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FACULTAD DE TEOLOGIA “SAN PABLO”

UNA APROXIMACIÓN AL PRIMER CAPÍTULO


DE LA CONSTITUCIÓN “DEI VERBUM”
La Revelación en sí misma

ESTUDIANTE: Rojas Herbas Nayer


DOCENTE: Lic. Laguna Marco
MATERIA: Enseñanza y Doctrina del Magisterio de la Iglesia

Cochabamba – Bolivia

30 de Septiembre - 2021
ÍNDICE
ÍNDICE........................................................................................................................2

INTRODUCIÓN.........................................................................................................2

CAPÍTULO I...............................................................................................................3

1. BREVE HISTORIA DEL CONCILIO VATICANO II...............................4

1.1. Breve descripción del contenido de la Constitución Dogmática Dei


Verbum.................................................................................................................7

CAPÍTULO II.............................................................................................................9

1. DESARROLLO DEL CAPÍTULO I DE LA CONSTITUCIÓN “DEI


VERBUM”: LA REVELACIÓN EN SI MISMA................................................9

1.1. Naturaleza y objeto de la Revelación....................................................10

1.2. Preparación de la revelación evangélica..............................................11

1.3. En Cristo culmina la revelación............................................................12

1.4. La revelación hay que recibirla con fe..................................................14

1.5. Las verdades reveladas..........................................................................14

CONCLUSIÓN.........................................................................................................17

BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................18

2
INTRODUCIÓN

El presente trabajo pretende hacer una aproximación a lo que es el primer


capítulo de la Constitución Dogmática Dei Verbum, es decir, describir el contenido
que posee este primer capítulo, es por eso que, para realizar dicha descripción,
abordaremos este trabajo en dos en dos capítulos.

El primer capítulo, pretende contextualizar y ubicar la Constitución


Dogmática Dei verbum. Presentará de manera general y sintética lo que fue el
Concilio Ecuménico Vaticano II, es decir, hará una breve descripción de este
acontecimiento; por ejemplo, hará mención a cómo inició este concilio, quién lo
inició, que año fue, cómo se lo realizó, quién lo finalizó, etc. Finalmente presentará
el contenido de la Constitución Dogmática Dei Verbum.

El segundo capítulo de este trabajo, abordará principalmente el primer


capítulo de la Constitución Dogmática Dei Verbum. En una primera instancia
identificará los puntos centrales que trata o tiene este primer capítulo, es decir, hará
una descripción de cada uno de los cinco puntos, en los que está subdividido este
primer capítulo. Los puntos que desarrollaremos son: la naturaleza y objeto de la
Revelación; la preparación de la revelación evangélica; Cristo, culmen de la
revelación; la revelación recibida con fe y finalmente las verdades reveladas.
Posteriormente a esto haremos mención a algunos aportes que realizó este concilio a
la Iglesia.

3
CAPÍTULO I

1. BREVE HISTORIA DEL CONCILIO VATICANO II


Antes de entrar al desarrollo de lo que es la constitución de la Dei Verbum
es necesario conocer cómo, dónde y con quién se desarrolló dicha constitución. Para
ello abordaremos de manera general lo que es la historia del Concilio Ecuménico
Vaticano II.

Desde Enero de 1959, después del pontificado de Pío XII, Juan XXIII es
elegido papa (transitorio), el cual, viendo el contexto de su tiempo, la nueva teología,
la acción católica y el movimiento ecuménico, proponía la convocatoria de un
concilio universal que permitiera a la Iglesia el aggiomamiento (movimiento) de las
estructuras eclesiales, la renovación del mensaje cristiano y la búsqueda de la unidad
cristiana; es por ello que el 11 de Octubre de 1962 dio apertura al Concilio Vaticano
II1.

Con la finalidad de promover la participación de toda la Iglesia, el papa


Juan XXIII junto con los miembros de la organización de la asamblea, envían cartas
circulares a 2.594 prelados, 156 superiores de institutos religiosos, 62 universidades
para que hagan propuestas sobre doctrina, clero, pueblo cristiano y problemas de
actualidad. En este concilio se establecieron 10 comisiones; teológica, obispos,
religiosos, sacramentos, liturgia, seminarios, Iglesias orientales, misiones, apostolado
de los laicos, clero y pueblo cristiano, y 3 secretariados, prensa, administración
económica y técnica y unidad de los cristianos2.

Los miembros que confirmaron su participación en este concilio según el


autor Rojas fueron, “835 obispos europeos, 407 sudamericanos, entre ellos, 43
colombianos y 34 peruanos, 325 norteamericanos, 58 centroamericanos, 290
asiáticos, 273 africanos y 63 de Oceanía”3.

