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Problema ético: La Eugenesia

El problema de la eugenesia, ha traído consigo gran divergencia en distintos ámbitos sociales,


políticos, eclesiales, científicos e incluso personales sobre la aplicación o no de dicha
problemática. Es por ello, que a continuación, se hace un análisis sobre la problemática de la
Eugenesia, mostrando las posturas a favor y en contra de dicha problemática.
La reflexión pretende mostrar también lo que conlleva el hecho de aplicar la eugenesia, cómo ha
sido entendida y desarrollada a nivel científico, y cómo ha sido interpelada por aquellos que se
oponen fuertemente.

Qué es la Eugenesia

La palabra Eugenesia, proviene del “gr. εὖ, bien, y –génesis”.[1] La etimología del término
eugenesia hace referencia al “buen nacimiento”. Se trata de la disciplina que busca aplicar las leyes
biológicas de la herencia para perfeccionar la especie humana. La eugenesia supone una
intervención en los rasgos hereditarios para ayudar al nacimiento de personas más sanas y con
mayor inteligencia.

Historia de la Eugenesia

En la formación o creación de las nuevas sociedades nacionales, en la segunda mitad del siglo XIX
se comienza a ocupar la concepción de eugenesia donde, la mejor definición de esa época es la de
un médico brasileiro en 1912, en una conferencia sobre la eugenesia que se había realizado en
Londres, en donde definía eugenesia como: “ciencia que estudia los medios para perfeccionar la
raza humana, a través de la mejora del vigor y la salud de la prole”.[2]
A través de ello, la eugenesia supo gozar de prestigio social y fue apoyada por
personalidades como Winston Churchill y Alexander Graham Bell. Sin embargo, a partir de su
vinculación con las políticas raciales impulsadas por el régimen nazi en Alemania, esta disciplina
comenzó a ser condenada. Debido a que los nazis incluyeron en su retórica el concepto de “vida
indigna de ser vivida” para impulsar la eugenesia en los grupos sociales que consideraban
“desviados” (discapacitados físicos y mentales, homosexuales) y “conflictivos” (judíos, gitanos,
comunistas). El argumento llevó a que los científicos alemanes realizaran experimentos genéticos
con los seres humanos.[3]
Así, pues, por eugenesia se entiende cualquier procedimiento destinado al control
genético-hereditario de una especie. El eugenismo es la corriente ideológica que propugna la
eugenesia para mejorar la especie humana. En el caso de la especie humana la eugenesia trata de
controlar tanto las características humanas físicas como las mentales, en la medida en que al ser
hereditarias puede tenerse un control sobre ellas. En la eugenesia tradicional se distinguía entre
“eugenesia negativa”, consistente en impedir la reproducción de individuos con características
indeseables, y la “positiva”, consistente en estimular la reproducción entre aquellos que tienen
características consideradas positivas. Ya desde antiguo se hallan ideas y medidas de tipo
eugenésico, tanto de signo negativo (como la eliminación de los niños débiles en Esparta), como
positivo (el emparejamiento de individuos bien dotados que se recomienda en la República de
Platón). Pero fue, sobre todo, por influencia de la teoría darwinista de la evolución que surgió el
movimiento eugenésico moderno, muy influenciado por el darwinismo social. “Aunque hay un
cierto precedente en Condorcet, fue Francis Galton (La herencia del genio, 1869) quién acuñó el
término y puede considerarse como el iniciador de esta tendencia. Realizó investigaciones sobre
la herencia de la inteligencia humana y llevó a cabo una campaña en favor de una reproducción
eugenésica. A comienzos del siglo XX aparecieron varios movimientos eugenistas y se crearon
centros de estudios eugenésicos en Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, y otros países, que
condujeron a la promulgación de leyes eugenésicas: esterilización de ciertos enfermos, supresión
de matrimonios entre razas distintas, control de la inmigración, control de matrimonios”.[4]
Como ya se expresó más arriba, fue en la Alemania nazi donde se cometieron las
atrocidades más grandes en nombre de la eugenesia, ya que se convirtió en la más bárbara de las
concepciones racistas. En estos casos, además de la barbarie moral que suponía la aplicación de
estas legislaciones, carecían de auténtica base científica, pues dichas legislaciones eugenésicas,
además de basarse en el ambiguo concepto de raza, no tomaban en consideración que en muchos
casos la mejora de las características genéticas se obtiene justamente por mestizaje.
Con los desarrollos de la moderna genética molecular y con el desciframiento de partes
importantes del genoma humano, aparece la posibilidad de un control eugenésico nuevo basado
en la manipulación genética directa. También en este caso puede hablarse de una eugenesia
negativa (eliminación de genes dañinos o no deseables), y de una eugenesia positiva (fomento del
desarrollo de determinados genes que pueden ser seleccionados o implantados), sin necesidad de
establecer legislaciones relativas al apareamiento humano.
Todo ello suscita numerosos problemas que han engendrado una nueva rama de la ética
conocida como bioética. En el caso de la eugenesia el problema moral fundamental se deriva del
criterio de selección: ¿qué o quién decide qué caracteres son los buenos o los malos?, ¿en nombre
de qué? Todo ello conduce a nuevos planteamientos y a nuevos interrogantes, pero, también, al
peligro, denunciado por muchos filósofos (como Foucault, o Deleuze, por ejemplo), de medicalizar
la vida, es decir, de sustituir la antigua función del chamán, del brujo, del sacerdote o del dictador,
por la dictadura médica.

