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Todo el mundo utiliza el dinero, pero los conceptos como „sistema fraccionario
bancario“ y „creación múltiple de dinero” quedan bajo los efectos de una nebulosa.
Esta situación está en el interés de los bancos que se han apropiado de la creación del
dinero. Los Bancos Centrales principalmente ponen en circulación solo el dinero en
metálico, que, dependiendo de cada país, no supera el 5 hasta 20 por ciento de todo el
volumen del dinero. La mayor parte, el 80 hasta 95 por ciento del dinero, son medios
de pago sin efectivo y puestos en circulación por los bancos comerciales: en forma de
créditos a disposición de los clientes en sus cuentas corrientes.
Últimamente, la mayor parte del dinero creado sirvió para meros negocios financieros
especulativos que no tuvieron ningún beneficio para la economía real, al contrario, la
dañaron en cada vez mayor grado. La bolsa y los ciclos coyunturales son empujados
irresponsablemente al extremo por este dinero bancario fuera de cualquier control –
maniáticamente excesivo en tiempos de buena coyuntura y durante unas fases de
„boom“, y demasiado reservado y depresivo en las crisis del endeudamiento que
surgen después. Cuando los bancos mismos quiebran, siempre corren peligro los
saldos de sus clientes. Si el estado rescata a los bancos y garantiza los depósitos
bancarios, se nacionalizan las pérdidas, mientras los beneficios se quedan en manos
privadas.
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Todo el dinero debe ser creado exclusivamente por una institución pública e
independiente. En la Unión Europea desempeña esta función el Banco Central Europeo
y los Bancos Centrales de los países miembros de la UE. Deberían, definitivamente,
convertirse en el cuarto poder del estado, el Poder Monetativo, co-existiendo con el
Poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Este Banco Central tiene que ser independiente,
al igual que los tribunales y respondiendo solamente a las leyes – independiente frente
a los deseos de los gobiernos y parlamentos, pero también independiente frente a la
mentalidad del auto-servicio del sector bancario y de otros intereses financieros. En un
régimen monetario de estas características se podrán desarrollar también monedas
locales complementarias y otros sistemas de compensación del tipo cooperativo.
El gobierno y los parlamentos no podrán interferir en las decisiones del Banco Central
independiente. Sin embargo, el nuevo dinero creado debería trasmitirse al gobierno
sin interés; la forma de ponerlo en circulación será a través de los diversos gastos
públicos. En los últimos años, el señoreaje (el beneficio que se obtiene por la creación
y emisión de dinero) que el Banco Central no ha cobrado debido a la circunstancia que
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la creación del dinero está casi en su totalidad en manos privadas ascendió en la Unión
Monetaria Europea a la suma de 200-400 mil millones de euros anuales, que equivale,
por ejemplo, para Alemania de 50-100 mil millones de euros que sería el 2-6 % de todo
su presupuesto nacional. Aunque el aumento de la cantidad de dinero creado en forma
de créditos por parte de los bancos fue excesivamente alto en los últimos tiempos (la
así llamada “burbuja”), el estado pierde, de todas formas, una importante partida de
ingreso si la cantidad de dinero que se crea es menor.
Primero: El dinero estará seguro, y esto sin garantía gubernamental, puesto que los
saldos en las cuentas corrientes ya no podrán desaparecer. En caso de que un banco
entrara en dificultades de solvencia no correrá el riesgo, como sucede en la actualidad,
que todo el sistema financiero colapse. La política y toda la sociedad no se verá
chantajeada por una crisis bancaria.
Segundo: El hecho que los bancos ya no podrán crear dinero limitará la oferta excesiva
o escasa de dinero. A los mercados ya no les será posible crear los excesos
especulativos financiados con créditos (leverage) por falta de “combustible
monetario”. El dinero se mantendría de manera mucho más estable en circulación y
correría con mayor fluidez con la consecuencia que los ciclos coyunturales y de
inversión financiera no mostrarán los extremos como hoy en día y se moderarán y se
desarrollarán con más constancia.
Tercero: La creación inflacionista de dinero por parte de los bancos será sustituida por
un régimen de un poder público en el que únicamente el Banco Central tendrá el
control del volumen del dinero en circulación. El Banco Central podrá, por primera vez,
prevenir de forma eficaz las burbujas especulativas y la inflación de precios
controlando la masa monetaria y administrándola según el potencial del desarrollo de
la economía real.
Medidas como introducir una tasa sobre inversiones especulativas o aumentar la cuota
de capital de los bancos no tendrán mucho efecto, en cuanto no se haya erradicado la
causa monetaria de la crisis financiera y de la crisis de la banca. Por eso, hace falta
urgentemente una reforma en profundidad de nuestro sistema monetario: sustituir el
dinero bancario por el dinero íntegro y establecer los Bancos Centrales estatales
definitivamente como el cuarto poder del estado: el Poder Monetativo.