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Dulcinea: uno de los prosaicos productos de la

deslumbrante memoria de don Quijote de la Mancha

Door: Y.W.J. Lau


Studentnummer: 0210161
Begeleidster: Elena M. Carrillo
Eindwerkstuk BA Spaanse Taal en Cultuur (200200214)
Gekoppeld aan de cursus “Letterkunde Spanje 1” (200200202)
Inleverdatum: Februari 2005
“[…] ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus
damas.” (DQ II, viii)

Miguel de Cervantes (1615).1

“[…] Nadie está salvo de la locura / perro amor te toca […]”

Cordera-Suarez (2000).2

“La memoria hacía posible ver y oír lo que no estaba presente, e incluso lo nunca visto ni oído.”

Aurora Egido (1991).3

1Edición crítica de Martín de Riquer, Barcelona: 2003: 613.


2Bersuit Vergarabat: “Perro amor explota”. Derechos Universal Music Argentina 2000.
3 Egido, Aurora. (1991). “La memoria y el Quijote”. Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of

America: 30.

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Dulcinea: Uno de los prosaicos productos de la deslumbrante memoria
de don Quijote de la Mancha

Introducción ............................................................................................................................ 4

Capítulo I: Las novelas de caballerías ................................................................................ 6


1.1 La fuente de inspiración de don Quijote .................................................................... 6
1.2 Las doncellas en los libros de caballerías ................................................................... 8
1.3 Un mito popular sobre la biblioteca cervantina ...................................................... 14

Capítulo II: La creación de Dulcinea ................................................................................ 17


2.1 Introducción de la dama............................................................................................. 17
2.2 Ironía y parodia ........................................................................................................... 23
2.3 La penitencia de don Quijote ..................................................................................... 31
2.4 Simulacro & Mimesis (la diferencia entre la copia y el original) .......................... 39

Capítulo III – El amor paródico de don Quijote............................................................. 48


3.1 Amor caballeresco ....................................................................................................... 48
3.2 Amor Quijotesco: ¿amor cortés, amor caballeresco, amor ideal renacentista o
amor de oídas? ................................................................................................................... 52
3.3 La cueva de Montesinos ............................................................................................. 58
3.4 Las escenas de menor importancia ........................................................................... 63

Capítulo IV – La memoria cultural del Quijote. ............................................................. 75


4.1 Petrarca, Dante y Erasmo ........................................................................................... 75
4.2 El Quijote en España y en el resto del mundo ........................................................ 78

V. Conclusión General ........................................................................................................ 82

VI. Bibliografía ..................................................................................................................... 85

3
Dulcinea: uno de los prosaicos productos de la deslumbrante
memoria de don Quijote de la Mancha

Introducción

El personaje de Dulcinea ocupa un lugar esencial y clave dentro del Quijote de Cervantes. La
importancia de este personaje reside en la multiplicidad de situaciones que su existencia
conlleva durante todo el libro. El objetivo de este trabajo se interesará sólo en detectar el
proceso de cómo mediante un personaje idealizado, producto imaginario del cuaresmal don
Quijote, Cervantes consigue parodiar los motivos más recurrentes de la literatura idealista:
los engaños y burlas de la novela de caballerías, el escudero confidente, el intercambio
epistolar, la penitencia de amor, el amor caballeresco, la valentía sin fronteras, el
encantamiento, la defensa a ultranza de la dama y el correspondiente elogio.
Al margen de la deslumbrante memoria literaria de don Quijote en el caso único de Dulcinea
quiero clarificar cómo Cervantes la usó para efectuar su parodia del mundo literario de
entonces. Cada episodio que Dulcinea de forma directa o indirecta desencadena, es un asalto
directo al arsenal mnemotécnico de don Quijote. El héroe necesita adecuar su conducta en
consonancia con la tradición literaria que le ha prefigurado a él mismo. Efectivamente no
sólo es capaz de reaccionar de manera adecuada conforme a lo que la memoria le dicta, sino
que además transforma esa anticuada herencia literaria en literatura moderna. Así, la
memoria quijotesca funciona, en primera estancia, como almacén de recursos temáticos y, en
segundo lugar, por su aplicación, como dispositivo para efectuar la transformación literaria.
En las siguientes páginas sólo algunas reflexiones sobre Dulcinea como instrumento
detonante de dicha transformación
En el primer capítulo trataré de explicar la función que han tenido las doncellas en los
antiguas novelas de caballerías para la de Dulcinea del Toboso, no solamente para explicar la
manera de actuar de don Quijote, sino también para poder decir de qué existe la dama
preciosa precisamente dentro del pensamiento caballeresco. Después de haber clarificado la
fuente de inspiración de don Quijote, envocaré más en la función de Aldonza Lorenzo en el
segundo capítulo, y aclararé el episodio de la penitencia y el encantamiento en cuanto la
función de Dulcinea.
Para poder decidir de qué elementos amorosos sufre don Quijote en su amor por dulcinea, el
tercer capítulo contendrá más información sobre el amor caballeresco y episodios amorosos
de otros géneros de literatura que influyeron al caballero. Ahí también trataré de estudiar el

4
rol de Dulcinea en el episodio de la cueva de Montesinos y en las escenas de menor
importancia. Para terminar intentaré encontrar la respuesta de ¿por qué se hizo tan popular
esta obra cervantina? y qué lugar ocupa Dulcinea exactamente dentro de la quijote manía
mundial. En ese último capítulo averiguaré qué escritores han tenido mayor influencia en la
construcción del Quijote.4

Utrecht, febrero de 2005.

4La introducción fue parcialmente escrita por Elena M. Carrillo, que me dió la idea para hacer este
estudio.

5
Capítulo I: Las novelas de caballerías

1.1 La fuente de inspiración de don Quijote

No cabe duda alguna que el amor de don Quijote por Dulcinea está basado en el amor „ideal‟
que se encuentra en los libros de caballerías. Por eso es muy importante saber y leer más
novelas de caballerías, para entender y poder distinguir toda la ironía con la que Cervantes
escribió su Quijote.5 Eisenberg (2003: 1) en su Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age
también reconoce que es importante que los cervantistas lean más novelas de caballerías:
“[…] no satire can be adequately appreciated without a systematic study of the object it
ridicules.” Eisenberg destaca a un crítico cervantino como Clemencín (1833), que realmente
conocía una inmensa cantidad de novelas de caballerías. Luego, Rodríguez Marín excluyó
muchas de las citas importantes que había anotado Clemencín que tenían que ver con las
novelas de caballerías. No estoy de acuerdo, sin embargo, con la sugerencia de Eisenberg
cuando dice que la admiración de don Quijote por Dulcinea fue modelada solamente en el
amor de Amadís por Oriana, porque, según se intenta demostrar en este estudio, existía
entre las novelas de caballerías gran semejanza en la manera de hablar sobre la dama (lo que
no quiere decir que en todos se hiciera de la misma forma). Intentaré demostrar que nunca se
podrá asegurar que Cervantes solamente se había servido de un ejemplo.
Por ello, y visto la cantidad de libros de caballerías que existen, he seleccionado dos libros
que influyeron „directamente‟ al Quijote, o sea, dos de las obras que muchas veces fueron
relacionadas con el Quijote por la crítica (Amadís de Gaula de Montalvo y Espejo de príncipes y
cavalleros de Ortuñez de Calahorra). Al margen de éstas, he elegido otros libros que casi no se
han relacionado con el Quijote, o de forma excesivamente breve. Son cuatro los libros de
caballerías que, en mi opinión, contribuyeron a la construcción de la novela caballeresca
española, e indirectamente, a la creación del Quijote. Y aunque estos libros no hubieran sido
seleccionados con los criterios de Eisenberg (2003)6 yo los seleccioné porque es éste el tema
fundamental de mi estudio y porque ayudan a entender mejor la „creación‟ de la doncella
caballeresca, que a finales del siglo XVI y parte del siglo XVII se convirtió en la forma fija tal
y como se encuentra en los libros Amadís de Gaula, Espejos de príncipes y caballeros y unas

5 Edición Martín de Riquer. 2003. Barcelona: Editorial Planeta.


6 Dentro de Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age (2003) se puede encontrar el siguiente
criterio para una novela de caballerías: “A romance of chivalry is a long prose narration which deals
with the deeds of a “caballero o aventurero andante” –that is, a fictitious biography. […] these
romances have many internal elements in common, which also make them a cohesive group.” Todas
las citas en este párrafo provienen de este libro.

6
decenas más. Sólo voy a mencionar los aspectos de mayor importancia para este estudio,
aunque se pudiera y debiera hacer una magnitud de estudios con temas diferentes
relacionados con el Quijote. Mi selección consiste en las novelas siguientes7:

 Historia del noble cavallero Paris e de la muy hermosa donzella Viana (± 1412)8
 Historia de los enamorados Flores y Blancaflor (± 1430)9
 Alonso de Cartagena: Doctrinal de los caballeros (1444)10
 La historia del muy valiente y esforçado cavallero Clamades (1480)11

En una de ellas, el Doctrinal de los caballeros, de Alonso de Cartagena, se describe el


comportamiento ejemplar de los caballeros, que resulta entonces de una enumeración de
virtudes que el caballero andante debe tener, y las cuales se pueden encontrar en cualquier
novela de caballerías. Ya que don Quijote sigue el doctrinal de su propia memoria literaria,
interesa saber entonces cuáles fueron exactamente las virtudes más importantes para el
caballero andante. Con respecto a las mujeres dentro del Quijote, y a Dulcinea en especial, es
importante reconocer que don Quijote las quiera tratar como caballero andante, haciéndolo
de forma errada, lo que causa la risa del lector.
Dentro del Quijote el lector se da cuenta de que hay dos sentimientos que predominan, es
decir la anti-caballería o realidad, que es precisamente todo lo que don Quijote quiere negar,
porque es feo (o burdo), y, al otro lado la caballería e imaginación, que es todo lo que a don
Quijote le parece justo y bello. Con esto don Quijote crea su propio aislamiento del mundo
real, que no entiende naturalmente su manera de pensar y ni de hablar. El tema de tener que
guardar la honra de la caballería, se halla en muchas novelas de caballerías, incluida una que
usé para este estudio: “[…] y esto haziendo vós guardaréis la honra de cavallería, e yo e
todos mis parientes vos seremos obligados.” (La historia del muy valiente y esforçado cavallero
Clamades: 632) cuando Clamades pide a los escuderos del palacio del padre de Clarmonda
por matarle con la honra de caballería.
Según Williamson (1991) la situación de don Quijote se podría llamar aún peor: “Los
caballeros anteriores, como Yvain, Cligés o Amadís, «defendían» o «sostenían» la orden de la

7 La edición utilizada aquí es la de Viña Liste (2001): Textos medievales de caballerías. Este libro da una
imagen general de los antiguos textos medievales de caballerías, y contiene selecciones de las novelas
que uso. No contiene los textos completos, y los utilicé solamente para poder recuperar la importancia
de la doncella o la dama dentro de las novelas de caballerías tradicionales, de modo que los detalles en
cuanto a las mujeres son los más importantes.
8 Viña Liste, José María (Ed.). (2001). Textos medievales de caballerías. Madrid: Ediciones Cátedra: 501-

520.
9 Ibidem: 521-541.
10 Ibidem: 603-620.
11 Ibidem: 621-637.

7
caballería, adoptaban una actitud defensiva contra el mal y los efectos del tiempo. En
cambio, don Quijote se encuentra en la situación de tener que restaurar la orden de la
caballería […]” (Williamson, 1991: 141) Don Quijote tiene que restaurar lo justo y lo bello, y
lo hace, dicho una vez más, a través de su memoria literaria.
Dulcinea, al lado de Sancho, es uno de los personajes más importantes, porque conlleva
consigo toda la idea de qué es don Quijote como caballero andante. Desde el momento en
que decide que va a hacerse caballero andante, se da cuenta de que: “[…] no le faltaba otra
cosa sino buscar una dama de quién enamorarse; porque el caballero andante sin amores era
árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.” (DQ I, i) Don Quijote debe enamorarse por el
mero hecho de que todos los caballeros andantes se enamorasen. Williamson (1991: 143) dice:
“Lo que […] don Quijote quiere de Dulcinea es que actúe de catalizadora suprema de la
realidad de la caballería, convirtiendo lo que no pasa de ser mera potencialidad […] en algo
palpable y convincente para el resto de la gente.” En este estudio, como anuncié al principio,
la idealización de Dulcinea por don Quijote ocupa el lugar central.

1.2 Las doncellas en los libros de caballerías

No se puede pensar en mejor ejemplo para la construcción de Dulcinea que en Oriana, la


dama de Amadís. Visto que muchos críticos12 ya han señalado la semejanza entre Dulcinea y
Oriana, y porque es la fuente más importante para la doncella del Quijote, también lo incluyo
en este estudio. Lo que más interesa aquí es el lenguaje que usa don Quijote para idealizar a
su doncella, sacado de los libros de caballerías. Este párrafo sirve solamente para dar una
imagen „general‟ de las damas de algunos caballeros andantes, ejemplares dentro del género.
Casi todas son comparables con la manera de actuar de don Quijote, simplemente porque
aparecen como enamorados en un libro de caballería. La gran diferencia es que todas estas
damas forman parte de la „memoria‟ literaria de don Quijote. No se puede suponer que
conocía todas (en el episodio del auto de fe con el cura y el barbero solo aparecen los libros
más famosos en el tiempo de Cervantes) pero no hace falta decirlo otra vez que cada autor se

12 Para información addicional con respecto a la semejanza Dulcinea-Oriana véanse los estudios sobre
el Quijote de Avalle-Arce (1975): Don Quijote como forma de vida. Barcelona: Ariel; de Eisenberg (2003):
“„Don Quijote‟ and the romances of chivalry: The need for a Reexamination.” y Romances of Chivalry in
the Spanish Golden Age, ambos disponible en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Finalmente la
obra de Williamson (1991) El Quijote y los libros de caballerías, Madrid: Taurus, no debería faltar en
ningún estudio que toca el tema de la caballería andante en combinación con el Quijote. Son solamente
algunos artículos que usé para este estudio, pero seguramente hay muchos más que han notado la
semejanza.

8
basó en una idea de hermosura y belleza estructural e ideal dentro del mundo caballeresco.
Como dice Eisenberg (2003): “Variations on the basic pattern, such as the dama beliciosa, are
really minor.” (Romances..: 15)
De La historia de los enamorados Flores y Blancaflor (± 1430) sólo quiero hablar de una pequeña
parte, en la que el caballero le lleva una carta del rey a la reina. La manera en que el caballero
se dirige a la reina es notablemente „caballeresco‟:

“Muy noble y poderosa señora: el rey, mi señor, me envía a


vuestra alteza con esta cristiana cativa, […]. Crea vuestra alteza
que es la mujer más discreta y de más noble crianza que jamás
nunca se vio.” (530)

El caballero habla aquí de Topacia, una doncella que tiene que llevar al corte de la reina. Lo
que sigue siendo mencionado en casi todas la novelas de caballerías es que las damas o
doncellas son de „alto linaje‟, „sangre noble‟, „de gran hermosura‟. Don Quijote (o sea, en este
caso, Cervantes) probablemente conocía muchas de estas expresiones. El conocimiento era
necesario para luego poder burlarse de ello, como pasa en toda obra artística. Por eso
mencionaré algunos ejemplos más, para crear una idea „general‟ del lenguaje caballeresco.
Dentro de la novela Historia del noble cavallero Paris e de la muy hermosa donzella Viana el amor
caballeresco juega un papel importante, como el título ya hace suponer. Paris es un caballero
desconocido que viene a conquistar la mano de la hermosa Viana, hija del dolfín de Francia.
Para poder tener acceso a la doncella de sus deseos, comparte en un torneo, que ganará con
facilidad. “[…] que todo hombre que quisiesse hazer cavallerías por amor de donzellas que
fuesse en la ciudad de Viana […]” (507-508) Después de su triunfo heroico no le cuesta
mucho trabajo ganar el corazón de Viana. Paris es un caballero en todo sentido de la palabra:
“[…] Paris aún no sabía qué cosa era amistad de muger, salvo que avía ya un año que era
enamorado de Viana, […]. Y cuanto más andava [mí itálica] tanto más le crescía el amor de
Viana” (507) El verbo „andar‟ tiene un significado importante aquí; no se debe olvidar que
don Quijote también practica el oficio de los caballeros andantes, quienes, según se lee aquí,
se enamoraron aún más durante los largos viajes. Su idealización de Dulcinea crece con cada
metro, hasta cierto punto, de lo que hablaré en Capítulo III.
En las referencias dirigidas a la doncella Viana se puede encontrar muchos ejemplos clásicos
de cómo se cantaba la belleza en las novelas de caballerías. En primer lugar era normalizado
usar el nombre de la dama juntado al lugar de nacimiento, o de domicilio de sus padres:
«Constança, hija del rey de Inglaterra […] Floriana, hija del duque de Normandía» ( 513) Don
Quijote copia este costumbre cuando elige la señora de sus pensamientos, no es casualidad

9
que añade del Toboso al nombre de Dulcinea, algo muy irónico, porque El Toboso no era
exactamente un lugar „popular‟ o „desconocido‟: “[…] la ironía se nos antoja limitada al
genitivo “del Toboso”, con el que el nombre poético [de Dulcinea] queda apresado por la
realidad cotidiana.” (Lapesa, 1967: 217-218)
En segundo lugar existen varias frases de cómo se describe un caballero a su doncella. Esto
es justamente lo que hace don Quijote todo el tiempo, por el mero hecho de que nunca pueda
ver a Dulcinea „en carne viva‟, porque solo existe dentro de su memoria caballeresca. Hay
una frase de don Quijote sobre Dulcinea que es muy semejante a la descripción que hace
Paris de su Viana: “[…] es la prometida fe que tengo dada a la sin par Dulcinea del Toboso,
única señora de mis más escondidos pensamientos, […]” (DQ I, xvi) Comparando esa frase
con la dentro del relato de Paris y Viana: “[…] Paris respondió que la belleza de la señora
Viana era tan hermosa que en el mundo no avía su par […]” (516), se nota que el sentido es lo
mismo.
En otro lugar habla el hijo del duque con Viana, y comienza así: “Dulce Viana, […]” (518) Se
ve que también el nombre de Dulcinea, de lo que apuntaré más en Capítulo II, fue elegido
por don Quijote de los libros de caballerías. La escena con el hijo del duque ocupa un lugar
especial dentro de la historia de Paris y Viana, porque Viana está enamorada de Paris, pero
el hijo del duque quiere casarse con ella a lo que Viana inventa algo muy curioso: coloca
trozos de gallina podrida bajo los sobacos, para que el pretendiente no la quiera más: “[…]
que ya vedes cómo soy medio podrida.” (519)13 Uno casi se puede imaginar como hubiera
salido una escena similar dentro del Quijote.
La historia del muy valiente y esforçado cavallero Clamades (1480), de forma muy resumida (es
imposible resumir una obra literaria sin que se pierda muchos elementos relevantes) es un
relato sobre el amor entre Clamades y Clarmonda. Al lado de ser una obra „típica‟
caballeresca14, la función de la pareja caballeresca ocupa un lugar clave aquí con respecto al
amor. Un ejemplo del amor típico caballeresco aparece cuando Clamades declara su lealtad
amorosa ante Clarmonda –con que ya se había consumado el amor antes de casarse,
mintiendo que era él el supuesto marido de ella- :

13 Según Galmés esta era cosa que apareció en algunos libros de esa época, también “[…] pasó al Libro
de los ejemplos: “E las dos fijas posieron carne de pollos so las tetas porque del calor de la carne e de
las tetas saliesse fedor e assí guardarían virginidat.” (Apud Viña Liste, 2001: 518-519)
14 Según Viña Liste (2001: 622) Cervantes conocía La historia del muy valiente y esforçado cavallero

Clamades y talvez lo haya usado como uno de los tantos modelos para Don Quijote de la mancha: “[…]
sobre todo por su (libro de Clamades) indudable conexión con el Quijote cervantino en su episodio de
la aventura de Clavileño; es muy posible que Cervantes hubiese leído justamente la edición burgalesa
de 1562, […], publicada cuando el genial novelista tenía quinze años […]”

10
“Muy alta y noble dama, pues que es vuestra voluntad de saber mi
nombre y de qué gente y qué linage soy, […], sabed ciertamente,
señora, que yo me llamo Clamades, hijo del rey Marcaditas, rey de
Castilla, y soy vuestro humilde servidor, que quiero vivir y morir
por vos.” (634)

Esta declaración de amor es muy conocida dentro del amor caballeresco, y no resulta muy
extraño que don Quijote eliga casi las mismas palabras para declarar su amor y mostrar su
lealtad cuando hace su penitencia.
Lo característicamente caballeresco, sin embargo, se encuentra aquí en la manera de describir
a la doncella Clarmonda:

“[…] y él se acercó a la cama, y vio la doncella que dormía, la cual le


agredó tanto que él no se podía hartar de mirarla, ca ella era más
hermosa y más graciosa y del mejor y gentil gesto que podía haver
donzella de su manera en todo el mundo, y en dormiendo se era
descabellada, y sus cabellos eran tan lindos y tan hermosos que no
parecían sino fino oro, y le cubrían sus tetas muy delicadas por
delante.” (629)

Estos „cabellos que parecían de fino oro‟ también se encuentra dentro del Quijote, cuando el
caballero idealiza la belleza de Dulcinea:

“[…] pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles


y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas:
que sus cabellos son oro, su frente campeos elíseos, sus cejas arcos
del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas
sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos,
su blancura nieve, […] (DQ I, xiii)

Cervantes sólo quitó un simple „de‟ en la frase de “sus cabellos son [de] oro”. Así se pierde
todo el contexto de lo que tendría que ser una metáfora, y esto contribuye mucho a causar la
risa del lector. La metáfora es simplemente una realidad para don Quijote. No es que las
cejas de Dulcinea parecieran a arcos del cielo, sino que para él realmente lo son. Como lo dice
Stern (1984: 65): “The terseness of his [don Quijote] description leaps out at us when we
compare it to the wordy portraits recorded in the romances of chivalry. It has the effect of
reducing Dulcinea to a grotesque mosaic of sculptural materials.”
Visto que las metáforas mencionadas arriba como por ejemplo „cabello de oro‟ eran muy
común en la época de Cervantes (introducidas por los humanistas como Petrarca y Dante) se
puede suponer que don Quijote también las conocía; algunas de estas se pueden encontrar
en gran cantidad de las novelas de caballerías. Según Colombí-Monquió (1983: 389) es

11
evidente que “[…] entre tanta lectura de libros de caballerías, Don Quijote se había dado
tiempo para leer a Petrarca y los petrarquistas.”
Es notable que don Quijote use todas las metáforas en una manera equivocada, un sistema
que da paso a la ironía de la obra. De esta manera Cervantes ridiculiza no solamente al
mundo literario renacentista (a través del amor que tiene don Quijote por Dulcinea), sino
también al mundo caballeresco en que las formas de los petrarquistas reaparecen. Algunos
ejemplos no fueron muy usados en las novelas de caballerías, como „manos de marfil‟,
„alabastro su cuello‟, de modo que se puede confirmar que Cervantes ridiculiza a dos
géneros en una sola frase. Los otros se puede encontrar en el Amadís de Gaula15 y en Espejos de
Principes y Cavalleros16.
La diferencia entre la poesía y las novelas de caballerías es que no se suele usar tantas
metáforas en la última. El „oro‟ está mencionado casi siempre en combinación con el cabello,
pero no es de forma metafórica: “[…] no llevaba sobre sus hermosos cabellos sino un
prendedero de oro muy hermoso y de piedras muy preciadas […] (Amadis II, 63) En Espejo
de Principes y Caballeros, el cabello también aparece junto con el oro: “Y prendiendo sus
hermosos cabellos con una redezica de oro, quedó tan hermoso en figura de donzella que
pocas o ninguna en el mundo uviera que en hermosura y gracia le igualara.” (EPC I, xxxix) ,
aunque aquí no se describe a una dama, sino a Rosicler fingiendo ser Linerba.
Las mejillas rosas de Dulcinea sí se encuentra en plena forma metafórica, cuando Olivia llora:
“[…] lágrimas vertidas por sus rosadas mexillas […]” (Ibidem) Por el resto se puede
comprobar que en las dos obras antemencionadas, no se encuentra ninguno de los ejemplos
usados por don Quijote, lo que significa que aquí se trata más de una burla cervantina de la
hermosura renacentista que una de la hermosura caballeresca. La parodia está formada
entonces por más que solamente las novelas de caballerías, como constata también Colombí-
Monguió (1983: 390): “A nadie asombra que Don Quijote hable en lengua literaria, pues
desde su primer discurso, y en diferentes géneros [mis itálicas], siempre lo ha hecho. […]” La
„locura literaria‟ de don Quijote es la gran fuerza detrás de la parodia: “Don Quijote había
decidido profesar cumplida imitatio vitae de sus modelos literarios, y en esto consistía su
locura.” (Colombí-Monguió 1983: 392)
Al lado de las metáforas también se puede comprobar otro aspecto cómico: el hecho de que
don Quijote no distinga entre hermosura y belleza, cuando habla de Dulcinea. Es cierto que en
la mayoría de las frases dirigidas a Dulcinea don Quijote habla de hermosura, pero aquí,

15Edición Avalle-Arce (1991), Barcelona: Colección Austral.


16Edición de Eisenberg (1975), Madrid: Espasa-Calpe. La abreviación que uso para el título de la obra
es EPC.

12
cuando justamente la hermosura es el aspecto más importante, se confunde con la belleza:
“[…] pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos
de belleza que los poetas dan a sus damas […]” (DQ I, xiii) Existe una sutil diferencia entre
hermosura y belleza, según dice Viña Liste (2001) después de una descripción de la belleza /
hermosura de Viana en Historia del noble cavallero Paris e de la muy hermosa donzella Viana. La
descripción es la siguiente: “Mas Viana en aquel tiempo era más bella que todas las otras, de
hermosura y de todas cosas; assí que mucho gran mal crescía y se metió entre los cavalleros
de Francia y de Inglaterra de aquestas tres donzellas […]” Viña Liste (2001: 510) anota aquí:
“hermosura: obsérvese la sutil distinción entre belleza –que incorpora dotes de espíritu así
como virtudes morales- y hermosura, que se limita a la perfección de los rasgos físicos o
corporales.” Para este estudio es interesante saber que don Quijote usa las dos palabras sin
distinción, lo que aumenta el aspecto irónico de la equivocación de don Quijote. Los
caballeros sin memoria literaria no cometen este error: “Es tan grande la fama que de vuestra
muy estremada hermosura por todo el mundo corre ¡o valerosa princessa! que solo ella ha
forçado al príncipe de la Gran Bretaña a que dexasse su natural reino y tierra y venga a os
servir en ésta, y ver por sus propios ojos lo que por oídas no pudiera creer […]” (EPC: I, vi) y
en el Amadis: “¡Ay, señora, muerto me habéis, […] tan enteramente según la diferencia tan
grande de la hermosura de Oriana a la de todas las del mundo, que no podía él salir de la tal
demanda que tomase sino deshonrado o muerto.” (Amadis de Gaula III, 75).
Aunque las metáforas renacentistas no fueron muy usadas en las novelas de caballerías, la
idea de la hermosura renacentista sí es un aspecto importante que se puede hallar en
cualquier novela de caballerías, por ejemplo en Espejos de Príncipes y Caballeros cuando el
Emperador Trebacio se enamora de la princesa Briana, se puede ver una clara influencia
renacentista: “Que cierto, a qualquiera que la viesse le parecería más divina que humana,
según es su hermosura grande y muy estraña sobre todas las donzellas del mundo.” (EPC: I,
iii) Es como Dante cuando cita a Homero con respecto a la „divinidad‟ de Beatrice en La Vita
Nova17: “Ella non parea figliuola d‟uomo mortale, má di Deo.” (LVN: 26) En capítulo vi de
Espejo de cavalleros y príncipes la semejanza con la frase de Homero está aún más grande:
“Que no pudiera él creer fuera tan hermosa aquella Helena que fue tan cara para sus
passados, porque, cierto, la su hermosura más parescía divina que humana.” (EPC: I, vi) Para
don Quijote Dulcinea non parea figliuola di Deo, ni tampoco le parece más divina que humana,
sino que Dulcinea es criatura de lo más alto, como es para él más divina que humana. No es
un símbolo, sino una descripción literaria que se hizo verdadera en la mente de don Quijote.

