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Observatorio del Caribe Colombiano

Universidad del Atlántico

BARRANQUILLA: LECTURAS URBANAS

LUIS E. SÁNCHEZ BONETT


COMPILADOR
BARRANQUILLA: LECTURAS URBANAS

© COEDICIÓN: OBSERVATORIO DEL CARIBE COLOMBIANO


UNIVERSIDAD DEL A TLÁNTICO

© LUIS E. SÁNCHEZ BONETT. COMPILADOR


ISBN: 958–97134–4–0

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO


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IMPRESIÓN
EDITORIAL GENTE NUEVA LTDA

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BOGOTÁ, AGOSTO DE 2003
AGRADECIMIENTOS

Gratitud sentida a Ubaldo Enrique Meza y Juan Romero Mendoza,


quienes desde la Rectoría de la Universidad del Atlántico, apoyaron
la iniciativa de enlazar el horizonte curricular institucional
con el entorno construido a través de El Conversatorio de la Ciudad
que cual ágora, conjuga saberes que contribuyen al fortalecimiento
de lo público, el compromiso moral de los barranquilleros
con la política y la participación en busca de una ciudad habitada
en el marco de la sostenibilidad.

A Jaime Padilla Morales, Director del Departamento


de Investigaciones, por su colaboración
en la ejecutoria de todas y cada una de estas propuestas.

Reconocimiento especial al Observatorio del Caribe Colombiano


y a su director, Alberto Abello Vives por su actitud siempre positiva
hacia las universidades públicas regionales como fuente de generación
y divulgación de conocimientos sobre el Caribe Colombiano,
y su capacidad de aporte al desarrollo urbano-regional.

Significativa mención a la Fundación Social, regional Barranquilla,


y a su director, Álvaro Parra Erazo, por su contribución en la búsqueda
de un espacio de reflexión, de diálogo, de generación de ideas,
que permitiera a la comunidad barranquillera soñar
la ciudad que queremos.

A los expositores por compartir sus experiencias y los resultados


de sus investigaciones.

A la ciudadanía barranquillera por su participación.


CONTENIDO

PRESENTACIÓN VII
ALBERTO ABELLO VIVES

PRÓLOGO
¿CONVERSAR LA CIUDAD? ¿PARA QUÉ?
FILOSOFÍA DE UN EVENTO ACADÉMICO IX
LUIS E. SÁNCHEZ BONETT

CAPÍTULO I
EL DESARROLLO URBANO DE BARRANQUILLA
Y SU DINÁMICA REGIONAL 1777-1993 3
PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
EL INCIERTO ORIGEN DE BARRANQUILLA 4
PERÍODO 1897–1905 14
PERÍODO 1905–1922 18
PERÍODO 1922–1944 XX
PERÍODO 1944–1957 25
PERÍODO 1957–1963 28
PERÍODO 1963–1983 30
PERÍODO 1983–1993 34
CONCLUSIONES 37
BIBLIOGRAFÍA 43

CAPÍTULO II
CIUDAD Y APERTURA ECONÓMICA: EL CASO
DE BARRANQUILLA 1991-1996 47
JAIRO PARADA CORRALES
LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DE LA CIUDAD 48
EL PANORAMA FISCAL 52
UN BALANCE OBJETIVO 53
PERSPECTIVAS 54
BIBLIOGRAFÍA 56

CAPÍTULO III
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN BARRANQUILLA 59
MIRTA BUELVAS ALDANA
UN MEJOR FUTURO 69
LA CIUDAD Y EL MEDIO AMBIENTE 76
BIBLIOGRAFÍA 77
CAPÍTULO IV
BARRANQUILLA: UNA POSTAL DE FIN DE SIGLO (DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO) 81
JULIO NÚÑEZ MADACHI
LA IMPRONTA DE LAS COSTUMBRES ALDEANAS 82
EL DESPLIEGUE DE UNA CIUDAD 83
LA REIVINDICACIÓN DE LOS PRIVILEGIOS 84
LA MENTALIDAD COLONIAL EN LA CULTURA 85
UNA CULTURA EN REMOJO 86
UN DESAFORTUNADO ADIÓS 88
BIBLIOGRAFÍA 89

CAPÍTULO V
BARRANQUILLA: UN ESPACIO PARA LA SOSPECHA 93
LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
EL MIEDO EN CIFRAS 94
EL DISEÑO DE LA ESTRUCTURA URBANA:
AMENAZA E INSEGURIDAD 96
EL ESPACIO SITIADO 99
EL TERRITORIO DE LAS REJAS, LAS CÁMARAS
OCULTAS Y LOS PERROS POLICÍAS 102
JINETES DE ROSTROS INVISIBLES 105
EN CONTRAVÍA CIUDADANA 106
LA BARRANQUILLA UTÓPICA DE JULIO ENRIQUE BLANCO 108
BIBLIOGRAFÍA 111

CAPÍTULO VI
CRISIS URBANA Y CONFLICTOS POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS
OCHENTA EN BARRANQUILLA 115
JORGE VILLALÓN
ALGO DE HISTORIA 116
LOS AÑOS SESENTA: EL COMIENZO DE LA CRISIS URBANA 117
LA AGUDIZACIÓN DE LA CRISIS URBANA
EN LOS AÑOS OCHENTA 119
LA POLÍTICA 121
LOS CAMBIOS EN EL MUNDO EN LOS AÑOS OCHENTA 123
ARTISTAS E INTELECTUALES 124
LA ELECCIÓN POPULAR DE ALCALDES 126
REFLEXIONES FINALES 133
BIBLIOGRAFÍA 135
PRESENTACIÓN

Este libro, Barranquilla: lecturas urbanas, es un nuevo punto de encuentro


entre la Universidad del Atlántico y el Observatorio del Caribe Colombia-
no. Desde que a finales de 1997, la universidad interviene activamente en
la fundación del Observatorio son varios los programas que se han adelan-
tado conjuntamente. En esta ocasión, el Conversatorio de la Ciudad de la
facultad de Arquitectura y la línea de investigación ¿Qué ciudades esta-
mos construyendo? del Observatorio convergen en esta publicación, para
a partir de este momento adelantar en conjunción la reflexión sobre el
estado de las ciudades de la región.

Al terminar la lectura de Poblamiento y ciudades del Caribe colombiano,


publicación que antecede a ésta, se confirma cómo nuestras ciudades no
obedecen a un modelo clásico de desarrollo y la insuficiencia teórica para
explicar, de manera integral, su evolución. Más aun, se observa que la
administración de las ciudades no está acompañada de concepciones
teóricas que fundamenten las acciones y orienten los procesos continuos
de construcción y reconstrucción urbana. En los escasos estudios urba-
nos adelantados en la región se observa el predominio del dato empírico
sobre la interpretación teórica.

La ciudad ha sido estudiada desde las disciplinas, que la han convertido


en objeto de estudio, la han diseccionado, fragmentado, auscultado y
recetado; y aunque desde las distintas especialidades se han hecho con-
tribuciones notorias y trascendentes, la integralidad ha estado ausente.
La historia, la antropología, la economía, las ciencias de la comunica-
ción, la geografía y la sociología son algunas de las ciencias desde dónde
se han hecho esfuerzos teóricos importantes, sin embargo, aun está au-
sente y por darse el encuentro de saberes, disciplinas y enfoques para la
construcción de las bases teóricas que permitan aproximarse al conoci-
miento de la ciudad.

El estudio de las ciudades del Caribe colombiano requiere de mayores


aproximaciones teóricas, que atienda e involucre distintas disciplinas,
explore la transdisciplinariedad, se arriesgue a romper paradigmas en
desuso e incorpore lo propio y particular.

Precisamente, esta compilación del profesor Luis E. Sánchez Bonett,


director del Conversatorio de la Ciudad, convierte a Barranquilla en el
laboratorio para el ejercicio de la mirada múltiple sobre una misma orga-
nización territorial urbana. Después de varios años de promover la re-
flexión sobre la capital del departamento del Atlántico, en un evento
académico que ha contado con la participación de los más destacados
estudiosos colombianos del tema, el profesor Sánchez Bonett se propu-
so compilar los exámenes que sobre Barranquilla presentaron sus pro-
pios investigadores y trascender las fronteras universitarias para entregar
a la sociedad nuevas herramientas de análisis que tendrán que ser teni-
das en cuenta tanto al continuar los estudios como en los planes de
ordenamiento y desarrollo urbano.

En 1998, el Observatorio del Caribe Colombiano crea una línea de inves-


tigación sobre las ciudades de la región objeto del estudio de la cual han
sido desarrolladas cuatro fases. La primera se orientó a indagar por el
estado del arte de los estudios urbanos. La segunda indagó por el estado
de las ciudades al finalizar el siglo XX; como resultado de esta fase en al
año 2000 se publicó Poblamiento y ciudades del Caribe Colombiano. Una
tercera fase consistió en examinar el proceso de descentralización políti-
ca, administrativa y fiscal y evaluar sus resultados en ciudades como Ba-
rranquilla, Cartagena y Ciénaga, al lado de otros 27 municipios. Esta
investigación, auspiciada por el Departamento Nacional de Planeación,
Fonade, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y
la Agencia de Cooperación Alemana al Desarrollo, GTZ, ha sido publi-
cada bajo el título Resultados de la descentralización municipal en el Cari-
be Colombiano. La cuarta fase, en proceso, se ha orientado a unir el
esfuerzo de los estudiosos de la ciudad y a la conformación de un grupo
regional interdisciplinario de reflexión, de ahí el encuentro con el ejer-
cicio impulsado desde la Universidad del Atlántico y la decisión de tra-
bajar juntos.

Este libro hace aportes al conocimiento sobre Barranquilla, introduce


nuevos elementos de análisis, ofrece nuevas visiones desde diversas disci-
plinas, estimula la continuidad de los estudios urbanos e invita a la crítica.

Alberto Abello Vives


Observatorio del Caribe Colombiano
Director
PRÓLOGO

¿CONVERSAR LA CIUDAD? ¿PARA QUÉ?


FILOSOFÍA DE UN EVENTO ACADÉMICO

Nosotros estimamos que quien no vive la vida


de un ciudadano no está
en realidad ocupándose de sus cosas,
sino que es un individuo inútil (...)
Nosotros consideramos al hombre que no toma
parte en la política no como alguien que se preocupa
de sus propios asuntos (apragona) sino
como alguien que carece completamente
de asuntos o negocios (acheiron).
Pericles

METAMORFOSIS DE UN CONCEPTO

Los habitantes de la antigua Roma designaban con el vocablo civitas a


las relaciones que establecían entre sí para desarrollar sus distintas acti-
vidades, mientras que el término urbs definía la materialidad que les
servía de cerco, es decir, las murallas, calles, termas o anfiteatros. Pero,
en el laberinto histórico de su construcción, la civitas se fue metamorfo-
seando, amplificándose hacia la urbs, tomando como referencia positi-
va, en la actualidad, el hipermercado, la autopista o el manicomio.

Tal metamorfosis se acentúa en el siglo XVII con la entrada en escena


del pensamiento positivista y modernizante (Descartes), pensamiento que
siglos más tarde va a dominar el sentido y significado de la organización
y gestión del territorio de las ciudades.

Le Corbusier, por ejemplo, el urbanista más reconocido del siglo XX, en


tanto estratega teórico y operacional de la organización de la ciudad
capitalista, consideraba a la ciudad como un organismo vivo, dotado de
vasos comunicantes interconectados por “venas” viarias cuya exactitud
las convertía en verdaderos “pernos de la arquitectura”. Por tal razón,
dicho autor asume en textos como La ciudad del futuro cierta cosmovisión
cartesiana de su significado.

Definidas, entonces, la arquitectura y el urbanismo desde la biología,


esto es, como organismos adaptados al exacto cálculo del tiempo que
marca el ritmo cotidiano de sus actividades, parece leerse en la ciudad
moderna el Traité de l’homme de Descartes, donde el todo, como proyec-
ción en su pensamiento del modo de producción manufacturera, se con-
cibe y se ajusta a una concepción mecánica. De la misma forma, cuando
el arquitecto franco-suizo define la vivienda como “máquina para vivir”,
refleja la sintonía de su pensamiento con el avance tecnológico a que
había llegado la sociedad hacia el año de 1930.

En efecto, cuando en el Discurso del método se refiere Descartes a la


planificación metódica, y conecta esta expresión con el trazado de las
ciudades modernas para distinguirlas de aquellas que se deben al azar,
como es el caso de las ciudades medievales, parece adelantarse al espíri-
tu geométrico del lenguaje corbusiano. Dice el filósofo: “esas viejas ciu-
dades que no fueron al principio sino aldeas y se convirtieron con el
transcurso del tiempo en grandes ciudades, están ordinariamente muy
mal trazadas si las comparamos con esa plazas regulares que un ingenie-
ro diseña a su gusto en una llanura”.1 De modo semejante, Le Corbusier,
en su obra Hacia una arquitectura, concibe al ingeniero como paradigma
a imitar por el arquitecto debido a la exactitud y limpieza con que aquél
calcula sus espacios. En su entender el cálculo surge de la naturaleza y
de la ecuación, y al calcular “uno se halla en estado de espíritu puro, en
ese espíritu, el gusto sigue los caminos seguros”.2

Pero es precisamente en la lectura del Traité y de la Ciudad del futuro,


cuyos espíritus rondan la construcción del Jardín de Versalles, donde
más se expresa la analogía de uno y otro pensador en torno al hombre y
la ciudad como máquina:

en las grutas y fuentes que están en los jardines de nuestros reyes, en los
que la sola fuerza con que el agua se mueve, saliendo de su fuente, es
suficiente para mover diversas máquinas y aun para hacer funcionar algu-
nos instrumentos o pronunciar algunas palabras, según la disposición de
los tubos que conducen. Y verdaderamente se pueden comparar los ner-
vios de la máquina que os describo (la del cuerpo) con los tubos de las
máquinas de estas fuentes, sus músculos y sus tendones con los otros
diversos instrumentos y resortes que sirven para moverlas; sus espíritus
animales al agua que las remueve, en la cual el corazón es la fuente y las
concavidades del cerebro las regards (aberturas hechas, de distancia en
distancia, en un acueducto). Es más, la respiración y otras acciones seme-
jantes, que les son naturales y ordinarias y que dependen del curso de los
espíritus, son como los movimientos de un reloj o de un molino, que el
curso ordinario del agua puede volver continuos.3
1 Descartes, René. El discurso del méto-
De modo parecido, para Le Corbusier el hombre será ordenamiento; la do. Barcelona: Planeta, 1986, p. 11.
vivienda, una máquina de habitar; los building, una máquina para traba- 2 Le Corbusier. Hacia una Arquitectura.
Buenos Aires: Poseidón, 1964, p. 7.
jar; la historia, inseparable de la recta; en tanto que las determinaciones,
3 Descartes René. Traité de l’homme. At,
actos y pensamientos surgirán siempre del ángulo recto. El hombre es XI, p.130-131, citado por Labastidas,
exactitud, orden, gravedad, geometría, es una máquina que desde estas Jaime en Producción, ciencia y sociedad:
de Descartes a Marx. México: siglo XXI,
determinaciones impulsa y orienta sus esfuerzos. La ciudad es por lo 1978, p.121-122.

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tanto una empresa científica. “¿Por qué, no muestra, para hacer pen-
sar… el esquema del sistema cardíaco?”, le dice el socio a Le Corbusier.
A lo que contesta el arquitecto: “El libro de historia natural que com-
pré dio las confirmaciones, las amonestaciones, las incitaciones. Es tran-
quilizador todo lo que funciona maravillosamente bien… todo lo que
ha sido minuciosamente estudiado… La vida está hecha con un cálculo
exacto”.4

El siglo XVIII fue clave en la diversificación exacta de todas las discipli-


nas, que, en su afán por galardonarse como ciencias, ampararon su “ver-
dad universal” en el campo de la física newtoniana. Desde aquí las ciencias
naturales valorarán el mundo objetivo, medible y cuantificable; en tanto
las ciencias sociales objetivarán al hombre, a su cultura, a su ética, a su
política y a su educación, como premisa para ganar el estatus de objeti-
vidad científica de la modernidad.

Escindidos el sujeto del objeto; la naturaleza, del hombre y lo racional,


de lo sensible, el siglo XIX será un territorio fértil para que tales esci-
siones dividan en torrijas especializadas el conocimiento de la reali-
dad. Pero este siglo también se levanta en turbulencias como la del
romanticismo, que construye un nuevo espacio para un hombre cansa-
do de su cosificación y lo reencuentra con la naturaleza en su psiquis y
sensibilidad.

Con este reencuentro, la dimensión urbana se verá afectada, ya en el


siglo XX, por un denso tejido, de tal forma que resultaría ingenuo pen-
sar que el tapete histórico está punteado por una sola madeja. Pues, la
totalidad de lo existente está intervenido por el hombre, no sólo con
instrumentos que actúan como prótesis, sino sobre todo mediante el
cerebro, sin cuya actividad la vida urbana no sería posible, porque ella
“misma es un sistema de flujos energéticos, un magma de redes en
interacción, un rizoma sin forma definida, porque ninguna forma es
suficiente para expresar claramente lo urbano”. Bajo estas circunstan-
cias, la reflexión de la ciudad en el siglo XX se verá alterada por la
complejidad de su construcción y ya no será posible abordarla desde las
exclusiones.5

De ahí que ya no baste caracterizar ni definir la ciudad por el número de


habitantes, ni por sus actividades cotidianas, ni por sus rasgos culturales,
ni por su situación jurídica, política, filosófica o económica. Tampoco
4 Le Corbusier. La ciudad del futuro.
Buenos Aires: Infinito, 1962, p. 181. puede conocerse la ciudad aislando cada uno de sus “componentes” y
5 Noguera de E, Ana Patricia. La peda- agregándolos uno a uno. Como dice Kosic,6 reunir todos los hechos no
gogía ambiental en la construcción de
una ética para la vida urbana. Univer- significa llegar a su totalidad, es decir, al conocimiento de la realidad.
sidad Nacional de Colombia sede Los hechos son conocimientos de la realidad si son concebidos como
Manizales. Instituto de estudios ambien-
tales Idea. Programa de Pensamiento y partes estructurales de un todo, en un movimiento recíproco del todo a
educación ambiental. Medellín: Ecofon- las partes y de las partes al todo. Lo que significa que la ciudad, el
do, Octubre de 2000.
6 Kosic, Karel. Dialéctica de lo concreto.
conjunto de sus atributos –urbanos, vivienda, salud, servicios públicos,
México: Grijalbo, 1967. p. 55. etc.– conforma, junto con los espacios culturales, jurídicos y políticos,

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ xi


un tapete complejo de interconexiones y de interacciones tejidas históri-
ca y socialmente, y sin las cuales resulta imposible su comprensión.

CONVERSAR… PARA APRENDER A HABITAR

La ciudad es ahora entendible a partir de la apuesta contemporánea por


la reconstrucción del conocimiento, del pensamiento y la religazón de la
cultura científica, humanística y tecnológica en términos de la interdisci-
plinariedad y de la multidisciplinariedad. En este sentido, ya no puede
ser abordada en torrijas, sean éstas económicas, políticas, antropológicas,
tecnológicas o filosóficas. Su entendimiento remite a sus interconexiones
e interdependencias, al modo hologramático inherente a la unita
multiplex, permitiendo unir, así, las nociones esenciales desintegradas
por las divisiones disciplinarias: el ser humano, la naturaleza, el cosmos,
la vida, la realidad.7

Dentro de esta apuesta de reformulación del pensamiento, el hombre es


un ser biológico, psíquico, social, afectivo, racional… y la sociedad com-
porta dimensiones sociológicas, históricas, económicas… que al hallarse
en lo contextual y global conforman un tejido conjunto, donde el ser
humano y el conocimiento racional, empírico y técnico se complemen-
tan y se conjugan con lo mágico, mítico, simbólico y poético. Tal distin-
ción-conjunción entre estos elementos se torna en una clave para pensar
y entender la ciudad y el individuo, no sólo en lo tangible y prosaico sino
en lo imperceptible y poético.

Esta nueva forma de ver, dice el profesor Fabio Giraldo, “lleva a tomar
conciencia de que hay una dimensión”, citando a Castoriadis, “llama-
da… Conjuntista, Identitaria o Ensídica, que se encuentra presente en
todas partes, en la psique, en la sociedad, en lo viviente y en el ser físico;
y otra dimensión, la “Poiética”, que es irreducible a la lógica y que no
sólo puede ser dicha, sino sencillamente ser: ambas dimensiones, Ensídica
y “Poiética”, solidarias y diferenciadas, son densas por todas partes, tan
cerca como queramos, de un elemento de una habrá un elemento de la
otra”.8 Razón por la cual la ciudad asume la dinámica de la manifesta-
ción contemporánea de la vida.
7 Morin, Edgar. Los siete saberes necesa-
Opuesta al cartesianismo, ella no permite respuestas únicas, pues, como rios para la educación del futuro. Bo-
gotá: Ministerio de Educación Nacional
interacción de saberes es expresión de diálogos, que se construyen como de Colombia, Icfes, Noviembre de 2000.
un sistema abierto para el conocimiento. CONVERSAR LA CIUDAD es una 8 Castoriadis, Cornelius. Faite et á faire,
Ed. du Suil, Paris, 1997. p.100, citado
provocación a pensar, habitar y construir, en términos de Heidegger: es por Giraldo, Fabio en: Ciudad y crisis
un aprender a pensar en la complejidad para aprender a habitar, pues ¿Hacia un nuevo paradigma? Santafé
de Bogotá: Tercer Mundo Editores,
no habitamos por haber construido sino que construimos y tenemos edi- 1999, p. 47.
ficaciones en tanto que habitamos y somos habitantes.9 Un conversatorio 9 Heidegger, Martin. “Construir, Habitar,
de la ciudad, como evento académico, invita al entendimiento de la ciu- Pensar”. Aporte Revista del Cudech, año
2 Vol. II, N° 8-9, mayo / Junio. México,
dad desde estos presupuestos reflexivos, pues la ciudad, como manifes- 1983, p. 15.

xii _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


tación contemporánea de la sociedad, exige tanto la democratización
del conocimiento como la democracia cognitiva para darle sentido a su
ámbito territorial y obtener un reconocimiento de su identidad cultural,
social, simbólica y ambiental.

CONVERSAR… PARA POTENCIAR LA ALTERIDAD

Como manifestación de la vida contemporánea, la ciudad fundamenta,


entonces, su razón de ser en el reconocimiento de la complejidad como
hilo múltiple y diverso de su reflexión, lo que supone el reconocimiento
del individuo vivo en tanto ser y forma histórico-social.

Pero ello sólo es posible a partir de algo que es profundamente humano:


el lenguaje. Por eso la ciudad es discusión, reflexión, argumentación y
deliberación política. Sin discusión no hay creación, y estas dos, a su vez,
no existirían sin el lenguaje. Por eso, también, cuando no existe el len-
guaje como “medio” deliberativo, las acciones humanas son reemplaza-
das por la violencia.

Sin embargo, imbuida en el torbellino tecnocrático, la ciudad ve amena-


zada hoy sus identidades locales y regionales por la mancha globalizadora
que recorre el planeta hiperurbanizando territorios, sometiendo la vida
de sus habitantes a la cronometrización diaria, a la pérdida de la solida-
ridad.

Este proceso reconoce una creciente crisis que se expresa en la indife-


rencia y sentido utilitario con que el ciudadano ha venido construyendo
últimamente su “reconocerse colectivo”, es decir, la forma de encuentro
entre los individuos y los objetivos últimos de su comunidad expresa una
forma de representatividad direccionada por el “homo economicus” desde
la que se les reconoce como “consumidores ahistóricos que tienen prefe-
rencias conformadas privadamente, intereses prepolíticos cuya satisfac-
ción debe ser maximizada”. Así se configura un ciudadano “consumidor
del bien público”, que entiende “los derechos como un bien que cabe
demandar sin ninguna responsabilidad pública”, pues, toda participa-
ción implica “un coste en información y en tiempo”.10

Tal sentido utilitarista de la representatividad colectiva termina cedien-


do el conocimiento complejo de los temas más generales y fundamenta-
les de la condición humana a los “espectócratas”, quienes los parcelizan
y los reducen, haciéndolos inaccesibles. Hecho este que, en consecuen-
cia, agudiza el debilitamiento de la razón y la responsabilidad civil e
impide que los ciudadanos y ciudadanas perciban los lazos orgánicos con
10 Martín, Izquierdo Jesús, en Ciudada- su ciudad. Sí: cuanto más técnico se vuelve el recinto colectivo de la
nía y Democracia, Ledesma Pérez, Ma-
nuel, Madrid: Ed. Pablo Iglesias, 2000,
política, más retrocede su democratización y más se monopoliza por los
p. 67. expertos, lo que en el campo de la ciudad significa más monopolio de los

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ xiii


planificadores, menos derecho al conocimiento socio-espacial y menos
acceso a la complejidad del propio ser.

La ciudad, como creación histórico-social, se desplaza en sentido con-


trario a la negación del conocimiento. Sin embargo, ella asume éste en
función de la vida: conocer en sí mismo, esto es, per se, no tiene ningún
significado para el devenir de la ciudad, pues en ella la finalidad de
todos nuestros actos se concretan en tanto lugar de la convivencia. Por
eso, como ya se afirmó, la ciudad es el lugar de la comunicación, del
lenguaje y de la reflexión que le es consustancial, de la justicia, el bien,
la equidad y la solidaridad. Son tales objetivos últimos, los que en con-
junto construyen la identidad colectiva de la comunidad.

La ciudad así vista extiende su significado a las relaciones humanas ex-


perimentadas por un “animal del habla”, que necesita de ella para po-
der convivir, es decir, de un espacio donde desarrollar su capacidad
expresiva a niveles superiores. La “polis” se constituye entonces en lugar
del lenguaje y la comunicación, vehículos permanentes de valores y jui-
cios compartidos sobre la justicia, a través de los cuales se logra la uni-
dad deliberativa, y, por otro lado, la redistribución de bienes y servicios
que emana “de la generosidad que no entra en el cálculo”. Sobre el
presupuesto de estas virtudes fue que la experiencia griega generó ese
orden social cohesivo y unitario: la polis.

El lenguaje es, pues, más que un medio de expresión: él también dirige


nuestros comportamientos, además de potenciar la capacidad de descu-
brimiento de lo humano, la creatividad, la imaginación y la socialización
del imaginario. Sin lenguaje no existe la posibilidad de la reflexión y
mucho menos de reflexión política. CONVERSAR LA CIUDAD desde un
conversatorio implica potencializar la alteridad como acción ciudadana
de reconocimiento del “otro”, saber escuchar como regla fundamental
de la transformación social, entender que la ciudad en sí misma está
basada en un hablar y escuchar atento. Por esta razón para los griegos el
“bárbaro” no podría construir ciudad, pues no era capaz de expresarse
con claridad.

Pericles, el urbanista más connotado de la antigüedad, expresaba: “No-


sotros estimamos que quien no vive la vida de un ciudadano no está en
realidad ocupándose de sus cosas, sino que es un individuo inútil (…).
Nosotros consideramos al hombre que no toma parte en la política no
como alguien que se preocupa de sus propios asuntos (apragmona) sino
como alguien que carece completamente de asuntos o negocios
(acheiron).11 11 K.J. Dover. Greek Popular Moralty in
theTime of Plato and Arisotle. Oxford:
Clarendon Press, 1974, pp.296-299.
Para la comunidad ateniense, los “propios asuntos” eran “los asuntos de
Citado por Sánchez Palo, León, “La ciu-
los otros” en tanto los primeros se validaban en el seno de los últimos. dadanía que hemos perdido”. En Ciu-
dadanía y Democracia. Pérez Ledesma,
De allí que era indispensable conocerlos y por eso, también, la sociedad Manuel. Madrid: Pablo Iglesias Ed.,
griega era la más charlatana. Como dice el profesor Viviescas, citando a 2000, p. 43.

xiv _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


Hannah Arendt, “ser político, vivir en una polis, significaba que todo se
decía por medio de palabras y de persuasión y no con la fuerza y la
violencia: para el modo de pensar griego, obligar a las personas por me-
dio de la violencia, mandar en vez de persuadir, eran formas prepolíticas
para tratar con gente cuya existencia estaba al margen de la polis, del
hogar y de la vida familiar”.12

En la ciudad griega, la voz es la reflexión política y la política es la voz de


la reflexión, pues en su interioridad es donde se construye el ciudadano,
y este proceso no ocupa el lugar abstracto de una participación “en sí”.
Semejante a cualquier actividad que “maneje” la materia como el alfa-
rero moldea el barro, dice Aristóteles, la práctica de la justicia, la bús-
queda del bien, su voz en la política, se hace también materia de la vida
en el lugar donde se experimenta la relación con los actos de los otros, y
ese territorio donde tiene lugar la experiencia del vivir es la polis. Por
ello la ciudad griega es el lugar donde se sistematiza una determinada
forma de comunidad que le permite influir en la vida humana y en ella
se sintetiza la política, la justicia, la ética y la democracia

La polis griega inspira a la sociedad contemporánea. Esta sabe perfecta-


mente que el sujeto ateniense es más el producto de una cultura política
que su causa.

CONVERSAR LA CIUDAD desde un conversatorio es permitir entonces que


en él se exprese la política, como condición para regenerar los lazos
orgánicos del ciudadano con su ciudad y sus conciudadanos, esto es,
permitir, como dice Savater,13 que el ciudadano levante una y otra vez la
mano para pedir al político o al funcionario que vaya más despacio en
sus explicaciones, sin temer a los ruidos de la sociedad o, lo que es lo
mismo, de la ciudad. Pues cuando en ella no se escuchan voces y ruidos
se pisa el terreno de lo sospechoso, ya que son los lazos cívicos construi-
dos con estos referentes los que evitan “que la ciudad caiga en manos de
poderosos y arrogantes”.14

CONVERSAR… COMPLEJIDAD CIUDADANA


12 Hannah, Arendt, La condición huma-
na. Barcelona: Ed. Paidos, 1993, p. 40.
Citado por Viviescas, Fernando, “Pen- Hacer transparente la ciudad implica taladrar su realidad desde la con-
sar la ciudad colombiana: reto del siglo junción de los distintos saberes hasta hoy separados, para evidenciar en
XXI”. En Torres T., Carlos Alberto, y
otros. La ciudad: Hábitat de diversidad sus sedimentaciones conocimientos que le den sentido y significación a
y complejidad. Santafé de Bogotá: Uni-
los objetivos últimos de la comunidad, los cuales no pueden ser otros
versidad Nacional de Colombia, 2000,
p. 57. que los de percibir, sentir y producir la ciudad en función de la vida.
13 Savater, Fernando. Ética, política ciu- Sólo llegaremos a esta finalidad si reelaboramos el sentido de lo profun-
dadana. México: Grijalbo, 1998. p. 55.
damente humano: el lenguaje, medio deliberativo que permite a la polí-
14 Viroli, M. “Un desafío al liberalismo, en
nombre de la libertad”. Revista de libros, tica ser síntesis de los saberes, pues, del conjunto de los saberes que nos
No.11, noviembre de 1997. p. 11. cita-
tensionan y dinamizan la finalidad de la vida, como afirmara Aristóteles,
do en Ciudadanía y Democracia. Ma-
drid: Ed. Pablo Iglesias, 2000, p.26. “parecería que ha de ser el más principal y arquitectónico… y puesto

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ xv


que la política se sirve de las demás ciencias y prescribe qué se debe hacer
y qué se debe evitar, el fin de ella incluiría el bien del hombre. Pues,
aunque el bien del individuo y el de la ciudad sea el mismo, es evidente
que es mucho más grande y perfecto alcanzar y salvaguardar el de la
ciudad, porque procurar el bien del individuo es algo deseable, pero es
más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo y para ciudades”.15

Sí, el conocimiento no funda su razón de ser en sí mismo sino en función


de la finalidad de la vida, y es la política la que prescribe en función de
ese bien “qué se debe hacer y qué se puede evitar”. Desde este reconoci-
miento, CONVERSAR sobre la ciudad desde la Universidad implica abor-
dar un espacio unitario con dos caras, el del conocimiento científico y el
de la política, porque al ámbito académico le es pertinente la religazón
de la vida natural, social y artificial para configurar horizontes de convi-
vencia.

En consecuencia, conversar la ciudad desde el CONVERSATORIO DE LA CIU-


DAD es democratizar el conocimiento en el interior de la sociedad, pero
igualmente democratizarlo en términos de lo que significa su cognición
compleja, es decir, conversar la ciudad desde estos presupuestos es reco-
nocerle a la Universidad la potencialidad de sus vasos intercomunicantes
del conocimiento y su ligazón directa con la vida, para que no siga “vi-
gente la consideración de que la ignorancia ciudadana del conocimiento
científico y, sobre todo, en la ignorancia del llamado método científico,
se hunde una de las raíces más trágicas y patéticas de la condición huma-
na”.16 Puesto que conversar la ciudad desde la Universidad es reivindicar
el conocimiento científico y la responsabilidad ciudadana.

El despliegue de la convivencia del razonamiento complejo de lo cientí-


fico y lo político o ciudadano marca, en la contemporaneidad, la res-
ponsabilidad por el futuro de nuestras urbes, futuro que tiene por
“finalidad la vida”. Lo que significa, para la ciudad de Barranquilla,
salir de la “ignorancia ciudadana” para incentivar las facultades de sus
habitantes y, así, ellos puedan construir una ciudad donde “la gestión
no sea un conjunto de secretos hurtados a la mirada de los ciudada-
nos”;17 estructurarla en torno al espacio público como lugar esencial de
la integración ciudadana, pero en lo fundamental lugar del diálogo trans- 15 Lledo, Emilio. Aristóteles y la ética de la
formador de la sociedad y por tanto espacio de la justicia social, verda- polis. Tomo I. Ediciones Victoria Camps,
1988, p. 147.
dero termómetro del funcionamiento democrático de la ciudad;
16 Wagensberg, Jorge. Ideas sobre la com-
concebirla en términos del respeto por la naturaleza que contrarreste plejidad del mundo. Matatemas 9.
“las dinámicas perversas del mercado y que se plantee favoreciendo la Superinfimo 3. Tusquets Ed., Barcelo-
na 1985. Citado por Jiménez V, Fran-
densidad de las relaciones sociales en el territorio, la heterogeneidad cisco. “La nueva racionalidad: la vida
funcional de cada zona urbana, la multiplicación de centralidades como la gran pauta”. En “El paradigma
de la complejidad y los procesos académi-
polivalentes y los tiempos y los lugares de integración cultural”.18 cos de la Universidad del Atlántico”. Do-
cumento Universidad del Atlántico,
2000, p. 5.
Desde estas perspectivas, el CONVERSATORIO DE LA CIUDAD se concibió
17 Wagensberg, Jorge. Ibíd.
como un espacio donde la comunidad barranquillera ha de encontrar su 18 Borja, Jordi. Ciudadanía y espacio pú-
sentido ciudadano en medio del significado complejo de la ciudad, con blico. Barcelona: Debate, 1997, p. 12.

xvi _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


la intención de que éste se despliegue en la interioridad de sus cuerpos
y les permita asumir su ser ciudadano, como característica fundamental
que modela su “existencia individual y colectiva, que es posible construir
en ella”.19

LA REFUNDACIÓN DE LA CIUDAD DESDE LA UNIVERSIDAD

CONVERSAR LA CIUDAD desde el ámbito de la Universidad del Atlántico es


devolverle en parte a la comunidad barranquillera el sentido histórico
tan olvidado y es, también, comunicar a los ciudadanos el pensamiento
multidisciplinario de la academia, en este caso referido a la ciudad, con
el propósito de democratizar el conocimiento de sus aulas y de formar
ciudadanos que enaltezcan “la dignidad humana lógica, ética y estética-
mente”, tal como lo concebía Julio E. Blanco.

Enaltecer “la dignidad humana” para Blanco no era una abstracción, la


Universidad debía constituirse en una especie de “Centro generador de
efectos medios para lograr efectos de fines”, y el fundamental era hacer
de Barranquilla un emporio de riquezas y de cultura” Es decir, que la
Universidad forme un ciudadano que asuma esa “Misión”, como dirían
nuestros tecnócratas.

Vale la pena, entonces, empezar el rescate de ese olvido histórico de la


academia de la Universidad el Atlántico y su compromiso con el desarro-
llo material y espiritual de la sociedad barranquillera recordando un frag-
mento de ese pensamiento de su fundador:

Propone Blanco a la universidad como cabeza del pensamiento orienta-


do a la promoción y fomento de nuestra ciudad y de su industria turísti-
ca, partiendo de la búsqueda de una estética superior para la planeación
urbanística de Barranquilla, es decir, una ciudad desarrollándose en tor-
no a la academia y una academia desarrollándose en torno a la ciudad.
Concibe Blanco a una ciudad que explote su entorno natural trazándole
una vía circunvalar que permita el desplazamiento para su contempla-
ción y disfrute estético: “Desde Barranquilla a Bocas de Ceniza, desde
(aquí) a Sabanilla, desde Sabanilla a Salgar, desde Salgar a Puerto Co-
lombia; desde Puerto Colombia a Cerro Hermoso, a Puerto Caimán
–internándose ya en lo terrestre por colinas de ascenso–, a Tubará, para
allí descender a Barranca, pasar por Polonuevo, Malambo, el puerto
aéreo y Soledad, a fin de terminar en el mismo punto de partida: Ba-
rranquilla”.

Al concebir estos planes, que debían orientarse en su realización desde


19 Viviescas, Fernando. Pensar la ciudad
colombiana: el reto del siglo XXI. En la Universidad del Atlántico, Julio E. Blanco tenía la mente llena de lo
Torres T, Carlos Alberto y otros, La ciu-
dad: hábitat y… Bogotá: Universidad
que había visto, observado y admirado en los balnearios europeos de
Nacional de Colombia, 2000, p. 42. Francia y España (Niza, Montecarlo, Cannes, Bayona, Biarta en Fran-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ xvii


cia; la Costa Verde, desde San Sebastián hasta Bilbao, y las proyecciones
de ella hasta Santander, en Cantábrico, así como las playas del levante
desde Málaga hasta Valencia, desde Valencia hasta Sitges y Barcelona
en España), todo lo cual lo llevaba a plantearse este interrogante: ¿Qué
hacer para realizar algo semejante en las costas ubicadas al Norte de
Colombia? Puesto que, según su criterio, nuestras costas nada tenían
que envidiarles en paisajes terrestres ni en panoramas marítimos a las
costas europeas. Sólo que allá la mano del hombre había aprovechado
los medios a su disposición. ¿Por qué –con valor, entereza y carácter– no
se podían elaborar proyectos para hacerlo?

Extraño puede parecer, pero no paradójico, que para responder a estas


preguntas Julio. E. Blanco, pensara en la Universidad del Atlántico,
pues juzgó que ella podía y debía ser algo así como la cabeza iniciadora
de lo que después podía entregarse a la contingencia de sus desarrollos
y progresos. Fue así como, reconstruido el Castillo de Salgar, construida
la carretera que formaba el paseo del Mar entre Salgar y Puerto Colom-
bia, el vasto plan empezaba bajo los auspicios más promisorios.20

CONVERSAR LA CIUDAD desde la Universidad encierra entonces el com-


promiso por reformular críticamente su relación con el entorno y su res-
ponsabilidad por formar ciudadanos que palpiten su pertenencia a ella,
pues la ciudad, como lo hemos afirmado a lo largo de estas notas, no son
sus estructuras físicas sino los hombres y mujeres que ella crea como
ciudadanos y ciudadanas, siendo este elemento, en últimas, lo que dis-
tingue a unas ciudades de otras. Le corresponde, pues, a la Universidad
del Atlántico conversar sobre esa relación individuo-sociedad-espacio-
cultura en búsqueda del nuevo ciudadano que reclama la contempora-
neidad.

LECTURAS PARA CONVERSAR

Las lecturas que bordan el contenido de la obra que presentamos son


una invitación a las comunidades académicas, a los centros de investiga-
ción, a la dirigencia política y administrativa de la ciudad y a los estudio-
sos de la temática a religar sus conocimientos con el interior de la
comunidad barranquillera para que podamos descubrir las estructuras
profundas y complejas del ámbito espacial en que ella inscribe su
cotidianidad.

La primera de estas lecturas tiene por objeto la historia de Barranquilla,


asunto importante, pues hasta hace algunos años era aceptado por di-
versos círculos de su comunidad que Barranquilla era una ciudad sin
20 Este fragmento es tomado de la exposi-
historia. Sin embargo, las sistemáticas reflexiones que un grupo de estu- ción del profesor Julio Madachi: “Uni-
diosos de la ciencias sociales, en su gran mayoría académicos de la Uni- versidad y ciudad en el pensamiento de
Julio E. Blanco”. Conversatorio de la
versidad del Atlántico, viene adelantando desde años recientes, ha ciudad. Barranquilla: 1999.

xviii _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


permitido desplazar el imaginario de su ahistoricidad e ir constatando
desde los diversos filones disciplinarios la dinámica específica con que
ella se adentra en su propia construcción como Sitio de libres, de Villa y
Ciudad, y su particular articulación con los fenómenos más fundamenta-
les que incidieron en la conformación histórica del país.

En este sentido, a la reflexión sobre la mujer, los empresarios, los emi-


grantes, la educación, los servicios públicos y la prensa entre otros espa-
cios que han permitido acceder la “arqueología” de este territorio,
tendremos que añadir el trabajo del arquitecto Porfirio Ospino, “El de-
sarrollo urbano de Barranquilla y su dinámica regional. Periodos 1777-
1993”, que se recoge en las páginas de este libro y que, referido a la
evolución de la estructura física de la ciudad, pareciera constatar en
cada nuevo trazado de una calle, de una manzana o de un barrio, a
manera de concreción positiva, la existencia de la materialidad histórica
de la ciudad.

Interrogando los planos de la ciudad y tejiéndolos con los fenómenos


políticos y económicos que bordean al país durante el periodo propues-
to como objeto de estudio, sus reflexiones abarcan un largo periodo
histórico en la conformación de la ciudad que le permite aproximarse, a
través de un “plano” hipotético a lo que ella pudo ser en los siglos XVII
y XVIII, pues según el autor el plano más antiguo de la ciudad es el de
1897. A partir de esta fecha, el profesor Ospino aborda su estudio en
una periodización que va caracterizando de acuerdo con el significado
de los resultados obtenidos en su proceso de investigación, por la que
nos va recreando paulatinamente la aparición de los barrios Las Quin-
tas, Abajo, San Roque, Chiquinquirá… entre 1897 y 1905, para luego
adentrarnos en el proceso de consolidación moderno de la ciudad con
barrios como El Prado, Boston, Delicias… a 1944; San José, Boyacá,
Simón Bolívar… a 1957; Las Palmas, la Magdalena, Alboraya, … a 1963-
1983; hasta Villa San Pedro, Los Laureles, Villa Country… a 1993. Es-
tructura barrial que en el proceso de investigación se va tejiendo con los
equipamientos colectivos y las características que va asumiendo su
estructuración vial, dibujando históricamente la estructura de la ciudad.
En efecto, el trabajo, acompañado de rigurosos datos sobre las empresas
constructoras, el número de hectáreas construidas, el tipo de desarrollo,
sea éste urbanización, loteo o invasión, articulados –como ya se dijo– a
los marcos histórico-estructurales del país, permite un acercamiento com-
plejo al entendimiento de la ciudad y hacen del trabajo de Ospino un
material de obligada referencia para todo aquel que desee encontrar en
su morfología, tanto las razones de los conflictos de la urbe como los
desafíos que debe asumir para concretarse como un ámbito socio-espa-
cial de la contemporaneidad.

El trabajo del economista Jairo Parada C., “Ciudad y Apertura econó-


mica: el caso de Barranquilla 1991-1996”, nos proporciona interesantes
argumentos acerca del desencanto de la ciudad en torno a la aspiración

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ xix


de convertirse, según idea de los gremios de la ciudad, en “epicentro de
la apertura” al cambiar el modelo sustitutivo que hasta la fecha había
favorecido al desarrollo del “triángulo de oro”: Bogotá, Cali y Medellín.
Dicho trabajo también proporciona elementos claves para la discusión
acerca del perfil estructural que debe caracterizar su dinámica de creci-
miento, pues afirma que navegar hoy en día en la órbita comercial y
financiera puede convertirse para la ciudad en un “talón de Aquiles”, ya
que: “En la era de la producción flexible son los procesos de producción
local pero con una visión global, los que deciden la dinámica de creci-
miento económico, y resulta muy peligroso para una ciudad fundamen-
tar su desarrollo sólo en el sector comercial, en la medida en que éste no
tenga apoyo endógeno caracterizado por el sector industrial. Sólo el
empleo de la industria proporciona una ocupación con un ingreso más
alto y de mayor productividad”. En el espacio económico, la reflexión de
Parada es un desafío al futuro de la ciudad, pues de tal espacio depende
la calidad de vida de sus habitantes y el reencuentro con mejores condicio-
nes espacio ambientales, si aceptamos la metáfora de considerar la ciudad
como una “canasta familiar” cuyo acceso está determinado por las vincu-
laciones de sus usuarios a los sectores estructurales de la economía.

