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ENSAYOS POÉTICOS

ENSAYOS POÉTICOS

MONTEVIDEO

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1 87 9
ENSAYOS POÉTICOS

Mi fanatismo

L o s que sentís el fuego del entusiasmo ardiente,


Y de esperanzas bellas, henchido el corazón;
Los que ideal un mundo, lleváis en vuestra mente,
Y arder, sentís en ella, la noble inspiración;

Los que pobláis el viento de vagas armonías;


Los que tenéis por numen la gloria y el amor;
Los que cubrís con flores de virgen poesía,
Las descarnadas horas del lulo y el dolor;

Cerebros que enloquece sublime desvarío;


Seres que habéis nacido para sufrir y amar;
Pulsando vuestras liras venid en (orno mió,
Del arte y del progreso, las glorias á cantar.

Pasaron ya, los tiempos de mísera memoria,


Los tiempos en que el vate, faltando a su misión,
Abyecto cortesano, las palmas de la gloria,
Buscaba al pié de un trono con torpe adulación.
— 6 —

¡ Un tiempo fué, que el bardo, sus trovas entonaba,


En medio de los brindis de impúdico festin;
Mientras que en torno suyo siniestro resonaba,
El choque délas armas, ó el áspero clarín!

¡ Un tiempo fué, que el bardo, cual ave aprisionada


Entre los pardos muros de la feudal mansión,
Cantaba á sus señores con lira degradada,
Sangrientas epopeyas de guerra y opresión !

Hoy, que del viejo templo, la bóveda ya cruje,


Cual secular encina, que troncha el huracán;
H o y , que de las ideas al vigoroso empuje,
Las rancias tradiciones, retrocediendo van;

Hoy, que la vieja Europa sacude su cadena,


Batiendo en sus trincheras, á la opresora grey;
Hoy, que en el nuevo mundo, ya por doquier resuena,
Con varonil acento, la voz del pueblo rey;

Hoy, que el progreso brilla, en todas las esferas;


Que cubre con sus mares, del mar la inmensidad;
Que con ferradas vías, taladra las fronteras;
Y borra los espacios con la electricidad;

/No basta que el poeta, cual flores perfumadas,


Armónicos sonidos, le arranque á su laúd;
Preciso es que en la patria sus trovas inspiradas,
Despierten sentimientos de cívica virtud!

¡ Acentos varoniles, enérgicos'cantares,


Broten de nuestras liras con cuerdas de metal i
Y los deberes patrios, los triunfos populares,
Que sean nuestro hermoso, magnífico ideal!
— 7

¡Cantemos porque sea, la tierra americana,


La patria del derecho, del arte y del saber:
Cantemos por el triunfo de la razón humana,
Que sobre el nuevo inundo brillando soberana,
Disipe con sus rayos los ídolos de ayer !

¡Cantemos al Tribun <! Cantemos á la Imprenta!


Vestal que guarda el fuego de patria y libertad:
Acento que á los viles tiranos amedranta:
Enrogecida nube, que en medio la tormenta,
Hace llover ideas sobre la humanidad !

¡Cantemos por que nunca, de fratricida guerra,


Las teas maldecidas, se vuelvan á encender:
V el fruto cosechando, que la campaña encierra,
Eternamente sean, los hijos de esta tierra,
Soldados, 'ie! derecho, y esclavos del deber!

¡Ensueño de justicia, de fraternal ventura!


idea generosa, que desde niño arrié;
Perfume que endulzaste mis horas de amargura;
Estrella que guiaste mi vacilante fé!

¡En estranjeras playas, ó en mis paternos lares;


En hnguida armonía, ó en ruda entonación;
Tú eres el s a c o aú.uen que inspira mis cantares;
Tú eres el Fanatismo que inflama el corazón !

¡Si un díate abandono. . . .De la celeste ira,


Sobre mi frente truene, el rayo aterrador!
Y trémulas, mis manos, suelten la rota lira,
Y espire, maldecida, la voz del trovador!

í'e tie.'ülji-c—!87:i
I j a agonía de un piaeblo

Cuando los aves, el aire pueblan;


Cuando la fiebre siembra el terror;
Cuando las tumbas llenas rebosan,
Cubre la lira negro crespón.

Hoy que la muerte sus negras alas


Sobre estas playas ruda batió,
Tan solo trovas tristes y amargas,
Cantaros puede mi inspiración.

El ancho Plata, ronco murmura;


Tiñe sus ondas negro color;
Porque su reina, de muerte herida
Sube al calvario de su dolor.

De las riberas que eran su trono;


Centros de vida, nidos de amor,
Traen las auras ecos de muerte,
Ayes dolientes, gritos de horror.

Sobre sus prados y sus vergeles,


En vez del canto del ruiseñor,
Tan solo el buho, lanza agorero
Negros presagios de destrucción.
— 9 —

Torvo fantasma, surca su cielo,


Muerte y estrago, sembrando en pos:
Sóbrela frente de todo un pueblo
Vertiendo un soplo de maldición.

¡Hijas del Platal Suelto el cabello,


Ciña la frente negro crespón!
Y al Pueblo Mártir, en su agonía,
Abrid los brazos y el corazón.

Y o , solo llanto puedo ofrecerte,


¡Bálsamo triste déla aflicción!
Trovas alegres, cantar no puedo!
Suena mí lira con ronco son.

¡De mis hermanos oigo el g e m i d o . . .


Escucho el grito de su d o l o r ! . . . .
Sobre sepulcros preludio un canto,
Que brota amargo, del corazón.

Es el emblema del dolor mió!


Recuerdo triste de otra región!
Que de los dardos que al alma hieren
Es el mas rudo, la proscripción.
Abril—1871.
Tul a d i ó s d e l p r o s c r i t o

Á MI PATRIA

L o s que por tí lidiaron, los que tu nombre adoran,


Que henchida el alma sienten de tu sagrado amor,
De tus pasados glorias sobre la tumba lloran;
De pueblo en pueblo llevan la voz de tu dolor.

Privados de tu ambiente tus hijos mas queridos,


Perdida la esperanza por tierra eslraña van,
Sin ver tu hermoso .ciclo, errantes, perseguidos,
Cual hojas destrozadas que esparce el huracán.

T u sol y tus derechos, cubrió nube sombría;


La voz de la tormenta rasgó la inmensidad;
Tronó el airado cielo, rugió la mar bravia;
Rugieron los torrentes, bramó la tempestad.

No puede hoy el proscrito tu negra desventura


Cantar con voz doliente de su laúd al son
Dejad lancen al viento sus notas de amargura
Las cuerdas doloridas del triste corazón.
— 11 -

Dejadme arrodillado sobre estrangero suelo,


Los campos de mi patria llorando recordar,,
Y su templado clima, su transparente cielo,
Sus perfumadas auras, su adormecido mar.

¡Dejadle sus recuerdos al pobre desterrado!


Dejadle al pobre ciego llorar la luz perdida!
"Dejad que envié al menos mi pecho lacerado
A lodo lo.que adora su amarga despedida!

Adiós nevados picos! adiós verdes colinas


Cubiertas de olivares y de retama en flor,
De cuyas peñas brotan mil fuentes cristalinas
Do beben la paloma y el tierno ruiseñor!

¡Adiós viejos pinares! penachos de verdura


Que orean dulcemente las brisas de la mar!
Adiós los naranjales de plácida frescura
En cuyas verdes hojas blanquea el azahar!

¡Adiós hogar tranquilo donde mi madre mora,


Donde feliz, risueña, pasó la infancia mia!
Adiós blancas paredes que por las tardes dora
El último reflejo del moribundo dia!

Ya no verán mis ojos la rústica enramada


Que forman á tu puerta la parra y el nogal;
Ya no veré la fuente de yedras coronada,
Que baña las raices de! mirto y el rosal;

Ni escucharé el acento del ángel de ternura


Que un cielo de esperanzas y amor me prometía!.»
¡Nublóseya aquel cielo... ¡Sumido en noche oscura,
Y a no venln mis ojos los ojos de Maria!
¡Viajera golondrina que anidas en la torre,
Donde por mí llorando junto á mi madre está,
D í l e q u e el llanto acerbo de sus mejillas borre,
Díle que su recuerdo conmigo siempre vá!

¡Díle que no se borra del alma desterrada,


Díle que vá conmigo los mares al cruzar;
Díle que es el consuelo su imagen adorada
Del hijo que suspira sin madre y sin hogar!

Abril—1871.
E n un á l b u m

IMPROVISACIÓN

No sé, quien te dijo, que un arpa tenía,


N o sé, quien te dijo, que bardo nací;
Lo cierto es, que acentos de dulce armonía
Cual peras ti un olmo, me pides á mí.

Si Apolo me diera, su lira armoniosa,


Su numen divino, su voz celestial;
Para tí serían ¡nacarada rosa!
Perfumado lirio, del suelo Oriental!

Si fuera poeta, tu gracia cantara,


T u s ojos de estrella, tu amable candor;
T u el ángel serias que al bardo inspirara,
Sus férvidos cantos de gloria y amor.

Y audaz arrancara, mi loco desvelo,


Sus flores al bosque, sus perlas al mar,
Al ave sus cantos, sus astras al cielo;
Para, tu camino, poder alfombrar.
— 11 -

Guirnaldas de estrellas, tu sien coronaran;


Un sol te daría por regio pavés;
Cantares moriscos tu sueño arrullaran;
Y perlas y flores, hollaran tus pies.

Pero por desgracia, ni tengo armonía,


N i soles, ni estrellas, ni perlas ni flor:
Tan solo, ofrecerle puedo, hermosa mia.
El arpa sin cuerdas, de un mal trovador.

Junio —1371.
L a r e d e n c i ó n de xin p u e b l o

T.

Tasarou ¡Buenos Aires! Las horas de agonía,


Las noches tenebrosas de angustia y de dolor:
Sobre tu frente augusta, sereno el ciclo envía,
Risueñas alboradas de vida y resplandor.

Henchida de esperanzas de paz y de ventura,


De tus mejillas borra las huellas del sufrir:
Cerróse, del pasado, la horrenda sepultura,
Que un sol de gloria alumbre tu rico porvenir.

Yo, que mi triste ofrenda te di, de amargo lloro,


Yo, que mezclé a tus ayes el ¡ay! de mi dolor,
Hoy á mi pobre numen la inspiración imploro,
Para enviarle acentos de fraternal amor:

Ií.

Cuando los pueblos sufren momentos de amargura,


Y el luto y el espanto, se esparcen por doquier,
¡Hay almas tan mezquinas, que dudan con pavura,
Si hay pueblos condenados & eterno padecer!
— 16 —

Cuando algún pueblo lucha, por patria ó por derechos,


Y entre cadenas cae, cansado de luchar,
¡No faltan almas viles, que en miserables pechos,
De libertad y patria se atreven á dudar!

¿Si el vicio dicta leyes á la virtud vencida,


Si !a justicia gime, bajo un poder fatal,
Serán, virtud y crimen, una ilusión mentida,
Que solo sanliñca el éxito brutal?

¿Si el mal triunfante veo, donde los ojos clavo,


Y el odio, el egoísmo, vil ambición y guerra,
Será verdad, que el hombre tan solo fué creado,
Para regar con sangre y lágrimas, la tierra ?

¿Será el honor mentira? l o c u r a el entusiasmo?


El hacha del verdugo, podrá segar la idea?
La fuerza del derecho es solo un vil sarcasmo?
No hay mas, que el asqueroso, derecho de la fuerza?

III

El frió de esas dudas, no hiela el alma mia:


Yo creo que los pueblos se pueden redimir:
Y o espero en el reinado del bien y la armonía:
Yo soy de los que guardan la fé del porvenir.

Y esta, cual sol divino, disipa y evapora,


Del corazón humano, las nieblas del dudar;
Y témplala amargura del infeliz que llora
Y enseña, a los esclavos, la frente á levantar.

Ella es el sacro fuego, que t¡ la virtud sustenta:


Ella da fé al creyente, y al mártir di valor;
_ 17 —

Y á cuanto grande y noble, sobre la tierra alienta,


Alumbra con su rayo de eterno resplandor.

Ella endulzó el trabajo con divinal fragancia,


Ella le dio al poeta su bella inspiración;
Y dio valor á Bruto, y á Sócrates constancia,
Hizo inmortal á Homero, y un mundo dio á Colon.

IV

Fé, Libertad, Trabajo, por esta hermosa senda


Avanza ¡Buenos Airesl con noble emulación;
Escrito esM, que el pueblo que ese camino emprenda,
H a d e alcanzar un dia su santa redención.

T u s fuerzas no consumas en luchas fratricidas,


ÍTo riegues mas con sangre tu suelo virginal;
Olvida del pasado las sombras maldecidas
Y estrecha á tus provincias en lazo fraternal.

El pueblo que no quiera caer entre cadenas.