17 Edición de H.W.J.M. Keuls (1964), La Haya: Semper Avanti. Abreviación: LVN.

13
Así se puede comprobar que para don Quijote no es una idealización literaria, como se
encuentra en tantas novelas de caballerías; es la idealización literaria hecha realidad. Para
don Quijote la metáfora es una pura realidad y Dulcinea no parece tener las hermosuras, sino
que simplemente las tiene. Don Quijote casi no se atreve usar el verbo parecer en
combinación con Dulcinea, por el miedo de que se le escape el sueño caballeresco.
De este modo Dulcinea es la encarnación de la memoria literaria de don Quijote. Entonces
Dulcinea no fue modelada solamente a la figura de Oriana, sino a todas las damas que
aparecen en las novelas de caballerías. Ella es la culminación de la dama caballeresca, y la
única que nunca aparece como personaje vivo o real dentro del Quijote.
Finalmente, se puede concluir que el gran conocimiento que tenía Cervantes de las novelas
de caballerías le dio la capacidad de burlarse de ellas por medio del personaje don Quijote.
También se puede comprobar que existía una gran unidad con muchas semejanzas entre las
novelas de caballerías y otros géneros de literatura en el tiempo de Cervantes. La gran
diferencia entre el amor de don Quijote y los amores de los „verdaderos‟ caballeros andantes
(los que existen en su memoria) es que don Quijote no le puede dirigir sus palabras
directamente a Dulcinea, simplemente porque no existe en realidad. Esto (entre otros
aspectos) es lo que hace tan irónico el amor de don Quijote.

1.3 Un mito popular sobre la biblioteca cervantina

Muchos de los cervantistas que estudian el tema caballeresco del Quijote, mencionan la
inmensa popularidad que tenían los libros de caballerías en la época de Cervantes. En
realidad el éxito no fue tan grande entre el pueblo español. En primer lugar porque los libros
eran muy caros para la gente „normal‟, como muestra Eisenberg (2003)18, y al lado de esto
España tenía muchos iletrados. También la reacción extraña de la gente „normal‟ dentro de la
obra cervantina cuando confrontada con la locura de don Quijote demuestra que el lenguaje
caballeresco no era tan conocido como suponen algunos críticos. Por su locura don Quijote
no es una fuente confiable con respecto a la popularidad del género. “La locura de don
Quijote no es más que un supuesto literario que le concede a Cervantes libertad para
burlarse de las extravagancias de los libros de caballerías.” (Williamson, 1991: 137)

18Véase el estudio Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age (2003), en donde el capítulo llamado
„Who Read the romances of chivalry?‟ tiene mucho interés para este tema. Los precios de los libros de
caballerías eran tan altos que sólo coleccionistas podrían pagarselo. “In literary circles, few people in
Spain paid them [novelas de caballerías] the slightest attention.” (Eisenberg, 2003)

14
Con esto surge la suposición que Cervantes era un escritor pobre, sin dinero para comprar
libro alguno: “We may well pause a minute to wonder how and where Cervantes was able to
read these books, since he was of modest means, and they were not cheap; Don Quijote had
to sell “muchas hanegas de tierra de sembradura” to obtain the money to support his
addiction.” (Eisenberg, Romances …, 2003: 3) Lo interesante aquí es el nuevo estudio de
Eisenberg, todavía no terminado por completa, en el cual se contradice (o se autocorrige)
comprobando con muchas calculaciones que no es cierto que Cervantes era pobre, y que por
lo menos tenía suficiente dinero para vivir bien y para comprar los libros que le interesaran.19
Al fin y al cabo se puede decir con certeza que para la gente de linaje pobre o humilde, como
por ejemplo Sancho Panza, los libros eran cosas de lujo, cuyo precio era demasiado alto por
el salario de entonces. Al final, tomando en cuenta los archivos que existen de los precios de
los libros de caballerías, se puede comprobar que “[…] it is reasonable to conclude that the
romances were read by the upper or noble class, and perhaps by a few particularly well-to-
do members of the bourgeoisie.” (Eisenberg, Romances …,2003: 40)
Otro mito que surge con la investigación del Quijote es el de la exterminación de los libros de
caballerías como género justo algunos años después de la publicación del mismo. Varias
publicaciones fechadas después de 1615 indican el contrario. Es verdad que después de la
publicación del Quijote se publicaron menos libros de caballerías, pero tardó más de sesenta
años antes de que el género desapareciera por completo:

“[…] they [libros de caballerías] did not die suddenly, […]. Like an
aged person, it lingered on, gradually failing for years, well into the
seventeenth century, before it could be said to be completely
dead.[…] But certainly one of the principal causes, if not the single
most important cause, of the decline in composition of new
romances was the abdication of Carlos V in favour of his son Felipe.”
(Eisenberg, Romances …,2003; p 21-24)

A Carlos I (1516-1556) le encantaron los libros de caballerías, y durante su reinado se


posibilitó el inmenso aumento de los libros del género caballeresco. Después, con el reino de

19Daniel Eisenberg. La biblioteca de Cervantes: Una reconstrucción. Versión preliminar de 2002, disponible
en http://bigfoot.com/~daniel.eisenberg. En este estudio Eisenberg da pruebas del dinero de
Cervantes con que podía comprarse los libros, aunque en ninguna parte de esta versión preliminar se
puede comprobar que Eisenberg está consciente de su „error‟ de antes, diciendo que Cervantes era
pobre y no tenía dinero para comprarse libros. Véase la diferencia entre “[…] he was of modest means
[…]” (2003: 3) y el comentario sobre el sueldo de Cervantes en La biblioteca de Cervantes: Una
reconstrucción (2002): “Si comparamos los precios vigentes en la vida de Cervantes con sus ingresos,
se ve que éstos eran más que suficientes para sobrevivir.” La diferencia está claro, pero el estudio
finciero que hizo Eisenberg para lanzar este último argumento muestra claramente que Cervantes sí
tenía dinero suficiente para comprar libros, lo que anulará la posibilidad de Cervantes como escritor
pobre.

15
Felipe II (1556-1598), la atención de la monarquía para las novelas de caballerías iba
disminuyendo cada vez más, porque Felipe II no heredó el mismo gusto para el género que
su padre había tenido.20
Otra equivocación, creo yo, sería tomar las palabras de algunos personajes (por ejemplo las
del cura) por las de Cervantes, algo que han hecho bastantes críticos ya21. El auto-de-fe de los
libros de caballerías en el episodio del escrutinio de la librería de don Quijote no nos dice
nada sobre los gustos literarios Cervantes como lector, como sugiere Riquer (2003: 70): “Este
episodio nos revela, pues, los gustos literarios, y a veces las amistades o enemistades
personales, de Miguel de Cervantes […], simplemente porque se trata de un personaje aquí,
que bien podría ser una caricatura de la crítica literaria de entonces. Nunca se sabrá si
Cervantes realmente tenía la misma opinión que la del cura, hasta que llegue el día en que se
encontrará algún diario o notas personales de Cervantes. “[…] this is only the opinion of a
country priest of a mediocre education, and is not to be taken literally, or perhaps even
figuratively, as expressing Cervantes‟ true opinion […]” (Eisenberg, Romances …, 2003: 63)
Es importante señalar que tampoco se sabe si a Cervantes les gustaron las novelas de
caballerías o no. Sin embargo, los hechos dentro del Quijote se presentan de tal manera que
no se puede negar que el autor quería por lo menos quitar el elemento mágico del género.
Cada episodio en que don Quijote se confronta con alguna „brujería‟ o „encanto‟, Cervantes
representa la realidad al lector tal como está, y la situación es verdadera solamente dentro de
la locura de don Quijote.

20 Daniel Eisenberg. (2003). Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age. Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes: 21-24.
21 Ibidem; otra referencia que usé para este estudio en que apareció el tema: -Martín de Riquer (Ed.).

(2003). Miguel de Cervantes Saavedra: Don Quijote de la Mancha. Barcelona: Editorial Planeta: 69-70.

16
Capítulo II: La creación de Dulcinea

2.1 Introducción de la dama

“[…] en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él
un tiempo anduvo enamorado, aunque, se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cata dello.
Llamábase Aldonza Lorenzo.” (DQ I, i) Antes del primer capítulo de Don Quijote de la mancha
el lector ya se habrá enterado del amor idealizado de don Quijote por su doncella imaginaria
Dulcinea. En varios versos dedicados a don Quijote ya se menciona la inigualable Dulcinea,
cantando tanto su belleza como sus buenos modales. Sin embargo, hablar del personaje
Dulcinea es un encargo difícil, por el hecho de que no aparezca dentro de la novela. También
porque todo lo que es Dulcinea se sabe por las palabras y pensamientos de un solo personaje:
don Quijote.
Se podría comenzar con el cambio del nombre Aldonza a lo de Dulcinea, lo que en si es un
trabajo difícil.22 Lo que más interesa para este estudio es que “[…] Dulcinea cumplía todos los
requisitos exigibles: poseía suave musicalidad; mantenía con dulce un contacto significativo,
pero desmaterializado, referible sólo al delectamiento espiritual; y se situaba en el mismo
plano de vaguedad y lejanía que Florisea, Arbolea, Cariclea, Febea y otros nombres de heroínas
celebradas por la novela y el teatro del siglo XVI.” (Lapesa, 1967: 217) El lector se puede
imaginar que el nombre de la dama es “[…] nombre, a su parecer, músico y peregrino y
significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.”(DQ I, i)23 de modo
que en el cambio del nombre Aldonza a Dulcinea debiera contener algún significado, como
Lapesa (1967: 212) confirma que “Entre Aldonza y Dulcinea existía, pues, según Cervantes, un
nexo que de alguna manera se asemejaba al de Quejana o Quijano con Quijote.” El cambio del
nombre lleva consigo la parodia cervantina, porque en la época de Cervantes era muy

22 Todo sobre el cambio del nombre se puede encontrar en “Aldonza-Dulce-Dulcinea” en De la edad


media a nuestros días (212-218) de Rafael Lapesa (1967), que es un estudio lingüístico excelente sobre el
orígen de los nombres de Dulcinea.
23 Márquez (1990: 39-40) dice sobre el nombre de Dulcinea: “Cervantes tiene en cuenta la tradición de

los nombres propios, que pide que estos sean dignos de las damas que los llevan. Por consecuencia,
“Dulcinea” no defiere mucho del bién significante “Melibea”; ambos sugieren dulzura y belleza
ejemplar. […] Menéndez y Pelayo señaló en Orígenes de la novela que es muy probable que Cervantes
haya tomado el nombre “Dulcinea” de una obra titulada Los diez libros de fortuna de amor (1573) de
Antonio de Lofraso (¿1530?-1595), en la cual figuran no sólo una pastora llamada “Dulcinea”, sino un
pastor con el nombre de “Dulcino”. Iventosch nota que el nombre significa miel, dulce y dulzura y
que por extensión simboliza pureza.”

17
normal mezclar Aldonza con Dulce para nombrar a la misma persona24, de modo que el
protagonista de su novela, el loco don Quijote, también lo hizo. Este cambio de nombre
signifíca para don Quijote también un cambio de personalidad del personaje: con ello
convierte una aldeana fea en una princesa bella. El cambio de Aldonza en Dulce, no tiene
justificación según Lapesa (1967: 216-217) aunque la mayoría de la gente ya se había
olvidado de los orígenes:

“La asociación de Aldonça con Dulce recuerda la de Diego con


Santiago, que, como es sabido, pasaron a menudo en los siglos XVI y
XVII po variedades de un mismo nombre. Desde el punto de vista de
la etimología fonético-histórica, en ninguno de los dos casos estaba
justificado el nexo; pero no por eso dejaba de ser una realidad
efectiva en la mente de los españoles y portugueses contemporáneos
de Cervantes. Como ellos, el autor del Quijote identificaba Aldonza
con Dulce. Dulcinea no está formado directamente sobre Aldonza, sino
sobre el equivalente Dulce.”

Entonces queda claro que los contemporáneos de Cervantes entendían muy bien la parodia
en el cambio del nombre que hizo don Quijote, y efectivamente sabían que se trataba todavía
de la moza labradora cuando el caballero alababa a su princesa.
La razón porque Don Quijote construye una doncella de Aldonza Lorenzo, no se podría
explicar de manera simple. Recuérdese que una de las más importantes características de los
buenos caballeros andantes era tener una doncella (difícil de alcanzar) en la mente durante
las luchas o los largos viajes que solían hacer. Sin una buena dama sería imposible ser
caballero andante. “Podría decirse que Dulcinea encarna el poder y el alma de la existencia
de don Quijote.” (Gabriele & Kenreich, 1996: 418), como Cervantes confirma: “[…] porque el
caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.” (DQ I, i) Pero,
con todo esto, queda la pregunta duda del lector ¿por qué don Quijote necesita a Aldonza
Lorenzo, mientras que también podría haber imaginado solamente a Dulcinea, sin tener
ningun modelo en que basarse? Esta pregunta toca el tema principal de la obra y la gran
importancia que tiene la función de Aldonza Lorenzo, no para don Quijte, sino para el
desarrollo de la historia y el acercamiento entre Sancho Panza y don Quijote. Porque si
Dulcinea del Toboso sólo hubiera existido dentro de la imaginación de don Quijote, sin tener
ninguna base en la realidad, Sancho nunca habría sabido que podría apuntar a la primera
aldeana que vea como si fuera Dulcinea. El hecho de que Dulcinea tiene su raíz en una
persona existente, conocida por Sancho, hace posible el encantamiento y luego el

24 Lapesa (1967). De la edad media a nuestros días. Madrid: Editorial Gredos: 216.

18
acercamiento entre amo y escudero. Por esto se puede comprobar que Aldonza Lorenzo es el
truco cervantino (porque don Quijote realmente no necesitaría una Aldonza, le bastaría
imaginarse una princesa linda y bella sin fundamento en realidad) para lograr la
quijotización de Sancho, y luego, la curación de la locura de don Quijote. Sería imposible
lograr estos dos movimientos o cambios psicológicos de los personajes principales sin la
existencia de Aldonza Lorenzo.
Sobre la identidad de Aldonza Lorenzo no se sabe mucho, lo único, y tal vez más importante
es que se trata de una mujer que “[…] sí existe de verdad en el mundo real y actual de
Alonso Quijano.” (Márquez, 1991: 61) Al lado de esto Sancho da algunas pistas al lector
cuando se da cuenta de que Dulcinea no es una princesa, sino una dama construida de
Aldonza Lorenzo en la mente de don Quijote: “¡Vive el dador, que es moza de chapa, hecha
y derecha, y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier cavallero
andante, o por andar, que la tuviere por señora!” (DQ I, xxv) aunque estas palabras
solamente funcionan para aumentar la risa del lector, y para acentuar el bajo linaje en que
Dulcinea tiene su origen. Este espisodio es muy importante, porque en ello Sancho sabrá
luego qué hacer para engañar a su amo con el encantamiento.
La diferencia entre ambas mujeres es enorme: “Aldonza emerges, not only as Dulcinea‟s alter
ego, but as her antithesis. Her humble origins belie Dulcinea‟s nobility, her suntanned skin
Dulcinea‟s whiteness, her physical strength, Dulcinea‟s gentleness, and her brazenness,
Dulcinea‟s modesty.” (Stern, 1984: 65-66) Dulcinea representa todo lo bello, Aldonza Lorenzo
lo feo y grotesco. Don Quijote la convierte en la más alta princesa del mundo, pero los otros
personajes no han cambiado la visión que tienen de Aldonza: “[…] Sancho […] también la
conoce pero su visión es la verdadera y aunque quisiera, no puede cambiar de opinión.”
(Márquez, 1991: 61) Pero hay algo muy importante dentro de la transformación mental de
don Quijote, porque con la creación de Dulcinea, él mismo se transforma por completo para
ser „don Quijote‟, el caballero andante, y sólo después de esto puede dejar a su identidad
„original‟, Alonso Quijano: “El paralelismo entre estas dos figuras y las del héroe es marcado:
don Quijote emerge de Alonso Quijano así como Dulcinea es la figura idealizada de Aldonza
Lorenzo.” (Márquez, 1991: 64) Obsérvese también la semejanza entre los nombres „Alonso‟ y
„Aldonza‟ y entre „don‟ (Quijote) y „Dulcinea‟, en la cual sobre todo el primer ejemplo
muestra muy bien que los dos nombres se igualan mucho, y que estos marcan la vida de don
Quijote antes de hacerse caballero andante: “She [Dulcinea] […] will reign over his life as
long as his madness lasts; that is to say, until his deathbed.”(Herrero, 1982: 42) Para toda la
elaboración de don Quijote como personaje, Aldonza no tiene función tan importante. Ella

19
simplemente fue el molde de que el caballero construye su quimera caballeresca: “She
[Aldonza Lorenzo] is simply a convenient peg in reality –somebody had to be found –on
which to hang his imitative romantic fantasies.” (Close, 1973: 246) Una cosa notable (que
muestra la importancia que tiene El Toboso) es que Alonso Quijano (antes de que se bautice
en don Quijote) viva en “[…] un lugar de la Mancha, […]” (DQ I, i) mientras que su Dulcinea
(imaginaria) „realmente‟ tiene una vivienda, en El Toboso. Significaría que el lugar de donde
viene don Quijote antes de hacerse caballero andante, no tiene tanta importancia comparado
con el lugar con que se haga caballero andante por completo: El Toboso.
Don Quijote se acuerda de Aldonza y en ese recuerdo se la convierte en una dama preciosa,
que él tendrá que proteger y defender no importa que sean las circunstancias: “Dulcinea is a
creation of his vanity, a ghostly crown to the imaginary glory obtained by his exploits.”
(Herrero, 1982: 30) Es algo completamente distinto de lo que pretende Aveleyra (1977: 469)25
de Aldonza: “En el hidalgo Quijano, la represión amorosa se explaya en la invención de una
amada prácticamente inexistente –Dulcinea-, a pesar de su punto de apoyo en una mujer real
y realmente amada en un tiempo que dura aún –Aldonza. Tal invención le permite, además,
ignorar su inhibición, que se disfraza con la noble apariencia de fidelidad a la única y
perfecta bienamada.“ No creo que Alonso Quijano estuviera enamorado de Aldonza, porque
cuando él mismo cuenta a Sancho (DQ II, 9): “[…] que en todos los días de mi vida no he
visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy
enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y discreta.” se ve claramente
que Aldonza juega un papel muy pequeño en la construcción de Dulcinea. Sobre todo el
aspecto de estar enamorado de oídas y de la gran fama es una referencia directa a la literatura
caballeresca, porque ¿de dónde, si no de las novelas de caballerías, vendría entonces la gran
fama que tiene Dulcinea? Creo que el suponer que Alonso ya estaba enamorado de Aldonza
daría demasiada importancia a esta figura como personaje, que funciona como truco
cervantino para lograr el acercamiento y la amistad entre don Quijote y Sancho Panza.
Tampoco se puede sacar las pruebas de ningún lugar dónde estaría claro que don Quijote

25 Véase el artículo de Aveleyra (1977) “El erotismo de don Quijote,” NRFH, XXVI, que trata del
erotismo reprimido del héroe por Aldonza como también por algunas otras damas que encuentra. Es
realmente un estudio interesante, sobre todo con respecto a la posible atracción que tiene el caballero
por la hija del ventero, lo que podría ser la base de un estudio más profundo, como confima también
Herrero (1982) en “Dulcinea and her critics”, Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 2.1,
un artículo que resume toda la crítica sobre el tema de Dulcinea hasta la fecha de 1982. “[…] the
attraction of Don Quijote por la hija del ventero has the makings of a true romance, to the point that
she should have become “el protagonista feminino del Quijote”. But Don Quijote, through Dulcinea,
has enclosed himself within unbreakable walls: his obsession for disenchanting Dulcinea expresses an
unconscious desire to free himself from the barriers of his fear […]” (Herrero, 1982, 40)

20
todavía esté enamorado de Aldonza Lorenzo.26 Lo único el lector sabe es que “[…] había una
moza labradora de muy buen aparecer, de quién él un tiempo anduvo enamorado, aunque,
según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio data dello.” (DQ I, i) Estas palabras un tiempo
indican que el enamoramiento es algo que pertenece al pasado y que eso no es el caso ahora.
Podría ser que su anterior enamoramiento le ayudara a construir mejor a Dulcinea, pero no
creo que juegue un papel tan importante dentro del resto de la obra. Visto de esta manera, el
problema de don Quijote tampoco es que “La entrega total a Dulcinea es el puntal consciente
de su miedo, más aún, de su terror subconsciente a la relación erótica.” (Aveleyra, 1977:
469), porque “su terror”, como lo llama Aveleyra (1977), viene de la posibilidad de poder
fallar en la restauración de la caballería. Si la figura imaginaria de Dulcinea fuese destruida
por los demás, provocaría la destrucción de don Quijote como caballero andante. Él Sabe
subconscientemente que Dulcinea sólo existe dentro de su memorable imaginación, entonces
lo más importante es reprimir esa realidad, sobre todo cuando alguien le confronte con ella.
Poco después Aveleyra (1977) está convencida de que don Quijote “no fue indiferente al
“enamoramiento” de Altisidora,[…]” También tengo este convencimiento, aunque con otros
argumentos. Según Aveleyra la razón de que don Quijote no fue indiferente a la tentativa del
acercamiento de Altisidora se puede encontrar en el hecho de que don Quijote se siente
atraído a Altisidora, pero no puede darle nada porque “Yo no tuve esperanza qué darle ni
tesoros qué ofrecerle, porque los más tengo entregados a Dulcinea […] (DQ, II, lxvii) No es,
como sugiere Aveleyra entonces, que don Quijote tuviera miedo por lo sexual, sino que
siente gran temor para engañar a Dulcinea y desde ahí al mundo caballeresco que ha creado.
Don Quijote duda de la existencia de Dulcinea en este episodio, y es la razón por su
comportamiento inseguro cuando mujeres le acercan, por ejemplo la duquesa y Altisidora.
Se podría decir que don Quijote siente pena por no haber tenido la posibilidad de disfrutar
de la ocasión, como hubieran hecho los demás: “La libertad, Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los cielos […]” (DQ, II, lviii) Aquí el caballero se
refiere a la libertad que podría tener si no fue por su idée fixe de querer ser caballero andante.
En este respecto no tiene miedo ningún para el elemento sexual, como insinué anteriormente,
sino por perder lo caballeresco, como comprueba también Fernández del Valle (1968: 6): “Si
prefiere a la Dama de sus sueños sobre la bellísima Dorotea es porque opta por el valor ideal
sobre la belleza sensible.” Lo demás sobre el lenguaje que usa don Quijote que no sería en

26 Otro crítico que supone que don Quijote tendría sentimientos amorosos por Aldonza es Julio
Rodríguez-Luis, que en “Dulcinea a través de los dos Quijotes.” (NRFH, 1966,Vol. 17, 378-416) también
„constata‟ estos sentimientos (1966: 380): “[…] una sana labradora a quien el tímido hidalgo nunca se
atrevió a comunicar sus deseos.”

21
„fiel‟ a sus buenos modales cuando llama la duquesa “Más venturosa y más conocida será en
el mundo Dulcinea por haberla alabado vuestra grandeza que por todas las alabanzas que
puedan darle los más elocuentes de la tierra.” (DQ, II, xliv) No es que don Quijote lleve la
duquesa a un plano más alto de lo que tiene Dulcinea, sino que la duquesa es una persona
real, que verdaderamente existe dentro de la obra, mientras que don Quijote se siente cada
vez más inseguro sobre la existencia de Dulcinea.
La actitud „obsesiva‟, que Aveleyra (1977) achaca a la frustración sexual de don Quijote, se
podría explicar mejor con las leyes de los libros de caballerías que consisten en una gran
admiración para cada doncella existente. Es más bien una actitud obsesiva caballeresca, que
hace que don Quijote quiera aumentar “el fuego en los pechos de las doncellas que os miran
[…]” (DQ II, lvii) y la inseguridad sobre la dama imaginaria Dulcinea. Como que el caballero
no logra evocar esos sentimientos amorosos en ellas, los inventa para ganar más credibilidad
como caballero andante. Las barreras psíquicas son creadas por don Quijote mismo, y
Dulcinea funciona como vigilante de la caballería. Por eso el caballero queda tan asombrado
y perplejo cuando finalmente haya alguien que se „enamora‟ de él: Altisidora. El mero hecho
del “enamoramiento” comprueba su existencia caballeresca, porque los caballeros andantes
solían tener muchas doncellas que les adoraban. Y cuando don Quijote dice que quiere tener
hijos de Dulcinea “[…] de cuyo feliz vientre saldrían […] sus hijos […]” (DQ I, xlvi) está
hablando de la memoria caballeresca, que tiene que sobrevivir para la posteridad, como es el
caso en Las sergas de Esplandían, en que el hijo de Amadís se hace cargo del trabajo principal:
hacer caballerías. Don Quijote simplemente tiene miedo para la posibilidad que los
caballeros andantes (en su tiempo ocupación ya extinguido) desaparecessen para siempre, tal
en la literatura como en la vida cotidiana.
El lector siempre tiene que darse cuenta de la importancia del aspecto de la idealización
caballeresca y renacentista con que don Quijote construye Dulcinea. Ella viene a ser mucho
más que solamente una dama para que don Quijote se pueda enamorar: la imagen que el
caballero tiene de Dulcinea se convertirá más y más con la literatura y la vida; creando una
mezcla ideal (que es tan ideal que nunca aparece en toda la obra):

“Cervantes had included in his writings a picture of the highest type


of womanhood –an ideal type which exists only in the imagination, a
sort of Utopian woman. It is this kind of woman that Don Quixote
worships. Dulcinea chiefly owes her existence to chivalresque
novels, since Don Quixote‟s idealization of an ordinary peasant girl
(Aldonza Lorenzo) is occasioned by the fact that he deems it
necessary, as a knight, to serve, in accordance with these stories, a
peerlessly perfect lady. Dulcinea is an illusion of Don Quixote‟s

22
fantasy, crested for the sake of conforming with the requirement of
chivalry.”(Trachman, 1932: 64)

La suposición que don Quijote tendrá sentimientos amorosos por Aldonza, después de
haberla convertido en Dulcinea, sólo se podría sacar del episodio de la penitencia, cuando
envía “[…] una carta real, con un mensajero real, al lugar en que realmente vive.” (Aveleyra,
1977: 478) Herrero (1982: 35) lo define de otra manera: “During the early part of the book
Don Quijote is aware of who Aldonza Lorenzo is and of why he changed her; but after
chapter 25 Aldonza fades away, and Don Quijote “cree verdaderamente en la existencia de
Dulcinea.”” El episodio de la penitencia trataré en párrafo 2.3, pero aquí me limitaré a decir
que este hecho, Sancho como mensajero y la carta „real‟, crea la posibilidad para que don
Quijote pueda hacer su penitencia en soledad, y al mismo momento es una prueba para
Sancho, para ver si puede llevar a cabo su encargo. El escudero tendrá que inventar la
solución para el hecho de que Dulcinea no existe en realidad, y sabe de la existencia de
Aldonza Lorenzo. De este modo, es más bien el primer obstáculo que Cervantes, a través de
don Quijote, pone en el camino de Sancho; algo que luego servirá para mantener y aumentar
la tensión irónica entre amo y escudero.

