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Retos Del Codigo - Del - Consumidor en Productos - Defectuosos
Retos Del Codigo - Del - Consumidor en Productos - Defectuosos
RESPONSABLE:
DRA. SILVIA ROXANA SOTOMARINO CÁCERES.
ALUMNOS:
LUZMILA BECERRA
ISABEL CAVERO
CARLOS DE LA CRUZ
ROSALÍA MEJÍA
MARÍA LUISA VALDIVIA
DUGLAS VALDIVIEZO
RICARDO VÁSQUEZ
2011
1
Introducción
Nuestro país tiene desde el año 2010, un cuerpo normativo para regular las
situaciones de consumo. Mediante el Código de Protección y Defensa del
Consumidor, aprobado por Ley 29571 y publicado en el diario oficial “El
Peruano” el 02 de setiembre de 2010, se plantean nuevos retos en la relación
de proveedores y consumidores. Si bien ya se contaba con una ley de
protección al consumidor, mediante esta propuesta se articulan principios
programáticos y artículos específicos destinados a establecer el marco jurídico
para la tutela del consumidor. En lo que corresponde al tratamiento de la
responsabilidad civil por productos defectuosos, los avances en la organización
exegética y la trayectoria dogmática, no van sin embargo, de la mano con la
preparación de los operadores jurídicos entendiendo por tales, al Poder Judicial
y a los propios abogados. Se diría que hay un desfase de éstos últimos
respecto del desarrollo de la normativa y la doctrina nacional.
Si bien, la propia Ley de Protección al Consumidor, aprobada por el derogado
Decreto Legislativo Nº 716 y la doctrina nacional, ya mostraban un tratamiento
taxativo para la defensa y atención de los conflictos por daños derivados de
productos defectuosos, ocupándose del papel del producto en el mercado, la
protección ante los daños masivos que los defectos de éstos pueden generar,
casi no se ha hallado resoluciones judiciales que se ocupen de estos conflictos,
presumimos, por un desconocimiento del tema por parte de los litigantes, lo
especializado que se muestra el tema y, en general, la poca judicialización de
los conflictos. Frente al Derecho comparado, hay una propuesta nacional en
construcción pues no se observa que el planteamiento normativo y dogmático
de la responsabilidad civil por productos defectuosos, se plasme en el litigio
judicial. Es difícil creer que vivimos en un país en donde no hay productos
defectuosos o existiendo, ellos no causan daños a las personas. Es posible
suponer que no hay aún conciencia exacta del tratamiento que corresponde a
esta clase de daños el cual solo es conocido por un grupo especializado y
reducido de profesionales los que reclaman por sus conflictos.
El artículo 101º del Código de Protección y Defensa del Consumidor, detalla
que el proveedor es responsable de los daños y perjuicios causados a la
integridad física de los consumidores o a sus bienes por los defectos de sus
productos; la responsabilidad civil por productos defectuosos ha sido
catalogada como objetiva, en concordancia con lo dispuesto en el artículo
2
1970º del Código Civil, arrastrando ella, a los diversos proveedores de un
producto, de forma solidaria respecto del daño. Sin perjuicio de ello, cada
proveedor tiene derecho a repetir contra el que le suministró el producto
defectuoso u originó el defecto. Los productos defectuosos son aquellos que
causan daños a la integridad física de los consumidores o a sus bienes debido
a una condición defectuosa ligada a la falta de ofrecimiento de seguridad a la
que las personas tienen derecho, tomando en consideración circunstancias
relevantes, tales como las previstas en el artículo 102º del mismo Código de
Protección y Defensa del Consumidor. Aunque en términos generales, se
identifica la noción de defectuosidad con la de falta de idoneidad o de
incapacidad para responder al uso o consumo previsto, la defectuosidad como
la entiende el código indicado y la mayor parte de ordenamientos del Derecho
comparado, plantean en el supuesto de responsabilidad civil, daños derivados
de la afectación del ofrecimiento de seguridad a que las personas tienen
derecho.
Ha sido posible ubicar en el ámbito jurisprudencial peruano, solo una
resolución judicial que contempla tangencialmente, la figura de los daños
derivados de los defectos de los productos pero no resuelve en función de la
Ley de Protección al Consumidor, aprobada por el Decreto Legislativo Nº 716
la misma que estaba vigente a la fecha de los hechos. El caso, referido a la
explosión de una botella de bebida gaseosa, fue tratado con arreglo al Código
civil peruano.
Se ha considerado importante abordar el estado de la cuestión en esta área de
la responsabilidad civil, buscando precisar y delimitar aspectos de esta área
que determinarían cierta autonomía inclusive, dentro del tópico del llamado
Derecho de daños y el Derecho del consumidor o del consumo. Se subraya, sin
embargo, la relación que existe con el Derecho civil, el constitucional y el
administrativo.
Mediante esta investigación, se profundiza previamente, en la dinámica del
consumo, sus aspectos económicos, sus aspectos constitucionales, su
tratamiento normativo y doctrinario, así como procesal, enfrentando el
tratamiento nacional con el realizado en el Derecho comparado.
Cómo pregunta de investigación, se ha indagado sobre la situación actual de la
responsabilidad civil por daños derivados de productos defectuosos tanto en el
Código de Protección y Defensa del Consumidor como en la realidad
jurisprudencial de nuestro país. Al hallarnos ante un Código nuevo y normativa
procesal reciente, resultaba importante hacer un balance del tratamiento.
3
Nuestra hipótesis fue que aún tenemos un esquema limitado por el poco
conocimiento o difusión entre los operadores, respecto de la forma de atender
los conflictos de responsabilidad civil por productos defectuosos no obstante
que hay una normativa como el Código, un acercamiento dogmático y
precisiones sobre el conflicto del bien riesgoso en sede administrativa y judicial.
Se puede advertir, sin embargo, un divorcio entre la normativa, la dogmática y
su aplicación efectiva por los operadores lo que explicaría un tratamiento
mínimo del conflicto en sede judicial.
Se justifica la investigación por los pocos trabajos que hay en nuestro país,
destinados a tratar la situación nacional frente a un nuevo código de consumo y
lo mucho que hay en términos de regulación, doctrina y precedentes judiciales
foráneos.
Desde la aproximación metodológica, se ha privilegiado el funcionalismo
buscando evaluar la aplicación efectiva del régimen de productos defectuosos
sin dejar de lado ni la dogmática ni la exégesis. Se ha abordado el Análisis
Económico del Derecho y someramente, aspectos filosóficos que rodean a la
actividad de consumo.
Asimismo, siguiendo tendencias epistemológicas modernas (1), se destaca la
importancia de estudios rigurosos, complejos y plurales en la metodología
usada. El estudio científico del Derecho, es tal por seguir un procedimiento de
toma de datos y análisis sobre todo complejo e integrador en el conocimiento,
con base en la argumentación, sistemática, lógica, persuasiva y valorativa.
4
INDICE
Introducción
5
3.1. Análisis del derecho de los Consumidores como el derecho del
ciudadano. La conveniencia de un previo deslinde conceptual:
derechos Humanos, derechos fundamentales y derechos
constitucionales del consumidor.
6
5.2.1. Producto Defectuoso.
5.2.2. El perjudicado por el defecto del producto.
5.2.3. Los sujetos responsables
5.2.4. La responsabilidad civil por productos defectuosos como
régimen de responsabilidad objetiva.
5.2.5. La prueba del daño, del defecto del producto y la relación de
causalidad entre ambas.
5.2.6. El riesgo de desarrollo como causal de exoneración de
responsabilidad
5.2.7. Daños Indemnizables
5.2.8. Prescripción de la Acción.
5.3. Análisis comparativo exegético de la regulación de la responsabilidad
civil por productos defectuosos en la derogada Ley de Protección al
Consumidor y el nuevo Código de Protección y Defensa del
Consumidor.
5.4. Análisis del Derecho Comparado. La Unión Europea y los Estados
Unidos.
VIII CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
7
I. LOS DERECHOS DE LOS CONSUMIDORES EN LA SOCIEDAD POST
MODERNA.
El ser humano tiene que buscar fuera los bienes que le permitan
hacerlo y obtener su propia satisfacción. Si quisiéramos
remitirnos al primer acto de consumo registrado en la historia de
la humanidad, tendríamos que remontarnos al Génesis en el
Antiguo Testamento. Adán y Eva consumiendo en el jardín del
Paraíso, los bienes de la naturaleza que Dios puso a su
disposición.
8
“15. Pesa exacta y justa tendrás; medida exacta y justa
tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra
que Jehova tu Dios te da.
16. Porque cualquiera que hace estas cosas, cualquiera
que hace injusticia, es una abominación es a Jehova tu
Dios” (2).
9
privilegiada adquiriendo con ella una posición de ventaja en la
contratación.
10
Derechos Humanos), tuvo como propósito evitar la repetición de
los hechos catastróficos ocurridos durante la Segunda Guerra
Mundial(4).
11
resultados que fueron obtenidos utilizando métodos que no
respetaron la dignidad ni los derechos de la persona humana.
