilidad por el impulso para satisfacer
unas necesidades o lograr una meta. Como hemos señalado en otros momentos, el
modelo de conducta puede simplificarse en los siguientes términos: “la situación inicial
(necesidad) corresponde a un estado interno de desequilibrio, que el sujeto procura
reducir (comportamiento) mediante la consecución de una meta (motivo) (Lucas,
1992,196-198). Los motivos considerados básicos (especialmente aplicables a la
actividad laboral) son: fisiológicos, afiliación, poder, autorrealización, logro y
competencia (Genesca, 1977, 8-39). En estos ámbitos se mueven los diálogos interiores
del sujeto que le llevan a romper la inactividad y pasar a la acción.
Aun en la forma más compleja de la comunicación interpersonal esquematizada en el
cuadro 2.3 debemos insistir en que la comunicación entre las personas está muy influida
por el ambiente físico y social en que tienen lugar. El ambiente físico donde se
desenvuelve el sujeto no es indiferente a la relación comunicativa: elementos
arquitectónicos, decoración, distribución de espacios, limpieza, etc. Pueden dar lugar a
obstáculos o facilidad de a la comunicación entre las personas. También el ambiente
social, que nos propone fines que deben alcanzarse y reglas de conducta admisibles.
Como se ha señalado acertadamente (DeFleur, 1993. 133-135). Para entender las
relaciones de comunicación didácticas típicas entre compañeros de mismo o diferente
rango deben tenerse en cuenta las siguientes características: es importante la
consideración que uno tenga de sí mismo; las relaciones son totalmente transaccionales,
basadas en el intercambio instantáneo de muchos mensajes, reforzados en una
proximidad física; habitualmente se comparte el mismo grado de conocimiento de rl del
otro; es una relación irreversible, pues no es posible volverse atrás en la información
transmitida, se podrá como mucho intentar rectificar; y, finalmente, irrepetible de
continuo. Todas estas características dan en su conjunto una configuración propia a la
comunicación cara a cara.
Especial interés en las relaciones didácticas son las que se dan, por ejemplo, entre
superior y subordinado en las organizaciones, pues de la forma, calidad y confianza que
suscite, depende en buena parte la satisfacción que se tenga en el trabajo (Goldhaber,
1993,224). Se ha sugerido incluso una serie de norma comunicativas que pueden ayudar
a resolver los conflictos interindividuales, mediante “encuentros de confrontación” en
los que: se manejan unas mismas reglas, se recoge información, se comparte la
información, se acuerdan unas prioridades y un plan de acción, se proponen unas
reuniones de seguimiento y, finalmente, se ve la forma de revisar los progresos
(ibidem.,227). Esta es una forma práctica de resolver los conflictos entre dos personas o
en el interior de grupos pequeños.
36
Se han desarrollado también algunas técnicas que pueden servir para fomentar las
relaciones entre sujetos a cualquier nivel. Éstas ven desde propuestas experimentadas
para escuchar a otro con efectividad, distinguiendo entre personas que escuchan bien y
los que escuchan mal, tal y como recogemos en el cuadro 2.5 (ibidem., 129), a pasos
para reducir el estrés y el conflicto (la “Job Expectation Tecniqe” de Goldhaber) (ibid.,
130).
Es importante destacar las posibilidades de análisis abiertas en la comunicación
personal por la clasificación de los mensajes en verbales y no verbales. Tienen especial
interés las referencias a la comunicación no verbal, definida como el uso deliberado o
intencional de cosas, acciones, sonidos, tiempo y espacio para transmitir significados:
la apariencia física; el movimiento del cuerpo y gestos (kinesis), ya sea mediante gestos
que ilustran la acción o por medio de gestos de adaptación (para reducir el stress, por
ejemplo); los usos no verbales de la voz (vocalización); el contacto ocular (oculesis); el
uso de espacio y distancia (proxemis y territorialidad); la invasión espacial (fight or
fight); la comunicación táctil; e incluso la valoración del tiempo dedicado (ibidem., 81-
90). La sola enumeración que acabamos de realizar puede hacernos tomar conciencia de
la gran cantidad de significados que están presentes en mensajes considerados
simplemente como no verbales.
Para terminar este análisis del proceso comunicativo, habría que insinuar algunas
consideraciones teóricas sobre la importancia de la comunicación espontánea en la
dialéctica social. En efecto, en la mutua relación constructivita entre el hombre y
sociedad, es decir, si consideramos al hombre como producto de la sociedad (proceso de
socialización), a la vez que artífice de la misma (proceso de objetivación social o de
construcción social de la realidad) (Berger y Luckmann, 1968), la forma de relación es
pura comunicación. Todo proceso de socialización es de transmisión y asimilación de
una cultura, que no se puede realizar más que a través de la comunicación; en este
sentido sabemos que la existencia de problemas de comunicación en el individuo se
manifiesta en una socialización deficiente o malograda. Igualmente la realización de los
tres procesos que superpuestos dan lugar a la objetivación social no se entiende sin la
comunicación; la habituación (comunicación interior), la institucionalización
(comunicación interpersonal) y la legitimación (comunicación común elaborada) son
ida y vuelta de transmisión de información que produce cambios.
1.- Encontrar áreas de interés Desconecta ante temas áridos Está atento a las oportunidades.
Pregunta: ¿Qué puede haber de
interesante para mí?
2.- Juzgar el contenido, no la forma Desconecta si la forma es aburrida Juzga el contenido, pasa por alto
errores de forma.
3.- Mantener la atención. Trata de comenzar discusiones. No juzga hasta una comprensión
completa
4.- Escuchar las ideas. Escucha hechos Escucha los temas fundamentales.
5.- Ser flexibles. Toma muchas notas utilizando un único Toma pocas notas, utiliza 4 ó 5
sistema. sistemas diferentes, dependiendo del
conferenciante.
37
7.- Evitar distracciones Se distrae fácilmente. Evita distracciones: sabe como
concentrarse.
8.- Ejercitar la mente Se resiste ante materias difíciles. Busca Utiliza materias difíciles con el fin de
material fácil. ejercitar su mente.
9.- Estar abierto a nuevas ideas Reacciona ante palabras que afectan a Va más alla de las palabras.
su sensibilidad Interpreta su significado.
10.- Prestar atención al hecho de que Tendencias a distraerse con los Pesa la evidencia; escucha entre
pensar es más rápido que hablar premiosos. líneas.
Cuadro 2.5 Diez claves para escuchar con efectividad.
4. LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
38
por ejemplo, cuando decimos a alguien que nos alegramos de verle y sonreímos al
mismo tiempo. 4) La comunicación no verbal puede contradecir a los mensajes
verbales. 5) La comunicación no verbal se utiliza, simplemente, en lugar de la
comunicación verbal, a la que sustituye Balandro y Barrer, 1983).
Conviene decir también que el lenguaje no verbal proviene de tiempos ancestrales y en
ocasiones ha supuesto la propia supervivencia del hombre. Así mismo, existen signos
del lenguaje no verbal que tienen la característica de ser transculturales, es decir, que
estarán presentes en todas las culturas con un mismo significado. En este sentido hay
que hablar principalmente de las emociones, la risa, el llanto, el gozo o el sufrimiento, el
asco y el gusto o el miedo y la seguridad.
Otra de las características del lenguaje no verbal es que bastantes de sus elementos son
innatos (el niño no aprende a llorar, por ejemplo). Así, determinados signos del lenguaje
no verbal a veces no pueden controlarse y se les puede considerar inconscientes. Por
último, puede considerarse también característico del lenguaje no verbal tanto su
asimilación cultural como el hecho de que pueda cambiar su significado con el tiempo.
La persona se comunica y la persona comunica. Todo es comunicación, intencional o no: el vestido, los
gestos, la compostura, etc. Hemos desarrollado el lenguaje oral y escrito como vehículo adecuado de
comunicación y hemos ido, progresivamente, descuidando el primer elemento transmisor: el cuerpo. Hay
que decir que existen contabilizados unos 700.000 gestos corporales que expresan y transmiten
significados.
La postura
Importa observar e interpretar la postura general del cuerpo, la postura de alguno de los miembros y la
postura del cuerpo con relación a otros. Algunas posturas muy universales suelen llevar una determinada
carga o mensaje:
- Acercamiento o inclinación hacia delante (atención, interés, intimidad).
- Distanciamiento de otro u otros (rechazo o marginación)
- Espaldas extendidas, cabeza y tronco levantados (orgullo, arrogancia).
- Cabeza Flexionada sobre el tronco, espaldas caídas (depresión, disgusto, decaimiento).
La mirada
Entre los elementos no verbales más expresivos está la mirada. Con ella:
- Damos y recogemos información
39
2.2 NARRATIVA Y DESARROLLO HUMANO PARA GRUPOS
VULNERABLES13
Mª del Socorro Lozano M.
Había una vez un inspector de escuelas, era uno de esos inspectores que no estaban
convencidos del gran poder que tienen las palabras para transformar a las personas y de
utilizar las horas de clase para hablar de valores y modelos de vida. Todo eso era una
pérdida de tiempo que impedía cumplir con los programas.
En una ocasión al visitar una escuela, entró a una clase en donde un maestro, por medio
de una historia, invitaba a un grupo de jóvenes a reflexionar sobre conceptos muy
profundos acerca del respeto. El inspector, convencido de que eso no tenía ninguna
utilidad, aburrido lo interrumpió. Le dijo que tales conceptos de tipo “filosófico”,
además de inútiles, eran incomprensibles.
A pesar de que el maestro intentó convencer al inspector de lo importante que era
mostrar e inculcar en los jóvenes valores para sus vidas el inspector sólo contestaba que
no creía que utilizando palabras lo pudiera lograr. Por más que el maestro lo siguió
intentando, el inspector, moviendo para un lado y para el otro su cabeza, sólo repetía:
“¿Cómo voy a creer que simples palabras puedan transformar una mente?”.
Cuando el maestro se dio cuenta de que nada podía convencer al inspector, decidió darle
una lección. Pidió al más debilucho de sus estudiantes que se pusiera de pie y de una
manera muy autoritaria le pidió: “¡Saca inmediatamente de la clase al señor inspector, si
es necesario, usa la violencia!”. Al oír esto, el inspector muy enojado comenzó a gritar:
“¿Quién se cree usted? ¿Cómo se atreve? Soy un inspector escolar. ¿Cómo le pide a este
niño que me saque de la clase?”. El maestro, sin perder la calma, le contestó: “No le he
golpeado, ni siquiera le he tocado. ¿Por qué está tan enojado? ¿Es acaso por las palabras
que acaba de escuchar?”.
Y así fue como el maestro pudo demostrarle al inspector el poder que las palabras
tienen, tanto para dañar como para hacer el bien, pues todo está en el modo de usarlas.
Después de esta lección, el inspector se volvió más sabio y más humilde.
Desde la postura humanista, todos los seres humanos contamos con una tendencia
inherente que nos lleva a buscar nuestro pleno desarrollo, nuestra salud y
autorrealización. Sin embargo, en la vida de cada persona pueden presentarse obstáculos
que impidan o limiten su desarrollo, estos obstáculos pueden ser principalmente
personales, ambientales, biológicos, sociales, familiares y culturales. En la actualidad,
cada vez hay más personas que se están enfrentando día a día con situaciones de este
tipo, arriesgando y limitando el desenvolvimiento de su potencial.
Ante este situación, el uso de la narrativa puede ser un apoyo eficaz para atentar su
desarrollo humano, ya que las personas que han vivido en situaciones especialmente
difíciles, con frecuencia, están atrapadas en discursos que las llevan a vislumbrar su
vida sin esperanza ni futuro y esos discursos les van imponiendo una forma unilateral de
sentir y actuar. De ahí la importancia de facilitarles un proceso que les permita descubrir
nuevos significados para que, con ello, logren construir discursos alternativos que las
lleven a experimentar su vida como más útil, satisfactoria y con final abierto.
13
DIVISIÓN DE EDUCACIÓN CONTINUA, UNAM, Programa de Actividades, 2004, p.41-43
40
2.3. LA LLAVE: LA PALABRA14
Ethel Krauze
La literatura se hace con palabras. No con ideas, no con emociones, no con arrebatos de
los sentidos. A fin de cuentas lo que tenemos sobre el papel son palabras. Ellas solas,
desnudas, todopoderosas. ¿Qué son? ¿Cómo funcionan? ¿Qué misterio encierran?
¿Cómo pueden alimentar nuestro oído, abrirnos la imaginación, afilar nuestra
inteligencia, robustecernos el espíritu?
Si queremos entrar en la casa de la literatura, debemos tener la llave. La palabra es esa
llave. Su mínima unidad. Y es un ser vivo que transita y que pulsa y que cambia como
todos nosotros. La palabra suena y la palabra dice. Suena y dice simultáneamente. Y
ambas acciones le son inherentes, definitorias. No es, como en alguna época se pensó,
un núcleo de significación envuelto en una piel sonora; un futuro cuya pulpa es el
contenido, y la cáscara, mera forma.