No debe en lucha estéril la vida prodigar:
Los pueblos necesitan la sangre de sus venas,
Su patria y sus derechos, para poder guardar.

L a reja del arado fecunde la llanura,


Los cantos del obrero resuenen por doquier,
La toga del tribuno reemplace la armadura,
Y al rudo campamento la escuela y el taller.

Mas, si un tirano un dia, ser tu señor quisiera


O al estranjero yugo tu noble frente u n c i r . . . .
¡Trueca el arado en lanza 1. . y , con constancia fiera,
Las tumbas de tus padres, defiende hasta morirl

Junio—1871.
E l canto del gaudio

Los que sientan del goze,


La sed impura,
Que vivan entre el fango
D é l a ciudad:
[Yo quiero el aire puro
De la llanura. . . .
Mi lazo, .mi caba'lo •.
Mi libertad!

Lejos de mí los sueños


Pe la avaricia,
Las febriles vigilias
De la ambición:
El mate y el asado
Son mi delicia,
Y el estrellado cielo
Mi pabellón.

N o envidio los palacios


Del opulento,
De mármol decorados,
Oro y tisú;
El barro endurecido
- 19 —

Me dá aposento,
O duermo en los cuchillas
Bajo'el Ombá.

¡Qué busquen en sus leyes,


Su garantía,
Que vivan los cobardes
En sociedad!
Yo fio en mi caballo,
En mi e n e r g í a . . .
Mi lanza me asegura
Mi libertad!

Ni envidio, ni me envidian,
Los poderosos:
Y por entre peligros,
Corre feliz
Mi vida, como corren,
Los caudalosos
Y poéticos rios,
De mi país.

Criado entre los montes,


Como la fiera;
Me gusta vivir lejos
De la ciudad,
Y que el pampero azote
Mi cabellera,
Y cruzar ¡i caballo
L a inmensidad!
Cantares

N o llores, si á saber llegas,


Que me matan por traidor,
Que a veces, hoy es un crimen,
Lo que mañana es honor.

Los cuervos y los curas,


Visten de negro:
Allí do hay carne muerta,
Allí van ellos.

No desprecies al que vés


Arrastrando una cadena;
Que a veces el condenado,
Vale mas, que el que condena.

A un general y un obispo,
Una vieja vio pasar,
Y dijo, haciéndose cruces.
|Yaya un par!

Quiero morir junto á tí:


Quiero espirar en tus brazos:
Quiero beber, mí agonía,
En la copa de tus labios.
- 21 —

Me matan por asesino,


[Cuando premiarme debieran!
Porque yo maté un tirano
¡Y un tirano es una fiera!

Para ojos negros, mi novia,


Para uñas largas mi sastre,
Para ojos malos un vista,
Para injusticia, un alcalde.

Cada rey tiene su trono,


Cada hidalgo su nobleza,
Cada cura su sobrina,
Cada burro sus orejas.

Para leyes, el rey sabio,


Para faz añas, el Cid,
Para mugeres, Sevilla,
Para turrones, Madrid.

Cada flor tiene su espina,


Cada fruta su corteza,
Cada vida sus dolores,
Cada corazón su pena.
L a s p a l o m a s del U r u o - u a v

¡Torcaces palomas, que en lánguido vuelo,


Cruzáis la corriente del manso Uruguay,
Y al son de sus aguas, mezcláis armoniosas,
El son plañidero de vuestro arrullar!

¡ Acaso vosotras el son dolos rios,


La voz de las aguas, sabéis descifrar;
Y amigas del hombre, guardáis la memoria,
De tiempos que fueron, y no tornarán !

¡Decidme si un tiempo, do brotan las selvas,


Do vais amorosas un nido á buscar,
Se alzaron erguidas ciudades y templos,
Que al astro del dia, sirvieron de altar!

; Si sofí vuestros cantos, lejana memoria;


D e muertas naciones, la voz sepulcral;
Si acaso remedan el hondo suspiro,
Que un dia, los Incas, debieron lanzar!

¡Acaso las tumbas, de vírgenes bellas,


Del rio en el fondo guardadas están;
Y amigas, vosotras, su sueño de siglos,
Con vuestros cantares venís ¿arrullar!
— 23 -

¡Acaso en idioma que nadie comprende,


Su gran desventura, su muerte lloráis;
Y el lúgubre canto recojen los rios,
Y envuelto en sus ondas lo envían al mar!

Talvezestas ondas miraron mil veces,


Cual coro de ninfas, sobre ellas flotar,
Las bellas indianas, de largos cabellos,
De pechos de cisne, de ardiente mirar.
«

Talvez estas peñas, y bosques sombríos,


En donde vosotras ahora anidáis,
Oyeron mil veces el canto de guerra,
Y oyeron las flechas, del indio silvar.

Si de aquellos pueblos guardáis la memoria,


¡Torcaces palomas del bello Uruguay!
El b a r d ó o s evoca! Con vuestros arrullos.
Los hechos que fueron, venidle á contar!

Prestadle á mi lira, los tiernos poemas,


Que en vuestros idiomas talvez moduláis,
Y puedan los hombres saber el secreto
Del canto del ave, del rio y del mar!

Prestadle el perfume de todas las flores,


Que en torno brotaron del bello Uruguay:
Prestadle el acento de todas las aves,
Que van, en sus aguas, la voz á templar!

El velo rasgadme que encubre el pasado:


La voz de las tumbas yo quiero escuchar.
Saber lo que encierran, si crimen ó gloria,
Y al son de sus ecos mi lira pulsar.
- 24 -

¡Venid . . . . ya os escucho la clave confusa,


Tal vez yo comprenda, de vuestro arrullar:
Contadle al poeta las viejas historias,
Que guarda en sus ondas el rio Uruguay!

Agosto—1871.
E l adiós del marino

Adiós, vengo á decirte,


¡Prenda del alma!
Ángel á quien adoro
Con frenesí 1
Mi nave ya está lista,
El mar en calma,
Y á lejanas orillas
Y o y á partir.

Pero partir no quiero


¡¡Viña adorada!
De amor, un juramento,
Fin escuchar:
Pero partir no quiero
Sin la esperanza,
D e que, tus lindos ojos,
Me han de llorar!

Como recuerdo santo,


De amor en prenda,
Esta cruz, de mí madre,
Te dejaré:
¡De tus cabellos de oro
— 26 -

Dame una trenza,


Que y o , sobre mi pecho,
La guardaré!

Y cuando en torno mió,


Mis ojos vean
Solo, de cielo y agua,
La inmensidad;
Cuando, en la noche oscura,
31 i rumbo pierda,
Y á mi nave sacuda
La tempestad;

Cuando arrojen los rayos,


Rojos d- siellüs;
Cuando rasgue las velas
El huracán;
¡Yo besaré la (renza
De tus cabellos,
Y será, tu recuerdo,
Mi talismán!

¡Que á través de los mere?,


El navegante,
Tu amorosa reliquia
Pueda llevar!
Si he de encontrar mi tumba
De ti distante,
Que al menos, tu recuerdo,
Pueda besar!
¡Quien sabe si los vientos,
Do quier que vaya,
Mi nave, enfurecidos,
Azotarán!
Talvez sobre la arena,
De estraña playa,
Las ondas mi cadáver
Arrojarán!

Agosto—1S71.
A . los a m i g o s de la E d n c a c i o n
3?optilar
La educación de los niños es la base
de la libertad de los pueblos.

¡Ay de los niñosl ay de los pueblos!


Naves que azota rudo aquilón,
Si no es la ciencia y el patriotismo,
Quién, de esas nave-, rige el limón!

Hay en el fondo del pobre pueblo,


Bellas tendencias, de bien, de amor;
Pero á su lado crecen pasiones,
Como la espina junto á la flor.

Brota en la mente, del pobre niño,


Cual flor diyina, la inspiración;
Pero en su tallo muere marchita^
Sin el rocío de la instrucción.

¡Niños y pueblos! tierra fecunda,


Que el surco espera del labrador!
Sembrad en ella, santa semilla,
Y os dará frutos de bendición.
— 29 —

¡Ay! cuantas veces, arrastra el vicio,


Al fango impuro de la abyección,
Los infelices desheredados,
Del sol divino, de la razón!

¡Cuántos capullos, arranca el viento,


Cuántos ingenios mueren en flor!
Cuántas cabezas corta el verdugo,
Que al mundo dieran luz y esplendor!

¡Ay de los niños! ¡ay de los pueblos!


Naves que azota rudo aquilón,
Si no es la ciencia y el patriotismo,
Quien, de esas naves, rige el timónI

II

Consuela ver que en medio del odio y de la lucha,


Hay pechos, todavia, que laten por el bien;
Consuela ver que en medio de noche tenebrosa,
Hay brazos que levantan la antorcha del saber.

Si hay sabios que arrastrados por ambición mezquina


Inmolan en sus aras la ciencia y el honor;
Si hay vates que menguados, su lira prostituyen
Al vil positivismo del oro corruptor;

¡Hay almas que volando sobre la humana escoria


Del sabio y del poeta, comprenden la misión,
Y enseñan á los pueblos, la luz, la intelijencia,
Como segura senda de noble redención 1
— 30 —

¡Es bello, entre el estrago de fratricida guerra,


El uruguayo vate pulsando su laúd,
Cantando á sus hermanos con varonil acento,
La tierra prometida del bien y la virtud!

¡Cuan plácidos resuenan los ecos de su lira,


En pos del ronco estruendo del bronce aterrador!
Cuan alta, sobre el genio del odio y la venganza,
Está la imagen bella del fraternal amor!

Consuela ver que hay almas de temples varoniles


Que no manchó, del mundo, la torpe corrupción ;
Que sienten la dulzura de su deber cumplido,
Al dar ú sus hermanos el pan de la instrucción.

Consuela, ver que hay seres, que guardan en su pecho


El amoroso fuego de la fraternidad:
Es bello ver que hay almos sublimes que comprenden
Que el libro es el camino que vá á la libertad.

¡Benditos seáis, mil veces! los que empleáis la vida,


El vicio y la ignorancia, sm tregua en combatir!
Formando ciudadanos, sembráis generaciones;
Formando inteüjencias, /.orináis el porvenir!

¡Quién sabe si arrancando del corazón de un niño,


Tendencias prematuras de corrupción fatal,
Habéis sembrado flores de virginal esencia,
D o el jérmen se ocultaba do un grande criminal!

¡Tal vez de entre osos niños, que cual á tiernas plantas


Prestáis el fértil riego de vuestra educación;
Ha de brotar un dia el genio de Cervantes,
El arte de ."Uurillo, el alma de Colon!
- 31 —

¡Ta! vez de entre esos niños, ha de salir el nombre,


Que un dia, en letras de oro, la patria ha de escribir!
Tal vez entre esos niños, está la noble frente,
Que un dia, de laureles, el mundo ha de ceñir!

Iít

¡Seguid vuestro camino, soldados de la idea,


Apóstoles sublimes del dogma fraternal|
Que importa que el camino sembrado esté de abrojos,
Si redimís la noble República Oriental!

¡Que importa si al presente, parece que el destino,


Con lágrimas y sangre, su sol quiere eclipsar!. -.
Después de la tormenta, mas pura, mas radiante,
Sobre el sereno cielo, la luz vuelve á brillar!

¡Podrán por un momento, flotar sobre su frente,


Las noch :S pasageras de horrenda tempestad;
Mas nunca muere un pueblo que guarda en sus entrañas
Los gérmenes fecundos de amor y libertad!

¡De pié, sobre la brecha, soldados del progreso!


Apóstoles del pueblo, cumplid vuestra misión!
Americanos vates, pulsad las liras de oro,
Y consagrad al pueblo, la santa inspiración!

Setiembre—1871.
Retraerdos

¡Quince años tenia! Sembrada de flores


Miraba la tierra cual verde tapiz;
Sin nubes el cielo y el mar sin furores;
Sin penas el alma creyente . . . feliz!

¡Quince años tenia! Del alma un tesoro,


De amor y armonía, sentía brotar!
Pulsaba una lira, y en metro sonoro,
Amor me inspiraba su dulce cantar.

Prestóme sus galas el astro del dia,


Las auras me dieron su tierno gemir;
Copié de los cielos la dulce armonía,
Copié de los mares el ronco rugir.

Bebí de las flores aromas suaves,


Y oí dulces notas el aire cruzar;
Y amé cuál las flores, canté cual las aves,
Amor y armonía sintiendo a la par.

Del bosque sombrío canté en la enramada,


Febriles delirios de loca pasión:
La frente divina la tez sonrosada,
Las formas aéreas, de casta visión.
- 33 -

Con voz inspirada por triste dulzura,


Canté sobre el yermo del vasto arenal,
La pálida luna que triste fulgura,
Cual dulce mirada de amor celestial.

Canté délas ondas la eterna armonía.