12
En temas vinculados a la salud, se conocieron casos dramáticos
de abuso en la atención de los pacientes que fueron seriamente
afectados en la salud, inclusive hasta la muerte, al haber sido
sometidos a tratamientos médicos experimentales, o haber
recibido medicinas con efectos negativos para la salud, sin haber
sido informados previamente del riesgo en el que se encontraban.
13
gratis (5).
14
“paternalista”; esta fue cambiando a partir del reconocimiento de
los derechos de información que tienen los pacientes. En el caso
de Natanson contra Kline en 1960, se estableció el criterio del el
médico razonable, desconociéndose el derecho del médico de
decidir por el paciente, se estableció la obligación de proporcionar
la información suficiente y necesaria al paciente. “Un médico
puede muy bien creer que una operación o un tipo de tratamiento
son deseables o necesarios, pero la ley no le autoriza a sustituir
su propio juicio por el del paciente bajo ninguna forma de truco o
mentira. Para que el consentimiento sea válido debe ser
informado”.
7 http://www.sideme.org/doctrina/articulos/ci-ravf.pdf.
8 Ante la evidencia del desmesurado afán de imponer una sociedad tecnocientífica por
excelencia en detrimento de los derechos de la persona, el artículo 2 establece la
Primacía del ser humano. Expresa lo siguiente: El interés y el bienestar del ser humano
deberán prevalecer sobre el interés exclusivo de la sociedad o de la ciencia.
15
las circunstancias referidas a la salud de la persona.
16
hombre resulta mínima en comparación con la utilidad que
proporciona la tecnología(9).
17
una posición asimétrica respecto del proveedor. Las normas
jurídicas que regulaban el contrato civil, mercantil y demás
normas generales, no alcanzan a abarcar esta realidad del
consumidor desde el punto de vista de la asimetría contractual.
18
La necesidad de protección de los consumidores y usuarios se
pone de manifiesto en las sociedades de mayor desarrollo en la
economía del mercado. El desarrollo de la sociedad capitalista
que conlleva una libertad de producción, comercialización,
negociación y demás aspectos vinculados al intercambio en el
mercado, se olvida de la persona, la deja al descubierto ante
esta vorágine de promover el intercambio en todos los niveles,
sin tener en cuenta la asimetría de los sujetos involucrados en el
consumo, esto es proveedores y consumidores.
19
Más adelante se presentó otra propuesta más significativa aún
que fue la provocada por la talidomida, escándalo que conmovió
a la opinión pública generalizada, atravesó fronteras ante la
presencia de los efectos dañinos producidos en niños en la
etapa de gestación por haber ingerido sus madres esta
sustancia. El tema de la asimetría en la información quedó
evidenciada y con ella la violación de los derechos de la salud, la
integridad de los consumidores y el abuso de los proveedores
en su afán de distribuir en un mercado no regulado una
sustancia sin advertir a los usuarios los riesgos para la
consumidora y para su hijo en gestación.
14 Ibidem, p. 24.
20
Las obligaciones del proveedor y los derechos del consumidor
han sido claramente identificadas por el legislador, sin embargo,
el consumo no es un hecho privado, es un hecho que claramente
puede identificarse en la esfera pública, tanto así que en la
propia Constitución aparece consignado como interés del Estado
la defensa de los consumidores.
21
consumidor como en la introducción de prácticas de consumo
responsable y sostenible.
15 CAMPS, Victoria (2001). Una vida de Calidad. Reflexiones sobre bioética. Barcelona:
Ares y Mares, p.10.
22
La ciencia y la tecnología avanzan velozmente, tanto así que
aquello que resulta válido y seguro en un determinado momento,
deja de serlo sin que podamos percibirlo. Esto ocurre con
muchos productos que consumimos especialmente indicados
para la salud y los alimentos. Un dia recibimos la información
que debemos consumir todos los días 1000 miligramos de
Vitamina E y otro día nos dicen que tiene efectos nocivos
irreversibles consumirla. Como este ejemplo encontramos
muchos todos los días de nuestra vida.
16 Ibidem, p. 20.
17 BAUMAN, Zygmunt. Op. Cit, p. 9.
23
consecuencias de una relación impersonal a través de la pantalla
de la computadora.
18 Paul Virilio, The Lost Dimension, Nueva York, Semiotext (e), 1991, p. 13, citado por
Bauman. Op. Cit. Pág. 27.
19 Bauman. Op. Cit., p.p. 26-28.
24
El proceso de globalización ha traído como consecuencia que
los límites entre una Nación y otra, así como entre sus
ciudadanos, sean cada vez más imperceptibles. No es posible
guardar distancia de los hechos que ocurran en un lugar del
planeta, por muy alejados geográficamente que sea nos
encontremos. Los efectos de la crisis asiática, se dejaron sentir
en todo el planeta.
20 TURÉGANO Mansilla, Isabel. Justicia global: Los límites del constitucionalismo. Lima:
Palestra Editores, 2010, p. 218.
25
impulso de a consumir otro nuevo producto, inmediatamente
después de haber consumido el producto anterior.
26
una vez adquirido, pierde la ilusión y más bien sufre la angustia
del nuevo producto anunciado y que todavía no adquiere. Esto
mismo, ocurre con los adultos consumidores en el mercado en
general.
Concordando con esta idea Urich Beck señala “Es más, los
peligros que amenazan a la vida humana ya no son imputados a
27
dioses o fuerzas extrañas, sino a las acciones y decisiones
humanas. Son los humanos los últimamente responsables de la
mayor parte de daños que les acechan(21)”.
21 Ulrich Bexk, Risk Society: Towards a New Modernity, Londres, Sage, 1992. Citado
por Camps. Op. Cit. P. 26.
28
- El Estado reconoce el pluralismo económico.
- El Estado orienta el desarrollo del país.
- El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda
práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o
monopólicas.
- La producción de bienes y servicios y el comercio exterior son
libres.
- El Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios.
- El Estado garantiza el derecho de información sobre los bienes
y servicios del mercado.
- El Estado vela, en particular, por la salud y la seguridad de la
población.
29
consumo está presente en el día a día de todas las relaciones
sociales.
22 BENJAMIN, Antonio Hermán, cita realizada por este autor, Op. Cit., p. 10.
30
mercado. Asimismo vela, en particular, por la salud y la seguridad
de la población.”
31
parte de su núcleo los mecanismos jurídicos que tratan de
racionalizar y dirigir el comportamiento del consumidor”(23).
32
consumidor tiene que sustentarse en a sistematización y el
carácter didáctico del derecho de consumo”( 24).
33
la protección de la persona en el mercado de consumo en mérito a
la posición de asimetría respecto del proveedor. La interrelación
de las personas en el mercado de consumo ha suscitado la
atención no solo del derecho, sino de otras disciplinas, pues los
efectos son multilaterales, las implicancias y consecuencias de las
relaciones de consumo son objeto de atención desde diversos
ángulos que corresponden a materia de estudio de diferentes
disciplinas jurídicas y no jurídicas.
34
1) Existe una relación inversa entre el precio cobrado y la cantidad
demandada. En esta situación, el consumidor reaccionará investigando la
posibilidad de comprar bienes que prefiere menos cuando éstos cuestan
más baratos que otros similares; sin embargo, muchos consumidores
estarán dispuestos a pagar más por otros bienes que aunque
“aparentemente” similares para ellos no resulten sustitutos aún a precios
relativamente menores.
26 En el entendido que un hombre o mujer compra y el bien o el servicio puede ser consumido
por varios, ejemplo, la madre que compra la carne para que sea consumida por su familia y
antes compraba carne uruguaya y hoy compra nacional porque es más barata además de otras
carnes, como el pollo o pavo.
27 Precio alternativo es el costo de un bien por el cual un vendedor racional no venderá por
debajo de su costo en la medida que tenga competidores, sino saldrá del mercado muy
rápidamente, salvo que sea el único en el mercado (monopolio) o pretenda sacar a un
competidor del mercado usando prácticas desleales.
29 Gregory Mankiw dice en los Diez Principios de la Economía, México: Mc Graw Hill, 2002,
que las personas racionales son aquellas “que hacen deliberada y sistemáticamente todo lo
posible por alcanzar sus objetivos”.
35
Es el Estado quien determina el modelo económico que aplicará,
definiéndolo en su documento legal de máxima jerarquía, de tal manera
que marque el orden económico a seguir, sea cual fuere el gobierno de
turno. De allí, que contemporáneamente se entiende que la norma máxima
se encuentra consagrada en la llamada Constitución económica de
orientación rígida, modelo optado por la Constitución del Perú de 1993(32).
30 En palabras de Raymond Barré en Economía Política, Barcelona: Ariel, 1964, “El mercado
está constituido por centros económicos distintos, ligados entre sí por relaciones de cambio,
que ponen en contacto las diversas fuerzas. Estos centros son centros de producción, de oferta
de factores y de consumo”.
