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VALORACIÓN NEURO PSICOLÓGICA EN PSICOLOGÍA FORENSE

Neuropsicología Forense. Planteamientos generales


 
ERIC GARCIA LOPEZ
JOSE LUIS GRAÑA GOMEZ
SARA FERNANDEZ GUINEA
 
Departamento de Psicología Básica II
(procesos cognitivos).
Departamento de Personalidad,
Evaluación y Tratamiento.
Facultad de Psicología.
Universidad Complutense de Madrid.
 
 
La relación que existe entre el funcionamiento y la estructuración del cerebro y
la conducta está actualmente bien fundamentada debido, entre otras causas, a
los avances de la Neurociencia. Esta relación aunada a la interacción con el
medio ambiente, nos permiten mantener la afirmación de que el ser humano es
un ente biopsicosociocultural. Cuando alguno de estos elementos, pero para
esta exposición particularmente el cerebro, no interactúan de forma adecuada,
pueden producirse alteraciones de tipo cognitivo, emocional y conductual que
afectan de manera importante las diversas áreas que implican la vida de una
persona. Por ejemplo, pueden verse afectados los contextos familiar, social y
laboral entre otros.
 
Como consecuencia de las alteraciones graves entre cerebro y la
exteriorización de la conducta (sin menospreciar ni un ápice los demás
factores), las personas podrían enfrentarse a cuestiones legales como la
incapacidad laboral, la responsabilidad y la capacidad civil, la imputabilidad,
etc. La Neuropsicología Forense es una disciplina especializada que aporta
información pertinente en estos casos, especialmente, en la valoración de las
alteraciones de capacidades cognitivas, conductuales y emocionales que
tuvieran alguna relación explícita con la Ley. En este texto, de forma
introductoria, se presenta una breve reseña de la disciplina y un escueto
esquema de informe pericial neuropsicológico forense a modo simplemente
orientativo.
 
PALABRAS CLAVE: Neuropsicología forense, informe pericial.
 
 
1.- Introducción:
El Congreso Latinoamericano de Psicología Jurídica y Forense que se realiza a
través de Internet en psicologiajuridica.org, se está consolidando como un
punto de encuentro entre las personas interesadas en el amplio campo de la
relación que existe entre el estudio del comportamiento humano y el Derecho.
En esta segunda edición, el Congreso reúne principalmente a participantes de
América Latina, y también algunos distinguidos conferenciantes de Estados
Unidos y España.
 
Dada la amplitud de posibilidades de estudio que ofrece la psicología jurídica y
dado además su creciente interés, el 2º Congreso nos permite plantear temas
como el que aquí presentamos: La Neuropsicología Forense. Una disciplina de
apariencia reciente, pero que en realidad –como la psicología jurídica en
general- conjuga con acierto varios de los conocimientos que el ser humano
viene desarrollando desde hace ya mucho tiempo, como afirmó Ebbinghaus de
la Psicología: "tiene un largo pasado, pero una historia corta". Algo similar
ocurre con nuestras disciplinas particulares.
 
En nuestra breve participación a través de este Congreso V2.0, se pretende
sólo poner en antecedentes generales al lector que se inicia en este tema. Por
tanto, no citaremos en este texto los antecedentes más antiguos de esta
disciplina, los recorridos históricos a través de fuentes como el pápiro egipcio
de 1700 a.C., las disertaciones del corpus Hipocrático (¡y entre ellos hay más
de un milenio de tiempo transcurrido!), la importancia de nombres como el de
Broca, Jackson, Wernicke, Bastian, Déjerine, Liepmann, Poppelreuter, etc. (y
con ellos nos ubicamos entre 1861 y 1919) quedarán para otro encuentro. No
porque resulten prescindibles (las lecciones de la Historia no debieran serlo)
sino porque, como hemos mencionado, se pretende sólo brindar una mirada
introductoria al tema para quien resulte interesado.
 