2.2 Ironía y parodia

Desde el punto de vista estructural, la parodia e ironía que hay en la obra de Cervantes no
puede escaparse de la atención del lector. Es un elemento fundamental, con que reviva el
mundo caballeresco dentro de la memoria literaria de don Quijote. Otro detalle de interés es
la parte que tiene Dulcinea en construir la parodia, que es, como ya insinué arriba, esencial
para el pensamiento y la función de la memoria de don Quijote, porque, al fin de cuentas,
Dulcinea es el más fino retrato de la dama caballeresca. Es lógico entonces que ella sólo viva
dentro de la locura de don Quijote, y algunos otros personajes que han leído las novelas de
caballerías también (los que no se burlan de don Quijote), como por ejemplo Cardenio (DQ I,
xxxii) Sin embargo, es muy importante no perder de vista la ironía y parodia con que
Cervantes haya escrito el Quijote. Según el autor, y muchos críticos de los últimos treinta
años27, la obra no es más que “[…] una invectiva contra los libros de caballerías.” (DQ I,

27 Véanse las contribuciones de Close (1973): “Don Quixote‟s love for Dulcinea: A Study of Cervantine
Irony.” BHS, 50, 237-256; Eisenberg (2003): “Cervantes‟ Don Quijote once again: An answer to J.J.
Allen.” Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes; Herrero (1982): “Dulcinea and her critics”.
Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 2.1: 23-42 y Williamson (1991): El Quijote y los
libros de caballerías. (M. J. Fernández Prieto trans.). Madrid: Taurus. Todos están citados en este
estudio. Sobre todo el estudio de Herrero (1982) puede servir: “[…] I shall concentrate my attention

23
Prólogo) Como opina también Eisenberg (2003: 4): “Parenthetically, I would venture to
suggest that Cervantes‟ primary purpose in writing both parts of the Quijote is nothing more
nor less than parody of the romances of chivalry, as Cervantes declares it to be right up to
the very last sentence of the book.”
Aquí puse un esquema en la cual se ve más clara la parodia que hay en el Quijote:

La realidad La parodia, o memoria caballeresca

- Alonso Quijano - Don Quijote de la Mancha


- Aldonza Lorenzo - Dulcinea del Toboso
- La Labradora - Dulcinea „encantada‟
- Aldonza es la personificación de lo feo - Dulcinea representa todo lo bello
- Aldonza es conocida por don Quijote (al - Dulcinea no es conocida por don Quijote
menos por que la ha visto cuatro veces) y, (que la conoce, como dice, „de oídas‟)
más importante: por Sancho.

Lo que llamé aquí realidad, es la realidad compartida por todos los personajes (y por el
lector), que en la vida real se llamaría la sociedad. Se puede comprobar que todo lo que hace
don Quijote, va en contra de la realidad, y lo construye él mismo personalmente de su
memoria. Esto es la parodia, o memoria caballeresca que va en contra de lo „normal‟, y que
hace que el Quijote es una obra tan cómica. Ese sistema que construyó Cervantes dentro del
Quijote es tan complejo, que intentaré de clarificarlo un poco con ejemplos de la vida
cotidiana (no literaria).
Cualquier persona está construyendo, en cualquier segundo de su vida, su realidad o verdad
personal, de que los demás (y a veces ni siquiera el creador del pensamiento) no saben. Esto
puede pasar durante una conversión o viendo algún programa en la televisión. Está
construcción incesante forma las opiniones de esa persona, su punta de vista y, por una
parte, su percepción de la realidad. Otro factor en ese proceso es la sociedad en que la
persona está viviendo, y con que comparte su visión de la realidad. Esta última realidad es la
realidad compartida por todos casi igualmente, por ejemplo: toda la gente en una
conversación se da cuenta de que está hablando sobre un tema, y todos se dan cuenta de que
color tiene la pared, cuantas sillas hay, etcétera. Como expliqué arriba, la visión de la realidad
de don Quijote consiste de las novelas de caballerías que había leído, y por esto relaciona
todo lo que encuentra con ese tema. Dulcinea “[…] belongs to Don Quixote‟s mental state,

exclusively on the articles and books which deal directly with Dulcinea, and only very exceptionally
shall I touch general studies on the Quijote; when I do so, it is because the book or article mentioned
has set new trends that have affected our interpretation of Don Quijote's lady. I shall also concentrate
on recent criticism, and by recent I mean the last thirty years, which have witnessed a remarkable
increase in the international attention paid to the Quijote.” (Herrero, 1982: 23)

24
which is essentially private and unknowable except to the person himself.”(Stern, 1984: 62)
La sociedad en que se mueve, no comparte esa visión y sólo algunos pueden acercarse a la
realidad caballeresca de don Quijote, y estos son justamente los personaje que también saben
algo de la literatura caballeresca. Al lado de todo esto, el lector también forma parte de la
memoria de los episodios vividos por don Quijote en la Segunda parte del Quijote
(suponiendo que ha leído la Primera parte): “Del lector de esta parte se asume además que
ha leído la primera […] Sancho y el bachiller ayudan al recuento, que ya no es sólo de libros
de caballerías, sino de aventuras vividas.” (Egido, 1994: 120) Así que la literatura de la
primera parte lleva consigo otro nivel estructural; que toca directamente al lector que está
leyendo la segunda parte.
En el caso de Dulcinea encantada, todo el mundo sabe que se trata de una labradora, y
también don Quijote la ve como una labradora cualquiera. Hasta el momento en que Sancho
inventa el encantamiento don Quijote no cree que se trata de Dulcinea (y efectivamente ve la
realidad compartida por todos. Cuando se da cuenta que la labradora realmente es Dulcinea,
aunque encantada, su visión personal de la realidad se altera para asociar desde ese momento
la imagen que tiene de Dulcinea encantada con la labradora, la cual al final hace desaparecer
por completo la imagen original que tenía de Dulcinea. Rodríguez-Luis (1966: 396) lo
constata en la misma manera: “En I Don Quijote parece estar consciente, […], de su
idealización de Aldonza Lorenzo, en tanto que en II ha perdido de vista por completo ese
proceso de idealización, e imagina a Dulcinea como una realidad, lo que a su vez se explica
por el perfeccionamiento de su carácter de caballero adante que da tono a II.” Así funciona la
memoria de don Quijote (los otros ejemplos en el esquema se realiza en la misma fórmula),
primero tomando las novelas de caballerías por verdaderas y después relacionando todo lo
que vive con ellas, para después convertir la realidad social en una realidad caballeresca.
Para la ironía y la parodia, servirá enfocar primero en la obra Doctrinal de los cavalleros, de
Alonso de Cartagena, porque ese manuscrito explica las básicas leyes caballerescas, que don
Quijote, a través de una gran cantidad de libros, toma por verdaderas. Según el doctrinal un
caballero debe tener cuatro virtudes: “[…] son cuatro las mayores, así como cordura e
fortaleza e mesura e justicia.” Para don Quijote es esencial defender estas virtudes enfrente
de todo el mundo, para poder reestablecer el orden de la caballería. Otro detalle interesante
es el hecho de que un caballero no pueda ser desmemoriado: “[…] porque la cavallería es tan
noble e tan honrada cosa que deve entender el que la da qué es lo que faze en darla, lo que
éstos non podrían fazer.” Don Quijote tiene una memoria perfecta, así que en este contexto
tiene todo el derecho de llamarse caballero andante. El texto dice que los caballeros también

25
deben leer de “los grandes fechos de armas cuando comieren”. Entonces aquí se encuentra
un ejemplo de ejemplaridad quijotesca: el caballero leyendo las aventuras de otros caballeros,
para mejorarse en el oficio de la caballería. Cartagena también menciona que “[…] en tiempo
de paz lo aprendiesen por oída o por entendimiento.”
Lo más interesante de las reglas de los caballeros para este estudio es la parte donde
Cartagena explica cómo debe tratar el caballero a las dueñas y doncellas „fijasdalgo‟. Con este
aspecto uno entra dentro del mundo irónico que ha creado Cervantes:

“Otrosí el su fablar non sea muy apriesa nin muy a bozes, e que pare
mientes siempre en su lengua, e que nunca diga palavras torpes, e
señaladamente nunca diga ningund agravio contra alguna dueña nin
contra alguna donzella fijadalgo, aunque ella sea contra él, porque ay
algunas dellas a las vezes ariscas.”

Nótese aquí que don Quijote comete casi todos los errores señalados por Cartagena, sin darse
cuenta de ello. Todo lo que dice sobre Dulcinea, lo hace „muy a bozes‟, para que todos sepan
que está hablando de su doncella, y para convencerles y convencer a sí mismo de que
realmente es muy hermosa, noble y de „buena sangre‟. El caballero necesita „gritar‟ la
hermosura de su dama para no pensar en la posibilidad que no existiera sino solo en su
propia mente. Esta inseguridad está elaborada de manera fenomenal por Cervantes, usando
las mujeres existentes que don Quijote encuentra para hacerle cada vez más inseguro sobre
Dulcinea. Las palabras torpes no le salen solamente cuando está alabando a su dama, sino
durante toda la obra. Lo único que respeta don Quijote del doctrinal es el no ofender o decir
„ningund agravio contra alguna dueña, […], aunque ella sea contra él, […]‟ Este mandato es
mantenido por don Quijote, porque cuando Altisidora le insulta, el caballero en ningún
momento pierde su respecto para ella, ni dice algo insultante. Es como escribe Eisenberg
(2003: 21) “[…] but al the romances, according to their authors offered “buenos ejemplos” to
their readers, showing them the model of a virtuous knight who never acted out of self-
interest.” Esto al contrario de don Quijote, que actúa de forma egoísta porque sólo él cree en
la posibilidad de ser caballero andante, y hace todo lo posible (aunque sea una acción
negativa) para lograr ese fin.
Normalmente la historia de una novela de caballerías se sitúa en el pasado, en un país
lejano, extranjero o desconocido, para aumentar el elemento „fantástico‟ para los lectores.
Dentro del Quijote no se encuentra ninguna de éstas dos características. Don Quijote vive sus
aventuras dentro de España, y tampoco se trata de una historia situada en el pasado lejano.
Normalmente un caballero andante es de sangre noble (o hijo de algún rey), mientras que
don Quijote es un converso, o por lo menos no es un „hidalgo‟, como debería ser para su

26
querida profesión. En el siguiente esquema se puede encontrar algunos elementos irónicos u
opuestos:

Libros de Caballerías Don Quijote

- El caballero debe ser joven - El caballero tiene más de cincuenta años


- El caballero es guapo - Don Quijote es demasiado viejo para ser
guapo
- El caballero tiene mucha fuerza - Don Quijote no tiene tanta fuerza
- El caballero es de sangre noble - Alonso Quijano no lo es
- El caballero llega a ser rey - Don Quijote muere como „Alonso el
bueno‟

Se ver claramente que casi todos los opuestos que puse arriba están relacionados con la edad
de don Quijote. He dado sólo algunos ejemplos para mostrar cómo se forma la ironía dentro
del Quijote. Todos estos elementos contribuyen a la „ironía general‟, o sea, la ironía que está
puesta en la situación real de los personajes. Esta ironía se encuentra en los episodios en que
los demás no logran a entender por qué don Quijote dice algo de cierta manera (muchas
veces de forma errada), y nadie sabe qué exactamente significa, el caballero incluso. Esto
cabe en lo que Novais Paiva (1961)28 escribió sobre la paradoja:

“O paradoxo consiste num jogo de conceitos antitéticos; baseia-se


geralmente numa visão uniliteral, que vai contra o senso-comum, a
combinação de idéias opostas exige que elas sejam tomadas de um
prisma novo que permita a sua associação; por isso o paradoxo é
característico de uma atitude de originalidade rebuscada, de
snobismo mental.” (Noivas Paiva, 1961: 143)

Y este sistema de la ironía paradójica, según se verá luego, se puede hallar en cualquier
rincón del Quijote: “La ironía en el Quijote no es solamente un procedimiento narrativo, […],
sino un estilo, una personalidad, un hombre. Cervantes es la ironía hecho estilo porque su
propia vida le ha enseñado a manejarla, esto es, a decir lo contrario de lo que dice, en plena
fiesta y aparente confusión paradójica.” (Ignacio Ferreras, 1982: 117)
La „ironía personal‟ se puede encontrar en las palabras de don Quijote, cuando habla sobre
aventuras de caballeros, y se equivoca con términos o con palabras. Esta ironía es irreal,
porque se trata de la expresión de don Quijote, que no está compartida por los demás; los
otros personajes contribuyen en esta ironía personal cuando quieren engañar a o burlarse de

28 Es necesario incluir ciertos estudios sobre ironía para poder captar por qué algo es irónico.
Seguramente existen docenas de estudios sobre el tema, pero para este estudio me limité a leer
solamente el libro de Noivas Paiva: Contribução para uma estilística da ironia (1961) porque ese estudio
incluye casi todas las formas existentes de ironía, con ejemplos para ilustrar cada tipo.

27
don Quijote, porque lo tendrán que hacer de forma caballeresca. Ignacio Ferreras (1982) ha
destacado los cuatro niveles irónicos (o „mundos‟, según el crítico) que existen dentro del
Quijote. Los dos tipos de ironía que acabo de describir caben a lo mejor dentro de lo que
Ignacio Ferras llama el mundo transformado (por don Quijote) y el mundo „real‟. Los otros dos,
el mundo fingido por otros y el mundo voluntario (construido por el personaje mismo), no creo
que añadan mucho para explicar el tipo de ironía que trataré aquí. En mi opinión es una
investigación excelente que hizo Ignacio Ferreras, aunque se podría juntar el mundo
transformado y el mundo fingido por otros, porque el segundo no puede existir sin el primero.
Además creo que el mundo transformado es esencial para entender la ironía y parodia que
existe en la figura de Dulcinea; lo que llamé el aspecto irónico irreal. Es importante señalar
otra vez que para este estudio interese especialmente lo irónico en combinación con
Dulcinea, para no perderse en una explicación de la ironía que se encuentra en cada rincón
de la obra cervantina.
Algo sorprendente en la crítica dulcinesca es que casi nunca se menciona que El Toboso en el
tiempo de Cervantes era un pueblo lleno de conversos y moriscos, y que esto le sirvió aún
mejor para la parodia y el elemento satírico que tiene el amor idealizado de don Quijote por
Dulcinea. Tener una doncella es lo más importante para don Quijote, sea cristiana vieja o
conversa. Esto es un tema esencial para comprender la relación paródica que existe entre
ambos personajes, y la parodia constante que se crea con este dato: “Va a ser obligatorio el
apuntar desde este difícil solar del mundo transcervantino lo que Don Américo afirmaba
valientemente en los años sesenta sobre el origen de Dulcinea como morisca, visualizada en
la obra a lomos de su borrico apto para tareas agrícolas tan queridas para los últimos
musulmanes patrios.” (Rios Camacho, 2003: 4) Nunca se podrá probar que Dulcinea es
morisca o no, simplemente porque ella sólo existe en la locura de don Quijote. Lo que si se
puede concluir con respecto a la adición „del Toboso‟ es que probablemente causó la risa de
los lectores en la época de Cervantes, porque todo el mundo sabía que El Toboso estaba lleno
de conversos y sobre todo de moriscos. Entonces imagínense el efecto cómico que tenía una
frase como: “Dulcinea es principal y bien nacida y de los hidalgos linajes que hay en el
Toboso, que son muchos, antiguos y buenos.” (DQ II, xxxii) en la sociedad Española del siglo
XVII. Estos rasgos cómicos se pierde durante el tiempo, cuando la memoria cultural de una
generación desaparezca y esté cubierta por otros hechos históricos.
El faltar de „linajes hidalgos‟ en El Toboso también está confirmado por Rodríguez Marín, en
su edición crítica de 1928:

28
¿Había linajes hidalgos en el Toboso por el tiempo a que puede
referirse la acción del Quijote? No ciertamente. Los continuadores de
Clemencín recordaron que por unas Relaciones topográficas que se
conservan en la Biblioteca escurialense consta que a cierto
interrogatorio hecho por orden de Felipe II en el año de 1576, los
vecinos del Toboso respondieron que la mayor parte de la población
era de moriscos y que no había nobles, caballeros, ni hidalgos. Son
todos labradores -decían- si no es el doctor Zarco de Morales, que
goza de las libertades que gozan los hijos-dalgo, por ser graduado en
el Colegio de los Españoles en Bolonia, en Italia. (Apud Luis Torres,
2003)

Otro momento interesante con respecto a Dulcinea como morisca ocurre cuando don Quijote
hace su penitencia: “Porque mi Dulcinea del Toboso osaré jurar que no ha visto en todos los
días de su vida moro alguno, ansí como él es, en su mismo traje, y que se está hoy como la
madre que la parió.” (DQ I, xxvi) Es casi como si lo sintiera absolutamente necesario
defenderse ante la posibilidad que Dulcinea podría ser morisca. Sin embargo, es una frase
significante para la ironía, porque sugiere que Dulcinea (nacido en el Toboso, lugar lleno de
moriscos) ni sabe de la existencia de moriscos en España; y lo que aumenta la risa aún más es
lo que dice en seguida: “[…] que se está hoy como la madre que le parió.”, adición tan vulgar
en la que no se puede encontrar ni el nivel más bajo de cortesía para la dama de sus „altos
pensamientos‟, que es verdaderamente hilarante. Aquí don Quijote se muestra como noble
en combinación con lo vulgar, y de esta contradicción surge el aspecto irónico. Otro lugar en
que se menciona la falta de sangre noble de Dulcinea se encuentra en el episodio del
interrogatorio de la duquesa: “[…] Dulcinea es hija de sus obras, y […] las virtudes adoban la
sangre […]” (DQ II, xxxii) Las virtudes que la otorga don Quijote vienen de su memoria
literaria, con la cual puede convertir morisca en hidalga o alta dama, según quisiera. Sánchez
(1988: 19) dice sobre el aspecto de los moriscos en El Toboso: “[…], se ha considerado que
hay una sátira encubierta contra los vecinos del Toboso, moriscos en su mayoría a finales del
siglo xvi. Por eso Dulcinea no ha visto «moro alguno, ansí como él es. en su mismo traje», ya
que los habría visto con trajes a la manera cristiana, por obligación legal en el momento.”
Estos datos sobre la población morisca en El Toboso, se puede llamar una parodia social, en
que Cervantes usa a elementos verdaderos para dar aún más sentido irónico a las palabras
de don Quijote. Así lo constata (Close, 1973: 244) también: “[…] Cervantes‟s techniques of
irony and of direct parody are often co-extensive.” Otro enlace a la posibilidad de Dulcinea
como morisca surge cuando don Quijote pregunta a Sancho cómo reaccionó Dulcinea
cuando había recibido la carta: “[…] cuando llegaste junto a ella, ¿no sentiste un olor sabeo,
una fragancia aromática […]” (DQ I, xxxi) Este sabeo, como anota Martín de Riquer (2003:

29
330) era de Sabá, región de Arabia famosa por su incienso. Entonces sí existen muchas
referencias sútiles sobre la posibilidad de Dulcinea como morisca.
Uno de los pasajes más cómicos tiene que ver con el tema de la hermosura de Dulcinea y las
metáforas que utiliza don Quijote para „mostrársela‟ al mundo. Es un aspecto muy
importante para la ironía como también para la memoria literaria del caballero. Uno de los
episodios más burlescos sobre las metáforas se encuentra en capítulo xi de la Segundo Parte.
Sancho se equivoca en una metáfora, y dice que Dulcinea tiene „ojos de perlas‟. Don Quijote
le irrita mucho, oír su escudero usar la metáfora para una parte del cuerpo equivocada, y
reprocha a Sancho por su descuido metafórico:

“Mas, con todo esto, he caído, Sancho, en una cosa, y es que me


pintaste mal su hermosura; porque, si mal no me acuerdo, dijiste que
tenía los ojos de perlas, y los ojos que parecen antes son de besugo
que de dama; y a lo que yo creo, los de Dulcinea deben ser de verdes
esmeraldas, rasgados, con dos celestiales arcos que les sirven de
cejas; y esas perlas quítalas de los ojos y pásalas a los dientes; que sin
duda te trocaste, Sancho, tomando los ojos por los dientes.”(DQ II,
xi)29

El caballero, reprendiendo a Sancho por su error literal, habla aquí de los rasgos físicos de su
dama como si fueran intercambiables: “[…] esas perlas quítalas de los ojos y pásalos a los
dientes […]”, de manera que la idea que se forma así de Dulcinea es la de “[…] a grotesque
masaic of sculptural materials.” (Stern, 1984: 64-65) Aunque está haciendo su amonestación a
Sancho del modo más honesto, él mismo comete los errores literarias que he señalado
anteriormente, que hace surgir la ironía. Las metáforas que usa don Quijote aquí le sirven
para mostrar su punto de vista de la hermosura real (según él) de Dulcinea: no es que
Dulcinea tenga cejas, tiene algo mucho más bello: “[…] dos celestiales arcos […]” y la realidad
Quijotesca lo llevaa un plano aún más lejos, porque los celestiales arcos les sirven de cejas. Los
ojos no son „como‟ verde esmeraldas; lo son. Esto es justamente el mundo transformado en
que vive don Quijote. Se podría decir que Dulcinea es la dama literaria hecho carne en la
memoria de don Quijote: “[…] bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza
Lorenzo es hermosa y honesta; y en lo del linaje importa poco, que no han de ir a hacer la
información de él para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa
del mundo. […] y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la
principalidad […] (DQ I, xxv).

29Véase el excelente artículo de Colombí-Monguió (1983): "Los 'ojos de perlas' de Dulcinea (Quijote II,
10 y 11): El antipetrarquismo de Sancho (y de otros)". NRFH, 32: 389-402, que trata solamente de estas
palabras de don Quijote y la imitación petrarquista que también mencioné en el primer capítulo.

30
2.3 La penitencia de don Quijote

“[…] te hago saber que no sólo me trae por estas partes el deseo de hallar al loco, cuanto
tengo de hacer en ellas una hazaña, con que he de ganar perpetuo nombre y fama en todo lo
descubierto de la tierra; y será tal, que he de echar con ella el sello a todo aquello que puede
hacer perfecto y famoso a un andante caballero.” (DQ I, xxv) La idea de hacer una penitencia
es algo que don Quijote ha sacado directamente de la penitencia de Amadís, quién la hace
para mostrar su lealtad amorosa ante Oriana30 y al otro lado del episodio de Orlando Furioso
en que ese de vuelve loco. Lo paródico de la decisión de don Quijote de copiar a Amadís y
Orlando es que él no tiene ninguna razón por qué sufrir una penitencia para mostrar su
lealtad amorosa, porque Dulcinea no se había enfadada con él, ni le había engañado con otro,
simplemente porque don Quijote no la conoce en realidad, y la única manera para poder
conocerla es a través de la carta amorosa que Sancho tiene que llevar a El Toboso. La
penitencia de don Quijote es otro ejemplo típico de la memoria literaria de del caballero, que
quiere hacer verdaderos los episodios dentro de las novelas de caballerías.

“Precisamente este “triste de amores” coincide con don Quijote en la


evocación de Amadís, palabra tras la cual discurre a su vez, por no
poder callar en cuanto oye mentar cosas de caballerías. Dos locos de
amores cruzan sus memorias literarias y su furia. Poetas ambos de
su propia historia de enamorados furiosos y perdidos en la soledad
de los montes, como marcaban los cánones. Don Quijote busca de
nuevo la fama y sigue para ello lo esencial en la mimesis poética o
artística en general: la imitación. […] “Don Quijote ofrece […] la
historia de una imitación que se torna en invención como la propia
creación literaria.” (Egido, 1994: 112)

30 Para un breve resumen de la historia de Amadís de Gaula véase el estudio de Williamson (1991): El
Quijote y los libros de caballerías. Aunque el autor opina que nunca se puede hacer buenos resumenes de
libros tan complicados, ha logrado hacerlo en el caso de Amadís. Lo más importante para este párrafo:
“Amadís abandona la corte con su hermano Galaor y el caballero Agrajes y decide cumplir una
promesa que le había hecho a la hermosa Briolanja de que le vengaría y le ayudaría a recuperar su
reino perdido. Cuando Amadís envía al enano Durín de vuelta a la corte para recoger una espada que
le había dado antes Briolanja, el enano piensa que Amadís ama a Briolanja, sospecha que revela
accidentalmente a Oriana. Al principio del segundo libro, Amadís llega a la Ínsula Firme, en donde
pasa con éxito una prueba que demuestra que es el amante más leal del mundo, pero, inmediatamente
después, recibe una carta de Oriana, echándole en cara su supuesta infidelidad con Briolanja. La
desesperación lleva a Amadís, como a retirarse a un lugar apartado, sintiéndose espiritualmente
muerto. Un ermitaño que encuentra le da la identidad temporal de Beltenebros. […] bajo la identidad
de Beltenebros, consigue muchas famosas victorias, se encuentra en secreto con Oriana y pasa con
éxito junto a ella una prueba de lealtad de su amor.” (78)

31
Es lo que confirma el caballero mismo también (DQ I, xxv): “[…] entiende con todos tus cinco
sentidos que todo cuanto yo he hecho, hago e hiciere, va muy puesto en razón y muy
conforme a las reglas de caballería, que las sé mejor que cuantos caballeros las profesaron en
el mundo.” La propia creación literaria en el episodio de la penitencia se puede hallar en los
la forma de actuar, “[…] desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en carnes y en
peñales, y luego […] dio dos zapatetas en el aire y dos tumbas […]” Esto no se podría
encontrar en ninguna novela de caballerías31, y por esto es pura invención de la locura de con
Quijote, en la que inventa hacer aún más que los caballeros andantes anteriores, para lograr
el fin de que el mundo se dé cuenta del sufrimiento por su dama. No existe motivo ninguno
para poder suponer que don Quijote no tomase sus acciones en serio. Todo lo que causa la
risa de otros personajes y del lector, como ya señale antes, es algo muy serio y profundo para
el caballero, y él no ve el elemento burlesco (lo que crea situaciones aún más cómicas y
aumenta la ironía): “[…] todas estas cosas que hago no son de burlas, sino muy de veras;
porque de otra manera, sería contravenir a las órdenes de caballería, que nos mandan que no
digamos mentira alguna, pena de relasos.” (DQ I, xxv) Por ello, nunca se puede anular este
aspecto de una aproximación crítica de la penitencia, ni de toda la obra, como confirma
Sánchez (1988: 33) también: “[…], resulta difícil y artificiosa la interpretación de este pasaje
sin apreciar sus valores cómicos” y así es en casi todo el libro. La ironía, como expliqué
arriba, es el portador más importante en toda la obra. En este capítulo, “«moralizar» las
equivocas, significa sencillamente dar al traste con la intención cómica del texto, anulándola
del todo.” (Sánchez, 1988: 33)
La penitencia de don Quijote marca la primera imitación completa de hechos que ocurrieron
en otras novelas de caballerías, de que don Quijote se acuerda, y que saca de su memoria
para imitarlos. En ningún momento pretende que es el primero en hacerlo, ni que sus
acciones serían originales (aunque lo son, gracias al elemento cómico que se halla en ellas):

31 Según Riquer (2003: 251) la locura mostrada aquí por don Quijote es similar a la locura que se
encuentra en Orlando Furioso de Ariosto: “En cuanto a Orlando Furioso, Ariosto cuenta que, al
enterarse de los amores de la hermosa Angélica con el negro Medoro, enloqueció y, medio desnudo,
arrancó furiosamente árboles, enturbió las aguas de los arroyos, mató pastores y animales y realizó
otros excesos. Don Quijote combina la penitencia de Amadís con la furia demencial de Orlando, y no
tan sólo reza, suspira y escribe versos en las cortezas de los árboles, sino que da volteretas en camisa.”
Así se describe la locura de Orlando en la obra de Ariosto (Canto 23, 121, 133, 135): “Questa
conclusion fu la secure / che 'l capo a un colpo gli levò dal collo, / poi che d'innumerabil battiture /si
vide il manigoldo Amor satollo […] E poi si squarciò i panni, e mostrò ignudo / l'ispido ventre e tutto
'l petto e 'l tergo; / e cominciò la gran follia, sì orrenda, / che de la più non sarà mai ch'intenda. […] e
svelse dopo il primo altri parecchi, / come fosser finocchi, ebuli o aneti; / e fe' il simil di querce e
d'olmi vecchi, / di faggi e d'orni e d'illici e d'abeti.” Obra disponible en :
http://www.liberliber.it/biblioteca/a/ariosto/orlando_furioso/html/

32
“[…] cuando algún pintor quiere salir famoso en su arte, procura
imitar los originales de los más únicos pintores que sabe; y esta
mesma regla corre por todos los más oficioso ejercicios de cuenta que
sirven para adorno de las repúblicas, así lo ha de hacer y hace el que
quiere alcanzar nombre de prudente y sufrido, imitando a Ulises, en
cuya persona y trabajos nos pinta Homero un retrato vivo de
prudencia y de sufrimiento […] ¿Ya no te he dicho […] que quiero
imitar a Amadís, haciendo aquí el desesperado, del sandio y del
furioso, por imitar juntamente al valiente don Roldán […]” (DQ I,
xxv)

Hay muchas razones en este relato de que se puede comprobar que el caballero está
completamente consciente de la imitación. Y es justamente esa imitación la que saca de su
memoria, en la cual tiene guardado las novelas caballerescas y que su imaginación convierte
en hechos reales. Hace todo por la imitación, sin que tenga ninguna razón para hacerlo. En
otra ocasión en este episodio es don Quijote mismo que empieza a mencionar la memoria:

“Viva la memoria de Amadís, y sea imitado de don Quijote de la


Mancha en todo lo que pudiere; del cual se dirá lo que del otro se
dijo: que si no acabó grandes cosas, murió por acometellas; […] Ea,
pues, manos a la obra: venid a mi memoria, cosas de Amadís, y
enseñadme por dónde tengo de comenzar a imitaros.” (DQ I, xxvi)

La memoria de Amadís, cuyas acciones se guardan un libro y en la memoria de don Quijote,


es lo que el caballero tiene que evocar para que pueda imitar a Amadís en la mejor manera
posible, para lograr después que los hechos de él, don Quijote, serán guardados en un libro
también, y que todo el mundo se recordará de ellos. Sólo de este modo puede convertirse en
el más famoso caballero del mundo, imitando a sus predecesores. Lo que es el mejor ejemplo
para probar que don Quijote usa su memoria en cada momento, son las palabras venid a mi
memoria. Aquí demuestra perfectamente qué importancia han tenido sus lecturas sobre otros
caballeros. El caballero imitador saca todas las lecturas de su memoria para convertirlas en
una realidad absoluta, como hizo también con la dama de sus altos pensamientos: “[…] yo
imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, píntola en mi imaginación
como la deseo, así en la belleza como en la principalidad […]” (DQ I, xxv) Un poco más
adelante es el autor que alumbra la función importante que tiene la memoria del héroe, en el
episodio de la carta para Dulcinea: “Sacó el libro de memoria don Quijote, y, apartándose a
una parte, con mucho sosiego comenzó a escribir la carta, […]” (DQ I, xxv) La metáfora que
usa Cervantes para enfocar la memoria quijotesca no podía haber sido mejor: como un libro.