Pero el rostro de una ciudad no sólo revela los fenómenos de orden


económico. En cada uno de sus rasgos se oculta el significado cultural
de quienes la fueron poblando y moldeando a través de sedimentaciones
históricas. Desde esta perspectiva, la psicóloga Mirta Buelvas, por medio
de su texto “Barranquilla: encuentros y desencuentros”, hace énfasis
precisamente en la relación historia, cultura y espacio público. Se intere-
sa la autora por definir a la ciudad como una construcción de múltiples
caras que en el pasado fue receptora de emigrantes de Santa Marta,
Cartagena y Ciénaga, pero después lo fue de gentes del Gran Caribe, de
alemanes, italianos, otomanos y estadounidenses; para luego acoger a
los guajiros, así como a los habitantes de las sabanas de Bolívar y de los
Santanderes y, hoy, convertirse en el foco de recepción de la violencia
generada en los Montes de María, la Sierra Nevada, el Cesar, altos del
Sinú y Urabá.

La ciudad así construida es un mosaico de comportamientos, costum-


bres, conductas de permanencias y cambios que se inscriben en el espa-
cio. Son fragmentos que permiten leer la iniciativa de sus individuos. El
teatro Emiliani, el Mercado Público, el Hospital, el Camellón Abello, la
Plaza de San Nicolás, se forjaron, por ejemplo, a impulso de los prime-
ros inmigrantes del siglo XIX, quienes proporcionaron a través de esos
espacios públicos un mejor nivel de vida a sus habitantes. Por eso para
Mirta es imperativo que la ciudad retome el espacio público como eje
estructurante de su estructura física. Según ella, los nuevos inmigrantes
forzosos, presentan “patologías” que influyen en la salud de la ciudad y
se convierten en obstáculos para la construcción de una mentalidad ur-
bana con iniciativa ciudadana, razón por la cual hay que organizar espa-

xx _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


cios creativos que les permitan generar la vida colectiva, estímulos que
propicien su solidaridad y tolerancia. En momentos que la ciudad pare-
ciera interesarse por discutir su espacio público desde la nostalgia
historicista y la contemplación esteticista, o bien desde el filón del uti-
litarismo mercantil, recrear la complejidad de su significado tal como lo
plantea la autora resulta de singular importancia, en tanto compromete,
desde la academia, a la dirigencia de la ciudad, a pensarlo y abordarlo en
el interior de los ámbitos que sellan la personalidad de esos nuevos
migrantes. Nos referimos a sus espacios familiares, culturales y educativos.

Pasando a otro aspecto fundamental, el desarrollo cultural de la urbe, el


filósofo Julio Núñez Madacchi en su texto, “Barranquilla: una postal de
fin de siglo (de la nostalgia al olvido)”, hila el tapete económico y cultu-
ral de finales del siglo XIX y principios del XX a partir del escenario
ambiental más popular que presenta la ciudad en nuestros días: el cua-
drilátero urbano formado por el Paseo Bolívar y la Avenida Veinte de
Julio, por una parte, y el Callejón del Progreso y la Calle Real, por otra.
Allí la velocidad del transporte se sobrepone a los apresurados transeún-
tes y a los gritos y pregones estridentes de los vendedores de loterías, de
los carretilleros que ofrecen sus productos y de quienes atienden los
cientos de tenderetes, dibujando un ambiente cotidiano de ruido, an-
gustia y desesperación.

Este escenario urbano, que a finales del siglo XIX se referenciaba por la
Calle Ancha, Callejón de la Niña China y la Calle Real con el Callejón
de San Nicolás, ofrecía un marco ambiental bien diferente no sólo por
su paisaje arborizado, estrecho, torcido, arenoso y pedregoso, sino tam-
bién por el conjunto de interacciones sociales, culturales y económicas
que soportaba y que habría de identificarlo como el punto focal más
importante de la economía del país. En efecto, para el profesor Madacchi
este espacio urbano que si acaso alcanzaba una trama de seis manzanas,
expresaba las más significativas ventajas de la geografía de Barranquilla,
tan inmediata a las vías fluviales y marítimas que la convirtió desde un
principio en ciudad abierta a todas las colaboraciones del mundo exte-
rior. Esta situación la hacia bien diferente a Bogotá, ciudad que aún a
principios del siglo XX seguía atada a normas eclesiásticas de dogmas
practicados con camándulas y procesiones, en tanto Medellín, que ya
era la segunda ciudad de la nación, vivía encerrada en sus montañas.

En el marco de esta dinámica, el autor plantea cómo a pesar del acelera-


do progreso material que en un comienzo le significó sus ventajas locativas
y la cosmovisión que de ello se desprende, constituyó una situación que
la ciudad no aprovecho en un primer momento para la construcción de
un ambiente cultural de carácter superior, aún admitiendo los esfuerzos
individuales de los alemanes Karl Meisel, Adolfo Sundheim, y Ernesto y
Jacobo Cortissoz; el norteamericano Elías Porter Pellet; el antillano se-
fardita Abrahan Z. López Penha y el barranquillero Esteban Márquez.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ xxi


El exagerado optimismo económico, su materialismo llano y desvergon-
zado, la insensatez de la Guerra de los Mil Días y la inminente llegada a
Barranquilla de “la compañía o cuerpo de macheteros” bajo el mando
del general Pedro Nel Ospina, fueron los sucesos con que la ciudad des-
pedía el siglo XIX, paralizando de momento el arrollador entusiasmo de
la aldea por hacerse ciudad. Barranquilla debió esperar, así, el segundo
decenio del siglo XX para ser escenario significativo de la cultura mo-
derna del país, hecho que se materializó con la labor inicial de la revista
Voces (1917-1920); la aparición del periodismo moderno en la Costa At-
lántica; los ensayos filosóficos de Julio E. Blanco y Luis Nieto Arteta y
la moderna narrativa de José Felix Fuenmayor, hasta llegar a un estado
vigoroso con el trabajo artístico e intelectual del “Grupo de Barranqui-
lla” (1950).

El trabajo que nos es pertinente, “Barranquilla: un espacio para la sos-


pecha”, advierte que debe ser propio del urbanista no pensar que su
trabajo se adelanta en el interior de un laboratorio sino por el contrario
que en algún momento es necesario pisar el barrio, la obra, entrar a las
casas y hablar con las gentes, porque sólo así le es posible encontrar las
tensiones que enmarcan el ámbito cotidiano de su habitabilidad.

Con esta advertencia, decimos nosotros, es como podemos encontrar


aquello que se esconde detrás de las cámaras ocultas, de las rejas, de los
“perros policías”, de los guardianes privados y no privados, que en la
cotidianidad moldean y organizan los imaginarios del miedo, asumiendo
la ciudad ese rostro enigmático de sus creadores, “dibujando en la epi-
dermis de la calle, de la franja verde, del andén, del antejardín, de las
bardas, de la paramentación y los usos del suelo, el tatuaje del temor”,
de la desconfianza y las sospechas en las interacciones sociales, generan-
do el territorio específico de la “cultura de la violencia”.

En este sentido, la violencia que ha desarticulado el tejido social de la


comunidad barranquillera ha diseñado una estructura urbana bajo el
signo de la amenaza y la inseguridad, por la que transitan los comporta-
mientos culturales que asumen el miedo como la mejor instancia para
escapar de la muerte. De allí que salir en Barranquilla a la lúdica de la
Plaza de Aduana, que comparte el estrato uno con Barlovento o el Rin-
cón Latino, es compartir con los canales de circulación el gesto preven-
tivo, convertido en ritual, de despojarnos de los anillos, el reloj, la esclava,
la cadena y extender tal tic nervioso a lo largo de la “Zona negra” o la
“Zona industrial”. Pero igualmente significa desconfiar del vecino y re-
gresar “a ver” si la reja del apartamento que acabamos de abandonar
está con seguro, previo repaso de si detrás de la puerta aún permanece
San Ignacio de Loyola, la penca de sábila o la rama de sauce.

Desde esta perspectiva, reiteramos, la estética de la ciudad se escribe con


lo signos de la amenaza o con el lenguaje del miedo. Ella se diseña como
un escenario dispuesto a hacerle frente al “otro” diferente. Ante esta

xxii _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


situación agresiva y al mismo tiempo temerosa, nuestro trabajo invita a
la regeneración de los lazos orgánicos del ciudadano barranquillero con
su ciudad y sus conciudadanos, para generar un espacio ciudadano que
afirme su identidad participante y perteneciente.

Finalmente el profesor Jorge Villalón, a la manera de un artesano –para


utilizar su definición de la labor del historiador–, teje los acontecimien-
tos políticos más significativos de Barranquilla durante la segunda mitad
del siglo XX. Para esto, como sugiere el título de su trabajo, “Crisis
urbana y conflictos políticos a mediados de los años ochenta en Barran-
quilla”, hace énfasis en la década citada y, en particular, en el significa-
do de la coyuntura electoral de la primera elección popular de alcaldes,
ocurrida el 13 de marzo de 1988.

El lente reflexivo de Villalón enfoca las propuestas y las visiones que los
diferentes actores sociales de la ciudad tenían sobre su desarrollo urba-
no durante esta coyuntura. En este sentido, pasa revista a los discursos
de los diferentes grupos políticos, gremios económicos y personalidades
independientes que se expresaban a través de los diferentes medios de
comunicación local, cuyo tema de discusión giraba en torno a la dramá-
tica situación de sus servicios públicos y la forma como su marcado dete-
rioro afectaba al conjunto de sus gentes. Para el autor, el tejido reflexivo
de los diferentes procesos ocurridos en Barranquilla durante esta déca-
da encuentra sentido en los acontecimientos más relevantes que en ma-
teria política, económica e intelectual se dibujan en el panorama
internacional. De allí que no sólo nos reconstruya las particularidades
de los eventos políticos más relevantes a nivel local de la etapa pre-
electoral ocurrida entre septiembre de 1987 y marzo de 1988, como ele-
mentos claves para la compresión del significado que tuvo la cuestionada
elección de alcalde popular y su importancia para la evolución general
de la ciudad al final del siglo XX, sino que nos presenta un panorama
sobre la situación mundial de la década.

Este es el libro del Conversatorio de la Ciudad de la Universidad del


Atlántico, y queda abierto porque percibir, sentir y vivir la ciudad es un
problema de todos.

Luis E. Sánchez Bonett

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ xxiii


CAPÍTULO I

EL DESARROLLO URBANO DE BARRANQUILLA


Y SU DINÁMICA REGIONAL 1777-1993
EL DESARROLLO URBANO I
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993

EL DESARROLLO URBANO DE BARRANQUILLA


Y SU DINÁMICA REGIONAL 1777-1993*

PORFIRIO OSPINO CONTRERAS**

Barranquilla constituye un caso particular en la historia de los centros


urbanos del país. De un insignificante caserío que era en la colonia, pasó
rápidamente a convertirse en el primer centro comercial e industrial de
la Región Caribe Colombiana en los inicios de la república, llegando a
consolidarse como ciudad en la segunda mitad del siglo XIX.

Tal vez el obvio ligamen del desarrollo de la ciudad a su actividad comer-


cial e industrial haya llamado la atención de los economistas y propicia-
do el hecho de que los estudios sobre ella suelan enfocarse desde
perspectivas de análisis de su disciplina. Tal es el caso, por ejemplo, de
los trabajos realizados por Adolfo Meisel Roca y Eduardo Posada Carbó.

Este trabajo no ignora esta perspectiva pero la canaliza hacia un aspecto


poco investigado, ya que en el se pretende develar las relaciones entre
las actividades económicas de la ciudad y la forma como se ha construido
y transformado su espacio.

Es por eso que en él se recrea el pasado de Barranquilla desde sus oríge-


nes hasta épocas recientes, a partir del análisis de momentos claves den-
tro del contexto nacional e internacional que posibilitaron su vertiginoso
desarrollo, acompañado de audaces decisiones, propias de la visión
futurista de su antigua clase dirigente. Estas lecciones del pasado deben
ser útiles para los actuales momentos en que se debate de manera empí-
rica el rumbo que debe tomar la ciudad.

Para el análisis concreto se utilizaron los planos de la ciudad de los años


1897, 1910, 1922, 1944, 1957, 1965, 1983 y 1993. Además se tomaron en
* El autor agradece de manera especial a la
cuenta el número de hectáreas correspondientes a la ciudad en iguales
Cámara de Comercio de Barranquilla y períodos, así como datos sobre el número de empresas existentes en cada
su área de Desarrollo Urbano por el
soporte técnico en la cartografía; al equi- uno de los periodos.
po del quincenario El Extra, a la Escuela
Superior de Administración Pública y al En buena parte, sus fuentes han sido halladas en el Archivo del Depar-
arquitecto Christian Ujueta.
** PORFIRIO OSPINO CONTRERAS. Arqui-
tamento Administrativo de Planeación Distrital durante el tiempo en
tecto, especialista en Gestión y Planifi- que me desempeñé como funcionario de esa entidad, igualmente en el
cación del Desarrollo Urbano y Regional.
Convenio Universidad del Atlántico-
archivo de Prensa de la Biblioteca Piloto del Caribe y en documentos
ESAP. como la Encuesta Anual Manufacturera y la Encuesta de Hogares del

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 3


Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane). También PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
se ha obtenido información de la División de Estudios Económicos de la
Cámara de Comercio de Barranquilla y de su revista institucional.

El trabajo se basa en los planos encontrados hasta el momento, tomán-


dose como periodos el tiempo transcurrido entre un plano y otro. En
este orden de ideas, el de 1897 es el más antiguo del que se tiene cono-
cimiento. Antes de este año no se conoce plano alguno. Por esta razón,
para hacer la aproximación a la ciudad de los siglos XVII y XVIII, se
utilizan descripciones y narraciones de autores cuyas fuentes serán cita-
das en su momento.

EL INCIERTO ORIGEN DE BARRANQUILLA

Como ya se ha dicho, el desarrollo urbano de Barranquilla no responde


al patrón tradicional de poblamiento desarrollado durante épocas como
las de la conquista y la colonia. Este último se basó en la fundación de
Lugares1 , Villas y Ciudades, dirigidos fundamentalmente a ejercer un
control del territorio. De esta forma Barranquilla no fue fundada sino
poblada2 mayoritariamente por personas autodenominadas libres, en un
sitio de tráfico comercial de las rutas que con mucha probabilidad ya 1 Para el caso del Partido de Tierradentro,
nombre con el cual se llamó lo que hoy
tenían establecidas los indígenas antes de la llegada de los conquistado- es el Departamento del Atlántico, hay
res.3 documentación en la que se aclara que
los lugares se denominan sitios.
2 Ver Madrid Malo, Néstor. Barranqui-
En tal sentido, parece factible el hecho de que los indígenas taironas y lla: “El alba de una ciudad”. Ediciones
chimilas, asentados del lado oriental del río Magdalena, intercambiaran Kelly. Bogotá, 1986.
3 A este respecto en el mismo libro de la
sus productos en la Barranca con tribus de la cultura Mocaná ubicadas cita anterior, Madrid Malo dice que
en el territorio de Tierradentro. Este intercambio tal vez les resultara “existen una serie de circunstancias his-
tóricas que nos permiten considerar que
relativamente fácil a los primeros, viajando a través de la Ciénaga Gran- el sitio donde originalmente se estable-
de y saliendo por el caño Clarín, cuya boca queda casi enfrentada a los ció el primer asentamiento barranquille-
ro, a orillas de la ciénaga que entonces
caños de la ribera occidental que entran a lo que hoy es Barranquilla. había donde hoy queda el canal o caño
Este hecho, reforzado luego por la fundación de las ciudades de Santa del mercado –que era el límite oriental
de las tierras de Guaimaral–, fue desde el
Marta y Cartagena, cuya única manera de comunicación con el interior siglo XVII y quizás antes, un lugar ribe-
del Nuevo Reino era a través del río Magdalena, haría que este sitio reño en el cual se producía ya cierto trá-
fico comercial”. Es posible que sea éste
fuera ideal para la localización de un asentamiento con una clara voca- el mismo sitio que Don Pedro de Heredia
ción comercial desde su comienzo, como lo veremos más adelante. en 1533 en su correría por Tierradentro
encontró luego de su paso por el pueblo
indígena de Galapa. “De aquí se partió el
Como puede verse, el anterior análisis se aparta de las afirmaciones de gobernador el mismo día y llegó a dormir
en la costa del río grande, no halló allí
Don Domingo Malabet, según el cual el origen de Barranquilla se re- pueblo sino un varadero de canoas y
monta al consabido suceso, interesante desde el punto de vista literario, estaban allí unos indios mercaderes de la
gobernación de Santa Marta, que tenían
pero demasiado intrascendente como hecho real, que señala como causa dos canoas llenas de camarones secos que
de su fundación la migración del sediento ganado de los hacendados traían por mercadería, e iban a aquel río
grande a atracar con aquella mercadería
galaperos. Según la legendaria evocación del autor citado, las bestias e con sal e otras cosas”. Cronista Gonza-
entraron en veloz carrera a los patios, se tomaron el agua de las casas, lo Fernández de Oviedo. Natural y Ge-
neral Historia de las Indias. Citado por:
atravesaron la montaña y descendieron sobre las sabanas de Camacho, Madrid Malo. Op. cit. p. 13 y 14.

4 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
sitio donde los propietarios de las reses decidieron quedarse para evitar-
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA se problemas en los próximos veranos.
REGIONAL 1777-1993

De acuerdo con Malabet esto ocurrió en el año de 1620, fecha que es


recogida por Baena y Vergara en su libro Barranquilla, su pasado y su
presente, editado por el Banco Dugand de Barranquilla en 1922, en el
cual, como en el caso de Malabet, no se cita la fuente de tal fecha.

En igual desacuerdo sobre el origen vacuno de Barranquilla se muestran


José Agustín Blanco, en sus obras Atlántico y Barranquilla en la época
colonial y Tierradentro y Los orígenes de Barranquilla, y Néstor Madrid
Malo en el trabajo que presentó a la Academia de Historia denominado
Barranquilla, el alba de una ciudad. Según este último, la condición de
“Sitio” debió concedérsele en el tiempo transcurrido entre la compra de
los terrenos de “Guaimaral”4, en 1715, y el año de 1724, fecha que men-
ciona el alférez José Nicolás de la Rosa en su “Floresta”, aludiendo al
“Sitio de la Barranquilla”. Los 20 compradores iniciales de que habla
Madrid Malo debieron a su vez haber subdividido estos terrenos, ven-
diendo parte de los mismos, ya que el Padre Salvador Gilij en su Ensayo
de historia de América (1743) se refiere a la futura ciudad de la siguiente
forma: “la Barranquilla, que creo que la llaman así para diferenciarla de
la barranca, se encuentra a cuatro leguas del mar, y dicen que tiene más
de mil almas”5. Como se ha podido ver hasta ahora, las fuentes docu-
mentales sobre los comienzos de la ciudad son muy escasas y parcas. Por
este motivo, sobre la base de estos fragmentarios relatos trataremos de ir
figurando el espacio del incipiente, pero vital asentamiento, de lo que
hoy es Barranquilla.

Hacia 1772, cinco años antes del censo realizado por García Turín, Fran-
4 Estos terrenos eran propiedad de los
descendientes del encomendero de cisco Escudero o el Obispo Diego de Peredo6 se refiere a Barranquilla en
Galapa Nicolás de Barros, los cuales los
el documento “Noticia Historial” como “Sitio de libres, en la orilla de
tenía en arriendo a varios vecinos que
decidieron tomarlos en compra en el año una ciénaga o caño del río de la Magdalena; tiene iglesia parroquial de
de 1715, entre los cuales se encontraba
el présbistero Don Luis Suárez, que
piedra, madera y teja, muy capaz y decente, administra 399 familias y
despues aparece reseñado en el censo de 1404 almas de confesión y 30 esclavos.”7
1777. Madrid Malo. Op. cit. p. 17,
24.También, entre los compradores es-
taba el sargento Juan de Barros, al pare- Es posible que la ciénaga en referencia, sea la Ciénaga de la Caimanera,
cer familiar de los militares Cecilio de la cual se encontraba ubicada muy cerca a la curva donde se unen el
Barros, capitán de Milicias Pardas y
Alexandro de Barros, Galafate (Algua- Caño Arriba con el Caño del Mercado y el antiguamente llamado Caño
cil) reseñados como autoridades en el de Soledad. La duda que se manifiesta al no precisar si el Sitio está a
citado censo.
5 Romero, Mario Germán, Bruscantini,
orillas de una ciénaga o caño, debe obedecer a que los niveles de los
Carlos. Estado presente de Tierra Fir- terrenos son bastante bajos en esta parte de los caños, y en épocas de
me. Tomo III. Bogotá 1958. Citado por:
Néstor Madrid Malo. Op. cit. p. 60.
invierno y creciente, las aguas se desbordaban formando una especie de
6 No hay certeza de cuál de ellos escribió ciénaga. Aún en la actualidad la plaza Ujueta, así como la plaza de
el documento. Para algunos fue el secre- Magola y los alrededores del antiguo mercado sufren este problema, ya
tario Escudero. Para otros, entre ellos
José Agustín Blanco, la obra fue escrita no por la creciente del río sino por el gran volumen de aguas que condu-
por el Obispo Peredo.
cen hasta ese sector arroyos como el de la Paz. En la fotografía N°2 de la
7 Francisco Escudero o el Obispo Diego
de Peredo. Noticia Historial. Citado por:
Plaza Ujueta tomada en 1912 se puede apreciar su gran vitalidad como
Madrid Malo, Néstor. Op.cit. p. 26 sitio de comercio. Además se perciben las edificaciones que siguen el

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 5


PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

Foto N° 1. Plazuela Ujueta o del acueducto en 1880. Fuente: Baena,


Fernando y Vergara, J. Ramón, 1922. Barranquilla, su pasado y su
presente. Editado por el Banco Dugand. Barranquilla.

Foto N° 2. Plazuela Ujueta en 1912. Fuente: Baena, Fernando y Vergara,


J. Ramón. 1922. Barranquilla, su pasado y su presente. Editado por el
Banco Dugand. Barranquilla.

Foto N° 3. Plazuela Ujueta y caño del mercado en 1920. Fuente: Baena,


Fernando y Vergara, J. Ramón. 1922. Barranquilla, su pasado y su
presente. Editado por el Banco Dugand. Barranquilla.

6 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
contorno del caño, dándole el marco a la plaza, así como la forma del
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA terreno a orillas del mismo que, ciertamente, parece una ciénaga en épo-
REGIONAL 1777-1993
cas de creciente por la ausencia de barrancos.

Una visión un poco más completa de lo que era el Sitio de San Nicolás
de Barranquilla, nombre con el que ya aparece en 1777, la tenemos a
partir del censo realizado ese mismo año por el Corregidor y Justicia
Mayor del Partido de Tierradentro, Juan García Turín,8 según el cual
Barranquilla tenía entonces 526 vecinos9, 2.586 almas, 5 naturales y 42
esclavos, para un total de 2.633 almas. Este total no incluye párrocos ni
otras autoridades eclesiásticas. De acuerdo con el análisis del censo
que hace José Agustín Blanco, había 132 familias inquilinas, resultan-
tes de restar a los 526 vecinos o familias las 394 viviendas que existían
en ese momento. Se debe aclarar, sin embargo, que en su recuento
Blanco incluye 5 viviendas del anexo de Sabanilla10 en las cuales vivían
43 personas. De esta forma, el verdadero promedio de personas por vi-
vienda en Barranquilla era de 6.76 y no de 6.5 como lo presenta José
Agustín Blanco, ya que el número de viviendas en Barranquilla sería de
389 y no de 394.

Así mismo, el promedio de personas por vivienda en el puerto de Saba-


nilla sería de 8.6, lo cual indica que el número de familias por vivienda
en Sabanilla era relativamente mayor que en Barranquilla. De acuerdo
con lo que dice el autor antes mencionado, en Barranquilla había casas
con cuatro y hasta con cinco familias, “lo que les da el sello de verdade-
ros inquilinatos y a este respecto la “capital” de Tierradentro llegaba ya
a una situación notable, puesto que el 25.1% de sus vecinos o cabezas de
familias vivían en casa ajena”11. Arriesgándonos en el análisis, estas fa-
milias debían estar compuestas en su gran mayoría por parejas jóvenes,
puesto que el promedio de personas por vivienda era relativamente bajo
(6.7), si tenemos en cuenta el 35.2% de déficit de vivienda que ya se
presentaba en esta época.

La causa de este déficit, según Blanco, debía obedecer a un ritmo de


crecimiento vegetativo o a un excesivo aumento de familias, pero en
ningún momento a migraciones, “ya que para cambiar de residencia se
necesitaba de una especial licencia de mudanza que las autoridades colo-
niales no concedían, sino después de un largo trámite”. Sin embargo
esto último no parece ser del todo cierto, ya que desde tiempos del
8 García Turín fue nombrado por disposi-
ción expedida el 9 de Noviembre de Virrey Eslava existían disposiciones en las cuales se ordenaba al Maestre
1776 por el Virrey Manuel Antonio de Campo fernando Mier y Guerra reorganizar la población de las ribe-
Flores. Véase Blanco, José Agustín. At-
lántico y Barranquilla en la época co- ras del bajo Magdalena. Del mismo modo, las refundaciones hechas por
lonial. Ediciones Gobernación del
Antonio De la Torre y Miranda en las sabanas de Sucre y Córdoba mues-
Atlántico. Barranquilla, 1994.
9 Según Blanco, el término se utilizaba tran que no había un control total sobre los movimientos de la población
para definir a núcleos familiares o cabe- y mucho menos en el caso del Partido de Tierradentro, el cual tenía
zas de familia. Ibíd.
dificultades de comunicación con la capital Cartagena. El hecho mismo
10 Sabanilla fue el primer puerto marítimo
con que contó Barranquilla. del censo muestra apenas el interés de las autoridades coloniales por
11 Ibíd., p. 45. conocer la realidad del olvidado territorio.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 7


Otro aspecto importante del censo de García Turín es que en él se regis- PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
tró la ocupación de la población, a través de lo cual se puede observar el
perfil inicial de la ciudad y su temprana vocación comercial. Las cifras
son las siguientes:

Albañiles: 2 Talabarteros: 1
Armeros: 1 Labradores: 2
Bogas: 4 Mercaderes: 3
Carpinteros: 15 Navegantes: 24
Herreros: 6 Plateros: 3
Pescadores: 4 Traficantes: 12
Pintores: 1 Vaqueros: 3
Plomeros: 1 Zapateros: 24
Sastres: 5

Como puede verse, las actividades relacionadas con el campo, como las
realizadas por labradores y vaqueros apenas suman el 4.5%, frente al
13.5% del comercio de mayoristas y minoristas representados por los
traficantes y mercaderes. Las actividades directamente relacionadas con
el río (navegantes y bogas) suman el 25.2%, sin incluir el 13.5% de los
carpinteros, ya que una cantidad tan alta de éstos no podía dedicarse
exclusivamente a elaborar puertas, camas y demás elementos relaciona-
dos con la vivienda, sino también a trabajos relacionados con la fabrica-
ción y arreglos de las embarcaciones. Vale la pena destacar la presencia
significativa que tienen las personas clasificadas como zapateros, la cual
conforma el 21.6% de los oficios. Esta cantidad de zapateros tampoco
podía dedicarse exclusivamente a la satisfacción del pequeño mercado
local, sino que debía satisfacer la demanda de otras poblaciones, en lo
que se podría considerar como el sector “industrial” de ese entonces,
junto con el de los “astilleros”.

De esta forma, Barranquilla se va diferenciando de poblaciones vecinas


como Soledad, Sabanagrande y otras, cuya orientación apuntaba sobre
todo hacia la figura de la hacienda. Las demás, como Malambo, Galapa
o Tubará estaban compuestas, en su gran mayoría, por población indíge-
na que, obviamente, carecía de libertades suficientes para emprender
cualquier tipo de empresa. Con base en los datos del censo, Néstor Ma-
drid Malo hace una prospección de lo que pudo haber sido el sitio de
Barranquilla en ese mes de noviembre de 1777:

Como el número total de almas era de 2.633 y las casas eran 389, se tiene
que el termino medio de personas por casas es de 6.5. Por otra parte,
estimando que cada manzana tuviera unas veinticinco (25) casas, se ten-
dría que quizás aquel pequeño “Sitio” podría contar con unas 21 manza-
nas, que ocuparían, sin incluir calles y plazas, más o menos igual numero
de hectáreas. Como quien dice, tres calles de siete (7) cuadras de largo
por tres (3) de ancho, o cuatro (4) calles de cinco (5) cuadras de largo por

8 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


cuatro (4) de ancho. Tales podrían ser, las dimensiones supuestas de San
EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA Nicolás de Barranquilla en aquella época.12
REGIONAL 1777-1993

Como puede apreciarse, Madrid Malo comete el mismo error de J. A.


Blanco al tomar como población total del Sitio de Barranquilla 2.633
almas, en las cuales estarían incluidas las 43 almas de Sabanilla. Y aun-
que así fuera, al dividir por las 389 casas, el resultado es 6.76 y no 6.5. De
igual forma si cada manzana tuviera 25 viviendas, el número de manza-
nas sería de 15.56, es decir, unas 16 manzanas y no 21, como afirma
Malo. De cualquier modo, tres manzanas tomadas a partir de la ribera
del Caño del Mercado nos darían como frontera por el Occidente la
antigua Calle Ancha (hoy Paseo Bolívar), es decir, hasta la iglesia de San
Nicolás.

Si tomamos como límite hacia el Sur las manzanas que conforman este
costado de la Plaza de San Nicolás llegaríamos hasta la Plaza Ujueta,
principal puerto de la época a orillas del Caño Arriba o antiguo Caño de
Soledad. Hacia el Norte tendríamos como límite al primer cementerio el
cual quedaba anexo a la primitiva iglesia ubicada en la plazuela que
posteriormente se conocería como la Cruz Vieja13 (Carrera 44 o Cuartel
con Calle 32 o Calle del Comercio esquina), sitio en el que posterior-
mente se construyó el Teatro Municipal. Este sitio lo tomamos como
frontera si tenemos en cuenta que en la mayoría de los pueblos los ce-
menterios están ubicados en las afueras.

Foto N° 4. Fotografía de lo que era el Paseo Bolívar en 1880. En la calle


se observan las señales dejadas por las escorrentías de las aguas (arro-
yos). Al fondo se observan las torres de la iglesia de San Nicolás.

El área resultante de esta delimitación es de 23.79 hectáreas y 21 manza-


12 Madrid Malo, Néstor. Op. Cit., p. 30. nas, organizadas de tal forma que su frente o comienzo sería de 7 man-
13 Ver a este respecto a Baena, Fernando y zanas, lo cual le daba una forma longitudinal al “Sitio” de San Nicolás
Vergara, J. Ramón. Barranquilla, su pa-
sado y su presente. Editado por el Ban-
de Barranquilla, como la mayoría de los pueblos localizados a orillas de
co Dugand. Barranquilla, 1922. ríos (Mompox es un ejemplo). Barranquilla lo hizo, en principio, a lo

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 9


largo de una de las prolongaciones del Magdalena, el Caño del Merca- PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
do. (Ver plano No. 1, imaginado para el año de 1777)

Esta misma área delimitada es casi coincidente con el área que queda
encerrada por el caño y los arroyos, tal como se puede apreciar en el
plano N° 2 que contiene el recorrido de los arroyos y las curvas de niveles
de la ciudad. Obviamente, que esta área encerrada constituía los terre-
nos de mayor altura sobre el nivel de los caños, razón por la que fueron
denominados barrancas o barranquillas. Su límite por el Occidente era
el arroyo que baja por la antigua Calle Ancha, hoy Paseo Bolívar, el cual
además dobla por la Calle del Cuartel, hoy Carrera 44, donde se ubicó el
primer cementerio, y por el Sur, el arroyo de La Paz, hoy Carrera 40, a
una cuadra de la iglesia de San Nicolás. (Ver plano No. 3).

Foto N° 5. Fotografía de la intersección de la carrera 44 con calle 32


(antigua Cruz Vieja). El edificio corresponde al antiguo teatro muni-
cipal el cual se localizó sobre el primer cementerio. Fuente: Baena,
Fernando y Vergara, J. Ramón. 1922. Barranquilla, su pasado y su
presente. Editado por el Banco Dugand. Barranquilla.

A pesar de los indicios de su vocación comercial, en los tiempos colonia-


les el desarrollo de la ciudad no sobrepasó las posibilidades que se po-
dían tener dentro del rígido esquema del monopolio español. Por lo que
su gran dinámica económica y urbana sólo empezó a producirse a partir
de las libertades que se obtuvieron con las guerras de independencia y
las consecuentes facilidades para el comercio con que la naciente repú-
blica intentaba articularse a la economía mundial.

Se puede destacar de este periodo el título de “Villa” otorgado a Barran-


quilla por Manuel Rodríguez Torices, Presidente Gobernador del Estado
de Cartagena, el 7 de Abril de 1813, como premio al patriotismo en vísperas
de emprender la campaña guerrera contra la ciudad de Santa Marta, último
reducto regional que para ese entonces se mantenía fiel al Rey de España.

Poco tiempo después de la independencia definitiva, el alemán Juan


Bernardo Elbers introdujo en 1824 la navegación a vapor por el río Mag-

10 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
dalena, con lo cual se revolucionaba el sistema de transporte en Colom-
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA bia y se afianzaba la ciudad como puerto. Esto ocurría a pesar de las
REGIONAL 1777-1993
barreras artificiales impuestas por el Congreso bajo la presión de los
congresistas samarios y cartageneros, que veían cómo la actividad por-
tuaria de sus ciudades se disminuía en favor de la naciente Barranquilla.
De esta forma lograron que el puerto de Sabanilla fuera cerrado al co-
mercio exterior en 1821 a través del Decreto 1838 del mismo año14 , man-
teniéndose cerrado a las importaciones hasta 1842.

CONVENCIONES
1. Plaza Ujueta. Primer puerto
2. Iglesia de San Nicolás
3. Mercado Público
4. Primer Cementerio
5. Cuartel Militar
DO
MERCA

5 4
DEL
CAÑO

3
A TUBARÁ

RÍO MAGDALENA
A
ILL
ASEV
INO

SOLEDAD
CAM

O A
CAMIN

A SANTA MARTA

CAÑO CLARÍN
ANTIGUO

Plano N° 1. Plano de Barranquilla para el año de 1777. Fuente: Aproximación realizada por el autor sobre la base del
censo de 1977.

14 Restrepo R., Jorge y Rodríguez B., Ma-


nuel. “Los Empresarios Extranjeros en
Barranquilla, 1820-1900”. Revista
Monografía. Universidad de los Andes.
1987.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 11


PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

Plano N° 2. Plano de arroyos y curvas de nivel elaborado por las Empresas Públicas
Municipales en la década de los cincuenta.
Fuente: Archivo del Departamento Administrativo de Planeación Distrital.

La aventura inicial de Elbers terminó en 1829 debido a los problemas de


calado del río, ya que las embarcaciones traídas habían sido concebidas
para ríos como el Mississippi y, por esto, encallaban en las épocas de
verano. Elbers sin embargo no se rindió, y en 1837 intentó establecer
nuevamente la navegación a vapor por el Magdalena, esta vez con barcos
de madera que se empiezan a fabricar en Barranquilla, para lo cual trajo
al país las primeras maquinas a vapor, destinadas al uso del aserradero.

12 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993

Plano N° 3. Vista ampliada de Barranquilla en 1777. Plano elaborado por el autor.

Elbers volvió a fracasar, pero esta vez su fracaso se debió a que el gobier-
no otorgó permiso a otro empresario, con lo cual perdía el monopolio
de la concesión que el mismo gobierno le había dado para navegar por el
río Magdalena. Una vez desaparecidas las barreras, en 1850, Barranqui-
lla se convirtió en el primer puerto exportador del país, momento en que
el tabaco era el principal producto de exportación, siendo su principal
destino el puerto de Bremen, en Alemania. Fue así como en el periodo
de 1865 a 1886 salieron por el puerto de Sabanilla 4.154 toneladas de
tabaco, elevadísima cantidad en comparación con las 546 que se expor-
taron desde Cartagena y Santa Marta.15

Entretanto la población aumentaba significativamente. Así, de 3.215


habitantes que había en 1813 se pasó a 6.114 en 1851, justo seis años
antes de que Barranquilla fuese declarada ciudad.16

Según los datos arrojados por el censo de 1851, Barranquilla estaba por
fuera del listado de las primeras 30 ciudades en lo referente al número de
habitantes. En este sentido, el primer lugar correspondía a Bogotá, con
29.646; seguida de El Socorro con 15.015. Medellín era la cuarta, con 13.755
y Cali sexta, con 11.848. De las ciudades de la Costa, Mompox ocupaba
entonces el quinto lugar a nivel nacional, con 13.711 habitantes y Cartagena
el 14, con 9.896. Sin embargo, ya la diferencia entre Barranquilla y Cartagena
era apenas de más o menos 3.000 personas. (Ver Tabla N° 1)
15 Ocampo, José A. Colombia y la econo-
mía mundial. 1830-1910. Bogotá,
Pero el hecho que realmente consolidó a Barranquilla como un centro
1984. Citado por: Posada Carbó, Eduar- urbano surgido del comercio exterior del país, fue la construcción del Fe-
do. Una invitación a la historia de Ba-
rranquilla. p.18.
rrocarril de Bolívar en 1871. Con éste se acababan las dificultades en el
16 Directorio Comercial Pro Barranquilla transporte de mercancías del puerto marítimo de Sabanilla al puerto flu-
1928. Editado por la Sociedad de Me- vial de Barranquilla, el cual hasta ese momento se realizaba con dificulta-
joras Públicas en Barcelona, España,
1928. des a través de bongos y champanes por el desaparecido Canal de la Piña.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 13


TABLA N° 1
PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
CENSOS DE POBLACIÓN Y TASA DE CRECIMIENTO
ANUAL INTERCENSAL BARRANQUILLA

N° Año N° de Periodo Incremento Tasa anual


habitantes % %
1 1772 1.434 1772-1777 83.89 16.77
2 1777 2.637 1777-1813 21.91 0.60
3 1813 3.215 1813-1851 90.17 2.37
4 1851 6.114 1851-1870 89.64 4.71
5 1870 11.595 1870-1872 1.35 0.67
6 1872 11.750 1872-1875 40.84 13.61
7 1875 16.549 1875-1896 32.65 1.55
8 1896 21.953 1896-1905 82.73 9.19
9 1905 40.115 1905-1912 21.90 3.12
10 1912 48.907 1912-1918 31.90 5.32
11 1918 64.543 1918-1938 136.00 6.80
12 1938 152.348 1938-1951 83.50 6.42
13 1951 279.627 1951-1964 76.30 5.86
14 1964 493.034 1964-1973 42.30 4.70
15 1973 701.945 1973-1985 27.70 2.31
16 1985 896.649 1985-1993 21.70 2.71
17 1993 1’091.388
Fuente: Numerales 4,5,9,10,11,12,13,14,15,16, y 17 cifras de los censos naciona-
les. 1, según el obispo Diego de Peredo, Francisco Escudero. Noticia historial. 2,
cesnso del Partido de Tierradentro realizado por Juan García Turin. 6,
Barraquilla vista por su alcalde en 1872. 7, El Promotor, mayo 1 de 1875. 8,
Cálculos del autor luego de multiplicar el número de viviendas dado por
Eusebio Grau, por un promedio de 5.32 habitantes por vivienda.

Un año antes de la construcción del ferrocarril la ciudad contaba con


11.595 habitantes,17 cifra que se incrementa en un 42.72 % en el corto
lapso de 5 años, al contar en 1875 con una población de 16.549 habitan- 17 Censo Nacional de 1870. Citado por:
Zambrano, Fabio. Desarrollo urbano en
tes.18 Es decir, que su tasa de crecimiento se mantuvo en este periodo a Colombia. Una perspectiva histórica.
un ritmo de 8.54 % anual.19 No sorprende así que ya en 1877 se instale la DNP, Bogotá, 1993.

primera fábrica de jabones de la ciudad, llamada La Española. 18 Periódico El Promotor. Barranquilla,


mayo 1 de 1875. N° 216. Citado por
Conde, Jorge, Barranquilla en los inicios
Pero hay otra serie de hechos durante la finalización del siglo XIX fun- del modelo decimonónico 1849-1870.
Revista Sucesos N° 1, Barranquilla, 1997.
damental para su desarrollo. En 1880, por ejemplo, se inaugura el acue-
19 Una nueva contextualización de Barran-
ducto, siendo R. A. Joy el primer presidente de su junta directiva, y en quilla en el plano nacional nos muestra
1885, Pedro A. Osío y Pedro Blanco Soto obtuvieron del gobernador que la ciudad en 1870 ocupaba el pues-
to 11, y Sincelejo el 12. De igual forma,
Román la concesión para establecer el alumbrado eléctrico.20 ciudades de la costa como Mompox y
Cartagena salían del listado de las prime-
ras 30 ciudades, como también los otros
Estos dos servicios, básicos para el desenvolvimiento de la actividad ur- puertos ubicados sobre río. Todo esto,
bana e industrial, fueron entonces producto de la iniciativa privada. En- según Fabio Zambrano era consecuen-
cia de los cambios operados en los siste-
tretanto, el servicio de transporte urbano de pasajeros apareció en 1890 mas de transportes. Las ciudades que
con el tranvía, promovido igualmente por iniciativa privada. La Barran- ocupaban los primeros lugares eran las
que poseían más de un medio de trans-
quilla Train Way recorría 5 millas con dos locomotoras y seis carros de porte o la combinación de varios de ellos.
pasajeros. Las dos locomotoras fueron posteriormente remplazadas por Zambrano, Fabio. Op. cit. p. 33-35.
20 Rash, Isla Ed. Directorio Comercial Pro
caballos debido a problemas de incendios que se suscitaron con las edifi- Barranquilla. Sociedad de Mejoras Pú-
caciones pajizas existentes. blicas de Barranquilla. Barcelona.1928.

14 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
PERÍODO 1897-1905
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993
El primer plano de la ciudad que se conoce data del año 1897, levanta-
do por Cayetano Moreno y David Granados. De acuerdo con este pla-
no, Barranquilla ocupaba un área de 386.47 hectáreas. Un año antes, o
sea 1896, la ciudad contaba con 4.120 viviendas. Si asumimos un pro-
medio de 5.32 personas por vivienda, que tenía aproximadamente en
1872,21 la población debía ser entonces de aproximadamente 21.953
habitantes.

El plano muestra las manzanas con un área rellenada, correspondiente a


las edificaciones construidas en mampostería. El resto de las manzanas,
no rellenadas, correspondía a viviendas de bahareque con techos de paja.
De esta forma se aprecia que las manzanas ubicadas alrededor de la
iglesia de San Nicolás están completamente consolidadas con construc-
ciones de mampostería, lo que confirmaría la hipótesis que propone como
sitio de origen de la ciudad el eje marcado por la intersección de los
caños del mercado y la iglesia de San Nicolás y no alrededor de la Cruz
Vieja con el primer cementerio (hoy Carrera 44), como afirman otros
trabajos.

Alrededor del área inicial, y en menor grado consolidado, aparece el


sector comprendido entre las Carrera 38 y la Calle 39 hasta su llegada
a la trocha del ferrocarril, que marcaría el trazado de la que es hoy la
Vía 40 en su llegada al edificio de la Aduana. De igual forma, a partir
de la Iglesia del Rosario, hacia la periferia oriental, se desprende una
serie de viviendas ubicadas alrededor del eje de la Carrera 45, hasta
finalizar un poco más allá de la Calle Felicidad (Calle 48), lo que
sería el inicio del sector conocido como Las Quintas. Las manchas
negras, formadas por las edificaciones de mampostería, sirven para
mostrar en cierta forma la estratificación de ese momento. La clase
social más alta estaría asentada alrededor de la plaza de San Nicolás,
por ser esta clase la que tendría mayor capacidad económica para
proporcionarse los mejores materiales de construcción de la época,
así como los terrenos que deberían tener el mayor valor del mercado al
combinarse en ellos usos comerciales y de vivienda.

