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N C IA

U D E
I S PR C IVIL
JUR CESAL
PRO

ANÁLISIS Y CRÍTICA Nulidad procesal: ¿Es realmente una sanción? 193


JURISPRUDENCIAL

Tribunal constitucional declara nulo remate porque el aviso se colocó en un inmueble


ENTRE CORCHETES diferente 199
COMENTARIOS Y ANOTACIONES
Contestación de demanda firmada solo por el abogado no genera la nulidad del auto que
la admite 204

TENDENCIAS Improcedencia liminar de la demanda 207


JURISPRUDENCIALES

NULIDAD PROCESAL: ¿ES REALMENTE UNA


Análisis y crítica SANCIÓN?
jurisprudencial
Renzo I. CAVANI BRAIN(*)

Es muy común identificar la nulidad procesal con una sanción o una pena,
lo cual es una concepción influenciada en gran parte por la doctrina y por
TEMA la propia técnica legislativa. No obstante, luego de un examen de diversos
RELEVANTE conceptos pertenecientes a la Teoría General del Derecho, la respuesta po-
dría ser totalmente distinta. En ese sentido, el presente artículo busca sus-
tentar que la nulidad es una consecuencia jurídica y no una sanción.

1. Determinar si la nulidad es o no una sanción es de vital porque ni siquiera existe una posición unánime dentro
importancia pues se trata nada menos que de la esencia de la doctrina que reconoce que la nulidad se da con la
jurídica de dicha categoría, pero, a la vez, es un tema declaración del juez y no antes(1). Algunos afirman que
cuyo asidero no es tan sencillo. Esto está demostrado es una sanción; otros, que es una consecuencia. Por

(*) Egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima. Coordinador Ejecutivo de Revista Jurídica del Perú y La Ley. Responsable del
Área de Derecho Procesal Civil de Gaceta Jurídica S.A.
(1) El acto viciado es una consecuencia de la inobservancia de la forma –sea esta la más insignificante–, mientras que el acto nulo siempre será una
consecuencia del acto viciado, lo cual debe ser necesariamente declarado por el juez. Se deduce con claridad que sin vicio, la nulidad no puede
presentarse. El vicio es su razón de ser, lo cual no quiere decir que sea su causa determinante, pero sí es su causa originaria. Toda nulidad proviene
de un vicio, pero no todo vicio produce una nulidad; de esta manera, no vale confundir acto viciado con acto nulo. En efecto, cuando la ley afir-
ma que algún acto es nulo, no nos encontramos ante una afirmación ontológica, sino ante un comando normativo, a determinar que se decrete la
nulidad del acto (cfr. TESHEINER, José Maria. Pressupostos processuais e nulidades no processo civil. Saraiva, São Paulo, 2000, p. 18).