Cómo se relaciona con la bioética

Tal parece que cuando hablamos de eugenesia, viene a la mente dos posturas por las cuales la
sociedad se orienta, ya sea a favor (podemos señalar a la ciencia o aquellos médicos que velan
únicamente su campo o que no valoran a la persona desde el ser) o en contra (podemos hacer
mención aquí a aquellos que valoran la persona humana desde el valor ontológico, e incluso la
misma Iglesia).
Los defensores de la eugenesia aseguran que esta práctica alivia el sufrimiento (al evitar
que nazcan personas con malformaciones o graves enfermedades, por ejemplo) y permite que la
sociedad ahorre recursos. Sus detractores, en cambio, consideran que la eugenesia es contraria a
la ética y creen que la manipulación de estas leyes biológicas es inmoral.
Sin embargo, el problema fundamental de la eugenesia, va mucho más allá, debido a que
trae consigo una seria de características inmorales, a saber: la selección artificial, el diagnóstico
prenatal, la ingeniería genética y el control de natalidad. Así como también, la justificación para
practicar la discriminación, obligar la esterilización de grupos sociales y hasta exterminar a las
razas o etnias consideradas como inferiores.
Ahora bien, el eugenismo en el que se confunde el deseo del hijo con el derecho al hijo
sano trae consigo la titánica ilusión de poder eliminar todo dolor y sufrimiento del hombre, es
decir, un eugenismo que intenta hacer que parezca normal, habitual, y se dé casi por descontada
toda problemática de salud que pueda presentar la persona humana al momento de nacer.
La eugenesia que busca suprimir los defectos genéticos, que impide la transmisión de
defectos genéticos y continuar con la reproducción de seres humanos inferiores (eugenesia
negativa), o que trata de reproducir caracteres deseables y producir gente de alta calidad (eugenesia
positiva), tiene un problema de fondo, ¿cuál es el problema? Podemos afirmar que es su
comprensión del valor de la vida humana, ya que desde el momento en el que se intenta
contrarrestar los límites de lo humano y se promueve una utopía sanitaria del ser humano, se quita
toda libertad en el hombre, así como la pérdida total del constitutivo ontológico de toda persona
humano y más aún, podemos decir que se cae en un mero materialismo o cosificación de la
persona.
En otras palabras, con la selección genética pre-implantación el inicio de la vida, ésta se
transforma, perdiendo consigo todo valor ontológico, antropológico y ético de la persona.
Cabe señalar que, con el método eugenésico, la vida humana en estadio embrional viene a
ser vista como un mero producto que puede ser manipulado y objetivado, trayendo consigo la
consecuencia de la perdida de la dignidad de la persona, ya que el ser en potencia se presta para
hundirse en el reino de las cosas que se pueden elegir y manipular. A pesar de ello, tal parece que
las causas continuamente adoptadas por la eugenesia parecen nobles, ya que con ello se impide la
propagación de enfermedades como la fibrosis quística, tratar la talasemia, salvar millones de vidas
utilizando los embriones “descartados” para la investigación del Alzheimer o del Parkinson,
etc. Sin embargo, me parece válida e imprescindible preguntarse la siguiente cuestión hecha por
la doctora Navarini[5]: “¿El sacrificio de minúsculas vidas humanas inocentes, llamadas
forzadamente a la existencia para después ser no menos forzadamente eliminadas podrá ser jamás
el justo precio que hay que pagar para obtener tales beneficios?”.[6]
Así, pues, la problemática de la concepción humana en el ámbito eugenésico, rebasa el
sentido ético, antropológico y ontológico, debido a que la selección de los embriones parece la
mejor decisión ante la presencia de un ser con distintas capacidades o con problemas físicos. No
obstante, la decisión positiva que propone la eugenesia, es una deformación de lo que realmente
es la vida humana, ya que al momento de estar a favor y llevar a cabo el método de la eugenesia,
es porque no existe una justa y coherente concepción de la dignidad humana. Por tanto, decir hoy
que el embrión no es uno de nosotros (y mucho menos el pre-embrión, o el pre-zigoto) equivale a
deshacerse -en nombre del progreso científico-, del desarrollo embrional, ya que en esta etapa el
feto como ser en potencia aún no está constituido y realizado completamente, es decir, no es una
vida humana.