El siglo XX nace con la nueva concepción de la palabra, vista como una moneda de dos
caras: el significado y el significante; ninguna de las dos se privilegia, ambas son
sustancialmente necesarias. Ya Ferdinand de Saussure ponía el ejemplo de la hoja de un
libro escrita por ambas caras: no podemos quemar un solo lado. No podemos, pues,
quitarle el ropaje a la palabra dejar su esencia. Porque el vestido es parte esencial de su
sentido.
Si yo de pronto decido llamar “ventanas” a la pelota, estaría quebrantando la función de
la palabra, que es un sonido con sentido en mi interlocutor. Estaría usando media
palabra ventana, y media de pelota; es decir, ninguna en realidad.
La traducción a otro idioma es la acción de quebrantar legítimamente a las palabras. A
la ventana le cambiamos el sonido castellano por el sonido inglés, de manera que el
anglohablante entienda lo que queremos decir aunque escuche una cosa diferente. Sin
embargo las traducciones nunca son plenas porque cada idioma imprime matices
propios a sus palabras. “Vaso” en castellano se refiere al conducto, al continente;
“glass” en inglés, al material transparente; “verre”, en francés, al vidrio mismo.
Recuerdo la hermosa experiencia que los espectadores vivimos en el Museo de la
Ciudad de México durante uno de los festivales internacionales de poesía, delante de
una poeta japonesa que decía su texto antes que el traductor. El poema había sido
dividido artificialmente, por razones necesarias, en sonido y en sentido. Primero
escuchábamos, luego entendíamos. Pero sólo así logramos la plenitud de la obra.
Un traductor es en realidad un intérprete, como el pianista es un ejecutante de la obra de
Chopin. Y depende de su talento, no la fidelidad a las palabras que traduce, sino al
espíritu de texto; acaso mientras menos pericia mayor servilismo. A veces, la
interpretación es sumamente desdichada, como cuando el violinista toca como si fueran
cuerdas de gato. Así cuenta Milán Kundera que un párrafo en el que había puesto
enteras sus dotes literarias para repetir la palabra “casa” con deliberación éxito, había
sido supuestamente mejorado por el traductor que usó todos los sinónimos de
diccionario: morada, hogar, vivienda, etcétera. Kundera aún no se repone del golpe.
Los sinónimos no son más que fantasmas de la palabra. Porque ninguno es total. Cada
palabra es individual y tiene su propio matiz. Como los hermanos, por más gemelos
idénticos que parezcan, está el lunar que los distingue, el centímetro más de estatura, el
temperamento menos efusivo. No hay una única acta de nacimiento para ellos, cada uno
es un ser aparte con su propia huella digital.
14
KRAUSE, ETHEL. La casa de la literatura, 2ª. Ed., México, Ventanas Aviertas, UCM, 2003, P- 7- 14.
41
Pongamos como ejemplo los refranes populares:
Por lo general son frases que están formadas por dos partes, cada una de las cuales tiene
su palabra clave, el sustantivo que encierra el significado fundamental.
En el primer refrán, farol y oscuridad, son las palabras clave. En el segundo, espada y
pared; en el tercero, vientos y tempestades. Si cambiamos estas palabras por sinónimos,
descubrimos que se rompe el refrán, es decir, el lugar común. El matiz que el sinónimo
introduce en la fase, por mínimo que sea, sirve para mirar desde un nuevo ángulo el
mismo fenómeno.
Para crear matices más finos podemos usar, además de los sinónimos gramaticales, los
sinónimos literarios que son en realidad simbólicos: los que conservan el sentido sólo
dentro del contexto de la frase. Por ejemplo:
Mientras más lejano sea el sinónimo, más originalidad tendrá la frase. Lo mismo
podemos hacer con las demás palabras:
Si jugamos con el orden de las frases, y también con el orden de sus partes, tendremos
nuestros propio poema, absolutamente original, nacido, paradójicamente, de los lugares
más corrientes y comunes del habla popular:
Las variantes son tantas como las posibilidades mismas de la lengua. Cada texto trae
consigo todo los textos. Escribir es haber encontrado el hilo, pero no el negro, sino
aquél de la madeja inacabable.
Cada palabra es, pues, un mundo. El Aleph que describe Borges, ese infinitesimal punto
que contiene todos los puntos existentes. Es el microcosmos que encierra al
macrocosmos. Es la puerta por donde entramos hacia todas partes. Es el átomo que
contiene al universo. Es la llave de todo el idioma.
42
Hagamos la prueba. Exploremos por dentro a la palabra. Descompongamos su átomo
como en una explosión nuclear. Escojo al azar e insisto en que cualquiera puede servir
para el ejemplo:
Voy a extraerle a esta palabra algunas de las que están contenidas en ella.
Para poder unir estos ares voy a extraer nuevas palabras que as relacionen. Un escritor
es siempre un casamentero que enlaza palabras para que nazcan otras. También es un
ingeniero de puentes y caminos que construye vías entre las palabras según la distancia,
las características y las necesidades entre ambas.
Y si me tomo las libertades para jugar con todo este montón de palabras nacidas de
DIAMANTINA, podría decir:
43
Escribir es jugar con el diccionario. Como decía el gran Miguel Ángel: “Yo sólo le
quito al mármol lo que le sobra para ser La pietá”. Si nos lo proponemos, toso el
diccionario de la lengua podría entrar en el poema nacido de la palabra DIAMANTINA.
Hasta la palabra “caca” puede tener un brillo diamantino cuando se petrifica bajo el sol
de un basurero en una descripción literaria. Es la magia de la alengua,. El genio que la
habita. La creación humana por excelencia.
Son las mismas palabras las que se usan para conversar, para un recado telefónico, para
hacer la lista del mercado, para un discurso político, para rezar, para hacer filosofía,
para regañar al niño, para demostrar amor, para injuriar, para escribir un cuento, una
novela y un poema. Son las mismas.
No hay catálogos de palabras. ¿Qué alas hace diferentes? La misma palabra cambia de
función si la usamos para pedir el desayuno y luego para un poema. En el primer caso,
la palabra es literal: “pan” quiere decir sólo eso, pan. En el poema puede significar
muchas cosas más: espíritu, calor, abrazo, vida, sol: “El pan de tu mirada”, “el cálido
pan del horizonte extendiéndose a mi alrededor”. Pero además. Los elementos de la
palabra se dosifican de manera diferente. En la palabra hablada el significado pesa más
que el significante. El qué, dice más frente al cómo suena. Y esto, porque al hablar
usamos otros lenguajes complementarios que la aderezan, como el tono de voz, los
ademanes y los gestos. En cambio en la escritura, y sobre todo en la escritura literaria, el
significante es el más importante. La palabra está sola en el papel, desnuda, sin
acompañantes visuales, táctiles, olfativos, gustativos ni auditivos, más que el propio
sonido de sus letras. Tiene que valerse de su recurso natural primario, a través del cual
penetra en el interlocutor. Para decir en literatura el qué, hay que manejar el cómo.
Aquél siempre depende de éste. Por eso el significante que hayamos escogido va
implícito el verdadero significado que pretendemos comunicar.
Hay un ejemplo rupestre que casi peca de claridad, y es el juego de frases siguientes que
el marido le dice a la esposa:
Las diferencias están dadas por las comas y los signos. Pero no son suficientes, hay que
contarlo variando los tonos de voz. Si queremos llevar este chiste a la literatura,
tendremos que usar otras palabras, las que están encerradas en la palabra “vieja”, para
dar, por escrito, las variantes de la voz.
44
2.4. EL HOMBRE SE POSEE EN LA MEDIDA QUE POSEE SU LENGUA 15
Pedro Salinas
No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado
avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce,
expresando lo que lleva dentro, y esa expresión sólo se cumple por el medio del
lenguaje. Ya Lazarus y Steinthal, filólogos germanos, vieron que el espíritu es lenguaje
y se hace por el lenguaje. Hablar es comprender, y comprenderse es construirse a sí
mismo y construir el mundo. A medida que se desenvuelve este razonamiento y se
advierte esa fuerza extraordinaria del lenguaje en modelar nuestra misma persona, en
formarnos, se aprecia la enorme responsabilidad de una sociedad humana que deja al
individuo en estado de incultura lingüística. En realidad, el hombre que no conoce su
lengua vive pobremente, vive a medias, aún menos. ¿No nos causa pena, a veces, oír
hablar a alguien que pugna, en vano, por dar con las palabras, que al querer explicarse,
es decir, expresarse, vivirse, ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de
impropiedad en impropiedad, y sólo entrega al final una deforme semejanza de lo que
hubiese querido decirnos? Esta persona sufre como de una rebaja de su dignidad
humana. No nos hiere su deficiencia por vanas razones de bien hablar, por ausencia de
formas bellas, por torpeza técnica, no. Nos duele mucho más adentro, nos duele en lo
humano; porque ese hombre denota con sus tanteos, sus empujones a ciegas por las
nieblas de su oscura conciencia de la lengua, que no llega a ser completamente, que no
sabremos nosotros encontrarlo. Hay muchos, muchísimos inválidos del habla, hay
muchos cojos, mancos, tullidos de la expresión. Una de las mayores penas que conozco
es la de encontrarme con un mozo joven, fuerte, ágil, curtido en los ejercicios
gimnásticos, dueño de su cuerpo, pero que cuando llega al instante de contar algo, de
explicar algo, se transforma de pronto en un baldado espiritual, incapaz casi de moverse
entre sus pensamientos; ser precisamente contrario, en el ejercicios de las potencias de
su alma, a lo que es en el uso de las fuerzas de su cuerpo. Podrán aquí salirme al camino
los defensores de lo inefable, con su cuento de que lo más hermoso del alma se expresa
sin palabras. No lo sé. Me aconsejo a mí mismo una cierta precaución ante eso de lo
inefable. Puede existir lo más hermoso de una alma sin palabras, acaso. Pero no llegará
a tomar forma humana completa, es decir, convivida, consentida, comprendida pos los
demás. Recuerdo unos versos de Shakespeare, en The Merchant of Venice, que ilustran
esa paradoja de lo inefable:
15
UNAM, Antología de Textos sobre Lengua y Literatura, México, UNAM, 1971 p.34-35
45
la posesión del lenguaje. El alma humana es misteriosa y en todos nosotros una parte de
ella, es decir, parte de nosotros, se recata entre sombras.
Es lo que Unamuno ha llamado el secreto de la vida, de nuestra propia vida. Y el
lenguaje nos sirve de método de exploración interior, ya hablemos con nosotros mismos
o con los demás, de luz, con la que vamos iluminando nuestros senos oscuros,
aclarándonos más y más, esto es, cumpliendo ese deber de nuestro destino de conocer lo
mejor que somos, tantas veces callado en escondrijos aún sin habla de la persona. La
palabra es espíritu, no materia, y el lenguaje, en su función más trascendental, no es
técnica de comunicación, hablar de lonja: es liberación del hombre, es reconocimiento y
posesión de su alma, de su ser. “¡Pobrecito!”, dicen los mayores cuando ven a un niño
que llora y se queja de un dolor sin poder precisarlo. “No sabe dónde le duele.” Esto no
es rigurosamente exacto. Pero ¡qué hermoso! Hombre que mal conozca su idioma no
sabrá, cuando sea mayor, dónde le duele, ni dónde se alegra. Los supremos conocedores
del lenguaje, los que lo recrean, los poetas, pueden definirse como los seres que sabían
decir mejor que nadie dónde les duele.
Instrucciones.
2. ¿Por qué se dice que el hombre se habita así mismo el poseer su lengua?, ¿Cuál
Es el valor de la palabra en la comunicación hablada?
46
2.5. PASADO Y FUTURO DEL VERBO LEER16
EMILIA FERREIRO
La lectura y la escritura tienen una larga historia, vienen desde ser especialidades
estrictas ejercidas por sujetos que trazaban símbolos sin saber su significado, hasta
convertirse en los dos últimos siglos en un patrimonio universal.
Hay distintas escrituras y lecturas, el estudiante de ingeniería y el ingeniero utilizan sin
saberlo varios tipos de escrituras y de lecturas.
El objetivo que se busca en los siguientes artículos es sumergir al lector en este
maravilloso mundo de la lectura, para que entienda el por qué la humanidad y cada
sociedad en particular han llegado a la estructuración y ejecución de las lecturas.
47
Veamos algunas constataciones de este presente confuso, antes de ir a las
interpretaciones:
la expresión computer literacy (para hablar la lengua del imperio) esconde más de lo
que explicita, porque una buena parte de la población del planeta, supuestamente
letrada, resulta iletrada en relación con esta nueva tecnología.
