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Ambos sistemas se pueden sintetizar en cinco puntos. El Calvinismo sostiene una total
depravación del hombre, mientras que el Arminianismo dice que la depravación es parcial.
La depravación total asegura que cada aspecto de la humanidad está contaminado por el
pecado, por lo que los seres humanos son incapaces de venir a Dios por su propia
voluntad. La depravación parcial dice que cada aspecto de la humanidad está contaminado
por el pecado, pero no al extremo de que sea incapaz de colocar su fe en Dios por su
propia voluntad.
Nota: el Arminianismo clásico rechaza la "depravación parcial" y tiene una visión muy
cercana a la "depravación total" Calvinista (aunque el alcance y significado de esa
depravación se debaten en los círculos Arminianos). En general, los Arminianos creen que
hay un estado "intermedio" entre la depravación total y la salvación. En este estado, que es
hecho posible por la gracia anticipada, el pecador está siendo atraído a Cristo y tiene la
habilidad dada por Dios para elegir la salvación.
El Calvinismo sostiene que la expiación es limitada, mientras que el Arminianismo dice que
la expiación es ilimitada. Este es el más controversial de los cinco puntos. La expiación
limitada es la creencia de que Jesús sólo murió por los elegidos. La expiación ilimitada es la
creencia de que Jesús murió por todos, pero que Su muerte no tiene efecto hasta que la
persona crea en Cristo.
Así que en el debate del Calvinismo vs. el Arminianismo, ¿quién está en lo correcto? Es
interesante notar que, en la diversidad del Cuerpo de Cristo, hay toda clase de mezclas del
Calvinismo y el Arminianismo. Hay cinco puntos Calvinistas y cinco puntos Arminianistas, y
al mismo tiempo tres puntos Calvinistas y dos puntos Arminianistas. Muchos creyentes
llegan a una clase de mezcla entre estos dos sistemas. A fin de cuentas, creemos que los
dos sistemas fallan al intentar explicar lo inexplicable. Los seres humanos somos incapaces
de entender completamente un concepto como éste. Sí, Dios es absolutamente soberano y
omnisciente. Sí, los seres humanos somos llamados a tomar una genuina decisión de
poner nuestra fe en Cristo para salvación. Estos dos factores nos parecen contradictorios,
pero en la mente de Dios, ambos tienen perfecto sentido
Arminianismo Calvinismo
Según el arminianismo:
La salvación es efectuada
mediante los esfuerzos conjuntos
de Dios (quien toma la iniciativa) y
el hombre (a quien le toca
responder), siendo la respuesta del
hombre el factor determinante.
Dios ha provisto salvación para
todos, pero su provisión es efectiva
sólo en aquellos que de su propia
voluntad "deciden" cooperar con él
y aceptar su oferta de gracia. En el
momento crucial la voluntad del
hombre juega un papel decisivo;
por tanto, el hombre, y no Dios,
determina quienes serán los que
reciben el don de la salvación.
DEBATES TEOLÓGICOS ENTRE CALVINISTAS Y ARMINIANOS
ASUNTO POSTURA CALVINISTA TEXTOS NOTABLES POSTURA
ARMINIANA
Extensión de Alcanza a los escogidos. 'Dios quiso que Cristo, por la Alcanza a todos.
la expiación sangre de Su cruz (con la que
Él corroboró el Nuevo Pacto),
salvase eficazmente, de entre
todos los pueblos, tribus,
linajes y lenguas, a todos
aquellos, y únicamente a
aquellos, que desde la
eternidad fueron escogidos
para salvación, y que le
fueron dados por el Padre;
los dotase de la fe, como
asimismo de los otros dones
salvadores del Espíritu Santo,
que Él les adquirió por Su
muerte; los limpiase por
medio de Su sangre de todos
sus pecados, tanto los
originales o connaturales
como los reales ya de antes ya
de después de la fe; los
guardase fielmente hasta el
fin y, por último, los
presentase gloriosos ante sí
sin mancha ni arruga.'
(Cánones de Dort, Capítulo 2)
Perseverancia Los escogidos perseveran hasta el fin por 'Dios, que es rico en La perseverancia
la gracia de Dios. misericordia, obrando de depende de la
conformidad con el propósito obediencia.
de la elección, no aparta
totalmente el Espíritu Santo
de los suyos, incluso en las
caídas más lamentables, ni los
deja recaer hasta el punto de
que pierdan la gracia de la
aceptación y el estado de
justificación, o que pequen
para muerte o contra el
Espíritu Santo y se precipiten
a sí mismos en la condenación
eterna al ser totalmente
abandonados por Él.'
(Cánones de Dort, Capítulo 5)