La disciplina es amplísima, su bastedad nos obliga a reducir el tema a
generalidades o bien temas muy específicos. En esta comunicación, optamos
por la primer opción.
 
2.- Notas generales sobre neuropsicología forense.
 
La Neuropsicología es la ciencia que estudia las relaciones entre las
estructuras del cerebro, las funciones mentales superiores y el
comportamiento, y se ocupa no sólo de la evaluación y el diagnóstico, sino
también de la rehabilitación. A ese tenor nos señala Mesa Cid que
Neuropsicología es la ciencia de las actividades mentales superiores en sus
relaciones con las estructuras cerebrales que la sustentan, ya que, afirma,
desde un punto de vista meramente psicobiológico o neuropsicológico,
pensamiento, emoción y conducta constituyen el reflejo de la actividad cerebral.
(Mesa, 1999)
 
Por otra parte, cuando por alguna causa (traumatismo craneoencefálico,
drogodependencia, etc.) el funcionamiento del cerebro se altera, se genera un
cambio en la dinámica integradora de funciones cognitivas, ejecutivas y
volitivas que, por sí mismas o en conjunto, producen una alteración en las
facultades de atención, concentración, integración, procesamiento de la
información y actuación conductual y cognitiva en base a dicha información.
Incluso, se habla de un deterioro de funciones cognitivas, sobre esquemas de
conducta diaria en drogodependientes, tales como irritabilidad, impulsividad,
perseveración y falta de autoregulación.
 
Estas alteraciones cognitivo-conductuales y emocionales pueden tener
repercusiones legales, es decir, cuando una persona se vea envuelta en áreas
que interesan al Derecho, por ejemplo Civil (separación de los cónyuges,
testamento, matrimonio y contratos en general, etc); Penal (valoración de la
imputabilidad en atención a la alteración de los fundamentos volitivos,
cognitivos y de actuación conforme a esa comprensión, etc.); Canónigo
(consentimiento, incompatibilidad de caracteres, etc.)... En suma, que las
alteraciones derivadas de un anormal funcionamiento de la relación conducta-
cerebro puede requerir una indispensable valoración neuropsicológica con fines
de "amicus curiae" a la impartición de Justicia.
 
A raíz de esta interacción entre los campos de competencia de la
Neuropsicología y las alteraciones de la relación cerebro-conducta se hace
necesaria la intervención especializada de los Neuropsicólogos Forenses.
Veamos porqué: la Neuropsicología Forense es aquella rama de la
neuropsicología que se centra en la valoración pericial del paciente o supuesto
paciente con daño cerebral, drogodependencia o psicopatología que precisa
intervención de la Ley, en atención a su propia enfermedad o debido a su
externalización conductual. Recordemos al respecto que, como señala Eduardo
García Maynez en su "Introducción al estudio del Derecho", cuatro de las
características esenciales de éste son heteronomía, bilateralidad, coercibilidad
y, precisamente, externalización. Es en esta última donde más se precisará la
actuación del neuropsicólogo forense, pues es la externalización de la conducta
lo que habrá de explicar de modo claro y lo más preciso posible, señalando
además las causas fundamentadas que pueda invocar para afirmar lo que
dictamina.
 
El término "Neuropsicología Forense" hace referencia a la aplicación de los
conocimientos teóricos y prácticos del campo de la Neuropsicología a los
asuntos legales. (Fernández Guinea, 1999) Recordemos que el término
"forense" hace alusión a "foro" y que tiene determinado su origen histórico en
los procedimientos orales del Derecho, por tanto, los neuropsicólogos forenses
son profesionales expertos que, además de otros especialistas, ofrecen su
testimonio pericial en los juicios sobre personas con alteraciones conductuales,
cognitivas y emocionales.
 