La mancha que se extiende hacia la periferia nororiental por la Carrera


45 muestra ya la tendencia de la elite barranquillera de alejarse del bulli-
cio del centro, buscando la calma y las mejores vistas que ofrecía un
sector en el cual se desarrollaba el concepto de la casa campestre, como
21 Los datos sobre el número de viviendas lo era el Barrio Las Quintas. Este sector era, morfológica y tipológica-
en los años 1872 y 1896 se tomaron del mente, distinto al centro, que tenía una fisonomía claramente colonial,
trabajo de Solano, Sergio Paolo. “Barran-
quilla vista por su alcalde 1872”. Diario con calles estrechas y viviendas de una y dos plantas dotadas de balcones
del Caribe. Barranquilla, mayo 8 de y patios laterales o centrales. En Las Quintas, en cambio, las viviendas se
1988. Citado por: Conde, Jorge. “Desa-
rrollo de Barranquilla 1871-1905”. His- construían en medio de grandes jardines, lo que explica por qué este
toria General de Barranquilla. Revista sector presenta hoy una estructura de grandes predios con promedios de
Sucesos N° 1. Academia de la Historia
de Barranquilla. 1997. 2.000 a 3.000 metros cuadrados.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 15


PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

Plano N° 4. Primer plano de Barranquilla realizado por Cayetano Moreno y


Darío Granados en 1897. Fuente: Archivo General de la Nación.

Foto N° 6. Calle del Comercio (calle 32) en el centro de la ciudad


en el año de 1922. Fuente: Baena, Fernando y Vergara, J. Ramón.
1922. Barranquilla, su pasado y su presente. Editado por el Banco
Dugand. Barranquilla.

16 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
El inicio de esta marcada forma de la segregación del territorio lo corrobo-
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA ra la descripción que en 1897 hace el viajero francés Pierre D’Epagnanat en
REGIONAL 1777-1993
su libro Recuerdos de la Nueva Granada, en el cual escribía: “Pero mientras
la proximidad del río atrae hacia la izquierda, a los barrios opulentos, el
enjambre humano se extiende sin cesar hacia la llanura derecha, mezclán-
dose las cabañas de paja con las pobres viviendas diseminadas por la campi-
ña rojiza, viviendas cada vez más pobres y diseminadas a medida que se
acercan los cementerios.”22 Esta periferia pobre que describe D’Epagnanat
corresponde a los barrios Chiquinquirá, Rebolo y una parte de San Roque
que juntos sumaban el 39% del área total de ese momento. El barrio Aba-
jo, en el otro extremo, con condiciones similares a los anteriores, represen-
taba el 18.32%, para así sumar un total de 57.32% del área citadina.

Foto N° 7. En los alrededores del cementerio


Universal en 1922. Aún se observan las vivien-
das de paja descritas por D’Espagnanat en
1897. Fuente: Baena, Fernando y Vergara, J.
Ramón. 1922.

El plano de 1905 (N°5) es igual en extensión al de 1897. La ciudad tiene el


mismo perímetro. La diferencia se encuentra en que dos (2) manzanas
pertenecientes al barrio Abajo, vecinas al sector de Las Quintas se subdivi-
dieron en 9 nuevas manzanas, lo que muestra el comienzo de un proceso
de densificación. Según Sergio Paolo Solano, entre 1899 y 1904, el 69%
del movimiento de la propiedad raíz urbana correspondió a solares ubica-
dos hacia el Occidente, alrededor de la actual Calle 45, y al suroriente de
la calle o camino de Soledad (Calle 17). Es decir, las periferias en donde
se desarrollaban los barrios de Las Quintas y Abajo, en el noroccidente, y
el barrio Rebolo, en el suroriente. De la misma manera, la población pasó
22 D´Epagnanat, Pierre. Recuerdos de la de 21.000 habitantes aproximadamente, que se calcula tenía en 1897, a
Nueva Granada. Bogotá. Bibiloteca 40.115 en 1905, lo que arroja un incremento del 91.02% en el corto perio-
Schering de Colombia. 1971. Citado
por: Conde, Jorge, Op. cit. p 23. do de 8 años. Esto significa una tasa de crecimiento del 11.37 anual.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 17


PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

Plano N° 5. Barranquilla en 1905. Entonces la ciudad llegaba al Sur hasta el callejón el


Porvenir; al Norte hasta El Topacio; y al occidente hasta la calle de La Manga de Oro,
más tarde bautizada con el de Callejón de Cisneros como homenaje popular al ilustre
propulsor cubano. Fuente: Archivo Departamento Administrativo de Planeación De-
partamental. Autor desconocido.

18 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


TABLA N° 2
EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA CRECIMIENTO URBANO EN BARRANQUILLA
REGIONAL 1777-1993 PERÍODO 1897
Barrio Tipo de desarrollo Hectáreas
Centro P.P 97.00
Rosario P.P 68.02
San Roque P.P 67.99
Abajo P.P 70.81
Chiquinquirá P.P 50.91
Parte de Rebolo P.P 31.74
Total hectáreas 386.47
P.P: Crecimiento predio a predio.
Fuente: Plano de 1897. Cálculos del autor.

De acuerdo con lo que afirma Solano, este incremento obedecía a la


disolución de las relaciones sociales premodernas en otras regiones del
país, pero fundamentalmente a corrientes migratorias generadas por la
Guerra de Los Mil Días (1899-1902). Este hecho marcaría el comienzo
de una constante: la de ser Barranquilla una de las ciudades preferidas
por la población desplazada ante las distintas formas de violencia que ha
experimentado el país. Más adelante ahondaremos en este problema,
pero de antemano aducimos que él explica, en parte, el porqué de los
altos índices de pobreza que hoy registra la ciudad, muy superiores al de
las otras principales ciudades colombianas.23

PERIODO 1905-1922

El desarrollo predio a predio que venía experimentando la ciudad hasta


ese momento, se siguió dando en la periferia suroriental, correspon-
diente al hoy conocido barrio Rebolo, donde aparecen 9 manzanas com-
pletas y la subdivisión de una ubicada entre la Calle de Soledad (Calle
17) y la Calle de la Consolación (Calle 20) entre carreras del Porvenir
(Carrera 30) y del Buen Retiro (Carrera 32). Esta manzana se volvió a
unificar en época más reciente con la construcción del colegio Don Bosco.

Pero uno de los dos hechos urbanos más sobresalientes de este periodo
lo constituye la aparición de la primera invasión en la ciudad, correspon-
diente a 6 manzanas del barrio Montecristo en 1916.24 Los invasores eran
desplazados, provenientes esta vez de los pueblos ribereños del Magda-
lena afectados por las fuertes inundaciones del río.
23 Al respecto de este tema son reveladores
los datos presentes en el capítulo 4 (Ca-
racterización de la pobreza en Barran- El otro hecho de trascendencia es la construcción de la primera urbani-
quilla), del libro Barranquilla: En busca zación en el país, representada por el Barrio El Prado, en 1922. Estos
de una segunda oportunidad, elabora-
do por la Fundación Social. 1998. dos hechos marcan un cambio radical en la forma tradicional como se
24 Solano, Sergio Paolo. Op. cit. p. 92. venía construyendo la ciudad y en adelante serán los extremos presen-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 19


PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

Plano N° 6. Barranquilla en 1922. Fuente: Elaboración del autor con base en el


Plano N° 7 y el plano original de la urbanización El Prado.

tes en la constante dialéctica de su desarrollo urbano: Por un lado, las


urbanizaciones impulsadas por extranjeros norteamericanos asociados
con miembros de la elite local, como lo es el caso de Karl C. Parrish y
Manuel de la Rosa, propietario de la finca El Prado, los cuales visiona-
ron la demanda de esta elite que ya había acumulado un importante
capital, proveniente en su mayor parte del comercio, para vivir acorde
con el modelo de vida moderna; y, por el otro, las invasiones de inmi-
grantes nacionales que buscaban oportunidades en la ciudad más pujan-
te del país.

De acuerdo con la tabla N° 3, el solo Prado representó el 55.45% del


área total de la expansión de la ciudad, frente al 45.31% del desarrollo
tradicional, llamado en este ensayo predio a predio, y el 1.35% de inva-
sión. La urbanización El Prado se ubica a continuación del barrio Las
Quintas y del camino a La Playa (Carrera 50), sobre los terrenos más
altos de la planicie, sitio desde donde se podía apreciar el Río y la Sierra
Nevada de Santa Marta, siendo esto determinante para consolidar una
tendencia ya referida, acerca de la ubicación de las clases sociales y su
marcada forma de segregación del territorio. Esto, no obstante tener la
ciudad un origen de “libres”, condición que aparentemente podía signi-
ficar una ciudad más libre de los típicos prejuicios de las ciudades veci-
nas de rancio origen colonial.

20 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


TABLA N° 3
EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA DESARROLLO URBANO DE BARRANQUILLA EN 1922
REGIONAL 1777-1993
Barrio Tipo de desarrollo Promotor Año Hect.
San Roque Predio a predio 33.66
Rebolo Predio a predio 15.29
Abajo Predio a predio 16.42
Chiquinquirá Predio a predio 20.42
Rosario (Antiguas
Predio a predio 15.57
Quintas)
Total hectáreas predio
101.36
a predio
Monte Cristo Invasión 1916/17 3.19
El Prado Urbanización Parrish & Cía. 1922 130.17
Total hectáreas 234.72
Fuente: Plano de 1922. Cálculos del autor.

PERIODO 1922-1944
LA CONSOLIDACION DE LA CIUDAD MODERNA

Según Sergio Paolo Solano, el gran factor determinante en este proceso


de modernización urbana de Barranquilla lo constituyó el mejoramiento
de los servicios públicos. El de acueducto se inicia en 1920 gracias a la
expedición de las leyes 27 y 25 de 1921, las cuales autorizaban la emisión
de bonos de deuda pública que se materializaron en el empréstito de los
banqueros de Chicago, razón por la cual llegó a la ciudad el legendario
Samuel Hollopeter a dirigir la recién creadas Empresas Publicas Munici-
pales en 1925. De igual forma ocurrió con el servicio de energía eléctri-
ca, ya que en 1927 la firma estadounidense Electric Bond and Share
compró la vieja planta de la familia Obregón, aumentando radicalmente
su capacidad instalada de 4.478 a 11.000 HP. En el aspecto urbano el
también estadounidense William Laad, quien posteriormente fundaría
la Compañía General de Urbanizaciones, construyó el barrio Boston, al
costado sur de El Prado.

Siguiendo estos ejemplos y aprovechando el nuevo acueducto, inaugu-


rado en 1929, empresarios locales decidieron incursionar en el reciente
negocio de la urbanización.25 Fue así como se desarrollaron barrios como
Las Delicias y Olaya por N. Salcedo Ramón & Cía., El Recreo, por Fran-
cisco Insignares y otras urbanizaciones que aparecen en la tabla N°4. El
área de las urbanizaciones en este periodo es de 1.008,52 hectáreas co-
25 De acuerdo con lo señalado por Sergio rrespondientes al 62.37% del total. El 16.23% corresponden a invasio-
Paolo Solano esta incursión de empre-
nes, y el 21.40% a lo que en este ensayo llamamos loteo, que consistía en
sarios locales en el naciente sector de la
construcción obedecía a la crisis que atra- una simple parcelación de los terrenos y delimitación de algunos espa-
vesaba el sector de la ganadería. El caso
del barrio El Valle, por ejemplo, es desa-
cios comunales, pero sin ninguna clase de servicios públicos.26 Dentro de
rrollado por la Compañía Urbanizadora esta forma de desarrollo se destacan los barrios San Felipe, Montes y El
Bellavista, que además era una empresa
ganadera.
Valle. Las invasiones, con la notoria cifra de 262.54 hectáreas, tenían
26 Ver Solano, Sergio Paolo. Ibíd., p. 92. una connotación distinta a la del carácter espontáneo del periodo ante-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 21


PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

Plano N° 7. Barranquilla en 1922. Archivo del Departamento Adminis-


trativo de Planeación Distrital. Autor desconocido.

Foto N°8. Un plano de la ciudad publicada en 1928. En su parte


superior se observan las urbanizaciones El Prado y Boston (Distri-
tos 15 y 18). Fuente: Empresas Públicas Municipales. Autor des-
conocido.

22 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
rior. Éstas ya eran dirigidas y organizadas de alguna manera a partir de
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA ideas políticas que reivindicaban a la clase proletaria.27 Los nombres que
REGIONAL 1777-1993
llevan varios de estos barrios corresponden a los de líderes del partido
liberal como ocurre con el Alfonso López y el Pumarejo, claras alusiones
a este destacado líder del liberalismo.

Otros procesos de invasión estaban influenciados por nacientes ideolo-


gías comunistas. Se dio el caso de terrenos donde se proyectaba una
urbanización que eran invadidos de manera sorpresiva, logrando ocupar
gran parte de ellas como fueron las de San Isidro y Buena Esperanza. En
esta última, el Instituto de Crédito Territorial (ICT) entró a desarrollar
posteriormente un plan de mejoramiento de viviendas.

Luego de la recesión generalizada por la depresión de 1929, la ciudad


experimentó un gran crecimiento económico con la construcción del nuevo
puerto en el interior del Río, situación que se refleja en el crecimiento
urbano, el cual, a excepción del periodo de 1777, es el más alto de todos
los periodos con un incremento del 260.32% de hectáreas urbanizadas.
A consecuencia del desarrollo portuario se inició el desarrollo de la isla
de Barranquillita para el establecimiento de las nuevas industrias que
girarían alrededor del puerto. Sin embargo, esta zona no se desarrolló
en la forma prevista, debido a que en ella el nivel del terreno es más bajo
que el del Río y esto ocasionaba graves problemas con el alcantarillado.

El proyecto del puerto produjo una enorme valorización de los terrenos


donde se construyó, al igual que en sus alrededores, todos ellos de ca-
racterísticas pantanosas, como los de Barranquillita y la Zona Franca
vecina al puerto. Igualmente, la construcción de los tajamares de Bocas
de Cenizas dio origen al asentamiento del barrio Las Flores en el sitio
donde se ubicó el campamento del mismo nombre.

No cabe duda que la compañía urbanizadora más fuerte era la de Parrish &
Cía. No sólo por su condición de pionera, sino porque también había sido
fortalecida con la asignación de contratos de la nación como la construc-
ción de los tajamares de Bocas de Ceniza, la pavimentación de calles y la
construcción del acueducto, entre otros.

27 Teniendo como fuente a Eduardo Po-


sada Carbó, el fuerte movimiento sindi-
cal textilero en Barranquilla se desarrolló
entre 1920 y 1940. En este sentido, para
el año de 1948, el 70% de los trabajado-
res de Barranquilla estaban sindicaliza-
dos, mientras en Bogotá sólo lo estaban
el 15% y en Medellín, el 21%. Barran-
quilla: en busca de una segunda opor-
tunidad sobre la tierra. Fundación
Social, 1998.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 23


TABLA N° 4
PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
DESARROLLO URBANO BARRANQUILLA PERÍODO 1922-1944
INVASIÓN: 262.54 HA; LOTEO: 346.05 HA;
URBANIZACIÓN: 1008.52 HA.

Tipo de
Barrio Promotor Año Hectárea
desarrollo
Chiquinquirá Invasión 7.57
Boston Urbanización William Laad 96.72
El Recreo Urbanización Francisco Insignares 1926/36 111.96
Olaya Urbanización Salcedo Ramón & Cía. 89.71
Las Delicias Urbanización I. Salcedo Ramón & Cía. 65.74
Colombia Urbanización Cía. General de Urbanizaciones 62.23
América Urbanización Cía. General de Urbanizaciones 6.52
Compañía Urbanizadora el
El Porvenir Urbanización 1.944 56.15
Porvenir
Altos del Prado Urbanización I.C.T. Parrish & Cía. 1935/44 108.36
El Paraíso Urbanización I.C.T. 74.31
Urb. Montecristo Urbanización. Obdulio Robayo 3
Modelo Urbanización Parrish & Cía. 1.938 34.04
Benjamín Sarta. ICT/
Santa Ana Urbanización 1.938 35.32
Parrish & Cía.
Bellavista Urbanización Parrish & Cía. 1.927 23.34
La Concepción Urbanización Familia lux / ICT 57.64
San Francisco Invasión 32.65
San Salvador Invasión 17.78
Rebolo Invasión 30.63
Montes Loteo Julio Montes 64.69
Las Nieves 1ª. Etapa Urbanización Cía. Urb. La Costeña 89.5
Atlántico Invasión 17.02
Alfonso López Invasión 21.59
Proyecto Urbanización en
San Isidro Invasión terrenos de Rafael Candil 49.39
Atianza.
Loma Fresca Invasión 8.33

Buena Esperanza /Invasión 28.89

Las Flores Invasión 31.03

Pumarejo Invasión 17.66


Cía. Urbanizadora Bella Vista
Urb. El Valle Loteo 1942 27.89
S.A.
Urb. San Felipe Loteo Manotas & Cía. 47.75

El Lucero Urbanización I.C.T. 1962/64* 55.48

Nueva Granada Urbanización Carlos Goenaga G. 24.78

Sto. Domingo Urbanización 13.72

Barranquillita Loteo William Laad y Julio E. Gerlein 205.72


Total hectáreas 1617.11

* Esta fecha corresponde solo a los mejoramientos hechos por el Instituto de Crédito
Territorial, ICT.
Fuente: Archivo del Departamento Administrativo de Planeación Distrital, DAPD.

24 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993

Plano N° 8. Plano de Barranquilla en 1944. Fuente: Empresas Públicas Municipales.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 25


PERÍODO 1944-1957 PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

De los periodos analizados de la ciudad, éste es el que presenta un me-


jor desarrollo como consecuencia de la superación definitiva de la crisis
de los años treinta. En los gráficos N° 1 y N° 2 relativas tanto al movi-
miento general de la carga como a las exportaciones de café por el puer-
to de Barranquilla, se observa con claridad una tendencia ascendente en
la década de los cincuentas. A partir de allí continúan en una forma
decreciente. Este hecho se refleja en la parte urbana en la cual el 91%
del área de expansión de este periodo correspondió a urbanizaciones y
sólo un 8.33% fue producto de la invasión de los barrios La Sierra y La
Ceiba en la periferia sur de la ciudad. El último se convirtió en la zona
de tolerancia de ese momento.

GRÁFICO N° 1
EXPORTACIONES COLOMBIANAS DE CAFÉ
POR PUERTO DE EMBARQUE. 1945-1965
(MILES DE MILLONES SACOS DE 60 KILOS)
KILOS
1,800.00
1,600.00
1,400.00
1,200.00
1,000.00
800.00
600.00
400.00
200.00

1946 1948 1950 1952 1954 1956 1958 1960 1962 1964 1966
AÑOS
CIUDAD

BARRANQUILLA CARTAGENA

GRÁFICA N° 2
MOVIMIENTO DEEXPORTACIÓN GENERAL
POR EL PUERTO DE BARRANQUILLA (1947-1964)
T ONELADAS
140000

120000

100000

80000

60000
40000

20000
0
AÑOS
1948

1949
1950
1951
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1947

E XPORTACIONES TONELADAS

Fuente: Econometría. Estructura económica y perespectiva


de inversiones en Barranquilla y su área de influencia. Febrero
1986. p 91 y Eduardo Posada Carbó.

26 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993

Plano N° 9. Plano de Barranquilla en 1957, corresponde al Plano Regulador.


Fuente: Documento del Plan Regulador de 1957.

Es de señalar el papel protagónico que empieza a desempeñar el ICT en


la construcción de la ciudad. Del área de las urbanizaciones, el Instituto
participó en un 48%, siendo en su totalidad urbanizaciones para la clase
obrera que se localizaron hacia el sur, a excepción de la urbanización
Altos del Prado, localizadoas en el norte, promovidas inicialmente por
el ICT como viviendas para empleados. Estos barrios de generoso urba-
nismo son en la actualidad la franja de estratos medios que rodea al
centro de la ciudad. Hacia el norte se siguieron desarrollando los estra-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 27


tos medio alto y alto, pero ya solamente por la firma urbanizadora Parrish PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
& Cía., cuyas obras representaban el 21%, sin contar en éste las urbaniza-
ciones que construyeron para el mismo ICT como el caso del barrio Boyacá.

TABLA N° 5
DESARROLLO URBANO EN BARRANQUILLA EN 1944-1957
INVASIÓN: 63.67HECTÁREAS Y URBANIZACIÓN: 610.91 HECTÁREAS
Barrio Tipo de desarrollo Promotor Año Hectáreas
San José Urbanización Cía. Urb.San José/ ICT 1947 92.55
Boyacá Urbanización I.C.T./ Parrish & Cía. 1950/79* 20.09
La Unión Urbanización I.C.T./ Parrish & Cía. 1947 53.36
Las Nieves 2da etapa Urbanización Cía. Urb. La Costeña 50.00
Simón Bolívar Urbanización I.C.T. 107.29
Cevillar Urbanización I.C.T. 35.95
El Carmen Urbanización I.C.T. 1953/58 50.78
Los Andes Urbanización 39.05
La Sierra Invasión 34.75
La Ceiba Invasión 28.92
La Florida Urbanización Parrish & Cía. 1948 5.58
Ciudad Jardín Urbanización Parrish & Cía. 1947/1962 80.45
Nuevo Horizonte Urbanización Parrish & Cía. 1947/1974* 31.40
Granadillo Urbanización Parrish & Cía. 1947/1954 23.40
Altos del Prado Urbanización Parrish & Cía. I.C.T. 1935/47/54 21.01
Total hectáreas 674.58

* Esta fechas corresponden a etapas posteriores al periodo analizado. Fuente: Plano


de 1957. Archivos del Departamento Administrativo de Planeación Distrital. Cálcu-
los del autor.

PERÍODO 1957-1963

El gran crecimiento experimentado por la ciudad en el periodo anterior,


representado en un gran número de urbanizaciones, genera la necesidad
de contar con un instrumento que guiara su desarrollo hacia el futuro,
para que éste no fuera sólo resultado de las iniciativas privadas motiva-
das por la demanda del mercado. Es así como en 1957 se expide el Plan
Regulador, formulado con base en la ley 88 de 1947 y con la cual se dio
inicio a la planeación de corte moderno en el país. Sin embargo, ya para
ese entonces la ciudad abarcaba 2.881,85 hectáreas, es decir, un 43.48%
del área que ocupa en la actualidad.

Si examinamos un poco más en detalle estas 2.881,85 hectáreas, encon-


tramos que 487,83 corresponden al crecimiento predio a predio del cen-
tro histórico, conformado por barrios como Rosario, San Roque, Abajo,
Chiquinquirá y Rebolo, que se desarrollaron entre los siglos XVIII y
XIX. Al mismo tiempo, 269.48 hectáreas (9.35%) fueron producto de
invasiones y 346.05 hectáreas (12%), fruto de loteo sin servicios. Las
anteriores formas de desarrollo suman 1103.36 hectáreas, es decir, un
38.29% del área total de la ciudad en 1957. Las restantes 1778.85 hectá-
reas corresponden a las urbanizaciones iniciadas en 1922 con El Prado,
seguida por Boston, Bella Vista, Las Delicias, Olaya y otras más promo-
vidas por el capital privado, cuyos diseños obedecían a los criterios del
urbanismo moderno, de gran generosidad en las seciones de zonas ver-

28 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
des representadas por bulevares, parques y antejardines. Sin embargo,
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA en muchos casos no hubo articulación entre una urbanización y otra,
REGIONAL 1777-1993
quedando, por ejemplo, interrumpida la continuidad de bulevares.

TABLA N° 6
DESARROLLO URBANO 1957-1963
INVASIÓN: 500.99 HA; LOTEO: 22.08 HA
URBANIZACIÓN: 464.39 HA

Tipo de Hectár
Barrio Promotor Año
desarrollo eas
Las Palmas Urbanización I.C.T. 1962/75 56.34
La Magdalena Urbanización I.C.T. 1961 39.24
La Alboraya Invasión 33.49
Buenos Aires Invasión 35.63
Santuario Invasión 68.44
Carrizal Invasión 101.06
La Victoria 1a. Etapa Urbanización I.C.T./ Parrish & Cía. 1950 29.42
El Bosque Invasión 204.04
Cuchilla de Villate Invasión 17.37
San Felipe Loteo Manotas &Cía. 22.08
Betania Urbanización Ricardo Field 1967 21.51
Las Mercedes Urbanización Parrish & Cía. 1958/1962 9.04
Los Jobos Urbanización Parrish & Cía. 1962 9.66
Las Colinas Urbanización 13.01
Los Alpes Urbanización Parrish & Cía. 1951/1974 26.69
La Campiña Urbanización Parrish & Cía. 1958 23.39
La Cumbre Urbanización Parrish & Cía. 1960 25.25
El Tabor Urbanización Parrish & Cía. 1962/1972 25.42
Altamira Urbanización Julio Angulo 1949 13.45
El Poblado Urbanización Parrish & Cía. 1961/1966 36.17
Riomar Urbanización 42.23
Villa del Este Urbanización Parrish & Cía. 1962 6.26
San Salvador Invasión 17.78
Siape Invasión 7.96
Pasadena Urbanización Emilio Lebolo 1978/1979 16.92
I.C.T\ Correa &
La Luz Urbanización 1953 70.39
Heilbron
Rebolo* Invasión 15.22
Total hectáreas 987.46
Fuente: Archivo Departamento Administrativo de Planeación Distrital,
D.A.P.D. plano de 1963. Cálculos del autor.

El Plan Regulador intentó en principio articular la ciudad a través de


varios proyectos, especialmente viales, pero el bajo nivel de gestión que
ha caracterizado al municipio para concretar sus planes no permitió que
tales objetivos se lograran, lo cual se evidencia en el hecho de que su
oficina era sólo una más de la entonces Secretaría de Obras Públicas,
Fomento y Urbanismo. De él se logró aplicar en una forma incompleta
el plan de usos del suelo o estatuto urbano, el cual, a pesar de las suce-
sivas modificaciones se mantuvo hasta 1993 cuando se expidió el nuevo
estatuto de usos del suelo del Distrito de Barranquilla a través del De-
creto 654 de 1993, modificado a su vez por el decreto 572 de 1994.

El Plan no contempló la expansión de la ciudad, planteaba en cambio,


un mejoramiento de la estructura urbana existente que pudiese asumir
una densificación. El escenario imaginado por éste resultó totalmente

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 29


contrario. A partir de ésta década, el límite imaginario de la ciudad pro- PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
puesto por el Plan fue rebasado por una incontrolable expansión realiza-
da mediante invasiones impulsadas por recién llegados de las zonas rurales
de la Región Caribe y del resto del país. Éstas empezaron con las que
originaron los barrios Carrizal y el Bosque, sumando 305 hectáreas.

Para este periodo analizado las invasiones representan la mitad del cre-
cimiento de la ciudad con el 50.75 %, frente al 9.43% del periodo ante-
rior, mientras que las urbanizaciones pasaron del 90.57% al 47.02%.

Plano N° 10. Plano de Barranquilla de 1965. Fuente: Empresas Públicas Municipales.

30 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
Podemos decir, entonces, que hasta 1957, termina la etapa ascendente
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA del desarrollo de Barranquilla, donde el crecimiento económico va uni-
REGIONAL 1777-1993
do al crecimiento urbano, o lo que sería éste último como consecuencia
del primero.

PERÍODO 1963-1983

Los grandes deseos de desarrollo industrial y económico manifestados


por la clase dirigente a lo largo de la década del cincuenta, que hasta ese
momento era la misma clase empresarial de la ciudad28 se van al traste
con la implantación en el país del nuevo modelo económico de sustitu-
ción de importaciones desarrollado por la Cepal. La industria barran-
quillera entra en un proceso de desaceleración, ya que las nuevas medidas
proteccionistas le hacen perder la competitividad que, al menos desde el
punto de vista de localización, tenía frente a las otras regiones y ciuda-
des del país. La consolidación de Buenaventura como principal puerto
del país y su relación con Cali y la zona cafetera contribuyeron a conso-
lidar esta tendencia decreciente que se muestra claramente en los traba-
jos de Adolfo Meisel Roca titulados Por qué se disipó el dinamismo industrial
de Barranquilla y “Rezago relativo y creciente integración 1950–1994”,
entre otros.

La ciudad no ha podido recuperarse de ese estado de crisis, iniciado en


la década anterior. Aparte de las políticas macroeconómicas, varios son
los factores que se deben tener en cuenta para el análisis de esta situa-
ción. De ellos, el aspecto político y el poblacional son a nuestro juicio
dos de los más importantes para tenerse en cuenta.

Con el inicio del Frente Nacional se introducen nuevas prácticas políti-


28 Ver Sojo, Raimundo. Barranquilla, una
cas y en cierta forma una “profesionalización” del oficio de líder. En el
economía en expansión. Editorial Me-
joras, segunda edición. Barranquilla, caso de Barranquilla, la antigua clase dirigente, mezcla de empresario y
1955.
político, sería remplazada por otra, dedicada exclusivamente al ejercicio
29 El crecimiento o fortalecimiento de esta
clase política también se refleja en su par- de la política como un fin en sí para la adquisición de poder político y
ticipación en el plano nacional. “En efec- económico. El clientelismo, la compra de votos y el cambio de lotes por
to, mientras en 1949 la representación
de los departamentos costeños en la Cá- votos, serían las nuevas formas utilizadas para llegar a las instancias del
mara y el Senado llegaba al 16% y 17.5% poder local. En el periodo que analizamos abundan los casos de invasio-
respectivamente, ya para 1989 había su-
bido al 20% y 22% en su orden”. Meisel nes promovidas por políticos que aspiraban a llegar o a mantenerse en el
Roca, Adolfo. “Rezago relativo y cre- Concejo de la ciudad. Barrios como 20 de Julio y San Nicolás son apenas
ciente integración 1950-1994”. En: His-
toria Económica y Social del Caribe dos ejemplos.29
Colombiano. Ediciones Uninorte,
1994.
En lo referente a la parte poblacional, si en un comienzo ésta fue un
30 En este sentido debe tenerse en cuenta
que el desarrollo vial de la Costa Atlán- factor decisivo para la consolidación de Barranquilla como centro urba-
tica solo comienza en los años 50. Este no empresarial, desde la década del sesenta en adelante sería todo lo
hecho, sumado al atraso de las estructu-
ras productivas del sector rural basado contrario. El proceso migratorio campo-ciudad experimentado por el
en el latifundio facilitarían la movilidad país y las altas tasas de natalidad serían ahora factores decisivos para el
en el territorio y su migración hacia las
ciudades, especialmente a Barranquilla. rezago de Barranquilla en el plano nacional.30 (Ver cuadros de pobla-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 31


TABLA N° 7
PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
PERÍODO 1963-1983
INVASIÓN: 1.383.37 HA. URBANIZACIÓN: 921.37 HA. LOTEO: 29.43 HA.
Barrio Tipo de desarrollo Promotor Año Hectárea
La Chinita Invasión 36.79
El Ferry Invasión 21.43
Barlovento Invasión 12.29
Santa Elena Urbanización I.C.T. 25.76
Constructora del
Tayrona Urbanización 1971 18.87
Litoral
El Limón Urbanización Emilio Lebolo 1974 5.02
Universal Urbanización Conidec Ltda. 1980 12.33
El Campito Urbanización I.C.T. 1974 17.22
La Victoria 2a.Etapa Urbanización I.C.T. 1975 51.37
José A. Galán Invasión 29.2
Coop. Int. de Viv.
San Nicolás Invasión la Magdalena–Johny 12.37
Robles
Villa Blanca Invasión 16.04
Ciudadela 20 de Julio Urbanización I.C.T. 1973 212.49
Los Continentes Invasión 14.04
Kennedy Invasión 23.4
La Sierrita Invasión 49.97
Las Américas Invasión 35.01
Sto. Domingo de
Invasión 16.14
Guzmán
Siete de Abril* Invasión 169.05
Santa María Invasión 35.01
20 de Julio Invasión Johny Robles 25.56
San Luis Loteo Luis E. Cuervo del G. 1971 29.43
El Bosque* Invasión 204.04
Evaristo Surdis Invasión 100.42
Lipaya Invasión 19.21
Siete de Agosto Invasión 14.94
La Esmeralda Invasión 80.34
Ciudad Modesto Invasión 30.8
Nueva Colombia Invasión 36.09
Carlos Meisel Invasión 29.78
Cooperativa de
La Libertad Urbanización 1973 5.14
vivienda La Libertad
El Silencio Urbanización I.C.T. 1975 37.31
Los Trupillos Urbanización I.C.T. 1976 13.07
Los Pinos Urbanización I.C.T. 14.5
Mercedes Sur Urbanización Parrish & Cía. 1968/1972 13.21
Me Quejo Invasión 36.62
La Manga Invasión 40.46
La Paz Invasión 65.97
Los Olivos I y II Invasión 82.24
Por Fin Invasión 47.96
El Pueblo Urbanización I.C.T./Emilio Lebolo 1977 29.79
Campo Alegre Urbanización Parrish & Cía. 1980 93.11
La Pradera 1a. Etpa. Invasión 66.26
Ciudad Jardín 2a. Etapa Urbanización Parrish & Cía. 1962 48.99
William Restrepo & 1972
Los Nogales Urbanización 24.22
Hnas/Emilio Lébolo 1973
Villa Santos Urbanización Urvisa 1978/89 61.93
Santa Mónica Urbanización B.C.H. 1967 85.7
Altos de Riomar Urbanización Parrish & Cía. 1974 53.7
Fuente: Plano de 1983. Archivo del Departamento Adminsitrativo de Planeación
Distrital. Cálculos del autor.

32 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


TABLA N° 7 (CONTINUACIÓN)
EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA PERÍODO 1963-1983
REGIONAL 1777-1993
Tipo de
Barrio Promotor Año Hectárea
desarrollo
Villa Santos Urbanización Urvisa 1978/89 61.93
Santa Mónica Urbanización B.C.H. 1967 85.7
Altos de Riomar Urbanización Parrish & Cía. 1974 53.7
Altos del Limón Urbanización Parrish & Cía. 1974 32.19
González &Salcedo 1964
Andalucía Urbanización 25.06
David Tcherassi 1975
El Limoncito Urbanización Parrish & Cía. 1974/76 17.38
El Golf Urbanización 16.33
Las Tres Avemarías Invasión 13.16
I.C.T.- Carbo &
La Floresta Urbanización 1974 6.62
Navarro
San Salvador Invasión 19.11
Total hectáreas 2334.44
Fuente: Plano de 1983. Archivo del Departamento Adminsitrativo de Planeación
Distrital. Cálculos del autor.

Plano N° 11. Plano de Barranquilla de 1983. Contiene además el Plan


Maestro Vial para el Área Metropolitana de Barranquilla.
Fuente: Misión de la Agencia de Cooperación Internacional Japonesa
(JICA, por sus siglas en inglés).

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 33


ción y tasas de crecimientos intercensales de la pág. 14). La gran masa de PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
población recién llegada a la ciudad no encontraría oportunidad para
vincularse a un sector industrial en retroceso. Su supervivencia depende
más bien de la vinculación al sector informal de la economía, especial-
mente las relacionadas con la actividad comercial. El centro de la ciudad
sufre, en consecuencia, su mayor deterioro con la ocupación del espacio
público por los vendedores ambulantes y estacionarios que hoy superan
los 11.000.

Para estas mismas personas la problemática de la vivienda se resuelve


sobre todo con las invasiones. Durante este periodo tales invasiones o
viviendas subnormales alcanzaron más del 60% del área de expansión.
Las urbanizaciones para las clases populares, por el contrario, sólo su-
man 444.35 ha., equivalentes a un 19%. Hay que señalar que estas urba-
nizaciones se desarrollan casi en su totalidad durante la década de los
años setenta dentro de la política del gobierno nacional denominada
“ciudades dentro de la ciudad”, que se caracterizaron por una trama
urbana poco articulada al resto de la ciudad. Al respecto, es elocuente el
ejemplo de barrios como El Silencio, Los Trupillos y El Campito. Sólo la
segunda etapa de la Ciudadela 20 de Julio, se desarrolla durante los
primeros años de la década del ochenta dentro de la política de “vivien-
da sin cuota inicial” o del “Sí se Puede”, ejecutado durante el mandato
presidencial de Belisario Betancur. Hoy este sector es reconocido por su
pobreza en materia urbanística: alta densidad y escasas zonas verdes, así
como por su precariedad en equipamiento comunal y espacios públicos.
No sorprende, por eso, el comportamiento social de este sector, marca-
do por problemas de violencia urbana como pandillas, así como una fal-
ta de pertenencia con su barrio.

34 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
PERÍODO 1983-1993
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993
Este periodo es en cierta forma una continuación de la tendencia recesiva
de la ciudad iniciada en la década de los cincuenta. Uno de los sectores
más importantes de la industria local, como lo era el sector textilero o,
más concretamente, el de las confecciones, es el primero en venirse aba-
jo con las primeras reformas económicas que se iniciaron en los ochenta
y se profundizaron en los noventa. Según Luis M. Mesa Espinoza31, son
cuatro los hechos más relevantes en la década de los ochenta para este
sector: la liberalización de importaciones, la intensificación del contra-
bando, la crisis financiera y el programa de estabilización de Venezuela.
De acuerdo con datos dados a conocer por la Superintendencia de So-
ciedades en febrero de 1987, se estimaron en 500 los concordatos decla-
rados en todo el país, de los cuales el 10% se radicó en Barranquilla,
ciudad en la que entre 1971 y 1988 se registraron 100 procesos.32 No
sorprende así el alto índice de personas que aparecen como empleados
por cuenta propia en las cifras del Dane de los últimos años.33 Esto no es
más que el desempleo disfrazado de informalidad.

Pasando a otra de nuestras preocupaciones, la población de la ciudad


muestra una relativa disminución frente a los periodos anteriores. Al
respecto, además de la tendencia a la baja en la tasa de crecimiento
poblacional en el país, se debe tener en cuenta que para este periodo
se consolida el proceso de metroplización, presentándose una conur-
bación total con el municipio de Soledad. Este hecho significa que el
crecimiento poblacional de Barranquilla se desplazó hacia otros munici-
pios que integran su área metropolitana, tal como lo muestra la tabla N°8,
especialmente la población que requería vivienda de interés social, una
vez agotada la poca oferta de tierras con disponibilidad de servicios que
ofrecía la ciudad en los alrededores del estadio metropolitano.

TABLA N° 8
TASAS DE CRECIMIENTO DEL ÁREA METROPOLITANA
Períodos 1957-1964 1964-1973 1973-1985 1985-1993
Barranquilla 4.50 3.90 2.50 2.63
Soledad 4.80 6.60 8.04 4.77
Malambo 4.10 5.50 13.60 4.21
Puerto Colombia 1.80 4.00 5.10 3.63
31 Mesa Espinoza, Luis M. “La quiebra
Fuente: Censos de población del Dane.
textilera en los ochentas”. En: Revista
Gestión. Universidad del Norte. 1995,
N° 1.
32 Op.cit. Esta es una de las razones para entender la alta participación de las
33 Para el año de 1994 la participación del invasiones presentadas durante este periodo, que junto con el loteo su-
empleo informal en la ciudad era del
57.45%. Igualmente en 1996 la pobla-
man el 94% del total del área de expansión de la ciudad. En la parte
ción ocupada por cuenta propia era el norte sólo se construyó la urbanización Villa Country y la última etapa
42.1 % siendo el promedio nacional del
26.9%. Fuente: Encuesta Nacional de
de la urbanización Villa Santos, la cual se realiza porque ésta firma ur-
Hogares, 1994. Dane. banizadora fue capaz de construirse su propio sistema de alcantarillado.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 35


PORFIRIO OSPINO CONTRERAS

CONVENCIONES
Manchas oscuras: Uso comercial del suelo
Manchas grises: Uso residencial del suelo

Plano N° 12. Barranquilla en 1993. Fuente: Departamento Administrativo de Planeación


Distrital.

TABLA N° 9
DESARROLLO URBANO DE BARRANQUILLA 1983-1993
INVASIÓN: 362.64 HA. URBANIZACIÓN: 24.82 HA. LOTEO: 53.24 HA.
Barrio Tipo de desarrollo Promotor Año Hectárea
Los Girasoles Loteo / Invasión 1992
7 de Abril Invasión 15.47
Villa San Pedro I Loteo A. Munarris/ 4.78
Fundesac.
Villa San Pedro II Loteo A. Munarris/ 9.50
Fundesac.
Romance Invasión 9.80
California Invasión 8.66
Villa Flor Invasión 7.05
Cordialidad Invasión 16.11
Sn. Pedro Alejandrino Loteo A. Munarris/ 12.14
III Fundesac.
La Gloria Invasión 4.28
Las Malvinas Invasión 70.18
Los Rosales Invasión 11.25
La Pradera Invasión 66.26
Urb.Los Laureles Loteo/Autogestión Asociación para la 1987 5.19
Vivienda Popular

Urb. El Milagro Loteo/Autogestión Comité Cívico el 1982 6.16


Milagro.
Villa Country Urbanización Country Club 1981 24.82
Total hectáreas 440.70

Fuente: plano de 1993. Archivo del Departamento Administrativo de


Planeación Distrital. Cálculos del autor.

36 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


TABLA N° 10
EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA PARTICIPACIÓN DE CADA PERÍODO
REGIONAL 1777-1993 EN LA EXTENSIÓN URBANIZADA

Año Hectáreas %
1777 23.79 0.35
1897 362.68 5.43
1922 234.72 3.51
1944 1617.11 24.22
1957 674.58 10.10
1963 987.46 14.79
1983 2334.44 35.00
1993 440.07 6.60
Total 6.675.48 100%
Fuente: Cálculos del autor.

R
io
M
ag
da
le
na

Plano N° 13. Plano de crecimiento de Barranquilla 1777-1993. Diseñado por el autor


tomando como base la cartografía del Departamento Nacional de Estadística, Dane.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 37


Hay que señalar que la ciudad había llegado hasta la cota más alta de su PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
pendiente hacia el río. A partir de esta cota (120) se inicia la pendiente
que vierte hacia el Occidente y su sistema de arroyos que desembocan en
la Ciénaga de Mallorquín. La expansión hacia esta zona implica la cons-
trucción de un nuevo sistema de alcantarillado independiente al exis-
tente, situación para la cual no estaban preparadas las antiguas Empresas
Públicas Municipales. Precisamente, al finalizar los ochenta, esta empre-
sa presentó su peor crisis que terminó con su liquidación en 1992, dán-
dole paso al esquema mixto que crea la llamada Triple A.

CONCLUSIONES

Luego de haber analizado cada uno de los periodos en que dividimos


para su estudio el desarrollo urbano de Barranquilla, es posible apreciar
el resultado final del mismo. En la gráfica N°3 se observa como los desa-
rrollos no planificados, compuestos por invasiones, loteos y crecimiento
predio a predio representan el 52.72% del área total urbanizada de la
ciudad. Lo anterior es suficiente para entender los problemas que hoy
afronta la ciudad representados en dos caras de una misma moneda. De
un lado, una ciudad relativamente moderna dotada de ciertas comodi-
dades y, por el otro, la que muestra la más clara expresión del subdesa-
rrollo: barrios carentes de casi todo, pero que, paradójicamente, se
constituyen en fuente de riqueza de la otra, o al menos de la que osten-
tan los dueños de los medios de producción. En consecuencia, nos ha-
llamos en presencia de una ciudad altamente segregada, fácilmente
observable en el plano N° 15 de la estratificación socioeconómica de la
ciudad.

GRÁFICA N° 3

TIPOS DE DESARROLLO
487.83
7% Predio a Predio
2.581.87
48% Invasión

39% 429.17
Loteo
6% 3.154.98
Urbanización

Fuente: Cálculos del autor

38 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


GRÁFICA N° 4
EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993
TIPOLOGIA DEL DESARROLLO URBANO EN
BARRANQUILLA

1600

1400 1388.84

1200

HECTÁREAS
1000 1008.52 PREDIO A PREDIO
916.17
LOTEO
800
INVASION
600 610.91 URBANIZACION
500.99
464.39
400 362.68 362.64
346.05
262.54
200 130.17
101.36
63.67 22.08
23.79 29.43 31.61
24.82
0 0 0 0
3.19 0 0 0 0 0

1777 1897 1922 1944 1957 1963 1983 1993

PERIODOS

MORFOLOGÍA URBANA DE BARRANQUILLA. 1993.

R
io
M
ag
da
le
na

Plano N° 14. Tipos de desarrollo. Elaboración del autor.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 39


Así las cosas, es dable concluir que, desde un comienzo, Barranquilla PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
ha sido una ciudad eminentemente receptora de población migrante,
cuya procedencia varía de acuerdo con las coyunturas económicas, so-
ciales y políticas del país y del mundo (Ver gráficas N° 5 y 6 relativas a las
curvas de crecimiento urbano y poblacional).

Estos han sido factores determinantes en la configuración de la ciudad,


lo cual se ha mostrado a lo largo de este trabajo.

Por demás, la ciudad ha debido soportar el gran peso de ser epicentro de


la Región Caribe, que es la más pobre del país. Según cifras del Dane,
basadas en el censo de 1993, la población del Caribe Colombiano en esta-
do de miseria comprendía entonces el 38.06%, cifra que duplicaba el pro-
medio nacional, el cual era del 18.09%, y superaba incluso a la región de la
Costa Pacífica, a la que correspondía el 24.89% en esta materia.

