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TESORO ESCONDIDO

EK EL SA CR A TISI
TI SIM
M O COR AZO H

DE JESUS,
descubi
descubier ertt o á n u estra
es tra E spaña
spañ a e n la
 br
 b r e v e n o ti c ia d e s u d u lc í s i m o c u l t o .
Propagada ya en varias provincias del
Orbe Cristiano.
SU AUTOR 
 E L P. J U A N D E L O Y O L j Í ,
de la Conifiailfn de Jesús ,  M a e s t r o
de Teologí
Teol ogía
a y Rector
Rect or d e l Col
Co l e gio
gio d e
Segovia.

Dedicado al mismo Sacratísimo


Corazon d e J e s ú s .

C o v u c e n c ia
ia : M a d r id
 Imprenta
 Impre nta que f u e de F u c n te n c lro
lr o .
J u li
l i o de i 8 3 i .
JESUS.

E l Eminentísimo y Reverendísimo
Señor Don Troyanode Acnaviya y Ara-
gón , Presb
P resb ítero
ítero C ardenard enal
al , del Í ’íiuloíiu lo
(le .Santa
.Santa Cecili
Ce ciliaa , conconce
cede
de cien d ias d e
Indulgencia ¡í todas y í cualesquiera
 pe
 p e r s o n a s q u e l e y e r e n con d e v o c i ó n e s t e
libi'ilo, y rogaren ú Dios nuestro Señor
 p o r l a e x a l t a c i ó n d e la S a n i a F e C a t ó -
lica, extirpación de las lieregías, paz y
concordia entre los Príncipes cristianos,
y victoria contra los enemigos de nues-
tra sagrada Religión,
El imstrísimo Señor Don Alvaro de
Mendoza , Arzobispo de Farsalia y Pa-
triarca de las Indias, concede cuarenta
dias
di as de Indulgen
Indu lgencia cia á lo s qu quee l ey eren
ere n
este librito.
El Jlustrísimo Señor T)on ¡Manuel de
Satnaniego, Arzobispo de Burgos, con-
cede odíenla (lias de lodulgeucia á los
que leyeren eri esle lib rito , <5 rezarei»
algunas de las preces, cu ti contenidas,
al sagrado Corazon de Jesús.
£1 llustrísimo Señor Don Domingo
Guerra, Arzobispo, Obispo de Segovift,
concede oíros ochenta días de In d u l-
gencia.
iíl (Iustrísiiüo Seüor Don Julián Do*
minpuci de Toledo , Obispo de Valla
dolid , concede otros cuarenta díasele
Indiligencia.
Y el llustrísimo y Reverendísimo Se«
Sor Don Fray Tomás del Vaile , Obis-
 po de C ádiz, concede, asim ism o, oíros
cuarenta dias de Indulgencia á los que
hicieren lo mi^uio.
 E n las  revelaciones ó mila-
gros que se atribuyen , y en los
elogios que se dan en este libri-
to á personas no canonizadas
ni beatificadas, no pretendo de
manera alguna prevenir el ine
 fa b le juicio de la Santa Iglesia;
antes, en  todo, como verdade
ro hijo suyo, humildemente me
sujeto á los Decretos del Sumo
 Pontífice Urbano V IJ I, y á los
de la Sagrada Congregación de

 Hitos, en la misma form a que
se declara en el piadoso libro
de  Cultu Sacrosancti Corilis Dei.
lesu, que consagrado ü la sobe
rana protección del Sumo Pon
tífice Benedicto X I I I , de glo
riosa memoria, y á espensas de
la piedad de nuestro Católico
 M onarca Don Felipe V ( que
 j Dios guarde) dio á luz en idio
ma latino, el año de  1 7 2 6 , el 
muy Reverendo Padre José de
Gallifet , de la Compañía de Je
sús, viviendo en Roma, Asistente
de las provincias de Francia.
 D e esta obra, á todas luces
grande, de este docto y piadoso
 Jesuíta, y de un papel en de
recho que presentó á la Sagra
da Congregación de Ritos sobre
el mismo asunto, se ha sacado
este librito. Ha esperado las di
laciones de casi un año , dis
 puesto pena salir á luz: las per
sonas que lo desraban público,
han vencido dificultades no pe
queñas ; pero esto m sino da
confianza que ha le servir de
alguna gloria al mismo Sacra
tísimo Corazon.
 Sale Jinalm ente ,  para dar
d nuestra España en compen
dio ( atendiendo d que muchos
no pueden manejar mayor vo
lumen J una breve noticia del 
 Sagrado Culto del Corazon dul-
cisimo de Jesús. Ojala mueva el 
 Señor d algún su siervo que la
haga común d Portugal! Pues
este celestial Tesoro de Divinas
gracias, en que se enriquecen
casi todas las provincias del 
Cristianismo, ha sido hasta aquí 
Tesoro escondido d estas dos
tan ilustres como piadosas na
ciones;  pero esperamos sean los
 primeros en promover este Sa
grado culto estos dos reinos,
que son los últimos en abra
sarle.
 Siendo casi forzoso llegue es
te librito á manos de personas
de diversas condiciones y talen
tos, se ha procurado form ar de
rt
9
suerte qite puccla mover las vo
luntades, é ilustrar los enten
dimientos, que sirva á la co
mún piedad de losjieles , y no
sea inútil á la devocion discreta
de los sabios, que aparezca cu
el lo tierno y dulce de este cul
to , y no se eche menos la solidez 
de sus fundamentos , con el 
grande apoyo que le da la au
toridad de los Santos para que
no salga tan espuesto a l a cen
sura, ó á la nota de novedad,
 p o r ser nueva esta noticia en
nuestra España.
¡O h , quiera el mismo San
tísimo Corazon mover d que se
lea con la atenta reflexión que
merece,  pues esperamos no sea
inútil ó infructuosa su lectu
ra!
0 ®8 S>®®®9 #®1M>®®6 ®® ®®0 6 ®<í

TESORO ESCONDIDO

EK EL SACRATISIMO CORAZON

DE JESUS.

PARRAFO PRIMERO.

Origen,  progreso y esencia de


este piadosísimo Culto.

Casi cuatro siglos antes que


fuese conocido este culto , fue
profetizado. El caso fue: quejá-
 base amorosa rúente Santa G e
'ia
trudis, Esposa regalada de Je-
sucristo (que floreció habrá cer*
ca de quinientos años) de que
San Juan Evangelista 110 nos
hubiese declarado en su Evan-
gelio las escelencias, riquezas,
prerogativas y finezas del Cora-
zon amantísimo de Jesús; pues
cuando se recostó en su Divino
pecho , las conoció profunda y
distintamente; á que la respon-
dió el Sagrado Evangelista: Que
el manifestar á la Iglesia los
tesoros que el Eterno Padre de
 positó en este Corazon Divinísi
mo , esUiba reservado por la D i
vina Providencia para los tiem
 pos futuros j en los cuales, oyen
do los milagros de su amor, c¿
inundo envejecido se renueve;
encendiéndose su resfriada ca
ridad en el fuego ardiente del 
amor Divino.  Esta profecía pa-
rece ha empezado ya á cumplir-
se, y los tiempos futuros, tanto
antes anunciados, parece ser los
presentes : pues desde los fi-
lies del siglo pasado , se ha em-
pezado á estender por varias
partes del orbe cristiano el
suavísimo culto del deifico Co-
razón de Jesús; quien para en-
riquecer su Iglesia con celestia-
les gracias, le ha descubierto y
prom ovido por sí mismo , con
circunstancias maravillosas, en
todo semejantes á aquellas cun
que manifestó é instituyo en
su iglesia el solemnísimo culto
de la festividad del Corpus, por
medio de la Virgen Santa Julia-
na , como se puede ver en el
Padre Bollando , de la Compa-
ñía de Jesús.
Este culto , pues, del Divi-
nísimo Corazon de Jesús, tuvo
el origen que ahora diré. Vivia
la venerable Madre Margarita
de Alacorpie , hija del dulcísi-
mo Director de las almas San
Francisco de S ale s, en el Mo-
nasterio de la Visitación de San-
ta María de Paroy, villa del du-
cado de Borgoña. Era esta ad
m iradle V irgen , y Santísima R e-
ligiosa , favorecida del Señor con
estraordinarias gracias, é ilus-
traciones del Cielo, acreditadas
con una vida perfecta,muy con-
forme á la obligación de su ins-
tituto, apoyadas sobre las vir-
tudes mas sólidas de su estado,
 y confirmadas con milagros en
 vicia y en su muerte (q u e fue
el año de 1690) de los cuales,
algunos se han autentizado con
las fórmulas que prescribe el de-
recho en orden á su canoniza-
ción. Empezó Jesús á enviar
ilustraciones divinas á su espí-
ritu, que declarasen á Marga-
rita las escesivas finezas de sq.
Corazon Sagrado, para con los
hombres. Inflamado el de Mar-
garita en el de Jesns, no habla-
 b a , ni trataba, ni deseaba , ni
pedia, ni pensaba con mas ar-
dor en otra cosa , que en pro-
curar por todos los modos po-
sibles las glorias del Sacrosanto
Corazon. En estas amantes an-
sias se hallaba la venerable Mar-
garita , cuando la favoreció el
Señor con una visión maravillo-
sa. En ella la declaró dos cosas:
la una que su Magostad queria
que en su Santa Iglesia se ins-
tituyese especial festividad, con
que se diese particular culto á
«u Santísimo Corazon: la otra
.. ............................ v7 
que su Providencia había deter-
minado tomarla por instrumen-
to para tan grande obra. No es
fácil esplicar el consuelo que
sintió la venerable Virgen con
la primera parte de esta reve-
lación; pero la segunda afligió
sobre manera su humilde cora
zon, teniéndose por instrumen
. to inhábil para empresa tan glo-
riosa. El ardor de so amor la
derretia, y el conocimiento de
sn pequenez ¡a humillaba.
Por estos temores tuvo ocul-
ta esta revelación muchos años,
hasta que vencida clel torcedor
de desagradar ¡a  Dios, si no la
manifestaba , la comunicó á su
‘i 8
director, hombre esclarecido en
la vida espiritual, y á quien el
mismo Jesús la había señalado,
al parecer , con especial provi-
dencia , para que la guiase y
fortaleciese en tan ardua empre-
sa. Fue este el venerable Padre
Claudio La Colombiere , de la
Compañía de Jesús, célebre en-
tonces en Francia por sus apos-
tólicas misiones y elocuencia sa-
grada, como también en Ingla-
terra , donde padeció cárceles,
prisiones y malos tratamientos
de los hereges. Este venerable
Jesuíta , favorecido del Señor
con admirables ilustraciones,
especialmente en el retiro de
los días de egercícios, que prac-
tican todos los años los Padres
de la Compañía. Movió de suer-
te el espíritu del Señor, en uno
de estos egercicios, al Padre C o
lombiere á procurar el sagrado
culto del Corazon dulcísimo de
Jesús , que no piulo dilatarlo
mas. Empezó á exhortar á mu-
chas personas con sus ardientes
palabras á que celebrasen con
particular culto esta fiesta. Es-
cribió á uno de sus espii ¡males
amigos desde Inglaterra , para
que procurase en el Cristianísi-
mo reino lo cpie el Padre soli-
citaba allí por sí mismo, y tam-
bién cu otra3 partes , por sus
 V o . ,

