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Gadir y el Círculo

del Estrecho revisados


Propuestas de la arqueología
desde un enfoque social

JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ PÉREZ (Ed. cient.)

mHA
MONOGRAFÍAS
Historia y Arte
.

Universidad
de Cádiz

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El archipiélago canario en el horizonte
fenicio-púnico y romano del Círculo del Estrecho
(circo siglo X a.n.e. al siglo IV d.n.e.)
PABLO ATOCHE PEÑA1 Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ2
'Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.CEFYP
investigadora, colaboradora del Proyecto «Canarias: colonización humana protohistórica,
bioadaptación insular y transformación medioambiental»

RESUMEN cultural en el que eran frecuentes los elementos


asimilados de las culturas fenicio-púnica y romana
Los más recientes hallazgos arqueológicos establecidas en el sur de la Península Ibérica y el
producidos en Cananas, principalmente en los norte de África. De esa manera, y en paralelo al
sitios de El Bebedero y Bucnavista en Lanzarote paradigma tradicional, entre algunos historiado-
y El Descubrimiento en La Graciosa, confirman res y arqueólogos se ha ido abriendo paso poco a
los prolongados y estrechos lazos que existieron poco un nuevo modelo interpretativo en el que se
entre las islas y el Mediterráneo occidental desde han comenzado a plantear las cuestiones de otra
fechas muy antiguas situadas en torno al siglo manera, pasando de considerar la protohistona
X a.n.e. y hasta el siglo IV d.n.e. Se pone así de canaria como una etapa de total aislamiento cultu-
manifiesto el trascendental papel que fenicios y ral ante cualquier influencia externa que no fuera
púnicos primero y romanos más tarde jugaron en la beréber, a entenderla como parte integrante del
el proceso de colonización del archipiélago cana- devenir histórico de una extensa región en la que
rio y la profundidad y lejanía que en el Atlántico confluyeron los intereses de las poblaciones del
africano alcanzó la influencia cultural del Círculo Círculo del Estrecho a lo largo de casi un milenio
del Estrecho. y medio (circo, s. X a.n.e. al s. IV d.n.e.).
A ese proceso de renovación científica nuestro
equipo de investigación ha contribuido durante
1. INTRODUCCIÓN las dos últimas décadas con un elevado cúmulo
de datos arqueológicos que, entre otros aspectos,
La etapa protohistórica canaria se ha estu- han confirmado la permanencia en el tiempo de
diado durante mucho tiempo desde posiciones navegantes mediterráneos en Canarias. La infor-
inmovilistas fijadas inicialmente por historiadores mación se ha recuperado a lo largo de ocho cam-
románticos del siglo XIX, quienes concibieron pañas arqueológicas centradas en yacimientos de
unas culturas insulares caracterizadas por su ais- la isla de Lanzarote (El Bebedero, Caldereta de
lamiento y primitivismo, su cronología tardía y Tinache, Buenavista,...), los cuales han propor-
unos paralelos que se intentaban rastrear entre las cionado amplios contextos crono-cstratigráficos
poblaciones bereberes norteafricanas contemporá- y permitido la realización de análisis medioam-
neas. Se ha tenido que esperar una centuria, hasta bientales y estudios de registros materiales en los
la década de los años 90 del pasado siglo XX, para que no han faltado las analíticas petrológicas a las
que la actividad arqueológica comenzara a consta- cerámicas, los exámenes metalográficos a los arte-
tar que los primeros humanos que colonizaron el factos metálicos y de componentes a los elemen-
archipiélago canario lo hicieron desde un contexto tos vitreos. Esos trabajos han permitido que nos
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pudiéramos alejar de las tradicionales e incom- Cerne, en el río de Oro, sin tocar en las Islas
pletas síntesis basadas casi exclusivamente en Cananas, subvencionó un reconocimiento de su
las fuentes literarias etnohistóncas, permitiendo archipiélago [...] por este crucero reanudó las
asentar la reconstrucción histórica de la reali- relaciones que la marina púnica había mantenido
dad canaria sobre sólidas bases científicas. Pero, clandestinamente con ellas y nos ha dejado, de las
más próximas, una descripción que Pimío el Viejo
además, la combinación de esos descubrimientos
recopiló abreviándola, y que no es despreciable en
arqueológicos con los notables avances produci-
absoluto. [...] y nos da noticia muy exacta sobre
dos en el conocimiento del mundo colonial feni- la distancia que separa las Canarias de Mogador y
cio-púnico y romano del Círculo del Estrecho., sobre las direcciones sucesivas y, aparentemente,
han propiciado que un grupo de investigadores incoherentes, que deben seguir los veleros desde
hayamos desarrollado a lo largo de los últimos Mogador a las Cananas para utilizar la deriva de
años un modelo explicativo que interpreta el ini- las corrientes. [...] podemos permitirnos pensar
cial poblamiento de Canarias en el marco de la que este viaje tenía finalidad diferente a la del
expansión semita al otro lado del Estrecho de simple descubrimiento geográfico y que estaba
Gibraltar (Balbín et al., 1995; González et al., ligado [...] a la política de enriquecimiento que
1998; González, 1999; Atoche y Martín, 1999; practicó en todas partes y cuyo éxito no parece
Atoche y Ramírez, 2001; Atoche, 2002; Mederos pueda ser discutido en Marruecos.
y Escribano, 2002; González y Arco, 2007).
La nueva situación también ha propiciado Sin duda, en el siglo I d.n.e. los núcleos mari-
que la investigación fuera adquiriendo progresi- neros del sur de la Península Ibérica poseían un
vamente mayor conciencia del conocimiento que amplio conocimiento de la costa occidental afri-
en el I milenio a.n.e. poseían las culturas medi- cana resultado de vanos siglos de frecuentación de
terráneas acerca de la existencia de islas al otro un itinerario marítimo que, como señalara Estra-
lado de las Columnas de Hércules, en el Océano bón (Geog. II, 3, 4), recorrían los pescadores que
occidental, uno de los confines de su mundo en el navegaban hasta el río Lixo.
que la geografía mítica situó algunos de sus más A partir del siglo III d.n.e., coincidiendo con
conocidos Ítems (Jardín de las Hespérides, Islas la crisis que afectó a la estructura político-eco-
de los Bienaventurados, Campos Elíseos, Atlán- nómica establecida por Roma en la Mauretania
tida,...). Lejos de esa visión legendaria, las Islas Tingitana, se trunca la presencia en el archipié-
Canarias constituyeron una realidad tangible para lago de los navegantes procedentes del Círculo
las poblaciones del Bronce Final del Círculo del del Estrecho, comenzando para las poblaciones
Estrecho y para los fenicios establecidos en esa paleocananas una nueva etapa histórica carac-
región desde finales del II milenio a.n.e. (Atoche terizada por el espaciamiento de los contactos
y Ramírez, 2001; González y Arco, 2009; Atoche exteriores y el aislamiento. El olvido que parece
y Ramírez, e.p.), si bien los intereses económicos aquejar a partir de entonces a las islas no fina-
de estos últimos alentaron la visión mítica que lizó hasta que se produjo su reconocimiento por
durante mucho tiempo rodeó la realidad existente navegantes musulmanes (circa s. XI d.n.e.) y su
al otro lado del Estrecho. Esa situación se mantuvo definitivo redescubrimiento en el siglo XIV d.n.e.
hasta el cambio de era cuando aparece una visión a cargo de marinos bajomedievales.
más real propiciada por el pragmatismo romano y
su interés por situar y reconocer geográficamente
las Canarias, patente en la expedición enviada por 2. CANARIAS Y EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL
Juba II al archipiélago (Santana et al., 2002: 232 y ANTIGUO
ss.), la cual se enmarcó en un contexto histórico
que revela cuáles fueron las auténticas razones A lo largo del siglo XX diferentes investiga-
que propiciaron la presencia de gentes romanas o dores defendieron el conocimiento de las Islas
romanizadas en las islas, sintetizadas a mediados Canarias por navegantes fenicios procedentes del
del siglo pasado por J.J. Jáuregui (1954: 271-272), Círculo del Estrecho, apoyando sus aseveraciones
quien señaló que Juba II en el estudio de las corrientes y los vientos de la
zona o en la cita de una serie de textos antiguos
[...] advertido por sus subditos de Lixus, cuyos (Plutarco, Estrabón, Pomponio Mela, Salustio,
antepasados no habían podido navegar hasta Diodoro, Plinio el Viejo, Ptolomeo...) en los que se
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hacía patente la existencia de unas islas atlánticas, 2008), la captura de túnidos y escómbri-
si bien rodeadas por un halo de misterio. También dos. Los primeros atraviesan el archipiélago
se ha propuesto la navegación tartésica, púnica y durante los meses de abril a julio en sus des-
romana por las aguas de las islas, no teniéndose plazamientos reproductivos anuales desde el
dudas en la actualidad acerca de la capacidad que Golfo de Guinea hacia la cuenca occiden-
fenicios y púnicos poseían para navegar por el tal del Mediterráneo (Ponsich y Tarradell,
Atlántico hasta alcanzar las islas y, si aceptamos 1965: 94), mientras que de los segundos
el hallazgo producido en 1749 de un tesonllo de existen cardúmenes residentes en las aguas
monedas púnicas de los siglos IV y II a.n.e. en insulares todo el año. A lo anterior se une
Azores (Blázquez, 1977), su potencial naval alcan- la proximidad del banco pesquero canario-
zaba igualmente para adentrarse en el Atlántico. sahariano con multitud de especies explota-
Esas travesías estuvieron motivadas por factores bles en diferentes momentos del año. Este
económicos: la búsqueda de recursos agrícolas y recurso es considerado por algunos investi-
pesqueros para los asentamientos costeros, mate- gadores razón suficiente para poner en mar-
rias que transformar en las factorías y mercancías cha la colonización semita del archipiélago
potencialmente intercambiables en los mercados canario (González y Arco, 2007: 67).
del Mediterráneo. En esa labor de rastreo no pudo 2. La producción de sal marina de buena cali-
pasar desapercibido el archipiélago canario, unas dad, un elemento importante de cara a la
islas deshabitadas con amplios recursos natura- conservación del pescado y/o productos cár-
les intactos, las cuales habrían sido visitadas en nicos de origen terrestre (Arco et al., 2008).
busca de fondeaderos y bienes de todo tipo y cuyo En Gadir la sal fue la base de un amplio
aspecto era sensiblemente distinto al que presen- comercio que abarcó a todo el Mediterráneo,
tan en la actualidad, de manera que hacia el inicio utilizándose como moneda de intercambio
del I milenio a.n.e. su virginidad mostraría a los para el pago de los metales obtenidos de los
ojos de los navegantes mediterráneos una cubierta pueblos del noroeste peninsular.
vegetal mucho más extensa y frondosa de la que 3. Puertos naturales y fondeaderos seguros
hoy se conserva, con presencia en las islas más desde los que llevar a cabo tanto labores
orientales de formaciones arbóreas de laurisilva pesqueras en el área próxima como de efec-
(Atoche, 2003). A lo anterior cabría añadir que los tuar viajes más al sur. Serían puntos en los
recursos freáticos se hallarían en niveles óptimos, que se refrescarían las embarcaciones, apor-
por lo que sería frecuente la presencia de cur- tando agua y comida a quienes faenasen
sos de agua estacionales o, incluso, permanentes en el banco canario-sahariano durante el