TABLA N° 11
POBLACIÓN SISBENIZADA EN BARRANQUILLA AÑO 2000
Nivel N°
%
de pobreza de personas
1 101.508 21.80
2 181.204 38.88
3 128.801 27.63
4 45.017 9.65
5 8.666 1.85
6 893 0.19
Total 466.089 100%
Fuente: Base de Datos Sisben Barranquilla. Planea-
ción Distrital.

Igualmente, el número de hogares en Barranquilla con servicios inade-


cuados era del 41% para ese mismo año. Medellín y Cali sólo tenían el
2% y 3% respectivamente.34 Esta cifra de hogares con servicios inadecua-
dos es casi coincidente con la sumatoria de los estratos 1 y 2, los cuales
representan el 43.71% del total de la ciudad. (Ver tabla N° 12). Lo ante-
rior es fácilmente comprensible puesto que los estratos antes señalados
están compuestos casi en su totalidad por los barrios surgidos de la

TABLA N° 12
ESTRATIFICACIÓN SOCIOECONÓMICA
BARRANQUILLA 2000
Estrato No. de predios %
1 60.643 25.71
2 42.430 18.00
3 61.590 26.04
4 24.371 10.32
5 19.309 8.17
6 27.777 11.76
Total 236.120 100 34 Cifras tomadas de la Encuesta Nacional
de Calidad de Vida realizada por el Dane.
Fuente: Base de Datos Planeación Distrital. 1993.

40 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
subnormalidad, que durante mucho tiempo estuvieron ausentes de las
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA preocupaciones de las administraciones locales. Sólo hasta la adminis-
REGIONAL 1777-1993
tración del alcalde Bernardo Hoyos, en 1992, se empieza a pensar de
manera seria en resolver esta grave situación, proponiendo y realizando
planes de inversión social en esos sectores que se convirtieron en su ma-
yor capital político.

La liquidación de las antiguas Empresas Públicas Municipales en 1992 y


la creación de la nueva empresa de carácter mixto de acueducto, alcan-
tarillado y aseo, más conocida como la Triple A, es un esquema que
hasta la fecha ha mostrado ser exitoso. La puesta en marcha desde 1993
del plan trienal y el último apoyo recibido del gobierno nacional permitiran
que la ciudad alcance, en poco tiempo, una cobertura en sus servicios
básicos superior al 90%.

Este hecho es fundamental para el futuro desarrollo de la ciudad, ya


que le permitirá afrontar de mejor forma el proceso de apertura y
globalización, constituyéndose en una de las mejores opciones para la
relocalización de la industria nacional. Aunque es prematuro medir el
impacto positivo que ha tenido para la ciudad el cambio en el modelo
económico, puesto que los procesos de relocalización y reconversión no
se producen de la noche a la mañana, sí es un hecho que en la gran crisis
económica experimentada por el país, la ciudad de Barranquilla es una
de las que mejor comportamiento ha tenido.35

Este hecho podría confirmar una de las hipótesis sugeridas en este tra-
bajo: los mejores indicadores de desarrollo de la ciudad se han dado en
los momentos en que el país ha asumido modelos de liberalización co-
mercial.

En este sentido, se puede mostrar la estrecha relación que hay entre la


economía de la ciudad, y especialmente de su desarrollo urbano, y las
variaciones registradas en el movimiento de la carga por su puerto maríti-
mo. Así, es posible observar en las gráficas N° 1 y 2 que en la medida en
que crece el movimiento de carga, crecen también las urbanizaciones; y al
contrario, cuando disminuye el movimiento portuario aumentan los lla-
mados asentamientos subnormales. En este punto también hay que des-
tacar la gran repercusión de las exportaciones de café llevadas a cabo por
el puerto local, y que en los últimos años han aumentado como conse-
cuencia del mejoramiento en la calidad del servicio que hoy presta la
Sociedad Portuaria, empresa privada que reemplazaró a la liquidada
Puertos de Colombia.

Al ser superado el problema de infraestructura de servicios básicos, se


35 Las últimas encuestas sobre el desempleo
puede pensar de una manera optimista sobre el futuro de la ciudad,
en el país realizadas por el Dane, mues- pues en tal caso la parte del presupuesto distrital destinada a inversiones
tran a la ciudad por debajo de ciudades
como Bogotá, Medellín, Cali y Bucara-
en redes de servicios podrá ser dirigida a cubrir asuntos como el mejora-
manga. miento y construcción de nuevos parques, el perfeccionamiento del sis-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 41


tema vial y alternativas de solución a problemas como el transporte ma- PORFIRIO OSPINO CONTRERAS
sivo y el espacio público en el centro de la ciudad. Todos estos aspectos,
que ya hacen parte de la discusión del Plan de Ordenamiento Territorial,
le darán un rostro más amable a la ciudad. Pero igualmente la competi-
tividad de ésta dependerá de las inversiones que se hagan en el mejora-
miento de la calidad del recurso humano, el cual deberá capacitarse para
afrontar los retos de la inserción en una economía cada vez más globali-
zada, donde los constantes avances tecnológicos se constituyen, paradó-
jicamente, en una de las nuevas formas de exclusión.

GRÁFICA N° 5
TASA DE CRCIMIENTO URBANO
1800
1600
1,524.50
PORCENTAJE DE CRECIMIENT

1400
1200
1000
800
%
600
400
260.32
200
0 60.73 30.13 33.89 59.85 6.72
0
A 1777 A 1897 A 1905 A 1922 A 1944 A 1957 A 1963 A 1983 A 1993
PERIODOS DE TIEMPO

GRÁFICA N° 6
BARRANQUILLA: TASA DE CRECIMIENTO
ENTRE PERIODOS INTERCENSALES

1600% 1412%
1400%
1200%
1000%
800%
600%
400%
21,9% 32% 136% 83,5% 76,3% 42,4% 27,7% 21,7%
200%
0%
1777 1905 1912 1918 1938 1951 1964 1973 1985
1905 1912 1918 1938 1951 1964 1973 1985 1993

42 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


EL DESARROLLO URBANO
DE BARRANQUILLA Y SU DINÁMICA
REGIONAL 1777-1993

Plano N° 15. Plano de estratificación socioeconómica de Barranquilla. Año 2000.


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44 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CAPÍTULO II

CIUDAD Y APERTURA ECONÓMICA: EL CASO


DE BARRANQUILLA 1991-1996
CIUDAD Y APERTURA: EL CASO II
DE BARRANQUILLA 1991-1996

CIUDAD Y APERTURA ECONÓMICA:


EL CASO DE BARRANQUILLA 1991-1996

JAIRO PARADA CORRALES*

Reflexionar sobre los impactos que el proceso de apertura ha tenido


sobre la ciudad resulta un ejercicio necesario y a la vez difícil, dado que
nos obliga a abordar, por un lado, la problemática de nuestra ciudad
desde una perspectiva menos parroquial y provinciana a la luz de los
procesos de reforma económica que continúan en el mundo, y por el
otro, a enfrentar el hecho evidente de que la información que poseemos
sobre el objeto de estudio es superficial e insuficiente.

De plano, hay que afirmar que un análisis sobre la evolución económica


citadina del período 1991-1996 tiene que referirse no sólo al proceso de
apertura vivido por el país sino al conjunto de políticas que han ido acom-
pañándolo, como es el caso de la descentralización, la desregulación y
las privatizaciones. Son las “reformas económicas” de los 90 que están
operando extensivamente en los países en desarrollo. Se trataría enton-
ces de revisar muy someramente la evolución de la misma con respecto a
todo el proceso de la reforma, y por lo tanto, cubrirá aspectos que no
sólo tienen que ver con su dinámica económica sino con su situación
fiscal, su infraestructura y su evolución política y social.

Las reformas económicas implementadas en todo el mundo no son el


invento malévolo del Departamento de Estado de los Estados Unidos ni
el resultado de una conspiración internacional de la banca mundial. Son
el reflejo de un nuevo modelo de acumulación que los teóricos han lla-
mado el postfordismo, o el régimen de una producción flexible, basado
en la revolución científico-técnica que vivimos, fundamentado en la in-
formática, la electrónica, los nuevos materiales y la biotecnología. Este
régimen postfordista ha erosionado las viejas y obsoletas fronteras de los
estados nacionales y ha señalado claramente que el éxito para una inser-
ción exitosa en este nuevo modelo, ya no depende –aunque lo exige– de
“correctas” políticas macroeconómicas del Estado Nacional, sino esen-
cialmente de lo que ocurra a nivel micro o mesoeconómico en una ciu-
* Jairo Parada Corrales. Economista, dad o región.
ex decano de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad del At-
lántico y candidato a PhD. de University Ello implica que la ciudad como “espacio urbano” o “local” ya no sólo
Missouri de Kansas City. juega un rol como asiento de un proceso de acumulación sustentado en

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 47


un mercado interior y una urbanización conexa, sino que es lanzada –de JAIRO PARADA CORRALES
repente y sin previo aviso– a la competencia internacional, donde la
gestión de su desarrollo tiene que partir de una visión mundial y a la vez
local y regional resumida en la famosa frase de Naisbitt “Pensar, global-
mente, actuar localmente”.1

LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DE LA CIUDAD

Cuando se inició el proceso de apertura a finales de 1991, era común la


idea entre los gremios de la ciudad que Barranquilla sería el “epicentro
de la apertura” si aprovechaba esta oportunidad. En los sucesivos foros
de la Costa Caribe en la década de los 80 se había predicado la necesi-
dad de cambiar el modelo sustitutivo que había predominado en el país
y que favoreció al eje Bogotá-Medellín-Cali. Al fin el cambio ya se ini-
ciaba y se corría el riesgo de no estar a la altura de las circunstancias. La
ciudad mostraba niveles lamentables en la prestación de servicios públi-
cos (especialmente agua y teléfonos) y la red vial estaba en crítico esta-
do. Se había perdido el dinamismo industrial de antaño y muchos corifeos
trataban de elogiar este fenómeno diciendo que había que cambiar su
perfil de “industrial” a “comercial”. El puerto se encontraba en proceso
de privatización ante el fracaso evidente de la gestión pública del mismo
y algún directivo gremial avisoraba el peligro de que “la apertura nos
pasara por encima de nuestras cabezas”.2

De todas maneras, había un ambiente de cambio y se percibía un deseo


de implementar las reformas económicas en la ciudad aun en contra o
por encima de los sectores políticos tradicionales que la controlaban a
nivel del gobierno local.

No es posible medir –como quisiéramos los economistas– la evolución


industrial y comercial de Barranquilla desde entonces. Si tuviéramos la
información, calcularíamos la tasa de crecimiento del PIB urbano en el
período y lo compararíamos con los niveles precedentes de la década de
los 80. Ello nos daría respuestas precisas a estas inquietudes. Pero el
nivel de la información que manejamos nos obliga a usar medidores in-
directos o variables “Proxy” para tener una idea de lo que ha pasado en
la ciudad.3
1 Ver la excelente obra de Naisbitt, John.
En la tabla N° 1 se observa que a nivel del consumo de energía eléctrica Global Paradox. Avon Books. New
York, 1995.
el crecimiento del mismo en la esfera industrial ha sido moderado, 2 La afirmación es de Felipe Tovar De
siendo más fuerte en la órbita comercial y de los servicios, lo cual podrá Andreis, en ese entonces, Presidente
Ejecutivo de la Cámara de Comercio de
estar señalando una respuesta más comercial que industrial al proceso Barranquilla.
de apertura. 3 La Encuesta Anual Manufacturera del
Dane –regionalizada– sólo llega hasta
1991. La muestra mensual manufactu-
A nivel del PIB regional del Atlántico se observa la continua pérdida de rera nacional no nos aporta mucho so-
participación de la industria manufacturera: En 1991 dicha participa- bre la realidad local.

48 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


TABLA N°1
CIUDAD Y APERTURA: EL CASO
DE BARRANQUILLA 1991-1996 CONSUMO ENERGÍA ELÉCTRICA 1990-1996
CRECIMIENTO ANUAL (%)
Industrial 2.1
Comercial 5.4
Otros (sin residencial) 4.2
Fuente: Cámara de Comercio de
Barranquilla. Cifras económicas de
1996.

ción alcanzaba un 35.25% mientras que en 1994 había caído a un 32.5%,


a favor de otros sectores como comercio, transporte, sector financiero,
etc. Aunque estos procesos son lógicos en los patrones de desarrollo, la
duda surge de si estamos ante un proceso de modernización del desarro-
llo local o ante un deterioro caracterizado por la informalización.4

También podrían mirarse los procesos de constitución de nuevas socie-


dades (ver tabla N° 2) en el período 1991-1996. Se observa una reacción
positiva en el período 1993-1995 para luego empezar a frenarse en 1996.
Debemos destacar que apenas un 6% de las sociedades constituidas son
anónimas, predominando las sociedades limitadas. Lo cual todavía mues-
tra la estructura familiar y de “conocidos” de la actividad económica de
la ciudad. Sobra señalar el predominio de las actividades comerciales y
de servicios sobre las manufactureras en este proceso.

TABLA N° 2
CONSTITUCIÓN DE SOCIEDADES EN BARRANQUILLA
(1991-1996)
Actividad 1991 1992 1993 1994 1995 1996 Total
Manufacturera 212 170 142 177 178 166 1045
Construcción 92 90 131 159 181 153 806
Comercio 867 554 644 617 641 654 3977
Transporte 58 85 74 83 85 83 469
Finanzas 398 106 405 485 501 501 2696
Servicios 132 165 195 214 163 254 1123
Fuente: Cámara de Comercio de Barranquilla. Cifras económicas de 1996.

A nivel del movimiento del comercio exterior, resulta útil examinar la


actividad exportadora. Observando el del valor en dólares exportado por
Barranquilla (no originado en Barranquilla exclusivamente); el creci-
miento de esta variable indica un resultado positivo especialmente en el
último año en el cual las exportaciones crecieron en un 12.45% (ver
tabla N° 3). A nivel del movimiento total de carga, el terminal marítimo
muestra claros signos de recuperación cuando la carga movilizada se ha
incrementado en un 151% desde 1991, con una tasa anual de incremen-
4 Calculado con base en Estadísticas
to promedio del 20.3%. Es de destacar el aumento en un 19% de su
básicas e información industrial de
la Región Caribe Colombiana. Juliana actividad en 1996, aunque esencialmente sea importadora pero con des-
Delgado, Consejería Presidencial de la
Costa Atlántica. Santafé de Bogotá, sep-
tino local, lo cual refleja un dinamismo comercial en este sentido. (Ver
tiembre de 1996. tabla N° 4).

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 49


TABLA N° 3
JAIRO PARADA CORRALES
BARRANQUILLA. EXPORTACIONES POR BARRANQUILLA
($US MILLONES)
Año Valor Variación
1991 574.5 30.2
1992 333.2 -42.0
1993 306.1 -8.13
1994 348.0 7.27
1995 373.3 7.27
1996 419.8 12.45
Fuente: Cámara de Comercio de Barranquilla.
Cifras cconómicas, boletines, varios.

TABLA N° 4
TERMINAL MARÍTIMO DE BARRANQUILLA
CARGA TOTAL DE COMERCIO EXTERIOR
Año Valor Variación
1991 472.024 -
1992 870.536 84.42
1993 742.763 -14.67
1994 978.801 31.77
1995 998.977 2.06
1996 1.188.514 18.97
Fuente: Cámara de Comercio de Barranquilla.
Cifras económicas, boletines, varios.

A pesar de lo anterior, quisiera destacar la pérdida del dinamismo de las


exportaciones industriales del Atlántico (eje Barranquilla, Soledad, Ma-
lambo). Si revisamos los datos de la tabla N° 5 e ignorando las cifras
infladas de 1991 por exportaciones ficticias, se observa un descenso de
las exportaciones en el período 1992-1993 para luego recuperarse en
1994, caer en 1995 y recuperarse en 1996 levemente. Pero sin lograr el
nivel de exportaciones en 1992, siendo superado claramente por el De-
partamento de Bolívar desde 1992 en forma sistemática, quien en 1996
exportó US$345 millones.

De los resultados anteriores se colige un hecho evidente: La ciudad ha


ido perdiendo su dinámica industrial, siendo alimentada más por una
dinámica comercial y financiera, que más que ser una ventaja, se puede
convertir en su talón de Aquiles en el largo plazo. Ya algunos historia-
dores han advertido de ciertas prosperidades “fenicias” de nuestra ciu-
dad en los años 50 como la ha afirmado Jorge Villalón. No nos podemos
comparar con Miami, y en todas partes del mundo resulta más sólido un
desarrollo industrial ligado a la expansión comercial y de servicios. En la
era de la producción flexible, son los procesos de producción locales
pero con visión global, los que deciden la dinámica del crecimiento eco-
nómico, y resulta muy peligroso para una ciudad fundamentar su desa-
rrollo sólo en el sector comercial, en la medida en que éste no tenga un

50 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CIUDAD Y APERTURA: EL CASO
apoyo endógeno caracterizado por el sector industrial. Sólo el empleo
DE BARRANQUILLA 1991-1996 industrial proporciona una ocupación con ingresos más altos y de mayor
productividad.

TABLA N° 5
EXPORTACIONES INDUSTRIALES DEL ATLÁNTICO
(MILLONES $US)
Año Valor Variación
1991 565.6 -
1992 291.9 -48.4
1993 244.5 -16.2
1994 289.5 18.3
1995 230.1 -20.5
1996 248.9* 8.2
Fuente: Corpes. Sistema de Informa-
ción Regional.
*Estimado por el autor.

A pesar de lo anterior, hay señales que nos permiten salir del pesimis-
mo: La actividad portuaria se recupera, se discute sobre macroproyectos
portuarios, alimentados por el carbón y nuevos hechos en el área me-
tropolitana indican impactos en los procesos de industrialización y co-
mercialización: La presencia de Makro, la ampliación industrial de Águila
y Monómeros, la nueva planta de laminación en frío de Acesco en Ma-
lambo, las futuras instalaciones de Leona en esa zona y el desarrollo
notorio del transporte urbano en el área metropolitana señalan una di-
námica laboral y económica que plantea retos para nosotros. Una mues-
tra de lo anterior la podemos notar en la dinámica del sector constructor
de la ciudad, el cual sólo se ha venido a frenar desde 1996, cuando había
hecho crisis a nivel nacional mucho antes, mostrando lo atípico de la
situación de Barranquilla y una mayor solidez del sector en su gestión y
proyección (ver tabla N° 6).

TABLA N° 6
BARRANQUILLA-CONSTRUCCIÓN
EN EL ÁREA METROPOLITANADE BARRANQUILLA

N° de metros2 Licencias
Año Variación
construidos aprobadas
1991 288.611 -14.5 652
1992 246.724 -14.5 610
1993 394.525 59.9 648
1994 243.854 -38.2 412
1995 496.093 103.4 1.181
1996 521.788 5.17 593
Fuente: Cámara de Comercio de Barranquilla. Cifras económicas. Boleti-
nes varios.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 51


EL PANORAMA FISCAL JAIRO PARADA CORRALES

Para Malcom Deas, “el estudio de las finanzas públicas es uno de los me-
jores puntos de partida para la investigación social, especialmente, aun-
que no de manera exclusiva, para el de la actividad política. El espíritu del
pueblo, su nivel cultural, su estructura social, las metas de sus políticas,
todo esto y mucho más, está escrito libre de todo adorno en su historia
fiscal. Aquel que sabe escuchar este mensaje de las finanzas públicas oye
mejor que en cualquier otra parte el terreno de la historia universal”.5

No es para nadie un secreto que el panorama fiscal del Distrito de Ba-


rranquilla se constituye en una de las serias amenazas para la inserción
exitosa de nuestra ciudad en el proceso de globalización. El debate so-
bre este problema se inició a finales de 1995 liderado por la Cámara de
Comercio y continuó en 1996 con el Informe Montenegro. Hoy, la polé-
mica sobre el impuesto predial refleja las dificultades que afrontamos.
Esta crisis fiscal se ha manifestado en un déficit de operaciones efectivas
(caja) que se ha traducido en una iliquez que ha convertido al ente
distrital en un sinónimo de incumplimiento, mala paga e incapaz de
atender sus obligaciones laborales. Las características de este deterioro
de las finanzas distritales se pueden resumir en:

1. Sobreestimación continua de los presupuestos en las sucesivas vigen-


cias recientes. Se adquieren compromisos de giro que después no se
pueden cumplir.
2. Los gastos de funcionamiento del Distrito se han triplicado en pesos
reales desde 1991. El aumento de la nómina se ha originado en gran
parte por el personal del Concejo, Contraloría y Personería, exce-
diendo el valor de la nómina del nivel central.6
3. Para 1996 se estimó en $81.000 millones el déficit efectivo. El drama
vivido en 1997 confirma que los problemas continúan.
4. Aguda contracción de la inversión pública, deterioro de la malla vial
(con excepción de algunas secciones parciales a nivel de área metro-
politana y el Fondo de Valorización). 5 Citado por Adrian, O. y Rojas, F. Ele-
mentos de finanzas públicas en Colom-
bia. Editorial Temis. Bogotá, 1995. p.4.
¿Cuáles han sido las razones de esta precariedad fiscal? Se han registra- 6 Ver Montenegro, A . y Vargas, C. Distri-
do deficiencias en la gestión del impuesto de industria y comercio, y una to de Barranquilla. Situación financie-
ra y principales programas de inversión:
caída en términos reales del impuesto predial, y por consiguiente un Diagnóstico y recomendaciones. Ba-
divorcio entre lo presupuestado y lo recaudado realmente. El presu- rranquilla, Mayo de 1996.
7 Porto L. José A., demuestra que “...la
puesto del Distrito se ha convertido en una “burbuja contable” que es dinámica económica de Barranquilla
necesario “desinflar” pues sólo ha servido para reproducir la clientela depende en una gran proporción de la
evolución de la economía nacional en su
política local de todos los matices. conjunto”. El análisis fue hecho para el
período 1970-1991. Es precisamente la
situación que debemos cambiar. Ver
Innegablemente, los recaudos tributarios locales dependen de la diná-
Porto L., José. Interrelaciones entre la
mica económica urbana, la cual no ha sido tan positiva cómo hubiésemos economía del Atlántico y la economía
nacional. Revista Económicas CUC
deseado. Parte de la crisis debe atribuirse al receso nacional que deja Nº 21. Enero-diciembre. Barranquilla,
sentir su impacto en la ciudad.7 Sin embargo, la explicación de la crisis 1993. p.17.

52 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CIUDAD Y APERTURA: EL CASO
tiene una causa más bien política y de falta de modernización de la ges-
DE BARRANQUILLA 1991-1996 tión fiscal del Distrito. En 1992 en la ciudad y el departamento se vivió
un proceso renovador y vivificador con el triunfo de las candidaturas de
Gustavo Bell y Bernardo Hoyos, respectivamente. Sin embargo, sucesos
políticos posteriores fracturan el proceso de renovación y obstaculizan la
continuidad del mismo. La gestión eficiente burocrático-técnica de Bell
no encuentra la continuidad en un proyecto político sólido a nivel de-
partamental, pues los sectores tradicionales recuperaron el control.

Por otro lado, el realinderamiento actual desvirtuaría el proyecto de “ter-


cer” partido del movimiento ciudadano. El enfrentamiento George-Ho-
yos disloca la dinámica de la gestión local, llevando al nivel central local a
una gobernabilidad débil que lo obliga a buscar alianzas con los sectores
tradicionales. Por otro lado, ante la presente coyuntura electoral, los nue-
vos realinderamientos no permiten ver con claridad el espíritu renovador
de la Constitución de 1991. Esta debilidad política ha conllevado a una
gestión presupuestal atada a las clientelas locales, a los exagerados gastos
de funcionamiento, al incremento de la deuda pública y a unas relaciones
precarias con el sector privado. No se configura por tanto una alianza
entre el sector privado y público de la ciudad, constituyéndose esta diacronía
en una amenaza estratégica para el desarrollo de la ciudad. Los recientes
enfrentamientos en torno a los mecanismos de liquidación del impuesto
predial que han llevado a algunos sectores incluso a plantear la desobe-
diencia civil, apenas es la punta del iceberg de esta problemática.

UN BALANCE OBJETIVO

Si miramos retrospectivamente los acontecimientos vividos, podríamos


decir que los efectos de las reformas económicas en nuestra ciudad han
sido positivos en lo fundamental, aunque con algunos problemas que
debemos enfrentar.

En primer lugar, el panorama de los servicios públicos se ha modificado.


La privatización de los servicios de acueducto, aseo y alcantarillado ha
mostrado sus bondades a pesar de las dificultades. El servicio telefónico
ha mejorado a pesar de lo atípico de la presencia de un competidor
privado en la forma como se ha dado, aunque subsisten las dudas sobre
el futuro de la Empresa Distrital de Teléfonos, hoy en manos de la clien-
tela política tradicional. No está claro el problema de la distribución de
energía eléctrica ante la crisis que vive la Electrificadora del Atlántico, lo
cual sugiere medidas drásticas para su recuperación. Se observa un hori-
zonte excelente en los servicios de gas domiciliario industrial suministra-
dos por la empresa privada casi sin el apoyo debido del sector oficial.

En segundo lugar, las cifras indican que la privatización del Puerto de


Barranquilla ha sido positiva. Las tarifas han caído y el movimiento se

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 53


ha recuperado, aunque no lo suficiente. Se hace necesario buscar la so- JAIRO PARADA CORRALES
lución más racional de nuevos proyectos portuarios sin protagonismos y
con los pies puestos en la tierra. La privatización a su vez de la Zona
Franca permitió algunos avances pero con resultados modestos todavía.

En tercer lugar, los esfuerzos en la recuperación de la malla vial han sido


evidentes a pesar de las dificultades del invierno de 1995 y de la proble-
mática fiscal. La Circunvalar, la calle 17, el Puente de Murillo, la recupe-
ración de la calle 30, las obras del Distrito Central, la reubicación de
vendedores, etc., señalan los esfuerzos de las sucesivas administraciones
por mejorar la ciudad.

En cuarto lugar, han mejorado la cobertura de los servicios de educación


básica y de salud, aunque lo que queda por hacer es bastante.

En quinto lugar, la descentralización favoreció al Distrito de Barranqui-


lla en forma significativa, lo cual potenció el gasto de inversión del pe-
ríodo Hoyos-George. En efecto, mientras que en 1992 el distrito apenas
recibía $6.700 millones por transferencias diversas, en 1996 dichas trans-
ferencias llegaron a $96.573 millones. En otras palabras, en cuatro años
se multiplicaron por 14.4 veces. Las dudas aparecen entonces en lo refe-
rente a la calidad de la ejecución de estos recursos.

Finalmente, se observa un deterioro social por el aumento de las tasas de


desempleo abiertas y el avance de la delincuencia de todos los matices. No
hay claridad sobre la transparencia en torno al manejo del gasto público y
la credibilidad sobre la eficiencia del sector público ha descendido.

PERSPECTIVAS

Lo anterior nos permite afirmar que el balance de las reformas económi-


cas a nivel local ha sido positivo, mirando la apertura ligada a los proce-
sos de privatización, desregulación y descentralización. Sin embargo, los
resultados no han sido espectaculares ni arrolladores. Se ha avanzado en
algunos frentes y en otros persisten las dificultades. La situación social
marca señales de deterioro, aunque no exclusivas de nuestra ciudad sino
de todo el país, por el impacto migratorio que actualmente sufrimos.

Algunas iniciativas a nivel local permiten, tener campo para el optimis-


mo. Pro-Barranquilla sigue empeñada en su campaña de identificar pro-
yectos y atraer inversionistas extranjeros en su programa Atlántico Siglo
XXI. Se ha constituido el Centro de Desarrollo Empresarial con asisten-
cia del BID para apoyar el desarrollo de la pequeña y mediana industria
con el fin de enfrentar el proceso de globalización. La Cámara de Co-
mercio está a punto de concretar el Centro Tecnológico del Empaque y,
a pesar de las dificultades, se observa una discusión constante en la ciu-

54 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CIUDAD Y APERTURA: EL CASO
dad sobre nuevos proyectos. No se trata entonces de una ciudad dormi-
DE BARRANQUILLA 1991-1996 da sino de una ciudad en ebullición.

Las dificultades para colocar nuestra ciudad en la dinámica del siglo


XXI se ubican más en el plano político. El Concejo Distrital –coadminis-
trador de la ciudad– parece más interesado en incrementar sus nóminas
junto con la Contraloría y la Personería, que en el futuro de la ciudad.
Los empresarios, a pesar de su grado de organización, aunque no tan
fuerte como muchos creen, no se han involucrado lo suficiente en el ejer-
cicio de la administración local para coadyuvar a mejorar la ciudad. Como
lo señala R. Moss Kanter, “sólo si los hombres de negocios se involucran
con su ciudad y su región, se podrán desarrollar los recursos y atractivos
que exige la inversión extranjera. Deberán trabajar hombro a hombro con
los líderes políticos locales honestos y progresistas para poder sacarla ade-
lante”.8 Del surgimiento de un bloque empresario–sociedad civil–secto-
res políticos progresistas dependerá que la apuesta estratégica del
desarrollo de Barranquilla se consolide, para poder ponerla a la altura
de los procesos que la globalización implica.

Lo anterior no es una retórica de académicos. En una entrevista recien-


te, Manuel Castells, uno de los mejores urbanistas de este siglo, destaca-
ba que la caída de la Unión Soviética se debió a su “inestabilidad sistémica
para gerenciar la transición a la sociedad de la información”, la cual
exige una estructura política y social flexible para difundir su potencial.9
La flexibilidad del capitalismo actual –según Castell– nos obliga a una
visión de lo urbano muy distinta a lo escrito en los 70 en La cuestión
urbana. Ello exige reconstruir la planeación local sobre la base de lo
propio, nuestros valores de uso, para organizar la planeación económi-
ca, la construcción, el desarrollo industrial y la ingeniería del transporte
para adaptarnos a los nuevos espacios que los flujos de bienes, servicios
e información demandan.

Lo anterior implicará una visión de ciudad más amplia, futurista, no


reducida a la pavimentación de sus vías, sino con fórmulas exitosas de
actividad económica local frente a la globalización, generadora de em-
pleo y desarrollo social. Supondrá construir un proceso de alianzas polí-
ticas que transforme la política local y supere los obstáculos presentes.
Tomará tiempo pero sólo persistir en ella nos permitirá ver la luz al final
del túnel. Barranquilla nos exige que así sea.

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CAPÍTULO III

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
EN BARRANQUILLA
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS III
EN BARRANQUILLA

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
EN BARRANQUILLA

MIRTA BUELVAS ALDANA*

El tema central de la exposición son los encuentros y desencuentros en


el espacio urbano de Barranquilla, de sus gentes, de las culturas que
llegan a la ciudad, centro migratorio desde el siglo XIX. En el examen
de esta temática anotaré la importancia de la existencia de espacios pú-
blicos, que permiten los encuentros de los habitantes de una urbe, que
no es más que el ejercicio de la vida ciudadana y señalaré de cómo esta
importancia es mayor en una ciudad con el carácter de Barranquilla, pri-
mero por ser centro migratorio y después por ser una ciudad de cultura
latina que le da importancia al ocio, al disfrute, al saber vivir más y menos
arraigada al productivismo permanente. Exploraré también las consecuen-
cias sociales negativas de los desencuentros de los ciudadanos.

Específicamente me detendré a indagar sobre los encuentros y desen-


cuentros de las gentes y culturas que conviven en Barranquilla. De esta
incursión se trata de responder los siguientes interrogantes ¿cuál es la
relación existente entre la historia, la cultura y el ordenamiento urbano
de Barranquilla y sus espacios públicos, escenarios de la vida ciudadana?
¿Cómo influyen en la ciudad las diferencias entre la migración actual y la
del pasado? ¿Cuáles son las posibilidades que el ordenamiento urbano de
Barranquilla en sus intervenciones y en el tratamiento de los espacios
públicos, refleje su identidad cultural? ¿Por qué no crear una Barranqui-
lla soñada, deseada y compartida por todos sus habitantes? Comenzaré
señalando algunas ideas muy generales de la historia de la ciudad relacio-
nadas con los espacios públicos y el ordenamiento urbano, para compren-
der su entorno urbano actual y realizar algunas proposiciones referentes a
los espacios públicos y la vida colectiva de Barranquilla.

A lo largo de la reflexión tocaré aspectos sociales de la historia de la


ciudad, porque el ordenamiento urbano y los espacios públicos no se
pueden marginar de este contexto y sesgarse hacia lo formal o económi-
co dejando a un lado la humanización de la ciudad.
* Mirta Buelvas Aldana. Psicóloga. Pro-
fesora titular de la Facultad de Arqui-
tectura de la Universidad del Atlántico. Barranquilla, como se sabe, comienza en la colonia como un asenta-
Especialista en Gestión y Desarrollo miento de población sin ninguna fundación oficial, por lo que a diferen-
Comunitario de la Universidad de Cór-
doba. cia de las poblaciones coloniales que sí la tuvieron, no contó con un trazado

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 59


urbano típico del momento, lo que explica más adelante la disposición MIRTA BUELVAS ALDANA
urbana y transversal que va tomando con el tiempo. En las fundaciones
coloniales hechas por los españoles, la Plaza Mayor se concebía como el
corazón de la población, era el centro geográfico, espacial, simbólico, donde
concurrían los poderes de la época, el religioso y el político, allí se ubica-
ban la iglesia y los sitios de gobierno. Era el espacio público donde concu-
rrían los hechos importantes de la población, de la vida urbana.

El diseño urbano colonial para las poblaciones de América vino de Es-


paña. El rey Felipe II ordenó que las fundaciones se debían diseñar
“comenzando en la Plaza Mayor y sacando desde ella las calles”, este
concepto produjo la famosa cuadrícula colonial que nunca existió en
Barranquilla. El concepto se tomó de los diseños de los campamentos
romanos castrenses que lo utilizaron para su ordenamiento. Existe una
ordenanza de 1523 de Carlos I de España adoptando esta figura para las
fundaciones españolas, que luego repetiría Felipe II en 1573; esas orde-
nanzas dieron origen al código político urbanístico de las fundaciones
coloniales, uno de los aciertos de la Corona Española.

Barranquilla fue ajena a estos primeros ordenamientos y su planifica-


ción obedeció a la voluntad de sus habitantes, lo que por supuesto se
convirtió en ventajas y desventajas para la nueva ciudad que nacía. Por
una parte, ese corazón central, la plaza colonial estuvo ausente desde
sus inicios y el espacio que lo reemplazó se fue moviendo de acuerdo con
las necesidades que se presentaban en la comunidad. La plaza en Ba-
rranquilla nunca ha correspondido en términos geométricos al centro de
la ciudad.

Barranquilla aún hoy carece de una plaza que la centre, su diseño urba-
no inicial fue producto de la lógica de sus habitantes. El primer espacio
que hizo de plaza pública en la población, se ubicó en el sitio que por
mucho tiempo se llamó de la Cruz Vieja, en la Vieja Barranquilla, allí se
construyó la primera iglesia pajiza y a su lado el cementerio con una cruz
de madera que le daría posteriormente el nombre. Como la población se
asentó en terrenos anegadizos, fue la altura del terreno la que decidió
donde se instalaba la plaza y donde se colocaba la iglesia, y no el espacio
central de la nueva población.

Después de cierto tiempo, en respuesta a las necesidades de crecimiento


del nuevo poblado, se construyó la Plaza San Nicolás. Allí se edificó la
nueva iglesia y por un tiempo fue el centro de la población, en términos
simbólicos. Más tarde el Camellón Abello ayudaría en la tarea de servir
de sitio de encuentro, de gran trascendencia para los pobladores en sus
primeros tiempos, y oficio que siguió cumpliendo hasta épocas recientes
cuando unas rejas ornamentales lo impidieron. Hoy ambos son sitios
conflictivos de ventas ambulantes sin el tratamiento correspondiente,
pero en vías de recuperación.

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ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
El Camellón Abello, más tarde Paseo Bolívar, fue adaptándose a los
EN BARRANQUILLA avatares del tiempo pero nunca dejó de ser ese espacio urbano que con-
vocó a la ciudadanía, espacio de encuentro que le permitió mirarse cara
a cara hasta que el deseo de “embellecimiento” primó sobre el aconteci-
miento humano.

Para soñar un poco veamos la descripción del sitio que correspondió a la


primera plaza en 1815, que realizó Juan Batis en una crónica publicada
en 1880:

En una pavorosa madrugada del mes de Agosto en 1815, cuando se aguar-


daba por momentos la invasión de Cartagena de infeliz recordación histó-
rica, por el feroz pacificador Murillo a la puerta de una humilde casa pajiza
situada en la calle de la prensa del pueblo de Barranquilla; hoy carrera
Ribón1 ... se dirigió con paso mesurado y firme y acompasado a la esquina
del patio de la misma casa que daba frente a la calle Real, hoy carrera
Nacional2, doblóla y se encaminó por ella hacia el Norte con dirección a la
Iglesia Vieja. Pocos minutos le bastaron para llegar al lugar de recuerdo
venerado por la piedad de sus mayores, contempló con recogimiento la
cruz de madera que se alzaba sobre un tosco pedestal de ladrillos en el
centro de la pequeña colina que forma la plaza de la antigua iglesia... aquel
hombre era el capitán del ejercito republicano José Eugenio Macias...
En efecto, ya se sentía el delicioso céfiro precursor del esplendor del
astro, y al favor de una de las despejadas alboradas de la estación podía
distinguirse el lindo lago3 que se extendía al frente.
Nuestro héroe colocado sobre la eminencia de la colina mencionada que
entonces era ocho pies más alta que hoy, podía distinguir el paso de las
Ninfas (matas acuáticas) que la corriente del vecino río introducida por
el caño de la Ahuyama, para darle salida por el de La Tablaza, con direc-
ción al mar por las Bocas del Magdalena... más allá del lado distinguida la
pintoresca llanura cubierta de martillos de lindas flores gigantescas
(Regina Victoria) conocida con el nombre de La Loma, cuyo costado
oriental besaba las planteadas ondas del gran río.4

Regresemos al ahora, y recordemos cuán lejanos están los tiempos que


en Barranquilla, el paisaje urbano se integraba al paisaje natural y lo
convertía en parte de su disfrute, hoy esos caños descritos en la crónica
que acabo de citar están bien lejanos de ser corrientes de agua que arras-
tren flora acuática para el placer del transeúnte. Más adelante tocaré la
relación enere el Río Magdalena y la ciudad.

Retomando la reflexión sobre el desplazamiento que ha tenido el espa-


cio que en Barranquilla ha servido de plaza y las consecuencias para sus
1 Actualmente, carrera 45 B.
habitantes, nos encontramos que cuando los espacios públicos impor-
2 Actualmente calle 33.
3 Hoy no existe ese lago. tantes para una comunidad se mudan, se interrumpe el camino que los
4 Publicado por Miguel Goenaga en Cró- lleva a convertirse en tradicional para la población, y en términos psico-
nicas de la Vieja Barranquilla. Lectu- lógicos esa interrupción no permite que se introyecte al espacio, como
ras locales. Barranquilla Imprenta
Departamental, 1953. símbolo del entorno urbano, vehículo para crear un sentido de perte-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 61


nencia con la ciudad. Este fenómeno ha sucedido y sucede hoy día con MIRTA BUELVAS ALDANA
algunos espacios de Barranquilla donde se efectúa su vida colectiva.

Uno de los rasgos de la identidad de los espacios públicos de Barranqui-


lla, al igual que de su arquitectura, es la renovación, dejando de lado la
tradición, lastimando un poco el sentido de pertenencia a la ciudad,
convirtiéndose en desventaja por un lado, y ventaja por el otro; porque
si bien es cierto que se atropella el patrimonio, hecho que no merece
aplausos, también se abre a lo nuevo.

Barranquilla adquiere importancia después de la independencia defini-


tiva de España, su desarrollo en la colonia fue muy lento primero sólo
tuvo la categoría de sitio. Más tarde, en 1700, llegó a ser Capitanía de
Guerra del Partido de Tierra Adentro, posteriormente, en 1772, Corre-
gimiento, en 1774 elevada a la categoría de Parroquia, y en 1813 por su
valor estratégico en la guerra de independencia es declarada “Villa Ca-
pital del Departamento de Barlovento” por la Cámara de Representan-
tes de Cartagena. Sólo en la República, en 1857, logró la designación de
ciudad. Por su rápido desarrollo, la naciente población comenzó pronto
a destacarse en la República, superando incluso a aquéllas que fueron
importantes en la época de la Colonia. Esta afirmación se puede confir-
mar comparando dos descripciones de la población, hechas con una di-
ferencia de escasos cuatro años, en los inicios de la República.

A petición del señor E. P. Pellet director del periódico The Shipping List,
en 1987 el primer cónsul de Estados Unidos en Barranquilla, T. Hoyer
recordando la impresión que tuvo de la población a su llegada en 1851,
la describe de esta manera:

Difícil sería describir la desfavorable impresión que tuve al encontrar la


población en donde no veía otra cosa que casuchas de paja, de malísima
apariencia y sólo al llegar a la Calle Ancha (al Paseo Bolívar de hoy), fue
cuando mis ojos se regocijaron al encontrar unas pocas casas de ladrillo.
Muy pocas personas se veían en las calles, a excepción de los aguadores,
con burros y sus barriles, lo que daba lugar a un aspecto triste.5

En 1855 el aspecto que presentaba la naciente ciudad era totalmente


diferente según la descripción de Eliceo Reclus, decía que había encon-
trado en Barranquilla largas hileras de casas blancas, pequeños diques
flotantes, bongos, lanchas, canoas y astilleros, que aún cuando la mayo-
ría eran construcciones de techo de paja, mostraba ya los requerimientos
del agitado puerto que despertaba al desarrollo. El puerto, presentado
según Reclus era un espectáculo de ciudad comercial donde se experi-
mentaba un gran movimiento; marinos yendo de los bongos a los alma-
cenes, mujeres vendiendo fruta, mercaderes ofreciendo sus artículos y,
nota curiosa, observa que muchos de los jóvenes que circulaban en este
espacio se dirigían a los extranjeros con palabras en inglés que eran pro-
nunciadas con notable perfección. 5 Ibid. p. 59.

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ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
Tomaré literalmente algunas apreciaciones de Reclus que nos interesan
EN BARRANQUILLA para notar cómo desde el despegue de su desarrollo, Barranquilla se
convirtió en sitio de encuentros con una inminente vocación cosmopoli-
ta que marcaría sus perfiles culturales, sus imaginarios colectivos, sus
costumbres, sus hábitos hasta hoy. Dice este cronista:

Barranquilla, edificada sobre la ribera izquierda de una de las numerosas


ramificaciones del Río Magdalena, data de ayer, por decirlo así; y sus
progresos sólo pueden compararse a los de una ciudad de los Estados
Unidos, tan rápido han sido. Allí no se ven sino andamios, ladrillos y cal,
sobrepuja ya a Cartagena por el número de sus habitantes, si se tiene en
cuenta la población flotante...

Más adelante continúa diciendo:

...La importancia de Barranquilla se debe casi exclusivamente a los co-


merciantes extranjeros, ingleses, americanos, alemanes, holandeses que
se han establecido allí en los últimos años, han hecho de ella el centro
principal de los cambios con el interior... a mi paso por allí, había diez
vapores flotando o en construcción: cinco ingleses, tres americanos, uno
alemán y uno sólo perteneciente a una compañía anglo-granadina.
...en el Gran Hotel de Barranquilla solamente había extranjeros de todos
los puntos del globo y conversando en inglés, esa lengua tan extendida en
el mundo. Madama Hughes, nuestra huésped, había montado su casa
bajo un pie enteramente europeo...6

Esta descripción es una de los tantos ejemplos que vamos a encontrar a


lo largo de la vida de la ciudad, que me permiten llamar en forma
metafórica a Barranquilla como la ciudad de los encuentros de culturas
que llegaron y siguen llegando a la ciudad de lugares diversos. En las
últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, estos encuen-
tros se dieron no sólo entre personas de culturas regionales, donde el
mayor flujo llegaba de las poblaciones de Santa Marta, Cartagena y Cié-
naga (Magdalena), sino también de migrantes provenientes del Caribe,
de Alemania, de Italia, de Estados Unidos, del Imperio Otomano y, en
menor proporción, extranjeros de otras partes. Cada comunidad extran-
jera que llegó a Barranquilla desde medianos del siglo XIX, aporta a la
ciudad su riqueza cultural, creando un clima de tolerancia y de comuni-
dad de intereses que la hizo prosperar.