Canté de las fuentes el plácido arrullo,
Canté de las tumbas la triste poesía,
Canté de las selvas el dulce murmullo.

Miradas de amores, fantasmas de gloria,


Grandezas y honores, soñaba doquier;
Las páginas bellas que guarda ¡a historia,
Leia entusiasta, con sed de saber.

Las grandes acciones que al mundo asombraron,


Gravaba en el alma con fé sin igual:
Los nombres de aquellos, que altivos pasaron
Mi fé circundaba de luz inmortal.

Mi mente evocaba las fieras legiones,


Las razas, los templos, que Dios aplastó;
Llamando á la vida, las muertas naciones,
Que el mar de los siglos de arena cubrió.

Y al son de mi lira de nuevo se alzaron:


Sus cantos marciales oí resonar;
Sus bardos el arpa divina tocaron;
Sus bravos corceles oí relinchar.

"Sí ú Grecia cubierta de verdes laureles,


La ciencia de Atenas, de Esparta el valor,
L o s cantos de Homero, la gloria de Apeles,
Que el arte llenaron de luz y esplendor.
2
— 34 —

De Roma la grande, mi lira cantaba,


L a historia gloriosa y en sangre teñida;
Y al son de mi lira, guerrera se alzaba,
Descévolay Bruto la patria querida.

Mi mente evocaba las torres macizas,


Coronas de piedra del tiempo feudal,
Los férreos escudos, las rojas divisas,
Las altas ventanas de forma ojival.

De rudos guerreros poblaba sus muros,


Alzaba en su almena su antiguo pendón,
Y allá, en sus salones, de techos oscuros,
¡Altivo entonaba, guerrera canción!

¡Quince años tenía! sembrada de (lores


Miraba la tierra cual verde tapiz,
Sin nubes el cielo, y el mar sin furores,
Sin penas el alma creyente feliz!

Cual viértela aurora de luz mil tesoros,


Cual gratos perfumes exala una flor,
Del fondo del alma, brotaban sonoros,
¡Mis cantos de gloria, mis cantos de amor!

Octubre—1.S71.
L a guerra F r a n c o - P r u s i a n a

¡Oid el retumbar de mil cañones,


Y el salvage rugir déla metralla;
L o s ¡ayes! y las rudas maldicioues...
El ronco estruendo de infernal batalla!

¡Un pueblo ved, en fiera convertido,


Que sobre un pueblo hermano se abalanza;
Del incendio y la muerte, precedido,
Dejando en pos, el odio y la venganza!!

Y á millares los hijos van muriendo:


Y á millares las madres van l l o r a n d o . . .
Riqueza, honor, industria, van cayendo,
Bajo el furor del fratricida b a n d o ! . . . »

Dos pueblos son, que ayer en paz vivian,


Libando alegres en la misma copa:
En artes y en industria fbrecian,
] Y eran la gloria de la vieja Europa !

De la ciencia avanzando en el camino,


Con santa emulación, cual dos hermanos,
- 36 —

1 Pero viviendo, por fatal destino,


Bajo el cetro feroz de dos tiranos !

Su libertad, su honor, escarneciendo,


¡ Dos tiranos disponen de su suerte!
La llama de sus odios encendiendo,
Les arrojan en brazos de la muerte I

Que entre sangre brotó la monarquía,


Su derecho, es el fierro de su lanza;
Su sola aspiración, la tiranía,
Y su gloria, el estrago y la matanza.

Que en el odio los reyes se amamantan,


Por medio del terror su frente ciñen,
Sus tronos con cadáveres levantan,
Y el regio manto con la sangre Uñen.

¡ Pueblos que ensangrentáis vuestras fronteras


Por saciar la ambición de dos tiranos !
Cubrid con el crespón vuestras banderas,
Porque todos los pueblos son hermanos 1

Declarad, con valor, guerra a la guerra;


Culto á la libertad, cuito al derecho;
Alzadles un altar sobre la tierra,
Y un templo y un altar, en vuestro pecho.

¡La cadena romped, que os aprisiona,


Estirpad, toda estirpe soberana;
Hundid esos bandidos con corona,
Que son los tigres de la especie humanal!
Agosto 1S70.
I

¿Te acuerdas de aquel día


Que en la pradera,
Besé lu blanca mano
Por vez primera?
¡ T u casta frente,
Reflejó los colores
Del sol naciente!

ir

La rosa nacarada
De Alejandría,
Copia el suave cútiz
De tu m e j i l h :
Las demás flores,
Envidian la frescura
Dé tus colores.

III

Son de color de cielo,


T u s bellos ojos:
Son de coral bruñido
- 38 -

Tus labios r o j o s . . .
¡Y tus cabellos,
Guardan el alma mia
Prendida en ellos!

IV

Robaron á fu acento
Los ruiseñores,
El cariñoso canto
De sus amores:
Y el aura pura,
L a grata melodía
Conque murmura.

V '
Cada vez que me miras
]Oh niña hermosa!
Dentro del pecho mió
Brota una rosa:
¡Con estas flores,
Se formó la cadena
De mis amores!

VI

¡Ángel de blanca frente,


Y azules ojos,
De dorados cabellos,
Y labios rojos,
Yo el alma diera,
Para oir de tus labios
« A m a y espera!»
H a t u m b a de m i madre

Cuatro años há que de la patria mía,


Abandoné las fértiles riberas;
Y á los dulces recuerdos de la infancia
Un ¡adiós! les lancé por vez postrera.

Antes de abandonar los patrios lares,


Henchido el corazón de amarga pena,
Fui ¡i regar con mi llanto aquella tumba,
Que las cenizas de mi madre encierra.

Y juré no volver, hasta aquel dia,


En que, libre y fíüz, mi patria fuera,
A besar amoroso aquella tumba,
A pisar otra vez, aquella tierra.

¡Y llorando partí! . . , Desde la popa,


Miré cual se alejaban las riberas;
Perdiéndose en el mar, cual negras nubes,
Los valles y montañas de mi tierra!

Algún tiempo después, la patria mia,


— 40 —

Levantó de los libres la bandera;


Y confié volver bajo aquel cielo,
Que en mi cuna vertió la luz primera.

¡Amarga decepción! La pobre España,


Arrastra todavía la c a d e n a ! . . . .
¡Ya no veré jamás aquella t u m b a l . . . .
¡Ya no varé jamás aquella tierra!
Sobre la t u m b a del poeta-tribuno
T5\ F e r r e y r a y A r t i g a s

D e corazón de niño, de soñadora frente,


Era el audaz tribuno de acento vibrador:
Y s i l a blanda lira pulsaba dulcemente,
D e Libertad y Patria, él era el trovador.

¡Hoy vedle, a l l í . . . T e n d i d o . . . Sin lira melodiosa,


Sin varonil acento, sin trájico ademan
Hoy gimen los cipreces sobre su abierta fosa,
Y estrofas funerarias le entona el huracán!

¡El cielo ennegrecido, las preces lastimeras,


Del fúnebre cortejo parece acompañar;
Y envia la tormenta sus notas plañideras,
En torno del sepulcro del vate, á suspirar!

Ya nunca en la tribuna, resonará atrevido,


¡Apóstol del derecho! tu acento vibrador:
Tu acento, que á los libres fué siempre tan querido,
Y para los tiranos fué siempre aterrador!

¡Adiós! querido amigo: estrofas inspiradas,


De tu sonora lira ya nunca brotarán;
Ni del inmenso Plata las ondas agitadas,
A las vecinas playas tus cantos llevarán!

Agosto—1872.
Sobre la t u m b a de m i querido a m i g o
IVXiguel Q u e t g l a s

Venid, sóbrela tumba del noble ciudadano,


Del popular tribuno de cívica virtud;
Teñid, los que seguisteis su enseña redentora,
De fúnebres coronas cubramos su ataúd.

De ese cadáver lejos, que ostenten su ignominia,


Los que trocaron, viles, por el poder su fe:
Que vengan solamente los que leales fueron,
Los que siguieron, fieles, de su bandera al pié.

Vengan en torno suyo, los que con él lidiaron,


Contra ¡a hipocresia y el despotismo atroz;
Y demos al apóstol la ofrenda merecida;
Y demos al amigo nuestro postrer ¡adiós!

Pero la hiél amarga que al corazón anega,


No engendre el desaliento ni el egoísmo vil:
Si una preciosa vida, la muerte hoy arrebata,
Suframos ese golpe con pecho varonil.

¡Inútiles plegarias, estériles gemidos,


En torno de esa tumba, no deben resonar:
Sobre el hermano muerto las diestras estendidas,
Su obra, sin descanso, juremos continuar!

obrero—1872.
L o s curas católicos
S O N E T O

Son los hijos de Aquel, que no tenía,


D o reclinar la dolorida frente:
Son ministros de Aquel, que allá en Oriente,
En mísero portal parió Icaria.

Nuncios de libertad y de armonía;


D e santa abnegación, muestra viviente;
Para salvar á la mundana gente,
Trabajan, sin descanso, noche y dia.

De fraternal amor, son un portento:


Su ejemplo, sus palabras acompaña:
Quemaron media Europa á fuego lento,

Sin ira, sin rencor, sin cruda saña;


¥ en honra de su dios y su convento,
Andan á trabucazos en España.

Julio—1873.
.A. E s p a ñ a

SONETO

Cuando pase la nube que oscurece


|Oh patria de mi amor! Tu hermoso cielo;
Y no profane tu sagrado suelo,
Un poder, que tus glorias escarnece;

Cuando ruja el león, que hoy se estremece,


Y rasgue airado el ominoso velo,
Que como signo funeral de duelo,
Tu santa libertad cubrir parece;

Cuando en la libertad, tus ojos fijos,


D e esclavitud no dejes ni memoria;
Grande, feliz, tras males tan prolijos,

Verás entonces la Española historia,


Escrita por la mano de tus hijos,
Sobre el altar, del templo de la gloria.

Diciembre—1872.
.A. m i s compatriotas (D

¡Hurra! ¡Españoles! Ya no sois esclavos:


¡Paso á la libertad! Paso al derecho!
¡El cetro, de la odiada monarquía,
Cayó, segunda vez, pedazos hecho!

¡Cayó la dinastía aventurera,


Que el voto de traidores encumbró;
Como cayó la dinastía impuro,
Que el altar de la patria profanó!

¡Pueblo español! Recobra tu corona,


Y empuñando tu lanza y tu cuchilla,
No dejes, ni reliquias de cadenas,
Ni raza de tiranos, en Castilla!

Destruye del magnate el privilegio,


Destruye del Levita el egoísmo,
Destruye esa ignominia que engendraron
Tres siglos de opresión y fanatismo!

¡Pueblo español! Prefiere antes la muerte,


Que doblar la cerviz de nuevo al yugo!

(1) En la gran manifestación popular confino se celebióeu Montevideo la noli-


e
i a de haberse proclamado la república en España.
— 46 -

Libertad con un rey, es un sarcasmo;


Y un rey sin libertad, es un verdugo!

¡Pueblo español 1 Prefiere antes la muerte


Que volver á la antigua dinastía !
Que si el rey estranjero, le humillaba,
La raza de Borbon, te envilecía!

¡ Cayó la usurpación ! Plaza a! derecho,


Del legítimo rey del suelo hispano !
Bajo el hermoso cíelo de Castilla,
No hay mas que un rey El pueblo soberano!

¡Pueblo español! Recobra tu corona,


Colócala en tu frente soberana,
Y vea el mundo escrito en tu bandera,
El credo de la íé republicana !
331 mmado marclia

S O N E T O

Pasa el invierno con su niebla oscura,


Su sol de desmajados resplandores,
Sus noches coronadas de dolores,
Sus dias de tormenta y de tristura:

Y viene en pos, ornando la n a t u n ,


La florida estación de los amores,
Vertiendo resplandor, frutos y flores,
Sobre alfombras inmensas de verdura.

Así, la humanidad sobre la tierra,


Camina del dolor á la esperanza;
Hoy negra nube su horizonte cierra.

Mañana, brilla el iris de bonanza,


Y siempre contra el mal en cruda guerra,
Hacia su fin providencial avanza.

Noviembre 1872
¡¡Alerta España!!

¡Alerta España! El pabellón nefando,


Ya flota en la alta sierra:
Del fanatismo, el fratricida bando,
Ya ruge en son de guerra!

¡Los ministros del mártir nazareno,


Sus hordas congregaron!
Sobre el altar, por desgarrar tu seno,
L a cuchilla afilaron!

¡Los que en la frente el sello te imprimieron,


De ignorancia y miseria;
Y en vasallos de Roma convirtieron
A los hijos de Iberia!

