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Él entrego su vida por ella y dijo que las puertas del infierno no prevalecerán
contra ella.
Así que, ¿por qué Apocalipsis 2 presenta una imagen tan temerosa de Cristo,
cuando el se aparece a su pueblo?
Juan escribe que Jesús se presenta a su iglesia con ojos llameantes y una voz
de trueno:
Juan escribe que las palabras de Cristo son tan afiladas como una espada,
cortando hasta el tuétano. Recuerda, este fue el apóstol que recostó su cabeza
en el seno de Jesús.
Pero ahora el se encuentra sobre su rostro: “Cuando lo vi, caí a sus pies como
muerto” (1:17).
El Señor mismo explica su temible apariencia: “Todas las iglesias sabrán que
yo soy el que escudriña la mente y el corazón. Os daré a cada uno según
vuestras obras.” (2:23).
El hecho es, que Cristo ama a su iglesia. Y esa es la misma razón por la cual él
viene a escudriñarla.
Entonces Cristo dice, en esencia, “Quiero que todos en mi iglesia sepan que
vine a escudriñar su hombre interior. Y lo hago con ojos de fuego y un trueno
que estremece el alma”
Cristo vio algo en su iglesia. Y el mando a Juan que escribiera sus palabras y
que se las mandara a los siete “ángeles” de las iglesias.
Esto se refiere a sus ministros, llamándolos las estrellas en sus manos (ver
1:16).
Él le esta diciendo a Juan, “Yo amo a estos siervos. Yo los llame y los ungí. Y
ahora tu debes darles mis palabras a ellos.
Como pastor, tengo que preguntarme: ¿Cómo se sentiría abrir tal carta de
Juan? “Al pastor de la iglesia en Nvo Mexicali: Así dice el Señor, acerca de tu
congregación...” Ahora imagínate lo que sintieron esos siete ministros.
Y a través de los años, no han cesado de hacer buenas obras. Este pastor se
maravilla por lo que lee. Él piensa, “El Señor se agrada con nosotros. Es una
carta de aprobación.”
Pero al leer mas adelante, llega a unas palabras cortantes: “Pero tengo contra ti
que has dejado tu primer amor.” (2:4).
Jesús advierte al pastor, “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, arrepiéntete
y haz las primeras obras, pues si no te arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré
tu candelabro de su lugar.” (2:5).
Ahora, ¿debemos volver a ser como fuimos al principio? ¿Qué significa esto?
¿Cómo puede Jesús estar diciendo esto? ¿Cómo podré leerle esta carta a mi
congregación?”
Ten presente, estas palabras son dirigidas a una congregación santa. Así, que
esto fue un asunto muy serio a los ojos del Señor.
¿Por cual otra razón le hablaría tan fuerte a tal brillante ejemplo de iglesia?
Él le esta diciendo al pastor, “Tu primer amor por mi no es lo que fue. Has
abandonado tu comunión conmigo. Ahora, arrepiéntete.”
Jesús aclara: todo tiene que ver con mi presencia. Si, los efesios habían
trabajado diligentemente haciendo buenas obras. Pero ya no tenían intimidad
con el Señor.
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En el próximo capitulo, Cristo resume su mensaje a los siete pastores y sus
congregaciones.
Y sus palabras dicen: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y
abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo.” (3:20).
No pasaban un solo día sin pasar tiempo a solas con él. Pero ahora las cosas
son diferentes. Todo lo que le dan es un saludo rápido camino a alguna obra.
En un tiempo, ellos se amaban y tenían cuidado uno del otro. Pero ahora se
aprovechaban uno de los otros también.
Lo mismo puede sucederle a los cristianos. Ministros y laicos por igual ven
tanto dolor y pecado en la gente a quienes ministran, que llegan a endurecerse.
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Eso es lo que Jesús estaba diciéndole a este pastor en Éfeso: “Una vez fuiste
tan tierno con los demás. Tenías tal amor por la gente y los escuchabas. Pero
ahora vuelves oídos sordos. Te sientas con ellos, pero te has endurecido a sus
clamores. Estas haciendo ministerio como sobre una cinta de correr, sin vida.
Aquí esta Dios como diciendo “No tengo otra opción que quitar mi presencia
de ti.”
Otro efecto secundario serio que toma lugar. Esto es, personas espiritualmente
hambrientas no se quedan donde la presencia de Jesús no es evidente.
Todo lo que cenan es liviano. Al pasar el tiempo, entra una frialdad. Pronto,
han abandonado la iglesia de un todo. Abandonan la asamblea de los
hermanos, sobre lo cual advierte Hebreos (ver Hebreos 10:25). Y se ponen
totalmente indiferentes a Cristo y su presencia.
Algunos estudiosos de la Biblia creen que estas iglesias representan siete eras
en la historia de la iglesia.
El Señor tenia una controversia con cinco de las siete iglesias en este pasaje.
Quiero enfocar solo tres: Éfeso, Tiatira y Laodicea.
Ya hemos visto que el problema en Éfeso era su falta de intimidad con Cristo.
Imagínate la reacción del pastor cuando leyó estas palabras: “Escribe al ángel
de la iglesia en Tiatira: »"El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de
fuego...” (Ap. 2:18).
Jesús miraba esta iglesia a través de ojos llameantes con ira santa.
Pero la carta sigue con una aprobación: “Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe,
y tu servicio, tu perseverancia y que tus obras postreras son superiores a las
primeras.” (2:19).
