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Introducción

A través de la historia los gobiernos han estado entonces para proteger la propiedad
privada del acecho de los pobres. Los individuos con poder económico, siguiendo sus
propios intereses, han influido sobre la sociedad para fomentar la creación de
instituciones que preserven el orden social y refuercen los patrones existentes de
distribución de riqueza. En consecuencia, para Milton Friedman, la inequidad es el
resultado de un convenio social entre los propietarios privados y los líderes políticos en
donde se legitiman los intereses de los primeros. Más aún, en una sociedad mercantil,
tal acuerdo fundamental, en donde lo político se supedita a lo económico, es el que
determina el proceso de acumulación de capital y la manera en que el excedente social
será repartido.

Hasta aquí, la pobreza es el resultado de un proceso histórico-económico con profundas


repercusiones políticas y sociales. La inquietud permanente de Smith por encontrar
siempre la causa última de las cosas lo llevó a preguntarse acerca de la persistencia de la
desigualdad y, por ende, de la pobreza. Para ello, acude a argumentos morales y
psicológicos en donde el tema del orden social surge: si la inequidad está asociada con
la propiedad de la riqueza, los poseedores de dicha riqueza promoverán un orden social
que los favorezca, aun en detrimento de otras clases. Pero, ¿cómo es posible garantizar
la estabilidad social en un entorno de desigualdad?

El año 1890 marcó un momento crucial en la historia del desarrollo económico y


político de la Argentina moderna. Después de diez años de crecimiento continuo,
puesto en marcha a partir del gran acuerdo nacional de 1880 que condujo a la
federalización de la ciudad de Buenos Aires y otorgó la presidencia de la República al
general Roca,1una de las crisis financieras internacionales más agudas detuvo de
manera dramática este proceso. Queremos proponer en este trabajo una interpretación
de las vicisitudes y transformaciones que precedieron y acompañaron esa crisis,
utilizando principalmente dos instrumentos analíticos: el presupuesto público y el
sistema fiscal.

La mayoría de los estudios existentes sobre las finanzas públicas en Argentina y otros
países americanos y europeos consideran el examen del presupuesto como una
problemática de naturaleza simplemente fi nanciera.2Marcello Carmagnani en su
estudio reciente sobre la economía pública en México ha mostrado por primera vez los
límites de esta perspectiva: en realidad el problema de la hacienda pública no sólo
asume importantes connotaciones económicas y financieras, sino tiene también
implicaciones y peculiaridades políticas y sociales de enorme relevancia. Tales
peculiaridades resultan sumamente importantes para el análisis histórico de las
transformaciones ocurridas en la segunda mitad del siglo pasado como consecuencia
de la afirmación de los principios del liberalismo y la articulación -tanto en Europa
como en América- de los nuevos Estados liberales.3
Según el punto de vista ortodoxo, la pobreza se define como la incapacidad de alcanzar
un nivel mínimo de existencia, asumiendo que la principal forma en que las personas
obtienen sus medios de subsistencia en el capitalismo es vendiendo su fuerza de
trabajo. Si se aumentaran los salarios, el resultado sería más pobreza debido a un
aumento del desempleo. Los salarios más bajos provocan un mayor nivel de empleo y
los salarios más altos provocan niveles más altos de desempleo. Con base en el
materialismo histórico, rechazamos las ideas mencionadas anteriormente y afirmamos
que la pobreza es inherente al capitalismo, y que se necesita un nivel de vida más bajo y
salarios más bajos en el capitalismo para su perpetuación.

Al contrario, la crisis de 1890 determinó el regreso a un presupuesto público con


marcadas características estatistas, que se volvió más rígido como consecuencia del
monto creciente y sin control de los gastos corrientes. Este regreso dejó sin resolver la
situación de inestabilidad política y prolongó al mismo tiempo la crisis financiera del
Estado. Los métodos represivos adoptados no resolvieron la situación de
inestabilidad interna, que registró la protesta constante de sectores cada vez más
amplios de la sociedad civil y obligó a las administraciones sucesivas a sostener los
costos de una movilización casi constante de las fuerzas armadas. Sólo al comienzo
del siglo xx, después de constatar la imposibilidad de proseguir en el camino de las
acciones coercitivas sin comprometer de manera sería el proceso de desarrollo
nacional, el sector más progresista de la oligarquía liberal logró prevalecer en el
Congreso y poner en marcha las reformas necesarias a la composición de un nuevo
acuerdo político nacional. Entonces, la crisis de los noventa, al poner de manifiesto las
carencias del régimen que se había articulado a partir de 1880 y sus límites
integrativos, empujó a las clases dominantes a realizar, aunque tardíamente, un
avance ulterior en el proceso de modernización de la Argentina.

