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NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS
BIBLIOTECA "RUBEN BONIFAZ NUÑO"
La imagen
• •
superVIviente
HISTORJA DEL ARTE Y TIEMPO DE LOS FANTASMAS
SEGÚN ABY vVARBURG
traducción
JUAN CALATRAVA
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セ@
A B A O A EDITORES
LECTURAS DE HISTORIA DEL ARTE
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LECTURAS
Serie Ha del Arte y de la Arquitectura
Directores Juan CALATRAVA y Juan Miguel HERNÁNDEZ LEON
producción CUADALUPE CISBERT
preimprcsión DALUatRT At.Li
impresión l.AVEL
..
;.
<<Full fathomfive thy father lics,
Of his bones are coral made:
Those are perals that were his eyes,
Nothing of him that doth fade,
But doth suffer a seachange
lnto something rich and strange... >>
<<Tu padre yace sepultado bajo cinco brazas de agua:
se ha hecho coral de sus huesos.
de sus ojos nacen perlas.
Nada corruptible hay en él
con lo que el mar no haya h ech o
algún tesoro insólito >>.
<<Vom Einfluss der Antike.
Diese Geschichte ist marchenhaft
to vertellen [sic].
Gespenstergeschichte f{ür] ganz Erwachsene>>.
<<De la influencia de la Antigüedad.
Esta historia es mágica
de contar.
Historia de fantasmas para personas adultas>>.
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N セ@
1
LA IMAGEN-FANTASMA
SUPERVIVENCIA DE LAS FORMAS
EIMPUREZAS DEL TIEMPO
.·t'
EL ARTE MUERE, EL ARTE RENACE:
LA HISTORIA VUELVE A COMENZAR
(DE VASARI A WINCKELMANN)
Podemos preguntarnos si la historia del arte el orden del discurso así lla-
mado, la Kunstgeschichte- <<nació>> verdaderamente un día. Digamos al
menos qu e no nació una vez, en una o incluso en dos veces que marcarían unas
<<fechas de nacimiento>> o unos puntos identificables en el continuum
cronológico. Tras el año 77 y la epístola dedicatoria de la Historia Natural de
Plinio el Viejo se perfila ya, como es sabido, toda una tradición historio-
gráfica griega•. Tras el año 1550 y la dedicatoria de las Vidas de Vasari se per-
fila también y se sedimenta toda una tradición de crónicas o de elogios
2
compuestos para los uomini illustri de una ciudad como Florencia •
Aventuremos la siguiente afirmación: el discurso histórico no <<nace>>
nunca. Siempre vuelve a comenzar. Y constatemos que la historia d el arte
la disciplina así denominada vuelve a comenzar cada ve,z. Cada vez, según
parece, que su objeto mismo es considerado como muerto... y renaciente.
Es exactamente lo que ocurre en el siglo XVI, cuando Vasari fundamen ta
toda su empresa histórica y estética sobre la constatación de una muerte del
arte antiguo: uoracita del tempo , escribe en el proemio de su libro , antes de
designar a la Edad Media como la gran culpable de este proceso de olvido.
Pero, como bien sabemos, esta muerte habrá sido <<salvada>>, milagrosa-
mente redimida o rescatada por un largo movimiento de rinascita que , en
lineas generales, comienza con Giotto y culmina con Miguel Ángel, reco
(, C lr. <..:. ャオ セ エN@ r X')I$. \\·. Wacl!old. QYセN@ l. pp UQ@ ᄋ@ WZセN@ W. 1-rmi. i<J/$4 . pp. 255-260. lf. >'O il
f. incm. 1q8G . pp. セエV M SRg N@ H.C. Sceha. l<)f!!) . pp . 299 '{21. F. Hnskell . 199 1. pp. Rj 99·
J. R. Man tion. 199 1. pp. '95·'2 1ti. A. ャGッエ セ@ N@ 199-1·· pp. X y f>u ,)i rn. É. Decultot. 200 0 .
7 /\.C . Q u .tl rTm<·n· dc Q um ry. 1/9(;, p . 103.
12 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
8 J. J. wゥョ」ォセャュ。L@ 1764, l. p. XII -XXJI, donde Wi nckelmann fustiga tanto los <<elogios gene-
rales>> de ャッ セ@ estetas como los <<falsos principios>> de los anticuuios que lo han preced ido.
Sobre las relaciones - más complejas de esta arqueología naciente con la práctica de los anti ·
cuarios. Cfr. A. Momigliano, 1950. pp. 67-106. M. Kafer, 1986. pp. 46-49 . M. Fancclli.
1993· A. Schnapp. 1993. pp. 313 -333.
9 Cfr. S. Howard. 1990, pp. 162- 174-
10 Cfr. C. Morpurgo-Tagliabue. 1994. pp. 77- 92. M. Espagne. 1995, pp. 143-158, que insiste con
razón en el carácter literario, y hasta lingüístico - tanto como estético- de esta construcción.
11 É. Pommicr. 1994·· pp. IJ y 22.
l. LA IMAGEN-FANTASMA I3
artes visuales sino a través de una ser ie de paradojas en las que la posición
histórica se ve continuamente entretejida de postulados <<eternos >> y en las
que, a la inversa, las co ncepciones generales resultan quebrantadas por su
12
propia historización • Lejos de d eslegitimar la empresa histórica que aquí
se pone en juego - algo que sólo podría creer un historiador positivista o
ingenuo que imaginase una historia que no obtuviera sus presupuestos más
que de sus propio s objetos de estudio-, estas contradicciones la fundan
literalmente.
¿Có mo comprender esta trama de paradojas? Me parece in suficiente, y
hasta imposible, separar en Winckelmann unos <<niveles de inteligibili-
dad >> tan diferentes que formarían al final una gran polaridad contradic -
toria : de un lado. la doctrina estética, la norm a intemporal ; del otro , la
práctica histórica, el <<análisis de los tiempos>> . Esta división, si la tomamos
al pie de la letra, terminaría por hacer incomprensible la expresión misma
de <<historia del arte>>. Al menos se puede apreciar el carácter eminente-
mente problemático de esta expresión: ¿qué concepción del arte admite
qu e se haga historia de él? ¿Y qué concepción d e la historia admite ser
aplicada a ias obras de arte? El problema es arduo porque todo está rela-
cionado y una toma de postura sobre uno solo de estos elementos implica
una toma de postura sobre todos los demás: no hay historia del arte sin
una filosofía de la historia -aunque sea espontánea, impensada- y sin una
cierta elección de modelos temporales ; no hay historia del arte sin una filosofía
del arte y sin una cierta elección d e modelos estéticos. Hay que tratar de averi-
gua r cómo en Winckelmann estos dos tipos de modelos trabajan co ncer-
tadamente. Acaso así podamos llegar a comprender mejor esa dedicatoria
que ubica al final del prólogo a la Historia del arteentre los Antiguos -<< Esta histo-
ria del arte se la dedico al arte y al tiempo>>- y cuyo carácter casi tautológico
encierra para el lector un punto de misterio 13 •
12 A. Potts. 1994 . pp. 21-22 )' 31-32. Id .. 1982, pp. 377 · 407. O t ro plan teamiento de esta
<<división>> es el de W. Davis. 1993. pp . 257- 265.
13 Cfr. É. Po mmier. 1994. pp. 27-28.
14 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
t..
セ@
l. LA IMAGEN FANTASMA I5
Plinio, desde luego, pero también la de Buffon; lo mismo que leyó el tra-
tado fisiológico de J. G. Krüge r o el manual m é dico de Allen; lo mismo
que quiso un d ía - una carta d e d iciembre d e 1763 nos informa de ello-
pasar de los <<estudios sobre el Arte>> a los <<es tudios sobre la Natura-
leza>> 21. De todo ell o Winckelmann sacaría una concepción de la cie ncia
histórica ar ticulada no solamente sobre los problem as de clasificación típi-
cos de la epistemología d e las Luces sino también sobre un esquema tem-
p oral de evidencia biomórfica que se tensa entre progreso y declive, naci-
miento y decadencia, vida y muerte .
La otra cara de esta configuración teórica es mejor conocid a: un modelo
ideal y, más particularmente , metafísico. Co n cuerda , por tanto, muy bien
con la <<ausencia categórica>> de su objeto: pensemos en la célebre formula-
ción de Solón -el to ti en einai· referido por Aristóteles- que postula la muerte
22
previa de aquello cuya verdad o, mejor, cuya <<quiddidad>> , se quiere
enunciar. Podríamos decir, en este sentido, que la desaparición misma del
arte antiguo fun da el discurso histórico diciendo su última <<quiddidad >> .
La historia del arte, según Winckelmann, no se contenta, por tanto, ni con
describi r, ni con clasificar, ni con fe char. Allá donde Quatremere de
Q,uincy habla de un simple movimien to de retorno <<del análisis a la sínte-
sis>> , Winckelmann mismo habrá radicalizado su posición desde el punto de
vista filosófico: la historia del arte (die Geschichte der Kunst) debe ser escrita para
que sea explicitada la esencia del arte (das Wesen der Kunst).
<<La historia del arte entre los Antiguos que doy al público no es una simple
narración crono lógica de las revolucio nes q ue ha experimentado. To mo la
palabra ' historia' (Ceschichte) en el significado más amplio que tiene en la len-
gua griega, siendo mi propósito ofrecer el resumen de un sistema (Lehrge-
baude) del arte [. .. ] la historia del arte (die Geschichte der Kunst) en el sentido más
estricto es la historia de la suerte que éste experimentó en relación con las
diferentes circunstancias de los tiempos, principalmente entre los griegos y
los romanos. Pero en esta obra me he propuesto como objetivo sobre todo
discutir la esencia misma del arte (da5 セウ・ョ@ der Kunst)>> セ S@ @N
Se comprende al leer este texto que la historicidad del arte tal y como la
entiende Winckelmann no emerge exactamente, como a menudo se piensa,
'll Cfr. W. Lepenies, 1986. pp. 221 237 · É. Pommier. 1991 . pp. 14-- 15. B. Vouilloux. 1996,
PP· 384-397.
'l2 Cfr. P. Aubenque. 1962. pp. 460- 476.
23 J. J. Winc:kelmann, 1764 , 1, p. XI.
l. LA IMAGENFANTASMA
<<Cuanto más serena es la actitud del cuerpo más adecuada es para expresar el
verdadero carácter del alma: en todas las posiciones que se apartan en exceso
del reposo, el alma no se encuentra en el estado que le es propio, sino en un
estado de violencia y constreñimiento. Es en esos estados de violenta pasión
cuando se reconoce más fácilmente, pero, por contra, es en el estado de
reposo y de armonía cuando es grande y noble>> 34 .
<<En uno y otro sentido, la expresión cambia los rasgos del rostro y la dis-
posición del cuerpo; altera. en consecuencia, las formas que constituyen su
belleza . Ahora bien , cuanto más grande es esta alteración , más perjudica a
la belleza. Partiendo de esta consideración, se tenía la costumbre de obser-
var como una de las máximas fundamentales del arte el dar una actitud
33 !bid.• pp- iUMセl@ La expresión <<buen g'\lSto>> da al libro sus primeras palabras.
34- !bid.. P- 36.
20 lA IMAGEN SUPERVIVIENTE
se rena a las figura s; porque, sigui endo la opinión de Platón, el reposo del
alma era considerado como un estado intermedio entre el placer y la pena.
Es por ello que la tranquilidad es la situación más conveniente para la belleza,
lo mismo que lo es para el mar : la experiencia demuestra que los hombres más
bellos tienen. de ordinario, los más dulces hábitos y el mejor carácter l. .. ] Ade-
más, la tranquilidad en el hombre y en los animales es un estado que nos per-
mite examinar y conocer su naturaleza y cualidades, al igual que no se d escubre
el fond o d e los ríos y del mar sino cuando el agua permanece tranquila y sin
agitar. Resulta, pues, de esta observación q ue sólo en la c:alma puede el artista
llegar a darnos la esencia misma del arte (das l*ssen der Kunst) >> 35 .
Creo que basta con esta entrada en m ateria para comprender la natura-
leza emine ntemente problemática de ese momento del pensamiento que
representa , junto con su herencia , la Historiadel arte entre los Antiguos. En ella se
arma un siste ma que, sin embargo, fracasa constantemente a la hora de
cerrarse: cada vez. que se afirma una tesis o una resolución teórica, no tarda
en surgir la contradicción. Así, Winckelmann reivindica la historia del arte
contra los simples juicios del gusto, pero la norma estética no cesa de mar-
car a cada paso su relato histórico. Del mismo modo, reivindica la historia
como una objetivación racional de los <<restos>> del pasado, pero su escri-
tura sabia no deja de ser guiada por una poderosa subjetivación -<< me tras-
lado en espíritu al estadio de O limpia ... >>. La historia del arte que pro-
mueve Winckelmann oscila sin cesar entre la esencia y el devenir. En ella, el
pasado histórico es tan inventado como descubierto.
¿Qué hacer con esta evidencia? Se dice desde Quatremere de Quincy, y
se dice todavía hoy, que Winckelmann inventó la historia del arte en el sen-
tido moderno de la expresión. Pero. ¿ acaso no hay en ello otra contradic-
ción? El sociólogo de las imágenes. el iconólogo , el arqueólogo que utiliza
el microscopio electrónico. el conservador de museo habituado a los aná-
lisis espectrométricos, ¿se sienten aún co ncernidos por tales problemas
filosóficos? El estatuto de la historia del arte como disciplina <<científica>>
parece tan consolidado que ya no vemos con claridad hasta qué punto
somos h erederos de semejante mundo de pensamiento. A menudo ignora-
mos la herencia misma de la qu e somos depositarios. ¿Qué nudo de pro-
blemas continúa ofreciéndonos esta Histon'a del arte entre los Ant,gtsos?
35 Jd. , 1764. 1, pp. 415-416. La continuactón delteXlo (pp. 416-434) está dedicada a la <<decen-
cia d e las figuras>> -sobre to do la de las da marinas- y a una crit ica de las <<pasiones violen-
tas» .
l. LA IMAGEN-FANTASMA 2I
historiadores para sus propios fines? ¿No habrá un tiempo para los fantasmas,
un retorno de las imágenes, una <<supervivencia>> (Nachleben) que no esté
sometida al modelo de transmisión que supone la imitación (Nachahmung)
de las obras antiguas por obras más recientes? ¿No habrá un tiempo para la
memoria de las imágenes -un oscuro juego de lo rechazado y de su eterno
relorno- que no sea el propuesto por esa historia del arte, ese relato? Y,
por lo que respecta al arte mismo, ¿no habrá un <<cuerpo>> de imágenes
que escape a las clasificaciones establecidas en el siglo XVIII? ¿No habrá un
género de similitud que no sea el que impone la <<imitación del ideal >>,
con el rechazo del pathos que ello supone en Winckelmann? ¿No habrá un
tiempo para los síntomas en la historia de las imágenes del arte? ¿Esta his-
toria verdaderamente ha <<nacido>> un día?
WARBURG, NU ESTRO FANTASMA
. .... . . :.... . . .. .
ᄋ Zセ@
.,:- .
dos y obje rivos sie mpre desba r atados . Sustituía el modelo id ea l d e los
<<renacimi en tos >>. de las<<b u e nas imitaciones>> y de las <<serenas bellezas>>
a ntiguas p or un modelofantasmal d e la histo ria e n el qu e los tiempos no se ca l -
caba n ya soh r e la 1ransmisión acad é mica sino que se expresaba n por obse -
s io n es, <<s u perv ivencias>> . remanencias. reapariciones d e las forma s. Es
d ec ir·. po r· n o - saberes . por impensados. po t· in co n sc ientes del ti e mpo . E n
últ im a instancia. el modelo fan tasm;ü ico del c¡ue hablo e ra un modelo pslqwco .
e n el sen tid o de que el punto de vista de lo psíquico sería no un retorno al
punto el e vista d el idra l sin o la p o sibilidad mi sma de su des compos ició n
LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
44 Cfr. C. Oidi - Huberman, 1994. pp. 405-432./d.. 1996c. pp. 145 163. Id., 1998b, pp. 7-20.
45 E. Cassirer, 1929a, pp. 53-59· E. Panofsky. 1929, pp. 248-251. W. Waettold. 1930. pp. 197-
200. ,,
'f'
¡·
l. LA IMAGEN-FANTASMA 27
46 Cfr. W. Heckscher. 1967. pp. 253-280. U. Kultermann. 1993· pp. 211- 216. G. Bazin , 1986.
pp. 215- 2r6 (que dedica cuarenta líneas a Warburg en las 650 páginas de que consta su obra).
Sobre la - mejor- fortuna crítica de Warburg en Italia, cfr. G . Agosu, 1985. pp. 39-50.
47 G. Pasquali , 1930 , p. 484.
48 E.H. Gombrich. 1970, pp. 8-IO. La biografía más <<personal >> de F. Cernía Slovin, 1995. es
muy poco fiable .
49 E. Wind , 1971 , pp. 106-113.
50 Cfr. M. Warnke, 1994. p. 126.
LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
que las serpientes que los indios se colocaban en la boca, algo que también
estudió (f¡g. 37)- y la masa informe, sin cola ni cabeza, de un pensamiento
siempre reacio a <<cortarse>>, es decir, a definir para sí mismo un principio
y un fin.
Añadamos a todo ello que el vocabulario mismo de Warburg parece tam-
bién abocado a un estatus espectral: Gombrich destaca el hecho de que las
palabras más importantes de este vocabulario -tales como bewegtes Leben,
Pathosformel, Nachleben- suscitan grandes dificultades a la hora de su traduc-
56
ción al inglés . Más bien habría que decir que la historia del arte anglosa-
jona de la postguerra, esa historia del arte fuertemente deudora de los ale-
manes emigrados 5;, ha ejercido sobre sí misma un trabajo de renuncia a la
le ngua filosófica alemana. Fantasma no redimido de una cierta tradición
filológica y filosófica , Warburg erra, pues, en un tiempo dúplice e inapre-
hensible : por un lado nos habla desde un pasado que los <<progresos de la dis-
ciplina>> parecen haber dejado atrás. Es significativo, sobre todo, que el
vocabulario del Nachleben -la <<supervivencia>>, ese concepto crucial de toda
la empresa warburgiana- haya caído completamente en desuso y, si por azar
se le cita , no sea objeto de ninguna crítica epistemológica consecuente.
Por otro lado , la obra de Warburg puede leerse como un texto profético
y, más exactamente, como la profecía de un saber por venir. En 1964 Robert
Klein escribía a propósito de Warburg: <<Ha creado una disciplina que, a la
inversa de tantas otras, existe pero no tiene nombre>> 58 . Retomando esta
idea , Giorgio Agamben ha demostrado cómo la <<ciencia>> a la que aspira
semejante obra se encontraba <<aún no fundada>> -pero queriendo aludir
con ello no tanto a una falta de racionalidad como a la considerable ambi-
ción y el valor perturbador de este pensamiento de las imágenes 59 • Warburg
decía de sí mismo que estaba hecho menos para existir que para <<perma-
necer [yo diría: insistir] como un bello recuerdo>> 60 • Tal es el sentido de la
palabra Nachleben , ese término del <<vivir- después>> : un ser del pasado no
termina de sobrevivir. En un momento dado , su retorno a nuestra memo-
ria se convierte en la urgencia misma , la urgencia anacrónica de lo que
Nietzsche llamó lo inactual o lo intempestivo .
Tal sería Warburg hoy: un urgente superviviente para la historia del arte.
Nuestro dibboltk. El fantasma de nuestra disciplina, que nos habla a la vez de
f
6r Para una bibliografía exhaustiva, cfr. D. Wuttke, 1998.
62 Cfr. D . Wuule. 1997· M. Warnke, rg8oa, pp . 113186. C.H. Landaucr. 1981. pp. 6771.
H . Bredekamp, 1991, PP· 16.
63 Cfr. G. Ding, 1965, pp. 300301: <<[Warburg] is obscurcd by thc site ofthe ñegacy>> . Una
«sociologia» de la escuela warburgiana. muy poco convincente, ha sido intentada por G. Ves-
tuti, 1994.
64 Cfr. C. Ginzburg. r966, p. 3996. E. Castelnuovo, 1977, pp. 79.]. Bialostock:i, 1981. pp. 25-
43· M. Podro. 1982, pp. 158168. P. Burke, 1991. pp. 3944.
65 Cfr. G. Syamnken. 1980, pp. 1526.
66 Cfr . E. Pinto, 1987. pp. 91!07. /el .• 1990. pp. 1114. El autor añade erróneame nte. sin
embargo que Warburg <<pasó alegremente por la modernidad sin dedicarle n i una ュゥイ。、 セ^@
(p. ro).
67 lbiel.• p. 12. /el., 1992. pp. 2742.
68 Cfr. M. }versen, 1991, pp. 281287 . Id., 1993. pp. 541553.
LAS FORMAS SOBREVIVEN:
LA HISTORIA SE ABRE
exigido mucho más que el vago estet icismo de los discípulos (vulga res, es
decir, burgueses) de Ruskin o de Walter Pater, o incluso de Burckhardt o
de Nietzsche; así. se refiere sarcasticamente en sus cu adernos al <<turista-
superhombre en vacaciones de Pascua>> que viene a visitar Florencia <<con
ellJ¡rothustra e n el bolsillo de su loden>> 72 .
Para responder a esta insatisfacción. Warburg puso e n práctica un 1
constante desplQ.{amiento: desplazamie nto en el pensamiento , en los puntos 1
de vista filosóficos. en los campos del saber, en los periodos históricos , en
las jerarquías culturales, en los lugares geográficos. Ahora bien, este des -
plazamiento mismo continúa haciendo de él un fantasma: Warburg fue,
en su época - pero hoy día más que nunca-, el fuego fatuo. el saltamuros
de la historia del arte. Ya su desplazamiento hacia la historia del arte -hacia
la erudición y las imágenes en general- había sido el resultado de un pro - 1
ceso crítico con respecto al espacio familiar : un malestar tanto en la bur-
guesía de negocios como en la ortodoxia judía73 . Pero, sobre todo, su des -
p lazamiento a través de la historia del arte, en sus bordes y más allá, creará
en la disciplina misma un vio lento proceso crítico, una crisis y una verda -
dera deconstrucción de lasfronteras disciplinares.
Este proceso se puede apreciar ya en las decisiones del joven Warburg,
en sus opciones de estudiante entre 1886 y 1888. Sigue las lecciones de
ar queólogos clásicos -en todo el sentido del término- como Reinhard
Kekulé von Stradonitz (en cuyo curso descub re la estética del Laocoonte y
realiza , en 1887, su primer análisis fo r mal d e una Pathosforme/) o A dolf
Michaelis (co n quien estudia los frisos del Partenón)14 . Es discípulo de
CarlJusti, que le inicia en la filología clásica y en la obra de Winckelman n,
pero también en la pintura de Velázquez y de los flamencos. En contrapar-
tida, se entusiasma por la filología <<antropológica>> de Hermann Usener,
con todos los problemas filosóficos, etnográficos, psicológicos e históricos
que iba su scitando en su estela. Más tarde, es en las conferencias de Karl
Lamprecht sobre la historia considerada como una <<psicología social>>
donde halla algunos de los fun damentos de su futura metodología75 •
Del lado del Renacimiento, las enseñanzas de Riehl y de Tode - que
había hecho del desarrollo artístico italiano una consecuencia del espír itu
7?.. Id.. Carta a Adolph GoldschmidL. agosto de 1903 (citada ibid., pp. llJ y 143).
73 Cfr. A. M. Meyer. 1988, pp- 445-452 . R. Chernow, 1993. pp. 60-61, 121-123. 194-195.
204-205. 268- 288. B. Roed.. 1997· Sobre la historia de la familia Warburg, cfr. igualmente
D. Farrer. 1974.]. Auali, 1985, y wッイ「オエ[セ N@ 1988.
74 Cfr. E. H . Gombrich, 1970. pp. 37-38 y 55-56.
75 !bid.. pp. 27-31.
l. LA IMAGEN-fANTASMA
33
Bonn; mitad lúcido mitad angustiado. había escrito ya en 1897: <<He deci-
dido de una vez por todas que no estoy hecho para ser un Priuatdozent>> 151 •
Más tarde declinaría propu estas de cátedras en Breslau y en Halle, así
como , e n general, cualquier puesto público, rechazando. po,· ejemp lo , el
ofrecimiento de representar a la delegación alemana en el Congreso inter- .j
nacional de Roma (1912) del que , sin emba rgo , había sido uno de los más
activos promotores. Seguiría siendo , pues, un investigador privado entenda-
mos el término en todos sus sentidos posibles, un investigador cuyo pro-
pio proyecto, la <<ciencia sin n ombre>>, no podía adecuarse a las compar-
timentaciones disciplinares y a otras disposiciones académicas.
Tal fue, pues, la insatisfacción de partida: la territoria/iz.ación del saber sobre las ¡
imágenes. Precisamente en 1912, en la conclusión de su co municación en el 1
¡
Co ngreso de Roma sobre los motivos astrológicos de los frescos de Fran- .,
cesco del Cossa en Ferrara, Warburg clamaba según sus propios términos-
por una <<apertura>> de la disciplina: ·j
Sería correcto, pero incompleto, entender este llamado como una exigen-
cia de <<interdisciplinariedad>>, o como la ampliación fUosófica de un punto
de vista sobre la imagen, más allá de los problemas factuales y estilísticos que
plantea la historia del arte tradicional. Es cierto que la voluntad de Warburg
fue siempre conciliar la preocupaciónfilológica (con la prudencia y la competencia
que supone) con la preocupaciónfilosófica (y, por tanto, con el riesgo, e incluso la
impertinencia, que ésta supone). Pero hay más: la exigencia warburgiana en
cuanto a la historia del arte tiene que ver con una posición muy precisa sobre
cada uno de los dos términos, <<arte>> e <<historia>>.
Pienso que Warburg se sentía insatisfecho de la territorial ización del
saber so bre las imágenes porque estaba seguro de al menos dos cosas. En
primer lugar, que no nos encontramos ante la imagen como ante una cosa
cuyas fronteras exactas podamos trazar. Es evidente que el conjunto de las i
".
i
coordenadas positivas au tor, fecha, técnica , iconografía . .. no basta. Una
imagen, cada imagen, es el resultado de movimientos que provisionalmente M セ@ ,
セ@
han sedimentado o cristalizado en ella. Estos movimientos la atraviesan de
parte a parte y cada uno de ellos tiene una trayectoria histórica , antropo -
i
l. LA IMAGEN- FANTASMA 35
lógica, psicológica- que viene de lejos y que continúa más allá de ella. Tales
movimientos nos obligan a pensar la imagen como un momento energético o
dinámico, por más específica que sea su estructura.