en islas como Tenerife o Gran Canaria. Estaban tiempo que durase la pesca, sirviendo a su
presentes las vegas de tierra fértil aptas para el vez de zona de descanso para unos hombres
cultivo, así como los buenos fondeaderos, espe- cuyas actividades debían prolongarse a lo
cialmente en las costas este y sur de todas las islas. largo de varios meses.
Los fondos costeros albergaban especies que hoy 4. Maderas de muy buena calidad, algunas uti-
se encuentran mucho más alejadas de la costa o a lizadas históricamente para la reparación o
mayor profundidad. Las características anteriores fabricación de las flotas que faenaban en el
se verían potenciadas por un clima moderado y sin banco pesquero canario-sahariano o de las
grandes oscilaciones térmicas, dándose en gene- que hacían la ruta de Indias. También cabría
ral una situación medioambiental similar a la que la posibilidad de obtener pez, brea o grasa
por entonces encuentran esos mismos navegantes de determinadas especies animales, como la
semitas en algunas islas mediterráneas como Ibiza pardela (Calonectris diomedea, Puffinus assi-
(Gómez Bellard, 1995). En suma, las islas dispon- milis o Puffinus puffinus) o el aceite de pes-
drían de una gran variedad de recursos explotables cado, para las necesarias labores de calafateo
entre los que pueden enumerarse: e impermeabilización de las embarcaciones.
5. Grandes posibilidades de obtener recur-
1. La pesca, y muy especialmente, como han sos de gran interés comercial durante la
señalado algunos investigadores (Ponsich y Antigüedad, como los elementos tintóreos
Tarradell, 1965; González et al., 1995; Gon- del tipo múrex u orchilla, este último un
zález y Arco, 2007; Mederos y Escribano, liquen de calidad tintórea media que crece
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en los acantilados marinos de las islas En realidad, y atendiendo a las dataciones crono-
(Medcros y Escribano, 2006). métricas disponibles (Atoche, 2009; González y
6. Posibilidad de recoger la carne, piel, grasa y Arco, 2009; Atoche y Ramírez, e.p.), el arranque
el ámbar gris de los numerosos cetáceos que de la colonización humana se produciría en la pri-
tradicionalmente han varado en las playas mera mitad del siglo X a.n.e., afectando a las islas
insulares. A los anteriores se une la impor- de La Graciosa, Lanzarote y Tenerife. En esos
tante colonia de focas monje atlánticas asen- momentos el archipiélago estaría sometido tanto
tadas en las islas más orientales. a un proceso de frecuentación y valoración de sus
7. Un recurso que no se encuentra en el archi- posibilidades y recursos (El Descubrimiento. La
piélago, pero para cuya obtención las islas Graciosa) como al establecimiento de los prime-
debieron constituir una plataforma espe- ros grupos humanos tal y como se atestigua en el
cialmente indicada, fue el oro africano. sitio de Buenavista (Lanzarote) o la Cueva de los
Tradicionalmente se ha especulado sobre Guanches (Tenerife).
si fenicios, púnicos y romanos conocieron A partir de esa fecha inicial y hasta el siglo
los importantes yacimientos auríferos loca- IV d.n.e., resulta posible reunir diferentes noticias
lizados entre el río Senegal y el Golfo de que narran viajes marítimos por el entorno de las
Guinea; es cuando menos posible que los islas; ese es el caso del viaje exploratorio de circun-
colonizadores del Mediterráneo tuvieran navegación de África a cargo de los navios fenicios
constancia de ese recurso y comerciaran con fletados por el faraón Necao, un periplo que, al
los pueblos de la zona para obtenerlo, no en remontar el Atlántico y sus corrientes desde el
vano fue Herodoto quien, al referirnos las Golfo de Guinea, debió llevar a sus protagonistas
características del comercio a la muda esta- hasta las aguas del archipiélago canario. Algo más
blecido por los púnicos en la Libia occiden- tarde, en el siglo VI a.n.e., se inició la expansión
tal, afirma que la mercancía más solicitada cartaginesa por el Mediterráneo occidental y el
por éstos era el oro. Si ello es así, como han Océano, fenómeno que debió traer consigo una
defendido distintos investigadores (Jáure- reactivación del proceso colonizador en las islas
gui, 1954; Mahjoubi, 1983: 497), las islas comcidente durante la segunda mitad de ese siglo
serían la base ideal para dirigirse hacia las con el Periplo de Hannón y el establecimiento de
rutas auríferas del sur y paso obligado para libiofenicios en la costa marroquí (López Pardo,
hacer el viaje de retorno. 1990: 61-62); algunos autores antiguos vieron
8. Por último, cabe pensar en la atracción como algo normal que, con anterioridad a su
que pudieron tener determinados produc- enfrentamiento con Roma, Cartago instalara ciu-
tos exóticos, como el drago, cuya savia fue dadanos suyos y poblaciones libiofenicias fuera de
usada como medicina desde la Antigüedad. Túnez (López Pardo y Suárez Padilla, 2002: 116).
Plinio el Viejo, en su Historia Natural (VI, Durante el siglo V a.n.e. se recrudeció la lucha por
37), se refiere a ese producto «...vulgo san- el control de rutas y mercados en el Mediterráneo
guinem dracor is apellant», también llamado lo que condujo a Cartago a lanzarse al dominio de
crinabaris, y a sus propiedades, el cual era amplios territorios africanos. Ese es el momento
obtenido en las Insulis Fortunatis. R. Gon- en el que la ciudad nortcafncana provoca el cie-
zález y colaboradores (1995: 34), ofrecen una rre del Estrecho a otros navegantes, reservándose
cita de Posidomo sobre el árbol de Gadira, con ello el monopolio de los mercados atlánticos
que podría ser, afirman, la descripción de (Gozalbes, 1988: 773), una actitud de la que ya
un drago trasplantado desde Cananas a la haría gala la metrópoli norteafricana en la segunda
mismísima ciudad de Gadir. mitad del siglo VI a.n.e., como han indicado F.
López Pardo y Suárez Padilla (2002: 115), para
Así pues las Canarias estaban en el corazón quien el control hcgemónico cartaginés se apre-
de una rica zona económica susceptible de ser cia cuando una vez descubierta por los fenicios
explotada en un amplio abanico de posibilida- occidentales una isla en aguas del Atlántico, Car-
des adquiriendo así consistencia la hipótesis que tago impide colonizarla, según una información
propugna que el archipiélago fue frecuentado, al recogida de Timeo por Diodoro (5, 19-20). Impli-
menos desde los inicios del I milenio a.n.e., por caciones semejantes tendrían para el citado inves-
marinos fenicios primero y púnicos más tarde. tigador la gestión del comercio atlántico con los
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viajes de Hannón e Himilcón, considerando muy cano, hasta la llegada de nuevos europeos a partir
verosímil que se debiera a Cartago la reocupación del siglo XIII, son escasas y poco estudiadas.
de la isla de Mogador en el siglo IV a.n.e. (López Como vemos, Canarias no es, como se ha
Pardo y Suárez Padilla, 2002: 116). venido considerando, un reducto del Neolítico
Con el final de la Primera Guerra Púnica, en el africano preservado milagrosamente durante toda
siglo III a.n.e., la política de los Bárquidas supuso la Antigüedad hasta desembocar en el final de la
el empleo de población africana aculturada como Baja Edad Media y el inicio del Renacimiento;
colonos en la Península Ibérica y zonas de con- por el contrario, constituyó un componente real y
trol económico exclusivo, inaugurándose así un activo del mundo mediterráneo antiguo cuyo desa-
nuevo período de intensificación de la actuación rrollo quedó sometido desde sus inicios al yugo de
cartaginesa en el África bajo su dominio, el cual la insularidad alcanzando el siglo XV d.n.e. en la
se interrumpió tras la caída de Cartago. En esos plenitud de su propia especificidad cultural.
momentos se liberalizan las prácticas piráticas
en todo el Mediterráneo occidental impidiendo
que la navegación por el Estrecho sea segura al 3. LOS DATOS PROCEDENTES DE LA
menos hasta el Principado de Augusto, circuns- ARQUEOLOGÍA
tancia que afectó negativamente a las comunica-
ciones y relaciones comerciales entre Hispama y La hipótesis mediterránea que mantenemos
Mauretania (Gozalbes Cravioto, 1988: 769). Ya para explicar la inicial colonización del archipié-
en el siglo I a.n.e. la desaparición de una Car- lago canario se asienta en un amplio conjunto de
tago independiente, así como el surgimiento en la registros arqueológicos, en el que un primer grupo
Mauritania occidental de un reino mauro bajo los está integrado por diferentes manifestaciones cul-
auspicios de Roma, suponen la llegada al trono turales conocidas desde antiguo en los distintos
del mismo de un monarca helenizado y criado contextos arqueológicos definidos en las islas aun-
en la metrópoli latina, Juba II, el cual envía al que solo en los últimos años objeto de una ade-
menos una expedición a Canarias y lleva a cabo cuada interpretación. Ese es el caso de un tipo de
una política de fundación y reactivación de fac- escritura identificado en Lanzarote, Fuerteventura
torías de tratamiento de púrpura (Desjacques y y Tenerife, que en un primer momento se con-
Koeberlé, 1955) y de salazón de pescado en la sideró erróneamente como «cursiva pompeyana»,
costa occidental de Marruecos (Ponsich y Tarra- pero que R. Muñoz identificó como un corpus
dell, 1965), valiéndose para ello del potencial «de inspiración púnica» (Muñoz, 1994: 27) y que
técnico, económico y humano de las antiguas correspondería a lo que J. L. López Castro (1992:
fundaciones fenicias y púnicas de la zona afri- 54) denominó como «libiofenicio». Con ella se han
cana del Estrecho hasta Mogador, así como de las elaborado inscripciones que, traducidas, revelan un
poblaciones a ellas vinculadas, por entonces en lenguaje cargado de elementos religiosos semíticos.
un período de bonanza económica tras los años En el ámbito de los rituales funerarios se han
de guerra con Roma. hallado numerosas similitudes culturales con el
Con la romanización del norte de África los mundo fenicio-púnico. Así, en casi todas las islas
contactos con Cananas no se interrumpieron ya está presente un tipo de rito que solo aparece en
que no desaparecieron las razones que atrajeron el norte de África tras el contacto con los colo-
a las islas a quienes decidieron su inicial coloni- nizadores fenicios: la inhumación en decúbito
zación. La presencia de navegantes romanos o supino sobre armazón de madera (Lancel, 1994:
romanizados en todo el archipiélago es un hecho 61). Por otro lado, en Gran Canaria y Tenerife
constatado arqueológicamente, la cual no finaliza se han registrado inhumaciones infantiles en reci-
hasta el siglo IV d.n.e. en coincidencia con la crisis pientes cerámicos, un ritual similar al observado
del Imperio y el abandono por éste de buena parte en los contextos fenicios de Ibiza, Huelva -donde
de la provincia Tingitana, así como el fin de las sobrevive hasta época romana (Alcázar Godoy et
actividades de un amplio número de factorías de al., 1994: 36-47)- o la necrópolis de Kerkouane
la costa atlántica marroquí (Ponsich y Tarradell, (Túnez) (Fantar, 1988: 59). En la isla de Gran Cana-
1965: 116-117). A partir de esos momentos, las ria R. de Balbín Bchrmann y colaboradores (1995)
referencias escritas o arqueológicas de contactos consideraron el denominado Cenobio de Valeren,
de Canarias con el mundo mediterráneo o afri- la Cueva de Cuatro Puertas o la Cueva Pintada
234 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