33
Es exactamente de que consiste la memoria quijotesca y cómo funciona32. Hay otras
ocasiones en que se refiere a la memoria como un libro: “Mas ya me ha venido a la memoria
dónde será bien, y aun más que bien, escribilla; que es en el librillo de memoria que fue de
Cardenio, […]” (DQ I, xxv) Y luego, sobre la carta a Dulcinea: “Él [Sancho] dijo que iba
escrita en un libro de memoria, y que era orden de su señor que la hiciese trasladar en papel
en el primer lugar que llegase […]” (DQ I, xxvi) Cervantes se burla de la memoria de Sancho
cuando éste tiene que reproducir la carta de don Quijote al barbero, el cura y el licenciado.
Primero dice que “He perdido el libro de memoria […]” (DQ I, xxvi) en que estaba escrita la
carta a Dulcinea. Cuando Sancho tiene que reproducir el contenido de la carta, la memoria le
falla: “No poco gustaron […] de ver la buena memoria de Sancho Panza, y alabáronsela
mucho, y le pidieron que dijese la carta otras dos veces, para que ellos, ansimesmo, la
tomasen de memoria para trasladalla a su tiempo.” (DQ I, xxvi) Estos ejemplos muestran la
importancia que tiene la memoria, no sólo para los personajes, sino también para su creador
Cervantes, que tenía tanto conocimiento de las novelas de caballerías que podía burlarse de
ellas constantemente en el Quijote.
Otro hecho importante aquí es que Sancho, después de haber oído hablar tanto de la alta
dama Dulcinea, se entera de los raíces verdaderas de Dulcinea, y que efectivamente no es
más que una moza labradora; Aldonza Lorenzo: “Y confieso a vuestra merced una verdad,
[…]: que hasta aquí he estado en una grande ignorancia; que pensaba bien y fielmente que la
señora Dulcinea debía de ser alguna princesa de quien vuestra merced estaba enamorado, o
alguna persona tal, que mereciese los ricos presentes que vuestra merced le ha enviado […]”
(DQ I, xxv) El hecho de que Sancho se entere del linaje de Dulcinea es muy importante,
porque esto reduce para él la credibilidad de su amo, que hasta este momento había creído
fielmente. Ahora se da cuenta de que no todo lo que dice su amo es fidedigno, y por eso le
resultará cada vez más fácil de engañar a don Quijote y de burlarse de él. También es muy
importante tener en cuenta que don Quijote, antes de su penitencia, todavía relaciona la
figura de Dulcinea con la de Aldonza Lorenzo: “¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la
señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo? –Ésa es –dijo don
Quijote-, y es la que merece ser señora de todo el universo.” (Ibidem) Después de la
penitencia el caballero perderá la anotación de Aldonza Lorenzo, según se verá en el
próximo párrafo, que trata sobre el episodio del encantamiento de Dulcinea.

32Para la memoria véanse los estudios de Egido (1991): “La memoria del Quijote”. Cervantes: Bulletin of
the Cervantes Society of America: 3-44; y Egido (1994): Cervantes y las puertas del sueño. Estudios sobre “La
Galatea”, “El Quijote” y “Persiles”. Barcelona: PPU, 93-135.

34
Como he antemencionado, don Quijote sólo decide a sufrir una penitencia por causa de la
imitación. Sancho no lo entiende: “[…] ¿Qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué dama le ha
desdeñado, o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del
Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano?”(Ibidem) En la respuesta de don
Quijote se puede hallar una gran convicción de si mismo que le dice que sería capaz de hacer
cualquier cosa que habían hecho otros caballeros andantes, y quizás aún más: “[…] si en seco
hago esto, ¿qué hiciera en mojado?” (Ibidem) De estas palabras se puede abstraer que si
Dulcinea del Toboso realmente hiciera algo para dañar al héroe, él haría cosas
incomprensibles por Sancho y tampoco por los lectores. Algunos momentos después don
Quijote dice lo mismo de otra forma, aún más fuerte, refiriendo a la posibilidad que Dulcinea
no responderá a su carta: “[…] y si fuere tal qual a mi fe se le debe [la respuesta de Dulcinea],
acabarse a mi sandez y mi penitencia; y si fuere al contrario, seré loco de veras, y siéndolo,
no sentiré nada” (Ibidem). Esta frase también indica que el caballero tiene alguna conciencia
de que sus acciones no son tan „normales‟ según los demás, y esto caracteriza perfectamente
lo que surge de la comunicación errada entre su realidad caballeresca, y la realidad de los
demás. También puede ser que don Quijote quiere llevar la imitación aún más lejos, como
sugiere Rodríguez-Luis (1966: 382): “Esta especie de lucidez es el resultado del propósito
consciente del caballero de imitar cierto episodio de una historia escrita, en que precisamente
el héroe se vuelve loco.”
Uno de los capítulos más importantes, al lado del episodio de la Cueva de Montesinos, es
capítulo xxvi, en que el caballero finalmente queda a solas para hacer su penitencia. Es uno
de los pocos episodios en el cual don Quijote no está enrodeado por otros personajes, y
además de esto es un capítulo en que (para mantener la forma de diálogo que existe en toda
la obra) don Quijote habla consigo mismo y expresa sus dudas sobre la penitencia que está
haciendo. De esta manera los lectores se dan cuenta de la inseguridad del caballero, porque
realmente no tiene ninguna razón –aparte de la imitación- para hacer una penitencia.
Cuando se compara la razón de don Quijote (imitación) con la de Amadís o la que tenía
Orlando Furioso para volverse loco, queda claro que don Quijote nunca puede crear las
circunstancias tan ideales para hacer una penitencia como las tenían Orlando y Amadís
(Beltenebros):

“Así como oís estaba Beltenebros haciendo su penitencia con mucho


dolor y grandes pensamientos que de continuo tenía, creyendo que
si Dios por su piedad no le acorriese con la merced de su señora, que
la muerte tenía muy cerca, más que la vida y todas las más noches
albergaba debajo de unos muy espesos árboles que en una huerta

35
eran allí cerca de la ermita, por hacer su duelo y llorar sin que el
ermitaño ni los mozos lo sintiesen.” (Amadís de Gaula II, li)

Con tanto dolor que Amadís tenía y las razones que tenía para hacer una penitencia de
lealtad amorosa, no es muy raro que don Quijote exprese dudas sobre su imitación.
Efectivamente expresa las mismas dudas que Sancho: “[…] ¿para qué quiero yo tomar
trabajo agora de desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a estos árboles, que no me han
hecho mal alguno? Ni tengo para qué enturbiar el agua clara destos arroyos, los cuales me
han de dar de beber cuando tenga gana.” (DQ I, xxvi) Estas dudas también aclaran un poco
su estado mental: todavía no es loco de veras. Durante el resto de la obra, don Quijote viene
a preguntar y reflexionar menos y menos, tomando las situaciones todas por hechos reales,
como si fueran realidades inequívocas.
El resultado de su penitencia, será mucho menos satisfactorio de la penitencia de Amadís, y
don Quijote ya lo sabe de antemano, porque nunca ha hablado con Dulcinea y a ella entonces
no le importaría mucho que alguien hiciera una penitencia de lealtad amorosa por ella
cuando ni siquiera le conoce. Una reacción de tipo Oriana no acontecerá, y don Quijote lo
sabe indudablemente, aunque trata de mantener la esperanza de que Dulcinea sí le responda.
Una respuesta de Dulcinea en la forma de Oriana además quitaría todo el aspecto irónico,
porque entonces don Quijote realmente tendría opción de elaborar el amor que tiene por ella.
Cuando uno lee la reacción de Oriana, se da cuenta dentro de un instante que algo similar
nunca podría ocurrir con Dulcinea: “Oriana paró mientes en aquellas palabras, y bien vio,
según ella le había errado, que con gran razón Amadís se quejaba, y vínole muy gran queja al
corazón, de manera que allí no pudiendo estar, se fue a su cámara con vergüenza de las
muchas lágrimas que a los ojos le venían.” (Amadis de Gaula II, li) Por eso es lógico que
Dulcinea (en este momento todavía relacionada con Aldonza por don Quijote) no le
responda, porque don Quijote no tiene gran razón, ni ella le había errado, y sería imposible
entonces que le viniera muy gran queja al corazón. La incertidumbre de don Quijote con
respecto al motivo de hacer su penitencia y el hecho de que Sancho nunca viaja a El Toboso
para entregar la carta a Dulcinea, son desde luego los aspectos más irónicos de este episodio.
Es la primera vez que Sancho engaña a su amo, y lo puede hacer más fácilmente porque ya
sabe la verdad sobre la figura de Dulcinea. Desde este momento aumentarán las situaciones
y las ganas de Sancho para engañar a o burlarse de don Quijote: “[…] the uncompleted trip
to El Toboso gives rise directly to three of the four major deceptions that Sancho practices on
his master.” (Barrick, 1966: 223) Barrick (1966: 224) describe la posibilidad de que el viaje de
Sancho fuese basado en un episodio semejante dentro de la Tercera parte de la Tragicomedia de

36
Celestina, de Gaspar Gómez de Toledo. “In both cases the servant marvels at the master‟s
madness. In neither episode does the servant actually go to see the lady, but in each case, he
returns with a message purporting to be from her.” Es interesante que Cervantes se hubiese
basado en una novela no-caballeresca para este episodio, y es algo que merece más atención
de la crítica literaria.
La ironía también se puede hallar en los versos de don Quijote, de que uno solamente se
puede reír, como confirma Sánchez (1988: 25): “[…] los versos de don Quijote penitente en
Sierra Morena pertenecen más al talante del poeta ludens que al de un caballero enamorado.
Son burlescos y en nada recuerdan la emoción de Amadís de Gaula […]” En la penitencia de
Amadís la emoción está mucho más fuerte, mientras que los versos en el Quijote sólo causan
la risa del lector, porque consisten de tantas palabras hilarantes: “Lo de pagar escote, como
después, traer al estricote, ser de mala ralea, henchir un pipote, herir el amor con su azote o su
blanda correa y tocar el cogote son expresiones que producen hilaridad – y no compasión ante
la desgracia del caballero que llora la ausencia de su dama.” (Sánchez, 1988: 26) Entonces no
es un supuesto erotismo, ni un mal de amores, ni tampoco el „dolor‟ del protagonista, sino la
ironía que es lo más importante aquí.
En los episodios siguientes cuando Sancho confiesa que había perdido la carta pero que sí
habló con Dulcinea, el caballero decide que quiere ver a su dama. Esto conlleva el primer
problema para el primer engaño de Sancho, porque tendrá que inventar dónde estaría la casa
de Dulcinea. También existe un gran peligro para don Quijote en visitar a su dama, porque
esto podría romper la imagen que tiene de ella como princesa o doncella, porque todavía la
relaciona con Aldonza Lorenzo y sería lógico entonces que Sancho le llevara a la casa de esa
campesina. El miedo de Sancho por el descubrimiento de su engaño está claro; quiere evitar
de todos modos que tenga que llevar su amo a El Toboso: “[…] vuestra merced no se cure de
ir por agora a ver a mi señora Dulcinea, sino váyase a matar al gigante, y concluyamos este
negocio […]” (DQ I, xxxi) Don Quijote está de acuerdo con Sancho, porque tiene miedo de
romper con el sueño de Dulcinea la princesa: “Detúvose don Quijote, con no poco gusto de
Sancho, que ya estaba cansado de mentir tanto y temía que no le cogiese su amo a palabras;
porque, puesto que él sabía que Dulcinea era una labradora del Toboso, no la había visto en
toda su vida.” (Ibidem) Cuando finalmente deciden ir a El Toboso, ya en la segunda parte,
Cide Hamete Benengeli avisa a los lectores que desde este punto tienen que olvidar “[…] las
pasadas caballerías del Ingenioso Hidalgo, y que pongan los ojos en las que están por venir
[…]” (DQ II, viii) Esto refiere indirectamente al cambio mental de don Quijote que ocurrirá

37
con el encantamiento de Dulcinea, con que pierda de vista la figura de Aldonza Lorenzo para
reemplazarla luego con la moza labradora, o sea, la Dulcinea encantada.
Sancho se pone más y más nervioso mientras acercan El Toboso: “[…] descubrieron la gran
ciudad del Toboso, con cuya vista se le alegraron los espíritus a don Quijote y se le
entristeceron a Sancho, porque no sabía la casa de Dulcinea, ni en su vida la había visto,
como no la había visto su señor […]” (Ibidem) Se puede comprobar entonces que Cervantes,
poniendo el nombre de Dulcinea aquí en lugar de Aldonza Lorenzo, sugiere que Sancho ya
se había olvidado del origen de la dama. Es significativo que entren en la ciudad por la
noche, porque lo hace menos probable que realmente encuentren la casa de Dulcinea, como
Sancho espera: “Era la noche entreclara, puesto que quisiera Sancho que fuera del todo
escura, por hallar en su escuridad disculpa de su sandez.” (DQ II, ix) Cuando don Quijote
persiste que sigan en camino por el palacio de Dulcinea, Sancho se pone cada vez más
nervioso y miedoso. Se defiende diciendo que no podrá hallar el palacio por la noche por
sólo haberlo visto una vez. Además dice que tiene que ser una callejuela sin salida: “Sancho‟s
remark that “la casa desta señora ha de estar en una callejuela sin salida” is pregnant with
methaphysical significance. Finding the house would indeed seal off every possible escape
route for the preservation of the myth of Dulcinea.” (Johnson, 1975: 193)
Es en ese mismo momento que don Quijote confiesa lo que es de gran importancia para la
figura de Dulcinea, porque aclara que ahora tampoco él relaciona Aldonza Lorenzo con
Dulcinea (antes decía que sólo la había visto cuatro veces): “[…]¿no te he dicho mil veces que
en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales
de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y
discreta?” (DQ II, ix) La gran fama de que habla el caballero aquí, la había creado el mismo,
justificando así el linaje bajo de Dulcinea. Parece que su propia memoria le ha convertido
Dulcinea en una princesa verdadera, quitando todos los enlaces que tenía con Aldonza
Lorenzo. Con esta situación de Dulcinea anónima, Cervantes crea la situación perfecta para
el próximo engaño de Sancho, que será el encantamiento de Dulcinea, y la imagen de la
moza labradora será (durante el resto de la obra) la figura atada a la imagen que tiene don
Quijote de Dulcinea (aunque encantada). Existe también cierto peligro en encontrar el
palacio de Dulcinea: “He [Don Quijote] realizes the meeting with Dulcinea must be
postponed indefenitely if he is to go on being Don Quijote de la Mancha, whose principal
caracteristic has become his unswerving fidelity to Dulcinea del Toboso.” (Johnson, 1975:
194) Por ello, sería mejor no encontrarlo y seguir sin encontrarla nunca.

38
Si no fuera por Sancho, que con su intervención en el episodio siguiente encanta a Dulcinea
para darle otra figura, lo que es un truco de Cervantes para salvar al personaje Dulcinea del
Toboso, que, como todos los personajes, tiene que experimentar algún desarrollo para seguir
captando la atención del lector. Lo difícil con ese personaje es que no existe y no podrá tener
desarrollo alguno sino dentro de la mente de los otros personajes, y esto es justamente como
Cervantes resuelve la situación, con el encantamiento salvando el mito de Dulcinea del
Toboso dentro de la memoria de don Quijote y en el interés de los lectores.

2.4 Simulacro & Mimesis (la diferencia entre la copia y el original)

“Piensas tú que las Amariles, las Filis, las Silvias, las Dianas, las
Galateas, las Fílidas, y otras tales que los libros, los romances, las
tiendas de los barberos, los teatros de las comedias, están llenos,
fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquellos que
las celebran y celebraron? No, por cierto, sino que las más se las
fingen, por dar subjeto a sus versos, y porque los tengan por
enamorados y por hombres que tienen valor para serlo.” (DQ I, xxv)

El episodio del encantamiento33 de Dulcinea tiene un lugar especial para la relación entre
don Quijote, Sancho y Dulcinea. Es la primera vez en que don Quijote está confrontado con
la realidad; en que Dulcinea no es más que una aldeana cualquiera, aunque la aldeana no es
Aldonza Lorenzo, puede servir como sustitución de ella. “[…] for the first time the roles
appear exchanged.” (Auerbach, 1946: 339) Don Quijote ve la realidad como es, mientras
Sancho hace todo en su capacidad para salvar la ilusión caballeresca.

“[…] Sancho se ha olvidado también del origen de Dulcinea, o sea,


de Aldonza Lorenzo, vecina en efecto del pueblo del Toboso donde
ahora buscan los dos a Dulcinea. […] actúa como si creyese
verdaderamente que su amo está enamorado de alguna doncella
tobosina. Pero al mismo tiempo sabe Sancho que Don Quijote está
loco y hasta de qué tipo de locura adolece […], así que llega a la fácil
conclusión de que el caballero transformará en princesa a la primera
aldeana que le señalen como Dulcinea.” (Rodríguez-Luis, 1966: 397)

33 Francisco Márquez Villanueva en Fuentes literarias cervantinas (Madrid: Gredos, 1973: 293-97).
Comenta que el encantamiento de Dulcinea principalmente se relaciona con una posible fuente. Se
trata del Baldus del monje benedictino Teófilo Folengo (1491-1544), El ensayo resulta entretenido pero
aparte de establecer la popularidad de la obra de Folengo, no se prueba nada sobre el Baldus como
fuente del episodio de la labradoras. El mismo crítico simplemente concluye que el episodio del
Baldus aludido, “queda en pie, sin embrago, como la formulación técnica más cercana a aquella
aventura del Quijote.”” (Apud. Márquez, 1991: 69)

39
Don Quijote todavía persiste en ver Dulcinea, y para lograr que Sancho le busque el caballero
le alienta: “Ten memoria, y no se te pasa della cómo te recibe […]” (DQ II, x) Otra vez la
importancia de la memoria está subrayada, sin embargo es la memoria literaria de don
Quijote que viene inmediatamente después, y no la de Sancho:

“[…] si muda [Dulcinea] las colores el tiempo que la estuvieres


dando mi embajada34; si se desasosiega y turba oyendo mi nombre;
si no cabe en la almohada, si acaso la hallas sentada en el estrado rico
de su autoridad; y si está en pie, mírala si se pone ahora sobre el uno,
ahora sobre el otro pie; si te repite la respuesta que te diere dos o tres
veces; si la muda de blanda en áspera, de aceda en amorosa; si
levanta la mano al cabello para componerle, aunque no esté
desordenado... Finalmente, hijo, mira todas sus acciones y
movimientos, porque si tú me los relatares como ellos fueron, sacaré
yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de
lo que al fecho de mis amores toca: que has de saber, Sancho, si no lo
sabes, que entre los amantes las acciones y movimientos exteriores
que muestran cuando de sus amores se trata son certísimos correos
que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa.” (DQ
II, x)

Esta gran descripción de conocimiento de actuaciones de mujeres lo había sacado de su


memoria literaria, porque Don Quijote no es el tipo don Juan, que seduce fácilmente a
mujeres, sino lo contrario. No cabe duda entonces que toda esta enumeración venga de las
novelas de caballerías. Él tampoco sabe de experiencia que entre los amantes las acciones y
movimientos exteriores son certísimos correos de lo que en el alma pasa, porque en cuanto el lector
sepa, no ha tenido mujer ni amante alguna en toda su vida, aunque sí ha tenido a la literatura
caballeresca. Por ello este ejemplo es uno de los más claros para mostrar cómo funciona la
memoria literaria del caballero: aplica lo que ha leído a la realidad, para poder medir o
predecir o anticipar las consecuencias que tendrán sus acciones, aunque en la gran mayoría
de los casos, la aplicación literaria suele fracasar, simplemente porque el mundo que rodea
don Quijote no es un mundo caballeresco.
Sancho va en busca de Dulcinea, aunque tiene la convicción de que no la encontrará en
ninguna parte. Quejándose de la situación difícil en que sus mentiras le habían maniobrado,
intenta buscar una solución para el problema. Y es aquí donde Sancho menciona algo que

34“Empalidecer o ruborizarse al recibir un mensaje es una señal convencional de amor, como todas las
siguientes, de origen ovidiano (especialmente, de las Heroidas) o trovadoresco. CL nota que estas
instrucciones recuerdan las de Oriana a su doncel Durín cuando le envía con una carta para su
enamorado Amadís (Amadís de Gaula, II, 44). RM, AA. «El color se le muda bermejo e amarillo» (Libro
de buen amor, 810b), con antecedente de interés en Pamphilus, 513: «palletque rubetque frecuenter».
Sobre la tradición de las señales de amor, Cátedra [1989:30-31].” (Apud Francisco Rico; edición digital
del Centro Virtual Cervantes:
http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/parte2/cap10/default.htm)

40
tiene mucha importancia con respecto a Dulcinea y la función que tiene en unirle con su
amo: “Este mi amo, por mil señales, he visto que es loco de atar, y aun también yo no le
quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el
refrán que dice: “Dime con quién andas, decirte he quién eres”, y el otro “No con quien
naces, sino con quien paces”.” (DQ II, x) En este momento Sancho se cree capaz de
imaginarse la locura de su amo, porque ya ha estado a su lado por tanto tiempo y lo ha visto
cometer algunas locuras, como por ejemplo en la sierra morena, durante la penitencia.
Sancho está conciente entonces de su gradual quijotización, y piensa usarlo para engañar a
su amo de nuevo, como hizo antes con la carta. En este pensamiento es lógico que don
Quijotes tome la primera Aldeana que vea por la princesa Dulcinea, porque anteriormente su
memoria siempre convirtió la realidad en una realidad caballeresca: “[…] no será difícil
hacerle creer que una labradora, la primera que me topare por aquí, es la señora Dulcinea; y
cuando el no lo crea juraré yo […]” (Ibidem) Precisamente después Sancho ya da la
posibilidad del encantamiento: “[…] o quizá pensará, como yo imagino, que algún mal
encantador de estos que él dice que le quieren mal la habrá mudado la figura por hacerle mal
y daño.” (Ibidem) Esto muestra que Sancho realmente tiene la capacidad de evaluar más o
menos en qué dirección andará la locura de su amo, y él es el único que puede hacerlo con
tanta exactitud, porque conoce a don Quijote como ningún otro; dime con quién andas, decirte
he quién eres. Cuando Sancho advierte a su amo que Dulcinea está por venir, el escudero
empieza a proclamar las enumeraciones de belleza que ya había oído decir su amo:

“[…] y verá venir a la Princesa nuestra ama vestida y adornada; en


fin, como quien ella es. Sus doncellas y ella todas son una ascua de
oro, todas mazorcas de perlas, todas son diamantes, todas rubíes,
todas telas de brocado de más de diez altos; los cabellos, sueltos por
las espaldas, que son otros tantos rayos del sol que andan jugando
con el viento; y, sobre todo, vienen a caballo sobre tres cananeas
remendadas, que no hay más que ver.” (Ibidem)

Todas las palabras que expresa aquí las sacó del tiempo que estuvo al lado de su amo: perlas,
diamantes, ascua de oro, rayos del sol. Es interesante que Sancho utilice las mismas metáforas en
la misma manera errada que su amo. Para don Quijote todos los rasgos físicos de Dulcinea
realmente son las metáforas, que hace entonces desaparecer a la metáfora. Se ve que el
escudero ha copiado este sistema de „metaforizar‟ la realidad: todas las doncellas son las
piedras que enumera, y no son como, y el ejemplo más claro son los cabellos que son otros
tantos rayos del sol. Sancho se equivoca con esta metáfora porque su amo dijo son de fino oro,
pero el cambio de Sancho muestra claramente cómo el convierte las palabras de su amo, para

41
dar paso a la ironía. Su memoria literaria funciona de oídas, porque no sabe leer ni escribir y
su conocimiento de palabras cultas está basado completamente en la imitación de don
Quijote. En esta transmisión de conocimiento caballeresco don Quijote juega el papel de los
antiguos juglares. Al final del episodio del encantamiento, Sancho da otro ejemplo de una
mezcla de metáforas, en la cual todas pertenecen a Dulcinea: “Bastaros debiera, bellacos [los
encantadores], haber mudado las perlas de los ojos35 de mi señora en agallas alcornoqueñas,
y sus cabellos de oro purísimo en cerdas de cola de buey bermejo y, finalmente, todas sus
facciones de buenas en malas […]” (Ibidem) Se puede comprobar que Sancho, por todo lo
que altera después de la transmisión, se está alejando aún más de las novelas caballerescas
originales, haciendo en sus oraciones muchos errores, de lo que surge el aspecto cómico
cuando don Quijote tiene que corregirle: “Hacaneas querrás decir, Sancho.” (Ibidem)
Cuando las tres labradoras se acercan, don Quijote ve por primera vez la realidad como es, y
no de otra forma caballeresca como solía hacer antes: “Yo no veo […] sino tres labradoras
sobre tres borricos.” (Ibidem) Según (Johnson, 1975: 197) esto ocurre porque “Don Quijote
wants desperately to believe the girl is Dulcinea, but because she is Sancho‟s creation and not
his own, he encounters unconscious resistance.” Creo que es la única posibilidad para aclarar
el hecho de que don Quijote por una vez no se pierde en alucinaciones caballerescas. Es un
momento clave para el personaje del caballero, como confirma Márquez (1990: 45):

“Él [don Quijote] expresa dudas sobre lo que ve con respecto de las
aldeanas; cosa que no había sucedido antes y este titubeo indica una
etapa muy importante en el desarrollo del caballero como personaje.
El encantamiento de Dulcinea, seguirá siendo de aquí en adelante, la
gran preocupación del héroe, y ya veremos que este elemento
resultará en innumerables sucesos que girarán en torno suyo.”