piadosos confidentes. Para alen-


tarse mas fervorosa y ardiente-
mente á lo que Dios le había
inspirado en el celestial retiro
de los egercicios. escribió la re-
 belación que le había . comuni-
cado y dado por escrito la ve-
nerable Madre Margarita , la
cual decia así:
Un día de la infraoctava de
la fiesta del Corpus, estando en
oraáon delante del Santísimo
 Sacram ento,  f u i sobre manera
llena de celestiales gracias de
mi Señor. Deseando yo enton
ces ardientemente ofrecer algi 
á su M agostad, según mi pe
quenez, por tan inestimables be-
nejíclos , me dijo el Señor:.
 N ada puedes hacer que me
sea mas agradable, corno e-
gccutar lo que tañías ve
ces te he mandado: entonces
descubriendo su Sacrosanto Co
razon , añadió : Ve aquí mi 
Corazon ; aquel Corazon tan
abrasado en amor de los hom
bres, que no ominó cosa algu
na para declararlos su infinito
amor, hasta agotar y consumir
del tocio sus fuerzas y vitales
espíritus. Pero la mayor parte
no solo no se, muestran agrade
cidos , sino que me clcsprecian y
me hieren en este misterio de
amor con injurias y afrentas,
y el mayor dolor es que padez
co estas injurias y ultrajes aun
de las personas que me están
consagradas. Por lo cual, te pi
do que el viernes inmediato á la
Octava de ¡a festividad del Cor
 p u s , se dedique particularmen
te al culto de mi Corazon; en el 
cual dia \ comulgando, se com
 pensen de alguna manera las
injurias tidas contra mi 
Corazon cunante, en el Sacra
mento del Altar, especialmente
en los dias que estoy espuesto á
 Id veneración de los fieles. Y te
empeño mi p a la b ra , que mi Co
razon se derramará en copio
sos influjos de su amor, llenan
do de celestiales gracias d cuan
tos le rindieren este culto , y pro
curaren que otros también sa
le ríndan.
Entonces respondí yo: ¡Ay Se
ñor m ió ! ¡ A y ! ¿ A quién queréis
 por instrumento de vuestros di
vinos consejos? ¿ A mi , cuya su
m a vileza é innumerables p eca 
dos, impedirán antes que coope
rarán á obra tan sa n ta ? Prin
cipalmente , Señor , teniendo
vuestra Magestad tantos fíeles
siervos,  prontos á egeeutar va
lerosamente vuestro santísimo
designio.  Cristo, entonces, me
respondió: ¿Pues acaso igno
ras, imprudente, que yo acos-
tumbro elegir los débiles de. este
mundo para confundir á los
 fu ertes? ¿ N o sabes que es pro
 pio de mi sabiduría valerme de
hombres fla cos para egecutar
mis consejos, y manifestar de
esta suerte mas gloriosamente
mi poder , no pudiendo ellos
atribuirse cosa alguna por su
debilidad? Pues ,  Jesús mió,
respondí, mostradme el camino,
y modo de egecutar vuestros
 preceptos. Irá s, me d ijo, á nú
 Siervo  (era este el venerable Pa-
dre Colombiere) y le dirás en
mi nombre que procure, con to
das sus fuerzas, se instituya es
te religioso culto, que será muy
agradable á mi Corazon, y q u e
no desmaye por los muchos cm-
barazos que ocurrirán; pues de
be saber que no hay cosa impo
sible al que desconfiando de sí ,
 pone en mí toda su confianza.
Hasta aquí las palabras de la
 venerable M argarita, que se ha-
llaron en el escrito del vene-
rable Padre Colombiere.
Recibió este venerable Pa-
dre , con toda veneración , el
mandato del Señor, y en cnan-
to I r duró la vida, procuró con
todas sus fuerzas estender el sa-
grado culto del Divinísimo Co-
razon. Pero se puede segura-
mente afirmar, que le propagó
desde el Ciclo con mayor feli-
cidad que en la tierra; porque
hallándose entre sus manuscri-
tos , despnes de su m uerte, la
revelación referida, y dándose
á la luz pública con las célebres
obras de este Predicador Apos-
tólico, empezaron muchas al-
mas piadosas á practicar priva-
damente el soberano culto : y
habiendo sido recibido con ar-
dor amante de algunos corazo-
nes bien dispuestos, empezaron
luego á salir á luz algunos li
 britos piadosos, que exhortaban
á celebrar las glorias del Cora-
zon Sacrosanto del Señor, en la
forma que él mismo había man
daclo á la venerable Madre Mar-
garita, y habia publicado el ve-
nerable Padre Colombiere.
Pero apenas empezó á divul-
garse con alguna mayor publi-
cidad esta piadosa devocion,
cuando se levantó contra ella
una persecución tan deshecha,
que solo el Corazon del Dulcí-
simo Jesús, y su poder iiuinito,
pudiera deshacerla. Decíanse
tantas injurias , contumelias y
casi blasfem ias, contra el mis-
mo sacrosanto nombre del culto
del Corazon,  contra los que le
promovían y contra los que le
practicaban, que no se podia
oír entonces ni escribir ahora sia
horror. Esta tormenta tempes*
tuosa sirvió á la Divina Provi<
dencia de establecer mas sóli?
damente el sagrado culto en las
olas de la persecución, y ade-
lantarle con mayor prosperi-
dad. Así sucede de ordinario
á Jos designios tpie han de
servir para grande gloria de
Dios, edificación de la Igle-
sia y provecho de las almas,
como lo ha sido y será en ade-
lante (como lo esperamos) el
culto del Santísimo Corazon, el
cual se hizo mas célebre y pú-
 blico con las alteraciones entre
los gremios todos de piedad,
perseguido de muchos y favo
. 
Tecido de no pocos. Retiróse,
■digámoslo asíj el Dulcísimo Co-
razon de Jesús , á los claustros
religiosos de ambos sexos, mien-
tras pasaba tan furiosa tempes-
tad.
Empezaron á aconsejar el sa-
grado culto los confesores y di-
rectoría de almas, y á publi-
carle desde los púl pitos los pre-
dicadores mas zelosos , espar-
ciéndose por toda la Francia
nuevos Übrítos de piedad que
le ensalzaban ; estampáronse
imágenes del Divino Corazon,
espnsieronse á la veneración
pública, consagraronsele Alta-
res j erigieronsele T em plo s, fun
clárensele Congregaciones con
aprobación de los Prelados y de
Ja Santa Sede; señalóse el dia
despues de la Octava del Cor-
pus, para celebrar con solemne
pompa especial fiesta al mismo
Deifico Corazon; promulgaron
su sagrado culto con sus edic-
tos, los Ilustrísimos Arzobispos
 y Obispos de León , Constancia,
Besanzon y Langres , y estos
dos últimos Prelados le señala-
ron Misa propia , la cual qui-
sieron se insertase en los Misa-
les peculiares de sus Diócesis:
toda la Orden del gran Padre
San Benito, en el Cristianísimo
reino, abrazó el dicho culto con
Oficio propio  y Rito cloble de
segunda clase, y toda la escla-
recida de la Visitación de Santa
María , tan interesada en este
sagrado coito (como nacido en
sus religiosísimos cláustros, a
quienes ilustraba la venerable
M argarita , primero y princi-
pal instrumento de esta grande
obra ) le empezó á celebrar pú-
 blicamente en sus Iglesias con
la mayor solemnidad, habiendo
conseguido, á este fin, muchas
Indulgencias de los Señores
Obispos y Sumos Pontífices pa-
ra los que visitasen sus tem-
plos este dia ,  y para mostrar
mas su piadoso afecto al Sa-
grado Corazon , le celebra un
dia cada mes , con Comunion
de todas sus Religiosas.
l)e esta suerte florecia en
Francia este celestial culto, es-
tendiéndose por todas sus pro-
 vincias con grande fruto de las
almas, cuando la Divina Pro-
 videncia dispuso un m edio, el
mas eficaz para dilatarle por to
do el orbe Cristiano. F ue este I
cruelísima peste con que afligic
la Divina Justicia al Cristianísi
mo reino el año de 1721 ; por
que de común consentimiento
inspirado del Cielo , todas la
ciudades , afligidas del terribl
azote, recurrieron, coino á Sa
grado asilo, al benignísimo Co-
razon de Jesús; hicieron públi-
co y piadoso voto de celebrar
todos los años su fiesta las ciu-
dades de Marsella, Aix, Avi
ñ o n , Tolón y Arles, aprobán-
dolo sus Ilustrísimos Prelados,
 y exhortando con sivs decretos
si misino sagrado culto; para
■cuya mayor solemnidad, deter-
minó el Iltmrísim o Arzobispo,
Primado de la Francia, tpie se
celebrase como fiesta de pre-
cepto en toda su diócesis el dia
después de la Octava del Cor-
pus, dedicado al Sacrosanto Co-
razon , mandando se espusiese
en todas Jas Iglesias el Sauu
simo Sacramento (imitando en
esta singularísima demostración
de! llustrísimo Obispo de T a -
ló n ) logrando por este medio
preservar á su provincia del
contagio que ya se iba arriman-
do á sus puertas, como logra-
ron las ciudades afligidas, por
medio de sus piadosos votos, el
disiparle despues de introducido
en el las: suceso que acreditó de
milagrosa la soberana protec-
ción del L/ivíno Corazon, y con
que se encendieron mas en la
amanfe devoción de su sagrado
culto los ánimos y afectos de
todos los señores Obispos, Prín-
cipes, Magistrados y ciudades,
de toda la nobleza y plebe del
Cristianísimo reino, y aun de
otras provincias fuera de él , á
quienes llegó esta felicísima no-
ticia.
 Así logró la amorosa P rovi-
dencia de nuestro buen Jesus
estender el culto de su amante
Corazon por casi todo el orbe
cristiano; pudiéndose decir que
 ya en nuestros dias se halla em-
peñada en su favor toda la pie-
dad del cristianismo. Porque tie-
ne á su favor mas de cuatro-
cientas Congregaciones dilatadas
por toda la Europa , y aun la
 A m érica; tiene á su favor las
provincias en que están funda
fias, es á saber:la Francia, Ita-
lia 5 Alemania» Polonia, Bohe-
mia , Lituania, Flandes, la Chi-
na, Canadá y algunas islas. Tie-
ne á su favor muchas Iglesias,
nsí Seculares , Metropolitanas,
Catedrales , Colegiatas , Parro-
quiales, como Regulares de am-
 bos sexos, de San B en ito, de
San Bernardo , San Agustín,
Santo Domingo, San Francisco.
Carmelitas, Capuchinos, Com-
pañía fie Jesús y otras muchas
en que están establecidas dichas
Congregaciones. Tiene á  sn fa-
 v o r mas de ciento y diez y sie-
te Señores Arzobispos y Obis-
pos, que lian aprobado con sus
. s f 
edictos estas Congregaciones.
Tiene á su favor muchos Prín-
cipes Eclesiásticos y Secutare?,
que han suplicado á la Santa
Sede por la estension y confir-
mación de este dulcísimo culto
para toda la Iglesia , entre los
cuales sobresale mucho el Se-
renísimo Augusto Rey de Polo-
nia, quien empeñó su soberana
autoridad con el Santísimo Be-
nedicto XIII para que estendie-
se á todo el orbe este piadoso
culto del Deifico Corazon de Je-
sús, á quien él y todo su reino
estaban singularmente consa-
grados, como especialísimo Pro-
tector y Celestial Patrono de co~
da la Polonia. En fin, tiene á su
favor á la misma Santa Sede, en
mas de cuatrocientos Bieves, ó
Balas Pontificias, con que han
aprobado dichas Congregacio-
nes, y concedido las facultades
de celebrar un dia cada ano fies-
ta al Sagrarlo Corazon; hon-
rándolas también con muchas y
grandes Indulgencias, que sir-
 viesen á promover esta piadosa
 y tierna devoción, los Santísi-
mos Pontífices Clemente IX,
Clemente X , Inocencio X II,
Clemente XI, Inocencio XIII,
Benedicto XIII, Clemente XII,
Papa reinante.
De esta suerte se ha propa-
gado el culto del Divinísimo Co-
razon de Jesiis, conducido, di-
gámoslo así , en manos de su
amable Providencia, á quien so-
lamente se debe atribuir una
conmocion tan universal de los
fieles; pues no habiendo habido
reino, provincia ó familia al-
guna religiosa que haya toma-
do á su cargo con especial em-
peño esta piadosa causa , se
puede decir que no reconoce ni
ha debido sus progresos á otros
que al mismo Jesús, quien sin
duda está declarado poderoso
protector y único agente de es-
te suavísimo culto, el cual su-
plican á su bondad muchas al
¿p
mas españolas, se dígne esta-
 blecer y propagar también por
nuestra España, como lo espe-
ramos. Y porque esta esperan-
za está sólidamente fundada, y
empiezan ya á descubrirse los
efectos maravillosos del Cora-
zon Sagrado, será bien decla-
rar brevemente la esencia de
este celestial culto, cuya espli
eacion mas difusa se dará tam-
 bién en lo restante de este Ji
 bi ¡to.
El mismo Jesús nos declaró
en la revelación referida , cu-
 yas palabras (dignas de atenta
reflexión) espresan el objeto, los
motivos y aun el principal eger
. ¥ 
cício de cite  culto, que tiene la
recomendación de ser Jesús, no
solamente su autor, sino tam-
 bién maestro, que sin fiarla
de los hombres, nos dió por sí
mismo su ingenua esplicacion
é inteligencia. El objeto de este
culto, según las palabras del Se
ñor, es su Deifico Corazon, con-
siderado como trono ele su amor
 y como blanco de las injurias
de los hombres (esto simbolizan
el trono de fuego y demas in-
signias con que quiso Jesús
se delineasen las Imágenes de
so adorable Corazon): los mo-
tivos son su ardentísimo a
nior y las injurias con que ei
correspondido; de donde cons-
ta cpie el culto del Corazon, ó
su esencia , consiste en corres
 ponder a l infinito amor con que