1
Cfr. D TURRIAGO ROJAS., “El proceso histórico del Vaticano II”, en Franciscanum. Revista de las
ciencias del espíritu, núm. 143, (2006), pp. 15.
2
Cfr. Ibid., 15-16.
3
Ibid., 16.

4
Es precisamente por ello que este concilio es considerado uno de los
concilios en los que más participantes hubo. Sin embargo, algo llamativo que tuvo
este concilio fue que al final del concilio hubo participación de laicos; hago mención
a esto, debido a que: “En la primera sesión no hubo presencia de laicos, laicas y
religiosas, pero al final de la asamblea se encontraban auditores laicos, 10 religiosas
y 13 laicas”4.

Con todo lo mencionado anteriormente podemos decir que: “El Vaticano II


se desarrolló entre 1962-1965 en 4 sesiones con 3 intervalos o recesos. Se inicia con
una solemne liturgia de más de 3 horas” 5. De los cuales, el papa Juan XXIII participó
solo en la primera sesión.

La primera sesión se inicia bajo el secreto conciliar, desde 11 de octubre al 8


de diciembre de 1962. Donde se discuten los esquemas sobre liturgia, revelación
(este es aprobado casi al final del Vaticano II), Iglesia, medios de comunicación
social y ecumenismo. Los temas más relevantes en esta primera sesión, son temas de
gran discusión, polémica y controversia, como por ejemplo, el tema de las fuentes de
la Revelación (Escritura-Tradición). La autoridad suprema del romano Pontífice
(infalibilidad) y la centralización de la Iglesia (romanización)6.

La Segunda sesión abarca del 29 de septiembre y el 4 de diciembre de 1963.


En esta segunda sesión Pablo VI utiliza la unanimidad, aclarando, matizando y
corrigiendo los textos que habían sido aprobados, como por ejemplo, el papel del
diaconado y el alcance sacramental de la consagración episcopal. Por otro lado,
también se pone a votación la constitución sobre la liturgia (Sacrosanctum
concilium), donde 2.147 votos son a favor y 4 en contra. Se aprueba el decreto sobre
los medios de comunicación social (Inter mirifica) con 1.960 votos a favor y 164 en
contra7.

La tercera sesión da inicio el 14 de septiembre y termina el 21 de noviembre


de 1964. En esta sesión se continúan trabajando los esquemas sobre la Iglesia, el
ecumenismo, el episcopado, la revelación, el apostolado de los laicos y la Iglesia en

4
Ibid., 16.
5
Ibid., 16.
6
Cfr. Ibid., 17- 18.
7
Cfr. Ibid., 19.

5
el mundo contemporáneo, de manera particular, temas cruciales sobre el episcopado,
la colegialidad, el primado Romano, el ecumenismo y la libertad religiosa8.

“Se vota la constitución sobre la Iglesia (Lumen gentium) con 2.157 votos a
favor y 5 en contra. Los decretos sobre las Iglesias orientales (Orientalium
Ecclesiarum) con 2.110 votos a favor y 39 en contra y sobre el ecumenismo
(Unitatis redintegratio) con 2.137 votos a favor y 11 en contra” 9. Al final de esta
Sesión el papa Pablo VI, declara a la Virgen María como Madre de la Iglesia.

Finalmente la cuarta sesión se desarrolla en San Pedro, el 14 de septiembre


y finaliza el 8 de diciembre de 1965; por otro lado, el papa Pablo VI anuncia la
creación del sínodo de Obispos.

Son promulgados los siguientes esquemas:


La carga pastoral de los obispos (Cristhus Dominus) con 2.319 votos a favor y 2 en
contra.
Sobre la vidareligiosa (Peifecta caritatis), con 2.321 votos a favor y 4 en contra.
Sobre la formación de los sacerdotes (Optatam totius Ecclesia), con 2.318 votos a
favor y 3 en contra.
Sobre la educación cristiana (Gravissinum educationis), con 2.290 votos a favor y
35 en contra.
Las relaciones de la Iglesia con los no cristianos y judíos (Nostra atate), con 2.221
votos a favor y 88 en contra.
La constitución sobre la Revelación (Dei Verbum), con 2.305 votos a favor y 2 en
contra.
La actividad misionera de la Iglesia (Ad gentes), con 2394 votos a favor y 5 en
contra.
La vida y el ministerio de los sacerdotes (Presbyterorum ordinis), con 2.390 votos
a favor y 4 en contra.
Sobre la libertad religiosa (Dignitatis humana), con 2.308 votos a favor y 70 en
contra. En la elaboración de este documento se destaca la participación de los
obispos que sufrieron en carne propia el yugo de los nazis y el régimen comunista,
como Wyszynsky (Polonia), Beran (Checoslovaquia). Reivindicando los derechos
de la Iglesia, pero confesando los errores de la misma cuando utiliza el fanatismo y
la agresividad para la defensa de la fe.
Se proclama la constitución sobre la Iglesia en el mundo (Gaudium et spes), con
2.309 votos a favor y 5 en contra, en vísperas de concluir el concilio.