El papel de Sancho es particularmente importante aquí, no sólo porque mantiene la mita de


Dulcinea con el engaño, sino también por la forma de lograrlo: la exageración total de su
amo: “Reina y princesa y duquesa de la hermosura, vuestra altivez y grandeza sea servida de
recibir en su gracia y buen talento al cautivo caballero vuestro, que allí está hecho piedra
mármol, todo turbado y sin pulsos de verse ante vuestra magnífica presencia.” (DQ II, x)
Sancho intenta todo para que don Quijote crea que la labradora es Dulcinea, con el fin de
salvar la caballería y la figura de Dulcinea sin la cual don Quijote no podrá seguir como
caballero andante, porque ella encarna todo lo que para él es la caballería. Todo esto sería
imposible sin el personaje de Aldonza, sin la cual Sancho nunca hubiera sabido que podía
apuntar una labradora cualquiera.

35 Véase nota 18 arriba.

42
El crítico Auerbach (1946: 340) advierte el peligro que se halla en las acciones de Sancho:
“Arousing his [don Quijote‟s] expectations this way, and then dissapointing him so greatly,
is no harmless expiriment.” Según el crítico alemán podrían pasarle dos cosas: su locura
desaparece después de la desilusión de ver Dulcinea como labradora, o su locura se fortalece
aún más. “Neither of these things happen.” (340) De manera que para Cervantes sólo le
queda la opción de intensificar el juego del simulacro de caballería entre don Quijote y
Sancho. “He [Sancho] deceives him only because he sees no other way out. He loves and
receveres him, although he is half conscious (and sometimes fully conscious) of his
maddness.” (Auerbach, 1946: 347) El amor para su amo (amistad) condena a Sancho a hacer
lo que hace, porque Dulcinea es la figura que junta él y don Quijote. Lo que Sancho predijo
se hace realidad: “[…] el maligno encantador me persigue, y ha puesto nubes y cataratas en
mis ojos, y para sólo ellos y no para otros ha mudado y transformado tu sin igual hermosura
y rostro en el de una labradora pobre […] (DQ II, x) Es la prueba del buen conocimiento que
tiene Sancho de su amo. Y además, la historia puede seguir felizmente, con la mita de
Dulcinea y la caballería salvada: “The fact that almost he [don Quijote] almost
instantaneously and as it were automatically takes refuge in the interpretation that Dulcinea
is under an enchantment excludes everything tragic.” (Auerbach, 1946: 343) Sin embargo no
hay que perder de vista la importancia de la relación don Quijote-Sancho-Dulcinea aquí.
Johnson (1975: 192) llama la identificación de la aldeana como tal o como Dulcinea “[…] a
function of the relationship between Don Quijote and Sancho.”
Hay muchos elementos cómicos en este episodio. Los opuestos entre el lenguaje caballeresco
de don Quijote y la actuación de las aldeanas es un buen ejemplo para mostrar la ironía de la
situación. Lo cómico se funde en los opuestos entre la sociedad alta (supuestamente), o
memoria literaria de don Quijote y el linaje bajo de las aldeanas, cuales francamente no
entienden de lo que don Quijote está hablando: “Lo interesante es que ellas simplemente
tienen que portarse como quienes son: tres sencillas aldeanas que van a trabajar en los
campos. Ellas representan una triplicación de Aldonza Lorenzo.” (Márquez, 1991: 66) Las
aldeanas ya han respondido a Sancho en una manera muy vulgar y con muchos errores antes
de que don Quijote decida dirigir la palabra a la que Sancho llama su dama. Hay muchos
ejemplos: nora en lugar de ahora, déjenmos pasar, nueso por nuestro, etcétera. Aunque don
Quijote todavía insiste en que el maligno encantador le haya robado de su vista la princesa
Dulcinea, deberían dolerle los oídos también. El caballero enamorado acaba proclamando su
amor: “[…] la humildad con que mi alma te adora […]” (DQ II, x) pero las aldeanas sólo
quieren pasar y dejar a los señoritos. Estas palabras tienen una dulzura que sólo se las puede

43
encontrar aquí, porque ahora, cuando don Quijote ve la realidad como es, le choca tanto la
idea del encantamiento que lo único que quiere es que Dulcinea sepa cuánto le ama. Para
aumentar la risa del lector Cervantes utiliza la palabra humildad, palabra que va en contra
directamente con lo que son las aldeanas: groseras y muy lejos de hacerse humildes. El hecho
más cómico sin embargo, ocurre cuando la Dulcinea encantada cae al suelo: “[…] queriendo
don Quijote levantar a su encantada señora en los brazos sobre la jumenta, la señora,
levantándose del suelo, le quitó de aquel trabajo, porque haciéndose algún tanto atrás, tomó
una corridica, y puestas ambas manos sobre las ancas de la pollina, dio con su cuerpo, más
ligero que un halcón, sobre la albarda, y quedó a horcajadas, como si fuera hombre […]”
(Ibidem) De ese movimiento se anula del todo la posibilidad de alguna gotita de sangre
noble en la aldeana, o sea, la Dulcinea encantada. Es notable que Sancho lo vio, y también
que hace el comentario “¡Vive Roque, que es la señora nuestra ama más ligera que un acotán,
y que puede enseñar a subir a la jineta al más diestro cordobés o mejicano!” (Ibidem), porque
con este comentario revela que él ve la realidad tal y como la ve su amo. Dulcinea como
princesa caballeresca dentro de la memoria literaria nunca podría hacer algo similar a lo que
hizo la Dulcinea encantada. Don Quijote para sí mismo lo puede negar por el encantamiento,
pero Sancho no tiene ninguna excusa, porque dijo a su amo que la vio como princesa y no
como aldeana. Don Quijote no se da cuenta del error de Sancho, porque está demasiado
desilusionado por lo que habían hecho los malignos encantadores con el y con su dama, pero
el lector sí se lo nota. Cada vez que Sancho y su amo hablarán del asunto, el escudero tendrá
que decir las cosas con mucho cuidado para no revelar el engaño ante su amo y con este
elemento crece la tensión entre ambos y crecerá la importancia de Dulcinea. Poco después,
cuando las labradores ya se huyeron de don Quijote y Sancho, el caballero cambia su visión
de antes, diciendo que “[…] que no se contentaron estos traidores [los encantadores] de
haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron y volvieron en una
figura tan baja y tan fea como la de aquella aldeana […]” (Ibidem) con que Dulcinea estará
encantada por completo, también por los otros personajes, aunque para don Quijote todavía
es lo peor: “Porque te hago saber, Sancho, que cuando llegué a subir a Dulcinea sobre su
hacanea, según tú dices, que a mi me paresció borrica, me dio un olor de ajos crudos, que me
encalabrinó y atosigó el alma.” (Ibidem) Sancho, talvez conciente de su error anterior con
respecto a lo que vio, lo arregla de manera muy „sútil‟: “[…] para decir la verdad, nunca yo
vi su fealdad, sino su hermosura, a la cual subía de punto y quilates un lunar que tenía sobre
el labio derecho, a manera de bigote, con siete u ocho rubios como hembras de oro y largos
de más de un palmo.” (Ibidem) Con este comentario Sancho corrige su error anterior –el cual

44
don Quijote ya olvidó- de manera muy cómica. Don Quijote queda aún más desilusionado
por no haber visto la hermosura de su dama: “Y ¡que no viese yo todo eso, Sancho! […]
Ahora torno a decir, y diré mil veces, que soy el más desdichado de los hombres.” (Ibidem)
Con esto se cumple el engaño de Sancho, dejando su amo triste –tan delicadamente engañado- y
con un solo deber: desencantar a Dulcinea.
Así que, con todo esto, es importante comprobar que “El encantamiento de Dulcinea
representa el momento decisivo y culminante de la novela porque produce la separación
definitiva de los sentimientos del protagonista y la acción externa, creando espacio para una
vida interior que pone al caballero fuera del alcance de los otros personajes.” (Williamson,
1991: 224) Esto es parte de la –como lo llama Williamson- „ironía negativa‟, mientras en la
primera parte había una „ironía positiva‟ en el episodio de Dorotea como Micomicona,
después de la penitencia. La razón porque la ironía tiene una connotación negativa aquí es
porque el lector se da cuenta de que don Quijote realmente queda desilusionado después del
encantamiento. Se ve en el una gran perplejidad que produce por lo menos compasión del
lector por él. Y lo peor es que por la primera vez vio la realidad como es. Ríquer (2003: 624) lo
resume de forma muy clara: “En esta segunda parte de la novela don Quijote siempre verá la
realidad tal cual es (el episodio de la cueva de Montesinos es un sueño), y serán los que le
circundan (Sancho, los Duques) quienes le crearán un mundo de fantasía.” Para crear este
mundo de fantasía, los personajes que se burlan de don Quijote, han de entrar en su mundo
de caballerías para poder hacerlo, porque todo lo que es real, era convertido en algo
caballeresco sólo por don Quijote. Ahora es al revés: la realidad tiene que ser convertida en
un mundo caballeresco por todos. De este modo resultará imposible burlarse de otra forma
que la caballeresca. Los personajes que lo llevan hasta el colmo son los duques, que abusan al
mundo caballeresco para su propio placer. Otro ejemplo será el barbero, el cura, Sansón
Carrasco y hay algunos más. Este dado –que solamente las personas adecuadas, con
suficiente conocimiento de las novelas de caballerías pueden burlarse de don Quijote-
también reenfoca el hecho de que muy poca gente conocía las novelas de caballerías en la
época de Cervantes. Sancho no las había leído (simplemente porque es analfabeto, como gran
mayoría del pueblo español de entonces) pero su caso es único dentro del relato, porque
Sancho puede burlar de su amo con todo lo caballeresco que aprendió de él, como también
menciona Auerbach (1946: 340): “[…] Sancho cannot read and owes his education wholly to
the example set him by Don Quijote.”
Lo que es más importante para este estudio es el acercamiento de don Quijote y Sancho que
viene a través de Dulcinea: “[…] el encantamiento de Dulcinea encierra a amo y criado en un

45
conflicto de intenciones independiente y en pleno desarrollo, una mini trama, por así decirlo,
que proporciona a la narración episódica un elemento de necesidad orgánica.” (Williamson,
1991: 227) Sancho se podría llamar la herencia intelectual de don Quijote (quijotización),
aunque comete unos errores aún más grandes que los de don Quijote con respecto al
vocabulario caballeresco, pero esto aumenta a la ironía. La carta de Dulcinea que Sancho
tiene que inventar, viene absolutamente de la memoria, y esa memoria ha copiado por entero
de don Quijote. “Claro que el comienzo de la quijotización de Sancho no implica el asimilar
los vastos conocimientos del caballero, sustentado por largas lecturas.” (Sánchez, 1988: 29)
Sancho nunca tendrá una memoria tan magistral como la de su amo, por el mero hecho de
que no haya leído tantos libros de caballerías, aunque se puede comprobar que aprende de
forma rápida. Sancho tendrá que seguir el engaño del encantamiento durante el resto del
libro, porque no ve ninguna posibilidad para deshacerse de ello: “[…] his ability to generate
a reality for his master which is, after an appropriate exercise of ingenio by Don Quijote,
accepted and believed, Sancho went too far unwittingly laid a trap for himself. […] He has
recreated the crisis situation he so neatly avoided in I.31, and is in imminent danger of
passing the point of no return.” (Johnson, 1975; p 192-193) Poco después, con el episodio de
los duques, Sancho tiene que participar en el juego del desencantamiento, así que “Dulcinea,
en su forma encantada, llega a ser causa final de que Sancho logre gobernar su ínsula. De
esta manera, ella sigue siendo el móvil principal de la acción, pues Sancho se ve obligado a
aceptar su parte en el desencanto o perder la oportunidad de ser gobernador.” (Márquez,
1991: 51)
Después del encantamiento, y al ver la aldeana como Dulcinea, don Quijote se queda
desilusionado. La mayoría de los críticos hablan de un cambio de personalidad, porque,
como ya mencioné anteriormente, la imagen de Dulcinea la princesa se ha cambiado por la
de una labradora pobre. Y todo aquello se hace posible porque Cervantes creó la aldeana
Aldonza Lorenzo, conocida por Sancho, y ese conocimiento le posibilitó apuntar a una
aldeana cualquiera como Dulcinea y luego encantarla. La realidad personal del caballero
entonces se ha cambiado tan de repente que lo único que le valdrá desde el episodio del
encantamiento es el desencantamiento de Dulcinea, para revolver la imagen principal que
tenía de ella. Tardará hasta el episodio de la cueva de Montesinos para completarse el
cambio definitivo de don Quijote. Sin embargo, nunca dejará de actuar y presentarse como
caballero andante, aunque sus sentimientos hayan cambiado, hasta el final del libro. Es
justamente cuando sufrió la última derrota contra el caballero de la blanca luna que le hace
dejar la idea de ser caballero andante, y la triste despedida de ello resuena en un lamento

46
justamente dedicado a Dulcinea (porque con el morir del sueño caballeresco, don Quijote
quiere morir también): “Dulcinea es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más
desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta,
caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra.” (DQ II, lxiv)

47
Capítulo III – El amor paródico de don Quijote

3.1 Amor caballeresco

El amor en las novelas de caballerías es un tema tan importante y cargado que no se puede
hallar un caballero que no esté enamorado de alguna doncella. El enamoramiento es parte de
la existencia de un caballero andante, como juró don Quijote cuando creó Dulcinea: “[…]
porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.”
(DQ I, i) En primer lugar las doncellas les sirven como excusa para luchar contra otros
caballeros para defender su honra: “[…] si alguno les [biudas e dueñas e donzellas] haze
algún tuerto, los cavalleros andantes dévense trabajar de fazerles derecho si ovieren […]”36
Al lado de poder defender la honra de la doncella, las altas damas de los caballeros andantes
traían consigo otra cosa importante: si se casarían felizmente el héroe con la dama de sus
altos pensamientos, esto daría la posibilidad de una continuación de la obra con los hijos que
nacieran de tal matrimonio, como en el caso de Amadís de Gaula por ejemplo, en que con su
hijo Esplandían crece otro serie de libros: Las sergas de Esplandían. Finalmente, la función más
importante según yo creo de las doncellas era entretener a los lectores con su aspecto
romántico, combinado con la violencia de los caballeros andantes. Pero de estos amores en su
mayoría se solían hacer una aventura también: “Atendiendo a un aspecto social, también ha
recordado Riquer37 que los matrimonios secretos, tan frecuentes en la vida real –en donde
provocaban graves conflictos antes del concilio de Trento (1545-1563) que reguló en sus
disposiciones cuestiones relativas al matrimonio-, lo son también en los libros de caballerías,
en donde suelen presentarse con no poca turbulencia las relaciones de amor.” (Viña Liste,
2001: 48) El amor también da paso a la posibilidad de hacer caballerías: “But love was still a
pretext for adventures, rather than a main focus of attention. The knight‟s courtship of his
lady, consequently, will usually be secret [mi itálica], and beset with external difficulties, even
if the lady is agreeable, which is not always the case, especially at the beginning.” (Eisenberg,
2003: 29) Estas facetas del amor caballeresco deberían haber gustado a muchos lectores de
entonces: “[…] aquel mundo caballeresco, que hoy puede resultar para algunos restringido e
inverosímil alimentó la imaginación de la gente y sedujo a sus lectores y oyentes durante
cerca de cuatro siglos.” (Viña Liste, 2001: 48) La diferencia entre el amor secreto de los

36 Apud Viña Liste (2001): La demanda del santo Grial, ed. de A. Bonilla (en Libros de caballerías, t.l,
Madrid, NBAE t. 6, 1907, cap. 293, pág. 271b).
37 Martín de Riquer. 1967. Caballeros andantes españoles. Madrid: Colección Austral: 44.

48
caballeros andantes originales y el amor “que clama al cielo” de don Quijote es muy grande
y es parte de la ironía cervantina.
No se sabe todavía cuándo comenzó la preocupación de los caballeros andantes por las
damas, aunque hay algunas pistas:

“Boucicot, consciente de las quejas de muchas damas, doncellas y


viudas, oprimidas por hombres poderosos que las querían desposeer
de sus tierras y de sus honores,y que no encontraban ningún
caballero ni escudero que defendiera sus justas causas, el mariscal,
lleno de sentimiento de compasión y de caridad, decidió fundar una
orden de trece caballeros quienes, en demostración de la empresa a
que se habían juramentado debían llevar un brazal “d‟or esmaillée
de vert atout une dame blanche dedans”38 (Livre, I, cap. xxxvii).
Después de haber jurado, los trece caballeros firmaron una larga
carta que fue divulgada por todo el reino de Francia […] para que las
damas y las doncellas se enteraran de que contaban con tales
valedores. En esta carta se expone articulado de la nueva orden de
caballería: las damas y doncellas “de noble lignée” que se consideren
víctimas de opresión o injusticia podrán requerir a uno o varios de
los caballeros “de l‟écu vert à la Dame Blanche”, y el requerido, o
requeridos, deberán luchar personalmente contra los opresores
dejando aparte cualquier otra empresa en que se encuentren
ocupados.” (Riquer 1967: 36-37)

Los caballeros de l‟écu vert à la Dame Blanche debieron ser los primeros en defender las causas
de las damas y de las doncellas. Después se convirtió este aspecto en un elemento esencial de
la novela caballeresca, al lado de la aventura, aunque Williamson (Apud Viña Liste 2001: 48-
49) opina que “[…] la aventura es intrínsecamente más importante, porque en estas obras el
amor siempre se concibe como una especie de aventura: la deseada unión de los sexos nunca
deja de ser una empresa arriesgada y llena de complicaciones.”
Hay algunos críticos39 que suponen que el amor caballeresco es igual al amor cortés, y que
entonces el amor de don Quijote por Dulcinea sería una parodia del amor cortés o que
realmente tendría aspectos de este tipo de amor. Séame permitido aquí debilitar esta
suposición, solamente con mostrar las diferencias que existen entre ambos tipos de amor.
Según Avalle-Arce (2002: VII) el amor de don Quijote por Dulcinea es semejante al amor
cortés, aunque, como ya mencioné, en mi visión existen grandes diferencias entre el amor
cortés y el amor caballeresco. En el caso del primero, los hombres suelen querer solamente una
cosa: conseguir la consumación del amor con la dama que aman (fuera del matrimonio). Para

38 Livre des faits du bon messire Jean le Meingre, dit Bouciquaut. Boucicot (nacido hacia 1364 y muerto
en 1421) era gran admirador de Jean le Meingre y “pretende hacer del biografiado una especie de
dechado del perfecto caballero cristiano” (Riquer, Ibidem, 1967: 36).
39 Véase el estudio de Avalle-Arce (2002): Don Quijote como forma de vida. Alicante: Biblioteca Virtual

Miguel de Cervantes; Madrid: Fundación Juan March-Castalia, 1976.

49
conseguirlo están preparados a ofrecer las damas todo que tienen, y para ellos es como un
empleo de 24 horas. En la mayoría de los casos los hombres sufren de un mal de amores, que
les hace sufrir de una enfermedad provocada por el amor a la doncella. Los caballeros
andantes dicen que están muy ocupados con las damas (porque tienen que protegerlas)
mientras que hacen caballerías y no están ocupados con el dilema de la consumación del
amor todo el tiempo, ni tampoco la historia general en las novelas de caballerías trata de esto.
El amor caballeresco tiene elementos del amor cortesano, pero los objetivos son diferentes.
Los caballeros andantes son tipos fuertes, que no permitirían entrar ninguna enfermedad
amorosa con el peligro que sus enemigos podrían acabar de manera fácil con ellos.
Entonces existe diferencia entre la caballería cortesana y el amor cortés, mientras que Avalle-
Arce (2002: VII) utiliza ambos términos sin distinción ninguna: “Todo esto permite
generalizar, y decir que caballería andante y amor eran sinónimos, siempre que quede bien
entendido que se habla del amor cortés, y ningún otro.” Aquí he puesto un fácil esquema
(muy incompleto y generalizado) que da una idea general de las diferencias más claras del
amor caballeresco y el amor cortés:

Amor Cortés Amor Caballeresco

-Servicio a la doncella fingido, para -Servicio no fingido; el caballero realmente


alcanzar el consumación del amor (fuera lucha por la honra de su dama, sin vanidad,
del matrimonio). también después de haber consumado el
amor con su dama (en algunos casos se
casan).

-El hombre sufre de un „mal de amores‟ que -Los caballeros andantes son fuertes, y no
le deja enfermo por causa de la doncella. pueden sufrir de ninguna enfermedad.

-La honra de la doncella no tiene -La honra de la doncella es lo más


importancia para el hombre; la deja importante y puede ser la razón para luchar
deshonrada después de la consumación. con otro caballero andante.

-El amor termina mal (los amantes se -El amor sigue siendo relevante; nunca se
separan y en la mayoría de los casos se separan (aunque esto no indica que el
mueren. caballero esté fiel a su dama).

Ya de este pequeño e incompleto esquema se puede comprobar que los dos tipos de amor no
se pueden medir por el mismo rasero, y que existen diferencias claras entre ambos. En el
amor cortés los hombres suelen conseguir lo que quieren, a cualquier precio: consumar el
amor de la manera más rápida que puedan para después dejar (en la mayoría de los casos

50
del amor cortés verdadero40) a la dama, con quién se habían prometido casarse. Tampoco les
interesa mucho la honra de la amante, aunque nunca lo digan de forma expresa. Cuando los
hombres del amor cortés consiguen lo que quieren (la consumación del amor fuera del
matrimonio) casi siempre abandonan a la amante a la que han quitado la honra. Fíjese en la
diferencia comparado con el amor caballeresco: los caballeros andantes siguen al lado de su
dama o doncella (aunque no todos los caballeros son fieles). Un ejemplo que sirve para
mostrar que en las novelas de caballerías los amores (la gran mayoría de ellos) terminaron
„felices‟ o por lo menos „honradamente‟: “[…] y murieron Clamades y Clarmonda, ambos a
dos en un año; y fueron enterrados el uno cerca del otro, muy honradamente.” (624), que es
algo completamente contradictorio con el fin de los amantes del amor cortés. El ejemplo de
Clamades y Clarmonda muestra que el amor caballeresco termina bien, los amantes vivirán
felices, y normalmente se casan. Esto no es el caso de don Quijote, pero como se verá luego,
esto es justamente una parte esencial de la parodia cervantina.

40 Véase el estudio de Elena M. Carrillo. (2003). El significado del amor cortés en la literatura española hasta
el siglo XVII. (Tesis doctoral no inédita. Publicación en preparación para Peters: Leuven.) Este estudio
enumera todos los diferentes tipos de amor cortés. Para este trabajo interesa sobre todo párrafo 5.5, en
que también se comprueba que no se trata de amor cortés en el caso de don Quijote. Las definiciones
al final (incluídas las definiciones de Andreas Capellanus y Gaston Paris) según Carrillo (2003: 241-
242) del amor cortés son las siguientes: “1.“El amor es, naturalmente, cortés, exigiendo cierto grado de
nobleza, en el hombre y en la mujer, en linaje y en conducta.” 2. “La fuerza del amor no sólo presenta
a la amada como admirable sino que engendra a su vez virtud en el amante.” 3. “Aún cuando no se
excluya el matrimonio, no se alude frecuentemente a él, sin que esto quiere siempre significar que el
amor es siempre adúltero.” 4. “El objetivo del amante va encaminando a lograr el trato sexual, dentro
o fuera del matrimonio.” 5. “El amor cortés es un amor frustrado, sea por la imposibilidad de la
consumación […], sea porque el desastre sigue inmediatamente a la consumación.” 6. “El amor cortés
es trágico y no cómico, a causa de ese sino fatal y también de las teorías médicas en boga, aunque,
huelga decirlo, abunde el tratamiento cómico de asuntos sexuales en la literatura medieval española.”
7. “Transposición al amor sexual de las emociones y de la imaginería religiosa.” 8. “El amante
reconoce, muy sinceramente, su inferioridad con respecto a la dama, al margen de que sea
objetivamente inferior. La pasión del amante puede ser correspondida por su dama: la belle dame sans
merci se da, en efecto, en la literatura medieval, pero con relativa escasez.” 9. “Los amantes, tratan,
por lo general de encubrir el secreto de su amor”.” Carrillo (2003: 242) añade las siguientes
definiciones: “10. No hay amor cortés sin amor „hereos‟, ya que en el amor cortés correspondido casi
siempre hay un impedimento de índole social o de autoridad paterna, que naturalmente sólo se
solventa cuando muere el galán o la dama, o cuando se casan, ya que la marginalidad del amor cortés
es, en definitiva, lo que sustenta la enfermedad. Cuando el amor cortés no es correspondido o viable,
el „amor hereos‟ aboca al amante siempre a la muerte, como bien advierten los tratados de medicina
medievales […] 11. La expresión amorosa, que siempre aparece en la fase inicial del pretendiente
amoroso, se da siempre en motivos platónicos. Con gran relevancia se hace uso de la paradoja
amorosa y del binomio vida y muerte. 12. El matrimoniofunciona de luz roja ante el amor cortés,
puesto que el amor matrimonial no tiene historia en la literatura de la época. Cuando el amor cortés
conduce al matrimonio, como es el caso en las comedias de Torres Naharro […], la historia de amor
termina. En el „ménage à trois‟ con que la literatura ha homenajeado al pobre de Macías el enamorado,
huelga decir que la historia relatada siempre versa sobre los avetares que provoca Macías con la dama
casada de turno.” Todas estas determinaciones del amor cortés muestran claramente que en el amor
de don Quijote por Dulcinea del Toboso no se puede hablar de amor cortés, ni siquiera de una
imitación del amor cortés.

51
Avalle-Arce (2002) también habla del „servir a la dama‟ de los enamorados, en que existiría
una armonía de caracteres entre don Quijote y los enamorados del amor cortés. En el servir en
las novelas de caballería y dentro del Quijote, sí se trata de un servicio honrado a la dama,
pero en el amor cortés el servir tiene un gustillo amargo, porque el enamorado finge la gran
mayoría de su servicio, para alcanzar su objetivo principal. Rodríguez-Luis (1966: 415) define
muy bien la función de Dulcinea:

“Dulcinea no tiene en modo alguno la función casi divina de centro


universal de amor que en El Cortesano se asigna a la mujer. En su
locura es cierto que Don Quijote insiste en verla con ese carácter –y
de ese modo la invoca antes de entrar en batalla, lo que el estudiante
amigo de Grisóstomo a su vez defiende como práctica natural a los
caballeros andantes (I, 13)-, pero lo cierto es que si en los verdaderos
Amadises tienen a las Orianas lo esencial de esa función platónica
que El Cortesano va a fijar exaltándola más aún, en Don Quijote,
imitador de aquellos caballeros andantes, es la aventura y el desfacer
entuertos el elemento básico, y la dama nada más que un aditamento
natural.”