Todos los aquí presentes somos parte de una generación intermedia, que “vio llegar” la
computadora. Asistir a la llegada de una tecnología o nacer con esa tecnología instalada
en la sociedad son situaciones diferentes. Nosotros somos como aquellos que vieron
llegar el teléfono (del único aparato, bien instalado en un lugar predeterminado, al
teléfono inalámbrico y el celular, marca de status tanto instrumento de comunicación); o
como las generaciones que vieron llegar las reproductoras de sonido (de los discos de
pasta dura a los casetes y los discos compactos, el hecho de saber que tal cosa existe,
modifica fundamentalmente las expectativas y las actitudes. Nosotros hemos “visto
llegar” la computadora. Los niños que ahora están en las aulas de primaria son niños
que nacieron con las computadoras instaladas en la sociedad ( no en sus casas, no en sus
escuelas, pero si en la sociedad). Son niños que, por ese solo hecho, tienen una
diferencia radical con sus maestras (casi todas ellas atacadas por ese virus de la
computer illiteracy).
Como corresponde al espíritu de fin de milenio, se anuncia el fin de las bibliotecas, de
los libros y de los derechos de autor, parece un poco adormecido el sentido crítico ya
que se cita con creciente insistencia el dictum de McLuhan (the médium is the mensaje)
mientras que, al mismo tiempo, se proponen a la firma de los autores los contratos más
fantasiosos relativos a publicación total o fragmentada de la obra, en cualquier medio
conocido o por conocer, como si el mensaje fuera independiente del medio.
Todos enlazan la educación como la clave de la pertenencia al siglo XXI, pero casi
nadie se atreve a enfrentar los nuevos desafíos de la alfabetización. En efecto, en medio
de promesas incumplidas de alfabetización universal, en medio de la realidad brutal de
una alfabetización masiva que apenas y alcanza para el libro de texto (gratuito o no),
nadie se atreve a plantear abiertamente el grado de analfabetismo de los maestros y de
sus alumnos y la incapacidad para pasar del libro (en singular) a los libros (en plural)…
sin hablar de las redes informáticas y lindezas similares.
No es cierto que la primera gran revolución en el comportamiento lector se debió a una
invención tecnológica. La primera gran revolución en los procesos de lectura fue
anterior a la imprenta.
Muchas de las virtudes atribuidas durante décadas a la imprenta se sabe, gracias a
recientes investigaciones históricas, que son de origen medieval. La imprenta difundió
cambios que desde el siglo VII fueron introducidos por algunos escribas; no fueron los
copistas de los grandes centros de cultura medieval, sino copistas irlandeses, en las
fronteras geográficas de la cristiandad medieval, quienes comenzaron a dividir el texto
sistemáticamente en unidades gráficas (“palabras gráficas). Un texto que, así dividió,
permitía una comprensión inmediata, sin pasar por la intermediación de la voz. Esa
innovación tardó varios siglos en recibir aceptación general. Pero llegó a tiempo para la
gran renovación escolástica de los siglos XI a XIII en Europa ( Saenger, 1997a).
Procedimiento insólitos de copia veloz fueron inventados para suplir las necesidades de
textos de las nuevas universidades (así, por ejemplo, el sistema de los peciae, utilizado
por los copistas profesionales de la universidad de París desde el siglo XIII). Pero es
claro que la imprenta permitió la realización de ese sueño medieval nunca alcanzado:
estar frente a una copia exacta del mismo texto.
48
Imaginemos el escenario: la página de la antigüedad clásica (Ilustración I) estaba hecha
para probar las habilidades de intérprete del lector.
Una página sin distinción de palabras y sin puntuación: ambas cosas quedaban a cargo
del lector. Prepararse para “dar voz al texto”, para hacer sonar, era similar a la
preparación del lector de música de nuestra época. El texto clásico estaba hecho para
que “sonara”, al igual que una partitura musical. Y, también al igual que la música lo de
menos eran las letras (muchas de las cuales había que restituir, por la abundancia de las
abreviaturas). Lo que realmente importaba era la interpretación.
Control social sobre la interpretación (una mala lectura en voz alta podía equivaler a la
herejía, algunos siglos más tarde). Esta página de la antigüedad clásica y de los primeros
siglos medievales es radicalmente diferente de la página con la cual hemos convivido
durante casi diez siglos: una página que permite (sugiere) una interpretación
(ilustración 2).
Una pagina que permite la extracción de un fragmento para un acto de citación
(Illich,1994).
Los cambios que dieron lugar a esa “gramática de la legibilidad” (Parkes, 1992)
produjeron ese tipo de texto que nos resulta familiar: un texto con título y autor
claramente visibles al comienzo, con páginas numeradas, con índice, con división en
capítulos, secciones y parágrafos, con un ordenamiento numérico o alfabético, con letras
ampliadas para indicar comienzo o titulación, con una puntuación que ayuda al lector a
encontrar los limites externos e internos de cierta parte del discursos argumentativo. Esa
página dio origen a la lectura individual sin censura social.
Es esa página la que está a punto de estallar con las nuevas tecnologías de la
comunicación.
Pero la lectura silenciosa alimentó al mismo tiempo dos con secuencias no previstas: la
herejía y el erotismo. La nueva intimidad con el texto genera dos movimientos
complementarios en un mismo acto de complicidad: la libertad del lector, cuya
interpretación queda momentáneamente fuera de la esfera de la censura, y la libertad del
escritor, dueño de su pluma y de su pluma y de su voz apagada, que puede permitirse
expresar, en la intimidad de la celda o de la recámara, lo que ninguna voz podría
expresar en voz alta (Saenger, 1997b).
La página heredada de medioevo está ahora a punto de estallar. Esa página permitió la
práctica sistemática de la citación y esa distinción importantísima entre comentario y
citación (exact wording). Esto es llevado al extremo con las nuevas tecnologías. La
fragmentación indefinida de un texto puede producir tanto un exceso de citación como
al mismo tiempo, la posibilidad indefinida de plagio por causa de la superabundancia de
textos en circulación.
La página medieval permitió una relación única y singular entre el lector y el texto. La
página de la computadora rompe la intimidad con el texto. La página iluminada y en
posición vertical transforma la lectura en computadora en una lectura pública.
Es poco tiempo hemos pasado del elogio de la posición decontracté frente al texto
(abandono de la posición escolástica y escolar de la lectura por la posibilidad de leer
tirado en el piso, sobre almohadones, en la cama…) a una nueva postura nos retrotrae a
la época del scriptorium medieval: las manos en una posición fija, sobre el teclado; los
ojos mirando un texto expuesto en vertical; la espada rígida. Rigidez de la posición y
potencial publicidad de lo leído o de lo producido son posconsecuencias molestas de la
nueva tecnología.
Antes del códice las manos del lector quedaban atrapadas, sosteniendo los extremos del
rollo que leía. Las manos se liberaron progresivamente y permitieron esa maravilla de
los tiempos modernos: un lector podía tomar notas mientras leía. Ahora, en cierto
49
sentido, volvemos al rollo: el desplegarse del las páginas que leemos o escribimos en la
pantalla no tiene nada de similar con el hojear. El movimiento del texto es vertical y no
horizontal, las manos quedan atrapadas entre el teclado y el Mouse (palabra que nadie
se anima, felizmente, a traducir como “ratón”).
Los libros se fueron diferenciando y personalizados progresivamente. Su aspecto nos
permitía ponerles nombres de inmediato. Pero la computadora nos impone una imagen
neutral, donde todos los textos se parecen. (Tomemos como ejemplo el correo
electrónico por oposición al correo donde el sobre tiene una existencia material. Cuando
reviso el correo normal, decido si abro o envío directamente algo al cesto sobre la base
de una cantidad de indicadores: el tipo y tamaño del sobre, el logotipo, la presencia o
ausencia de letra manuscrita, etc. Por contraste, el correo electrónico me impide esta
primera decisión, y me obliga al ejercicio seudo democrático. Todos los mensajes se
presentan con la misma tipografía, como si todos fueran igualmente dignos de nuestra
atención.)
Lo que acabo de escribir parece tener más que ver con “la nostalgia conservadora” que
con el realismo del usuario. Pero no es eso. En una época en donde sólo escuchamos el
elogio de las nuevas tecnologías he juzgado oportuno recordar a los editores aquí
presentes que de lo que se trata es de una ruptura radical con respecto a prácticas
medievales (preimprenta, si se las quiere llamar así) y, en cierto sentido, de un retorno a
algunas de esas prácticas que se creían superadas.
Como los cambios son muy acelerados y la investigación sobre el impacto de las nuevas
tecnologías queda rezagada con respecto a la propia evolución de éstas, solo nos resta
imaginar cuáles de todos los cambios tendrán realmente un impacto en las prácticas de
producción y comprensión de textos, en los usos sociales de la lengua escrita y en la
educación.
Haré un listado que tiene la intención de provocar la reflexión, más que la pretensión de
proponer una agenda de discusión.
La aglutinación de funciones. La disociación de funciones que hoy día nos parecen
solidarias fue la norma durante los siglos pasados: el autor no era el ejecutor material de
las marcas; los escribas no eran lectores autorizados; la escritura se exhibió durante
siglos delante de poblaciones incapaces de leer lo exhibido; los monarcas tenían el
poder de controlar lo que podía ser escrito a pesar de ser analfabetos, etcétera.
Durante siglos el productor del texto a ser escrito y productor de las marcas –el escriba-
estuvieron disociados. El trabajo de escriba era trabajo de esclavo o de subalterno por la
carga laboral manual involucrada en la escritura. El escriba de la Edad Media, por
ejemplo, debía raspar y pulir la piel del animal y preparar el pergamino; debía dar corte
adecuado a las plumas de ganso con un instrumento que aún hoy llamamos
“cortaplumas”; debía preparar las tintas, etc. (Ong,1987). El autor dictaba pero no
producía las grafías.
Los desarrollos tecnológicos permitieron juntar dos funciones que durante siglos se
habían mantenido separadas: el autor intelectual y el autor material de las marcas. Con
ello sugiere el “manuscrito de autor” (junto con la idea de autor, que es una idea
moderna).
Con la difusión de las máquinas de escribir la idea de “manuscrito de autor” se redefine.
El autor intelectual y material puede desprenderse ahora de sus propias grafías y elegir
tipos de imprenta para su producción. En cierta medida, empieza a ser tipógrafo.
Con la llegada de los procesadores de palabras y el rápido perfeccionamiento de las
impresoras personales, por primera vez el autor material y el autor intelectual se reúnen
con la idea de editor.
50
Este autor puede variar el tamaño y el tipo de los caracteres, puede decidir la mise en
page, puede insertar dibujos o recuadros… y puede enviar directamente su disquete a la
imprenta.
Los contratos camera ready establecen una nueva relación autor/editor, de cuyo destino
no juzgo ni prejuzgo. Simplemente, me parece un dato a tener en cuenta.
La tipología de textos no está cerrada. No sólo tenemos nuevos estilos de comunicación
escrita sino también nuevos modos de comunicación oral. Hablar a una contestadota
automática genera un estilo de “hablar por teléfono” que es diferente del que ya
conocíamos (y algunos lingüistas se están interesando en esto). De la misma manera,
envía un fax o un e-mail no es equivalente a enviar un telegrama ni, mucho menos, a
enviar una cierta. En el análisis de estos materiales la edad de los usuarios parece ser un
dato crucial (por lo que ya dijimos acerca de ser contemporáneos o no de la aparición de
la tecnología).
La distinción imagen/texto resulta problemática.
Esta distinción, extremadamente importante desde la introducción de las
“iluminaciones” en los textos medievales, y firmemente establecida en la Edad
Moderna, por primera vez resulta cuestionada por las nuevas tecnologías: simplemente,
porque el texto puede ser tratado como una imagen. La interfase texto/imagen (y los
cambios de percepción por parte de los usuarios) es sin duda un tema que merece la
mayor atención. Precisamente porque las nuevas tecnologías llegan en un momento de
superexplotación de recursos gráficos para guiar la interpretación del lector. (Lo cual es
una de las manifestaciones más obvias de la falta de confianza en el lector:
particularmente en textos didácticos, se utiliza toda clase de recursos –dibujos,
recuadros o fondos de diferente color, cambio de tipografía, etc.- por que ya la
puntuación no basta para guiar la interpretación de un lector considerado, a priori, como
incompetente.)
Pantalla de TV versus pantalla de computadora. Antes de la proliferación de las PC
asistimos a la instalación en la sociedad del televisor. Pantalla por pantalla, son ambas
similares (de hecho, su interfase es cada vez más intensa). Pero una es previa a la otra,
en términos de difusión social. Y en su momento se habló de a posibilidad de que la
imagen reemplazara al texto…, pero las computadoras restablecieron con fuerza la
prioritaria necesidad del manejo eficiente del alfabeto.