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nuestra parte, consideramos preciso adoptar una u otra son fenómenos que están normados por el Derecho,
posición valiéndonos exclusivamente del concepto de consagrando ciertas pautas para su utilización, las cua-
sanción y para ello debemos recurrir a la teoría general les no pueden ser comparadas, por ejemplo, con las del
del Derecho. Esto es lo que procuraremos hacer, sucin- Derecho Penal. En efecto, si los contratantes no res-
tamente, en las siguientes líneas. petan la forma preestablecida por ley para la creación
2. En su magistral obra El concepto de derecho(2), H. L. de determinado contrato, no cometen una infracción
A. HART logra distinguir, en primer lugar, normas cuyo ni tampoco violan ningún deber. En síntesis, el enun-
incumplimiento genera una infracción, una trasgresión ciado de ambos tipos de normas podría verse reflejado
de un deber o un ilícito. Hay ilícito si, por ejemplo, de la siguiente manera: el primer tipo sería “haga esto,
nos encontramos frente a normas penales, que pres- quiera o no”; mientras que el segundo, “si quiere hacer
criben una determinada conducta bajo amenaza de ser esto, esta es la forma de hacerlo”(4).
impuesta una sanción o pena. En este caso, dicho ilíci- Nos encontramos, pues, frente a dos tipos de normas:
to será un delito. Lo mismo sucede con los ilícitos ci- las primeras establecen deberes de conducta y su vio-
viles referidos a las normas de responsabilidad civil: lación produce la imposición de una sanción; las se-
Existe un deber de no dañar al otro (neminem laedere), gundas establecen medios para cumplir las primeras
pero si se daña, cabe una sanción que podría ser la in- e, inclusive, para crearlas, en tanto confirieren al indi-
demnización (de hecho, hay otras más). Así, “esas nor- viduo facultades para ello (creación de situaciones ju-
mas exhortan a los individuos a emprender u omi- rídicas). En suma, este último tipo de normas jurídi-
tir ciertas acciones, amenazando el comportamiento cas son normas potestativas –pues están destinadas a
contrario con pena. Con ello delimitan claramente el conferir potestades(5)– cuya estructura formal es distin-
ámbito de lo jurídico del de lo antijurídico; prohibi- ta a las que imponen deberes: el no acatamiento de es-
ción y mandato y, en contraposición a ello, la libertad, tas se encuentra en el plano antijurídico (de ahí se justi-
el campo jurídico de lo permitido y libre, son, conse- fica la sanción), mientras las otras habitan en el mundo
cuentemente, las más importantes funciones concep- de la libertad(6). Sería un grave error confundir una nor-
tuales de estas reglas; la imposición de deberes y su ma con otra, asumiendo erróneamente que todas las
consecuencia concretizada, el deber o la obligación, normas jurídicas entrañan deberes y, por tanto, sancio-
representan la función más importante de estas normas nes. En efecto, “la función del derecho no se agota en
vistas desde el lado del destinatario. Entuerto o injus- la fijación de los presupuestos del deber ni, consecuen-
to (antijurídico) es el comportamiento que infringe es- temente, en la separación del mundo de las acciones
tas normas”(3). u omisiones jurídicas del de las antijurídicas. No toda
Sin embargo, hay otros tipos de normas jurídicas que acción que se emprende dentro de la zona de lo jurídi-
no presuponen la exigencia del cumplimiento de un co tiene el mismo valor”(7). En consecuencia, nos en-
deber –y, por ello, tampoco se prevé una sanción–. Es- contramos frente a reglas primarias, que prescriben
tas normas jurídicas tienen presencia en distintos ám- que los seres humanos hagan u omitan ciertas accio-
bitos del derecho, como en el derecho privado, donde nes lo quieran o no, y frente a reglas secundarias, que
los sujetos tienen libertad para autorregular sus intere- se refieren a las primarias en tanto determinan cuán-
ses. Así, los contratos, el testamento y el matrimonio do estas son violadas(8). A decir verdad, Hart distingue

(2) H. L. A. HART. El concepto de derecho. Trad. Genaro R. Carrió, 2ª ed. (reimp.), Editora Nacional, México DF, 1980, p. 34 y ss.
(3) B. J. MAIER, Julio. La función normativa de la nulidad. Depalma, Buenos Aires, 1980, p. 114. Cabe resaltar que este autor, en las páginas previas
de su obra, realiza una interesante crítica a la teoría de Hans Kelsen. Asimismo, al exponer el pensamiento de Hart, dice Carlos Santiago Nino:
“El que los hombres se guíen por normas potestativas en su actividad cotidiana, tanto como se guían por normas de obligación, sugiere la necesi-
dad de no obscurecer el primer aspecto normativo del derecho reduciéndolo al segundo” (Introducción al análisis del derecho, 2ª ed. ampliada y
revisada, 9ª reimpresión, Buenos Aires: Astrea, 1998, p. 90).
(4) H. L. A. HART. Ob. cit., p. 36.
(5) Aquí Hart distingue las normas que confieren potestades privadas (celebración de matrimonios, contratos, etc.) estableciendo condiciones para su
ejercicio válido, y aquellas que confieren potestades públicas (facultades legislativas, jurisdiccionales, etc.) (Cfr. H. L. A. Hart. Ob. cit., p. 38; DE
LUCAS, Javier y otros. Introducción a la teoría del derecho. Tirant lo blanch, Valencia, 1997, p. 137).
(6) B. J. MAIER, Julio. Ob. cit., p. 121.
(7) Ibídem, p. 116.
(8) DE LUCAS, Javier y otros. Ob. cit., p. 138. Adviértase que las normas primarias y secundarias según la concepción de Hart no son equivalentes
a la terminología kelseniana. Kelsen se refiere a las normas primarias como verdaderas normas jurídicas (todas llevan una sanción y se dirigen a
funcionarios que deben aplicarlas), mientras que las normas secundarias “no son para él auténticas normas, sino partes o fragmentos de normas
jurídicas genuinas que integran el antecedente o la condición de aplicación de las normas primarias. Así, por ejemplo, las reglas que confieren