31Barré, Raymond. Op.Cit. p.169, señala “La empresa es la única unidad económica de
producción que asegura la ligación entre los mercados de bienes y servicios (demanda y
consumo final) y los mercados de factores productivos (trabajo y capital)”. En este caso, el
empresario asigna los precios en una comparando el costo de producción y el precio de venta,
donde no se puede dejar de vista su costo de oportunidad y los precios de su competencia.
32 García Toma, Víctor (1998) Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993. Tomo
II. Lima: Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima. p.p. 116-120
33 Cooter, Robert (2000) Derecho y Economía: Una revisión de la Literatura. Andrés Roemer
(compilador). México D.F.: Fondo de Cultura Económica. p.152
34 En los 90´s, el Perú abrió sus mercados y se puso en marcha un nuevo modelo económico
a partir del texto constitucional naciente reformando el anterior. La asunción de este nuevo
modelo abría las puertas a nuevas inversiones y se les aseguró una estabilidad legal de la
mano del Estado, así nos abríamos al mundo con una “economía social de mercado”.
36
se ubican en el mismo nivel que la eficiencia económica35. En este
modelo económico, el Estado participa como ente regulador para equilibrar
las posiciones que se encuentren distorsionadas en el mercado, pues en
principio dejará que se regule solo mediante sus reglas (oferta y demanda),
incentivando de esta manera a la inversión sin la perversidad que la
economía sin frenos puede crear, por ejemplo, los oligopolios, monopolios
no naturales o peor aún abusando de los consumidores (sociedad) a quien
se debe para alcanzar su bienestar.
35 Rubio, Marcial (1999) Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo III. Lima: Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. p. 204
37
E
ACTIVIDAD ECONÓMICA S
T
A
CONSUMIDOR
O USUARIO FIN D
FINAL
O
P
MERCADO O
L
ESTADO
I
PROVEEDOR REGULADOR C
Límites Í
a la
iniciativ A
a
privada
BIENESTAR SOCIAL
38
a) Aquél que se encuentre directa o indirectamente expuesto, o
b) Aquél que se encuentre en una relación de consumo, o
c) Aquél que se encuentre en una etapa previa a la relación de
consumo.
Así mismo, el artículo III del Título Preliminar del Código ampara a las
operaciones a título gratuito que se realicen con la finalidad de motivar o
fomentar el consumo, que induzcan de esta manera al potencial
consumidor a elegir un determinado bien o servicio. En cuanto al vínculo
protegido, la relación de consumo es el punto cardinal del Código, por lo
cual procederemos a explicar la misma para luego detenernos en los
sujetos involucrados.
Relación de Consumo.-
El Código de Consumo define la relación de consumo en el punto 5 del
Artículo IV del Título Preliminar señalando que se trata de la relación por la
cual un consumidor adquiere un producto o contrata un servicio con un
proveedor a cambio de una contraprestación económica, sin perjuicio que
el consumidor se encuentre directa o indirectamente expuesto o
comprendido en una relación de consumo o en una etapa preliminar a
ésta, se celebren o se ejecuten en territorio nacional y las operaciones
sean a título gratuito cuando tengan propósito comercial dirigido a motivar
o fomentar el consumo.
39
contrato de consumo; en tal sentido, es imprescindible explicarlos de forma
general para comprender la diferencia.
40
Sujetos involucrados.-
El Código de Consumo en el artículo 45 estipula que en el contrato de
consumo intervienen un consumidor y un proveedor, a lo que añadimos
debe entenderse como elementos subjetivos.
Rubén Stiglitz (37) señala que uno de los sujetos del contrato de consumo
es el consumidor final de bienes o el usuario de servicios y pueden serlo
tanto, la persona individual como la jurídica “ubicada al agotarse el circuito
económico, ya que pone fin, a través del consumo o del uso, la vida
económica del bien o servicio”; pero añade que, resulta indistinto que el
uso o la utilización de bienes y servicios se efectúe a título personal o
familiar, o sea para su uso privado; así la normatividad argentina, por
ejemplo, considera consumidores o usuarios, las personas físicas o
jurídicas que contratan a título oneroso para su consumo final o beneficio
propio o de su grupo familiar o social.
Para Vega (38), no toda persona actúa siempre como consumidor, podrá
ser adquirente, comprador; pero no necesariamente consumidor en el
sentido que el código describe esta categoría.
Señala Stiglitz (39) que quedan excluidos como sujetos del contrato de
consumo, el consumidor industrial, fabricante, profesional, revendedor que
contrata con el propósito de que el bien o servicio objeto del negocio
continúe su vida económica en actividades de fabricación, producción,
distribución y comercialización, el mismo criterio utiliza nuestra norma.
37 Stiglitz, Rubén (1994) Derechos y defensa del consumidor. Buenos Aires: La Rocca. p. 113
41
En este contexto, el Código establece, como de manera genérica
contempla la doctrina en cuanto al elemento subjetivo del contrato de
consumo, que en éste interviene un consumidor y un proveedor; luego
desarrolla las características del consumidor e incluso del proveedor, de
tal forma se aleja del significado lato de ambos y específica a quienes
protege y/u obliga.
1. El proveedor.-
El Código define al proveedor como la persona natural o jurídica, de
derecho público o privado, que de manera habitual fabrican, elaboran
manipulan, acondicionan, mezclan, envasan, almacenan, preparan,
expenden, suministran productos o prestan servicios de cualquier
naturaleza a los consumidores. Así en forma enunciativa y no
limitativa, en el artículo IV numeral 2 del Título Preliminar del Código
considera proveedores a:
42
cuanto a su nivel pregrado y no respecto al posgrado, dado que los
estudios en este nivel tienen un costo de mercado, etc.
También se debe tener en cuenta que el proveedor debe contar con un
parámetro de actuación acorde con la buena fe, lealtad comercial y
razonabilidad.
Dentro de las obligaciones de los proveedores, cabe precisar que están
obligados a trasladar información relevante a los consumidores respecto
de los productos y servicios que comercializa. Es cierto que brindar
información tiene un costo; pero al respecto, el administrador de justicia
tomará en cuenta el comportamiento del proveedor.
Respecto a la responsabilidad por productos defectuosos, el proveedor
será concebido como el sujeto con legitimación pasiva, en la medida que
deberá responder por los daños causados al consumidor o sus bienes por
un producto defectuoso, sin considerar la intencionalidad o negligencia
(40).
40 Sotomarino, Roxana (2007) La Responsabilidad Civil por Productos Defectuosos. Lima: Ara
Editores.
43
Cabría pensar, sin embargo; que a juicio de quienes elaboraron
nuestra Constitución, la lógica de protección no busca tanto controlar
estatalmente el mercado, sino promover el que sea el propio usuario
el que tome conciencia de sus derechos como consumidor(41).
41 Bernales, Enrique (1999) La Constitución de 1993. Análisis comparado. Lima: Rao. p.371
42 Rubio, Marcial (2008). La interpretación de la Constitución según el Tribunal Constitucional.
Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, p.124
44
enumerados no excluye a otros que la Constitución garantice u otros
de naturaleza análoga. Así es pertinente señalar que la Ley de
Protección al Consumidor (D.S. 006-2009-PCM) en su momento y
hoy el código de consumo, regulan otros derechos vinculados al
consumidor de naturaleza análoga, por lo que están amparados
constitucionalmente el acceso al mercado, a la protección de
intereses económicos, a la defensa corporativa de los derechos al
consumidor (asociación de consumidores), etc. En definitiva, la
enumeración de los derechos en el artículo 65° es un numerus
apertus, no es taxativa.
45
normalmente destinado para los fines de su actividad como
proveedor. (ii)Los microempresarios que evidencien una situación de
asimetría informativa en el proveedor respecto de aquellos productos
o servicios que no formen parte del giro propio del negocio. (iii) En
caso de duda sobre el destino final de determinado producto o
servicio, se califica como consumidor a quien lo adquiere, usa o
disfruta.
FINAL
DÉBIL
ORDINARIO
EXPUESTO
Consumidor Final.-
Son consumidores finales las personas naturales o jurídicas que
adquieren, utilizan o disfrutan productos o servicios materiales o
inmateriales, en beneficio propio o de su grupo familiar o social y no
podrá actuar en su ámbito empresarial o profesional ni como
proveedor; así mismo, deberá ser destinatario final de los
mencionados.
46
En otros sistemas jurídicos, como el italiano, en general la
comunidad europea, Argentina, Brasil, etc.; el destinatario final es
aquél que usa algo o que destina para su usa personal o familiar el
producto adquirido o el servicio contratado; es decir, al igual que en
nuestra legislación, el supuesto es que el consumo no se realice para
una actividad empresarial o profesional en el mercado.
47
Cuando se esté en zonas grises y no se pueda determinar
fehacientemente si estamos ante un consumidor final se preferirá por
aceptarlo como tal; es decir, el juzgador deberá tener en cuenta en
cada caso las circunstancias que conforman la relación de consumo.
En esta situación, lo peligroso es la discrecionalidad del juzgador.