Las alteraciones en el funcionamiento cerebral pueden deberse a varias causas
o agentes, sin embargo, los síndromes neurológicos, psiquiátricos y
neuropsicológicos a que dan lugar tienen una característica en común: producir
una serie de secuelas como son la afectación de las capacidades cognitivas, la
aparición de trastornos emocionales y cambios en la conducta y en la
personalidad. Estas alteraciones podrían resultar susceptibles de una completa
exploración clínica, incluyendo en tal supuesto, la valoración con una batería de
pruebas neuropsicológicas.
 
En este sentido, no mencionaremos las pruebas neuropsicológicas que
actualmente existen y se utilizan aquí en España, pues ellas –si no se han
adaptado ya o desarrollado otras pertinentes en los países de América Latina-
no deberían utilizarse hasta que no se encuentren estandarizadas al contexto
para el cual se pretenda su aplicación. Por otra parte, cada país realiza
investigación para dichos fines y adapta o crea sus instrumentos de acuerdo a
la población con que trata y evalúa. Por poner un ejemplo, el llamado California
Verbal Learning Test (CVLT) tiene su versión española en el Test de
Aprendizaje Verbal España-Complutense (TAVEC); es probable que un test
como éste haya adquirido o adquiera un nombre diferente en otro país dada su
adaptación; otros sin embargo (Vgr. Stroop, Trail Making Test, Gambling Task,
Figura compleja de Rey, Bender, etc) mantienen su identidad inicial y se
realizan las estandarizaciones pertinentes para tal fin. Ejemplo de pruebas de
utilización muy extendida y con validez en muchos países es el MMPI y el
WAIS (con sus respectivas mejoras y actualizaciones) entre otros.
 
Cabe señalar aquí que, como apunta Benedet "una buena evaluación global de
base es indispensable en toda evaluación neuropsicológica, sea cual sea (sic)
la finalidad de ésta". Y añade: "su objetivo principal es el de determinar las
relaciones de causalidad entre los diferentes déficit que presenta una persona.
Es decir, determinar qué déficit son el resultado directo de su lesión y qué
déficit son el resultado de la incidencia de los primeros sobre la función de los
otros componentes del sistema que están en sí intactos." (Benedet, 2002) Esta
indicación, resulta por demás ilustrativa del trabajo que habrá de realizar el
forense en cuestiones de tipo neuropsicológico.
 
Por otra parte, el término de "funciones ejecutivas" ha alcanzado un grado
importante de conceptualización en el ámbito actual de las disciplinas
científicas dedicadas a este tema, el término hace alusión a que dicha función
es la última instancia cerebral en el control, regulación y dirección de la
conducta humana. El término de función ejecutiva ha sido habitualmente
presentado como un concepto análogo a la mayoría de conceptos teóricos de
control, presentados por las teorías que tratan de explicar la subordinación de
la conducta al funcionamiento de la corteza cerebral. (Tejero Antoni, Pérez de
los Cobos, Bosch y Siñol, 1999)
 
Este concepto fue aportado por Fuster, pero quizás, como señalan otros textos,
fuera el propio Luria el que lo esbozara en su libro Higher Cortical Functions in
Man(Luria, 1966). No obstante, fue Lezack quien popularizó este término,
especialmente a partir de la segunda edición de su obra clásica sobre
evaluación neuropsicológica. Para esta autora "las funciones ejecutivas
consisten en aquellas capacidades que permiten a una persona funcionar con
independencia, con un propósito determinado, con conductas autosuficientes y
de una manera satisfactoria".(Citado por Tejero,et.al, 1999) Esta misma autora
nos señala que cuando se alteran las funciones ejecutivas, el sujeto ya no es
capaz de autocuidarse, de realizar trabajos para sí o para otros, ni de mantener
relaciones sociales normales, independientemente de cómo conserve sus
capacidades cognitivas. Podríamos decir que, de manera general, los déficits
cognitivos usualmente atañen a funciones específicas o áreas funcionales,
mientras que, como señala Lezark, la alteración ejecutiva se manifiesta de una
manera más general, afectando a todos los aspectos de la conducta.
 