nos ama y en reparar sus ofen
sas con cuantos obsequios pue
de inventar la piedad cristiana.
 Y porque en el Santísimo Sa-
cramento se muestran mas pa-
tentemente el amor de Jesús pa-
ra con los hombres, y las malas
correspondencias de estos para
con Jesús; el principal egerci
cio de este culto es el que mi-
ra á aquel sn amante Corazon,
csplicando finezas en la Euca-
ristía y esperimentando en ella
al mismo tiempo ingratitudes.
Por eso señaló Jesús el cha des-
pués de la Octava del Corpus
para la celebridad de su fiesta,
 y pidió espresarnente á la vene-
rable Madre Margarita , como
principal obsequio , la Com u-
nión de este dia. Y acjuí empie-
za ya á descubrirse la maravi-
llosa escelencia de este dulcísi-
mo culto: porque, ¿cuán esce
lente no será un culto que tie-
ne objeto y motivos tan sobe-
ranos? ¿Ni c|né motivos puede
haber mas eficaces para empe-
ñar todos los afectos de nues-
tra devocion ? ¿ N i qué obje-
to se puede proponer mas a
mable y poderoso para atraer
 Soberana escelencia del Corazon
 Sagrado de Jesús, objeto dul
císimo de este culto.
Declarado brevemente el ori-
gen, progreso y esencia de este
culto, conviene demostrar aho-
ra su escelencia; la cual se co
necerá, lo primero por su ob-
 jeto; lo segundo por el fin á q u e
se ordena; lo tercero por los
egercicios que en él se practi-
can; lo cuarto por las utilidad
des que de él se siguen. Por to-
das estas consideraciones ó res
 yieíos, se miele la mayor ó me-
nor escelencia de cualquiera sa-
grado culto; por ellas descubri-
remos la de este del Corazon
Deifico de Jesús, no dudando
afirmar que entre todos los cul-
tos que solemniza la Santa Igle-
sia, no se bailará alguno mas es
celente, m a s sublime ni mas útil.
Empecemos por el primer res-
peto del objeto que se propone.
El o! ijeto, pues, que se pro-
pone en este culto á la venera-
ción de los fieles, es el Diviní-
simo, Santísimo y Amabilísimo
Corazon de Jesús; no conside-
rado como una cosa inánime,
destituida de vida y de sentido,
 y separada fie torio aquello con
que tiene indisoluble unión, si-
no antes bien , con un Corazon
que vive, que siente 5que ama,
adornado de todas aquellas per-
fecciones con que se halla en la
Sacratísima Humanidad de Cris-
to , junto con las demas partes
de su Cuerpo Sacrosanto (aun-
que como la mas noble y prin-
cipal entre todas) vestido de to-
das las virtudes, dones y gra-
cias celestiales que le hermo-
sean , informado de sn Alma
Santísima, y nnido con la Per-
sona del Y erb o , con quieues
compone un solo adecuado ob-
 jeto de este cu lto; al m odo que
en la fiesta del Corpus, el ob,
 jeto á quien propia y directa-
mente se enderezan todos los
sagrados solemnes cultos de es-
te dia, es la misma Carne y San-
gre del Santísimo Cuerpo del
Señor (lo que acaso muchos no
habrán advertido) sin que por
eso dejen de mirar al mismo
tiempo , aunque indirectamen-
te, y como hablan los teólogos,
por concomitancia solamente,
al Alma, á la Divinidad y Per-
sona de Cristo, con quienes ha-
ce un solo objeto de esta solem-
ne fiesta.
Este es el sagrado objeto del
suavísimo culto del Corazon; ea
á saber: el mismo Deifico Cora
zon de Jesús, tomado en el sen
lido que acabamos de esplicai
c u y a admirable escelencia se cé
nocerá considerándole, ó en
mismo ó en cuanto dice reía
cion á los hombres. Considera
do en sí mismo, participa pe
una parte todas las escelencia
que la Sagrada Escritura , 1
.Santa Iglesia y los Santos P¿
clres dan á la Carne Purisirt
 y Santísima de Cristo, quien 1
c i f r ó en aquellas palabras: Q
manducat meam C o m a n , i 
bibit nieurn Sanguinem , hetb
mitam ctrrnam:  El que come t
¿Carne y bebe mi Sangre, tiei
¡fo yicía eterna. Por otra pane,
tiene este Sagrado Corazon , así
en el ser físico, como en el mo-
ral , muchas particularidades
que no conviniendo á otras par-
tes del Cuerpo Sacrosanto c!e
Jesús, elevan su escelenoia so-
 bre todas ellas, y le hacen, ro
solamente dignísimo de aquella
 veneración y culto que se debe
á las demas (p o r la unión hi
postática que tiene igualmente
que ellas con el Yctbo) sino
acreedor también entre rodas á
otro mas sagrado culto, por la
especialidad de sus escelencias
 y singulares prerogativas.
La primera es ser el Corazon
la parte mas noble y pr incip al
en el cuerpo humano, y no ha-
 biendo entre todas las cosas
corporeas alguna roas Divina y
escelente qu e el C ue rp o Sa-
cratísimo de Cristo Jesiis, del
cual es la parte mas noble y
principal su Corazon, consta lo
que se debe juzgar de su esce*
lencia. La segunda es ser el co-
razon humano principio de la
 vida natural del hom bre; y sien-
do la de Jesús de un precio in-
estimable, infinito é incompren-
sible , es consiguiente q u e el
Co razon , pr incipio de la vida
de este Hombre Dios, sea tam
 bieü de un precio escesivo, ad
roirable é infinito. La tercera
es ser el Corazo n la fuente de
donde mana y la oficina donde
se forma y perfecciona la san-
gre : con que siendo, como es,
Ja de Cristo Jesús de tan infinito
 v a l o r , q u e la mínima gota bas-
taba á redimirnos , bien se deja
entender de cuanta escelencia
sea, y cuan infinitamente digno
de la veneración de todos sus
redimidos, aquel Corazon San-
tísimo, Sagrada Oficina y Celes-
tial Fuente ríe esta Sangre Di-
 vinísima , precio de nuestra re-
dención. La cuarta particulari-
dad ó prerogativa , se saca de ¡a
nnion estrechísima que este Dei-
fico Corazon tic Jesús fu  y o   cori
su Alma Santísima; y la mayor
especialidad de esta excelentísi-
ma unión, consiste en que re-
funda en el Corazon Sagrado
casi igual dignidad y escelencia
á la que goza el Alma Divinísi-
ma, por ser el órgano é instru-
mento novilísimo fie todas sus
afecciones; pues habiéndose de
medir la escelencia del Corazon
por la del Alma, ¿cuán grande
 y prodigiosa debe estimarse?
La quinta, de la hipostática
 y sustancial unión con la P e r -
sona del Verbo Divino, la cual
diviniza ó deifica al Sacrosanto
Corazon, de suerte que el Co
razón de Jesús se llame con to-
da propiedad Corazon de Dios.
Esta unión fue la que daba in-
finito valora las afecciones, con-
mociones y palpitaciones <le
aquel amantísimo Corazon; y si
el hierro vil de una lanza, por
solo haber herido el Corazón
Deificado de Je sú s, se hizo digno
de la veneración de los A n g e-
les, de los hombres y de la Igle-
sia misma (la cual, en atención
á este contacto felicísimo, la ha
instituido fiesta particular y ofi-
cio pro pio , con q ue pú blic a-
mente la solemnice la devocion
amante de los fieles) ¿qué ho-
nor , q u é culto y reverencia
no se deberá al mismo Corazon,
cuyo contacto solo pudo dar á
n a hierro vil tanta escelencia ?
La sesra, del fin para que formó
 y destinó á este Corazon D iv i-
nísimo la Beatísima Trinidad.
Destinóle para volcan Divino ó
Sagrada Esfera del amor de
Dios, en cuyas inesdnguibles é
infinitas llamas habia de vivir
abrasado desde el instante pri-
mero de su formación hasta la
interminable eternidad. Quien
con luz del Cielo conociere algo
del infinito amor de Jesús á su
E te rn o Padre , podrá medir y
estimar por este conocimiento
la escelencia de su Sagrado Co-
razón, que continuamente for-
ma y padece los iucendios de tal
amor.
La séptima escelencia de este
dulcísimo Corazon, se toma de
la santidad indecible, que par-
ticipa de la santidad del Ver-
 bo. Y a u n qu e esta santidad sea
común á todas las partes del
Sacrosanto Cuerpo del Salva-
d o r , por ser común la un ión
que tienen todas con su Alma
Santísima y con la Divinidad;
todavía tiene el Corazon de es-
pecial el ser cooperad or c u
cierto modo, y propio asiento
de todas las afecciones sanias,
en que se ostenta esta santi
ilacl, y ?er también sagrado
trono ó domicilio, en que se
reciben y contienen los dones
mas escelentes del Espíritu San-
to, en orden á los afectos sen-
suales que producen. Vemos
que en el corazon de los San-
tos se destila é infunde la dul-
zura y suavidad celestial: en
él se sienten los dolores y an-
gustias q u e Dios envia ; del
corazon salen los suspiros ar-
dientes; en el corazon se for-
man los deliquios del Divino
amor. Si el alma se enciende
en algún extraordinario ardor
sagrado, al punto se siente
abrasar el corazon en sus ce-
lestiales llamas; si se halla pe*'
netracla de algún dolor vehe-
mente , al instante se ve herido
 y traspasado el corazón del do*
lor mismo. En fin, de cuales-
quiera afecciones, delicias, an-
gustias, ó penas interiores, de
que se halla conmovida el al-
ma, se siente luego conmovi-
do el corazon, El es el asien-
to, el trono, el templo sensi-
 ble del Espíritu San to, en el
cuerpo humano. De todo lo
cual son irrefragables testigos
los corazones de San Francis-
co Javier, San Fe lipe N cri,
San Pedro de Alcántara, San
Stanislao Kostka , Santa G e 
trudis, Santa Clara de Monte
Falco, Santa Teresa de Jesús,
Santa Magdalena de Pazzis y
otros Santos. Pues hallándose
en la Humanidad Santísima de
Cristo estos dones y gracias ad-
m irables , en grado tan s up e-
rior y esceleute, que juntos en
uno todos los que admiramos
en los corazones de los Santos,
son nada en su comparación;
¿qué debemos sentir de la es
celencia y riquezas inmensas de
santidad del Sagrado Corazon
de Cristo Jesús, deposito ce-
lestial de est 0 3   tesoros?
L a o c ta v a , del ser este D i-
 vinísimo Corazon» principio y 
domicilio propio de las esce
lentisimas virtudes de Jesús,
la misma lu z na tu ra l, y las
Sagradas letras , en repetidos
testimonios, nos enseñan, que
todas las virtudes que convie-
ne n al alm a, comunm ente se
atribuyen al corazon; de suer-
te, que con la misma propie-
dad q u e en el alma se hallan
la paciencia, la mansedumbre,
la humildad >&c . se pue de d e-
cir que el corazon es pacien-
te, manso, humilde, &c. y
como la escelencia de las al-
mas se mide por la de sus vir-
tudes, así también la escelen-
cia de los corazones. Y de aquí
nace que los corazones ele lo
graneles héroes en sabiduría
en valor , y principalm ente er
santidad, se estimen y veneret
como alhajas las nías ricas, )
reliquias las mas preciosas qu<
nos dejó su muerte. ¿ P ú a
quién podrá medir ni com-
prender la escelencia del San
tísimo Corazon de Jesus, fuen
te de todas sus virtudes, sien
do estas del todo incompren-
sibles ?
La última particular esce-
lencia de este soberano Cora-
zon , se tom a, finalm en te, de
€er la cosa criada que mas ha
contribuido, contribuye y con-
tribuirá efernamehfe á la ma-
 y o r gloria de Dios. P o rq u e de
esta Divina fuente dimanan,
como se lia dicho, todas las
santísimas afecciones de un
Dios hombre, con las cuales
es infinitamente ensalzada la
divin a gloria. Y siendo tanto
mas agradable á Dios ( y po r
consiguiente mas digna del a
mor y veneración de los hom-
 b res) cualquiera cosa, cuanto
mas contribuye á su gloria, sí-
guese , q u e al C orazon Sacro*
santo de Jesús se le debe un
amor , una veneración , y cul-
to el mas singular sin du da,
 y aun el sumo entre las de
6a
mas cosas criadas.
Estas son las principales
prerogativas en qne mas glo-
riosamente campea y sobresale
la soberana escelencia del Dei-
fico Corazon de Jesús, consi-
derado en sí mismo; las cua-
les, si se pesaren con la de-
 bida reflexión , darán á cono-
cer bien claram ente ser el o b -
 jeto de este piadosísimo culto
la cosa criada mas escelente y
digna de religiosa veneración,
que puede ofrecer á los fieles
la Santa Iglesia; cuya verdad
se ilustrará mas si consideramos
este Divino Corazon, en cuan-
to dice relación á los hombres.
Porque, ¿qué cosa puede
presentársenos nías digna de
> nuestra devocton am ante, q u e
el Corazon ainantísimo de Je-
sús? ¿Qué cosa mas dulce, mas
tierna y mas amable? En este
Sacratísimo Corazon están es-
critos, digámoslo así, ó impre-
sos los infinitos beneficios que
*  Jesús ha hecho á los hombres.
 A llí se miran sagradamente es-
culpidos los inmensos trabajos,
dolores y penas q u e padeció
por todo el género humano.
Miremos compasivos el Cora-
zon Sagrado de Jesús oprimi-
do por amor de los hombres,
con tantos y tan acerbos do
 H 
lores, que puede asegurarsé
con toda verdad, que solo él
padeció, por nuestro amor,
mas que todos los otros miem-
 bros juntos de su Sacrosanto
Cuerpo. Es indubitable que la
Pasión de Jesús en lo interior,
fu e mas penosa , incom para-
 blem ente , q u e en lo esterior;
como también es cierto, que
toda la pena interior fue en