8
Cfr. Ibid., 20.
9
Ibid., 20.

6
El mismo 7 de diciembre se promulga una declaración conjunta entre la Iglesia
Romana y la Iglesia de Constantinopla en donde se levanta el anatema de 1054 10.
El 8 de diciembre de 1965, en la plaza de San Pedro, se clausura el concilio.

Con todo lo mencionado anteriormente se puede decir que, se han publicado


16 documentos donde se tocan todos los ámbitos de la vida e interés eclesial. Entre
ellos esta lo que es la constitución Dei Verbum, el cual, abordaremos en seguida.

La Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Revelación Divina es considerada


con justicia un documento fundamental entre las producciones del Concilio
Vaticano II. Es conocida su importancia en el desarrollo y progreso del diálogo
ecuménico, así como su aporte iluminador en el plano de la doctrina de la
Revelación y del papel de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. En lo que se
refiere a la interpretación de los libros bíblicos, recoge lo que había propuesto el
magisterio de la Iglesia, sobre todo a partir del Papa Pío XII, y siguiendo las
mismas huellas abre nuevos caminos y señala líneas que deberán desarrollarse en
el futuro11.
“La constitución Dei Verbum, sigue la historia del Concilio Vaticano II. Su
elaboración se prolongó durante toda la Asamblea, fue de las primeras en ser
presentadas y fue la última en ser aprobada”12. Esta constitución se elaboró en seis
capítulos.

1.1. Breve descripción del contenido de la Constitución Dogmática


Dei Verbum

La constitución Dei verbum que fue redactado en seis capítulos, donde en


cada uno de ellos trata un tema en particular. Y para su mejor comprensión, lo
subdivididos en diversos puntos en los que fue tratado este documento conciliar.
Ahora bien, continuación presentaremos una descripción de los seis capítulos y
subdivisiones en la que se encuentra desarrollado.

Capítulo I. Trata de la revelación en sí misma, está dividido en cinco secciones:


Naturaleza y objeto de la Revelación, Preparación de la revelación evangélica, En
Cristo culmina de la revelación, La revelación hay que recibirla con fe y las verdades
reveladas.

10
Ibid., 21-22.
11
L. H. RIVA, “La Constitución Dogmática Dei Verbum y los métodos de interpretación de las
Escrituras”, en Studium. Filosofía y Teología 33 (2014) 109.
12
H. JIMÉNEZ GÓMEZ, “Dei Verbum – historia de su redacción”, en Cuestiones Teológicas, Vol. 32,
No. 78 (2005) 209.

7
Capítulo II. Posee como tema centra la Transmisión de la revelación Divina,
subdivide en: Los Apóstoles y sus sucesores, heraldos del Evangelio, La Sagrada
Tradición, Mutua relación entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura,
Relación de una y otra con toda la Iglesia y con el Magisterio.

Capítulo III. Aborda el tema de la Inspiración divina de la Sagrada Escritura y su


interpretación, desarrolla en: El hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada
Escritura, Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura y la Condescendencia de
Dios.

Capítulo IV. Tiene por tema central El Antiguo Testamento, el cual para ser mejor
entendido se divide en: La historia de la salvación consignada en los libros del
Antiguo Testamento, la Importancia del Antiguo Testamento para los cristianos y la
Unidad de ambos Testamentos.

Capítulo V. Nos muestra el Nuevo Testamento subdividido en los cuatro puntos


siguientes. Excelencia del Nuevo Testamento, Origen apostólico de los Evangelios,
Carácter histórico de los Evangelios y Los restantes escritos del Nuevo Testamento.

Capítulo VI. Trata lo que es la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, dividido


en: La Iglesia venera las Sagradas Escrituras, la recomendación de las traducciones
cuidadosas, el deber apostólico de los católicos doctos, la importancia de la Sagrada
Escritura para la Teología, se recomienda la lectura de la Sagrada Escritura y el
Epílogo.

Ahora bien, de estos seis capítulos, abordaremos de manera muy especial el


primer capítulo, el cual, como ya hemos mencionado tiene por objeto o tema central
lo que es la Revelación en sí misma, subdividida y explicada a partir de cinco puntos:
1) Naturaleza y objeto de la Revelación, 2) preparación de la Revelación Evangélica,
3) En Cristo culmina la Revelación, 4) la Revelación debe recibirse con fe y 5)
finalmente las verdades reveladas.

Es precisamente en base a estos cinco puntos que, abordaremos el tema de


la Revelación e intentaremos interpretar lo que el concilio trabajó, y quiso comunicar
de manera sencilla, a toda la Iglesia universal.

