Está en la página 1de 15

EL PROCESO DE

SOCIALIZACIÓN
POLÍTICA
Joaquín Ungaretti

Ficha de Catedra

CATEDRA DE PSICOLOGIA POLITICA II


TITULAR: JORGE A. BIGLIERI
Socialización Política

1. El Proceso de Socialización

El término socialización, refiere al proceso por el cual los individuos adquieren


valores, actitudes y creencias, sobre los cuales se construye su identidad social en
el contexto socio-histórico en el que se encuentra inserto (Maccoby, 2007). Cabe
destacar que si bien la socialización es un proceso que se da a lo largo de toda la
vida de un individuo, de acuerdo con Berger y Luckmann (1968) existe una
secuencia temporal en dicho proceso, la cual permite discernir dos momentos
diferenciales: socialización primaria y socialización secundaria. Mientras que la
primera se asocia con aquellos procesos acaecidos en el interior de la familia, la
segunda tiene que ver directamente con los procesos relativos a la educación de
un individuo (Berger & Luckmann, 1968). En otras palabras, según estos autores:

La socialización primaria se da en la niñez; por medio de ella el individuo se


convierte en miembro de la sociedad. La socialización secundaria es cualquier
proceso posterior que induce al individuo ya socializado a nuevos sectores del
mundo objetivo de su sociedad. [...] Se advierte a primera vista que la
socialización primaria suele ser la más importante para el individuo, y que la
estructura básica de toda socialización secundaria debe asemejarse a la de la
primaria (Berger & Luckmann, 1968, p. 168).

La socialización primaria llegaría a su fin cuando los niños internalizan el mundo


objetivo a partir de los “otros significativos”, dando lugar a una identidad social
constituida por múltiples roles sociales. En consecuencia, la socialización
secundaria supone la internalización de “submundos institucionales”
dependientes de la estructura social (Berger & Luckmann, 1968). En estos
submundos circulan pautas de acción generalizadas (“roles”), con conocimientos
tácitos, rituales, mitos legitimadores, y semánticas propias, que en muchos casos
suponen una contradicción parcializada con respecto al mundo objetivo de la
socialización primaria. Tales contradicciones pueden hacer entrar en crisis la
obligatoriedad y la exclusividad del mundo objetivo internalizado en la
socialización primaria. No obstante, cabe destacar que esta contradicción se da
entre mundos de distinta carga afectiva, ya que mientras los “otros” de la
socialización primaria poseen una elevada carga afectiva, los roles de la
socialización secundaria son anónimos. Otro de los factores a tener en cuenta en
este punto, es que en el proceso de socialización influyen fuertemente las
expectativas que se tengan de las personas, y que éstas pueden estar facilitadas o

1
aumentadas por el afecto. De acuerdo con Arnett (1995), estas expectativas
mediadas por el afecto, pueden influir en la conformidad y la obediencia a las
normas grupales.

Otra de las clasificaciones posibles de la socialización es aquella propuesta por


Arnett (1995), en donde el autor distingue la socialización amplia (“broad
socialization”) de socialización estrecha (“narrow socialization”). En este sentido,
aquellas culturas que se caracterizan por una socialización amplia, promueven el
individualismo y la independencia a través de los diferentes agentes de
socialización como la familia, los grupos de pares, etc. En contraposición, las
culturas caracterizadas por una socialización estrecha tienden más a la
obediencia y a la conformidad, desalentando la desviación de la conducta
esperable.