de Gáldar como elementos de clara filiación feni- de los contextos arqueológicos indígenas (Balbín
cio-púnica, identificándolos como estructuras et al., 1995; Atoche y Ramírez, 2009). Por último,
funerarias (hipogeos) con paralelos en las colonias la isla de Lanzarote ha proporcionado algunos ele-
fenicias de Occidente. Un último ritual funerario mentos muy significativos, como es el caso del
objeto de préstamo cultural y que debemos leer signo de Tanit grabado en el acceso a uno de los
en clave de prestigio lo constituye la momificación pozos de Rubicón (Lám. I), la representación de
practicada por las poblaciones paleocanarias, en la diosa egipcia Tueris hallada en Zonzainas, las
realidad una reinterpretación del ritual funerario numerosas estelas, alguna de gran tamaño grabada
fenicio-púnico norteafncano, el resultado final de con un motivo solar o una gran representación
un largo proceso de adaptación y con él de pér- zoomorfa que representa un carnero, elementos
dida de los significados originales egipcio-fenicios todos de una innegable procedencia cultural feni-
(Atoche et al., 2008). cio-púnica. Son en general registros que muestran
En el ámbito de los artefactos más cotidianos, la presencia en las Canarias protohistóricas de
las islas de Tenerife, La Palma y Fuerteventura una comunidad que poseía numerosos elementos
han proporcionado un amplísimo conjunto de culturales fenicio-púnicos, de los cuales algunos
anforoides modelados a mano que imitan ánfo- afectaban a la superestructura ideológica hasta el
ras elaboradas en los establecimientos del Círculo punto de determinar las formas funerarias o las
del Estrecho entre los siglos VI y III a.n.e. (tipos creencias religiosas.
Tinosa y Carmona) (González et al., 1995: 170). Frente al grupo de manifestaciones descritas se
Por otro lado, la denominada Piedra Zanata, hacía notar la ausencia de asentamientos prolon-
artefacto pisciforme que contiene una inscripción gados en el tiempo cuya antigüedad y contenidos
mágica (Muñoz, 1994), se ha relacionado con la materiales refrendaran no solo la arribada de gen-
presencia fenicio-púnica en las aguas de las islas tes fenicio-púnicas a las islas sino su participación
y con el objeto que consideran les llevó a ellas, la activa en el proceso de colonización del archipié-
pesca (González et al., 1995). Con esa presencia lago. La carencia anterior finaliza a partir del año
también se ha vinculado una serie de grabados 2006 cuando iniciamos excavaciones arqueológi-
que representan toros, animal totalmente ausente cas en el sitio de Buenavista.

Lámina I. Representación grabada de Tanit. Pozo de la Cruz. Rubicón (Yaiza. Lanzarote).


PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 235

3.1. El sitio de Buenavista (Teguise, Lanzarote) altura, desconociéndose si el alzado se comple-


(Lám. II) taría con rocas, tapial, adobe u otros materiales
perecederos, hoy desaparecidos. La estructura
Buenavista (Atoche, et al., 2009) constituye un exhumada está constituida por un muro exterior
asentamiento integrado por una amplia estructura de manipostería irregular de entre 0,70 y 0,85 m
habitacional de planta de tendencia cuadrangu- de espesor, el cual encierra a su vez paredes bajas
lar levantada con manipostería, inmersa en una de menor grosor (de entre 0,22 y 0,50 m) que
secuencia estratigráfica y artefactual con unos conforman tres recintos alargados y estrechos,
límites cronológicos fijados por el C14 que discu- de planta rectangular (con 2,70 x 0,86 m, 2,08
rren entre los siglos X a.n.e. y III d.n.e. Si ya de x 0,72 m y 1 x 0,43 m respectivamente), cuyos
por sí las fechas anteriores suponían una novedad suelos se han excavado unos 0,40 m por debajo
con respecto a las cronologías que se poseían para de la cota exterior de la roca base, hallándose
la protohistoria canaria, no resultaba menos nove- recubiertos por un sedimento rojizo bien conso-
doso el hecho de que parte de esas dataciones se lidado. El recinto de mayores dimensiones, ado-
hubieran obtenido de restos orgánicos asociados sado al muro oriental, contenía en el momento
a diferentes registros materiales de procedencia de su exhumación un nivel de abandono que fue
fenicio-púnica, en concreto fragmentos cerámi- datado en el último tercio del siglo IV a.n.e. y en
cos modelados a torno pertenecientes a ánforas y el que se registraron diferentes artefactos in situ
otros elementos (recipientes, terracotas,...), varios (Lám. III).
objetos fabricados en cobre y bronce y una cuenta Además de esos recintos, en los extremos sur
vitrea; todo ello junto a cerámicas modeladas a y oeste de la estructura se encuentran dos habi-
mano y diferentes detritus alimenticios. taciones cuadrangulares (de aprox. 4 y 7 m2 res-
La estructura recuperada presenta una planta pectivamente), la segunda de ellas abierta hacia el
de tendencia cuadrangular, irregular, la cual ocupa exterior, donde se comunica con un amplio espa-
una superficie aproximada de 42 m2 (Fig. 1). Solo cio circular (de aprox. 6 m2) bien protegido de
se conserva un zócalo de entre 0,30 y 0,60 m de los vientos dominantes por sus extremos norte

Lámina II. Sitio de Buenavista (Teguise, Lanzarote).


236 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CIRCULO DEL ESTRECHO

L_J Estructuras de combustión Sedimento orgánica


55S Hoyo de poste

Figura 1. Planta de la estructura. Buenavista (Tegu¡se,Lanzarote).

y oeste mediante un muro alto y grueso, mien- bajadas. Rocas de menor tamaño se usaron como
tras que el resto de su desarrollo está delimitado cuñas entre los bloques o para rellenar el interior
por una alineación de rocas bajas hincadas en de los muros. La técnica de traba fue la arcilla bajo
el suelo las cuales describen un semicírculo casi la forma de un relleno de tierra y ripios, consi-
perfecto. Estos dos últimos espacios encerra- guiendo darle así consistencia al muro.
ban un potente estrato que contenía abundan- La técnica empleada para levantar los para-
tes sedimentos orgánicos (cenizas) asociados a mentos fue de dos tipos; mientras que los muros
varias estructuras de combustión. En esa zona exteriores se construyeron con un doble lienzo de
y adosado a lo largo del extremo interior del manipostería relleno de tierra y pequeñas piedras,
muro oeste se encuentra un banco bajo de piedra los tabiques que delimitan los recintos internos
construido siguiendo las mismas técnicas que en se levantaron con lajas hincadas en el sucio. En
el resto de la estructura. ambos casos los muros se asentaron directamente
El material constructivo utilizado en la parte de sobre el suelo (la base del estrato II) o sobre la
estructura conservada fue la roca volcánica local roca base, siendo inexistente la cimentación. El
(basaltos), de tamaños variables, empleándose suelo interior, excavado unos 0,40 m por debajo
algunas piedras de dimensiones superiores a los del nivel exterior, está constituido por una fina
0,50 m de largo; se han aprovechado las caras pla- capa de tierra rojiza batida colocada sobre la roca
nas aunque sin que hayan sido aparentemente tra- base.
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 237

En el ámbito cultural púnico existen netas dife- esos momentos distribuidos por la totalidad de
rencias entre el habitat rural y el urbano (Díes la superficie de la isla. Para entonces, la estruc-
y Matamoros, 1991), de forma que mientras en tura llevaba ya varios siglos fuera de uso, de ahí
el segundo se pusieron en práctica técnicas cons- que en realidad lo que se reocupó fue el espa-
tructivas más depuradas (muros trabajados, pare- cio donde se hallaba el antiguo asentamiento y
des cubiertas de arcilla,...), en los asentamientos no la estructura en sí misma, por entonces ya
rurales, como sería el caso de Buenavista, presen- derruida. De hecho, comparada con la primera
tan unas dimensiones más reducidas y se hallan ocupación esta segunda fue de menor intensidad,
asociados a una actividad económica concreta, la probablemente estacional, tal y como lo demues-
explotación de recursos agrarios. En este último tran los registros materiales presentes que, en el
caso las estructuras constructivas son bastante tos- caso de los elementos cerámicos se caracterizan
cas ya que las rocas rara vez se cantean, siendo por presentar una gran fragmentación. La pro-
la técnica de traba siempre la arcilla, con esca- bable estacionalidad de esta segunda ocupación
sos revestimientos, por lo general muy groseros. de Buenavista debió estar directamente relacio-
Los suelos son de tierra batida y no existen las nada con el pastoreo de ovicápridos y el apro-
cimentaciones o éstas son someras. Su reducido vechamiento por parte del ganado del depósito
tamaño solía responder al hecho de que se tra- de agua temporal que aún en la actualidad suele
taba de lugares habitados por pequeños grupos conformarse durante la estación de las lluvias en
familiares. Comparado con los tres tipos básicos el extremo occidental de la hoya donde se asienta
de asentamientos que J.L. López Castro (2008: la estructura. Para entonces la actividad en el área
152) diferenció para los siglos VI a III a.n.e. en basculó hacia el cercano sitio de El Bebedero,
el poblamiento rural fenicio del sur de la Penín- asentamiento que a partir del siglo I a.n.e. con-
sula Ibérica, Buenavista se correspondería con una centró una gran actividad ganadera centrada en
granja o centro productivo primario, integrado la producción de cecinas y cueros derivados de
por construcciones rurales aisladas destinadas a ovicápridos, vinculada a la expansión económica
la producción agrícola y ganadera, o a la explo- romana por el occidente africano puesta en mar-
tación de algún otro recurso. Se trata de peque- cha durante el reinado de Juba II.
ñas instalaciones rurales con menos de media ha Entre los numerosos registros materiales
de extensión orientadas a algún tipo de actividad recuperados en Buenavista destacan las cerámi-
concreta o a vanas actividades productivas pero cas modeladas a torno, representadas por casi
sin que ello suponga la presencia de instalaciones cincuenta fragmentos, que en algunos casos han
de transformación de los productos o de elabo- podido identificarse con los recipientes u objetos
ración industrial. Los artefactos recuperados en originales de los que procedían (Lám. IV). Ese es
su conjunto apuntan a la existencia de procesos el caso de un fragmento de pasta rojiza con engobc
de producción y transformación de alimentos y a de color beig perteneciente a la boca de un ánfora
su almacenamiento en amplios contenedores con púnica identificada con la forma Maná D, tipo de
formas de tendencia cilindrica o troncocónica y contenedor del que se conoce otro fragmento en el
bases planas, modelados a mano. asentamiento fenicio-púnico de Mogador ( López
Las referencias cronométricas proporcionadas y Mederos, 2008: 198). Un segundo fragmento,
por Buenavista (Atoche y Ramírez, e.p.) indi- amorfo, presenta la superficie amarillo rojiza con
can que la estructura se construyó en la segunda estrías marcadas, cocción irregular, superficies
mitad del siglo X a.n.e., ocupándose a partir de exfohables de escasa calidad y corazón oscuro,
entonces el asentamiento hasta el último tercio perteneciente a un ánfora púnica de fabricación
del siglo IV a.n.e., fecha en la que la estructura se hxita. Hay vanos fragmentos amorfos de superfi-
abandonó. El lugar fue de nuevo visitado a par- cies amarillo-rojizas con estrías anchas, a uno de
tir de la primera mitad del siglo II a.n.e. y hasta los cuales se le ha calculado un diámetro aproxi-
mediados del siglo III d.n.c., una etapa cuyo mado de 25 cm, correspondientes posiblemente a
desarrollo final coincide con un momento que, a un ánfora del tipo Cádiz A4. También está pre-
nivel de la protohistoria insular, se corresponde sente un fragmento de la contera de un ánfora de
con un período de expansión en la ocupación del pasta muy fina y color rojizo, posiblemente de
territorio (etapa de los mahos) como atestiguan origen griego, además de un fragmento de borde
los numerosos asentamientos pertenecientes a perteneciente a un pequeño cuenco semiesférico
238 El ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