8
CAPÍTULO II

1. DESARROLLO DEL CAPITULO I DE LA CONSTITUCIÓN “DEI


VERBUM”: LA REVELACION EN SI MISMA
La constitución Dei Verbum, nos muestra de manera bastante comprensible
que la Revelación es, una auto-revelación o auto-comunicación de Dios en medio de
la historia, es decir, la revelación es la manera en la cual Dios irrumpe o se hace
presente en la historia del hombre, tanto en el A.T. como en el N.T.; en el A.T. se
manifiesta de manera especial al pueblo de Israel por medio de los profetas y
personas específicas que Él elige. En el N.T. la Revelación se da en plenitud, puesto
que, alcanza el culmen y plenitud con Jesús, el cual, es mediador por excelencia y
culmen de toda Revelación.

Por otro lado, esta constitución presenta a la Sagrada Escritura y a la


Sagrada Tradición como fuentes de la revelación. En estos dos se encuentra la
economía salvífica, además es en base a estos dos que se conserva y transmite la
revelación; por otro lado, se podría decir que el hombre en una primera instancia
comunica la revelación de Dios de manera oral, pero para que no quede en el olvido
lo hace patente en la Sagrada Escritura.

La Sagrada escritura conformada tanto por el Antiguo Testamento como por


el Nuevo Testamento, es importante debido a que tiene la finalidad de conservar los
hechos y palabras con las cuales Dios se hizo presente en la historia. “Dei Verbum
habla de la Sagrada Escritura en el marco general de la Revelación y ésta no se
entiende como un conjunto de decretos dados por Dios a los hombres sino como un
desplegarse del amor de Dios a los hombres que se manifiesta en acciones y palabras
y que tienen su sentido y su unidad en Jesucristo”13. La Sagrada Tradición por su
parte es importante debido a que, tiene la misión de conservar y actualizar lo que son
los hechos y palabras con las que Dios se auto-revelo.

Estas dos fuentes de la revelación, ciertamente nos muestra claramente la


relación que tiene la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición, puesto que, no se

V. BALAGUER, “La Constitución Dogmática Dei Verbum y los estudios bíblicos en el siglo XX”, en
13

Anuario de Historia de la Iglesia, núm. 10 (2001), 244.

9
pueden separar, debido al papel que cada una de ellas. Ahora bien con todo lo
mencionado ya en este trabajo, pasaremos ya a abordar los cinco puntos en los que
está subdividido este primer capítulo de la Dei Verbum. A continuación, hablaremos
de este primer punto, sobre la naturaleza y objeto de esta revelación.

1.1. Naturaleza y objeto de la Revelación


Este primer punto quiero rescatar dos cosas en particular, el primero es, la
naturaleza de la revelación se da por designio divino, y el segundo “el objeto de la
revelación es la auto manifestación de Dios y de su designio salvífico” 14. Por otro
lado, quiero resaltar que la Dei Verbum nos muestra que en la revelación acontecen
obras y palabras, que se esclarece en Cristo mediador y plenitud de toda revelación15.

Cuando comienza este primer punto, hace mención a esta auto


manifestación de que se había hablado anteriormente, pues quiso Dios en su bondad
y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad (cf. Ef., 1,
9), mostrando así de manera muy sutil que la revelación parte de la iniciativa de Dios
y no del hombre, por otro lado, también, denota la relación que existe entre Dios y el
hombre, es decir que, Dios se auto-revela así mismo por medio de Cristo, Verbo
encarnado, y al encarnarse se pone en relación con el hombre, es por medio de Cristo
que los hombres tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de
la naturaleza divina (cf. Ef., 2, 18; 1 Pe., 1, 4), por participación y no por méritos
propios (Cfr. DV 2).

En esta iniciativa, el Dios invisible (cf. Col., 1, 15; 1 Tm., 1, 17) busca estar
en relación con los hombres movido por su gran amor, llegándolos a llamar o tratar
como amigos más no ya como siervos (cf. Ex., 33, 11; Jn., 15, 14-15) y trata con
ellos (cf. Bar., 3, 38), para invitarlos y recibirlos a la comunión con El, es decir que,
a Dios no le importa rebajarse a la condición humana, con tal de establecer lazos de
amistad y llevarnos a la comunión con Él (Cfr. DV 2).

El documento resalta que la revelación no solo se da por medio de palabras


sino también por hechos, mostrando la unidad que tiene la una con la otra, haciendo
referencia de cierta forma a las dos fuentes de la revelación (Sagrada Escritura y
14
A. URREA DUQUE, Redescubriendo la Misión del Teólogo a la luz de la Constitución Dogmática
Dei Verbum, Bogotá, D.C., 2013, 29.
15
Cfr. Ibid., 29.

10
Sagrada Tradición), donde, Cristo culmen y plenitud de toda revelación, hace
presente con hechos y palabras el Reino de Dios su Padre.

