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“MI HISTORIA DE SER DOCENTE DURANTE LA PANDEMIA”

Mi nombre es Maricela de los Angeles Chan Puerto, trabajo en una telesecundaria en el municipio
de Candelaria en el ejido Benito Juárez y hoy les voy a compartir mi experiencia acerca de cómo he
vivido desde diferentes ámbitos pero particularmente mi trabajo durante la pandemia.

Los acontecimientos imprevistos nos toman de sorpresa, como me ocurrió frente al inicio de la
pandemia y mi capacidad de aceptación y adaptación se puso en juego, aunque al principio,
desconociendo los alcances de esta, estaba segura que sólo serían unos días que estaríamos fuera
del plantel y pronto regresaríamos a la normalidad cotidiana…., así ha pasado más de un año, y he
visto culminar dos ciclos escolares, he despedido dos generaciones de mis alumnos sin poder darles
un enorme abrazo de felicitación, ni ver su sonrisas de satisfacción al egresar de la escuela, en este
momento eso me duele, mis adolescentes han tenido que abandonar el recinto escolar sin poder
regresar a él a tejer los sueños de secundaria, etapa que todos recordamos con gran cariño. Por mi
parte en casa, convertida ahora en oficina, salón de clase, campo, parque, laboratorio, museo y todo
lo necesario para el desarrollo del trabajo, he tenido que reorganizar mi vida, el teléfono no se da
abasto, disponible todo el tiempo, las veinticuatro horas de los siete días de la semana, para
maestros, padres de familia, alumnos, colaboradores y autoridades educativas, el uso de la
computadora y el teléfono han dejado en mis ojos el cansancio de un ciclo escolar que culmina, el
trabajo sigue para mí no existe fin de semana, todos los días hay pendientes que hacer, si no es una
constancia, es un documento… y frecuentemente he ido a los ranchos más alejados para acompañar
el aprendizaje de los alumnos, llevarles los proyectos que deben realizar o útiles escolares porque
me han dicho que no tienen para conseguir un cuaderno… o a buscarlos en donde se encuentren si
no hay noticias de ellos, a hablar con los padres para convencerlos de que sus hijos continúen en
clases, casi suplicándoles que le den importancia a la escuela, y así, con satisfacción hemos evitado
el rezago, el abandono escolar, esa es la recompensa.

Si he tenido momentos de angustia, de incertidumbre, de ansiedad, de dolor (emocional y físico)


pues no le veo fin a esta situación que la pandemia ha provocado, pero pienso en mis alumnos
adolescentes y se que ellos han sufrido más porque es natural a su edad convivir con los amigos,
divertirse en la escuela, socializar, hacer deporte, salir y ahí encuentro la fuerza para continuar y
diseñar estrategias que les permitan desarrollar sus habilidades a distancia, que mejoren sus
aprendizajes y se sientan acompañados y comprendidos.

Estoy dispuesta a ver el lado positivo de todo, a transformar mi manera de enseñar, mis estrategias
de comunicación, a seguir de pie en este camino que he emprendido de manera sorpresiva pero
que ahora es un camino en donde he podido hacer uso de las herramientas que la tecnología nos
ofrece para seguir cumpliendo con la hermosa labor docente que nos ha sido confiada, pues
nuestros niños esperan de nosotros lo mejor, somos luz y esperanza para que su vida se ilumine con
conocimientos y valores y frente a esta misión tan hermosa y dignificante me siento con valor,
fortaleza y alegría para continuar mi historia de ser docente frente a la pandemia.

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