Por otra parte, entre los problemas comportamentales que muestran los sujetos
con alteración de las funciones ejecutivas, hay una capacidad deficitaria de
autocontrol, autodirección, labilidad emocional o tendencia a la irritabilidad y
excitabilidad, impulsividad, indiferencia, rigidez y dificultad en cambiar la
atención, así como para la conducta dirigida a un meta. Aspectos, los
anteriores, que muy a menudo vemos en pacientes adictos y que sin duda es
uno de los efectos que tienen las drogodependencias sobre el cerebro y
concretamente sobre el lóbulo frontal y las funciones ejecutivas. (Tejero et.,al.
Ob.cit)
 
Además, como apunta Fernández Guinea, la relación entre la Neuropsicología
y la Ley ha estado orientada por la confluencia de una serie de factores
intervinculados que han contribuido a la profesionalización del campo. De ellos
se pueden destacar:
 
1.- la explosión de la investigación de las relaciones entre el cerebro y la
conducta mediante métodos cuantitativos;
2.- las estrategias interpretativas para inferir la presencia, localización y el tipo
de neuropatología;
3.- la influencia en la decisión sobre asuntos legales como la determinación de
la discapacidad;
4. - la descripción de los perfiles cognitivos-conductuales característicos de
cada enfermedad neurológica;
5. - la determinación del pronóstico;
6.- las implicaciones del funcionamiento psicosocial y
7.- la decisión sobre las intervenciones más apropiadas. (Fernández Guinea,
1999)
 
Cabe decir que la neuropsicología forense es una disciplina muy joven, en
Estados Unidos ha cumplido, recientemente, apenas 30 años; en América
Latina y España el desarrollo de dicha área se encuentra todavía algunos años
por detrás. Sin embargo, se mantienen los esfuerzos por consolidar esta
disciplina y realizar los aportes necesarios.
 
Por tanto, al mencionar –de forma brevísima y partiendo sólo del siglo XX- los
antecedentes históricos de la neuropsicología forense, resulta pertinente volver
la mirada a los EUA y mencionar la conocida "sentencia Jenkins" de 1962.
(Barthol y Barthol, 1987), misma que tantas referencias ha merecido como
antecedente histórico de la relación entre las ciencias de la conducta y el
Derecho. Sin embargo, debe resaltarse también que los antecedentes
históricos son mucho más antiguos y que, incluso, otros nos resultan bastante
más adecuados. En el texto "nociones introductorias al estudio de la
neuropsicología forense" del diplomado que promueve la Asociación que
convoca este congreso, se pueden encontrar algunas fuentes bibliográficas
más específicas y detalladas a este respecto.
 
Por otro lado, la investigación experimental básica en psicología fisiológica,
comparada y cognitiva; la aparición de principios y técnicas para la
neuropsicología cualitativa y cuantitativa, y el análisis de síndromes de las
consecuencias conductuales de las lesiones del sistema nervioso central, han
permitido un conocimiento importante en el estudio de las relaciones cerebro-
conducta, todo esto ha venido estructurando poco a poco el cuerpo de la
neuropsicología. (Meir, 1992) Sin embargo, pese a que se considera el año de
1962 como la fecha de inicio de esta disciplina, (que, como ya hemos
mencionado debe tomarse especialmente como el antecedente
estadounidense) la Neuropsicología Forense, según otros autores, no ha
existido como una disciplina firme hasta principios de los años 80 (Giuliano,
Barth, Hawk y Ryan, 1997).
 
La Neuropsicología Clínica ha experimentado un gran desarrollo gracias tanto a
las investigaciones y publicaciones realizadas en el terreno de los
conocimientos básicos, como a las referentes de su aplicación. Empero, sólo
en los últimos años los neuropsicólogos clínicos han participado de forma
importante y decisiva en las cortes. Cada vez es más frecuente el testimonio
como perito de los neuropsicólogos que informan al juez sobre las secuelas
conductuales, emocionales y cognitivas que resultan de las lesiones del
cerebro humano y, al mismo tiempo, de la importancia de las variables
psicosociales en la modulación del funcionamiento y la alteración del cerebro. 
 