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las reglas secundarias en tres gru- destinado a producir una situación que-
pos: de reconocimiento o identi- rida por el ordenamiento jurídico(13).


ficación de las reglas que confor- El juez ni las partes tienen Sin embargo, para la consecución de
man el sistema jurídico; de cambio ningún tipo de deber jurídico dicha situación querida, es imprescin-
o transformación de tales reglas, y (tal como ha sido conceptua- dible que, por el solo hecho de impor-
que confieren potestades a los fun-
do) de cumplir con las normas tar una verdadera orden o un manda-
cionarios y particulares para crear- to, exista “una reacción –negativa– por
las; y de adjudicación o aplicación que imponen una determina-
parte de tal ordenamiento frente al su-
a los casos concretos, determinan- da forma de realización de los


jeto que omite actuar uno de sus pre-
do si se ha infringido o no una regla actos procesales. ceptos”(14). Y esta reacción negativa no
primaria(9). es otra que la sanción(15). Sin la san-
3. Una atenta doctrina nacional, des- ción, el deber jurídico se vacía de todo
pués de discurrir sobre la esencia contenido, pues sin una consecuencia
del deber jurídico como un medio de protección al negativa para el sujeto que incumple un deber, este
titular de una situación jurídica subjetiva de venta- queda exactamente en la misma posición que quien no
ja (como, por ejemplo, un derecho subjetivo), desti- está compelido a realizarlo.
nado a impedir la obstrucción del goce de dicha si- 4. De la lección anterior, queda clarísima la correspon-
tuación(10), y luego de reconocer que el deber jurídico dencia –e interdependencia– entre deber y sanción,
también es un medio de realización de una situación uno como situación de desventaja, otra como conse-
jurídica subjetiva de ventaja destinado a satisfacer el cuencia del incumplimiento de tal situación de desven-
interés que esta presupone(11), advierte acertadamen- taja. Nos preguntamos ahora: En un proceso, ¿será que
te que “la presencia de un deber jurídico sin un corre- el juez o las partes tienen el deber de realizar los ac-
lativo derecho subjetivo en modo alguno autoriza a tos a su cargo en forma válida? ¿Están en una situación
concluir que aquí tal deber pierde su calidad de ‘me- de desventaja? La respuesta es clara: el juez ni las par-
dio’ o ‘instrumento’, para convertirse en un fin en sí tes tienen ningún tipo de deber jurídico (tal como ha
mismo. Lo que en tal caso ocurre es simplemente que sido conceptuado) de cumplir con las normas que im-
dicho deber está ‘protegiendo’ o ‘realizando’ una si- ponen una determinada forma de realización de los ac-
tuación distinta del derecho subjetivo, que, al igual tos procesales.
que este, ha sido considerada ‘relevante’ por el orde-
Aquí podría argumentarse que, en el caso del juez y los
namiento jurídico”(12).
auxiliares jurisdiccionales, si su desempeño al aplicar
Entonces, el deber jurídico, siendo una situación ju- las reglas procesales es deficiente, son pasibles de ser
rídica subjetiva de desventaja imputada normativa- sancionados por el órgano de control. Véase el caso,
mente a un sujeto, implica un comportamiento de este por ejemplo, de un juez que motiva su sentencia de