Desarrollo
Argumentación A favor de Milton Friedman:

Huerta de soto:
La mayor parte de las consideraciones sobre justicia distributiva que hasta ahora se han
mantenido con carácter mayoritario y que han constituido el “fundamento ético” de
importantes movimientos políticos y sociales (de naturaleza “socialista” o
“socialdemócrata”) tienen su origen o fundamento en una errónea concepción estática
de la economía. En efecto, el paradigma de la teoría económica hasta ahora dominante
se basaba, en mayor o menor medida, en considerar que la información es algo objetivo
y se encuentra dada (bien en términos ciertos o probabilísticos), por lo que se
consideraba posible efectuar análisis de coste-beneficio sobre la misma.
En la medida en que la coacción del Estado impida la acción humana de tipo
empresarial, se limitará su capacidad creativa y no se descubrirá ni surgirá la
información o conocimiento que es necesario para coordinar la sociedad.
De manera que la coacción del Estado o la intervención de éste, a través de los
mecanismos propios del denominado Estado del Bienestar neutraliza y, en gran medida,
imposibilita el ejercicio de la búsqueda empresarial de situaciones perentorias de
necesidad humana y de ayuda a los prójimos (y “lejanos”) que se encuentren en
dificultades, ahogando los naturales anhelos de solidaridad y colaboración voluntarias
que tanta importancia tienen para la mayoría de los seres humanos.

Friedrich Hayek:

Tres serían las razones principales: (a) la concepción del estado de derecho de Hayek es
la principal fuente teórica de las transformaciones del estado de derecho en relación con
la estrategia de la globalización, como se mostrará en este artículo; (b) su crítica al
estado de bienestar ha sido la principal ideología para su destrucción; (c) su concepción
de la democracia y su” utopía política” han proporcionado la matriz del proyecto
político de la globalización.

La aplicación del modelo económico neoliberal no ha sido uniforme. Su aplicación


irrestricta sólo ha sido posible en América Latina, África, la mayor parte de los países
Europa del este y, parcialmente, en Asia. Esta fue posible por las presiones de los
organismos internacionales –potenciadas por los problemas del pago de la deuda
externa–, y la docilidad de las elites políticas de estas sociedades periféricas. Sería
absurdo atribuir el crecimiento económico de Japón, de China, de India y del Sudeste
asiático al modelo neoliberal; incluso dicho crecimiento no debía haberse producido, de
acuerdo a la teoría económica neoliberal.

Dice Joseph Stiglitz: “Por ejemplo, la privatización del seguro social no puede avanzar
políticamente dentro de Estados Unidos, sin embargo, ésta es una exigencia para países
como Argentina. También el caso de la liberalización comercial: a los países del tercer
mundo se les demanda que eliminen sus subsidios, mientras que en Estados Unidos,
Alemania y Francia los subsidios para el sector agrario y el acero se mantienen o se
incrementan. El fundamentalismo del mercado se promueve en el tercer mundo, el
mismo que jamás se intentaría en Estados Unidos y otros países desarrollados. Esto es
nada menos que una agenda política que se promueve”.

Murray Newton Rothbard 


Rothbard no aceptaba el programa económico colectivista o socialista de los anarquistas
clásicos porque, a su juicio, es irrealizable. De su maestro Mises aprendió que el
socialismo es imposible sin un sistema de precios. En su lugar, prefiere las ideas de Carl
Menger, Ludwig von Mises y, en general, de los integrantes de la Escuela austríaca de
economía que promueven un orden espontáneo y una economía con propiedad privada y
un sistema de precios: en fin, un sistema de libre mercado.