¡Los que con vil intervención hollaron,


Tu noble autonomía;
Y el libre pensamiento condenaron,
Como fatal inaníal

¡El monstruo que tres siglos le oprimiera,


Bajo afrentoso yugo:
El monstruo del convento y de la hoguera,
El levita-verdugo!
- 49 -

Hoy congrega de nuevo sus legiones,


¡Restos de cien derrotas!
Para anudar los negros eslabones
De tus cadenas rotas!

¡Trono y altar, y vivan las cadenas,


Es el grito que lanzan!
Cual bandada feroz de hambrientas hienas,
Sobre tí se abalanzan!

¡Ay de tudignidad! ¡Ay de tu gloria!


Si caes en sus manos:
Las pajinas mas bellas de tu historia,
Rasgarán los tiranos!

¡Y nublará tus ojos suplicantes,


Nube de amargo duelo;
Y á tus hijos verás vagar errantes,
Por estrangero suelo!

¡Despierta España! . . . Toquen á rebato


La campana y el trueno!
Ese bando apostólico, insensato,
Arroja de tu seno!

¡Suene la trompa, de la guerra santa,


Con toques varoniles:
Y bajo el peso de lu airada planta,
Aplasta esos reptiles!
- 50 —

Pero, si los tiranos estrangeros,


Apoyan al verdugo;
Si han jurado, volver á los iberos,
Al monárquico y u g o ;

Si contra tí, dirige sus caballos,


La Europa coaligada;
Si por miles de reyes y vasallos,
T e ves acorralada

Antes que doblegarte á su a r r o g a n c i a . . .


¡Despliega la bandera,
Que en la homérica muerte de Numancia,
Flotó sobre la hoguera!

¡Y que calcinen tu sagrado suelo


El incendio y la guerra!
Y no queden, ni estrellas en tu cielo,
Ni flores en tu tierra!

Octubre—1873.
3L¡a madre loca.
( EW50DIO DE LA G U E R R A CIVIL EX ESTAÑA )

— ¡Pobre mujer! ¿Qué pena abrumadora?


La razón en tu mente oscureció?
Qué espina, envenenada y punzadora
De tu pecho las fibras desgarró?

¿Porqué, si elevas tu mirada al cielo,


Un rugido feroz es tu plegaría?
Porqué vas delirante y sin consuelo,
Por la margen del Ebro, solitaria?

— E s c ú c h a m e . . . . Un hijo yo tenía . . . .
A su madre y su patria i d o l a t r a b a . . . .
En él, mi muerto esposo r e v i v í a . . . .
¡Era en el mundo, lo que mas a m a b a ! . . . .

Unos hombres, oprobio de esta tierra,


Bajaron de la próxima montaña,
Y en nombre de su rey, y en son de guerra,
Invadieron mi pueblo, y mi cabana.

Vasallos de la antigua dinastía,


Su rey, del mismo Dios, la imagen e r a . . . .
¡El cura del lugar, los conducía,
Y vi una cruz, bordada en su bandera!
— 52 —

A los pies de aquel hombre, arrodillada,


Compasión i m p l o r é . . . ¡Yo estaba loca!
Pues loca debe ser la desgraciada,
Que de los tigres la piedad invoca!

Y así me dijo, con siniestra cara.


El caudillo feroz de aquella gente,
Con solemne ademan, cual si arrojara,
La maldición de Dios sobre mi frente;

«De un rebelde á su rey, fuiste la esposa,


De un vil republicano, eres la madre:
Yo hundí al primero en la sangrienta fosa,
Y el hijo morirá como su padre.»

¡Y mi hogar, y mi hacienda, destruyeron.,!


L a tumba de mi esposo p r o f a n a r o n . . !
—¿Y tu hijo? — Moribundo lo prendieron
Dijeron que era hereje. ..Y le q u e m a r o n ! . .
7

— D a tre'gua á tu dolor: tiene un testigo,


¡Madre infeliz! Tu desventura inmensa:
El no dejará crimen sin castigo,
Cual no deja virtud sin recompensa.

—Cumplida su misión, aquel bandido,


Oró en el templo; y se volvió á la g u e r r a . . !
Y satánica voz rujió en mi oido,
¡No hay justicia en el cielo, ni en la tierra!
II A l f o n s o XII!!

¡De vergüenza la frente enrojecida


Por el dolor el alma desgarrada,
Desde la orilla de estrangero rio
Los ojos vuelvo á la infeliz España!

¡Y allí, donde la enseña redentora,


Las brisas de la mar acariciaban,
Veo alzarse de nuevo la bandera
f í m b o l o d e u n a estirpe degradada!

Y sentado en el trono, que circunda,


La escoria de la turba cortesana,
El hijo de la réjia Mesalina
¡Miserable parodia de monarca!

A ese estúpido rey, que representa,


L a familia, deshonra de mi patria;
A ese engendro de orgías palaciegas,
JN O es el pueblo español, quien lo
T
proclama

Un clero, sin pudor y sin creencias,


Tribunos, que vendieron su palabra,
Lacayos, en palacio enriquecidos,
De la Bolsa la innoble aristocracia;
- 54 -

Soldados, que violaron juramentos,


Hechos sóbrela cruz de sus espadas;
Cuanto hay servil, en española tierra,
Al nuevo rey, sobre el pavés levanta.

Y en los templos se eleva, fervorosa,


De una Iglesia oficial, la voz comprada;
Y el aire atruenan los marciales ¡vivas!
Que inspira el aguardiente y la ordenanza!

¡Y al rey saludan, los espúreos hijos,


Que medran con los males de la patria,
Y los brindis resuenan en palacio
Y el pueblo en torno avergonzado calla!
A m o r y Deber

¡Llegaste al finí Calmaste mi agonía


Del cercano combate, á mis oidos,
El soplo de la noche me traía
Los ayes y los roncos alaridos.

Y tú estabas a l l í . . . . T ú me o l v i d a b a s . . .
En aras de una utópica quimera,
La existencia, que es mía, abandonabas
Sin verter una lágrima siquiera.

¿No sabes que mi bien en tí se encierra,


Que vá mi suerte con tu suerte unida,
Y que al morir dejabas en la tierra
Una muger que vive de tu vida?

¿No sabes que la luz de tu mirada


Es el sol que ilumina el alma mia?
¿No sabes tú que de esa luz privada,
C o m o una flor sin riego moriría?

¿Qué te importan los pueblos oprimidos?


Qué te importan los reyes opresores?
Qué suerte te cabrá si sois vencidos?
Qué premio alcanzarás si vencedores?
- 56 —

¿Qué le imporla que ciña tus cabellos


El sangriento laurel de una victoria?
¡Ven a mis brazos, ven, y olvida en ellos
Estos ensueños de mentida gloria!

—Sella el labio, por Dios, amada mia


Y abrázame, quizá por vez postrera,
Que al despuntar la luz, del nuevo dia,
A la sombra he de estar de mi bandera.

—¡Abandona políticas querellas;


No vuelvas á esta lucha desastrosa;
Que si del triunfo la ilusión es bella,
La suerte del vencido es horrorosa!

— Para el hombre que infame no ha nacido,


El amor á la patria es lo primero:
Luchando moriré, si soy vencido,
O abrigo me dará cielo estrángero:

Que es cobarde ó traidor, quien no prefiere,


Antes que esclavo ser, morir con gloria:
¡Quien muere por la patria, nunca muere
Del pueblo agradecido en la memoria!

—¿Dices que me amas y la muerte invocas,


Y vas tras ella, delirante y ciego,
Y ternura y amor, en tí sofocas,
Sordo a reí triste alan, sordo á mi ruego?

¿Dices que me amas y de mi le alejas


Cuando atroces martirios me devoran?
— 57 —

—Perdono al labio sus injustas quejas,


Tus ojos al mirar, que por mí lloran;

Ble estremece la voz de tu ternura


Pero cuanto me digas, será en vano;
Que, si adoro cual nunca tu hermosura,
Está sobre el amante el ciudadano.

La libertad mis padres me enseñaron


A estimar en mas precio que la vida:
¡Si estafé por recuerdo me legaron,
Quién el recuerdo de su padre olvida!

Y o no puedo abjurar de mí creencia,


3Si arrancar dé mi mente el pensamiento,
N i la voz acallar de mi conciencia,
Ni faltar á mi santo juramento.

Hejurado luchar por una idea


¡Si tú me adoras, c o m o yo te adoro,
Tú no puedes querer que infame s e a . . .
Tu no puedes gozarle en mi desdoro!

¿Al estampar su cariñosa huella


T u s tiernos labios en la frente mia,
Quisieras encontrar, gravado en ella,
El sello de una vil aposlasía?

¿Y que de mí la gente se apartara,


Y que el bueno mi nombre maldijera,
Y «es un traidor» su labio pronunciara,
Y ¡traidor! mi conciencia repitiera?
- 58 -

— (Calla por Dios! mi alma se enardece


Y tu fe inquebrantable la fascina,
Y la voz de tu honor, trocar parece
A la débil muger, en heroína!

¡Basta, basta por Dios, que ya no dudo:


Yamos allí donde el deber te espera:
Mi pecho fiel te servirá de escudo,
Pues subiré al asalto la primera!

Siento en mis venas tu entusiasmo ardiente


Y quiero ser de tu valor testigo:
Si vencedor, coronaré tu frente,
Pero si mueres, moriré contigo!
d L a dicha donde estáP

S O N E T O

—¿Está la dicha en la ilusión cifrada,


0 en las arcas repletas del j u d í o ,
O en el poder del déspota sombrío,
O del sabio en la ciencia respetada?

¿Está en el goce de ambición colmada,


O de amor en el dulce desvarío,
O del placer en el fangoso rio,
O del héroe en la frente coronada?

—Si en la tierra pretendes ser dichoso:


Sin morir criminal, ó arrepentido,
Ni vivir envidiado, ni envidioso,

Todo necia ambición, lanza al olvido:


Que solo está, la dicha y el reposo,
En la conciencia del deber cumplido.
L a Haza Maldita

¡Un bárbaro rujido, de encono fratricida,


Resuena en las montañas, del cántabro confín:
Y ondea en las alturas, la enseña maldecida,
Que eleva, contra España, lo raza de Cain!

¡En alas de la brisa, del mar sobre las olas,


La patria nos envía su grito de dolor:
Las aguas que besaron, orillas españolas,
'Parece, que de sangre, conservan el color!

¡Allí, bajo aquel cielo que nuestras madres vieron


Verter en nuestra cuna, su tibia claridad;
Allí, dó nuestros padres valientes combatieron,
Pegando con su sangre la patria libertad!

¡Proyéctase de nuevo, cual sombra ate radora,


La negra monarquía, la hien? clerical,
La estirpe corrompida, la raza corruptora,
Que tiene por emblemas un cristo y un puñal!

¡Son ellos! los ministros del dios de la esperanza,


Del mártir que perdona sus jueces al morir,
Los que fulminan odios, y atizan la venganza,
L o s que tan solo saben, quemar ó maldecir!
— 61 —

¡Son ellos! los que un dia de nuestra patria amada,


El suelo profanaron con vil intervención!
¡Son ellos! que validos de mercenaria espada,
Cortaron, del progreso, la noble aspiración!

¡Sen ellos! los secuaces del déspota sombrío,


Que «infame parricida» la historia apellidó!
¡Son ellos! los sectarios del tribunal impío,
Que, con feroz encono, las tumbas profanó!

¡Son ellos! Que la Iberia dejaron desolada,


Cual vasto monasterio cercado de ciprés;
Sin naves, sin industria, fanática, hechizada,
Por manto el sambenito, la hoguera por pavés!

¡Son ellos' su rujido feroz, liberticida,


Resuena en las montañas del cántabro confín:
Y ondea, en las alturas, su enseña fratricida,
Por que ellos son la raza maldita, de Cain!
.A. !M!ontevideo

¡Salud Montevideo! Salud ciudad hermosa,


D e un pueblo hospitalario, poética mansión!
Yo, pobre desterrado, en trova cariñosa,
Consagro hoy á tu nombre mi pobre inspiración.

Perdona, si en estrofas, desnudas de armonía,


Me atrevo, irreverente, tus glorias á cantar:
Tu has sido, en la desgracia, segunda patria mia,
Y quiero, agradecido, mi madre saludar.

¡Cuan bella estás, tendida del Plato en la ribera,


Del pueblo Uruguayano, la hermosa capital!
El cielo, sus colores, le presta a tu bandera;
Te dan, las frescas ondas, flotante pedestal!

¡Cuan bella es tu campiña! Tu cielo trasparente,


Es como inmenso techo de colosal jardín:
Y orean, del viajero, la sudorosa frente,
Las brisas perfumadas de rosa y de ja'zmini

¡Del rio que le mece, las aguas cristalinas,


Con blanda melodía, te arrullan al pasar;
Y asoman, de su seno, las sílfides y ondinas,
l a gracia de tus hijas, para poder mirar!
— 63 -

JNo envidies, no, de Europa las grandes capitales,


Miserias encubiertas, con pompa señorial:
No envidies sus castillos y viejas catedrales,
Recuerdos ominosos, del rcjimen feudal.