Este plan de la salvífico se realiza con palabras y hechos intrínsecamente


conexos entre sí, de modo que las obras realizadas por Dios en la historia de la
salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las
palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio
contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación
humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y
plenitud de toda la revelación (Cfr. DV 2).

1.2. Preparación de la revelación evangélica


La preparación de revelación evangélica nos muestra de manera indirecta,
cómo Dios se manifiesta desde el principio en la historia del hombre, con la finalidad
de ir preparando el camino para su auto-revelación en Cristo, es decir, hace
referencia a cómo Dios en su preparación de su revelación en plenitud, se presenta a
nuestros padres en la fe, como por ejemplo, lo hace a Abraham y posteriormente a
Moisés.

El A.T. es precisamente gran parte de la preparación para la revelación


evangélica en Cristo Jesús, esta preparación según Izquierdo históricamente se da
través de palabras, hechos e incluso añade un tercer elemento, el cual es el silencio.
Señala además que esta revelación está estrechamente relacionada con la acción
salvífica de Dios16.

La constitución Dei verbum cuando dice que, “Dios, creando (cf. Jn., 1, 3) y
conservándolo todo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las
cosas creadas (cf. Rm., 1, 19-20), y, queriendo abrir el camino de la salvación
sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya
desde el principio” (Cfr. DV 3), haciendo referencia a que por medio de su palabra
todo fue creado, además de que también la creación de Dios, es un signo visible de la
presencia de lo invisible. No obstante, no se quedó ahí, sino que Dios en su infinito
amor se fue manifestando de muchas maneras más, hasta tal punto que lo hizo en

16
C. IZQUIERDO, “La forma y los medios de la revelación divina” en THEOLOGICA, 2.ª Série, 47, 2
(2012), 285.

11
plenitud con su Hijo. En esta preparación muchas veces esta revelación se realizó de
manera personal a nuestros padres en la fe.

Como es conocido, a lo largo de la historia el hombre por su debilidad ha


caído en el pecado, alejándose así del buen camino, no obstante, Dios nos otorgó
una nueva esperanza con la promesa de redención, con el fin de dar la vida eterna a
todos los que buscan la salvación y que perseveran en las buenas obras (cf. Rm., 2, 6-
7), es decir, Dios busca la salvación de todo el género humano (Cfr. DV 3).

En este afán de otorgar al género humano la Salvación, Dios escogió a su


debido tiempo a un hombre, con el cual realiza una alianza y forma un pueblo,
comenzando así toda su obra salvífica. Es por ello que, llamó a Abraham, el cual,
pasaría a ser padre de este gran pueblo (cf. Gn., 12, 2-3) e instruyó posteriormente a
los Patriarcas como Moisés y los profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo
y verdadero, Padre providente y justo juez (Cfr. DV 3). Para lograr llevar a cabo su
acción salvífica, Dios se auto-revela y comunica su voluntad con términos y palabras
que ellos pueden o comprender, es decir que:

Dios habla a los hombres, se dirige a ellos mediante un lenguaje que pueden
comprender: a través de signos lingüísticos que comunican la realidad. Al hablar a
los hombres en su revelación mediante la palabra, Dios manifiesta su interés y
amor personal por cada uno y al mismo tiempo comunica «algo»: no nos dice sólo
que se interesa por nosotros, sino también nos dice su mensaje, lo que quiere
comunicarnos para nuestra salvación17.
En resumen, Dios en el A.T. se manifiesta muchas veces y de diversas
maneras, ya sea por medio por nuestros padres en la fe o por medio de los profetas.
Todo con la finalidad de encaminarnos y prepararnos para su auto-manifestación o
revelación en plenitud, en Cristo Jesús. El cual, es nuestro mediador y camino para
alcanzar la salvación.

1.3. En Cristo culmina la revelación


Toda la preparación para la revelación evangélica alcanza su plenitud en
Cristo, puesto que la constitución Dei Verbum nos dirá que:

Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas,
“últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo” (Hb., 1, 1-2), pues envió a su
Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera
entre ellos y les manifestara los secretos de Dios (cf. Jn., 1, 1-18); Jesucristo, pues,
17
Ibid., 292.

12
el Verbo hecho carne, “hombre enviado a los hombres”, “habla palabras de Dios”
(Jn., 3, 34) y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió (cf. Jn., 5,
36; 17, 4) (DV 4).
Por ello, Miguel Ángel Ferrando afirma que, “la encarnación es la clave
explicativa de la vida de Jesucristo, del misterio de la Iglesia y de la naturaleza de la
Biblia”18, es decir, que es a partir de la manifestación de Jesucristo, toda la acción
salvífica cobra sentido.