De los anarquistas, tomó distancia también de las ideas de Proudhon, que consideraba a
la propiedad un robo y, más bien, defiende fuertemente los derechos de propiedad. De
tal manera que, en teoría de Estado, Rothbard se alimentó de los anarquistas y en
economía fue discípulo de los austríacos.

Construyó una síntesis entre el anarquismo, quitándole el izquierdismo, el socialismo y


lo fundió con un capitalismo, pero de libre mercado, dando lugar al anarcocapitalismo.
El anarcocapitalismo es un anarquismo de libre mercado que promueve la abolición del
Estado y favorece la soberanía individual en un sistema de propiedad privada y
mercados libres.

Adam Smith

Para Smith, el punto más importante de la actividad económica era el interés individual.
Cuando todos tengan interés individual en alcanzar un mayor crecimiento y desarrollo,
mayor será el bienestar público. Con esta aseveración, Smith despegó las dudas acerca
del enriquecimiento por medio del mercantilismo, ya que hasta la edad media
enriquecerse era motivo de dudas y desconfianza, hechos estos sostenidos hasta en las
sagradas escrituras. Este concepto está considerado uno de los mayores aportes a la
ciencia económica y al desarrollo de muchos países. En una de sus pasajes más
elogiados, señala: "No hemos de esperar que nuestra comida provenga de la
benevolencia del carnicero, ni del cervecero, ni del panadero, sino de su propio interés.
No apelamos a su humanitarismo, sino a su amor propio." En La Riqueza de las
Naciones, Smith precisa que ni el oro ni la plata constituyen la riqueza de un país. Es "el
trabajo anual de cada nación la fuente original que le proporciona la satisfacción de las
necesidades y comodidades de la vida."

Ludwig von Mises

Su primera publicación reseñable fue La teoría del dinero y el crédito en 1912. En esta
obra, Mises, aplica la teoría de valor de Carl Menger al dinero y presenta una nueva
teoría de la coyuntura económica en la que las crisis eran provocadas por la distribución
inadecuada de los recursos debido a la inflación.
Con esta base, Mises logró demostrar que la cantidad de dinero en la economía no era
neutral y que su aumento tenía efectos redistributivos mediante la teoría regresiva del
dinero. Esta teoría enuncia que el dinero se demanda hoy por la experiencia histórica de
lo que ha venido pudiendo comprar últimamente. Mediante este mecanismo, el dinero
genera su propia demanda.

A partir de este punto, el vendedor se plantea ¿cuánto podrá comprar en el futuro y en


este escenario, aparece la inflación y aumento de valor de los bienes como mecanismo
redistributivo. Esta teoría lleva aparejada la costumbre de uso del dinero y la aceptación
de unas garantías que no son tales por parte del emisor. Situándonos históricamente, el

dinero siempre era emitido por los Estados y la quiebra del emisor, no aparejaba
consecuencias iniciales a los tenedores de dinero físico como tal, salvo la inflación.
Socialismo y la crisis de Venezuela nos demuestra que el socialismo no funciona:
La caída del producto interno Bruto en los últimos años ha sido muy fuerte, y se espera que
en el 2018 sea estrepitosa. Aunque no se ha erradicado completamente la empresa privada, no
hay duda que ese es el objetivo final de todas las políticas del Estado desde que llegó el
chavismo al poder. El programa de ajuste lanzado recientemente por Nicolás Maduro a partir
de la reconversión monetaria entrada en vigencia el 20 de agosto del 2018, implica más
control del Estado y persecución a la empresa privada

Venezuela es el país latinoamericano con menor grado de libertad, y en el ranking


ocupa el puesto 179, solamente detrás de Corea del norte. El contraste en cuanto a
calidad de vida entre Chile y Venezuela, por ejemplo, son evidentes. A mayor libertad
económica mejor es la tasa de crecimiento.
Ante el fracaso del socialismo del siglo XXI en América Latina, siempre son culpados
otros, como plantean Axel Kaiser y Gloria Álvarez al explicar la trampa del populismo
en Latinoamérica:
“Esta obsesión por culpar a otros sigue estando tan viva como nunca y es una
característica decisiva de los movimientos populistas que han llevado a la ruina a países
de América Latina”
En el caso de Venezuela son culpables la guerra económica, el imperialismo, la
burguesía interna, entre otros, para ocultar las fallas del modelo político. El problema de
fondo es la aplicación de ese modelo socialista que en sus diferentes matices siempre
busca eliminar el mercado y eso provoca ruina a las Naciones. Pero el socialismo busca
mantener nuevos mecanismos de control.
Argumentación en contra de Milton Friedman:

Friedrich Engels:
El pensamiento económico de Friedrich Engels haya su fundamento en las ideas
desarrolladas a la par con karl Marx, definidas como socialismo, marxismo y
materialismo histórico. Tanto Engels como Marx creían en el fin de la burguesía por
medio de una revolución obrera que pondría fin al sistema capitalista como orden de
explotación y presión.
Las ideas de Friedrich Engels fueron ampliamente críticas del sistema de pensamiento
liberal que ya se empezaba a ordenar como «ciencia» para explicar los distintos
fenómenos y eventos de la economía.
El marxismo propugnado por Engels preveía el triunfo del capitalismo en todas las
sociedades, de modo que este suscitará la existencia de las clases sociales destinadas a
enfrentarse y a crear la síntesis propia: la revolución del proletariado.
proposiciones de planificación y desarrollo revolucionario como alternativa al sistema
de libre mercado han fracasado en gran medida en la práctica sobre todo en las naciones
que llevaron a cabo el experimento del socialismo real, las naciones del bloque soviético
y sus países satélites internacionales.

Karl Marx
El propósito de Marx era demostrar el carácter histórico de la sociedad capitalista y
entenderla como modo de producción. Antes existieron otros tipos de sociedad y, por
tanto, era factible que después existiera una nueva, a la que llamó comunismo. En París,
cuando dirigía los Anales Franco-alemanes, el joven Marx lo expresó así:
Ya en esa época, 1844, planteó la posibilidad de otra sociedad distinta a la capitalista.
Había roto con sus antiguos compañeros, los hegelianos de izquierda, y concluido que la
crítica social no se debía centrar en la religión ni en la filosofía sino en la economía y,
en particular, en la propiedad privada, su esencia. Su propuesta de superar la propiedad
privada significaba cambiar la sociedad en su aspecto esencial. La sociedad capitalista
desnaturaliza al ser humano, al menos a una parte: los obreros, porque los aliena. La
eliminación de la propiedad privada implicaría el regreso del hombre a su condición de
ser social, su verdadera esencia. La superación del capitalismo lo devolvería a su
condición de ser natural y social.
Los socialistas cuando se instauró el socialismo decían que no podían hacer cálculo
económico, no podían determinar los precios y por eso se sabía que iban a fallar.
Propiedad privada y mercados libres, sin interferencia del estado es lo más acertado”,
explicó. Añadió que es vital para que en un proceso donde no interfiere el Estado “se
puedan hacer intercambios voluntarios, entrega de bienes a cambio de dinero, que no
necesariamente es el billete”

El capitalismo y crecimiento económico de países nórdicos contradicen al máximo:


El Reporte 2020 del World Economic Forum sobre el Índice de Movilidad Social
muestra en los cuatro primeros lugares a: Dinamarca; Noruega; Finlandia; y Suecia.
¿Qué nos dice este índice? El caso de una persona que nace en una familia pobre en
Dinamarca y le llevaría dos generaciones alcanzar el ingreso medio, o tres en Suecia,
Finlandia y Noruega. Mientras que en Francia necesitaría seis generaciones, o nueve si
nació en Brasil o Sudáfrica. El índice contempla la atención sanitaria, la educación, el
acceso a la tecnología, oportunidades de empleo, etc.

En realidad, los cuatro países mencionados se encuentran entre los primeros 26 países


en el ranking del Índice de Libertad Económica como puede observarse en el cuadro.

Dinamarca está en el puesto 14, Suecia en el 19, Finlandia en el 20 y Noruega en el 26.


Es decir, lejos de ser economías socialistas o con fuerte intervención del Estado, son
abiertas, con baja cantidad de regulaciones, particularmente en el mercado laboral;
derechos de propiedad bien afianzados, etc. Es decir, son países donde funciona la
economía de mercado.