En nuestros días ese encuentro se hace entre culturas nacionales, espe-


cialmente las de la Región del Caribe. Hoy a la ciudad de Barranquilla
concurren manifestaciones culturales provenientes de La Guajira, las
Sabanas, las riberas del Magdalena, y en general de todas las subregiones
del Caribe; también han llegado a ella, y siguen llegando, migrantes pro-
6 Reclus, Eliseo. 1992. Viaje a la Sierra
venientes del interior del país especialmente de Santander del Sur.
Nevada de Santa Marta. Biblioteca V
Centenario. Concultura, Colección Via-
Aún cuando la migración es constante y aún hoy sigue siendo un rasgo
jeros por Colombia. Bogotá, Instituto
Colombiano de Cultura. p. 74-75. determinante, en Barranquilla siempre permanece un considerable nú-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 63


mero de familias tradicionales que son el núcleo alrededor del cual se MIRTA BUELVAS ALDANA
reconstruye permanentemente la identidad cultural de la ciudad. Surge
así una cultura heterogénea que con el tiempo va fraguando su propia
identidad, tan definida, que cualquier plan de ordenamiento territorial
que se intente, tiene que tenerla en cuenta y considerar la posibilidad de
encuentros de las gentes tan necesarios en una ciudad con mucha migra-
ción en el pasado y el presente, por lo mismo, es necesario planear espa-
cios públicos que los encuentros de hombres, de culturas diferentes que
llegaron y siguen llegando a la ciudad de lugares diversos, requieren.

La cantidad y calidad de los espacios públicos de Barranquilla, no son


consecuentes con el carácter de centro migratorio que tiene la ciudad,
de espacio de encuentros entre gentes diversas que vienen de entornos
diferentes. El espacio público con que cuenta no responde en ningu-
na forma a la necesidad vital de su realidad. Sólo en el pasado se tuvo
en cuenta esta particularidad cuando se trataba de intervenir en los
destinos de sus espacios públicos, cuando la lógica y el sentido común
era la brújula de sus dirigentes, especialmente los cívicos que fueron
definitivos en ayudar a que la nueva población tomara los rumbos de
una ciudad, hasta el punto que no es desacertado afirmar que la ini-
ciativa ciudadana fue el principal motor de arranque de este centro
urbano.

A esa lógica corresponden ejemplos como la construcción del Cemente-


rio Universal, del primer Hospital Público, del Teatro Emiliano, del pri-
mer mercado público, del parque de la Plaza San Nicolás y del Camellón
Abello, entre otros, que respondieron siempre a la búsqueda de propor-
cionar una mejor calidad de vida para los habitantes de la población
nacidos en ella o nó y permitirles encontrarse y transformarse en “ba-
rranquilleros”.

Barranquilla se identifica entonces, desde los comienzos de su histo-


ria, por ser un mosaico de culturas. Su inclinación siempre ha sido
eminentemente comercial, lo que ha dado a la ciudad unas caracterís-
ticas culturales determinadas. Es un lugar de intercambio. Los círculos
mercantiles, culturalmente muy diversos, fueron dándole un perfil abier-
to a la ciudad. Sin embargo, a pesar de ser un espacio de encuentros, el
rasgo que más sobresale y que mejor identifica a Barranquilla no se ha
tenido en cuenta en los últimos tiempos para inspirar la creación de
espacios urbanos públicos, que permitan que las peculiaridades de las
culturas que se encuentran aquí, se manifiesten, se enriquezcan y se
fundan.

En este momento no hay en Barranquilla espacios públicos donde fra-


guar la gran pluralidad de manifestaciones culturales que van llegando.
Sin nostalgias del ayer, hay que pensarlos nuevamente, aprovechando la
enseñanza de los habitantes del pasado que los crearon en su momento,
entendiendo que diversidad es riqueza. Es importante en el nuevo orde-

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ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
namiento territorial urbano que se adelanta en este momento, conside-
EN BARRANQUILLA rar la planeación de terrenos democráticos para los encuentros cara a
cara, que les permita a los habitantes ir creando códigos nuevos para
comunicarse todos sin tensión cultural.

La búsqueda de esos terrenos democráticos no existe en el actual para-


digma informacional. Esta tendencia urbana que ha alimentado los últi-
mos planeamientos y las transformaciones, no sólo en Barranquilla, sino
en otras ciudades del país, propone que los ciudadanos circulen y no que
se encuentren, deshumanizando el espacio. Este tipo de planeación, don-
de la plaza o cualquier espacio que permita, los encuentros, no tiene sen-
tido, lo que se busca en última instancia es la conexión de las vías, no la
de los seres humanos. Predomina el concepto de flujo. Se desestimulan
los sitios que cumplen la función de centro, de plazas, y se privilegian las
calles, las avenidas que permiten enlazar el flujo y no los encuentros.

En la ciudad que nos ocupa, esta práctica puede ser más dañina, por
ser centro migratorio, como hemos señalado, aquí se requiere de más
espacios de encuentros para fomentar la pertenencia. La desaparición
del Paseo Bolívar como plaza pública con el argumento de su “moder-
nización” en el centro histórico de la ciudad, obedece a esa corriente
urbana. Se colocaron ornatos en su espacio, impidiendo cualquier aglo-
meración. Desconociendo la significación tradicional que había tenido
siempre dicho lugar para Barranquilla, especialmente para los sectores
populares.

En este tipo de planeación el intercambio de símbolos significantes


entre habitantes de una ciudad, no interesa. Las experiencias huma-
nas se van empobreciendo, creando una sensación de desarraigo que
atenta contra la construcción de un sentido de pertenencia, tanto de
los que están como de los que llegan y contra la memoria cultural
urbana. De esta manera, los ciudadanos, desprotegidos en su interior,
sienten una angustia cultural y psíquica, que es producto de la deshu-
manización del espacio. Si esto no es una patología en términos de
psicología social, por lo menos es un descenso en la calidad de vida
psicológica colectiva. Es conducir a los ciudadanos a no ser nadie, a
ser un paria.

Barranquilla aún hoy sigue siendo un centro de migración, pero las gen-
tes que a ella llegan traen una problemática diferente a la de la migra-
ción del Siglo XIX y las primeras décadas del XX, porque otros son los
motivos que los traen a esta ciudad. Uno de ellos es huir de la violencia,
hecho que arrastra hasta aquí muchos migrantes, especialmente de los
campos de la Costa Caribe.

La cultura de la ciudad es la que refleja mejor que cualquier otro espa-


cio, los avatares de la región, porque es el sitio que sirve de foco cultural
dentro de una determinada área con la cual se identifica. Es también, el

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 65


espacio donde se reelaboran y concentran las culturas campesinas de la MIRTA BUELVAS ALDANA
zona que llegan a ella, que sirven además de alimento a los nuevos ima-
ginarios, a la nueva mentalidad colectiva de la ciudad.

Barranquilla porta desde hace mucho tiempo el título de ser el mayor


centro regional urbano, hecho que la convirtió en el mayor polo de atrac-
ción para la migración de la zona. Ahora la migración en Barranquilla es
aguda y hace parte de los centros de recepción de la gran ola migratoria
que llega a las ciudades en el país, producto de la situación actual de
violencia en los campos y por circunstancias económicas. Este oleaje de
gentes viene a buscar la vida, la seguridad de los centros urbanos. La
lógica de esos migrantes, es la desesperación por la supervivencia.

En este tiempo incierto para el país casi todas las capitales de departa-
mento y ciudades grandes de la Costa Caribe, como Barranquilla pre-
sentan cambios permanentes y abruptos que las impactan debido a la
fuerte migración desde las zonas rurales relativamente cercanas. El flujo
humano hacia Barranquilla se explica, por un lado, por el mejoramiento
de las vías terrestres en el interior de la costa que lo facilita, y por otro
por, se explica por la causa más importante, la huida de la violencia que
se presenta en las zonas rurales y poblaciones menores de la región, como
los Montes de María, la Sierra Nevada de Santa Marta, poblaciones del
departamento del Cesar, Alto Sinú, Urabá y en menor cantidad otros
ejes de desplazamiento.

Barranquilla está recibiendo un alto contingente permanente de despla-


zados de la violencia de los puntos de los conflictos señalados. Ese contin-
gente presenta dificultades para integrarse a la ciudad, por las siguientes
razones: 1. El fenómeno es intenso, demasiado rápido para la ciudad que
no está preparada para recibirlos; 2. El desplazamiento es repentino y por
ello no logran ni tienen tiempo suficiente para reelaborar sus cargas cultu-
rales, produciéndose un colapso que se expresa en la dispersión o frag-
mentación intensa de los imaginarios colectivos urbanos y 3. Para los nuevos
habitantes hay poco tiempo para la consolidación de un sentido de perte-
nencia, que es bombardeado constantemente por las olas migratorias. Es-
tas situaciones sociales van formando habitantes despreocupados por el
sitio en que viven, con un bajo sentido de pertenencia y de ciudadanía.

En el periódico El Extra de la primera quincena de octubre de 1999, el


Secretario de Paz, Moisés Pineda dijo: “Aquí no sabemos qué hacer con
los desplazados”.

Cuando los migrantes responden a desplazamientos forzosos, la carga


para la ciudad es aún mayor por el conflicto psicológico que traen los
que llegan y que va a deslizarse sutilmente en el espíritu de la cuidad. El
6 de octubre de 1998 se publicaba en el periódico El Tiempo Caribe un
artículo titulado “Desplazados e ignorados, huellas imborrables que na-
die ve”, de la periodista Duvis Fernández:

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La tristeza navega en los ojos de Jorge Castro. Este hombre de 38 años,
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
EN BARRANQUILLA desplazado de su tierra y de su cultura por la violencia, mira con tanta
melancolía que desgarra las fibras del alma de quien lo ve.
Llegó a la sede de la Corporación para la Educación y Autogestión ciuda-
dana (CEAC) en Barranquilla, en busca de ayuda para superar el dolor
que le inunda su corazón, y apoyo para los que como él, necesitan de la
solidaridad para reconstruir sus vidas.
Luego de la reunión con los funcionarios de la ONG deja escapar sus
sentimientos: “Lloro todos los días por mis hijos, porque no los veo
desde hace más de un año, porque mi familia se desintegró desde cuando
fueron masacrados mis hermanos y mi papá, porque no sé donde está mi
mamá...”
Jorge reconoce que desde hace un año y medio cuando llegó a Barranqui-
lla procedente de Mariangola (Cesar), duerme poco porque la soledad lo
agobia y los recuerdos lo atormentan. No deja de pensar en sus hermanos
y en los días en que la vida de la finca era tranquila y sólo se preocupaban
del cultivo y la lluvia. Son las huellas imborrables que nadie ve...

Este artículo, en otro de sus apartes, refiriéndose a los síntomas que


presentan este tipo de migrantes, según los especialistas de las ciencias
humanas consultados para este caso señala:

Hay algunas características que se registran en los desplazados como


grupo: aislamiento, bajos niveles de tolerancia a la frustración, desarrai-
go, stress, superposición del interés individual sobre el colectivo y difi-
cultades para organizarse en comunidad.

Todos estos atributos negativos son patologías psicosociales que influ-


yen en la salud comunitaria de la ciudad, en la convivencia ciudadana y
se convierten en obstáculos para la construcción de una mentalidad ur-
bana con iniciativa ciudadana y sentido de pertenencia. Es allí donde la
ciudad tiene que estar atenta, al igual que sus dirigentes políticos, técni-
cos y administrativos para atender esta emergencia y no dejarla al azar.
La ciudad no puede expulsar de su espacio a los que llegan y menos
violentamente para crear más violencia, sino encontrar soluciones que
por lo menos no desmejoren sus condiciones de vida.

Hay que propiciar en las políticas urbanas mecanismos que desarrollen


lazos de solidaridad social con el fin de reconstruir las vidas de los des-
plazados y recién llegados a los nuevos espacios, lo cual constituiría no
sólo un gesto social humano, sino que también sería una política de
psicología social preventiva para la salud urbana de la ciudad.

A Barranquilla llega otro tipo de migrantes de las zonas rurales que no


tienen la condición de los desplazados y cuyos objetivos no son ya la
protección de sus vidas, sino la búsqueda de una mejor calidad de ella.
Para este tipo de migrantes campesinos o provincianos que vienen de
una población más pequeña, el encuentro, la comunicación con la ciu-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 67


dad también es difícil, tanto porque lo que encuentran no corresponde MIRTA BUELVAS ALDANA
a sus expectativas y les produce frustraciones, como por lo que dejan.

Las cargas culturales que traen estos migrantes atraviesan la cultura ur-
bana, influyendo en su pensamiento, en sus hábitos, en sus costumbres,
en la música que se escucha, en la arquitectura que se hace, y por su-
puesto en el uso de sus espacios públicos y en resumen en todos los
componentes del perfil cultural de la urbe. Al decir de Martín Barbero,
es la ruralización de nuestras ciudades. Muchos de los habitantes de la
Barranquilla actual se encuentran entre la cultura rural a la que perte-
necieron ellos, sus padres o sus abuelos, y los nuevos comportamientos
que les exige la ciudad. Ese hecho, reflejo de la migración campo-ciudad
en la cultura de las urbes no sólo es colombiano es también característico
de las ciudades latinoamericanas, cuyas identidades culturales no se pue-
den definir hoy de manera unilateral ni como modernas ni como tradi-
cionales, ya que se debaten entre las permanencias y los cambios.

Esas características actuales de la ciudad son precisamente las que justi-


fican la urgencia de la creación de espacios de encuentro y tolerancia
entre los diversos imaginarios y costumbres que conviven en la ciudad.

Parece una quimera por las condiciones caóticas de hoy en el país, pen-
sar en la planeación de espacios que permitan los encuentros entre los
Barranquilleros y los recién llegados. Ahora apremian otras necesidades
de espacio e infraestructura en la ciudad, por la fuerte y particular mi-
gración que está llegando. Sin embargo, aún cuando parezca ir en con-
travía, es ahora cuando más necesitamos de esos espacios precisamente
para no crear guetos urbanos.

Parece que el momento actual no da más que para apagar incendios,


lo que por supuesto limita de manera significativa el desarrollo de la
urbe; darle el tratamiento urbano conveniente a la ciudad, no obstan-
te, es deber de los encargados del destino de esta urbe, en este mo-
mento, además de ser “bomberos” en el sentido metafórico, para ahogar
las urgencias, tener los suficientes conocimientos y la sensibilidad apro-
piada para encontrar soluciones creativas válidas y acordes con el mo-
mento histórico y el sentir de la población. Es obligación del planeador
urbano de hoy recurrir al trabajo interdisciplinario, donde participen
además de los especialistas en intervención de espacios como los
urbanistas, otros expertos de las ciencias humanas, antropólogos, so-
ciólogos, psicólogos sociales, para acercarse a soluciones más adecua-
das, más humanas, acordes con las necesidades y la realidad del grupo
que va a usar esos espacios.

Los problemas de nuestros días no pueden convertirse en una talanquera


para la planeación imaginativa y acorde a las particularidades de la ciu-
dad. Además de pensar en solucionar las necesidades básicas mínimas de
los recién llegados, los migrantes, desplazados o no, también son res-

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ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
ponsables de la planeación de la ciudad que permitan el encuentro de
EN BARRANQUILLA estas gentes que llegan, entre sí, y de éstos con los que están aquí, para
auspiciar una relación de la cultura local con las otras culturas que arri-
ban a Barranquilla. Esos espacios de encuentros permiten ir construyen-
do una identidad colectiva, no necesariamente cultural, representada en
el sentirse perteneciente al municipio, una identidad que no es la tradi-
cional y que permanece en construcción. La ciudad debe, con el uso de
estos espacios, permitirle al nuevo o viejo habitante expresarse. Debe
hacerlo sentirse parte de ella. Si hay sentido de unidad y de pertenencia,
el habitante no se siente forastero, tiene una posibilidad de encontrar
elementos, relaciones, para construir y una alternativa, comprometién-
dose con un proceso de ciudadanía.

Además, estos encuentros permiten la reelaboración de las cargas cultu-


rales tanto de los que están como de los que llegan, de manera conjunta,
creando una nueva alteridad. Por más que se encuentren los migrantes
recién llegados con los naturales de Barranquilla es cierto que no llega-
rán a construir una identidad cultural similar en el sentido tradicional
del término. Por razones que no son objeto de esta reflexión, ese proce-
so cultural no será posible en esta época, pero sí se puede llegar a com-
partir símbolos referentes al contexto urbano que estimulen las relaciones
de vecindad y ayuden a acercarse para elaborar redes de interacción en las
vivencias cotidianas. Se estimularían así sentimientos de arraigo y crearían
en los residentes una base que les permitiría emprender proyectos de par-
ticipación para mejorar la calidad de vida; está en los ciudadanos actitu-
des de solidaridad y respeto, y en especial de sana convivencia y paz.

El ejercicio de la vida ciudadana, a través de encuentros frecuentes de la


vida colectiva en espacios públicos adecuados, permite a los residentes ir
creando un número de significados y reglas comunes aceptadas y com-
partidas por los ciudadanos y sus gobernantes, donde el proyecto de vida
de cada uno de los individuos participantes puede armonizar con los
objetivos de desarrollo de la ciudad, evitando el caos y la esquizofrenia
de las ciudades que van construyéndose de forma anárquica debido a las
migraciones aceleradas.

UN MEJOR FUTURO

En este segundo segmento de la exposición quisiera dejar de lado el


pasado y el presente que de alguna forma hemos tocado en las ideas
anteriores y que nos servirán de base para entrar ahora en la posibilidad
de un futuro que no puede estar divorciado ni del pasado ni de la reali-
dad actual. Pensar en una Barranquilla, soñada, deseada, lógica y ade-
cuada a los fenómenos humanos que en ella se suceden. Una ciudad con
derecho a la comunicación urbana democrática, eficiente, útil y partici-
pativa. No importa que hoy sea una utopía, hay que comenzar a cons-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 69


truirla y tratar de acercarnos a ella, aún cuando ahora parezca un impo- MIRTA BUELVAS ALDANA
sible, hay que entrar seriamente a considerarlo.

Se supone que la ciudad es un sitio de congregación, de relaciones y de


encuentros. Sin embargo, hoy existe una crisis de comunicación en la ma-
yoría de nuestras ciudades. La ciudad ha perdido su sentido de comunica-
ción y en consecuencia el concepto de ciudadanía. En muchas ocasiones
las nuevas intervenciones de la ciudad olvidan el origen de las urbes.

En los últimos tiempos, en las intervenciones urbanas no sólo en Barran-


quilla sino también en otras ciudades del país y del mundo, se privilegia lo
práctico, lo eficiente y se deja de lado lo humano. Se olvida que la ciudad
por sobre todas las cosas es un espacio de relaciones que se establecen
entre sus habitantes y de éstos con el entorno natural, creando una serie
de diálogos que es la forma de vivir urbana, lo cual debe potenciar cual-
quier trabajo que se haga en la ciudad. ¿Por qué entonces desconocer la
esencia del concepto de ciudad cuando se interviene en ella? ¿Por qué no
regresar a él en las próximas intervenciones urbanas de Barranquilla?

Otra característica de las modernas ciudades en América Latina es que


se han pensado desde el ángulo de lo económico, y ésta es en parte la
experiencia de Barranquilla. Las intervenciones urbanas, no sólo se pue-
den pensar desde ese sesgo, sino que tienen que ir más allá. La creación,
intervención o cancelación de los espacios públicos de la ciudad tienen
que ser pensados para el hombre, en nuestro caso para los barranquilleros.
Para intervenir las ciudades hay que estudiar la realidad concreta y es
ella la que nos tiene que dictar la teoría, no lo contrario, es decir impo-
ner teorías a una realidad que posiblemente no tiene nada que ver con
ellas. Barranquilla ha padecido muchas veces de ese malestar.

Las intervenciones urbanas no sólo deben prestarle atención al proble-


ma espacial externo, a la “cáscara”, a la decoración, sino también a lo
que está detrás de esos espacios que son las relaciones de los hombres,
de parentesco, de amistad o de autoridad. Las intervenciones urbanas
tienen que beneficiar más que a las formas y la eficiencia, a las acciones
humanas y a los ritos urbanos, principio que no puede olvidarse cuando
se intervienen sus espacios. En su construcción hay que tener en cuenta
lo funcional, lo estético, pero sobre todo el sentido de la vida, tener en
cuenta los deseos de sus habitantes. Si son felices así o no. Si están a
gusto realizándose con los demás, creando sus redes con los vecinos, con
los amigos, es decir teniendo existencia para poder realizarse.

¿Qué ha pasado en Barranquilla en ese sentido? Tenemos un ejemplo


negativo que nos da respuesta a esta pregunta. Una de las últimas inter-
venciones del Paseo Bolívar, fue la construcción de unas jardineras y la
colocación de unas rejas en su centro, que impedían cualquier aglome-
ración. No se apreciaron como un paseo peatonal, sino como una barre-
ra de represión, desconociendo de esta forma el principio de colocar por

70 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
encima el acontecer humano en primer lugar, antes que cualquier otra
EN BARRANQUILLA cosa, por ejemplo lo decorativo y eficiente. Se olvidó el significado sim-
bólico de este lugar para los barranquilleros, especialmente para los sec-
tores populares.

En este lugar se daban citas para encontrarse los habitantes de Barran-


quilla en actos públicos que convocaba a la ciudadanía, ya lo hemos
anotado antes, pero además se desconoció la cita inaplazable que se
hacían todos los años los barranquilleros allí para celebrar un rito urba-
no anual, como era la lectura del bando público del carnaval, tradición
asociada a ese espacio, consagrada por la población y que se efectuaba
en los pre-carnavales. De esta manera se acabó con una tradición, sin
que ello llevara a una mejor calidad de vida urbana. Esta misma inter-
vención expulsó del sitio los jolgorios que allí se celebraban los cuatro
días de carnaval, como los bailes y demás actividades carnavalescas que
eran tradicionales en ese espacio.

Concluimos que la intervención urbana del lugar malogró un encuentro


de carácter importante entre los habitantes de la ciudad, quitándoles un
símbolo de identidad, de arraigo y de pertenencia con la ciudad y por
supuesto la posibilidad de construir ciudadanía.

Lo más probable es que la intención no fue causar tantos estragos, por el


contrario, se quería embellecer la ciudad, no se hizo adrede y eso es lo más
doloroso, pero son los resultados de cuando se deja de lado al hombre.

En el Paseo Bolívar también se instaló una fuente, obstáculo para los


encuentros tradicionales que allí se daban, que por sus abrumadores di-
mensiones induce a un reverencial temor al ciudadano peatonal, deján-
dolos sin arresto para mirar y disfrutar la arquitectura de ese lugar. El
rompimiento de las dimensiones humanas genera violencia.

¿Por qué no se estudia más la dimensión humana de los espacios públi-


cos de Barranquilla antes de hacer cualquier intervención a la ligera?
Hay que ser cuidadosos en las próximas intervenciones de espacios que
ya han estado y están en la mira de los planeadores urbanos de la ciudad
como son la del estadio Romelio Martínez y el parque Suri Salcedo
entre otros, sitios tan caros, simbólicos y significativos para los barran-
quilleros.

No se trata de dejar los espacios tal como están, ni de dejar de aprove-


char los avances del urbanismo, ni de defender un sitio, se trata de tener
en cuenta su identidad sin renunciar a lo global sino articulándolo, para
crear espacios, reflejo de una cultura alternativa. ¿Cómo se logra? Con
el concurso de saberes referentes al urbanismo, a los grupos humanos y
sobre todo con conocimiento de la realidad que se va a intervenir y con
mucha creatividad. Cualquier intervención que quiera hacerse y afecte a
la ciudad, o a una zona, o a un barrio en particular, es a esa situación, a

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 71


ese espacio urbano a quien se le tiene que preguntar cual debe ser su MIRTA BUELVAS ALDANA
tratamiento. La cultura del lugar es el motor, es la clave, para saber
cómo proceder con ese espacio.

Para adelantar cualquier intervención en la ciudad es importante tam-


bién tener en cuenta no sólo las expresiones culturales consagradas por
la tradición sino también las que comienzan a formarse, recientes, pero
significativa para sus habitantes. Los residentes de Barranquilla han en-
contrado y conquistado en este momento nuevos lugares, que en la últi-
ma década están adquiriendo significado como espacios públicos de
encuentros, tales como la calle 84, donde se celebran actos de regocijo,
que convoca a más de un sector social, por ejemplo: los triunfos en el
fútbol, la celebración de actos de carnaval, reuniones juveniles por las
noches y alguna otra actividad; este fenómeno debe ser una campana
para pensar en una intervención en este espacio que ayude a los ciuda-
danos a gozarlo, disfrutarlo y usarlo.

La asignación de este espacio como lugar de encuentro no surgió por


mandato oficial, fue la necesidad y la voluntad de los ciudadanos quie-
nes le adjudicaron esa función. Cualquier ocurrencia de intervención u
ornamentación que se quiera adelantar allí no puede olvidar este man-
dato de los habitantes.

Otro ejemplo de la conquista de espacios públicos no oficiales, está liga-


do a la fuerza que ha ido adquiriendo recientemente la fiesta de la Vir-
gen del Carmen en los barrios populares de Barranquilla. Posiblemente
estimulada por los migrantes que traen esta tradición de sus lugares de
origen y allí nuevamente es la calle la que se acondiciona para convertir-
se en un espacio público para el encuentro, para la fiesta y para reafir-
mar la vecindad como pasaba anteriormente con las verbenas de carnaval
cuando se cerraban las calles para las fiestas de vecinos.

Antes de cualquier decisión sobre los espacios públicos de la Barranqui-


lla contemporánea, se deben tener en cuenta sus tradiciones, sus saberes,
sus mitos, las diferentes mentalidades e imaginarios de sus habitantes
que son los que le dan la importancia a esos espacios, sin olvidar en esas
intervenciones públicas su patrimonio arquitectónico. ¿Cuántos planea-
dores han pensado en el alma de Barranquilla a la hora de sus propues-
tas? Conozco de una intervención urbana reciente en la ciudad que
desconoció de forma olímpica la tradición de los antejardines, reconoci-
da en el país de manera positiva como símbolo distintivo de la ciudad.
Este es uno de los ejemplos de cómo algunas veces las administraciones
locales en sus soluciones urbanas maltratan la tradición que le da un
perfil urbano a la ciudad.

En una planeación urbana coherente con nuestra identidad cultural hay


que pensar en proyectar lugares de recreo y esparcimiento pensados es-
pecialmente para el desarrollo de actividades que son muy caras a la

72 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
población nuestra, el fútbol, el béisbol, el baile y la música. Me pregunto
EN BARRANQUILLA si en las mesas tan trascendentes de los técnicos de la planeación y los
urbanizadores estos eventos que aparentemente son “superficiales” se
han considerado.

El estadio de fútbol Metropolitano de esta ciudad, es el espacio de en-


cuentro por excelencia de uso público, donde asiste más de un sector
social frecuentemente, ello nos muestra la importancia de esta actividad
para Barranquilla. En épocas recientes, ¿cuántos estadios de fútbol, de
béisbol o polideportivos se han proyectado en sitios estratégicos de la
ciudad o en los barrios de los diferentes sectores sociales de Barranqui-
lla, como sí se ha hecho en Medellín o Bogotá?

Es conocida la costumbre en toda la ciudad del uso permanente y ge-


neralizado de la calle para el juego de la bola de trapo, una versión
criolla y creativa del fútbol, donde las porterías son móviles de acuerdo
al tránsito de vehículos. ¿Se ha pensado en ello a la hora del ordena-
miento territorial? ¿Por qué no hacerlo? Pensar por ejemplo en espa-
cios de uso múltiple que tengan porterías móviles para las diferentes
comunidades.

En cuanto a las otras dos actividades de importancia en la cultura de


esta población que hemos señalado –la fiesta y la música– creo que está
en mora la discusión abierta con la participación de la comunidad y los
expertos, arquitectos urbanistas, antropólogos, sociólogos y especialmente
carnavaleros en ejercicio o en retiro sobre los nuevos espacios para las
fiestas de carnaval, experiencia de gran trascendencia porque es allí donde
muchos habitantes de la ciudad se cruzan y se identifican como “barran-
quilleros” y reafirman su pertenencia a la misma.

Respecto a la música es un hecho olvidado, al momento de las planeaciones


urbanas de la ciudad, darle la importancia que tiene en esta cultura. Las
conchas acústicas por ejemplo han estado ausentes de los espacios públi-
cos, no se han considerado necesarias en un pueblo con un sentido y goce
musical tan alto. Cuando por uno u otro evento la música aparece en el
paisaje urbano de esta ciudad, la improvisación de las tarimas es persisten-
te al igual que las vallas de la policía para hacer posible el acto. Además
aquí en Barranquilla, con un Festival de Orquestas anual, no existe el sitio
adecuado, por ello el evento se mueve con facilidad, restándole la posibi-
lidad de asociarlo a un sitio y crear una tradición.

Los sitios públicos para disfrutar la música en la ciudad deben tener


sentido de obligatoriedad. Existe una fiesta anual y tradicional, los
carnavales, que debe imponer a la planeación urbana de Barranquilla,
pensar en ello, para no tratar los lugares de las presentaciones musica-
les en estas festividades como un hecho coyuntural y sin ninguna im-
portancia, porque esta es una necesidad permanente y primordial de
esta ciudad.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 73


Esta ausencia de espacios públicos para el desenvolvimiento de la iden- MIRTA BUELVAS ALDANA
tidad en Barranquilla y necesarios para la vida colectiva llevan a que la
mudanza de la celebración de los eventos sea frecuente –los del carnaval
y otros más– lo que impide crear un sentido de arraigo, de tradición con
un sitio determinado y convertirlo en símbolo urbano, como pasa en
otras ciudades, por ejemplo la Plaza de Bolívar, la Media Torta, y de uso
reciente el Palacio de los Deportes en Bogotá; la Plaza Caicedo en Cali;
el parque San Antonio de Medellín entre, otros.

Los espacios para los encuentros son cada día más escasos en la ciudad.
Se olvida que la única planeación que tiene sentido es aquella que
tiene en cuenta las posibilidades humanas particulares de esta pobla-
ción, sin perder la perspectiva de las necesidades de sus habitantes.
Hay que hacerse las preguntas cuando se proyecta: Hacer la ciudad
eficiente ¿para quién? ¿Qué es calidad de vida para cada sociedad?
No son las mismas necesidades urbanas de Barranquilla que las de
Medellín porque son culturas diferentes y ello justicia diferencias es-
paciales. No se puede hacer una planeación en abstracto, igual para
todas las ciudades.

Es hora de comenzar a pensar en potenciar los espacios públicos para


el encuentro de los ciudadanos en la nueva planeación urbana de Ba-
rranquilla, como resultado de tener en cuenta la historia pasada y ac-
tual de la ciudad. Inventar espacios públicos creativos, estimulativos,
energéticos, sinérgicos. Los encuentros generan tolerancia, vida colec-
tiva, ejercicio de la ciudadanía, democracia y sobre todo salud social
para la ciudad. Si los habitantes se encuentran y comparten la ciudad,
crean lazos de solidaridad, gestan comunidad de intereses, cualidades
que aún hoy existen en Barranquilla. Pero que cada vez más las cir-
cunstancias actuales tienden a debilitar y a crear indiferencia por la
ciudad.

Estos espacios públicos deben responder a la posibilidad del disfrute


público, con una calidad de espacio tanto material y conceptual que se
destaquen por la belleza de su construcción y que lleven a la sensibiliza-
ción de su uso y goce, que provoquen impacto visual e influyan fuerte-
mente en la cultura de quienes lo disfrutan, buscando de esta forma que
los beneficios físicos y estéticos de lo público se extiendan a todos los
ciudadanos y les permita crear un sentido de propósito de vida colectiva,
de causas comunes. Es en estos espacios públicos donde puede existir la
dinámica de la convivencia urbana que ayuda al ejercicio democrático de
la ciudadanía.

Barranquilla debe pensar en tener muchos espacios públicos para sus


encuentros, porque uno más de sus beneficios es que ayudan conjunta-
mente con otros elementos a producir una ciudad integral, evitan que se
fragmenten las comunidades o los barrios y de esta forma se mantengan
separados, de lo contrario, a éstos se les niega la posibilidad de crear una

74 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
identidad colectiva y un sentido de pertenencia con la ciudad, que se
EN BARRANQUILLA reflejaría en una mayor estabilidad psíquica urbana, una mejor calidad
de vida para sus habitantes y por supuesto un mejor futuro para la ciu-
dad. Con los encuentros ciudadanos también se evita que las vivencias
tanto individuales como colectivas resulten segmentadas e incomunica-
das. Por bienestar urbano se entiende no sólo la calidad de vida material
de los ciudadanos, sino también todas aquellas recompensas que se des-
prenden de la integración de los sectores marginados.

En las nuevas planeaciones urbanas hay que evitar que los diferentes
barrios se aíslen y pierdan comunicación con otros sectores urbanos veci-
nos. Si esto se logra se previenen patologías sociales, como los enfrenta-
mientos que ya comenzaron a aparecer en Barranquilla entre pandillas
urbanas de sectores diferentes, hechos desconocidos hasta hace algún
tiempo. No trato de afirmar que este fenómeno se deba sólo a la falta de
espacios de encuentros, porque sería ingenuo desconocer la descompo-
sición social y azarosa de hoy en nuestro país que sin duda aunque con
menor fuerza que en otras zonas también atraviesa a Barranquilla. A lo
que no renuncio es a afirmar que el espíritu de esta población afín,
primero con la cultura latina, y en forma específica con la cultura del
Caribe, donde está tan arraigada la cultura del ocio, del disfrute, del
goce, aprovecharía los espacios disponibles propuestos por la nueva pla-
neación como lo hacen con lo poco que tienen para generar actividades
lúdicas, mejorando su calidad de vida de acuerdo con su identidad y
canalizando las energías en acciones aceptadas socialmente y preventi-
vas de hechos violentos.

Sugiero, además del incremento de los espacios públicos en las próximas


intervenciones urbanas, no olvidar una estética y funcionalidad con iden-
tidad acorde con nuestro clima, con nuestras tradiciones, es decir, desde
la óptica Caribe. El Caribe es abierto y los constructores lo olvidan, son
muy mezquinos con los parques y jardines públicos.

Otra asignatura pendiente en contactos humanos de la ciudad es aten-


der el cuidado y la planeación de la ciudad antigua, dentro de los proce-
sos de desarrollo coherentes con la época. No dejar el centro histórico a
merced de las agresividades, a la mal querencia de los especuladores. La
mano del hombre hoy le puede ayudar a ser lo que fue, sin que el fluir de
la vida quede preso en el estanque del pasado.

Quiero terminar este segmento planteando que tenemos que pensar en


una ciudad en la cual los barranquilleros recuperen su capacidad de ha-
blar, de ser y de vivir a plenitud. Crear espacios públicos colectivos, como
parques, calles con andenes, casas con antejardines, donde se pueda
conversar, festejar, jugar para ganarle al silencio de la violencia.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 75


LA CIUDAD Y EL MEDIO AMBIENTE MIRTA BUELVAS ALDANA

Otro encuentro, otro diálogo pendiente de la ciudad es el que tiene que


hacer con su entorno natural, especialmente con el río que está estre-
chamente unido a su historia. En las nuevas intervenciones urbanas pú-
blicas de Barranquilla es importante considerar el encuentro de los
ciudadanos con la naturaleza. A ese respecto con mucha frecuencia la
prensa y la radio local expresan comentarios referentes a la relación río
Magdalena y ciudad, desde diferentes puntos de vista. El más recurrido
es señalar que la ciudad en su diseño urbano le ha dado la espalda al río,
afirmación que es sólo parcialmente cierta, porque en un principio la
ciudad estuvo estrechamente ligada al sistema acuático del río desde los
inicios de su poblamiento, al igual que su economía y por supuesto su
desarrollo. Sin embargo, las rutas que tomó posteriormente el avance
urbano fueron dejándolo de lado y excluyéndolo del paisaje urbano, de
tal forma que hoy sólo lo toca de forma tangencial.

En un principio las condiciones precarias en que se organiza el poblado


no permitieron más de lo que se hizo en su momento: Evitar el río por-
que sus dimensiones posiblemente no eran manejables, los moradores de
ese entonces que se juntaron en este sitio organizaron su vida cotidiana
colectiva alrededor de los caños que fueron símbolo de identidad de la
población por mucho tiempo para sus habitantes.

Hoy se puede integrar el río a la ciudad. Es posible porque las condicio-


nes técnicas lo permiten. Podemos pensar en rescatar ese paisaje natural
patrimonio de la ciudad que mejoraría y embellecería el entorno urbano
aumentando la calidad de vida de sus habitantes, rescatándolo como
símbolo identificatorio de la ciudad. Si la ciudad cuenta con un mayor
número de símbolos, mayor es el grado de pertenencia de sus habitantes
y mayor su grado de compromiso con su desarrollo.

Como conclusión final quisiera señalar que la Barranquilla de hoy está


fragmentada, no posee lugares simbólicos de la ciudad, válidos para toda
la población y fácilmente identificables. A los hitos tradicionales, como
el carnaval y algunos otros más, no se les ha dado la suficiente importan-
cia en la planeación de la ciudad. Se descuida su patrimonio cultural
tanto tangible como intangible en el tratamiento espacial urbano y, por
último, a pesar de la ausencia de espacios en la ciudad que propicien los
encuentros, las características de la identidad cultural barranquillera, de
relaciones cara a cara, los estimulan. Estas reflexiones, que he expuesto
sobre la ciudad de Barranquilla no están terminadas, son sólo un reto,
una invitación para seguir trabajando en ello.

Platón miraba la ciudad como una “escritura en mayúscula”, una escritu-


ra que, según Giusseppe Zarone, está hecha de espacios, de piedras, de
geometría y que guarda consonancia con las palabras, las voces y el silen-
cio que mora en sus lugares.

76 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
Doy fin a la conferencia con una cita del escritor cartagenero Roberto
EN BARRANQUILLA Burgos Cantor, quien señalaba en el periódico El Espectador, el día 25
de octubre de 1998:

La ciudad está allí. Riesgo diario. Zona de encuentros. Con su luz y sus
olores. Sus memorias persistentes y sus olvidos. Sus engaños y sus
encantamientos. Para descifrar.

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78 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CAPÍTULO IV

BARRANQUILLA:
UNA POSTAL DE FIN DE SIGLO
(DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO)
BARRANQUILLA: UNA POSTAL IV
DE FIN DE SIGLO
(DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO)

BARRANQUILLA:
UNA POSTAL DE FIN DE SIGLO
(DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO)

JULIO NÚÑEZ MADACHI*

El sector en que coinciden, formando esquina, el Paseo Bolívar y la Ave-


nida Veinte de Julio, por una parte, y el Callejón del Progreso y la Calle
Real, por otra, constituye la simetría angular del cuadrilátero más populo-
so, bullicioso y agitado de la ciudad de Barranquilla. Allí, los gritos de
los apresurados transeúntes y los pregones estridentes de los alocados
vendedores ambulantes, llenan el ambiente. Se esparcen aquí y allá los
anuncios de los vendedores de múltiples productos frente a sus carreti-
llas y tenderetes. Abundan las llamadas de las loteras sedentarias, en
forma por demás seductora. A la vez que ensordecen los clamores de las
gentes, que más que caminar, corren por los andenes para atravesar las
calles. Y se imponen los silbidos y gritos de los conductores de autobuses
y motocicletas que, al unirse a los de los vendedores, desesperan. En
suma: el estruendo de los ruidos compactados en un sólo estupor de carre-
ras y velocidades entre los vehículos automotores, convierten este lugar en
el sitio más ruidoso de Colombia. No cabe duda que aquí, sin considera-
ción alguna, cualquier persona está expuesta a ser aturdida, estrujada y
atropellada.

Mas, a finales del siglo pasado, en 1892 para ser más exactos, este cuadri-
látero que conformaban los entonces llamados Calle Ancha, Callejón de
la Niña China y la Calle Real con el Callejón de San Nicolás, presentaba
un panorama y una atmósfera totalmente distinta. La Calle Ancha
hallábase adornada de tupidos árboles de almendros que allí crecían y
fructificaban sin cesar, para deleite de los niños. Y remataba, a pocos
metros, en el paseo llamado El Camellón, al que concurría la gente jo-
ven de las familias de la vecindad. El Callejón de la Niña China, inexis-
tente hoy, daría inicio a la actual Avenida Veinte de Julio, y comenzaba
allí mismo, en la esquina del almacén de la Niña China. Era un callejón
* Julio Núñez Madachi. Filósofo. Pro-
fesor titular de la Facultad de Ciencias
estrecho, torcido, entre arenoso y pedregoso, con zanjones que en épo-
Humanas de la Universidad del Atlánti- cas de lluvia detenían las aguas turbias de los arroyos que pasaban por
co. Magíster en Administración Univer-
sitaria de la Universidad Javeriana. Ex allí. La popularidad de la propietaria del almacén había motivado el
director del Programa de Filosofía y del nombre de dicho callejón1.
Instituto de Filosofía de la Universidad
del Atlántico.
1 Abello, Miguel. Historia de una calle. Entre tanto, en el otro ángulo, hallábase el Parque de San Nicolás, que
Diario El Heraldo, marzo 3 de 1971. quedaba ubicado frente a la iglesia que lleva el mismo nombre y que era

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 81


la principal y central de la población. En dicho parque se tocaban retre- JULIO NÚÑEZ MADACHI
tas-conciertos musicales con instrumentos de viento y de la banda del
ejército los domingos y días feriados en las noches. A él concurrían las
personas en las tardes hasta muy entrada la noche, y se sentaban en las
bancas ubicadas bajo los árboles de caucho, palmeras y arbustos que lo
rodeaban, mientras se deleitaban con el rumor de la fuente situada en
el centro.2

Este “cuadrilátero”, que en 1892 como un tenue eco expandíase más


allá, unas seis cuadras o manzanas, estaba constituido por casas de mam-
postería –“de balcón”, como se decía para referirse a las de dos plantas y
amplias azoteas– y en su mayoría de “paja”, vale decir, con paredes de
bahareque y techos de palmas. En él se confundían las viviendas de las
más prestantes familias de la ciudad con los más abigarrados locales de
comercio; la casa del Cónsul de los Estados Unidos, con peluquerías y
salones de billar; la estación de tranvías de tracción animal y el salón “La
Estrella” –donde había expendios de repostería, heladería, refrigerios y
restaurante– con las imprentas de los diarios más importantes. En sínte-
sis, un abigarrado microcosmos que tenía como epicentro la iglesia de
San Nicolás.

LA IMPRONTA DE LAS COSTUMBRES ALDEANAS

La vida social se mantenía, a pesar de la singular conjunción de gentes


provenientes de Alemania, Francia, Estados Unidos y Centroamérica,
bajo la impronta de las costumbres aldeanas. Es decir, costumbres muy
españolas, que más tarde habrían de forcejear contra el cosmopolitismo
de los otros extranjeros que poco a poco fueron estableciéndose en la
ciudad. Costumbres que recordaban mucho las de España, no obstante
que Barranquilla no había sido de fundación española, debido a que estas
costumbres habían sido traídas por las numerosas familias provenientes de
otras ciudades de la Costa que sí fueron de fundación española: Mompox,
Cartagena y Santa Marta. Y, además, por los muchos españoles que por
entonces llegaron a Barranquilla y allí se establecieron.

Costumbres como las de hablar de ventana a ventana, de puerta a puer-


ta, con la persona que pasaba perteneciera o no al vecindario. O como
aquella de mayor recato: precaución –hoy inconcebible– con las señori-
tas de la casa. La de observar desde las ventanas lo que ocurría en las
calles; colocar detrás de los barrotes de esas mismas ventanas severas
celosías que no dejaban ver a las personas que se ocultaban tras ellas,
pero sí dejaban a éstas ver y oír lo que decían quienes pasaban frente a
ellas. De allí que al pasar por delante de tales ventanas, no debía sor-
prender oír risas y cuchicheos muy femeninos de la curiosidad de quie- 2 Testimonio oral –sobre la vieja Barran-
quilla– tomado en cinta magnetofónica
nes se mantenían casi herméticamente encerradas.3 Costumbres que a Julio Enrique Blanco, en 1985.
habrían de ser avaladas por las familias de origen árabe recién estableci- 3 Ibid.

82 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UNA POSTAL
das en la ciudad, puesto que esas costumbres de celosías y encerramientos
DE FIN DE SIGLO provenían de influencias árabes en la misma España.
(DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO)
Podría decirse que para entonces Barranquilla era un “pueblo grande”,
aún con costumbres aldeanas rodeadas de chismes locales, rivalidades de
familias, enredos de amoríos y gravitando aún, aunque en forma menos
severa en comparación con otras ciudades del país, alrededor del inelu-
dible eje del fanatismo religioso y el sectarismo político impuesto desde
la capital de la República.

