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4. ¿Para quién es difícil este proceso de dejar a los padres: para ellos o para los hijos?
5. ¿Por qué es necesario que el matrimonio nuevo se separe de los padres?
6. Según todo esto, ¿cuál relación es más importante: padre-hijo o esposo-esposa? Entonces, ¿cuál debe ser la
prioridad en el matrimonio al nacer los hijos?
7. ¿Cuáles serían algunos pasos prácticos para "dejar" a los padres que la pareja puede tomar con ellos antes
de la boda?
C. "Unirse"
1. ¿Cómo entiendes la palabra "unirse" aplicada al matrimonio?
2. El verbo traducido como "unirse" tiene, entre sus varios sentidos, la idea de "adherirse como con
pegamento". ¿Qué comunica esto en cuanto a la permanencia que Dios quiere que haya en el matrimonio?
3. Si unes dos hojas de papel con pegamento y después intentas separarlas, ¿cuál es el resultado? ¿Cómo
podemos aplicar esta idea al daño que sucede a las personas que intentan divorciarse?
4. Examina Malaquías 2:14-16 y Marcos 10:2-12 y escribe un resumen sobre lo que dice la palabra de Dios en
cuanto a la permanencia de la unión matrimonial:
5. Según Romanos 7:1-3 y 1 Corintios 7:39, ¿cuál es el evento que termina definitivamente con el matrimonio?
Poco tiempo después de haber iniciado la convivencia, la mayoría de las parejas, por no decir todas, empiezan
a darse cuenta de que vivir de forma cotidiana en un mismo hogar requiere de algo más que ilusiones y
buenas intenciones para lograr que su relación funcione bien.
Para empezar, cada uno de los miembros que formáis la pareja necesitáis enfrentaros al hecho de que habéis
dejado de ser hijo o hija de familia. Ahora sois el compañero o la compañera de una persona con la que os
habéis comprometido. Cada uno de vosotros es ya un adulto independiente de su familia de origen y necesita
aprender una nueva forma de relacionarse con la familia que acabáis de formar.
En segundo lugar, el compromiso contraído con la pareja requiere limitar actividades que antes se hacían
libremente como solteros, para darle ahora prioridad a la relación entre los dos.
También es importante que establezcáis acuerdos entre vosotros para regular vuestra nueva forma de vida.
Cada uno está aportando a esta convivencia su propia individualidad con hábitos, costumbres y formas de
proceder adquiridas por la educación que habéis recibido. Se requiere unir esas dos individualidades mediante
acuerdos tomados en común acerca de muchos asuntos, como los horarios de trabajo, la disposición del
tiempo libre, la administración del dinero y muchas cosas más.
Es evidente que al tratar de establecer estos acuerdos van a surgir múltiples diferencias entre vosotros. Pero
si recordáis que estas diferencias son las que contienen la riqueza potencial de vuestra relación, seréis capaces
de hacer el esfuerzo que se necesita para lograr el consenso, aunque esto rompa, momentáneamente, la
armonía o tranquilidad que deseáis tener y os lleve a discusiones en las que os sintáis incómodos por veros
enfrentados a lo que no os gusta de vosotros mismos. Si los dos estáis dispuestos a trabajar activamente por
vuestra relación y a no dejar asuntos pendientes que se conviertan en un lastre en el futuro, os daréis cuenta
que los conflictos, grandes o pequeños, son parte inherente de la vida de una pareja y que buscarles solución,
en vez de negarlos o evitarlos, es algo enriquecedor que os ayudará a madurar.
La situación contraria, es decir, quedar vinculados emocional o físicamente a las familias de origen, resistirse a
abandonar las actividades de solteros, no establecer vuestras propias normas de funcionamiento o huir de las
situaciones conflictivas, buscando distracciones como el trabajo o las amistades, es vivir esta etapa de manera
equivocada, es obstruir la madurez que puede lograrse y dejar asuntos inconclusos que van a dificultar, en el
futuro, vuestra relación.
Otro punto muy importante de esta etapa en la vida de dos personas es que, en un plazo no muy largo, ambos
os daréis cuenta de que no se cumplen las expectativas que teníais acerca de vuestra relación. Como esas
expectativas generalmente se relacionan con recibir cariño, comprensión, apoyo a lo que es cada uno, en la
medida en que cada cual lo necesita, el no recibirlo como se desea, produce malestar y desilusión, y hasta la
sensación de haberse equivocado en la elección de pareja.
A veces, nuestro ego está tan necesitado de todo lo que esperábamos para darnos fuerza, que no toleramos el
no recibirlo, y en cambio encontramos críticas, confrontaciones y motivos de malestar, y tomamos la decisión
de dar por terminada la relación a través de una separación que, con frecuencia, quizás pudiera haberse
evitado con una mayor comprensión y deseos de superación por parte de ambos.