Es más, Suecia, Dinamarca y Finlandia acaban de oponerse a fijar un salario mínimo


para toda la Unión Europea porque ellos no lo necesitan, tienen negociaciones por
sectores.
Y de los países seleccionados, Francia es el que tiene la mayor relación gasto
público/PBI. No se observa una diferencia abismal en cuanto a gasto público, si bien en
todos los casos son altos.

Pero lo que pocos conocen es que los países escandinavos bajaron en forma notable su
gasto público/PBI. Por ejemplo, Suecia que llegó a tener una relación gasto público/PBI
del 70,5% en 1993 lo bajó a niveles del 50% actualmente. Son 20 puntos menos de
gasto público respecto al PBI. Pocos conocen que los países escandinavos bajaron en
forma notable su gasto público PBI

Finlandia llegó a tener una relación gasto público/PBI del 64% y ahora lo mantiene en
el orden del 53% del PBI. 10 puntos menos de gasto público/PBI. Noruega lo redujo del
56% al 49% y Dinamarca también del 56% al 49 por ciento

Conclusiones:
El capitalismo es un sistema económico que resulta de valores consumistas y que, al
mismo tiempo, los alienta. Nada más falso y nada más errado. Principalmente para mi
hay 2 valores: el ahorro y el trabajo. El ahorro es el valor principal del capitalismo y sin
el cual este no podría existir en las dimensiones actuales. Consiste en diferir el consumo
de bienes presentes para poder disponer de consumos futuros, bien porque podamos
prever que van a escasear en el futuro, bien para obtener algún tipo de lucro de tal
abstención. Sin ahorro previo no pueden ser financiados bienes de capital y, por tanto,
no se podría haber incrementado el nivel de vida hasta los estándares actuales. El ahorro
es una virtud que precisa de disciplina interior en el sentido de ser capaces de doblegar
nuestros impulsos de disfrutar placeres presentes. La virtud del ahorro requiere de
previsión y cálculo hacia el futuro y, si bien se encuentra en mayor o menor medida en
todos los seres humanos, necesita ser educada si se quiere conseguir una sociedad
capitalista y, por tanto, disfrutar de buenos niveles de vida en todos los aspectos, esto es,
en un nivel de consumo aceptable o en el disfrute de bienes tales como servicios de
salud o educación. La educación de esta virtud requiere, sobre todo, configurar una
cierta perspectiva respecto del tiempo, esto es, valorar más el futuro y menos el
presente. Las sociedades capitalistas nacen entre poblaciones con una preferencia
temporal muy baja, como ocurrió en la época victoriana en Inglaterra. Era una sociedad
puritana y frugal que valoraba muy poco los placeres presentes y pensaba a largo plazo,
en el porvenir. Fue una combinación de valores religiosos, sociales y económicos que
confluyeron en una de las sociedades más frugales que vieron los tiempos.

El “lo quiero aquí y ahora” parece ser el signo de los tiempos. Consumimos muchos de
nuestros bienes a crédito, sin pasar por el sacrificio previo de privarse de bienes de
consumo, incluso llegando al extremo de consumir bienes de ocio o bienes de consumo
inmediato (viajes, banquetes) pidiendo préstamos que, a su vez, influirán en nuestra
capacidad futura de ahorro. Pero esta capacidad de consumo actual está muy influida
por nuestra capacidad de ahorro. De no ser capaces de mantenerla irá poco a poco
disminuyendo hasta que nuestro actual nivel de vida se haga insostenible. La educación
en el ahorro o en el cambio de nuestra preferencia temporal no debe ser, sin embargo,
obligatoria. Cada persona tiene derecho a mantener el estilo de vida que le apetezca,
pues esta es una cuestión moral en la que la economía o la política no tienen nada que
decir. Pero es importante saber cuáles son las consecuencias de nuestras acciones.

Puesto que, de seguir pautas de vida o consumo insostenibles económicamente, no


tendremos derecho a quejarnos si al cabo de unos años nuestro nivel de vida decae y ya
no podemos disfrutar de bienes y servicios, muchos de ellos básicos en el nivel de vida
al que estamos acostumbrados.
Bibliografía

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