el sagrado C o ra z o n , al c u a l , co-
mo á su centro , concurrieron
todos los dolores de su Alma
Santísima. Y así la tristeza bas-
tante, como él d ijo , para cau -
sarle la muerte, el desamparo
del Eterno P ad re , el dolor de
nuestros pecados, el temor, te-
dio, pavor, sudor de sangre;
cuanto acerbo, cuanto amargo,
cuan to cruel , cuan to terrible
padeció Jesús eo el Huerto, en
el discurso de su Pasió n, y en
Ja Cruz, todo fue Cáliz amargo
de su amantísimo C o ra zo n ; prin-
cipalmente todo aquel piélago
inmenso de do lores, todo se ju n -
tó en su afligidísimo Corazon.
Miremos con atenta y piado-
sa reflexión á este Deifico Cora-
zón, por una parte conmovido
 y afligido vehem ente por nues-
tras miserias , condolido y atri-
 bulado amargamente por nues-
tros pecados; y por otra ardieu
do en vivas llamas de nuesfr
am or, abrasado en sus incendios
desde el primer instante en que
em pezó á vivir. Contemplemos
á este Corazon, en quien estu-
 vieron de asiento los medios y
consejos todos que tomó Jesns,
dulcísimo Salvador de las al-
mas, para nuestra felicidad eter-
na: del cual .com o Sagrada F u e n -
te , manaron los bienes q ue al
presente goza el humano lina
g e , y  rodos los que ha de go-
zar por nna eternidad intermi-
nable y  eternamente feliz. Con-
sideren esto los fieles, y no ha-
 brá corazon tan de velo ó de
diamante, que no se ablande  ] 
.encienda en el amor, venera-
ción y culto del Corazon ama-
 bilísimo de Jesús.
Resta otra consideración que
descubre un nu ev o motivo de
nuestro amor al Dulcísimo Co-
razon; y consiste en ser este,
para decirlo así, el tálamo di-
choso en que fue concebida y
formada la Santa Iglesia, en ser
la saludable Fuente de que ma-
naron los siete Sacramentos, y
en co nven irle cuantas p re roga-
tivas y misterios veneran los
■Santos Padres en la herida del
Costado; porque el duro hierro
de la lanza que abrió el Costa-
do derecho de Jesús, atravesan
m
(lo el Sagrado Pecho, 'penetró
hasta herir su amante Corazon;
atestiguando esta verdad mu-
chos Santos Padres, Doctores,
Teólogos é Intérpretes, muchas
revelacion es de Santos canon i
zados, v confirmándola la misma
Santa iglesia c u a n d o dice: la
Corda Christi mergUur, nuicro
ieone fctvior: de forti fons   c.ro
riíur , cibttsquc melle dulcior.
De aqu í nac e, para incen-
tivo de nuestro amor, nna re'
flexión propia de las almas q«<
aspiran á una elevada perfec
ción ; y es q u e en el Cora
zon de Jesús, abierto con e!
cruel hierro de la lanza, hallan
an segurísimo y soberano asilo
Jas almas puras, y verdadera-
mente amantes; pues á ese fin
fue herido, como lo reveló Ma-
ría Santísima á su devotísima
hija la venerable Madre María
de Agred a , ilustre honor de
nuestra España, exhortándola á
refugiarse á este Celestial Sa-
grario, con las palabras siguien-
tes :  Mi Iíijo y Señor ,  por el 
amor ardentísimo que tuvo á los
hombres, sobre las llagas de los
 pies y manos, quiso admitir la
del costado sobre el Corazon,
que es el asiento del Amor ,  p a 
ra que por aquella puerta en
trasen 5 como ú gustarle y par 
ticiparlc en lo misma Fuente , y
allí tuviesen las almas su refu
gio y su consuelo Esto solo quie
ro yo, que busques en el tiempo
de tu destierro , y que le ten
gas por habitación segura so
bre la tierra , allí aprenderás
las leyes y condiciones del 
 Amor*  Y el mismo Jesús nos
con vid a á buscar el mas suave
re friger io de nuestros afanes y
fatigas con aquellas dulces pa-
labras: Venid á mí todos los que
trabajcús y estáis cansados , que
yo os recrearé.  Nos exhorta tam-
 bién á cursar afectuosos la Sa-
grada escuela de su amante Co-
razon , en q u e dicta como Maes-
tro D ivin o lecciones cíe la mas
alta perfección y sabiduría, di
ciémlonos: Y aprended de  mí,
que soy manso y humilde de Co
razón ; y concluye finalmente,
asegurándonos, que en él en
contraremos el mas fe liz des
canso de las almas .
Cuan frecuente y familiar
fuese á los Santos mas ena-
morados de Jcsus el acogerse
al celestial retiro de su Sacro-
santo Corazon, constará con
solo leer Jas vidas ó escritos
de algunos de ellos, El dul-
císimo Padre San Bernardo es
plica sus piadosos afectos al
Corazon de Jesús, en esta for
ma :  Porque hemos llegado al 
 Dulcísimo Corazon de Jesús,
es bueno permanecer aquí-, no
dejemos que cosa alguna nos
aparte de este Divino Corazon.
¡O que bueno y agradable es
habitar en este Corazon! ¿Quien
no amará este Corazon tan
herido? ¿ Quién no correspon
derá amante á quien tan f i 
namente le ama? 
El seráfico Doctor San Bu e-
n av en tura , abrasado en amor
á las Sacratísimas Llagas de
Jesucristo, dice así entre mil
otros afectos: ¿ De cuánta dul
 zura ,,  piensas, que goza el al
ma que entra por el costado
abierto de Jesús , hasta jun
tarse con sil Divino Corazon ? 
Ciertamente, no puedo decla
rarlo ; pero procura esperimen
tarlo. ¡O bienaventurada lanza
y bienaventurados clavos, que
merecieron hacer tales heridas!
¡O si yo hubiera sido aquella
lanza! no hubiera querido sa
lir del costado de Jesús, y di
ría :  Este es nú descanso en los
siglos de los siglos; aquí habita
re, porque elegí esta morada.
El doctísimo, y piadosísimo
P. Francisco Suarez, de la Com-
pañía de Jesús, dice así: Quiso
Cristo ser herido en aquella par
te de su cuerpo de donde manir
 festase su corazon á los hom
bres, para que entendiesen que
tenían abierta la puerta por
donde pudiesen entrar al Co
razon de Cristo , y descansar
en él.
Pero qu ien gustó con reg a
ladúíma suavidad de las deli-
cias de este amabilísimo Cora-
z o n , fueron algun as de las Es-
posas mas queridas de Jesús;
en tre otras , Santa G etrn dis ( ;i
quien favoreció singularmente
su Celestial Esposo, descubrién-
dola las riquezas de este Sagra-
do Tesoro ) como em briagada
del Amor del Divino Corazon,
dice asi:  Después Jesús mío, de
tcm inespltcables beneficios, co
mo de vuestra bondad he reci
bido , añadiste la inestimable
 familiaridad de tu amistad Di
vina , dándome de mil modos
aquella Arca nobilísima de la
 Divinidad ; esto  es, vuestro Co
razon Deifico , compendio de
todas mis delicias ; unas veces
me dais graciosamente vuestro
 Divino C o r a z o n o t r a s para
mayor indicio de familiaridad 
mutua, trocáis vuéstro Corazon
con el mió.
En las revelaciones de Santa
Mechtildes se leen estas espre-
siones del Corazon de Jesús:
 Respondíame el Señor  (dice Ja
Santa) te doy mi corazon ere
 prendas; te doy mi Corazon,
 para casa de refugio. Este era-
uno de los principales dones de
 Dios. Empezó á aficionarse con
maravillosa devocion al Cora-
 zon divino de Jesús , y casi 
siempre que Cristo se le apare
cía , recibía algún don. especial 
de su Corazon.
Estas so n, en tre muchas otras
que omitimos, las devotísimas
espresiones , en q u e esplicau
los Santos su encend ido a mor,
su ternura afectuosa , y su ve-
neración reverente al Dulcísi-
mo Corazon de nuestro bu en
Jesús; y todas son nuevos títu-
los que nos recomiendan gran-
demente sn sagrado culto.
De cuanto dejamos dicho en
este párrafo se puede ya for-
mar algún concepto de la so-
 berana escelencia del C orazon
Divinísimo de Jesús. Mídase
ahora por esta, la que parti-
cipa de tan divino objetó el
culto qu e vamos esp'icando:
cotéjese este con todos los otros
solemnes cultos que herm o-
sean á la Santa Iglesia ; y no
se hallará otro alg uno mas cs 
celente , mas n oble , ni mas
su b lim e , pues ning un o otro
tiene objeto mas soberano de
quien participar sus escelen
cías, como ni fampoco mas tieí
no, mas dulce, ni mas pode-
roso para arrebatarse suave-
mente los corazones de los fie-
les. Porque ¿qué atractivo mas
eficaz que el Corazon amabi-
lísimo de Jesús? Sola su vista,
el nombre solo de este amante
Corazon basta á encender, á
derretir, á enternecer toda el
a lm a , sin otra retórica ó per-
suasiva de voces.
Porque ciertamente, al con-
siderar qué es lo que hace en
nosotros la misma naturaleza,
q u é afectos , q u é sentimientos
nos inspira para con los co-
razones de aquellos á qu ie
lies nos confiesa estrechamente
obligados el amor , el agrade-
cimiento, ó Ja veneración; al
considerar qué siente ó espe
rimenta en sí una regalada es-
posa á vista del Corazon, que
la dejó en prendas de su a
nior su querido esposo; al con-
siderar qué siente un fiel vasa-
llo , ó un privado agradecido á
la presencia del corazon de su
r e y , qu e en su muerte le de-
 jó su dignación en testimonio
de su real benevolencia; al con-
siderar qué siente la piedad
cristiana, á qué afectos de ve-
neración tan especiales no se
mueve para con los corazones
de algunos Santos, que adora
en sus Iglesias, como reliquias
las mas in sig n es; ( y para ha-
cerse mas pítente esta verdad
con el egemplo que tiene á
los ojos nuestra España ) al
considerar, que el corazon se-
ráfico de Santa Teresa , por
haber sido esfera de aquel in-
cendio de amor, á quien el
dardo de un serafín amante,
dio respiración en una herida
/cuyas cicatrices conserva hasta
hoy incorrupto) al considerar,
digo, que este abrasado Cora-
ron es imán de los afectos, ob-
 jeto de las veneraciones, y de-
licias de la devocioa mas tier
 8r
ha de los pechos españoles
(cuya piedad se gioría de ver-
se confirmada con la apro ba-
ción de la misma Santa Igle-
sia en la fiesta de la Trans
verberaron   de este corazon
Seráfico, instituida por la San-
tidad de BenedictoXIII, y nue-
 vam ente estendida á todos los
reinos de España por nuestro
Santísimo Padre Clemente XII)
al considerar todo esto, con-
fieso ciertamente, temiera agra-
 v ia r á la piedad de ios fieles, si
 juzgase necesario valerm e de
las palabras y razones para
persuadirles el amor, el culto,
ía veneración que se debe á
este amante y Divino Corazon
de Jesús, nuestro Esposo, nues-
tro R ey , nuestro Salvad or :
po rqu e ¡oh D io s, cuanto va
de Corazon á Corazones!
Piense bien cualquiera, que
esto le y e r e , y considere aten-
tamente , cuan ta sea la dife-
rencia, cuanto el esceso, cuan-
tas las ventajas que hace el
Corazon de Jesús á todos los
is corazones ; q u e au n
cuando fuesen tan Santos, no
solo como el de una Santa
Teresa, humano serafín, pero
aun cuando llegasen á igualar
al Corazon purís im o, santísi-
mo y perfectísimo de María
Santísima, cuya santidad pro-
digiosa la pierde de vista el en-
tendimiento f i e ! querubín mas
supremo, aun entonres queda-
rían infinitamente inferiores,
por ser corazones de puras
criaturas, y el de Jesús Cora-
zon de un Dios hombre. Pien-
s e , pu e s , v ue l v o á d ec i r , y
consúltese á sí mismo , q u é
h o no r , q u é r ev e r e n c i a , q u é
culto se deba á tan Divino
Coraro n ? Con tém ple se bien,
¿■qué baria el pueblo cristiano
si mereciese la dicha incom-
parable de tener en su po-
der á este Sacrosanto Co razo n,
d ig n o , p o r tantos títulos , d e
nuestro amor y veneración !
Imagine, ó haga cuenta, qn'
en una Iglesia de la cristian-
dad, se guardase entre sus mas
preciosas reliquias el Corazon
D ivinísim o de Jesús. ¡O Dios,
cuánto se apreciará este celes-
tial tesoro! ¡Cuán rico, cuán
dichoso, cuán afortunado se
estimarla aquel sagrado tem-
plo! ;Qué honores, qué obse-
q u io s, q u é í respetos no se Je
rindieran! ¡Con qué' pompa,
con q u é alegría , con q u é jú-
 bilo , no se celebraría la fiesta
del Corazón Sacrosanto! ¿Cuál
sería el concurso de todas las
naciones? ¿Cuál el ansia de los
peregrinos? ¡ Cuánta la solici-
tud de buscar, cuánto el de-
seo de ver, cuánto el empeño
de adorar, cuánto el ardor de
 besar tan soberana reliquia!
Pues pregúntese ahora cada
uno á sí mismo , si esto se
liaría , y se debería hacer con
el Corazon de Jesús muerto,
sin sentido, separado del al-
ma , y demas partes de su
Cuerpo Santísimo, qué culto,
q u é amor , qu é veneración
no le deberá á este mismo Co*
razón v i v o , animado, unido
con todo el Cuerpo Sacrosan-
to, ardiendo en vivas llamas
de amor, y respirando en ea
m
da palpitación un Incendio de
•tan sagrado fuego; presente,
en fin, no solo en una Iglesia,
•sino en tantas, cuantas son en
las que  V e n e ra á su Dios Sa-
cram entado el cristianismo? ¡0
Corazon Divinísimo, escelentí
simo, amabilísimo sobre todos
Jos corazones de los hombres !
Enviad Vos á sus entendimien-
tos un rayo de celestial luz,
con que penetren bien estas
 v e r d a d e s ; 110 será menester
mas persuasiva para que os
amen , y consigáis el fin que
pretendéis en este culto.
 j Fin santísimo d que se ordena
este Sagrado culto.