Por tanto, hemos de super los límites de la ciencia y enfocar nuestra postura a un campo
filosófico, ontológico, antropológico y ético, ya que desde esta postura podremos responder a la
cuestión de si una vida humana puede ser distinta de la vida personal.
Así también, hemos de comprender que lo que distingue el feto en cuanto ser de cualquier otro ser,
es su dignidad propia, ya que el ser es, es decir, es algo que subsiste por debajo de todos los
aspectos observables del hombre y que tiene que ver con la unión indisoluble de elemento material
(cuerpo) y elemento espiritual (alma). Asimismo, el hombre no únicamente es cuerpo, sino
también corporeidad, no es únicamente persona sino también personalidad, no únicamente tiene
obligaciones –en el sentido ético y moral- sino también tiene derechos; y su principal derecho, es
el derecho a vivir. Por lo tanto, tal y como señala la doctora Navarini: “tal vez empíricamente poco
intuitiva, pero lógicamente indisputable y filosóficamente necesaria, es que el zigoto y el embrión
tienen los mismos derechos que los demás hombres, así que no pueden ser seleccionados y matados
por ningún objetivo, justa causa, afecciones hereditarias o defectos genéticos”.[7]
Desde el punto de vista religioso también ha habido aportes y análisis referidos a la
eugenesia. Quizás el más conocido es la opinión del Papa Juan Pablo el cual considera, que hay
que reconocer la calidad esencial que caracteriza a toda criatura humana por el hecho de ser creada
a imagen y semejanza del mismo Creador. Este nivel de dignidad y calidad pertenece al orden
ontológico y forma parte constitutiva del ser humano, permanece en todo momento de la vida
desde el primer instante de su concepción hasta la muerte natural, y se actúa en plenitud en la
dimensión de la vida eterna. Por tanto, hay que reconocer y respetar al hombre en toda condición
de salud, de enfermedad o de discapacidad. A partir del reconocimiento de la vida y de la dignidad
peculiar de toda persona, la sociedad debe promover, en colaboración con la familia y los demás
organismos intermedios, las condiciones concretas para desarrollar armoniosamente la
personalidad de cada uno, según sus capacidades naturales. Todas las dimensiones de la persona
–la dimensión corporal, la psicológica, la espiritual y la moral – deben promoverse de manera
armoniosa. Esto supone la presencia de condiciones sociales y ambientales capaces de favorecer
un desarrollo armonioso. El contexto socio-ambiental, por tanto, caracteriza este segundo nivel de
calidad de la vida humana, que debe ser reconocido a todos los hombres, incluso a quienes viven
en los países en vía de desarrollo.[8]
Asimismo, la Iglesia a través del Catecismo de la Iglesia Católica precisa que “el cuerpo
del hombre es precisamente cuerpo humano porque está animado por el alma espiritual”.[9] Por
ello, si la ciencia, ha verificado que el zigoto y el embrión son cuerpos humanos, y el cuerpo
humano es tal porque está animado por un espíritu de naturaleza racional, el zigoto y el embrión
son igual que nosotros, es decir, es una persona.
Por tanto, me parece que todo aquello que la ciencia ha venido haciendo con la eugenesia
con el fin de modificar embriones genéticamente es degradar a la persona humana, ya que la
persona vale mucho más de lo que representa para unos cuantos. Y para no caer en la cosificación
de éste, siempre hay que velar y partir de lo ontológico, antropológico y ético, rescatando la
dignidad del ser tal y como se señala aquí:
[…]“las investigaciones o experimentos en el ser humano no pueden legitimar actos que en sí mismos, son contrarios
a la dignidad de las personas y a la ley moral. El eventual consentimiento de los sujetos no justifica tales actos. La
experimentación en el ser humano no es moralmente legítima si hace correr riegos desproporcionados o evitables a la
vida o a la integridad física o psíquica del sujeto. La experimentación en seres humanos no es conforme a la dignidad
de la persona si, por añadidura, se hace sin el consciente del sujeto o de quienes tienen derechos sobre él” […].[10]
Conclusión
La ciencia ha traído consigo muchos avances y progresos sociales y como tal ha servido para
solución de diversas enfermedades que se presentan en el ser humano, no obstante, en ocasiones
la ciencia ha llegado a tomar al hombre como objeto, ha faltado a la dignidad del hombre.