La pantalla del televisor tiene algo que la otra pantalla no tiene: el control remoto.
Según algunos, este instrumento –no la pantalla- es lo más innovador, porque ha creado
una “cultura de la interrupción y de la impaciencia” (Barbier Bouvet, 1993) que
conduce hacia la fragmentación del texto. Yuxtaponer, privilegiar los “tiempos fuertes”
en detrimento de las transiciones, cambiar continuamente antes de tener el tiempo de
analizar… Esos son comportamientos de la nueva generación (la que nació conviviendo
con el televisor) que, aparentemente, se trasladan con la mayor facilidad a la otra
pantalla de la vida contemporánea: la de la computadora. Podemos suponer, con
fundamento, que el modo de actuar frente a estas dos pantallas puede afectar la relación
con lo impreso, no sólo en frecuencia de uso sino en el modo de relación con lo
impreso.
“La manera de circular entre las imágenes (y no sólo en la imagen) cambia la manera de
circular en el texto” (Barbier Bouvet, 1993). Y yo agregaría: cambia también la manera
de circular entre los textos.
Imperialismo lingüístico y consecuencias ortográficas. En principio, no hay limite a la
capacidad de las computadoras para procesar símbolos.
Sin embargo, el hecho de que las tecnologías se desarrollen en una lengua que
desconoce los diacríticos lleva, de hecho, a considerar a estos como “complicaciones
51
innecesarias”. Por lo tanto, las diferentes ortografías que, junto con las diferencias de
lenguas, fueron consideradas durante este siglo como “modos alternativos”, igualmente
válidos, de decir o escribir, vuelven a ser sometidas al paradigma de valoración del
“latín de los tiempos modernos”, o sea, el inglés.
A los franceses se les pide que escriban sin acentos (lo cual equivale a ejercer una
violencia inaudita sobre esa escritura). En español, la pobre letra ñ sufre las más
extrañas transformaciones: fácilmente suprimible sin afectar la comprensión en niño (=
nino), no ocurre lo mismo en otros casos frecuentes, por ejemplo año (que he registrado
en mi e-mail como anio, anho, agno). La omisión de los acentos (factible en español)
traerá consecuencias ortográficas, con o sin el beneplácito de la real academia…
El imperialismo lingüístico se expresa, por supuesto, en otros frentes: nuevas palabras
se adoptan por asimilación, incluso cuando hay términos perfectamente instalados en la
lengua (deletar es ya un verbo aceptado en portugués de Brasil; en lugar de apagar). El
imperialismo va más allá del terreno computacional. El inglés literacy ha dado lugar a
aberraciones tales como literacie (francés) o letramento (portugués). Todos somos
consientes de las influencias del término alfabetización que nos lleva a contrasentidos
tales como “alfabetizado en una escritura no alfabética”. Pero si bien alfabetización está
anclado en “alfabeto”, nada solucionamos con un letramento que está anclado en
“letra”. Lo que debemos decir es “cultura letrada”, para acercarnos al significado
originadle literacy (ya que actualmente, con expresiones tales como TV-literacy, no
sabemos de qué literacy estamos hablando…).
En fin, que en estos tiempos modernos cualquier propuesta de “simplificación
ortográfica” está inevitablemente teñida de imperialismo ortográfico.
Desfase generacional. Creo que todos los aquí presentes hemos tenido la misma
experiencia: los únicos informantes técnicos confiables para nuestros problemas con las
nuevas tecnologías so los jóvenes. Cuanto más joven mejor.
Cuando en nuestras oficinas llega algún “técnico computacional” de 40 años
preguntamos: ¿no pueden mandar a alguien más joven?
Es uno de los pocos dominios en donde todos los de 40 años y más reconocemos sin
dudar la competencia de los más jóvenes. Lo cual tiene innegables implicaciones
educativas.
Y porque de educación también se trata (específicamente de alfabetización, que sigue
siendo lo básico de lo básico en educación), la pregunta que se impone es: ¿está la
escuela, como institución social, preparada para responder a los nuevos requerimientos
de alfabetización? La respuesta es rotundamente negativa.
Como decía antes: estos cambios tecnológicos, que probablemente estén redefiniendo –
lo queramos o no- los términos “leer y escribir”, llegan en medio de promesas
incumplidas de alfabetización universal (UNESCO: más de 960 millones de
analfabetos, dos tercios de los cuales son mujeres; más de 100 millones de niños –de los
cuales 60 millones son niñas- sin acceso a la educación básica en el mundo). El objetivo
múltiples veces declarado –“iniciar el siglo XXI sin analfabetos” –es inalcanzable. En
términos porcentuales ha habido una disminución global del analfabetismo, pero en
términos absolutos hay cada vez más analfabetos en el mundo.
Peor aún; la definición de “alfabetizado” que manejan estas estadísticas es obsoleta. Si
usáramos como definición “formar parte de la cultura letrada” o “poder circular en la
diversidad de textos que caracteriza la cultura letrada, al menos como receptor de la
misma”, las cifras serían espeluznantes.
Es posible –y deseable- que l debate tecnológico sira para hacer obsoletas preguntas
envejecidas que aún hoy día se plantean como tema de debate pedagógico: ¿hay que
usar letra cursiva o de imprenta para la alfabetización inicial?; ¿hay que enseñar con
52
lápiz o con bolígrafo?; ¿es lo mismo ser diestro que ser zurdo? A esas preguntas se
responde de inmediato: o más urgente es introducir a los niños al teclado (sea éste el de
una máquina de escribir o el de una computadora, que básicamente son lo mismo). La
escritura de los tiempos modernos es con las dos manos y con caracteres separados.
¿Hay que introducir primero a los niños a los textos narrativos y luego, paulatinamente,
a otros tipos de textos? Respuesta también inmediata:
Circular entre diversos tipos de textos es la exigencia fundamental de los tiempos
modernos.
No hay textos privilegiados sino exposición simultánea a la diversidad (tal como es el
caso en la adquisición de la lengua oral). Ser lector crítico y tener criterios para poder
seleccionar no son objetivos que puedan posponerse hacia los últimos años de la
primaria.
¿Con cuáles criterios juzgamos que un texto es mejor que otro? Aquí lo único que cabe
es un signo de interrogación: es posible que estemos asistiendo a una nueva estética
textual, una especie de “estética de la fragmentación”, que yo aún no comprendo pero
que acepto como posibilidad. Los criterios de “texto bien construido” deben
necesariamente cambiar si aceptamos que estamos en un momento de transición. Quizá
estos cambios sean más pronunciados en el caso de la creación literaria que en el caso
de textos académicos argumentativos.
En todo caso, si las nuevas tecnologías sirven para enterrar SIN honores debates
pedagógicos caducos, bienvenidas sean. Porque en ese entierro serán actores los niños,
quienes, interrogados por investigadores marginados y marginales (entre los cuales me
incluyo) en la década de 1980, nos ayudaron a complejizar la visión de la alfabetización
que se tenía hasta entonces. Ellos –niños de 4 a 6 años- nos ayudaron a argumentar muy
seriamente que leer no era equivalente a decodificar; que ser alfabetizado no equivale a
“saber el alfabeto”, que las dificultades cognitivas entender ese modo particular de
representar el lenguaje (la escritura) no tiene nada que ver con las dificultades para
acceder a tal o cual tecnología de la escritura. Ellos –niños de 4 a 6 años- obligaron a los
investigadores a re-significar la relación de la escritura con la lengua, a reintroducir
TODOS los niveles de análisis lingüístico para comprender el comportamiento lector
(sin privilegiar exclusivamente el nivel fonológico).
Fue preciso mostrar que los copistas no son productores de texto, destrozar los rituales
del recitado de las familias silábicas, ridiculizar los enunciados escolares… y dejar
entrar, de pleno derechos y en la gran escena , a dos grandes ausentes del planteo
tradicional: la lengua escrita y el niño que piensa.
Los que no entiendan lo que estábamos haciendo, nos acusaron de estar contra los
métodos; otros, creían que estábamos inventando un nuevo método pero por
inconfesables razones no lo queríamos bautizar con su verdadero nombre. Lo que sí
estábamos inventando eran nuevas preguntas, para las cuales los niños dieron respuestas
tan novedosas que bastó amplificar bien alto la voz de los niños para sacudir el
amodorrado pensamiento escolar y sacarlo de los apolillados armarios de la discusión
metodológica. Por ejemplo, la liberación de la escritura permitió poner de manifiesto la
existencia de escritores e potencia de apenas 6 o 7 años, como lo muestra el notable
texto de Samuel (6 años y 8 meses). El cuento tiene un claro título y un comienzo
convencional (“Había una vez…”). No es muy original hablar de castillos y de brujas.
Lo extraordinario comienza con la intención de hablar de un castillo donde “las horas
pasaban al revés”, y encadenar con las acciones en sentido inverso “primero se secaba y
luego se lavaba”. El desafío que Samuel trata de enfrentar, con su poca experiencia de
escritor, es de grandes proporciones, y parece no haber medido bien sus fuerzas, ya que
el episodio siguiente escapa a la lógica del “mundo al revés” (“La bruja hechizó a un
53
señor y lo convirtió en sapo y se fue brincando”). Pero allí aparece un punto salvador, a
la vez cierre del desliz y recuperación brillante de la idea original.
Versión normalizada
Precisamente a partir de ese punto (el único de todo el texto) Samuel no solamente
recupera su intención original sino que es capaz de convertir el texto en un meta texto
que habla sobre sí mismo. En un rapto de genio, que preanuncia recursos de gran
escritor, Samuel cierra brillantemente su página: “Y aquí empieza la historia porque
54
donde la empecé es el FINAL”. (y, como si fuera poco, agranda los caracteres de la
última palabra, dando al texto una mise en scene gráfica entre el título, claramente
diferenciado del resto del texto por un interlineado mayor, y el FINAL, centrado.)
Indudablemente, para producir un texto así hace falta una experiencia intensiva con
cuentos y con lectores, y un texto escolar que sabe distinguir entre la construcción
textual y la obediencia a las convenciones ortográficas. 18
Los niños de todas las épocas y culturas han sabido enfrentar los desafíos de la cultura
donde les toca crecer. La escuela tradicional, hoy por hoy, les propone una definición de
alfabetización mientras que la sociedad les empieza a exigir otra. Destino de nacer en
una época de transición. La cultura letrada no se agota el la literatura ni en el libro
informativo. El acceso ala diversidad de libros debería darse el la escuela, pero si ella no
cumple su función hay otros espacios ha ser creados o recreados: las bibliotecas
publicas, los centros culturales, los espacios televisivos, el cine el periódico, las redes
informáticas.
Sin embargo, quiero manifestar públicamente mi enorme desconfianza hacia los
discursos puramente ideológicos que nos anuncian la democracia vía Internet. Ya nos
dijeron y repitieron durante décadas que el alfabeto era la escritura mas democrática de
todas (simple, scientific, easy toleam), y hoy sabemos que esa visión de la historia de la
escritura en la humanidad es mas ideológica que científica.
El real desafió es el de la creciente desigualdad: el abismo que ya separaba a los no
alfabetizados de los alfabetizados se ha ensanchado aun mas. Algunos ni siquiera
llegaron a los periódicos, los libros y las bibliotecas, mientras otros corren detrás de
hipertextos, correo electrónico y paginas virtuales de libros inexistentes ¿Seremos
capases de darnos una política de acceso al libro que indica sobre la superación de esta
reciente desigualdad? ¿O nos dejaremos llevar por la vorágine de la competitividad y la
rentabilidad, auque la idea misma de democracia participativa perezca el intento?
Había una vez un niño… que estaba con un adulto…y el adulto leía. Y el niño,
fascinado, escuchaba como la lengua oral se hace lengua escrita. La fascinación del
lugar preciso donde lo conocido se hace desconocido. El punto exacto para sumir el
desafío de conocer y crecer.
55
que llamamos "teoría de la lectura", entendida como una construcción cuyo "objeto" de
conocimiento es una "actividad" respecto de la cual se deben establecer rasgos,
estructura, identidades, diferencias, etcétera.
1. Lo mecánico, lo inerte
1.1 Si para comenzar una reflexión que se dirige hacia la teoría de la lectura, tomamos
en cuenta información que nos viene de una mirada sociológica, podríamos señalar que
desde un punto de vista cuantitativo la lectura que más se da en una sociedad es la que
podríamos llamar “mecánica” o “inerte”. Entendemos por ello una lectura que se lleva a
cabo más allá de una voluntad y cuyos resultados no necesitan ser elaborados; es la
lectura de palabras o signos que se atraviesan ante la mirada y que la mirada recoge,
apropiándose de su significado como algo en sí y, correlativamente, sin que ese
significado sea trascendente en ningún sentido: lectura de avisos, de indicaciones
genéricas, de precios, de marcas, basta con saber leer parar realizarla y, por otra parte,
esa lectura es tan indispensable que .sin ella no entenderíamos gran parte del entramado
social. Es muy posible que, desde una perspectiva sociológica, la mayor parte de la
población alfabeta de un país no pase de ese estadio, suficiente para desplazarse en el
espacio social.