El segundo respeto, por cu-


 ya escelencia se debe medir la
de este c n lto , es el fin altísimo
á que se ordena. Declaróle Je
«ii5 á la venerable Margarita en
las palabras de la revelación ya
referida, y es corresponder al
infinito amor de su amantísimo
Corazon, y compensar las inju-
rias que recibe de nuestra in-
gra titud , especialmente en el
Sacramento del Altar. Para pe*
netrar mejor la escelencia de fin
tan soberano, pongamos delan-
te por una parte el amor infi-
nito del Corazon Deifico de Je-
sús para con los h o m b re s , y
por otra la ingratitud de los
hombres para con Jesús, espe-
cialmente en el Augustísimo Sa-
cramento de la Eucaristía, pues
comparando estremos tan con-
trarios , se dejará ver mejor
cuan justa sea la queja del Se
'í¡or, y cuan debido y digno de
•un corazon cristiano el desagra-
 v io de sus injurias.
El amor de Jesús para con
los hom bres , se espresa bien,
apropiándole aquellas palabras
en que cifró él mismo el de su
Eterno Padre á los mismos liorn*
Lres, pudiéndose decir con to-
da propiedad:  Sic lesas dilexit 
mundum, vi se ipsum daret , de
tal suerte amó Jesús al mundo,
esto es, con tan escesivo amor,
que se dió á sí mismo para sal-
 varle. ¿Puede decirse mas?
Jesús, aquel Señor infinita,
Hijo del Eterno Padre, Criador
de todas las cosas, suficientísi
mo para si, que de nadie nece-
sita, amó á los hombres, por su
naturaleza vilísimos, indignísi-
mos de ser amados: á los hom -
 bres , cuando ya la D ivina Jus-
ticia los habia arrojado, y esta
han sepultados en el asqurroso
cieno del pecado; á estos hom-
 bres tan viles, tan feos y tan
dignos tlel odio de Dios amó Je-
sús. ¿Pe ro non q u é amor? Con
un amor tan encendido y vehe-
mente, que 110 puede explicar-
se con pala bras, ni concebirse
con el pensamiento. Nos amó
Jesús con tal esceso , qu e pa-
rece estaba abrasado con un
amor Divinamente ciego, si es
lícito hablar así. Nos amó de
suerte , q u e se eutreg ó á una
muerte afrentosa y á ser cruci-
ficado por nuestra salvación,
después de haber padecido in-
numerables deslionras, dolores
 y penas. Se anonadó en la E n -
carnación , tomando forma de
Siervo en fuerza de este amor;
nació en una estrema pobreza;
pasó toda su vida en trabajos,
peligros , persecuciones , inco-
modidades, y en todas las mise*
r ia s á q u e está espuesta la huma*
•na natu raleza, teniendo su amor
por fin , en todos estos trabajos,
■la salvación de los hombres: Ut 
Qinnis habeat vilam aternarn.
Padeció Jesús por nuestro amor
la muerte. ¿Pero epié muerte?
 Acuérdate ( ¡ ó alma cristiana!)
de las cadenas con que fue apri-
sionado, de las bofetadas, sali-
 v a s , a zo tes, e spinas, clavos y C
na i mente ele la C ru z en q u e fue
cla va do : acu érdate y pásmate
de que el Señor de la Magestad
llegase á tal estremo por amor
délos hombres. ¡O amor inmen-
so! ¡O violencia increíb le del
amor! ¡O caridad, digna sola*
mente de un hombre Dios'
 j Qué no debiera hacer ua co-
razon cristiano, si le fuera líci-
to volver á gozar de la regala-
dísima presencia de este Señor!
¡Q ué no hiciera con é l , sí á tan
ío esceso de finezas se dignase
su Divina Bondad de añadir la
singularísima de volver á con-
 versar y habitar entre noso-
tros! Quién no desearla este fa
 Vor tan grande y escesivo, para
mostrarle su amoroso agradeci-
miento y fiel correspondencia
á este amor, que nos mostró al
ausentarse entre nosotros en su
m u e r te ! Estas amantes ansias y
deseos , las pre vino el am an tí
simo Jesús, añadiendo á tantas
muestras de amor e s t a , q u e
 bastaba á suspendernos de ad-
m iración, quedándose con no-
sotros en el Divinísimo Sacra-
mento del Altar. Ahora pre-
gunto: qué debiera esperar Je-
sús de nosotros, á vista de tal
fineza ? Si posible fuera debié-
ramos hacer lo q u e los serafi-
nes i esto es, abrasarnos ince-
santemente en las ardientes lla-
mas de su amor, ó morirnos de
agradecidos,
Pero cuál es nuestra corres-
pondencia al amor ardiente de
Jesús en este tiernísimo Miste-
rio? Si empezamos por los lie—
leges, qué lágrimas serán bas-
tantes para llorar las injurias y
desacatos q u e han hecho á es-
te Sacramento? Los mas niegan
este inestimable beneficio , y
afirman sacrilegos , q u e Jesús
110 reside en nuestros templos
 y altares. A y del M u n d o , si
no estuviera este amorosísimo
Señor entre nosotros , como
Dios amante y víctima , q u e
aplaca las jtisfas iras del Eterno
Padre ! A esta herética cegu edad,
é increíble injuria, con que 110
solo no agradecen , anles niegan
haber recibido tan impondera-
 ble beneficio, siguen los sacri-
legios , q u e son inespJieabJés.
lío han , encienden y  arruinan
los templos, en que habita Je-
sús Sacramentado; profanan de
mil modos los vasos sagrados;
rom pen las a r a s ; echan po r
tierra los Tabernáculos del Al-
tísimo , y dan cruel muerte á
sus Sacerdotes; se atreven sa-
crilegos á arrebatar con sus
manos profanas el Sacrosanto
C o p o n , q u e sirve de Cielo al
mismo Dios Sacramentado* -
lo que no puede escribirse sm
doloroso asombro , arrojan en
tierra el Sacratísimo Cuerpo del
Señor, le pisan y acocean; y 
por vilipendio el ma 9   infernal,
que ni imaginarse puede sin
un sagrado horror, dan el Pan
de los angeles á sus perros
caballos. ¡O abismo profundísi-
mo de m ald ad ! ¡O amabilísimo
Jesús, hasta donde os ha lleva-
do el amor de los hombres! ¡0
Ticy de la gloria , á q u é estado
os ha traído el deseo de queda-
ros con nosotros en el Santísimo
Sacramento de la Eucaristía!
Esto y mucho mas , hacen
ciegos y sacrilegos los liereges.
Pero los católicos, que creen y
adoran á Jesús en el Santísimo
Sacramen to , q u é indicios d e
am or, reverencia y cu h o , rin -
den á este Señ or am antísim o?
Si gastasen todas sus riquezas
en sagrados cid tos á Jesús; si
nunca se apartasen de la pre-
sencia de Jesús ; si estuviese;*
siempre postrados con suma re-
 verencia delante de Jesús Sa-
cramentado: si pensasen conti-
nuamente en Jesús; si hiciesen
cuanto puede alcanzar el enten-
dim iento Im mano por el a mor de
Jesus; si hiciesen, en fin, todo lo
que el mismo Jesus pide á les
hom bres , en correspondencia
de su amori aun con toilo esto,
na da harían digno de tan gra n
h u é s p e d , ¡le tan bené volo a migo,
 y de bienhechor tan insigne.
¡Mas ay dolor! Tan lejos están
íos católicos de hacer lo que he-
mos insinuado, que ni aun los
debe Jesús en su Sacramento de
amor lasseñales mas comunes de
 ben ev o len cia , y o b seq u io , q u e
se observa n en tre los hombres
mismos. Jesús Sacramentado ha-
 bita en innum erables lugares
de la cristiandad, mas pobre, y
miserablemente, qne los hom-
 b res de m edian a, y aun de ínfi-
ma esfera en sus casas. D e ios
palacios ele poderosos, qué pue-
de decirse ni compararse con
ios templos sagrados de nuestro
D ios Sacramentado ? Cu án tos
de aquellos esceden incompara-
 blem ente á esto?, en la m agn i-
ficencia , riqueza y adorno'' Así
se corresponde entre Jos cató-
licos al amor y finezas de Jesús
en este Sacramento.
Muchos cristianos vi ven en
tan profundo olvido de que je-
sús reside en los altares y tem-
plos solo por nuestro amor,
q ue no les debe ni aun siquie-
ra una memoria estéril de este
infinito beneficio. Cuántos se ha-
llan que en muchos dias no ha
IOÓ
cen una visita al Santísimo Sa-
cramento? Cuántos q u e en m u -
chas semanas no entran en el
templo? Cuántos que en todo
el año no reciben la Sagrada
Eucaristía? Son innumerables.
Qué diré dj Jas irreverencias?
Qué de los sacrilegios? Qué de
otros pecados que se cometen
manifiestamente en los templos
contra Jesus Rey de la Gloria?
Basta d e c i r , qu e no hay Prín
cipe por pequeño que sea, en
cuya presencia no esten los
hombres con mas respe to, q u e
en la casa de Dios, y á vista
suya. No hay cosa mas frecuen
te, ni mas lastimosa, que ver
¿michos católicos, aun en el
tiempo mismo del Santo Sacri-
ficio de la Misa, estar ya en pie,
 y a con sola una rodilla en tier-
ra, ya sentados inmodestamente;
 ya hablando lib rem en te, ya mi-
rando curiosamente á todas par-
tes, ya saludándose unos á otro?,
 y a conversando sin reverencia
ni atención al Dios de la Mages
t a d , en c u y a presencia están;
 y a , en fin, portándose en todo
con la misma libertad que si
estuvieran en las plazas ó en
las calles. Así reve rencian los
católicos á Jesús Sacramentado
cu sus templos.
Blas q u é diré de los q u e se
loa
llegan á la Sagrada Eucaristía,
en la cual se nos da Jes usab rasa
do en nuestro amor? Unos lle-
gan con suma frialdad; otros ni
a u n llegar q uieren á esta Sa-
grada mesa, sino compelidos de
Jas censuras de la Santa Iglesia;
otros reciben al Señor en peca-
do mortal, con horrendo sacri-
legio. Muchos se alimentan de
este pan de angeles, sin amor,
sin devoción, sin preparación,
como si fuera un manjar pura-
mente para saciar el apetito.
Qué diré del Sacrosanto y tre-
mendo Sacrificio de la Misa?
Muchos Sacerdotes le conside-
ran solo como un oficio útil para
io3
enriquecerse á poca costa; lle-
gan al Santo altar sin pre par a-
ción alguna , dicen la Misa atio
peí lacla m ente, sin ob serv ar mu-
chas <ie las rúbricas de la San-
ta Iglesia; manejan, tocan y
mueven el Sacrosanto Cuerpo
de Jesus, como si fuera uu pe-
dazo de pan común, con tanta
irreverencia, que llena de pas-
m o , asombro y h orro r & los
mismos angeles. Muchos de los
demas fieles asisten á este tre-
men do Sacrificio con neg lig en -
cia , distracción de espíritu y ti-
 b ie z a , digna de llorarse con lá -
grimas de sangre. Esta es la cor-
responda acia de los católicos á
la fineza de -1 amor con qu e les
ama Jesús.
¡O qué sentirá su Corazon
arnantísimo al verse tan ingra-
tamente correspondido ! Si su-
piesen esto los infieles, y aun
las gentes mas bárb aras, e s c a -
marían sin duda horrorizadas
de tanta ingratitud: jO Pueblo
cristiano, ingrato, rebelde y des
co no cid oá tanto amor! Tien es co -
razon de carne, como los demas
h om b re s, ó antes bien de hierro y
de diamante, pues no te ablan-
dan ni el luego de tanto amor,
ui el golpe de tantos beneficios?
Semejante insensibilidad, es de
hombres ó de fieras ? ¡ 0   Cora
io n amabilísimo de Jesús , el
 jnas nobJe, el mas generoso, el
mas tierno de todos los corazo-
nes! Cuáles pues serán tus sen-
timientos! Cuán acerbo tu do-
lor , al v er tan despreciad o tu
amor; y para decirlo así, bur-
ladas en cierto modo tus fine-
zas! Estoban logra do, Jesús mió,
tus deseos ? En esto han parado
tus trabajos, tus penas, tus su-
dores, tus vigilias, tus tormen-
tos y aun la muerte de la Cruz?
Con justísimo sentimiento se
quejaba Jesús á su querida es-
posa Margarita, mostrándola su
Corazon , y diciéndola : Ves
aquí mi Corazon , aquel Cora
10 6
son tan abrasado en amor de
los hombres, que no omitió cosa
alguna para declararlos su in-
 jiiú to amor.  No solo 110 omitió
el Corazón ríe Jesus cosí alguna
para mostrarnos su amor, sino
queegecutó escesos y finezas in-
decibles. Pudo Jesús salvarnos
con sola una de sus lágrimas, ó
una gora de su preciosa san-
gre, y nos redimió á costa de
tan inmensos trabajos, como
liemos insinuarlo: y aun bailó
sli amor otro modo mas exce-
lente de manifestarse, quedán-
dose con nosotros en el Santí-
simo Sacramento para alimento
de nuestras a lm a s , y consuelo
io ?
cíe nuestros corazones. Qué cor-
respondencia 110 pudo esperar
Jesús de los hombres?  Pero la
mayor parte ( añadió en su
amorosa epieja) no solo no se
muestran agradecidos , sino qtie
me desprecian , y me lúcren en
este misterio de amor , con in
 jurias y afrentas. Y el mayor
dolor es , que padezco estas inju
rias y ultrajes aun de las per
sonas que me están especial
mente consagradas. .
Herido vivamente el A m an 
tísimo Corazon de Jesús de las
Ingratitudes de los hombres,
pide á la piedad de ios fieles
suavizen su d o l o r , r c c o m p e a 
«cu sus Injurias, y resarzan su
honra, vulnerarla con tan sen-
sibles ofensas. Si hay quien de
6ee saber la recompensa que
desea Jesus por lenitivo de su
afligidísimo Corazon, ya lo se-
ñaló el mismo en la petición
que la venerable Margarita hi-
zo á toda la Iglesia, pidiéndola
especial oficio y culto para
desagraviar su Corazon ofendi-
do , con estas p a la b ra s : Te pi
do , que el viernes inmediato á
la octava de la festividad del 
Corpus , se dedique particular
mente al culto de mi Corazon:
en el cual dia comulgando , se
compensen de alguna manera
las injurias cometidas contra nú
Corazon Amante en el Sacra
mento del Altar ; especialmente
en los dias que estoy espuesto
ti la veneración de los fieles.
¿Qué cosa mas justa que es-
ta queja amorosa del Amantí
símo Jesús? ¿ Qué espresiones
mas vivas y poderosas para mo-
 v e r nuestros corazones? Si te-
nemos algún sentimiento de fe,
si tenemos algún sentimiento
de ptedatí para con nuestro
Salvador, podrán dejar de con-
moverse nuestros corazones con
las tiernas quejas y amantes es
presiones de Jesús ? ¿ Podrán
■dejar de hacer todos los esfuer
t7os posibles para satisfacer sus
ra morosas ansias y deseos? A t o -
dos, y á cada uno ele nosotros
^en p a rti c u la r, nos d ic e , como
•á su esposa Margarita: Te  pido,
<¡ue el viernes inmediato n la
■‘octava de lu festividad del Cor
 p u s, se dedique particularmen
te. al culi o ele mi Corazon.  ¿ Ha-
 b rá quien niegue á Jesus tan
amorosa y justa pe tición ? ¡O
Dulcísimo Jesus! Yo consagra-
r é todos los dias de mi vida al
culto de vuestro Santísimo Co-
razon el viernes inmediato á la
octava del Corpus para repa-
ra r vuestras injurias ; yo pro -
curaré con mis débiles fuerzas
que egecuten lo mismo todas
las almas, con quienes vuestra
Magestad se dignare darme al-
gún crédito.
De la comparación hecha en
este párrafo ( para venir final-
mente á su conclusión) entre el
amor del C orazón de Jesú s, y
las ingratitudes de los hombres,
consta cuan justa sea su amo-
rosa q u e j a , y cuan grande nues-
tra obligación de resarcir sus
ofensas. De donde se infiere con-
siguien tem ente, cuan pro pio sea
de un ánimo cristiano corres-
ponder á las finezas de aquel
 Amante C orazon, y desagraviar
con todo gene ro de obsequios
’l l í l
su 9 in ju ria s: en lo c n a l, comb
al principio se dijo , consiste el
fin soberano de este culto. Pon-
dérese con atenta reflexión Ja
grandeza y santidad de fin tan
alto , y p or ella se podrá for-
mar algún concepto de la esce-
lencia y dignidad del culto cjue
á él se dirige. O corazones ,
cuantos os preciáis de genero-
sos! En el culto de este Rey de
los co razon es, tiene dign o em -
ple o vuestra generosidad. ¡ O
Corazon Divinísimo , si movie-
seis á algunos de aquellos vues-
tros siervos, que buscan en to-
do la mayor gloria de Dios, pa-
ra q u e volviesen p o r Ja vu e s
i  i 5

i r a , fan indignamente ofendi-


da! ¡O, Jesús Dulcísimo, si ins-
piraseis á vuestra amarla Espo-
sa la Iglesia Santa, que ella mis-
ma se emplease en los desagra-
 vios de vuestro Sacrosanto C o-
razon , ingratam ente injur iado,
 y empeñase á todos sus fieles, y
 verdaderos hijos, en su sagrado
culto , para repara r de a lg im
modo las malas corresponden-
cias que sufre vuestro amor
injustamente ultrajado, y des-
atendido de los hombres, espe-
cialmente en el adorable Sacra-
mento del Altar , Misterio ver-
daderamente del amor de vues*
tro AouutUifap Corazón!
 Práctica de este suavísimo ad
ío , y utilidades que de él se
siguen.

Para acabar tle conocer per-


fectamente la escelencia clel Sa-
grado culto del Corazon Divi-
no de Jesus , resta considerarle
p o r los dos últimos respetos, cpie
propusimos a rr ib a; y s o n , los
ej er cic ios q u e en él se practi-
can , y le constituyen, y las ma-
ravillosas utilidades y frutos q u e
de él se siguen. Y po rqu e la
grandeza de estos se conocerá
mejor esplicando aquellos, pro
i i5
pondré primero el nso ó prác-
tica de este dulcísimo culto.
El culto, pues, del Sacratísi-
m o C ora zon de Jesus, pued e ser
in ter ior y esterior. El interior
consiste en el egercicio de Ja
memoria, entendimiento y vo-
luntad, acerca del mismo Dei-
fico Corazon. L i memoria d ebe
acordarse fam iliar, frecuente y
amorosamente de este Divinísi-
mo Corazon . y de sus admira-
 bles perfecciones. El entendi-
miento debe ejercitarse en el
conocimiento de sus soberanas
escelencias, pensando y pene-
trando bien cuanta sea su dig-
n id a d , su santidad y peí feccion,
1 16
cuantos tesoros de gracias celes-
tiales están depositados en este
Sacrosanto C o ra z o n , cuanto pa-
deció por la honra de Dios y
salvación de los hombres, cuan
amado es de toda la Santísima
Trinidad, y en fin, cuan digno
sea de nuestra veneración y
amor. Este conocimiento de la
amabilidad del Sagrado Cora-
zon de Jesús, que es el funda-
mento del culto que vamos es
plic an do , se imprimirá en el
alm a con la meditación de sus
infinitas esce len cias, las q ue con
este fin procuramos insinuar en
el párrafo segundo, que podrán
suministrar materia bien fecun
i i 7
da á las almas que tratan de
óracion.
La voluntad seguirá al co-
nocimiento con los afectos qu e
corresponden á la infinita escc
lencia de este Sagrado Corazon,
á su dignidad suprem a , á to-
das sus perfecciones, con una
g ra nde admiración , glorifica-
ción y alabanza al infinito amor
para con los hombres con amor
ardiente y agr ad ec ido; y así otros
innumerables afectos, que el
 Amantísimo Jesús se dignará in-
fu n d ir en nuestras almas. Y es-
tando ciertos que no hay cosa
mas amada del Eterno Padre
entre las criaturas , que el Co
nS
razón Sacrosanto de *u Divino
Hijo, nos valdremos del mismo
Sa grad o Corazon , para hacer
nuestras acciones mas aceptas
 y agradables á la D ivin a M a
gestad , uniendo cuanto hicié-
remos ó padeciéremos con lo
q u e hizo y padeció el mismo D i-
 vin o Corazon de Jesus. Por este
D ulcísim o Corazon podemos ado-
r a r , a la b a r, dar gracias, pedir
 beneficios y perdón de nues-
tras culpas; no dudando con-
seguirán el efecto deseado nues-
tras súplicas si nos valemos de
este So beran o Cora zon para con
toda la Santísima Trinidad,
pues es el objeto de las co m 
ii9
placenclas cíe' todas las tres D i -
 vinas Personas; así lo practica-
 ba y enseñaba el dulcísimo es-
píritu de San Francisco de Sa-
les, como se puede ver en mu-
chas de sus cartas espirituales.
Fin alm en te , cotejando el infi-
nito amor con que se abrasaba
el Corazon de Jesús para con
los hombres, con la ingrata cor-
respondencia de estos; y consi-
derando , q u e nosotros somos
del número de estos ingratos,
nos egercitaremos en actos de
confusión , dolor y a rre p en ti-
miento , y ofreceremos (cuanto
nos sea posible) la enm ienda,
prometiendo reparar de nucs
120
tra parte las ofensas qne lia re*
cibido de nuestra ingratitud, y
de la de Jos demás hombres,
particularmente en el Santísimo
Sacramento. Este es el obsequio
que el Amorosísimo Jesus de-
sea , princip alm ente pa ra su
 Amante Corazon.  Hasta aquí el 
culto interior.
El esterior consiste en todas
aquellas piadosas acciones este
riores, que son señales del cul-
to in te r io r, como son las q u e
frecuentemente vemos practi-
car á los fieles ; es á saber , ha-
cer novenas , adorar las imáge-
nes , visitar tem plos, adoruar
^llaves ó erigirlos, asistir á los
121