EL DESPLIEGUE DE UNA CIUDAD

Sin embargo, al poco tiempo, este sector al que nos hemos referido, tan
pequeño, unas seis cuadras o manzanas –decíamos–, ese ámbito tan es-
cogido, tan concentrado allí mismo, sector de población aún tan insigni-
ficante, al azar de las circunstancias, habría de constituirse en el punto
focal de la economía nacional. Y es que ya desde la mitad del siglo XIX
Barranquilla, gracias a las ventajas de su geografía, con tan inmediatas y
fáciles vías fluviales y marítimas, había dado los pasos iniciales para consti-
tuirse en ciudad. Había estado desde entonces como urbe en gestación,
abierta a todas las posibles colaboraciones que se le prestaran en aperturas
que desde su comienzo la distinguieron de las demás ciudades de Colom-
bia, todas, hasta muy entrado el siglo, tan cerradas. De hecho, ninguna de
éstas podría compararse con Barranquilla en ese sentido, vale decir, en el
de abrirse al exterior del mundo moderno en su actualidad.4

Puesto que Bogotá, a principios del siglo XX continuaba viviendo una


vida colonial, y quizás más que colonial, políticamente sujeta a normas
eclesiásticas de dogmas practicados con camándulas y procesiones. En
ella, como lo señala el investigador bogotano Fernando Uricoechea,
imperaban los criterios de filiación religiosa y política como criterios de
status, imposibilitándole su acceso a la modernidad. Existía, además, un
inconveniente grave: para llegar a ella había que realizar un viaje que en
realidad poco difería de los de la expedición conquistadora de Jiménez
de Quesada.

Por su parte, Medellín, que ya era la segunda ciudad de la nación, no se


hallaba en condiciones mejores de apertura al mundo. Vivía tan aparte y
encerrada en su montaña como Bogotá, sobre su sabana frente a los cerros
de Monserrate y Guadalupe. Cali era todavía más lejana, si se le considera
desde el Norte, Mar Caribe, Océano Atlántico, mundo de la civilización.
Y Popayán, más al Sur, debía ser peor. Mientras en el Norte Cartagena
seguía dormida dentro de sus murallas, pasiva, inactiva, lo mismo que Santa
Marta. Sólo Barranquilla como ciudad en gestación, parecía haber des-
4 Blanco, Rafael. Barranquilla: Aldea, Ciu-
pertado en Colombia a los alientos de la vida nueva que se respiraba en el
dad, Metrópoli. Revista del Museo del
Atlántico, 1944, N° 6 y 7. resto del mundo civilizado, Estados Unidos y países europeos.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 83


LA REIVINDICACIÓN DE LOS PRIVILEGIOS JULIO NÚÑEZ MADACHI

Se debía esa situación privilegiada a que Barranquilla no había sido de


fundación colonial. Y a que a pesar de la presencia e influencia de
ilustres familias venidas de ciudades de origen colonial, careció siem-
pre de esa predeterminación –moira, fátum o sino, que parecía someter
a las ciudades de fundación colonial– a ser retardatarias para todo
progreso y mezcla de gentes, ideas y costumbres nuevas. Contaba, ade-
más, con el privilegio de una ubicación geográfica que le favorecía y la
hacía atrayente para el extranjero. De ahí que éste, tan pronto llegaba
a ella, se sentía halagado y dispuesto a quedarse, a contribuir con el
fomento de su progreso. Parece ser que gustaba –como sigue gustando
hoy– del medio, a pesar del clima caluroso, cuya tropicalidad, en vez
de chocarle, mas bien parece que le placía. Por lo demás, el ambiente,
en contraste con el de la capital de la República, era, como lo sigue
siendo, de claridad, luminosidad, abundancia de sol. En fin, en medio
de brisas que no dejan tampoco de ser refrescantes, sobre todo en las
noches.

A eso se añadía la acogida siempre franca, ingenua, acaso candorosa, de


los nativos que con efusión sincera han brindado siempre su amistad y
disposición a servir a quienes llegan hasta ellos. Vale decir, ajenos a la
estrechísima concepción dualista del mundo, que en términos de “pure-
za interior” y de “corrupción exterior” caracterizaba la vida social de las
ciudades del interior del país.5 Parece ser, además, que los extranjeros
que llegaban a Colombia por la vía de Barranquilla no se resolvían a la
aventura de los viajes al interior hasta las ciudades como las que se han
nombrado. Para llegar a Bogotá se necesitan dos o tres semanas, cuando
menos, en viajes con toda clase de molestias, incidentes penosos, calores
sofocantes, mosquitos intoxicantes, varadas de barcos, fiebres y otras
enfermedades, todo eso mientras viajaban por el río. Después venían las
incomodidades de proseguir a lomo de mula o de caballo. Hasta los
diplomáticos que por fuerza de sus carreras tenían que llegar a Bogotá,
se dolían de tener que hacerlo.6

Sólo, mucho después, con la inauguración de vías de comunicación, como


las que habría de instaurar Barranquilla y sólo con ellas, los términos
generales de esa situación cambiaron. Hoy, desde luego, estas ciudades
son bastante diferentes y materialmente más prósperas. Pero a Barran-
quilla deben la instauración de los medios principales de comunicación
en el país después de la independencia de la nación.

Entre ellos, el que las sacó del secular colonial y hasta medieval en que
vivían: el de la aviación. El freno, ya en ese entonces ejercido desde
Bogotá por los miopes gobiernos centralistas que, indolentemente, hi- 5 Íbid.
cieron posible más tarde la secesión del Istmo de Panamá, comenzaba al 6 Camacho Roldán, Salvador. Notas de
viaje. Bogotá, Talleres Gráficos del Ban-
fin a cortarse, al menos en parte, por la propia Barranquilla. co de la República, 1973.

84 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UNA POSTAL
Barranquilla vino a ser entonces, la única ciudad de Colombia que des-
DE FIN DE SIGLO de finales de siglo habría de dar ejemplo de una población que se abría
(DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO) a la vida y al comercio cosmopolita, mediante la amplia recepción e in-
corporación de muchos extranjeros que le trajeron su competencia para
la libre emulación en el progreso material de la ciudad. No sólo para que
ésta conservase para siempre el timbre de ser la ciudad más abierta, en
contraste con las cerradas del interior del país, sino para enseñar que no
eran presunciones de tradiciones coloniales, sino la comprensión de las
llamadas del mundo moderno las que en realidad podían promover el
adelanto de una ciudad en embrión. Por eso, ya al finalizar el siglo,
Barranquilla –tal como lo señalara Theodore Nichols– era indiscutible-
mente el puerto importante de Colombia, pasando en décadas de ser un
insignificante asentamiento ribereño a esta eminente posición.7

LA MENTALIDAD COLONIAL EN LA CULTURA

Terminaba, pues una época y estaba por comenzar el período de transi-


ción de siglos. Sin embargo, los colombianos manteníanse, en su mayo-
ría, como complacidos en una especie de letargo cultural, en el que la
oratoria desempeñaba el papel protagónico, siendo practicada con retó-
rica y grandilocuencia en una hemorragia incontenible de sonoridades
vocales, palabras altisonantes, frases solemnes, giros estilizados e impo-
nentes, que se derramaban sobre la vida mental del país a través de la
política, la religión y la prensa, como promotoras y regentes, ellas, de lo
que se presentaba –erróneamente– como cultura.

La sociedad bogotana, foco proyector de la colombiana, había –como lo


ha anotado el filósofo Rafael Gutiérrez Girardot–, con su centralismo
de ancestro español y encomendero, arrastrado a todo el país en su pacata
mentalidad colonial y como había ocurrido en España lo encerró en su
ambiente opaco y conventual, imponiéndole no mesura, tacto y discre-
ción, sino mediocridad, pobreza y terco aislamiento del mundo moderno.8
Haciendo de Colombia un país de “hablistas” y “gramaticistas”, como si
en el habla y en la gramática del habla estuviese concentrada toda su fina-
lidad cultural de la vida humana. El constante esfuerzo oratorio de la
incontenible fluencia retórica, la excesiva energía que se derrochaba en los
discursos parlamentarios, los sermones eclesiásticos y los artículos perio-
dísticos que miraban más la impresión de las frases que a la verdad en el
contenido de lo que decían, dejaban las mentes exhaustas para emplearse
a fondo en la articulación de una vigorosa cultura humana.

Es por eso que el también filósofo Rubén Jaramillo Vélez, se haya pre-
7 Nichols, Theodore. El surgimiento de
Barranquilla. Revista de la Cámara de guntado si todo esto no tenía que conducir a confundir el sentido de
Comercio. Abril de 1983. una auténtica cultura con esa simulación que parecía presidir el compor-
8 Gutiérrez G., Rafael. La literatura co-
tamiento de las clases señoriales colombianas a finales del siglo pasado y
lombiana en el siglo XX. Manual de
Historia de Colombia, t. III, 1980. comienzo del presente. “¿Cómo habría de arraigarse en esas condicio-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 85


nes, en un medio a tal punto provinciano, frívolo y simulador, esa activi- JULIO NÚÑEZ MADACHI
dad y esa disciplina (...) que es siempre el resultado de procesos históri-
cos y antagonismos sociales de naturaleza compleja, ese saber tardío del
ocaso?”.9

UNA CULTURA EN REMOJO

En el caso de Barranquilla se impone, debido al exagerado optimismo


económico, un materialismo llano y desvergonzado. A pesar del impulso
acelerado del progreso material y su favorable condición de ciudad abierta,
así como de la lúcida cosmovisión que de ello se desprende, estas venta-
jas no son aprovechadas en un primer momento para crear obras o am-
biente de cultura superior. Aún el esfuerzo aislado de algunos hombres
de cultura como los alemanes Karl Meisel, Ernesto y Jacobo Cortissoz,
Adolfo Sundheim; el norteamericano Elías Porter Pellet, el antillano
sefardita Abraham López Penha y el barranquillero Esteban Márquez,
veíase arrastrado por el arrollador entusiasmo económico, correspon-
diéndole a algunos llevar una existencia fantasmal –como el patético
caso de López Penha– ante la imposibilidad de establecer en el medio
un diálogo de altura para el intercambio de ideas y cultura.

Toda la expresión de cultura reducíase a los llamados “juegos florales”


(jornadas poéticas), las tertulias del Camellón Abello y las reuniones
sociales en los salones “La Fraternidad”, “El Ateneo”, o, en su defecto,
en el bar y salón de billares “La Estrella”, de don David Pereira. Lugares
donde los banqueros y comerciantes de la ciudad atenuaban la dura jor-
nada del día bebiendo whisky o cerveza, cerrando nuevos tratos comer-
ciales o lanzándose al vacío leyendo o recitando el último verso producto
de alguna “encendida inspiración”. Los protagonistas de estos eventos
eran, por lo general, los hijos de las personas pudientes que eran envia-
dos a estudiar a Europa (Francia, Inglaterra o Alemania), pues no se
pensaba en España ni tampoco en Estados Unidos. Pero según el testi-
monio de J. E. Blanco, lo difícil era saber qué estudiaban, y si realmente
lo hacían. Porque lo cierto era que cuando regresaban, lo único que
mostraban era el prestigio que les daba haber pasado algún tiempo, aca-
so años, en aquellos países de civilización. Parece ser que todo se les
resolvía en esa otra forma de simulación de la cultura, en la vanidad de
ese prestigio cuyas presunciones aumentaban –según Blanco– con los
vestidos que traían, no apropiados para el clima del trópico americano,
donde desentonaban.

Sin embargo, la decidida voluntad de Karl Meisel y el grupo de profeso-


res alemanes que le acompañaban en su campaña por modernizar la edu-
cación en la Costa Norte de Colombia, así como la prestancia intelectual
9 Jaramillo Vélez, Rubén. La filosofía y la
de Elías Porter Pellet y Esteban Márquez, entre otros, eran prenda de
provincia. El Espectador, Magazín Do-
garantía para establecer las bases para el despliegue de la cultura moder- minical Nº 65, 1984.

86 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UNA POSTAL
na. Porque la verdad es que Pellet, entre sus cualidades intelectuales al
DE FIN DE SIGLO lado de las morales, llegó a ser en Barranquilla lo que en inglés se llama
(DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO) scholar. Vale decir, un hombre de letras: en letras antiguas, clásicas de
Grecia y Roma; un erudito en filología clásica, un humanista. Bastante
singular en una aldea con pretensiones de ciudad, como entonces era
Barranquilla. En este sentido se sabe que se propuso hasta elaborar un
diccionario griego especializado en el lenguaje de Homero.

Mientras se dedicaba a ello llegó hasta escribir al renombrado político


inglés Gladstone, autor de un libro sobre Homero. En su respuesta,
Gladstone se refirió a las inmensas dificultades que se le presentarían a
Pellet para su obra, hasta entonces, según él, no intentada por nadie. Sin
embargo, parece que Pellet no pudo llevar a feliz término su obra.

¡Qué extraordinariamente fabuloso hubiese que en esa Barranquilla


finisecular Pellet hubiese concluido su obra!

Don Esteban Márquez fue también un gran erudito y, desde luego, ami-
go de Pellet para el intercambio de ideas. De él conservaba don J. E.
Blanco como reliquias, libros de cultura universal todos en alemán, que
leía don Esteban en una aldeana Barranquilla. Todos en alemán, pues
había sido educado en Alemania y había aprendido tanto ese idioma que
llegó a leer lo más clásico de su literatura: Goethe, Schiller, Lessing,
Hörderlin, Jean Paul... No había entonces en toda Colombia nadie con
semejante capacidad de conocimiento de dicho idioma y dicha literatura.

Don Esteban fue una de las figuras claves de la Barranquilla de final de


siglo que, al igual que Pellet, supo armonizar en si la capacidad del
hombre de acciones prácticas, utilitarias, constructivas, con el cultivo del
intelecto para las reflexiones teóricas, especulativas, desinteresadas.
Además, intervino como Pellet y otros nacionales y extranjeros, en el
fomento de todo cuanto pudiera ser provechoso para el progreso de la
aldea que se transformaba en ciudad. No sólo en el orden de lo material,
sino también en cuestiones de civilización y cultura.

Pero al parecer para estos años finiseculares, la promoción de la cultura


moderna estaba destinada a ser postergada para los decenios siguientes.
Y así quedó establecido al quedar constreñidas en su fomento las tenden-
cias pedagógicas modernas propuestas por los educadores alemanes luego
del enfrentamiento con las escuelas católicas que orientaba desde Bogotá
Monseñor Rafael María Carrasquilla. Postergación que habría de ser apun-
talada en forma severa con la llegada a Barranquilla en 1894 del reveren-
do padre Pedro María Revollo y su posterior nombramiento como párroco
de la Iglesia de San Nicolás. Desde el primer momento no sólo tuvo la
misión de obedecer el mandato de León XIII de restaurar la filosofía de
Santo Tomás, sino la de imponer también sus propias potestades como
gestor dominante de las costumbres de las personas, las familias y la socie-
dad que éstas formaban en la Barranquilla de final y comienzos de siglo.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 87


Contaba don J. E. Blanco en su testimonio oral, que el padre Revollo JULIO NÚÑEZ MADACHI
cuando se presentaba a predicar o sermonear, se mostraba imperioso y
dominante. Que vociferaba sin moderación de términos, con palabras
cortantes y frases hirientes con el ánimo de corregir y castigar. Senten-
ciando con agudas censuras todo lo que le parecía no ajustado a lo que
debía imponerse por su mandato, especialmente cuando se trataba de lo
que considerara la violación del indix de libros prohibidos que, semana a
semana, personalmente elaboraba.

En fin, la realización de una verdadera cultura moderna sólo habrá de


articularse objetivamente a partir del segundo decenio del presente
siglo con la labor inicial del grupo de la Revista Voces (1917-1920); la
aparición del periodismo moderno en la Costa Atlántica; los ensayos
filosóficos de J. E. Blanco y Luis Eduardo Nieto Arteta; la moderna
narrativa de José Félix Fuenmayor, para llegar a un estado de vigorosa
“normalidad” con el trabajo artístico e intelectual del “Grupo de Ba-
rranquilla” (1950).

UN DESAFORTUNADO ADIÓS

El año 1899, el año de la despedida del siglo, fue terrible en los anales
de la historia de Barranquilla. En Colombia, ya desde 1885 los tiempos
habían comenzado a ser tempestuosos y sus destellos, que apenas causó
alarma por la distancia, inesperadamente se tomaron a Barranquilla. A
los pocos meses de iniciarse el año, se propagó por toda la ciudad la
noticia de la inminente llegada de “la compañía o cuerpo de macheteros”
que servía en batallones bajo el mando del general conservador Pedro
Nel Ospina.

Fuera cierto o no, parece que el pavor cundió entre las familias liberales
de Barranquilla, por lo que se sabía de la saña o furor de violencias y
matanzas, atropellos de hombres, violaciones de mujeres que practica-
ban dichos macheteros. Los altos militares que los comandaban eran
impotentes para detenerlos en las desbandadas de sus furias sangrientas.

El pavor, por consiguiente, cundió y hubo varios días de angustiosa ex-


pectativa, como puede observarse en la prensa de la época. Hasta que
por fin se supo que la compañía de macheteros no vendría a Barranqui-
lla. Lo cierto es que –para ser equitativos con respecto a los conservado-
res– igual espanto se habría apoderado en las familias de ellos si se les
hubiera anunciado que iban a llegar los revolucionarios del general Uribe
Uribe con sus cuerpos de fusileros dispuestos a todo. Era la insensatez
de la guerra fratricida de los Mil Días, de feroz guerra “incivil” –como la
llamara Alberto Mendoza– entre los nacionales por diferencias de parti-
dos políticos y codicias de mando y gobierno. Insensatez que provenía
de un lado como del otro.

88 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UNA POSTAL
Aunque se diga lo contrario, era de ese modo como se vivían las emocio-
DE FIN DE SIGLO nes de espanto en Barranquilla cuando llegaban a ella las oleadas irra-
(DE LA NOSTALGIA AL OLVIDO) cionales de la bestialidad humana por causa del estado de revolución en
que se hallaba el país en 1899. Porque lo cierto es que las familias que
vivían en Barranquilla, indistintamente, liberales o conservadoras, se
mantenían siempre en buena amistad y excelente cordialidad en tiempos
de paz. Pero desde que las pasiones políticas, las luchas implacables que
por ellas se despertaban y exaltaban, todo cambiaba. Durante la paz se
vivía armonía social. Las familias de los dos bandos se entrelazaban por
matrimonios, pero en la guerra lo que se imponía era lo contrario: el
despertar de los odios, los rencores, las inquinas, las venganzas.

De este tenor u otros eran, en gran parte, los sucesos que se vivieron en
1899 en Barranquilla cuando ésta se vio involucrada en la guerra gestada
desde el interior del país por los dos partidos nacionales y la acción casi
salvaje del sectarismo político y el fanatismo religioso que habían ensan-
grentado y entenebrecido campos, pueblos, aldeas y ciudades de Colom-
bia, paralizando, de momento, el arrollador entusiasmo en el que la
aldea se desenvolvía pujante en sus anhelos por hacerse ciudad.

BIBLIOGRAFÍA

Abello, Miguel. 1971. Historia de una Calle. Diario El Heraldo, marzo 3.

Testimonio oral sobre la vieja Barranquilla tomado en cinta magnetofónica a Julio Enrique
Blanco en 1985.

Blanco, Rafael. 1944. Barranquilla: Aldea, Ciudad, Metrópoli. Revista del Museo del At-
lántico, Nº 6 y 7.

Camacho Roldán, Salvador. 1973. Notas de viaje. Bogotá, Talleres Gráficos del Banco de
la república.

Nichols, Theodore. 1983. El surgimiento de Barranquilla. Revista de la Cámara de Co-


mercio. Abril.

Gutiérrez G., Rafael. 1980. La literatura colombiana en el siglo XX. Manual de Historia
de Colombia, t. III.

Jaramillo V., Rubén. 1984. La filosofía y la provincia. El Espectador, Magazín Dominical,


Nº 65.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 89


CAPÍTULO V

BARRANQUILLA: UN ESPACIO
PARA LA SOSPECHA
BARRANQUILLA: UN ESPACIO V
PARA LA SOSPECHA

BARRANQUILLA: UN ESPACIO
PARA LA SOSPECHA

LUIS E. SÁNCHEZ BONETT*

Existen, además, cruces en los caminos que señalan y recuerdan


el paso de la violencia, costumbre campesina, porque si en las
ciudades se introdujera esta costumbre de señalizar los lugares
donde han caído, caen y caerán los ciudadanos atracados, otro
sería su aspecto. Cementerios peatonales.
Óscar Becerra Mejía

Este trabajo no es el resultado de una investigación sistemática y conven-


cional. Más bien se propone desde un “oír decir” de acontecimientos,
captados por un ciudadano que desea conocer la ciudad entre los límites
difusos de las interacciones sociales. Esto es así porque asume que “el
urbanista no trabaja en un laboratorio, sino en la calle; no se traslada todo
el tiempo en coche, sino que salta de un medio a otro; no habla solamente
con colegas, sino con las diversas personas que viven en la ciudad” y debe
“pisar en algún momento cada barrio y cada obra y entrar a las casas y
hablar con la gente. Transformar la ciudad supone un estilo de vida”.1

Guiados por ese “oír decir” tropezamos en las calles, como afirma Cruz
Kronfly, con cuerpos que cargan sobre sus hombros la memoria de pasa-
dos despojos, humillaciones y cuentas por cobrar. Memoria desde la que
dichos cuerpos producen y reciben mensajes, tal como esa frase del muro
* Luis E. Sánchez Bonett. Arquitecto.
Profesor titular de la Facultad de Ar- que da hacia el antejardín de la casa desocupada, colindante con la
quitectura de la Universidad del Atlán- estación de policía, la cual, por la fuerza de la “brocha gorda” con que
tico. Magíster en Investigación y
Docencia en el área de la arquitectura. fue escrita, en vez de advertir, prácticamente nos ordena con voz militar:
Universidad Nacional Autónoma de “¡Si ve a alguien arriba del techo de esta casa, favor llamar al 354378 o
México.
1 Borja Jordi “Por un desarrollo urbano
llamar a la policía!”.2
afortunado”. En: Local y Global. La ges-
tión de las ciudades en la era de la infor- Así, en el “oír decir” y en las interacciones precitadas se percibe un pai-
mación. Castells, M. y Borja, J. Madrid:
Tauros, 1998, p. 263. saje urbano surgido de las sospechas hacia el “otro”, donde “ninguna
2 Cruz Kronfly, Fernando. “En las ciu- frontera física ni ningún límite social otorga seguridad”, pues en él se ha
dades literarias”. Revista Universidad
del Valle No.14. Cali, Agosto de 1996,
interiorizado “un miedo ancestral al invasor, al otro diferente, venga de
p. 19. arriba o de abajo”.3
3 Becerra, Oscar. “Medio ambiente y es-
tética urbana”. En: El territorio de la ciu-
dad: utopía y realidades. Barranquilla,
Este miedo, asumido generacionalmente por los habitantes de las prin-
Universidad del Atlántico, 1997, p. 35. cipales ciudades colombianas, moldea y organiza sus imaginarios, fun-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 93


dando formas de pensar, sentir y vivir que se expresan en la concepción LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
y formación del espacio urbano. El tatuaje del temor se dibuja sobre la
epidermis de la calle, de la franja verde, del andén, del antejardín, de las
bardas, de la paramentación y de los usos del suelo. En este sentido,
nuestros imaginarios, lejos de ser fenómenos difusos y gelatinosos, se
enclavan en momentos histórico-sociales específicos que conforman una
especie de sedimentación de la violencia.

Por esto, una rápida mirada a las estadísticas del delito en Barranquilla,
una de las principales fuentes de aquélla, nos puede servir para dibujar
su malla, sobreponerla a su estructura urbana y encontrar, en la sombra
de sus aleros o el cruce de la esquina, el gesto sospechoso de sus tran-
seúntes.

EL MIEDO EN CIFRAS

Según las estadísticas de seguridad del Distrito de Barranquilla, durante


el primer semestre de 1999, las muertes violentas producidas con ocasión
de homicidios, accidentes de tránsito y suicidios sumaron 336.4

Analizando la variable homicidio y comparándola con las cifras registra-


das durante el primer semestre de 1998, encontramos un aumento del
2.5%. Es decir, se pasó de 234 muertes en 1998 a 249 en 1999. En lo
referente al móvil, el 60% de los casos de esta misma variable carece de
especificación alguna: no se trata de ajustes de cuentas (15%), atracos
(10%) ni riñas (15%).

El problema se complica al examinar los datos del objeto utilizado en el


hecho, los cuales señalan a las armas de fuego como el instrumento usa-
do en el 88% de los homicidios, mientras que las armas corto punzantes
se utilizaron en un 9%.

En lo referente a lesiones personales, de un total de 362 casos, los móvi-


les obedecen a riñas (60%), atracos (10%) y al ajuste de cuentas (15%).

Existe una alta utilización de armas de fuego en la realización de actos


que atentan contra la vida: 88% en los homicidios y 41% en las lesiones
personales. Porcentajes que resultan altamente riesgosos para la socie-
dad en su conjunto cuando se consultan los principales epicentros de
ellos. En efecto, la vía pública es el escenario del 62% de los casos,
mientras que la residencia familiar lo es del 20%.

4 Este dato estadístico y los demás relacio-


Finalmente, las variables de homicidios y lesiones personales señalan a nados en este apartado fueron tomados
la noche como el tiempo preferido para su realización, pues el 65% del Informe del Departamento Integral
de Justicia y Prevención. Barranquilla,
de los primeros y el 45% de las segundas ocurren durante esta parte Secretaría de Gobierno del Distrito de
del día. Barranquilla, noviembre de 1999.

94 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
El conjunto de estas cifras indica lo amenazante que pueden resultar la
PARA LA SOSPECHA calle y la convivencia familiar en la ciudad. Situación que se agrava cuan-
do se examina la variable contra el patrimonio económico, la cual com-
prende en general hurtos callejeros, residenciales y de vehículos.

Deteniéndonos solamente en el hurto callejero, encontramos que de un


total de 862 casos contra el patrimonio, 441 correspondieron a éste, y su
ejecución coincide con las horas del homicidio. La calle, el parque y el
paradero de bus constituyen los espacios donde suele cometerse el deli-
to, presentándose, en estos sitios, con una frecuencia que abarca el 60%
de la totalidad entre el lunes y el domingo; en tanto que los jueves y
viernes aumenta su proporción a un 75%.

En lo relacionado con los autores más frecuentes de estos delitos, el


artículo «Criminalidad en Barranquilla, una mirada desde la investiga-
ción», de José A. Amar, publicado en El Heraldo Dominical de abril 18
de 1999, señalaba que en 1996 el 71% de los victimarios de la ciudad
eran jóvenes de 15 a 25 años. Igualmente afirmaba que la población
entre 12 y 24 años que no alcanzaba a ingresar a los espacios escolares
la integraba unos 100.000 jóvenes, a los que identificaba como carentes
de futuro. De allí que no resulte, entonces, extraño que “las estadísti-
cas de los victimarios en la ciudad indican a jóvenes cuyas edades osci-
lan entre los 12 y los 25 años”.

Un último dato delinea el panorama agresivo que vamos describien-


do: al analizar la variable de violencia intrafamiliar no judicializada,
esto es, de conocimiento de las Comisarías de Familia del Distrito, se
advierte que la violencia entre parejas asciende a un 37%. En esta
misma variable, la violencia de hijos a padres y viceversa, entre herma-
nos y demás familiares, así como el maltrato contra el menor, asciende
a un 14%.

La violencia en Barranquilla expresa, así, una oposición entre el ciuda-


dano y la sociedad y, además, comporta múltiples causas y formas:
lumpesca; violencia entre particulares y parientes; homicidios y lesiones
personales generadas por el alcohol; ajustes de cuentas y bandas organi-
zadas entre particulares contra particulares, como es “el caso de los
encapuchados que operan en las comunas 1, 2, 3, 4 y 5 de esta ciudad,
cuyas víctimas en la mayoría de los casos, poseen un tipo de anteceden-
tes policivos”.5

El rito de la violencia en la ciudad también evidencia la responsabilidad


de un Estado que históricamente, como se verá más adelante, no ha
preparado una infraestructura que dignifique la calidad material de los
procesos migratorios que él mismo impone como gestor de políticas
macroeconómicas; y, mucho menos, como conductor del bien ciudadano
a través de políticas públicas como la educación, lugar de construcción
5 Ibíd. de sentimientos cívicos.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 95


El documento estadístico utilizado afirma que “las anteriores expresio- LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
nes de violencia ponen de presente el grado de intolerancia que estamos
alcanzando, la pérdida de valores humanos y derechos fundamentales
como el derecho a la vida, son síntomas de descomposición del tejido
social de la familia barranquillera”.6

Estamos, entonces, en un escenario urbano cercado por el temor y el


miedo, con un constreñido sentido de colectividad y un primario sentido
perceptual y estético, como estudiaremos enseguida.

EL DISEÑO DE LA ESTRUCTURA URBANA:


AMENAZA E INSEGURIDAD

Las cifras anteriores no fueron relacionadas con la intención de demos-


trar el grado de inseguridad de Barranquilla. Nuestro interés está pues-
to en estudiar el diseño de una estructura urbana que ha sido concebida
desde el gesto de la amenaza, de la inseguridad, pues vivimos en una
ciudad que desde 1777 ha ensanchado el 45% de su territorio con base
en un proceso de ocupación que expresa signos de agresividad cultural.

Un recuento de la historia de la ciudad, expresará como ésta, lejos de ser


promovida desde el “raptus poético” del arquitecto o del urbanista, vie-
ne construyéndose con el ritmo histórico de la exclusión. Y en este pro-
ceso, aspectos como el rigor de la naturaleza, la violencia, el estado de
sitio y la planificación urbana han jugado un papel importante en la
formulación de sus imaginarios.

En 1916, por ejemplo, la inundación de algunos poblados ubicados al


margen derecho del río Magdalena incidiría en la conformación del te-
rritorio de la urbe. Invasores provenientes de estos poblados se ubicaron
en lo que se llamó la “Cueva de Montecristo”, nombre con que el imagi-
nario de los antiguos habitantes de la ciudad estigmatizó este sitio, se-
gún ellos fortín de reponeros y “roba gallinas”.

Sin embargo, sin dejar de lado el papel de las catástrofes naturales en la


formación del imaginario que estudiamos, nuestro interés se centra en el
proceso de urbanización llevado a cabo en Colombia en los últimos cin-
cuenta años, que, como todos sabemos, está signado sobre todo por esas
circunstancias políticas y económicas de finales de la década del 40 y
principios de la del 50, cuyo raciocinio fue de una “macabra elementali-
dad”, como dice Campos Germán Guzmán en su obra La violencia en
Colombia7:
6 Ibíd., p. 7.
Los liberales sostienen que el gobierno y los militares hacen la violencia, 7 Citado por Hernán Vásquez Rocha en
luego deben ser aniquilados; los conservadores afirman que los liberales El proceso de urbanización en la histo-
ria de Colombia. Bogotá: Universidad
hacen la revolución contra el gobierno conservador, luego deben ser ex- Externado de Colombia, 1985. p. 97.

96 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


terminados. En realidad, se trató de asegurar un predominio electoral
BARRANQUILLA: UN ESPACIO
PARA LA SOSPECHA debilitando al enemigo; pero en el proceso mecánico de hacerlo, no se
discriminaron los medios. Ante los hechos, o se ignoró deliberadamente
o se les deformó con arbitrariedad manifiesta, o se les dio una acomoda-
ticia interpretación que condujo a todos los desenfrenos. Se subestimó
maliciosamente la dinámica del crimen y el crimen asfixió al país.

Como hemos dicho, paralelo a este panorama violento e irracional, se


empezó a forjar hacia esa época el nuevo rostro de las capitales colom-
bianas. En tanto Bogotá levantaba sobre la turba de 1948 su arquitectu-
ra moderna, en Medellín se organizaron entonces estructuras barriales
alrededor de comandos de los partidos Liberal y Conservador, como fue
el caso del barrio La Castilla.

Y, así, esa “macabra elementalidad” con que se definió el destino del


país diseñó en iguales circunstancias su estructura urbana, de la cual
Barranquilla no escapó. Por eso, si, rayando los 40, esta ciudad vio sur-
gir, bajo el signo de la invasión, los barrios Alfonso López y Pumarejo
–marcados, desde luego, por el color distintivo del presidente liberal–,
su morfología fue abriéndose desde entonces en forma de abanico, en
un proceso sin fin que se iba conformando mediante la lucha a “brazo
partido” de sus nuevos Robinsons. Así se forjó un paisaje urbano de
acrecentada ocupación y proletarización, y se instalaron en él nuevos
códigos identificatorios de lo premoderno y lo moderno. Surge en este
tiempo un tejido urbano de intrincadas callejuelas rodeadas de minús-
culas rejillas, mal asoleadas y peor ventiladas, además de espesamente
hacinadas y muy insalubres.

Espacios anónimos, carentes de vínculos de identidad: fragmentos de


ciudad. Esto fue lo que caracterizó específicamente la espacialidad de
barrios como Carrizal (1957), El Bosque (1959), Buenos Aires, Santua-
rio, La Alboraya, Cuchilla de Villate, La Ceiba, La Sierra. Más clara-
mente, ese era el paisaje de Barranquilla entre los años 1957 y 1963,
período en que más la afectó la violencia, asentando esa “vivienda de los
anónimos” en más de 500 hectáreas, frente a cerca de 456 urbanizadas.

Hectáreas serpenteantes, tejidas por el hilo conductor de la carretera de


La Cordialidad, esa extraña vía que las conectaba con la modernidad y,
que, tal como ocurrió con el hielo de Macondo, deslumbró a sus habi-
tantes con la radiante “cinta negra” del asfalto. Cinta por la que transi-
taría la velocidad y desde la cual se escucharía el grito de “roba patios”
dirigido contra estos nuevos habitantes que luchaban, como antes lo
hicieran los de Montecristo, por el derecho a la ciudad.

Situaciones –hay que decirlo de nuevo– no tan novedosas en ambos ca-


sos, sino más bien heredadas de tiempos atrás como, por demás, lo sugie-
re el testimonio del viajero Pierre D’Espagnanat, quien en 1897 se refería
al paisaje de nuestra ciudad en los siguientes términos:

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 97


Pero mientras las proximidades del río atraen hacia la izquierda a los LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
barrios opulentos, el enjambre humano se extiende sin cesar hacia la
llanura de derecha, mezclándose las cabañas de paja con las pobres vi-
viendas diseminadas por la campiña rojiza, viviendas cada vez más po-
bres diseminadas a medida que se acercan a los cementerios.8

Se refería el viajero al perfil de Chiquinquirá, Rebolo y San Roque, que


en conjunto sumaban el 39% del área sobre la que se extendía la ciudad,
386 hectáreas aproximadamente. Pero si se mira en conjunto con el esta-
do que presentaba el barrio Abajo, tal dibujo difuso y anónimo se am-
pliaría en un 57%.

Revisando las cifras, son sobre todo barrios con génesis y procesos simi-
lares a los anteriormente descritos, los que, recogiendo a su vez la histo-
ria de la violencia, conforman el escenario donde se expresa en la
actualidad la injusticia social y el desentendimiento económico y cultu-
ral del Estado, así como –en una especie de enfática factura social–, la
intolerancia y el irrespeto por la vida.

En efecto, caminar por la Comuna 1, más precisamente por los barrios


La Cordialidad, Las Américas, Siete de Abril, Villa San Pedro, Villa San
Carlos, entre otros, es exponerse al hurto callejero, en tanto su paisaje
alcanza a ser el escenario del 64.7% de tal acción. Allí también el homi-
cidio comprende un 13.6% del total citadino y las lesiones personales,
un 11.8%.

Algo similar puede ocurrir al visitar la Comuna 10, que acumula el por-
centaje más alto en los delitos contra el patrimonio económico: 17.3%.
Se trata, en efecto, de la “cueva” que dio origen a la invasión de Monte-
cristo, límite además del Barrio Centro, lugar éste del desempleo abierto
y disfrazado. Este último barrio es, también, vecino de Barlovento, espa-
cio de la droga, del jíbaro y del raponero, que se halla situado, a su vez,
frente al proyecto semilla de recuperación del centro de la ciudad y pa-
trimonio histórico nacional: el edificio de la Plaza de la Aduana.

Precisamente esta situación ha ocasionado que el lado opuesto del acce-


so a la Plaza se encuentre cerrado y clausurado por las reconocidas “rejas
de la convivencia social”. Paradójica condición de este lugar de fiestas
que exige el desplazamiento de al menos un centenar de agentes de la
policía cada vez que es escenario de grandes eventos culturales. Esto a
fin de evitar, obviamente, el incremento de las cifras del robo (17%), del
homicidio (8.4%) y de la lesión personal (17.6%), registradas en las ca-
lles de Barlovento.

8 D’Espagnanat, Pierre. Recuerdos de la


Nueva Granada. Citado por: Conde,
Jorge. “Desarrollo de Barranquilla
1871-1905” En: Historia General de
Barranquilla, sucesos 1. Barranquilla,
Academia de la Historia de Barranquilla.

98 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
UN BARRIO SIN BACANES
PARA LA SOSPECHA

Una muestra de cómo la ciudad lleva aparejada la violencia en su desa-


rrollo espacial lo constituye el barrio Boston, que junto con Olaya, Co-
lombia, El Silencio, El Recreo y América integra la Comuna 17. Dicho
barrio, propio de la burguesía media, posesionada en lo económico, en
lo cultural y en lo político, surgió del ingenio de un nostálgico inmigran-
te que con espíritu moderno quiso imprimirle a la ciudad la huella de la
ciudad moderna norteamericana. Empresa para la cual trazó cartesiana-
mente una cuadrícula perfecta, levantando luego un amplio andén pea-
tonal precedido de zona verde, y, frente a éstos, viviendas con antejardín,
terraza, circulación central, patio y traspatio, que en conjunto definían
una silueta urbana alta y majestuosa, de techo y faldones en tejas planas
de cemento. Sin embargo, el Boston sufriría serias transformaciones es-
paciales y sociales a medida que por los ejes viales de su estructura se
desarrollaba el caótico crecimiento de la ciudad.

Así, a mediados de los 70, la expansión de la ciudad había tomado los


corredores viales que tejían el barrio con referencia inicial a la calle 72 y
la transformación en los usos del suelo penetró en su propio organismo,
llevando el taller de mecánica, la ferretería y las instituciones educativas,
que, junto con la especulación inmobiliaria, empezaron a configurar un
nuevo paisaje urbano. Todo esto ocurría al mismo tiempo que la presen-
cia de un transporte colectivo rompía con los patrones de comporta-
miento de vecindad en el ancho espacio del andén y en el ámbito
semiprivado de la terraza.

Deteriorado el barrio, apareció “La calle del crack”, expendio conocido


por todos y por todos evadido si no se quiere ser una de las víctimas que
forman el 13.8% de los hurtos callejeros en la ciudad, el 8.8% de los
homicidios y el 7.8% de las lesiones personales, ya sea en esa calle, o en
otras zonas de la Comuna de la que hace parte, como el Parque de las
Américas o el Parque Olaya. En el Boston, entonces, la reja dejó de ser
ornamental para darle cabida a una estética de temor. En sus esquinas
ya no se encuentran los “bacanes de Hugo González”, también se fueron
la “bola de trapo”, las charlas del andén y la mecedora. La noche quedó
para el sonido de la sirena, que recogió al último sereno del barrio hace
más de diez años, pues su bolillo no le alcanzó para contrarrestar la voz
anónima de la «minigran».

EL ESPACIO SITIADO

Inmediatamente después de la llamada “época de la violencia”, el esta-


do de sitio readecuó el imaginario del temor ya inserto en la piel de la
población, al enclaustrarla en sus espacios bajo el ritmo de una especie

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 99


de toque de queda que marcaba el principio del día y el final de la LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
noche. Esto último caló tanto en ella que el reloj del autor de una sin-
gular alocución, el que midió los minutos que faltaban para que los
colombianos cumpliesen con la amenazante orden de acostarse a dormir
a las ocho de la noche de “Aquel 19”, fue rematado como pieza histórica
hace algunos años en la ciudad de Cali. Con este corte del tiempo y del
espacio, se dejó de lado toda posibilidad para transformar las imágenes
violentas que se han superpuesto a la estructura urbana.

En realidad, bajo el yugo del estado de sitio, el espacio público, como la


calle y la plaza en tanto lugares de entrecruzamientos y miradas, de con-
vergencias y convivencias, terminó por ser desalojado. Las consignas que
aparecían en los muros de la ciudad hacia esta época: “Fuera la bota
militar del hospital… de la universidad… del manicomio… del banco…
de la Caja Agraria… del centro cívico…”, expresan con claridad la ausen-
cia en el espacio citadino de una representación colectiva que no estuvie-
se entonces marcada por este signo de agresividad cultural.

Por su parte, la planeación urbana oficial, como instrumento de control


político que se consolida por entonces, terminó por desarticular la espacia-
lidad y temporalidad de la ciudad, le “robó” toda referencia espacial a sus
habitantes y los convirtió, incluso, en seres acríticos. Pues la memoria no
sólo implica la preservación, también es creadora y valorativa: es una facul-
tad de ver el mundo, es rejuvenecimiento del pasado, y la planificación
urbana salió “en busca del paraíso perdido, de una unidad y de un orden
de la simplicidad, comprensible a primera vista, fácilmente identificable,
que no tuviera la ambigüedad de la vida sino la especificad de la muerte”9
y bajo estas premisas diseñó la ciudad a costas del espacio ciudadano.

Con este criterio, el centro de la ciudad se consolidó en sus funciones


administrativa, financiera y política. Adquirió, en suma, un puesto privi-
legiado en relación con las demás actividades urbanas, al desparramarse
en él la mayor carga simbólica, así como el mayor valor semántico de sus
códigos tecnológicos, formales o volumétricos. Pero, al irse los habitan-
tes del centro de la ciudad, al trasladarse a sus nuevos lugares de resi-
dencias ubicados al norte o al sur, éste sólo quedó custodiado por el
lenguaje sabatino y dominical de una paramentación de rejas: cortinas
metálicas y candados –además de locos, mendigos y miembros de la segu-
ridad pública y privada–, ya que su vivencia quedó limitada a la produc-
ción económica propia de los días laborales.

Pero no sólo el centro de la ciudad asume la soledad de sus calles. Las


carreras 44, 52 y 53, además de la calle 72, por ejemplo, amplían el paisa-
je de la paramentación metálica o de la malla continua al sufrir el proce-
so de expulsión de sus gentes. Y este hecho incide incluso hoy día en la
configuración de la ciudad a través de fenómenos como la apertura eco- 9 Reichek, Jese. Citado por Pignatelli
Coppola, Paola. Análisis y diseño del
nómica, que ha terminado de convertir tales vías en resguardo del mer- espacio que habitamos. México: Edi-
cado automotriz. torial Concepto, 1980, p.69.

100 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
Volviendo a la planeación urbana, se puede afirmar, por demás, que su
PARA LA SOSPECHA idea de zonificar en comportamientos aisladores las actividades citadinas
evidencia su inclinación hacia el interés de los sectores dominantes, en
la actitud que toma hacia las zonas recreativas públicas. En efecto, por
este criterio fueron abatidos: el Centenario, para dar paso a los puentes
de la calle 26 en Bogotá; la Plaza Caicedo, para privilegiar a los centros
comerciales en Cali; y se deterioraron, en Medellín, la Plaza Cisneros, la
Placita de las Flores y la de Zea.10

Barranquilla, desde luego, no fue la excepción de este “paradigma”: en


la sabiduría de los concejales de la ciudad, el Parque 11 de Noviembre
fue prácticamente cedido al Batallón, a la CUC, al Coliseo Cubierto,
martirizando sin descanso la mirada hacia el progreso del monumento a
La Bandera.

Igual suerte corrieron las zonas recreativas de Cevillar, San José, el Se-
minario, Bavaria, Lucero, Los Pinos y San Isidro, las cuales, bajo el am-
paro de un código de urbanismo, se transformaron en minúsculos centros
institucionales, o se rindieron al ímpetu monopólico de la actividad cons-
tructora, como la que se produjo alrededor de la Universidad Metropo-
litana. O bien, como el comercio que se constituye al lado de la Iglesia
de la Torcoroma, interesante canje histórico realizado hacia los 70, en
función del cual el municipio cedió tres parques –el de San José, el de
Tayrona y el de la iglesia mencionada–, a cambio de lotear la supuesta
invasión del barrio 20 de Julio, propiedad de un particular vinculado a
los procesos políticos de la ciudad.

Como se puede ver, no por casualidad Barranquilla alcanza hoy su más


bajo promedio de zonas recreativas por habitantes: 0.5 m². Y esta situa-
ción ha producido una respuesta sui generis de diseño arquitectónico:
tomar los dos o tres metros de los retiros de las edificaciones y enjaular
el columpio y el sube y baja. De este modo tales objetos, en vez de lúdicos
y deseables, se tornan en amenazantes.

