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Hechos 3:1-6

3  Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.



Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del
templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el
templo.

Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le
diesen limosna.

Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.

Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.

Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

Antes que podamos entrar en la porción de la palabra de Dios, de la cual


hemos leído en esta noche, es importante que entendamos, porque pedro y
juan estaban tan entusiasmados, porque estaban tan motivados y tan
inspirados.

Que es lo que había sucedido en la vida de ellos para que ahora vengan con
esa alegría en su corazón. Y listos buscando por una oportunidad de poder ver
que la gloria de Dios se manifestara.

Y asi es como yo creo que vamos a salir en esta noche después de este
servicio. Usted va a salir de este lugar buscando una oportunidad y listo para
poder demostrar el poder de la gloria de Dios en la vida de alguien.

Y miramos que lo que sucedió en el capítulo anterior es lo que causo la


diferencia. En hechos capítulo 2 donde se establece la iglesia es prácticamente
el comienzo de la iglesia, y es mas es allí de donde nosotros agarramos lo que
nosotros creemos y hasta lo que nosotros profesamos con nuestros labios.

Cuando comienza diciendo “cuando llego el dia de pentecostés” NOSOTROS


SOMOS PENTECOSTALES DESDE LA CABEZA HASTA LOS PIES”
Y allí es donde nosotros nos identificamos con lo que sucedió el dia de
pentecostés, es mas nos llamamos pentecostales, somos pentecostales.

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