Lámina III. Nivel de abandono del estrato II de Buenavista (Teguise, Lanzarote).

elaborado con torno lento. Finalmente, hay un además de con los resultados del amplio análi-
fragmento que se corresponde con la esquina sis petrológico efectuado en la colonia fenicia de
redondeada de una terracota de pasta rojiza del La Fonteta (Alicante). Finalmente se estudiaron
estilo de las pequeñas figuras votivas del sur de la las composiciones y se efectuó el Análisis de
Península Ibérica o Baleares. Correspondencia Corregido. Como resultado,
De ese conjunto de cerámicas se seleccionó las muestras se caracterizan por su riqueza en fel-
una muestra que fue sometida a estudios litológi- despato alcalino, plagioclasa, piroxeno y olivino,
cos mediante la elaboración de láminas delgadas y por la ausencia de otros minerales frecuentes
analizadas con microscopio petrográfico (petro- en las cerámicas como zircón, chamota, distena
grafía óptica de luz transmitida). Los resultados o micaesquisto,...
permitieron comparar las muestras teniendo en Por tanto constituyen, desde el punto de
cuenta varios parámetros texturales (tamaño de vista mineralógico, un grupo de cerámicas rela-
grano del desgrasante, relación pastardesgrasante) tivamente homogéneo que, comparado con los
y composicionales (mineralogía y proporción grupos considerados por los estudios de caracte-
relativa de ésta en el desgrasante, grado de ani- rización cerámica efectuados en la colonia fenicia
sotropía de la pasta, etcétera), realizándose la de La Fonteta (Alicante) (González Prats, 2008),
discriminación en grupos con similares caracte- pertenecientes a diferentes talleres de las colonias
rísticas. La adscripción geográfica de las mues- fenicias meridionales mediterráneas, presentan
tras se efectuó mediante la comparación de su notables diferencias con respecto a los grupos
mineralogía con la existente en las Islas Canarias CAM-3, CAM-4, CAM-5 y CAM-6. Por el con-
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 239

Lámina IV. Fragmentos cerámicos modelados a torno pertenecientes a varias ánforas y una terracota. Buenavista (Teguise,
Lanzarote).

trario, son semejantes a los grupos CAM-1, CAM- tendencia al casquete esférico, base plana y
2, Cartago, EM-0, ES-1, ES-5 y MC-2, mostrando amplio diámetro de boca. Junto a los contenedo-
una afinidad intermedia con los grupos ES-2, ES-3 res anteriores se recuperaron además otros tipos
y ES-4. Por tanto, la caracterización petrográfica formados por vasijas con capacidad pequeña o
de las pastas de las cerámicas de Buenavista pone media y formas de tendencia al casquete esférico,
de manifiesto las grandes semejanzas que presen- en algún caso con la base plana, de tendencia
tan con varios de los grupos cerámicos definidos semiesférica ocasionalmente con cuello corto de
en la colonia fenicio-púnica de La Fonteta, una tendencia troncocónica invertida, de tendencia
circunstancia que no solo confirma la procedencia cilindrica con paredes rectas, el arranque de un
fenicio-púnica de las muestras de Buenavista sino asa de lengüeta y la base plana y vasos de ten-
que también atestigua su antigüedad, en corres- dencia troncocónica. También hay formas esfé-
pondencia con la que inicialmente proponían las ricas y alguna forma semiovoidal con arranque
dataciones radiocarbónicas del yacimiento lanza- de asa, destacando un recipiente de tendencia al
roteño, en especial para las muestras de los grupos casquete esférico elaborado con una pasta cerá-
CAM-1 y ES-5. mica de gran calidad con la superficie exterior
Las anteriores cerámicas modeladas a torno de color negro homogéneo. La lista de formas la
aparecen en un contexto estratigráfico en el que completan varios micro-recipientes, en un caso
dominan las cerámicas modeladas a mano. Para de tendencia al casquete esférico, semiesférica,
fechas situadas entre los siglos X y IV a.n.e. de tendencia esférica y ovoide con perforación
(estrato II) (Fig. 2), encontramos un primer en la pared. Resulta significativo el predominio
grupo de vasos caracterizado por presentar unas casi absoluto de los recipientes sin decorar; no
capacidades muy superiores a la media, integrado obstante, se encuentran algunos motivos en los
por recipientes con formas de tendencia cilin- labios realizados con trazos transversales incisos
drica, base plana y asas de lengüeta, vasos de o impresos. Los vasos presentan mayoritaria-
tendencia troncocónica invertida y base plana, mente paredes finas o medias.
240 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

Figura 2. Formas cerámicas modeladas a mano del estrato II (siglos X a IV a.n.e.) (Buenavista.Teguise).

En el estrato I, para fechas situadas entre los Junto a las anteriores también se registra algún
inicios del siglo II a.n.e. y mediados del III d.n.e. ejemplo de vaso de morfología compuesta, con la
(Fig. 3), las cerámicas modeladas a mano corres- base de tendencia al casquete esférico y el cuerpo
ponden en la mayor parte de los casos a vasijas de de tendencia troncocónica, labio plano y decorado
cocina con capacidad pequeña o media y formas con impresiones. Son frecuentes los vasos altos con
de tendencia al casquete esférico, en un caso con el ligero perfil en «S» y también los pequeños reci-
labio plano-redondeado y engrosado al exterior, de pientes con formas de tendencia al casquete esférico,
tendencia semiesférica y labio plano engrosado al semiesférica, esférica con cuello corto cilindrico, de
exterior, posible tendencia esférica con cuello corto tendencia troncocónica invertida con la base plana
cilindrico correspondiente a una pequeña olla de o con una forma compuesta con la base semiesfé-
cocina, y vasos con forma de tendencia cilindrica. rica y el cuerpo superior troncocónico.
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 241

Figura 3. Formas cerámicas modeladas a mano del estrato I (siglos II a.n.e.a mitad del III d.n.e.) (Buenavistajeguise).

En este estrato vuelven a estar presentes los reci- con una ancha acanaladura longitudinal. Los cue-
pientes con una alta capacidad, muy por encima de llos son cortos y responden a íormas de tendencia
la media, caracterizados por presentar bases planas troncocónica invertida o de tendencia cilindrica.
y el cuerpo cilindrico o troncocónico invertido. Las decoraciones se localizan tanto en las superfi-
Como norma general, los recipientes cerámicos del cies exteriores, donde se han desarrollado motivos
estrato I presentan paredes altas, con espesor medio simples conformados por trazos incisos lineales o
y ocasionalmente grueso, labios planos o redondea- en zig-zag, como en los labios donde se localizan
dos, a veces engrosados al exterior o decorados con series de incisiones transversales al mismo.
impresiones finas o pequeñas impresiones transver- Junto a lo anterior también se contabilizaron
sales de tendencia circular o incisiones. Hay bordes varios elementos metálicos, de cobre, bronce y
rectos con labios planos, ocasionalmente decorados hierro (Lám. V), además de un abalorio vitreo.
242 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

Lámina V. Elementos metálicos de cobre, bronce y hierro. Buenavista (Teguise, Lanzarote).

3.2. El sitio de El Descubrimiento (La Graciosa) relicto del cordón Holoceno proporcionó casi dos
(Lám.VI) decenas de fragmentos de cerámica modelada a
torno, un hueso de ovicáprido y un hueso de ave,
Los cambios climáticos acaecidos tras el último restos que venían a demostrar la presencia humana
interglaciar generaron oscilaciones en el nivel del en el lugar desde fechas muy antiguas. Los regis-
mar de Canarias que quedaron reflejadas en las tros se recuperaron en posición secundaria como
islas orientales del archipiélago en depósitos lito- resultado del desmantelamiento de un depósito
rales sedimentarios situados entre los O y +1,5 m, original de ubicación hoy desconocida. La activi-
caracterizados por contener una abundante fauna dad antrópica sería además la responsable de que
malacológica marina. F. García-Talavera (2003) más del 90% de la fauna malacológica que con-
estudió un depósito de esas características en la tiene el cordón en ese lugar esté constituida por
Bahía del Salado (La Graciosa), puerto natural conchas de una sola especie, Thais haemastoma,
situado en la vertiente sureste de la isla frente a fuertemente fragmentadas de forma artificial y
los acantilados de Famara (Lanzarote). Se trata de consolidadas junto a los restos arqueológicos. Lo
un cordón litoral discontinuo con una elevación anterior sería indicativo de la llegada a La Gra-
de entre O y +0,2 m cuyas características morfo- ciosa de gentes mediterráneas relacionadas con el
sedimentarias y paleontológicas permiten correla- comercio de la púrpura en una fecha muy antigua
cionarlo con el cordón litoral Holoceno del norte situada por una datación realizada por el método
de Fuerteventura y Lanzarote, datado por el C14 OSL (Universidad Autónoma de Madrid) sobre
en el 3.100 B.P. en Caleta Bajo del Mejillón (Fuer- un fragmento de cerámica en el 3.090 B.P.
teventura). Estudios posteriores de R. González y Ma.C.
En La Bahía del Salado los sitios estudiados del Arco (2009) centrados en los restos arqueo-
fueron Punta de los Corrales y El Descubrimiento, lógicos de El Descubrimiento han permitido
hallándose en el primero fragmentos de cerámica contextualizarlos desde la perspectiva cultural y
incluidos en el cordón litoral aunque en menor cronológica. Los registros fueron objeto de distin-
cantidad que en el segundo, donde un pequeño tas analíticas; a nivel cronológico se consiguieron
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 243

