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El estudio muestra que, entre otros factores, la violencia es el evento que más afecta la salud
mental de la población civil, la prevalencia de ansiedad y depresión alcanza el 34%, muy superior a
la de otras poblaciones. Si se limita a etiquetar la psicosis sobre el conflicto que padecen millones
de colombianos, la víctima tendrá que llorar sola, y la realidad sociopolítica de la que depende será
reprimida. De hecho, el conflicto no afecta a todos por igual. Algunos expertos señalan que solo el
5% de las personas necesitan un tratamiento psiquiátrico especial.
Más allá de los muertos y las explosiones, la guerra ha transformado escenarios comunitarios en
lugares de miedo, truncado proyectos de vida y provocado humillaciones inenarrables,
incertidumbres y pérdidas de la identidad Paradójicamente, uno de los sentimientos que genera el
conflicto entre las víctimas es la culpa.
Los daños emocionales del conflicto no se limitan a lo individual, Cuando termine el liderazgo,
habrá desconfianza entre las personas que solían ser vecinos y amigos.
Campos como el familiar se ven afectados porque las personas que no pueden soportar su propio
dolor tienen poca capacidad para cuidar de los demás. Ante familias desarraigadas, muchas
familias se han hecho añicos o sus relaciones se han deteriorado por un cambio de roles: ya no son
proveedores masculinos, por lo que sus mujeres tienen que asumir la responsabilidad del jefe de
hogar. "Todo está relacionado. No tener trabajo no es solo un problema económico: no alimenta a
mis hijos y genera irritabilidad, lo que puede llevar a la violencia doméstica y al alcoholismo".
Aunque muchas personas no han experimentado directamente los actos bárbaros de la guerra, los
expertos no sospechan que la sociedad se haya visto afectada por la exposición al conflicto a
través de los periódicos o los medios de comunicación. Así es como la guerra socava las nociones
de justicia, interioridad y legitimidad.