Señalaba arriba que esta lectura prescinde de la instancia de la “elaboración”; en efecto,
se inicia y concluye casi en el mismo acto y momento —suponiendo, como lo quiere
una teoría de la lectura, ‘que la lectura,19 tiene un comienzo, un desarrollo y un fin—
pero no por ello podría decirse que carezca de “interpretación”; la posee en la medida en
que a partir de cada uno de los actos —aunque pasivos— de lectura inerte logramos, por
lo menos, una distribución desde aproximada a indispensable, de tiempo y espacio o,
mejor dicho, en el tiempo y en el espacio. Y eso sale siempre, invariablemente, de una
interpretación aunque tal interpretación no tenga una forma acabada superior. 20
Por cierto, el predominio de esta clase de lectura, seguramente por ser tan aplastante,
total e irreversible, es poco interesante teóricamente
—es casi lo obvio— y, a lo sumo, daría lugar a una descripción puntual de un
funcionamiento; diría, sobre este particular, que a causa de su instantaneidad su
funcionamiento tendría relación más con la psicología que con otras disciplinas que no
podrían ver en sus elementos nada o casi nada para aportar a una teoría global de la
lectura.
1.2 Pero predominio no quiere decir, desde luego, que no exista otro tipo de lectura en
una sociedad; más aún, otros tipos, que llegan a los niveles en los que tal teoría se
enfrenta con problemas de la mayor complejidad y que por eso mismo la justifican. De
este modo, se podría decir que en la otra punta del espectro, si esta punta es la de las
lecturas mecánicas o inertes, se sitúa una lectura que requiere de mucha elaboración y
en la cual la interpretación va más allá de una distribución en el tiempo y en el espacio,
va hasta un lugar en el que toda la cultura de una comunidad se concreta y toma
conciencia de la y las significaciones que es capaz de engendrar y en las cuales vive. A
este punto vamos a tratar de llegar aunque, digámoslo de entrada, en él tiene lugar el
19
Los trabaos de Paul Ricoeur sobre la interpretación, diversos aportes del psicoanálisis y el
Enorme desarrollo de hermenéuticas diversas, desde la cábala hasta las exégesis literarias y los resultados
del análisis del discurso, ponen en evidencia, al menos, los múltiples niveles de complejidad que puede
tener la interpretación en acto.
20
Ver Noé Jitrik, La lectura como actividad. México. Premiá. 1982. Segunda Edición. 1985.
56
desafió teórico, ahí la lectura sufre una transformación en su concepto y saliendo de la
obviedad de su importancia humana pone en evidencia su especificidad de objeto
epistemológico.
2.1 Ahora bien, existen en la sociedad lecturas menos abundantes que las inertes pero
que, de alguna manera, son su prolongación: son las que denominaremos
“especializadas” o “ultra especializadas”. Nos hemos referido a ellas en otro trabajo,
“Cuando leer es hacer”, afirmando que sobre tales lecturas y con ellas una sociedad
organiza y articula su estructura entendida no sólo como sistema, sino como aparato que
funciona, se desplaza, transcurre y necesita afirmar constantemente las certezas que
deposita en su sentido y en los resultados que, como aparato, obtiene y trata de obtener.
De ahí la importancia de tales lecturas que, por otra parte, en la medida en que refieren a
las diversas y complejas prácticas que componen el aparato social, extraen de ello su
carácter especializado y aun ultra especializado. Sin ánimo de establecer una lista
exhaustiva, podría mencionarse como integrando este tipo de lecturas la de los planos de
arquitectura, de ingeniería, de física o de biología, los análisis de laboratorios, los
informes meteorológicos o de satélites, las recetas de cocina, los tableros electrónicos,
los índices económicos o demográficos, etcétera
Complementariamente, si se piensa que los tableros electrónicos son en verdad una
prolongación altamente tecnificada del sistema de señales urbanas, se comprenderá por
qué señalamos que las lecturas ultra especializadas constituyen un desarrollo de las
mecánicas y, por la misma razón, por qué son menos numerosas que éstas. Pero
también, por su mera mención, se comprenderá por qué y de qué modo sostienen la vida
social: sin lectores capaces en todos esos campos la vida social no podría persistir ni un
instante. Vale la pena, por lo tanto, progresar en su caracterización, así los rasgos que
propongamos como propios sean aproximativos y genéricos.
2.2 Empezaremos por decir que las lecturas ultra especializadas comparten en un
aspecto la situación de las lecturas mecánicas o inertes:
Su necesariedad; pero, de inmediato, conviene precisar que se diferencian de ellas en
dos puntos por lo menos. En primer lugar, las lecturas, ultra especializadas requieren,
para poder llevarse a cabo, de un aprendizaje especial, ya que el lenguaje sobre el que se
ejecutan sólo a veces y muy parcialmente es la lengua natural: en la mayor parte de los
casos se trata de lenguajes constituidos, hasta lo artificial, en relación con los elementos
propios de una práctica social bien determinada; la lectura inerte o mecánica, en
cambio, no requiere de ninguna especificad su objeto, o mejor dicho, su materia-objeto,
es no sólo la lengua natural pura sino también casi inintencionada, su objeto-materia es
pura,. También mera presencia. En segundo lugar, la interpretación que hace intervenir
en ambos casos es de diferente grado: tenue y ligada i mecanismos semiconscientes o
inconscientes de elaboración en la lectura inerte, llega a adquirir mucha fuerza en la
ultra especializada aun que vaya en una sola dirección o persiga un objeto unívoco. Este
aspe en particular, nos permitirá proseguir en su caracterización.
57
de aviones procura determinarse de un solo modo respecto de las relaciones del
conjunto. De esta forma, si la interpretación desemboca o pretende desembocar en un
solo punto, podría decirse que es pensable o factible porque las interpretaciones son de
un sistema de signos en la configuración particular —el equivalente de una frase— que
adquiere en un momento determinado y que motiva la lectura. De ello se desprende,
correlativamente, que esa lectura puede darse con plenitud—y también por eso la
denominamos “ultra especializada”— porque el lector posee una competencia respecto
del correspondiente sistema de signos, que siendo por fuerza restringida, es también
ultra especializada; esa competencia es un conocimiento previo y preciso del sistema de
signos en cuestión de modo tal que cada lectura particular no sólo deriva de dicho
conocimiento sino que sin él no es ni siquiera pensable. Por código o sistema de signos
entendemos no una organización de una materia, sino un lenguaje en una materia
dirigida a una finalidad.
2.4 Se puede registrar una primera consecuencia de estos rasgos: el conocimiento del
sistema, o código, descansa en un aprendizaje que quizás es de más cosas que las que
encierra la idea de código, pero que resultan en una comprensión del código y en una
capacidad para manejarse con él y en él; pero el conocimiento logrado por el
aprendizaje no produce de por sí; es menester que se ponga en movimiento mediante,
justamente, la interpretación que, como tal, debe su fuerza a una cierta intuición21 del
conocimiento y puede dar dos clases de resultados: interpretación utilizable, inmediata o
mediatamente; o inutilizable, absoluta o relativamente. Podría decirse que un
aprendizaje adecuado de un sistema de signos, o código, ligado a una interpretación
utilizable, hacen de una lectura ultra especializada la base o la fuente de un poder social,
más o menos amplio según la importancia que la sociedad confiera, en el momento en
que se ejerce, al código de que se trata: en el caso de la medicina tiene más relieve quien
es capaz de leer en un análisis el cáncer que quien sólo puede leer un resfriado.
2.5 Precisamente por la relación que tienen estas lecturas con un código y en función del
carácter unívoco de la interpretación podríamos llamarlas, también, “lecturas
semiológicas”, no tan analógica o aproximadamente como podría parecer; al contrario,
tal designación es muy precisa en virtud de que se trata de códigos y sistemas de signos
cuya existencia y definición han dado lugar, justamente, a lo que conocemos desde la
lingüística saussureana como “semiología”. De todos modos, esta denominación tendrá
como resultado complementario la caracterización de otro tipo de lecturas y éste es
también el sentido de su uso en este momento.
2.6 Podemos señalar, también, que los resultados de estas lecturas semiológicas —es
decir la forma que reviste la interpretación— permiten la toma de una decisión en casi
todos los casos: leer un informe meteorológico implica permitir o no la navegación,
suspender o no un vuelo; leer una receta de cocina permite colocar los ingredientes en
tal orden y no en tal otro, etcétera. Este rasgo es fundamental en la configuración de las
lecturas semiológicas e indica desde otro ángulo lo que inicial- mente decía acerca de
que estas lecturas organizan el funcionamiento del aparato social en la medida en que el
aparato social funciona con base en decisiones, positivas o negativas, que deben ser
21
Por intuición se entiende la forma puntual que adquiere en un momento dado la
relación establecida entre un sujeto que ha internalizado los elementos que componen
un conocimiento y ese conocimiento entendido como paradigma.
58
tomadas constantemente; al mismo tiempo, en forma complementaria, y como una
proyección que en esta instancia produce la articulación social, se puede decir que el
conjunto de lecturas semiológicas constituye una animada red que la sostiene, en su
sentido y en su marcha.
2.7 Pero hay que señalar en este aspecto una importante restricción, que indica por otra
parte la “situación” particular en la que se encuentran esas lecturas: las decisiones que
cada una de ellas permite tomar no configuran un modelo transferible, sino sólo
autorreferible, precisamente a causa de su ultra especialización; dicho de otro modo, los
resultados que se obtienen en una de esas lecturas no son aprovechables por otras
lecturas del mismo tipo ni tampoco por lecturas de un tipo diferente y a las que nos
referiremos más adelante; en suma, saber leer un plano arquitectónico no habilita para
leer un informe de un satélite o un problema de ajedrez como tampoco para leer un
poema, objeto que ejemplificaría la otra clase de lecturas que existe en la sociedad.
Ciertamente, este aislamiento no sólo constituye una limitación de las lecturas
semiológicas sino, acaso, una de sus virtudes en la medida en que ratifica el esencial
papel que desempeña en ellas el conocimiento del código y su adecuada manipulación.
2.8 Pero estas lecturas, como todas, quizás por definición, se llevan a cabo sobre un
objeto cuyas características, en el sentido de los lenguajes que lo constituyen, pueden
ser muy diversas, desde poseer mucha materia verbal hasta no tener ninguna: de todos
modos, y admitiendo esa diversidad, llamaremos “texto” a este objeto, aunque
ampliemos en exceso, desde el punto de vista de cierta lingüística, esta noción;
precisamente, sea cual fuere su materia, la posibilidad de realizar una “lectura” sobre
esa materia, así sea para una interpretación unívoca, implica “textual izarlo”, es decir,
sacarlo de un estatismo y conferirle otra dimensión; si no fuera así, esa relación
particular entre dos términos —leyente/legible— en que consiste la lectura no podría
establecerse con un objeto ultra especializado que se presenta como una realidad “para
sí”; ese objeto permanecería irreducible si no se pudiera convertirlo en otra cosa, es
decir para el caso en una posibilidad de una “toma de decisión”.
2.9 En ese sentido, y como una conclusión de orden general, aunque provenga de una
reflexión sobre las lecturas semiológicas, podría decirse que la lectura y aun la mera
posibilidad de la lectura —la condición de la legibilidad— convierte los objetos, los
saca de su inmanencia de objetos y los hacer circular y actuar en el espacio social en
otro plano diferente a su propia materialidad. Desde el punto de vista de éstos, a la vez,
leer es entender —o tender a entender— la forma particular que adoptan luego de una
serie de operaciones que se realizan a partir de un’ código o sistema de signos propios
de una práctica determinada y específica.
3.1 Este tipo de lecturas tampoco es el único que hay en la sociedad; otras, quizás en
menor calidad y profusión que aquellas y sin duda que las mecánicas o inertes, y a las
que podemos designar, contradictoriamente acaso porque son menos frecuentes y
poseen un mayor grado de complejidad, como lecturas “generales”, se llevan a cabo,
para guardar un paralelismo de razonamiento, sobre objetos que tienen también un
carácter general, es decir, que se sitúan más allá de las especificidades semiológicas;
esta designación viene bien, además, porque al igual que los objetos de lectura
mecánica, se estructuran sobre la lengua natural, aunque a diferencia de éstos, a partir
59
de la acción de numerosas virtualidades y en la confluencia de todas sus funciones,
mientras que los objetos de lectura mecánica suelen ser predominantemente
concentrados de información.
