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Hace algo más de un siglo los funcionalistas veían a la sociedad como un organismo
viviente. Desde este punto de vista, surge una teoría social patológica, que al igual que
el modelo sanitario, trataba a los problemas sociales como “enfermedades” o “males” en
el funcionamiento normal de la sociedad. La delincuencia, el absentismo escolar, o el
sexo premarital, se veían como patologías que amenazaban la salud de la sociedad. Para
el funcionalismo temprano, la sociedad era buena y saludable, y suponían que las
patologías sociales provenían de personas inadaptadas.
Herbert Spencer (1820-1903) utilizó este punto de vista, sosteniendo que la pobreza es
el resultado de la falta de habilidad y fuerza moral de las personas. Spencer se basa en
las ideas del biólogo Charles Darwin, quién publica la teoría sobre la evolución de las
especies en 1959, el “darwinismo social” de Spencer, percibe a los ricos como los
miembros más triunfantes de la sociedad, mientras que a los pobres los ve como
inadaptado sociales. Para Spencer, la competencia del mercado beneficia a la sociedad
asegurando la “selección natural”. Por esta razón, Spencer se oponía a los programas de
bienestar social que dañaban según él, a la sociedad transfiriendo la riqueza de las
personas más capaces a las más débiles.
Spencer disfrutó de una enorme popularidad entre los grandes industriales de su tiempo.
Aunque los sociólogos gradualmente se pusieron en contra de él, porque no hay base
científica para concluir que las personas ricas y poderosas son más dignas o capaces que
el resto, ni que una economía competitiva beneficie a todo el mundo. Aunque el
darwinismo social tiene poco apoyo entre los sociólogos en la actualidad, todavía esta
manera de pensar influye en muchas personas incluyendo a los políticos.
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La llegada a las ciudades norteamericanas de millones de inmigrantes a principios del
siglo veinte, un ejemplo fue la ciudad de Chicago, desestabiliza a las antiguas
comunidades, introduciendo cambios en la forma de vida familiar tradicional,
masificando las escuelas, incrementado el delito por encima del control policial y
atestando las calles de personas sin hogar debido a que no había suficientes vivienda
para todos. En respuesta a tales problemas, muchos sociólogos de la primera Escuela de
Chicago en los años veinte y treinta se convirtieron en reformadores sociales activos.
Sufragaron hogares de asilo, establecieron programas para enseñar inglés a los
inmigrantes, y en algunos casos, se convirtieron en cargos públicos para impulsar las
reformas.
En los años 50, el funcionalismo modifica sus énfasis desde el activismo al análisis
científico (Macionis, 2005). Desde esta perspectiva el análisis de los problemas se
enmarca dentro del estudio de las funciones sociales positivas y negativas (o
disfunciones). Las funciones sociales tienen también las características de ser
ampliamente reconocidas (funciones manifiestas) y de no ser intencionadas (funciones
latentes).
Bajo este punto de vista, la masiva utilización del automóvil, tienen funciones positivas
y manifiestas, ya que da la posibilidad de transportarse rápidamente, otras funciones
pueden ser más latentes como la de otorgar autonomía y libertad. Funciones negativas
también se pueden encontrar varias, polución, dependencia del petróleo, y accidentes,
entre otras. Al igual que cosas aparentemente buenas como el automóvil pueden
provocar funciones negativas, otras menos buenas como la prostitución sostuvieron
sociólogos como Kingsley Davis podrían ejercer algunas funciones positivas, al ser una
válvula de alivio de tensiones sexuales entre hombres y mujeres en matrimonios
desapasionados. De este modo, Davis, llegaba a la conclusión, de que la actividad
extramatrimonial podía en muchos casos aliviar tensiones entre parejas y mejorar la
vida en algunos matrimonios. Evidentemente, esta teoría vista en retrospectiva es algo
arriesgada cuanto menos, pero nos sirve como botón de muestra para visualizar como el
funcionalismo pretendía sobre cualquier problema social encontrar los efectos o
funciones positivas y negativas.