2. Socialización Política

El estudio de la socialización política como parte del proceso más amplio de


socialización, comienza a finales del siglo XIX con estudios en el campo de la
educación cuyo objetivo era identificar la manera de inculcar actitudes sociales
funcionales al régimen político establecido (Rodríguez, 1989). Uno de los
principales cambios en relación a aquellos estudios, es que en la actualidad se
considera que la socialización política no sólo influye en las primeras etapas del
desarrollo, sino que todas las experiencias y acontecimientos que impliquen al
sujeto en cualquier etapa de su vida, podrán tener consecuencias en su forma de
ver, configurar y representar su mundo social y político.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, la socialización política podría ser


definida como aquella a través de la cual los miembros de una sociedad
incorporan un conjunto de actitudes, creencias, conocimientos políticos y
modelos de comportamiento que influyen en el sistema político. En esta misma
línea, Dawson (citado en González, 2006) propone una definición más acotada
del fenómeno y centrada en el individuo, sosteniendo que el proceso de
socialización política es aquel a través del cual los ciudadanos y ciudadanas
adquieren opiniones políticas que posteriormente tendrán consecuencias en el
sistema político. En igual perspectiva a la anterior, aunque abarcando más
dimensiones de la socialización política, Percheron (citado en Grawitz, Leca &
Jean, 1985) la define como el conjunto de procesos a través de los cuales todo
nuevo miembro de un sistema configura una representación de su sociedad y de
su sistema político, aprende los valores que fundamentan la cultura política de

2
esa sociedad, adquiere información sobre normas, reglas, instituciones y
estructuras de autoridad, y constituye un patrón de actitudes que determinarán
su comportamiento político.

La socialización política también puede ser abordada en tres dimensiones: como


proceso, como producto o como mecanismo social. Como proceso, la
socialización política está referida a las experiencias que forman la identidad
social del sujeto, contribuyen a construir la imagen de sí mismo y determinan sus
relaciones con el sistema político y sus instituciones. Como producto, la
socialización política está referida al conjunto de valores y normas relativos a la
política, que han sido apropiados por el sujeto, asegurando de esta forma la
identidad colectiva. Como mecanismo social, se refiere a las formas como se
reproduce, se mantiene y se transforma una determinada cultura política, a
través de las generaciones. En síntesis, la socialización política es importante
porque influye en la generación de valores (concepciones políticas), actitudes
(predisposición a la acción o decisión) y lealtades (ataduras afectivas a partidos
políticos, grupos, clases sociales, etc.) que afectan a la política y al sistema político.

En la mayoría de estas conceptualizaciones, se alude implícita o explícitamente a


dos procesos que marcan, a su vez, las dos tendencias relevantes en la
investigación sobre socialización política: los procesos que tienen que ver con el
desarrollo de sistemas políticos, y aquellos que tienen que ver con el desarrollo
de la identidad política de los sujetos.

A su vez, la socialización política puede adquirir una forma manifiesta o latente.


Es manifiesta cuando se comunica información, valores y sentimientos sobre los
objetos políticos de manera explícita. Por su parte, la socialización política latente
implica la transmisión de actitudes no políticas que afectan las actitudes hacia
roles y objetos análogos existentes en el sistema político (Almond y Powell, 1972).

Por otra parte, cabe destacar que en el proceso de socialización política, los
individuos no son sujetos pasivos que recepcionan y repiten estímulos
respondiendo al ideal adulto (Padioleau, 1976), sino que participan de manera
activa a través del cambio e interacción constante (Cot & Munier, 1978). En este
sentido, la realidad interviene como uno de los factores promotores del cambio
debido al interés de los sujetos por influir en el curso de la realidad social y
política. Entonces, la interiorización del objeto político en el proceso de
socialización va a depender de las características particulares de la realidad en la
que transcurre tal proceso, de las singularidades del individuo en términos de
madurez bio-psíquica y de la eficiencia de una serie de agentes socializadores
(Cadenas, 1991).

3
3. Modelos Teóricos de Socialización Política

Históricamente, los estudios de socialización política se han abordado desde dos


perspectivas: el enfoque tradicional y el enfoque dinámico:

1. El enfoque tradicional o “conservador” apunta a la reproducción y conservación


del sistema vigente, y entiende a la socialización política como el proceso de
transmisión y adopción de normas, valores, actitudes y conductas aceptadas y
practicadas por el sistema sociopolítico vigente (Rigel, 1970, citado por
Rodríguez, 1988). Este enfoque, que dio origen al estudio de la socialización
política, se mantuvo hasta principios de la década del setenta, cuando las
publicaciones de investigaciones sobre socialización política empezaron a
desaparecer. Esta desaparición gradual, fue atribuida a cuestiones de tipo
metodológicas y al fracaso para tomar en cuenta los modelos psicológicos de
desarrollo cognitivo (Dudley & Gitelson, 2002).

