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En 2005, los hermanos Rodolfo y José López, en un recorrido por los alrededores del
ejido Guadalupe, municipio de General Cepeda, Coahuila, encontraron los restos
fósiles de lo que, ahora se sabe, era un hadrosaurio. Ocho años después, en 2013,
paleontólogos y estudiantes del INAH y la UNAM realizaron los trabajos de rescate de
los restos con el fin de estudiarlos.
Hoy sabemos que esos restos pertenecen a una nueva especie de dinosaurio de la
familia Hadrosauridae, los conocidos como hadrosaurios o “pico de pato”. La nueva
especie fue nombrada Tlatolophus galorum, y vivió hace unos 73 millones de años en
la antigua planicie costera de lo que ahora es el sureste del estado de Coahuila.
La que sigue es la historia del largo y acucioso proceso que llevaron a cabo ese grupo
de paleontólogos y la gente de la localidad para recuperar, describir, dar a conocer y
preservar los restos de una nueva especie de dinosaurio. Los primeros restos óseos de
este ejemplar fueron hallados expuestos en los áridos y ricos suelos fosilíferos de la
formación Cerro del Pueblo, al poniente de la capital del estado. Esta formación es
considerada de importancia paleontológica pues ahí fueron descubiertos y recuperados
otros hadrosaurios como Latirhinus uistlani, conocido como Isauria, y el Velafrons
coahuilensis. De hecho, todo el estado es reconocido como un sitio relevante para la
paleontología mexicana, pues también se han recuperado ceratópsidos
(Coahuilaceratops magnacuerna, Yehuecaceratops mudei), anquilosaurios
(Acantholipan gonzalezi), ornitomímidos (Paraxenisaurus normalensis), entre otros.
No siempre se han encontrado restos óseos, en ocasiones se han localizado icnitas
(impresiones de huellas), impresiones de piel o coprolitos (materia fecal fosilizada).
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