Ahora bien, esto comporta una consecuencia fundamental para la histo-
ria del arte, una consecuencia que Warburg enunciaba con las siguientes
palabras inmediatamente después de su <<apelación>>: nos encontramos
ante la imagen como ante un tiempo complejo, el tiempo provisionalmente con-
figurado, dinámico, de esos movimientos mismos. La consecuencia -o las
implicaciones- de una <<ampliación metódica de las fronteras>> no es otra
que una desterritorialización de la imagen y del tiempo que expresa su his-
toricidad. Ello significa, por decirlo con claridad, que e/ tiempo de la imagen no
es el tiempo de la historia en general, ese tiempo que Warbu rg atrapa aquí a tra -
vés de las <<categorías universales>> de la evolución. ¿Cuál es la tarea
urgente (intempestiva, inactual)? Se trata, para la historia del arte, de
refundar «su propia teoría de la evolución>>, su propia teoría del tiempo
-que, señalemos de entrada, Warburg orientaba hacia una <<psicología his-
tórica>>-:
,¡
tiempo. diferente del tiempo vasariano de las <<historias>> autoglorificadoras
y del tiempo hegeliano del <<sen tido universal de la historia>>. Crea un tipo
inédito de relación entre lo pat·ticular y lo universal. Para ello , atraviesa y
subvierte los campos tradi cionales del arte mismo: no bastándole ya el
museo de los Uffizi, decide sumergirse en el mundo sin jerarquía del Archi-
vio, con sus innumerables ricordan.z.e privadas, sus libros de cuentas, sus testa-
mentos notariales... A'>í, la notificación de un pago por un exvoto realiz.ado
en 1481 sobre el rostro mismo del donante, o bien las últimas voluntades
de un burgués florentino, se convertirán a sus ojos en una verdadera mate-
ria -materia moviente y sin límite- para reinventar la historia del Renaci-
miento84. Una historia qu e se puede ya considerar fantasmal en el sentido de
que el archivo es considerado como un vestigio material del rumor de los
muertos: Warbug escr ibe que , con <<los documentos de archivo descifra-
dos>>, se trata de <<restituir timbres de voz inaudibles>> (den urhorbaren Stim-
men wieder Klangfarbe ,zu verleihen), voces de desaparecidos , voces sin embargo :i
'1
ocultas, replegadas todavía en la simple grafía o en los giros particulares de
.,1
un diario íntimo del Quattrocento exhumado en el Archivio85 • j
1
En esta óptica de reaparición fantasma l, las imágenes mismas serán con-
sideradas como lo que sobrevive de una dinámica y de una sedimentación セᄀ
antr opológicas que han devenido parciales, virtuales, porque en gran セQ
medida han sido destruidas por el tiempo. La imagen セッ ュ・ョコ。、ッ@ por セ Q@1
esos retratos de banqueros florentinos que Warburg interrogaba con fervor
particular- debería considerarse, por tanto, en una primera aproximación, iÍ
como lo que sobrevive de un pueblo de fantasmas. Fantasmas cuyas huellas son apenas
visibles y, sin embargo, se encuentran diseminadas por todas partes: en un
horóscopo, en una carta comercial, en una guirnalda de flores (esas de las j
l
J
que deriva el sobrenombre de Ghirlandaio), en el detalle de una moda de l
¡
femenino ...
Esta d iseminación antropológica requiere, evidentemente, multiplicar
los puntos de vista , los modos de acer camiento, las competencias. En
Hamburgo es la impresionante Kulturwissenschaftliche Bibliothek Warburg la que
debe asumir la carga -infinitamente paciente, siempre ampliada y puesta
en práctica- de semejante despEazamiento epistemológico. Ideada por War-
burg ya a partir de 1889, convertida en realidad entre 1900 y 1906, esta
84 Id. , 1902a. p. go (trad .. p. 125)./d., 1907b, pp. 137-163 (trad., pp. 167-196).
85 Id. , 1902a, p. 69 (trad., p. 106).
1
l. LA IMAGEN-FANTASMA 37
86 Cfr. F. Sax.l. 1930b. pp . 331 - 334. Id., 1944 , pp. 32.5-338. C . H . Landauer, 1984. S. Settis,
1985. pp. 127 - 173. H. Dilly. 1991. pp . 125- 140 . T. von Stockhausen . 1992. C. Brosius,
1993· M. Oiers (dtr.). 1993 . R. Dro mme r. 1995 . pp. 14- 18. N. Mann, 1995, pp. 210- 227.
Sobre el papel-considerable- de Fritz Saxl. Cfr. C. Bing. 1957. pp. 1-46.
87 Cfr. A. Blunl, 1938, sin pagina r.
88 F. Saxl. 1923. pp. 9- 10.
89 S. Scttis, 1985. pp. 128 - 163 . La evolución de la clasificación misma apare ce como un juego
de permutaciones entre los conceptos de imagen (Bild). palabra (Wort) , acción (Handlung) y
orientación (Onrnlrcrung) .
LA IMAGEN SUPERVIVIENTE 1
engranajes filológicos y los granos de arena filosóficos. Suponía la puesta
en práctica de una verdadera arqueología de los saberes ligados a lo que llamamos
'
hoy las <<ciencias humanas>>, una arqueología teórica centrada ya sobre la
doble cuestión d e las formas y de los símbolos90 .
Pero, al mismo tiempo, se imponía esa especie de situación aporética
engendrada por una empresa semejante . Ésta había sido, en principio.
empresa de un so lo hombre y de un solo universo de cuestiones: resulta
bastante extraño -y es una sensación que se experimenta todavia hoy en los
estantes del Warburg lnstitute de Londres- utilizar un instrumento de tra-
bajo que muestra hasta ese grado la huella de los dedos de su constructor.
Si la biblioteca de Warburg ha resistido tan bien el paso del tiempo es por-
que los fantasmas de las cuestiones por él planteadas no han encontrado ni
cierre ni reposo. Ernst Cassirer escribió, en su elogio funerario del histo-
riador, una página magnífica sobre el carácter cwrátíco de una biblioteca a la
vez tan privada y tan abierta, <<habitada>> por esas <<configuraciones esp iri-
tuales originales>>, según la propia expresión de Cassirer, de las que parece
emerger, espectral, aún <<sin nombre>>, una posible arqueología de la cultura9 '.
Es innegable, sin embargo, que esta extrañeza lleva consigo algo así co mo
un estigma de la aporía: Warburg multiplicó los vínculos entre los saberes,
es decir, entre las respuestas posibles a esa loca sobredeterminación de las
imágenes; y, en esta multiplicación, probablemente soñó con no tener que
escoger, diferir o cortar nada, con contar con el tiempo necesario para
tenerlo todo en cuenta: una locura. ¿Cómo orientarse en un nudo de
problemas? ¿Cómo orientarse en la <<sopa de anguilas>> del determinismo
de las imágenes?
Hay otro modo de plantear la cuestión, de desplazar las cosas. Otro
estilo, otro tempo. Consiste en perder -o, más bien, aparentar perder- el
tiempo. Se trata de actuar por impulsos. Bifurcar de repente. No diferir ya
nada. Ir directamente al encuentro de las diferencias. Actuar sobre el
terreno. Y no es que el Archivio o la biblioteca sean puras abstracciones o
no-terrenos: por el contrario, esos tesoros de saber o de civilización reú-
n en un gran número de estratos en los que podemos seguir, justamente
-de un archivo a otro, de un campo del saber a otro- los movimientos del
terreno. Pero bifurcar es otra cosa : es moverse hacia el terreno, ir al lugar, aceptar la
prueba existencial de las cuestiones que se plantean.
El problema que plantea esta <<co ncreción >> de actos. imágenes y símbo -
los no es. d esde luego , el de saber si Warburg buscaba una j>oridad o una dis-
paridad con relación a sus objetos de trabajo occidentales, florentinos, rena-
centistas . ¿Estaba allí para estab lecer una analogía con el Renacimiento.
con sus fiestas, sus representaciones de Apolo y su serpiente Pitón, sus ele-
mentos dionisíacos y paganos, como piensa Peter Burke95 ? ¿O bien estaba
allí para experimentar una inversión completa del punto de vista occidental
y clásico, como piensa Sigrid Weigel96 ? La respuesta debería ser dialéctica:
fue en <<la incorporación vis ible de lo extraño >> --según la expresión de
Alesandro Dal Lago 97- donde Warburg buscó, sin duda , una base, no
común y arquetípica sino diferencial y comparativo, para las polaridades que
manifestaba, según él, todo fenómeno de cultura.
¿En qué sentido, pues, resultaba este obj.eto propici.o para desplazar el
objeto <<arte>> tradicionalmente comprendido en la disciplina de la historia
del arte? En el sentido de que no era, justamente, un objeto, sino un com-
p lejo -o hasta un amasijo, un conglomerado o un rizoma- de relaciones. Tal
es, sin duda , la principal razón del compromiso apasionado que Warburg
manifestó durante toda su vida con respecto a las cuestiones antropológi-
cas. Anclar las imágenes y las obras de arte en el campo de las cuestiones
antropológicas era una primera manera de desplazar pero también de
comprometer a la historia del arte en sus propios <<problemas fundamen- ...
tales>> . En tanto que historiador, Warburg, como Burckhardt antes que él,
se negaba a plantear estos problemas sobre el plano de los fundamentos,
como hubiesen hecho un Kant o un Hegel. Plantear los <<problemas fun -
damentales>> no era tratar de extraer lo lry general o la esencia de una facultad
humana (producir imágenes) o de un ámbito del saber (la historia de las
artes visuales). Era multiplicar las singularidades pertinentes o, en suma,
ampliare/ campofenoménico de una disciplina hasta entonces clavada a sus obje-
tos - despreciando las relaciones que estos objetos instauran o mediante las
cuales son instaurados- como un fetichista a sus zapatos.
1
l. LA IMAGEN-FANTASMA 41
102 Cfr. W. Wundt. 1908. pp. 3-109 (arte y psicología de la Phantasre).ld. , 1910. pp. 78-321 (ima-
gen y animismo). C.M. Schncider, 1990.
103 Cfr. L Lévy-Bruhl. 1910. pp . 68 - 110 Oa <<ley de participación>>) y 352 -422 (supervivencia
de los muertos). Id.. 1922. pp. 17-46 Oógica primitiva). Id.. 1927, pp. 291-327.
104 Cfr. sobre todo P. Francastel, 1945.
!05 Cfr. M. Mauss. 1898. 1900, 1904. 1905.
106 J.- P. Vernant. 1975, pp. 5-34- M . Deticnnc. 1981. Cfr. R. Di Donato. 1982. pp. 213 -228.
107 Cfr. C. Oidi- lluberman, 1998b, pp. 7-10.
108 J. Le Goff. 1983. pp. JI y XXVl!. Para una lectura paralela de Mare Bloch y Aby Warburg. cfr.
U. Raulff. 1991a , pp. 167-178.
109 Cfr. J. Le Goff. 1985. pp. I- XXI.
l. LA IMAGEN-FANTASMA 43
セ Z Z@
Il3 A. Warburg. 1902a. pp. 65-102 (trad . p . 101-135) . Cfr. C . Didi-Huberman. 1994. pp .
381- 1·32.
II4 Cfr. E. Wind, 1934, p. V, donde se dice ya que este término es prácticamenle <<intraducible >>
al inglés. Cfr. D. Wuttke, 1993. pp. 1-30.
II5 E. Wind, 1931. p. 25.
NACHLEBEN, OLA ANTROPOLOGiA DEL TIEMPO:
WARBURG CON TYLOR
u6 Cfr . A. Warburg. 1932. 11. pp. 670 -673 (entrada Nachleben der Antikedel índice. la más larga de
todo el volumen) . Cfr. H . Meier. R. Newald y E. Wind (dirs.). 1934.
117 Cfr. O. Oidi Huberman, 1998c, pp. 138 - 162.
LA IMAGEN SUPERVIIVIENTE
!18 J. von Schlosscr. 19 11, p. JO (trad ., p. 8) . Cfr. A. Warburg. 1927a, p. 38. etc.
119 F. Saxl , 1929 1930. p. 326.
120 E. 11. Gombrich, 1970. p. 16. K.W. Forster. 1996. p. 6 , ignora sencillamente a 'fylor en la
<<cultura etnológica» de Warburg.
121 Cfr. M. Panoff. 1996. pp. 4363.
122 C. l.éviSu·auss, 1949, pp. 333.
l. LA IMAGEN-FANTASMA 47
Ciertamente, Warburg no debía desmentir este principio metodológico de
la inactualidad: lo que constituye el sentido de una cultura es a menudo el
síntoma, lo impensado , lo anacrónico de esa cultura. Y henos aquí ya en el
tiempofantasmal delassuperoivencias. Tylor lo introduce teóricamente al inicio de
Prinutiue Culture. constatando que los dos modelos concurrentes del << desatTo-
llo de la cultura>> la <<teoría del progreso>> y la <<teoría de la degenera -
ción >> exigen ser dialécticamente relacionados entre sí. El resultado será un
nudo de tiempo dificil de descifrar porque en él se cruzan una y otra vez movi -
mientos de evolución y movimientos que resisten la cvolución' 25 . En el hueco
de este continuo cruzarse aparecerá pronto, como diforencial de los dos estatus
temporales contradictorios, el concepto de survival. Tylor le dedicó una parte
esencial de su esfuerzo de fundamentació n teórica.
123 E. B. Tylor. 1871. l. p. 13 )' 23 - 62 (trad . l. pp. 17 y 2980) .
12+ /bid. . l. p. 143 (trad . l. p. 187).
125 lb1d. . l. pp . 14 16 H セイ。、 N@ l. pp. 1821 ). C fr . /d.. 1881. pp. 373 400. do nde Tylor se interroga
acerca de las ョ ッHG 。 ッ ョ ・セ@ de <<t rad icaó n >> y « di fusió n •> . l.a p rimera definic ión artic ulada del
セ オ。Mカゥャ@fue dada por Tylor en 1865 : «[... ] the ·slanding over: (superstitio) of o ld ィ 。 「ゥ エ セ@ anto
the midst of a new changcd of things». Id.. 1865. p. 218.
126 Id., 1861. Se apo rla un índice de todos estos temas en dos columnas, 1bad.• pp. 340 344.
LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
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1
l. LA IMAGEN-FANTASMA 49
<<horizontal>> de lo que ve ti ene que ver. pues. ante lodo , con una comp le-
jidad <<ve rtical>> - paradigmática- del tiempo:
Pero. sobre todo, Tylor se interesaba por las sup enivencias desde el
ángulo más específico de las supersticiones. La definición misma d e l concepto
antrop ológico derivaba, en su opinió n , del sentido tradicional, latino, de
la supersl1lio:
<< Podría mos no sin razón aplicar a tales hechos la calificación de supersf1c1ones.
una ca lificació n que sería legitimo extender a toda una masa de supervive n-
cias, y la etimo logía de esta palabra, superstición, que parece haber significado
or igi nariamcn tc lo que persiste de las antiguas épocas. la hace muy adecuada para
expresar la idea de supervivencia . Pero hoy día este término implica un
reproche ( .. . ] Para la ciencia etnográ fi ca es absolutamente indispensabl e
introducir un término como el de supervivencia, destinado simplemente a
designar el hecho histórico>> セ G@ bN@
Entre fantasma y síntoma, la noción de supervivencia sería, en el ámbito de
las ciencias históricas y antropológicas, una expresión específica de la hue-
lla139. Warburg, como ya sabemos, se interesaba por los vestigios de la Anti-
güedad clási ca, vestigios que en absoluto se podían reducir a la existencia
objetual de restos materiales sino que subsistía n igualmente en las formas,
los estilos, los comportamientos, la psique. Es fácil, igualmente, compren-
der su interés por los survivals de Tylor. En primer lugar, designaban una
realidad negatiull: eso que en una cultura aparece como un deshecho , como
una cosa fuera de éooca o fuera de uso (así. los boti florentinos son testimo-
nio, en el siglo XV, de una práctica ya separada del presente y de las preo-
cupaciones <<modernas>> que fundamentan el arte renacentista). En
segundo lugar, las supervivencias designan, según Tylor, una realidad enmas-
catada: algo que persiste y da testimonio de un estadio desaparecido de la
sociedad, pero cuya persistencia misma se acompaña de una modificación
esencialcambio de estatus, cambio de significación (decir que el arco y la
flecha han sobrevivido como juegos infantiles equivale a decir que su esta-
tus y su significación han cambiado completamente).
En este contexto. el análisis de las supervivencias se nos presenta como el
análisis de manifestaciones sintomáticas tanto como fantasmales. Designan
una realidad de fractura aunque ésta sea débil o incluso inapreciable y, por
esa razón, designan también una realidad espectral: la supervivencia astrológica
aparece , así, como un <<fantasma>> en el discurso de Lutero, un fantasma
138 /bid., l, p. 142 (trad. l. p. 185). Cfr. id.. 1874. pp. 137 138.
139 Id.• 186ga. pp. 8393./d., 186gb, pp. 522535· Cfr. M. T. Hodgen . 1936, pp. 67 107.
l. LA IMAGEN-FANTASMA 53
<< [ ...) no existe ninguna sociedad conocida que no haya evolucionado. Los
hombres más primitivos tienen un inmenso pasado tras de si; la tradición
difusa. la supervivencia , juegan, pues, un papel incluso entre ellos>> ᄀ セヲN^@ L
Eso era un modo de decir que las sociedades <<primitivas>> no sólo tie-
nen una historia -cosa que algunos negaron durante largo tiempo, co mo
testimonia la expresió n <<pueblos sin historia>>- sino que, además, esta
historia es tan compleja como pueda serlo la nuestra. Está igualmente
hecha de transmisiones conscientes y << tradiciones difusas >>. como escribe
Mauss. Se constituye también, .aunque ello siga siendo difícil de analizar
debido a la ausencia de archivos escritos, en un juego -o un nudo- de tem-
poralidades heterogéneas: un nudo de anacron ismos. Cuand o Mauss cri-
tica el uso de los suruwals no lo hace para cuestionar esta complejidad de los
modelos d el tie mpo. sino , por el contrario, para refutar el evolucionismo
etnológico como una simplificación d e los modelos del tiempo. Así ,
cuando Frazer describe los suruivals de la <<confusió n antigua en tre magia y
religión>>, Mauss responde que << la hipótesis es bien poco explicativa>> (se
refiere a la hipótesis de una confusión ent re magia y religió n que hubiese
sido seguida por la auto n omización de la segunda, m ás racional , más
moral, más <<evolucionada>> en sumatH.
i
l. LA IMAGEN-FANTASMA 61
Landser con dos cuerpos y ocho patas que Warburg comentaría, a partir de
un grabado de Durcro, desde el punto de vista de lo que llamaba, precisa-
mente , una <<región de los monstruos proféticos>> (Region der wahrsagenden
Monstra)' 7'-. Pero tenemos que comprender, igua lmente, el malentendido
al que puede inducir la calificación de <<evolucionista>> aplicada a una obra
tan experimental tan inquieta y heurística como la de Warburg.
1 Carlyle hablaba del tiem po como de un remolino hecho de actos y de blo-
ques (solids), innumerables y simultáneos, que terminaba por llamar el
<<caos de lo existente>> (chaos ofBeing)'74 •
t
!
No res ult a indiferent e sabe r que Wilhe lm Dilthey comen tó, en 1890,
esta filosofía de la historia en relación con su propia <<c rítica de la razón
histórica>> ; 5 . Por vías ext r emadamente distintas - divergentes en muchos
1
178
179
A. Warburg. r8g3. pp. ri -63 (trad., pp. 4-7- 100) .
J. Michelet, r855. pp. 34- 35. Cft·. L. Febvrc, 1950 . pp. 717-72.9.
t
ᄋ@ セ
180 H. Thode, 1885. Sobre la historiografia del concepto de Renacimiento en AJemania , Cfr.
J. Hui·d nga, 192.0, pp . 2.43- 2.87. R. Kaufmann, 1932. S. Viena (dir.). 1994· W.K. Fergu -
son. 1948. pp. 167-2.30. Id.. 1963 .
1
l. LA IMAGEN-FANTASMA
Esta <<v ía>> (Bahn) es de una exigencia metodo lógica extremadamente
difícil de manten er, pero colocará la <<abnegación>> de Warburg su Selbst-
1
l. LA IMAGEN-FANTASMA
6. Jacob Burckhardt, esbozo del proyecto Kunst der Renaissance, 10 de agosto de 1858.
Tinta sobre papel. Basilea, .Jacob Burckhardt-Archiv. Foto Jacob Burckhardt-Archiv.
r ias' 86 _ Pero tampoco significan que la relación entre ambas obras sea de
mera filiación: en sus n otas personales Warburg se muestra más crítico, más
87
propicio a la discusión e incluso a la contradicción' . Hay que decir, igual-
mente , que el vocabulario fundamental de Warburg -el del Nachleben, las
Pathosformeln o la teoría de la <<expresión>> (Ausdruck)- no forma parte de los
motivos conceptuales propios de Burckhardt. Pero, por otro lado. no
podemos evitar pensar que las famosas Notiz.enkasten de Warburg -sus fiche-
ros de cartones multicolores- so n com o la encarnación volumétrica de los
Materialien que Burckhardt había reunido con vistas a una Historia del arte del
Renacimiento siempre diferida y nunca publicada (figs. 6-7). Vale la pena, en
todo caso , investigar qué es lo que , en la obra del gran historiador de Basi-
lea, podía servir para las intuciones y las construcciones del joven Warburg.
186 C.fr. A. 'Narburg. 1920b. p. 103 (trad .. p. 139). En 1892 Warburg había sometido su trabajo
ウッィョ セ@ Botticclli al juicio del <• maestro de Basilea >> .quien lo calificó como <<schóne Arbeit>>.
Cfr. W. Kaegi. 1933. pp. 283 - 293.
187 Cf,-. E. H . Gomb ri ch . 1970. p. 145.
,
LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
N セ@
'
....
.,
1 Ally Warbur9. Notizkostcn. Londn:s. Tht· Warburg lnstitute. FiliO Thc Warbury ln<,litutr. }j'· '
mismo forjado por Bul·ckh;trdt a lo largo de su libro río. /.a Cullumdel Rena -
Cimiento en ltalw sx . Se han glosado hasta el infinito ャッセ@ temas}' ャ。セ@ エ 」セゥウ@ 」ッ ョエ ・ セ@
1
he cho de este <<do minio >> aplastante un argumento a favol' el {' la idead<:>
qu e Burckhardt creaba. con su obra macst1·a. un Renanmicnlo mitico cuyo culto
iba a ter minar por produ cir lo que 1i einrich Mann fu stigó con la expre
sió n de Renacinuenlo ィゥ N セエ←ョ」ッ
Q
Gャ @
Q@
18R .). Burckhanlt. 18 !io. Cfr. W. Kacgi. 191G. pp. 6•1'i ᄀVセAN@ f .. !\1. J:mM' n. 1970. A lhlf'k. ll)X/.
PI'· 7-3·1· /,/.. 191-l9. pp. 2\ ᄋセ「@ N@ /J.. 19•)0. p 'i 12 . \1. C helanlr. t'J9 t I'P · :\1 \:\IV, 211
Rセ N@ P. Ganl. 19'1 セᄋ@ pp . 37 Wセ ᄋ@
18•¡ Cfr. JI . 1\amn. ¡c¡Go. pp. '1.07 2:l2 Id.. Q\IVP M ャGゥセN@ pp. l'j'j 181 :\ Sapnn. QYANGセ@ pp. Sィ G セ@ ᄋ@
37h . R. Kku1 iセjェoN@ pp 20.1 RセGIN@
190 Cf r . P. O. Kmt r:ller. t')GJ. p. '2t¡. D. J lav. 1q82. p . !. G. llr·,,d,·n ,. W. ¡.._,.ITil!'.lll. 1•¡8•¡ . pp .
GSMセUᄋ@ F.J•wl{t'r. 1q9.¡.. pp. 116 1\4.
l !JI Cfr. \\'. Rehm . 1()'.!9. pp. 29ó 3?8 C . Ut·kt>rm;on. 198t;. pp. 4?. 12&. C . gエセ「ᄋャ@ Schill111!{.
lf)C)O. pp ¡R X8. .).B. Bullt'n . 11l'H
1
l. LA IMAGI:N· FANlASMA
S1 h;•v un n11todel RI'IWI'IIIIIl'lllo. t'\l' mito エ^セ@ intJ'IIh<'t'O ¡¡L. cultu1·a A tゥャ\セョᄋᆳ
tJ:--ta mi s111a セ ᄋ@ corr<'sponde '' Hurckhardt el エョ\[イゥセ^@ e!<• ャセ\エィ・jiI@ ,,n,dt;.. l(lu
como tal. 1·. 1 « dl'sarrollo del indi,·icluo >> ti<'nc 1¡ue v<'J' . prnh;¡biPmr·ntc·.
con una c<.t¡·unura mitic<l. o en todo raso una estructura idt•olog-ica セ@ JH.llJ -
tira !·•·. pero no por ello dc_j<t de producir ュ・ョッセ@ c·l'e·rtos de c·onoL·imientn'
ck estilo. d v \'L·•·dad )'de l1istoria : si e l << indi,·iduo •> e'!> un mil e> del Rcnart ·
micmo. al menos habr<i engendrado t>Sac; fasrin antt'.' realidadc·<., qu<' セoゥャ@ lus
rt'tl'iiiOs Jl o rcntin os del Quattron•nto. Ahora bien. ・ᄋセ@ ju... t;cmcnlc de ahí de
donde parte Warburg: an alit.ar un mit o. in.trodw..: ir.,e en セオウ@ rf<ctns c:tClJ
ro:.. era aJa \'(''l Cíiptar Ja med1da d e SU I'<'Cund idad (corno <• Clt'llcia de lo
t.:Oill'I'Cto•>) )· df'co n struirlo (ro m o conjunto de· ᄀ ᄀL@ ョエ。 セ ュ。 ウIN@
1·.1 a na lisis 1>u J'C k ha rd tia no n o interesaba. por tanto, <t \\'a rhu rg p() 1· u ョ。 N セ@
pocas generalt<bdes dt> )a.., c¡ue d l< enacim ient o. co 111 o cuhura o p<.·nodo.
hubiese podido ..al ir lotalmrnt e puro y ('Oncept Lwlmentt· <<arm<tdo>>. ('C)IllO
,\ten e;,¡ dt· la cabeza de Zeus . Burckhardt hiibía reconocido. ril•rtameiHt'. un
<<dcsarrl>ll o d el indi\'lduo>> en la Italia del Renarim tcnt o. JH'ro ese \、Gセᄋ@
arro ll o>> cncunl raba su cxtrai1a ronclusión en un 。ョᄀゥ ャゥ ウゥセ@ d e ャ ッセ@ セゥョエッQ。ウ@ y
de las af,rudeL<t.'i. de las parodias y de la'i dilinnacwnes ot,·os t;tntos ohst;icu
los pa1·a un modelo trivialmente evolucion ista de las qu<' el indl\ 1duo
habl'ia sido. desdt> Francesc.:o Sílcc h ett i hasta Aretino, una incesa n te va: -
tirna: Burkchanlt hilblaba. pues. del <<desarrollo del indi"iduo>> no co mo
el puro progreso d e una <'mancipación sino tan1bién como un clr.lcllrc>l/o d<' 111
. J<n
flrrvNsH 1O<1 m ts ma · .