La relación entre la Neuropsicología y la Ley ha estado estrechamente
relacionada por la confluencia de una serie de factores que han contribuido a la
profesionalización del campo. Entre los objetivos y campos de aplicación más
importantes de esta nueva disciplina destacan: la identificación de las secuelas
que conlleva el daño cerebral leve como ‘el síndrome posconmocional’, la
determinación del funcionamiento intelectual previo, la valoración del deterioro
cognitivo, la valoración de dicho deterioro derivado de la interacción con
sustancias adictivas, entre otros. (Fernández Guinea, 2001)
 
A finales de los años 80, Faust y sus colaboradores publicaron una serie de
artículos (Faust y Ziskin, 1988; Faust, Ziskin y Hiers, 1991; Ziskin y Faust,
1988) criticando los testimonios de los neuropsicólogos y de otros profesionales
clínicos en los juicios. Decían que las bases empíricas de sus opiniones eran
insuficientes, por lo que con frecuencia sus conclusiones no eran válidas ni
fiables, y que a veces no tenían una precisión superior a la que ofrecían las
personas legas en la materia. Estos autores propusieron el "método escéptico"
para considerar apropiados los testimonios en los juicios. Las principales
críticas que hicieron a la Neuropsicología Forense fueron de carácter
metodológico. (Giuliano, Barth, Hawk y Ryan, 1997)
 
Nos señala Fernández Guinea que el reconocimiento de estas debilidades ha
facilitado la maduración de la neuropsicología forense, ya que se ha estimulado
la investigación para tratar de responder a estos problemas y se han logrado
avances importantes en el desarrollo y sustentación de esta nueva disciplina
científica. En la actualidad, se cuenta con más y mejores instrumentos capaces
de orientar al neuropsicólogo en su labor clínica (tanto a nivel de diagnóstico
como de tratamiento) y, a la postre, en su función como perito.
Por otra parte, en los últimos años se han incrementado en la práctica jurídica
las demandas de peritaciones sobre las secuelas de los traumatismos
craneoencefálicos (T.C.E.), la influecia de las drogas en el comportamiento, la
valoración de psicopatología en funciones ejecutivas, etc. en las cuáles el
neuropsicólogo se está convirtiendo en un profesional destacado para
determinar la presencia o ausencia de deterioro o daño cerebral en pacientes
con quejas de déficit cognitivos y alteraciones emocionales. (Muñoz, J.M., y
Fernández Guinea, S. 1997)
 
Junto con las drogodependencias, los traumatismos craneoencefálicos
constituyen la principal causa de daño cerebral en personas jóvenes. A este
respecto cabe mencionar que las lesiones se caracterizan por una afectación
difusa del neocórtex, aunque con predominio de las contusiones fronto-
temporales, afectación de estructuras del sistema límbico y lesiones axonales
difusas. Los déficits físicos -disminución de la prensión o de las habilidades
motoras finas, limitaciones para la deambulación, reducción de la visión o el
oido... tienden a ser los más obvios y fáciles de entender. Sin embargo, las
alteraciones cognitivo-conductuales y psicosociales que siguen a los T.C.E y a
las drogodependencias tienden a ser menospreciadas, aún cuando dificultan la
reintegración con éxito en la sociedad del sujeto que las padece. (Muñoz
Céspedes, 1998)
 
Entre los déficits cognitivos más frecuentes, se encuentran los fallos de
memoria, reducción de la atención y concentración, problemas visoespaciales y
visomanipulativos, habilidades de razonamiento reducidas y una pobre
planificación y capacidad de organización. (Muñoz, Pelegrín, Tirapu y
Fernández Guinea, 1998).

