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Ficha de fuentes Nº 4: Esparta y Atenas en el período arcaico

Historia de Clásica 2 B T. Vespertino


Prof. Cifuentes

I-Selección de fragmentos sobre Esparta

Origen y extracto de “La Retra” de Licurgo


“Licurgo trajo de Delfos un vaticinio, que se da el nombre de Retra, y es de este tenor:
“Edificando templo a Júpiter Silano y a Minerva Silania, conviene que [dis]tribuyendo tribus,
centuriando centurias, y creando un Senado de treinta con los Arqueguetas, tengan estos el
derecho de congregar según los tiempos a los padres de familias entre [los ríos] Babuca y
Cnaquión, de tratar con ellos, y de disolver la junta”. En este vaticinio tribuir tribus, y
centuriar ceturias, es dividir y repartir el pueblo en secciones, de las cuales a las unas se las
llamó tribus, y a las otras centurias. Arqueguetas se decían los reyes; y congregar era reunir
en una junta pública; porque quiso que se refiriese a Apolo el principio y la causa del
gobierno. [...]Congregada la muchedumbre, a ninguno de ella se le permitía hablar de otros
asuntos, y solo era dueño el pueblo de decir sobre el dictamen propuesto por los ancianos y
los reyes pero fue más adelante cuando alterando los de la muchedumbre, y violentando las
propuestas con añadir o quitar, Los reyes Polidoro y Teopompo añadieron esto a la Retra:
“Tengan el mando los excelsos reyes, que son tutores de la amable Esparta, y los graves
ancianos, luego el pueblo; y yo los premiaré con rectas leyes”
Plutarco, Vida de Licurgo, Cap. VII.

“No dio Licurgo leyes escritas, y antes era esta una de las llamadas retras; porque creía que
lo más esencial y poderoso para la felicidad de la ciudad y para la virtud estaba cimentado
en las costumbres y aficiones de los ciudadanos…” Plutarco, Vida de Licurgo, Cap. XIII.
“Licurgo a prescrito que el Rey ofrecería en nombre de Estado todos los sacrificios públicos,
a causa del dios de que desciende, y que conduciría al ejército allí donde la ciudad lo enviara.
Le ha otorgado el derecho a retirar su parte de las víctimas, asignándole en gran número de
ciudades periecas bastante terreno escogido para que no carezca de los recursos necesarios,
sin llegar no obstante a poseer más riqueza de lo conveniente”.
Jenofonte, La República de los Lacedemonios, Cap. XIV.

Institución de la Gerusía:
“Entre las muchas innovaciones hechas por Licurgo, la principal fue la creación del Senado,
del que dice Platón que unido a la autoridad real mal dispuesta, e igualado con ella en las
resoluciones, sirvió para los grandes negocios de salud y de freno; porque estando como en
el aire el poder, e inclinándose, ora por parte de los reyes a la tiranía y otra por parte de la
muchedumbre a la democracia, equilibrado y contrapesado con la autoridad de los ancianos,
que era a modo de un común presidio, tuvo ya más seguro orden y consistencia;adhiriéndose
los veintiocho ancianos a los reyes, siempre que había que contrarrestar a la democracia, y
dando vigor al pueblo para evitar la tiranía.”
Plutarco, Vida de Licurgo, Cap. VI.

La institución del eforado


“Probablemente son estos mismos hombres (los principales ciudadanos) los que han
ayudado a Licurgo a establecer el poder de los éforos […] pensaron seguramente que esta
magistratura, en proporción a su poder, marcaría a los ciudadanos con un temor del que
derivaría la obediencia. Los éforos pueden, pues, infligir una multa a quien crean
conveniente, y son dueños de exigir su pago inmediato […] pueden también deponer a los
magistrados en ejercicio, encarcelarlos e intentar contra ellos un proceso capital.”
Jenofonte, La República de los Lacedemonios, Cap. VIII.
“Viendo todavía sus sucesores una oligarquía moderada y fuerte […] la contuvieron como
con un freno con la autoridad de los Éforos unos ciento y treinta años después de Licurgo...”
Plutarco, Vida de Licurgo, Cap. VII.

Educación de los niños y los banquetes públicos o syssitia.