Sí, en nuestra ciudad se está enjaulando al columpio y al niño como se


enjaula al carro. Poco importa al urbanista y al arquitecto la concep-
ción del área libre y, con esto, el desarrollo de un pensamiento que
privilegie la dimensión del juego: su papel en la formación de la perso-
nalidad del niño para comprender y sentir los fenómenos del mundo
que lo rodea. Nuestra sociedad conflictiva y sus organismos planificado-
res parecen ignorar el obvio valor del juego en la liberación de temores y
deseos: el hecho de que en él se subliman las tensiones, las cargas de
agresividad, los descontentos, las frustraciones y que, también por acción
del mismo, surgen las esperanzas, las potencialidades socializadoras, crea-
10 Ver Viviescas, Fernando. “Organización doras de sueños.
y ciudad en Colombia”. En: Cuadernos
de desarrollo local. N° 2. Barranquilla:
Fundación Social Regional. Barranqui-
lla, 1998.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 101


EL TERRITORIO DE LAS REJAS, LAS CÁMARAS LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
OCULTAS Y LOS PERROS POLICÍAS

La ciudad inscribe en su cuerpo físico una forma de ver, sentir y recrear


la historia, por eso la contiene como “en la línea de una mano, escrita en
los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de
las escaleras... surcando a su vez, cada segmento por las raspaduras,
muescas, incisiones, cañonazos”.11

Esto significa, con otras palabras, que los rituales de comportamientos


culturales se entrecruzan con las manifestaciones espaciales de la ciu-
dad. Sólo desde aquí podemos entender cómo muros, puertas, ventanas,
rejas, cámaras ocultas o perros policías definen un territorio en función
de imágenes y experiencias dadas por las circunstancias históricas de vio-
lencia que han vivido los ciudadanos.

De allí los gestos preventivos de nuestros habitantes frente al peligro.


Salir en Barranquilla a la lúdica de la Plaza de la Aduana, la misma que
“comparte” el estrato uno con Barlovento y el Rincón Latino, es asumir
el rito de despojarnos del anillo, los aretes y el reloj en medio de sus
canales de circulación, el volumen de su arquitectura, la barda de sus
antejardines, la luz y sombra de sus árboles. En función de la paranoia
de la violencia, tal ritual del temor se extiende incluso hasta el vecino,
razón por la que antes de salir nos cercioramos de haber cerrado la reja,
previo repaso de si detrás de la puerta aún permanece el perro guardián,
la imagen de San Ignacio de Loyola, la penca de sábila o la rama de
sauce.

Mas éste no es el único espacio que promueve en Barranquilla imagina-


rios de temor: en correspondencia con la laberíntica ciudad Bachué, en
Bogotá, a la cual sus habitantes denominan «Puerto Puñales» por el
número de muertos y heridos que se reportan diariamente, aparece en
Barranquilla el bolsillo de San Pachito, un túnel sin regreso, sinónimo
de muerte, inseguridad, deterioro, drogadicción y atracos. Túnel cuyo
estrecho acceso mira con sospecha la entrada de la Escuela número 41,
donde van a estudiar los niños de sus alrededores y que sirve para prac-
ticar la amenaza de la “profe” dirigida a quien no lleve la tarea. Túnel
resguardado por las mismas maestras, quienes a la hora de salida vigilan
que los niños “cojan por el otro andén”. En fin, túnel de los múltiples
rituales del temor.

Algo similar ocurre en La Chinita, donde la muerte tiene una hora de


llegada y sus habitantes salen a recibirla, como en efecto lo describe El
Heraldo en su edición del 11 de abril de 1999: “Tampoco ayer hubo tran-
quilidad en La Chinita. Los habitantes del barrio se acostumbran cada
vez más a pasar las tardes en las esquinas comentando el muerto del día. 11 Calvino, Ítalo. Las ciudades invisibles.
Ayer le tocó el turno a El Budita”. Madrid: Siruela, 1990, p. 25.

102 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
Y como dicho barrio, en la estructura de la ciudad tiene cabida la “Calle
PARA LA SOSPECHA del crimen”, donde bajo la tenue luz de sus bares se organizan jíbaros,
carteristas y atracadores, respondiendo con su accionar por la “memoria
histórica” de un famoso crimen que hacia 1900 se inscribió en el cuerpo
de mujeres barranquilleras.

La “calle del crimen” es predecesora de la vía a “Puerto Mocho”, lugar


donde según el imaginario citadino pululan los tiburones y donde la mal
llamada “limpieza social” tiraba en cierta época a sus víctimas después
de “hacerlas cantar”. Vía, también, de ingrato recuerdo para los políti-
cos que no alcanzaban las cifras electorales, pues según ese mismo imagi-
nario, su muerte política, su “cadáver”, había que buscarlo en las aguas
de semejante puerto.

Herederos históricos de las vías nefastas que vamos señalando, otros sec-
tores soportan toda clase de usos en su franja vehicular o peatonal, que
incluyen la reparación del tractomula, “la residencia”, la venta de re-
puestos y el olor a aceite que corre por los torsos desnudos y sudorosos
de esos robots cotidianos que “se le miden a todo”. Así ocurre, por
ejemplo, con la llamada “Calle cachacal”, sinónimo del atraco con un
arma distintiva de quienes habitaron las zonas andinas de la violencia en
Colombia: la puñaleta.

Pero, si el temor nos obliga a realizar en las calles ciertas especies de


rituales paganos y a adoptar códigos semejantes a los allí organizados,
por lo que sin darnos cuenta tomamos el centro de la vía sin importar la
amenaza de la alcantarilla destapada o el agua empozada de huecos
permanentes, llama la atención en Barranquilla ese largo bulevar de San
Isidro, que comunica no ya un temor pagano, sino a lo “divino”. Allí, en
efecto, en cada esquina se levanta un altar a la Virgen del Carmen, la
cual a través de nichos enrejados protege a sus vecinos y peatones del
temor terrenal y refuerza la esperanza de salvación con los castillos piro-
técnicos que se queman en su honor cada 16 de Julio. Pues ella ha sido
asumida como protectora de los conductores de transporte público, aun-
que cualquier día alguno de ellos sea “embaulado” o asaltado en su
propio bus.

Para completar este cuadro, Barranquilla tiene a Villa Locos, elocuente


nombre para un escenario urbano que mezcla a los desplazados y a los
reinsertados en 2.000 unidades de viviendas, todas sin puertas, ventanas,
alcobas, baños, agua, luz, alcantarillado, gas, teléfono, escuelas, puestos
de salud y un infinito número de “sin”.

Es evidente que un “imaginario urbano” de la ciudad así organizado


invita a una lectura esquizofrénica, aglutinante, de conflictos históri-
cos en la vida cotidiana, razón de la desesperanza que se profundiza en
la mirada anónima y, por supuesto, intolerante de sus “Robinsons ur-
banos”.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 103


Cuando la colectividad teatraliza de esta forma su experiencia espacial LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
(el miedo, el temor, la amenaza), está expresando una de sus caracterís-
ticas: su sentido de “socialización” frente al “otro” diferente. Así, edifi-
caciones como El Heraldo, El Vivero, el Parque Central, la Iglesia de la
Torcoroma, la del Perpetuo Socorro, la Catedral, la Ciudadela Universi-
taria, aparecen en su mayoría perimetralmente rodeadas de altos verti-
cales metálicos, que a manera de puntas de lanzas parecen evocar el
primer escuadrón de los jinetes medievales dispuestos a atacar. O bien,
un sentido de fortaleza, con sus altos y agresivos muros que, además de
carecer de cualquier referencia cromática, acentúan su desproporción
escalimétrica con el límite de su espacio público.

Ni que decir del sentido carcelario del coliseo del Rincón Latino, las
celdas de Don Bosco o los “campos de concentración” en los que se han
instalado los vendedores estacionarios de la 30, que reproducen, multi-
plican y expanden el hacinamiento de sus espacios habitables. A lo que
habría que agregar el espacio arquitectónico, tomado del panóptico,
que con una mirada hoy teleinformada, controla los gestos de sospecho-
sos cuerpos hechos para delinquir, como en los centros comerciales, llá-
mense estos Makro o Parque Central.

Mas no sólo el espacio del centro comercial se diseña desde esta situación,
sino, incluso, el edificio multifamiliar, que, conjugándose, por demás, con
la estrategia de la especulación inmobiliaria, da paso a la sobredensifica-
ción del suelo. De este modo, tal construcción evoca un claustro donde
aparecen como anzuelo de ventas los “balcones del beso”, llamados así,
en la siempre rotunda sabiduría popular, por la proximidad de los blo-
ques que los conforman. Sólo que la piel de sus fachadas, tejidas en
barrotes virtuales de hierro, hacen prisioneros del espacio a sus habitan-
tes, menguando las posibilidades del amor.

Chiquinquirá, La Unión, Las Palmas y La Magdalena, entre otros, ba-


rrios caracterizados como populares y algunos de ellos diseñados bajo el
criterio del antiguo Instituto de Crédito Territorial, son escenarios aún
más extremados de esa estructura urbana al ser objeto de políticas de
redensificación que, paradójicamente, los desestructuran social y espa-
cialmente. El hacinamiento cobra allí enormes proporciones al enclaus-
trar a sus moradores en minúsculas áreas, alrededor de patios centrales
en forma de “U”, en una abierta y despiadada sobreexplotación del te-
rreno. Estas edificaciones contravienen las condiciones climáticas de la
ciudad y terminan por atormentar los cuerpos de los usuarios, quienes,
de paso, ven perdida su intimidad, pues desde una portería central, como
en el panóptico, pueden ser vigilados.

104 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
JINETES DE ROSTROS INVISIBLES
PARA LA SOSPECHA

Junto a estas inadecuadas construcciones, la ciudad instauró la velocidad


de las autopistas y avenidas. Adquirió, entonces, la forma de un árbol en
su estructura vial: a la autopista se le conectó la avenida; a la avenida, la
calle de doble sentido; a la calle de doble sentido, la de un sentido; y a
ésta la peatonal, en la que, por último, desembocó la callejuela.

Acaso sin preverlo, la ciudad, así diseñada, trazó “puntos de fuga” por
los que transitaría ese sujeto que en el entrecruzamiento de cuerpos
físicos, o en la imagen proyectada a través del retrovisor, o con su sorpresiva
presencia en la ventanilla del automóvil justo en el momento en que la
luz roja de la esquina nos detiene, nos pone en estado de alerta y crispa
nuestros nervios. Se trata de “El jinete de la moto”, al decir de Cruz
Kronfly, la imagen del “rostro invisible” dedicada a saldar una cuenta de
sangre sin fondo, para luego desplazarse y perderse en ese árbol vial
dibujado sobre la complejidad del espacio urbano.

Sí, por los túneles del paisaje urbano, transita el nuevo jinete, quien ex-
presa, con su ceño fruncido, un gesto apropiado para esas puertas con
rejas, ventanas con rejas, antejardines con rejas, árboles con rejas, canastas
de basuras con rejas, muros con molduras superiores dispuestas en forma
de cortantes retazos de vidrio, amén de los perros policías y los guardias de
seguridad. De tal manera que jinete y paisaje trazan el sentido permanen-
te, tanto de la amenaza como de la estrategia de la evasión, que caracteri-
za al escenario urbano de nuestras ciudades.

Para Pérgolis, la ciudad debe ser analizada más por literatos que por
urbanistas, tal vez porque éstos, con su creatividad y poder comunicati-
vo, trascienden la linealidad funcional de su espacio. Por eso la pluma
de un escritor como Darío Ruiz Gómez relata la estructura vial moderna
con significado sin igual:

Al tomar la oreja del puente casi derrapó la radiopatrulla, chirriaron las


llantas, espantadas, pero la motocicleta con los dos policías tomó la
curva con absoluta maestría. Cuando subieron por Colombia, la moto-
cicleta prácticamente les había dado alcance. Creyeron oír la ráfaga de
metralleta y descubrieron espantados que no se habían colocado el cha-
leco antibalas, por eso, al llegar a la 65, saltaron el sardinel antes que el
semáforo se pusiera en rojo y regresaron hacia el centro alcanzando a ver
cómo la motocicleta con los dos policías trataba desesperadamente de
frenar, eludiendo un bus. Y vieron a la radiopatrulla seguir adelante sin
darse cuenta de la rápida maniobra que ellos habían ejecutado para elu-
dirlos.12

12 Ruiz Gómez, Darío, citado por Cruz A continuación, el punto de fuga empieza a diluirse:
Kronfly, Fernando en “Las ciudades li-
terarias”. Revista Universidad del Valle,
Sin embargo, no podían cantar victoria y en la primera bocacalle se me-
Nº 14. Cali, Universidad del Valle, 1996,
p. 21. tieron, en la zona verde, cruzaron por el sendero peatonal aprovechando

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 105


la soledad y alcanzaron la orilla de la canalización, buscando la 65 y
LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
cruzándola en contra vía por el puente para adentrarse en un pequeño
laberinto de callejuelas llenas de automóviles, buses en reparación (...).
La policía no se atrevía a entrar allí y ellos podían dejar la motocicleta y
salir camuflados en el viejo Ford de Moncho. Pidieron dos aguardientes
y levantaron alborozados la copa sintiendo por primera vez la delicada
belleza de la noche (...). El croquis de la ciudad permitía para ellos y en
cualquier circunstancia este tipo de salidas...13

En efecto, el sistema vial moderno, además de servir de soporte necesa-


rio para que la mercancía se realice como tal, es el escenario de la huída,
de la acrobacia delictiva. En Barranquilla, los nuevos jinetes portan en
sus alforjas el 90% de los homicidios, los que realizaron con sus “rostros
invisibles” y luego, tal vez, se perdieron en ciertos puntos de fuga que
dan acceso a La Chinita o a Barlovento. Esto, luego de bordear la Calle
17, a la que habían desembocado por la carrera 38 o la Vía 40, después
de haberse conectado a la carrera 46 viniendo de la calle 93, para perder-
se en medio de una juventud desescolarizada que espera con avidez en
las esquinas el relato de la huída, antes que se encienda el motor del
“viejo Ford de Moncho”.

EN CONTRAVÍA CIUDADANA

Podemos afirmar que el ritmo histórico que ha marcado la configuración


de la ciudad, al no diseñar la ambigüedad de la vida sino la especificidad
de la muerte, asfixió el depósito imaginario de sus habitantes y actuó
contra las posibilidades estéticas y culturales que enriquecieran su espa-
cialidad.

En el artículo “La ciudad son los hombres, los hombres son la ciudad”,
Malaver, un autor cuyas ideas seguimos, señala cómo la historia del país
ha sido determinada por la exclusión del “otro diferente”. Estos térmi-
nos señalan la presencia de una doble crisis: la de la política, como orga-
nizadora de la relación civis-ciudadano; y la de la estética, como instancia
promotora de la humanización de la propia civis.

De allí que en la “galería roja” de Malaver, los hombres formados en la


ciudad de la violencia expresan en su imaginario la ausencia de una apues-
ta por la emancipación cultural. En ellos predomina más bien el vacío de
la razón y la reflexión crítica, esto es, la ausencia de un discurso que les
permita cultivar su imaginación y sus potencialidades como constructo-
res de un proceso civilizatorio.14 13 Ibíd., p. 22.
14 Malaver, José. “La ciudad son los hom-
bres, los hombres son la ciudad”. En:
Destaca Malaver en el diseño de la “galería” al mendigo, al delirante, al Pensar la ciudad. Fabio Giraldo y Fer-
reciclador y a sus oscuros perseguidores, llámense “Cali Limpia”, “Amor nando Viviescas. Bogotá: Tercer Mun-
do Editores, Cenac y Fedevivienda,
por Medellín”, o a los que, sin necesidad de nombre alguno, aprovechan 1996, p. 239.

106 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
las “licencias” de fiestas como el Carnaval de Barranquilla para realizar
PARA LA SOSPECHA su nefasta labor. También relaciona este autor al fanático religioso, de-
fensor del orden establecido, quien en buena parte contribuyó con su
afán redentor a expandir las zonas de violencias partidarias. Y no se
olvida de aquel otro que persigue su reconocimiento a través del consu-
mo extravagante; ni le faltan allí desarraigados, mercenarios y políticos
corruptos.

Pero de toda esta galería vale la pena destacar, por su particular rela-
ción con Barranquilla, a aquel individuo que se formó en medio de la
crisis económica internacional que suscitó el llamado “boom” de la
marihuana.

Según Camilo Echandía, en su texto “La amapola en el marco de las


economías de ciclo corto en Colombia”, la represión contra el narcotráfico
llevada a cabo en México durante 1975 abre la posibilidad del cultivo de
la marihuana en Colombia.15 La Costa Atlántica, por sus condiciones
climáticas, y Barranquilla, por ser centro comercializador, dieron asien-
to a estos nuevos pobladores que impusieron paradigmas sociales de com-
portamientos humanos: machismo, honor, valentía por medio de las
armas, se tornaron en patrones estimuladores del recurso de la violencia
banal, y, a su lado, el reclutamiento de sicarios, la “profesionalización”
de este oficio e, incluso, de matones independientes sin control orga-
nizativo.

Estos patrones de comportamiento banal se escenificaron en intersec-


ciones viales como las de las calles 72 y 84 con carrera 46, donde se hizo
común el temor al llegar al color rojo de la esquina, justo detrás de la
“cuatro puertas”, donde sonaban con frecuencia frases como: “A un
guajiro no se le pita”. Tal amenaza llegó a ser referenciada hasta en
zonas residenciales, ubicadas en el corazón del tejido de la ciudad, con
mansiones que daban la sensación de islas exclusivas por el temor que
infundía la ocupación de sus residentes.

Pero en isla también se convirtió el barrio Los Nogales: entrar allí y


recorrer sus calles era una odisea. El chirriar de las llantas, la «minigran»
en el asiento del carro, la pistola en la guantera o en la cintura de
quien “la paseaba”, el sonido estridente de las notas vallenatas que
exiliaban a «Cosita Linda» y el enchape de mármol junto al bloque de
cemento mezclaban barrocamente un perfil de consumo que exigía un
reconocimiento peculiar entre los altos estratos de la sociedad barran-
15 Echandía, Camilo. Memorias del V Con- quillera.
greso de Historia de Colombia. Bogo-
tá: ICFES, Universidad del Quindío,
1986, p. 8-9. Citado por Cubides, Fer-
nando, Olaya, Ana Cecilia y Ortiz, Car-
los. En: La violencia en el municipio
colombiano 1980-1997. Santafé de
Bogotá: Centro de Estudios Sociales.
Universidad Nacional de Colombia,
julio de 1998, p. 35.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 107


LA BARRANQUILLA UTÓPICA DE JULIO ENRIQUE BLANCO LUIS E. SÁNCHEZ BONETT

Pero, para no dejarnos anonadar por la instancia dominante y sedimen-


tada de la exclusión y la violencia, hagamos una ampliación a esta gale-
ría, donde no todos los hombres como en la crónica urbana de Rubén
Blades, tenemos “el tumbao que tienen los guapos al caminar”. Porque
la ciudad ha formado hombres que buscan la creación del ciudadano;
esto es, la creación del espacio donde el otro diferente puede llegar a ser
reconocido.

En este imaginario alternativo destaca en Barranquilla la presencia de


Julio Enrique Blanco, precursor de la filosofía moderna del país, quien
buscó un imaginario de ciudad y un ciudadano barranquillero que
enalteciera su dignidad humana, lógica y estética. En dicha búsqueda
construyó una tipología educativa que sintetizó en el Museo del Atlán-
tico: una red compleja y dinámica de diversos niveles educativos desde
donde se organizan los conocimientos comerciales, fisiográficos, indus-
triales, de las Bellas Artes, entre otros, los cuales se sobreponen al desa-
rrollo urbano de la ciudad.

Con esta construcción tipológica, Barranquilla no volvería a ser la mis-


ma. Sin perder de vista su categoría de ciudad industrial de primera
línea, Blanco comenzó a construir al lado de ésta una nueva categoría,
que estrenó inmediatamente: la ciudad culta, la del centro intelectual,
como afirma el filósofo Julio Madacchi, en sus reflexiones sobre la obra
de Blanco. Barranquilla dejó de ser así una ciudad ajena a las manifesta-
ciones superiores del espíritu, abriéndose a todos los aportes de la acti-
vidad humana. La ciudad adquiría el carácter de metrópoli y entonces
aquello que alguna vez dijera Luis Carlos López, en la Costa “nadie
piensa”, “nadie escribe” y “nadie escucha” se mostró plenamente como
la hipérbole que siempre fue.16

Estaban en el pensamiento del pensador barranquillero las bases de un


tipo de ciudad clásica, pues la educación como foco de ciencia y cultura
se constituía en el “centro generador de efectos medios para lograr efec-
tos de fines”: hacer de Barranquilla un emporio de riquezas y de cultura,
señala el estudio de Madacchi.

Decía Blanco que, hasta ese momento, Barranquilla había sido llamada
con razón ciudad fenicia, pues solamente había sido un emporio de co-
mercio. “Pero ahora”, continúa afirmando, “Barranquilla está en transi-
ción, hablando simbólicamente, tiende a realizar en sí un tipo clásico, o
griego de ciudad... Está en vía de hacerse con criterios modernos dentro
de los ideales antiguos que evolucionan y adoptan a cada tiempo y cir- 16 Madacchi, Julio. “Universidad y ciudad
cunstancia, de un humanismo de base puramente antropológico, hacia en el pensamiento de Julio Enrique Blan-
co”. Conferencia presentada en el
un neo-humanismo, por ejemplo, de centro comercial e industrial, a un Conversatorio de la Ciudad. Barranqilla:
emergente foco de cultura...”17 Universidad del Atlántico, 1999.
17 Ibíd.

108 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
Se dibuja, así, un nuevo imaginario de ciudad, que de meramente pro-
PARA LA SOSPECHA ductora de bienes pasaría a ser una ciudad cuya fuerza motriz sería la
cultura, donde el hombre barranquillero pudiera realizarse a plenitud
como ciudadano o como ser humano, apunta Madacchi.

En la obra de Julio Enrique Blanco, la ciudad, concebida como el ámbi-


to donde el ser humano determina todas sus potencialidades, tiene como
telón la imagen que ofreciera originariamente Aristóteles, quien conce-
bía primero “al hombre como un ser en esencia, viviente urbano” que, a
diferencia del animal y del mero hombre techne, no se reduce a un orga-
nismo de producción, sino que trasciende esta instancia para convertirse
en ciudadano. Definición aristotélica que encierra también, como se
puede notar, una concepción del hombre: “El hombre se construye en la
ciudad”. La ciudad determina sus posibilidades de ser como tal. “Fuera
de la ciudad –dice Aristóteles– el hombre podría ser un animal o un
dios, pero no un hombre”.18

Esta concepción del hombre como ciudadano, insiste Madacchi, le per-


mite a Julio E. Blanco observar las particularidades del paisaje natural
de su costa –el río, el mar, la sierra–, no sólo como recreación estética de
los sentidos puestos para su mera contemplación; por el contrario, es
una estética que reta al hombre de la ciudad hacia la realización de
obras de elevada finalidad en beneficio del progreso y de la cultura.

Volvía el filósofo la mirada hacia Aristóteles para afirmar que la ciudad


no debe dejar de ver sus contornos:

El hombre no deja (ni puede dejar) el comercio con la naturaleza me-


diante los sentidos y los instintos (que en esencia lo ennoblece); ni la
ciudad de estar incrustada en la misma naturaleza, que es el suelo en que
reposa (...) la naturaleza como campo y paisaje (ríos, bosques, mar, etc.)
se le hace presencia al hombre: unas veces como agro y fuente de energía
química o hidráulica, pero también, como horizonte abierto a la contem-
plación.

El reto estaba planteado: Barranquilla debería organizar todo su poten-


cial industrial tejido con una apuesta cultural y un sentido estético sobre
sus propias circunstancias ambientales. La ciudad debería convertirse en
una nueva Alejandría, epicentro de la vida moral y cultural del Caribe
Colombiano.

Según Madacchi, Blanco consideraba que sin una férrea condición ciu-
dadana, política si se quiere, en el mejor sentido, el desarrollo de la
ciudad sería imposible. Entonces fustiga, nos sigue diciendo el autor, las
mentes de algunos de nuestros dirigentes, para que se den cuenta de las
enormes condiciones que ofrece una ciudad situada allende al río y al
mar, elementos naturales por donde siempre se han desarrollado las gran-
18 Citado por Madacchi, Julio. Op. Cit.,
p. 15. des civilizaciones.

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 109


El reto estaba planteado: Barranquilla debería ser la “Nueva Alejandría”, LUIS E. SÁNCHEZ BONETT
una Alejandría del Caribe, no sólo emporio del desarrollo material, sino
epicentro de la vida espiritual, moral, intelectual y cultural.

La fuerza de su espíritu se hacía sentir en las siguientes palabras:

Atiende bien a cuanto voy a decirte y escríbelo claramente para los tiem-
pos que han de venir.
No temas repetir lo que voy a decirte por la crudeza cáustica de la verdad
y justeza de lo que anuncia.
Será ciertamente para que se admiren los andinos por lo que es posible en
tu marina ciudad natal y no lo es en las montañosas ciudades de ellos.
Porque el mar es la apertura de todas las vías de la historia, civilización y
cultura de la humanidad, y la montaña es la cerradura, atajo y rechazo de
esas vías.

Y, entonces, con voz fuerte y tolerante invita Blanco a su despegue de-


finitivo:

Toma ahora un plano de la desordenadamente edificada y dispuesta


ciudad, y trata con tu mente de poner orden y armónica disposición en
ella.19

Con un pensamiento orientado en el fomento de nuestra ciudad a la


industria turística, Blanco de la Rosa nos dio una lección de planeamiento
urbano para que su imaginario resplandezca en la modernidad. Es así
como traza sus diseños viales:

Desde Barranquilla a Bocas de Ceniza, desde (aquí) a Sabanilla, desde


Sabanilla a Salgar, desde Salgar a Puerto Colombia, desde Puerto Co-
lombia a Cerro Hermoso, a Puerto Caimán –internándose ya en lo terres-
tre por colinas de ascenso–, a Tubará, para de allí descender a Barranca,
pasar por Polonuevo, Malambo, el puerto aéreo y Soledad, a fin de termi-
nar en el mismo punto de partida: Barranquilla.

El filósofo toma el lápiz y en su imaginario también organiza el actual


Paseo Bolívar: enderezando la simetría de sus contornos lo ve prolon-
garse hasta la banda occidental sobre el río Magdalena, frente al mar
que se muestra casi inmediato a la barda oriental del mismo río. Recta
plena de construcciones modernas en la que la estética de la naturaleza
está presente.

Creo que no puede haber mejor conclusión para este texto, captado
entre los límites excluyentes de las interacciones sociales dominantes
en la ciudad, que la lección de férrea voluntad ciudadana de Julio E.
Blanco porque se requiere sustituir, con urgencia, los nexos violentos
de sujeción de la ciudad actual por los de la libertad. Momento en que
gobernantes, técnicos, artistas y ciudadanos interpreten las nuevas ten-
dencias de la sociedad hacia ese proceso civilizatorio del reconocimiento 19 Madachi, Julio. Op. Cit., p. 18.

110 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


BARRANQUILLA: UN ESPACIO
del “otro”: tomen el lápiz y el plano y, con los colores de la tolerancia,
PARA LA SOSPECHA la justicia social y el respeto por la vida, la tracen con “orden y armónica
disposición”.

BIBLIOGRAFÍA

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utopía y realidades. Barranquilla: Universidad del Atlántico.

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Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 111


CAPÍTULO VI

CRISIS URBANA Y CONFLICTOS POLÍTICOS


A MEDIADOS DE LOS AÑOS OCHENTA
EN BARRANQUILLA
CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS
OCHENTA EN BARRANQUILLA VI

CRISIS URBANA Y CONFLICTOS POLÍTICOS


A MEDIADOS DE LOS AÑOS OCHENTA
EN BARRANQUILLA

JORGE VILLALÓN*

The world is a stage, we are only actors


William Shakespeare

Este breve trabajo tiene como objetivo hacer una contribución al tema de
la evolución urbana de la ciudad de Barranquilla en las últimas décadas.
Se trata de una reflexión histórica sobre los mas importantes aconteci-
mientos ocurridos en la segunda mitad del siglo XX que han incidido en
la configuración de la ciudad más importante de la región del Caribe Co-
lombiano. De manera especial, se pretende analizar con mas detalle la
década de los años ochenta y la coyuntura electoral de la primera elección
popular de alcaldes que tuvo lugar el 13 de marzo de 1988, en la cual se
muestran las propuestas y las visiones de la ciudad que tenían los diferen-
tes grupos políticos, gremios económicos y personalidades independientes
que se expresaban a través de los medios de comunicación locales, en
consideración de que estos grupos son los que toman las decisiones que
benefician o perjudican a la ciudad, y que al fin y al cabo son las que van
determinando el pulso y la evolución urbana de Barranquilla. El tema
central de las discusiones a mediados de las décadas de los ochenta era la
crisis urbana que padecía la ciudad en ese momento, la cual se manifesta-
ba de manera dramática en el deterioro de los servicios públicos que afec-
taba a todos los sectores sociales de la ciudad. Se pretende, además, ubicar
los procesos ocurridos en Barranquilla en el gran escenario de la política
mundial, en el cual estaban ocurriendo una serie de acontecimientos que
terminarían por transformar el panorama intelectual y político internacio-
nal. El comportamiento de los diferentes grupos durante la etapa pre-
electoral se analiza a través de la reconstrucción de los principales eventos
políticos ocurridos entre septiembre de 1987, cuando surgen las primeras
candidaturas, y el mes de marzo de 1988, cuando tuvo lugar la elección.
Finalmente, se pretende hacer una reflexión histórica sobre el significado
que tuvo esta elección en la evolución general de la ciudad al final del
siglo XX.
* Magíster en Historia Contemporánea.
Universidad de Tubinga, Alemania Fe- La labor del historiador se entiende, en este estudio, como la de un
deral, docente de la Universidad del
Norte. Barranquilla. verdadero artesano que trata de organizar un conjunto de hechos relati-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 115


vamente recientes, asumiendo el papel de un mero observador de una JORGE VILLALÓN
realidad pasada, que al tratar de reconstruirla, puede contribuir al debate,
siempre actual y necesario, sobre el lugar y las posibilidades que tiene una
ciudad del tercer mundo en el panorama de la sociedad mundial.

Para comprender la situación de la ciudad de Barranquilla en los años


ochenta, se hace necesario hacer un breve recuento de algunos procesos
que condujeron a la urbe a la agudización de su crisis económica y urba-
na, que se constituyó en el motivo principal de las preocupaciones y
controversias políticas desde hace casi ya veinte años.

ALGO DE HISTORIA

La ciudad de Barranquilla surgió como un sitio importante en la historia


de Colombia a fines del siglo XIX, cuando por circunstancias ajenas a sus
habitantes, se transformó en el paso obligado de casi todo el comercio
internacional de Colombia. En primer lugar la producción de café del inte-
rior del país que se enviaban a Europa y Estados Unidos y las correspon-
dientes importaciones provenientes de los países industriales que compraban
el grano.1 La conexión ferroviaria Barranquilla-Sabanilla, inaugurada en
1871, y el aumento del transporte fluvial por el Río Magdalena, fueron las
circunstancias favorables que los comerciantes y empresarios de Barranqui-
lla supieron aprovechar muy bien logrando convertir el pequeño caserío en
una de las ciudades más dinámicas del país. En este proceso jugaron un
papel muy importante los grupos de extranjeros que se radicaron en la
ciudad atraídos por la dinámica comercial y el ambiente cosmopolita. Este
auge comercial fue también la base sobre la cual se desarrolló una indus-
trialización incipiente que luego, en los años 30 alcanzó su máximo esplen-
dor. En una mezcla de pujanza empresarial y de una cierta ingenuidad, la
dirigencia de la ciudad decidió construir un puerto a orillas del río. Cons-
truyendo para este fin las obras civiles de Bocas de Cenizas las cuales hicie-
ron posible la entrada de los barcos por la desembocadura del Río Magdalena
a través de un canal navegable hasta un terminal marítimo inaugurado en
diciembre de 1936 en medio del regocijo popular. Esta decisión, que inter-
1 Este período es el que más se ha estudia-
pretaba el sentir de la clase dirigente de ese momento, tuvo como conse- do en la historiografía sobre Barranqui-
cuencia el abandono del llamado Ferrocarril de Bolívar y del muelle de lla y está suficientemente documentado
en varios trabajos, entre estos destaco
Puerto Colombia, vía a través de la cual se habían llegado a exportarse solo los más importantes: Baena, Fernan-
millones de sacos de café, y por donde entraron a Colombia las mercancías do, y Vergara, José Ramón. Barranqui-
lla, su pasado y su presente. Barranquilla.
y las ideas del mundo industrializado. La expresión cultural que tuvo esta 1922; Nichols, Theodore. Tres puertos
conexión de Barranquilla con el mundo fue la vida intelectual y artística en de Colombia. Estudio sobre el desarro-
llo de Cartagena, Santa Marta y Ba-
la segunda y tercera década del siglo XX, que llegó a tener una revista rranquilla. Biblioteca del Banco Popular.
Bogotá. 1973; Posada Carbo, Eduardo.
literaria de un apreciable valor en el contexto de las ciudades latinoameri- Una invitación a la historia de Barran-
canas de ese entonces y que sirvió de expresión a los literatos intelectuales quilla. Bogotá. 1987; Zambrano, Milton.
El desarrollo del empresariado en Ba-
locales, y en algunos casos, también a figuras y temas del mundo cultural de rranquilla. 1880-1945. Barranquilla,
Europa y el continente americano. Universidad del Atlántico, 1998.

116 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
En la década de los años treinta, cuando Europa y Estados Unidos se
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS preparaban para una posible guerra, algunos países de América Latina
OCHENTA EN BARRANQUILLA
iniciaron procesos de industrialización para sustituir las importaciones
que provenían de los países en conflicto. En este contexto, la ciudad
experimentó un desarrollo industrial, comercial y urbano que aprovechó
casi todos los adelantos que la civilización podía ofrecer en ese momen-
to. No es necesario repetir aquí sobre las bondades de la ciudad en esa
época con sus servicios públicos eficientes con el barrio El Prado, ya que
la generación posterior a este auge a convertido esta época casi en una
leyenda en la pluma y en los relatos de notables cronistas.

Esta combinación de factores favorables a la evolución de la ciudad en la


primera mitad del siglo XX, comenzó a desbaratarse a partir de la déca-
da de los años cuarenta con el desvío del comercio internacional hacia el
puerto de Buenaventura, el decaimiento del trasporte fluvial por el Río
Magdalena y, finalmente, con el decrecer del impulso industrial y em-
presarial que persiste hasta nuestros días.2 A pesar de todo lo anterior,
la ciudad tuvo todavía un momento de prosperidad en la década de los
años cincuenta, en la cual nuevamente determinadas circunstancias ex-
ternas hicieron posible que la ciudad experimentara por última vez la
sensación de que Barranquilla era una de las mejores ciudades de Co-
lombia. Cuando en el resto de Colombia comenzaba la violencia después
de la muerte de Gaitán en 1948, en Barranquilla no hubo violencia, el
puerto revivió con la recuperación comercial mundial de la posguerra, el
país disponía de divisas para las importaciones, los servicios públicos al-
canzaban una alta cobertura para sus 250 mil habitantes, la orquesta
filarmónica de Pedro Biava tocaba hasta en las plazas públicas, la Uni-
versidad del Atlántico seguía creciendo con una Facultad de Arquitec-
tura considerada como de las mejores del país, radioemisoras, cines, un
museo, etc. y una vida cultural y un ambiente literario que cobijó hasta
un premio Nóbel de Literatura.3

A fines de los años cincuenta, las circunstancias que hicieron posible


esta prosperidad comercial y cultural, a pesar de que la industria decaía
desde mediados de los cuarenta, se derrumbaron casi de un día para
otro. Las exportaciones de café disminuyeron drásticamente, el Frente
Nacional adoptó políticas proteccionistas y las importaciones bajaron
por el agotamiento de divisas.

LOS AÑOS SESENTA: EL COMIENZO DE LA CRISIS URBANA


2 Meisel, Adolfo. “¿Por qué se disipó el
dinamismo industrial de Barranquilla?”
En: Lecturas de Economía N° 23. Después de la prosperidad de milagro de los años cincuenta, la ciudad
Medellín: Universidad de Antioquia,
1987. inicia los años sesenta con una crisis doble, a la decadencia industrial se
3 Villalón, Jorge. “Barranquilla en el tiem- le suma ahora la disminución de la vida comercial por la parálisis del
po de la prosperidad de milagro. (1947-
1957)”. Revista Huellas N° 40, Abril de
puerto, y finalmente, todo se agravada por la inmigración masiva de
1994. Uninorte. Barranquilla. 1994. campesinos provenientes de las regiones más pobres del Litoral Atlánti-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 117


co. La ciudad no estaba en condiciones de enfrentar la llegada de miles JORGE VILLALÓN
de familias de campesinos, quienes pasan a engrosar las filas de desem-
pleados. Todo esto condujo al surgimiento de los primeros tugurios, que
con sus secuelas de caos urbano y deficiencia de los servicios públicos, se
convierte en un serio problema para la dirigencia de la ciudad. Este
cuadro de los años sesenta se mantiene y se va agravando en los años
posteriores, y casi sin mayores cambios se prolonga hasta mediados de
los años ochenta.4

Durante la década de los años sesenta, la respuesta de los grupos diri-


gentes de la ciudad, ya sea desde la administración pública como del
sector de los empresarios privados, fue insuficiente ante los inmensos
retos que tuvieron que enfrentar. La ciudad duplicó su población en
poco mas de una década, el proceso industrializador de principios de
siglo había perdido su dinamismo, el puerto había dejado de exportar
café en 1965, la administración municipal y departamental no tenían ni
la organización ni el conocimiento necesario para enfrentar la crisis. Todo
esto condujo a unos cambios en el ámbito político que se pueden carac-
terizar como un proceso de ampliación de la representación política en
los organismos de representación popular, como el Consejo Municipal y
la Asamblea Departamental, a los cuales comenzaron a llegar grupos
políticos nuevos y que representaban a sectores urbanos de clases medias
bajas, que hasta ese momento no habían tenido una clara representa-
ción en la dirección política de la ciudad. La mayoría de estos grupos se
cobijaron en un amplio espectro que le ofreció el liberalismo colombia-
no. Durante los años sesenta fueron aumentando su representación po-
lítica de manera creciente, al mismo tiempo que se articulaban a la política
nacional erigiendo a representantes a la Cámara y al Senado.5 Todo este
proceso de ascenso social y de conquista de posiciones puntuales en la
Administración Pública no creó grandes conflictos políticos en medio de
una crisis que se prolongaba sin tener fin. Durante esos años surgió una
manera muy sui generis de hacer política que posteriormente se ha deno-
minado como “clientelismo”, que consiste en que los candidatos a las
corporaciones públicas organizan a sus clientelas políticas en torno a
posibles favores que puede hacerle el candidato a sus votantes cuando
sea elegido, favores que generalmente estaban relacionados con la in- 4 Villalón, Jorge. “Barranquilla durante el
Frente Nacional: La crisis de los años
versión pública y que podía favorecer a determinado barrio de la ciudad. Sesenta”. En: Ensayos de Economía.
Se produce así una extraña coincidencia de intereses entre una masa de Vol. 3. N° 1. Barranquilla: Universidad
del Atlántico, 1992. Zubiría, Blas. “Po-
campesinos recientemente urbanizada y ávida de obtener un terruño para der político en Barranquilla durante el
vivir y un grupo de políticos, también recién llegados a la política, que Frente Nacional. 1958-1974”. Tesis de
Maestría. Universidad Nacional de Co-
necesitaban de los votos para acceder a los cargos públicos. Estas prácti- lombia. 1997. (Inédito)
cas políticas, y sobre todo electorales, fueron adoptadas por casi la ma- 5 Varela, Ricardo. Comportamiento elec-
yoría de los grupos políticos de la ciudad, en parte de manera obligada, toral en el Departamento del Atlántico
(1972-1990). Tesis de Maestría, Univer-
debido al aumento de los caudales electorales movilizados, que los hu- sidad Javeriana. 1991. p. 51, cuadro 4-2.
bieran hechos desaparecer del escenario político.6 6 Algunos registros sobre estas prácticas
en: Bernal, Pedro. La prestación de los
servicios de acueducto y alcantarillado
Los industriales y comerciantes de la ciudad no ejercieron durante estos
en la ciudad de Barranquilla. Bogotá:
años la influencia que podían haber tenido, y prefirieron, considerados Cinep, 1991. p. 86 ss.

118 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
como grupo, retirarse a la vida privada o a tratar de enfrentar de manera
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS individual los problemas de sus empresas.7
OCHENTA EN BARRANQUILLA

Mientras tanto la ciudad continuaba sobreviviendo sin esperanzas de


que vendría un cambio que volviera a dinamizar su decadente economía.
En este panorama tan sombrío habría que mencionar la llamada “bo-
nanza marimbera”, que atrajo a la ciudad a nuevos inmigrantes y sus
capitales, los cuales como era de esperarse no produjeron ningún cam-
bio positivo en la economía de la ciudad, salvo en algunos hábitos de
consumo y en ciertas conductas culturales y en el auge de la música
vallenata.

En la década de los setenta, y ante la crisis generalizada, se comenzó a


pensar la ciudad como una Utopía al revés, que según la pluma del agu-
do columnista del Diario del Caribe Francisco Alvarez Iguarán, la idea
del progreso que había surgido cien años atrás como una visión futurista,
ahora se invierte y comienza a verse el paraíso en el pasado glorioso de
principios de siglo, ante la apabullante frustración del presente.8 Co-
mienza así a articularse un discurso en pretérito muy conocido por las
últimas generaciones, que nos habla de que la ciudad fue pionera en
aviación en navegación a vapor, en telefonía, en la radio y la prensa, etc.
Esta visión de la utopía al revés aun perdura y se puede leer a menudo
en la prensa local y en los discursos de los políticos.

La situación del puerto continuaba, con altibajos, en la misma situación


que se encontraba en los años sesenta. Los periódicos locales repetían
una y otra vez casi los mismos titulares que la gente ya se sabía de memo-
ria, sobre el dragado del canal del acceso, sobre las partidas que debe-
rían llegar, de las posibles inversiones o los discursos optimistas de
dirigentes nacionales que pasaban por la ciudad. Las frías cifras estadís-
ticas mostraban la verdadera situación en que se encontraba el Terminal
Marítimo y Fluvial de carácter público, el más afectado por las deficien-
cias del puerto, ya que los muelles privados lograban mantenerse con
base a su volumen de exportaciones.

LA AGUDIZACIÓN DE LA CRISIS URBANA


EN LOS AÑOS OCHENTA

Ante la decadencia de la industria, siempre se estaba a la espera de un


renacimiento comercial y a un aumento de la carga movilizada por el
puerto. Las expectativas no se cumplieron, entre 1980 y 1988, la carga
movilizada por el terminal público de Barranquilla tuvo una tendencia a
7 Véase: Currie, Lauchlin. Plan socioeco-
nómico del Atlántico. Bogotá, Impren-
la baja, pasando de 683.479 a 454.833 toneladas. En los muelles priva-
ta Nacional. 1965. Capítulo VI. El dos, en cambio se observa un incremento, pasando de 823.161 a 1.130.401
punto de vista de los industriales.
toneladas movilizadas. Santa Marta y Cartagena se ubican por encima
8 Álvarez, Francisco. “Ciudad al revés”.
Diario del Caribe. Barranquilla, 1996. de Barranquilla y Buenaventura mantiene un volumen de casi tres millo-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 119


nes de toneladas anuales.9 La secuela de la crisis industrial se reflejó en JORGE VILLALÓN
los altos índices de desempleo que se registraron durante la década.
Entre 1979 y 1985 se experimentó un deterioro de la situación del em-
pleo, que pasó de una tasa de 5.8% en el 79, a un 17,55 en 1985, para
luego mejorar un poco en los años posteriores.10 En marzo de 1989, el
Dane realizó una Encuesta Nacional de Hogares, con la cual se trató de
hacer una aproximación a la estructura del empleo en Barranquilla, cu-
yos resultados son muy ilustrativos en relación a las discusiones sobre el
futuro de la ciudad. Los sectores empresariales se encontraban interesa-
dos en fomentar el sector industrial de la economía, al cual considera-
ban como motor de todos los demás, de manera que sus propuestas para
el desarrollo urbano deberían favorecer la inversión en este sector. La
historiografía y los informes económicos que aparecieron en esta déca-
da, reflejan el interés de los grupos empresariales por este problema, por
ejemplo, la publicación en agosto de 1987 de un artículo que llevaba por
título una pregunta: ¿Por qué se disipó el dinamismo industrial de Ba-
rranquilla? A este estudio se le sumaron varios otros que intentaban
esclarecer este problema que era de plena actualidad. Pero ¿Qué dijeron
las estadísticas del Dane? Los resultados demostraron que la gran mayo-
ría de la gente que trabajaba en la ciudad lo hacían en sectores diferen-
tes al industrial. El 33% lo hacía en la rama de servicios personales, el
30.5% en comercio, restaurantes y hoteles, el 6.4% en transporte y co-
municaciones, el 5.8% en establecimientos financieros, y en la rama de
la industria sólo el 15.7%. A pesar de la claridad de las cifras, que indi-
caban que la economía de la ciudad se movía alrededor del comercio y
los servicios, el discurso industrialista continuó, y continuó hasta el día
de hoy casi sin modificaciones.