Por tanto, Jesucristo con su presencia y manifestación de sí mismo, con sus


palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección
gloriosa de entre los muertos, con el envío, finalmente, del Espíritu de verdad, da
cumplimiento a la promesa del Padre y confirma con testimonio divino que Dios
está con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y
resucitarnos a la vida eterna (Cfr. DV 4). En otras palabras, “se debe reconocer que
lo que revela Dios-Padre en Jesús Dios-Hijo se constituye en alianza nueva y
definitiva”19, con la cual nosotros tenemos participación en la vida eterna.

“La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva nunca
pasará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa
manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tm., 6, 14; Tt., 2, 13)” (DV 4).

En resumen, toda la economía de la salvación jira en torna a la encarnación,


muerte y resurrección de Cristo Jesús, ya que, es por él que Dios llevo a cabo todo su
obra salvífica, además de que por él también nosotros alcanzamos la justificación, y a
su vez, obtenemos por medio de Cristo del Reino de Dios. Cristo es el culmen y
plenitud de la revelación, puesto que no se puede esperar otra revelación más allá de
Jesucristo; pues es el mediador por excelencia y es él quien manifiesta o da a conocer
quién es el Padre, por otro lado manifiesta que debemos aguardar al Espíritu, pues es
gracias a él que tenemos conocimiento en cierta forma de quien es Dios.

1.4. La revelación hay que recibirla con fe


Antes de abordar lo que dice la Dei verbum en este apartado, es conveniente
que, entendamos que la fe de la que habla, “es un acto personal: la respuesta libre del
18
M. Á. FERRANDO, INTERPRETACIÓN, VERDAD Y ENCARNACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS,
Santiago (Chile) 2009, 75.
19
A. Urrea Duque, Redescubriendo la Misión del Teólogo a la luz de la Constitución Dogmática Dei
Verbum, Bogotá, D.C., 2013, 29.

13
hombre a la iniciativa de Dios que se revela” (CIC 166). Ahora bien, cuando Dios
revela hay que prestarle “la obediencia de la fe” (Rm., 16, 26; cf. Rm., 1, 5; 2 Cor.,
10, 5-6), es decir, que frente a la auto-revelación de Dios, el hombre debe de entregar
libre y totalmente a Dios, prestando a Dios revelador el homenaje del entendimiento
y de la voluntad y asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por El (cfr. DV
5). En resumen, la constitución intenta comunicarnos que la respuesta a la revelación
de Dios se da mediante la fe, la cual debe ser respondida de manera personal, libre y
voluntariamente.

Cabe resaltar que, la fe de la cual hablamos no la alcanza solo el hombre,


sino que como afirma la constitución, necesitamos de la gracia de Dios para acceder
a ella, ya que, es por medio del Espíritu Santo que obtenemos el acceso a ella,
puesto que es este mismo Espíritu quien mueve el corazón del hombre y lo convierte
a Dios, es decir abre los ojos de la mente y da a todos la suavidad en el aceptar y
creer la verdad. Y que además para que la inteligencia de la revelación sea más
profunda, es el mismo Espíritu Santo quien va perfeccionan constantemente la fe por
medio de sus dones (cfr. DV 5).

Por la fe el hombre en cierta forma se relaciona y adhiere a Dios, obteniendo


por esta misma fe la salvación, por otro lado, la fe no solo crea vínculos entre el
creador y creatura, sino también establece vínculos de amistad y fraternidad,
impulsadas por el amor de Dios, es también por la fe que tenemos acceso a las
verdades reveladas por Dios.

1.5. Las verdades reveladas


Ciertamente a lo largo de la historia de la Iglesia, la verdad más grande que
se ha dado, es la mismísima auto-revelación de Dios, por medio de su Hijo
Jesucristo, el cual, nos comunica la voluntad del Padre. Y es precisamente por su
revelación que, “la doctrina católica contiene la revelación dada por Dios”20. La
revelación como ya lo dijimos se da por iniciativa y voluntad de Dios, puesto que,
“mediante la revelación divina quiso Dios manifestarse a sí mismo y manifestar los
eternos decretos de su voluntad acerca de la salvación de los hombres, para

20
H. BOJORGE, “LA VERDAD REVELADA POR DIOS ACERCA DE LA NATURALEZA
HUMANA”, en https://es.catholic.net/op/articulos/12266/cat/496/3-la-verdad-revelada-por-dios-
acerca-de-la-naturaleza-humana.html#modal (fecha de consulta 28.09.2021).

14
comunicarles los bienes divinos, que superan totalmente la comprensión de la
inteligencia humana” (DV 6). Es precisamente por la intervención de Dios que el
hombre no ha perecido en el pecado, debido a que es él mismo, quien viene y nos
comunica su salvación.