No envidies de sus héroes, los hechos renombrados,


Mentira es su grandeza, mentira es su esplendor:
No envidies á esos pueblos, que aceptan resignados,
El afrentoso yugo, de un bárbaro señor.

No envidies sus veneras y heráldicos blasones,


Sus viejos pergaminos, su necia vanidad:
No envidies las coronas que ostentan ?us pendones,
Y escribe en tu bandera «Trabajo y Libertad».

Tu virgen poesía, que melodiosa cania;


Tus austeros tribunos, de cívica virtud;
Harán,Montevideo, de tí !a ciudad santa;
La renombrada Atenas, de America del Sud.

En lucha con tres reyes te vieron las naciones,


L i d i e n d o c o n bravura, sublime en magestad:
Gravando, en tus anales, las santas tradiciones,
De fiera independencia, de ruda libertad.

Y el día que intentaran, las testas coronadas,


La patria de los incas, de nuevo esclavizar;
Tan solo conquistaran, llanuras incendiadas,
Tan solo, sobre tumba*, podrían dominar.

Que antes faltara el astro que en lu bandera eslampas,


Y al caudaloso Piala las aguas faltarán,
Y han de fallar los vientos de las inmensas pampas,
Que tus valientes hijos, esclavos no serán.

¡Salud Montevideo! Sirena encantadora,


Nacida de la espuma del rio y de la mar:
Yo moriré contento, si en mi postrera hora,
Tus hijos, abrazados, contemplo al espirarl

Los mios, con respeto, cual de una madre amada,


Tus glorias, y desgracias, tu historia aprenderán;
"Y el d i a e n q u e peligre tu libertad sagrada,
Al lado de tus hijos, mis hijos morirán.
L a Bandera Española

Para llenar el libro de la historia,


Para asombrar la gente venidera,
Bastan los hechos, de gigante gloria,
Q.ue en sus pliegues encierra esta bandera.

¡Cuan mezquino me siento en tu presencia,


Noble estandarte de la patria mia!
Signo de libertad, de independencia,
Enseña del valor, déla hidalguía!

¡Yo te saludoj Símbolo de gloria,


Lábaro santo, bicolor bandera,
Teñida por el sol de la victoria,
En las Navas, Otumba y Talavera!

¡A. tu sombra, mis padres pelearon:


Tara vengar su independencia hollada,
Siete siglos con sángrete regaron,
Y desde Covadonga, te llevaron
De victoria, en victoria, hasta Granada!

¡Al flotar sobre lanzas españolas,


Esparcios, la muerte y el espanto!
3
- 66 -

Al reflejarte, las amargas olas,


Se abrió la inmensa tumba de Lepanto!

Esta la enseña es, que acompañaba,


Al sol ardiente en su triunfal carrera:
Siempre, el sol, á su paso la encontraba:
Y espantada la gente se aterraba,
Los colores al ver de esta bandera

¡Soy muy pobre cantor, para canlarlal


Tre'mulo de entusiasmo y de alegría,
Solo acierto, á esclamar, al contemplarla,
« [Es la bandera de la patria mía!»
.A. una nave española

|Nave, de forma esbelta y atrevida,


Si á través de los vientos y las olas,
Por las brisas del mar, ta lona henchida,
Vasa besar, orillas españolas;

Al divisarlos m o j í e s luzitanos,
Al saludar la enseña de Casulla,
Saluda con amor á mis hermanos,
Los hijos de Juan Bravo y de Padilla!

Saluda esta nación regenerada,


Que hoy reconozco, por la patria mia:
Mas no, cuando sufría resignada,
El yugo de afrentosa tiranía.

Dile que de su suelo desterrado.


Mi pobre corazón nunca la olvida:
Cuéntale, cuantas veces he llorado,
Al contemplar su libertad perdida.

Cuéntale, con que oían, con que ternura,


Arrasados mis ojos por el llanto,
Evocaba, en mis noches de amargura,
De sus hogares el recuerdo santo.
— 68 —

( H o y , en su suerte, el pensamiento fijo,


De ella apartado por mi infausta estrella,
Ni aun puedo cumplir, como buen hijo,
El deber santo de morir por ella 1

[Nave, de forma esbelta y atrevida,


Si á pesar de los vientos y las olas,
Por el soplo del mar tu lona henchida,
Llegas, á las riberas españolas;

Dirás, á esta nación, que se levanta


Del sueño deshonroso que dormia,
Y estruja, al despertar, bajo su planta,
De cien reyes la odiosa dinastía;

A ese pueblo, dirás, que ha derrocado,


El trono de una inmunda soberana,
Y sobre sus escombros, Uvan tado,
El templo, de la fe republicana;

¡Que no acepte, de nuevo, otros tiranos:


Que, si grande y feliz, ser ambiciona;
El cetro del pod r guarde en sus manos,
Que no abdique, jamás, de su corona/

Y que aprenda, en el libro de su historia,


Las tremendas lecciones del pasado:
¡ Qué no borre, jamás, de su memoria,
Lo que trono y altares, le han costado!
-Al pueblo E s p a ñ o l

ESÍ i s a s

Rugiendo, cual la mar embravecida,


Tronó por fin, el popular encono;
De la vil prostituta, aborrecida,
En torno el viejo, deshonrado trono.

De su largo sufrir avergonzados,


Alzáronse los libres de Castilla,
Y juraron lavar, desesperados,
Mn sangre de traidores su mancilla.

Los que viven en brazos de la orgía,


Insultando del pueblo el sufrimiento:
Los seides de la infame monarquía,
Temblaron, al oir tal juramento.

¡Ocultos, tras un muro de soldados,


V e d , la caterva vil, que nos domina:
Magnates, prostitutas y prelados,
Lacayos de la regia Mesalina I

¡ Hijos del pueblo ! levantad la frente,


Y el poder, destrozad, que os esclaviza I
— 70 —

Truene vuestro furor, cual rayo ardiente,


Que tronos y coronas pulveriza !

¡ Rugid, rugid, leones de Castilla,


¥ sacudid feroces la melena !
Esclavos, empuñad una cuchilla, ]1

Y romped, para siempre, la cadena !

I Incendio y muerte I La real guarida,


Humo y sangre no mas, sea mañana I
Aplastad esa raza envilecida,
Que se apellida estirpe soberana I

¿ Q u é esperáis á entonar el rudo canto,


Que fuego patrio por doquiera vierte?
¿ Qué esperáis á lanzar el grito santo,
D e independencia y libertad, ó muerte ?

¿ Os espanta la lucha pavorosa ?


Preferiréis, cobardes, por ventura,
Arrastrar una vida ignominiosa,
A dormir en honrada sepultura ?

| Siete siglos, lloraron vuestras madres,


Sobre la tumba de la patria herida !
| Siete siglos, lidiaron-vuestros padres,
Por recobrar la libertad perdida !

¡Con Padilla, se alzaron denodados,


A defender su sacrosanto fuero :
Si en Villalar cayeron, fué abrazados,
Al morado pendón del comunero !
— 71 —

¡ Y altivos, cuando el dia dos de Mayo,


Por Fernando el traidor, vendidos fueron,
Los hijos de Padilla y de Pelayo,
Antes que esclavos ser, libres murieron I

¡ Si estos recuerdos, de entusiasmo ardiente,


No hacen hervir la sangre en vuestras venas,
Degenerado habéis! Doblad la frente,
Y con llanto, ablandad vuestras cadenas!
L a rioohe de la, partida

Tus nj'cs y tu alma pon


En estas lineas que trazo:
Ese cuento es un pedazo
De un marchito corazón.
ROQUE BARCIA.

¿ Recuerdas la noche aquella


Que en la frondosa espesura,
Después de tierna querella,
Grabó su amorosa huella
Mi labio en tu írente pura?

Era una noche de eslío :


Yerlia la luna llena
Sobre las aguas del rio.
Cual argentado rocío.
Su luz tranquila y serena.

L o s sombríos olivares,
Los fragantes limoneros,
Las vides y los pinares,
Cercaban nuestros hogares
Con fantásticos linderos,
¡ Y en medio de tanta flor,
Y tan silvestre armonía,
Una nube de dolor,
Con su manto abrumador,
A los dos nos envolvía!

—Mañana debo m a r c h a r . . . .
Te dije, con voz doliente:
I La nueva luna al brillar,
Ya no podré reclinar,
Mi frente sobre tu frente!

Me han condenado á partir


Lejos de la patria mía :
V o y desterrado a m o r i r . . . . .
¡Ya nunca veré lucir
Auroras sobre mi vida!

Ni brillarán para mí
Las estrellas y la luna,
Que al par de tus ojos vi:
¡Me arrastra lejos de tí
L o negro de mí fortuna!

Y cuando en estraño cielo


Estrellas vea brillar,
" Solitario y sin consuelo,
Amargo será mi duelo
Como las eguas del mar.

¡ Y esa ¡una vaporosa


De los cielos suspendida,
Cual antorcha misteriosa,
Fria velará mi fosa,
Como alumbra mi partida!
Febrero—1875.
]Los <ios Borborj.es

ROMANCE

Hijos de la noble Iberia,


La matrona sin ventura,
Que llora desconsolada
¥ rasga sus vestiduras;
La de los altivos fueros,
La de sin igual bravura,
La nación, que su decoro,
Defendió como ninguna;
Cuyas empinadas sierras
De su independencia cuna,
Y sus caudalosos rios,
Cubiertos de blanca espuma,
Y sus perfumados valles,
Nidos de eternal verdura,
Sus románticas montañas
Y poéticas llanuras,
Siete siglos disputaron,
La cruz y la media luna;
L o s que en extranjeras playas,
Suspiráis, con amargura,
P o r el nacarado cielo,
- 75 —

Que dio luz á vuestra cuna;


Los que de la patria ausentes
La recordáis con ternura,
L o s que la mirasteis, fiera,
Destrozar, con mano ruda,
El trono, que deshonrara,
Una estirpe prostituta;
Los que la creísteis dueña
De su honor y su fortuna,
¡Contemplad, de vuestra madre,
La presente de ventura!
Ambiciosos, miserables
Por cuyas venas circula,
Cual virus emponzoñado,
De Borbon la sangre impura;
Cual bandidos, sin entrañas,
Que el mejor bolin procuran,
1 De la patria desgarrada,
La corona se dispulan !
Los dos, se dicen cristianos,
¡ Y al cielo y la tierra insultan I
Los dos, invocan al pueblo,
Y lo venden como Judas I
Los dos, á Dios representan,
Y á Dios le piden su ayuda,
Y siguen, siempre luchando,
¡Y es infernal esta lucha!
Los dos, á la patria invocan,
Los dos, en su nombre juran,
¡Y viles, la despedazan,
Y entre escombros la sepultan !
Y juegan, de nuestra madre,
- 76 —

El honor y la fortuna,
Cual jugaron los judíos,
Sobre el borde de una tumba,
Del mártir de Galilea,
La sangrienta vestidura!

Junio— 1
I J U Z y Sombra
I

El labrador, prudente, que en invierno,


Labra la tierra, con la íérrea punta,
Y en cumplimiento de una lev sagrada.
Alegre acepta, su tarea ruda;
Y en cada surco del arado, deja.
La ardiente gota de sudor fecunda;
Cuando brille la hermosa primavera,
Que la cosecha del verano, anuncia,
Verá brotar del cultivado campo,
Galanas flores, j sabrosas frutas.

Pero si en brazos de inmoral vagancia,


Deja su tierra abandonada, inculta;
Su pobre choza, inundarán de males,
Miseria y hambre, á la deshonra juntas:
|Que hasta la rica tierra americana,
Si la honrosa labor no la fecunda,
En vez de madre, cariñosa y tierna,
Es para el hombre, una madrasta dura,
Y solo cria, los rastreros cardos,
L a estéril pita, y la mortal cicuta!
— 78 —

III

Así, también, la sociedad indolente,


Que la enseñanza y la moral descuida,
Recojera cosecha de ignominias,
Verá brotar desastres y amarguras:
¡Que crece, el árbol, de malditas hojas,
Donde la luz de la razón no alumbra:
Y es la ignorancia, su maldita savia;
Y el fanatismo, su corteza ruda;
Y son el vicio, sus silvestres flores;
Y son el crimen, sus siniestras púas!

IV

Pero la sociedad que cariñosa,


La tierna iníancia, previsora educa;
Recojerá cosecha bendecida,
Te aquellos hechos que a la patria ilustran:
Verá crecer, las palmas de la gloria;
La sacra oliva, que la paz augura;
Del arle beilo, las galanas flores;
Los ricos frutos, de la roble industria;
Y el árbol santo, de la patria amada;
No doblarán, los huracanes, nunca.
En un pueblo, de eorto vecindario,
Encerrado en un valle, de Castilla,
Empuñaba la vara Don Macario,
Y ayudado de Co me, el secretario,
Regía loa deciinoü ds Is villa.

