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Cartas de un seductor

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Cartas de un seductor (título original portugués: Cartas de um Sedutor) es una
novela de la escritora brasileña Hilda Hilst. Fue publicada en 1991 y, junto a La
obscena señora D (1982), El cuaderno rosa de Lori Lamby (1990) y Cuentos de
escarnio - Textos grotescos (1990), forma parte de una tetralogía que la crítica ha
bautizado como el ciclo obsceno de la narrativa de Hilst.

Índice
1 Argumento
2 Temática y estilo
3 Análisis
4 Traducciones al español
5 Bibliografía
5.1 Tesis doctorales
5.2 Artículos en línea
6 Referencias
7 Véase también
7.1 Otros artículos
Argumento
Cartas de un seductor está protagonizada por dos personajes principales: Stamatius,
un escritor mendigo, y Karl, un aristócrata. En la obra se describe la vida de
Karl, un escritor de éxito empeñado en encontrar una respuesta a su incomprensión
de la vida a través del sexo. La novela está configurada por un conjunto de
escritos eróticos en forma de cartas que Karl envía a su hermana Cordelia. En estas
cartas, Karl expone sus deseos sexuales e imagina los de su hermana con el objetivo
de intentar reavivar su relación amorosa y que ella confirme su relación incestuosa
con el padre de ambos. Las cartas se van siguiendo sin mostrar nunca las
contestaciones de Cordelia, pero el desarrollo de la historia a través de lo que él
escribe va dejando esgrimir sus respuestas. Karl le recrimina a su hermana que haya
decidido alejarse y que se niegue a sostener lo que vivieron en sus encuentros de
juventud. Finalmente la historia culmina con el desvelamiento de un gran secreto:
Cordelia tiene un hijo con su padre.1

En este ejercicio de escritura se da un juego de confusión con las distintas


máscaras del narrador, pues la vida y los escritos de Karl se confunden con la vida
de Stamatius, que parece ser el creador de Karl y de su historia. Finalmente, se
resuelve que Karl y Stamatius pueden ser pensados como anverso y reverso de un solo
personaje: Stamatius escribe la historia incestuosa como una forma de desquitarse
de lo que representa Karl; este, siendo un escritor sin mucho talento, había
logrado que le publicasen su obra acudiendo a las artimañas y las influencias.2
Debido a las similitudes argumentales y con el personaje de Cordelia, la crítica lo
ha considerado un texto que dialoga con el Diario de un seductor de Kierkegaard, y
a su vez lo reescribe.

La obra continua con otras historias que va desarrollando Stamatius. Entre las más
destacadas se encuentra Relatos antropófagos, un collage de cuentos donde la
mayoría de los personajes que los transitan son una manifestación presente de las
perversiones, de los deseos y de las lujurias de la sociedad contemporánea. En
síntesis, un verdadero manual de obscenidades sexuales que plantea una mirada
crítica sobre temas sociales y políticos, en especial, sobre el machismo, sexismo y
discriminación sexual en la sociedad brasileña. En este sentido, la escritora se
sirve de la estrategia escandalosa de llamar la atención hacia su obra por medio de
su supuesta adhesión al registro pornográfico para desenmascarar, denunciar y
escarbar en las reproducciones machistas de la sociedad brasileña.34

Temática y estilo
A diferencia de La obscena señora D, en las Cartas Hilda Hilst apuesta por una
narrativa de otras pretensiones. Ya no se trata de hacer literatura pornográfica (o
de momentos pornográficos), sino de hacer de la pornografía misma una de las bellas
artes. John Keene, traductor al inglés de las Cartas, destaca también esta
distinción entre las dos novelas: mientras La obsena señora D gira en torno a una
temática abiertamente sexual, Cartas de un seductor se inscribe dentro de lo que la
propia Hilst denominó pornográfico. Este adjetivo hace referencia a las obras en
las que la autora toma y juega con el lenguaje del discurso pornográfico, quedando
este transformado por la ironía y el arte de la prosa hilstiana. Esto se hace
patente en las cartas que Karl envía a Cordelia: son escritos que van desde el
relato incestuoso a la referencia erudita y la divagación mística. De esta manera,
Hilst subvierte las convenciones genéricas del relato pornográfico y frustra las
expectativas de esa demanda colocando al lector ante la extrañeza inquietante del
saber, de lo sagrado, de lo inmundo, de lo intolerable y de lo reprimido.