potestades legislativas y que regulan su ejercicio no serían sino condiciones de cuyo cumplimiento (junto con el de otras normas) depende que los
tribunales apliquen las sanciones establecidas en las leyes” (DE LUCAS, Javier y otros. Ob. cit., p. 137; v. también NINO, Carlos Santiago. Ob.
cit., pp. 84-88). Por su parte, PRIETO SANCHÍS, Luis. Apuntes de teoría del derecho, Trotta, Madrid, 2005, p. 62, explica en forma sucinta la
concepción kelseniana, y señala que las normas secundarias son transformaciones de las primarias, de manera tal que “el contenido de la norma
secundaria resulta ser la conducta opuesta a la que expresa la condición de aplicación de la primaria. Si esta última dice que ‘el que matare será
castigado…’, la norma secundaria o dirigida a los ciudadanos habrá de decir ‘no debes matar’”. No obstante se muestra en desacuerdo con el in-
separable vínculo norma jurídica-sanción, Prieto Sanchís resalta que el mérito de la teoría de Kelsen radica en advertir que el uso de la fuerza es
un rasgo fundamental de todo orden jurídico.
(9) Ibídem, p. 66. No es nuestra intención profundizar más en la lección de Hart, por lo que nos remitimos al profesor español, quien realiza un mag-
nífico resumen sobre el punto central del pensamiento del profesor de Oxford (Ibídem, pp. 65-72).
(10) ESCOBAR ROZAS, Freddy, “Algunas cuestiones fundamentales sobre el deber jurídico”. En: Teoría general del derecho civil. 5 ensayos. Ara,
Lima, 2002, pp. 36-37.
(11) Ibídem, p. 38.
(12) Ibídem, pp. 39-40.
(13) “En consecuencia, podemos afirmar, a la luz de lo expuesto, que el deber jurídico no es sino aquella herramienta que, impuesta como necesidad
de realizar cierto comportamiento, el Derecho utiliza para garantizar la permanencia y, eventualmente, la realización de ciertas situaciones jurídi-
cas; o la permanencia o consecución de ciertas situaciones no-jurídicas a las que considera ‘deseables’” (Ibídem, p. 40).
(14) Ibídem, p. 47.
(15) Con clara influencia de las lecciones de Hart, y concibiendo el deber jurídico en términos cercanos a los expuestos: TALAMINI, Eduardo. “No-
tas sobre a teoria das nulidades no processo civil”. En: Revista Dialética de Direito Processual Civil. N° 29, Dialética, São Paulo, 2005, p. 39.

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forma absolutamente inaceptable. No cabe duda que En efecto, según Hart la nulidad viene a ser una espe-
cabrá una sanción disciplinaria, por lo que podría con- cie de “castigo” a los sujetos que inobservaron la re-
cluirse que la inobservancia de las normas de validez gla, pero la esencia de dicho “castigo” en modo algu-
(la motivación es una de ellas) sí puede acarrear una no puede ser comparable con la sanción que impone la
sanción. Sin embargo, esta posición se desbarata por sí regla penal si no es acatada. El “castigo” que acarrea
sola pues la sanción prevista es precisamente la disci- la nulidad sería no permitir que las consecuencias jurí-
plinaria, sea esta una amonestación, una de tipo pecu- dicas queridas se concreticen, pero nunca una sanción.
niario o, incluso, la destitución, ¡pero no la nulidad de Además, la sumisión a un deber bajo amenaza de una
la sentencia!(16). sanción, no se condice con el verdadero desempeño
Asimismo, es sintomático que sea el propio Hart, de de los sujetos ante las reglas que confieren potestades:
manera explícita, quien rechaza que la nulidad (cual- cuando los contratantes fijan sus propias reglas no es-
quiera que esta sea, agregamos nosotros) sea una san- tán pensando en ningún “deber de celebrar válidamen-
ción. Transcribamos su lección que no deja mayor te el contrato”, ni tampoco en alguna “sanción por ce-
ápice de duda: “(…) la nulidad no puede (…) ser asi- lebrarlo defectuosamente”. Esto, sin duda alguna, está
milada a un castigo establecido por una regla como es- fuera de la ecuación(18)(19).
tímulo para que uno se abstenga de las actividades que
la regla prohíbe. En el caso de una regla del derecho Siguiendo de cerca la posición de Hart, la lección de
penal podemos identificar y distinguir dos cosas: un Julio B. Maier resulta bastante clara: “¿Puede com-
cierto tipo de conducta que la regla prohíbe, y una san- pararse –o ponerse en un mismo nivel– la declara-
ción destinada a desalentar esa conducta. Pero, ¿cómo ción de la nulidad con la imposición de una sanción?
podríamos ver a esta luz, actividades socialmente de- Desde un punto de vista material esta concepción es
seables tales como las que cumplen los hombres cuan- insostenible. Las sanciones no son tan siquiera con-
do se intercambian promesas que no satisfacen las exi- cebibles si no pueden conectarse, por lo menos ob-
gencias legales en cuanto a la forma? Esto, a diferencia jetivamente, a un perjuicio para el infractor o, en el
de la conducta desalentada por el derecho penal, no es peor de los casos, para alguna otra persona; la idea de
algo que las reglas jurídicas que establecen formalida- mal irrogado o de perjuicio es consustancial a ellas
des para los contratos estén dirigidas a suprimir. Sim- sin entrar a discutir aquí la problemática valorativa
plemente dichas reglas no le acuerdan reconocimiento que se esconde tras estos conceptos. La nulidad no re-
jurídico”(17). presenta de por sí ningún perjuicio, aunque en casos