Se pueden dt'rivar de este 。ョャゥウセ@ dos inte rpt·etaciones muy diferentes.
Líl primera es morali sta: sigue el modelo \ァイ。ョ、・コセ@ y decadencia>> el e los
pesimismos del s iglo xvi@
Q@
Gセ ᄋ iN@ Tiende un puente legítimo entre Burc -
1
khan..lt }' Srhopl'nhauer '"·. Pero. al enfatinr el motivo del declive. tennina
por no ver e n Burckhardt m:ís c¡ue un ideólogo pasadista. un antidC'tnó·
crata precursor del 1\ultwpessunismus a lo Spengle r. o incluso un defensor de
las <<revoluciones conservadoras>> que prepararon en Alemania el adveni -
miento del nazismo'''''. La otra interpretación es estructural: apunta mús a
los Jimcionunu('n/os de la h1storia que a los .JWCios sobre la lu.1lona. pイ ・セ」 n t a la ven taja
ll
burg utilizando aque llo que, en los análisis de Burckhardt. podía construir
una noción incisiva de esta impureza del tiempo: construir, en suma, el
fundamento teórico de la <<supervivencia >> .
セ@
1
197 .J. Burckhardt . r865- r885. PP· ?. y 5-6 .
198 Cfr . C. Didi- 1luberman. ?.000. pp. 85 155.
199 J. Burckhardt. r865- 1885. p. 2 .
200 Id.. 18Go. 111 , pp. 142 191.
1
セ@
セ M
1.
l. LA IMAGEN- FANTAS MA
Renacimiento >> -el es píritu positivo del << descubrimiento d el hombre y del
mundo>> y el espiritu fantáslico de las fi cciones ・ウッエ←イゥ」。 Gセ M L@ nosotros sen-
P Q
timos la tentación de reconocer algo así como una clarivide ncia dialéctica ,
un pensan11ento de las tenswnesy de lospolaridades que Warburg, por su parte. siste-
matizará en cada nivel de análisis.
En tal es condicio t"les. no se co mprende cómo la famosa << resurrección
de la aN Nョ エゥァ・、。^ セ
PR@
podría se r pensada según la temporalidad de un puro
y simple retorno de lo mismo (del mismo << ideal de belleza >>, por ejem-
plo). Es su relaci ón - fatalmen te anacrónica- con las especificidades del pre-
sente y del lugar. la ltalia del siglo XV, lo que da a este retorno su vocación
por las diferencias . por las comp lejidades. por las ュ・エ。ッイヲウゥ
R P
セ N@ Es el
encuentro del tiempo largo d e las supervivencias - Burckhardt no las llama
así, sino que dice: << [.. . ] esta Antigüedad había dejado sentir su influencia
desde hacía largo tiempo>>- con el tiempo breve de las decisiones estilísti -
cas lo que hace del Renacimiento un fenómeno tan complejo 204 •
Y ésa es la razó n de que Burckhardt. a propósito del concepto histórico
del renacer -a notado bajo esta forma verba l, en francés, en un manuscrito de
1856-, pueda describir un verdadero movimiento dialéctico : entre el tiempo-
corte de lo que llama la <<recuperación>> del pasado anliguo y el tiempo - remolino
de los <<residuos vitales>> (/ebensfahige Reste) , que han per·manecido latentes,
eficaces en un cierto sentido, en el corazón mismo de la « larga interrup-
ción>> que los mantenía desapercibidos·¿os . La Anligüedad no es un <<p uro
objeto del tiempo>> que retorna tal cual cuando se la convoca: es un gr·an
movim iento de tierras, una sorda vibración, una armonía que atraviesa todas
las capas históricas y todos los niveles de la cultura:
<<La historia del mundo antiguo . al menos la de los pueblos cuya vida se pro-
longa en el nuestro, es como un acorde fundamental que todavía se oye reso -
. cesar a traves
nar s1n · d e 1a masa d e los conoclmtentos
· · h umanos>> セッg .
212 Cfr. A. Dal Lago, 1984 . pp. 73- 79. que r·efuta los phmteamicmos de 1::. H. Combrich . 1969.
pp.24 59-
74 LA IMAGEN SUP ERVIVIENTE
<< La bibl ioteca fund ada en Hamburgo po r el profeso r Warburg se dist ingue
entre todas las bibl íotecas por el hecho de que no está de dicada a una o varias
ramas del saber hu mano, de que no entra en ninguna de las categor ías habi -
tuales, ya sean generales o locales. sino que ha sido for mada, clasificada y
orientada con vistas a la soluc ión de un pro blema, o más bien , de un amplio
conjunto de probl emas conexos. Este p roble ma es el qu e preocupo a Aby
Warburg desde su juvent ud: ¿qué represe ntaba en realidad la Antigüedad para
los hombres del Renacimiento?. ¿,cuál era su significac ión para ellos?, ¿en
qué ámbitos y por qué vías eje1ció su influencia? La cuestión así planteada no
es para él una cuestión de orden únicamente artístico y literario. El Renaci -
miento no le susc ita solament e la idea de un estilo, sino también y sobre todo
la idea de una cultura: el problema d e la supervivencia y del renacimiento d e la
21 1
antigüedad es un proble ma religioso y soc ial tanto como artístico>> ' .
La clasificación actual deJa biblioteca de Warburg testimonia todavía esta
obsesió n: prácticamente cada sección importante comienza con una
subsección sobre la <<supervivencia de la Antigüedad >> supervivencia de
los dioses antiguos, de los saberes astrológicos, de las formas literarias, de los
motivos figurativos, etc.. Los volúmenes de conferencias (Vortrage der Biblio-
thek Warburg) publi cados ent re 1923 y 1932 por Fritz Saxlllevan igualmente
la marca constante de este problema: só lo con abrir el prim ero de estos
volúmenes vemos cómo se codean un artículo sobre Durero como intér -
prete de la Antigüedad ( po r Custav Pauli ) y un estudio sobr e las supervi -
vencias h elenísticas en la magia árabe (por Helmut Rittcr), la famosa con -
ferencia de Ernst Cassi re r sobre el concepto de << forma simbólica>> y un
ensayo de Adolph Goldschmidt sobre <<La supervivencia de las formas
15
antiguas en la Edad Media >> (Das Nachleben der antike Form en im Mittelalter? •
セV@ Id.. 1932. 11. pp. 670-673 (ind oc:c:, su. <<Antike. 1achleben>>).
227 Id., QYセPN@ pp. RUY M セgッ@ (trad .. pp. 28 1 y 285- 286).
LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
que se llama el espí1·itu del tiempo (Geist der .«itrn) no es en realidad sino el
espíritu del honorable historiado¡· en el que este tiempo es pensado ... >> .
En función de ello , la grandeza de un tie mpo, de un 。イエゥセ@ o de una ob1·a
de arte era reconocida por Warburg -contrariamente a lo que pretende
hacernos creer la excesivame nte habitual lectu ra soc iológica de su obra-
según su capacidad de resistencia a tal espíritu , a tal <<t iempo de ←ーッ」。^ᄋセ セ@ N@
En segundo lugar, la supervivencia anacroniza el pasado: si el Renacimiento
fue analizado por Warburg como un <<tiempo impuro >>. e ra también por-
que el pasado cuyas <<fuerzas vivas >> convocaba la Antigüedad clásica-
tampoco tenía nada de origen absoluto. El o rigen forma . en consecuencia,
una temporalidad impura de hibridaciones y sedimentos, de pretensiones
y perversiones: en los ciclos pictóricos del palacio Schifanoia lo que sobre-
vive es un modelo oriental de astrología en el que formas griegas más anti -
guas habían conocido ya un largo pro ceso de alteración. A partir del
momento en que el historiador del arte asume el riesgo de reconocer las
largas duraciones presentes en los monumentos artísticos del Renacimiento
-es así como Warburg presentará conjuntamente una obra de Rafael y el
arco de Constantino en Roma , separados por rnás de mil doscientos
229
años , asume también, lógicamente, el riesgo del anacronismo: consi-
derémoslo como u na decisión de reconocer el anacronismo inscrito en la
evolución histórica misma.
Porque la supervivencia abre una brecha en los modelos usuales de la
evolución. Desvela en ella paradojas, ironías del destino y cambios no rec-
tilíneos. Anacroniza el.futuro, en cuanto que es reconocida por Warburg como
una <<fuerza formativa para el surgimiento de los esti los>> (als stilbildende
30
Macht)2 • Que Lutero y Mclanchton muestren su interés por las <<supervi-
vencias de prácticas misteriosas de la religiosidad pagana >> (an denfortlebenden
"!)'Steriosen Prak-tiken heidnischer Religiositéit) es algo que , desde 1uego, <<parece tan
paradójico para nuestra concepción rectilínea de la historia >> (gerodlinigden-
kende Geschichtsau.ffassung/3'. Pero eso es lo que justificaba plenamente la reí -
vindicación por Warburg de un modelo de tiempo especifico para la histo-
ria de las imágenes: lo que él llamaba, como se ha visto. una investigación
de <<su propia teoría de la evolución>> (uhre eigene Enhuicklungslehre/ 3'-.
.
セ
ᄋ セ@
•
¿
237 C. Darwin, 1859, pp. 212 - 213.
1
1
EL EXORCISMO DEL NACHLEBEN:
GOMBRICH Y PANOFSKY
si el arte tiene una historia. las imágenrs. por su parte. ャHセョ・@ supPrviuencias. que las << J es·
clasifican>> , las apart an de la esfera habi tual de las ob ras de arte. Su super -
vivencia tiene como contrapartida e l d esprecio en el que las ma n tiene una
h istoria << elevada>> de los estilos artísticos'+' . Y ésa f'S la razón de que, desde
hace much os años , la llistoria del retrato l'n cera haya si d o más leída por los
antro pólogos que p o r los hi sto r iadores del a rte.
Edgar Wind probableme nte nun ca arri esgara a pro pósi to de las cues -
tión de los modelos tiempos opciones teóricas tan radicales, tan exploJ·a-
to rias, com o las de Warburg y Schlosse r. Pero comprendió muy bi<'n que la
palabra supervivencia debía ser empleada más allá de la <<metáfora biológica>>
trivial: << Cuando hablamos de la 'supervivencia' de la Antigüedad esc,·ibía
en 1934 , en tendernos por ello qut' los símbolos creados por los Antiguos
han continuado ej erc iendo su poder sobre generaciones suces ivas; pero
¿ qué entendem os p or la palab ra 'co n tinua r '?>> . E indica que la supervi ··
ven cia supone todo un conjunto de operac ion es en las que juegan de co n -
cierto el olvido , la transformación de se ntido , el recuerdo provocado, el
hallazgo inop inado , etc., debiendo esta complejidad recordarnos el carác-
ter cultural y no natural de la temporalidad e n juego 24 ·¿ . Con ello Wind cri -
ticaba no solamente la << historia inmanente >> de Wo lff1in sino también la
<<historia continua>> (histo rical continui_ry) e n general , que ignora aquello de lo
que toda supervivencia es teatro: un juego de las << pausas>> y de las << cri-
sis >>, de los <<saltos>> y de los «retorn os periódicos>> (periodlc reuersions), todo
eso q ue forma no un relato de la historia si no una madeja de la memo ria
(memory - mnemo8'ne). No una sucesión de hechos artíst icos sino una teoría de
la complejidad si mbólica 2 !:l .
No se podía ser más cla ro sobre la critico del historicismo contenida en la hipó -
tesis mism a de la supe rv ive ncia. Gertrud Bin g h a señalado muy bi e n la
situación p aradójica de Warburg en la epistem ología de las ciencias históri -
cas (y se podría , creo, hacer una precisió n a n áloga a propósito d e Michel
Foucault): de un lado, se ve abocado a ser parcial, e incluso a equivocarse
sobre ciertos hechos h istóricos; de otro , su hipótesis sobre la m emoria ese
tipo específico d e m emoria que supone el Nachleben- modificará en profu n -
didad la comprensión misma de lo que es un fenó meno histórico. Signifi -
cativam ent e, Ge rtrud 13in g insistía e n la manera en q ue el Nachleben tran s-
forma toda nuestra idea de la tradició n: ésta n o es ya un río continuo en el
1
l. LA IMAGEN- FANTASMA
que las cosas se transmi te n sim plemente de cabecet·a a dese m bocadura, sino
una dialéctica tensa , un drama que se ¡·cpresc nta entre el cu rso del río y sus
propios rem olinos';! 44 . Debemos con statar , una vez más , que Walt er Benja-
mín no se encue ntra muy lejos de este m odo de pensar la historicidad 245 .
<< La antítesis tradicional entre Edad Media y Renacimiento se atenúa a
medida que se conocen mejor una y otro: la primera aparece menos somb ría
y menos estática, el segundo menos brillante y menos repentino . Nos damos
cuenta , sobre todo, de que la Antigüedad pagana, lejos de ' re nacer' en la
Italia del siglo xv, había sobrevivido en la cultura y en el arte medieval es; los
dioses mismos no resucitan, porque jamás han desaparecido de la memoria y
de la imaginación de los hombres. [. .. ] La diferencia de los estilos nos
impide percibir esta continuidad de la tradición, porque el arte italiano de
los siglos XV y XVI revista a viejos símbolos con una joven belleza. Pero la
d euda del Renacimiento con la Edad Media está inscrita en los textos. Trata-
remos de mostrar cómo. a través de qué vicisitudes, se transmitió . de siglo en
siglo , la herencia mitográfica de la Antigüedad, y cómo, en el declive del
Cinquecento. los grandes tratados sobre los dioses, de los que van a alimen-
tarse el humanismo y el arte de Europa entera, son todavia tributarios de las
compilaciones de la Edad Media y se encuentran totalmente impregnados de
' . 250
su espu·ltu>> .
251 Cfr. F. Saxl. 1947. pp . 1-12. Id., 1948, pp. 345-357 J. Bialostocki. 1965. pp. 101 - ll'l··
252 Cfr. R.Jullian. 1931 , pp. 131-140 y 217-228. W. S. Heckscher. 1937 . pp. 204-220. M. Green-
halgh. 1989. N. Cramaccini, 1996.
253 Cfr . R. Newald. 1931. pp. 1-144. Id .. 1960. .[. Adhémar, 1939. W. S. Heckscher. 1963.
254 Cfr. F. Saxl. 1935. 1938 . 1938 - 1939. K. Wcitzmann. 1960, pp. 45-68. Id .. 1978. PP· 71- 85.
H. Keller, 1970.j. Bialostocki. 1973, pp. 7- 32. P. C. Clauscn. 1977 , pp. 11 - 27. R. Ham-
merstein . 1980. \
255 Cfr. O . lmmisch. 1919. A. von Salis. 1947. E. C. von Klempcrer. 1980. H . Lloyd-.Jones. 1982.
256 Cfr . N. Dacos. 1973. pp. 725-746. C. Cieri Via, 1986 , pp. 5-10. S. Howard, rggo . R. Rccht
(dir.), 1992.
25 7 E. H . Gombrich. 1970 . pp. 316-317.
258 E. Panofsky. 1921-1922. pp. ':WI-254·
86 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
Po demo s d a rnos ya cuenta de que esta e ntrada e n mate ria impli ca no
sólo una pro longación sino tambi én una bifurcación. y hasta una po sib le
inuersrón, de las intenciones warburgianas , de las cuales Pa nofsky y セ。クャ@ rei -
6
vindican. sin e mbargo , se r los <<c ontinuad o res>> (followers? • . ¿Qué es lo
que se prolonga? La idea general de una bipolarización entre supervivencia y
renacimiento. ¿ Qué es lo q u e se in vierte o se abandona ? El ten o r estru ctural
o sincrónico , el tenor no cronológico y, por decirlo todo , anacrónico de
este doble ritmo. De ahora en adelante, las cosas se separan más netamente
en el valor y en el tiemp o : se jera rquizan y se periodizan . La supervivencia se
convertirá en esa baja categoría d e la historia del arte que hace de la Edad
Media un periodo de << convencio nes >> artísticas , de << d egeneración pro -
gresiva >> (gradual degeneration) de las normas clásicas y, en fin, d e desgraciada
<<disociación >> entre fo rma y contenido : << [ ... ]el espíritu medieval [esJ
incapaz de realizar la unidad entre la forma y el tema clásicos (incapable ofrea-
li{ing... the uni!J ofclassical form and clamcal subjecl maHer)265 •
A su vez, el renacimiento se convertirá o, más bien, volverá a convertirse-
en esa alta categoría de la historia d el arte qu e hace d el Quattro cento y del
Cinquecento un periodo de culminación a r'tística, de autenticidad arqueo -
lógica y. por ende, de pureza estilística... Leyendo a Panofsky y a Saxl casi
podría decirse que el Renacimie nto << en su verdadero sentido >> , el Rena -
cimi e nto en tanto que << fe nómeno históri co bien definido>>, habrá sido el
único período en ver nacer un hombre verdadero y << libre >>. Libre, sobre
todo, del fardo simbólico o de las convenciones figurativas : <<[ ... ]la rein-
tegración de los temas mitológicos clásicos realizada en el Renacimiento fue
tanto el motor como una característica de la evolución general que culminó
en el redescubrimie nto del hom brc como un ser natural desembarazado
del simbo! ismo que le condicio na ba y de toda convenc ión (a rwtttra/ being
slrrpped ofhisprolecting cot1erofセ ュ「ッャゥウ@ and conventionali!y) >>2 6 b . N o todas las tensio-
nes pueden ser apartadas (Panofsl')' y Saxl aludirán , en este sentido , a la
Contrarreforma, o sea , el jln del Renaci mi ento), pero sólo a la <<armonía
clásica >> le será conced ido el privil egio de. en el tiempo del Renacimiento
in 1ts truesense, haber superado las crisis artísticas y culturales cuyos tiempos de
supervivencia habían hablado del defecto, de lo ョ・ァ。エゥカッセ 」N W @
No quedaba sin o una dificultad conceptual por resolver: el renaci-
miento se opone a la super'Vivencia en dos planos que no pueden co incid ir
fácilmente . La oposición jerárquica no coincide de manera inevitable con
la sucesió n cronológica. Panofsky hallará una solución eficaz para este pro-
blema distinguiendo en el término renacimiento dos órdenes catego r iales
diferentes: un o rd en sincrónico, que él llama aquí «renovación >> (renova-
tion), y el <<fenómeno histórico bien definido>> que es el Renacimiento. Lo
que se ha podido llamar <<renacimiento carolingio>> no es, para Panofsky.
m ás que una <<renovación>> . Sólo es tomado <<en su verdadero sentido>> el
268
Renacimiento de los siglos XV y XVI . La supervivencia, p o r su parte , que-
dará en la sombra de su indeterminación relativa.
A partir de 1944 Panofsky denominará renascence u n término dificil-
mente traduc ible aquello que antes designaba como イ ・ ョッ オ 。エゥッョセ VY
@ El sistema
terminará por cerrarse en 1960 con Renaissance and Renascences in Western Art,
obra resultado de una se rie de conferencias pronunciadas en 1952 y, por
tanto , largamente madurada durante los ocho años subsigu ientes. En ella
Panofsky reitera con fuerza que la <<renovación>> car olingia y, en general.
todos los mome nt os de <<p role huma nismo>> que conoció la Edad Media,
no son en abso luto <<renacimientos>> en el sentido estricto de la palabra,
270
sino sólo renascences, momentos parciales de <<retorno a la Antigüedad>>. •
Se comprende en tonces que , para resolver el problema fundamental
enu nciado de partida a saber. la relación entre continuidad y cambio en la his-
toria , Pan ofsky recurra a un cuad ro de inteligibi lidad simi lar , por su
estructu ra ternaria. a la famosa distin ción <<semio lógica>> entre <<tema pri-
mario >>. <<tema convenc ional>> y <<significación intrínseca>> . enunciada en
la introducción a los Ensqyosdciconologia'l 7•. Así, pues, unajerarquía en t1·es
términos va a organizar toda la <<teo ría del tiempo histórico >'> segú n
Panofsky: en la cúspide se encuentra el Rrnocimienfo, cuya inicial en mayús-
cula indica tanto su centralidad cronológica como su dignidad intemporal.
Una dignidad que Panofsky cualifica mediante expresiones casi hegelianas:
<<autorrealización>>, <<to ma de conciencia>>, <<integracíón en la realidad>>,
2 2
<<fenómeno total>> ; ••• Para Panofsky, el Renacimiento es el despertar del
ar te a su propia conciencia, es de cir, a su propia historia y a su propia
<< r ealización>> o significación idea l Vasa ri, que decía lo mismo . habría
tenido . pues. razón.
Para anticiparlo hay diferentes <<renovaciones >> parciales, los rerwscences.
que, en la larga duración medieval, sacudieron la historia de las fo rm as
como otros tantos momentos de despertar al clasicismo 273 . Finalmente está el
fondo de st1eño del que se desgajan todos estos momentos. Panofsky duda en
nombrarlo , en darle un estatus teórico; todo lo más hablará de <<período
de incubación>>'lH. Pero está claro que de lo que se trata no es de otra cosa
que de la superuiuencia warburgiana. Las últimas frases de Renaissance and Renas-
cences opo nen significativamente el <<fa ntasma no redimido>> de esta sup er -
vivencia al alma por fin resucitada ideal, intangibl e, pura, inmorta l,
omnipresente del clasicismo all'antica:
Nos parece estar oyendo en estas frases el eco de las dos exaltaciones simé-
tricas - idealistas una y otra- de un Vasari y de un Winckelmann ... ¡Mueran
los fantasmas errantes y supervivientes' ¡Vivan las almas resucitadas e inmor-
tales! Y lo que se expresa co n ello no es, por supu esto, ot ra cosa que una
opción estética, o incluso una o pción fa ntasmática. Es algo . e n sí, legítimo,
pero aparece ahora en un discurso de verdad que pretende fundar la histo -
ria d el arte co mo ciencia o bj etiva. Tendrá como efecto orientar a ésta hacia
el estudio de los <<fenómenos históricos bien de fini dos>> (welldefined historical
phenomena) más que hacia el tiempo incierto de las supnvivencias. Conse1-vará
las ideas inmortales y arrojará lejos de sí todos los fan tasmas de imágenes.
Habrá que rido reconoce r e n el Renacimiento un tiempo sin impurezas, un
período - patrón en el que sean legibles la hom ogen e idad y la << reintegra -
ción>> de las formas y de los contenidos. Habrá renun ciado , por tanto, a la
intuición warburgíana fundam ental.
Veritasfilia temporis, di ce el ant iguo 。、
ァゥッ。 セ WV @ Pero, para el historiador , la
cuestión sigue siendo saber de qué tiempo exactamente - o de qué tiempos
plural es- es <<hija >> la ve rdad. Como discípulo d e Warburg, Panofsky
comen.{Ó por reconocer la co mpl ej idad y el anacronismo del tiempo de las
imágenes: en un texto del período alemán sobre <<El problema del tiempo
histórico >>, esgri mía -no casualmente- un ejemplo medieval para introdu-
cir la dificultad teórica inh erente, en h istoria del arte, a todo modelo de
evolución :
Así. pues, Panofsky comenz.ó -con Warburg- por reco nocer la impureza
del tiempo. Pero terminará por extirparla, reso lverla, subsumir la en un
esquema ordenado que volvía a vincularse tanto con la ambición estética de
las edades de oro (el Renacimi en to es una de ellas) co mo con la ambición
histórica de los << periodos de referencia >> . As í, el texto de I93J termina
con la esperanza de que una <<cronología>> de las esculturas de Reims
pueda un día clarificar y jerarquizar la multiplicidad de los sistemas de
referencia estilísticos'2 78 . Era una man e ra de expresar ese deseo del historia -
dor idealista o positivista: que los tiempos, una vez anal izados, vuelvan a ser
<<puros>>, qu e las supervivencias sean eliminadas. de la historia lo mismo
que los posos se eliminan de un buen vino. Pero ¿es ello posible? Sólo los
vinos ideales -los vinos sin gusto- pueden ca rece r de todo poso, d e esa
impureza que, e n cierto sentido, les da est ilo y vida.
Aparece así una extraña dialéct ica de los tiempos, que no tiene necesidad
ni del <<b ien>> ni del <<ma[>>, ni de los <<comienzos>> (el origen-fuente del
que todo derivaría) n i de los <<fines>> (el sentido de la historia hacia el que
todo convergería). No necesita de nada de todo esto para expresar la com-
plejidad la impureza d e su <<vida>> . Está hecha de ri:r.omas. de repeticio -
nes, de sí n tomas. La historia local incluso la patriótica o racial le es
ajena. porque le falta el pensamie nto de las relaciones y de las diferencias.
La historia universal no es ya su objeto. Burckhardt renuncia de antemano
a la búsqueda de un a fórmula ge n era l para el <<sistema>> de todos estos
rizomas.
284 J. Burckhardt. 1868 1871. pp. 5 y 66 (trad., pp. 2 y 48).
285 lbicl., pp. 67 )' 12 (trad .. pp. 34 y 8).