Por otro lado, el elemento transgresor de las Cartas toma forma de revuelta de tipo
estilístico: Hilst altera la forma del relato y acaba confeccionando un texto que
se decanta hacia lo inacabado, como a merced de un flujo incesante que lo convierte
en una suerte de “work in progress”.5

Análisis
La obra se inscribe dentro de la narrativa de Hilst que dibuja y expone las
múltiples caras de la experiencia sexual. En Sexual Textualities,6 Foster William
advierte que “si tenemos en cuenta que lo pornográfico implica la representación de
una actividad sexual que está motivada o bien por un “deseo animal” o bien por lo
que se han considerado las distintas formas en que se manifiesta la violencia
sexual (violencia en la que los órganos sexuales, paradigmáticamente el falo, son
las armas de la agresión), resulta entonces problemático catalogar las obras
sexuales de Hilst como meramente eróticas”.6 Esto se hace patente en Cartas de un
seductor: no hay erotismo en las mensajes halagadores, brutales, delirantes y
paranoicos que Karl, el hermano desquiciado de Cordelia, le envía a ésta. De esta
manera, las Cartas ponen de manifiesto “las nociones más casposas en las que se
asienta la pornografía”. Según William Foster, hay un elemento en esta obra en el
que se relacionan las prácticas de abuso y violencia sexual con las convenciones de
la pornografía masculina o falocéntrica. Este aspecto tiene que ver con la primacía
de la voz narrativa masculina de Karl, cuya hegemonía en el relato se compara con
la noción de monologuismo de Bajtín:

“The narrative voice of the satyr triumphant expands to ocuppy every structural
dimension of the text, such that there is no room for any other voice to be heard,
nothing that contradicts the impossing speaker: pornographic discourse is the
paradigm of the monologic text as conceptualized by Bakhtin”6

La obra subraya la preeminencia del discurso sesgado de la sexualidad masculina


proporcionando al lector únicamente la perspectiva de Karl: el relato muestra las
diferentes misivas que Karl envía a Cordelia, pero nunca las respuestas de ella.
Karl habla por sí mismo y a su vez por Cordelia anticipando ya sus posibles
respuestas y apropiándose de su voz. De esta manera, las cartas de Karl rápidamente
se convierten en “fantasías masturbatorias delirantes e ilusiones que poco tienen
que ver con la realidad”. Esta ausencia de un auténtico diálogo entre Karl y
Cordelia es lo que impide catalogar este relato como erótico6

La hegemonía textual de este narrador masculino también se manifiesta a nivel


temático: tal y como Bruno Carvalho explica, "most of the sex revolves around male-
centric ideas of female phallic fixation, and certain passages even verge on
parodies of Henry Miller's literature". Como ejemplo de ello, Karl escribe en una
de las cartas que “en una situación de avalancha, el trasero de una mujer debería
servir como un buen filete”. La hilarante prosa de Hilst, por supuesto, se encarga
de parodiar este engrandecimiento depravado de los narradores masculinos.7
Por otro lado, Krzyszrof Kulawik8 destaca que la escritura erótica de Hilda Hilst
es en ocasiones homoerótica.9 Esta erótica homosexual se ha visto como otra forma
de combatir el patrón falocéntrico de la sexualidad binaria: la presencia de voces
narrativas andróginas u homosexuales borran la distinción de los límites del género
sexual. Ejemplos de ello se encuentran en novelas como Qadós, A obscena Senhora D y
Rútilo nada, en las que aparecen personajes andróginos, transsexuales, homosexuales
e indeterminados o fluctuantes. En el caso concreto de las Cartas, la relación
sexo-afectiva que Karl establece con otro hombre (Alberto) le permite superar y
romper el esquema del discurso del macho que cree perder su hombría al estar con
otro hombre.10

Adam Z. Levy señala que la naturaleza eminentemente sexual de la novela, sin


embargo, va más allá de lo físico. “Mi querida hermana”, escribe Karl en la primera
carta, “Me gustaría tocarte. Pero si eso es imposible, quisiera que nos
escribiéramos una vez más y que olvidemos ese pequeño juego sentimental mío (ya
sabes a qué me refiero)”. Aunque Karl nunca toca a su hermana, sus cartas tampoco
deben considerarse el diario de una seducción fallida, sino una recreación del amor
(y de la lujuria) o bien subvertidos por la convención o bien disueltos por el
sentimiento.