2. Enfoque dinámico: La perspectiva que continúa en el desarrollo histórico de la


investigación en socialización política, podría denominarse enfoque dinámico,
ampliado o transformador. Este enfoque, no solo involucra el estudio de los
valores y actitudes para el mantenimiento del sistema político vigente, sino
también el proceso de construcción de valores, actitudes y conductas, que
contribuyen a la transformación y transgresión del mismo.

A diferencia del período anterior, en el enfoque dinámico se presta mayor


atención a la edad adulta, se investigan los efectos de los ciclos vitales,
generacionales, la mentalidad de la época y se le otorga gran relevancia a los
acontecimientos sociopolíticos. Todas estas nuevas consideraciones, contribuyen
a restar crédito a las hipótesis planteadas en los primeros estudios sobre la
cristalización de las posturas políticas en los primeros años de la vida, la
idealización de las figuras políticas y de las instituciones, y la identificación con
las actitudes políticas de padre y madre (Rodríguez, 1988). Según Dudley y
Gitelson (2002), este renovado interés en la década de los noventa, se presenta
por la preocupación sobre las raíces del compromiso ciudadano estadounidense,
lo que condujo a los investigadores a examinar el conocimiento político que
tenían dichas personas. Sin embargo, en Latinoamérica se podría pensar que este
renovado énfasis en los procesos de socialización política se debió al interés por
una serie de acontecimientos histórico-políticos que tuvieron lugar en algunos

4
países latinos, como la transición hacia la democracia, la caída de regímenes
militares, la creciente modernización y el fortalecimiento de los movimientos
sociales conformados por los excluidos sociohistóricos (mujeres, indígenas,
desempleados, etc.).

4. Agentes de Socialización Política

Como fue mencionado en el segundo apartado de este capítulo, la interiorización


del objeto político va a depender, entre otros factores, de la eficiencia de un
conjunto de instituciones, organizaciones y personas que facilitan el aprendizaje
de lo político y se los denomina agentes de socialización política. Estos agentes
influyen en el individuo por dos vías: directa e indirecta. En el primer caso,
aquellos agentes especializados en política asumen la conducción de la formación
política y, en el segundo caso, aquellos agentes de socialización cuyas funciones
no son específicamente políticas, orientan al individuo hacia ciertos valores,
imágenes y símbolos que colaboran con determinados comportamientos
políticos. Es preciso destacar en este punto, que gran parte de la socialización
política se realiza por vía indirecta.

Los agentes de socialización política se dividen en primarios y secundarios de


acuerdo a su papel en las diferentes etapas del ciclo vital de un individuo:

I. Agentes primarios: Son aquellos que inician al niño en el proceso de


aprendizaje (e.g. familia) y operan con altos niveles de afectividad en momentos
decisivos para el desarrollo de la personalidad. Por ende, los contenidos políticos
que se transmiten en este período, desempeñan un papel fundamental y suelen
persistir en la edad adulta.

II. Agentes secundarios: Están constituidos por todas aquellas personas,


organizaciones, instituciones y medios que se relacionan con el individuo en
diferentes momentos de la vida (e. g. grupos de pares, instituciones educativas,
medios de comunicación, organizaciones religiosas, instituciones civiles y
partidos políticos).

A continuación se hará un análisis detallado sobre las influencias de cada uno de


los agentes socializadores mencionados:

5
4.1. Familia

Numerosos autores sostienen que la familia constituye uno de los principales


agentes de socialización (Collins, Maccoby, Steinberg, Hetherington, y Bornstein,
2000), entre otros motivos, porque las prácticas familiares reflejan y transmiten
los valores que se encuentran presentes y disponibles en la cultura.