?.86 Cfr. R. Winners . 19?.9. pp. 33 48.j. Grosse. '997·
g6 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
<<l ... J dado que el tiempo arrastr<l siempre tras de si las formas (die> Formen),
que son e l soporte de la vida del espíritu (dasgeistige Leben). la printera tarea del
historiador será separar los dos aspectos, en conjunto idén ticos . de las cosas.
Mostrará. en primer lugar, que todas las manifestaciones del espíritu. cual -
quie ra que sea su ámbito, tienen un lado histórico (e in egmh1chtlrche Se1te) que
las hace aparecer pasajeras, limitadas y condicionadas por una l'ealidad que se
nos escapa; y, despu és, que todos los acontecimientos tienen un lado espiri-
tual (einegeistigesSeite) mediante el cual participan de la inmortal1dad. Po rque.
b"•ante. no es e f'1mero>> 288 .
s1. e1esp•rnu es cam
. .
emb riaguez de olvido: reconoce sim plem ente - importante lección- que la
clavija temporal de la relación entre devenir y estabilidad, entre Ceschichte y
fypus, es una clavijaformal, la puesta en marcha de un <<p r oceso de la meta
morfosis de una crisálida>>. Así, pues, n ecesariamente, hay que <<cstetizar>>
la historia: la Kultur de Burckhardt ocupa en cierto modo e l lugar d e la
<<razón en la histo ria>> d e Hegel 291 • No hay historia posible si n una historia
de la cultura, no hay historia de la cultura sin una historia del arte abie rta a las
2 12
reso nan cias antropológicas y morfológicas de las imágenes ' • Uno tarea
que Burckhardt , cie rtam ente, deja rá sin terminar y que Warburg y Wolf-
Oin, cada uno a su modo, quisieron prolongar, si no culminar.
Que la tarea del historiador se oriente de manera central a esa necesaria
morfología -cuyo paisaje critico , desd e Goethe a Cario Ginzburg, por
ejemplo. habría que trazar un día- es lo que explica igualmente la fu erte
índole visual del vocabulario burckhardtiano: en él se constata un rechazo
violento, un retroceso, tanto ante el a priori de Kant como ante la <<especu
!ació n>> de l Icge l, así como una ウゥュ←エイ」\セ@ イ・ゥカョ、」。セN@ para el historia-
dor, de la \ュゥイ。、エセ^L@ de la <<contemplación>> (Anschauung) y hasta de la
<<imaginación>> (Phantasie/.. 11 • Para Burckhardt la historia se construía más
como un <<cuadro>> (Bild) que como un relato: <<Imágenes, cuad ros , eso es
lo que yo deseo>> (Bilder, Tableaux. das 1st's wos 1ch mochte), escribía en 1844, con
una expresión que Warburg retomará antes incluso de ponerla en práctica
en las láminas de su atlas mョ・ュッセN QYT@
N@ ¿Cómo no ver, entre otros eje mplos
posibles, que la gnsalla como opción cromática exp resa una forma del tiempo en
la que el presente de la historia (el de Mantcgna. por ejemplo) afirma su
propio distanciamiento arqueológico, su propio anacronismo , su propia
vocación de hace1· sobrevivir -como fantasmas- a las figuras de la Antigüe-
dad-.t95?
No hay. pues, historia posible sin una morfología de las <<formas del
tiempo>>. Pero el razonamiento estaría incompleto sin la siguiente preci-
sión esencial: no hay morfología, o análisis de las formas, sin una dinámica o aná-
lisis de las fuerl_as . Olvidar esto es rebajar la morfología -como ocurre a
menudo- al nivel de las tipologías estériles. Es suponer que las formas son
los reflejos de un tiempo, cuando lo que son es más bien las caídas -irrisorias
o sublimes- de un conflicto que tiene lugar en el tiempo, es decir, de un
juego de fuerzas. Tal sería, pues, la tercera característica de la <<vida>> según
Burckhardt: la dinámica del <<tipo>> (!jpus) y el desarrollo (Entwicklung)
constituye el <<fenómeno capital>> (Hauptphanomen) de la historia. Se trata de
un fenómeno tenso y oscilatorio, productor de temibles complejidades:
'293 J Burckhardt, 1R18-1897, 1, pp . 204 - 209 (cilrtiiS a Willibald B<'yschbg-ya Karl fresenius. 14.
y 19 dr jun1o de r8+2).
294 lb1d., 11. p. 99 (cana a Hermann Schaucnburg. 10 de junio dr 1844).
295 Cfr. A. Warburg. 1929d.
296 J. Burckhardt, 1868- 1871. p. 9 Hエイ\セ、 .. p. 5· modificada).
l. LA IMAGEN-FAN TAS MA
99
cías>> (Poten;::en) del que - precisa Burckhardt- <<deriva toda clase de formas de
existencia Hl・「ョウヲッイュIG^\セ ャゥ@ N@ Y. en otro lugar, escribe: <<Debern os limitarnos
a constatar las diferentes fu erzas (Poteru:en) que surgen simultánea o sucesiva-
911
mente y a d escribirlas d e maner·a ohjetiva>>:! . Pero la tarea es ardua, porque
una potenci(] tiende siempre a ocu ltarse: difícil de consta tar cuando es dema-
siado violenta y omnipresente , también lo es cuando es demasiado virtual
(<<en potencia >>) e invisi ble:zqg. Esta dobl e significación de la palabra potencia
fuerza manifiesta y fu e rza la tente no ti e ne nada de anecdótico : impone ,
al menos, dos consecuencias, d os bifurcacio nes, que modifican en profun-
didad nuestra manera d e concebir· la histo ricidad.
La primera impli ca una dialéctica de/tiempo la misma que tratamos de
aprehend e r en la n oc ió n de slntomo. En Burckhardt esta dialéctica fun-
ciona sobre el modo de un debate siempre reconducido entre <<latencias >>
(Laten{en) y <<crisis>> (Krisen). En e fecto , no hay tiempo histórico sin algún
juego de la tencia: << r .l somos co mpletamente ignorantes de lo que se
00
d irlo todo[ ... ] . Una cris is que estalla por un m o tivo 」オ。 ャア オゥ・ イ\セ@ se beneficia
del im p ulso general desencadenado por otras numerosas ca u:.as; n inguno de
los testigos es rapaz de discern i r cuál será la fu erza qu e tcnninartí domi-
nando >> 3o:s.
<< [E l histo riador debe anal izar ca da fuerza] para pasa1· al análisis de su
in fluencia recípmca. constante y progresiva, y particularmente de la del ele-
mento móvil (la cultura) sobr·e las dos potencias estables [estado y religió n ].
Estudiaremos d espués los movimientos acelerados del proceso histórico (cr i-
sis y revoluciones, rupturas y reacciones). a continuación el fenómt>no d e
absorción parcial e intermitent e, la ferm e ntació n s imult ánea de todas las
otras formas de la vida. las r upturas y las reacciones. para pasar finalmente a
lo que se podría llamar la ciencia de las perturbaciones (Sturmlehre: teoría de
las tempestades) l... ]. Hemos tomado como punto de partida el único ele-
mento invariable que puede prestarse a semejante estudio: e l hombre , con
sus p enas, sus ambiciones y sus obras , tal y co mo ha sido. es y será sie mpre.
fui. nuestras consideraciones tendnin, en cierta medida, un ca rácte r patoló-
giro (pathnlogisch) >> 30+.
ficios humano:-! ... l. Nunwrosos C'lcmC'ntos O<' cultun1 que procedC'n . qui1.á,
de algún pueblo olv1dado ron tJnu .l n \'tvie n do ゥョ」ッ ョ セ」 ゥ・ョエュ」@ (/eblauch
un/xu•uJ.\1ll'Ctll'r). como una hcrt>ncia セᄋ」イ・エ。N M han pasado a la sangre ュゥセ。@ de
la humanJC-Iad. H.tbna qu<> tcn<>r :-.Jt'lllprc en cucn t¡¡ esta adición incomriente
de patrimontos rulturHk;) Hオョ「イAエ G ュセャ」@ Z|QセᄀN[オュイ\G@ イ 。セエャ|オュL・ョI@ tanto en
los pueblos romo en los ゥョ、QL ᄋ ゥ、オッセ N@ L!->tf' rrec11mento y C!>la p<'rdida (\\árh.sen
und Vergehen) obedecen a las leyes soberanas e insondables de la カゥ、[セ@ (hohere,
. } f.e 1jャAョセ・」エNZ@
unergrün< {/ te te ) >> '{OX .
308 lbrd .. pp . 3 4·· Id .. r8G8 1871. p. s8 (trad .. 1'· MセGRN@ rnod lf'tt·ada).
SISMOGRAFÍA DE LOS TIEMPOS MOVEDIZOS
A. Warburg, 1927e, pp. 86-89 (trad., pp. 21-23). En este seminario, que se celebró entre el
30 de mayo y セQ@ 27 de julio, participaron (por orden cronológico) I. Fraenkel. H. Schubert,
L. Beuchelt, F. Rougemont, L-H- Heyndenreich, K. Sternelle, R. Drommert y A. Neume-
ro6 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
tn gráfico continuo. Basta para ello con desarrollar una tecnología de los
セ。ーイエッウ@ registradores de indicación continua» 14 • Franquear esta etapa es
nventar la cronografía como tal, es decir, la «transmisión del movimiento a
a punta que inscribe su duración>> sobre el rollo -que en el siglo XIX se
:ontentaban con ennegrecer al humo- del aparato registrador15 • La palabra
セエイ。ョウュゥᄏ@ es capital: hace de 1afórmula, entidad meta-representacio-
lal, un índa· infra-representacional, una prolongación física, una transfe-
セ・ョ」ゥ。@ directa del movimiento en tiempo real.
He aquí lo esencial de esta problemática: que la formulación abstracta, en
セオ。ョエッ@ que tal, esté también en relación directa con el fenómeno al que no
セ・ーイウョエ。@ exactamente sino que más bien acompaña, <<transmite» táctil-
nente, <<inscribe>> y <<expresa>>, todo a la vez. Señalemos ya desde ahora
1ue volveremos a encontrar esa misma polaridad en las nociones warburgia-
las de Pathosformel y de f!ynamogromm. Supone una concepción energética y
:linámica del trazado, como una prolongación refleja -aunque mediatizada
?Or un estilo, término que debe entenderse tanto en su sentido técnico como
セョ@ el estético- de los movimientos orgánicos. Supone igualmente una
lmpliación considerable del campo del registrográfico: el sismógrafo de que habla
N'arburg no es más que uno de esos «aparatos inscriptores del movimiento>>
:uyo sistema elaboró meticulosamente Marey: pantógrafos, harmiógrafos,
1celerógrafos, odógrafos, miógrafos, neumógrafos, cardiógrafos, reógrafosr
nemodromógrafos, limnógrafos, quimíógrafos, termógrafos, esfigmógrafos
t otros polígrafos... todos estos aparatos descritos por Marey tenían como
función restituir e) traz:.o de temporalidad de los fenómenos menos fáciles de
:>bservar, desde la propagación de las ondas líquidas hasta los fenómenos del
temblor, la deglución o la articulación fonemática 16 •
Aun siendo el <<caso» de una especie técnica muy difundida en el siglo
X:IX, la comparación introducida por Warburg resulta ser, sin embargb, muy
específica: el gran historiador -Burckhardt o Nietzsche- no es, según él,
comparable a cualquier <<polígrafo>> o <.<cronógrafo>> bien intencionado.
Warburg habla de sismógrafo porque el tiempo no es ya para ello que había
sido para Marey: no es una magnitud cualquiera, no es la variable necesaria y
continua de todo fenómeno, sino algo mucho más misterioso -difícil de
aprehender como tal- y temible al mismo tiempo. Cuando Warburg utiliza
la comparación del dinamógrafo, es para indicar el carácter complejo de los
•breviven, que se traman sobre nuestro suelo, que se cruzan, que esperan el
.omento -inesperado para nosotros- de manifestarse repentinamente. No
: casual que Burckhardt se viese obligado a hablar de una \ー。エセャッァ■ᄏ@ y de
na <<sintornatología>> del tiempo: el historiador de la cultura debe estar a
·escucha de éstas corno el sismógrafo de Schmidt está a la escucha de los
Lovimientos de la corteza terrestre y el dinamógrafo de Charcot del cuerpo
tstérico sumido en un estado de <<supervivencia>> sonámbula a la espera, en
:aura /.9sterica de su crisis, de su propio seísmo 17 (fig. 12).
En realidad, la amenaza es doble. Por una parte el historiador-sisrnó-
セ。ヲッ@ registra táctÜmente los síntomas del tiempo, repercutiendo su estilo las
braciones y las ondas de choque y transmitiéndolas después ópticamente
mbre el rollo de inscripción para la mirada de otros. Ello implica un
>nocimiento de los síntomas, un conocimiento <<a contragolpe>>, que
istingue al saber histórico así concebido de toda certeza positivista. Pero,
Jr otro lado, Warburg insiste en decir que el seísmo del tiempo afecta al
ropio aparato inscriptor: cuando sobrevienen -o subvienenlas ondas del
empo, el <<muy sensible sismógrafo>> tiembla sobre su base . Transmite,
ues, el seísmo al exterior como conocimiento del síntoma , <<patología del
empo>> hecha legible para otros. Pero lo transmite igualmente al interior
e sí mismo como experiencia del síntoma, corno <<empatía del tiempo >> en la
ue corre el riesgo de perderse. Tal sería la dialéctica de la imagen pro-
uesta aquí por Aby Warburg para hacer justicia a los <<riesgos del oficio>>
e historiador .
Cfr. P. Regnard y P. Richer , r878, pp. 64r-66r. P. Richer , r88r , pp. 537-658. G. Didi-
l-f.. l-. ............ Tf\R., "'"' RA TTf) ... T'7'lTR'l
ZEITLINIE:
EL HISTORIADOR AL BORDE DE LOS ABISMOS
<<[TuTín, 4 de enero de 1889)
A mi venerado Jacob Burckhardt,
Ésta es la pequeña broma por la cual me perdono el aburrimiento de haber
creado un mundo. Ahora es usted eres tú- nuestro grande, grandísimo
maestro, puesto que yo, con .Ariadna, sólo he de ser la doTada balanza de
todas las cosas, por todas partes tenemos seres que se encuentran poT encima
de nosotros.
Dyonisos
[. .. ]
[Turín, 6 de enero de r889]
Querido Señor ProfesoT,
Preferiría con mucho ser profesoT en Basilea que Dios, pero no me he atre-
vido a llevar mi egoísmo privado tan lejos como para desatender por su causa
la creación del mundo. Como usted sabe, de alguna manera hay que saber
hacer sacrificios, en cualquier lugar donde uno viva [ ... ] . Como estoy con-
denado a divertir a la próxima eternidad con malas farsas, tengo aquí un
escritorio que, a decir verdad, no deja nada que desear[. . .]. Escuche mis dos
primeras malas farsas: no tome demasiado en serio el caso Prado. Yo soy
Prado, soy también efpadre de Prado, y me atrevo a decir que soy también
Lessep¡;. [. .. ]También soy Chambige otro criminal honesto. Segunda
farsa: saludo a los inmortales [. ..] . Lo que resulta desagradable y embarazoso
para mi modestia es que, en el fondo, yo soy cada nombre de la historia. [. ..]
Este invierno, vestido de la forma más miserable, he asistido dos veces a mi
entierro, primero como conde Robilant (no, es mi hijo, en la medida en
que yo soy Carlo Alberto, infiel a mi naturaleza), pero yo mismo eraAnto-
nelli. Querido señor Profesor, debería usted ver este edificio [. . .], es a usted
a quien corresponde la crítica, y yo se la agradezco sin poder prometerle que
sacaré provecho de ella. Nosotros, los artistas, somos inenseñables. [. . .] Con
todo mi afecto, su
N ietz.sche » 24 •
Warburg no tuvo la posibilidad de citar estas cartas, que creía perdidas,
pero relata casi hora por hora algo muy extraño en el contexto de un
seminario sobre el método en historia del artelos acontecimientos que
siguieron a la recepción por Burckhardt de estas llamadas delirantes: el
anciano profesor corriendo a casa de Overbeck para informarle de la situa-
ción, éste partiendo hacia Turín y hallando a Nietzsche postrado en un
estado de «hundimiento completo>> (vollstandiger ZJJsammenbruchl 5 • Hay, sin
embargo, un detalle importante que Warburg omite: a su regreso de Turín,
26
Nietzsche fue atendido por el gran psiquiatra Otto Ludwig Binswanger ,
tío de aquel otro psiquiatra que, entre 1921 y 1924, consagrará sus propios
esfuerzos terapéuticos al genial historiador del arte en <<estado 、セ@ hundi-
miento completo>>.
Es probable que en Kreuzlingen llegara a oídos de Warburg algo sobre
los principales aspectos clínicos de su ilustre predecesor: los <<fantasmas
luminosos>> que llenaban su habitación, los dioses antiguos repentina-
Años más tarde ocurrirá lo mismo con la primera lámina del atlas Mne-
mo!Yne, en la que Warburg optó por superponer una antigua representación
del cielo -con sus constelaciones zoomorfas o antropomorfas-, un
esquema de los principales lugares de <<migración de los símbolos>> cosmo-
lógicos -desde Oriente Medio hasta el Norte de Europa- y. finalmente, el
árbol genealógico, trazado por su propia mano, de la familia Tornabuoni
(ftg. 14). Para él, el trazado genealógico conjuga dos ritmos diferentes de
temporalidad: la larga duración de la transmisión del apellido y la corta
duración de los individuos que lo llevan. El contexto astronómico y astxo-
lógico no hace aquí más que acentuar esta anacronía, porque ésta plantea la
relación entre escalas heterogéneas, relación sobre la cual se basa la práctica
misma de la astrologia, que tanto fascinó a Warburg: un tiempo desmesu-
rado, el de las revoluciones celestes, que hay que conjugar a toda costa
-para hacerle servir de intérprete- con el tiempo puntual, con el presente
inquieto de los destinos privados.
Incluso cuando Warburg vuelve a trazar para sí mismo el esquema de sus
peregrinaciones, de su <<geografía cultural» -Hamburgo, Estrasburgo,
donde estudia, Arizona y, por supuesto, fャッイ・ョ」ゥ。Mセ@ de nuevo algo así
como un dinamograma lo que sale de su pluma, de su <<estilo>>: nudo en
espiral que avanza, rayado, tachón, retorno del trazo, bifurcación repen-
tina... Todas las etapas, todos los tiempos de una vida se aprietan para for-
mar el arabesco nervioso de un trazado fatal ejecutado. como todo acto
reminiscente, como todo acto adivinatorio, en algunos instantes (fig. 15)33 •
Tales serían, pues. los dinamogramas o los sismogramas del historiador. del pen-
sador: trazados que tienen que ver, a la vez, con la fórmula y con el pathos, con
el esquema abstracto y con la repercusión táctil. Esta doble capacidad -abs-
tracción ideal y reacción corporal, es decir, rítmica- les es nece¿al'ia para
dar cuenta de los movimientos invisibles, o episodicamente visibles, que
fomenta el síntoma entre latencias y crisis, entre supervivencias y sobreveniencios.
El propio Nietzsche, en sus Fragmentos inéditos, se entrega a veces a tales traza-
dos. Retendremos un solo ejemplo. que no deja de presentar analogías con
los gráficos warburgianos. Se trata de una hoja escrita en primavera de 1873
y en la que se busca ya, probablemente, una expresión del eterno retorno
(fig. 16).
El problema -en sí mismo muy warburgiano- planteado en este frag-
mento es el del <<movimiento en el tiempo>>. ¿Cuál es, se pregunta Níetzs-
11. LA 114AGEN-PATHOS 123
15. Aby Warbu rg, Esquema de una geografía personal, 1928. Dibujo a lápiz.
Londres, The Warburg lnstitute. Foto The Warburg lnstitute.
.. . ,. . .
. セ@ .
..· セZ@ . . ..
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セᄋ@
.. :'
37 Ibíd., p. 317.
126 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
Esta no-linea será, a su vez, rayada por una serie de trazos nerviosos, tacha-
duras que expresan quizá la idea de lo <<real>> como <<punto del espacio>>
(Real: ein Raumpunkt). Y después el sismógrafo registra, por encima de todo
ello, los tiempos redundantes -y no circulares- de la reaparición: peque-
ños y grandes retornos, períodos amplios y períodos restringidos. acelera-
ciones y ra1entizaciones ... El resultado será, desde luego, un entre/azp.miento de
los tim?pos, fórmula gráfica dada aquí al juego de las diferencias, de los retor-
nos, de los anacronismos.
Sin duda no es fortuito que esta superposición de curvas más o menos
amplias asuma la figura de una sucesión de olas sobre la orilla no continua
del tiempo. Una sucesión, en suma, de las <<ondas mnémicas>>, las mnemis-
chen セャ・ョ@ evocadas por Warburg en su seminario de 1927. Y tampoco es
fortuito que la polaridad establecida por Warburg, en su metáfora del sis-
mógrafo -el aparato sabio de la fórmula y el aparato sufriente del pathos- se
encuentre en un fragmento nietzscheano escrito el mismo año en que fue
trazado el esquema del tiempo: <<El hombre de ciencia es una verdadera
paradoja: está rodeado de los problemas más espantosos, bordea los abismos, y
coge una flor para contar sus estambres. No es que su facultad de conocer
se haya extinguido: por el contrario, está animado de un ardiente instinto
de conocimiento y de descubrimiento y no conoce mayor placer que
aumentar el tesoro del saber. Pero se comporta como el más orgulloso
necio de la felicidad: como si la existencia no fuese una cosa terrible y pro-
blemática, sino un bien estable garantizado para siempre jamás>> 39 •
La cuestión que se plantea -la cuestión de Warburg- era ésta: ¿cómo saber
e1 tiempo? ¿Cómo saber producir fórmulas sabiendo que se bordean los
abismos?
•:
'
43 H. Baron, 1960, p. 209. Cfr. igualmente B.T. Willtins, 1959. pp. 123-137·
H· E.H.Gombrich, 1969, pp. 34-42.
45 Id., 1970, pp. 184-r85. Cfr. A. Warburg, r8g5, pp. 259-300. Sobre la cuestión de los inttrma;ó
y de la tragedia, cfr. A.M. Meyer, 1987, pp. 171-188. H. Pfotenhauer, 1985, pp. 298-313.
46 F. Nietzsche, 1872, p. 27 (prefacio a la 3 8 edición, r886). Sobre Nietzsche y el paradigma
f"llológico. dr. O. Tatár, 1989. P?· r61-173. P. Wollicg, 1995. pp. 37-50. Sobre la herencia
nietzscheana en Alemania, c.fr. S.E. Aschheim, I992. Sobre Warbur_R" como «filólo'!"o-
11. LA IMAGEN·PATHOS 129
¿El arte como <<fuerza vital>>? Decir esto equivale también a coincidir
con Burckhardt y su percepción de las <<fuerzas>> que actúan en la <<impu-
reza del tiempo>>. Esta impureza, que Nietzsche reivindicaba en un plano
filosófico general«[. . .] mi filosofía, platonismo invertido: cuanto más
lejos se está del ser verdadero, más puro, más bello, mejor>> 49 . será, pues,
reconducida por Warburg, via Burckhardt, al plano específico, histórica-
mente documentado, de la civilización renacentista. Tal es el Mischstil flo-
rentino del Quattrocento: su «mezcla de elementos heterogéneos>> (Mis-
chungheterogener Efemente) hace de él, como hemos visto. un <<organismo>> tan
enigmático (ein riítselhafor Organismus) como dotado de <<energía vital» (L.eben-
s€nergie)50. ·
Así, en los trabajos especializados de Warburg, la inversión nietzscheana
se encuentra filológicamente diagnosticada y antropológicamente formu-
lada. Donde Nietzsche reclamaba una belleza libre de todo <<buen gusto>>,
una intranquilidad de la estética y hasta una conciencia del dolor como
1
«fuente originaria>> del arte 5 , Warburg partirá de su propio disgusto ante
una <<historia del arte estetizante>> para mostrar hasta qué punto el arte
renacentista no pudo ser <<vital» más que integrando todos esos elementos
de impureza, fealdad, dolor y muerte. No se puede comprender antropo-
lógicamente la gracia de las figuras de Ghirlandaio más que sobre el fondo
de las prácticas votívas, genealógicas y funerarias del comerciante Sassetti:
dolores mezclados con bellezas, angustias de muerte mezcladas con creen-
cias en la resurrección, realismo «moderno>> mezclado con inelegancia
<<etrusco-pagana>> ... Todo ello constituye el movimiento mismo de una
Lebensenergie, un flujo y un reflujo del que las bellezas pictóricas de Santa
Trinita sobreviven ante nuestros ojos como una espuma solidifícada 52 •
51 F. Nietzsche. 1870, p. 66. Id., r86g-1872, pp. 281-283, 308-309 y 3U (fragmentos VII.
u6-n7, 152-154, 157 y 165).
52 A. Warburg, iYPセ。L@ pp. VUMQPセ@ (trad., pp. 137-157). Cfr. F. Nietzsche, I86g-1872, p. 283
(fragmento VII, 177): «La obra de arte y el individuo son una repetición del proceso o rigi-
nario del que el mundo ha salido, en cierto modo un bucle de ola en la Ql.a».
53 F. Nietzsche, 186g-r872, p. 28r (fragmentQ VII, u6).
54 K. Marx, 1857, pp. 265-266.
55 F. Nietzsche, t869-J872, pp. 312-313 (fragmentos VII, r68-r69).
_r '""
U. LA IMAGEN·PATHOS
6o !bid., pp. 148-r49 (las frases que .&iguen a este pasaje son un nuevo elogio de Burckhardt).
6r Ihid., p. 151.
62 A. Warburg, 1887 (dt. por E. H. Comhrieh, 1970, p. 38).
63 F. Nietzsche, 1869-1872 (fragmentos VJU-89-91).
r. 'r _,.... ..
11. LA IMAGEH·PATHOS 133
<< [. •• ] la embriague:t apolínea excita sobre todo al ojo, que recibe de ella el
poder de la visión: el pintor, el escultor. el poeta épico son visionarios por
excelencia. En el estado díonísíaco, por el contrario, es el conjunto de la
sensibilidad lo que se excita y exacerba hasta el punto de descargar de un solo
golpe sus medios de expresión e intensificar a la vez su poder de representa-
68
cíón, de imitación, de transfiguración. de metamorfosis[. . .]>> .