Consumidor débil.-
Es tutelado el consumidor por su “debilidad” frente al proveedor en
cuanto a la información qué éste ha proporcionado para colocar su
producto o servicio. Así por ejemplo, el abogado que compra un
Código Civil no es consumidor, el arquitecto que compra un juego de
escuadras no es consumidor, pues se entiende que tienen
conocimiento y que por lo tanto, no se encuentran en desigualdad en
relación a su proveedor. En este mismo orden, será protegido el
arquitecto que compra un Código Civil, pues en esta relación él sí se
encuentra en desventaja. Este es un tema que puede merecer
cuestionamientos dados los distintos aspectos que puede revestir la
situación del consumidor frente a la del proveedor.
Consumidor Ordinario.-
El consumidor para ser considerado como tal y por lo tanto protegido
por el Código de Consumo debe actuar de acuerdo con las
circunstancias; es decir, de buena fe, con lealtad comercial y
razonabilidad (artículo V literal 5 del Título Preliminar del Código de
Consumo).
48
juzgadores, pues no encontramos mediciones cuantitativas sino sólo
referencias cualitativas fundadas por el entorno social y hasta
psicológico, de ser el caso.
45 Amaya, Leoni (2009) La nueva figura del consumidor o usuario en la modificada Ley de
Protección al Consumidor. En: Actualidad Jurídica N°186-mayo.p. 60
49
información equivocada sobre los productos o servicios y finalmente
tendrá derecho a la reparación por daños y perjuicios consecuencia
de la adquisición de los bienes o servicios que se ofrecen en el
mercado o de su uso o consumo.
Consumidor Expuesto.-
Puede que el consumidor sea aquél quien potencialmente celebrará
una relación de consumo; es decir, que a la fecha de la afectación no
se haya concretado por ejemplo una compra; así mismo, la relación
de consumo como fin último del contrato de consumo puede
generarse directa o indirectamente. De tal forma, que este
consumidor siente los efectos de una relación de consumo porque
estaba dispuesto a adquirir un producto o servicio determinado. Es
importante enlazar esta sensación y deseo de adquirir del
consumidor con la información que haya recibido, la que deberá
cumplir con algunos requisitos mínimos: veracidad, claridad y
oportunidad. En este contexto, podemos señalar y así lo expresa la
exposición de motivos del Código, que inclusive con merchandising,
degustaciones o muestras que promuevan un producto o servicio que
sirven para inducir el consumo determinado, se afecte al consumidor,
configurándose una relación de consumo protegida por nuestra
legislación.
50
N°1412-2007/CPC. Francisca Irigoyen contra Inversiones San Borja,
incluye “aquellas situaciones en las cuales independientemente se
concrete (o no) una relación de consumo, el consumidor se
encuentra expuesto a ella”. Ante lo mencionado, aún cuando no se
concrete la transacción económica podemos estar frente a un
consumidor protegido por el Código.
51
Objeto del derecho de los consumidores ante los productos
defectuosos.-
La materia de la que es objeto el acto de consumo puede estar referida: a
un bien que desaparece tras su empleo, como al duradero; la contratación
a título oneroso que tenga por finalidad la adquisición o locación de cosas
muebles; la prestación de servicios; la recepción de cosas o servicios
gratuitos como consecuencia de una contratación a título oneroso, por
ejemplo, muestras gratis; la adquisición de inmuebles nuevos (contratos a
futuro) destinados a vivienda.
52
civil en cuanto a su formación porque se habrá formado sin que se haya
cubierto las expectativas de una de las partes del mismo y se habrá
incumplido dado que lo no ofertado no es idóneo. Aunque este no es un
supuesto de responsabilidad civil por productos defectuosos, vinculados a
la seguridad de los mismos, no deja de ser importante las menciones a la
idoneidad.
53
Los Derechos de los Consumidores previstos en el ordenamiento jurídico nacional,
responden a criterios teóricos y prácticos. Pese a ciertas limitaciones, mantiene su rol
fundamental de que se den todos los medios posibles para que se cumplan, para así
garantizar la debida tutela a los consumidores, aquí intentamos desarrollar algunos
aspectos del consumidor dentro de la particular sociedad de consumo.
Tal como manifiesta Jean Lois Badouin (47), el derecho de protección del consumidor
reconoce un triple fin: a) un fin curativo, contra las deformaciones que el medio
comercial y económico hace sufrir al consensualismo y a la libertad contractual; b) un
fin preventivo, tendiente a evitar las prácticas lesivas; c) un fin educativo, al que se
asigna un mayor futuro y que se asienta sobre el esclarecimiento del saber público en
general respecto de los daños de una consumición desenfrenada y los peligros del
crédito.El Derecho entonces establece las reglas de juego de una sociedad a fin de
fomentar la justicia. Sin embargo, este hecho, la fijación de las reglas, puede
convertirse en el más grave obstáculo para el cumplimiento de su finalidad.
47 BADOUIN Jean-Lois, citado por REZZONICO, Juan Carlos (1987) Contratos con cláusulas
predispuestas. Buenos Aires: Astrea/Depalma,p.44. En Revista de Derecho THEMIS. Segunda
Época/1995/Nº 31, p. 17.
54
realidad, a garantizar que los bienes o servicios que obtenga el consumidor sean
idóneos para el consumo final por éste.
Los preceptos legales previstos en la Sociedad, sobre los Derechos del Consumidor,
requieren su modificación, pero entendamos que esta modificación, se tiene que
acercar más a las necesidades vitales de los consumidores.
Compartimos lo señalado por Alejandro Pérez Hualde, cuando dice: (48) “La norma
instaura la Titularidad del Estado, en general para la defensa y en concreto a través de
un órgano independiente como la Defensoría del Pueblo, sobre las facultades del
control, atribuyendo éstas en el contexto de la obligación de “defender los Derechos
Constitucionales y Fundamentales de la Persona y de la Comunidad. La Constitución
vigente, como hemos visto, posee numerosas normas y referencias a los servicios
públicos. Entendemos que las suficientes como para caracterizar al texto como uno de
aquellos comprometidos con la defensa del interés general cuando se trata de la
cobertura de la necesidades de relevancia para la comunidad (49)
Solo manteniendo una Sociedad de pleno ejercicio del respeto a los Derechos del
Ciudadano, se lograra una Sociedad Equitativa, con rostro humano, con justicia social.
De acuerdo, a lo preceptuado por Percy Vigil (50) “El mercado ha cambiado, las
propuestas siguen siendo casi las mismas, entonces hay un espacio por cubrir y una
55
brecha que seguirá ampliándose entre la expectativa del consumidor y la oferta local,
esta oportunidad para las marcas del exterior. Crecer en retail obligará a muchos-
reconozco que ya muchas marcas lo han hecho- a conocer y estudiar los mercados y
las oportunidades con detalle, con respeto a la creencia y expectativa del consumidor”.
(51)
Lo cual, es cierto, para eso, ante la avalancha de normas sobre la Protección de los
Consumidores, nuestro Código Civil, tiene que ponerse en paralelo a lo señalado
sobre la protección al Consumidor.
Es verdad, que toda norma es susceptible de tener fallas, entonces seamos prácticos
y maduros, analicemos esta norma, revisemos, confrontémosla, y propongamos ideas,
pero que sean viables, y no caigamos en la inmadura posición de “simples criticones”
tal como los perros del hortelano.
La mención de los Derechos Humanos, parece caer en redundancia, porque todos los
derechos son humanos e inherentes a la persona humana, sin embargo podemos
decir que hay un grupo de derechos diferenciados de los demás y que son humanos
por antonomasia.
51 Ibidem, p. 46
52 RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo I. Fondo
Editorial 1999. Pontificia Universidad Católica del Perú, p.p. 89 y 90.
56
el mundo, los derechos en realidad no existen. Pero todos sabemos, cuando menos,
que estas situaciones son legítimas e inmorales porque se le deben a cada persona
por el hecho pertenecer a la humanidad. En el Derecho, éste es un fenómeno reciente.
No olvidemos que en el Perú se lucha por la independencia hasta el 9 de diciembre de
1824 enarbolando los derechos, entonces planteamientos subversivos, de la libertad y
la igualdad para todos los seres humanos. Y, sin embargo, aún faltaría un largísimo
trecho para que fueran realmente reconocidos en la ley (no ya en la realidad, que es
problema aún más arduo y todavía no íntegramente solucionado). Para muestra tres
jalones históricos:
- La esclavitud concluye en el Perú en 1854.
- Las mujeres alcanzan la igualdad de derechos políticos en
1956
- Los analfabetos votan recién en las elecciones de 1980
El movimiento en pro de los derechos humanos dentro del Derecho legislativo,
aparece al mismo tiempo que las constituciones”.
En este sentido, y a través del tiempo con los sucesos acaecidos en la historia en el
aspecto de los derechos humanos, tanto en el contexto nacional como internacional,
resulta obvio reconocer que estos derechos han cambiado, pues la conciencia de la
importancia de los mismos ha crecido, hallando protección nacional e internacional
(53).