3.2 ¿Pero cuáles son y en qué consisten estas lecturas? En primer lugar, si el objeto de la
lectura “semiológica” tiene como rasgo esencial estar constituido a partir de un solo
código o sistema, por objeto “general”, que a su vez da lugar a una lectura también
“general”, entendemos un objeto constituido por más de un código o sistema de signos;
incluso, seguramente, interviene en su constitución una pluralidad —en el sentido de
diversos— y aun una multiplicidad —en el sentido de numerosos— de códigos o
sistemas de signos. A condición, reitero, de que esta expresión, código o sistema de
signos, no sea entendida estrechamente en relación con su materia propia (signo
lingüístico, signo numérico, signo visual, etcétera), sino como análogo de “plano de
organización” diferenciado dentro de un sistema de signos como los lingüísticos o los
visuales. Como se ve, la lectura general se sitúa, tal como lo señalamos, en el lado
opuesto del espectro que se inicia con la lectura mecánica e inerte. Un ejemplo de objeto
“general” sería, en el sentido que lo estamos empleando, el lenguaje de la poesía, pero
no exclusivamente: sobre todo lo son los productos de los lenguajes simbolizantes, aun
cuando tengan también algo de representación (lo que acercaría a la índole de los
objetos ultra específicos).
3.3 Exactamente por estas razones, esta lectura puede ser designada, no porque recurra
para efectuarse a una técnica emanada de un concepto, sólo en la medida en que debe
operar sobre una pluralidad y multiplicidad de códigos, como una lectura “semiótica”.
Asimismo, se podría señalar que esta designación, lejos d ser arbitraria o surgir de una
mecánica de oposiciones, se justifica porque esa lectura es, ante todo, del proceso de
interacción o entramado de los diversos códigos que configuran su objeto, fundamento y
base, además del proceso de producción de significación que resulta de tales
interacciones. Se sabe, justamente, que tales procesos de producción de significación es
lo que importa a la semiótica, sea cual fuere el modo de interacción que siguen los
objetos para significar a los caminos que se adopten, sistemáticamente, para
determinarlo.
3.4 Como en las otras lecturas, también actúa en éstas un mecanismo interpretativo,
inherente a toda lectura, sólo que, en este caso, la interpretación no podría ser más que
plurívoca, aunque, en virtud de un deseo de obtener garantías semánticas, en la práctica
existe la marcada tendencia a un reduccionismo que busca la univocidad. La
interpretación, entonces, debe empezar por entender el proceso de interacción de los
múltiples códigos o planos; precisamente porque hay un entramado entre ellos no se los
puede considerar en una relación de simple superposición; ese entramado, esa
interacción, no es sino la condición básica para que tenga lugar un proceso de
producción de significación. Lo cual tiene como consecuencia que la interpretación no
puede consistir en un sistema de traducciones, sino de operaciones que deben considerar
no sólo lo propio de los códigos que se hacen presentes en un objeto, sino también la
forma que toma su interacción y los resultados de la misma. Esto, naturalmente,
refuerza la idea de la plurivocidad de esta lectura aunque, en un esquema más integral y
completo, la interpretación desempeña tan sólo un papel de mediador o de introductor o
de primera instancia; dicho de otro modo, la interpretación es un momento de
desplazamiento hacia la captación más plena del objeto, o sea del “texto”, en todas sus
posibilidades; en todo caso, si en la lectura semiológica la interpretación debía ser ante
60
todo “textualizadora” en la “semiótica” debe hacerse cargo de una textualizacion
preexistente y prefigurada y entenderla como condición indispensable para llegar a la
mencionada plenitud, momento que en otra parte denomino “lectura crítica” y que, en
relación con el concepto de lectura “semiótica”, sería su culminación cualitativa;22
recordemos que la lectura semiótica es sólo un tipo de lectura, de modo tal que el
adjetivo no puede ser tomado como garantía de cierto resultado ni como presencia
universal de un método; es solamente una caracterización que permite diferenciar y
clasificar.
22
Ver en este volumen “Cuando leer es hacer”, 2.
61
3.7 En resumen, por lectura “semiótica” debe entenderse la aproximación a un objeto —
un texto— precedido de su propia dimensión textualizante, con el fin de entrar en su
proceso de producción de significación y asegurar así la acción propia de la textualidad
por entero, en el ámbito superior de la lectura “crítica”.
4. Reduccionismo semiológico
4.1 Desde el punto de vista de la convivencia entre estos tipos de lectura se puede
observar, quizás, que existe cierta permutabilidad; se manifiesta, principalmente, en que
objetos que deberían ser leídos semióticamente lo son en la práctica semiológicamente;
dicho de otro modo, se reduce su textualidad, fundada en una pluralidad de códigos, a
un solo código del cual se trata de extraer una información o una decisión que es
impertinente dada la índole del objeto-texto. Una pregunta adecuada sería por qué se
produce este cambio; y otra complementaría: qué alcance tiene en la práctica lectora de
una sociedad. Respecto de esta cuestión, antes aun de proceder a encuestas y
evaluaciones de tipo cuantitativo, podría afirmarse que ese alcance es muy grande, a
punto tal que genera, en este sentido, lo que podríamos denominar la lectura más
“corriente” y de la que he dado en otro lugar una caracterización: la he considerado
“literal”, es decir inmediata en alguno de los sentidos de una univocidad;23 en su
momento he señalado que, paradójicamente, esta lectura “literal” olvida la letra, o no la
percibe, entendiéndose en ese caso por “letra” la materialidad textual o, lo que es lo
mismo, la multiplicidad de planos que concurren en un escrito para investirlo de una
“textualidad” que daría lugar a una lectura “crítica”, concebida, reiterándome, 24 como la
culminación de la lectura “semiótica”.
4.2 En cuanto a las razones por las que este reduccionismo se da, o sea, por qué se
produce un cambio y un texto que debería ser leído semióticamente lo es
semiológicamente, diría, ampliando un concepto apuntado en otro tramo de este trabajo,
que se trata de la acción esperable de un logocentrismo que todavía articula no sólo las
operaciones productivas que se dan en la sociedad, sino también las interpretaciones que
suscitan, igualmente logocéntricas. Esto quiere decir que la univocidad tiene un
fundamento filosófico e ideológico profundo, encarnado y transmitido, lo que garantiza,
en la medida en que parece a la vez ser garantía de la perdurabilidad de la noción misma
de conocimiento, el orden de las certezas y la relación subjetiva que se trama con él. La
reducción, por lo tanto, en la medida en que aleja la complejidad, asegura, confirma,
parece dar algo a lo que por índole y naturaleza exige otra cosa, más perturbadora y
activa, tal como lo indicamos al caracterizar la lectura semiótica.
4.3 Como ejemplo de tal reducción podría señalar que más habitual, y difícilmente
refutable, es que se lea una narración en su aspecto puramente argumental o bien en
relación exclusiva con una identificación con personajes, cuando ya se sabe que, como
texto, intervienen en él no sólo muchos otros elementos, sino muchos otros planos
cuyos entrelazamientos es lo que otorga, precisamente, el sentido que produce el trabajo
humano —en el plano material así como en el simbólico— durante el acto de la lectura.
23
Ver La lectura como actividad, op. cit.
24
Ver parágrafo 3.4. De este trabajo.
62
5. Universalización semiótica
6. Conclusión didáctica
6.1 Ambos temas, doble vertiente de un mismo problema, podrían tener consecuencias
didácticas o, al menos, abrir una reflexión acerca de métodos adecuados para lograr que
la lectura semiótica no deba sufrir, como un lugar común inmodificable,
ideológicamente cristalizado —y que tiene en la generalidad de la “crítica literaria” una
expresión excelente—, la semiologizáción ordinaria y que, correlativamente, las lecturas
semiológicas por derecho propio puedan admitir un grado mayor de semiotización.
Instrucciones
1. Elabora dos cartas una en correo electrónico y otra escrita a mano en papel,
tratando el mismo asunto establece las diferencias entre ambas cartas.
2. Elabora un mapa conceptual que incluya los tres tipos de lectura y sus
características.
25
Ver parágrafo 2.3. Noe Jitrik, Cultura y Lectura.
63
2.7. LA ESTRUCTURA DEL DISCURSO EN LA
COMUNICACION CIENTÍFICA. FOUCAULT.26
MARÍA TERESA BEDOYA GUTIÉRREZ
Todo discurso es una forma de construcción el material que se utiliza son las palabras
que a su vez son lo que son por que se sustentan en representaciones, para que el
discurso sea legible y cumpla la función a la que se destine requiere tener una estructura
una estructura que se sostiene en las palabras mas dinámicas del idioma: los verbos.
El objetivo del artículo que sigue es incluir una explicación acerca de la estructura del
discurso.
26
BEDOYA GUTIERREZ MARÍA TERESA, La Importancia del lenguaje en la comunicación, 2ª. Ed.
México, IPN. 2002, p. 113- 121
64
Por ejemplo, la frase “el hombre bueno” no es una expresión propositiva, ya que no se
encuentra en ella la condición ser. En el caso de “el hombre bueno es noble” podemos
decir que ya existe proposición porque el ser se encuentra presente. Para que exista
proposición necesaria tiene que haber expresiones con valor de juicio.
Esta es la forma más general del discurso. La proposición está formada por palabras; sin
embargo, una palabra expresada aisladamente no es propositiva. Es la proposición la
que separa la expresión del lenguaje. Aunque una frase que no es propositiva puede
comunicarnos algo, no es lenguaje, es solamente una forma de comunicación.
Para que la proposición exista es necesario que al menos una de las palabras que forman
contenga, en su interior, la condición ser. El verbo es el que expresa la condición ser, es
la parte indispensable de cualquier propósito y, por tanto, de cualquier discurso. El
verbo afirma, es decir, indica que “el discurso en el que se emplea esta palabra es de un
hombre que no concibe solo los nombres, sino que los juzga”. Es la condición ser la que
permite que las palabras de una expresión puedan ser convertidas en lenguaje. Los
verbos se remiten todos a uno solo: el que significa ser. Todos los verbos tienen esta
función única, recubierta de determinaciones que la ocultan. Así por ejemplo, en vez de
decir “yo soy cantante” se dice “yo canto”. El ser se ha ocultado a lo largo de los años,
sin embargo se encuentra ahí.
Es gracias a esta función de los verbos que la gran cadena de lenguaje puede ser
eslabonada. Cuando las palabras se articulan a través del verbo se forman enunciados.
El enunciado es la parte mínima del discurso, y el verbo es la parte mínima de un
enunciado. Aunque una frase no signifique nada, se refiere a algo, desde el momento en
que es un enunciado. Por ejemplo la frase “todo lo que sube tiene que bajar” no
significa nada, pero se refiere a algo: que todo comienzo tiene un final, o que toda
acción negativa es descubierta algún día; esto depende, claro está, de la interpretación
individual que se le dé. Un enunciado se distingue de una serie cualquiera de elementos
lingüísticos por el hecho de mantener con el sujeto una relación determinada. El verbo
es el que permite relacionar todo discurso con la representación que designa. El lenguaje
es, de un cabo a otro, discursos, gracias al poder singular de una palabra: el verbo, el
cual hace pasar un sistema de expresiones hacia el ser de lo que significa.
LA FORMACIÓN DISCURSIVA
65
la medicina intervinieron otros discursos, por ejemplo el discurso estadístico y el
discurso matemático (que si tal cantidad de determinada sustancia afectaba de esta o
aquella manera a una célula etc.). Como las disciplinas son la mezcla de dos o más
discursos no podemos hablar de unidades disciplinarias ya que el dominio de estas
grandes familias de enunciados no está bien delimitado. No podemos hablar de la
medicina, de economía, la biología, el psicoanálisis o la gramática como discursos
aislados y únicos.
Un discurso no está exento del momento histórico en el cual surge y se desarrolla.
Debido a esto en los diferentes discursos hay series de enunciados con lagunas,
entrecruzamientos, diferencias, desviaciones, sustituciones y transformaciones. Es por
ello que en un discurso médico puede existir uno jurídico. Y en un discurso
psicoanalítico, uno biológico. Tomemos por ejemplo el discurso médico acerca del
aborto. Dentro del mismo no existe ninguna duda del método para practicar un legrado;
sin embargo, hay todo un discurso ético que cuestiona si el aborto es o no un asesinato.
Este segundo discurso surge a partir del momento histórico por el cual se esté
desarrollando el discurso médico acerca del aborto.
El cruce de discursos, la inferencia del momento histórico en el discurso, y el tipo de
relación del discurso con el objeto de conocimiento dan lugar a una formación
discursiva. La formación discursiva es la que se maneja al nivel social y la que surge
cuando la gente habla de un discurso mezclándolo con discursos propios, la cual es pues
una dispersión en los tipos de enunciación, y en la relación que un discurso guarda con
un objeto.