Confiesa el Santo Concilio “que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser
conocido con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las
criaturas” (cf. Rm., 1, 20); pero enseña que hay que atribuir a su revelación el que
todos, aun en la presente condición del género humano, puedan conocer fácilmente,
con firme certeza y sin ningún error, las cosas divinas que por su naturaleza no son
inaccesibles a la razón humana (DV 6).
Si algo conoce el hombre acerca de la divinidad, es porque, el mismo Dios
lo ha dispuesto así, y es él mismo quien nos ha brindado las herramientas necesarias
para comprender esa realidad que nos supera, pero a la cual estamos llamados y
somos partícipes de ella gracias a la voluntad de Dios.

Hablando ahora más a nivel general, esta constitución sin duda ha sido uno
de los un temas controversial que se trató en el Concilio Vaticano II, pero a su vez es
también uno de los documentos más significativo en estos últimos siglos. Para ir
concluyendo el presente trabajo, haremos mención a algunas grandes aportaciones y
explicaciones fundamentales que hizo este documento a la Iglesia.

Don personal de Dios. El objeto básico de la Revelación no son unas verdades


conceptuales, sino el encuentro personal de los hombres con Dios, por medio de
Jesucristo, su Hijo. Dios no ha ofrecido unas verdades (que pueden codificarse en
un tipo de doctrina), sino que se ha dado a sí mismo, a fin de que los hombres
puedan insertarse en su misma Vida divina.
Misterio dialogal. Dios no revela “cosas”, se revela a sí mismo, para que los
hombres sean plenamente humanos aceptando el don amoroso de su vida. La
Revelación constituye un diálogo de Dios con los hombres a lo largo de una
historia de salvación, en línea creyente (es decir, de fe personal).
La Revelación se identifica con el mismo Cristo, Verbo encarnado. La
Revelación no es un puro libro, ni un conjunto de verdades recogidas y
transmitidas en un “depósito” o sistema doctrinal, sino que se identifica con un
Hombre (Hijo de Dios), en quien Dios se expresa totalmente.
La Revelación se transmite en una historia centrada en Cristo. Dios habla a los
hombres de tal forma que ellos pueden transmitir (comunicarse) la Palabra. No hay
una Revelación acabada y perfecta, que después se transmite a los hombres, sino
que la misma transmisión (comunicación humana), a lo largo de la historia forma
parte de la revelación de Dios. 
Escritura y Tradición. La Tradición bíblica (que forma parte de la gran tradición
religiosa de la humanidad), se expresa de forma privilegiada en Escritura del
Antiguo y Nuevo Testamento. Por su parte, la experiencia y verdad de esa
Escritura se transmite en la Iglesia. Por eso, no podemos hablar de dos fuentes, sino

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de dos momentos de un mismo despliegue de la Palabra de Dios en (para, con) los
hombres.
Comunidad creyente. La Revelación de Dios resulta inseparable de la comunidad
de aquellos que la acogen, la viven y la transmiten, es decir, del pueblo de Israel y,
en el caso cristiano, de la Iglesia. No se puede hablar de Revelación en sí, sin una
comunidad que la reciba y entienda, y se deje transformar por ella, porque la
Palabra sólo es tal en la medida en que se dice, se acoge, se responde, en una
historia de comunicación social. Ciertamente puede haber (y hay) unos intérpretes
privilegiados de esa Palabra que son aquellos que la han “fijado” por escrito
(hagiógrafos), y también los ministros de las comunidades, encargados de
mantener vivo el impulso de la Palabra (ministros que en la Iglesia constituyen eso
que se llama el “magisterio”. Pero, en sí, la Revelación ha sido ofrecida a (y debe
ser acogida por) todos los creyentes.
Escritura, Magisterio y comunidad cristiana. Ciertamente, la Dei Verbum pide
al Magisterio que acompañe y guíe a los cristianos en la lectura e interpretación de
la Biblia. Pero, al mismo tiempo, concede a todos los cristianos la capacidad de
acogerla e interpretarla, en comunión con otros creyentes.
Sagrada Escritura y Teología. Desde el Concilio de Trento, los teólogos tomaban
la Biblia como a una “cantera” de la que extraían sus razonamientos dogmáticos.
En contra de eso, la Dei Verbum, n. 24, concibe la Escritura como el “alma de la
Teología”, recuperando así la tradición más antigua de la Iglesia 21.
Estos son los aportes más significativos nos transmiten este documento, sin
duda alguna juega un papel de suma importancia en la Iglesia católica, sin embargo,
Xabier Pikaza afirma que también hay tres aspectos en la actualidad que aún son
motivo de discusión: La Revelación es el centro de la economía o manifestación
salvadora de Dios, la expresión de la revelación por medio de hechos y palabras,
finalmente el recibir la revelación con fe22. Quiero terminar diciendo que si bien el
Concilio Vaticano II respondió a las necesidades de un contexto, buscando en cierta
forma una actualización de la Iglesia, por así decirlo; pues también este documento
pasó por dicha actualización, puesto que fue abordado ya antes, como por ejemplo en
el concilio de Trento y en el concilio Vaticano I.