Los principales problemas que presentan estas personas son (Muñoz., et.,al.
1998):
 
Somáticos: Cefalea, mayor fatigabilidad, mareos, vértigos, disminución de la
audición, visión borrosa, intolerancia a la luz y al ruido, etc.
 
Cognitivos: Pérdida de habilidad para procesar información rápidamente,
lentitud de respuesta, reducción de la capacidad de concentración, pobre
rendimiento en aquellas tareas que exigen alternar o dividir la atención, pérdida
de memoria, especialmente, para el material nuevo, y una reducción de la
flexibilidad mental.
 
Alteraciones conductuales y emocionales: mayor irritabilidad, ansiedad,
depresión, cambios inespecíficos de personalidad, insomnio de iniciación,
sueño fragmentario, disminución del apetito y de la libido.
 
En estos casos, una evaluación neuropsicológica completa y enfocada a la
detección de estos problemas puede proporcionar una buena evidencia
empírica de la presencia de estas dificultades y su repercusión en los ámbitos
jurídico, laboral y social. El informe neuropsicológico, por tanto, deberá ser
preciso y completo, para dar cuenta de todos estos síntomas.
 
Por ello es preciso explorar de modo detallado los siguientes aspectos:
 
Trastornos de la atención

    - Dificultades de aprendizaje y memoria

    - Funciones ejecutivas

    - Motivación
    - Cambios de conducta y de personalidad
 
Los déficits atencionales son muy frecuentes en las personas con adicción a
sustancias tales como heroína y cocaína. Éstos pueden afectar a la atención
sostenida, pero especialmente a la concentración, velocidad de procesamiento
y flexibilidad atencional.
 
Las dificultades para el aprendizaje y la memoria aparecen entre las secuelas
residuales más importantes de las drogodependencias. Los programas de
rehabilitación y readaptación están basados -en última instancia- en la
capacidad de los participantes para adquirir nuevas habilidades y destrezas.
Sin embargo, si la capacidad de aprendizaje está deteriorada puede resultar
muy difícil que estos individuos consigan una destreza normal o similar a la de
los sujetos sin adicción o daño severo.
 
Las funciones ejecutivas comprenden las capacidades mentales necesarias
para formular metas, planificar el modo de lograrlas y llevar adelante el plan de
manera eficaz (Lezak, 1982). Las personas afectadas por drogodependencia
tienen una reducida habilidad para planificar las actividades que han de
realizar, presentan dificultades para llevar a cabo secuencias complejas de
conducta de modo ordenado, exhiben un menor autocontrol y autorregulación
en la ejecución de las tareas y presentan una menor capacidad para adoptar
una actitud abstracta, que dificulta que sean capaces de valorar el punto de
vista de otros interlocutores, disminuyéndose la capacidad de generalización de
los aprendizajes a situaciones diferentes.
 
Las alteraciones cognitivas, motivacionales, emocionales y conductuales son el
resultado tanto de las modificaciones en el estado biológico del organismo,
como consecuencia del proceso de adaptación psicosocial a una nueva
situación. En relación con la actividad laboral las quejas más frecuentes se
refieren a la irritabilidad, escasa tolerancia a la frustración y pobre control de
impulsos. También se señalan la apatía, introversión e indiferencia hacia los
demás y el entorno y, por otro lado, la ausencia de respeto hacia las normas
sociales y la aparición de conductas inapropiadas, exhibicionistas, etc.
 