<<[Se trata de] afirmar que una concepción del mundo antiguo, diametral-
mente opuesta a la de Winckelmann, responde efectivamente al espíritu del
Quattrocento. [. . .] (Hay que] considerar esta inestabilidad clásica en cierto
modo como una cualidad esencial del arte y de la civilización antiguas. Los
estudios sobre las religiones de la Antigüedad grecorromana nos enseñan
cada vez más a considerar que la Antigüedad está de alguna manera simboli-
zada por un Hermes bi.frons de Apolo y Dionisos. El ethos apolíneo se expande
con el pathos dionisiaco, casi como la doble rama de un mismo tronzo enrai-
zado en la misteriosa profundidad de la tierra nutrida griega. El Quattro-
71
cento sabía apreciar esta doble riqueza de la Antigüedad pagana>> •
animal que Warburg descubre, a sus veintidós años, en los frisos de los tem-
plos griegos. Ya Nietzsche había evocado las supervivencias báquicas en los
bailes de San Vito, las tarantelas sicilianas y otras <<locuras colectivas>> ani-
madas de animismo y de animalídad77 •
Del mismo modo, la humanidad cristiana estará atravesada por una ener-
gía pagana cuyas supervivencias fueron precisamente el objeto de toda la
investigación de Warburg. Y ya Nietzsche había hablado del Renacimiento
italiano como una <<repetición anticristiana de la Antigüedad en la punta
de la modernidad>> 78 • Época vital donde las haya, época de fastuosos dis-
pendios. El Renacimiento es, según Nietzsche, «un tiempo en el que todo
se dilapida, en el que se dilapida hasta en la fuerza misma necesaria para acu-
mular. tesaurizar, amontonar riqueza sobre riqueza>> 79 •
'Warburg descubrirá en la <<carne histórica>> del Renacimiento que todas
esas cosas cristianismo y paganismo, oscuras creencias y libertad indivi-
dual, etc. estaban menos diferenciadas de como Nietzsche queria presen-
tarlas, pero que no por ello fueron menos conflictivas. Pero retendrá ante
todo la idea de que, ya sea musicalmente (en las premisas de la ópera, tal y
como las evoca su predecesor8 ') o plásticamente (en las <<fórmulas de
pathos>> que él mismo no cesará de estudiar), el Renacimiento supo mani-
82
festar algo así como un <<despertar progresivo del espiritu dionisíaco>> •
¿Qué implican esas proposiciones en relación con una teoria del tiempo
histórico? ¿Qué modelos hay que convocar para caracterizar con más pre-
cisión de lo que lo hemos hecho hasta ahora ese biomorfismo tan particu-
lar y tan paradójico del Nachleben? ¿En qué consiste la Lebenseneigie de las
imágenes, esa energía vital capaz de sobrevivirse, renacer y dilapidarse tan
admirablemente en la exuberancia de las obras maestras del siglo xv? En el
enunciado de esta cuestión totalmente warburgiana Nietzsche se nos revela,
más que nunca, corno la bisagra teórica decisiva: ofrece la articulación
necesaria -o más bien el salto- para comprender, cuando se trata de supervi-
vencias, de qué retorna.
¿Por qué otra vez Nietzsche? Porque supo hacer frente al historicismo
de su tiempo en mayor medida que cualquier otro. No se puede compren-
der la tentativa fundamental de Warburg -dar a la historia de las imágenes
«su propia teoría de la evolución» 83- sin volver, por poco que sea, a los
muy sonoros y resonantes martillazos de la segunda Inactual y de algunos
otros textos que se refieren directamente a esta cuestión, particularmente
en Humano, demasiado humano.
No hay que pensar el devenir, afirma Nietzsche, ni como una línea,
dotada de sentido y de continuidad, ni como una superficie. ni tan siquiera
como un objeto aislable y fijo. El paradigma del cuadro, que todavía le valía
a Burckhardt, pronto ya no le bastará a Nietzsche: si hacer historia es
LA IMAGEN SUPERVlVIENTE
<<No habría otra tradición que la, casi inconsciente (o lit Tradition warejene fast
unbewusste), de los caracteres heredados: los hombres vivientes darían testimo-
nio, en sus actos, de lo que esta tradición vehicula en profundidad: la histo-
«Para determinar[. . .] el límite a partir del cual el pasado 、・セ@ ser olvidado
si no se quiere que se convierta en el enterrador del presente, habría que
セ。「・イ@ con precisión cuál es la fuena plástica (die plastische Krajf) del individuo,
del pueblo, de la civilización en cuestión, y me refiero con ello a esa fuerza
que permite a cada uno desarrollarse de manera original e independiente,
transformar y asimilar las cosas pasadas o ajenas, curar las heridas, reparar las
pérdidas, reconstituir sobre su pt'opio fondo las formas rotas (Wunden aushei-
len, Verlorenes ・イウセョL@ zerbrochene Formen aus sich nachformen) » 9s.
El <<empirismo superior>>. éso e.s lo que nos permite acabar con los juicios
negativos tan a menudo emitidos a propósito del saber producido por War-
burg: ni un solo libro consecuente, artículos que tratan sobre algunas cues-
96 La primera fue defendida por W. Müller-Lauter, 1978, pp. III-164; la segunda por P.
Laeoue-Labarthe, 1986, pp. 98-105. El propio Nietzsche escribe: ...セ{N ..)con lo orgánico
comienza también los artístico». F. Niet2!che, 1872-1874. p. 190 (fragmento XIX. so).
SobTe la «fuen:a plástica» nietzscheana, cfr. G. Deleu2e, 1962, pp. 56-59· F. H. Robling,
1996. pp. 87-98.
97 G. Deleur:e, 1968a, PP· U2 y 152.
98 Id.• 1962, p. 57·
I44 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
superficie era para él un vector plástico del movimiento o del pathos: drapeado
(figs. 2122). Un volumen era para él el vector plástico de la relación inquieta
aot> F'
•
entre <<causa extenor» ...:
y ,'<causa • •
1ntertor>>: セ@
entranas . 1na1mente, e1
tiempo mismo habrá セゥ、ッ@ pensado por Warburg como el vector plástico de
la supervivencia y de la metamorfosis de las imágenes. Incluso cuando ana-
lizaba los áridos cálculos adivinatorios en el Astrolabium plan u m de J ohann
Engel (r488), Warhurg pensaba el propio cifrado -la organización tabular
de los decanatos astrológicos- en función de un <<flujo>> plástico del deve-
nii07 (fig. 20). Más tarde habló del número como una <<fuerza>> racional
108
tensa en su relación con el caos y la destrucción •
«Hemos evocado la historia y hela aquí por todas partes; estamos asediados,
ahogados, aplastados por ella; marchamos encorvados bajo este peso, ya no
respiramos, ya no inventamos. El pasado mata al futuro. ¿Cuál es la causa de
que el arte esté mueno (con tan escasas excepciones}? Que la historia lo ha
matado. En nombre de la historia misma, en nombre de la vida, protesta-
mos. La historia no tiene nada que ver con ese montón de piedras. La bisto-
ría es la del alma y el pensamiento original, la de la iniciativa fecunda, el
heroísmo, heroísmo de acción, heroísmo de creación>> w_
<< [. ••) cuando el sentido histórico no conserva ya la vida sino que la momi-
fica, entonces el árbol se debilita progresivamente, en sentido inverso al pro-
ceso natural. desde la copa hasta las raíces, y éstas últimas tenninan general-
mente por morir. La propia historia tradicional degenera en el instante en
que no se ve ya animada y atizada por el aliento vivo del presente (dasJrische
Leben der Gegenwart) [...]. No sabe, en efecto, más que conservar la historia (sie
<<causas>>- tiende legítimamente hacia ese estatus. Pero ¿llega alguna vez a
realizarlo como tal? Más bien, niega la belleza de su propio movimiento
cuando cree alcanzada su meta, es decir, terminado su movimiento. Que
acepte el límite -y la belleza, repito- de su estatus, y entonces su vocación
científica se revelará como una obra, una construcción, un arte. Nietzsche
propone, en la segunda Inactual, que la historia «soporte ser transformada
en obra de arte>> 117 • ¿Por qué una obra de arte? Porque en ella forma y fuerza
se unen necesariamente, orgánicamente. Cuando Nietzsche escribe que
<<con lo orgánico comienza también la estética>> ns. establece que la plastici-
dad del devenir crea una fractura en el discurso de la historia. Tanto lo artístico (formas y
fuerzas de la cultura) c,omo lo orgánico (formas y fuerzas del cuerpo vivo)
se señalan en la continuidad de la historia como otras tantas <<fuerzas no
históricas>> u 9 , como otros tantos síntomas y anacronismos. El arte constituye,
por tanto, para Nietzsche, el centro-remolino -el lugar crítico por excelencia,
el lugar del no-saber- de la disciplina histórica. Warburg, por su parte,
habrá hecho de la historia del arte una disciplina crítica " por excelencia -un
lugar de saber y de no-saber mezclados- para toda la inteligibiHdad histó-
rica de su tiempo.
sino bien materiales y lemporales para una crítica aguda del historicismo que
estaba en el ambiente. Toda fuerza auténticamente histórica (y la supervi-
vencia es una de ellas) debe saber producir el elemento no histórico que la
contramotiva, lo mi:-mo que lada fuerza de rememoración debe saber pro-
ducir el elemento de olvido que la sostiene. El contratiempo remite. pues,
en Nietzsche, a esa <<atmósfera no histórica en la que se p1·oduce todo gran
acontecinüento ィゥウエイ」ッᄏGセN@ De ahí la famosa exhortación lanzada a lol>
historiadores: <<Y, si os hacen falta biografías, que no sean las que llevan
por título 'El Señor Tal y su tiempo', sino hts que deberían tener por lílulo
'Un luchador contr·a su liempo' H・ゥョk。ューヲイァウセエI^
QR
@
¿Cuál es, por tanto, la energía vital, la <<energía no histórica>> suscepti-
ble de ofrecer al <<luchador contra su tiempo>> el arma de ゥョᄀhセエオ。ャ、@
oponible a todas las coerciones, a todas las convenciones del セゥエァ・ウ_@
Nietz:;chc la aborda paradójicamente -y henos ya aquí en el terreno del
eterno retorno- como un poder de repetición. Como ha seü.alado Gilles
Deleuze, el イ・ァセオ@ ofrece, para Nietzsche, la expresión y hasta ・ャNセイ@ mismo de lo
que deu1ene: en él se constituye la temporalidad como necesaria coacción o
coexistencia -fatalmente anacrónica- del pasado, del presente y del futur·o:
uno que retorna, sino <lue el retorno mismo es el uno que se afirma sobre lo
ci ivc>rso o lo mültiple>> •:.: 3 •
セ l。@ hhtoria 'efect iva' ldel genealogistaJ se distingue rl e la O!' los hisroriado-
l'CS en que no se apoya sobre ninguna constancia: nad a en el hombre - n i
6iqwera su cu.erpo- es lo bastuule l'ij o co;nc> para comprender a los O(ros
ィッ ュ 「イpNセ@ y rer.onocerse e n ・ ャ ッセN@ Se trMa sisternátjcamente de rompe¡· todo
aquello a lo q ue se 。、ッウセ@ ー\セイ@ カッ ャ カ・イNセ@ hada la 'historia y captarla en su totali-
dad. rodo aquello que permite volver a t r azarla como un par.ient.e rn ovi-
micmo con ü n uo, todo eso. Hay que despedazar lo que perrnitia e1 juego
consolador de los t-econoci mientos. Sabet·, ゥョ」ャオセ@ en d urden hi.stóríco, no
signitlr.a 't•t-enomtntr· y, :.obre rodo. 'reencontrarnos'. La historin será 'efec-
vista la memoria (la repetición): un síntoma no es, para éL más que algo
que tíene que ver con lo discontinuo, es decit·, r.on el olvido, del <<aconte-
cimiento perdido>>: «Se trata de hacer de la hü;toria una contra-memo-
da.>>. Y todo su recha:w del concepto de origen (Ursprung) va en este sen-
tido: recusar la historia como búsqueda de.l «lugar de la verdad>>, ese lugar
origínario en el que se diría. la «esencia e.xacta de la cosa>.>' 3R.
Además de filológicamente inexacto"39 , c:stc t·echazo del Ursprun.g n íet7.s-
cheano presenta el inconve1úente de des-dialectizar la noción de síntoma.
Foucault enfrenta, sín matices, el modelo de las <<rakes>>, que supone
continuo, a la voluntad genealógica de «hacer aparecer !as díscontinuida-
des>>'.t-0. No imagina que las raíces pueden ser múltiples. entrelazadas. fili-
formes, reticula1:es, rizomáticas, a.cá aparentes y allá subterráneas, acá fosi-
lizadas y allá en constante germinación ... El Ursprung mismo -Walter
Benjamín teoriza sobre él ya desde 1928'41 - supone la discontinuid<td y d
carácter anadiómenes, apareciendo-dcs<tparecicndo. de los filamentos genea-
lógico¡¡. Si hay que pensar, con Nietzsche, la genealogía como una sintoma-
tologí<l, ello implica pensar el síntoma mismo como algo mucho más com-
plejo que .una est.rír.t.a discontinuidad. La etimología de las formas
imaginada por Aby Warburg y meticulosamente puesta en práctica como una
sintom<:\tología de las semejanzas, ese saber genealógico no podía existir sin
un pensamiento díaléctico del síntoma: contratiempos que surgen de la
materia misma de las repeticiones, olvidos que surgen de la malerla misma
de las memorias conscientes, diferencias que surgen de la materia misma, la
superviviente materia de las semejanzas.
」 ッョウ エ。 ョl・ュセ ョャ@ G セ ー オ・ウエ。@ en prácti ca: <<baland n» del l dealü,mo y del rea-
lism o \f.g. .23) ; <<ritmo>> ,_k ャセウ@ <<l abilidades» del estilo (Rg. 24) , o bien ese
maravilloso <<colu mpio et erno >> (die ・キ セ WijJpe) en cuyo pu.nto de e.cluih -
brio dam:a - o se eleb ate, com o el ヲキN QN。ュ「オ ャ@ ゥN セ エ 。@ deJean Genet- UJ.1. p equeño
p ersonaj e indicado «;c.> mo K. .. Po r supuesto , es al artista (Kiinstier) al que
Warburg h ab rá querido represen tar. eo. este pequeño ・Q ᄋッアオゥNセエZ@ (fig. :4!5).
Si n. dU«la, se d ebe gene:ralizar aú n m á;; t:sta l ección : el din.am ograma
sería algo 。 Nセ■@ c.omo la hipótesis, siemp re r en ovada, d e: una forma delasformas
o'!l: el tiempo. El propio | |ヲ 。 イ 「 オセァ@ term inará p or escribir que todo S l t ー セ ᄋッ ケ・」エ ッ@
.
,1
7.1. Anónimo ァ イ ゥ・セッ@ de Asio Menor, Nereida (detalle de la lumbn de ャ。Nセ@ Nefeidns セイッ」 、」ョエ@
áe Xant hos), :>igln IV a.C. Mármol. l.ondrcs, Britisl: W.uscu111. Foto G D - H.
11. LA IMAG'EN·PATHOS 161
.•
セ@
ᄋセ OセW セ@
24. 1\by w。
イ GZセオイァ L@ Es4uema oscilatorio de !<Js ᆱ ゥョ エ。・ウ 「ゥャ、\h・ウセ@ y. del ᆱイゥ エュッセ@ ッイョ。ュ・セャウL@
1900. Dibujo a セゥ ョエ。 L@ tomado de los Grund!cgende Bruchstücke w einer manistischcn
Kunstpsychulugie, !1, p. 67. Londres. 1Narburg lnslitute Archive;. Foto The Warburg lnstitJte.
M セ@
(
25. aセケ@ Wílrburg, El Columpio セエ ・ュッL@ 1090. D:bujo 3 エゥイZセ[@ tomado de Jos (Jnmdlr:ye:ndc
b イオ
イNィセw」ォ@ zu eíner rnonistischen Kunstpsycho!ogíe, 1, p. :10. Londres.
WarJurg lr.stitute Archive. Foto Th t: Warburg lnstitute.
tucl-<1 q uizás セ。@ función- de con fc.rú: una plasticidad, in t ensidad o rcéluc-
ción de la intensidad "las cosas más opuestas de la e.xistenda y de la histo-
ria. En 1927, cl manuscl'ito de la$ _4J!gemeinelclun r.omenzaba - despuéb de
mil y una tentativas del mismo géner o· - con el esquema de UtHI !'.t:r.ie arbo-
rescente de biforcucior.es e11 las que el R enacimiento p\1d icse ser comprendido
en su «estilo»: punt o de vista racio n al d<: la evolución (EntJJicklung) カ・セオウ@
punto ele vista <<demónico» de la <<actualidad>> (Aktualitirr), punto de vista
«arqueológico:)> (ar;;hüologisch) vwus punto de vista <<h.isrórir.o >> (historisch),
etc. -todo dlo de concierto , fo rmando un f!yM mO¡,.'TOmm h ipotético dd
\Zセ エ ゥャッ@ renacentista en el :siglo xv' 5'-.
El historiador d ebe., ー オ」Nセ@ volver a tra:z.ar las se,:uendas divexsificadas de
polarizaciones extJoem as y «despolarizaciones>> de r.ste dinamogr·atna: « El
dinam og¡·ama antiguo adviene en la te.nsión máxima>> (das antikisc:he I¿ynamo-
gmmm... in maxirnaler Spannw¡g), pcr.o エ^セGゥ@ capaz también de <<d c:spolari.zarse>>, de ·
atravesar, por c::j em.pl o, fases de \。ュ「ゥカセ ャ・ョ」ゥ。@ l atente no p olari-zada>.">
(unpoiorisierte 1r7fmteAmbivaleT17Jl .,. O formar l o gue v\Tarburg llama, desd e: Nセ オ セ@
5
¿Cómo hay que comprender la dinámica de estas polaridades? Sin duda Com-
bric.:h ha analizado muy bien en WarbtLrg los diferentes estadios de la pola-
ridad gótico rencentista: el gótico, que primero obstaculiza la eclosión dd
Renacimie nto , termina por jugar plenamente un papel en el seno del
mismo como una <<vida. m edieval desinhibida>>'55 • Pero la conclusión teó-
rica de Gombrich es in com pleta y empob1·ecedora: reduce el plantea-
miento warburgiano a modelos que le. son anteriores e inferiores. Histo -
riadores del Renacimiento tales como Alexis Frano;ois Rio o John
Addington Symonds había.n destacado, ciertamente , la estructura polari-
zada, y hasta oscilatorja, de la cultura italiana en el Quattrocento. Río
hab.laba, así, en 1861, de un <<movimiento de oscilación notable en la
escuela flore ntina L..1 alternativamente inspirado(a] por la ciudad de Dios
·y por la ciudad d el mundo>>15fi. Symonds, por su parte, señalaba en r 881 el
aspecto alternativamente medieval y clásico, popular y tüológico, de. la poe-
sía italiana en el siglo クカG セ W @
La limitación de estos modelos tiene que ver con su trivialidad dialéc-
tica: o bien las cosas son presentadas como contradictorias o bien son
<<armonizadas >> como escribe Gombrich a través del concepto d e
« compatibilidad >> (coinpatibili!J) que Warburg habría podido l eer en las
obras de Spencer158.'.Pero la Scilwingung de que habla a me.nudo Warburg no
es la simple oscilación de que hablaba Rio: su m o vi miento mismo su
ciclo, su vibración supone la coexistencia dinámica, no resuelta , de los
polos contrarios. Éstos no son nunca eliminados uno por el otro o por una
tercera entidad supel'ior que los <<armonizaría>> , los subsumiría y apaci-
guaría toda tensión: persisten en sus contrariedadespue!.tas en m&oimiento o, m ejor
aún, en batimiento. La «compensación>> (A usgleich) según Warburg no
resuelve nada: tiene m en os que ver con una síntesis, a la manera de u n Hegel
para bachillerato , que con un síntoma en la acepción freudiana del término.
Constituye, literalmente, una <<.formación >> en el sentido en que freud
hablará exactamente en la misma época de <<formación de sintom a>>
(&mptonbi!dung), de <<formacíón sustitutiva>> (Ersau.hilJung), de <<formación
de compromiso>> (Kumpromis.lbildung) o de <<formación compuesta>> Hm ■セ」ィ「 ゥャᆳ
dung) ... Por más que Gombrich diga que Freud era casi un d esconocido
169 Tbid., pp. セPR@ y 267 Hエ イ ᄋ セエャNL@ pp. Q50 y 28:)). Warburg continuat'á hasta su muerte utili7.an do
la pul:tritl.od niet..scheana de lo apolíneo y lo dioni &iuco. Cfr. iJ., QYRNXMイ セᄀZNAァL@ p . 10:.! (nota
ヲNLセZャ。 、 。@ d 17 de mayo de 1929), "'Das Doppelm>tlit>. d[.,r] Antik« als aᄀk^i ゥ ョゥNセィMャ^ ケッョゥウ」ィ@
[ ... ]>.'.
1¡0 A. Warburg, 1920, pp. 201 y 268 (trad., pp. 1149 y :.!86).
1¡1 lbid., pp. 251 259 (trad., pp. RUPMセQI N@
LA IMAGEN StJPERYIVIENTE
LA PATHOSFORMEL
F.l proyec.to le parecía a Warburg tan crucial que proporcionará las pala-
bras de su conclusión, más allá del «fárrago de erudición>> (verwon·ene
Gelehrsamkeit) con que calificaba él m ismo a su estudio sobre El Nacimiento de
Venus165 : de un ・クエイセュッ@ a o tro, dice, habrá sido necesario comprender <<el
recurso a las obras untiguas desde el momento en que se trataba de encar-
nar a seres animados movidos por una causa exterior a ellos» (wbald es sich um
die VerkiJrftcrung ausserJich bewetgen Lebens hande/te)'66 •
Presente en to da la obra publicada de Warburg, la problemática de las
«fórm ulas de pathos>> parece culminar -y por fin ィ。」・イセ@ ・セGpャ■」ゥエ。 M en el
texto escrito en 1905 sobre <<Durero y la Antigüedad italiana». En él , d
h istoriador p one en evidencia una <<corriente patéticll セ@ (pathetischc Stromung)
en la que se constituye, según él, el estilo dd primer R enacimientors;, eli-
giendo , y no ca.sualme nt.e, el motivo violento tan mortífc r·o como eró-
t ico de la muerle de Orfc o por sus propias amantes, Wa rburg t inu·á un
trazo gestual. especi e de vector <<dinamográfico », ent r e las r epresentacio-
n es de los vasos griegos y ciertas ilustraciones renacentistas d e las Metamnrfo-
sis de Ovidio. y 、」セーオ ←ウ@ entre el patetismo sabio de Mantegna y el huma -
nismo desgarrador d e Durcro セM 3y 26 28).
.. El m otivo elegido por v'{arburg e n este artículo es , aparentement e,
·'
mucho m ás trágico y som brío que el del trabajo sobre Botticelli: hemos
pasado d e w1 naCimiento a una muerte, de un de.snudo femenino que
lla.ma a la caricia a un desnudo masculino que sufre la agresión .. . Pero los
problemas ーャ。ョ エ セ。、ッウ@ son los mismos: ¿,por qué eJ h ombre moderno
vuelve a las fór¡IDulas antiguas cuando se trata de exp1·esar una gestualidad
afectiva de la presencia'? ¿Cómo la representación pagana logra tan cum-
plidamente invest ir. si no pervertir -o , p or el contrario, iluminar, l os
temas iconográficos cristianos del Amor sagrado o de l as ャ。ュ・ョエセ 」 ゥッョ・ ウ@
sobre el cuerpo muerto deJesús? ¿En qué medida las fórmulas plásticas del
pathos r e nacentista son deudoras n o solamente de una arqueol ogía figura-
tiva (el descubrimiento de los vestigios r omanos) si n o también de una
p uesta e n práctica del lenguaje p oético, de la música y de la d an1.a, como
tan claramente manifiesta el Orfeo. famoso ballet trágico de Poliziano? ¿Por
qué esta <<voz aulénticamente antigua>> sobrevive en la tensión de un
«estilo hibrido>> e inestable, característico del Q uat.trocen to fl orentino?
¿,Cómo el movimiento del tiempo supervivienle - el Nachleben derAntike- se
manifiesta en el plano geográfico de los <<intercambios >> culturales entre
sur y norte, entre la Italia de Mantcgna y la Alemania de Durero?
27. Anónimo ゥ エ。ャゥセ ョッL@ La mオセイエ・@ de Orfeo, 1497. Xilografía de las Metamorfosis de Ovidio,
Vcneria, 1497. De A Warburg, Dürer und die ilafienischr Antike, Leipzig, 1906, p. 57.
28. Anónimo italiano, La Muerte dt: Orfeo, siglo YN. Grabado sobre cobre a part ir de un dibujo
de Andrea Mantegna. De A Warburg, Dürer und die italienische Antike, Leipzig, 1906, ャセュN@ 11.
solución -la disolución- del <<trágico impulso sin reposo>> en pro de una
<<serenidad clásica>> totalmente winckelmanníana; recha:zó el patetismo del
Quattrocento al ámbito de un «gótico tardío>>, lo que era una manera de
sugerir su tenor regresivo ; hizo suya la oposición entre la <<naturaleza vul-
gar>> y la <<naturaleza noble>> tan cara a Kant en cuanlo que sublimada,
idealizada y universalizada; y elogió el <<término medio>> y la << unifica-
ción>> en contra de todas las tensiones patéticas caras a Bw セ 。イN「オァG Y
BGN@
Más tarde, Gombrich ha reducido las Pathosformeln a meras c.uestiones del
mensaje iconográfico y de la <<ilusión de la vida>> 193 , antes de exdu irlas
pura y simplemente de sus investigaciones sobre <<La acción y la expresión
en el arle occidental>> 194 • En resumen, el concepto de Warburg, pese a
haber ocasionado la notoriedad de su inventor, ha sido considerado como
<<no apto para el ウ・イカゥ」ッセ@ y, por tanto, privado de todo valor de uso 195 •
Así, André Chastel se permite ignorarlo completamente en su síntesis
sobre <.<El gesto en el Renacimiento>> 19&. Y lo mismo hace Pi erre Francastel
cuando analiza las relaciones entre <<ímagjnación plástica>:'> y <<visión tea-
tral>> en el Quattrocento 197• La Pathosform.P.I warburgiana .será negada , así,
tanto por la historia estructuralista (implícitamente hostil a su encrgetismo
nietz:¡cheano) coino por la historia positivista (implícitamente hostil a su
ambición 。ョエイセーッャァゥ」IN@ Y habrá sido ignorada por campos de investiga-
ción que , sin embargo , le deben en cierto modo su propia existencia,
como por ejemplo la historia cultural d.e los gestos o la más reciente semió-
tica de las pasiones.