CONCLUSIÓN

Es evidente que Concilio Ecuménico Vaticano II, convocado por el Papa


Juan XXIII buscaba una renovación o actualización de la Iglesia, por así decirlo,

21
X. PIKAZA IBARRONDO, “La Dei Verbum en la vida y misión de la Iglesia”, en
https://www.cenacat.org/historia-de-la-constitucion-dei-verbum-importancia-y-aportes/ (fecha de
consulta 28.09.2021).
22
Cfr. Ibid.

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puesto que con este concilio vinieron grandes cambios dentro de la Iglesia. Sin
embargo, su desarrollo no fue fácil.

Con la finalidad de promover la participación de toda la Iglesia, el Papa


Juan XXIII hizo una invitación abierta a todos, es decir, Obispos, sacerdotes tantos
diocesanos como religiosos etc. Fue tan grande el impacto de es concilio que incluso
se sumaron a la participación de este concilio laicos, cosa que antes no se había
hecho.

Ahora bien, los temas que abordaron dentro de este concilio fueron diversos,
como por ejemplo, la renovación litúrgica, los dogmas de la Iglesia, la Iglesia y el
mundo de hoy, la Divina Revelación, etc.

La Dei Verbum fue uno de los temas más controversiales y discutidos


dentro de este concilio, siendo este uno de los primeros temas a tratar y uno de los
últimos en aprobar. La Dei Verbum aborda el tema de la Revelación en seis
capítulos, de los cuales, en el presente trabajo desarrollamos el primero.

Como ya vimos este primer capítulo trata el tema de la revelación en sí


misma. Mostrándonos primeramente que la revelación es una auto-comunicación de
Dios en la historia del hombre, y que frente a esta auto-comunicación de Dios el
hombre debe de responder con fe, por otro lado, señala como Dios nos prepara para
su auto-comunicación en definitiva, es decir, nos prepara para manifestarse en
plenitud por medio de su Hijo Jesucristo.

Ciertamente abordar el tema de la Revelación Divina es bastante compleja,


puesto que no siempre es fácil entender lo que Dios nos quiere comunicar. No
obstante, a pesar de ello, cabe resaltar que el concilio nos comunica esta revelación
de una manera bastante comprensible para la mayoría.

BIBLIOGRAFÍA

1. BIBLIA JERUSALÉN, Descleé De Brouwer, 1998.

LIBROS

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1. FERRANDO Miguel Ángel, INTERPRETACIÓN, VERDAD Y
ENCARNACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS, conferencia Episcopal (AREA
ECLESIA), Santiago (Chile) 2009.
2. URREA DUQUE Alexander, Redescubriendo la Misión del Teólogo a la luz de
la Constitución Dogmática Dei Verbum, D.C., Bogotá 2013.

ARTÍCULOS

1. IZQUIERDO César, “La forma y los medios de la revelación divina”, en


THEOLOGICA 2. ª Serie, 47, 2 (2012), 285-297.
2. JIMÉNEZ GÓMEZ Humberto, “Dei Verbum – historia de su redacción”, en
Cuestiones Teológicas y Filosóficas 32 (2006) 209-224.
3. RIVA Luis Heriberto, “La Constitución Dogmática Dei Verbum y los métodos
de interpretación de las Escrituras”, en Studium. Filosofía y Teología 33
(2014) 109-136.
4. TURRIAGO ROJAS Daniel, “El proceso histórico del Vaticano II”, en
Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 143, (2006), 15-24.
5. BALAGUER Vicente, “La Constitución Dogmática Dei Verbum y los estudios
bíblicos en el siglo XX”, en Anuario de Historia de la Iglesia, núm. 10
(2001), 239-251.

DOCUMENTOS DE LA IGLESIA

1. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, PRIMERA SECCIÓN. Capitulo III La


respuesta del hombre a Dios, 1992.

DOCUMENTOS CONCILIARES

1. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución sobre la Divina


revelación Dei Verbum” (04.12.1963), Paulinas, Lima-Perú 1996.

CITACIONES DE INTERNET

1. BOJORGE Horacio, “LA VERDAD REVELADA POR DIOS ACERCA DE


LA NATURALEZA HUMANA”, en
https://es.catholic.net/op/articulos/12266/cat/496/3-la-verdad-revelada-por-

18
dios-acerca-de-la-naturaleza-humana.html#modal (fecha de consulta
28.09.2021).
2. PIKAZA IBARRONDO Xabier, “La Dei Verbum en la vida y misión de la
Iglesia”, en https://www.cenacat.org/historia-de-la-constitucion-dei-verbum-
importancia-y-aportes/ (fecha de consulta 28.09.2021).

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