En lo que respecta a la socialización política, diversos autores sostienen que el


comportamiento político se halla condicionado por las experiencias aprendidas
y transmitidas en el seno de la familia, siendo la infancia temprana el período por
excelencia para la formación de las actitudes políticas básicas (Abramson, 1983;
Dowse & Hughes, 1999). Asimismo, la familia en tanto espacio de socialización
reviste un papel decisivo en la formación democrática y ciudadana del sujeto
(Zuluaga, 2004) y en su comportamiento electoral, mediante la transmisión de
lealtades partidistas que conforman la base de las decisiones electorales en la vida
adulta. Esta transmisión, entendida como continuidad ideológica entre padres e
hijos, fue formulada por Lane (1959) como la ley de Mendel de la política. En otras
palabras, estas afinidades ideológicas se transmiten de padres a hijos, por lo cual
los individuos que nacen en el seno de una familia con una determinada
orientación política reproducirán en esa misma inclinación política (Castillo,
2000). El modelo expuesto, tiene unas importantes implicaciones para el estudio
y comprensión de los procesos políticos, puesto que ofrece una explicación acerca
de la estabilidad de los sistemas políticos a lo largo del tiempo. Según Percheron
y Jennings (1981), el esquema causal sería el siguiente: la transmisión paterna de
las afinidades partidistas, tiene como efecto la continuidad de las preferencias de
una generación a otra, lo cuál es la causa directa de la estabilidad del sistema de
partidos.

Los estudios pioneros de Greenstein (1965) y de Hess y Torney (1965), aportaron


las primeras fuentes de evidencia empírica para sostener la hipótesis de la
transmisión familiar de afinidades ideológicas. Según estos autores, los niños
norteamericanos tenían la capacidad de definirse como demócratas o
republicanos a edades muy tempranas, aunque su nivel de información sobre
política fuera muy reducido. Asimismo, Greenstein (1965) encontró que un
número relativamente bajo de niños se identificaban con un partido distinto al
de sus padres. En este mismo período, en la universidad de Michigan (1965), se
llevó a cabo el estudio empírico de mayor relevancia sobre socialización política
de la década con una muestra nacional de 1.500 alumnos de Escuelas Superiores.
Al igual que lo sucedido en los estudios anteriores, también se corroboró la
continuidad ideológica entre padres e hijos. Sin embargo, el estudio reveló que
los estudiantes tenían un grado de identificación ideológica más débil que sus

6
padres (Jennings & Niemi, 1968). Otra de las conclusiones importantes a las que
se arribó fue que el éxito en la transmisión de las lealtades partidistas, está en
función del grado de politización del hogar, siendo más probable que los hijos
tuvieran las mismas actitudes que los padres si en su hogar se discutía sobre
política. Otro dato importante es que la transmisión era más difícil cuando uno
de los padres no tenía adscripción partidaria y aún más difícil si cada uno de los
padres era afín a un partido distinto.

Años más tarde, un estudio transcultural llevado a cabo en Estados Unidos,


Holanda, Gran Bretaña, Alemania Occidental y Austria en 1974 también reveló
que los hijos tendían a tener un grado de identificación partidista más débil que
los padres (Barnes & Kaase, 1979).

En la década del 90’, un estudio del Instituto de la Juventud (1991) sobre las
actitudes políticas de los jóvenes españoles, preguntaba a éstos a qué personas e
instituciones solían acudir para dialogar sobre acontecimientos políticos. Entre
las instituciones, un 20% señaló a la familia, frente a otras instituciones con más
dimensión política (partidos o sindicatos), a las que sólo acudían un 2% de los
jóvenes. Entre las personas, un 45% acudían a alguno de los dos progenitores,
siendo las mujeres las más inclinadas a debatir sobre temas políticos con la
familia. En este mismo estudio se preguntó a los jóvenes qué personas e
instituciones les habían influido más en la formación de sus actitudes políticas y
un 38% señaló al padre, mientras que un 27% señalaba a la madre.