Ciertamente, los comentaristas de Warhurg han r econocido el carácter
central, y hasta constitutivo, de la p。エィッウヲイュ・OGセ
V
@ Algunos historiadores pró-
ximos a la antropología Carla Ginzburg en primer lugar han intentado
incluso volver a dar un valor de uso actual al concepto warburgiano, aun-
que sólo haya sido para inflexionaclo en un sentido o en ッエイGA Gセ@ N@ Pero la
instauración de un valor de uso tal tropieza con dos dificultades importan-
192 E. Panofsky, 192I1922 , p p. RP セ .. 2 09· 210 y 22823 r. Id., 1939. pp. 1315.
QYセ@ F.. H. Combrich. 1961, 1'· 1?.8. U .. 1964, p. 55· Id.• 1966b, p. '76.
194 fe/. , 1972, pp. 7810.¡..
195 Id., I <;)70, p. 32.1.
196 /\. Chastel. I!)X7. pp. 9rG.
197 P. Francastel, QセVU L@ pp. 201?.81. Id . . 1967, pp. 26531?..
198 (.:f,.., 3obre todo . M. Wamkt<. r98ob, pp. 61{;9, M . ャセ ᄋ[セウ」 ィL@ 1985, pp. 119·127. P. Vuojala.
1997, pp. 190 I91 (resumen "n ingiés). f. b。NセウョL@ 1991\, pp. 185201.
199 Cf1·. \:. Gin.zb urg, ャセAIVL@ pp. ZQセM SY L@ comemaJo por F. R. Marú n. QYセ ᄀQD L@ pp. U M セWM Cfr.
ígualn•"nte A. Haus, 1991, pp. 13191339 . f. セ。ョ M ョゥ・、ャ@ y C. CciamarBra ndi (dit'.).
1992, Id. y 1\. Sato, I99·
11. l A INAGEN..PATtiOS 179
tes : l a primera tiene que ver con la con siderable ambición fil osófica que
crist aliza en el concepto warburgiano y con la que los historiador es del ar t e
nunca han Mabido q ué hacer; la segunda, con el h echo de que Warbu rg ,
como era habitual e.n él. lanzó múltiples hipót.esis - sus « cohetes» teóri-
cos- sin jamás apor tar el sistema de su unificación, n i tan siquiera un apa-
ciguamiento provisional de sus contradicciones.
la. ambición filo:;ófica es la m isma que soportan las p alabras elegidas por
su in ventor : palabras de estruc.tura doble, como se pued e con st atar a
m enudo. Pathosformel o セョ。ュッァイ 。 ュ@ nos dicen , en efecto, que la imagen fu e
p ensada. por Warburg según un doble régimen. o incluso según la ener gía di a-
léctica de un m ontaj e de cosas que el pensamiento considera por lo general
conlradíctorias : el pathos con la fórmula, la potencia con el gráfico , o, en
suma, la fuerza con la forma, la temporalidad de un sujeto con la espacialidad de
un objeto ... La est ética warb urgiana del dinamogramél h abrá encontrado ,
por tanto, en el gesto p atético all'antíca un lugar por excelencia -un lopos for-
m al pero también un vector fen o menológico de intensidad- para esta
« energia de confrontación» que h acia d e t oda historia del ar te, a ojos d e
Warbur g , u n a verdadera psicomaq uia, una sintomatología cult.urae 0 0 • La
Pathosformel sería, así, un rasgo significante, u n trazad9. en acto de la.s imáge-
nes antropomorfas d el O ccidente antiguo y moderno: es por lo que la ima-
gen late se mueve, se. d ebate en la polaridad de las cosas.
Este debate - elem e nto de tensiones, crisol de con t radicciones- es
omrúprcsenle en la obra d e Warburg. Lejos de constituir un signo de debi-
lidad conceptual . como cr eyeron Combrich y to dos los q u e confunden la
p otencia d e un objeto con su cicae d octrinal, este <<d eb ate>> constante de
la Pathnsformel marúfiesta algo así como una apuesta filosófica h ech a por Warburg
en el punto d e partida mismo de su <( ci encia sin nombre>> : u na ap uesla
que consistida, a nte todo, en pensar la imagen .sin esquematizarla (tanto en
el sentido trivial como en el .sentido kantiano del término). Y. d e h ech o, la
p 。 エィッセヲイュ・ャ@ se co nstituirá como una noción agitada, apasionada por eso
mismo de Jo que trat aba o bj etivamente: de un extrem o a otro se debate en
el nudo reptiliano de las im ágenes, combatie n do en cada instante con la
complejidad hormigueante d e las cosas del espacio y la complejidad inter-
valar de las cosas del tiempo. N o es casual que se formara conc.r etamente en
u n a ép oca en que el joven Warb urg trataba de comprender, en la d alle de s u
profesor de arqueología, Kekulé von Str adonitz, los movimientos intrín-
200 Cfr. A. Warburg, QY セW。L@ p. 2f ( nota fechada en j unio de 1927): セ PGQュッァイ@ セ@ Pathosforme/ii; .
I8o LA IMAGEN SUPE"RVJIIIENTE
\Nセsオ@ rnirad a, en efecto, no d escansaba en primer lugar en laR obr as de arle,
sino que sen lfél y veía detrás d e las obra6 (hinferden \#rken) las grand es energías
configurante& H、ゥセ grossengestaltenden Energien). Y, para el. ・ウ。Nセ@ energías no eran
otra cosa q ue las formas eternas de la expresión del ser riel hombre (die e1v¡gen
Ausdrucbjórmen mensschlichen Seiru), d e la pasión y d el destino humano. Ül' esta
suerte. toda 」ッョヲゥァオイセ@ creadora, SI': moviera donde se moviera, se hacía
para t'lleg{ble セッュ@ un lenguaje único cuya estructura trataba de penetra r
cada vez máR y el misterio de cuyas leyes intentaba descifrar. Allu donde otros
habíiUl visto formas detenninadas delimnadas, formas quf' clescansabnn en sí
m ismas. él veía fucrza5 en movim ien to H「・セヲャイk£IN@ veia lo que llamaba
las ァゥᄋ。ョイャ・セ@ 'formas del pathos' que la Anti.güerlad hahin. creado com o patrimo-
Bャッセ@
nio perdurable de la huruatlidad» .
<<Y, s in embargo, e sos seres del pasado viven en ョッウ エ イ ッセN@ en el fondo de
ョオ・ ウ エイ。セ@ inclinaciones, en el latir de nuestra sangre. Pesan sobre nuestro des-
tino. Son ese gesto que se remonta a8í desde la profundidad del tiempo» 209 .
セャo@ Podemo& citar al rnen os. a Lessing, Cm:the., Haed:el. d セイキ ゥ ョL@ Sp«ncer, lampr.-.chl, V>'undt.
Schrnarsow. Vignoli. uセ \^Zョ・ イ N@ Scmpe.., etc.
lA IMACEN StiPERVIVIEHTE
29. Anónimo romano a partir de un original griego del siglo 111 a.C.,
l。ッ 」ッオョ エセZ@ y sus hijos, h. SO a.C. mセイュッャN@ Roma, Mu5eos Va t icanos.
Foto The Warburg lnstitute.
-:J ohnn Gottfried Herder, Karl Philip Moritz y. desde luego, el propio
Coethe"'"9- sino que, ademá6, la cuestión del pathos trágico se convirtió en
un paradigma crucial para toda la filosofía romántica alemana. En QWYセ N@
Friedrich Schj\Jer se mofaba del clasicismo de los ll·agediógrafos fran ceses
por su <<decencia>> acompasada, tan diferente de la audacia «verdadera,
abierta. sin vergüenza>> de los grandes trágicos griegos. Volver a los griegoll
equivalía a invocar una estétka y hasta una ética verdaderas del ser trágico .
del ser afectado, es decir, del ser patético:
pOSh.ll'O, un poco después cada parte dt.be verse ヲッエ GZコN\セwエ@ a abandonarla. Es así
como la obra hallru:á en cada ocasión una nueva vida para ュゥャッイオZセ@ d e espec-
tadores . Para compren der bien d propó¡;ito d e l Laocoonle, lo mejor es
situarse unte él , a una distancia convetúente y con los ojos cerrados. Ábranse
enseguida los ojos, para volver a cerrarlo s inm ediatam ente, )' se verá al már-
mol entero en mov:Unienlo; temeremos encontrar qul" el grupo ha cambiudo
cuando volvamos a abrirlos. Yo diría que tal y como se presenta actualment e
e& un relúmp ago inmovilizado . u n a ola petrificada en el momento en que
llega a la orilla. .El rnismo efecto se produce cuando se ve el grupo de noche,
. d o por una antorc ha » R セ .
¡] um1na
<< [ ... ] la ex presión patética más alta セ・@ encuentra en la transición d e un
estado a o tro (der hochste pathetische Ausdruck... ウ」ィ セ[ ・ 「エ@ atJfátm übf,gangt eints セエオョ、・ウ
in
den ondem). [... J C u ando una lran:;ici ón tal conserva además la hu('lla clara y
dis tinta del estado anterior, con:.tin1ye el o bjet o más maravilloso para las
artes plást icas; e:; el caso del Laocoonte , don de el esfue'·'o e n acción y el
228
S'l.tfrimiento están unidos e n un momento únic.o? •
Ile aquí, pues, filosóficamente esbozada, la búsqueda warburgiana de las
<<fórmulas de pathos>>. Señalemos que es contemporánea -y estrictamente
complementaria de la búsqueda por parte de Riegl de las «fórmulas de
ornamento>>. Como es sabido, Ríegl quiso situar en el Kunstwollen, o
«voluntad artística>>, el motivo antropológico de su propia ínvestíga-
ción'l36. En cuanto a Warburg, partió de una 、・ヲ■ョゥ」セ@ más específica-
mente nietzscheana de la <<voluntad de poder>> (\Ville zur Mucht) considerada
no desde el ángulo de una selección natural de las formas «fuertes» en
detrimento de las formas <<débiles>>, sino de.sde el ángulo preciso de una
<<forma afectiva primitiva» Hーイゥュエカ・セヲャ」MfッIR SW
@ Las p。エィッセヲイュ・ャョ@ de War-
burg no son otra cosa que esas <<formas afectivas pdmitivas>>, pero hay que
saber evaluar cada una de estas nociones la forma, el afecto, lo primitivo-
en función de las otras dos. Puesto que no se reduce a una simple investi-
gación cronológica o retrospectiva, el descubrimiento de las «fórmulas
primitivas» no podrá prescindir, a ojos de Warburg, de una filología y de
una historia. Es en la historia donde lo primitivo no sólo se descubre sino
que se formula, se forma, セ[・@ construye.
No es casual, por tanto, que, en el último piso de su biblioteca, Warburg
quisiera prolongar las secciones consagradas a los fundamentos de la psico-
logía sus libros sobre Ja percepción, la «emoción>> y la '*voluntad>>, el
in.sconsciente y ャッセ[@ sueños, la imaginación, la memoria y las teorías del sím-
238 Bajo laS5iglas DA<.::.
239 J . .J. F.ngel. 17!15 1786, 1, pp. 5152. 261 265. '291; 11, 186 201, e tc.
11. lA IMAGEN - PATHOS 193
240 A. de• Jmi<l, r832. p. V.
セ N ー@ C fr. V. Rct¡u«nn, r784 . fd., T797· pp. 40 Tセ@ ( «Ddl'antichlla ddla chironomia»).
11. LA INAGENPATHU!i 195
t'
'
33. Cnrta comercial de un indio de America del Norte redactada en pictografía.
Ot: G. Mallery, Sign Language among North American lndiuns, Washington, 1881 , p. 382,
retomado por W. Wundt, Volkerpsychologie, Leip¿ig, 1900 (cd. 1911), 1, p. 251.
tッ、。Nセ@ estas hipó tesis recorrerán su camino hasta suscitar las pr im eras ela-
. '·· boraciones warb urgianas del concepto de pッエィ ッセ ヲ ッイュエャN@ Y ello de un modo
.. tanto má.s na tural cuanto que habían sido utUhatlas y discutidas por d os
maestros directos de Warburg: Au!,rust Schmarsow no sólo había comentado
sino también p1·olo ngado las tesis de Wundt sobr e las イ・ ャ 。」ゥッョ・セ@ entre
« m ímica>> y <<plá.stica>>, sometiéndolas a la prueba concreta -y en esa
¡1 misma Florencia en la que Warburg se inició en el Renacimiento- de los
relieves de Ghiberti o de D onatello 253 • Por otro lado, Karl Lamprecht com-
p artía. con Wundt la a.spiución a fundar una verdader a <<historia del psi-
quismo>> -esa セゥ」ッMィウエイ。@ que el propio Warburg rl"ivindicaría m ás taroc 2 5-l-.
<<I ntenté una vez hacer que niñoll en edad escolat· ilustraran un セ・ョエッ@ ale-
m..-l.n, el de «Juan Nariz al aire >>, que no conodan: hay en el una tormenta,
y yo q uería ver 11i los niños dibujaban el rayo de manera t•ealista o en forma
de serpien te. De catorce 、ゥ「オェッセ@ muy vivos, pero ゥョヲャ オ・ョ」ゥ。 、ッセ@ por la escuela
americana, doce eran realistas. Sin embargo, dos de ellos segu.inn presen-
tando el r;fmbolo in destructible (das llll.ttntorbare セュ「ッOI@ de La serpiente con la
セML
lengua e n forma de fl echa, tal y como セ・@ la encuentra en la kiwa» " .
sióu a 13enedella Cestelli Cuidi, a la que ・Bーᄋ^セ\@ mi agratlr.dmi.,nto- BセGオョ@ •rtif:.ulo del peda-
gogu americano E. Barnes, 1895, pp. 302-306 (precedido, a su'""'· !)ot· セM Rír...-.i, 1887).
GESTOS MEMORATIVOS, DESPLAZADOS, REVERSIVOS:
WARBURG CON OARWIN
¿Hay una lógica de las fórmulas patéticas? ¿Es posible siquierél abarcar el
campo en que esta lógica seda operatoria, desde la pura motricidad pulsio-
nal hasta las construcciones ウゥュ「ャ」。セ[@ más elaboradas? ¿,Cómo las formas
plástica!. y las ・クゥァョ」セウ@ rituales hacen que todo ello trabaje junto? ¿Cómo
se trama, insiste y se transforma la memoria de los ge.stos? ¿Qué problemas
comunes se entreteje.n, a ojos de Warburg, desde la compleja figUJ·a escul-
pida del sacerdote Laocoontc, tan refinada como intensa , hasta la abrupta
figura del sacerd o te Hopi todo embadurnado de pintura y apretando entre
sus labios una serpiente que exhibe al fotógrafo como un saltimbanqui al
lerminar su número de circo (Aus. 3637)?
Aunque no sea más que para comenzar a responder a estas cuestiones,
aunque no sea más que para formularlas de una manera un poco más pre-
cisa, hay que tener en cuenta que todo lo que pasa en los cuerpos - actuales o figu-
rado:r- depende de un cierto montaje del tiempo. Buscar las <<fórmulas primitivas>>
del pathos es tratar de comprender lo que quiere decir lo primitivo en la
actualidad misma de su expresión motriz, ya sea objeto esta actualidad de un
reportaje fotográfico en los museos del Vaticano (en el caso del sacerdote
g¡·econ·omano) o en los mesas de Nuevo México (en el caso del sacerdote
indio). En cualqui er caso, un montaje anacrónico determina l a relación entre
actualidad y primitivismo: la elaboración teórica del Nachleben no tendrá
otra aspiración -pero una aspiración , ciertamente, bien considerable- que
acceder a un conocimiento de este montaje temporaL
Al pretender escrutar los destinos de lo primitivo en la historia occidental
de las ゥセ£ァ・ョウ -y no nos cabe duda de que el indio fotografiado en QYセT@
11. LA imNag セᄋpathos@
36. Anónimo romano a partir de un original griego del siglo 111 a.C., Luucoonte y sus hijos
(detalle). h. 50 a.C. Mármol. Roma, Museos Vaticanos. Foto The Warburg lnslituk.
259 H. W. Janson, 1946, pp. 35536/l . C fr., má& recientemente, M. Muraro y D. Rosand.
1976. PP· 14- HS.
206 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
......
·..
...
.LAOCHOOHT!..
38. Girolamo Frantini, Laocoonte, 1596. Xilogratia.
De leones stotuorum anliquarum Urbis Romae. Roma, 1559.
40. M. Wolf, «Cynopiltrecus niger» { .•] when pleased by being 」。イ・ N セウ・、@ Drawn from life.
lJ!' Ch. Oarwin, The Expression of the Emotions in Man and Animnls, Londres, 1!!72, fig. 17.
261 A. Warbnrg. lagebuch, 1888 (citado por KH. C::oml..-ich, 1970, p. }2).
262 Cfr. E. Win d, l'J31, p. 3r. F. Saxl, 1932, pp. QセMU N@ G. Biug, 1965, pp. ZセPY M S Q PN@
2l0 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
'
..
'.
;! •
41. T. W. Wood, Terror, 1872. Grabado sacado de un cliché de Ouchenne de Boulogne (1856).
De Ch. Darwin, The Expression of thc Emotions in Man ond Animals, Londres, 1872, fig. 20.
Lo que Warburg encuentra en los gatos erizados, los ríctus simiescos, los
llantos de niños o los terrores de alienados que analiza Darwin a todo lo
que fueron pl'esenlad os - algo que hay que aclarar tratándose aquí de su uso
warburgiano más que d e su campo de aplicación intrínseco- .
La impronta proporciona un primer principi.o fundamental: Darwin la
c.aliflca como una «acción directa (direct adion) del sistema nervioso>> sobre
los gestos corporales, siendo los consliluyentes de esta acción <<completa-
mente independi e ntes de la voluntad y, hasta cierto punto, del h.ábito>>
(índi!pendentJy from the first ofthe wí/1, and indepP.ndent_ly toa certain extent ofhabit/i'.
Tenemos ahí las pre misas fisiológicas de un principio de la memoria íncons-
áente que comanda los actos expresivos humanos.
El desplw;,amiento proporciona un segundo principio: la memoria incons-
ciente y e1 hábito son c:an poderosos que la <:<utilidad» biológica del acto
expresivo pasa a menudo a un segundo plano. Es entonces la asociación la que
dete r mina Lada la gestualidad de los movimientos afectivos. セc。、 vez que
elmismo estado de espíritu se reproduce, aun que sea en un grado débil, la
fuerza deJ hábito7 de Ja asociadón (the.forc.e '!fhobit und o.Jsoáutiu,J tiende a ditT
nacimiento a los ュゥウッセ[@ actos, incluso cuando no pueden ser de utilidad
algun a>> セョ N@
La antítesis designa con exactitud el tercer principio (príncipfe ofantithesis):
sugiere una capacidad re11er.siva del proceso de asociación, d el que acentúa la
<<inutilidad>> fisiológica pero también la propia capacidad expresiva en
cuanto que paradójicamente intensificada. <<Algunos estad.os d e espíritu
implican ciert os actos habituales, que son útiles, como establece nuestro
primer principio; de.spués, cuando se produce un estado de espíritu d irec-
tamente inver:;o, se tiende de modo fuerte e .involuntario a ejecutar movi-
mientos absolutamente opuestos, por inútiles que sean; en algunos <;asos
estos movimientos son muy expresivos (high]y expressive).>> 273 •
Es i nteresante señalar que, al término de sus largos análisis, Darwin llega
a dos conclusiones que hay que pensar 」ュᄋセェオョエ。・N@ Por un lado, enun-
cia la necesidad biológica de la expresión:
42. G.-B. Duchenne de Boulogne, Movimientos expresivos de las cejas y de la frente, 1852-
1856. Fotografías. De Meconisme de la physionomie humaine, París, 1862, la m. VIl H、セエ。ャ・IN@
una comparación del gesto <<natural» con la actitud pasional de Lady Mac-
beth o ... d e Laocoonte ュゥウッセ WX@
(jig. 42). セ ・イッ@ ¿por qué'este recu rso - este
retorno- a la imagen y al arte? Sin d uda porq ue D arwín p lantea, en un
momento dado, la imitación misma como un principio fundamental en el
cual, incluso entre los animales. la «necesidad>> natural iría al encuentro de
la construcción social o de la arbitrariedad cultural:
278 G.-R. Dur.henne de Boulognc, 1862, pp. QPYMセU@ (Lar>coomc) y I6g-r88 (T.ady m。、ッセャィIN@
216 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
Es así como los tres principios darwinianos de la expresión <:on el campo
que abren espontáneamente del lado del símbolo y d e la imitación pudie-
I'On .ser constitutivos de la elaboración warburgiana. d e la Patho.iformel. F.l prin-
cipio de impronta o de memoria inconsciente volvemos a encontrarlo en War-
burg en todo un profu11o vocabulario d e la Pragungy de la Engramm: lo que
sobrevive de la Antigüedad en Botticclli es una <<animación>> gesto:>, dra-
peados, cabello cuyo poder de inscripción o de <<impacto>> (Prügung) en la
materia del tiempo hay que imaginar'80 . Si las fórmulas de patho11 puestas en
p ráctica por Mantegna y Durero son tan <<arqueológicam ente fieles>>, ello
no quiere d eci r tan sólo que ambos artislaS copiaran bien ウオ Nセ@ model.os anti-
guos, sino t.ambién que el hombre moderno, lo quiera o no, se confi·onta
<<en ergéti camente>> con el mundo por medio de <<improntas expresivas>>
(Ausdrucbpragungen) que, aunque estuviesen enterradas, no han desaparecido
nunca de su basamento cultural ni de su <<memoria 」ッャ ・」エゥカ。^ セ X G@ N@
<<Es e n la región de los trances ッ イァゥ£セ^エ」ッウ@ don de hay que buscAr !11 impronlú
(Prüge.uerA) que ha impreso en la memo r ia las forma s expresivas Haオウ、イ 」vッイョセI@
de la5 ・ュッ」ゥョZセ@ más p r ofundas, en cuanto que pueden traducirse ァ・セエオ。ャ ᆳ
me.n te. con una ゥョ エ ・ョセ ゥ、。 、@ tal que estos engramas de una experiencia ap a:.io-
nada sobreviven como patrimonio hereditario grabado en la memoria (diese
Engrammt ャエイ」ュ Nセ・ ィ ョヲエャ」ィ &fohrung überleben als ged&:htniroewohrlrs Erbgut) y dセエ・イュ i-
nan de maneJ·a ejemplar lo11 con lot·n os que enc\lco:ntra la ma.n o del artista
cuando los valore" supre mos dd lenguaje gestu al tJ•atan de adquirir foz·m a y
. . Mセ セ ᄋ@ .
. a 1 a 1uz por me d.'10 d e l a creac1 '6 n artlstlca»
sa l u•
de responder, aunque sólo sea parcialmen te, a algunas exigencias que plan-
teaban, en el campo cultural de las imágen es, las n ociones warbu rgianas de
Nachleben y Pathosformel.
Señalemos de e ntrada lo que d e h eurístico tienen tales préstamM : no
significan, en ab soluto, la adhesión a un dogm a biológico particular. Se
codean, por otro lado , en Warburg, con r eferencias a la \セゥ ュ ーイッョエ。@ fo t·-
mal>> que Anton Sp rin ger reconocía en la filosofía hegeliana de la historia,
la <<filosofía del incon sciente>> según Eduard von Hartmann o la « paJeon-
tologia del セNウー■イゥエオᄏ@ según Tito Vignoli, por n o hablar de la omnipresente
morfología goetheana esa teoría de la memoria de las formas- y de la con -
cepción romántica de la h isto ricidad en Thomas c。イャケ・ Mコ セ N セM
Pero volvamos a D a rwin. El p rincip io del 、・ウーャセュゥョッ@ enunciado en La
expresión de ャ。セ@ emociones se corresponde con l as intuicion es del p r imer Wat·-
burg cuando trataba de defin ir, en 18 93, el m odo de supcrvive.ncia de l as
fórmulas a n t iguas del p at'hos en los \。」・セッャGゥウ@ animados>> -vestimenta,
cabelleras- de esos ー・ イウッョ セェ・ウ@ tan ext raiiamente impasibles y <<desafecta-
86
dos>> de Botticelli-z • El desplazamiento designa bien la eficaz ley Hgu ral de
los cuadros del maestro florentin o: lodo el <<movimiento pasional del
alma>> (leidenschaftliche Seelenbt1vegung) o «causa inte.do r·>> pasa por un « acce-
..-
sorio exterior an imado >> (üu.sserlich bewetges Ikiwcrk), como si u na energía
l f .
inconsciente - Warb urg habla de « ele mentos desprovistos de volumad>>-
buscara lo subjetivo de su impron ta en el mater'\al, tan ᆱ ゥョ、ヲセイ・エ ・^@ pero
tan plástico, de drapeados o 」。「・ャッ ウセ XW@
(fig. 43).
E.c;tamos en las an típodas d e cualquier fisiognomía en el sentido habitual
del té rmino. El r econocim iento por parte de Warburg del despla{Omiento
expresivo - lo que llamará, en T9{4, u n «desplazamien to de acento e n el len-
guaje físico de los gestos>>2811 desplaza, de h echo, todo el saber sobre la
expresión y los movimientos corporales イ ・ー イ・ウョエN[セ、ッ@ en las artes visuales.
Porque no es una cosa lo que se 、 ・ ウ ーャセN@ sino la propia capacidad de
moverse. Com enzam os entonces a comprender en qué medida las formas
corporales del tiem po sup erviviente advie ne n n o solamente en contratiem-
pos sin o tambié n en contra - movimientos: en co n tra- efectuaciones, en movi-
m ientos- síntomas. A men udo es median te un movimiento des.plozudo -en
todos los sentidos del término- como se obtien e la in t ensidad : !\urge por
:28;, r.r,.. A. Springcr, 1818, p. 9· E. von Hartmann, T/Hig- I87 I, 1, pp. 80- 87 y 4J0- 4:{9· T. Vig-
nu li, rl\95. pp. 315 338.
286 A. War·I""X· 1893, p. 13 (trad.. p. 4-!J).
セXW@ Ibtd., pp. G:z-63 (ttad .. pp. go- gt).