- Una analogía aplicable a esta etapa de la vida de una pareja sería decir que un hombre y una mujer
inician su relación con un gran estallido de luz que ilumina sin cegar y calienta sin quemar (el
enamoramiento). Esto tiene una duración breve, y la gran luminaria se convierte en una fogata que
sigue iluminando y calentando pero que requiere ser alimentada con leña nueva cada día. Sólo que la
leña ni les va a ser entregada a domicilio ni se compra en la tienda más cercana, sino que es necesario
ir a por ella. Esto significa que hay que ir al bosque, escoger un buen árbol, cortarlo con las propias
manos, partirlo con todo el esfuerzo que esto implica, hacerlo entre los dos y así mismo, transportar la
madera a casa, almacenarla y después saber cuánta leña se debe poner en la fogata según cada
momento o situación, para que la fogata no queme la casa ni tampoco se convierta en un rescoldo que
apenas dé un poco de calor y termine convertida en cenizas.
Identidad
Normalmente, con la convivencia se inicia la etapa de identificarse como pareja, de dejar de lado el tú y el yo,
que son reemplazados por el "nosotros", donde el compartir es la fórmula esencial
Lo principal para crear ese "nosotros" es el desarrollo de la intimidad, que lleva a los dos a mostrarse más
abiertamente. La comunicación juega un papel fundamental en esa apertura para convertirse en
descubridores y no en juez del otro. Es colocarse en el lugar del otro, entendiendo lo que piensa, siente y
cómo actúa.
Para que la intimidad se desarrolle hay que vencer el miedo a mostrase a sí mismos con sus temores y
vergüenzas, ese temor a decepcionar al otro, lo cual es un error, porque uno es amado realmente cuando se
muestra tal como es y el otro así lo acepta.
Por ejemplo:
Respeto: No nos gusta agredirnos mutuamente ni de palabra ni físicamente.
Veracidad: Nunca nos engañaremos. Trataremos de decirnos la verdad, aunque sea dolorosa.
Antes de tomar los acuerdos de nuestro proyecto, conviene que dejemos volar libremente la imaginación,
para permitir que afloren los anhelos profundos del alma que tenemos con relación a nuestra vida en común.
Intercambiaremos sobre cómo nos gustaría que fuera nuestra vida conyugal y la familia que vamos a formar.
1) ¿Cómo nos gustaría que fuera nuestro hogar? ¿Cómo quisiéramos que fuera el ambiente que reine en él?
2) ¿Cómo quisiéramos que fueran nuestras relaciones mutuas?
3) ¿Cuántos hijos quisiéramos tener?
4) ¿Cómo quisiéramos educarlos?
5) ¿Cómo quisiéramos que fueran nuestras relaciones con los parientes, amigos, etc.?
6) ¿Cómo queremos vivir nuestra fe?
7) ¿Cómo podríamos simbolizar nuestro matrimonio?
B. ¿Qué acuerdos queremos tomar?
Después de soñar un poco, conviene aterrizar para construir juntos el futuro. Con el término “acuerdos” nos
referimos a un cierto “rayado de cancha” práctico por el que los novios se ponen de acuerdo como personas
adultas en temas contingentes: Por ejemplo: cultivo de amistades, visitas a las familias de origen,
administración de los bienes, decisiones prácticas, formas de vida religiosa, etc.
Nuestra vida intima
a) ¿Cómo queremos cultivar nuestra vida afectiva y sexual?
¿Caricias, regalos, delicadeza, agradecimiento, servicios, etc.?
b) ¿Cómo vamos a regular la fertilidad?, ¿Conocemos los métodos que nos propone la Iglesia? ¿Estamos de
acuerdo en los principios básicos de la Iglesia para esta regulación? ¿Necesitamos más información?
c) ¿Cómo vamos a educar a nuestros hijos?
d) ¿Qué vamos a hacer si Dios no nos regala hijos? ¿Vamos a adoptar?
e) ¿Cómo vamos a administrarlos bienes económicos? ¿Vamos a ceñirnos a un presupuesto familiar? ¿Cómo
tomaremos las decisiones en ese campo?
f) ¿Cómo vamos a compartir las responsabilidades y tareas propias del hogar?
g) ¿Qué fiestas vamos a celebrar y cómo nos gustaría hacerlo?
h) ¿Cómo vamos a solucionar nuestros conflictos?
i) ¿Qué importancia le vamos a dar al perdón, a la sinceridad?
j) ¿De qué manera compartiremos los diversos aspectos de nuestra vida, por ejemplo nuestros problemas y
sentimientos?
k) ¿Cómo vamos a tomar las decisiones que atañen al hogar u a la familia? En caso de desacuerdo de un
punto determinado, ¿quién de los dos tendrá la última palabra y en qué materias?
l) ¿Qué rasgos quisiéramos acentuar en nuestro estilo de vida común, por ejemplo: sencillez, orden, etc.?
m) ¿Dónde y cómo aspiramos a vivir? ¿Nos interesa tener casa propia? ¿Qué tipo de casa nos gustaría
tener? ¿En qué ambiente nos gustaría vivir?
n) ¿Cómo nos gustaría que fuera nuestro tiempo de descanso? ¿Cómo nos entretendremos? ¿Cómo nos
gustaría que fuesen nuestras vacaciones?