Divinos oficios, y frecuentar


los Sacramentos; limosnas, ob ras
c!e penitencia , cgercicios de ca-
ridad, humildad, y otras virtu-
des, egecutando todo esto en
honra de l Deifico y adorable
Corazon de Jesús, y en reve-
rencia de aquellas virtudes que
se hallaron en el Divino Cora-
zon , en u n modo indecible , y
sobre toda ponderación.
Pero particularmente, y con
especial dev ocion, se deb en pra c-
ticar aquellas acciones que el
mismo Jesús señaló en sus re-
 velaciones á la venerable M ar-
garita. liase, pues, de consa-
grar al Sagrado Corazon el vi e r 
nes inmediato á la ocfava del
C orpus , em plea ndo todo este
dia en los obsequ ios mas p r o -
pios. Déb ese considerar el fin,
la ra zó n , y motivos qu e Jesus
tuvo en la manifestación de es-
te culto: para esto , ayudará lo
qne dejamos dicho hasta aquí.
La confesion de este dia se ha
de hacer con especial memoria
 y dolor de las irrev eren cia s, ti-
 biezas y pecados que en todo el
ano hubiéremos cometido con-
tra Jesús Sacramentado. Heñios
de comulgar con el estraordi
nario fervor de quien quiere
compensar con aquella comu-
nión las faltas de todas las d e 
123
mas. En la acción <le gracias se
 ba de egecutar lo q u e esprtsá-
mente prescribió el Amantísi
mo Jesús en la revelación refe-
r id a ; esto es, llorar con lágri-
mas nacidas de lo mas íntimo
del co raz on , y con entrañable
dolor, las irreverencias cometi-
das contra el Divino Sacramen-
to , ofreciéndole aquellas pa ra
lavar sus ofensas, y este para
reparar sns injurias»
Este dia se visitarán mas fre-
cuentemente los templos, para
suplir la negligencia de mu-
chos cristianos, que apenas en-
tran en ellos sino compelidos
por la Santa Iglesia. En especial
124
6 e visitará cinco veces á Jesús
en Ja Eucaristía.
1. En acción tle gracias por
Ja institución del Santísimo Sa-
cramento.
2. Por las muchas veces que
le liemos recibido, y con él in-
numerables beneficios.
3 . En satisfacción de las in-
 jurias y sacrilegios cometidos
por los liereges.
4. Por las innumerables y
gravísimas ofensas de los cató-
 beos.
5 . P or com pen sar la soledad
que el Santísimo Sacramento to-
lera en tantos lugares, aldeas y
aun ciudades de 1a cristiandad;.
125»
Po drán añadirse, seg nn la de-
 voción de cada uno , oraciones,
r»reces , ó afectos, en alabanza
del Santísimo Corazon de Jesús,
con otras obras de caridad, hu-
m ildad y penitencia que
son frecuentes para culto da
otros misterios ó festividades.
Puedese dedicar un dia cada
mes al mismo Sagrado Corazon
(como lo practica toda la orden
de la Visitación , á imitación de
Ja venerable Margarita , á qu ie n
m an dó el mismo Jesús q u e así
lo hiciese) en q u e se hagan los
mismos egercicios de confesar y
com ulgar & c .; y puede ser el
 viernes prim ero de cada m e 3 ,  y 
\ i i 6 
aun de cada semana: pues ve-
mos que hay dia en todas las
semanas consagrado á la memo-
ria de la Institución del Santí-
simo Sacramento, de la sagrada
.Pasión , y de la Santísima Vír
;gen. Algunos devotos del Divi-
no Corazon de Jesus, no dejan
pasar dia, ni hora , y si pudie
.se ser, ni momento, en que no
piensen, adoren y amen al San-
tísimo C o ra zo n , en qu ien viven,
respiran , duerm en segu ros, y
desean morir y descansar leliz
 y eternamente. ¡O , imitemos á
estos felices adoradores del Co-
razon Amabilísim o de Jesus ! Pa-
ra confirmación de lo dicho,
12^
para autoridad del Sagrado cul-
to del Corazon de Jesus, y para
egem plar de los egercicios q u e
pueden practicar sus devotos,
se ponen aq uí las devotísimas
prácticas d e algu nas personas
insignes en la santidad y en la
mística , para que cada uno es-
coja las que le pareciere, y mas
devocion le causaren.

PRACTICA PRIMERA.

Ludovico Blosio, de la escla-


recida orden de San Benito,
tan célebre entre los místicos,
dice asi:  Encomienda tus obras
y egercicios al  Sacratísimo y me-
128
lifiivo Corazon de /esas, para
corregirlos y perjicionarlos.
 Y en otra parte nos aconseja
o r a r al Padre Etern o en esta
fo riñ a :  Padre celestial, yo os
ofrezco en lugar de la sequedad 
 fria y miserable de mi corazon,
los ferventísimos deseos, y el ar
dentísimo cunar del Corazon
 Amado de tu hijo Jesucristo. Y
en otra esclama: Ojalá este Co
razon suavísimo , este ameno
Gazojilacio de la Bienaventu
ranza, sea mi consuelo y mi sa
lad en la muerte., y después mi 
morada eterna.
PRACTICA SEGUNDA.

Joan Lanspergio, cíe la sa-


grada religión Cartlisíense, de-
claró con aquella insigne pie-
dad que le mereció el nombre
de Justo , su sentir acerca del
culto del Corazón de Jesus;
pues tratando de é! de propó-
sito , dice a s í :  Procura egcrci-
tcirte y frecuentar con puntosa
elevoáon el culto del piadosísi
mo Corazon de nuestro Señor
 Jesucristo , copiosisimainente co
municativo de amor y misericor
dia , besándole , y entrándote
en él espirituahnente ; cuanta
33 °
 pi
 p id ie r e s p íd e l o p o r este
este dulcís
dulcísi
i
mo Corazon, ofreciendo por el 
tus egcrcicios, porque es el teso
ro de todasodas las g racia
ra cias,s, la puer
pu er
ta p o r dondedond e nos llegamosllegamos á
 D i o s , y Dios ios á nosot osotroros.
s. P o n
alguna imagen del Corazon de
este Señor en algún lugar por
donde has de pasar frecuente
mente ,  pa  p a r a recuerdo
recuerdo é incenti
incenti
vo de. tu amcr. cr . Conv
Convie iene
ne,, y es
es
cgercicio muy piadoso, rendir
devotos obsequios al Corazon de
 Je
 J e s ú s , a l cual debes
debes refu
refug giart
iartee
en todos tus trabajos y peligros ,
 pu
 p u e s en él halla lla rá s consuelo y
gracia ; y cuando le desampa
raren todos los corazones de los
¿Si
vior
viortale
ta less  , es/á seguro que este
 fid
 fidee lís
lí sim o Corazon
Corazon no te d e ja r á
ni te engañará.

PRACTICA TERCERA.

El P Diego Alvarez de Paz,


de la Compañía de Jesús, tan
conociilo de todos los hombres
espirituales por sus sus copiosos y
devotí
dev otísim
simos
os esc
e scri
rito
torr €¡; la teolo-
gía mística, después de baber
esplicado las virtudes del Cora-
zon de Jesú di ce a s i :  Pr
Jesúss , dice  P r o cu 
rarás entrar
entra r en e l Corazon
Corazon de
 Jesus , y considerarle atenta
men
mente p a ra form
for m a r tu coraz
orazon
on
á su semejanza. Este Corazon.
13a
 Santís
 Santísim imoo es el cam
caminoino p a r a l a
mansión eterna , que es la Di
vinidad de Cristo ; es la puerta
 po
 p o r dondon de entramos
entramos á contem
contem
 p l a r cd mismo Dios::: ¡ O S a l
vo dor
dor de los homb hombreress Cri
Cristo
sto J e
sus ! Abridme ,  Señor , vuestro
Corazon ,  pu  pu erta de la vida y
 fu
 f u e n t e de agua
agua v iv a , p a ra queque
me entre por el conocimiento de
vuestra Magcstad  , y para que
beba p o r e l mism mismoo Divino Co
razón el agua de la verdadera
virtud  ,  pa p a r a a p a g a r tod
to da la
sed de las cosas temporales .
PRACTICA CUARTA.

Quejábase aquella regalada


Esposa del Corazon de Santa
G etrudis , de las distraccion es
q u e padecía en su o ra ci o n ,cu a n -
do se le apareció su D iv in o Es-
poso , quien para consolarla,
descubriendo su Deifico Cora-
zon, la dijo:  Fes aquí mi Cora
 zon Dulcísimo , órgano ele la
Veneranda Trinidad: póngolo
delante de tus ojos ,  para que
confiadamente le encomiendes
todas las cosas, que por tu fra
gilidad no pudieres cumplir , que
él suplirá las fa lta s ; y así apa-
i 34
recerán todas tus obras muy per
 fectas delante de mis ojos:.: En
adelante siempre te asistirá mi 
Corazon , y estará pronto en
cualquiera hora para suplir tus
negligencias .

PRACTICA QUINTA.

 A qu ella heroina de la gracia


la  ven erab le madre María de la
Encarnación, á quien la Fran-
cia justamente da el renombre
de otra Santa Teresa, honor de
las madres Ursolinas,y apósto-
la de las islas Cañadas, á donde
na ve g ó por revelación divina,
 y orden de «*js superiores, y 
135
fundó un monasterio para edu-
cación piadosa de las niñas gen-
tiles; esta prodigiosa muger des-
cubre una esceíeute práctica al
Corazon dulcísimo de Jesús, en-
señada por el Padre Eterno. Pi-
diendo t p u e s , una noche al
E tern o Padre la dilatación d e
la Fe; y sintiendo que á su ora
cioti, a un q ue agradable á los
divinos ojos, le faltaba alguna
cosa para ser despichada favo-
rablemente ; y suplicando hu-
milde y fervorosamente la diese
su M;gestad á conocer lo que
le faltaba; sintió de repente un
ra yo de divin a luz , á qu e se
siguió esta voz:  Pidcnie por el 
Corazon ele mi Amantisimo hi
 jo Jésus ; por este Corazon te
oiré, y por él alcanzarás cuan
to me pules.  Desde esta hora se
encend ió su alma en tanto amor
del Sacrosanto Corazon de Je
sus, qne ni hablar ni vivir po-
día sino por él; y todos los dias
de su vida , sino forzada de al-
gu n a urgencia inevitab le , no
dejó de practicar la siguiente
de vo ta forma de pedir al Eter-
no Padre por el Sagrado Cora-
zon de su Unigénito:
¡ O Padre Eterno‘f Por me
dio del Corazon de Jesus , mi vi
da, mi verdad, y mi camino,
llego á vuestra Magestad: por
i 37
'medio de este adorable Corazon4
os adoro por todos los hombres
que no os adoran, os amo por
todos los que tío os aman , os
conozco por todos los que volun
tariamente ciegos no quieren co
noceros ; por este divinísimo
Corazon , deseo satisfacer á
vuestra Magestad las obliga
ciones que os tienen todos los
hombres. Doy vuelta con el pen
samiento á lodo el mundo , bas
cando las almas redimidas con
la preciosa Sangre ele nú cs¡x>-
so ,  para satisfacer por ellas d 
vuestra Magestad ,  por medio
de este Sacrosanto Corazon: d 
todas abrazo y os las presento
* 3S
 por el Corazon de Jesus; pido
á vuestra /líogestad la conver
sión de todas por el mismo sua
vísimo Corazon ¡A y , >10 permi
táis que sea por mas tiempo
ignorado de ellas mi amado Je
sús! Haced que vivan por Jesus
que nutrió por todas. Estáis vien
do Padre Divino que inuelifis al
mas están ciertamente muertas.
¡Ah! Haced os ruego encare
cidamente ,  por este Corazon de
 Jesus, que finalinstile empie
cen ya á vivir. Presento d vues
tra Magcstad sobre este Santí
simo Corazon d vuestros Siervos
 N N . ( a q u í se pueden poner
los nombres de Jos que fueren
ífe la devocíon de cada uno)
 pidoos por mi Divino Esposo
que los liméis de su espíritu,
 para que siendo su protector el 
mismo Deifico Corazon, merez
can estar con Vos eternamente.
D e sp u é s, dirigiend o su ora*
clon al mismo Verbo Encarna-
do , proseg uía e u esta forma:
 Bien sabéis Vos , amado mió,
todo lo que desea decir d vues
tro Padre por medio ele vuestro
 Divino Corazón-, y que cuando
hablo asi á vuestra Padre, tam
bién hablo con vuestra Mages
tad, porque Pos estáis en el Pa
dre , y d Padre en Vas \ per
 Jicionad ,  pues , con él todos mis
deseos::: 0 <,mi Divino Esposo)
Qué volveré d vuestra Magcstad 
 por los Innumerables beneficios
que de Vos he recibido ? Quiero
daros gracias por medio de
vuestra Divinísima Madre , yo
os ofrezco el Sagrado Corazon
de vuestra Santísima Madre , en
la forma que ofrecí el vuestro al 
 Eterno Padre .  Por este Sacro
santo Corazón de vuestra San
tísima Madre, abrasado en tan
to amor de vuestra Magcstad ,
oj amo\ os ofrezco cu acción de
gracias los Sagrados Pechos que
mamasteis, y el Seno Virginal 
en que quisisteis habitar , por
todos los beneficios recibidos por
la enmienda de mi vida y san
tificación de mi alma. E n  fin ,
me vuelvo á la Santísima Vir
gen y la digo cuanto me sugie
re mi afecto. Hasta aquí la prác-
tica de la venerable Madre Ma-
ría de la Encarnación.

FRACTICA SESTA.