Fuentes consultadas:

• Andrew C. Varga, Bioética, principales problemas, Colombia-México, Paulinas, 1988, 356pp.

• Constitución Apostólica Fidei Depositum, Catecismo de la Iglesia Católica, Buenos Aires,


Lumen, 1992, 738pp.

• Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía, Barcelona, Herder, 1996.
Versión digital.
• Diccionario de la lengua española RAE,
en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=eugenesia, el 12 de marzo de
2012. Vigésima segunda edición.

• Samuel H. Mujica Muñoz, en http://historiasmm.blogspot.com/2009/07/secularizacion-y-


eugenesia-en-el-siglo.html, el 12 de marzo de 2012.

• http://definicion.de/eugenesia/, el 12 de marzo de 2012.

• En: http://www.corazones.org/diccionario/eugenesia.htm, el 14 de marzo de 2012.

• Alejandra Massone, en http://www.korion.com.ar/archivos/eugensia.pdf, el 14 de marzo de 2012.

[1] Diccionario de la lengua española RAE,


en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=eugenesia, el 12 de marzo de 2012.
Vigésima segunda edición.
[2] Samuel H. Mujica Muñoz, en http://historiasmm.blogspot.com/2009/07/secularizacion-y-eugenesia-en-el-
siglo.html, el 12 de marzo de 2012.
[3] Cfr. http://definicion.de/eugenesia/, el 12 de marzo de 2012.
[4] Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía, Barcelona, Herder, 1996. Versión digital.
[5] Dra. Claudia Navarini. (Profesora de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma).
[6] En: http://www.corazones.org/diccionario/eugenesia.htm, el 14 de marzo de 2012.
[7] Ibíd.
[8] Cfr. Alejandra Massone, en http://www.korion.com.ar/archivos/eugensia.pdf, el 14 de marzo de 2012.
[9] Constitución Apostólica Fidei Depositum, Catecismo de la Iglesia Católica, Buenos Aires, Lumen, 1992,
núm. 364.
[10] Ibídem, núm. 2295

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