Estas alteraciones en el comportamiento hacen que la neuropsicología se
interese en las diversas repercusiones que dichas conductas pudieran tener en
el ámbito legal, tanto a nivel civil, laboral y administrativo entre otros.
Fernández Guinea nos explica además, que el neuropsicólogo está en
condiciones de emitir un dictamen en los casos de determinación de
discapacidad, de asuntos criminales, simulación del testimonio, en los
trastornos por exposición a neurotóxicos y traumas perinatales, etc.
(Fernández, S. 2001)
 
Finalmente, y dado que es importante realizar un modelo de informe pericial
(para efectos de su estructuración y contenido) proponemos el siguiente:
 
INFORME NEUROPSICOLÓGICO PERICIAL
 
Las características fundamentales que, en general, debe cumplir un informe
neuropsicológico pericial  son necesariamente la neutralidad y el ser
comprensible para las personas ajenas al campo de la neuropsicología,
especialmente para aquellos a quienes irá dirigido, como son jueces,
abogados, etc. Pero además, han de estar plenamente sustentados por una
sólida valoración clínica y una imprescindible ética profesional.
 
Si bien es cierto que los informes periciales tendrán un formato diferente en
función del objetivo de su realización (valoración secuelas por accidente de
tráfico, determinación del grado de incapacidad para los asuntos legales, etc.),
podemos decir que, en general, deben realizar una descripción precisa de los
siguientes aspectos: (Fernández, S. 2001, ob.cit.)

- Funcionamiento premórbido del sujeto.


Historia clínica completa.
Especificación de la lesión cerebral, si existe, y precisar refiriendo informe
médico.
Evolución clínica del individuo.
Alteraciones cognitivas, emocionales y psicosociales producidas, determinando
la gravedad de los déficit.
Señalar la relación causal entre la lesión, adicción y/o psicolopatología y los
cambios producidos.
Determinación de la incapacidad o dependencia del sujeto para realizar las
actividades diarias básicas e instrumentales, así como afectación en su vida
familiar, social y laboral.
Descripción de las secuelas y fundamento para tal afirmación.(estables,
pueden mejorar, pueden agravarse).
Posibilidad de intervención neuropsicológica.
Establecer un pronóstico.
 
Relación específica de los puntos anteriores con el hecho jurídico por el
que se ha requerido el informe pericial.
 
Por otra parte, resulta imprescindible no olvidarse de los elementos básicos de
todo informe, a saber: datos de identificación de los peritos, datos
sociodemográficos de la persona peritada/evaluada, objetivo del informe
pericial, descripción de la problemática, metodología, aproximación
psicobiográfica, exploración psicopatológica, formulación forense,
fundamentación del modelo explicativo, modelo psicopatológico, conclusiones,
etc.
 
Este informe deberá constituirse en prueba pericial y facilitará la labor del juez
en la determinación de las secuelas, alteración para ostentar guarda y custodia,
imputabilidad, responsabilidades del matrimonio, etc. en los casos que sea
necesario y se requiera.
 
3.- Consideraciones finales:
 
Resulta visible que las investigaciones al respecto de este tema son amplias y
de muy diversa índole, así como sus tendencias y enfoques, sin embargo, la
mayoría de ellos considera a la neuropsicología forense como una disciplina
emergente y con buena proyección hacia el futuro. Debe reconocerse, empero,
que el estudio de la relación estrecha que existe entre la conducta y el cerebro
no alcanza aún para comprender totalmente el funcionamiento de esta
interacción y, por tanto, no conseguiremos todavía establecer causalidades
plenas y menos absolutas en el ámbito forense, pero sí posibilidades de
explicación bien fundamentadas que brinden orientación clara al juzgador.
 
Para finalizar, agregamos que el presente trabajo no ha pretendido ser una
recopilación bibliográfica exhaustiva, sino apenas una invitación hacia los
estudios originales y su revisión más intensa.
 
Será responsabilidad de los neuropsicólogos y psicólogos forenses
(específicamente formados) recibir una buena estructuración académica, estar
atentos a las nuevas aportaciones que se vayan dando en nuestra especialidad
y ofrecer informes periciales de alto nivel, que supongan un prestigio para
nuestra profesión y el posicionamiento sólido de esta disciplina científica como
referente innegable en el mundo jurídico.
 
BIBLIOGRAFÍA
 
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