N o era justo omitir la prác»


tica que se pnede sacar de una
admirable revelación que entre
otras bi7.o el Dulcísimo Jesus n
la venerable Margarita de Ala
coque, á quien quiso el Señor
tomar por instrumento para es
T 4 a"
c it ar en estos tiempos el cu lto
de su Divinísimo Corazon, Es
cribiendo, pues, esta esclareci-
da Virgen á su director, le dice
así: Un clia de San Juan Evan
gelista , después de haberme he-
cho mi Antantísimo Dueño un
 fa v o r , casi del todo semejante
al que hizo en la última cena á
su amado discípulo, me. puso
delante aquel su Sacrosanto Co
razón que difundía rayos de
maravillosa claridad por todas
 partes , transparente como un
tersísimo cristal , y elevado en
vn trono de fuego y llamas:
descubríase distintamente la lla
ga que luzo en él la lanza i es-
14 3
ceñido de una corona de
as: en la parte superior se
ostentaba la Cruz. Estas insig-
1 nias de la Pasión , significaban
(según me declaró Jesús) que
todo lo que padeció el Señor
 para salvarnos,  fue por amor.
Entonces añadió el amantísimo
Jesus: Que deseaba vehemente
, ser correspondido de los hombres
con amor ; y que movido de es
te deseo , había determinado
manifestarles su Corazon , y
abrirles este tesoro de amor, de
misericordia y de todas las gra
cias conducentes á su salvación
y perfección. Que sufin era , que
todos los que quisiesen rendir la
*44
reverencia y amor debido d est 6 
 Sacrosanto Corazon,fuesen par
tícipes de las infinitas riquezas
que estaban depositadas en él.
 Afirmó que el particular culto d 
su bivino Corazon le era suma
mente agradable. Y asi que tam
bién quería que la imagen de su
Corazon, perfectamente deli
neada, se espusiese á vista de
los Jieles ,  para que con tan
amable objeto se ablandase la
dureza de sus corazones. Ofre
cióme /esas, que todos cuantos
reverenciasen con especial cul
to la imagen de su Sagrado
Corazon , serian colmados de
celestiales dones, que dimana-
,v  , . I45
rían de la plenitud de sil Divi
nísimo Corazon.
De todas estas prácticas, se
puede aprender el modo de
egercitarse útilmente en este
Sagrado culto; como también se
puede sacardeesta última,cuan
provechosa sea á los fieles, y
cuan grata al Divino Corazon
la veneración de sus imágenes,
pues con tales premios pro-
mete remunerarla.
Esplicados ya los egercicios
que constituyen el culto del
Corazon de Jesús, se dejan ver
claramente las virtudes y fru-
tos que de él se siguen en bien
délas almas; porque, ¿ quema
 y o r u tilid a d , q ue el egercicío
de tantas heroicas v ir tu d e s , que
en ningún otro culto se verán
mas 'frecuentemente practica-
d a s ’ ¿Quécosa ma 9 iitil á las al-
mas, que egercitarse continua-
mente en la adoracion de Jesus,
en la acción de gra cias, en el
sentimiento de las Divinas ofen-
sas, en la confusion, en el arre-
pentimiento, en el dolor de los
pecados, en visitar los templos,
en frecuentar los Sacramentos,
 y en zelar la m ayo r gloria de
D io s? Y en una palabra , ¿q ué
mayor utilidad de las almas,
que corresponder al amor infi-
nito con q ue aquel Sacrosanto
Co razon nos ama , y re p ara r
sus ofensas con cuantos obse-
quios puede inventar la piedad
cristiana ? Pues la práctica de
tantas virtud es , ¿ q u é frutos
no tendrá en los fieles, y en
toda la Santa Iglesia? Serán
sus frutos el enriquecer las al-
m as con soberanos don es, el
reformar las costumbres estra-
gad as , y el encend er el fuego
del amor Divino resfriada en
los mortales. Estos son los fru-
tos profetizados por Santa Ge
trudis, cuando dice, que el ma-
nifestar las escelencias del Co-
razon de Jesús, estaba reserva-
do por la Divina Providencia
i 4s
para los últimos tiempos, como
medio el mas eficaz para reno-
 v a r el m undo y encender en 61
el amor de Dios, que entonces
se iria resfriando. Estos son, en
fin , los fin tos prom etidos por
Jesús á sit esposa M argarita en
aquellas vivas espresiones: Te
empeño mi palabra, que mi Co
razon se derramará en copiosos
influjos de su amor, llenando de
celestiales gracias á cuantos rin
dieren este culto , y procuraren
que otras también se le rindan.
Mídase ahora la escelencia de
este culto por la de sus egerci
cios, de sus utilidades, y cíe sus
frutos; y se entenderá la ver
 j 49
ciad de lo que no dudamos afir-
m ar arriba , ni repetir ahora;
esto e s , q ue en tre toda la va -
riedad de solemnes cultos que
hermosean la Iglesia, 110 se ha-
llará alguno mas escelente, mas
noble y mas sublime, que este
del Corazo n de Jesus , fuente
de todas las gracias y de la v i-
da. ¡O si los que él mismo ha
constituido por pastores en su
Iglesia trajesen á todas sus ove-
 jas á beber las saludables aguas
de esta Dulcísima Fuente !
 Afectos para egcrcitarse en el 
suavísimo culto del Divino Co
razon de Jesús.

Despues de haber esplicado


en general los egerciclos de que
se compone este celestial culto,
 y confirm ádolos con las prác-
ticas que enseñaron personas
tan ilustres en santidad y en la
m ística; para q ue m ejor se com-
prendan , ha parecido p oner
aquí algunos afectos y oracio-
nes al Corazon Sagrado y Ama-
 bilísim o de Jesus , q ue sirvan
tic egem plar á las q u e á cada
uno inspirase su devocion.

 Alabanza y acloracion al Cora


 zon de Jesus^

¡ O Corazo n D ivinísim o de
Jesus, dignísimo de toda ado-
ración de los hombres y de los
 A ngeles! ¡ O Corazon in afab le
 y verdaderam ente in c o m p r e s i-
 b le , digno de ser adorado con in-
finitas alab an zas, por ser fuen te
de todos los bienes , por ser
origen de todas las virtu d e s, por
ser el ob jeto en q uien mas se
agrada toda la Santísima Trini
i5a
dad entre todas las criaturas!
 jO Corazon D ulcísim o de Jesus!
 Y o profundísim am ente os ado-
ro con todos los espíritus de nú
pobre corazon, yo os alabo, yo
os ofrezco las alabanzas todas
de los mas amantes Serafines de
toda vuestra Corte Celestial, y
todas las que os puede dar
el Co razon de vu estra M adre
Santísima.

Ugercicio de amor al Corazon


de Jesús.

¡ O Corazon amantísimo de
Jesus ! Corazon nobilísimo , ge-
nerosísimo , liberalísimo, man
153
sísimo, humildísimo, ardentísi-
mo en el amor de los hombres?
¡O corazon de mi Redentor, de
m i Padre , de mi E sp oso ! ¡ O
Corazon, refugio de mi alma*
■víctima por mis pecados, des-
canso de las almas castas! ¡O
C orazon amabilísim o , herido
con la lanza por mi amor' Yo
os amo con todo mi co razo n, eos
toda mi alma , con todas mil
fuerzas; y deseo continuar este
amor todos los instantes de mi
 v id a , y q u e os am en con igual
amor todos los hombres.
 Invoc
 Invocaci
ación
ón a l Corazon ele Jesús* 

¡ O C o ra z o n poderosí
po derosísi sim
m o,
Señor de todos los corazones!
Sujetad nuestros corazones á
"vuestro imperio; egercitadle en
las almas justas, y obligad con
■vuestro poder á que os sirvan
los corazones ingratos y rebel-
des. ¡O Corazon, egemplar per
fectísimo de todos los corazones!
Haced los nuestros semejantes á
 V o s m is m o e n la h u m i ld a d y e n
la mansedumbre que quisisteis
aprendiesemos de Vos,.
 Do
 Dolor
lo r por ¡as inju
injuri
ria
as com
cometid
etidas
as
contra el Corazon de Jesús.

¡0  C orazo n de Jes Jes us nm antí


antí 
simode los hombres* y al mismo
t i em posum am ente ult ul t rajado
rajado p or
el olvido de vuestro amor! Yo,
i ng r ato
at o p ec ad o r, conm
co nm ovi
ov i do v e-
hemente con las injurias y con-
tumelias que padeceis de nues-
t ra ing ratitu
ratit u d , especialm
especial m ente
en el Santísimo Sacramento de
 A m o r , l l e g o á V o s r e c o n o c i é n -
dome r eo y pidiendo
pi diendo perdón
perd ón por
mí y por todos los hombres. ¡0
C orazon
orazo n D ulcí
ul císi
sim
m o , si yo p u -
diera borrar con mis lágrimas y 
156
sangre todos los sacrilegios y
ofensas cometidas contra Vosl

Ofrecimiento de s í mismo y de
todas sus cosas al Corazon
de Jesus.

E l venerabl
vener ablee Padre C olom ol om 
 b i e r e , d e q u i e n h i c i m o s m e n -
ción al principio de este librito,
después de haber esplicado los
motivos de este heroico ofreci-
m i ento
en to , p o n e su fórm ula , la
cual pareció trasladar aquí en
sus propios
p ropios términos
térm inos , p ara las
almas que aspiran á una eleva-
da perfección y al amor mas fino
Sel Divinísimo Corazon Je Je-
sus; dice así:
¡ O C o razo
ra zon
n de
d e mi am antí
an tísi
si
m o Jesu
Jesus!
s! C orazon
oraz on dignísi
di gnísim
mo
•de toda
tod a m i a d o racio
ra cion
n y am o r 1
 Y o ( a q u í dir
di r á su no
n o mbre
mbr e )
inflamado en el deseo de com-
pensar y borrar tantas y tan
grandes injurias cometidas con-
tra V os ; y para
par a h u ir cuan to e s -
tá de mi parte el vicio de ingra-
to, os entrego y consagro del
todo mi corazon, con todos sus
afectos, y á mí mismo con todo
cuan to soy enteram
enter am ente. Protes-
Protes -
to, que es mi deseo puro y sin-
cero o l vidarm e del t odo desde
des de
esta hora y momento de mí mis
i 58
mo y de todas mis cosas, para
que quitados todos los impedi-
mentos, pueda entrar en vues-
tro Sacrosanto Corazon que con
singular misericordia me habéis
abierto, y habitar en él vivo y
muerto con vuestros fieles sier-
 vo
 v o s . E n c e n d i d o , p u e s , t o d o e n
 vu
 v u e s t r o a m o r , o f r e z c o g u s t o s o á
este Divinísimo Corazon el mé-
rito y sat sa t isfa
sfa cci
cc i ón q u e p ued
ue d o t e-
ner en los Santos Sacrificios de
l a M isa, o racion es, obras obr as de pe- pe-
n iten
it en cia, h u m ild il d ad , obedi
obe diee nci
nc i a,
 y d e to d a s l a s d e m a s v i r t u d e s
que egercitare por todo el tiem-
po de mi vida hasta el último
aliento de ella. No solo quiero
hacer tocio esto en alabanza y
hon
ho n ra del de l C o razo n de Jes Jes u s ,
s i no q u e t am bién bi én l e p i do hu -
milde y instantáneamente no se
dedigne de admitir esta perfec-
ta donacion de todas mis cosas
que hago á este Santísimo Co-
r az o n ; de s u er t e , qu e p u ed a
disponer de todas ellas á su ar-
 bi
 b i t r i o , a p l i c á n d o l a s á q u i e n f u e -
re servido, ó destinándolas al
f i n q ue mas mas le agradare
agr adare.. Y p o r-
que ya tengo cedida á las áni-
mas del Purgatorio toda la sa-
t i sfac
sfaccc i ón q u e pu eda ed a tener cu
mis obras, deseo se les aplique
según el beneplácito del Cora-
zon del Santí Sant í simsim o C orazon de de
i 6o
Jesus. Pero no debiendo impe-
dir esta mi donacion que yo
pueda ofrecer las misas y ora-
ciones, según lo pidieren algu-
nas veces la obediencia y cari-
dad , habiendo de valerme en-
tonces de los bienes ágenos, y
q u e ya pertenecen al D ivinísi-
mo Corazon de Jesus, es mi in-
tención , que todas las obras de
 virtu d qu e egcrcitare entonces,
queden dedicadas y consagra-
das al Deifico Corazon de Jesus,
com o bienes propios suyos. ¡ O
Corazon Santísimo y Amabilísi-
m o ! E nseñad m e, os r u e g o , el
cam ino q u e debo tom a r, para
que olvidado enteramente de
i 6i 
nú mismo, llegue á conseguir
la pureza de vuestro amor, cu
1 yo deseo me habéis infundido*
 Abrasóm e en vehem entes deseos
de agrad aros; pero siento q u e
de ningún modo podré llegar á
conseguir lo q ue deseo sin a q u e l
gran de au xilio , q n e Vos sola-
mente Dulcísimo Jesus mió po
*deis darme. Perficionad, pues,
en mí (¡ó Corazon Santísimo? )
todo lo que os es mas agradable
 y conform e á vuestra D ivin a vo-
lun tad. Conozco ciertam ente q u e
 yo repugn o y resisto; pero si
no me engaño, no quisiera re-
sistir, á Vos os toca dar y per,
¡ficion arlo todo. A V os solo (¡ ó
l(>2
Corazon Santísimo!) se deberá
toda !a gloria de mi santidad si
mereciere , finalmente , el con-
seguirla: ni yo quiero aspirar
en adelante á la misma santidad
con otro fin , sino el de vuestra
gloria y alabanza. Amen.
Este es el devotísimo ofreci-
miento del venerable padre Co
lom biere , digno de su elevad o
espíritu y proprísimo para for-
mar y encender amantes serafi-
nes al Sacratísim o C orazon de
Jesús. A caso le ap ren dió de su
liija esp iritual la ven era b le M ar-
g a rita , q u ie n á petición del mis-
mo Jesus, hizo semejante entre-
ga de sí misma y de sus cosas
i 63
al Corazon Sagratlo de Jesus,.
m ereciendo en recom pen sa, al
entregársela escrita, que el mis-
mo Sefior la hiciese igu al don a-
ción con auténtica esc ritura ,
firmada ó rubricada con el sello
real de su Sacrosanto Nombre,
del tesoro inmenso de su Sa-
cratísim o C orazon y de las ines-
tim ables riquezas q u e en él se
encierran . Si alguna persona q u e
asp irare á la perfección , q u i-
siere hacer este feliz contrato
con el Corazon Deifico de Je-
su s, en virtu d del c u a l, el alma
renunciando la legítima de í u s
 buenas obras en Jesu s, queda
mejorada en los bienes y riquc
16 4
zas de su Divino Corazon, po-
drá para mayor muestra de la
 volun tad con q u e se ofrece,
autentizarle con su firma, aña-
diendo también el año y dia en
que le hiciere; y este seria bien
fuese el dia despues de la octa-
 v a del C o rp u s, ó algún otro de
los viern es consagrados al C ora-
zon Sagrado de Jesns despues
de haberle recibido en la Sagra-
da C om union ; y para m ayor
firmeza de su afecto, podrá re-
novarle todos los años el diade
la fiesta principal del Dulcísimo
Corazon , y en las mayores so-
lemnidades de Cristo Dios y Se-
ño r nuestro. P ero pa ra p reca-
 ver escrúpulos se a d v ie rte , q u e
este piadoso ofrecimiento de su-
 y o ni es v o t o , n i trae consigo
obligación alguna de pecado
mortal ó venial, sino una noble
 y generosa dem ostración de la
fineza de su amor al amante Co-
razon de Jesus.
zas de su Divino Corazon , po-
drá para mayor muestra de la
 volun tad con q u e se ofrece,
autentizarle con su firma, aña-
diendo también el año y dia en
que le hiciere; y este seria bien
fuese el dia despues de la octa-
 v a del C o rp u s, ó algún otro de
los viernes consagrados al Cora-
zon Sagrado de Jesus despues
de haberle recibido en la Sagra-
da C om union ; y para m ayor
firmeza de su afecto, podrá re-
n ovarle todos los anos el día de
la fiesta principal del Dulcísimo
Corazon , y en las mayores so-
lemnidades de Cristo Dios y Se-
ñ o r nuestro. P ero pa ra p reca-
 v e r escrúpulos se a d v ie rte , q u e
este piadoso ofrecimiento de su-
 y o ni es v o t o , ni trae consigo
obligación alguna de pecado
mortal ó venial, sino una noble
 y generosa dem ostración de la
fineza de su amor al amante Co-
razon de Jesús.
 Jlgiinas preces piadosas al Did-
cisimo Corazon de Jesus .