288 fd., 1914, pp. 173- r76 (trad. , p. :zgo) .
11. LA IMAGEN-PATHOS
T
¿93 Este último ejemplo イセア オ ゥ・イ@ una precisión: セ・@ ha pl an teado la objeció n de que d Vm•irl ,¡,.
AndreR del Castagno no ィ。イZセ@ ten ido como fuente al pセ del grupo de las Xióbidtt (grup o
que no fue descubierto hasta 15ll3), sino m ás bien al Dto<curo d t M uul,. C:a,•nllo, del que se
conocía u n bello 、 ゥ「セェッ@ de Ucnoz:.o Go:r.zoli. Si se trata de una ーイ」エセゥッョ@ fil()lúgio·"'· "'"' út11 y
pos.íth·a, si se エイ。\セ@ de una ッセェ・」ゥ ョ@ leól'Íea a la p\jャィ ッセ■ゥュョヲャ@ wurburgiana, es iluso t·ia y ¡oositi-
vi.s tn, porque la identificación de la fuente 、ゥイ」エ セエ。@ n v •uprime el probleana' hay en la <t iu.,•-
htb,Jidad clásica» müma co mo decía Warburg una ゥョ L」イセゥョ@ din;im icll del núsmo gesto ᄋセョ@
ln victima (Pedagogo) y en el hcroc ( Dió&curo). La6 obj edone• a la• 'l u" he hech o alusió n
hon oridn ヲ ッイュ エセャ ョ、m por M. Horstcr, 1980. p. 28. y A NCMelra!h , !!)88 , pp. l!}719ll.
294 A. 'WHrhurg. r888 T905, 1, p. 106 H 、。セ ャッァイ。ヲゥN@ p. 15) y 11. p. 59 (dactUografia , p. 158).
11. LA IMAGEN·PATHOS 223
46. Aby Warburg, Esquema dinámico de las relaciones entre útil, creencia,
art e y conocimient o, 1899. Dibuj o a tinta tomado de los Grundlegende Bruchstilcke zu ・■ョセイ@
monistischen Kunstpsychologie, !1, p. 59. Londres, Wmburg lnst itute Archive.
Foto The Warburg lnstitute.
'295 Id . • tセ「 オ」 ィN@ '3 de abril de 19 29 (citado por E. H. Gombrich, 1970, p. 303).
COREOGRAFIA DE LAS INTENSIDADES:
LA NINFA, EL DESEO, EL DEBATE
<<Ya desde 1905 el autor [Warburg se refiere a sí mismo] se había LNゥセエッ@ auxi-
liado e n sus tentativas por la lectur·a del libr o d e Osthoff sobre la t'unción
supletiva en la lengua indo germánica ; en él se demoslraba, en resumen, que
ciertos adjetivos o ciertos verbos pueden, en ウセ@ formas comparatha:. o con-
j ugadas, sufrir un cambio d e radical sin que la idea de la ident1dad ・ョ セ ・イァ ←エ ゥ 」。@
d e la cualidad o de la acción expresadas se vea perjudicada p<>r ello; al contra-
rio, aunque la identidad formal del vocablo de base haya d esa parecido d e
hecho, la intro ducción d el elemento ajeno no hace sino ゥョエ・ セ ゥヲGN」。イ@ la signi-
ficación pri nütiva (sondem 、。ウNセ@ Jer Einln'tt einesfremdltiimmigen Ausdrucks eine lntC'nsijika-
lion clcr ursprúnglichen &deutung bett:irlc:t). Encontramos, mutatis mutandis, un pro-
ceso análogo en el ámbito de la lengua gestual que estr·uctura las obras de arte
(die kunst¡:esto1tende Cebtirdensprache) , cuando vemo&, por ejemplo , cómo una
ménad e griega apurcce bajo los rasgos de la Salomé 、。ョセエ・@ de la Biblia, o
cuando Chirlandaio, para representar o una criada que trae un cesto de fru ·
tns (Jig. 67], to ma en préstamo dd iberadament e el gesto de una Victoria
re¡wesentada sobre un arco de triunfo iG o ュ。ョ」Z^ ᄏセ
P
セN@
ウゥョyセ
P
K M L@ las UrdlOrte de Warburg son materiales plásticos abocados a
improntas su cesivas, desplazamientos incesantes e inversiones antité ticas.
Sería, pues , un gran error busca r en la antropologia warburgiana una
descripción de los <<orígenes>> entendidos como <<fuentes>> puras de sus
desunos ulteriores. Las <<palabras originarias>> no existen sino como super-
úvientes, es decir , impuras, enmascaradas, contaminadas, lmnsformadas y
hasta antit¿ticamente invertidas (j'¡g. 44). Pasan como u n soplo de e xtraña-
miento temporal en las imágenes del Renacimiento, pero en absoluto pue-
den ser aisladas en su <<estado de naturaleza>>, ni ウゥアオ・イセ@ en los :¡arcófagos
antiguos. En 11entido estricto, ese estado de naturaleza no ha existido jamás
como tal.
Del mismo modo, sería un gran error buscar en este paradigma lingüís-
tico una reducción <<iconológica>> de las im<\gcnes a las palabras. No hay
operaciones reductoras o reduclivas en Warburg: su pasión ftlológic.a , su
deuda para con U erma nn オセ・ョイL@ su admiración por la paleografía de
Ludwig Traube, su 。ュゥセ^エ、@ con Andréjolles o .Ernst Roberl C urlius (que
dedic.ó a Warburg su monumental Literatura europeay Edad media latina y que
después utilizó la noción de Pathosformel en d campo literario) ... todo ello
índ.ic.a, ciertamente , una afinidad profunda de r.ampos de estudio, pero en
ningún caso una asimilación del estudio de las imágenes al de Q。Zセ@ pala-
bra.s"<>5. En 1902 Warburg escribía que su búsqueda de las <<fuentes>> no
pretendia explicar las obras de arte a través de textos sino más b ien
<<reconstruir el lazo de connaturalidad [antropológica] , de coalescencia
natural , entre la palabra y la imagen>> (die natürliche セウ。ュ・ョァイィッゥャ■エ@ oon Wort
und Bild)3ob.
Esta c.onnaturalidad esta inscrita tanto en la historia de los cuerpos com o
en la de las palabras: la erótica botticelliana pensemos en la ronda tan
ligera y elaborada de los personajes mitol ógicos d e la Primuuera- no res-
ponde sólo a su s <<fuentes>> literarias, por ejemplo, a lodo lo que se puede
leet•en Poliziano, si.Jlo que se ve también afectada corporalmente por <<ritmos
originarios>> que modulan ya la superficie de los sarcófagos antiguos (j'¡g.
4-9). Warburg comprendió, mucho antes que Saloman Reinach y que Mar-
e.Rte velamento de pafios. En los restantes lados los ー。ッセ@ movidos por el
vient(l se agitarán de modo adecuado al aire">> 3".
Siセ@ L. B. 1\lberti, 1435. pp. r87 -189 (II, 4fí) fcdición castellana &bre la pintura, Valen cia. Fer-
nando Torres editor, 1976, traducción deJoaquim Do!& Rmiñol. pp. T35-t36] .
313 A. Warb urg, 1907b, p. 147 (trad.. p. r8o) .
314 Id., 1927- r929, pp. 84-89.
11. LA IMAGEti-PATHDS 233
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: . . . . . セ !"..AI...---_:-..•r.•
:r=-::·:::i.:=-.. .
......... ..
セ|GN@
ZセMエゥNQ| セ@
51. g・ッイァセウ@ Demeny, Caída elástíro sobre fa punta df' los píes, 1884. Dibujo sobre calco.
De E.J. Marey. Le Mnuvemcnt, París, 1894, p. 138 (con 1:1 titulo de: -salto en profundidad
t:on f lexión de las piernas para amortiguar la caída•).
52. Anónimo griego, Ninfas danzantes, finales del siglo V a.C. rセーイ・ ウ・ョエ 。\Zゥョ@ gráfica de una
pintura sobre vaso. De M. Emmanuel, La Donse grecque antique, París, 1896, p. 103.
llay que comprenda, p or otra parte, que. con la desmesura llega lo dio-
nisíaco y, con ←セエ\ ZL@ lo trágico. Hay que comprender que, con lo trágico, llega
el eomb;ü<: de los seres entre 11f, el conflicto de los seres en sí mismos, セQ@
debate intimo del deseo y del dolor. Y que a1 paradjgma coreográfico viene a
enlazarse, más terrible, un paradigma agoníStico: la eter·na guerra de H eráclito,
en su.ma. Ya h e señalado セNZュッ@ la problemática de las fórmulas de pathos
había emergido de un interés de Warburg, manifestado muy temprana-
m ente, por ci<·11.os temas iconográficos que ウオーッョセ@ una lucha a muerte: ・セ@
comb11tc de los Centauros (fig. 17), la muerte d e Orfeo (jlgs. 3y 2628). d
Laocoon te (fi¡p. 2.9, 36y 3839), las Nióbides, además de los motivos vetero -
エ ・ウエ。ュ ョ エ・セャGゥッウ@ de David y Goliat (fig. 44) o deJudith y Holoferne!. (Jig. Jl) ...
Pot· n o hablar de las sublimes batallas d e Leonardo y Miguel Angel el relieve
mi.smo de este ú ]timo con el Combate de los Centauros, en Casa Buonarrotli y de
Rafael, considerados todos por Warburg desde el punto de vista heracliteano
de un « in·esístible impuho por interprl:t.ar y remodelar la vida en movi-
m ie nto en el estilo sublime del gran arte d e los anceslros paganos>> 3?. 3 •
326 lJ., 19t4, pp. 173-176 (tr:.d., pp. 238- 239). Cfr. F. Ama! y f. . Wtnd, t937, pp. 70-73.
32'7 F. nゥエ Z Aクs 」ィセN@ 1872, p . 44·
11. LA IMAGEN -PATHOS
un deseo no sabido (la mano blandiendo su trofeo orgánil:O, la. cuasi eles-.
nudez del cuerpo, el desorden de la vestimenta, los pies alzados en media
puJUa). Ilay, pues, un trabajo de de!>plazamiento Hセ[・ァオョ、ッ@ principio dar-
winiano) que tiene como resultado u na mezcla de deseo y duelo , es decir ,
de dos emociones generalmente consideradas como antitéticas (tercer
principio clarwiniano).
He aquí. pues. a Ninfa en el debate interno de sus pl'opios movimientos
contl·arios. Frente a la pasión erística (Leiden Christi) , la pasión de la ninfa
(Leiuenschaft "!J•mphae) reúne un sufrimiento atroz del alma y un goce salvaje
d el cuerpo (Leíd, Freud). Al final de su vida Warburg califica rá a las Pathosfor-
meln , esas <<palabras originarias» de la expresión anímica, desde el punto de
vista de una verdadera <<dramática del alma>> (Seelendramatik) en la que se
J'evela la dimensión <<extátíca» y hasta セ、・ュッョ■。」 ᄏ@ de las imágenes, hasta
. . ' .
en su su blJmar.wn mtsma· : 328
., «El proceso de dcsdcmonízación Heョエ、ゥュッNャ・イオァウー
hereditario de engramas fóbicos integra en su lenglla ァ・セ
[ZエNセウI@
エオョャ@
d e l viejo fondo
todo el abanico
de las emociones humanas, desde la postración meditativa hasta el caniba-
l ismo セョァオゥエイッL@ confiriendo ゥョ、オセッ@ a las ュ。ョゥヲ・ ウ エ\セᅮッョ・ Nセ@ más ッイ、ゥョᆱセウ@
de la mo tr icidad humana (humu ne Bewegungsr!Jnumik) - };:¡ lucha. la marcha, Q[Zセ@
canera , la danza, la aprehensión ese margen inquietante (der Pragrand unheim-
'
lic-.hen Erlebens) que el hombre cultivado del Renac i mien to , educado bajo la
férula de la Iglesia medieval, consideraba como una región p roh ibida (verbo-
ten) por la que sólo p ueden moverse los espíritus impíos que se entregan sin
contención a sus impulsos naturales[...].
Fue con u na singular .ambiva.lencia (7,Y;iespo1tigkeit) C<>rnO el Re nacimie nto ita-
liano ttató de.asimilar ese fondo hereditario de engramas fóbicos (phobische
Engmmme). Este constituía, por una parte. par.a ・セッウ@ e.spíritus empujados hacía
el m unJo por un impulso nuevo, un bienvenido aguijón que, al hombre que
lucha contra el destino por su libertad personal, le apo1·taba el valor para
com unicar lo indecible (Unaussprechlichc).
Pen> e.ste estimulo le llegaba por la vía de una función mnemónica, es dec.ir,
ya depurada, a través de las formas predeterminadas (durch vorgepragte Formen),
por la creacjón artística; por ello, la restitución del fondo antiguo seguía
siendo un acto que asignaba al genio artíRtico su lugar e6piritual entre la alie-
nación pul.sional Hエイゥ・「ャオヲsセョwウァI@ de セオ@ propia personalidad y la dis-
:¡2A A . wセイィオァL@ t g?.8T9?.9, pp. 8 y ?.8 (n.otas fechadas d 2 de sep tiemb!·e de rg28 y el '25 úe
mayu Je 19 29). Xohro: el carácter «demóniw» rle las Pathosformel n. c.fr. S. Radn óti. 198:,,
pp. 91 102. .
11. LA IHAGEN-PATH05
:;·
ᄋセ@
Nセ@
セエ
111
LA IMAGEN-SÍNTOMA
FÓSILES EN MOVIMIENTO
Y MONTAJES DE MEMORIA
El PUNTO DE VISTA DEL SÍNTOMA:
WARBURO HACIA FREUD
oscilante:: -el <<eterno colump io>> (Jig. セUI M de instancias que actúan siem-
pre unas $Obre las otras en la tensión y la polaridad: improntas con movi-
mientos, latencias con crisis, procesos plásticos con procesos no phi.-.ticos,
olvidos con re miniscencias , repeticiones con cont ratiempos... Propongo
llamu síntoma a la dinámica d e estos latidos ・セ[エイオ 」 エオ イ。 ャ ・ウ G@ N@
El sínt oma designaría a ese complejo movimiento serpentino, ese
intrincamien to n o resolutivo, esa no- síntesis que hemos abordado ante-
riormente dc.'!de el ángulo del fantasma. y después del d el pathos. El síntoma
designaría el corazón d e los procesos tensos que tratamos, desp ués dr War-
burg, de comprender en las imág<":nes: corazón del cuerpo y del tiempo.
Corazón del ti empo-fantasma y del 」オ・イーッ M ー。 エNィッセ[L@ en ese borde operativo
de las re p resentaciones por defecto (como la cuasi invisibili dad d el viento
en el cabello o los drapeados de Ninjá) y de las representaciones por exceso
(como la cuasi tac.tilidad de las carnes torturada,g dt' Laocoonte). A lo que
apunta la temporalidad p aradójica del Nachlebtn no es a otra cosa que a la
temporalidad del síntoma. A lo que apunta la corporeidad paradójica de las
Pathosformeln no es a otra cosa que a la corporeidad d el s íntoma. A lo que
apunta al significado paradójico del セュ「ッO según Warburg no es a oLra r.:osa
que a la sign'ificancia del síntoma -entendido aqui el síntoma en su sen tido
freud iano, es decir, en un sentido que contradice y subvierte todas las
semiologías médicas existentes-.
Con una proposición sem ejante nuestra lectura franquea , evidente-
mente. un <:abo. Mientras que las <<supervivencias>> de Tylor, los <<residuos
vitales>> de Burckhardt, las <<formas afectivas ーイゥュエカ。セ ^@ de lo dionisiaco
de Niet2-sche y los <<princip ios ァ・ョイ 。ャ」Zセ@ de la expresión» de Darwin cons-
tituyen indiscutibles fuentes -entre otras- de las noci ones warburgianas. la
<<form ación de síntoma>> de Freud constituye más bien un inM.rpret.e : puede
ayudar, pienso , a clarifi.car y hasta a desarrollar, a despl'WCJr , los modelos
temporales , corporales y semióticos p uestos en práctica por Warburg. Trata
de expresar adónde apuntaban los m odelos, lo que es una manera d e devol-
verles un valor de uso que parecen haber perdido hace mucho tiempo. Y es
una manera, también, de admitir que esta lectura sel'á o rientada y, p o r
tan to, discutible (e. igualmenle, polémica, puesto que cüscute o r.uestiona
la o l'icnt.ación mayor·itaria, neo - panofskiana, de la herencia warburgiana).
P.·opueala セオゥBG@ por una elaboración previa: cfr. G Oitli- Hubcnna.n, 1!)82, pp. 83- 272.
/J.. 1985, pp. 20-28 y tsM Q SセM Id. 199011, pp. 195 !218./d., 1995a, pp. 191- 226. Id.• 1995b.
pp. r65-3R3. 1d., 199&, p p. tt-5- 163.
111. l 4 INAGEN·SiNTONA
La afinidad entre la <<ciencia sin nombre>> warburgiana y el psicoanálisis
reside en otra parte. Buscar las .fuentes directas es útil, pero ínsufície.nte' 5•
Más vano aún ¡¡ería bus<:ar <.:sta afinidad en los lemas comunes (querer, por
ejemplo, comparar lo que dicen w·arburg y Freud sobre Leonardo da
Vinci). Se trata, más bien, de buscar en el nivel fundamental de la cons-
trucción de un punto de uista: ¿,cómo una antropología d e las imágenes ha
d ebido tener en cuenta un trabajo de la memoria inconsciente? ¿Cómo
ha tenido que exigir, en un momento dado , algo así como una m etapsico-
logia? ¿Cómo ha llegado a utilizar un modelo teórico particular, paradó-
jico el síntoma en sentido freudiano, ql1e hacía de la Kulturwis.WJSchuft en
general y de la historia del arte en particular una verdadera psicopatología de los
objetos de la cultura? Tal es la cuestión a la que tenemos que tratar de res-
ponder ahora.
Nada tiene de extraordinario que los problema de la historia c.ultut·aJ
fueran abordados por Warburg desde el ángulo de una psicolog(a: es uo rasgo
típico de esa época en que las ciencias humanas procedían a una crítica
inte rna del posit'iv:ismo, de la que iban a nacer el psicoanálisis y la antropo-
logía históric.a modernas. También en este aspecto el maestro directo de
Warburg es Karl Lamprecht. quien ya desde los años I886 I887le trans-
mitió la certidumbre de que todo problema histórico, en un momento
dado, debía plantearse en términos psicológicos. Lamprecht .inventó, en el
estudio de la historia, la nodón de «campo psíquico» Úeelische Weite), con-
siderando los monumentos del pasado como reliquias de un trabajo de la
<<memoria>> (e.s decir, Wla facultad psíquica) y e..x.igiendo, desde este punto
Je vista. u n análisis de su v-dlor «sintomático>> Hセューエッ。ゥウ」ィIGBN@
Este punto de vista fue reivindir..ado e.n todos los órdenes de magni t\td,
p ara caractet·i1.a r a la histor ia tanto en su general ゥ、セ@ como en sus objetos
más específicos. Si Georg Simmel .sitúa toda una filosofía de la historia con
relación a <<motivaciones conscientes o ゥョセNZッom ・ョエウᄏ@ o si, cincuenta años
más tarde, Marc Rloch afirma que <<los hechos históricos son. en su esen -
cia, hechos psicológicos>i'> ':·, en ambos casos /a ィ ゥNセエッョGオ@ en general es intimada a
l:onstruirse un p unto de vista psi cológico. Se comprende, PUl' li, o fortiori,
que la ャョセQNッイゥ。@ dd arte y de las imágenes no p ueda ser practicada. sin el recurso
a un punto de vistll セ」 ュ・ ェ。 ョ エ・N@
Así. Hubertjanitschek - l:uyos cursos siguió Warburg en 1889- ーイᄋセウ・ョᆳ
taba ya sus estudios sobre el arte italiano del Renacimiento como セョ ウ。ケッ@ de
8
<<pskología social>> ' • .En cuanto a Wolfllin, Berenson. Schmarsow o
'I.Vorringer, todos e.llos partirán de una <-<estética p si cológica>>, la de la
empatía, para ーャ。ョエ ・セオᄋ@ sus propios <<conceptos fundamentales>>. No resulta
Nセッイー・ ョ、・ ョ エ ・L@ por tanto, que Warbur g reivindique desde el prinr..ipio la
posicíón d el <<psico-hi.storiador>>. Como Lamprccht, como Riegl con su
Kunstwollen, quiso hacer oper-aliva una noción transind ividunl ele lo psíquico
en d campo cultural d e las imágenes: algo q ue no se r edujese a una n al'ra-
ció n de intenciones subjetivas -heroic..a.s a la mane ra de Vasari o simple-
- mente «yoicas>> al modo de las psicobiografías de ntist as tan habituales en
historia del arte-, sino que pudiera verse en acción en las pmpi(ttfilrmas. Las
más tk las veces, por lo demás, en los márgenes de la representación: ya sea
en el puro gasto gráfico cuyo tenor psíquico tan bien ャオ ・ セ^エイ。@ el dibujo
inf a n til como en la precisión obsesiva d e los vertiginosos o r namentos
medievales'!!. La atención warburgiana a los <<accesorios en movimiento>>
procede l:x11ctamente de esta investigación. sintomática sobre l.as ヲッイュ。ウセ・N@
En 1923 Warburg· definía <<la finalidad de [su] b iblioteca fpero también
de su obr a en general] en estos términos: una colección de documentos
sobre la psicología de los modos de expresión h umana» (cine Urkundensamm ..
lu ng セ オイ@ pセ 」 ィッャァゥpN@ dtr men5lichen Ausdtuckskunde)21 • ¿Qué es, por ta.nto, la <<cien -
ro Cfr. K. 1.,.-nprech L, tll96-t897, pp. i!'i·l50.ld., 1897. pp. lll.!o · goo.Id., Q セPN@ h!.. 1905h.
pp. 7i 102 y 103-130. Id.. l9T'2, pp. UTᄋWセ ᄋ@
l7 C. Simmd, rllg2 - rgo¡, pp . G1 -72 y 72· 77· .M. Bloch, 194 1-1942. p. r88 .
l8 H. jョゥエセ」ィ・ャZNL@ 1!!79·
19 Ous ・ェセューャッウ justamentl' esrndhdos por K . l。ューイセ」ィエN@ r882 y 1905a.
20 A. \Varhn rg, 1893, pp. u - 63 (trad. , pp. 47-IOO).
'2I TJ., J9:.t3b, p . 265.
111. LA IMAOEN-SÍ NTOMA セUS@
ria de fas imágenes tiene que ver forzosamente, según Warburg, con una psicolo-
gía de la ・クーイNセゥョ@ Pero hay que comprender lo que implica esta formulación.
Ya h e comenzado a indicarlo: tiene que ver con una psique que no se acan-
tona en las habituales narraciones heroicas de la <<personalidad» artística.
Perstgue, por tan to, una psique más fundamen tal y transversal, m ás imper -
sonal y t ransindividual. Una condición p síqu ica cdmún a lo que se a<:os-
tumbra a llam.ar el cuerpo y el alma, la imagen y la palab ra, la representa-
ción y el movimiento ... Antropológicamente centnl a aquello que la
estética clásica empobrece un tan to bajo el concepto de imitación.
26 A. Warburg. tセ・「オ」ィL@ 3 de agosto de 1888 (citado por E. H. Combrich. l970, pp. SYMセPIN@
27 Id. , 1!)23h. pp. 254-255.
LA lloiAGEN SUPERVIVIEHTE
211
e.ste punto. admitido por la mayor parte de los conocedores de su obra • se
plantea la cuestión de saber de qué marco psicológico -<>, más b ien, ーN セ ゥ」ッー。エ ᆳ
lógiccr tenía necesidad Warburg para fun daml:n tar su eslil.ística y su sintoma-
tología de la cultura renacentista. Hablar de un i ntento de dilucidar los
<<síntomas de un estado de ánimo colectivo>>:l!J parece algo vago, más injusti-
ficado aún resulta reducir la cuestión del síntoma a la de un <<sentido de la
historia>> a la manera hegeliana, c.omo quiere E rnst Gombrich. y muy insu-
ficie nLe recurrir a un evolucionista tan oscuro como originalTito Vignoli-
para explicar el recurso warburgiano al paradigma psicopatológico30 •
Sólo a partir d e 1918, desde el fo ndo mismo de m h undimiento psicó-
tico, com ienza Warburg a darse cuenta de la proxim idad de su proyecto
intelectual al del psicoanálisis. Al silenciar este episodio biográfico , Gom-
brich ha producido una considerable censura epistemol6gica31 • Se t rataba,
una vez más, de dejar a los d emonios dd incon sciente freudiano como
tambi én a lo.<> de lo dionisiaco de Nietzsche bajo los an tiguos ー セZイ イ。ー・エッウ@ de
la Mitteleuropa en ruinas. Se trataba de ofrecer a la << tr·adición warburginna>.) ,
ya en adelante anglosajona., el relorno al orden de una filosofía de las facul-
tades (Kanl y el a priori trocados por Panofsky contr a N ietu.ch e y el eterno
retorno) acompañado de u na psicología \ーッウゥエカ。セ@ (Popper y la perc.ep-
ción t r ocados p o r Gombrich contra Freud y el fantasma). Para quebrar esta
1 censura es preciso ah ora que tratemos de r eimaginar el camino que lleva de
Warbutg a freud.
21\ Cfr. G. Bing, 1965. p. 303. E. H. C ombrieh, t<J70. pp. 67 68. etc.
29 .1 . .M.e6.r úl. 1926. p . 238.