Para acabar con el tema del amor cortés es necesario darse cuenta de que don Quijote no imita
el amor cortés, sino el amor caballeresco, y en el último la protección de los valores de la
doncella ocupan un lugar central, al lado de la defensa de su honra. Carrillo (2003: 166)
comprueba lo mismo con respecto al amor cortés en el caso de don Quijote: “La primera
historia de amor en Cervantes es naturalmente la del Quijote y Dulcinea, que a mi modo de
ver, no tiene nada de amor cortés, sino todo lo contrario. Don Quijote la „finge‟ como a los
personajes bucólicos, pero crea a su vez un personaje „real‟ con el que mantiene una relación
„ideal‟, es decir, no cortés.” Otro aspecto importante para debilitar el amor cortés en el caso de
don Quijote es que el caballero “[…] no está enfermo de amor, sino de leer libros de
caballerías, motivo por el que necesita inventar a Dulcinea.”(Carrillo, 2003: 167)
Finalmente se puede concluir que en el amor caballeresco trata de un amor respetuoso por la
doncella admirada, y ni siquiera pensaría un caballeresco andante en dejar a la dama de sus
altos pensamientos deshonrada por su culpa, al contrario, haría todo lo que pudiese para
evitarla daño alguno.

3.2 Amor Quijotesco: ¿amor cortés, amor caballeresco, amor ideal renacentista o
amor de oídas?

52
Con un estudio como este es importante no perder de vista la „base‟ que tiene el amor o la
idealización de don Quijote, que son, efectivamente, las novelas de caballerías: […] yo soy
enamorado, no más de porque es forzoso que los caballeros andantes lo sean; y siéndolo, no
soy de los enamorados viciosos, sino de los platónicos continentes.” (DQ II, xxxii) Don
Quijote encontró en ellas los buenos modales con que se debería dirigir la palabra a la señora
de los altos pensamientos, para convertirlos después en un amor idealizado y paródico por
Dulcinea, que es completamente fuera de proporción comparado con los modales de los
caballeros andantes que figuran en las novelas clásicas. Don Quijote quiere “[…] impeler su
vida “a todo aquello que puede hacer perfecto y famoso a un caballero andante” [DQ I, xxv],
o sea convertirla en una obra de arte, y don Quijote explica con celo y detalle a su escudero la
doctrina renacentista de la imitación de los modelos. Nos hallamos ante una versión muy
personal de la mimesis aristotélica, pues en su discurso nuestro caballero mezcla de continuo
la estética y la vida.” (Avalle-Arce, 1976) Don Quijote saca todo lo que sabe de doncellas de
su memoria literaria, y lo convierte en Dulcinea: “[…] y, finalmente, él la pintó en su
imaginación de la misma traza y modo que lo había leído en sus libros de la otra princesa
[…] (DQ I, xvi)
Lo más importante con respecto al amor quijotesco es la memoria literaria, que posibilitó a
don Quijote crear una mezcla entre todos los diferentes tipos de enamorados de que había
leído, con el fin de construir la mujer más perfecta; Dulcinea: “La imaginativa del héroe
opera siempre a partir de la memoria que es continuo pasto de sus invenciones. Memoria e
imaginación trabajan conjuntamente a la hora de recrear las lecturas.” (Egido, 1994: 100) El
caballero tiene que vencer muchos obstáculos para poder seguir amando su dama, porque
sólo existe en su mente, y los otros personajes intentan hacerle inseguro sobre su dama
caballeresca:

“[…] el protagonista [Amadís] ve en Oriana el cúmulo de las


perfecciones posibles. Don Quijote no puede por menos que hacer lo
mismo con Dulcinea, en un interesantísimo pasaje que comienza con
dudas que expresa la duquesa acerca de la existencia real de la
amada del hidalgo manchego: “[Dulcinea] es dama fantástica, que
vuesa merced la engendró y parió en su entendimiento, y la pintó
con todas aquellas gracias y perfecciones que quiso.”” (Avalle-Arce,
2002: VII)

Luego volveré al episodio con la duquesa, que le hace casi imposible a don Quijote amar a
Dulcinea con su integorratorio cruzado. Es el episodio en que surge la mayor duda sobre la
existencia de Dulcinea para don Quijote, aunque no lo querrá admitir. Pero hay muchas
dudas en las palabras del caballero mismo: “[…] the only illocutionary verbs recorded as

53
direct affirmatives, fingir, imaginar, pintar, point to the unreal nature of Dulcinea, to her
existence only in the imaginary world of Don Quixote‟s mind.” (Stern, 1984: 66)

“No bien Dulcinea del Toboso es creada en la imaginación de don


Quijote, cuando a éste «le pareció bien darle título de señora de sus
pensamientos» (I, I). En el primer lance de armas que tiene don
Quijote de la Mancha, con el arriero en la venta donde será armado
caballero, invoca nuestro héroe: «Acorredme, señora mía, en esta
primera afrenta que a este vuestro avasallado pecho se le ofrece; no
me desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo» (I, III).”
(Avalle-Arce 2002: VII)

El amor de don Quijote por Dulcinea no se formó solamente de las novelas de caballerías,
sino también de otros géneros de literatura, como se ha visto en los capítulos anteriores. La
dama idealizada de los poetas renacentistas es una de las fuentes más usadas por el
caballero. En la manera de hablar sobre Dulcinea e idealizarla se puede hallar la idea
renacentista de hermosura, como la tenían Petrarca y Dante. Hay más críticos que
comprueban esta posibilidad41, entre los cuales Auerbach (1946: 344) lo define con mucha
claridad: “The reader should recall what traditional concepts were contained in the Dulcinea
motif and how they are echoed in Sancho‟s and Don Quijote‟s grotesquely and sublime
words. La señora de sus pensamientos, extremo del valor que puede desearse, término de la humana
gentileza, and so forth –alive in all this are Plato‟s idea of beauty, courtly love, the donna
gentile of the dolce stil nuovo, Beatrice, la gloriosa donna della mia mente.”
Don Quijote menciona a Petrarca varias veces, y con la frase “[…] pues en ella se vienen a
hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a
sus damas […]”(DQ I, xiii) Aquí habla de los poetas renacentistas, que tenían una gran
admiración por sus damas, aunque en el caso de don Quijote la idealización y la admiración
sólo sirven para aumentar la ironía del amor quijotesco, porque para él es algo real. La
contradicción con todo lo bello que atribuye a la figura de Dulcinea y la fea Dulcinea
encantada, provoca gran hilaridad entre los lectores y oyentes. En el sentido de no poder
lograr comunicar o obtener a la dama de los altos pensamientos, don Quijote tiene algunos
puntos de coincidencia con el Dante joven de La vita nova y el Petrarca enamorado de Laura.
Este tipo de amor es algo completamente distinto que el amor cortés, en que, como expliqué
arriba, el amor debe ser consumado o el hombre por lo menos intenta consumarlo. Esto no es
el caso de Dante, ni de Petrarca, ni tampoco de don Quijote. La forma de hablar y
comunicarse con la dama (Dante y tampoco Petrarca hablan con sus damas; viven su amor

41Véase Colombí-Monguió (1983). Auerbach (1946) también constata una cierta influencia de los
renacentistas italianos y los clásicos en el lenguaje de don Quijote.

54
en silencio y sólo lo confían al papel) sí se puede comparar, porque se trata de un semejante
amor, el de la admiración e idealización de la dama, y éste es ridiculizado por Cervantes. Los
enamorados de este tipo son más bien dedicados a las musas que eligieron, y no importa por
qué, como don Quijote mismo dice: “[…] Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo; o si es
fantástica o no es fantástica; y estas no son cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el
cabo.” (DQ II, xxxii) Después del encantamiento don Quijote está cada vez más miedoso por
la posibilidad de que salga la verdad: que todos sabrán que su hermosa doncella solamente
es un producto caballeresco de su memoria literaria: “[…] puesto que se trata del mito
poético de la mujer ideal, forjado por la imaginación de don Quijote […]” (Sánchez, 1988: 21)
Toda la idealización de Dulcinea es burla, como también opina Carrillo (2003: 170). Es una
burla de mujeres inalcanzables como la Laura de Petrarca y Beatrice de Dante, es decir, de la
musa renacentista, mezclado con una forma burlesca de actuar como caballero andante
enamorado. Y como ya señalé antes, el caballero andante debía estar enamorado de alguna
doncella:

“La parte que más me interesa destacar, con fines ulteriores, es esta
parte de los estatutos: «Mandaba la regla que ningún caballero de la
Vanda estuviese en Corte sin servir alguna dama, no para la
deshonrar, sino para la festejar, o con ella se casar, y cuando ella
saliese fuera la acompañase, como ella quisiese, a pie o a caballo,
llevando quitada la caperuza y faciendo su mesura con la rodilla».”
(Avalle-Arce, 2002: VII)42

Aquí se ve explicado aún mejor que de ninguna manera el caballero andante pudiera
deshonrar a la doncella, y que debía de servir a alguna doncella. Don Quijote mismo admite
que esto es justamente la misma razón por su enamoramiento: “Yo soy enamorado, no más
de porque es forzoso que los caballeros andantes lo sean.” (DQ II, xxxii) Entonces se puede
comprobar que su amor para Dulcinea en su gran mayoría se inventó de los libros de
caballerías, porque don Quijote necesita a Dulcinea para llamarse caballero andante y por eso
no la puede quitar de su mente nunca: “Todo lo que fue, es o será don Quijote se funde en la
imagen de Dulcinea del Toboso como él mismo declara: “todo redunda en aumento de su
gloria y fama, pues cuanto yo he alcanzado, alcanzo y alcanzaré por las armas en esta vida,

42Don Quijote como forma de vida, capítulo VII: véase la página www.cervantesvirtual.com. “La historia
de Castilla nos dice que allá por el año de 1330, el rey Alfonso XI, el triunfador del Salado y el que
ganó a Tarifa, fundó la Orden de la Banda. Se conservan casi todos los artículos de la constitución de
la Orden, que empiezan así: «Aquí se comienza el Libre de la Vanda que fizo el Rey don Alfonso de
Castilla.» Y prosigue más abajo, en el mismo artículo: «[…] Como quier que la lealtat se entiende
guardar en muchas maneras, pero las principales son dos. La primera es guardar lealtat a su Señor. La
segunda, amar verdaderamente a quien oviere de amar, especialmente aquella en quien pusiere su
corazón.»” (Avalle-Arce, 2002: VII)

55
todo me viene del favor que ella me da y de ser yo suyo.” (Gabriele & Kenreich, 1996: 419) Lo
mismo concluye Williamson (1991: 139): “La fe de don Quijote en el éxito ineludible de la
acción caballeresca es absoluta, y su adhesión a las formas y métodos del romance
caballeresco se mantendrá inquebrantable a lo largo de toda la novela.”
Con el enamoramiento de don Quijote surge otro tema de los poetas clásicos: lo de
enamorarse de oídas. No es que don Quijote se hubiese enamorado de oídas, como él mismo
hace suponer en II, ix: “Tú me harás desesperar, Sancho […] Ven acá, hereje: ¿no te he dicho
mil veces que en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé
los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene
de hermosa y discreta?” (DQ II, ix) No creo que se pueda tomar en serio las palabras de don
Quijote aquí, simplemente porque antes había dicho que “[…] no la he visto quatro veces
[…]” (DQ I, xxv) y también cuando se toma en cuenta cuántas novelas de caballerías había
leído antes de llamar Dulcinea la señora de los altos pensamientos. No es que su idealización
para Dulcinea le viniera de oídas, sino que simplemente necesitaba una doncella, visto que
todos los caballeros andantes tienen una doncella para llamar la señora de los altos
pensamientos. Entonces el amor le vino de leídas, junto con el deseo de hacerse caballero
andante, y es por ello que Dulcinea ocupa un lugar tan importante dentro de la obra. En todo
esto la memoria de don Quijote juega un papel muy importante: “La memoria andante de
don Quijote es tan poderosa que las imágenes que percibe y los lugares por los que transita
pasan a identificarse inmediatamente en ella con los lugares e imágenes que guardaba en su
mente.” (Egido, 1994: 101-102) De este modo Dulcinea es percibida como memoria literaria
que se hace realidad en la mente de don Quijote.43 El conocimiento de don Quijote de las
novelas de caballerías es tan profundo, que puede anticipar los hábitos de las damas de
caballeros (como por ejemplo en el capítulo x de la segunda parte, cuando enumera todas las
posibles reacciones de Dulcinea). Y es también dentro de su memoria que uno tiene que
buscar la locura, que le vino después de haber leído tantas novelas de caballerías: “En
cualquier caso, la locura de don Quijote no es una metáfora de ninguna cosa en concreto, es

43 Para más información sobre cómo funciona la memoria en don Quijote (no solamente la memoria
literaria, sino también sobre las funciones de la memoria en general, véase el estudio de Aurora Egido
(1994). En este estudio se explica la memoria quijotesca de una manera muy interesante: da
explicaciones citando a Aristoteles y los cuatro humores humanos, de los cuales don Quijote tendría el
carácter colérico/melancólico. Sobre la memoria misma y la de don Quijote dice: “Parte de la memoria
para ser memoria y es un archivo permanente de historias susceptibles de ser contadas […] o tomadas
como ejemplo para la ocasión. La ignorancia de Sancho, en el polo opuesto, servirá de contraste
permanente a tal exhibición. Además don Quijote es consciente de los límites de la memoria humana,
de su carácter efímero: “Con todo eso, te hago saber, hermano Panza,” replicó don Quijote, “que no
hay memoria a quien el tiempo no acabe, ni dolor que muerte no le consuma.”” (107)

56
totalmente sui generis, inexplicable y absurda.” (Williamson, 1991: 136) algo que Auerbach
(1946: 348) también comprueba: “Confronted with the question of the causes of don Quijote‟s
madness, he [Cervantes] has only one answer: Don Quijote read to many romances of
chivalry and they deranged his mind.” Don Quijote, sobre todo en la primera parte, se cree el
más alto y noble caballero andante que existe (como hicieron todos en los libros de
caballerías, con la diferencia que no lo decían de si mismo, sino que otro personaje o el autor
lo harían):

“For comic effect, Cervantes widens the distance between romantic


elevation and its context by injecting a permanent streak of
arrogance into his hero‟s personality. Don Quixote‟s references to
Dulcinea often reverse the proper attitude of courtly lover to courtly
dama, and imply of assert that Dulcinea is privileged to have Don
Quixote as her lover rather than vice versa.” (Close, 1973: 242)

Esta actitud arrogante de creerse el más famoso caballero andante en el mundo está muy
presente sobre todo en la primera parte: “Yo sé quién soy […] y sé que puedo ser no sólo los
que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a
todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías.”
(DQ I, v) y en otro lugar: “[…] que soy de carnes blandas y no nada impenetrables […]” (DQ
II, xxxii) Su imparable búsqueda de fama continuará por casi toda la obra. Será sólo después
del encantamiento de Dulcinea que don Quijote dejará esta actitud, haciéndose más real y
menos literario: “Don Quijote cada vez se va alejando más en la Segunda parte del pretérito
literario para adaptarse a lo inmediato. Ese alejamiento al final se convierte en una renuncia
del futuro y de la aventura posible, lo que le conducirá inevitablemente a la inacción y a la
muerte.” (Egido, 1991: 39)44
Al final de la obra cervantina don Quijote perderá cada vez más la fe amorosa que tenía
antes. Este proceso se apoderá más y más de él desde el momento del encantamiento de
Dulcinea, hasta el punto en que su fe y amor sólo le parecen un estorbo: “[…] yo hasta ahora
no sé lo que conquisto a fuerza de mis trabajos; pero si mi Dulcinea del Toboso saliese de los
que padece, mejorándose mi ventura y adobándoseme el juicio, podría ser que encaminase
mis pasos por mejor camino del que llevo.” (DQ II, lviii). Queda claro que don Quijote aquí
habla de los problemas que encuentra por culpa de su doncella, lo que es, efectivamente,

44Aurora Egido. (1991). En este artículo Egido explica de manera muy profunda cómo funciona la
memoria de don Quijote y la función la dio Cervantes. También da mucha atención a los humores del
caballero, y a la memoria de los otros personajes. No acerca mucho al aspecto textual, porque Egido
solamente da algunas citas para enfatizar sus argumentos, de manera que su estudio es más bien una
vista general del tema de la memoria dentro del Quijote, como ya sugiere el título.

57
todo de modo caballeresco. Lo irónico aquí es, que se queja sobre una situación que él mismo
ha creado, y de que no puede quitarse. En este cambio de personalidad se puede ver el
crecimiento de don Quijote como personaje, especialmente cuando se toma en cuenta cómo
la vio antes, en la primera parte:

“[…] él considera a Dulcinea no como un símbolo de un ideal


abstracto, sino como una entidad histórica y concreta. La obvia
contradicción entre la campesina Aldonza y la regia Dulcinea –
quienes se suponen que son reales en sentido material- debe surgir
lógicamente de un conflicto entre dos versiones de la existencia
histórica, una de las cuales es errónea y la otra verdadera. La versión
errónea […] pertenece a Aldonza Lorenzo, […], la versión correcta es
la que se da en los libros de caballerías y aquí es donde Dulcinea es
reivindicada.” (Williamson, 1991: 181)

Don Quijote es un hombre que sufre de una locura para la caballería y para Dulcinea y no
hace falta decir que Cervantes no pudo borrar este aspecto cómico de don Quijote, por causa
de las situaciones irónicas que proceden de esta locura monógama. De este modo se puede
concluir que su amor por dulcinea es fundamental para la sobre-vivencia de la idea de que es
un caballero andante.

3.3 La cueva de Montesinos45

La cueva de Montesinos es sin duda uno de los episodios más importantes de toda la obra.
Es la segunda vez que don Quijote se queda a solas (como ocurrió cuando hizo su penitencia)
con el mundo caballeresco que ha creado. El papel que juega Dulcinea dentro del relato de la
cueva es muy importante, como también la función de Belerma. La memoria ocupa un lugar
clave, “[…] porque la memoria de don Quijote va a ser en este punto asombrosa en cuanto a

45 Existían muchos episodios de cuevas en los libros de caballerías y la crítica defiere mucho con
respecto a la obra que Cervantes habría tomado como base para el episodio. Según Eisenberg (2003: 5)
en Romances of chivalry in the Spanish Golden Age “[…] the similarities between the Cave of Montesinos
adventure in Don Quijote and the Cave of Artidón adventure in the Espejo de príncipes are so striking
that they suggest that the Espejo de príncipes is, if not the only, at least the primary source for this
important adventure […] Both Rosicler, who carries out this adventure in the Espejo de príncipes, and
Don Quijote are concerned about their ladies, which Montalvo is not. Don Quijote “sees” her, a fact of
great importance to him; Rosicler learns about her. In both the caves of Artidón and of Montesinos, we
meet a dead lover, with his heart in the one case exposed, in the other removed; they both talk when
there is need, but sparingly. In both cases the desired lady is enchanted there as well.” Según Martín
de Riquer (2003: 727) el episodio tiene más correspondencia con Las sergas de Esplandián: “[…]
inspirada en un episodio similar de Las sergas de Eplandián (cfr. María Rosa Lida de Malkiel, “Romance
Philology”, IX, 1955, páginas 156-162).

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medidas y detalles de la cueva que prueban, en principio, la veracidad supuesto de lo que
cuenta. Además toda la cueva se fragua con la técnica de los loci e imagines mnotécnicas en la
descripción, pero además configuró el sueño con un doble bagaje.” (Egido, 1994: 123) Para
empezar es importante reconocer las correspondencias entre la penitencia y la cueva de
Montesinos:

“La imaginativa del lector debe quedar alertada por la muy


significativa correspondencia que existe entre el episodio de la
Cueva de Montesinos y el episodio de la Sierra Morena. Téngase
muy en cuenta que éstas son las dos únicas ocasiones en la obra en
que don Quijote se queda totalmente a solas. (No cuenta, desde
luego, la primera salida, porque antedata a la creación de Sancho.)”
(Avalle-Arce, 2002: IV)

No solamente queda a solas don Quijote en este episodio, sino también es el episodio en que
realmente ve y escucha todo lo que había leído, o sea, lo que tiene guardado dentro de su
memoria literaria. Esta memoria, como Egido (1991: 12) también reconoce, viene a tocar la
imaginación del caballero en tal manera, que “Don Quijote […] imagina no sólo de lo que ve,
sino de lo que oye, toca, come y bebe: castillo, música, truchas, pan, damas y alcaide. Con
ello se prueba la fusión aristotélica entre el alma y el cuerpo y el sometimiento de los
sentidos a una vida superior intelectiva y libre.” aunque según la misma crítica la
imaginación supera la función de la memoria: “El valor de la imaginación es evidentemente
superior al de la memoria, aunque ésta es la estofa con la que aquélla trabaja.” (Egido,1991:
20) Pero queda claro que don Quijote necesita a ambos para poder crearse un mundo
caballeresco, soñado o vivido en realidad.
Las primeras mujeres que aparecen ante don Quijote dentro de la cueva son unas sirvientes
y Durandarte y Belerma, y la última “[…] me había parecido algo fea, o no tan hermosa
como tenía la fama, era la causa las malas noches y peores días que en aquel encantamento
pasaba, como lo podía ver en sus grandes ojeras y en su color quebradiza.” (DQ II, xxiii) El
hecho de que don Quijote vea Belerma no tan hermosa por culpa del encantamento tiene que
ver directamente con el encantamiento de su propia dama del alma, Dulcinea. Desde su
encantamiento no se posibilita al caballero ver la belleza de otras damas caballerescas:

“Su turbante era mayor dos veces que el mayor de alguna de las
otras; era cejijunta, y la nariz algo chata; la boca grande, pero
colorados los labios; los dientes, que tal vez los descubría, mostraban
ser ralos y no bien puestos, aunque eran blancos como unas peladas
almendras; traía en las manos un lienzo delgado, y entre él, a lo que
pude divisar, un corazón de carne momia, según venía seco y
amojamado.” (DQ II, xxiii)

59
Aquí describe a una de las sirvientas de Durandarte y Belerma, que según la tradición
caballeresca, debería ser bella y hermosa. El mundo encantado de la cueva le muestra don
Quijote una fea realidad, en la cual no hay escapatoria dentro de sus sueños caballerescos. La
descripción de la doncella ya lo hace claro: ella es tan fea como una aldeana cualquiera, o sea
la Dulcinea encantada, con quien el caballero relaciona casi todas. Si no fuera por el
encantamiento de Dulcinea, será por la cueva de Montesinos que se van disminuyendo los
sueños caballerescos del caballero, y que el lector se le encuentra cada vez más desilusionado
y melancólico que nunca.
Cuando Montesinos le perdona Belerma su fealdad: “[…] trae a la memoria la desgracia de
su mal logrado amante; que si esto no fuera, apenas la igualara en hermosura, donaire y brío
la gran Dulcinea del Toboso, tan celebrada en todos estos contornos, y aun en todo el
mundo.” (DQ II, xxiii). La compara con Dulcinea, que es muy lógico aquí, porque don
Quijote mismo ha creado este mundo que ve en la cueva, y ha transformado las mujeres en
feas damas encantadas. El héroe sin embrago no aprueba la comparación con la sin par
Dulcinea: “[…] no hay para qué comparar a nadie con nadie. La sin par Dulcinea del Toboso
es quien es, y la señora doña Belerma es quien es y quien ha sido, y quédese aquí.”(Ibidem).
¿Dónde quedaría entonces la señora Dulcinea, si no en la cueva? Es significativo que
Dulcinea aparezca justamente poco tiempo después de la comparación, porque de esto se
puede abstraer que se trata aquí de un sueño: la asociación se hace real dentro de algunos
instantes; desde el momento de hablar de Dulcinea, aparecerá. El hecho que Montesinos le
muestra “[…] tres labradoras que por aquellos amenísimos campos iban saltando y
brincando como cabras […]” (Ibidem) es el último aguijón que necesita para evocar a
Dulcinea dentro del sueño: “[…] y apenas las hube visto, cuando conocí ser la una la sin par
Dulcinea del Toboso, y las otras dos aquellas mismas labradoras que venían con ella […]”
(DQ II, xxiii) Sancho sabe que él mismo ha encantado a Dulcinea, entonces su amo le parece
aún más loco cuando le cuento del encuentro con Dulcinea dentro de la cueva. La apariencia
de Dulcinea es completamente igual a la labradora, o sea, la Dulcinea encantada. La memoria
de don Quijote ha borrado la visión que había formado de Dulcinea anterior a su
encantamiento por completo, reemplazándola con la labradora: “Conocíla […] en que trae los
mesmos vestidos que traía cuando tú [Sancho] me la mostraste.” (DQ II, xxiii) lo que
confirma Avalle-Arce (2002: IV): “[…] el hecho de que Dulcinea aparezca encantada es un
nuevo ejemplo de la memoria espoleando al subconsciente. Porque la última vez que don
Quijote había visto a Dulcinea, en el capítulo décimo de la segunda parte, ella estaba
encantada […]” (Avalle-Arce, 2002: IV)

60
Don Quijote agarra la oportunidad de hablar con la dama de sus altos pensamientos:
“Habléla, pero no me respondió palabra, antes me volvió las espaldas y se fue huyendo con
tanta priesa, que no la alcanzara una jara. Quise seguirla, y lo hiciera si no me aconsejara
Montesinos que no me cansase en ello, porque sería en balde, y más porque se llegaba la
hora donde me convenía volver a salir de la sima.” (DQ II, xxiii) La última vez que vio a
Dulcinea el encuentro terminó igual: Dulcinea saltó encima de su borrica y se huyó del
caballero enamorado y su escudero, lo cual explica el deseo de seguirla ahora, porque no lo
hizo antes. Entonces se puede comprobar que la memoria de lo vivido, y no la memoria
literaria, está consumando don Quijote poco a poco, razón de que sus ganas de hacer
caballerías y el ánimo para nuevas aventuras declinarán más y más. También Avalle-Arce
(2002: IV) reconoce la importancia entre sueño, realidad, memoria y subconsciente con
respecto a Dulcinea:

“La idea du un amor puro, eterno, inquebrantable penetra hasta el


hondón del subconsciente de don Quijote, ya que tales sentimientos
están siempre asociados por él con su amor por Dulcinea. Y así
aparece en escena Dulcinea. Y con esto el sueño y la aventura llegan
a su fin, pero no sin haber descrito antes un circuito completo y
perfecto, de la mente de don Quijote al pasado legendario de los
romances carolingios, y de ese pasado de vuelta a las más íntimas
entretelas del pensamiento de don Quijote, donde su amor ha creado
un altar para Dulcinea. A todo lo largo de esta serie de asociaciones
ha ocurrido una interpretación de lo más original y fértil entre
realidad y sueño, entre memoria y subconsciente.”

