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DOROTEA o EL PODER DE LA PALABRA

Ana Isabel Bugarín ViIlar

Pocos personajes hay en El Quijote que impresionen tanto como Dorotea. Es una
mujer especial: decidida, fuerte, atrevida, activa, manipuladora, valiente, "la persona
más lista de todo el orbe quijotesco", sentenció Salvador de Madariaga; una mujer
que se hace notar por su "facilidad de palabra, tan sugestiva por su rapidez, como
por su propiedad, de una viveza excepcional de observación y comprensión, así
como de una inteligencia muy hecha a manejar ideas"¡.
Su personalidad y carisma se ven reflejados en sus discursos, cuyo estudio es el
objeto de esta comunicación. Para ello, se analizarán por separado los dos capítulos
que constituyen el grueso de las intervenciones discursivas de Dorotea. En cada uno
de ellos, manipula el lenguaje de forma estratégica con objetivos bien distintos: en el
primero, procura conseguir el favor de los oyentes y su comprensión y ayuda; en el
segundo. su propósito es convencer a don Fernando para que cumpla su juramento.
Me refiero a los capítulos XXVIII y XXXVI del Quijote de 1605.
La joven contesta a las peticiones del Cura para que hable y se desahogue con un

MADARIAGA. Salvador de. Guía del lector del "Quijote", Buenos Aires. Ed. Sudamericana.
1972, p.7I.

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extenso monólogo, en el que explica quién es y las circunstancias que la han llevado
a la extraña situación en la que se encuentra. El suyo es un informe autobiográfico
que responde al deseo de abrir el alma para poder liberarse de la angustia que la
oprime, y en el que manifiesta su mundo subjetivo.
Adopta Dorotea una actitud similar a la de la confesión. Otros críticos han seña-
lado también las semejanzas entre este monólogo y el sacramento de la penitencia.
Robert L. Hathaway, p.ej., mantiene que es exclusivamente al Cura a quien ella se
dirige, puesto que es del sacerdote de quien espera la ayuda necesaria para vencer a
don Fernando, dado que "by his office might be expected to be understanding, forgi-
ving and charitable,,2,
Esta confesión reúne las características de lo que en retórica se denomina discur-
so forense: está destinada a exponer unos hechos, insiste en los argumentos y busca
que la declaren inocente y culpable a don Fernando. Para conseguirlo, se unirán la
capacidad innata que posee Dorotea para utilizar el lenguaje como medio para con-
vencer y una formación general sólida, sobre todo literaria, que le sirve de ayuda en
el manejo de los términos adecuados. Y lo cierto es que Dorotea no carece ni de lu-
cidez ni de capacidad elocutiva.
Antes de su discurso, que constituye la parte central de este capítulo, nuestra pro-
tagonista acepta el ofrecimiento de ayuda del Cura con una breve reflexión, la cual
cumple una doble función: por un lado, busca atraer, mediante el conocido recurso
retórico de la captario benevolentiae, la simpatía de los oyentes y captar su atención
y, por otro, sirve de preámbulo a su alocución.
Tras una breve pausa. "con voz reposada y clara, comenzó la historia de su vida"
(XXVIII, 282l La narradora4 modula y prepara la voz, como los contadores de
cuentos antes de comenzar su relato. Este fluye linealmente, siguiendo el orden cro-
nológico de los acontecimientos, y compuesto sobre una argumentación ordenada,
que presenta los sucesos de manera detallada. Dorotea muestra en este informe so-
bre su vida no sólo su talento oratorio, sino también su capacidad de raciocinio cla-
ro, lógico y analítico.

2 HATHAWAY, Robert L., "Dorotea. or the Narrators Arts", en Cervantes Bu/!. CSA, XIII, 1,
1993. pp. 109-126; la cita en p. 112.
3 Todas las referencias al Quijote proceden de la edición de F. Sevilla Arroyo y A. Rey Hazas (Al-
calá de Henares. CEC, 1994). Entre paréntesis se indican el capítulo. en números romanos. y la
página. en arábigos.
4 La voz narrativa ha pasado a Dorotea. quien se convierte así en la narradora de gran parte del ca-
pítulo XXVIII.