Puedese rezar á honor del


Sacratísimo Corazon de Jesus
una corona compuesta de cinco
cuentas m ayores , y treinta y
tres menores: estas en reveren-
cia de los treinta y tres años
que el Señor vivió en el Mun-
do; aquellas en honra de Jas
cinco llagas; y toda esta corona
de piadosos afectos, en corres-
pondencia de aquella de espi-
nas penetrantes con que vió co-
ronado al Corazon Santísimo la
 ven erab le m adre M argarita.
 Alm a de C risto , santifícame.
Corazon de Cristo, enciendeme
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embiiagame.
 A gua del Costado de C risto ,
lávame.
Pasión de C ris to , confórtam e,
¡0  buen Jesus! óyeme.
Entre tus llagas escóndeme.
N o perm itasqu e me separe de tí.
Del enemigo malo deliendeme.
E n la hora de mi m uerte llamame
 Y manda q ue ven ga á t í,
Para alabarte con tus Santos
E11 los siglos de los siglos. Am en.
 Antes de cada cuenta mayor,
se dirá el aféelo siguiente.
D ulcísim o Jesus, haced mi
corazon según el vuestro!
 A cada cuenta de las mayores
se dice :
 Adorárnoste Cristo afligidísi-
mo en el huerto; despreciado
todavía de los hombres ingra-
tos en el Santísimo Sacramen-
to de la Eucaristía. T ú solo
Santo, Tú solo Señor, Tú solo
altísimo Jesus.
 A las cuentas menores se dice:
 A d orote C orazon Sacratísim o
Iüí)
de Jesús; enciende mi corazon
con el divino fueg o en q u e te
abrasas.
 Al Jin se reza el Padre núes*
tro y Ave María con la oracion
siguiente.
Oracion.
¡O Jesus! Que con inefable
milagro del Amor de tu Cora
zon te dignaste darte todo en
m anjar á nosotros en el Sacra-
mento del Altar; concede que
todos los que detestamos y llo-
ramos de todo corazon las in-
 jurias y sacrilegios cometidos
por los mortales ingratos con-
tra T í , en este Sagrado m iste
170
rio, seamos encendidos con los
afectos del mismo Sacrosanto
C o ra zó n , y ensalcem
ensalcemos os la m i -
sericordia del mismo Divinísi-
mo Corazon con dignas ala-
 ba
 b a n z a s p o r t o d a l a e t e r n i d a d .
 A m e n .

Otras preces y afectos piado


sos a l Corazon
Corazon d e Jesus
Jesus..

Corazon de Jesns, templo dig-


nísimo del Padre Eterno ,
Infla
Infla ma mi coraz
co razoo n con el A m o r
D i v i 110 en cpie te ab abrasa
rasas.s.
Corazon de Jesus, asiento del
 V e r b o D i v i n o . I n f l a m a , & c .
Corazon de Jesus, morada del
T7 I
E s p íritu
ír itu Santo. Inflam
Inflamaa , Scc.
Corazon de Jesus, Sagrario de
la Santísima Trinidad. In-
flama , &c.
Corazon de Jesus, en quien
habi
hab i ta t oda la p len itud
itu d de
la Divinidad. Inflama, 8e c .
Corazon de Jesus, en quien es-
tán depositados los tesoros
de Ja Sabiduría Eterna. In-
flama, ckc.
Corazon ele Jesus, en quien se
encierran Jas riquezas del
am or increado.
increado . Infl
Inf l am a ,
& c.
Corazon de Jesus, afligido por
nosotros. Inflama, Sí c .
Co razon
raz on de J e su s, i njuri
nj uriado
ado
"172
con nuestras ingratitudes.
Inflama, &c.
C o razo
ra zonn de Jesu s , h erido erido con
la lanza por nuestros peca-
d o s. Inflam
In flam a , 8cc.
Corazon de Jesus, fuente de
toda conso
co nsollacion.
acion . Infl
Inflama ,
& c.
Corazon de Jesus, refugio de
l os a trib
tri b u l ad o s. Infl
Inf l am a ,
& c.
C orazon de J e s u s , am paro y
defensa de los que te ado-
ran.
ran . Infl
Inflama
am a , &c. & c.
C orazon
ora zon de JesuJe sus, s, delici
deli cias
as de to-
dos los Santos.
Santos . In flam a , & c.
¡fr. Jesu
Je sus,s, m anso y h u m ilde de
Corazon,
i 73
Haced mi corazon segú n el
 vuestro.

Oracion.

Señor mió Jesucristo, que


te dignaste descubrir las ine-
fables riqu ezas de tu Cora-
zon con nu evo beneficio de tu
Jglesia ; concede q u e podamos
corresponder al amor de este
Corazon Sacratísimo, y com-
pensar con dignos obsequios las
inju rias hechas por los hom-
 bres , ingratos al mismo afli-
gidísimo Corazon. Amen.
Estas son las fórmulas que
pueden servir de egemplar ú
los muchos y piadosos afectos,
en que pueden egercitar las
almas espirituales su devocion
amante al Divino Corazon, se-
gún él mismo las inspirare.

§. VI..

 A P E N D I C E .

 Del culto del dulcísimo Corazon


de María Santísima , y conclu
sión de este libro.

Impreso en el corazon de
los fieles, é instituido en la San-
ta Iglesia el culto del Sagrado
Corazon de Je su s, era co n si
guíente el culto del Corazon
amabilísimo de María. Pues lia
dispuesto la Divina Providen-
cia, y el singularísimo amor de
Jesus á su dignísima Madre,
qne la veneración y culto de
esta celestial R eyn a sean inse-
parables del honor q u e rin den
los fieles y la Santa iglesia á
su benignísim o H ijo , y nues-
tro Rey Jesus. En muchas fes-
tividades de las que se cele-
 bran en el discurso del año,
son objeto dulcísimo de la de-
 voción de Jesús y M aría; co-
mo en el Nacimiento de Jesus,
 Adoracion de los R e y e s , P u -
rificación , & c. Y si en algu -
na festividad se rinde culto so-
lam ente al H ijo , este Señ or
inspiró á su Santa Iglesia que
instituyese otra semejante á su
Santísima Madre, como la so-
lemnidad de la Ascensión es
peen! iar de Jesus , y la Asu n-
ción lo es de la Reyna del
C ielo. P or esta causa , cuan-
to liemos escrito del suavísimo
culto del Sacrosanto Corazon
de Jesus, se debe entender con
debida y justa proporción del
amabilísimo Corazon de María
Santísima.
 Así lo entendieron aqu ellas
dos regaladas esposas del Co*
razón de Je^us, Santa Getru
3ís y Santa Mechtildís, ele quie-
nes hablamos arriba, como se
 ve en varios lugares de sus v i-
das , y de sus adm irables re -
 velaciones, Así lo entendió la
 ven erable M adre M aría de la
Encarnación } que como ya vi-
mos , 110 separaba el C orazon
de Jesus del de M a ría , acu -
diendo al Corazon de la Madre
para llegar al del Hijo, del mis-
mo modo qne se valia del Co-
razon del Hijo para llegar á su
E tern o Padre. Y así lo entendió
la venerab le M adre M argarita
de quien tantas veces hemos he-
cho mención; puescon semejan-
te afecto abrazaba al Corazón
J 78
de María que al de Jesús; imi-
tándola también en este tierno
 y devotísim o afecto el ven era-
 b le padre C oloníbiere. Así tam -
 bién lo b a entendido y p u b lica -
do p o r todo el O rbe Cristiano
la Santa Tglesia, habiendo apro-
 b ado y iionrado con m achas
Indulgencias varias Congrega-
ciones al Dulcísimo Corazon de
M aría separad am en te, y otras á
los dos amantes y Sagrados Co-
razones d e Jesus y M aría ju n -
tamente.
En En, así lo dispúsola amo-
rosa P ro vid en cia del Dulcísim o
Jesu s, pues quiso q u e el prim er
templo que se erigió en honra
de su Deifico Corazon, se con-
sagrase también al de su amo-
rosísima Madre: empezando de
esta suerte á celebrarse á un
mismo tiempo fiesta á ambos
Sagrados Corazones, como se
egecutópor ocho dias continuos
en la solemne Dedicación de
este templo. Abracemos, pues,
' nosotros, veneremos y amemos
con el mas entrañable afecto á
«no y otro Santísimo Corazon.
Para con el Eterno Padre val-
gám onos del Corazon de Jesus
su Am antísimo H ijo ; para con
Jesus, valgámonos del Corazon
de M aría su D ulcísim a M jd re :
• todo lo alcanzarem os del P ad re
18 o
por el Corazon de Jesus, nada
dejaremos de conseguir de Je-
sus por el Corazon de María.
CONCLUSION.
Habiendo dado en el discur-
so de este librito una breve no-
ticia del piadosísimo culto del
Corazo n D ivin o de Jesus, se se
guia exh ortar aq u í á su práctica;
pero la mas eficaz exhortación,
creemos ser su soberana esce-
lencia. El mismo culto por su
objeto tan D iv in o , por su fin
tan sob erano , p or sus egecci
cios tan santo, por sus utilida*
des tan apreciable, debiera ser
cuando le faltaran otras, su ma
18 r 
 y o r recom endación para con la
piedad cristiana. Pero ni aun le
faltan estos títulos, que suelen
ser no pequeños atractivos de
la d e v o c io n , ní menos eficaces
argumentos para persuadir á la
razón: porque ademas de haber
hecho este  celestial culto tan
milagrosos progresos entre la
deshecha furia de tantas y tan
terrib les persecuciones ( claro
indicio de la especial Providen-
cia con que el Señor le protege:
 Pues á. ser consejo de hombres,
ya se hubiera deshecho por sí 
mismo;  mas por ser de Dios,
no ha prevalecido contra él todo
el Infierno) ademas de esto¡¡
tiene á su favor la D ivina v o -
luntad declarada, tan espresa y
manifiestamente, que no puede
dejar lug ar de duda á la p ru -
dencia humana. Revuélvanse
todas las historias eclesiásticas,
 y en la dilatada série de tantos
siglos, no se hallará c n lto ó fies-
ta alguna de cuantas hay en Ja
Iglesia , q u e haya tenido á su
favor mas señales de la Divina
 volun tad , como la del D ivin o
Corazon: no dudó afirmarlo así
á la Congregación de Eminentí-
simos Cardenales el Reverendo
Padre Gallifet, de quien hici-
mos mención en la adverten cia
de este librito.
IÍ 53
De cuatro modos suele Dios
declarar su voluntad en este
punto á los fieles y á su Iglesia.
Lo. primero, por milagros: lo
se gu n d o , po r revelaciones pri-
 vadas:. lo tercero , por la com
mocion de los pueblos; y lo
cu arto , p or inspiración á los
Prelados: bastando cualquiera
' de ellos para la institución de
cualquiera festividad ó solemne
culto ; siendo raro en tre cuan -
tos celebra la santa Iglesia , en
quien hayan concurrido todos
cuatro; pero en este del Cora-
ron de jesus se hallará haber
concurrido todos juntos á mani-
festar el Divino beneplácito.
1 84
H an co ncu rrido los m ilagros fan
portentosos, como publica la
Francia. Han concurrido las re-
 velaciones de Santa G etrudis y
de la venerable madre Marga-
rita de Alacoque, entre otras
muchas. Ha concurrido la cqn
mocion de los pueblos tan uni-
 v e rsa l, q u e con dificultad ten-
drá egemplar en la historia. Ha
concurrido, finalmente, la Di-
 vin a inspiración á los Prelados
 y Príncipes de la Ig le s ia . como
queda dicho al principio de este
libro. Recomendaciones todas,
que nos dan seguras esperanzas
que será abrazado este devotí-
simo culto con empeño aman
fe de la piedad de los fieles ; y
tju c aun la misma Santa Iglesia,
tan zelosa de la gloria de su So-
 berano Esposo Cristo Jesus, y
del provecho de las alm as, le ha
de establecer solemnemente con
su autoridad suprem a , satisfa-
ciendo así losdeseosdel Corazon
Sacrosanto (enquien según San
Bernardo, ella tiene su mora-
da) y cumpliendo las ardientes
ansias de tantos pueblos y Pre-
lados que piadosos lo solicitan.
 Y aqu í se ofrecia una no sé
si justa admiración, ó piadosa
q u eja de nuestra España y P or-
tugal , pues no cediendo estas
dos ínclitas Naciones á ninguna
otra en la piedad, hasta ahora,
ni sus pueblos ni sus Prelados
han logrado la dicha de intere-
sarse en las glorias de un culto
tan propio de sus católicos pe-
chos, y nacido (digámoslo asi)
á su innata devocion . Pero no
hay (pie admirar, habiendo ca-
recido hasta aquí de su noticia,
que gozan la primera vez este
año en. el vu lga r idiom a nues-
tros reinos. De la esclarecida
nación L usitan a , no du dan
nuestras esperanzas abrirá su
generosa piedad m ucho lug ar á
este culto religiosísim o. D e nues-
tra España, no solo las bien fun-
dadas esperanzas que siempre
hemos fenicio, pero aun los f e -
lices principios en que ya han
empezado á descubrirse los in-
flujos del Divino Corazon , nos
prometen felicísimos progresos
de su Soberano culto. Porque
 ya algunas almas españolas se
h allan m ovidas á. p racticarle p ri-
 v ad am en te; ya un célebre m i-
sionero de la Compañía de Je-
sus ha empezado á exhortar á él
públicamente, dando principio
á las devotas con gregacion es del
Sagrado Corazón en el reino de
M u rc ia ; y ya en fin en el real
 y católico pecho de nuestro gran
monarca el señor Felipe V.
( qn e Dios gu ard e y prospere
i88
en tocias sus grandezas) ha ins-
pirado el mismo Dulcísimo Co-
razon de Jesus, deseos de v e r
estendida su devocion y propa-
gado su c u lt o ; y para desem-
peñar á sus mismos deseos y á
toda la nación española ( empe*
lian d o ai mismo tiempo con sil
realegemplo á todos los quepor
sn oficio ó dignidad puedan imi-
tarle) ha interpuesto su sobera-
na autoridad con la Santa Sede»
en esta carta , con que pareció
coronar dignam ente este librito.
&MQQ 6QQQ&&& 6QS & S©9®®
CARTA 

de nuestro Católico Rey y


 Señor Felipe V  , al Santísimo
 Pontífice Benedicto X 1
 I L

Be a t ís im o P a d r e :

Deseando por mí parte con-


currir á que se estienda y pro-
p ag u e la devo cion al D ivino Go
19 0
razón de Jesús, esfoy persuadi-
d o , á q u e esto se facilitará co n -
cediend o V . Santidad para to-
dos mis reinos y dom inios M isa
 y Oficio propio su yo. P or lo qu e
fiado en el patern al am or de
 V . B eatitu d , paso á suplicar á
 V . Santidad con las m ayores ve-
ras y em p e ñ o , se sirva de dis-
pensarme esta gracia que espe-
ro merecerle, como el que me
conceda igualmente su Santa y
 A postólica Bendición q u e hu-
mildemente imploro á V. Bea-
titud. Nuestro Señor guarde la
muy Santa Persona de V. San-
tidad al bu en o y próspero R e -
gim iento de la U n iversal Ig le-

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