Sin embargo el momento más decisivo de todo el episodio con respecto a Dulcinea ocurre
cuando una de las compañeras de Dulcinea viene a pedir dinero a don Quijote:

“[…] se llegó a mí por un lado, sin que yo la viese venir, una de las
dos compañeras de la sin ventura Dulcinea, y llenos los ojos de
lágrimas, con turbada y baja voz, me dijo: «Mi señora Dulcinea del
Toboso besa a vuestra merced las manos y suplica a vuestra merced
se la haga de hacerla saber cómo está, y que, por estar en una gran
necesidad, asimismo suplica a vuestra merced cuan encarecidamente
puede sea servido de prestarle sobre este faldellín que aquí traigo de
cotonia nuevo media docena de reales, o los que vuestra merced
tuviere, que ella da su palabra de volvérselos con mucha
brevedad».” (DQ II, xxiii)

El momento en que ella le pide dinero es uno en donde don Quijote queda más
desilusionado que nunca. En primer lugar porque no es del todo „normal‟ y tampoco un
„costumbre‟ en las novelas de caballerías de hablar ni siquiera mencionar la existencia de
dinero, que normalmente no tiene importancia ninguna. El hecho de que su propia dama le
pida unas monedas, cumple su visión anterior del encantamiento y lo perfecciona de cierto

61
modo. Las monedas serían el único método para averiguar si el episodio de la Cueva era real
o un sueño (aunque muchos acuerdan en la explicación de que es un sueño, yo incluso):
Sancho simplemente puede contarle las monedas de su amo para ver si las dio a Dulcinea de
verdad, pero cuando el caballero sale de la cueva, los cuatro reales que le dio no se vuelven a
mencionar, de manera que Cervantes deja el lector con la duda para siempre.
La desilusión de don Quijote y la certeza total del encantamiento de Dulcinea, son de mayor
importancia: “[…] esta demanda tiene que haber sido peor que un mazazo, porque indica
con claridad meridiana que la sin par Dulcinea es venal. El ideal del hombre tiene un precio.
Y horripila su baratura. […]” (Avalle-Arce, 2002: IV) porque después de esto don Quijote
será otro hombre, y es la segunda vez que su personaje experimenta un cambio grave: “Esos
cuatro reales, que son todo lo que tiene para dar a Dulcinea, medida escasa de la primera y
única demanda del ideal, esa pobreza material es el reflejo directo de su pobreza espiritual.
La bancarrota es completa.”(Avalle-Arce, 2002: IV) lo mismo comprueba Márquez (1990: 50):
“Con este último suceso don Quijote es llevado hasta el colmo de la frustración y confusión
porque además de haber puesto a Dulcinea en una situación increíble y ridícula, se subraya
la farsa al hacer que don Quijote no tenga en el bolsillo la miserable cantidad que se le pide.”
Otra vez este cambio está provocado (no solamente, pero por gran parte sí) con la apariencia
figura de Dulcinea encantada, y es ella que está quitando las ganas de don Quijote de hacer
más caballerías, aunque Sancho fue el que encantó a Dulcinea, dejando su amo desilusionado
por primera vez:

“[…] a don Quijote no se le humilla [el episodio en la cueva] Por


ejemplo, su encuentro con Dulcinea encantada, a pesar de la
banalidad decepcionante de la petición de seis «reales» que le hace
su doncella, conserva cierto elemento moderado patetismo, dado
que el lector percibe la conmovedora naïveté de don Quijote al
haberse creído sin reservas la cruel mentira de Sancho.” (Williamson,
1991: 229)

El personaje de Dulcinea, como ya he dicho antes, casi no tiene contenido porque para los
otros personajes ella es una apariencia, un fantasma o una idea sin valor, mientras que
dentro de la mente de don Quijote ella ocupa un lugar clave y esencial. Es sólo aquí que su
personaje crece o disminuye, provocado por hechos en el pasado, guardados por la memoria
de don Quijote. El desencantamiento de Dulcinea ocupará un lugar aún más importante en la
mente del caballero: “[…] le haré yo de no sosegar y de andar las siete partidas del mundo,
con más puntualidad que las anduvo el infante don Pedro de Portugal, hasta desencantarla.”
(DQ II, xxiii) Y la doncella de Dulcinea le hace recordar que no es voluntad desencantar a

62
Dulcinea, sino un deber: “Todo eso y más debe vuestra merced a mi señora […]” (Ibidem)
Con todo esto se puede concluir que la cueva de Montesinos es el momento clave dentro del
Quijote, porque cambia su visión al mundo caballeresco, trasformándola en algo feo y
encantado, quitándose las ganas de hacer caballerías, y quedando con una sola
preocupación: desencantar a Dulcinea.
El episodio también completará la aceración entre amo y escudero, aunque existen dos
cuentos distintos de la historia, con dos tiempos diferentes, hecho literario excepcional en el
tiempo de Cervantes:

“Don Quijote y Sancho Panza se han topado en la crucijada del


tiempo cronológico y del tiempo psicológico. […] Sancho está
hablando de tiempo, que es una convención arbitraria, que, en
sentido radical, cae por fuera de nuestra experiencia, mientras que
don Quijote está hablando de duración, que es lo que nuestro
subconsciente almacena para medir y categorizar nuestras
experiencias.” (Avalle-Arce, 2002: IV)

En principio Sancho no cree nada de lo que cuenta su amo, pero cuando él mismo tiene la
experiencia de una aventura imposible, y don Quijote no lo sintió así, su amo le dice:
“Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me
creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos. Y no os digo más.” (DQ II, xli) Entonces de
este comentario se puede sacar la importancia que da don Quijote al hecho de que su
escudero le creyese. La cueva le mostró que no puede seguir viviendo como si fuera
caballero andante o como si estuviera participando en una novela de caballerías, pero que la
vida es algo más que convertir las memorias literarias que en realidad: “Lo que don Quijote
ha soñado en el fondo de la cueva es, ni más ni menos, que el sentido de la vida.” (Avalle-
Arce, 2002: IV)

3.4 Las escenas de menor importancia

No es justo decir o pretender que el Quijote contiene escenas de „menor importancia‟, porque
cada frase de la obra cervantina tiene importancia. Pero en este párrafo caben los episodios
que no son fundamentales para el cambio de pensamiento o de personaje de don Quijote, o
sea, los que no cambian radicalmente la memoria del caballero. La Segunda parte contiene
muchos episodios en los que se habla o menciona la memoria, a veces de los lectores (de
quienes se supone que han leído la Primera parte) y otras veces de los personajes, que ya han

63
vivido toda la historia de la Primera parte: “En la Segunda parte, Cervantes obrará milagros
respecto a la Primera, porque “la memoria de las cosas pasadas” en aquélla no sólo actuará
en la mente de don Quijote, sino en la de cuantos le rodean […]. Sin olvidar, desde luego, la
memoria de los lectores.” (Egido, 1991: 28) El episodio de los duques se podría llamar la
perfección de la memoria de la Primera parte (porque lo han leído) y de la memoria
caballeresca, porque los duques tratan de guardar las reglas de la caballería con todo lo que
hacen para don Quijote y Sancho Panza46.
La fea realidad que don Quijote ha visto en la cueva de Montesinos, lo único que quiere el
desilusionado caballero es que alguien le devuelva su realidad caballeresca, con la cual
puede borrar las malas visiones de su memoria. No sorprende entonces que alabe la belleza
de la primera mujer bella que ve, la duquesa: “[…] siempre estaré al servicio vuestro y al de
mi señora la duquesa, digna consorte vuestra, y digna señora de la hermosura, y universal
princesa de la cortesía.” (DQ II, xxx) El primero para juzgar las palabras de don Quijote es el
duque, que con razón le señala a su obligación de adorar a Dulcinea: “¡Pasito, mi señor don
Quijote de la Mancha! […] que adonde está mi señora doña Dulcinea del Toboso no es razón
que alaben otras fermosuras.” (Ibidem) El lector nota instantemente lo „caballeresco‟ de sus
palabras, como por ejemplo fermosuras y la exageración de doña junto a señora. Los duques
saben la materia que imita don Quijote de corazón, por esto son tan adecuados en hacer
burla de ella. Lo que don Quijote responde es muy notable, especialmente cuando uno
estudia el fin de su amor por dulcinea:

“No se puede negar, sino afirmar, que es muy hermosa mi señora


Dulcinea del Toboso, pero donde menos se piensa se levanta la
liebre; que yo he oído decir que esto que llaman naturaleza es como
un alcaller que hace vasos de barro, y el que hace un vaso hermoso
también puede hacer dos y tres y ciento: dígolo porque mi señora la
duquesa a fee que no va en zaga a mi ama la señora Dulcinea del
Toboso.” (DQ II, xxx)

La liebre de que está hablando don Quijote, aunque se trata de un refrán47 aquí, lo último que
verá don Quijote antes de enfermarse y morirse con respecto a Dulcinea es justamente una
liebre:

46 Egido (1991: 38) afirma que: “[…] el momento culminante en el que a través de un sutil tabique, don
Quijote oye “otro capítulo de la Segunda parte” […], porque ahí también serán reconocidos […] e
inmediatamente situados en la memoria de lo auténtico que no debe confundirse con las falsas
imitaciones y la palidez del apócrifo. De este momento dependerá además, como se sabe, el cambio de
itinerario que ya se había ido gestando, y el afán de don Quijote por restaurar la verdadera memoria
de sus hechos, anulando la falsedad de Avellaneda, irá in crescendo.”
47 “„siempre puede suceder lo inesperado‟; es refrán (II, 10, 701, n. 9).” (Apud Rico, 2003)

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“Queríale responder Sancho, cuando se lo estorbó ver que por
aquella campaña venía huyendo una liebre, seguida de muchos
galgos y cazadores, la cual, temerosa, se vino a recoger y a agazapar
debajo de los pies del rucio. Cogióla Sancho a mano salva y
presentósela a don Quijote, el cual estaba diciendo: “¡Malum signum!
¡Malum signum! Liebre huye, galgos la siguen: ¡Dulcinea no
parece!””(DQ II, lxxiii)

La liebre en este contexto es un símbolo de la mala suerte, y en este caso particularmente de


la muerte de Dulcinea dentro de don Quijote. Dulcinea aquí no es más que la liebre que se
levanta cuando uno se lo espera. Volviendo a la cita anterior, hay otros elementos
interesantes con respecto a la memoria quijotesca. El hecho de que el caballero menciona la
naturaleza como alcaller48 que hace dos, tres o ciento de vasos hermosos es una metáfora
directa a la creación de Dulcinea, en la cual don Quijote es el alcaller que la construye.
En los episodios con los duques, se ve claramente que el amo y escudero se van acercando
más y más, porque comparten la misma realidad, y porque ambos son víctimas de la burla de
los demás. La amistad que existe entre ellos llega a un punto culminante: “Él se atiene más y
más a Sancho y en ciertos momentos se pone al mismo nivel: “Sancho, pues vos queréis que
os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que ví en la cueva
de Montesinos. Y no digo más.”” (Márquez, 1991: 52) La importancia de Dulcinea en estos
episodios es aún más grande, porque ella formará el centro de atención de todos (aunque es
burla), como ya se ocupó el lugar clave en la relación amo-escudero:

“El capítulo XXXI es una incursión en lo leído y en lo vivido. Los


duques y su corte tienen ya noticia de la Primera parte y recrean no
sólo el ámbito de cuanto el Quijote ha supuesto hasta ese momento
respecto al mundo de la caballería andante, sino respecto a la
tradición cortesana festiva, con dos bufones de excepción. La
duquesa elogia irónicamente la memoria de don Quijote para que le
describa a Dulcinea, pero aquí el héroe se encuentra con que los
encantamientos se la han borrado de la idea […]. Duro golpe para un
enamorado platónico. El retrato de lo ya leído es exigido por los
duques pero la evidencia de la fealdad de Dulcinea encantada lo
hace imposible.” (Egido, 1991: 33-34)

El interrogatorio de la duquesa será una de las últimas pruebas del caballero en que tiene
que defender a Dulcinea. Cuando don Quijote tiene que defenderse ante las acusaciones de
la duquesa sobre Dulcinea, se puede ver por primera vez cómo su personaje se desarrolla
durante el libro. El momento en que la duquesa le pregunta sobre la posibilidad de que
Dulcinea no sería de alto linaje, don Quijote contesta: “[…] Dulcinea es hija de sus obras y las
virtudes adoban la sangre, y que en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso que un

48 “alcaller, alfarero.” (Apud Riquer, 2003: 786)

65
vicioso levantado”, con que quiere encubrir que el linaje de Dulcinea no es tan alto, pero se lo
podría obtener por otro camino, como confirma Close (1973: 251) también: “He amplifies
with this argument that virtue and beauty in a woman who has „quality‟ (of lineage and,
perhaps, moral calibre) make her to all intents worthy of the very highest rank, even if she
does not literally possess this […]” Con esto Close elabora el argumento con que dice que la
visión de don Quijote de Dulcinea no sería distinta en la Segunda parte, lo que implica, a fin
de cuentas, que el personaje de don Quijote no se desarrolla en todo el libro: “[…] his mental
image of Dulcinea in no way changed from what it was in early Part I. Therefore, the
romantic thesis that Don Quixote forgets Aldonza in Part II cannot be sustained.” (Close,
1973: 252) Esta opinión también encubre el aspecto –que está muy bien elaborado en el
estudio de Close (1973)- del Quijote solamente como obra irónica o paródica, aunque se pasa
de rosca cuando significa que la visión de Dulcinea no evoluciona: “[…] such simplicity is
devastating: if Dulcinea dos not evolve, it is because Don Quijote does not develop, and if
there is no change in Don Quijote‟s character, not only the traditional interpretation of the
book collapses, but even Parker‟s49 (and his followers‟) approach falls too.” (Herrero, 1982:
31) Uno no puede mantener la opinión que la mentalidad o actitud de don Quijote no cambia
en la segunda parte. En primer lugar es menos ruidoso sobre la caballería, porque su exterior
ya ha copiado toda esa mentalidad de la primera parte. Esto le hace callar un poco,
volviéndose más tímido y más defensivo. En segundo lugar hay ejemplos en el artículo de
Close que contradicen su opinión definitiva: ““Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo”
is surely not a confession of agnosticism, […] but a categorical affirmation that she does exist,
with an implication of pious shock that her existence could be doubted.” (Close, 1972: 250)
Esto es algo completamente distinto de lo que dice don Quijote cuando hace la penitencia:
[…] y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. […] y píntola en mi
imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad […] (DQ I, xxv) En el
episodio de la penitencia todavía sabe o a lo menos cree que Aldonza tiene algo que ver con
la construcción mental de Dulcinea. Cuando está convenciendo a la duquesa de la existencia
de su dama ya se ha perdido la imagen de Aldonza Lorenzo por completo, y la figura de
Dulcinea se hizo real, en forma de una labradora, la Dulcinea encantada. La parte del
encantamiento es tan importante para el cambio de personalidad, que no se la puede omitir

49“Parker‟s studies were very influential for two reasons. They showes to a new generation of critics
that a close attention to the text (the practice of scholarship) is an essential requisite for a responsible
approach to literary work; they also initiated a direction of no-nonsense, irreverent reading of the
Quijote which is the basis of some of the most important modern interpretations of Cervantes‟
masterpiece.” (Herrero, 1982: 31) Véase el artículo de Herrero (1982) para más información sobre el
trabajo de Parker con respecto a Dulcinea.

66
nunca: “[…] el caballero acepta lo que sucedió en El Toboso y ahora ve a su señora en la
forma encantada en que Sancho la transformó. […] El resultado es que para don Quijote, es
imposible ver a Dulcinea tal y como él se la había imaginado. Se ve obligado, bajo la
persistente influencia de Sancho, a verla como una labradora y esa visión no cambiará sin
ayuda de otros.” (Márquez, 1990: 49) Y, el argumento para el cambio de visión es dado por el
caballero mismo, cuando ha encontrado a Dulcinea encantada en la cueva de Montesinos:
“Conocíla […] en que trae los mesmos vestidos que traía cuando tú [Sancho] me la
mostraste.” (DQ II, xxiii) lo que quiere decir no más que don Quijote ha reemplazado la
imagen de Dulcinea-Aldonza Lorenzo por completo con la de Dulcinea-labradora
(encantada).
El encantamiento anula a Aldonza Lorenzo de su mente, para cambiarla por la labradora. Es
también una de las explicaciones por las que don Quijote se muestra tan desilusionado
durante la Segunda parte, de modo muy distinto que en la Primera. El hecho de que su
memoria sobrepasa a Aldonza para restituirla por completo con la figura de Dulcinea
encantada, muestra que el personaje don Quijote con respecto al amor por dulcinea sí se
desarrolla, algo muy importante, porque esto es lo que le convierte en algo más que los
„clásicos‟ caballeros andantes, que no suelen tener muchos cambios en personalidad o
pensamiento. Por ello cabe decir que don Quijote viene a ser, a través de su fuerza de
voluntad, un personaje mucho más desarrollado de lo que hubiese querido ser.
Volviendo al interrogatorio de la duquesa, quiero mencionar algunos aspectos interesantes
que refieren a la memoria: “La duquesa rogó a don Quijote que le delinease y describiese,
pues parecía tener felice memoria […]” (DQ II, xxxii) y en otra ocasión: “[…] si no me la
hubiera borrado de la idea la desgracia que poco ha que le sucedió, que es tal, que más estoy
para llorarla que para describirla.” (Ibidem) Otra vez es don Quijote mismo que admite que
su visión de Dulcinea ha cambiado, hecho que quisiera borrar de su memoria. Sobre todo esa
visión de la labradora es la que le preocupe más al caballero: “Perseguido me han
encantadores, encantadores me persiguen, y encantadores me perseguirán hasta dar
conmigo y con mis altas caballerías en el profundo abismo del olvido […]” (Ibidem) Según se
puede leer aquí, la fea realidad (dentro de la cueva y la labradora) está borrando las novelas
de caballerías de la memoria de don Quijote. Entonces la duquesa le recuerda al origen de
Dulcinea: “[…] si no mal me acuerdo, que nunca vuesa merced ha visto a la señora Dulcinea,
y que esta tal señora no es en el mundo, sino que es dama fantástica, que vuesa merced la
engendró y parió en su entendimiento, y la pintó con todas aquellas gracias y perfecciones
que quiso.” (Ibidem) Aquí la duquesa da el resumen perfecto de lo que es Dulcinea y como

67
se la había creado don Quijote. El caballero no quiere saber nada de la explicación de la
duquesa, y responde un poco incierto y asustado: “En eso hay mucho que decir […] Dios
sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, o si es dama fantástica, o no es fantástica; y éstas no
son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo.” (Ibidem) No quiere
mencionar más la posibilidad que Dulcinea es fantástica, por el miedo de perder la fe en su
señora, porque con esa pérdida, don Quijote no podrá seguir como caballero andante.
El encantamiento de Dulcinea llegará a ser completo cuando la duquesa persuade a Sancho,
cuando queda a solas con él:

“[…] una de las cuales dudas es que pues el buen Sancho nunca vio a
Dulcinea, digo, a la señora Dulcinea del Toboso, ni le llevó la carta
del señor don Quijote, porque se quedó en el libro de memoria en
Sierra Morena, cómo se atrevió a fingir la respuesta y aquello de que
la halló ahechando trigo, siendo todo burla y mentira, y tan en daño
de la buena opinión de la sin par Dulcinea, y todas que no vienen
bien con la calidad y fidelidad de los buenos escuderos.” (DQ II,
xxxiii)

La primera razón que da Sancho es que “[…] tengo a mi señor don Quijote por loco
rematado […]” (Ibidem) y poco después: “[…] a mí se me ha asentado que es un mentecato.”
(Ibidem) Finalmente Sancho tiene el coraje de confesar que el encantamiento fue su idea por
completo: “[…] lo del encanto de mi señora doña Dulcinea, que le he dado a entender que
está encantada, no siendo más verdad que por los cerros de Úbeda.” (Ibidem) Después,
cuando ha contado la historia del encantamiento, Cervantes creará la ironía perfecta, porque
la duquesa efectúa que Sancho cree que el encantamiento es real:

“Pero volviendo a la plática que poco ha tratábamos del encanto de


la señora Dulcinea, tengo por cosa cierta y más que averiguada que
aquella imaginación que Sancho tuvo de burlar a su señor y darle a
entender que la labradora era Dulcinea, y que si su señor no la
conocía, debía de ser por estar encantada, toda fue invención de
alguno de los encantadores que al señor don Quijote persiguen.
Porque real y verdaderamente yo sé de buena parte que la villana
que dio el brinco sobre la pollina era y es Dulcinea del Toboso, y que
el buen Sancho, pensando ser el engañador, es el engañado, y no hay
poner más duda en esta verdad que en las cosas que nunca vimos; y
sepa el señor Sancho Panza que también tenemos acá encantadores
que nos quieren bien, y nos dicen lo que pasa por el mundo pura y
sencillamente, sin enredos ni máquinas, y créame Sancho que la
villana brincadora era y es Dulcinea del Toboso, que está encantada
como la madre que la parió, y cuando menos nos pensemos, la
habemos de ver en su propia figura, y entonces saldrá Sancho del
engaño en que vive.” (Ibidem)

68
El engaño que rodea la figura de Dulcinea está completado con el engaño del engañador
Sancho. La duquesa le hace creer que existe una conspiración de encantadores, dedicados al
encantamiento de Dulcinea. De sus palabras se puede comprobar que ella ha leído ya el
episodio del encantamiento, porque utiliza las mismas palabras que se usaron en ese
capítulo; por ejemplo la villana que dio el brinco sobre la pollina, porque ni don Quijote ni
Sancho mencionaron este brincar enfrente de la duquesa. Otros detalles de que relata la
duquesa son la labradora (aunque el aspecto de labradora fue mencionado por don Quijote
cuando le contó del encantamiento) y todo el hecho de que la duquesa sabe que el
encantamiento no es más que una burla de Sancho. La Segunda parte está convirtiéndose en
memoria pública ya, aunque todavía no se ha terminado la historia. El hecho de que los
personajes que aparecen habían leído la Primera parte, pero también partes de la Segunda
parte, es algo completamente nuevo dentro de la literatura mundial de esa época. Sancho
sabe que es un personaje literario, lo que en sí muy excepcional: “[…] como si Sancho fuese
algún quienquiera, y no fuese el mismo Sancho Panza el que anda ya en libros por ese
mundo adelante […]” (DQ II, xxxiii)
El momento del engaño de Sancho también procura un cambio de pensamiento del escudero,
porque decide que su amo no puede ser tan loco como pensaba, siendo cosa real el
encantamiento: “[…] y agora quiero creer lo que mi amo cuenta de lo que vio en la cueva de
Montesinos, donde dice que vio a la señora Dulcinea del Toboso en el mesmo traje y hábito
que yo dije que la había visto cuando la encanté por solo mi gusto […] ni creo yo que mi amo
es tan loco […]” (Ibidem) Finalmente Sancho se da cuenta de la cruel broma que hizo a su
amo, algo en que no había pensado nunca, justamente porque ahora él es el engañado,
aunque no lo sepa.
El desencantamiento de Dulcinea anuncia el fin de la dama de don Quijote, en que el
caballero quedará más desilusionado e impotente que nunca. La profecía de Merlín que le
aconseja de „como ha de encantar la tal señora‟ forma parte de una de las burlas más crueles
de los duques:

“[…]
juntamente y discreto don Quijote,
de la Mancha esplendor, de España estrella,
que para recobrar su estado primo
la sin par Dulcinea del Toboso
es menester que Sancho tu escudero
se dé tres mil azotes y trecientos
en ambas sus valientes posaderas,
al aire descubiertas, y de modo,
que le escuezan, le amarguen y le enfaden.

69
Y en esto se resuelven todos cuantos
de su desgracia han sido los autores,
y a esto es mi venida, mis señores.” (DQ II, xxxv)

Don Quijote queda perplejo después de estas palabras, y el único que dice algo es Sancho,
que se queja por tener que azotarse: “¿Parí yo, por mis posas lo que pecaron sus ojos? El
señor mi amo sí que es parte suya; pues la llama a cada paso mi vida, mi alma, sustento arrimo
suyo, se puede y debe azotar por ella y hacer todas las diligencias necesarias para su
desencanto; pero ¿azotarme yo…? Abernuncio.” (Ibidem) Rodríguez-Luis (1966: 403-404)
explica el silencio general y el de don Quijote en particular al ver finalmente su dama como
debería ser de modo siguiente: “Ese silencio, esa general inacción de Don Quijote que nos
sorprende en esta escena, me parece que responde, en definitiva, a una suerte de cansancio
que se va apoderando del desarrollo de II, especialmente patente de esta escena en adelante.
Probar esto requeriría un estudio metódico, pero se pueden hallar fácilmente indicios de que
el ánimo, la imaginación o la espontaneidad del narrador han decaído.” No creo que sea una
decaída de inspiración del autor o un cansancio general de que sufre don Quijote aquí,
porque Cervantes habría podido terminar la historia cuando hubiera querido; este ejemplo,
la Dulcinea enjaulada, muestra perfectamente el cambio en la percepción de la realidad
personal de don Quijote, porque no efectivamente no cambia la situación: Dulcinea está
encantada todavía (lo único es que don Quijote tendrá que acostumbrarse de la nueva
imagen de Dulcinea encantada, porque es otra persona que la aldeana de II, xxxii la que está
enjaulada como su dama encantada) y don Quijote se ocupa con el difícil trabajo de
desencantarla. Por eso no veo diferencia alguna entre esta acte de presence y la de Dulcinea
como aldeana. Egido (1994: 130) comprueba el cambio dentro de don Quijote así: “La
memoria, como decía Aristóteles, corresponde al pasado, no al futuro. Del presente sólo hay
percepciones. Don Quijote cada vez se va alejando más, en la segunda parte, del pretérito
literario para adaptarse a lo inmediato. Ese alejamiento al final se convierte en una renuncia
del futuro y de la aventura posible, lo que le conducirá inevitablemente a la inacción y a la
muerte.” Tampoco creo que Cervantes se hubiera cansado mucho llegando al final de la
historia, el único cansancio que sentí como lector era la de don Quijote, que, envejeciéndose
más y más, se cansa de las burlas de los duques y de la gente que está metida en sus negocios
como caballero andante.
Como ya señalé antes, las burlas de los duques convienen con la tradición de las novelas de
caballerías:

70
“The procession at the Duke‟s palace during which the means of
disenchanting Dulcinea is announced is also directly bases on the
romances of chivalry, but instead of ligeros caballos we have perezosos
bueyes, in place of noble vehicles noisy oxcarts; the carro triunfal is
covered with plain white cloth, and the nymph was “si no rica, a lo
menos vistosamente vestida”. To free his lady, the act required is
that the knight‟s squire should beat himself “en ambas sus valientes
posaderas”.” (Eisenberg, Cervantes‟ Don Quijote Once…., 2003: 3)

Al final del episodio sobre el desencantamiento de Dulcinea, Sancho se ve encerrado por


todos los demás que quieren que se azote, como el duque por ejemplo: “Pues en verdad,
amigo Sancho, […] que si no os ablandáis más que una breva madura, que no habéis de
empuñar el gobierno. […] En resolución, Sancho, o vos habéis de ser azotado o os han de
azotar, o no habéis de ser gobernador.” (DQ II, xxxv) Entonces no le queda otra posibilidad
que azotarse para desencantar a Dulcinea, porque Sancho no puede dejar pensar en ser
gobernador, de modo que esto es más importante para él que sufrir físicamente. Una de las
cosas más notables es el cambio de Sancho con respecto a la figura de Dulcinea: en su carta a
Teresa Panza escribe “[…] el sabio Merlín ha echado mano de mí para el desencanto de
Dulcinea del Toboso, que por allá se llama Aldonza Lorenzo […]” (DQ II, xxxvi) porque
antes, durante el encantamiento, no la había relacionado más con Aldonza Lorenzo. Puede
ser que la memoria de su pueblo y su mujer le devolvió la imagen de Aldonza Lorenzo,
reemplazándola por la de una princesa desconocida llamada Dulcinea del Toboso, aunque
yo creo que el hecho de que Sancho todavía relaciona Dulcinea con Aldonza Lorenzo es una
prueba de que nunca cumplirá a quijotizarse por completo, porque siempre ve la realidad
como es, y no de modo caballeresco como su amo.
De la broma con Altisidora sólo mencionaré algunos aspectos, porque en mi visión esa burla
solamente sirve para intentar que don Quijote se deshaga de Dulcinea, nada más ni nada
menos, aunque los duques no lograrán hacerlo, porque don Quijote sólo de deshará de
Dulcinea con su derrota final contra el caballero de la blanca luna. La muerte fingida de
Altisidora es una de las burlas más crueles de los duques, con la cual muestran que son
igualmente locos que el loco de que quieren burlarse: “[…] some characters who make sport
of him (including, eventually, the Duke and the Duchess) carry their sport to excess.” (Close,
1973: 255)
Lo más importante en el episodio con Altisidora es la manera en que don Quijote se defiende
ante el supuesto amor de la doncella:

“[…] para sola Dulcinea soy de masa y de alfenique, y para todas las
demás soy de pedernal; para ella soy miel, y para vosotras acíbar;
para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la gallarda y la bien

71
nacida, y las demás, las feas, las necias, las livianas y las de peor
linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza
al mundo.” (DQ II, xliv)

