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No se puede tener la sensación de existir sin tener también la sensación de tener que morir.
De la misma manera, resulta igualmente imposible pensar que uno va a morir, sin pensar al mismo
tiempo en lo fantástico que es vivir.
¿Qué es lo más importante en la vida? Si preguntamos a una persona que se encuentra en el límite
del hambre, la respuesta será comida. Si dirigimos la misma pregunta a alguien que tiene frío, la
respuesta será calor. Y si preguntamos a una persona que se siente sola, la respuesta seguramente
será estar con otras personas.
Los filósofos opinan que sí. Opinan que el ser humano no vive sólo de pan. Es evidente que todo el
mundo necesita comer. Todo el mundo necesita también amor y cuidados. Pero aún hay algo más
que todo el mundo necesita. Necesitamos encontrar una respuesta a quién somos y por qué
vivimos.
En realidad, nosotros somos el conejo blanco que se saca del sombrero de copa. La diferencia
entre nosotros y el conejo blanco es simplemente que el conejo no tiene sensación de participar
en un juego de magia. Nosotros somos distintos. Pensamos que participamos en algo misterioso y
nos gustaría desvelar ese misterio.
Por filosofía entendemos una manera de pensar totalmente nueva que surgió en Grecia alrededor
del año600 antes de Cristo.
A los primeros filósofos de Grecia se les suele llamar «filósofos de la naturaleza» porque, ante
todo, se interesaban por la naturaleza y por sus procesos.
Los primeros filósofos tenían en común la creencia de que existía una materia primaria, que era el
origen de todos los cambios.
Aristóteles sólo se refiere a los resultados a que llegaron los filósofos que le precedieron, lo que
significa que no podemos saber siempre cómo llegaron a sus conclusiones
El primer filósofo del que oímos hablar es Tales, de la colonia de Mileto, en Asia Menor.
Se cuenta de él que midió la altura de una pirámide en Egipto, teniendo en cuenta la sombra de la
misma, en el momento en que su propia sombra medía exactamente lo mismo que él.
También se dice que supo predecir mediante cálculos matemáticos un eclipse solar en el año 585
antes de Cristo.
Anaximandro
Pensaba que nuestro mundo simplemente es uno de los muchos mundos que nacen y perecen en
algo que él llamó «lo Indefinido».
opinaba que el agua tenía que ser aire condensado, pues vemos cómo el agua surge del aire
cuando llueve. Y cuando el agua se condensa aún más, se convierte en tierra, pensaba él.
¿Pero cómo era posible que una materia se alterara de repente para convertirse en algo
completamente distinto? A este problema lo podemos llamar problema del cambio.
Esta fuerte fe en la razón humana se llama racionalismo. Un racionalista es el que tiene una gran
fe en la razón de las personas como fuente de sus conocimientos sobre el mundo.
Heráclito: pensaba que precisamente los cambios constantes eran los rasgos más básicos de la
naturaleza. Heráclito tenía más fe en lo que le decían sus sentidos que Parménides.
«Todo fluye», dijo Heráclito. Todo está en movimiento y nada dura eternamente. Por eso no
podemos «descender dos veces al mismo río», pues cuando desciendo al río por segunda vez, ni
yo ni el río somos los mismos.
Si no tuviéramos nunca hambre, no sabríamos apreciar estar saciados. Si no hubiera nunca guerra,
no sabríamos valorar la paz,
Y si no hubiera un constante juego entre los contrastes, el mundo dejaría de existir. «Dios es día y
noche, invierno y verano, guerra y paz, hambre y saciedad».
En lugar de la palabra «Dios», emplea a menudo la palabra griega logos, que significa razón.
tiene que haber una especie de «razón universal» que dirige todo lo que sucede en la naturaleza.
Esta «razón universal» –o «ley natural»- es algo común para todos y por la cual todos tienen que
guiarse.
En medio de todos esos cambios y contradicciones en la naturaleza, Heráclito veía, pues, una
unidad o un todo. Este «algo», que era la base de todo, él lo llamaba «Dios» o «logos».