“Era un derecho y un deber que todos los ciudadanos tomaran parte en las comidas
comunitarias [...] En Esparta era característico que el ciudadano debía pagar los gastos de la
mesa de su propia riqueza…” Plutarco, Vida de Licurgo, Cap. XII.
“...Licurgo, en vez de dejar a cada cual en particular la libertad de dar esclavos, como
pedagogos, a sus hijos ha encargado la educación de éstos a uno de los ciudadanos, al que
se reviste de la más alta magistratura: se le llama el pedónomo. Le ha dado amplias
facultades para reunir a los niños, vigilarlos y castigar severamente sus negligencias si el
caso lo requiere. Le hace acompañar por jóvenes provistos de látigos, para infligir los
castigos necesarios. Y así es como en Esparta se consigue mucho respeto unido a mucha
obediencia.” Jenofonte, La República de los Lacedemonios, Cap. II.

La mujer espartana.
“A causa de que estando los hombres continuamente en el ejército, tenían que dejarlas dueñas
de todo, ya que contemplarlas por lo mismo y llamarlas señoras. [...] Ejercitó los cuerpos de
las doncellas en correr, luchar, arrojar el disco y tirar con el arco, para que el arraigo de los
hijos, tomando principio en unos cuerpos robustos, brotase con más fuerza; y llevando ellas
los partos con vigor, estuviesen dispuestas para aguantar alegre y fácilmente los dolores. [...]
El casamiento era un rapto, no de doncellitas tiernas e inmaturas, sino grandes ya y nubiles.
La que había sido robada era puesta en poder de la madrina,que le cortaba el cabello a raíz,
y vistiendola con ropa y zapatos de hombre, la recostaba sobre un mullido de ramas, sola y
sin luz; el novio entonces, no embriagado ni trastornado, sino sobrio, como que venía de
comer en el banquete público, se le acercaba, le desataba el ceñidor, y se ayuntaba a ella,
poniéndola sobre el lecho.”
Plutarco, Vida de Licurgo, Cap. XV.

La comunicación y el laconismo espartano


“En cuanto a la moneda del lenguaje, quiso que en una dicción concisa y breve se encerrase
mucho sentido; formando con el mismo silencio a los jóvenes, sentenciosos y muy diestros
en dar respuestas; porque así como en los dados a los placeres el exceso hace que por lo
común queden débiles y enervados para la procreación de la misma manera el inmoderado
hablar hace la dicción necia y vacía de sentido. [...] El lenguaje lacónico, que parece
demasiado conciso, abraza bien los asuntos, y se clava en la mente de los oyentes; porque el
mismo Licurgo parece que era también hombre de pocas palabras y muy sentencioso.
Plutarco, Vida de Licurgo, Cap. IV.
La organización militar
“Todos llevarían un vestido rojo, puesto que ningún otro, pensaba, se parece menos al de las
mujeres y es más útil para la guerra [...] además autorizó a los que habían llegado a la edad
adulta, a dejarse crecer el pelo, por estimar que así parecerían más altos y tendrían un aspecto
más notable y más terrible […] Así dispuestos los hombres, fueron divididos por él (Licurgo)
en seis falanges de caballería e infantería. Cada uno de los de infantería posee un polemarca,
cuatro legiones, ocho centurias y dieciséis secciones…”
Jenofonte, La República de los Lacedemonios, Cap. XI.

II-Selección de fragmentos sobre Atenas


Situación social de Atenas
“Entonces la desigualdad de los pobres con los ricos había alcanzado como quien dice su
punto máximo. La ciudad se encontraba en situación de extremo peligro y sólo parecía que
iba a recobrar la calma y librarse de la agitación si se instauraba una tiranía. Todo el pueblo
estaba entrampado con los ricos; pues o labraban sus campos y les pagaban un sexto de la
cosecha, por lo que se les llamaba hektemorio y thêtes, o, endeudándose con la garantía de
sus personas, quedaban en manos de quienes les prestaban y unos servían allí como esclavos
y otros eran vendidos en el extranjero. Muchos se veían obligados a vender a sus propios
hijos — pues ninguna ley lo impedía— y a abandonar la ciudad por la dureza de los
prestamistas. Pero los más y más fuertes se reunieron y se animaban unos a otros a no dejar
así las cosas, sino, eligiendo como único defensor a un hombre de confianza, acabar con los
morosos, redistribuir la tierra y cambiar por completo el sistema político.”
Plutarco, Vidas Paralelas II, Solón, 13, 3-6

