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CAPITULO II.

EL GRAN ENCIERRO

La locura va a ser silenciada en la época clásica. En el siglo XVII se crean grandes internados.
En ellos se mezclan locos, pobres, desocupados, mozos de correccional.

En contra de lo que podemos pensar, el Hospital General (París) no tiene ninguna relación
con lo médico; es una instancia de orden, de orden burgués y monárquico, vinculada a la
justicia. Instituciones de encierro proliferan por toda Europa en esta época, la práctica del
encierro se generaliza, animada por la condenación de la ociosidad (no por criterios de
curación), por imperativos de trabajo.

La patria de la locura será el confinamiento, a partir de estas prácticas de encierro. Los


desocupados y mendigos son también recluidos, con la novedad de que se extraerá de ellos
trabajo productivo. Además de disimular la miseria social, se aprovechaba como mano de
obra. El criterio de trabajo y de ociosidad justifica inicialmente el espacio de la reclusión. En
la ley del trabajo hay una trascendencia ética; los locos son identificados con la ociosidad,
con la inutilidad social. Pero sobre todo es el criterio moral el que anima esta condena: el
taller de trabajo forzado es una institución moral, encargada de castigar una ausencia ética.

El criterio de productividad desaparece a lo largo del siglo XVII para dejar al descubierto el
carácter represivo de estas instituciones de encierro: la moral es aquí administrada, como
en otros sitios el comercio o la economía. La locura es percibida en relación a la pobreza, a
la incapacidad para trabajar, a la falta de valores éticos. La Razón y la moral funcionan como
criterio de exclusión, y van a fundamentar la práctica del confinamiento. La antigua libertad
de la locura acaba en la edad clásica entre cuatro paredes.

CAPITULO IV: FORMAS DE LA LOCURA

Aquí Foucault aborda las formas concretas en las que el pensamiento clásico (XVII y XVIII) ha
conocido la locura. I. Manía y melancolía. La noción de melancolía en el siglo XVI estaba
formada por ciertos síntomas, consistentes en todas las ideas delirantes que puede uno
tener de sí mismo. El sistema causal de la melancolía se basa en un humor negro que hay en
el cerebro. Lo que Foucault resalta es que estas definiciones no parten de una observación
rigurosa.

El debate sobre el humor melancólico, frío y seco, se puede resumir en cuatro puntos: 1. La
causalidad de las sustancias es reemplazada por el estudio de las cualidades, que se
transmiten del cuerpo al alma sin soporte. 2. Estas cualidades tienen una dinámica: el frío y
la sequedad entran en conflicto con el temperamento. 3. El conflicto puede nacer dentro de
la misma cualidad. 4. Circunstancias de la vida pueden modificar las cualidades; por
ejemplo, el ocio hace transpirar menos al cuerpo y retiene humores y calores perjudiciales.
La lógica secreta de las cualidades marca la noción de melancolía.
Además es una unidad simbólica formada por: - longuidez de los fluidos, - oscurecimiento
del espíritu, - viscosidad de la sangre, - espesor de los vapores, - viscosidad en los órganos.
Esta unidad no es conceptual ni teórica, sino sensible.

La manía se contrapone a la melancolía. El maníaco es impetuoso, tenso,. La causa de estos


males se encuentra en movimientos de espíritus animales: lentos en la melancolía, rápidos
en la manía. En general son mitos explicativos, no demostrados científicamente; sin
embargo son los antecedentes directos de la psicología moderna. Manía y melancolía se
contraponen como dos manifestaciones de una misma enfermedad. En todo caso, son
temas imaginarios los que organizan las explicaciones: es una estructura perceptiva lo que
se forma en los siglos XVII y XVIII, no un sistema conceptual o un conjunto sintomático. No
se ha partido de la observación para llegar a a imágenes explicativas, sino al revés, lo
imaginario determina la significación de los síntomas.

II. Histeria e hipocondría.

Poco a poco se van asimilando estas dos enfermedades, como variedades de "una
constitución morbífica de los espíritus". A lo largo de la época clásica van entrando en el
terreno de las enfermedades mentales, su posible origen orgánico queda olvidado. La
histeria es ardiente para la medicina de esta época, se produce por el flujo de vapores
cálidos. En cambio, la humedad en los vapores internos, el enfriamiento de las fibras se
asocia a la hipocondría. No se consigue clasificar a estas dos enfermedades con claridad. En
el caso de la histeria, son valores morales los que se vinculan a valores orgánicos. Según se
va abandonando la explicación orgánica (útero, matriz, estómago, etc) la histeria va
entrando en el mundo de la locura para la medicona. La enfermedad circula por el cuerpo,
pero se diferencian distintos tipos de cuerpos. La simpatía, la continuidad corporal en la
transmisión nerviosa es la clave de las enfermedades nerviosas. A finales del XVIII esto va a
cambiar. El enfermo ya no es inocente, el tema de la culpa, de la falta moral va permitir que
la histeria ingrese ya en la locura. La psiquiatría se funda en este tipo de valoraciones.

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