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La historia está narrada en cuatro secuencias 5, separadas por intervenciones del
autor o por interrupciones de Cardenio. En cada una de estas secuencias se introduce
un nuevo tema. pero sin que se produzca una división tajante entre ellas. Otros críti-
cos, Joaquín Casalduero, p.ej., consideran que la partición se debe a otros motivos:
Empieza a contar su historia. La narra en cuatro partes, con tres incisos de alto va-
lor dramático, que se producen cada vez que pronuncia un nombre: Don Fernan-
do; Dorotea. su nombre; Luscinda. (... ) Cada interrupción le sirve a Cervantes
para incorporar el relato a los oyentes de una manera vital 6.
Como sabemos, aparecen en El Quijote, fundamentalmente, dos lipos de mujer
bien diferenciados por la posición social que ocupan, la cual condicionará su modo
de ver la vida y sus posibilidades de matrimonio. Dorotea se sitúa en un lugar privi-
legiado, como nos muestra en la primera secuencia de su relato, que consiste en la
localización social de los personajes. Sus padres son campesinos acomodados, vasa-
llos del padre de don Fernando, pero que, debido a sus riquezas, se van igualando
con aquellos que poseen sangre ilustre. Ceden a su hija la administración de la ha-
cienda: ella es quien maneja las cuentas, ella quien admite y despide a los criados y
ella la dueña de todo, también de su propio destino.
Dominan en esta secuencia las construcciones bimembres, bien adversativas (y
éstas son, en la mayoría de los casos. restrictivas), bien explicativas. en Jo que toca a
las estructuras oracionales; en otro tipo de sintagmas, abundan las construcciones
plurimembres. Dorotea se sirve de este tipo de composición oracional para enume-
rar, de fonna concreta, pero, al mismo tiempo, dilatada, la pluralidad de sus labores
cotidianas.
El núcleo narrativo de la segunda secuencia lo constituye el relato del cortejo al
que es sometida por parte de don Fernando. En esta y en la siguiente secuencia, Do-
rotea guardará el decoro que se exige en retórica, pues velará por la adecuación de
todos los elementos de la expresión y de la situación que relata de una manera equi-
librada. Es consciente de qué está narrando, para quién lo está haciendo y con qué
objetivo. Se observa, además, una gran claridad en las ideas y en el orden expositi-
va, lo que muestra lo reciente que está la traición que han cometido con ella y que,
probablemente, ha recordado y revivido mentalmente durante todo el período de
tiempo que ha transcurrido desde que ha sido abandonada. Creo, en contra de la opi-

5 Las llamaré "secuencias" porque no hay cortes entre las partes del relato. ni siquiera cuando Car-
denio interrumpe la narración al oír el nombre de la dama (XXVIII, 285). sino que ésta continúa
el relato como si nunca se hubiese detenido.
6 CASALDUERO. Joaquín, Sentido yforllla del "Quijole". Madrid, Ínsula, 1975. p.142.

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nión de otros autores , que ese continuo repasar su entrega al noble y el posterior
abandono por parte de éste le han dejado una huella muy profunda; esto hace que su
relato fluya continuo y coherente.
Surgen, con una perfecta trabazón lógica, de forma velada, ciertas causas y pro-
pósitos en frases que parecen querer decir; otras veces, pensamientos y móviles se
señalan sin ambigüedades. Es el "tino calculado con que Dorotea habla de sí mis-
ma", como dice Márquez Villanueva:
Lo dicho se vuelve tan importante como lo expresado sin necesidad de decir ( ... ).
[En] las páginas en que Dorotea hace su relato autobiográfico ( ... ), advertimos
pronto la presencia de multitud de claves que nos permiten identificarnos con la
más honda naturaleza del personaje. Unas veces es la misma Dorotea quien dice
sin decir, con perfecto cálculo. muchas cosas que la modestia y buenas aparien-
cias la obligan a callar 8
Los medios que usa Dorotea para convencer son los psicológicos y morales. Para
expresarlos. maneja adecuadamente los recursos que la retórica pone a su alcance.
Por ejemplo, la figura de la praeteritio. con la que, fingiendo querer ocultamos, en
realidad nos dice cómo don Fernando logró romper el encierro casi monástico en el
que se encontraba. Utiliza también en este fragmento el procedimiento enumerativo
combinado con la técnica del paréntesis, formado éste por las descripciones de las
"diligencias" privadas del noble, y que encierra los "trámites" públicos del cortejo.
Mas, (. .. ) quiero pasar en silencio las diligencias que don Fernando hizo para de-
clararme su voluntad. Sobornó toda la gente de mi casa, dio y ofreció dádivas y
mercedes a mis parientes. Los días eran todos de fiesta y regocijo en mi calle; las
noches no dejaban dormir a nadie las músicas. Los billetes que. sin saber cómo, a
mis manos venían. eran infinitos, llenos de enamoradas razones y ofrecimientos
(XXVIII, 283-4).
Dorotea opone en esta secuencia la lascivia de don Fernando a su propio recato.
Mediante esta contraposición, una vez más se sitúa como víctima:
Todos estos recatos míos ( ... ) debieron de ser causa de avivar más su lascivo ape-
tito, que este nombre quiero dar a la voluntad que me mostraba; la cual, si ella