30 E. H. Combrich, rg{j(),, pp. 119 120. ld .. 1969. pp. 4749 Tri., '99loh. pp. 638 y 646 647.
31 Cfr. E. Wind, rg7r, p. ro¡.
DIALEKTIK DES MONSTRUHS,
OLA CONTORSIÓN COMO MODELO
Hay , por tanto, subyacente a los efectos críticos. un orden de las causas que
Warburg, en 1929, termina por aprehender en el vocabulario psicopatoló-
gico de la esquizofrenia (notación deleuziana avant le lettre, según parece) o
d e la psicosis ュ。ョ ■。」ッ M 、・ーイセゥカ。@ (notación ligada de hecho al trabajo tera-
péutico llevado a cabo con Ludwig Binswanger). Ya en 1889 Warburg había
designado este o rden de cau sas hablando de <<movimientos inmotivados»
(ohne Motioierung) no naturales ᆱャゥァ。、ッセ[@ al deseo>> (in ZJtsammenhang mit dem
Wunsch)39 ••• C u arenta años más エ。イ、・セ decir, poco antes de su muerte- el
<<psico-historiador>> t enía a su disposició1,1. el con cepto freudiano del
inconsciente. Pero , como .si temiese que la noción sustantiva (das Unbewu.sste)
le alejara de la dinámica que pretendía caracterizar, prefirió, una vez más,
llevar su búsqueda a los amasijos de serpientes en movimiento: prefirió
hablar de una <<dialéctica del monstruo>> (Díalektik· des Monstrums)40 •
¿El orden de las causas? Se trata del eterno conflicto con una t emible,
soberana e innombrablc co.m. Temas omnipresentes en los últimos años de
Warburg: el <<combate con el monstruo>> (Kampfmitclem Manstrum) en nos-
otros mismos; el <<drama psíquico:!i> (Seelendrama) de la cultura entera ; el
nudo <<complejo y dialéctico» (Comple:r und Dialcktik) del sujeto con ese mis-
terioso .Monstrum definido en 1927 como una «forma causal originaria>>
(Urkausaliltiiisform)i'. Tal fue , a ojos de Warburg, la fundamental e «inquie-
tante dualidad» (umheimliche Doppelheít) de todos l os hecho&de cultura : la
lógica que hacen surgir deja también que se desborde el caos que comba-
ten; la belleza que inventan deja al mismo tiempo que asome e1 horr or que
rechazan; la libertad que promueven deja vivas las coerciones pulsionales
que tratan de アオ・ィイ。 Q
セ N@ Warburg gustaba de repetir el aforismo Per monstra
ad ostra (del que la célebre expresión freudiana Es u;ar, sol/ Trh U)frden parece
oft·ecer una variante): p ero ¿cómo entenderlo sino en el sentido de que,
en cualquier caso, hay que pasar por los poderes del monstruo?
Efectos críticos y causas inconscientes: la <<dialéctica del monstruo>> no
describe otra cosa que una estructura de síntoma. Porque es ésta la que
expÜca, a la vez, tanto el rechazo como el retorno de lo rechazado: rechazo
en <<fórmulas plásticas de compromiso>> (plastischeAusgleichsforme.l) que apenas
franquean el « umbral de la conciencia>> (Schwelle des Bewutrteins); retorno de
lo rechazado en la <<crisis» (Krisis) y la figura <<sintomática >.> Hセューエッ。ゥウ」ィI@
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ __
260 LA lloiAGEH SUPERVIVIENTE
Tamhjén la escuela ーセゥ」ッャァ。@ francesa podía, sin ninguna duda. ウセイ útil
para Jos propósitos ele Warburg: asl. ThéoduJe Ribot había formulado una
teoría de la memoria inconsciente, una <<herencia psicológica>> -su propio
Nachleben de las <<faeultades>> y de los <<instintos>>- cuyos ejemplos había
ido a 「オNセ」。イ@ 8
11 la historia d e la Florencia de los Médicis+ . Y había pro -
57 Cfr. G. D1dt-Huberm.an. 1982, pp. 69-8'2 . Id., 1991. pp. 267- 280.
58 Id.• l984-. pp. アウ M XセN@
111. LA lto!AG(N-SÍNTOMA
tóxica), mientras que Warburg hace del síntoma una obra constante, con s-
tantem ente abierta, de la sobredeterminación. Por un lado, el protocolo, casi
t otalitario, d el ataqu e <<completo y regular»; por otro, una errática imbri-
cación, un amasijo de serpientes cuyas abscisa y ordenada nos costaría mucho
fijar como en el cuadro de Charcot59 .
Una última punlualh.ación nos hará comprender t oda la distancia que
11epara estos dos modelos epistemológicos del síntoma: a los fam osos
<<princip i os generales de la expresión» estable cidos p or Darwin y cuya
ゥューッイエセョ」 。@ a ojos de Warburg ya hemos visto, les resulta muy estr echo el
model o d el sintoma histérico de Charcot. Ciertamente, la impronta da
cuenta d e una memoria traumática presente en el ataque, donde se con-
centra en el llamado periodo de las <<actitudes pasionales» o <<poses plás-
ticas'>J>60 . Pero ¿y el desp/azyJmiento•? ¿Y la antítesis? Hay que reconocer que
C harcot y Richer defendieron una concepción de las <<poses plásticas>> de Ja
que e:stá ausente justamente la plasticidad que exigen esos dos principios dal'-
winianos. No los encontramos más que negativamente, en hueco, r echaza-
dos a los trasfondos insensatos del ataque: en ese famoso período detestado
e n el que la histérica desafiaba a su amo y éste, superado por el aconteci -
miento, no salía al paso más que con la doble calificación del <<ilogismo »
(ella hace cualquier cosa) y del <<downismo >> (se mofa de n osotros). Se trata
del llamado período de lás c.ontorsion es, o rdenado en esquemas por Richer
(f¡gs. 57 60) porque la mayor parte de las veces fue fotogrartado en vano, en
el flujo d e m ovimientos demasiado desordenados u ocultos bajo la cam isa de
fuerza que finalmente se colocaba a las pacientes6' :
63 Cfr. LB. Ritvo. 1990, pp. 264,-2¡3. Cfr. P. Lacoste, 1994, pp. 21-43.
111. LA IMAGEN·SÍNTOMA
Ahora bjcn , lo que dice Freud de la con torsión histérica lo dice exacta-
mente Warburg de las fó rmulas figurativas susceptibles d e supervivencias: su
juego con la antítesis es decir, su insensibilidacl a lo contradicción lógica, recu-
rriendo a otra expresión freudiana maniuesta a la vez su trabajo de trons-
formoci6n y su tenacidad, su capacidad de eterno reto1·no . Pero hay má11 aún:
Warburg y Freud comparten u na atención particular a lo que yo llamar ía
los pit:ott.s formales de todas estas inversiones de sentid o 75 •
En su articulo de 1908 Freud nos da una gran lección de observación en
cuanto que acepta la complejidad del fenómeno (el amasijo d e serpientes
en m ovimiento que constituye la <<incomprensible situación>> del ataque
h istérico) sin renunciar por ello a la búsqueda de u n a estructura. Dicha
estructura no la encontrará empobreciendo o esquematizando lo que ve
com o h ace Rich er, ni buscando una idea «detrás>> d.e lo que ve. Tam -
p oco buscará sus detalles iconograficos como trata de hacer Richer, algo
que el d esord e n de los «movimientos ilógicos » h ace imposibl e. Por el
contrario, discierne de golpe una línea de tensión formal , una especie de
líneu de simetn'a en movimiento: sinuosa o quebrada con el cuerpo que, alternati -
va mente, se esti ra y se r epliega. D anzante o explosiva, pero si empre pre-
sente, en el seno mismo del caos gestual que distrib uye a uno y otro lado de
su in11prehensible geometría.
Sin duda la clínica de Charcot en la que ab undan las <<hemi lien sibili-
dades>> , las <<hemiantestcsias», etc. había prepar ado a Freud para esa
ッ「セ^・イカ。、ョN@ Pero todo lo que a ojos de C h arcot era todavía desorden, todo
el c.arácter «incomprensible>> e <<ilógico» de la situación, se organiza Ahora
en torno a un eje que orienta el fantasma masculino a u n lado y el fantasma
femenino a otro. Esta charnela reúne y enfrenta a un tiempo a los dos tér-
minos 」 ッョエイ。、ゥ」 セN@ No resuelve la complejidad, sino que la organiza y Ja
difunde, esp acialmente , rítmicamente. Es el pivote agitado él mism o,
in sisto en torno al cual se libera todo el desenfreno de la 」ッ ョエッセゥN@
Esta simetría en movi miento ofrece, p or tanto , unafórmuTa para el pcrthos
<:rltico que expl ota en el ataque. ¿Cóm o no pensar, en este punto , en la
muy particular manera en que Warburg discierne la estructut·a del pathos
presente e n los cuadros dé Botticelli o en los frescos d e Ghirlandaio? Por
toda!! partes se observa, en efecto . el p oder estructu.rad or de los pmotes tisua-
!1
<<[.. .]el grupo del Laocoo n tc, aparte de los otros m éri tos que posee y <¡u eJe
!
son ¡·econocidos. constituye al ュセ ッ@ tiempo un modelo d e si metría}' de
...- ariedild , d e calma y de movimiento, de oposiciones y gradar.io n es sutiles.
Todos estos elementos se ofrecen C'onjuntam e nte al espectndoJ', en parte rle
mancl'll sensible y en parte de manera ・ウーゥQ ᄋゥエュ ャ セ W@
N@
76 A. Warburg. 1893, pp. 54 - 63 Úcad., pp. 83- 9l). lá., I90'2o, p. 76 (trad., P· H '2).
7i j. W. Crllelh,.,, 1798. p. 168 .
78 fhitl. • pp. 169 y 174.
111. LA IMAGEN-SÍNTOMA
«El objeto elegido es uno de los más ven tajosos que se pueda imaginar:
hombres luchando contra criaturas peligrosas que no actúan por su masa o
su poder sino en cuanto que fuerzas múltiples H。ャウセ、N・ゥエkイヲ I [@ no amena-
zan セャッ@ por un lado y no exigen, por tanto. una resistencia concentrada en
un solo ーオョエッNMセゥ@ que son capaces, gracias a su longitud, de paralizar más
o menos a tres hombres sin herirlos. A través de esta parálisis una cier·ta
calma y una cierta unidad se expanden ya, a pesar de la importancia de los
movimientos. Las actuaciones de las serpientes están ゥョ、」。セ@ segú n una
gradación. Una no hace más que enlazar, otra está in·ítada y hit:n: a su atlver-
s¡u·io)>79.
79 fbid. , p. !J:t.
80 A. Warburg. T902a. p. 74 (trad., p. 110).
81 F. Niet>.s(:h(:. r811ga, p. n1..
274 LA IMAGEN SUPERVIVIENTE
.ente. Es algo que Freud dejó bien sentado en un breve artículo de 1916
titulado «Una relación entre un símbolo y un síntoma»: el símbolo, de
ordinario h echo para ser comprendido. se convierte en síntoma a partir del
momento en que se desplaza hasta perder su identidad prime.ra, prolifera
hasta ahogar su significación , trasgrediend.o los límites de su propio campo
.stmiótico. aセ■L@ quitarse el sombrero en la calle es un sím bolo en el orden
de la convención social (saludar cortésmente a alguien) e incluso del fol-
klore oní<ico (el sombrero como órgano genital), pero :se convierte en un
.síntoma a partir del momento en que el obseso , por ejemplo, desarrolla
hasta el infinito la casuística del saludo, desplegando toda una red de signi-
ficaciones propias para infectar -el desplazamiento es una suerte de epide-
mia todo lo que le rodea, convirtiéndose la propia cabeza, entre otras
87
cosas, en el órgano susceptible de ser quitado •
El síntoma es, en suma, un símbolo que se ha hecho incomprensible en
cuanto que investido por los poderes del <<fantasma inconsciente pre-
!lente>> (die wirksame umbewusste Phantasíe): plásticamente intensificado , capaz de
•simultaneidad contradictoria», de desplazamiento y, por tanto, de disi-
mulación. ¿En qué consiste la obro del fantasma? En atraer a los símbolos a un
registro que literalmente los agota: se enriquecen , se combinan hasta una
especie de exuberancia, pero esta exuberancia tambié n Jos extenúa. La
Catraccióo >> de que han sido objeto lleva, pues, a su deformación, su vocación
a lo informe. freud la llama una regresión del pensamiento simbólico hacia
puras <<imágenes sensoriales>> en ャ セNウ@ que la repre.o;;enlación en cierto modo
ntorna a su <<materia prima>>:
]セ@
..
N moral es conte ntarse con una reconstrucción evolu cionista descriptiva que
seguirá siendo insuficiente en tanto n o se corra el riesgo, al mismo tiempo ,
, .. セ@
·.:·'
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de descender a las profundidades de la natut·aJe¿n puhional, donde el espí-
ritu humano ahra7.a a la materia sedimentada de manera no cronológica
(triebhafte Verjlochtenheit des menslichen Geiste., mit J.,r ochrm¡o/ogisch gt.schichteten Materie).
Sólo una tal inmersión permite distinguir el golpe que da su impronbt (Pró -
Zᄋセ@
..
·:;
gt"KX'rk) a los valores expresivos (Ausdruckswerte) de la emoción p aga na , enraiu-
1 r:.. dos en el acontecimiento orgjál.t.ico primitivo (in dfmorg¡astischen Urerlcbnis): el
tiaso エイ£ァゥ」ッセ YV
@
セ@
Se puede reconocer, en este acontecinúento que .figura lo primitivo, una
marca persistente del modelo dionisiaco. Pero a lo que la figu ra trágica
llama no es sino a una inmersión analítica e n las <<profundidades de l a
naturaleza pulsional», más allá de toda «conciencia de la factuabdad his-
tórica>>: Freud toma, por tanto, aquí en QY セY M el relevo de Nietzsche.
Habría mucho que d ecir, sin duda, sobre los modos, emparentados entre
sí, con que Freud y Warburg interrogaron a la memoria inconsciente desde
el ángulo de la evolución recordemos, antes de todo esto , a Darwin con
sus <<eslabones p erdidos>> y sus <.<principios de la expr esión >> , entre filo -
génesi s y ontogénesis. Me parece más urgente, sin embargo . interrogar a
esas perturbaciones en la P.t)()/ución que conslituyen, tanto en Warbur g como en
Freud , las formaciones de síntoma. En efecto , sobre este punto esencial
Freud despliega - y p eTmite leer- todas las intuiciones de Warburg: allá
d onde éste descubre en qué medid a d pathos es un objeto privilegiado de
96 Id. , 1929h, p . 172 (rrad.• pp. 4041, moxl.ific.. J..). El セエゥᄏ ウ オ セ@ es el nombre dado al cor t ej o
dionisiaco.
111. LA IMAGEH·SÍHTOMA
¿,Qué quiere decir esto? Que el síntoma actúa según Freud como la
imagen según Warburg: como un conjunto, siempre nuevo y sorpren-
dente, de <<residuos vitales>> de la m emoria. Como una cristali1.ación, una
fórmula de supervivencia. Y. si hay que hablar aquí de imagen de memoria ,
es a condición - pero condición p erturbadora- de dtmciar mfmoriD;.Y recuerda .•.
Démonos cuent.a de las dificultades que e::xp erimentará un histo-riador
positivista ante una tal condición. En todo caso, la clínica del síntoma
habrá ensenado a Freud - lo mismo que la estilistica de la Pathoiformel se lo
había e nseñado a Warburg- que la memoria es inconsciente : セ lッ@ consciente y la
memoria se exduyen mutuamente», escribe Freud a Wilhelm fャゥ\セウ@ en
100
1896 • Otra proposición decisiva. En adelante, se tratará de comprender
hasta qué punto el recuerdo -el que tenemos a nuest ra disposición , por
セェ・ューャッL@ cuando Vasari profundiza en d gl'an relato familiar del arte floren-
tino- no es, a menudo, sino una amnesia organizada, un señuelo. un obs-
táculo a la verdad m ás allá de toda exactitud fáctica, una función de pantalla,
en suma101 • Se trata, recíprocamente, de comprender la clase de エイNZセ「。ェッ@
mediante el cual puede organizarse esta memoria paradójica.
De entrada , Freud reconoce toda su complejidad. <!:Desamparado>>,
<<profundamen te afectado>> por la muerte re::ciente de su padre, escribe,
sin embargo, a F1iess en noviembre y diciembre de r8g6 tres cartas ex:tmor-
dinarias en las cuales su teoría de1 sintoma se convierte en una hipótesis en
general: se hablaba en ellas de <<huellas mnemónicas indestructible::s>>,
pero también de « pPot:esos de estratific-ación>> y de « remodelaciones
102 Id., J887- l902, pp. rsr- r6o (cartas a W. Fliess de 2 de noviembre y 4- y 6 de d iciembre de
1896).
I03 Id.. I8g6a, pp. 109- IIO. Id., 18g6b, P· 57· IJ., 1896c, p. 65.
to.¡. Id. , イ XW M QYPセL@ p p. 154-156 (carta a W. Flies& de 6 de diciembre de r8g6). Los.foeros eran
pri.nlegios inm.,m.ot·iales que habían pumaneádo en vigor en ciertas provinciu 、セ@ Esp aña.
105 Id. , r8g6a, p. 90.
LA 114AGVI SUPERVIVIENlE
ll5 fd., ro¡:tbuch, 3 de abril d e I929 (citado por E. H. Gon1brir.h , l9]0, p . 303).
116 S. f,·eud. I9I5.
LA IMAGEN SUPERVIVJIENTE
117 Id. , 1920. p. 62 (cnn una n>feren<:ia al eterno r ..,tnrno ョャ・セ、 」ョッI N@ Sobre la r r ltlca del
tiempo k.ant.iano en ¡.,..,,ud, cfr. B. Chervcr, 1997. pp. Jl.i89 16<¡8.j. T'Teu, l!:)!)/ , pp. 1707-
QWセPN@
n8 S. Freud, l !'l:'J8. P· 288.
ng E . HuS&erl, 1905, pp. 4 l··13·
111. LA IMAGEN-SINTOMA
p
o E
p'
E'
o
61. Edmund Husserl, Diagrama del tiempo, 1905. «OE: sucesión de los instantes prcscntt:s.
OE': Descenso a la profundidad. EE': continuum de las fases•. De E. Husserl,
Vorlesungen zur Phiínomenologie des inneren z・ゥエ「 ・キオウNセエゥョL@ Marburgo, 1928, § 1O.
1
1
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.; 62. Sigmund Freud, Diagrama del síntoma y del •trobajo», 1897. Según el (Manuscrito M••
Aus den Anfangen der Psychoanalyse, Frankf urt, 1962. p. 177.
·.•:¡
•::·
géner o m. Las líneas. los m ovi mientos, los vínculos. las direcciones. todo se
desgarra en interv.slos, grietas, deslizam ien tos del ter r eno. El resultado son
..... ···• an acronism os, desfases, latencias, retrasos, destie mpos - a lo qu e responde
l o que Freud llama un « trabajo» (Arbeit), p alabra escrita e n 1897 justo al
lado d el esquema- .
El tie mpo no se limita a flu ir: trabaja. Se const ruye y se der rumba, se
pulveriza y se m etamor fosea. Se desl iza, cae y renace. Se entierra y resurge.
Se descompone y se recompone: en otras p artes o de otro modo, en ten-
sion es o en latencias, en polaridades o en ambivalencias, en tiemp os musi-
cales o en contratiempos... Ello es otro modo de d ec:ir que mョ・ュッセケ@ plan -
tea ante tod o, tanto al p sicoanahs4- como al historiador , una cuestión de
ritmos múltiples. Ritmos que oír en las escansion es del canto (rne refiero a la
palnbr a del lamento), t'Ítmo.s que ver en la dam;a del síntoma: el «trabaj o>>
al que F reud se refiere parece, en efecto, construit· en su d ib ujo la angula-
ción ó p tica d e t res « p u n tos de vista» sucesivos - una h e urística de la
mirada , pues-, com o si el ojo fu ese capaz de « p enetrar cad a vez más pro-
ヲオョ、。ュ・ エ ・セ@ en la t empo r alidad mism a del ゥョ 」ッョウ ゥ ・ョ エ ・ qセ N@
Q
HH SobN" la 、|ヲセ uc エ。@ de los mod..Ics de tiempo en Hu.ascr l y en f reuci, rfr. J. Lagr omg-c, 1988,
pp. 575 607. l. Dli.rmann, セッ N@ pp. 271 2')3.
Q セR@ C fr. P. Laco•t.,, 1989 . pp. 1-7- 79. Id.• 1990. pp. 104-127.
111. LA IMABEN-SiNTOMA セXY@
j
111. LA IMAOEN·SINTOHA
,1
presentes (las imágenes que ofrecen su gracia, los síntomas que ofrecen su
..
,!d perturbación) en .función de cosas ausenles que determinan, sin embargo , como
セ[@ ::· fanlasmas, su genealogía y la for:m.a misma de su presenle. En ambos casos,
'
esta genealogía es apr eh endida tanto en la espacialidad material de los resi-
duos de d estrucción como en la temporalidadfantasmática de los aconteci-
mientos de retorno.
El modelo arqueo lógico ocupó a Freud durante toda su vida134 • Su idea
'-.
del tiempo -es d ecir, de las paradojas y los m alestar es en la evolución- fue
con frecuencia d eudo ra del mismo , p or ejemplo, cuando la cue:;tión d e los
estadios o d e las éstasis se replegaba sobre una cuestión de estratos, o se.a, de
profundidades malerial es. En 1896, cuando se trataba de profundizar en
esa memoria que \セウオ ヲイ・ ョ las ィゥウエ←イ」。 ウセL@ Frcud se imaginaba en un campo
de ru.inas en la situación de <<quitar los escombros y, a par tir de ャッセ@ restos
vísibles, descubrir lo que e stá sepultado >> ... U na página célebre que con-
cluía con u na cita profética: saxa foquuntur•35 . Cuarenta años más tarde, la
p r ofeda continuaba ejercitando su poder de m odelo:
134 Ci"r.J . Luplanche, 1981. pp. QX U M セュN@ L. Flem, 1982, pp. ?t-93·
135 S. Freud. I896a' p. 84 (la cita proc.ed P. del 1ibro profético tlabucw:, 11, u ).
j
111. U lloiAGEN·SiNTOMA 293
es decir, un fenómeno orgánico que afecta a los símbolos, las imágenes, los
monumentos : r eproducciones, generaciones, fili.aciones, migraciones. cir-
culaciones, i ntercambios, difusiones...
Ocurriría, así, con las imágenes lo mismo que con esas «formaci ones
psíquicas» a propósi.to de las cuales r epite .Freud que no pueden verdade-
I"amente <<sufrir una d estrucción total>>' 37 • Si hay un límite para el modelo
arqueológico en psicoanálisis, ese límite tiene que ver, ante todo, con el
modo en que la arqueología misma セ[・@ ve pensada: por ejemplo, cuando se
piensa que el arqueólogo :>ólo tiene que vérselas con objetos ュ。エ・イゥャセN@ o
bien que sería capaz de restituir tal cual los objetos d el pa:;ado (como esos
restauradores de cuadros que afirman, triu nfal e ingenuamente , h aber
«restituido l os colores originales» de una pintu r a). Exhumar los objetos
del pasado es exhumar tanto el presente como el pasado m ismo. No hay, ni
en la cultura ni en la psique, destrucciones completas ni restitucion es com-
·' pletas: es p or eso por lo que el historiador debe estar atento a ャッセ@ síntomas,
,. a las repeticio n es y a las supervivencias . Las improntas no se b orran nunca
!
por completo, pero tampoco se dan de m anera idéntica. El principio d a,·-
winiano de la impronta, sin la cual n o habría memo r ia inconscie nte,
:! resulta ser un principio de incertidumb re tanto com o de tenacidad.
¡:.
Igual de tenaz pero difícil de fundamentar en la certeza es el princi.pio
.. de la anh'lesís. Ya lo hemos vislo en la descripción dellA ncoonte por Go ethe,
·'
en la teoría expresiva de Darwin, en el destino de las Pathosjórmeln de War-
burg y en la <<simultaneidad contradictoria>> qu e agita el cuerpo histérico
según Freud. Nos falta intenogarlo en su dimensión ーウ■アオゥエセ。@ de remolino
tem poral. Ahora bien, todo lo que enseñan la clínica y la metapsicologia
freudianas p odría resumirse en la ー。jB、セェ 。@ de una notable <<simulta.neidad
contradictoria>>: esen el crmtra liempo donde apareceel tíempo. El tiempo que trama
M nemosyne for m a siempre un contratiempo en el tiempo que teje Clío ...
O , dicho de otro modo, el tiempo que subyace a la historia aparece siem-
p re en ella como su <<punto de botón>> una depresión en el tejido del l
devenir, pero también un <<soporte>> n ecesario de su estructura.
La construcción técnica de esta paradoja lleva, en Freud , a la dialécti ca 1
del rechazo (Verdrangung) y del retorno de lo rechazado (Wierdd:ehr o Rücl.·kehr
de.s Verdrangten). En esta dialéctic11 cuyo modelo, por otro lado, ha variado
un tanto 138, es esencial comprender que el r et o rno de lo rech!l7.ado, esa
¿Se puede repn.:scntar un desplazamiento semejante? Sólo con mirar los
esque mas freudianos del Esbo,zo de una psicología cientifica .se comprende que .sus
recorridos serán siempre sinuosos, llenos de obstáculos, ex::igie.I'ldo desvíos
o cortocircuitos, saltos de cota o retrasos inmovilizaciones pasajeras e n el
cruce de los cam inos (jigs. 6364). Toda tempOl'alidad psíquica se construye
según un modelo que Freud describía, a propósito de la <<fantasía>> es
decir, de la imagen en sentido amplio, como una tren{a de tiempo que va y
セᄋ@
viene, flota como una medusa o un amasijo de tentáculos, se forma y se
deforma !!in cesar:
!,.
\セl。@ relación de la fantasía con el tiempo es, de manera general, muy im-
portante. Se puede decir que una fantasía flota, en cierto modo, entre tres
üempos, los tres momentos de nuestra actividad representativa. El trabajo
47 S. b :cud, l9l5. p. 52.
Lj.8 Id., 1895, p . 2 .
f49 Td. , 1900. p. 456.
LA 1MA6 EN SUPERVIVIENTE
psíqu ico se apega a una impresión actual, una ocasión en el p resente que
ha pod id o desper ta r u no d e los grandes deseos del individuo; a partir de
ahí, se remite al recuerdo d e u na exp et•ienc:ia anterior·, l a mayor ー\セᄋエ ・@ de
las veces infantil , en el cur so d e l a cu al ese d eseo se cumplía; y cr ea ahora
una situación que se remont a al futuro, que se presenta com o el cumpli-
mien to de este deseo, concretam en t e el sueño diurno o la fantasía , que
lleva sobre sí las h uellas d e .ru origen a partir de la ocasión y del r ecuerdo.
Pasad o, presente., futuro como e n sartados, p or tanto, en el cordel d el
. 150
d eseo que l os aLrav1e.sa» .