(16) “(…) durante el curso del proceso, hay normas instrumentales dirigidas a las partes, al juez y a sus auxiliares acerca del modo, forma, lugar, tiem-
po y demás aspectos relevantes para la práctica de los actos procesales. Algunas de ellas conciernen a actos específicos (arts. 225, 232, 458, etc.).
Otras constituyen límites aplicables a la generalidad de los actos del proceso. Y ese último grupo de normas técnicas es el que interesa para el es-
tudio de las nulidades procesales. Como fue indicado, el incumplimiento de una norma impositiva de conducta puede implicar la sanción al tras-
gresor. Ya la no observación de las reglas técnicas atinentes al modo, forma, lugar, tiempo y demás aspectos de los actos procesales no genera la
incidencia de una sanción, pero puede acarrear una invalidez. El acto practicado sin la observancia perfecta de las reglas técnicas se vuelve inútil
para los fines pretendidos” (TALAMINI, Eduardo. Ob. cit., p. 40).
(17) H. L. A. HART. Ob. cit., p. 43. En el mismo sentido, NINO, Carlos Santiago. Ob. cit., pp. 90-91, quien le da la razón a Hart.
(18) Cfr. H. L. A. HART. Ob. cit., p. 52. Con esto, pensamos, lanza una crítica terminante a la idea de Kelsen quien, como vimos, había afirmado que
toda norma jurídica acarrea una sanción. Más adelante, el profesor de Oxford continúa reafirmando su posición: “La confusión en que se incurre
al concebir la nulidad como semejante al mal amenazado, o a las sanciones del derecho penal, puede ser puesta de relieve de otra manera. En el
caso de las reglas del derecho penal, es lógicamente posible y podría ser deseable que hubiera tales reglas aún cuando no se amenazara con casti-
go u otro mal. Se puede sostener, por supuesto, que en tal caso no habría reglas jurídicas; sin embargo, podemos distinguir claramente la regla que
prohíbe cierta conducta, por un lado, y el establecimiento de sanciones a ser aplicadas si la regla es trasgredida, por otro; y suponer que la prime-
ra existe sin la segunda. Podemos, en cierto sentido, quitar la sanción y dejar una pauta, o criterio de conducta, inteligible que aquella estaba des-
tinada a hacer observar. Pero no hay la posibilidad lógica de hacer tal distinción entre la regla que requiere el cumplimiento de ciertas condicio-
nes, por ejemplo, la firma de testigos para que haya un testamento válido, y la llamada sanción de ‘nulidad’. En este caso, si el no cumplimiento
de esta condición no trajera aparejada la nulidad, no podría decirse inteligiblemente que la regla existe sin sanciones, ni siquiera como regla no
jurídica. El establecimiento de la nulidad es parte de la regla misma de este tipo, de una manera distinta a como el castigo está ligado a una regla
que impone deberes” (H. L. A. HART. Ob. cit., p. 44).
(19) Por su parte, PRIETO SANCHÍS, Luis. Ob. cit., p. 63, señala que la teoría de la norma jurídica de Kelsen presenta dos problemas muy particula-
res: i) “si una norma jurídica es aquella cuyo ‘deber ser’ consiste en imponer una sanción, se hará necesaria otra nueva norma cuyo ‘deber ser’ sea
otra sanción para el caso de incumplimiento de la primera; y así sucesivamente; de modo que, si aceptamos que el número de normas de un sis-
tema es limitado, habrá una última norma cuyo ‘deber ser’ sancionatorio no se halle asegurado por ninguna otra norma de sanción”; y ii) se veri-
fica la existencia de normas sin sanción, “y la explicación kelseniana de considerar a tales normas como partes, fragmentos o antecedentes de las
genuinas normas jurídicas resulta en ocasiones excesivamente alambicada, cuando no imposible”. De esta manera, Prieto Sanchís concluye que
la sanción no es un componente esencial o necesario de toda norma jurídica.