A pesar de la evidencia empírica acumulada sobre el papel que juega la familia


en la formación política de los sujetos, el conocimiento sobre la forma en la que
las normas políticas son transmitidas en el seno de la familia es bastante limitado.
Existen bastantes indicios de que el proceso de aprendizaje de las afinidades
ideológicas no se basa en un proceso de adoctrinamiento, sino que depende más
bien de los comportamientos observados por el niño durante su etapa de
socialización.

Actualmente, la familia ha sufrido cambios sustanciales en su estructura y en sus


dinámicas, perdiendo parte del protagonismo que históricamente ha tenido en el
proceso de socialización y cediendo espacio a otros agentes que describiremos a
continuación:

7
4.2. Educación Formal

La educación representa una influencia importante en el proceso de socialización,


aunque sus características particulares y su influencia puede variar de acuerdo a
cada sociedad y cultura (Arnett, 1995).

El espacio escolar, como mediador en los procesos socializadores, involucra dos


agentes importantes de socialización política: el sistema educativo y el grupo de
pares (que se desarrollará en otro apartado).

En cuanto al sistema educativo, Friedmann (1997) señala cinco variables


relevantes en el aprendizaje político en la escuela:

a. El profesor: Existen diversas características personales del docente que


transmiten conocimiento político, como su capacidad pedagógica, su estilo de
gestión y enseñanza, su comprensión del rol como figura de autoridad, su
sensibilidad e intuición y su disposición a constituirse en ejemplo democrático
para la clase.

b. El clima o atmósfera educativa: Un clima abierto y democrático en las clases,


incentiva el desarrollo de determinadas actitudes políticas positivas, tales como
mayor valoración de las propias capacidades políticas, mayor conciencia de la
responsabilidad cívica y menor grado de cinismo político. El clima educativo
interviene en lo que se ha llamado el “currículo oculto”, que constituye la
formación latente que se da a través del sistema educativo y que involucra los
aspectos no formales de la educación.

c. El currículo: Dentro de este factor se incluyen las asignaturas directamente


relacionadas con contenidos políticos. Las investigaciones sobre la influencia de
estas asignaturas en las actitudes políticas de los alumnos, han hallado resultados
contradictorios. Por ejemplo, en los estudios de Langton y Jennings, (1968,
citados por Rodríguez, 1988) y Patrick (1972, citado por Rodríguez) no se
encontró ninguna influencia de las materias con contenidos políticos, pero en los
estudios de Niemi y Junn (1998, citados por Dudley & Gitelson, 2002) sí se
encontró dicha influencia.

d. Material y libros de enseñanza: Según Friedmann (1997), no se puede determinar


el grado de influencia que ejercen los materiales de enseñanza. No obstante,
desde el punto de vista de la socialización latente se podría analizar el contenido
de los libros de texto, dado que investigaciones sobre el “currículo oculto”, han
encontrado estereotipos de género, etnia, clase y el ocultamiento de hechos y
personajes históricos que han transgredido el sistema (Torres, 1994).

8
e. El escolar: Algunas variables propias del individuo escolarizado, facilitan u
obstaculizan la influencia de las variables anteriormente mencionadas, tales
como su grado de desarrollo, sus expectativas y motivaciones, la socialización
política familiar previa (Hartmann, 1982), su identidad e historia personal, su
posición social dentro del salón de clase (Friedmann, 1997) y la etapa del ciclo
vital por la que esté atravesando.

Al igual que sucede con la familia, Dudley y Gitelson (2002) sostienen que aún
no se conocen los mecanismos mediante los cuales la educación afecta el
conocimiento político, constituyéndose en una “caja negra”.

En lo que respecta a la influencia de la educación superior sobre los


comportamientos o valores políticos de las personas, se han considerado dos
aspectos. Uno es el nivel, es decir, el hecho de estar un mayor número de años en
el proceso educativo formal permite que las personas lleguen a ser más
tolerantes, menos autoritarios, más izquierdistas e idealistas, entre otros (Jenssen
& Col, citados por Jacobsen, 2001). El otro aspecto está relacionado con el ambiente
universitario. Fairbrother (2003), señala que el espacio de la universidad es
percibido por los estudiantes como “más libre”, en el que se puede llegar a
confrontar y discutir más abiertamente las cuestiones nacionales y políticas, al
tiempo que se posibilitan alternativas de participación no formales.