El caballero dice que para sola Dulcinea soy, aunque sería mejor decir Dulcinea solo para mí es
así, y de esto consiste la ironía aquí. Porque el único que cree aún en la existencia es don
Quijote, y se le puede notar que también su fe está cayendo. La diferencia entre él y los
demás es que no quiere separarse de la caballería andante, y por eso no puede distanciarse
de Dulcinea. Entonces sólo para él Dulcinea es hermosa, discreta, gallarda y bien nacida y para
los demás ella no es más que una idea relacionada con Aldonza Lorenzo, que es una aldeana
fea, necia, liviana y de peor linaje. Hasta su derrota lucha con el dificultoso trabajo de olvidar o
borrar Dulcinea de su memoria: “Dulcinea del Toboso / del alma en la tabla rasa / tengo
pintada de modo, / que es imposible borrarla.” (Ibidem) y se puede comprobar que desde el
momento en que don Quijote sabe de cómo desencantar a Dulcinea, cada connotación que
tiene que ver con la dama es negativa: “En los capítulos finales Dulcinea se menciona sólo
en términos negativos […]” (Márquez, 1991: 57) El hecho de que Sancho tendrá que azotarse
para efectuar el desencantamiento es la explicación de esta connotación negativa, porque
amo y escudero se han acercado tanto, que don Quijote no quiere que Sancho se azote, y por
esto demora tanto en preguntárselo. Será tan sólo en el capítulo lxxi, después de la derrota,
que don Quijote menciona los azotes de nuevo, con la idea de poder salvar la imagen de
Dulcinea, y efectivamente, para lograr un renacimiento de la caballería que murió con la
derrota:

“De mí te sé decir que si quisieras paga por los azotes del desencanto
de Dulcinea, ya te la hubiera dado tal como buena, pero no sé si
vendrá bien con la cura la paga, y no querría que impidiese el
premio a la medicina. Con todo eso, me parece que no se perderá
nada en probarlo: mira, Sancho, el que quieres, y azótate luego y
págate de contado y de tu propia mano, pues tienes dineros míos.”
(DQ II, lxxi)

La manera de preguntarle cosas a Sancho se ha cambiado por completo durante la obra. En el


comienzo don Quijote le trataba casi como un esclavo y tonto, mientras que aquí el
acercamiento entre los dos ha efectuado que utilice forma verbal como quisieras, algo que
nunca habría hecho antes. El caballero sabe que Sancho haría casi todo por dinero, para
satisfacer su materialismo50, y por eso le ofrece dinero para azotarse, y tenía razón, porque

50Según Rabanales (1998): “[…] Sancho Panza simboliza el realismo y el materialismo […]” Estudio
disponible en Academia Chilena de la Lengua:
http://www.uchile.cl/instituto/anales/1998/est1.html

72
“A cuyos ofrecimientos abrió Sancho los ojos y las orejas de un palmo, y dio consentimiento
en su corazón a azotarse de buena gana […]” (DQ II, lxxi) Poco después, cuando Sancho está
listo para azotarse, don Quijote le aconseja con un cariño excepcional:

“Mira, amigo, que no te hagas pedazos, da lugar que unos azotes


aguarden a otros; no quieras apresurarte tanto en la carrera, que en
la mitad della te falte el aliento, quiero decir que no te des tan recio,
que te falte la vida antes de llegar al número deseado. Y porque no
pierdas por carta de más ni de menos, yo estaré desde aparte
contando por este mi rosario los azotes que te dieres. Favorézcate el
cielo conforme tu buena intención merece.” (Ibidem)

Don Quijote muestra la importancia de la amistad con estas palabras, comenzando con amigo
y terminando dándole consejos a Sancho para no dañarse tanto. Cuando el escudero
comienza con los azotes, don Quijote queda muy nervioso y preocupado por la vida de
Sancho: “[…] temeroso de que no se le acabase la vida y no consiguiese su deseo por la
imprudencia de Sancho, le dijo: “Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio,
que me parece muy áspera esta medicina y será bien dar tiempo al tiempo […]” (Ibidem)
Cuando Sancho queda azotando árboles Don Quijote no lo aguanta más y le pide que acabe
con los azotes: “[…] el escudero vuelve a inventar un embuste y lleva el desencanto de
Dulcinea hasta un plano caricaturesco en el que termina azotando a los árboles mientras don
Quijote, conmovido por la compasión, pierde la cuenta de los azotes, parece que pierde
también el interés y Dulcinea queda olvidada.” (Márquez, 1991: 57) Se puede encontrar una
„trinidad‟ en la relación don Quijote-Sancho-Dulcinea, en que el uno depende del otro, y la
conexión entre uno y otro se hace cada vez más entrelazada -“[…] el trío unificador de la
obra.” (Márquez, 1990: 37), en la cual don Quijote es el inventor, Sancho el copiador, y
Dulcinea la entidad que construye el acercamiento entre estas dos formas. Esta conexión
entre don Quijote y Sancho Panza se puede haber gracias al truco cervantino a través del
personaje Aldonza Lorenzo, como expliqué en el párrafo 3.4, porque sin ese personaje
Sancho nunca hubiera entrado en el mundo quijotesco, porque no hubiera podido encantar a
Dulcinea. Sería mejor entonces hablar de un cuarto unificador de la obra, en la cual Aldonza
Lorenzo ocupa el lugar de la fuente de acercación entre Sancho y don Quijote. Al final don
Quijote elige la amistad de Sancho en lugar de su amor imaginario por Dulcinea, y este
hecho cumple la función de Dulcinea del Toboso (y por supuesto de la de Aldonza Lorenzo),
que antes existía solamente en el fortalecimiento de la aceración de don Quijote y Sancho
Panza.

73
74
Capítulo IV – La memoria cultural del Quijote.

4.1 Petrarca, Dante y Erasmo

Después de comprobar de qué existe precisamente la memoria literaria de don Quijote, es


interesante investigar la vida cultural y literaria en la época de Cervantes, para saber de qué
existía la memoria literaria del escritor.51 No cabe ninguna duda sobre el conocimiento
cervantino con respecto a las novelas de caballerías, porque el Quijote muestra claramente
que el escritor dominaba cada detalle de este género, para luego poder imitarlo y parodiarlo.
Pero, como señalé en varios párrafos de este estudio, Cervantes no parodiaba solamente a los
libros de caballerías, sino también a otros géneros de la época, por ejemplo a la belleza
universal de la mujer renacentista y la novela pastoril. Su conocimiento de varios géneros
contribuye de una manera tremenda para concluir el gran trabajo del Quijote.
Un escritor ejemplar para Cervantes, con gran influencia en España, era Erasmo, que con sus
libros había sido mucho más exitoso en España que por ejemplo en Italia o Francia: “El
humanismo erasmista arraigó profundamente en España, tanto en el terreno religioso como
en el político. Pero que Erasmo sea fenómeno aislado, desligado de la “tradición cultural
europea de la baja Edad Media”, sólo podría pensarlo quien no tuviese un adarme de sentido
histórico.” (Bataillon, 1950: 795)
En su visión humanista, Erasmo había desarrollado su teología bíblica-humanista; la
„philosophia cristiana‟, que proclamaba una opinión racionalista y moralista del
cristianismo52. Batallion (1950: 795) en su obra importante Erasmo y España ya ha hallado la
importancia del erasmismo dentro de la obra cervantina: “El humanismo derramado en los
libros de Cervantes se nos hace inteligible si sabemos que es un humanismo cristiano
transmitido por un maestre erasmizante.” y en otro lugar: “No obstante, se desprende de
este libro una secreta lección de libertad y humanidad.” (Bataillon, 1950: 784) Para este
estudio quiero enfocar en un aspecto especial con respecto a la influencia de Erasmo: la
memoria y la locura. Estos dos elementos tienen gran importancia en la obra de Erasmo, tal y
como en el Quijote. La burla con la memoria ya la hizo Erasmo: “[…] en las últimas líneas de
su Moria, burlándose de la memoria obligada a los oradores antiguos. Con ello, mostraba la

51Eisenberg: La biblioteca de Cervantes: Una reconstrucción. Versión preliminar de 2002.


52Traducido del neerlandés: “Nu ontwikkelde hij zijn bijbels-humanistische theologie, de „philosophia
christiana‟: een enigszins rationalistische en moralistische opvatting van het christendom […]” Grote
Winkler Prins Encyclopedie, 8e druk, tomo 8: Erasmus.

75
libertad del autor para hacer arte de las omisiones y silencios.” (Egido, 1991: 9)53 Dice Jacques
Chomarat (Apud Egido, 1994: 110) que “Erasmo además insertaba dichos de los antiguos
palabra por palabra en un ejercicio de marquetería del que, como en el caso del Quijote,
resultaba una nueva obra de arte” lo que Egido (1994: 131) confirma también: “Con el
Quijote, Cervantes rompe la dicotomía simplificadora de Erasmo que había opuesto a la
figura del sabio melancólico y envejecido, la del necio orondo y satisfecho, fusionándolos y
transformándolos en esa mixtura que sus héroes implican.” Es difícil apuntar el aspecto más
importante de la influencia de Erasmo para la creación del Quijote, y esto requeriría otro
estudio, en el cual sería interesante hacer más énfasis en la memoria y la locura54, y es
importante reconocer que el Quijote no se basa solamente en novelas de caballerías:

“El egregio idealismo, la noble elevación moral, el generoso impulso


de abnegación y de heroísmo que encarna la figura de Don Quijote,
constituye la misma entraña de su locura y el fundamento de su
ilusión y de su engaño. Y Cervantes, adaptando el pensamiento
erasmista a la humanísima grandeza de su genio, lejos de ridiculizar
la locura ideal de Don Quijote, subraya con amargo desaliento el
fracaso de la noble empresa que acomete.” (Vilanova, 1949: 21)

Para la parodia con respecto a la figura de Dulcinea, Cervantes se basó en varias damas
ejemplares, de diferentes géneros literarios. En primer lugar le sirvió la dama caballeresca,
que ocupa la mayor parte de lo que es Dulcinea del Toboso en la mente de don Quijote. En
segundo lugar Cervantes tenía acceso a los enamorados idealistas del renacimiento italiano;
Dante y Petrarca por ejemplo. Cervantes se burla a través de don Quijote enamorado de los
distintos aspectos de la hermosura de la mujer renacentista se puede hallar en la mujer ideal
renacentista, también conocida por la „donna angelicata‟. Como se puede comprobar en la
prosa y los versos de Dante Alighieri en su Vita Nova, el „admirar‟ a la dama tiene gran
importancia y sin duda este aspecto fue usado por Cervantes para parodiarlo: “Lo admiratio,
lo mismo que la risa, forma parte de su (Cervantes) intención en el Quijote, pero si en cuanto
efecto deseado es completamente tradicional, la manera de conseguirlo constituye una
novedad.” (Williamson, 1991: 134) Es justo como los clásicos renacentistas como Dante y

53 Apud Egido (1991: 9): Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura (Barcelona, Bosch, 1976), p. 351: “Pero
ya hace rato olvidándome de quién soy…” “Veo que estáis esperando un epílogo, pero andáis muy
errados si realmente pensáis que aún ahora me acuerdo de lo que he dicho, luego de soltar tanto
párrafo de palabras. Hay aquel antiguo adagio: „detesto al comensal que tiene buena memoria‟. Yo os
diré uno nuevo: „Detesto al oyente que tiene buena memoria‟[…]”
54 Con respecto a los dos términos véase Erasmo y Cervantes, de Antonio Vilanova (1949). Barcelona:

Consejo Superior de Investigaciones Científicas / Instituto “Miguel de Cervantes” de filología


hipánica.

76
Petrarca propagaron tratar a la amada: “Andate a onorare la donna vostra […]” (La vita nova,
1964: 50) Petrarca cambió el aspecto del admiratio con su Il Canzioniere (1373) porque la dama
para él no consistía solamente de la inalcanzable „donna angelicata‟, sino también era la
encarnación de la belleza ideal y mundial del renacimiento.55 Esa faceta de la belleza está
copiada por Cervantes al principio: “Como Du Bellay y Shakespeare, también Cervantes en
su momento petrarquizó (y fervientemente: basta leer la descripción de su Galatea); pero,
como ellos, acabó por repudiar los excesos del petrarquismo […]” (Colombí-Monguió 1983:
396) como también constata Herrero (1982: 36): “Don Quijote‟s descriptions of Dulcinea, and
Sancho‟s degrading retorts […] are an example of Cervantes‟ mockery of Renaissance
artificiality.” El perfecto ejemplo de la repugnancia se encuentra en la boca de Sancho, según
el artículo de Colombí-Monguió (1983), aunque tampoco se puede olvidar la ironía
cervantina en cuanto al lenguaje de don Quijote, cuyo petrarquismo equivocado es un ataque
al petrarquismo en si, por los medios de la ironía, o según Spitzer (1962, 122), por la poesía:
“It had been the artistic achievement of Cervantes to transform the raw material of
Renaissance philosofical themes into poetry, turning ideas into poetry, making the „intellect‟
sing (faire chanter les idées, as Valéry sais), just as Rabalais had done in an earthy, and Dante
in a transcendent manner.”
La compilación hecha de todas las damas literarias da figura a Dulcinea en la imaginación
de don Quijote. La actitud de don Quijote de negarse a aceptar que Dulcinea es producto de
su imaginación le “[…] distingue cualitativamente […] de los poetas; estos últimos usan el
lenguaje como un signo externo de su propio estado subjetivo, mientras que él intenta realizar
lo que dicen sus palabras, y por tanto se compromete con la validez objetiva de sus
referentes.” (Williamson, 1991: 177) El caballero es tan temeroso para la pérdida de la visión
que tiene de Dulcinea, porque ella encarna la caballería dentro de su memoria literaria. Ella
es el resumen de toda la literatura leída por don Quijote:

“[…] Don Quijote creates Dulcinea; initially she exists only in Don
Quijote‟s mind, as a ghost of his literary sources, but she grows to
become a symbol “de amor y de bondad, y también de la ilusión que
mantiene viva la llama de la esperanza y alienta a vivir.” There is no
essential difference between Dulcinea and the Laura of Petrarch or
the Leonor of Herrera: they all are the source of great deeds. If at all,
a certain distinction can be established in so far as there is a greater
insistence upon “la imagen sensoral” in Petrarch and Herrera and

55Traducido del neerlandés: “[…] de geliefde was voor hem [Petrarca] niet meer slechts de „donna
angelicata‟, maar ook reeds de verpersoonlijking van het wereldlijke schoonheidsideaal van de
renaissance.” (Grote Winkler Prins Encyclopedie; 8e druk, tomo 18, Petrarca: 91.

77
“un mayor dominio de los elementos imaginativos e intelectuales” in
Don Quijote.” (Herrero, 1982: 28)

El dominio de los elementos imaginativos e intelectuales de don Quijote no es tan grande


como aparece, porque existen muchos momentos en que el caballero se equivoca o se
confunde con lo leído y su propia imaginación, y son justamente estos dos elementos que
chocan y entonces evocan la confusión tal con la protagonista como con los lectores: la
alimentación de la locura quijotesca.

4.2 El Quijote en España y en el resto del mundo

La influencia de Don Quijote de la Mancha no se podría medir exactamente, pero se puede


comprender la magnitud y el éxito que ha tenido, siendo el libro más vendido y leído en el
mundo después de la Biblia. Es la primera obra en que se hace una crítica literaria, a través
del cura en el episodio del escrutinio de la librería de don Quijote: “Cervantes […] has
created the second variety of the novel: the critical novel.” (Spitzer, 1962: 121)
La locura de don Quijote no se limitó a la literatura, porque todos los lectores del Quijote
sufren de un cierto grado de quijotización. Cuando uno se enfoca en Dulcinea, o en Aldonza
Lorenzo, se puede comprobar que la literatura está hecha realidad, como ocurrió con don
Quijote, porque ahora existe un lugar en El Toboso que según dicen ya muchos vivía
Dulcinea del Toboso, que se convirtió en un museo. Es casi como si los lectores hubieran
intentado sacarle las dudas de don Quijote, creándole un espacio real y existente para su
mujer ideal imaginaria. En el museo de Dulcinea del Toboso, el visitante vivirá las mismas
dudas que don Quijote (por lo menos los visitantes que han leído el Quijote). Por eso son
hechos interesantes que intentan llevar la literatura a un plano histórico, y que revelan la
importancia que tiene la literatura dentro de una sociedad y entre la populación que se
mueve en ella.
La ruta de don Quijote es otro ejemplo de literatura convirtiéndose en realidad, como tam
bién ocurrió recién cuando se acordaron los cervantistas principales de España que “el lugar
de la Mancha cuyo nombre no quiere recordarme” (DQ I, i) sería el pueblo Villanueva de los
Infantes. Todos los hechos y acontecimientos que ocurren dentro de la novela de Cervantes,
dejaron su huella en la sociedad hispánica, haciéndose más real con cada releída.
Seguramente habrá mucho literatura-turismo en ese pueblo dentro de algunos años, y tal vez
reconstruyan con esto la casa y la biblioteca de don Quijote, como lugar principal donde
nació su locura caballeresca. Sin embargo, creo que el lugar principal para los que sufren de

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cierto grado de quijotemanía volverán yendo al Toboso, y ¿por qué? El Toboso es el perfecto
ejemplo de un lugar dentro de una obra literaria, que queda con el lector, quien lo guarda
dentro de su memoria porque se lo menciona varias veces dentro del relato de don Quijote,
sobre todo en combinación con Dulcinea. Ese lugar hará parte de la vida del lector, que se lo
acuerda por lo menos cuando vuelve a pensar en el Quijote, y así funciona la memoria
literaria de muchos. Los visitantes del Toboso sufren de una quijotización, porque de todas
maneras saben que la mujer ideal de don Quijote, no existió ni en el libro y ni siquiera en la
realidad. ¿Por qué visitar al Toboso entonces? Es una pregunta difícil, que se podría
contestar de manera fácil: El hecho de que Cervantes, siendo uno de los escritores más
grandes de la literatura mundial, ha mencionado y ha dado tanta importancia a este lugar, lo
hace importante para todos los aficionados con don Quijote y esto marca su lugar literaria en
la mapa literaria mundial.
Lo que he señalado aquí son solamente algunos ejemplos que ayudan para entender la
influencia de la literatura en la vida real. A veces la literatura manda que la gente cambie la
realidad para dar paso a la entrada de personajes ficticios en la vida cotidiana. Es el mundo
al revés y es justamente lo que Cervantes había puesto en el personaje de don Quijote,
creando una duplicación entre los lectores del Quijote: la vida de don Quijote, personaje
ficticio, que había leído demasiados libros de caballerías, se convierte de cierto modo en
realidad por los que han leído el libro de Cervantes miles de veces, hecho que los hizo volver
tan loco sobre el Quijote (no literalmente, claro) que don Quijote volvía sobre los libros de
caballerías.
Hay muchas novedades dentro del libro cervantino; unos sistemas literarios que nadie nunca
había usado antes. El criticismo de otros libros dentro de una novela es uno, pero hay
muchísimos más. El sueño de don Quijote dentro de la Cueva de Montesinos cumple el
primer episodio en la literatura mundial que da tanta importancia a los pensamientos y el
camino psicológico de un personaje novelesco:

“Cervantes ha abierto de par en par la puerta que conduce a plena


vida del subconsciente. La novedad de tal tipo de buceo en la
literatura occidental es absoluta. […] “Hoy en día, suturdos de
psicoanálisis como estamos, todo esto [las locuras de don Quijote]
nos puede parecer casi pueril, pero en su época esto representaba
extraordinaria audacia, ya que lo que estaba haciendo Cervantes era
añadir toda una nueva dimensión a la literatura (y en consecuencia,
a la realidad), al internarse en zonas no abordadas por el arte.”
(Avalle-Arce, 2002: IV)

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Cervantes también es el primero para usar y criticar literatura ya existente, algo en que
muchos seguirían sus huellas:

“After Cervantes, many writers […] will exercise the right of the
„literary politician‟ to sift traditional literature and to pronounce a
verdict on that part literature which they believe has, in the process
of time, become detrimental to the community. The problem posited
by Cervantes can never die in a civilization which is predicated on
progress, and on “book learning,” and which consequently is
constantly threatened by the continued reading of obsolete books
[…]” (Spitzer, 1962: 117)

Hacer literatura propia de literatura y luego burlarse de ella es una forma completamente
nueva de escribir: “Cervantes parece ser el primero en llevar la parodia al campo novelesco
[…]” (Ignacio Ferreras, 1982: 130)
La época en que Cervantes escribía el Quijote, la popularidad de las novelas de caballerías iba
disminuyendo. Al lado de esto “[…] los castellanos de principios del siglo XVII tenían la
impresión de vivir en una nación que ya no era la que fue, que había entrado en la
decadencia.” (Pérez, 2002: 3) Esto es exactamente la sensación que tiene don Quijote con
respecto a la caballería, que antes había conocido su auge, y que él mismo quiere restaurar de
nuevo.56 Para poder cumplir su misión de modo exitoso, don Quijote debería hacerse el
caballero andante más famoso del mundo. Para lograrlo, sale a buscar la fama, mientras que
los caballeros andantes tradicionales ya tenían la fama y la honra como si no hubiera cosa
más natural en el mundo. En la fama y la honra en otros géneros literarios, se puede hallar
cierta semejanza con la búsqueda de don Quijote:

“[…] el bandolero catalán no tiene la mala fama del pícaro. Ambos


tipos sociales son contemporáneos y son producto de una misma
problemática, el hambre, la miseria y el desempleo. El pícaro, lo
mismo que el bandolero, siente preocupación por la honra, el
primero para alcanzarla por medios ilícitos, el segundo para
mantenerla y defenderla, ya que, muchas veces, en su concepto del
honor el que le ha empujado a ponerse fuera de la ley, a huir al
monte y a llevar una vida de forajido.” (Pérez, 2002: 4)

Tal y como lo define Pérez, se puede buscar un elemento picaresco en la búsqueda de fama
de don Quijote para ser el caballero andante más famoso (hoy se sabe que realmente logró
hacérselo) mientras que los caballeros en la juventud de don Quijote tenían que mantener y
defender su honra, como los bandoleros por ejemplo. No quiero decir que uno u otro sean
cosas semejantes, sino que la comparación aquí con respecto a la honra cabe muy bien.

56Williamson (1991: 141): “[…] don Quijote se encuentra en la situación de tener que restaurar la
orden de la caballería […]”.

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El carácter novedoso y el hecho de que la parodia se describió de manera tan cómico, es la
razón de que el libro todavía tiene tanto éxito: “For Cervantes, a good novel serves no other
purpose than to afford refined recreation, honesto entretenimiento” (Auerbach, 1946: 358) y
esto es la razón más profunda para la inmensa popularidad del Quijote. Lo ingenioso de esta
obra es que junta lo ridículo con el desarrollo psíquico de los personajes, algo que se ha
hecho solamente raras veces de forma tan genial en la literatura mundial; y esto es uno de los
motivos porque la obra fue, es y será leída siempre y cuando haya literatura.

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V. Conclusión General

El amor de don Quijote por Dulcinea del Toboso es una parodia de todos los amores
ejemplares de la época de Cervantes, sobre todo del amor caballeresco y del amor ideal
renacentista. Este amor idealizado en forma de burla, basado en la memoria literaria de don
Quijote de las doncellas en las novelas de caballerías y también de otros géneros, es el
catalizador central de la obra, porque sin una buena dama es imposible ser caballero andante
y la figura de Dulcinea evoca situaciones paródicas entre Sancho y don Quijote. El libro sirve
al lector como entretenimiento, en que el amor del caballero por dulcinea ocupa un lugar
importante, porque ella es el núcleo de muchos episodios irónicos.
El hecho de que Dulcinea solamente exista en la memoria literaria de don Quijote y que él la
pinte como desee, hace que todas las metáforas con que se describe la belleza ejemplar se
hagan verdaderas para don Quijote, de manera que Dulcinea no es como, sino que se forma de
las metáforas con las que el caballero la pinta. También la manera en que él proclama su
amor a los otros personajes tiene que ver en gran parte con la inseguridad que trae el amor
imaginario consigo. Las mujeres que encuentra lo hacen dudar cada vez más de la existencia
de Dulcinea. Este dudar le impulsa a hacer absurdas pruebas de amor, como es el caso por
ejemplo en el episodio de la penitencia, en el que don Quijote no tiene ninguna razón para
hacerlo, si no fuera por su propia inseguridad amorosa. Esta inseguridad adquiere una
forma extrema en el episodio con la duquesa57, en el cual tiene que defender la honra y el
linaje de su sin par Dulcinea.
Sin embargo, uno de los elementos más importantes dentro del amor quijotesco y dentro de
toda la obra, es la función de Aldonza Lorenzo. El cambio del nombre de Aldonza a Dulcinea
es muy significativo y precisamente en ello se halla la parodia cervantina. Don Quijote se
podría haber conformado con imaginarse a Dulcinea como a una dama caballeresca ideal,
como hace con muchos otros elementos caballerescos, pero el hecho de que exista una
Aldonza Lorenzo en la realidad, implica su importante función: comenzar y completar el
acercamiento entre don Quijote y Sancho Panza. La memoria juega un papel muy importante
en este acercamiento, porque Sancho, como iletrado, no tiene memoria literaria y necesita por
ello tener referencias en el mundo real. Incluir en la obra la presencia de Aldonza Lorenzo es
uno de los trucos cervantinos para poder lograr el acercamiento entre don Quijote y Sancho
Panza, porque si no fuera por la figura de Aldonza Lorenzo (que Sancho conoce) el escudero

57 Capítulo III, párrafo 3.4: 62-72.

82
nunca hubiera podido señalar a una labradora cualquiera como si fuera Dulcinea del Toboso.
Esta labradora existe en realidad y no solamente en la mente de don Quijote, de modo que
ella vive en el mundo de Sancho y los otros personajes, mientras que la figura de Dulcinea
del Toboso sólo existe dentro de la memoria literaria de don Quijote. El episodio del
encantamiento es el momento culminante y decisivo de toda la obra con respecto a la función
de Aldonza Lorenzo.
La quijotización de Sancho comienza con el episodio del encantamiento58, y no no podría
haber sido posible sin el personaje de Aldonza Lorenzo. Justamente en este mismo episodio
será don Quijote que empezará a curarse poco a poco, siendo tan desilusionado por el
encantamiento. Luego, en el episodio de la cueva de Montesinos59, el encuentro de don
Quijote con la Dulcinea encantada es una muestra importante de su curación, porque ha
reemplazado un elemento del mundo real (la labradora) en lugar de algo ficticio y
caballeresco (Dulcinea). La quijotización de Sancho Panza sin embargo nunca se completará,
porque después de haber recibido la autorización de la duquesa para ser gobernante de su
ínsula, escribe en una carta a su mujer que Dulcinea del Toboso es conocida en su pueblo
como Aldonza Lorenzo, de modo que a Sancho el encantamiento nunca le convenció por
completo. Este hecho también prueba que es un hombre que piensa en lo inmediato y que no
comparte totalmente el sueño de su amo de hacer caballerías. Su materialismo le quijotiza
cada vez más, porque en su visión ésta es la única posibilidad de hacerse gobernador y
obtener dinero. Su materialismo también es el motivo principal para azotarse para
desencantar a Dulcinea del Toboso, porque don Quijote le promete dinero para cada azote.
Al final de la obra el caballero siente el amor por dulcinea como un peso incargable, y lo
único que quiere es desencantarla, pero cuando Sancho está listo para azotarse su amo elige
la amistad en vez del desencantamiento, y con esto se termina la función de Dulcinea.
El juego entre la realidad y lo imaginario está tan bien elaborado por Cervantes, que irá
quijotizando lectores en el futuro. De este modo la obra dejó, deja y dejará a los lectores con
una memoria literaria tan grande y alucinante, que casi no se puede acaparar y que además
aumenta con cada lectura, transformando a los lectores que sufren de quijotemanía en
verdaderos quijotes, de una manera u otra.

58 Capítulo II, párrafo 2.4: 38-46.


59 Capítulo III, párrafo 3.3: 57-62.

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84
VI. Bibliografía

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