Respecto a servicios públicos, la gravedad de la situación era percibida


por los habitantes en su cotidianidad, y ha sido corroborada por la infor-
mación estadística. En efecto, el cubrimiento en materia de acueducto
en 1988 alcanzaba apenas a un 55.7% en promedio, lo significaba que la
mitad de la población no tenía acceso directo al agua potable y estaba
obligada a someterse a la especulación de los famosos carros –tanques
de triste recordación para los barrios más pobres de la ciudad por los
excesivos precios que debían pagar las familias de bajos recursos, ade- 9 Atencio, Ramón y Arteta, Eulalia. “Perfil
más de los peligro de contaminación de las latas que se utilizaban.11 A socioeconómico de Barranquilla”. Do-
cumentos Ceres N° 7. Universidad del
esto hay que agregarle el hecho de que más de la mitad del volumen de Norte, Barranquilla, abril de 1990. p. 47.
agua que suministraba las Empresas Públicas Municipales no era con- 10 Atencio, Ramón, y Ramos, José. “El
desempleo en Barranquilla. Período
tabilizada por fallas en las redes de distribución y en la facturación.12 1974-1989”. Monografías Ceres N° 3.
En cuanto al servicio de alcantarillado, la cobertura llegaba a un 48.9%, Uninorte, Barranquilla, 1990. p. 35.
según un informe de las Empresas Públicas Municipales para el período 11 Sobre este tema véase: Bernal, Pedro. La
crisis de los servicios de acueducto y al-
1985– 1986. Sin lugar a dudas que toda esta situación creaba un ambien- cantarillado en Barranquilla. Bogotá:
te de malestar y un desencanto de la población con las dirigencias de la Cinep, 1991. p. 50 ss.
12 Atencio, Ramón. y Arteta, Eulalia. Per-
ciudad. fil socio-económico de Barranquilla.
Serie Documentos N° 7. Barranquilla:
Centro regional de estudios económicos
y sociales Ceres, 1990. p. 43 ss.

120 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
LA POLÍTICA
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS
OCHENTA EN BARRANQUILLA
Hasta principios de los años ochenta, en términos generales, la ciudad
fue siempre dirigida, desde la Gobernación Departamental y la Alcaldía,
por grupos y personas que pertenecían a las familias tradicionales. A
pesar de la crisis económica y urbana que venía de los años sesenta, los
gobernadores continuaron siendo los descendientes de las familias que
hicieron posible el auge de la primera mitad del siglo, y los gobernadores
a su vez, elegían a los alcaldes, quienes de una u otra manera, o eran o se
sentían pertenecientes a los círculos dominantes de la ciudad. El único
escenario posible para políticos nuevos era la Asamblea Departamental
y el Concejo Municipal, en donde efectivamente tuvieron mucho éxito.
Desde 1966 en adelante, fueron aumentando paulatinamente la canti-
dad de votos y de escaños que los llevó a conseguir posiciones hasta en el
senado de la república. El conflicto se mantuvo latente desde mediados
de los años sesenta por más de una década, pero a mediados de los
ochenta, al calor de la grave crisis urbana, el conflicto se hizo visible
hasta culminar en la confrontación electoral de 1988, cuando se produjo
la primera elección popular para escoger al alcalde de la ciudad.

El primer hecho político importante de la década se produjo en 1984,


cuando uno de los mas destacados líderes de los nuevos grupos, José
Name Terán, fue elegido como presidente del Senado de la República
en razón de su alta votación en las elecciones parlamentarias de él y sus
aliados, quienes invocando la unidad de la bancada costeña lograron
alcanzar tan importante dignidad para uno de su grupo. Una semana
después, José Name obtiene el visto bueno del ministro de gobierno,
Jaime Castro, para que el destacado hombre de negocios Fuad Char
Abdala reemplazara en la Gobernación del Atlántico al conservador Abel
Francisco Carbonell. El nuevo gobernador, nacido en Lorica en 1937,
conocido por la ciudadanía como dirigente del club deportivo de la ciu-
dad, rompe con la tradición al convertirse en el primer gobernador que
no pertenecía a las familias tradicionales de la ciudad. Con este hecho,
que tiene también un carácter simbólico, culminaba un proceso de casi
20 años, durante el cual grupos sociales diferentes a los tradicionales
intentaron compartir la dirección política de la ciudad. En una entrevis-
ta concedida al periodista Alex Riquett, Char Abdala prometió gober-
nar con “sentido común” y con “milimetría”, que era lo que en esos años
se consideraba como habitual.13

Los gobernadores posteriores, y hasta finales de la década de los ochen-


ta, fueron nombrados por los sectores liderados por el mismo sector po-
lítico, con las naturales fricciones entre los diferentes grupos que
conformaban este frente. En 1987, fue nombrado Gerardo Certain, y a
fines del mismo año, el empresario vinculado al sector de bienes
inmuebles, Edgardo Sales. Los alcaldes se nombraron, como era de es-
13 Diario del Caribe del 31 de julio de 1987. perarse, con base a unas alianzas bastante frágiles que se rompían de un

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 121


momento a otro y que reflejaban la tensión que existía entre los diferen- JORGE VILLALÓN
tes grupos políticos.

La dirigencia tradicional de la ciudad se concentró alrededor de la Cá-


mara de Comercio, en donde bajo el liderazgo de su director Arturo
Sarabia, se gestaron una serie de actividades que tenían como objetivo la
recuperación económica de la ciudad y, por supuesto, recuperar un rol
protagónico en la esfera de la política. Alrededor de Arturo Sarabia se
congregó un grupo de jóvenes intelectuales interesados en contribuir a
la solución de los problemas que sufría la ciudad en esos años, la cual
fue nuevamente pensada al nivel que se estaba haciendo en otros luga-
res del mundo y se hicieron propuestas concretas a la administración
municipal con estudios realizados por profesionales de sólida forma-
ción. En el campo de la historia se intentó recuperar la memoria de la
época de auge de principios de siglo con un énfasis en el papel de los
empresarios en la sociedad, un impulso que contribuyó al surgimiento
de una nueva generación de historiadores profesionales que se interesa-
ron por conocer el pasado de la urbe.14 El Boletín Informativo se convir-
tió en la tribuna de expresión de estos jóvenes que provenían de diferentes
disciplinas, como los abogados Gustavo Bell, Eduardo Posada, Jaime
Abello, el economista Adolfo Meisel, entre otros. La recuperación del
antiguo edificio de la aduana, de la estación Montoya, el llamado casti-
llo de Salgar y el apoyo a las investigaciones históricas sobre la época de
auge entre 1870 y 1950, reflejan de manera simbólicas el deseo de los
empresarios e intelectuales cercanos a ellos, de recuperar las riendas de
la ciudad agobiada por tantos problemas.

Estos dos frentes anteriormente señalados, el de los empresarios y el de


los nuevos grupos, no se reflejaron en el ámbito de la política. La misma
crisis de la ciudad había de alguna manera impedido un alineamiento de
los grupos políticos con base a los intereses económicos, políticos, socia-
les y culturales que representaban. Los nuevos grupos emergentes, cobi-
jados en el Partido Liberal, controlaban de manera eficiente el caudal
de las masas electorales, pero carecían de una visión de la ciudad en
términos económicos y urbanísticos. En algún momento llegaron incluso
a controlar los destinos de la universidad pública, que pudo haber servi-
do como fuente de nuevas ideas frente a los desafíos del momento, pero
finalmente subutilizaron sus capacidades, entre ellas su Facultad de Ar-
quitectura, que hasta los años setenta era todavía considerada como una
de las mejores de Colombia y que a pesar de la crisis de la institución, su
cuerpo docente estaba sin duda alguna en condiciones de formular una
visión de la ciudad desde los intereses de lo público, que hubiera sido
muy oportuna y enriquecedora en ese momento.
14 Sobre el auge de los estudios históricos
Las actividades que se hacían en la Cámara de Comercio se orientaron en Barranquilla a partir de 1987 véase:
en parte en el movimiento político del Nuevo Liberalismo en torno a Villalón, Jorge. “Barranquilla y sus his-
toriadores”. En: Villalón, Jorge. (Comp.)
Luis Carlos Galán, pero nunca lograron acceder a los votos necesarios Historia de Barranquilla. Ediciones
para llegar a conducir la ciudad. Las buenas ideas que generaron se han Uninorte, 2000.

122 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
venido realizando de maneras diversas, pero no como resultado del éxito
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS político de esta agrupación, sino que por vías diferentes, como por ejem-
OCHENTA EN BARRANQUILLA
plo, la gobernación de Gustavo Bell entre 1992-94, quien llegó a este
puesto apoyado por una amplia coalición política que incluyó al Movi-
miento 19 de Abril.

LOS CAMBIOS EN EL MUNDO EN LOS AÑOS OCHENTA

Es interesante incorporar ahora a la argumentación lo que estaba ocu-


rriendo en el ambiente intelectual y político del mundo en los años ochen-
ta. En Europa y en el mundo occidental en general se observa un cierto
desencanto con muchos sueños y esperanzas que hasta ese momento
todavía constituían verdades casi sagradas. Este desencanto afectaba,
sobre todo a aquellos movimientos filosóficos y políticos que se inspira-
ban en la Modernidad y en la Ilustración, afectó tanto a liberales como a
socialistas. La discusión filosófica dominante giró en torno al futuro de
la sociedad moderna, cuyos fundamentos se habían establecido desde el
siglo XVI como un gran proyecto para la sociedad humana, el cual tenía
como eje central al ser humano como sujeto pensante y reflexivo, quien
con el pensamiento matemático podría ser capaz de conocer y dominar
la naturaleza a través de la ciencia y la tecnología, y además, sería capaz
de organizar una sociedad civil perfecta que garantizara la libertad indi-
vidual. La sociedad industrial en su versión europea y norteamericana
lograron establecer regímenes republicanos y democráticos que llegaron
a considerarse casi como el fin de la historia, siempre fue criticada desde
diversos frentes, pero en la década de los ochenta esta crítica pasó a
convertirse en una discusión mucha mas amplia y más profunda que com-
prometía los fundamentos de la sociedad moderna, y que tenía ahora
como escenario un mundo bastante cambiado.

El filósofo francés Francois Lyotard publicó en 1979 su planteamiento


posmoderno, cuestionando la validez del proyecto de la modernidad.15
La defensa la asumió principalmente el alemán Jürgen Habermas, quien
en 1980 respondió a Lyotard afirmando la vigencia del proyecto de la
modernidad, argumentando que en ningún momento estaría obsoleto,
sino que más bien se trataba de un proyecto inconcluso que había que
llevar hasta su plena realización.16 El caos ecológico ya visible para los
habitantes del planeta y la violencia observada en muchos lugares, ponía
en duda la capacidad de la pretendida racionalidad de la Ilustración y la
capacidad del hombre, como sujeto, de controlar la situación. La época
comienza a impregnarse de estética, se proclama la pluralidad, la hete-
15 Lyotard, J.F. La condition postmoder- rogeneidad, la diversidad y la importancia de lo local por encima de los
ne. París, 1979. grandes proyectos históricos nacionales. El llamado “Estado Benefac-
16 Habermas, Jürgen. Der philosopische
Diskurs der Moderne. Zwölf Vorlesun-
tor”, que había surgido a fines del siglo XIX por iniciativa de socialistas
gen. Frankfurt A. M. Suhrkamp, 1985. y liberales para evitar las secuelas sociales que generaba la industrializa-

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 123


ción, comienza a desmontarse poco a poco por los mismos que lo crea- JORGE VILLALÓN
ron. La escuela económica austríaca, concentrada en Londres, había
comenzado ya durante la segunda guerra mundial a plantear la necesi-
dad de desmontar el “estado de bienestar”, porque se estaba convirtien-
do en un enemigo de la economía de mercado y por ende de la libertad
individual. Esta convicción de la dirigencia política del mundo
industrializado va a tener también repercusiones en América Latina. En
Colombia estas ideas son recogidas por la tendencia llamada neoliberal,
que involucra a sectores liberales como también conservadores. De algu-
na manera, Colombia hace eco de estas tendencias al fomentar la auto-
nomía y la libertad de los municipios en su búsqueda de un lugar en el
mundo.

Uno tras otro, diversos acontecimientos van desdibujando los sueños, las
utopías, los “relatos” dirían los posmodernos, de toda una generación.
La Unión Soviética, para muchos todavía un modelo a copiar, invade a
Afganistán en 1979. En abril de 1980, miles de cubanos intentan salir de
Cuba, baluarte del socialismo, y buscan asilo en la embajada del Perú.
En Polonia, en un hecho insólito, los sindicatos obreros luchan contra el
poder soviético. Los Estados Unidos eligen de presidente en 1981, a un
actor de cine, Ronald Reagan y en Rusia fallece Leonid Breznew dando
paso a una serie de gobernantes ancianos que ocuparían sucesivamente
el cargo hasta que finalmente Gorbachov declara por finalizada la expe-
riencia del socialismo en Rusia. Para los latinoamericanos, la pérdida de
Las Islas Malvinas en Argentina en la guerra contra Inglaterra, era el
aviso que para los Estados Unidos era más importante su madre patria
que sus hermanos de la OEA. Para el movimiento ecologista mundial, la
tragedia de la central atómica en Schernobyl, en la Unión Soviética el 26
de abril de 1986, se constituye en un hito dramático en la conciencia del
hombre en su preocupación por conservar al medio ambiente amenaza-
do por la misma ciencia en su afán de dominar la naturaleza. El hombre
moderno se manifiesta incapaz de controlar la naturaleza, como era su
intención, como tampoco de garantizar la vigencia de derechos huma-
nos fundamentales. Izquierdistas y derechistas veían como los funda-
mentos de la civilización moderna comenzaban a cuestionarse y los nuevos
acontecimientos ponían cada vez más en duda su vigencia.

ARTISTAS E INTELECTUALES

Barranquilla ha sido, desde sus remotos orígenes como un sitio de libres


en la época colonial, una ciudad abierta y sensible a las ideas y a los
acontecimientos mundiales. En el momento de la Independencia apoyó
decididamente los ideales patriotas y vio con buenos ojos la apertura de
posibilidades comerciales que esta le ofrecía. Luego, a fines del siglo
XIX fue la ciudad mas dinámica y renovadora de Colombia convirtién-
dose en una ciudad cosmopolita que alguien llegó a calificar de fenicia o
alejandrina.
124 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano
CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
Es interesante observar, como en la década de los ochenta, son sus artis-
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS tas e intelectuales quienes captan las nuevas tendencias mundiales que
OCHENTA EN BARRANQUILLA
luego plasman en sus obras de arte. Ellos muestran una visión de la reali-
dad distinta a la de los políticos de ese momento, ofreciendo a través de
sus creaciones verdaderas propuestas renovadoras para la ciudad. Señalo
a continuación una selección arbitraria y superficial de algunas de estas
manifestaciones que se dieron durante la década de los ochenta.

En medio de las mutuas actitudes excluyentes de los grupos políticos


entre sí, la pintora Rosario Heins, sensible a las voces del mundo, se
dedica a dibujar al grupo más segregado de la ciudad en ese momento, la
negras palenqueras, quienes por las tardes venden “alegría” por las ca-
lles de la ciudad, sugiriendo quizás, que de lo que se trataba era de
incluir y no de excluir al otro, de regresar al mito de origen de Barran-
quilla, cuando en el siglo XVII fue el refugio de mulatos, pardos mesti-
zos y libertos, quienes encontraron aquí un lugar para compartir.

A pesar de la ya prolongada crisis industrial y comercial, en 1982 habría


sus puertas el Teatro Municipal, gracias al esfuerzo de un grupo de ciu-
dadanos visionarios. Bajo la dirección del multifacético Alfredo Gómez,
en poco tiempo se convirtió en el escenario natural de todas las inquie-
tudes artísticas e intelectuales locales mas la programación de invitados
nacionales y extranjeros del Banco de la República. Por otra parte, Al-
berto Assa, legendario educador nacido en Estambul y educado en París
y en Hamburgo, continuaba con su regular presentación de un artista
nacional o internacional en el marco de la institución El Concierto del
Mes, creada por el mismo a principios de los años sesenta. En esta déca-
da surge también otra cosa nueva para sus habitantes, la televisión regio-
nal, que sirvió para promover y dar a conocer a través de la pantalla
multicolor los acontecimientos culturales de la urbe. Frente al debilita-
miento académico y administrativo de la universidad pública, se fortale-
cían las instituciones de educación privadas como la Universidad del
Norte y Autónoma del Caribe que ofrecían en sus programaciones ra-
diales aspectos culturales o académicos. Revistas culturales de gran cali-
dad, aunque de circulación restringida, como Huellas y Olas, son un
importante registro de las actividades de artistas e intelectuales de Ba-
rranquilla y la región. Un evento muy significativo, que por supuesto
pasó desapercibido en medio de la contienda electoral, fue la reapertura
del antiguo teatro de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico con
un concierto de profesores y alumnos el 30 de octubre de 1987.

En el campo literario, el escritor Ramón Illán Bacca, desde una actitud


totalmente desprevenida, busca en sus novelas y cuentos romper el cas-
carón que separaba a Macondo del resto del mundo, imaginándose per-
sonajes y situaciones ficticias que se movían entre diferentes sitios del
planeta,17 anunciaba con su ficción literaria la globalización de las comu-
17 El escritor ya ha sido caracterizado como
“postmoderno” por Pamela Flores en
nicaciones y de los mercados de final de siglo. Años mas tarde, cuando
Revista Huellas N° 49 y 50. los economistas neoliberales propusieron que la economía se abriera al

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 125


mundo exterior, hacía ya mas de una década que había ocurrido en la JORGE VILLALÓN
literatura. Los personajes de sus novelas, provenientes de las ciudades
de la Costa Caribe, son en general figuras frustradas o fracasadas, pero
siempre con una dosis de fino humor que les ayudaba a encontrarle un
sabor a la vida, a pesar que el relato del progreso infinito que les había
ofrecido la modernidad ya no se llevaría a cabo, de pronto en otras par-
tes del planeta, pero no en Barranquilla o en Santa Marta.

Se puede afirmar con cierta certeza, que los artistas e intelectuales esta-
ban ofreciéndole a la ciudad las actualidades del mundo y las nuevas
visiones de la realidad, y al parecer fueron ellos quienes mejor pudieron
captar lo que estaba ocurriendo.

LA ELECCIÓN POPULAR DE ALCALDES

A mediados de 1987, la elección popular de alcaldes anunciada para el


13 de marzo de 1988, fue el escenario ideal para las controversias sobre
la crisis urbana que se venían dando de manera creciente desde media-
dos de la década. En el contexto nacional, el caso de Barranquilla tuvo
unas características muy especiales, tanto en el período de formación de
las candidaturas y durante las campañas, como también en el apretado
final. Los resultados que se demoraron varios meses en entregarse a la
opinión pública dieron como ganador a uno de los candidatos, quien
gobernó hasta que el otro lograra a través de un proceso judicial reem-
plazarlo en el cargo en los últimos meses del período.

Veamos a continuación más de cerca la coyuntura de marzo de 1988,


para observar como se comportaron los diferentes grupos políticos fren-
te al problema urbano, y en algunos casos sus visiones y propuestas, para
superar la agobiante crisis.

En el mes de junio del año 1987, el historiador Eduardo Posada Carbó,


director del Diario del Caribe, inicia la publicación de una serie de edito-
riales titulados La Ruta de una ciudad, en donde hacía una reflexión
sobre el pasado, presente y futuro de la ciudad de Barranquilla. Co-
mienza reconociendo la situación de frustración cuando escribe que
“Complacida en ese pasado glorioso que tal vez fue suyo, pero derrota-
da frente a los retos de la historia, su frustración la ha vuelto escéptica
frente al futuro”. Se refiere a la situación de los “pésimos servicios pú-
blicos”, a las denuncias de corrupción “de quienes se hacen llamar servi-
dores del Estado”, es decir, todo lo que los habitantes de la ciudad
percibían a diario, ya sea personalmente o a través de los medios de
comunicación. Después del diagnóstico, que todos sin excepción com-
partían, intenta dar una explicación a la crisis a través de argumentos
históricos. En el ambiente se hablaba de que la clase dirigente de Ba-
rranquilla era la “culpable de todos los males ciudadanos”, sin que na-

126 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
die aclarara a que personas, grupos o partidos políticos se trataba. El
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS editorialista Posada descarta la tesis de la responsabilidad de la llamada
OCHENTA EN BARRANQUILLA
clase dirigente, argumentando de que en la historia de la ciudad siempre
hubo caciques y clientelismos, zambras en el Concejo, etc., y que del
mismo modo los empresarios tampoco fueron más responsables en épo-
cas anteriores. La explicación había que buscarla entonces en otra parte.
Luego intenta una interpretación de tipo sociológica al tratar de expli-
car la crisis observando los cambios ocurridos en el campo de lo social,
con su correspondiente reflejo en el ámbito de la política. En el párrafo
siguiente puede leerse muy bien su diagnóstico cuando afirma que: “...so-
mos una ciudad con una estructura social y política mas democrática que
la de hace cincuenta años. Y la democracia tiene su costo. Lo estamos
pagando. Han entrado a jugar en la política unos factores antes inexis-
tentes, o que aparecían de manera mas sutil, como el poder corruptor
del dinero (...) muchos barranquilleros no se sienten representados en
una clase política que se comporta como usurpadora del Estado, ajena a
los intereses de la comunidad, este grupo social que se ha adueñado del
destino social”. Es importante destacar que él reconoce que la dirigencia
política de Barranquilla ya no es la misma, sino que ahora se le han
incorporado grupos nuevos, o diferentes, los cuales serían los verdade-
ros responsables del deterioro de la situación de la ciudad. La solución
que propone es consecuente con su diagnóstico cuando termina dicien-
do que “...nos hace falta la firme voluntad política de seguir adelante,
de apropiarnos de un futuro que ya es nuestro, alejar para siempre a los
usurpadores del Estado que están usurpando también nuestros dere-
chos”. En el momento en que el historiador Posada escribía estos edito-
riales, el escenario en donde se iría a dirimir este conflicto ya estaba allí
y era la elección popular del alcalde de la ciudad programada para el 13
de marzo de 1988.

En los meses siguientes los grupos políticos tuvieron que definir sus po-
siciones alrededor de las candidaturas que surgieron en el segundo se-
mestre de 1987. En la arena política tendría que decidirse el futuro de la
ciudad, razón por la cual se hace necesario mirar un poco en detalle lo
ocurrido entre junio de 1987 y marzo de 1988.

Las propuestas del historiador Posada encontraron acogida en varios sec-


tores de la ciudad, como por ejemplo en el presidente de Cofinorte, quien
propone “un Frente Unido para rescatar la ciudad”, debido que “...unos
pocos se han apoderado del patrimonio de la ciudad para manejarlo mal y
para beneficio exclusivo de ellos mismos...” agregando que además “esta-
mos padeciendo de una gran apatía, abulia y conformismo”.18

Del mismo modo, el director de la Cámara de Comercio, apoya la pro-


puesta de un Frente Unido con una frase “No más diagnósticos, ac-
18 Diario del Caribe del 12 de junio de ción”.19 Días mas tarde el llamado Comité Intergremial, que agrupaba a
1987.
los líderes empresariales privados, mas algunos concejales, adhirieron
19 Diario del Caribe del 13 de junio de
1987. también a la propuesta inicial de crear un Frente Común para salvar a

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 127


Barranquilla. Esta iniciativa encontró un buen motivo para la acción JORGE VILLALÓN
cuando de pronto se vislumbró la posibilidad de que el puerto de Ba-
rranquilla volviera nuevamente a exportar café a través de algunos even-
tuales acuerdos con los exportadores, gracias a las diligencias que
adelantaba el ministro de desarrollo de ese momento, el ex gobernador
Fuad Char Abdala. Martín Vásquez Lébolo, un destacado dirigente del
Comité Intergremial, fue uno de los primeros en plantear políticas “neo-
liberales” cuando propuso, por ejemplo, una “Libertad de banderas y
liquidar Colpuertos”, anticipándose así a lo que años más tarde sería
una realidad en la apertura económica a fines de la década.

Las preocupaciones de los sectores empresariales eran confirmadas por


las estadísticas oficiales que en ese momento se daban a conocer. Según
un informe de la Cámara de Comercio referida al año anterior de 1986,
se comprueba una recesión económica, hay un incremento de la tasa de
desempleo, una baja en la actividad del puerto, etc. Para los directivos
de Camacol, el año 1986 habría sido el peor de su historia.20 El Dane
también entregaba estadísticas poco alentadoras. El 43,7% de las fami-
lias de Barranquilla pertenecen a los estratos bajo y bajo-alto.

Los grupos políticos de la ciudad no obedecían al esquema bipartidista


liberal-conservador, sino que actuaban de manera independiente, sobre
todo cuando se trataba de elecciones al Congreso y ahora para la Alcal-
día con mayor razón aun se sentían libres para apoyar a uno u otro can-
didato. En las elecciones presidenciales la tendencia tenía, sin embargo,
una tendencia a la baja, ya que en 1974 la participación electoral para
presidente fue del 54%, descendió a un 15% en 1978, en el 82 de 35%,
en el 86 de 34%, hasta descender nuevamente en 1990 a un 24%. La
participación para elecciones de corporaciones siempre han sido supe-
riores que para las presidenciales. Para nuestro tema de estudio es inte-
resante destacar que para la elección de marzo de 1988 se observa un
aumento en la participación electoral.21

A mediados de 1987 los grupos políticos eran los siguientes, con sus
correspondientes líderes u orientadores:

Sector conservador
Mario Varón Olarte
Abel F. Carbonell
Roberto Gerlein
Gabriel Acosta Bendek

Sector liberal
Pedro Martín Leyes (Mayorías Liberales)
20 Diario del Caribe del 12 de junio de 1987
José Name (Movimiento de Integración Social Liberal, MISOL) 21 Varela, Ricardo. Comportamiento elec-
Juan J. Slebi (Frente de Unidad Liberal, FUL) toral en el Departamento del Atlánti-
co. Bogotá: Universidad Javeriana,
Jaime Vargas Suárez (Nueva Alianza Liberal) 1991. p. 42 ss.

128 _____________________________________________________________________________ Observatorio del Caribe Colombiano


CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
Arturo Sarabia Better (Nuevo Liberalismo)
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS
OCHENTA EN BARRANQUILLA El gobernador Gerardo Certain, era cercano al grupo Misol, en una alian-
za política que incluía a todos los grupos liberales con la excepción del
Nuevo Liberalismo. La alcaldía estaba a cargo de la dama Miriam Llinás
de Ovalle, cercana al grupo liberal de Mayorías Liberales. Se podría su-
poner que las candidaturas tendrían que haber reflejado de alguna ma-
nera los intereses de los grupos sociales que existían en la ciudad, pero
no fue así. Las propuestas de los gremios encontraron eco en el sector
liberal del Nuevo Liberalismo, y en un sector de los conservadores. De
manera muy aguda, el senador conservador Abel Francisco Carbonell,
en una carta dirigida a los gremios, les propone que ellos mismos debe-
rían presentar un candidato a la alcaldía porque, según él, los gremios
“pierden autoridad para quejarse por la suerte de la ciudad y aun para
censurar lo que hacen los demás”.22

Entre los grupos liberales que apoyaban la gobernación de Gerardo


Certain, quien había asumido en marzo de 1987, se produjeron en ese
segundo semestre varios conflictos, llamados políticos, pero que no eran
mas que diferencias en torno a la repartición de secretarías y otros car-
gos públicos. Quien más se sentía en desventaja era el grupo del senador
Juan J. Slebi, quien reclamaba un mejor trato en la asignación de los
puestos. El grupo Name se mostraba como el más poderoso dentro de
esa coalición, que llega a obtener el nombramiento de un hombre de su
confianza en la rectoría de la Universidad del Atlántico.

En el mes de septiembre de 1987, el grupo Name responde a las pro-


puestas del sector de los gremios con declaraciones en donde ubica su
movimiento político como defensor de intereses populares. Según él, y a
propósito de las candidaturas a la alcaldía, “Que no sean solo cinco o
seis familias privilegiadas las que puedan reunirse para escoger a su an-
tojo al alcalde, tal como lo hacían 25 años atrás, cuando nombraban
alcalde a dedo”, rechazando con esto la idea de que su movimiento
formaría parte de “esos pocos que se han apoderado del patrimonio de
la ciudad”, o que los calificaban de ser “usurpadores del Estado”. Cuan-
do hace estas declaraciones a la prensa anuncia al mismo tiempo la can-
didatura oficial de su movimiento para la alcaldía en la persona de Gustavo
Certain, hijo del gobernador en ejercicio. Esta candidatura, según sus
propias palabras, era “de las clases necesitadas, de las clases populares y
de la clase empresarial”.23 Para ratificar su vocación popular, aceptó el
apoyo del movimiento Unión Patriótica y el lema de su candidatura fue
“El despertar de un pueblo”.

El mes de octubre estuvo bastante movido para la política. Las dos alian-
22 Diario del Caribe del 8 de octubre de zas más poderosas logran escoger sus candidatos, por un lado ya estaba
1987. la del Grupo Name que apoyaba a Certain, y la otra, también de los
23 Documentos Ceres N° 4. “Elección po- liberales Pedro Martín Leyes y Juan J. Slebi, mas el grupo conservador
pular de alcaldes”. Barranquilla:
Uninorte, 1988. de Roberto Gerlein acordaron el 10 octubre apoyar la candidatura del

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 129


ingeniero Jaime Pumarejo, hijo del importante político barranquillero. JORGE VILLALÓN
Había sido concejal entre 1970 y 1976.

Como uno de los problemas más urgentes era la crisis urbana, que se
manifestaba en la mala prestación de los servicios públicos, la opinión
pública recibió con cierto interés el borrador final de la misión japonesa
que era un estudio de factibilidad de la renovación urbana del distrito
central de Barranquilla, después de haber trabajado desde el mes de
julio de 1983.

El grupo conservador orientado por Abel F. Carbonell, apoyó la candi-


datura de Gerardo Certain, lo que no fue bien recibido por los otros
grupos conservadores, a quienes manifestó que retiraría su apoyo al gru-
po Name, siempre y cuando se presentara una candidatura de unidad
conservadora, cosa que finalmente no ocurrió.

La escogencia de los candidatos se hizo en reuniones de los más impor-


tantes dirigentes, lo que ocasionó la rebeldía de los miembros del Con-
cejo Municipal, quienes protestaron por no haber sido consultados y
anunciaron su apoyo al concejal Iván Romero Mendoza, que con el trans-
curso de las semanas se fue quedando solo, ya que los concejales se
fueron sumando a las candidaturas más opcionadas.

Además del anuncio de las dos más importantes candidaturas, hubo dos
hechos políticos que hicieron noticia. Uno de ellos fue el asesinato de
Jaime Pardo Leal, candidato a la presidencia por la Unión Patriótica, que
produjo varias protestas de estudiantes de la Universidad del Atlántico en
los días posteriores. El otro hecho fue el nombramiento del abogado y
corredor de propiedades de 34 años Edgardo Sales como Gobernador
del Departamento, en un intento de apaciguar los ánimos dentro del
sector del liberalismo local. Hubo diversas reacciones a este nombramiento.
Pedro Martín Leyes manifestó que “sería garantía”, Juan Slebi estuvo
complaciente y Name manifestó que era excelente y se mostró satisfe-
cho. Edgardo Sales expresó lo que la tradición ordenaba, es decir, basar
su administración en un reparto equitativo entre los grupos que lo apo-
yaban. Se declaró independiente diciendo “Yo milité hasta hace una
hora en el grupo político del Senador Name”, para luego afirmar que
“... y logrando un equilibrio burocrático entre ellos podemos alcanzar
muchos éxitos...”. Como se puede observar, las preocupaciones y las de-
claraciones no eran los problemas urbanos urgentes, como tampoco lo
fueron los grandes temas en torno a la ciudad como un todo.

El sector empresarial, mientras tanto, se reunía en torno a un aconteci-


miento académico. En la Cámara de Comercio, con la asistencia de un
selecto grupo de invitados se lanzaba el libro “Una invitación a la histo-
ria de Barranquilla” de Eduardo Posada Carbó, evento en el cual Arturo
Sarabia reafirma su convicción de la necesidad de que los empresarios
entren a determinar los destinos de la ciudad. En su discurso dijo que el

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CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
libro “...se enmarca convenientemente dentro de la finalidad y bases del
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS concurso, para desarrollar una historia económica en la cual el papel
OCHENTA EN BARRANQUILLA
protagónico corresponde al empresario”.24

El mes de noviembre, un grupo de dirigentes conservadores que se nega-


ron a apoyar las candidaturas liberales, hizo pública el 19 de diciembre
una carta de apoyo a la candidatura de Francisco Posada de la Peña,
político experimentado y de extensa trayectoria en el sector privado. El
lema de su campaña fue “Por el rescate de la ciudad”. Lo apoyaron
Carlos Rodado, Próspero Carbonell y el Movimiento Tercera Fuerza
Conservadora de Gabriel Acosta Bendek.25 En el lanzamiento oficial de
su candidatura estuvo presente el jefe máximo de la colectividad el ex-
presidente Misael Pastrana.

En el mes de diciembre se anunció el nombramiento de un nuevo alcal-


de: Daniel Moreno Villalba, cercano al movimiento de Mayorías Libera-
les. El grupo del Nuevo Liberalismo dio a conocer su apoyo a Jaime
Pumarejo, lo que produjo la salida de una fracción liderada por Anto-
nio Vallejo, que se decidió por Gustavo Certain.

En el mes de enero, los candidatos continuaron su actividad proselitista


haciendo las promesas de siempre, las cuales tenían en común la visión
de una ciudad industrial, con puertos y con servicios públicos. Una de
esas promesas llegó al extremo de decir que convertiría a la ciudad en
polo importante de desarrollo, no solo de Colombia, sino de América
Latina.

Mientras tanto, la política local continuaba dentro de los marcos tradi-


cionales ya conocidos. El grupo Name pide para su grupo la alcaldía de
Baranoa, Jaime Vargas exige la de Luruaco, Juan Slebi logra el nombra-
miento de la Secretaría de Educación para un militante de sus filas y de
paso exige la rectoría de la Universidad del Atlántico. La prensa publica
a menudo las polémicas por las inversiones que se están haciendo para
erradicar la pobreza, con sospechas de corrupción. Francisco Posada de
la Peña pide investigación sobre la contratación de la draga Cosmos para
el canal navegable de Bocas de Ceniza, ya que según su opinión, el esta-
do habría comprado con sobreprecio.

A fines de enero ocurren dos hechos inéditos en la política local. Por


primera vez los candidatos aparecen en la pantalla de Telecaribe, y la
Universidad del Atlántico, por iniciativa de su vicerrector académico José
Gabriel Coley, organiza para cada candidato una sesión pública en el
teatro de Bellas Artes.

24 Diario del Caribe del 25 de octubre de A principios de marzo todos los grupos políticos ya habían decidido a
1987. que candidato apoyar y se veía de la siguiente manera. La coalición Name-
25 Documentos Ceres N° 4. “Elección po-
pular de alcaldes”. Barranquilla: Univer-
Carbonell, apoyaba a Gustavo Certain, a la que se le sumaron Jaime
sidad del Norte, 1988. Vargas, Moisés Tarud, Ricardo Rosales, Jorge Gerlein, Hernán Berdugo,

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 131


y la Unión Patriótica. La coalición Martín Leyes-Gerlein, que postulaba JORGE VILLALÓN
a Jaime Pumarejo, contó con el apoyo de Juan J. Slebi, Emilio Lébolo,
Eduardo Crissien y el movimiento político MOIR. El Partido Social Con-
servador, con su candidato Francisco Posada, tuvo el apoyo de un sector
minoritario del conservatismo en las figuras de Carlos Rodado y Gabriel
Acosta Bendek.

La campaña misma, que tenía como telón de fondo a la crisis de los


servicios públicos y la vida urbana en general, no produjo discursos que
ofrecieran soluciones a mediano y largo plazo para la ciudad. El en-
frentamiento derivó hacia descalificaciones morales y personales y los
insultos procaces.26 Los candidatos fueron presentados como los “salva-
dores de la ciudad”, resaltando de ellos sus rasgos profesionales y no los
políticos, debido a que se hablaba de una manera ambigua que la
dirigencia política era la responsable de los problemas de la ciudad, sin
decir quienes pertenecían a ella.

El Heraldo en su editorial del sábado 12 de marzo llama a votar por


Pumarejo, para “salvar a Barranquilla” y “sacudirse el yugo de la prolon-
gada y opresora decadencia urbana”. Pedro Martín Leyes responde a
José Name a través de El Herlado señalando que “Si pierde Certain pier-
de Name y se acaban los Name y si gana Certain, ganan los Name y se
acaba Barranquilla”.

En el día de las elecciones ninguna de las dos candidaturas mas opciona-


das se sentía segura de ganar y hubo algún grado de tensión por la incer-
tidumbre de los resultados. Al día siguiente, el 14 de marzo, la prensa
entregó datos no confirmados en donde Pumarejo aparecía como gana-
dor por un estrecho margen de votos. Los escrutinios y demandas se
volvieron interminables y se hicieron 204 impugnaciones, hasta que fi-
nalmente se dio por ganador a Jaime Pumarejo con 125.756 votos por
encima de Certain con 125.604 votos. Francisco Posada obtuvo 17.918
votos, para un total de 275.805 votos válidos.

Para el Concejo Municipal, se destacó la fuerte votación de los candida-


tos del grupo Name, que se expresó en los primeros elegidos quienes
alcanzaron una alta votación. Roberto Lafaurie con 6.200 y Moisés Tarud
con 6.037 pertenecientes al Misol, luego Edgardo Borelly con 4.223 de
Mayorías Liberales y el cuarto puesto para otro del Misol: Miguel Bolí-
var con 4.139 votos.

En la Asamblea Departamental también se observó una clara ventaja del


Misol. La primera votación fue para David Name con 53.887 del Misol,
luego David Torrente de Mayorías Liberales con 22.908 votos, Donaldo
Morales del FUL con 22.108 y Julio Salgado también del Misol con 21.979
votos.
26 Documentos Ceres N° 4. “Elección po-
pular de alcaldes”. Barranquilla:
Uninorte, 1988.

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CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
REFLEXIONES FINALES
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS
OCHENTA EN BARRANQUILLA
Los conflictos políticos que surgieron a mediados de los ochenta en tor-
no a los problemas que enfrentaba la ciudad no se resolvieron en esta
década (borrar puntuación) y los grupos continuaron disputándose la
dirección política de la urbe. La próxima elección para la alcaldía de
1990-1992 la ganó el candidato del grupo Name en cabeza del abogado
Miguel Bolívar Acuña. La Gobernación del Atlántico la obtuvo Arturo
Sarabia en 1990 por la decisión atrevida del nuevo presidente Cesar
Gaviria, quien desconoció las mayorías electorales departamentales de
ese momento. Ninguno de los dos frentes de la elección de marzo de
1988 pudo imponerse sobre el otro y el conflicto se postergó. Dos acon-
tecimientos van a marcar el final de esta confrontación. En primer lugar
la Asamblea Nacional Constituyente, que obligó a casi todos a replan-
tear sus alianzas y sus discursos ante el cambio que produciría el nuevo
orden legal. El Movimiento 19 de Abril se incorpora de lleno a la vida
política con cargo ministerial y llega a ejercer influencia en el acontecer
político de Barranquilla, pero lo que más incidió en el surgimiento de
un nuevo escenario de la política en Barranquilla fue la figura del sacer-
dote salesiano Bernardo Hoyos, quien con el apoyo de una coalición
pluripartidista, por el M-19 y por los grupo sociales más empobrecidos de
la ciudad, asume la Alcaldía del Distrito. A la cabeza del recién creado
Movimiento Ciudadano, Bernardo Hoyos domina la política de la ciu-
dad durante toda una década, en la cual la ciudad logra solucionar en
gran parte el problema de sus servicios públicos, en un ambiente de pri-
vatizaciones, en el cual el sacerdote jugó un papel importante que contó
con el apoyo financiero del gobierno central de Bogotá. Bernardo Ho-
yos, fiel a sus principios de la Teología de la Liberación que hablaba de
la “opción preferencial por los pobres”, solo tuvo esa preocupación, so-
lucionar las necesidades más urgentes de los mas empobrecidos de la
ciudad, que en ese momento era el agua y el alcantarillado. La vocación
de la ciudad, su evolución económica, el fomento de una economía ur-
bana que permita un mínimo empleo a la mayoría de sus habitantes, el
tema del puerto, el medio ambiente, el ordenamiento y la planeación
urbana, fueron temas más bien secundarios durante su administración.
El mismo y sus seguidores respecto a estos temas, se limitaron a reprodu-
cir los mismos gastados discursos sobre un supuesto deseo general de
progreso infinito de la urbe... La gran discusión sobre el futuro y el pa-
pel que le corresponde a Barranquilla en un mundo global, que no se
resolvió en los ochenta y que se postergó durante la década de Bernardo
Hoyos, es un tema que aún está a la espera de que sea enfrentado por
los grupos políticos, por los gremios, los sindicatos, etc. y por los acadé-
micos, intelectuales y artistas que en la última década tienden a ganar
más espacios en donde dar a conocer sus trabajos.

Los grupos políticos de la década de los ochenta ya no son los mismos.


El sector del Nuevo Liberalismo tuvo un momento interesante en la

Barranquilla: lecturas urbanas ______________________________________________________________________________________ 133


elección del gobernador Gustavo Bell, quien orientó algunas de sus po- JORGE VILLALÓN
líticas con base a los planteamientos de este movimiento al cual era cer-
cano, como también a la Cámara del Comercio y el Comité Intergremial.
La casi desaparición del Nuevo Liberalismo de la escena política pudo
haberse producido por el comportamiento del sector industrial de la
ciudad durante la década de los años noventa, en donde las cifras esta-
dísticas demuestran que la tan esperada apertura económica no favore-
ció a este sector, lo que obliga a reflexionar nuevamente sobre el mismo
problema que se había comenzado a discutir en los años ochenta, es
decir, el tema de la vocación de la ciudad, de sus fortalezas, de su tradi-
ción histórica, y especialmente el rol que le cabría al sector industrial en
el desarrollo económico de la urbe.

El sector político Liberal alrededor del Misol, se enfrentó al fuerte desa-


fío del Movimiento Ciudadano, que comenzó a disputarle su electorado
en los barrios populares con discursos similares, como también en el re-
clutamiento de los dirigentes que provienen de los mismos estratos so-
ciales. Se han producido algunos cambios y han surgido nuevas caras,
pero en general, este frente ha logrado mantener un caudal electoral y
una presencia política importante en la ciudad, que se ha autocalificado
como una fuerza necesaria en el contexto político local. Algunos grupos
desaparecieron como el full de Juan J. Slebi; el sector de Mayorías Libe-
rales se ha delimitado. Los grupos conservadores han tenido cambios
parecidos a los liberales, en el sentido que han aparecido figuras nuevas
y continúan siendo un factor importante del poder político.

El Movimiento Ciudadano, después de una década de intensas expe-


riencias en el ejercicio del poder, está a la espera de mostrar su capaci-
dad de convocatoria en las próximas elecciones para la Alcaldía del
Distrito. Como todos los grupos políticos de la ciudad, también están
frente al desafío del nuevo milenio, que ya no es el mismo de mediados
de los ochenta, ni tampoco de los noventa. Los discursos se perciben
obsoletos, en el sentido de que ya no responden a las necesidades reales
de este conglomerado humano de más de dos millones de habitantes
buscando un lugar decoroso en el país y en el mundo. La evolución de la
vida urbana en general, y el éxito de las dirigencias políticas, se decidirá
en el plano de las ideas que se muevan, las cuales ya no pueden ser las de
los ochenta. Ya no se trata de reemplazar a una clase dirigente, ni tam-
poco de excluir a los grupos nuevos, ni de ampliar la cobertura de los
servicios públicos básicos para los mas empobrecidos, y sobre todo, ya no
caben en la nueva realidad aquellas visiones demasiado optimistas here-
dadas del proyecto de la modernidad, como el paraíso terrenal de la
sociedad industrial, o como las utopías liberales o socialistas de igualdad
de oportunidades. En las actuales discusiones sobre el presente y futuro
de Barranquilla, es posible que los académicos, intelectuales y artistas
también tengan algo que decir respecto a nuestro lugar en la aldea glo-
bal, sobre todo el tema del ordenamiento urbano adecuado que debe
tener la ciudad en la realidad del mundo actual.

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CRISIS URBANA Y CONFLICTOS
POLÍTICOS A MEDIADOS DE LOS AÑOS
OCHENTA EN BARRANQUILLA

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