El verbo es el núcleo de una proposición. Al lado de este debe haber palabras para que
juntos formen una oración. El discurso puede enunciar todo el contenido de una
representación, gracias a que está hecho de vocablos que nombran parte por parte a la
representación.
Las palabras pueden designar, ya que su naturaleza misma es nombrar a los objetos, por
lo tanto debe haber tantas de ellas como objetos por nombrar. Pero si fuera así, cada
palabra estaría tan fuertemente enlazada con una sola y única representación que no se
podría formular la más mínima atribución. 27 Una palabra tiene que designar cualquier
elemento común a varias representaciones. Para que exista esta generalidad en las
palabras, debe haber dos ejes: uno que valla de individuo general al particular y otro que
vaya de la sustancia a la cualidad. Es decir, el primer eje agrupa individuos que tienen
entre sí cierta identidad, y separa a los que son diferentes, formando así una
generalización sucesiva de grupos cada vez más grandes. El segundo eje distingue a las
cosas que pueden subirse por sí mismas de aquellas que nunca tienen la posibilidad de
encontrarse en estado independiente.28
Esta es la primera articulación del lenguaje, ya que es el entrecruzamiento de estos dos
ejes reside el nombre común; y en los extremos, el nombre propio y el adjetivo. Cuando
se utiliza esta primera capa de articulación todo puede convertirse en discurso.
Ahora bien, para que el discurso sea realmente representativo, es necesaria una segunda
articulación de relaciones complejas entre los elementos de la representación. Para que
esta articulación sea posible, es necesario que exista en el discurso las preposiciones y
las conjunciones. Son necesarios los signos de sintaxis que indican relaciones de
identidad o de concordancia, y los de dependencia o de régimen: marcas de plural o de
27
Atribución: cualidades que pueden tener un objeto.
28
Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 1985, pp.102-103
66
género, casos de las declinaciones. La frase “Pedro ha llegado ayer” es correcta, pero no
“ayer a Pedro llegado”. A pesar de que la segunda frase tiene un verbo, sujeto y
predicado no es correcta, debido a que la articulación de sus elementos está mal hecha.
La frase “incoloras ideas verdes duermen furiosamente” tiene una estructura gramatical,
perfectamente correcta, pero su articulación no lo es. Las palabras correctamente
articuladas forman frases; las frases articuladas correctamente entre si forman el
discurso.
Es gracias a estas articulaciones que el discurso puede nombrar.
El discurso no es otra cosa que un inmenso rumor de dominaciones que se cubre, se
encierra, se ocultan, sin embrago permiten analizar sus relaciones internas más
complejas.
SIGNOS
El signo es la noción básica de toda ciencia del lenguaje; pero precisamente a causa de
esta importancia, es una de las más difíciles de definir.
La definición más prudente de signo es: una entidad que puede hacerse sensible y que
para un grupo de usuarios señala una ausencia misma. Esta ausencia permite que pueda
tener una generalidad en cuanto a su significación, ya que cualquiera puede rellenar este
vacío con una o varias ideas. 29
Para Saussure significante es la parte que puede hacerse sensible, significado es la parte
ausente, y la relación que mantienen ambas es la significación.
El signo es siempre institucional; en este sentido sólo existe para un determinado
número de usuarios. Pero fuera de una sociedad, por reducida que sea, los signos no
existen. No es justo decir que le humo es el signo natural del fuego; es su consecuencia
o una de sus partes. Sólo una comunidad de usuarios puede institucionalizarlo como
signo.
SÍMBOLOS
Los símbolos reúnen muchas de las características de los signos. Lo que los diferencia
de éstos es que son muchos más amplios en cuanto a la generalidad de los mismos con
la representación que tienen. Es decir, a un símbolo estarán unidas una serie de “cadeas
asociativas” mucho más amplias que en el signo. Pongamos un ejemplo: la frase “todo
lo que sube tiene que bajar” está formada por signos, las palabras que en su interior
podrán contener una serie de asociaciones, “todo” podrá estar asociado al universo, al
cuerpo humano, a la familia; sin embargo la frase, en su totalidad, será mucho más
amplia en el número de representaciones que cualquiera de las palabras que la forman,
ya que es simbólica, y cualquiera puede entender de ella lo que desee.
A partir del siglo XIII se inicia un cambio en los diferentes discursos de conocimiento:
biología, economía, medicina, etcétera, el ser humano comienza a aparecer como núcleo
de los discursos. Hasta fines del siglo XVIII, la vida o existía, sólo los seres vivos. 30
En efecto, se hacían clasificaciones y distribuciones, pero no cuestionamientos sobre la
vida misma. Se inicia un análisis del discurso, pero no de forma sino de contenido, y se
29
Osvaldo Ducrot et al, Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Siglo XXI, México, 1987,
pp. 122-123
30
Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 1985, p. 161
67
llega a un análisis de la relación del ser humano con los objetos. Sin embargo, para que
ese análisis fuera posible, hubo un cambio: el análisis del discurso fue disociado,
transferido e invertido; es decir, el ser del lenguaje se cambia por el ser del hombre. No
pueden coexistir el ser del humano y el ser del lenguaje. La incompatibilidad de ambos
ha sido una característica fundamental de nuestro pensamiento, y es de lo más visible
principalmente en tres formas de conocimiento: psicoanálisis, biología y medicina.
Además el descubrimiento de la existencia de los individuos reveló también a la
población y, con ella, a la producción; producción de bienes, de riquezas y de otros
individuos. Para la regulación y disciplina de los individuos, las instituciones
(hospitales, escuelas, iglesias, ejército, etcétera) han aplicado los discursos científicos
como forma de control.
Instrucciones
68
UNIDAD TRES
3. ALGUNOS TIPOS DE REDACCIÓN PARA EL
INGENIERO EN SERVICIO.
Redactar bien es el arte de construir la frase
con exactitud y originalidad, incorporando
al caudal de expresión un léxico y un estilo propios.
Martín Alonso
Acontinuación se presentan cuatro lecturas que nos permiten hacer una reflexión sobre
la tercera unidad del programa (Redacción forma y contenido: cualidades y vicios).
Redactar es hablar, pero utilizando signos que llamamos letras y que a su vez
representan sonidos que forman palabras, redactar es decir por escrito de cierta manera
lo que podemos decir con el lenguaje oral aunque en el lenguaje oral por su cotidianidad
descuidamos formas y concatenaciones de ideas.
Redactar significa entonces utilizar palabras para expresar pensamientos en un orden
que facilite su comprensión, de preferencia escribir ese pensamiento en forma bella o en
forma precisa.
Redactar un discurso implica una forma de comunicación que deben entender todos los
iniciados en ciertas habilidades técnicas, científicas o literarias.
El objetivo de presentar los artículos siguientes consiste en hacer notar tipos de
redacción y errores que se cometen al escribir con descuido.
El Ingeniero en comunicaciones y electrónica además de ser un científico técnico
necesita desarrollar habilidades de comunicación escrita esto es, necesita redactar,
participa, de dos maneras los proyectos, para la construcción de sistemas
comunicativos:
Es parte integrante de un equipo de trabajo ó desempeña roles de dirección en los
equipos de trabajo.
En el primer caso como integrante tiene que dar cuenta de su actividad particular
mediante informes solicitados por la dirección. Como directivo, el ingeniero reúne los
informes, los analiza en razón de su análisis y elabora un informe final.
Los dos tipos de informes, entonces no son excluyentes sino complementarios.
69
El primero es un documento que comunica en forma ordenada el estado de la actividad
que ha sido encomendada, es decir inicio, dificultades y avance, señalando las tareas
que siguen.
El informe es un documento que está sujeto a los lineamientos de la empresa
contratante, aunque en el caso de que no halla el modelo de informe el ingeniero tendrá
que elaborar su propio modelo.
El informe se refiere a un periodo determinado del desarrollo de un proyecto, citando
las actividades de forma cronológica, destacando las prioritarias, dará cuenta del
cumplimiento de metas, haciendo observaciones, acerca del cumplimiento de éstas, total
o parcialmente.
En el mismo informe dará cuenta del uso de los recursos asignados, de forma tal, que
sea notoria la claridad de la utilización de los mismos.
Escribirá acerca del comportamiento del equipo encargado del proyecto y de lo que se
espera en el periodo siguiente.
El informe entonces tiene un formato, en el encabezado se anotarán los datos de la
empresa contratante, la persona a quien va dirigido el informe, que puede ser otro
ingeniero. La rama del proyecto al que se está abocado en caso de que sea un proyecto
de gran magnitud, el nombre del responsable del proyecto o del sector de proyecto
correspondiente, fin del informe.
El informe debe manejar un lenguaje técnico si está dirigido a otros ingenieros ó
manejar un lenguaje comprensible para los no ingenieros, en todo caso habrá que
elaborar el informe en dos versiones.
Tipos de informes:
Cuando el ingeniero tiene una idea acerca de un proyecto que juzga importante para el
desarrollo de una empresa o institución la puede presentar esa idea oralmente o por
escrito.
Adelantando la importancia de ese proyecto, su relación con otros proyectos de la
misma empresa, los beneficios que reportaría a la empresa y la posibilidad de
desarrollar dicho proyecto, entonces el ingeniero elabora un ensayo lo mejor sustentado
técnicamente y teóricamente, este ensayo puede ser el preámbulo de una investigación
mucho más detallada.
El ensayo le sirve para explorar el campo en el que pretende situarse, por ello el ensayo
tiene la finalidad de presentar o mostrar las ventajas y desventajas de su idea y tambien
por ello el ensayo no tiene conclusiones, todo ensayo es exploratorio.
Todo ensayo se funda en una libertad de pensamiento y aún puede ser un sueño escrito.
El ensayo no es ni el anteproyecto ni el proyecto.
El ensayo de Santiago Kovadloff es un ejemplo de un caso verídico, donde la escritura
es vista como un peligro.
70
3.1. LA REDACCIÓN TÉCNICA31
Rosalía Díaz-Barriga Martínez
Las palabras son el revestimiento de las ideas. Para que haya claridad en la expresión, es
necesario que haya primero claridad en las ideas. También es cierto que la claridad de
pensamiento condiciona la claridad y exactitud de la expresión.
Un pensamiento claro, por lo tanto, es condición primera e indispensable de una buena
redacción científica y técnica. La redacción es una capa posterior al proceso creador de
ideas.
Los mejores documentos técnicos son escritorios por personas en lo más alto de sus
profesiones. Quienes han hecho trabajo importante, entienden su significado y escriben
acerca de ellos con seguridad y confianza. Además, escriben en un español simple y
directo.
Podemos definir a los escritores exitosos, como aquello que tienen algo qué decir y que
han aprendido a decirlo de una manera simple.
Otros, que no han trabajado mucho o que no entienden de una manera clara lo que han
hecho, escriben con una inseguridad que conduce a la confusión.
DEFINICIÓN
Por ejemplo:
31
DÍAZ-BARRIGA,MARTÍNEZ, ROSALÍA, Redacción Técnica, México, IPN. 2001, p.9-13
71
Subdivisiones
1. los productos finales, como los informes, que son paquetes concretos que se
entregan a un destinatario.
2. las habilidades que intervienen en la preparación del producto final
Productos finales
Los productos finales de la redacción técnica son fruto del trabajo rutinario de un
ingeniero. Si los ingenieros no pueden comunicar exitosamente sus ideas para informar
a los otros lo que han hecho, todo su esfuerzo fue inútil.
Además, entre más experiencia adquieren los ingenieros, más frecuentemente se les
piden recomendaciones para tomar decisiones o tomar decisiones ellos mismos. Por otro
lado, los clientes de las empresas escriben caras solicitando consejos sobre sus
problemas técnicos y esas cartas deben ser contestadas. Dentro de las instituciones
(industriales y académicas) regularmente los ingenieros tienen que escribir informes,
cartas y memoranda.
Los ingenieros que quieren alcanzar una buena reputación buscan publicar artículos en
revistas profesionales. Este tema será tratado en el capítulo 10.
Sin embargo, los documentos más solicitados son los informes de diferentes tipos,
incluyendo las tesis como informe final. Este tema, los anteproyectos y los informes de
avance, serán tratados en los capítulos 8, 9 y 11.
Los productos finales de la redacción técnica son los siguientes:
Cartas de negocios
Varios tipos de informes: anteproyectos, informes de avance, informes finales y
otros.
Artículos para revistas técnicas
Resúmenes
Manuales
Folletos
Propuestas
Memoranda
Especificaciones
72
Habilidades para prepara el producto final.
Existen ciertas técnicas que el escritor técnico usa frecuentemente, aunque no son
exclusivas de la redacción técnica, y que son partes importantes de un toso (por
ejemplo: de un informe).
Consecuentemente e autor técnico debe conocerlas. Las más importantes son la
definición, la descripción de mecanismos, la descripción de procesos y la clasificación.