4.3. Grupo de Pares

Un grupo de pares es un conjunto de individuos que comparten una categoría


común, como por ejemplo la edad, la ocupación, el nivel educativo, etc. (Wolf,
2008). El grupo de pares va cambiando a medida que pasa el tiempo, así, durante
la infancia se compone principalmente de compañeros de clase de la escuela
primaria, mientras que durante la adolescencia y la juventud, se compone de
personas que comparten actividades, intereses o un mismo estatus
socioeconómico.

Los grupos de pares resultan un agente socializador muy eficaz, dado que en
ellos, el sujeto experimenta directamente formas de organización y estructuras
de autoridad diferentes a las que ha conocido en la propia familia, visualiza como
cambian las normas y reglas sociales y tiene la oportunidad de manifestar sus
intereses y hacerlos valer. En palabras de Rodríguez (1988), en el grupo de pares
los sujetos tienen una experiencia directa de procesos paralelos a los de la política.
También, en el grupo de pares el sujeto establece relaciones que le permiten

9
autoreferenciarse para hacerse consciente de sus opiniones y derechos a través
del trámite de los conflictos, la comunicación intersubjetiva y la colectivización
de normas, procesos desde donde se forjarán a futuro sus prácticas democráticas.
Cabe destacar que en ocasiones, todas aquellas actitudes adquiridas en relación
a su grupo de pares, pueden dar lugar a una resocialización de los padres.

Friedmann (1997) señala que en la niñez y adolescencia los pares pueden actuar
como:

a. Grupo de referencia: Los pares son vistos como “instancias de autoeducación”,


ya que el comportamiento dentro del grupo es manejado por los pares y no por
los adultos.

b. Modelo de vida y agentes de esclarecimiento: El grupo de pares permite probar de


manera autónoma los “modelos de vida” enseñados por los adultos, e integrar
elementos de dichos modelos a su propia personalidad. Además, ayuda a
procesar conflictos de autoridad con los mayores, sirviendo como “instancia de
esclarecimiento”.

c. Función de descarga y de nexo: De nexo, porque el grupo actúa como enlace entre
la familia y el ámbito económico y político integrando de esta manera los
adolescentes al sistema social (Eisenstadt, 1966). En este sentido, el grupo de
pares puede tener una influencia directa en la socialización política, ya sea
produciendo una actitud de anomia y alienación frente al sistema político, o bien,
brindando posibilidades de actuar político. También puede ocurrir que grupos
extremistas ejerzan una gran influencia sobre personalidades débiles, de manera
que cambien sus sistemas de creencias en relación a la política.

Como se hizo referencia anteriormente, cada agente socializador tiene efectos


diferenciales dependiendo del ciclo del desarrollo que esté atravesando y de la
calidad e incidencia de los otros agentes. Por lo tanto, se podría pensar que el
grupo familiar es más influyente durante las primeras etapas de la vida y los
grupos de pares van cobrando una mayor influencia a partir de la adolescencia.
Sin embargo, cuando las comunicaciones intrafamiliares son muy intensas en la
niñez y adolescencia, a los pares les resulta mucho más difícil transmitir nuevas
normas, valores y actitudes (Friedmann, 1997). Se ha encontrado que
organizaciones no políticas son igualmente importantes que las políticas en la
generación de participación democrática, ya que al participar en toma de
decisiones se aprende a identificar los intereses propios con los de la colectividad
y a sentirse más integrado dentro de la vida en comunidad (Olsen, 1982, Putman,
1993, citados por Glanville, 1999). También se ha propuesto que la participación
en organizaciones de diversos tipos, media entre los individuos y la sociedad,