De pobre y averiada inteligencia,


Y enemigo jurado de la ciencia,
Y de eascoc, mas duros que unas peñas,
Y elector y elegible, por mas señas,
Era, el la! don Macario, hombre de cuenta
Tenia campos, béáíias y dinero,
Y aunque ya ee acercaba á los cincuenta,
Conservaba la palma del soltero.

En punto ¡i religión, era intratable:


Para él. lodo progreso era culpable,
Y toda libertad anti-cristiana,
Y el obispo de Roma, era infalible:
[Debilidad humana!
Los que niegan, lo justo y razonable,
Son los que creen mas, en lo increíble!
- 80 -

Al discutir, políticas cuestiones,


Monárquico, el alcalde, hasta los huesos,
Y amigo de las santas tradiciones,
Rebatía contrarias opiniones,
Con mullas, puntapiés, y otros excesos.
Sin familia ninguna,
Que á gastar, le ayudara, su fortuna,
Por toda compañía,
Cual otro san Antón, solo tenia,
Un colosal marrano,
Criado, de pequeño, jpor su mano,
Y que por todas partes le seguía.

Era un grave animal: de cerdas duras,


De regia estampa, y altaneros ojos:
Campaba por el pueblo á sus anchuras,
Y granos, pantorrillas y verduras,
Todo estaba á merced de sus antojos.
Espantados, al verle, los chiquillos,
Corrían, áesconderse, entre las viejas;
Que, bien mirado, el animal tenia,
Como la autoridad, á quien servia,
Algo de irresponsable, en los colmillos,
Y algo de majestad, en las orejas.
El pueblo murmuraba,
Al ver los desafueros del marrano;
Y contra su existencia conspiraba,
Que el animal, aquel, representaba,
El papel de valido de un tirano.

Pues señor, don Macario, cierto dia,


De principios de Enero,
— 81 —

Festejando la nueva monarquía,


En el templo, un Te-deum presidia,
Arrellenado en su sillón de cuero:
Y en tanto, su cerdoso compañero,
Del pueblo se salió por las afueras,
Tal vez buscando donde hincar el diente;
Pero al sallar, de un cerco, las barreras,
Se encontró con un hombre, frente á frente.

Era Blas, carnicero de la villa:


Tlor y nata, de andantes carniceros:
En degollar cochinos, y carneros,
D e una destreza tal, que maravilla:
Ese Blas, jorobado, calvo, y tuerto,
Siempre al cerdo miró con ojeriza,
Desde que lo encontró dentro su huerto,
Royendo y destrozando su hortaliza;
Y al sorprenderlo ahora,
Lejos de la mirada protectora,
De su dueño y señor, dando un rugido,
A l marrano griló: ¡date por muerto!

En vez de contestar, el agredido,


Su vida defendiendo con los dientes,
Echó á correr, trotando á cuatro manos:
¡Que nunca los culpables son valientes,
Y siempre, son culpables los tiranosl

Corriendo, uno tras otro, como el viento,


Víctima y victimario;
Entrambos, ya cansados, sin diento,
Llegaron a l a plaza, en el momento,
Que del templo salia Don Macario.
Al ver a su señor, lleno de gozo
El gorrino, jadeante, sudoroso,
Atropello al plebeyo vecindario,
Y á los pies se arrojó del poderoso,
Junto á las gradas mismas del santuario.

Que aunque de lengua, y de razón privados,


Su instinto natural, dice á los brutos,
Lo mismo que á los hombres mas letrados,
Que son, los gobernantes absolutos,
Amparo natural de los malvados.

Echando rayos, por el ojo abierto,


(Porque Blas, ya sabemos que era tuertoj,
Y un mal cuchillo, en su nervuda mano.
Cruza la multitud, de asorr.-bro ¡lena,
Y avanza, vengador, hacia el marrano,
En la actitud de r cévola, el romano,
Al entrar en la tienda dePorcena.

Don Macario, mirando,


La punta del puñal del asesino,
La vida de su amigo amenazando;
Tiende lavara, insignia de su mando,
Sobre la negra espalda de! cochino;
Y con acento rud », y altanero,
Así le grita a Blas el carnicero:
¡Atrévete á tocarlo, miserable!
. Si descargas, sobre él, tu airada mano,
D e lesa majestad, serás culpable!
Cubierto por mi vara, es inviolable;
— 83 -

Y representa ai rey tu soberano!

Párase B l a s . . . . Vacila . . . . De repente,


Abandona su mano la cuchilla,
Trémulo inclina su tostada frente,
Y dobla, ante el marrano, la rodilla.

Y Don Macario, de entusiasmo lleno,


Al ver la insurrección desvanecida,
La regia autoridad reconocida,
Al cerdo sano y bueno.
Y el respeto soeial restablecido;
Mira un instante á Blas, con gire serio,
Como el jefe de cierto ministerio,.
Miraba a un federal arrepentido:
Luego, blandiendo su temida vara,
Y en lenguaje, brutal por lo sencillo,
Arenga á sus labriegos, tan callados,
Cual si fueran cuneros diputados.
Escuchando á Cánovas del Cantillo:
¡Ya lo veis! Esclamó, con energía:
¡Turba de perdularios! insurgentes!
¡Picaros fracmasones! Descreídos!
¡De lo inviolable que es, la monarquía,
No quedáis, para siempre, convencidos!
¡Ante pruebas, tan claras y patentes,
Que valen las doctrinas disolventes,
Que propagan por ahí, cuatro perdidos!

Abril—1S76.
TJii recuerdo de gloria

A L PUEBLO ORIENTAL

El tiempo nos aleja de aquel dia


Cuya fecha guardáis en la memoria:
De aquel dia íelix, en que rasgaron
Su túnica de esclavas ias colonias:
De aquel dia solemne en que los reyes,
Que esclavizaban la infeliz Europa,
A l revolver sus ojos, espantados,
Hacia las playas que el pamporo azota,
[Solo hallaron, en vez de siervos viles,
Frentes erguidas y cadenas rotas!

[Desde aquel dia, ds memoria santa,


Los rios de la América Española,
No vieron reflejaren su corriente,
El siniestro brillar de una corona;
Y el llanto que derraman los esclavos,
No arrastraron al mar sus turbias ondas;
85 —

Y el limpio espejo de sus claras fuentes


No profanó el verdugo con su sombra I
Y después de aquel dia memorable'
Después de aquella fecha redentora 1
¡ L a América del Sud fué el Aventino,
Para el esclavo mártir de la Europa I
Y á todos los proscritos de la tierra
Encubrió coa su manto, cariñosa !

III

Y o , que siento en mis venas, con orgullo,


Cual vosotros, latir sangre española;
Yo, que adoro á mi patria con delirio,
Y aborrezco al poder que la deshonra;
Yo, que creo que en gloria y desventuras,
"Nuestro común destino se eslabona;
I Yo saludo á los héroes que aquel dia
Sellaron con sa sangre la victoria,
Y al común opresor de nuestra raza,
Arrancaron mitad de su coronal

VI

No fueron, no, rebeldes vuestros padres:


Al esgrimir su espada vencedora,
Mostraron el camino del derecho
A los pueblos, esclavos de la Europa :
Y enseñaron al mundo que la raza
Que peleó en Sagunto y en Gerona,
Supo aquí trasplantar, sobre los Andes,
_ 86 -

Sacros laureles de inmortal memoria:


¡Que la raza, en doe mundos dividida,
Por el desierto inmenso de lie.alus,
• s la raza viril que tuvo un dia
Envuelta en cus banderas la victoria!
Es la raza viril que bajo el yugo,
Jamás el cuello enteramente dobla!
Que aquí, lo mismo que en la vieja España,
En todos los momentos de la hictoria,
Siempre la esclavitud es extranjera!
Siempre la Independencia es Española!

Julio—1876.
m i a m i g o E d u a r d o Gk Gordo:
AUTOR DE « E L LUJO DE LA M I S E R I A »

T u mano leal estreché,


Apenas te c o n o c í .
Franco amigo te encontré;
Después, tu lira escucha,
Y tus cantos aplaudí.

Permite que hoy mi opinión,


T e dé, con ruda franqueza;
Puea nunca, de adulación,
Ni por miedo, ni ambición,
Corostí la vil torpeza.

Hoy de tu lira á los sones,


En el templo de Taha,
N00 das de aquellas lecciones,
A que llaman los bribones,
imprudencia ó grosería.

Pero, no te desalientes:
Si la verdad es amarga,
El decirla, es de valientes:
- 88 -

I Dí'e al mundo lo que sientes,


Y salga por donde salga!

¡ Sigue de la gloria en pos,


Diga el mundo lo que diga I
(Y hablando aquí entre los dos),
A quien se la diere Dios,
San Pedro se la bendiga.

Agosto—1876.
Hdos soldados muertos
( EN LA CATÁSTROFE DEL CUARTEL DE ARTILLERÍA )

Eran soldados que un deber cumplian:


Soldados —ciudadanos:
La patria, a quien servían,
Su bandera y su honor fió en sus manos!
Sobre el cadáver de los muertos lloro;
Para los vivos, caridad imploro;
¡ Hijos del pueblo son, son mis hermanos!

I Vedlos allí!. .Sobre su fronte helada,


En sus cuerpos quemados,
0 por las rudas piedras destrozados;
En su lívida faz ensangrentada,
La mano del destino abrumadora
Al herirlos feroz, dejó marcada
La historia de dolor, desgarradora,
De su muerto cruel, desesperada!

A y e r l l e n o s de vida,
Alegres preparaban s u p a n i l l a :
Tal vez s o ñ a n d o un p o r v e n i r de g l o r i a ,
El uno acariciaba un a m o r sank-;
- 90 -

El otro preludiaba el rudo cant©


Que acompaña al guerrero en la victoria;
Quien recordaba, de una madre ausente,
La imagen nunca bien acariciada;
Quien de dulce amistad los tierno-; lazos;
Quien del hermano los amantes brazos;
Quien la sonrisa de mujer amada.

|Todo era vida y juventud y gloria!


Pero cubre aquel cielo en un m o m e n t o . . .
1 Momento de fatídica memoria !
De fuego, humo y polvo, denso velo,
Y de tantos guerreros esforzados,
Y muros y pertrechos preparados,
Tanto entusiasmo y varonil anhelo,
Solo quedan, escombros humeantes
Y cuerpos destrozados, espirantes
Y una fecha fatal, de sangre y duelo!

¡ Que destino cruel, que dura suerte,


A tantos bravos en la tumba encierra;
Y sin la gloria de afrontar la muerte
Luchando por la patria en noble guerra !
¡ Fatalismo tirano !
¿ Porque el honor no les dejó siquiera,
De morir con las armas en la mano,
Derramando su sangre en la frontera ?
¡ Con el sol de la patria por testigo,
Cayendo allí, de cara al enemigo,
Y abrazados morir con su bandeja-!
L a fuerza y la idea

AL DOCTOR JOSÉ PEOHO RAMÍREZ

Mirad cual la apiñada muchedumbre,


Por las tortuosas calles se atrepella
D e la vieja ciudad: sombras de muerte,
Silencio y soledad, deja tras ella:
Una ansiedad febril mueve su planta,
Y entre gritos, blasfemias y clamores,
Hacia la antigua plaza se adelanta,
Donde grave y sombría, se levanta
La morada feudal de sus señores.

Alií, cerca del muro del palacio,


La catedral apoya sus cimientos;
Y en el hueco de entrambos monumentos,
Enclavado, contra ellos se asegura,
Cual de dos magestades suspendido,
Del altar y del trono,
Por la sagrada sombra defendido,
Tablado de siniestra arquitectura,
En el silencio de la noche oscura
Por feroces obreros construido.
— 92 —

De pié, sobre el tablado funerario,


Afrentoso calvario,
Que alzóla autoridad.contra la idea;
Ministro fralrh ida
De un vil tirano, la sangrienta espada
El verdugo ya tiene suspendida
Esperando á la víctima, elegida,
Para ser á sus odios inmolada.

Y la eterna moral escarneciendo,


¡Clavada allí, junto al sayón inmundo . . •
Sacrilega irrisión!-Sarcasmo horrendo!
El drama fratricida, presidiendo,
Está la cruz de! redentor del mundo!

¡Y entre filas de inmóviles soldados,


Pálido el rostro, firme la mirada;
Al cadalso camtria,
Quien lleva un rayo de la luz divina
Sobre su frente pura y resignada!

Apóstol del derecho,


Adorar ia verdad, fué su delito:
Y su eríme-; atroz, llevar escrito
c Justicia y Libertad» sobre su pecho.