7 S. de Madariaga, p.ej., quien dice:


Cuenta tan bien sus aventuras, con tal dominio del lenguaje y del argumento, que acaba por dar
la impresión de que sus desdichas no han podido herir muy hondo en su alma (op. cit.. p. 76).
8 MÁRQUEZ VILLANUEVA. Francisco, Personajes)' lemas del "Quijo/e". Madrid. Taurus.
1975. p. 25.

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fuera como debía. no la supiérades vosotros ahora, porque hubiera faltado ocasÍón
de decírosla. (XXVIII, 284)9.
En la última parte de esta cita, Dorotea ha expuesto, sutil pero elocuentemente,
cuál es la causa de su desdicha lO : el que una mujer de tan buena condición se en-
cuentre en esta situación sólo puede ser resultado de mal de amores, de un fracaso o
I
de una deshonra 1, Pero es. además. un nuevo intento de convencernos de su ino-
cencia y de la culpa del noble. Y se podría establecer aquí una subdivisión dentro de
la segunda secuencia.
Las dos secciones en que se divide esta secuencia, a las que llamaré movimientos,
están bien diferenciadas por sus contenidos y por los fines que la narradora busca
conseguir. En el primer movimiento. hemos visto cómo Dorotea procura justificarse
mediante el inventario de los medios empleados por don Fernando para cortejarla.
En el segundo movimiento, el que nos ocupa ahora, la joven se nos presenta
como un ser inocente, que se ha visto sorprendida por la repentina presencia de un
hombre en su dormitorio. Esta inocencia y pudor contrastan fuertemente, todo hay
que decirlo, con la mujer fueIte y decidida, capataz de la hacienda de sus padres, que
nos ha presentado antes.
Llegados a este punto, no le queda otra salida que mostrar cómo consiguió don
Fernando vencer al fin ese recato y esa compostura de los que tanto ha hecho gala
hasta ahora. La solución es una sola: dejar a don Fernando por mentiroso; el modo
de hacerlo es doble. Por un lado, no duda en declarar que el noble miente de forma
tan verdadera que "hacía el traidor que sus lágrimas acreditasen sus palabras y sus
suspiros su intención" 12, y que ella, "pobrecilla, sola ( ... ), mal ejercitada en casos se-
mejantes ( ... ), [comenzó] a tener por verdaderas tantas falsedades" (XXVIII, 285).
El segundo procedimiento es la utilización del discurso referido, Le., la introduc-
ción en estilo directo del diálogo establecido entre los futuros amantes. En él apare-
ce la denominada "antítesis boccacciana", expresión reavivada de la antítesis
paralela clásico-latina, y que ya había señalado Helmut Hatzfeld. Este crítico indica

9 Las cursivas. en esta y en las restantes citas. son mías.


10 Este modo de adelantar acontecimientos y poner en alerta al oyente/lector lo pondrá en práctica
Dorotea durante todo su relato.
II Otros personajes cervantinos (también masculinos) pasan por la situación de disfrazarse a causa
de problemas de amor. Cfr. Las dos doncellas, don Luis en los capitulos XLIII-XLIV del Quijote
de 1605 o don Juan en La gitanillo.
12 Pero no olvidemos que también ella ha usado al principio estas "lágrimas de cocodrilo".