Lámina VI. Sitio de El Descubrimiento (Bahía del Salado, La Graciosa).

tanto dataciones radiocarbónicas como de termo- de los casos se corresponde con recipientes conte-
luminiscencia. En el primer caso se analizó una nedores de tipo anfórico. En suma, se trata de un
muestra de Thais haemastoma y otra del hueso conjunto cerámico que por la composición que
de ovicáprido, obteniéndose unas fechas dispa- presenta no pudo relacionarse con producciones
res (130 a.n.e. y 830 d.n.e.) (op. cit.: 79) extrema- locales gadiritas o del Bajo Guadalquivir, propo-
damente discordantes entre sí y sobre todo con niéndose un origen mediterráneo (op. cit.: 17).
la fecha geológica atribuida al cordón litoral en Junto a los elementos anteriores destaca la gran
el que estaban insertas las muestras, lo que hizo cantidad de Thais haemastoma que aparece en
descartarlas (op. cit.: 13). Las dataciones por ter- el mismo contexto. Se trata de una especie muy
moluminiscencia se efectuaron a dos fragmentos frecuente en el canal que separa las islas de La
cerámicos fabricados a torno, obteniéndose unos Graciosa y Lanzarote con un potencial aprove-
resultados más acordes con el contexto del que chamiento en la industria de tintes (Mederos y
procedían (1096 ±278 a.n.e. y 950 ±277 a.n.e.). Escribano, 2006).
La gran fragmentación de las cerámicas impi- En conjunto, los hallazgos producidos en El
dió reconocer sus tipologías dificultando su ads- Descubrimiento parecen el resultado de la fre-
cripción cultural, la cual se intentó a través de la cuentación de antiguas navegaciones por el Atlán-
caracterización petrográfica. Así se dedujo que el tico meridional las cuales recalarían en Canarias
número mínimo de recipientes representados en durante el Bronce Final, abriéndose nuevas pers-
la muestra analizada era de diez, una cantidad ele- pectivas acerca de la antigüedad del conocimiento
vada indicativa de una actividad antrópica intensa de las islas elevándola a tiempos muy anteriores
(op. cit.: 16), las cuales fueron cocinadas a tempe- a los que hasta ahora se consideraban para encla-
raturas relativamente altas (entre 600° y 800° C); ves coloniales de la cercana costa africana, tales
presentan unas morfologías que en la mayor parte como Lixus o Mogador. El sitio de El Descubri-
244 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

miento sería la puerta de entrada a un espacio más Para los artefactos metálicos la analítica demos-
extenso, Lanzarote, en el que como hemos visto tró (Atoche et al., 1995: 80-88) que en unos casos
los trabajos arqueológicos más recientes han evi- correspondían a objetos de cobre (una aguja
denciado la presencia de un asentamiento estable o pasador de broche, una anilla o arete y una
en Buenavista con dataciones carbonométricas lámina o fragmento de brazalete), a objetos de
muy cercanas a las propuestas para el yacimiento bronce (dos fragmentos de clavos de sección cua-
de La Graciosa. drangular y un pequeño eslabón de cadena) y a
objetos de hierro cuya avanzada oxidación impo-
3.3. Los sitios de El Bebedero y Rubicón sibilitó identificarlos. El abalorio vitreo presenta
(Lanzarote) (Láms. Vil y VIII) una composición propia de los vidrios romanos
altoimperiales (op. cit.: 88-96), identificándose
En Canarias los primeros registros materia- con una pequeña cuenta de perfil cilindrico y sec-
les de procedencia cultural romana comienzan ción circular (Guido, 1978: 91-102) que, por su
a recuperarse hace casi cinco décadas en aguas tamaño y forma, perteneció a un abalorio de los
de La Graciosa; se trataba de varios recipien- utilizados en joyería (Dusenbery, 1967: 48, fig. 50;
tes anfóricos que fueron considerados bajoim- Alarcao, 1976:211).
pcriales (Serra, 1966 y 1970; Pellicer, 1970) e Aunque los datos anteriores son de por sí
identificados con la forma Beltrán 74 (Beltrán, determinantes para certificar la presencia con-
1970: 575-576). Con posterioridad J. M. Bláz- tinuada en Lanzarote de gentes romanas y/o
quez (1977: 48-49) cataloga un nuevo conjunto romanizadas, han sido la variabilidad formal, la
de piezas recuperadas en similares condiciones a diferente procedencia y la amplitud cronológica
las anteriores como ánforas romanas de los tipos de los hallazgos anfóricos los aspectos que nos
Dressel 30 y 33 y Pelichet 47. Si bien algunos de han facilitado una información más precisa. Si
estos primeros hallazgos se han descartado como bien no se recuperó ningún contenedor completo
romanos tras analizar la composición de sus pas- sí pudo determinarse que en el casi centenar de
tas cerámicas (Atoche ct al., 1995: 75-76), en la fragmentos cerámicos modelados a torno estaban
actualidad se cuenta con un nutrido conjunto de presentes partes de un mínimo de once ánforas
hallazgos procedentes tanto de las costas canarias que, una vez sometidas a análisis petrográficos
como de tierra firme. (Atoche et al., 1995: 44-71), permitieron com-
En tierra firme las evidencias romanas se han probar la existencia de varios grupos cerámicos
registrado en dos sitios de Lanzarote, El Bebe- determinados por sus características htológicas
dero y Rubicón; en el primero de ellos apare- y texturales, las cuales a su vez determinan tres
cieron contextuahzados en una amplia secuencia distintas áreas geográficas de procedencia para las
estratigráfica (estratos V y IV) casi un centenar de materias primas con las que fueron fabricadas las
fragmentos cerámicos modelados a torno perte- ánforas. La petrografía permitió además correla-
necientes a grandes contenedores anfóricos (Lám. cionar las muestras cerámicas analizadas con tipos
IX), vanos artefactos metálicos elaborados en hie- anfóricos concretos de la clasificación propuesta
rro, cobre y bronce, y un abalorio de vidrio. La por D.P.S. Peacock y D.F. Williams (1986). En sín-
posición estratigráfica que ocupaban, las datacio- tesis, se identificaron contenedores fabricados en
nes radiocarbónicas, el estudio tipológico, además la Campania, correspondientes a las formas Class
de las analíticas petrológica, metalográfica y vitrea 3, 4 y 5 (Dressel 1A, IB y 1C), datadas entre el
efectuadas (Atoche et al., 1995), nos permitieron siglo I a.n.e. y los inicios del siglo I d.n.e., los cua-
asegurar su adscripción a la cultura romana, con les originariamente servirían para el transporte de
unos límites temporales enmarcados desde finales vino campano (Peacock y Williams, 1986: 86-92).
de la República a los inicios del Bajo Imperio; en Un segundo grupo se fabricó en la Bética; se trata
concreto, la serie de dataciones que se les asocian de contenedores correspondientes a las Class 25 y
sitúan a esos elementos en un marco cronológico 26 (Dressel 20 y 23) (op. cit.: 137-141) y a la forma
que discurre desde el último cuarto del siglo I Almagro 51C (Bost et al., 1992: 146 y 198, fig. 42,
a.n.e. hasta el primer cuarto del siglo IV d.n.e. n° 2), datadas entre el siglo I y el siglo V d.n.e.,
(Atoche, 2009), determinándose así que la presen- y destinadas originariamente a contener aceite y
cia de gentes romanas y/o romanizadas en Lanza- salazones del sur de la Península Ibérica. El tercer
rote se prolongó durante cuatro centurias. grupo se fabricó en el norte de África (Túnez) y
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 245

Lámina Vil. Sitio de El Bebedero (Teguise, Lanzarote).

Lámina VIII. Sitio de Rubicón (Yaiza, Lanzarote).


246 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

atienden a la Class 40 (Benghazi MR 1) (Peacock yas aptas para el fondeo de navios. En una de esas
y Williams, 1986: 175-176), de la que se desconoce playas, denominada de Los Pozos, se encuentran
cuál fue su destino explícito, y probablemente a vanas estructuras objeto de una continuada rcuti-
la forma Africana I (pequeña), identificada con la lización desde la Antigüedad tardía y vinculadas
Class 33 (op. cit.: 153-154) y destinada sobre todo a un punto de recalada inicialmente establecido
al transporte de aceite. Estas ánforas de origen por navegantes fenicio-púnicos y posteriormente
tunecino se difunden por el Mediterráneo a partir reutilizado por marinos romanos (Atoche et al.,
del siglo II y hasta el siglo V d.n.e. La presencia 1999; Atoche, 2003), reproduciéndose el modelo
de ánforas de tipología bética no solo es muestra de asentamiento establecido para otras factorías
de una continuidad en los circuitos comerciales púnico-romanas fundadas a lo largo de las costas
sino que revela a todas luces la existencia de una de la Mauritania occidental en diferentes momen-
perduración en la unidad económico-cultural que tos del I milenio a.n.e.
ya existía en época prerromana. El asentamiento se sitúa a muy pocos metros
El contexto arqueológico en el que aparecieron de la línea de costa, ocupando la desembocadura
los elementos anteriores, con una fuerte presencia de un pequeño barranco, tanto el cauce como la
de restos óseos de ovicápndos, permite asegurar ladera de una elevación situada a 15 m.s.n.m. En
que la permanencia romana en Lanzarote respon- esta última se han localizado los restos de una
dió a un fenómeno de intensificación económica estructura habitacional rectangular abierta de
que se desarrolla entre los siglos I a.n.e. y IV unos 13 m2, levantada con muros de piedra y
d.n.e. centrado en el aprovechamiento de recur- mortero de barro. A escasa distancia, en el cauce
sos insulares (cecinas y/o salazones de carnes de del barranco, se abren dos pozos de características
ovicápndos, cueros curtidos,...). En ese sentido, arquitectónicas muy diferentes; en ambos casos se
tanto El Bebedero como la Caldereta de Tinache trata de construcciones subterráneas con muros
constituyeron factorías ganaderas, activas estacio- de bloques de arenisca, la mayor de las cuales se
nalmcnte, en las que durante los meses de febrero denomina Pozo de San Marcial y presenta dos
a abril se sacrificaba y procesaba la carne y cue- cámaras perpendiculares cubiertas por bóvedas de
ros de un número elevado de cabezas de ganado cañón a las que se accede por una rampa esca-
menor (cabras y ovejas) (Atoche et al., 2007), lonada flanqueada por sendos muros de conten-
obteniéndose unos productos con destino a los ción. El segundo pozo, denominado Pozo de la
mercados mediterráneos, probablemente a través Cruz, es de menores dimensiones y posee una sola
del puerto de Gades, el cual durante más de un cámara con cubierta adintelada, a la que se accede
milenio canalizó gran parte de las producciones por una larga y estrecha escalinata cubierta con
de la Mauritania occidental (Martínez y Carreras, una falsa bóveda lograda mediante aproximación
1993: 102). de hiladas. La presencia en uno de los bloques
Durante esa fase de intensificación económica de la pared que sostiene el dintel del hueco que
la colonización de Lanzarote se caracterizó por da acceso a la cámara de un motivo grabado que
una limitada presencia humana, distribuida por el reproduce el signo antropomorfo empleado para
territorio de manera dispersa, como muestran los representar a la diosa fenicio-púnica Tanit (Arco
asentamientos localizados tanto en la costa (Rubi- et al., 2000) (Lám. I), señala con claridad al ámbito
cón) como en el interior de la isla (El Bebedero, cultural de la protohistoria magrebí, región en la
Caldera de Tinache, Buenavista,...) adscribibles que la apertura de pozos y cisternas de simila-
a la fase I de El Bebedero (Atoche et al., 1989). res características al que analizamos constituyó
Un modelo de ocupación del territorio que refleja una actividad cotidiana en los ambientes cultura-
tanto el tipo de actividades económicas implan- les marcados por la colonización fenicio-púnica.
tado en la isla en esos momentos como los muy Su estructura conjuga elementos arquitectónicos
localizados recursos hídricos con que aquélla con- ampliamente conocidos por púnicos y griegos,
taba para el desarrollo de esas actividades. un esquema constructivo que se repite de forma
A los anteriores hallazgos de El Bebedero continua en las tumbas púnicas con cámara sub-
se une Rubicón (Atoche et al., 1999), un asen- terránea y acceso escalonado, repartidas por todo
tamiento localizado en el extremo meridional de el Mediterráneo occidental y reutihzadas en más
Lanzarote, zona caracterizada por presentar una de una ocasión para el almacenamiento del agua
costa abierta y protegida donde se suceden las pla- de lluvia. Pero además, la presencia del signo de
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 247