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particulares y concretos (reales) pueda surtir efec- sanción se considera una conducta reprobable y por
to de perjuicio para un individuo determinado”(20). ello se desalienta; la conducta que se declara nula, en
Nótese que el perjuicio que la nulidad trae es, pre- cambio, simplemente no produce los efectos apeteci-
cisamente, que el acto realizado no surte los efectos dos por el agente, pero no por ello puede calificarse de
que el sujeto hubiere querido, pero no es este el tipo indeseable”(22). Al ordenamiento jurídico no le interesa
de “perjuicio” el que trae consigo una sanción. Así, sancionar a quien viola una regla cuyo incumplimien-
cuando se afirma que la nulidad es perjudicial, natu- to acarrea una nulidad, puesto que dicha regla fue crea-
ralmente, hace alusión a las consecuencias concretas da para que, en caso de respetarse, genere ciertas con-
y reales que trae para las partes en el proceso y para el secuencias para el agente; pero si este no las respetara,
proceso mismo. Sin embargo, es preciso advertir que, entonces no vería satisfecho su interés de producir pre-
“jurídicamente, el concepto de nulidad es totalmen- cisamente tales consecuencias.
te neutro, esto es, no representa de por sí ningún per-
juicio o beneficio, sino una crítica a la acción llevada 5. De lo expuesto se desprende que la nulidad no es una
a cabo incorrectamente y, por ello, incapaz de produ- sanción, sino una consecuencia jurídica declarada úni-
cir el efecto que la norma le asigna”(21). Con absoluta camente por el juez a partir de un acto viciado(23). Las
prescindencia de su impacto en el proceso, la nulidad normas que prescriben la nulidad de actos procesales
expresa la idoneidad o inidoneidad del acto viciado, por el no respeto de las formas establecidas por ley (y
y no la juridicidad o antijuricidad, licitud o ilicitud de también por el no cumplimiento de su finalidad) son
algún supuesto deber de configurar bien el acto pro- potestativas dirigidas al juez, para que este declare la
cesal por el juez o las partes. invalidez(24).
En efecto, como bien señala Luis Prieto Sanchís, “la Un panorama ilustrativo es el que ofrece, por ejemplo,
conducta cuya realización está amenazada por una la norma contenida en el primer párrafo del artículo 110

(20) B. J. MAIER, Julio. Ob. cit., p. 130.