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que "Cervantes no utiliza jamás esta antítesis, aprendida de Boccaccio, para relatar,
. d" d .,13 :
SinO que se trata e situaCIOnes evoca as

Todo lo cual (el cortejo de don Fernando) no sólo no me ablandaba, pero me en-
durecía de manera como si fuese mi mortal enemigo (XXVIII, 284)
Sus pensamientos ( ... ) más se encaminaban a su gusto que a mi provecho
(XXVIII, 284)

Vuelve a emplear las construcciones oracionales bimembres que ya he indicado,


pero añade las condicionales y las copulativas negativas. De este modo, revela "este
arte instintivo para ordenar y combinar los hechos que es don natural de las personas
listas. [Y] observamos ( ... ) una actividad intelectual constante ( ... ) que se manifiesta
en un continuo ahondar hasta los motivos, sintiéndolos, analizándolos, suponiéndo-
los, a d ·lVlnan
·> d o 1os .. 14 .

Este adivinar, suponer, analizar los motivos es más palpable en la tercera secuen-
cia, que, como la anterior, puede subdividirse en dos movimientos. El primero tiene
como núcleo el razonamiento analítico de la protagonista, más ejemplo de frío análi-
sis que de discurso pasional 15 . En él, "la damisela arguye el pro y el contra de la si-
tuación con tanta sinceridad como un abogado,,16. Y en él representa a la sociedad
acomodada y de extenso patrimonio familiar que buscaba alcanzar la nobleza de for-
ma rápida, mediante el matrimonio con un miembro de una familia de linaje supe-
nor.
En este caso, la diferencia social entre ambos no constituye un obstáculo insalva-
ble. Don Fernando es hijo segundo y queda excluido de los derechos de mayorazgo.
Además, no serían ellos los primeros (y. desde luego, tampoco los últimos) en con-
traer matrimonio desigual, y Dorotea lo sabe. También sabe que es cristiana vieja
("ranciosa". ha dicho al principio) y muy rica, además de muy hermosa, lo que casi
la equipara al noble. Y su razonamiento le lleva a concluir que más beneficios le re-
portará entregarse que resistirse.
El segundo movimiento relata el abandono de don Fernando y la huida de la mu-

13 HATZFELD, Helmut, El "Quijote" como obra de arte del lenguaje. Madrid, RFE anejo 83,
1966, p. 268. Vd. también pp. 270-71 .
14 MADARIAGA, S. de, op. cit., pp. 72-73.
15 Discursos movidos por la pasión son los del capt. XXXVI.
16 MADARIAGA, S. de, op. cit., p. 74.

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chacha de su casa. Dorotea comienza declarando un nuevo gesto del noble que con-
firma su matrimonio clandestino:
Don Fernando, al despedirse de mí, ( ... ) me dijo que estuviese segura de su fe y de
ser firmes y verdaderos sus juramentos; y, para más confirmación de su palabra,
sacó un rico anillo del dedo y lo puso en el mío (XXVIII, 287).
Con este anillo, símbolo visible del matrimonio, unido a las promesas y juramen-
tos de la segunda secuencia y a la consumación de los desposorios, no puede quedar,
ni a los oyentes ni a los lectores, ninguna duda ya de que Dorotea tiene todo el dere-
cho de considerarse esposa legítima de don Fernando y de enfurecerse al saber del
intento de nuevo matrimonio de éste. Es, de hecho, al saberse abandonada y engaña-
da el único momento en que pierde la serenidad.
Comienza aquí la cuarta secuencia, dividida también en dos movimientos. En el
primero, Dorotea completa la historia que Cardenio había dejado sin acabar y prepa-
ra el alegato final que presentará ante su esposo: éste está obligado, como noble,
como caballero y como cristiano, a cumplir sus juramentos. Al mismo tiempo, nos
indica que aborrece la vida, pero, al contrario que Luscinda, quien primero quiere
suicidarse y luego huye a un convento, o que Cardenio, que se deja enloquecer, ella
sigue luchando. Dorotea se nos muestra como una incansable batalladora por la
vida.
La narración de los intentos de violación de los que es objeto constituyen el se-
gundo movimiento de esta cuarta secuencia. Los pasaré por alto, aunque confirman
una parte muy importante de su personalidad: su arrojo y fortaleza.
La parte final del discurso de Dorotea se relata en el capítulo XXIX. Se sirve del
epílogo para efectuar el último paso de la confesión: la solicitud de penitencia, que
ella misma se impone en la ironía final 17 .
Sólo os ruego ( ... ) que me aconsejéis dónde podré pasar la vida (... ) [porque] es
tanta la vergüenza que me ocupa ( ... ) que tengo por mejor destelTarme para siem-
pre de ser vista (XXIX, 2(2).
Hemos visto en el capítulo XXVIII del Quijote de 1605 Jo que se llama diálogo
asimétrico, definido por Alberto Rodríguez como aquel que presenta "a un persona-
je que domina la plática con sus comentarios, mientras que el interlocutor guarda si-
lencio, o tan sólo participa con breves declaraciones. Se trata de una relación
asimétrica, porque un personaje tiene mucho que decir, mientras que al otro le toca
escuchar" 18

17 lronía entendida en sentido estricto.