Lámina IX. Fragmentos cerámicos modelados a torno pertenecientes a varias


ánforas. El Bebedero (Teguise, Lanzarote).

Tanit, una representación religiosa indiscutible- tan de una, dos o más cámaras cubiertas siem-
mente púnica, en el dintel del hueco que da acceso pre con bóvedas de cañón. Cisternas de este tipo
a la cámara señala directamente hacia la autoría de están presentes en todas las áreas romanizadas
la misma: gentes púnicas o punicizadas, quienes del Mediterráneo (Ain Mizeb, A'in-el-Hamman,
lo levantarían en fechas coetáneas o posteriores Bararus y Sutunurca II,...), sin embargo es en la
a la segunda mitad del siglo V a.n.e. en base a las Mauretania Tingitana donde las encontramos en
cronologías estimadas para la presencia de Tanit mayor número, por lo general vinculadas a fac-
en el Occidente mediterráneo (González Alcalde, torías romanas de garum y salazones (Ponsich,
1997: 330). 1988). La presencia de unas estructuras como éstas
Por el contrario, los paralelos del pozo de en Lanzarote y su vinculación a un asentamiento
mayores dimensiones se encuentran en las cis- de las características descritas refuerza la presencia
ternas romanas, el sistema de almacenamiento de gentes romanas y/o romanizadas atestiguada en
de agua más difundido en todas aquellas zonas El Bebedero, además de ponernos sobre la pista
del Imperio con un régimen irregular de lluvias. del papel que las Canarias debieron representar
Construidas mayoritariamente bajo tierra, cons- en los circuitos marítimos y económicos en los
248 El ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

que se hallaban integrados los establecimientos de de dos tipos: las dataciones C 14 aportadas por El
las costas atlánticas del actual Marruecos funda- Bebedero y las referencias cronológicas derivadas
dos por navegantes fenicio-púnicos y más tarde del tiempo de pervivencia que se le reconoce a
ampliados por Juba II y el Imperio Romano. cada uno de los diferentes tipos de ánforas fabri-
Rubicón y algún otro sitio de similares caracterís- cadas por los romanos. Estas últimas son menos
ticas localizado en Fuerteventura representan un precisas debido a la longevidad que se dio en el
tipo de asentamiento con unas estructuras para- uso de algunas formas, como son los casos de las
lelizables a las que se hallan en las factorías ubi- Class 25 y 26 o de la Almagro 51C, utilizadas
cadas en la cercana costa africana, manteniéndose entre los siglos I y V d.n.e. Sin embargo, la sene de
en funcionamiento durante casi todo el periodo fechas C ] 4 d e El Bebedero permite delimitar con
romano-mauritano explotando los abundantes más precisión los momentos iniciales y finales de
recursos marinos y terrestres de esa región atlán- la presencia romana, los cuales pueden ponerse en
tica. Globalmente analizado, en Rubicón se reco- relación con dos momentos históricos que marca-
noce el paisaje de los fondeaderos fenicios, cuya ron el punto de partida y el momento final de un
existencia se explica por las óptimas condiciones extendido fenómeno económico desarrollado en la
portuarias y pesqueras de la zona, lugar de paso cercana costa africana: el periodo de revitalización
y permanencia de escómbndos y túmdos, además y ampliación a cargo de Juba II de la actividad
de punto estratégico dentro del itinerario más idó- productiva en las antiguas factorías de salazones
neo para acceder o salir del archipiélago desde o fundadas por los navegantes fenicio-púnicos en el
hacia las cercanas costas saharianas. Rubicón se litoral de la Mauretania Tingttana (siglos I a.n.e.-I
constituye, junto con Buenavista, en la eviden- d.n.e.), y el momento marcado por la crisis polí-
cia de una temprana y continuada presencia de tico-económica que afectó al Imperio Romano en
infraestructuras de origen mediterráneo, fenicio- el siglo III d.n.e. A partir de finales de ese siglo
púnicas primero y romanas más tarde, en puntos la presencia romana al sur de Volubilis fue solo
estratégicos de Lanzarote y Canarias. testimonial, finalizando de forma definitiva hacia
Además de los sitios en tierra firme descritos, mediados del siglo V d.n.e., en un instante coin-
la arqueología canana también dispone de un cidente con el abandono del establecimiento de
amplio conjunto de ánforas romanas recuperadas Essauira-Mogador y el declive final de la industria
en las costas, las cuales permiten ampliar el área de salazones, la cual irá decayendo lentamente en
por la que se movieron los navegantes romanos todo el Occidente mediterráneo hasta alcanzar, en
y/o romanizados a la totalidad del archipiélago algún caso, el siglo VI d.n.e. Más al sur, a lo largo
(Mederos y Escribano, 2002). Los recipientes se de la costa atlántica subsahariana, la presencia de
han localizado en la Playa de Los Charcos (Lan- elementos culturales romanos perdura hasta el
zarote), un fragmento del tercio superior de un siglo IV d.n.e., como lo atestiguan entre otros los
ánfora del tipo Almagro 51C; en El Río (La Gra- hallazgos monetarios de Costa de Marfil (Picard,
ciosa), un fragmento del tercio superior de un 1978: 22-24).
ánfora del tipo Dressel 7-11; en Fuerteventura, sin En consecuencia, la fecha en la que se produjo
.localización exacta, un fragmento del tercio supe- la expedición enviada por Juba II de Mauritania
rior de un ánfora del tipo Dressel 30; en Mogán a Cananas (entre el año 25 a.n.e. y los años 12/7
(Gran Canaria), un fragmento de ánfora del tipo a.n.e.) (Santana ct al., 2002: 243) puede conside-
Dressel 1; en la desembocadura del Barranco de rarse el punto de partida oficial de la presencia en
Guiniguada (Gran Canaria), un fragmento del ter- las islas de gentes romanas y/o romanizadas, una
cio superior de un ánfora del tipo Keay XXXI; en presencia motivada por razones que sin duda hay
Punta de Guadamojete (Tenerife), un fragmento que rastrear en la prosperidad económica alcan-
del tercio superior de un ánfora del tipo Dressel zada por la Mauretania Tingitana tras su incorpo-
2-4 y un ánfora casi completa a falta del tercio ración al Imperio, la cual concluye en la segunda
inferior del tipo Benghazi MR; en Punta de Teño mitad del siglo III d.n.e., coincidiendo con la pro-
(Tenerife), un fragmento del tercio superior de un funda crisis que afecta a todo el Imperio y que trae
ánfora del tipo Africana II; en El Pris (Tenerife), consigo la anarquía militar, invasiones, revueltas
un cuello y boca de un ánfora del tipo Dressel 1A. indígenas y graves problemas económicos. Tal
Las referencias cronológicas disponibles para estado de inseguridad general dificultó las comu-
los anteriores registros materiales romanos son nicaciones y propició la crisis del aparato produc-
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ

tivo así como la tendencia hacia una economía AC cal.) (CSIC-189) y la otra de la propia Cueva
autárquica; consecuentemente, decreció la pro- de los Guanches (575 AC cal.) (Gak-14.600). A
ducción y el comercio, los productos escasearon y, partir de ese instante son vanas las dataciones que
como resultado, se estanca la actividad ciudadana existen para el siglo III a.n.e., igualmente para
y muchos centros urbanos reducen su superficie, asentamientos del norte de Tenerife (Cueva de Las
despoblándose amplias zonas fértiles (Remonden, Estacas 1 y Cueva de Las Palomas) (Beta-127.932;
1973: 36-37). En el norte de África, esa situación Gak-13.087), las cuales se pueden relacionar con
alcanzó su punto álgido en tiempos de Diocle- el dato cronológico más alto conocido para La
ciano, cuando se evacúa el extremo meridional de Palma, isla donde la fecha registrada en la Cueva
la Tingitana, el más próximo a Canarias, haciendo de La Palmera (203 AC cal.) (GrN-13.753) marca
que a partir del siglo IV d.n.e. el río Loukus sea por ahora la primera presencia humana ahí. Para
la nueva frontera (Rebuffat, 1987). Como resul- las islas de El Hierro y La Gomera las referen-
tado, durante el Bajo Imperio se produce la prác- cias radiocarbónicas existentes son extremada-
tica desaparición de la amplia actividad comercial mente escasas, mientras que para Gran Canaria
anterior y con ella uno de sus soportes principa- las dataciones disponibles presentan una irregular
les, la industria de salazones. Las factorías de la distribución espacial y cronológica contribuyendo
costa atlántica de la Mauritania reducen drástica- muy poco al ajuste cronológico de los procesos
mente su número y el volumen de la producción, culturales a nivel insular y mucho menos regional.
la cual se orientará a partir de entonces a cubrir La isla de Fuerteventura no presenta un número
casi exclusivamente las necesidades locales. Esa elevado de dataciones si bien éstas corresponden a
situación de crisis y posterior transformación de una serie muy homogénea obtenida en la Cueva de
las estructuras económicas mauritanas debió ser Villaverde donde se sitúa por ahora la más antigua
sin duda la razón del cese de la actividad romana ocupación de la isla en el siglo III d.n.e. (275 DC
en las islas v el consecuente aislamiento de éstas. cal.) (CSIC-556). En la isla de La Graciosa como
ya hemos visto el yacimiento de El Descubri-
miento ha proporcionado dos dataciones obteni-
4. EL CONTEXTO CRONOLÓGICO: LAS das por termoluminiscencia que sitúan el inicio de
DATACIONES RADIOCARBÓNICAS la presencia humana en esa isla en la transición del
II al I milenio a.n.e. (1096 ±278 a.n.e. y 950 ±277
Entre los arqueólogos canarios el método de a.n.e.); la antigüedad de esas dataciones unida al
datación basado en el C H ha generado una cierta contexto arqueológico del que proceden permiten
desconfianza, llegándose en algún caso incluso a situar en el arranque del I milenio a.n.e. el ins-
desaprobar su uso; esa actitud sin embargo no ha tante a partir del cual debió iniciarse el proceso
impedido que algunos lo empleáramos con cierta colonizador del archipiélago canario. Finalmente,
frecuencia y mucho espíritu crítico lo que nos ha Lanzarote cuenta con una amplia serie de fechas
permitido detectar pequeñas alteraciones y con- que han permitido confirmar una cierta preemi-
trastar su validez (Arco et al., 1997; Atoche, 2009). nencia temporal de la isla en el proceso de colo-
En suma, admitiendo que las dataciones isotópi- nización del archipiélago. La cercanía de esa isla
'\C Ti_u 'vlrlIiCiC/íTa ~tli CUirciiiuilLL ufmcainj, la nia^ vji
que cualquier análisis histórico acerca de la colo- antigüedad de las fechas que han proporcionado y
nización del archipiélago canario debe tomar en varios de los registros arqueológicos recuperados,
consideración las referencias cronológicas dispo- vendrían además a confirmar el modelo preconi-
nibles, casi 200 dataciones procedentes de unos 70 zado por la biogeografía insular (González, 1999),
yacimientos, de las cuales el conjunto más amplio el cual da mayores posibilidades a ese tipo de islas
procede de Tenerife, isla donde las series de fechas de cara a su más pronta colonización en relación
proporcionadas por algunos enclaves habitaciona- con el resto del archipiélago.
les (cuevas de La Arena, Las Palomas, Don Gas- Las referencias radiométricas disponibles
par y Los Guanches), permiten situar el momento para Lanzarote se han obtenido en cuatro sitios
más antiguo de su colonización en el arranque del (El Bebedero, Caldereta de Tinache, Buenavista
I milenio a.n.e. (950 AC cal. Cueva de Los Guan- y Valle de Femés) (Atoche, 2009). Son un total
ches) (Gak-14.599). A esa fecha le siguen otras dos de 32 dataciones, entre las cuales el grupo más
del siglo VI a.n.e., una de la Cueva de la Arena (600 amplio lo forman 17 referencias obtenidas en El
250 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

Bebedero, en su mayor parte relacionadas con secuencia, en Buenavista nos hallamos ante una
la presencia de gentes romanas y/o romanizadas comunidad muy antigua que posee evidentes ele-
en la isla. A la anterior le siguen en número las mentos procedentes de la cultura fenicio-púnica
series de la Caldereta de Tinache, constituida por del Mediterráneo occidental, los cuales sabemos
siete referencias (Atoche et al., 2007) y de Buc- que perdurarán con posterioridad en el ámbito de
navista (Atoche ct al., 2009; Atoche y Ramírez, las poblaciones insulares, determinando aspectos
e.p.), constituida también por siete referencias, tan fundamentales como los ritos funerarios o las
las primeras acordes con los contextos romanos creencias religiosas.
y/o romanizados de El Bebedero y las segundas Al periodo temporal que va desde el siglo X
en parte contextualizadas con un conjunto de a.n.e. al siglo II a.n.e. debe corresponder al menos
artefactos de procedencia fenicio-púnica. El total una de las infraestructuras hidráulicas presentes
de dataciones se completa con la obtenida en el en el sitio de Rubicón, el denominado Pozo de la
Valle de Femés, en un perfil estable sin eviden- Cruz, un punto estratégico de la costa del sur de
cias arqueológicas. En su conjunto las dataciones Lanzarote en los itinerarios marítimos que sirvie-
de Lanzarote se correlacionan con varias de las ron de entrada y salida del archipiélago, resultado
etapas y fases que hemos establecido para siste- de un fenómeno de frecuentación marítima que,
matizar la protohistoria canaria (Atoche, 2008), en opinión de García y Bellido (1942: 177), pudo
de modo que la fecha más antigua aportada por la haber sido iniciado por la cultura tartésica. La ruta
Caldereta de Tinache data un momento anterior a marítima que recorre la costa atlántica de los actua-
la primera presencia humana en la isla debiendo les Marruecos y Mauritania es conocida cuando
trasladarnos a Buenavista para encontrar el nivel menos desde el Neolítico cardial, momento a par-
arqueológico más antiguo fechado entre los siglos tir del cual se establecen unas fuertes relaciones
X a.n.e. (960 BC cal.) (Beta-251.322) y IV a.n.e. culturales entre el sur de la Península Ibérica y
(380 y 330 BC cal.) (Beta-230.885 y Beta-237.340) el noroeste africano las cuales se hicieron muy
con una fecha intermedia ubicada en el 530 BC evidentes durante el Bronce Pleno y Final. A las
cal. (Beta-237.341). El hecho de que la datación fechas anteriores les siguen otras que sitúan estra-
del siglo X a.n.e. proceda de una muestra orgánica tos de El Bebedero, Buenavista y la Caldereta de
recogida en la base de uno de los muros exteriores Tinache en distintos momentos ubicados entre el
que integran la estructura habitacional atestiguada siglo I a.n.e. y el siglo XIV d.n.e., en este último
en Buenavista permite asegurar que en ese siglo caso en un instante muy próximo al inicio de la
ya está presente en la isla un grupo humano, el conquista normando-castellana responsable de la
cual a su vez marca el inicio de la presencia cultu- finalización de la protohistoria en el archipiélago
ral fenicio-púnica en las islas que parece perdurar, canario.
a tenor de las dataciones proporcionadas por el En torno al cambio de Era se inició la explo-
mismo asentamiento (180 BC cal.) (Beta-251.323) tación intensiva del territorio de Lanzarote, fenó-
y Femés (190 BC cal.) (Beta-172.350), hasta un meno que se sustentó en un tipo de asentamiento
momento cercano a la fecha de la destrucción de que respondía a un modelo de factorías agrarias
Cartago. En definitiva, las anteriores dataciones (El Bebedero, Caldereta de Tinache,...) vincula-
señalan que la primera presencia humana en Lan- das a los intereses económicos del mundo romano
zarote se produjo en el siglo X a.n.e., momento en (Atoche, 2006). Hasta ese momento la isla solo
el que la isla sería frecuentada por marinos fenicios había sido objeto de una colonización de baja
quienes llevarían a cabo una primera colonización intensidad, representada tanto por algún enclave
con un contingente de población afín, fenómeno en la costa como del interior, dicotomía que tam-
del que el sitio de Buenavista constituye un ejem- bién se refleja en la manera diferencial de ocupar el
plo del patrón locacional que se puso en práctica. territorio insular: hasta el siglo IV d.n.c. mediante
A partir del siglo VI a.n.e. el proceso coloniza- un patrón disperso basado en asentamientos de
dor insular debió reforzarse coincidiendo con la pequeña entidad y funcionalidad orientada a la
expansión de Cartago (Fantar, 1988; Frutos Reyes, realización de actividades agropecuarias y a partir
1991; Aubet, 1994), ciudad que en esos momentos de ese instante mediante un patrón concentrado
se lanza al dominio efectivo de amplios territorios en núcleos urbanos de diferente entidad.
de África y al cierre del Estrecho de Gibraltar a En suma y en el marco de la fasificación de la
otros navegantes (López Castro, 1992). En con- protohistoria canaria (Atoche, 2008) esta primera
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 251