(21) Ibídem, p. 131. Así también, acertadamente indica que “el error conceptual que se comete al equiparar la nulidad con una sanción, es el de agre-
garle a las normas potestativas un deber ser que no existe (…)” (Ídem). Por otro lado, debe quedar claro que no nos referimos al perjuicio –sea a
las partes o al proceso– que eventualmente puede generar un acto viciado. Aquí no hemos abordado para nada la categoría del vicio, sino la nuli-
dad, que acontece en un momento cronológicamente posterior, siempre a través de una declaración jurisdiccional, produciendo una situación de
ineficacia. Entonces, como resulta evidente, el llamado principio del perjuicio (artículo 174 del CPC) no forma parte del análisis cuando se habla
del perjuicio de la nulidad.
(22) PRIETO SANCHÍS, Luis. Ob. cit., p. 71, y poco más adelante, con la lucidez que lo caracteriza, da al tema la estocada definitiva: “En realidad,
las nulidades se asemejan un poco a las reglas de uso que, por ejemplo, acompañan a un electrodoméstico: si no sigo los pasos que aparecen en el
manual de instrucciones, el aparato en cuestión no funciona y no logra los resultados apetecidos. Del mismo modo, si el legislador no observa el
procedimiento que establecen las normas de competencia para producir una ley, habrá fracasado en su propósito de dictar una ley; y el particular
que desea otorgar testamento, si no respeta las reglas de la institución testamentaria, verá asimismo frustrado su deseo” (Ibídem, p. 72).
(23) Además de los autores ya citados, la doctrina especializada también se ha pronunciado sobre el tema. Así, niegan la calidad de sanción a la nuli-
dad procesal, ALVARO DE OLIVEIRA, Carlos Alberto. “Notas sobre o conceito e a função normativa da nulidade”. En: Alvaro De Oliveira, Car-
los Alberto (org.), Saneamento do processo. Sérgio A. Fabris editor, Porto Alegre, 1989, pp. 131-199; CHIOVENDA, Giuseppe. Instituciones de
derecho procesal civil. v. III, trad. Emilio Gómez Orbaneja, Revista de Derecho Privado, Madrid, 1954, p. 119; DINAMARCO, Cândido Ran-
gel. Instituições de direito processual civil. vol. II, 6ª ed., Malheiros, São Paulo, 2009, p. 596 y ss.; MITIDIERO, Daniel. “El problema de la in-
validez de los actos procesales en el derecho procesal civil brasileño”. En: Renzo Cavani Brain (coord.), Estudios sobre las nulidades procesales,
Normas Legales, Lima, p. 422; WAMBIER, Teresa Arruda Alvim. Nulidades do processo e da sentença, 6ª ed. revisada, actualizada y ampliada,
São Paulo: Revista dos Tribunais, 2007, p. 141; TESHEINER, José Maria y BAGGIO, Lucas Pereira. Nulidades no processo civil brasileiro, Fo-
rense, Río de Janeiro, 2008, pp. 53 y 54 (aunque ellos relativizan la importancia de la discusión). Entre los que subsumen la invalidez en el con-
cepto de sanción se encuentran CALMON DE PASSOS, José Joaquim, Esboço de uma teoria as nulidades aplicadas às nulidades processuais,
1ª ed., 4º tiraje, Río de Janeiro: Forense, 2009, pp. 129 y ss.; DIDIER Jr, Fredie. “La invalidación de los actos procesales en el proceso civil brasi-
leño”. En: CAVANI BRAIN, Renzo. Ob. cit., p. 441 (también en su Curso de direito processual civil, vol. I, 12ª ed., Salvador: Jvs Podium, 2010,
p. 272); Antonio do Passo CABRAL. Nulidades no processo moderno. Forense, Río de Janeiro, 2009, pp. 30-32 y 207 y ss.; VÉSCOVI, Enrique.
Teoría general del proceso. Temis, Bogotá, 1984, pp. 257-258; TESHEINER, José Maria. Pressupostos processuais e nulidades no processo ci-
vil. Ob. cit., p. 14. Respecto de este último trabajo, se trata de uno anterior al citado líneas arriba (ver también la doctrina a que hace referencia el
autor).
(24) No podría argumentarse lo contrario tan solo recurriendo a los dispositivos del CPC. Así por ejemplo, el artículo 171 ab initio: “La nulidad se
sanciona solo por causa establecida en la ley (…)” (el resaltado es agregado). Tampoco resulta admisible afirmar que la nulidad es una sanción
porque así lo indica el primer párrafo del artículo 124 de la LOPJ (que alberga, por lo demás, muchas deficiencias técnicas): “Las actuaciones ju-
diciales se practican en días y horas hábiles bajo pena de nulidad” (el resaltado es agregado). Con la exposición en el texto, creemos haber de-
mostrado que la nulidad no es una sanción, ni mucho menos una pena.

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del CPC, que señala lo siguiente: “Las partes, sus aboga- que impone deberes (los cuales están detallados en el ar-
dos y los terceros legitimados responden por los perjui- tículo 109 del CPC) y que, por ello, su violación es pasi-
cios que causen con sus actuaciones procesales temera- ble de una sanción (en este particular caso, una multa). A
rias o de mala fe. Cuando en el proceso aparezca la prueba nuestro parecer, queda clarísima la diferencia entre esta
de tal conducta, el juez, independientemente de las costas norma y aquella que prescribe la nulidad de un acto pro-
que correspondan, impondrá una multa no menor de cin- cesal si este no se realiza tal como está prescrito. Allá hay
co ni mayor de veinte unidades de referencia procesal”. sanción, aquí tan solo una consecuencia jurídica, que no es
No cabe duda que de este enunciado se obtiene una norma otra que la invalidez.

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