10
produciendo efectos saludables como sentimientos de autoeficacia y de
adecuación (Neal & Seeman, Otto & Featherman, citados por Hanks, 1981). Al
respecto, se han realizado investigaciones que buscan encontrar la influencia de
la participación de adolescentes en actividades extracurriculares u
organizaciones voluntarias, en el comportamiento político en la adultez. Hanks
(1981) encontró que la participación en organizaciones voluntarias en la
adolescencia, está relacionada con la forma y el grado en que la gente participa
en actividades políticas en la adultez y más fuertemente asociada con formas de
participación diferentes a la conducta de voto, tales como participación en
campañas y debates. Glanville (1999), preguntándose si esta relación no se debe
a otras variables previas, tales como rasgos de personalidad o actitudes políticas
constituidas con anterioridad, analiza una encuesta similar a la del estudio de
Hanks (1981), pero controlando factores como sociabilidad, interés político,
conciencia política y aptitudes de liderazgo. Con este estudio encontró resultados
similares a los de Hanks (1981).

4.4. Medios de comunicación

De acuerdo con Arnett (1995), las sociedades varían en relación a la cantidad y el


acceso que poseen sus miembros a los medios de comunicación. En la actualidad,
en la mayoría de las sociedades occidentales existe una amplia variedad de
medios que tienen incidencia en el proceso de socialización. Si bien en algunos
países existen restricciones legales en relación a qué tipos de contenidos se
ofrecen a los niños a través de los medios, se tiende a considerar que tanto niños,
como adolescentes y adultos, se encuentran expuestos a una oferta mediática
enorme.

Existen varios estudios que exploran las relaciones entre niños, adolescentes y
jóvenes y medios de comunicación especialmente en torno sus capacidades
socializadoras. No obstante, estos estudios no se limitan a la población infanto-
juvenil sino que también exploran las relaciones entre el consumo de medios de
comunicación por parte de adultos, específicamente en cuanto a sus prácticas
electorales, a la publicidad y consumos de bienes y servicios, entre otros.

Actualmente, los medios de comunicación están jugando un papel muy


preponderante para tramitar la información institucional y no institucional sobre
el sistema político, e incluso, para impulsar procesos de acción y movilización
social. Sin embargo, parece existir un cierto consenso en afirmar que este agente
no logra su influencia en la socialización política actuando solo, ya que las

11
diferentes instancias y agentes socializadores están actuando por distintas vías,
lo cual tiene un efecto combinado sobre la socialización política.

Algunas investigaciones sostienen que los medio de comunicación son la


principal fuente de información política y que los jóvenes que siguen las noticias
en los medios, están más dispuestos a hablar y discutir de política en sus grupos
de pertenencia (Chaffee, 1977). En este mismo estudio, el autor sostiene que la
importancia de los diferentes medios de comunicación en la socialización política
varía con la edad, siendo en la niñez más influyentes los medios audiovisuales y
en la adolescencia y adultez la prensa. No obstante estas elucidaciones, en un
estudio posterior, el autor no ha podido demostrar la existencia de una
correlación entre consumo de noticias políticas y actividad política (Chaffee,
1979).

Años más tarde, se encontró que las discusiones interpersonales favorecen un


mayor uso de periódicos (Tan, 1981). Por su parte, Garramone y Atkin (1986)
encontraron que la exposición a las noticias transmitidas por tv y radio está más
fuertemente relacionada con el conocimiento político general, y es un mejor
predictor de conocimiento de eventos recientes que de conocimiento
fundamental sobre política. Por el contrario, la exposición a noticias escritas en
materia de política, permite predecir por igual ambos tipos de conocimiento.