Del fúnebre calvario


Sube las gradas y a . . . Roncos tambores,
Con siniestro sonido,
. Doblan en torno suyo aterradores,
Y sofocan, del pueblo los clamores,
Y de su apóstol el postrer gemido.
- 93 —

Orgulloso, el tirano,
Que al noble mártir condenará á muerte
En aras del derecho del mas fuerte;
Mirada de desprecio soberano,
Lanza al cadáver, á sus pies inerte.
Y al contemplar su faz inanimada,
Esclama, de su triunfo envanecido:
— Queda mi autoridad asegurada;
Y la idea entre sangre sepultada;
Y el labio acusador enmudecido.—

¡Insensato! Que sueña entre eslabones,


El vuelo encadenar del pensamiento!
Y la idea vencer con los cañones!
¡Y en la hoguera fundir las convicciones,
Y sus cenizas arrojar al viento!
¡Infeliz! No comprende que la idea
Cuanto mas perseguida,
Y por el fanatismo escomulgada;
Es como aquella flor que en las alturas,
Alzace mas erguida
Y esparce su fragancia delicada,
Cuanto mas, su corola perfumada,
Es por el rudo viento combatida.
E l ejército ele la p a z

(EN I.A REPARTICIÓN DE PREMIQS D E L AÑO í

Con m ú s i c a s y estruendo
L a s gentes á millares,
C u a l desbordado rio
Inundan la c i u d a d :
¿Será q u e el e n e m i g o
Invade s u s hogares?
¿Peligra por ventura
L a patria libertad?

íl

P a s ó de las revueltas
El r o j o t o r b e l l i n o ;
L a g u e r r a de r a i n e s ;
El c o m b a t i r t e n a z :
L a fuerza de! derecho
P o r f i ó se a b r e c a m i n o :
E m p i e z a n los f e c u n d o s
T o r n e o s d e la p a z .
— 95 -

ÍII

No van, como otras veces,


Los hijos de enas playas,.
De fratricida lucha
Los lauros a ceñir:
No miran hoy sus hijos,
Las madres uruguayas..
Lanzando roncos ¡viva-?!
Marchándose á morir.

[V

Ejército de niños
Alegres, bullidores,
Mirad, puras las frentes,
Sin odio el corazón:
Cubramos su camino
De perfumadas flores:
Lanzemos entusiastas
Un |burra! á esa legión.

"V

¡Tal vez de entre esos niños


Ha de salir el hombre,
Que un dia, de la patria,
La nave ha de regir!
¡Tal vez entre esos niños-
Está el glorioso nombre,
Que un. dia, en letras de oro,
La historia ha de escribir!
- 96 —

VI

Son ellos el capullo


Que el sol de Mayo dora:
Nosotros, mustias flores,
Que se agostaron yá:
Son ellos la mañana,
La nacarada aurora,
Nosotros, muerto dia,
Que al occidente vá.

YII

¡ Abridles ancho paso!


Con ellos la armonía,
El orden, el derecho,
La libertad, vendrán.
¡Cededles el camino,
Como al naciente dia
Le ceden el espacio,
Las sombras que se van!

Yill

¡En ellos está el germen


De venidera historia!
¡Son ellos la futura
Repúblico Oriental!
Y de virtud y ciencia,
De libertad y gloria,
La escuela es el santuario
Y un libro el pedestal!
IJOS futuros ciudadanos
(EN LA R E r A B T i C l O K DI! PÜKMI03 BKL AÑO 78;

De tiernos niños la legión sagrada,


Hoy viene á celebrar una victoria,
N o con terror y muertes conquistada,
Entre el estrago d e sangrienta gloria.

Soldados de una idea mas sublime,


Su ambición es mas pura y mas modesta:
Su lucha, en vez de destrozar redime,
Ni sangre, ni una lágrima, nos cuesta.

Miradlos desfilar: sobre su frente.,


El sello del candor ved esculpido,
Y en sus ojos brillar resplandeciente
El noble orgullo del deber cumplido.

L a sien de esos pequeños vencedores,


Hoy la patria con rosas engalana:
De esas guirnaldas de aromosas flores,
Frutos de gloria brotarán mañana.

Pueblo Oriental! venera á tus ancianos,


Generación que hacia la tumba a v a n z a . . .
¡Perc aplaudiendo con entrambas manos,
Saluda á los futuros ciudadanos,
Que son tu porvenir, son tu esperanza!
Vanidades
I

Para ser grande y feliz,


N o basta al hombre en la tierra,
Con tener dorada cuna,
Y crecer entre opulencias,
Y brillar en los salones
De eso que llaman nobleza,
Y ser galán con las damas,
Y ser bravo en la pelea,
Y tener cruces, y honores,
Juventud, y gentileza,
Y cantar en los festines,
Y hechizar con su elocuencia,
Y pisar tan solo flores
D e su vida por la senda;
Si en medio de tantas glorias,
Y placeres, y grandezas,
Le faltan honra, y virtud,
Y la paz de la conciencia.

II

Tampoco medirse puede


De un Estado la grandeza,
- 99 -

Por los regios monumentos,


Ricas ciudades y aldeas,
Ni por minas renombradas,
Ni renombradas proezas.
Ni lo fértil de su clima.
Ni el esplendor de su ciencia,
Ni lo fuerte de sus flotas,
Ni el largo de sus fronteras,
Ni el verdor de sus laureles
Que la sangre humana riega.
Ni el polvo de cien victorias
Que cubre viejas banderas.

Que será grande y feliz,


Solo el pueblo que comprenda,
Que es la Libertad su gloria,
Y el Trabajo su nobleza,
Y su poder la Justicia,
Y la Virtud su riqueza,
Y sus timbres el Derecho,
Y su honra la Independencia.
Injusticias

Marca la sociedad con sello odioso,


A la débil mujer que se ha caido:
Y corona la sien del ambicioso
Que por cruces y honores, se ha vendido:

Diviniza á los grandes criminales,


Pero ¡ay! del infeliz que ha delinquido!.,.
¡Para el conquistador arcos triunfales!
¡Muerte, en garrote vil, para el bandido!
L a noclie moral
SONETO

Si los follages de la selva umbría,


Baña la noche con su tinta oscura,
Fantásticas visiones se figura
En ellos la medrosa fantasía:

Pero brilla en oriente el claro dia,


Y con el rayo de su luz mas pura,
Muestra que Dios ha puesto en la espesura,
Vida, frescor, perfumes y armonía.

Así también el pobre peregrino,


Que no vio del saber el fuego santo,
Hallará, de su vida en el camino,

Solo crimen y error, duda y espanto,


Hasta que déla ciencia el sol divino,
De su noche moral descorra el manto.'
.A. la estatua de M!azzrrii

Qué bien está la imagen de Mazzini,


Sobre la margen del undoso Plata,
Cubriendo con su sombra protectora
A la noble ciudad republicana.

Cuando los mensageros de la noche,


Que envia el fanatismo á nuestras playas,
A detener el carro del progreso,
A ififestar la conciencia americana;

Descubran el perfil del gran tribuno,


Que el nido de la vívora aplastara,
Comprenderán que el argentino pueblo
Tiene la libertad asegurada.

|Qué bien está la estatua deMazzinil


Sobre la margen del undoso Platal
/Para cerrar el paso á las lechuzas,
Qué bien está, sobre su altar el águilál
L a p a l o m a de la paz
(Abril 1872)

Así cual penetra la dulce esperanza,


En pecho doliente de tanto sufrir;
Así como en medio de rudos abrojos
Cimbrea una rosa su tallo gentil;

Así como brilla tras lóbrega noche,


El astro divino que el Inca adoró;
Así cual dilata la dulce sonrisa
La frente del niño, que el llanto anubló;

Así, tras el monstruo feroz de la guerra,


Que bienes y vidas tragaba voraz,
¡Mirad, orientales, la blanca paloma,
Que lleva en el pico la oliva de paz!

¡Que venga, en buen hora, la fiel mensagera,


Que el fin de la lucha nos viene á anunciar!
¡Precede su vuelo la bella esperanza!
El bien y la dicha, Iras ella vendrán!

¡Miradla, amorosa, batiendo sus alasl


¡En vuestros hogares dejadla a n i d a r ! . . . .
¡Jamás el rugido de fieras pasiones,
Huyendo, espantada, la obligue á volar!
Tipos humanos

Si en el hombre bien me fijo


'En él, tres semblanzas hallo:
Con el mulo, y el borrico,
Y con el noble caballo.

Hombre-caballo, escelente
t i p o , noble y liberal:
Como el caballo es valiente,
Como el caballo, es leal.

Si manda, no es orgulloso:
Si obedece, no se humilla:
Vencedor,es generoso:
Vencido, no se arrodilla.

Este es el tipo mejor


Que entre los vivientes hallo;
Y siempre, el puesto de honor
Le doy al hombre-caballo.

Del hombre-burro en la faz,


L a santa humildad se encierra:
Ni estorba en tiempo de paz,
ñ'\ daña en tiempo de guerra.
— 105 —

Es, lo que en lengua vulgar,


Llamamos un pobre diablo:
Su delicia es rebuznar:
Su paraíso, el establo.

Tipo de menguada historia,


Tiene la modestia en cambio:
No siente ambición de gloria,
Ni pretensiones de mando.

Ai verle tan satisfecho,


Tan resignado, discurro,
Que, si no gloria, provecho,
Dá á su patria el hombre-burro.

El hombre-mulo, es aquel,
Que reúne en una pieza,
La arrogancia del corcel,
Y del burro la torpeza.

Es necio, y es presumido:
Es bajo, y es altanero:
Es un patán mal nacido,
Forrado de caballero.

Encumbrado, es orgulloso;
Caido, el orgullo pierde:
Y es ruin, y es envidioso,
Y tira coces, y muerde.

Tipo caballo, el mas noble:


Tipo jumento el mas nulo:
Pero el tipo mas ignoble
Es el tipo de hombre-mulo.
.A. E s m e r a l d a Cervantes

Permite, niña, que un oscuro bardo,


Cuyo laúd á veces desentona,
"Venga á poner con su plebeya mano,
Una silvestre flor en tu corona.

Un tierno voto en esa flor se encierra,


Desnuda de perfume y armonía,
En el idioma de la hermosa tierra,
Que fué tu patria, y fué ia patria mía.

¡Que siempre, cuando el pueblo te rodea,


Derramando á tus pies perlas y flores,
Cuando pulsas el arpa que en Judea,
Pulsaron los sagrados trovadores!

¡En medio de tu gloria y tu fortuna,


Veas un porvenir puro y sereno,
Para tí, para el pueblo de tu cuna,
Y la mujer que te llevó en su seno!
E l pescador

El mar está tranquilo: allá en su pobre choza,


Para partir se apresta, el joven pescador;
Y mira, conmovido, la dulce compañera,
Que aduerme en su regazo al hijo de su amor.

Amante se le acerca: la besa en la mejilla,


Y al roce de sus labios la siente estremecer:
El niño se despierta, á entrambos les sonríe;
Y aquellos tres amores se funden en un ser.

Los brazos de la esposa, al joven aprisionan;


Cual si la despedida quisiera retardar.
¡Tal vez ella presiente por amoroso instinto,
Que aquella frente amada no volverá á besarl

—¿Qué temes, vida mía,—le dice el marinero:—


No vés allá, en la orilla? Los otros ya se van.
¿No sabes que encontramos el pan entre lasólas,
Que arrulla á nuestros hijos la voz del huracán?

¿No sabes que una barca fué mi flotante cuna?


¿Qué vibra entre mis manos el remo azotador?
¿Qué todos los escollos del litoral cantábrico,
Conocen la bravura de Pedro el pescador?
— IOS —

Tío temas por mi vida: sobre el hogar de un padre,


Atrae, el tierno niño, la bendición de Dios.
Puedes dormir tranquila: ese ángel nos proteje:
El cubre, con sus alas, la frente de los dos.

Hasta en la noche oscura, en medio de las olas


Que vienen, de mi nave, la proa á combatir;
¡Parece que te veo, con él en tu regazo,
Y creo ver sus ojos, mirarme y sonreír! —

Por ñn rompe los lazos que amantes le encadena^,


Y salta en su barquilla, y á fuerza de remar,
Para tornar mas pronto, se aleja de la orilla
D o sube, en espirales, el humo de su hogar.

¡Pasaron breves h o r a s ! . . . Tropel de negras nubeSj,


Enluta, de repente, la azul inmensidad!
El genio del estrago, desencadena el viento!
¥ estalla, bramadora, del mar la tempestad!

¡La choza del marino, vacila en sus cimientos!


La madre abraza al niño, lo estrecha al corazón,
Y loca, delirante, se lanza á la ribera,
Y allí, contempla un cuadro de duelo y destrucción!
— 109 —

¡Cadáveres, y restos de naves destrozadas,


- Que hasta sus pies arroja rujiendo el vendabal I.
Abismos insondables!... Montañas que caminan!
Espumas que semejan un lienzo f u n e r a l ! . . .