53 Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 3° Todo individuo tiene derecho a la
vida, a la libertad y a la seguridad de su persona; Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre, Art.I, Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad de su persona; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 6°:1.El
derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la ley.
Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente. 2. En los países que no hayan abolido la
pena capital solo podrá imponerse la pena de muerte por los más graves delitos y que no sean
contrarias a las disposiciones del presente Pacto ni a la Concepción para la Prevención y
Sanción del Delito de Genocidio. Esta peña solo podrá imponerse en cumplimiento de
sentencia definitiva de un tribunal competente. 3. Cuando la privación de la vida constituya
delito de genocidio se tendrá entendido que nada de lo dispuesto en este artículo excusará en
modo alguno a los Estados Partes del cumplimiento de ninguna obligación sumida en virtud de
las disposiciones de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
4.Toda persona condena a muerte tendrá derecho a solicitar el indulto o la conmutación de la
pena capital podrán ser concedidos en todos los casos. 5. No se impondrá la pena de muerte
por delitos cometidos por personas de menos de 18 años de edad, ni se la aplicará a las
mujeres en estado de gravidez. 6.Ninguna disposición de este artículo podrá ser invocada por
un Estado Parte en el presente Pacto para demorar o impedir la abolición de la pena capital;
La Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 4° Toda persona tiene derecho a
que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ely y, en general, a partir del
momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente. 2.En los
pasases que no han abolido la pena de muerte, ésta solo podrá imponerse por los delitos mas
graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad
con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito.
Tampoco se extenderá su aplicación a los delitos a los cuales no se la aplique actualmente.
57
Así, dicha protección consta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre
otros, dándoles así una verdadera dimensión universal.
3.No se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido. 4.En ningún caso
se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni comunes conexos con los políticos.
5.No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el momento de la comisión del delito,
tuvieren menos de dieciocho años de edad o más de setenta, ni se le aplicará a las mujeres en
estado de gravidez. 6.Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía,
el indulto o la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos.
No se puede aplicar la pena de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante
autoridad competente.
58
seguridad física; derecho a recibir de los proveedores toda la información necesaria
para tomar una decisión o realizar una elección adecuadamente informada en la
adquisición de productos y servicios, así como para efectuar un uso o consumo
adecuado de los productos o servicios; derecho a acceder a una variedad de
productos y servicios, valorativamente competitivos, que les permitan libremente elegir
los que deseen; derecho a la protección de sus intereses económicos, mediante el
trato equitativo y justo en toda transacción comercial; y a la protección contra métodos
comerciales coercitivos o que impliquen desinformación o información equivocada
sobre los productos o servicios; derecho a la protección de sus intereses económicos;
derecho a un trato equitativo y justo en toda transacción comercial, se establece que
los consumidores no podrán ser discriminados por motivo de raza, sexo, nivel
socioeconómico, idioma, discapacidad, preferencias políticas, creencias religiosas o de
cualquier índole, en la adquisición de productos y prestación de servicios que se
ofrecen en locales abiertos al público; derecho a la reparación por daños y perjuicios,
consecuencia de la adquisición de los bienes o servicios que se ofrecen en el mercado
o de su uso o consumo; derecho a ser escuchado de manera individual o colectiva a
fin de defender sus intereses por intermedio de entidades públicas o privadas de
defensa del consumidor, empleando los medios que el ordenamiento jurídico permita;
derecho, en toda operación de crédito, a efectuar pagos anticipados de las cuotas o
saldos en forma total o parcial, con la consiguiente liquidación de intereses al día de
pago, incluyéndose así mismo los gastos derivados de las cláusulas contractuales
pactadas entre las partes.
Dice Laura Pérez Bustamante (54) “Los derechos del consumidor han nacido como
consecuencia necesaria y lógica del cambio de las relaciones económico sociales
derivadas del modelo de producción en masa, y tienen como correlato la sociedad de
consumo. En ese sentido, el derecho del consumo acompaña el proceso evolutivo en
los vínculos entre quien representa el último eslabón en la cadena de comercialización
54 PEREZ BUSTAMANTE Laura “Derechos del Consumidor” Editora Astrea. Buenos Aires
2004. p.29
59
y los restantes actores sociales intervinientes en la relación de consumo, mediante la
consideración especifica de la problemática y necesidades que tales interacciones
generen.
Cabe agregar a lo antes señalado por el autor, cuando dice (56)“A raíz de esta
posesión de sometimiento en la que se encuentra el individuo frente a los agentes
económicos dominantes del mercado, el derecho constitucional postula la presencia
55 SAENZ DAVALOS LUIS “Protección al Consumidor” Editora Normas Legales SAC Lima-
Perú 2006. p. 15
56 Ibidem, p 45
60
de una específica obligación estatal, consistente en dotarlo de una adecuada esfera de
protección frente a los excesos o abusos generados en el marco de dicha relación. Es
pues esta última la llamada protección al consumidor”
Lo cierto es que los contratos de consumo, a partir de mediados del siglo XX, se
originan en el marco de la situación inversa: las contrataciones son mayoritariamente
masivas (ésa, es la regla en la sociedad de masas); quienes contrataban no están en
pie de igualdad; existe una sustitución del consentimiento por un simple asentimiento
en miras de poder acceder al bien o servicio (contratos de adhesión con predisposición
del contenido) y, por ende, reducción de la autonomía de la voluntad final remite a un
sistema de producción y comercialización donde ha intervenido una multiplicidad de
actores (productores, transportistas, distribuidores, comerciantes minoristas),
tornándose dificultosa la reparación de daños mediante los mecanismos
contemplados clásicamente, circunstancia que se agrava en el comercio globalizado.
61
crisis y se requiere entonces la revisión de los conceptos, imponiéndose en todo el
mundo la creación de normativa acorde a las actuales necesidades y problemáticas
particulares de las relaciones de consumo.
62
De esta forma se intenta dar una definición aproximada y razonada de la situación del
consumidor, en cuanto hablamos de su protección, para entender de quien o quienes
nos estamos refiriendo cuando tratamos del tema.
Coincidimos con Luis Sáenz Dávalos cuando refiere (57) “por nuestra parte
consideramos que la Constitución establece la defensa en el interés de los
consumidores, esta ubicándose en una perspectiva de tipo bilateral, es decir, está
reconociendo que se trata no sólo de un principio sino de un auténtico derecho
fundamental. Como lo primero, efectivamente permite orientar el comportamiento del
Estado en una determinada dirección o sobre la base de ciertos supuesto de
actuación; como lo segundo, otorga a la persona una facultad de invocación a la par
que la exigencia, aún cuando esta última y como lo veremos un poco más adelante,
termine siendo en la mayoría de los casos, fundamentalmente legal, antes que
constitucional”.
63
3.2.1. Antecedentes en la Constitución Peruana de 1823 a 1933 y 1979.
Nótese que existe una diferencia en las comparaciones realizadas en los textos
constitucionales anteriores, con los derechos que aparecen en la Constitución de
1979, el cual es mejorado en la Constitución de 1993, lo cual trataremos
posteriormente.
64
De lo anotado se colige que el derecho a la vida, constituye el fundamento de todos
los derechos humanos, y a comparación con las anteriores Constituciones en la
Constitución de 1993, se reconoce su identidad, además protege al concebido, pero lo
que trataremos en este punto será, sobre el derecho a la vida, a la integridad moral,
psíquica y física como el bienestar del consumidor.
Tomando palabras de Manuel Lavados y Alejandro Serani (58) “(…), la vida es una
expresión abstracta que como tal no tiene existencia en la realidad. Lo que primera y
efectivamente existe en la realidad física son los seres vivos y su partes. Los entes
individuales y concretos que se nutren, crecen y se reproducen. Los seres vivos
individuales tienen una existencia propia, autónoma, consistente y temporalmente
finita, es decir, nacen y mueren, se generan y se corrompen. Ciertamente, el
“fenómeno vital” es un continuo, pero la continuidad de este fenómeno no es, en la
realidad, sino la expresión de la generación de los seres vivos, lo unos a partir de los
otros, en una sucesión que no admite discontinuidad”.
58 LAVADOS M. Manuel y SERANI M., Alejandro. Ética Clínica “Santiago de Chile. Ediciones
Universidad Católica de Chile, 1993. Parte VI. Cap. I. p.224. En Estudio de la Constitución
Política de 1993, Autor Marcial Rubio Correa. Tomo I. Fondo Editorial 1999, Pontificia
Universidad Católica del Perú. P.118
65
Resaltamos, lo referido, en el Artículo I, donde vemos que “El presente Código
establece las normas de Protección y Defensa de los Consumidor, instituyendo como
un principio rector de la política social y económica del Estado la protección de los
derechos de los consumidores, dentro del marco del artículo 65º de la Constitución
Política del Perú y en un régimen de economía social de mercado, establecido en el
Capítulo I del Título III, Del Régimen Económico, de la Constitución Política del Perú”.