El enfoque de la teoría del conflicto en el análisis de los problemas sociales está basado
en una visión de la sociedad caracterizada por las desigualdades y los conflictos
sociales. En general, las teorías del conflicto afirman que los problemas sociales se
originan en el hecho de que nuestras sociedades están divididas entre los que “tienen” y
los que “no tienen”
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La teoría del conflicto social es una explicación de los problemas sociales basada en la
teoría de la lucha de clases de Marx (1818-1883), el pensador alemán estaba
desconcertado con los nuevos sistemas de producción de las sociedades industriales,
donde unos pocos concentraban la riqueza mientras que muchos otros aglutinaban la
pobreza.
Desde la sociología del conflicto también se aborda las desigualdades por razones
étnicas y raciales. Existe una gran diversidad cultural y étnica en todo el hemisferio
occidental como producto de siglos de inmigración. En todos estos países a día de hoy
las minorías se encuentran permanentemente en situaciones económicas penosas, con
riesgos altos de caer en la pobreza, en la enfermedad, la violencia callejera y en otros
muchos problemas sociales relacionados con la exclusión social.
Las teorías del conflicto también abordan los problemas de género. Desde el
movimiento feminista que busca la igualdad entre hombres y mujeres se afirma que
éstas sufren niveles más altos de pobreza y muchos otros problemas sociales debido a
que la sociedad coloca a los hombres en posiciones de poder o de dominación y por lo
tanto de ventaja sobre la mujer. Aunque la posición de las mujeres han mejorado en el
último siglo y se ha colocado en niveles más cercano al de los hombres, sobre todo en
las últimas décadas, en la mayoría de los países de nuestro entorno, todavía hay fuertes
discriminaciones salariales por sexo, a igualdad de trabajo no hay igualdad de sueldo,
además hay mayores índices de pobreza y de padecimiento de violencia de género por
parte de las mujeres.
Evidentemente hay un contraste notable entre las corrientes funcionalistas y las teorías
del conflicto en los estudios sobre los problemas sociales, no obstante, esta última no
esta exenta de críticas que inciden en su excesivo tradicional enfoque en la lucha de
clases y en el marxismo, desechando en muchas ocasiones en el estudio de los
problemas sociales el objetivismo científico a favor del activismo político, los teóricos
del conflicto desechan estas críticas manifestando que todas las orientaciones teóricas
en este ámbito de estudio están influenciadas políticamente, no olvida que muchos de
los programas de investigación sobre problemas sociales de corte funcionalistas han
estado financiados tradicionalmente en los Estados Unidos y muchos otros países por
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grandes corporaciones. Ambas corrientes de pensamientos son criticadas a su vez por su
excesivo enfoque generalista y macro sociológico en el estudio de los problemas
sociales olvidando los aspectos micro sociales y las experiencias vitales de las personas
Uno los primeros aspectos que se analizan desde este enfoque es la relación de
problemas y entorno social. Las personas no nacen con una predisposición a ser
delincuente, usureros, drogadicto, o prostitutas, más bien gradualmente se involucran en
tales comportamientos a través del aprendizaje en el contexto social donde viven.
Nanette Davis citada por Macionis (2005) explica en su estudio sobre la prostitución
que nadie vende sexo porque sí, hay numerosas razones que la abocan hacia ese mundo,
como la soledad, la supervivencia económica, la influencia de ciertos grupos o personas,
la pertenencia a grupos familiares desestructurados, la caída en la droga, …. Davis nos
describe también que es un proceso prolongado donde las mujeres aprenden a lo largo
de los años, ciertas habilidades, normas y actitudes que caracterizan a las profesionales
del sexo, estos roles se convierten con el paso del tiempo en su forma de vida, su
sustento económico y en parte de su identidad social.
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Bibliografía disponible Biblioteca Universidad de Granada
Básica:
Complementaria:
Teoría sociológica clásica / George Ritzer ; traducción María Teresa Casado Rodríguez,
revisión técnica Miguel Requena
México : McGraw-Hill, 2005.