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Este "diálogo" posee una marcada estructura de cuatro secuencias, subdivididas a
su vez en dos movimientos (excepto la primera). Las secuencias están, además, ence-
rradas en el paréntesis formado por el preámbulo y la sutil demanda final de ayuda.
Las intervenciones de Dorotea en el capítulo XXXVI poseen una mayor intensi-
dad dramática, pues cada una de ellas está provocada por las reacciones de los otros
interlocutores y responden a la necesidad de actuar que tiene el personaje, por lo que
pueden ser consideradas discursos parenéticos. Y d Madariaga había indicado que
"este capítulo es uno de los más ricos del Quijote ~n cuanto a propiedad psicológica,
y no hay en él una sola palabra, un solo gesto que no obedezca al carácter de la per-
?.
sona a quien el autor lo atribuye C.. Esta página admirable da mayor relieve a la fi-
sonomía, ya conocida, de Dorotea" 9.
La primera vez que se oye la voz de Dorotea tras la llegada de los nuevos hués-
pedes es para ofrecer ayuda a la mujer embozada. No debería extrañamos, ya que es
"propia y natural condición de mujeres principales enternecerse de los sentimientos
· ajenos
y trab aJos . ,,20 . Para J ose'A mezcua, esta actItu. d suya muestra que es " un ser
que busca expresarse por medio de la cercanía de sus sentidos en la realidad de los
otros; es un "ser de contacto", ( ... ) razón por la cual son continuos sus acercamientos
físicos a don Fernando. a Luscinda, a Zoraida, a la joven doña Clara,,21 .
Dorotea espera por la reacción de don Fernando después de oír las súplicas de
Luscinda, pero éste no hace nada. Entonces, y sólo entonces, interviene. En su dis-
curso adopta un tono sennonario, matizado por el gesto de arrodillarse y por la "mu-
cha cantidad de hennosas y lastimeras lágrimas" que derrama (XXXVI, 374). En él,
mediante la técnica de la enumeración, recoge aquellas ideas que había expuesto en
I-XXVIII, y las expresa en cuatro posiciones distintas, señaladas por el cambio de
sujeto y por el propósito que expresan. "Dorotea habla pausadamente; confía a su
estilo, rico en metáforas, con frases intrincadamente encadenadas, en que la antítesis
desempeña un gran papel, el poder de persuadir, apelando a la conciencia" 22.

)8 RODRÍGUEZ, Alberto. "El arte de la conversación en el Quijote", en Cervantes Hull. CSA, XllI,
1,1993. pp. 89-107; esta cita en p. lOO.
19 MADARIAGA, S. de. op. cit.. p. 81.
20 En Las dos doncellas. ede. de H. SIEBER, Novelas ejemplares. 11. Madrid. Cátedra, 1997, p.
216.
21 AMEZCUA. José. "El Quijote de 1605 desde la visión de la Edad dorada". en Acta.~ delll Colo·
quio Internacional de la A.wc:iaciáll de Cervalltistas, Barcelona, Anthropos, 1991, pp. 575-81; la
cita en pp. 576-77.
22 CASALDUERO. J. op. cit.. p. 162