De acuerdo a lo precisado por Alberto Vásquez Ríos: “Un derecho real exclusivo y
excluyente, erga omnes, oponible a los demás, y que genere a favor de su titular, al
uso, goce y disponibilidad del bien, obviamente dentro de los límites de la
Constitución, y de la ley, y que no conlleve el ejercicio abusivo de un derecho ni el
menoscabo al medio ambiente”. (60)
La salud, la vida de los consumidores debe prevalecer, antes que el afán de lucro de
los proveedores. Para eso, necesitamos autoridades que se encarguen de cautelar
los derechos de los consumidores, garantizando así, el derecho a la vida. Porque no
59 LÓPEZ CABANA Roberto Manuel (1995) “La Reparación de Daños en la Ley Argentina
24.240 de Defensa del Consumidor” (Régimen argentino de reparación de daños al
consumidor) Revista Jurídica del Perú Año VLV Nro. 02 Abril-Junio Editorial Normas Legales
S.A
66
es posible, que todavía se espere a que se cometan violaciones contra el derecho a la
vida de los consumidores, para recién intervenir.
67
participación de los esferas públicas y privadas, para tal efecto de resarcir, evitar, el
perjuicio o menoscabo en sus intereses que pudiera sufrir el consumidor.
Veamos a continuación lo que dicen Marcial Rubio Correa, Francisco Eguiguren Praeli,
Enrique Bernales Ballesteros, sobre el tema: (64)“Entendemos la integridad moral
como el aspecto estrictamente espiritual de cada ser humano, en el que residen sus
convicciones religiosas, filosóficas, morales, políticas, sociales, ideológicas y
culturales. Es decir todo aquello que lo hace un ser no solo físico, emotivo e
intelectual, sino que le da el valor trascendente de ser humano ubicado de una
determinada manera, establecido con ideas propias sobre sí mismo y el mundo que lo
rodea. Varias de estas dimensiones del ser humano han sido protegidas con otros
tantos derechos dentro de la Constitución, como tuvimos oportunidad de enumerar, se
trata sobre el derecho a la integridad. Por consiguiente, el derecho a la integridad
moral permite defender a todos estos elementos (juntos y no por separado), desde el
punto de vista jurídico constitucional, de los ataques que se produzcan contra él”.
Los daños sufridos por el consumidor, afectan su integridad moral, como por ejemplo
la proliferación de propagandas tendenciosas a la pornografía, o la exageración de
una mala política sexista, exagerando, atenta contra su integridad moral, y lo que es
peor de los niños y adolescentes. Pero, sin ánimo de caer, solamente en esta
explicación, comprendemos que la integridad moral del consumidor, está en que
cuando el proveedor, no cumple con lo previamente pactado, entonces se ve afectado
en sus derechos, causando un prejuicio, no solo económico, material, sino también
68
moral, el cual en algunos casos no tiene precio. A esto podríamos denominar también
daño subjetivo.
Cuando tratamos el punto del Derecho a la Integridad Psíquica, nos referimos a las
consecuencias negativas que traen consigo para el consumidor, tanto emocionales
como intelectuales por la adquisición de productos defectuosos, causando con esto un
quebrantamiento psicológico, ante la imposibilidad de adquirir un producto normal,
sano, el cual no causa daño físico, pero afecta la capacidad psíquica del consumidor.
69
3.2.2.5. Derecho al Bienestar del Consumidor
Finalmente, por los motivos que acabamos de exponer antes de pasar al siguiente
punto, debemos recalcar que el derecho al bienestar del consumidor, es que éste
logre, consiga, alcance la satisfacción de sus necesidades, como persona en la
adquisición de tal o cual producto, para lograr su propia realización la de sentirse bien;
por eso abono la cantidad acordada, y el proveedor se comprometió a cumplir con lo
previamente pactado.
70
su disposición en el mercado. Asimismo vela, en particular, por la salud y la seguridad
de la población”.
71
Dicha norma establece que: “El Estado defiende el interés de los Consumidores y
Usuarios. Para tal efecto garantiza el derecho a la información sobre los bienes y
servicios que se encuentran a su disposición en el mercado. Asimismo vela en
particular, por la salud y la seguridad de la población”.
Esta distinción del texto, que por un lado refiere a “Usuarios” y por otra a
“consumidores” tiene gran relevancia porque no es igual la situación de uno y de otro.
No establece consecuencias jurídicas distintas para uno y otro caso, como sí lo hace
el artículo 42° de la Constitución de Argentina, pero de todos modos se comprueba un
tratamiento diferente. Ello es así porque en el artículo 162° se encomienda a la
Defensora “supervisar”... la “prestación de los servicios públicos”, como dijimos, sólo
es usuario de servicios públicos.
Esta garantía se ve completada con otra que aparece en general dentro del articulo
61° donde dice: “El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica
que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopolicas. Ninguna ley ni
concertación puede autorizar ni establecer monopolios”. La norma pone especial
preocupación en los monopolios y establece un compromiso de combatirlos y de no
autorizarlos ni establecerlos siquiera por ley. Entendemos que se refiere a los
monopolios legales y no a los naturales ya que éstos son normalmente inevitables.
Frente a ellos solo caben dos actitudes asumirlos por el Estado, como lo prevé la
Constitución española, o controlarlos estrictamente, como se lo propone el artículo 42°
de la Constitución de Argentina. Esto, sin embargo, en el marco del derecho de los
72
consumidores, se relaciona más con la necesidad de preservar su libertad y demás
opciones planteadas en el Derecho nacional y el comparado.
73
La información no puede ser negada al consumidor, el derecho a la información tiene
carácter de obligatoriedad, pues de la información recibida depende la elección
correcta y consiente del producto a adquirir.
Ahora bien, la argumentación de Joseph Stiglitz, resulta cierta desde el punto de vista
económico, pues, sin duda, en cuanto a términos de información se refiere, los
mercados si están informados o buscan estarlo, recopilando el máximo de información
sobre los consumidores y sus necesidades, a fin de proveerse de los bienes,
productos o servicios, requeridos por ellos empero, en cuanto a brindar la información,
a los consumidores, la brindan a medias o no la brindan, cuidando siempre sus
intereses lucrativos.
74
Entendemos el Derecho a la Seguridad, cuando los productos entregados por el
proveedor, tienen todos los medios de seguridad pertinentes, previendo con esto la
afectación de la integridad física, de la salud del consumidor. El INDECOPI realiza
tareas de fiscalización, con términos medios, es decir, aun presenta problemas y
deficiencias de poder realizar acertadamente sus facultades de control, de
fiscalización del expendio de los productos, en especial, de los productos los
importados.
Tal como indica Jaime Delgado Zegarra (70) “La defensa del consumidor, desde mi
punto de vista, consiste en dotar a los propios consumidores de los instrumentos
75
necesarios para que puedan lograr su “autotutela”, es decir su propia defensa, pues
esta es la regla en un sistema de libre mercado. La idea es fortalecer a la sociedad
civil para que ésta sea capaz por si misma de conseguir las condiciones justas y
equitativa en las relaciones de mercado”.
Las normas de protección de los derechos del consumidor deben ser respetuosas a
otros principios y derechos constitucionales de mayor rango, o de lo contrario
corresponden ser suprimidas por inconstitucionales.
El Artículo II del Código de Protección y Defensa del Consumidor- Ley 29571 “Los
Consumidores accedan a productos idóneos y que gocen de los derechos y de los
mecanismos efectivos para su protección, reduciendo la asimetría informativa,
corrigiendo, previniendo o eliminando las conductas y prácticas que afecten sus
Legítimos Intereses …”.
Revista Jurídica del Instituto Peruano de Estudios Forenses IPEF Año II Nro. 3 Lima-Perú
p.79
76
Conforme al artículo 65° de la Constitución, la Defensa y Protección de los
Consumidores se instituye como un Principio Rector de la Política Social y Económica
del Estado, que los Poderes Públicos deben Garantizar. Y el conocimiento y ejercicio
del Derecho del Consumidor, respecto a la petición del requerimiento de las formas de
extinción del Contrato de Consumo, tienen protección de Derecho Constitucional.
Siendo ello así, la reiteración de que en el próximo Reglamento del Código de
Protección y Defensa del Consumidor, se considere a las formas de extinción del
contrato, para así garantizar los Derechos Fundamentales del Consumidor.
Los consumidores tienen derecho a emplear los mismos mecanismos de forma, lugar
y medios utilizados para la celebración de los contratos para desvincularse de éstos,
en la oportunidad legal o convencionalmente prevista, como por ejemplo la vía
telefónica. Esta facultad comprende la contratación de prestaciones adicionales o
complementarias.
El contrato del consumidor existe, por la formalidad de la ley que así lo determina, que
responde a sus objetivos, preceptuándose a los requisitos que la ley demanda, para
que sus efectos sean validos. Para garantizar, que esto sea si, cada periodo de
tiempo, se deben efectuar visitas a los diversos proveedores, para comprobar in situ,
el cumplimiento de lo prescrito en el Código del Consumidor, así como en su
respectivo Reglamento.
