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Imperialismo y colonialismo europeo

Artículos principales: Nuevo imperialismo,  Segunda Revolución Industrial,  Primera


globalización y  Belle Époque.
Véanse también: Imperialismo,  Colonialismo,  Reparto de África  y  Colonización de África.

En 1914, Europa dominaba toda África, con la excepción de Abisinia (actual Etiopía) y Liberia, una muestra del
imperialismo europeo, que también provocó continuas tensiones entre países durante la colonización del
continente, visto como muy desfavorable para Italia y Alemania y muy beneficioso para Francia y Reino Unido.
Otros países como Portugal, España o Bélgica tenían unas pocas colonias.

En 1914, Europa estaba en el cenit de su dominio mundial. Tras la Revolución Industrial y la


explosión demográfica, Europa había logrado establecer una dominación política, económica y
militar a nivel mundial, basada en una abrumadora superioridad técnica e intelectual. Reunía a una
cuarta parte de la población mundial y cada año cientos de miles de europeos emigraban a países
de Ultramar, una emigración que no hacía sino cimentar el dominio europeo sobre el resto del
mundo.25 A principios del siglo XX, el mundo estaba configurado para beneficio de Europa y la
explotación económica de los territorios fuera del continente se guiaba sobre la máxima: «dirigida
por Europa y para Europa».25 Sin embargo, en su interior aún existían muchas diferencias: Francia y
Reino Unido poseían el 70 % de la mano de obra cualificada y capacidad industrial de todo el
continente, por lo que la dominación de Europa era más bien la de Europa occidental; un selecto
grupo de países: Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia, eran responsables de más del
60 % de las exportaciones mundiales y detentaban en la práctica el monopolio en la fabricación de
productos manufacturados.25 En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Londres ejercía de «centro
de la economía mundial»26 y Europa, la «fábrica del mundo», poseía el dominio absoluto del
comercio internacional y los mercados financieros.26 Sin embargo, antes de 1914 esta hegemonía
ya amenazaba con resquebrajarse, producto de las tensiones imperialistas entre las grandes
potencias, el ascenso de Japón en Asia y los Estados Unidos en América y en su interior la
creciente influencia del marxismo y la agitación en aumento de la clase obrera europea, que
amenazaban con subvertir el capitalismo liberal y el orden social existente.27

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