etapa del poblamiento de las islas abarca casi un abandono por éste de buena parte de la provincia
milenio y medio, espacio temporal durante el cual Tingitana, lo que puso fin a las actividades de un
se sucederían el inicio y posterior desarrollo de la amplio número de factorías de la costa atlántica
exploración de los recursos del Atlántico africano, marroquí (Ponsich y Tarradell, 1965: 116-117). A
el descubrimiento de los archipiélagos canarios partir de ese instante en las islas discurre la fase
(Santana et al., 2002; Atoche, 2003), su coloniza- de abandono, con un desarrollo cronológico muy
ción y el posterior establecimiento de los prime- corto (área siglos III-IV d.n.e.) y marcada por el
ros grupos humanos. Los iniciales asentamientos final de la dependencia económica externa resul-
establecidos en la isla de Lanzarote debieron estar tado de la crisis político-económica que afectó
ocupados por gentes íntimamente relacionadas al Imperio Romano en el siglo III, un fenómeno
con los marinos fenicio-púnicos que fundaron la ajeno a las islas pero que sería el responsable de
amplia serie de factorías comerciales existentes a su aislamiento y de la consecuente crisis socio-
lo largo de la cercana costa marroquí. A partir del económica de unas formaciones sociales hasta
siglo I a.n.e. cuando arranca la presencia romana entonces volcadas al exterior. Se inicia así uno de
y/o romanizada en aguas cananas, se incrementó los procesos culturales más interesantes de la pro-
la actividad propiciándose un cambio profundo en tohistoria canaria al generar en las islas el desarro-
el modelo de explotación de los recursos insulares. llo de endcmismos culturales determinados por el
Hasta entonces, el territorio interior de Lanzarote aislamiento y que permiten explicar muchas de
no parece haberse puesto en explotación o, si ésta las diferencias que son observables en las culturas
se había producido, no tuvo la suficiente inten- insulares al final de la protohistoria. El desarrollo
sidad como para modificar el paisaje de manera de esta etapa supone la paralización de la acti-
perceptible. En ese sentido, las columnas políni- vidad de las factorías agrarias existentes en Lan-
cas y la adecuada ubicación cronológica del regis- zarote (El Bebedero, Caldereta de Tinache,...),
tro polínico han permitido establecer una clara interrupción que en el caso de Tinache supone
correlación entre las diferentes etapas y fases del su abandono durante un periodo de tiempo que
poblamiento protohistórico de la isla de Lanza- discurriría entre las postrimerías del siglo III o
rote y el impacto medioambiental que las distintas las primeras décadas del siglo IV d.n.e. hasta los
variables socio-económicas de ese proceso genera- inicios del siglo VII d.n.e. (Atoche et al., 2007).
ron como resultado de las estrategias económicas
puestas en práctica en cada etapa (Atoche, 2009).
Así, y de una forma general, hemos constatado 5. EL ITINERARIO MARÍTIMO HACIA CANARIAS
que los cambios hacia una mayor aridez se pro-
dujeron en la isla pasados algunos siglos desde el Frente a las dificultades que tradicionalmente
establecimiento definitivo de los primeros grupos se han asociado a la navegación por el Atlántico
humanos, hecho indicativo de que las transforma- africano durante la Antigüedad, las numerosas
ciones medioambientales, cuando tuvieron lugar, evidencias arqueológicas con que contamos en la
fueron generadas por nuevos intereses económi- actualidad ponen de manifiesto que desde fechas
cos que incrementaron considerablemente la pre- muy tempranas de inicios del I milenio a.n.e. nave-
sión que hasta entonces ejercía el hombre sobre el gantes mediterráneos frecuentaron un itinerario
medio insular (Atoche, 2003). marítimo suratlántico que les permitió alcanzar el
Tras la caída de Cartago en el 146 a.n.e. los archipiélago canario. Ese itinerario sería utilizado
datos suministrados por la arqueología indican con frecuencia por marinos fenicios y púnicos a
que a partir del siglo I a.n.e. la intensificación lo largo del I milenio a.n.e., manteniéndolo activo
económica que se produce en el Atlántico cana- con posterioridad marinos romanos y/o roma-
rio-norteafricano, del que fue responsable Juba nizados al menos desde el siglo I a.n.e. hasta el
II, mantuvo la presencia efectiva en Canarias de siglo IV d.n.e., contextualizado en un fenómeno
gentes ajenas a las islas. Navegantes romanos y/o de mayor amplitud geográfica que aseguró la pre-
romanizados procedentes del Círculo del Estre- sencia romana a lo largo de la costa occidental
'üíYe; Vr^TíSYiíiTüTi \as aguas canarias 'nasia íina'ies áe'l africana 'hasta más allá del sur del actual Marrue-
siglo III o comienzos del IV d.n.e. (Atoche et al., cos (Rebuffat, 1987; Euzennat, 1989).
1995; Atoche y Paz, 1999; Atoche, 2006), en coin- Los hallazgos materiales realizados durante
cidencia con la crisis del Imperio Romano y el las excavaciones de la factoría fenicio-púnica y
252 EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO EN EL HORIZONTE FENICIO-PÚNICO Y ROMANO DEL CÍRCULO DEL ESTRECHO

romana de Essauira-Mogador muestran el pro- Hacia las islas existió un itinerario de acceso,
longado establecimiento de gentes mediterráneas al que hemos denominado la ruta de las factorías
en una zona muy alejada de aquel mar desde al (Atoche, 2002: 345), el cual seguiría un derrotero
menos el siglo VII a.n.e., en época fenicia, y en el costero propio de la navegación de cabotaje y del
siglo V d.n.e., ya en época tardorromana (Jodin, que tenemos una buena referencia a través del
1967; Amadasi, 1992; López y Mederos, 2008), relato del Periplo de Hannón y de la expedición
momento en que el sitio se abandona definitiva- organizada por Juba II a Canarias. Esa ruta tiene
mente. Esa ocupación y su posición extrema cer- su origen en el puerto de Gadir y a partir de ahí
cana a Canarias convierten a esa factoría en un realizaría un recorrido paralelo a la costa africana
buen punto de referencia a la hora de reconstruir hasta alcanzar Lixus, lugar considerado (Aubet,
el itinerario marítimo utilizado para alcanzar las 1987) como el punto de partida de la vía meri-
islas. Una cuestión a cuya solución también con- dional que conducía desde la colonización fenicia
tribuyen los datos procedentes de algunas fuentes hasta las Islas Purpurarías (Essauira/Mogador)
literarias latinas, en especial los que recoge la His- (Desjacques y Koeberlé, 1955), punto desde donde
toria Natural de Plinio el Viejo sobre la expedición Plinio el Viejo hace arrancar la ruta hacia uno de los
enviada por Juba II a las Islas de la Mauritania. archipiélagos mauritanos, el de las Afortunadas (La
La ciudad de Gadir/Gades fue el punto de Palma, Gomera, Hierro, Tenerife y Gran Canaria).
origen y de término del itinerario que discurrió A partir de Essauira-Mogador la navegación
por la costa occidental africana tanto en época podía dirigirse con dirección oeste hacia mar
fenicio-púnica como romana. La importancia de abierto buscando enlazar con las Islas Salvajes,
esa urbe ubicada en el Extremo Occidente a partir para desde ahí arribar por el norte a las Afor-
del Bronce Final resulta indiscutible (Schubart y tunadas, o bien podía seguir paralela a la costa
Arteaga, 1986); su puerto centralizó gran parte hasta alcanzar el Cabo de luba (Cabo Jubi), punto
del comercio generado en los circuitos comer- desde el cual se adentraría en alta mar con direc-
ciales del Mediterráneo centro-occidental, con- ción oeste para contactar con las islas de las Hes-
virtiéndose en la statio aduanera que controlaba pérides (Lanzarote, Fucrtcventura y La Graciosa).
el tráfico naval hacia el Mare Cantabricum, el El itinerario de las factorías debió establecerse
Mar e Britannicum (Martínez y Carreras, 1993: con anterioridad al siglo VII a.n.e. si tenemos en
102) y hacia el Atlántico africano tal y como nos cuenta que existe constancia de su pleno funciona-
muestra el Periplo de Hannón. En ese sentido, miento en la segunda mitad de ese siglo, momento
M. Ponsich (1969: 234) no dudó en afirmar que la en el que mercaderes fenicios ya están establecidos
industria de las salazones de pescado creó claros en Essauira-Mogador, una colonia integrada junto
vínculos «... entre el sur de la Península Ibérica y con otras factorías en una amplia red dedicada
la región de Tánger desde la época púnica ...», una a explotar los recursos de la costa noroccidental
actividad de la que sabemos, a través de Estrabón, africana. Es posible incluso que ese itinerario se
qué al menos desde finales del siglo II a.n.e. los estableciera sobre una ruta más antigua, anterior
pescadores gaditanos faenaban en la costa mauri- a la presencia fenicia en Occidente aunque serán
tana e incluso más hacia el sur (Ponsich y Tarra- estos últimos los que finalmente lo rentabilicen.
dell, 1965; García Moreno, 1973; Blázquez, 1977; Así, a partir del siglo VI a.n.e. los cartagineses
González et al., 1995), utilizando embarcaciones trabajaron por reforzar su presencia en esa ver-
de reducido tonelaje, los hippoi. F. López Pardo tiente del continente africano, fortaleciéndose
también asegura que la actividad comercial gadi- la ruta de las factorías mediante la fundación de
rita alcanzó nuevas colonias, el objetivo más evidente enco-
mendado por Cartago al almirante Hannón. Un
...un lugar tan lejano como es el valle del Sus, periplo que también debió perseguir otros fines
a partir del islote de Mogador, donde se han menos confesables en un documento que debía
encontrado contenedores, seguramente sig- quedar expuesto a la curiosidad de todo el mundo
nados en Gades, en una fecha muy temprana, en el templo de Baal Hammón, con toda proba-
siglos VII y VI a. C. Habiéndose constatado el bilidad relacionados con el comercio del oro afri-
comercio con los indígenas del Cabo Ghir. (...) la
cano, una de las razones que para W. Huss (1993:
presencia gaditana sigue siendo viva en la Mauri-
tania Occidental aún en el siglo I a. C. y I d. C.
20) motivaría gran parte de las actividades fenicias
(López Pardo, 1988: 742-743). en el actual Marruecos y que permitieron durante
PABLO ATOCHE PEÑA Y Ma ÁNGELES RAMÍREZ RODRÍGUEZ 253

mucho tiempo que Essauira-Mogador se mantu- BIBLIOGRAFÍA


viera en ese itinerario como baluarte en el comer-
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seguiría la ruta estaría avalado por la existencia de un hallazgo excepcional». Revista de Arqueo-
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norte de La Palma (El Cercado, Garafía), sureste sciences de l'arcbéologie et du patrimoine de
de Tenerife (Barranco Hondo), noreste de Fuerte- Rabal avec le concurs de l'Lcole Francaise de
ventura (Barranco de Tinojay) o sitios costeros de Rome, (Larache, 8-11 de noviembre de 1989).
recalada como Rubicón (sur de Lanzarote). Este Ecole Frangaise de Rome. Roma: 691-704.
último presenta la importancia de la situación ARCO, Ma.C., GONZÁLEZ, R., ARCO, Ma.M. y
geográfica que ocupa, de gran valor estratégico ROSARIO, C. (2008): «La explotación de la sal
dentro del itinerario que tradicionalmente ha ser- en los mares de Cananas durante la Antigüe-
vido para entrar al archipiélago desde la cercana dad. Las salinas y saladeros de Rasca (Tene-
costa africana o salir de las islas siguiendo tanto rife)», en R. González, F. López y V. Peña
la ruta anterior como la ruta de entrada norte. (Eds.), Los Fenicios y el Atlántico. IV Coloquio
La posición extrema que ocupa Lanzarote en el del CEFYP. Grupo Mirazul. Madrid: 297-316.
archipiélago, relativamente próxima al continente, ARCO, Ma.C., ARCO, M., ATIÉNZAR, E., ATOCHE,
junto con los inagotables recursos pesqueros con P., MARTÍN, M., RODRÍGUEZ, C. y ROSARIO, C.
que cuenta, constituyeron sin duda razones de (1997): «Dataciones absolutas en la Prehistoria
peso para que en su extremo meridional Rubicón de Tenerife», en A. Millares, P. Atoche y M.
se convirtiera en paso obligado en la ruta de las Lobo (Coords.), Homenaje a Celso Martín de
factorías, tanto si se accedía al espacio marítimo Guzmán (1946-1994). Universidad de Las Pal-
de las islas siguiendo la costa norte de Lanzarote mas de Gran Canana. Madrid: 65-77.
como si se hacía por la costa sur. En ese hecho ARCO, Ma.C., GONZÁLEZ, R., BALBÍN, R., BUENO,
geográfico radica la razón que explica su elección P, ROSARIO, Ma.C, ARCO, Ma,M. y GON-
para ubicar en él un punto de recalada, su con- ZÁLEZ, L. (2000): «Tanit en Canarias». Eres
tinuada utilización desde fechas muy tempranas (Arqueología) 9, 1. OAMC. Cabildo Insular
por parte de navegantes fenicio-púnicos y que de Tenerife. La Laguna: 43-65.
en época romana se decida mejorar y ampliar sus ATOCHE, P. (2002): «La colonización del Archi-
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