Sin perjuicio de tratar el tema con más detalle, con respecto a la justificación de esta
figura la jurisprudencia del INDECOPI (71) sostiene: "debe tenerse en cuenta que la
protección al consumidor se desarrolla en el ámbito de una economía social de
mercado; esto es de un sistema en que la interacción entre oferente y demandantes
orienta la asignación de sus recursos, determinando la calidad y los precios en los que
los bienes y servicios se incorporan al mercado.
77
En consecuencia, no es rol del Estado y, por tanto, tampoco lo es del INDECOPI, el
sustituir las decisiones de los oferentes y demandantes. Por ello, una adecuada
interpretación de las normas de protección al consumidor y, en especial, la definición
de qué consumidor se encuentra amparada por nuestra legislación, es necesaria y
deberá permitir que este régimen especial guarde relación con el funcionamiento de un
mercado libre y dinámico".El marco jurisprudencial, respecto a los derechos del
consumidor, son escasas las sanciones, que se ha dado, en el caso de los productos
defectuosos. Todos esperan que con la nación de la nueva ley, esto cambie. Como
ejemplo citare dos sentencias, una del Tribunal Constitucional, donde define
claramente el significado del consumidor y las obligaciones que se derivan del artículo
65º de la Constitución; y, la otra del Tribunal Supremo Español - Sala 1ª.
Por otro lado, Tribunal Supremo, Sala 1ª, mediante Sentencia de 23 de mayo de 2003,
Ponente: O´Callanghan Muñoz, precisó:
Resumen de los hechos: En los folletos publicitarios de una urbanización se ofertaba
tres canchas de tenis, las cuales se incluyen en la menoría del proyecto de ejecución
realizado por el arquitecto, remitiéndose a éste los contratos privados de compraventa.
78
La tercera pista fue excluida de la declaración de obra nueve y división horizontal y
vendida a un tercero.
Análisis:
El Tribunal Supremo pone de manifiesto el carácter moderno del artículo 8º LGDCU,
señalando que tal norma responde a unos principios clásicos del Derecho que son: en
primer lugar, el principio de veracidad, pero no en el sentido de que la oferta,
promoción y publicidad deben ser objetivos e imparciales como si respondieran a una
política de información y educación del público, sino que no pueden ser engañados y
llevar a error al particular. Y, en segundo lugar, el principio de buena fe, que proclama
el artículo 1258 CC y que impone a cada contratante el cumplimiento de lo pactado, lo
que deriva, señala, con un criterio lógico, de la buena fe. A este respecto, indica que
el citado precepto de la LGDCU establece la integración del contrato basado en ambos
principios aludidos, de lo que recuerda son precedentes las sentencias de 14 de junio
de 1976 y 27 de enero de 1977. En ambas se manifiesta que el contrato queda
complementando –integrado- con lo que el consumidor ha confiado por razón de la
oferta, promoción y publicidad.
De conformidad con esta doctrina, el Tribunal Supremo concluye señalando que la
tercera cancha que se incluía en la publicidad, en el proyecto y en los contratos
privados de compraventa, forma parte de la compraventa y tiene, por tanto, carácter
común. En consecuencia, declara la nulidad de la parte de la escritura de obra nueva
y división horizontal que se opone a ello.
3.3.3. El Principio Pro Homine.
79
sin duda, el mas importante es el “principio pro homine”; en virtud al cual se debe
acudir a la norma más extensa, o la interpretación más amplia, cuando se trata de
reconocer derechos protegidos, e inversamente, a la norma o a la interpretación más
restringida cuando se trata de establecer limitaciones al ejercicio de los derechos o su
suspensión de ellos. Se trata pues de un principio de aplicación a nivel internacional,
el cual irriga todo el cuerpo normativo de los derechos humanos.
En este sentido la perspectiva de una justicia global de los derechos humanos, permite
concebir la esfera pública como un elemento definitorio de la misma, las instancias
supranacionales pueden, a pesar de sus graves déficits democráticos, reforzar y
expandir algunas de las dimensiones de las democracias nacionales, poniendo como
núcleo la persona humana y a sus derechos, y como satélites a las normas
interamericanas.
72 PINTO, Mónica, “El Principio Pro Homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la
regulación de los derechos humanos” (on line). Archivo electrónico en la página del Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
www.pnud.org.ve/archivo/documentos/data/300/323j.htm
80
En este sentido relacionando principio pro homine, creemos pertinente citarlo como
principio “pro consumidor”, siendo ello así, resulta conveniente, acotar lo señalado por
Walter Gutiérrez Camacho al referirse a este tema (73) “Sin embargo, conviene
resaltar que los alcances del principio al que nos referimos no se reducen al ámbito
legislativo, sino que dilatan su aplicación para penetrar en el terreno judicial y
administrativo. En este sentido, al amparo del principio pro consumidor, en un
procedimiento de denuncia administrativa por violación a los derechos del consumidor,
el órgano administrativo deberá conducir el procedimiento procurando en todo
momento hacer realidad una efectiva protección de los derechos del consumidor. Por
ejemplo, asumir como ciertas las afirmaciones del proveedor o la documentación que
este presente y que está completamente bajo su control, sin hacer las verificaciones
dentro de lo razonable para comprobar su veracidad, debería ser considerada como
una conducta de la administración contraria al principio pro consumidor y, por lo tanto,
inconstitucional. Por lo demás, esta conducta sintoniza con el principio de verdad
material del Derecho Administrativo (numeral 1.11 del artículo N de la Ley N° 27444,
Ley del Procedimiento Administrativo General). Huelga decir que el principio pro
consumidor deberá también aplicarse a los procesos judiciales en los que se
encuentren comprometidos derechos del consumidor.
La jurisprudencia a nivel internacional sobre este principio ha sido dada por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos a través de su jurisprudencia contenciosa,
81
como referencia esta el caso de Ivcher Bronstein contra el Estado Peruano, aquí la
Corte hace uso del citado principio (74).
Asimismo en el ámbito nacional el Tribunal Constitucional ha recogido la teoría del
principio pro consumidor considerando que esta regla es la base de toda relación de
consumo. Así, en la sentencia expedida en el Exp. N° 018-2003-AI/TC, apoyándose en
un anterior trabajo nuestro1232, el Tribunal manifiesta: "(...) Defiende el interés de los
consumidores y usuarios como consecuencia de las relaciones asimétricas con el
poder fáctico de las empresas proveedoras. Por ende, (...) tal responsabilidad conlleva
la aplicación del principio pro consumidor, generando así que en todo acto de
creación, interpretación e integración normativa que se efectúe en nuestro
ordenamiento, debe operar el criterio de estarse a lo más favorable al consumidor; es
decir, a un especial deber de protección".
74 OEA, CrIDH, serie C: Resoluciones y sentencias Nº 54, caso Ivcher Bronstein, competencia,
sentencia de 24 de setiembre de 1999, párr. 51 y 52.
75 Sentencia del Tribunal Constitucional: declara inconstitucional el D.U. Nº 140-2001, que
dispuso la suspensión de vehículos automotores usados. Exp.008-2003-AI/TC. Lima-noviembre
2003.
82
modelo más adecuado para afrontar los desafíos del presente, en referencia a los
Derechos de los Consumidores.
Lineamientos administrativos
83
Antes de analizar el régimen de responsabilidad por productos defectuosos previstos
en el código cabria preguntarse sobre los lineamientos administrativos para definir lo
que se entiende por producto y por producto defectuoso.
En la medida que el producto es el instrumento mediante el cual se produce el daño
indemnizable conviene precisar los alcances de dicho términos dentro del ámbito de la
responsabilidad civil, así como poder establecer las características que debe tener el
producto para considerarlo defectuoso.
Kossuth Wieland Alfred en su libro Protección al Consumidor nos dice:
84
Con el Código de Consumidor, promulgado mediante Ley Nº 29571, se garantiza la
defensa de los usuarios a través de organismos reguladores que ahora tendrán
normada su responsabilidad, “Los organismos reguladores deben cumplir su función”
bajo responsabilidad.
En los términos establecidos en este código los consumidores tienen los siguientes
derechos: derecho a una protección eficaz respecto a los productos y servicios, a
acceder a una información oportuna suficiente y veras accesible a sus intereses
económicos, al trato justo equitativo sin discriminación, a la reparación o reposición del
producto, a elegir libremente el producto o servicios de calidad, a ser escuchado de
manera individual o colectiva a fin de defender sus intereses, a la reparación e
indemnización por daños y perjuicios, a asociarse con el fin de proteger sus intereses
además del derecho al pago anticipado o prepago de los saldos en toda operación de
crédito, en forma parcial o total. Estos derechos no excluyen los otros derechos que el
código garantiza
a. Procedimientos sancionadores:
• 3. Denuncia maliciosa.
85
• iii. Por incumplimiento de mandato cautelar.