Una vez mas, Cristo esta diciendo: “Conozco tus obras. Tu amor, fe, servicio
y perseverancia son mayores ahora que cuando comenzaste.” Mejor de todo,
el Señor les dice: “Sé que me amas.” El no los reprende por perder intimidad
con él.
Pero entonces leemos estas penetrantes palabras: “Pero tengo contra ti que
toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis
siervos para fornicar y para comer cosas sacrificadas a los ídolos. (2:20).
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Exactamente, ¿quién es esta Jezabel mencionada aquí?
Que imagen tan perpleja nos ofrecen. Aquí tenemos a un pueblo que ama al
Señor, hombres y mujeres devotos a Dios.
Ellos han perseverado, han dado fielmente y aman a Jesús. ¿Cómo puede ser
que estos creyentes sean atraídos a falsos profetas?
¿Cómo pueden ser seducidos por ministros malvados que Dios desprecia?
Esto te puede sorprender, pero yo veo esto mismo sucediendo por toda la
tierra. Lobos que salen a pelar al rebaño ahora hablan en iglesias que una vez
fueron conocidas por su mensaje de santidad.
Pero este mismo hombre tolera ministros de pecado abominable, pastores que
emocionan la carne y sirven la lujuria del pueblo.
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Bien profundo en el corazón de este pastor, él sabe que su evangelio no es
puro.
Pero él no quiere detener que la gente llegue ala Iglesia ¿por que?
Pero te niegas a avisarles. Te llame para que seas pastor sobre mis ovejas, pero
no los estas protegiendo. ¿Por qué toleras esta maldad? ¿Por qué no levantas
tu voz?”
Eso puede sonarte como un asunto de control, pero es lo que Dios manda.
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Sin embargo, la falta de discernimiento en multitudes que se mantienen en sus
evangelios falsos me sorprende.
Jesús habla de tales santos bien cimentados, quienes ven a través de los
motivos de predicadores manejados por la carne:
Él esta diciendo: “Ellos arrastran las almas a las mismas profundidades del
infierno.”
Si, estos ministros predican a Cristo, pero no al Cristo de gloria. Si, ellos
predican la palabra, pero no es la Palabra de Cristo. Es un evangelio
manchado con las doctrinas de Satanás.
El Señor dice de tales pastores malos, “Yo le he dado tiempo (Jezabel) para
que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.” (2:21).
Él esta diciendo, en esencia, “He sido paciente con estos falsos profetas y
evangelistas. Les he dado advertencia tras advertencia. Tuvieron suficiente
tiempo para volverse de su maldad. Pero se negaron.”
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Él esta incluyendo a todo aquel que les escucha y les apoya. Todos terminan
juntos en una condición horrible de enfermedad y muerte espiritual.
En otras palabras: “Corres detrás de todos estos ministros falsos. Pero ellos
solo te usan. Hacen mercancía de ti, dejándote espiritualmente herido y
muerto.”
En vez de eso, este pastor lee: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni
caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni
caliente, te vomitaré de mi boca.” (Ap. 3:15-16).
Mi pregunta es: ¿Cómo puede toda una iglesia caer en la misma condición
peligrosa? ¿Cómo puede ser que todos estén tan espiritualmente ciegos que
todos se ponen tibios?
¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo es posible que alguien este miserable, pobre,
ciego y desnudo, y aun no lo sepa?
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Sucedió porque esta gente estaba cegada por una horrible mentira.
Y esa mentira era, “Yo estoy bien. Estoy donde debo estar espiritualmente. No
he cambiado. Aun soy el mismo cristiano dedicado. Soy un creyente justo y
ardiente.” Jesús dice que ellos declaraban de si mismos: “Tú dices: Yo soy
rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad.” (3:17).
Eso esta bien para los negocios; pero esta mentalidad ha infiltrado la iglesia.
En EE.UU y nosotros como sus vecinos somos testigos de un “Cristianismo
capitalista.”
El juicio de Jesús a los laodicenses se aplica a muchas iglesias hoy: “No te das
cuenta lo que te ha pasado. Tu ceguera te ha hecho tibio; y ni siquiera lo ves.
Aun crees que esta ardiendo por mí.”
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En Éfeso, el pecado de la iglesia fue una pérdida de intimidad con Jesús. En
Tiatira, fue pérdida de discernimiento y flirteo con la fornicación espiritual.
Ahora, en Laodicea, vemos el peor de todos los pecados: una perdida de toda
necesidad por Cristo.
Ves, Dios reserva sus recursos para aquellos que confían en él, quienes
dependen de el en su necesidad. ¿Cuáles son sus recursos?
¿Dónde esta el celo que una vez tuvieron? Estos creyentes una vez estuvieron
ansiosos por llegar a la iglesia, estuvieron absortos en la Palabra de Dios,
dispuestos a poner su corazón desnudo ante la luz escudriñadora del Espíritu.
Pero ahora creen que han sobrepasado todo eso. Así que han restringido su
cristiandad a los domingos por la mañana.
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Pero es una religión de tibieza.
Jesús amaba tanto a este pastor laodicense y su congregación, que les dejo
saber que iba a traer medidas drásticas.
Él les dijo que crearía en ellos una necesidad por sus recursos: “Yo reprendo y
castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.” (3:19).
Amados, Cristo nos esta diciendo las mismas palabras hoy. Él nos esta
diciendo como les dijo a los laodicenses: “Esto es acerca de que cenes
conmigo.
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