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En la primera sección, hace memoria de las circunstancias de su entrega. Parado-
jas y términos contrapuestos son los medios empleados para expresarlas. (procedi-
mientos que extenderá al resto de la intervención), en expresiones bimembres
copulativas.
En la segunda parte, marcada por el pronombre "tú", el tono acusatorio le sirve a
nuestro personaje para recriminar al noble su actitud y su abandono. Pero recorde-
mos que se ha arrodillado; este gesto le evita humillar el ego nobiliario, a pesar de lo
enérgico de sus palabras y de su exigencia.
Las partes tercera y cuarta son, en mi opinión, las más interesantes de este dis-
curso. En la tercera, la joven exige el amparo del noble, pero parece solicitarlo, su-
plicarlo:
y si no me quieres por lo que soy, que soy tu verdadera y legítima esposa, quiére-
me ( ... ) y admíteme por tu esclava (XXXVI. 374).
Curioso cambio de mentalidad el que se ha producido en Dorotea desde que en 1-
XXVIII nos dijera:
y con más ánimo del que pensé que pudiera tener, le dije [a don Fernando]: "( ... )
Tu vasalla soy, pero no tu esclava" (XXVIII, 285).
0, es más probable, buena conocedora de la psicología de don Fernando, puesto
que sabe que eso le halagaría.
Se adelanta al noble y niega todas aquellas causas que podrían ser alegadas para
anular el matrimonio, presentándolas como aspectos favorables. La nobleza dellina-
je no se transmitía por vía materna; así pues, ella no quitaría ni añadiría nada a la fa-
milia del Duque. Unida a esto, está la idea de que las virtudes son testimonio de
tener sangre noble; y, en este momento, más tiene Dorotea que don Fernando. Y en
la cuarta y última parte, añade una más, la más importante y, por ello, la expresa con
mayor rotundidad: el noble debe cumplir las promesas dadas y ser enemigo de la
mentira, como testimonio y prueba de su nobleza.
Dorotea le exige el cumplimiento de sus promesas. Pero lo hace explicando, ar-
gumentando. El que deja de razonar con palabras no tiene más recurso que la agre-
sión. Como Dorotea no puede agredir, razona y convence con el poder de las
palabras bien razonadas.
Pero a Dorotea le queda una nueva prueba, cuando don Fernando hace ademán
de vengarse de Cardenio. Como antes, también puede apreciarse una división estruc-
tural, en este caso señalada por el tono y el tipo de oraciones. En el primer segmen-
to, Dorotea utilizará las oraciones disyuntivas y condicionales para plantear distintas
hipótesis en lo que es, en realidad, una interrogación retórica indirecta. Con eHa, re-

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conviene a su esposo por su nuevo gesto de prepotencia y le indica cuál es la actitud
que se espera de él.
En el segundo segmento, pide a don Fernando que se sosiegue, Presenta esta pe-
tición estructurada como un entimema con tonalidad de plegaria. El empleo del silo-
gismo confirma, una vez más, la capacidad analítica y la claridad y el orden de su
rápido razonamiento:
Que este tan notorio desengaño no sólo no acreciente tu ira, sino que la mengüe
en tal manera que con quietud y sosiego permitas que estos dos amantes le ten-
gan, sin impedimento tuyo. todo el tiempo que el cielo quisiere concedérsele; yen
esto mostrarás la generosidad de tu ilustre y noble pecho, y verá el mundo que tie-
ne contigo más fuerza la razón que el apetito (XXXVI, 376).
Intervienen, al ver que don Fernando no reacciona, los amigos que le acompaña-
ban, el Barbero y el Cura. Este último actuará como el mayor apoyo de Dorotea, así
como conciliador. cumpliendo el papel de defensor que había adoptado en el capítu-
lo XXVIII. Son ellos quienes convencen definitivamente al noble, especialmente las
palabras del sacerdote, que constituyen la sentencia final. Después de su interven-
ción, pues, don Fernando se decide a alzar finalmente a Dororea, quien sigue a sus
pies, y a aceptarla públicamente por esposa.
Se ha analizado en esta comunicación la estructura de cada una de las interven-
ciones discursivas de Dorotea y, a partir de ellas, se ha intentado mostrar los rasgos
más sobresalientes de su personalidad. Destacan su inteligencia clara y viva, su co-
nocimiento de sí misma y su perspicacia para captar y comprender los caracteres de
quienes la rodean. Su pensamiento cOlTe paralelo a la acción o bien piensa primero
para actuar después, pero no deja nunca de ser práctica. Mujer de gran facilidad de
palabra, de buen manejo de los términos para expresar lo que piensa, lo que siente,
posee la marca de un buen narrador: adaptar su lenguaje de acuerdo con las circuns-
tancias. Vence porque la palabra misma es tenida por eficaz. Dorotea es el reflejo de
la mujer moderna, que lucha por su dignidad y que tiene su vida en sus propias ma-
nos. Tal vez sea este el motivo por el que este personaje atrae tanto.

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