Toda la novela se estructura entorno al tema del deseo y a la obsesión delirante al


que este conduce, según explica Levy. Si bien la "pornografía" de Hilst ha
destacado por subvertir las representaciones heteronormativas de la sexualidad,
esta obra no trata de reclamar un lenguaje alternativo del deseo. La novela
plantea, en cambio, si la salvación reside en el deseo. Hilst presenta una posible
respuesta en el epígrafe, con una frase del filósofo rumano Emil Cioran: "La vida
es tolerable sólo por el grado de mistificación con que la dotemos". Para Karl,
este es ciertamente el caso: cuando no se pone nostálgico recordando sus aventuras
sexuales con su hermana Cordelia, describe su anhelo por conquistar a un mecánico
de dieciséis años llamado Alberto (“Albert” para abreviar, como tributo a Camus).
Con todo, Karl es un personaje que encarna la adicción al placer, al deseo del
deseo.11

Traducciones al español
Cartas de un seductor - Buenos Aires: Cuenco de Plata, 2014
Bibliografía
Tesis doctorales
KULAWIK, K. (2001): Travestismo lingüístico. El enmascaramiento de la identidad
sexual en la narrativa latinoamericana neobarroca de Severo Sarduy, Diamela Eltit,
Osvaldo Lamborghini e Hilda Hilst. University of Florida, Florida.[1]
CESARCO, L. (2016): The Poetics of Time in the Poetry of Ida Vitale, Hilda Hilst,
and Juana Bignozzi. University of Colorado.[2]
WILLIAM FOSTER, D. (1997), The case of femenine pornography in Latin America. En
Sexual textualities: essays on Queer/ing Latin American writing , EE. UU., Texas:
University of Texas Press.[3]
MARTÍNEZ TEIXEIRO, A (2010): A obra literária de Hilda Hilst e a categoria do
obsceno. Universidade da Coruña.[4]
Artículos en línea
GRANDO, C. La Palabra Viva de la escritora Hilda Hilst. Revista Rocinante. Santiago
de Chile: septiembre de 2005, vol. VIII, núm. 83.[5]
Crespi, M. Pornógrafa con culpa y recelo. Revista Ñ (Grupo Clarín). Argentina:
febrero de 2015.[6]
Pécora, A. Hilda Hilst ha muerto. ¡Viva Hilda Hilst! Revista Pesquisa FAPESP. São
Paulo: marzo de 2004, ed. 97.[7]
Z. Levy, A. The obscene Hilda Hilst. Revista Music & Literature. Abril de 2014.[8]
Mcphee, J. The obscene Hilda Hilst. Revista Bookslut. Mayo de 2014.[9]
Véjar, F. (6 de agosto de 2004). La poeta del erotismo. El Mercurio.[10]
Rey, Pedro B. (30 de mayo de 2014). Lo sagrado y lo profano. La Nación. [11]
Referencias
Martínez Teixeiro, 2010; 128
Martínez Teixeiro, 2010; 128
«Revista Pesquisa». Archivado desde el original el 26 de abril de 2018. Consultado
el 26 de abril de 2018.
«Marcha.org».
«Revista Clarín».
Foster William, 1997; 42-43
«Book Slut».
Kulawik, 2001.
Kulawik, 2001; 33
Martínez Teixeiro, 2010; 128
«Music and Literature».
Véase también
Otros artículos
Do desejo
El cuaderno rosa de Lori Lamby
Hilda Hilst
La obscena señora D
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Categorías: Novelas de 1991Novelas de BrasilObras de Hilda Hilst
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