D e pronto lanza un grito la esposa desdichada:


¡Un grito de agonía I De angustia! De t e r r o r ! . . .
¡Allí, sóbrelas rocas! Inmóvil! Destrozado!...
Está el cadáver frió, de Pedro el Pescador !
I mpi'ovisacion
(EN EL ACTO DE I>EPOSÍTAIt EN EL PAKTEON NACIONAL LAS CES1ZA9 SAGRADAS

HE GARZÓN v DE PACHECO)

¿Por qué suenan las bandas militares


Con sus clarines de crespón cubiertos?
¿Por qué abandona el pueblo sus hogares?
¿ P o r q u é inundan las ondas populares,
La mansión solitaria de los muertos?

Mirad al pueblo entero congregado,


En torno de las gradas de esa tumba:
El atambor resuena destemplado;
El pendón oriental ñola enlutado;
Y allá, á lo lejos, el cañón retumba.

El laurel que esas urnas engalana;


Del levita las místicas plegarias;
El doliente doblar de la campana;
Nos dicen que esas urnas funerarias
Encierran una gloria americana.

El panteón, de mármol esculpido,


Que el polvo guardará de los que fueron,
Es el arca do un pueblo agradecido,
Preserva de las aguas del olvido
A los que Patria y libertad, le dieron.
8 de Octubre de 1876.
I g u a l d a d ante la ley

Un infeliz paisano,
Guapetón y pagado de sí mismo,
Por vendérsele un vino algo cristiano,
Haciéndose justicia por su mano,
A un pulpero ladrón rompió el bautismo.

Por esta fechoría,


Metido en la cafúa lo han tenido
Mas de un año y un dia:
Sin luz y sin carbón, en el invierno,
F u é su lecho asqueroso
El suelo de un inmundo calabozo,
¡Mas feo que la entrada del infiernol
Y barría la plaza, muy temprano,
Y regaba la plaza, en el verano;
Y apuró la espíacion hasta las heces
Por falta de padrinos y de pesos,
Y cargó, cada dia, por dos veces,
Con las ollas del rancho de los presos.

Un doctor cegatón y almibarado,


La cabeza rompió de un magistrado:
Y c o m o lajuslicia es también ciega,
— 112 —

Ese doctor no ha sido encarcelado,


Ni las ollas del rancho le hancargado,
Ni ha barrido la plaza, ni la riega.

Eso te probará, lector paciente,


Qué, teniendo dinero, un buen padrino,
Ser persona decente,
Tener un buen amigo "Vicentino,
Tener poco en la frente,
Y una quinta en el Paso del Molino,
Aquí se puede ser, impunemente,
Camorrista, l a d r ó n . . . . y hasta asesino.
L a cuestión de Oriente

¡Otra vez de las playas europeas


Llegan hasta la tierra americana,
Cual rayos que despide la tormenta,
Relámpagos del odio y la venganza!
¡Otra vez el fantasma de la guerra;
El genio destructor de las batallas;
Con el hierro, la peste y el incendio,
La vida de los pueblos amenaza!
¡Otra vez, la Ambición y el Fanatismo,
Van á inmolar, en sus tremendas aras,
A los pueblos que en hora maldecida,
Un templo y un altar les elevaran!

II

El vicario de Dios, que en la Siberia,


Ha creado el infierno de su raza;
El tirano brutal que á la Polonia,
Vil arrancó su libertad sagrada;
Hoy en nombre del Dios de la clemencia,
Y el signo alzando de la fé cristiana,
Arrastra sus legiones de creyentes
— 114 -

A la gloria infernal de la matanza.


Y el déspota feroz, que almas y cuerpos,
Oprime, de las hordas musulmanas;
El pontífice—rey, el gran creyente,
De la mezquita, el infalible papa,
Que á las dulces delicias del serrallo,
Con místico entusiasmo se consagra;
El glorioso estandarte del Profeta
Hoy tremola, con manos irritadas,
Y resonando vá, de templo en templo,
El grito santo, de la guerra santa.

III

Y á los dos bandos que la sangre ciega;


Y a los dos pueblos, que á la lid se lanzan;
Así, con voz profélica, les dice
Su dueño, que es su dios, y es su monarca:
— ]A morir, ó vencer, valientes rusosl
La bendición del Cielo os acompaña! —
—¡Sectarios del Coran! Brille el acero!
A matar, ó morir, que Dios lo manda! —
¡Así, de unos y otros combatientes,
La sed de sangre y el furor se inflama!
Así, lanza al delirio y a la muerte,
A cada cual su respectivo Papa!

IV

¡Y los montes, los valles y los rios,


Enrojece la sangre derramadaI
Y entre gritos y místicos cantares,
- 115 —

Tronar cañones y silvar las balas,


Y el chocar del acero y el acero,
Relinchos de caballos, y plegarias,
Y músicas, y roncas maldiciones,
Gritos de angustia, y gritos de venganza,
Y los cuervos, que en áspero graznido,
Del lúgubre íestin el himno cantan,
Del lúgubre festín de carne muerta,
Que al calor del incendio se prepara;
R o j o vapor cubre la luz del cieio,
La tierra tiembla, y el volcan estalla.

¡Quién sabe si tal vez, otro infalible,


Que hoy desarmado y sin poder se halla,
El Pontífice—Rey que tantos siglos,
La conciencia de Europa esclavizara;
A trueque de encontrar cetro y corona,
Y ostentar, otra vez, pompa mundana.
También, en ese drama de Caines;
Su importante papel representara!

Junio—1877.
E l pasado y el porvenir

Del pardo murallon, del arco rudo,


De la sombría y triste fortaleza,
Donde mil y mil veces resonara
El siniestro clamor de la pelea;
Y el salvaje rujido del pampero
Desgarrado, al pasar, por las almenas;
Y el grito melancólico y doliente,
Del nocturno y cansado centinela;
H o y , en montón de escombros convertida,
No queda ya, ni piedra sobre piedra.

II

El pueblo de la heroica resistencia,


Que defendiendo sus sagrados lares,
En constancia y en gloria,
Renovó del troyano la memoria;
Asegurada ya su independencia,
Y calmados los odios seculares,
Olvida de la guerra los horrores,
Del honroso trabajo y de la ciencia,
Se entrega á las pacíficas labores,
- 117 —

Y derriba los muros protectores


Que de su libertad fueron escudo,
Y el castillo feudal convierte en plaza:
Cual lidiador sañudo
Que vencedor, tras el combate rudo.
Se desnuda del casco y la coraza.

íli

Cerca de los escombros,


Polvo y arena.
Resuena el vocirío
De alegro feria:
Y para el pueblo,
Tal fiesta simboliza,
Vida y progreso,

La música saluda
Los labradores
Que traen é U feria
Frutos y flores;
Y ánforas llenas
Con las doradas mieles
De las colmenas.

Que el hierro de la espada


No es mas honrado,
Que el hierro de la punta
Del corvo arado:
Sin el segundo,
Ni glorias, ni grandezas,
Tendría el mundo.
— 118 -

¡Viva el trabajo honroso


Que es la riquezal
¡Viva la agricultura
Viva la feria!
Demos tres Ivivasl
Agitando en las manos
Ramos de olivas!

IV

La esperanza renace, el sol ya dora.


El alta cumbre del lejano monte;
Tras noche funeral, viene la aurora
Radiante, brilladora;
Y de nubes, se limpia el horizonte.

El malo en su guarida se estremece;


El bueno reanimado se levanta:
El campo de la patria reverdece:
El hierro de la lanza se enmohece;
Y el hierro del arado se abrillanta.

3 lio Mayo de 4877


.A. rFermin. Ferreíra
¡Cinco años há, tras bárbara agonía,
Cerróla muerte tus febriles ojos!
Cinco años hace que en la tumba fria,
Duermen en paz tus míseros despojos!

¡Cinco años há, sobre esta sepultura,


Tu espíritu sus alas desplegando
A otras regiones se lanzó, dejando
Su terrenal y frágil vestidura!

¡Poeta de los rítmicos cantares,


Trovador de las almas doloridas,
Orador de las luchas populares,
Tribuno de las razas oprimidas;

La muerte del olvido nunca hiere


Lafrente de los hijos de la gloria:
El hombre como tu, cuando se muere,
Pasa á vivir del pueblo en la memoria!

Tú siempre vivirás! Urna vacía


Es el sepulcro que tu cuerpo encierra:
¡Tú no puedes morir, que hay todavía
Quien se acuerde de tí sobre la tierra!

Agosto 10 de—1877.
E l cuadro-poema

AL ARTISTA

Para honrar de tu patria á los mejores


Una tela sin forma ni colores,
Quiso animar tu mano creadora;
Como el cuadro sombrío de la noche,
Iluminan los rajos de la aurora.

La sencillez, sin vanos atavíos,


Déla verdad, la olímpica grandeza,
Del patrio amor, el palpitar divino;
Manantiales de artística belleza,
Tu corazón llenando, y tu cabeza,
A tu pincel marcaron el camino.

Trabajando con fé, con esperanza,


Y la ambición de gloria por escudo,
Siempre el bello ideal en lontananza,
(.'.razo.*::~f. horas de combate rudo.

¡Cuantos dias de lucha abrumadora!


Cuantas noches también de desaliento!
- 121 —

Cuantas tal vez, te sorprendió la aurora,


Inclinada, la frente soñadora,
Derramando en la lela un pensamiento!

Tras largas horas de febril vigilia,


Y delirante anhelo;
Y alternativas de alegría y duelo,
Sacro entusiasmo y enervante duda;
Viste surgir, de aquella tela ruda,
Cual noble recompensa a tu desvelo,
Sublime creación de tus afanes;
jLa clara luz: un nacarado cielo :
De un monte Ja verdosa cabellera :
Un grupo magestuoso de titanes :
Un rio, un arenal y una banderaI

II

Las sombras veneradas de los muertos,


Evocaron tus mágicos pinceles;
Y aquellos héroes de la patria historia,
Que dormian el sueño de la gloria,
En sus tumbas, cubiertas de laureles;
Al soplo de tu genio reanimados,
Al verse sobre el lienzo trasladados,
Con sus armas, su faz, sus vestiduras;
Al artista inspirado saludaron,
Y de noble entusiasmo palpitaron
Sus restos, en los hondas sepulturas.
_ 122 —

III

¡Conmovedor, homérico poema!


i Es la hora suprema,
En que, los valerosos desterrados,
Besaron ya, la maternal ribera:
Con la mano en el puño de la espada,
Desplegando á los vientos su bandera,
El cielo miran de la patria amada,
Esclava de la gente brasilera;
¡Y de santo furor el alma enchida,
Juran morir, ó verla redimida!

IV

¡Detiene el sol, su paso magestuoso;


El ave calla, entre el ramaje umbrío'.
El mar queda eu reposo;
Para su curso, el argentado rio;
Ni se mueve una rama;
Ni corre el agua, ni suspira el viento;
Por no turbar el imponente drama,
Para escuchar el sanio Juramento!
Enero—1878.

FIN.
ÍNDICE

Página

Mi fanatismo , 5
La agonía de un pueblo 8
El Adiós del proscrito . 10
En un álbum 13
La redención de un pueblo , 15
El canto del gaucho » 18
Cantares , , 20
Las palomas del Uruguay... , 22
El adiós del marino 25
A los amigos de la Educación Popular 28
Recuerdos » 32
La guerra franco-prusiana 35
A. M - 37
La tumba de mi madre. .... 39
Sobre la tumba de Fermín Ferreira y Artigas 41
Sobro la tumba de Miguel Quetglas— - 42
Los curas católicos (soneto) ...... 43
A España - 4 4

A mis compatriotas 45
El mundo marcha .. ; 47
¡¡Alerta España!' 48
La madre loca 51
Alfonso XII 5 3
— 124 —

Página

. Amor y deber *>5


¿La dicha dónde está? 59
La raza maldita 60
A Montevideo *>2
La bandera española 65
A una nave española — 6 7

Al pueblo español en 1868 69


La'noche de la partida 72
Los dos Borbones - 74
Luz y sombra 77
Un alcalde monárquico 79
Un recuerdo do gloria 84
A mi amigo Eduardo G; Górdon 87
Los soldados muertos 89
La fuerza y la idea 91
El ejército de la paz 94
Los íuturos ciudadanos 97
Variedades , 98
Injusticias 100
La noche moral 101
A la estatua de Mazzini 102
La paloma de la paz 103
Tipos humanos 104
A Esmeralda Cervantes . 106
El pescador 107
Improvisación , 110
Igualdad ante la ley 111
La cuestión do Oriente 113
El pasado y el porvenir 116
A Fermín Ferreira 119
El cuadro poema , 120

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