Cada uno de estos problemas de redacción requiere de una atención cuidadosa. Estas
técnicas serán revisadas en el capítulo 7.
La naturaleza y complejidad de los temas tratados en los documentos técnicos
involucran al autor en algunos problemas estilísticos, sobre todo los relacionados con la
claridad. Algunos problemas de la estilística serán tratados en el capítulo 13.
La redacción de las introducciones, las transiciones y las conclusiones implica la técnica
de decirle a los lectores, primero: lo que se les va a comunicar, segundo: comunicárselos
y tercero: decirles lo que ya se les comunicó. Estos temas serán tratados en los capítulos
4 y 13.
Un elemento muy importante para a organización de la redacción es la construcción de
la tabla de contenidos, que será tratado en el capítulo 3, junto con la construcción de
índices.
Otros auxiliares en la redacción de los informes técnicos, como las notas, las
bibliografías, los apéndices y los glosarios serán tratados en el capítulo 5.
Finalmente, la gramática no es propiamente un tema formal de la redacción técnica,
pero constituye una necesidad para elevar la calidad de los documentos, por eso, en el
capítulo 13, junto con algunos problemas de estilo, serán tratados algunos de la
gramática
73
3.2. CUALIDADES DE LA REDACCIÓN32
ANTONIO INCLAN CHÁVEZ
REDACCIÓN
En nuestro nivel redacción es el ejercicio escolar que tiene por objeto acostumbrar al
alumno a expresarse por escrito, contribuir a la clasificación y enriquecimiento de sus
ideas y de su vocabulario y a la creación de un estilo personal.
CUALIDADES DE LA REDACCIÓN
Tradicionalmente las cualidades del estilo fueron señaladas por Azorín, y por válidas se
ha venido respetando en lo que va del siglo.
Azorín considera cuatro cualidades primordiales del estilo, agregamos una más. Las
cualidades son normas que deben seguirse para redactar correctamente. Son reglas o
requisitos que debe contener un buen texto. Estas son: claridad, concisión, sencillez,
naturalidad y originalidad.
Claridad
Claridad significa escribir con un pensamiento diáfano, comprensible, directo, con los
conceptos bien digeridos. La claridad es la exposición limpia, la sintaxis correcta: es
redactar un texto entendible sin que dé lugar a dudas. Cuando el pensamiento del que
escribe es captado sin esfuerzo por la mente del lector, hay claridad. La claridad la total
comprensión del texto.
El riesgo que corre un texto que no tiene claridad es el de no entenderse, entenderse
dudosamente o en parte.
Ejemplo de claridad es el fragmento del poema Vamos patria a caminar, el poeta
guatemalteco Otto René Castillo, maestro del frente Edgar Ibarra de las FAR, muerto en
Sierra de Minas en 1967.
Vamonos patria a caminar, yo te acompaño.
Yo bajaré los abismos que me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo me quedaré ciego para que tengas ojos.
Yo me quedaré sin voz para que tú cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras.
Para que emerja tu rostro flameado al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así indiscutiblemente.
Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar con tigo, relampagueante.
Acompañarte en tu jornada, porque soy un
[hombre
Del pueblo, nacido en octubre para la faz del
pueblo, nacido en octubre para la faz del
[mundo.
32
COMPILADOR INCLAN, CHÁVEZ, ANTONIO. Temas de redacción, UAM-X, México, 1994, p. 4-6
74
Concisión
Concisión es la cualidad que obliga a emplear únicamente las palabras que sean
absolutamente precisas y necesarias para expresar lo que queremos. Formular nuestros
pensamientos con el menos número de palabras, sin restar por ello lo principal al texto.
La concisión hace que cada línea, cada frase y cada párrafo, estén plenos de sentido.
El no considerar esta cualidad hace un texto vago, impreciso, cargado de palabras,
retórico.
Ejemplos de concisión son los textos que copiamos a continuación:
“Otro, el emperador el responsable, junto a quien consintió, busca que nada alcance a
perdurar y continúe”.
Sencillez
75
Pero a pesar de todo habrá un futuro espléndido.
Tú en nuestra tierra, con tu pueblo
Construirás al mundo.
Naturalidad
Esta cualidad se refiere al tono, o sea a emplear la lengua más usual, más habitual.
Quien escribe sirviéndose de su propio vocabulario es natural. Lo contrario de natural es
rebuscamiento, es el utilizar palabras que n se emplean, casi desconocidas o muy
difíciles de entender. El todo afectado no tiene naturalidad.
El riesgo de la falta de naturalidad es que el lector se valla frenando a cada momento,
distrayendo, aburriendo hasta que rechace el texto por ostentoso ridículo.
Ejemplo de naturalidad es el poema muchachas de Viet Nam, del poeta cubano
Roberto Fernández Retamar (1930).
76
Originalidad
América,
No puedo escribir tu nombre sin morirme,
Aunque aprendí de niño,
No me salen derecho los renglones;
A cada sílaba tropiezo con cadáveres,
Detrás de cada letra encuentro un hombre ardiendo
Y no puedo ni cerrar la A
Porque alguien grita como si quedara adentro.
……………
¡Pobre América!
En vano los poetas
Deshojen ruiseñores
No verán tu rostro mientras no se atrevan
A llamarte por tu nombre ¡América mendiga!
América de los encarcelados,
América de los parientes pobres
¡Nadie te verá si no deshacen
Este nudo que tengo en la garganta!
Los lingüista modernos, además de las cualidades del estilo, consideran cualidades de la
palabra. En la lengua literaria, las palabras varían, modifican y multiplican sus
funciones. La palabra es la herramienta del trabajador literario. Nosotros coincidimos en
este aspecto con el maestro Arturo Souto y anotamos las cualidades de la palabra:
musicalidad, efectividad, evocatividad, conceptualizad, simbolicidad.
77
3.3. VICIOS DE LA REDACCIÓN33
ANTONIO INCLAN CHÁVEZ
Para tener un buen estilo en redacción, no basta con observar las cualidades sino evitar
los vicios y defectos. Los vicios del estilo son frases incorrectas tanto en la escritura de
las palabras como en la sintaxis. Los vicios del estilo echan por tierra cualquier
redacción. Son vicios del estilo la cacofonía, la repetición y la anfibología.
Cacofonía
Repetición
Anfibología
Anfi significa dos. La anfibología es la falta de claridad en una expresión. Cuando una
frase da lugar a dos o más formas de entenderse o interpretarse, se dice que hay
anfibología. Anfibología es la ambigüedad en una construcción dando doble sentido a lo
que se enuncia.
Ejemplos:
Se obsequian mascadas para damas de seda.
Deje pasar primero a la dama como caballero.
Víctor como siempre presenta a su hermana a Ernesto.
BARBARISMOS
33
Ibidem. P. 6
78
Los vicios de expresión son palabras o frases incorrectas en su escritura o en si sintaxis;
éstos echan por tierra cualquier expresión oral o escrita.
Los más frecuentes vicios que originan barbarismos son:
El barbarismo consiste en pronunciar, escribir mal palabras o emplear vocablos
impropios. de esta definición de la Real Academia Española podemos diferenciar tres
clases de barbarismos: palabras mal pronunciadas, palabras mal escritas y palabras
impropias.
Palabras mal pronunciadas. Las palabras se pronuncian mal por acentuar indebidamente,
omitir, agregar o cambiar las letras o las sílabas.
EL ENSAYO
79
3.4. LAS MANOS DEL MIEDO34
SANTIAGO KOVADLOFF
34
KOVADLOFF SANTIAGO, La Nueva Ignorancia, Buenos Aires, Emece, 2000. p.22-26.
80
nada; y de un lector sospechoso, simplemente nada. Era inútil arriesgarse a morir por la
preservación de los libros que amábamos y asfixiante vivir en un país que aconsejaba
quemarlos. Pero de ese país también formaba parte otra dimensión de nosotros ya que
no sólo éramos los destructores de sus libros; éramos, asimismo. Los testigos de lo que
pasaba y de lo que hacíamos, y en relación al futuro éramos la memoria posible de las
grandes enseñanzas democráticas aprendidas en las páginas que habían ardido. Por eso
no lo dudábamos: la escenografía debía estar preparada para cuando ellos llegasen. No
debía haber un único indicio que delatara vocación republicana, admiración por el
estado de derecho, pasión por el estudio crítico de nuestra realidad.
El menos relevante de tales indicios sería, a los ojos de nuestros inquisidores, señal de
desobediencia. Esos ojos no debían tropezar con nada que los irritase. Debían
deslizarse a través de los títulos de nuestras bibliotecas con la secreta complacencia de
quien se sabe obedecido y verifica la radicalidad del acatamiento logrado. Incluso los
estudiantes demasiado nutridos podrían resultar sospechosos. Ya no importaba lo que
contuviesen. El riesgo consistía, sencillamente, en que se los viese repletos de libros. No
faltaron, por eso, quienes redujeron rápida e indiscriminadamente su caudal
bibliográfico, siguiendo, en este caso, un criterio primordialmente cuantitativo. Ningún
síntoma –se concluyó- resultaría más revelador de la buena salud cívica exigida por las
circunstancias que una biblioteca raleada.
Pero tampoco faltaron quienes se resistieron al padecimiento pasivo de esa embestida
irracional que forzaba al exterminio de los libros. Y prefirieron ocultarlos a destruirlos.
Pensaron que hay daños morales irreversibles. Los volúmenes quemados bien podrían,
en un futuro, reponerse.
Pero los hombres que los quemaban ¿podrían reponerse? Para los muchos que
estimaron que no, el peligro que acechaba era, por lo tanto, doble: si no ocultaban su
pasión por el pensamiento, corrían al albur de desaparecer para siempre, arbitrariamente
identificados con los voceros del terrorismo de izquierda gracias a esa trágica premisa
de la lógica totalitaria según la cual el nihilismo antioccidental y el amor al saber son
sinónimos. Por otra parte, si destruían sus libros se convertían ante sí mismo no sólo en
cómplices de la sinrazón sino en bárbaros a quienes la conciencia de la propia bajeza no
perdonaría jamás. Optaron, entonces, por desplazarse con sus libros a otros sitios: lejos
de sus casas, lejos de sus ciudades, lejos de sus provincias, lejos de su país. Porque
también se emigró para poder seguir leyendo.
Y no la folletería retórica de la guerrilla –con sus consignas de fraternidad impostada y
su promoción del Apocalipsis como escuela de redención-, sino auténtica literatura.
La que concibe la historia como estímulo a la creación constante, como tarea sierre
incumplida que nos impone la necesidad de una vigilia crítica indeclinable para evitar
que la ley- sin la cual no podemos vivir – se transforme en el dogma que no nos deja
vivir. De esa literatura, en suma, asentada en la convicción de que sin cultura puede
haber demografía pero no ciudadanía.
Así nacieron autenticas bibliotecas subterráneas. Ellas preservaron de las llamas obras
que hoy demuestran la versatilidad y la riqueza de los intereses intelectuales de los
argentinos, tanto como la ya pretérita solidez de una industria editorial que fue
paradigmática en el mundo de habla hispana y cuyos títulos, por otra parte, harían
sonreír a cualquier desavisado si se le dijera que por tenerlos incorporados a una
estantería se rozó la posibilidad de ir a parar entre rejas, o a la sala de torturas.
La curiosidad de muchos hurgadores de librerías cede hoy a la emoción cuando, en
alguna mesa de saldos, tropieza inesperadamente con un volumen familiar. Las manos
lo toman, acarician su lomo; los ojos advierten el leve barniz amarillento que ennoblece
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los bordes de sus páginas y entonces, en un susurro doliente, cada uno de esos lectores
se dice: “Yo queme un ejemplar de este libro”.
Hoy sabemos tan bien como entonces que en aquellos días aún no lejanos centenares de
nosotros fuimos cómplices de quienes desataron esa ola de salvajismo. No quisiéramos
contribuir al exterminio de nuestra generación arriesgándonos a morir por nuestros
libros, y entiendo que hicimos bien. Pero ya es hora de verificar si somos capaces de
vivir en consonancia con los ideales democráticos que esos libros quemados nos
ayudaron a forjar, cuya maduración y ejercicio exige una radical autocrítica por parte de
todos nosotros. No creo que podamos rendirles mejor homenaje póstumo. Ni que haya
mejor manera de evitar a nuestros hijos que mañana, mientras duermen sus propios
niños, deban alzarse en la noche par destrozar, con las manos del miedo, los símbolos
más hermosos de la libertad espiritual.
1983
Instrucciones
1. Escriba un ensayo por qué la telefonía celular es un peligro para la salud del ser
humano.
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4. BIBLIOGRAFÍA
8. JITRIK, NOÉ, Lectura y Cultura, 3ª. Edición, México, UNAM, 1998. Pp. 85
13. UNAM, Antología de Textos sobre lengua y Literatura, México, UNAM, 1971,
P.p.286.
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