Revisando diversas investigaciones, Buckingham (1999) halló resultados


contradictorios sobre la importancia de los medios en relación con otros agentes
de socialización. Señala que la gente ve las noticias pero las olvida fácilmente, les
presta poca atención y realiza esfuerzos cognitivos mínimos sobre lo que está
viendo. Entonces cabría preguntarse, ¿de qué manera los medios de
comunicación y en particular los contenidos de tipo político influyen en los
procesos de socialización y expresión política? Una definición sintética sobre la
función socializadora política de los medios de comunicación que permite
responder a esta pregunta, es aquella proporcionada por Cabero (1994), en la que
considera que los medios de comunicación persiguen la incorporación del
receptor a un grupo cultural, presentándole las normas por las que éste se rige,
las conductas aceptadas y rechazadas. Desde esta perspectiva podría pensarse
entonces, que los medios desempeñan una función ideologizante y adoctrinante.
En síntesis, los medios de comunicación cumplen una clara función ideológica en
cuanto sistema de representación de la realidad sociocultural y política donde se
desarrolla el individuo (Cabero, 1994, citado por Bermejo & Cabero, 1998, p. 2).

12
5. Socialización política y cambio social:

Históricamente el estudio de la socialización política puso fundamental énfasis


en comprender cuál es la influencia que sus resultados ejercen sobre la conducta
política en la vida adulta. Si bien a partir de la década del 70’ quedó demostrado
que a lo largo de la vida de los individuos se producen cambios notorios (Sears
et al., 1973; Peterson & Somit, 1982), para entender cuál es el proceso que opera
en la continuidad o el cambio de las orientaciones políticas transmitidas por los
diferentes agentes de socialización, Jennings y Niemi (1975) postularon tres tipos
de efectos a los que estarían expuestos los seres humanos:

a efectos del ciclo de vida: aquellos cambios propios del


transcurso de la vida, como son nuevas responsabilidades,
necesidades y oportunidades que llevan a los jóvenes a modificar
sus orientaciones políticas. En este punto, por ejemplo, algunas
investigaciones sugieren que los jóvenes tienden a participar menos
que los de mayor edad en política (Verba & Nic, 1972). Otros
autores sostienen que las actitudes y la conducta política se hallan
relacionadas al ciclo vital a través de factores de personalidad
individuales (Rosenberg & Farrel, 1976). Asimismo, parece existir
cierta correlación entre los ciclos vitales y ciertas posturas políticas
generales, dando cuenta que mientras aumenta la edad, los jóvenes
adoptan actitudes más liberales y los adultos se van haciendo más
conservadores (Merelman, 1971).

b efectos generacionales: son los cambios que ocurren


entre las cohortes generacionales producto de similares
condiciones de vida y experiencias compartidas, que favorecen el
desarrollo de una ideología común. Entre ellas suelen destacarse las
crisis económicas o conflictos bélicos. Los estudios sugieren que
estos efectos tienen mayores repercusiones en aquellos grupos de
edad que se hallan en una etapa de estructuración subjetiva
personal, alrededor de los veinte años (Sigel & Hoskin, 1977).

c efectos de la época: son aquellas influencias sobre el


comportamiento producidas por eventos y experiencias
particulares que afectan a un grupo de sectores sociales o a todos
ellos (AGREGAR).

13
También son variadas las diferencias entre los grupos y sus movimientos en el
tiempo y eso afecta el comportamiento político, tales como etnias, razas,
migraciones, logros educacionales, movimientos en la escala social, entre otros.
Los cambios pueden ser de tal magnitud que conlleven a procesos de
desocialización y resocialización política, como en los casos de migraciones de un
país a otro, movilidad subcultural (religiosas, criminales, etc.) y cambios
radicales de sistema político (Sigel & Brooks, 1977).

No obstante estos posibles cambios, en ocasiones ciertas lealtades partidistas se


conservan en el tiempo aunque los estímulos a la competencia interpartidista no
estén presentes porque se hayan producido períodos autoritarios como son, entre
otros, los casos de Guatemala con el partido la Democracia Cristiana
Guatemalteca, que después del gobierno militar llega al poder en 1985 con Vinicio
Cerezo; el caso de Argentina con el Partido Radical que logra el poder con Raúl
Alfonsín en 1983, una vez concluida la dictadura militar; y de Venezuela donde
el partido Acción Democrática vuelve al poder en 1958 después de la dictadura
militar iniciada en 1948.

14

También podría gustarte