“Pues a la abolición de las deudas le dio el nombre de seisáchtheia. Ésta fue la primera
medida política que tomó, al decretar que se condonaran las deudas existentes y que en el
futuro nadie prestara bajo fianza de las personas.”
Plutarco, Vidas Paralelas II, Solón, 15, 2
“En segundo lugar Solón quiso dejarles a los ricos todas las magistraturas, como hasta
entonces, y mezclar el resto del gobierno, en el que el pueblo no participaba. Tomó las rentas
de los ciudadanos y a los que entre sólidos y líquidos obtenían en conjunto las quinientas
medidas los colocó en el primer rango y les dio el nombre de pentacosiomedimnos; en el
segundo, a los que podían alimentar un caballo o producir trescientas medidas; a éstos los
llamaban «miembros de la caballería». Los de la tercera renta recibieron el nombre de
zeugitas; consistía ésta en doscientas medidas de los dos tipos. El resto se llamaron todos
thêtes; a éstos no les permitió desempeñar ninguna magistratura, sino que su participación en
el gobierno se limitaba a formar parte de la asamblea y de los tribunales. Y eso al principio
carecía de importancia, pero luego resultó ser algo importantísimo, ya que dejó en manos de
los jueces la mayoría de los litigios; pues incluso en aquellos en los que dio atribuciones a
los magistrados para juzgarlos, también sobre aquéllos dejó a cualquiera la posibilidad de
apelar ante el tribunal.”
Plutarco, Vidas Paralelas II, Solón,18, 1-3

“Instituyó a partir de los arcontes de cada año el Consejo del Areópago, al que también él
pertenecía por haber sido arconte; pero como veía al pueblo aún soliviantado y envalentonado
por la abolición de las deudas, le asignó además un segundo Consejo. Eligió para ello de cada
tribu (y eran cuatro) cien hombres y les encomendó que deliberaran antes que el pueblo y
evitaran que se hiciera ninguna propuesta a la Asamblea sin deliberación previa. En cuanto
al Consejo anterior, lo consolidó como supervisor de todo y guardián de las leyes, convencido
de que si fondeaba con los dos Consejos, a modo de anclas, la ciudad estaría menos expuesta
a la zozobra y tendría al pueblo más tranquilo.”
Plutarco, Vidas Paralelas II, Solón, 19, 1-2

Sobre la tiranía
“En cambio, el tirano sale del pueblo y de la masa contra los notables, para que el pueblo no
sufra ninguna injusticia por parte de aquéllos. Se ve claro por los hechos: casi la mayoría de
los tiranos, por así decir, han surgido de demagogos que se han ganado la confianza
calumniando a los notables. De las tiranías, en efecto, unas se establecieron de este modo,
cuando ya las ciudades habían crecido otras, antes de esto, surgieron de reyes que se apartaron
de las costumbres de sus antepasados y aspiraban a un mando más despótico”.
Aristóteles, Política, libro V, 1310b, 3-5

La mirada poética de Solón sobre la Justicia


“Hijas espléndidas de la Memoria y del Zeus del Olimpo, Musas de la Piéride, oíd esta
súplica: dadme bonanza, tocante a los dioses felices; y en cuanto toca a los hombres, que
tenga siempre un buen nombre; la vida al amigo y amargué la del enemigo, respetado por
unos, terrible a los otros.”
Solón, Elegías 1, 1-7

“…igual se presenta el castigo de Zeus; y no siempre con todos, Como el hombre mortal, se
enfada igualmente, pero jamás se le oculta del todo aquel que en su pecho alberga injusticia,
y siempre al final lo descubre. Paga este enseguida, el otro más tarde; uno escapa, y no le
toca el destino que envían los dioses; no obstante, el vuelve al cobro; y sin culpa pagan la
pena los hijos de aquél, o su posterior descendencia.”
Solón, Elegías 1, 26-32

“Ya no vuelve a sanar la ciudad que padece esa llaga; y no tarda en caer en la vil servidumbre
que despierta interna discordia y la guerra dormida, que destructora de tantos magníficos
jóvenes; pues una bella ciudad se agota enseguida por obra de sus enemigos, con bandos que
alientan los malos. Y mientras cunde por todo el común la desgracia, son muchos los de entre
los pobres que salen a tierra extranjera a servir como esclavos, y se atan a lazos infames”
Solón, Elegías 2, 17- 25

“Nunca nuestra ciudad morirá por decreto de Zeus ni por voluntad de los dioses siempre
felices; pues la mágnánima hija de un padre fuerte la guarda; Palas Atenea, poniéndole
encima las manos.”
Solón, Elegías 3, 1-4

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