Se plantea en el artículo 107º del Código, las reglas del proceso sancionador el cual
puede iniciarse de oficio, bien por propia iniciativa de la Autoridad, por denuncia del
consumidor afectado o del que potencialmente pudiera verse afectado o de una
asociación de consumidores en representación de sus asociados o apoderados o en
defensa de intereses colectivos o difusos de los consumidores. En éste último caso, la
asociación de consumidores actúa como tercero legitimado sin gozar de las facultades
para disponer derechos de los consumidores afectados, salvo de sus asociados o de
las personas que le hayan otorgado poder para tal efecto. Tanto el consumidor
constituido como parte como tercero legitimado pueden participar en el procedimiento
e interponer los recursos contra la resolución que deniegue el inicio del procedimiento
y contra cualquier otra resolución impugnable que les produzca agravio.
Se expresa en el artículo 109º del Código, que en cualquier etapa del procedimiento,
de oficio o a pedido de parte, el Indecopi puede, dentro del ámbito de su
correspondiente competencia, dictar una o varias de las siguientes medidas cautelares
destinadas a asegurar el cumplimiento de la decisión definitiva:
86
• d. El cierre temporal del establecimiento denunciado.
• e. Cualquier otra medida que tenga por objeto evitar que se produzca algún
tipo de perjuicio derivado del acto denunciado o que tenga por finalidad la cesación
de éste.
87
• Formulación de programas de educación escolar y capacitación para los
consumidores.
• Promoción de la participación ciudadana y la organización de los consumidores
en la protección y defensa de sus derechos
• Promoción del consumo libre y sostenido de productos y servicios.
• Protección al consumidor como política transversal.
• Garantía del derecho a la información de los consumidores.
• Reconocimiento de la vulnerabilidad de los consumidores.
• Garantía de mecanismos eficaces y expeditivos para la solución de conflictos.
• Promoción de una cultura de protección al consumidor y comportamiento
acorde con la buena fe.
• Promoción de la calidad en la producción de bienes y en la prestación de
servicios.
• Promoción del acceso universal a los productos de salud.
88
• Ejecutar la política nacional y el plan nacional de protección al consumidor.
• Proponer normativas en materia de consumo.
• Fortalecer la protección al consumidor y los mecanismos
• Implementar mecanismos de prevención y solución de conflictos.
Implementar el sistema de información y orientación a los consumidores, sobre
legislación y un sistema de alerta oportuna de productos riesgosos.
89
debiendo éstos responder a la finalidad para la cual el bien ha sido fabricado o el
servicio ha sido ideado.
En un mercado abierto y libre los consumidores deben tener distintas alternativas para
elegir entre distintas calidades- y obviamente de precios-, de un mismo producto. No
es función del Estado establecer estándares de calidad de los bienes que se ofertan
en el mercado, pues, como ya dijimos, eso significaría, por ejemplo, que en la tiendas
por departamentos como Ripley o Falabella sólo se puedan comercializar pantalones
Levi’s o Guess de la mejor calidad, lo que en buena cuenta vendría a tener como
consecuencia que la gran mayoría de peruanos quede excluido de consumir
pantalones jeans.
Entonces, como bien señaló la resolución del Tribunal del Indecopi que comentamos,
para una correcta aplicación del Principio de Garantía Implícita, es decir, para
establecer si un bien es idóneo para la finalidad para la que lo adquiere un consumidor
promedio, debe tenerse en cuenta también las condiciones en las que éste fue
90
adquirido. Verbigracia, dos de las condiciones más importantes para determinar los
alcances de la garantía implícita de un producto son el precio y el lugar en los que éste
es adquirido. Así por ejemplo, si un par de zapatos es adquirido a un vendedor
ambulante y a un precio de S/. 15 soles, no es de esperarse que dicho producto sea
idóneo para un uso mayor a unas pocas semanas. Menos aún es de suponerse desde
el prisma de un consumidor razonable promedio, que ese par de zapatos sea de cuero
legítimo, ni menos aún importado de Italia.
Así entendida la garantía implícita, no cabe sino concluir que ésta no es el simple título
de un concepto abstracto, sino, más bien una calificación que se hace respecto a la
idoneidad de un producto, esto es, teniendo en cuenta las particularidades y
condiciones en que fue adquirido.
¿Esta resolución del Indecopi implica que no se puedan vender en el mercado zapatos
de una calidad tal que duren menos de dos meses, o menos de un mes, o menos de
una semana?
91
Sobre la carga de la prueba del defecto en el ámbito administrativo.
En el caso concreto Kouros no acreditó que los defectos del zapato fueran ajenos a su
proceso productivo o de comercialización.
92
Hecho ya el análisis desde la perspectiva jurídica, enfocaremos ahora el presente caso
desde una perspectiva económica, para determinar si desde la óptica del Análisis
Económico del Derecho (AED) se llega a igual conclusión respecto a si existió o no en
el caso que nos ocupa el caso de un producto defectuoso, quién es el responsable de
ello y qué consecuencias debe asumir y por qué.
El AED como lo señala Alfredo Bullard es la aplicación del método económico para
entender a las instituciones jurídicas.79 Tradicionalmente, la economía ha sido
definida como la ciencia encargada de evaluar la asignación de recursos escasos
entre usos alternativos. Sin embargo, los avances últimos han llevado a una
redefinición del objeto de esta ciencia. Así, en palabras de Gary Becker80, el enfoque
económico tiene como núcleo central la combinación de tres supuestos: el
comportamiento maximizador, el equilibrio de mercado y las preferencias estables. El
punto de partida de ese análisis es que los individuos reaccionan a ciertos incentivos
de una manera predecible.
El uso del AED por INDECOPI ha servido para establecer criterios dirigidos a crear
incentivos adecuados para generación de información (corrigiendo asimetrías de
información), establecer responsabilidad administrativa objetiva de las empresas a fin
de crear incentivos adecuados a la toma de precauciones (utilizando la teoría de
CALABRESI del cheapest cost avoider como su sustento), utilizar la teoría económica
de productos defectuosos para determinar estándares de idoneidad de productos,
efectuar una evaluación de costo beneficio de la acción estatal para la eliminación de
barreras burocráticas, flexibilizar los criterios en publicidad comparativa para reducir
costos de acceso a mercados, utilizar la teoría de los costos de transacción para
favorecer acuerdos en Juntas de Acreedores de empresas en situación de insolvencia,
realizar evaluaciones económicas de las cargas probatorias, calcular las multas y
sanciones eficientes, entre otros casos.81
79BULLARD GONZALES, Alfredo. “El análisis económico de las instituciones legales”. En:
Derecho y Economía. Primera Edicion, agosto 2003.
80 BECKER, Gary. “El enfoque económico del comportamiento humano”. En: Información
Comercial Española N° 557, enero 1980. En BULLARD GONZALES, Alfredo. “El análisis
económico de las instituciones legales”. En: Derecho y Economía. Primera Edicion, agosto
2003.
93
Si en el mercado de zapatos en el que se originó el caso en comento, una empresa
provee ciertos productos defectuosos, o los provee de manera indebida, nos
encontraremos ante un caso probable de externalidades –costos o beneficios no
contratados- creadas a un consumidor, por su proveedor, y consecuentemente
también, ante un supuesto de mala asignación de recursos. Esto significa, en términos
del criterio de Paretto, que si dichas externalidades efectivamente se produjeron, el
intercambio comercial entre el proveedor Kouros E.I.R. y el consumidor Humberto Tori
Fernández habría sido ineficiente, pues, con dicha compraventa de zapatos mejoraría
la situación de la empresa proveedora de los mismos, pero empeoraría la del
consumidor.
Si contrariamente, llegásemos a la conclusión final de que los zapatos o la manera
como fueron proveídos en el mercado no adolecieron de anomalía alguna,
concluiríamos que los perjuicios irrogados al consumidor Humberto Tori Fernández
fueron más bien auto originados por él mismo, y en tal caso no habría externalidad
alguna. En este supuesto la conclusión sería que dicho intercambio comercial sí
produjo una correcta asignación de recursos, por lo tanto, que fue eficiente en
términos parettianos.
Según el Criterio de Paretto, si el producto fue idóneo el consumidor tuvo mayores
posibilidades de alcanzar los objetivos que se proponía con los mismos. En tal sentido,
ambas partes contractuales habrían mejorado su situación, es decir, ninguna mejoró a
costa de la otra.
Costos de transacción
En el presente caso los costos de transacción son elevados, pues, las operaciones
comerciales entre el proveedor Kouros E.I.R. y el consumidor Humberto Tori
Fernández se dieron en el contexto de una economía de mercado con altos índices de
consumo, caracterizada por la contratación masiva y en la cual se prescinde de la
etapa de negociación, precisamente para evitar el desperdicio de recursos.
Los costos de transacción son elevados porque una empresa productora y/o
comercializadora de calzado no se puede dar el lujo de negociar con cada consumidor
los términos contractuales de cada una de sus compraventas. Lo que hace, entonces,
es prescindir de la negociación individual con cada consumidor, y establecer cláusulas
generales que se van a aplicar a todos sus compradores, sin posibilidad de que
ninguno de éstos negocie condiciones sustancialmente distintas a las previamente
establecidas por la empresa proveedora. En el caso concreto esto significa que el
94
señor Humberto Tori, no tuvo la posibilidad de negociar con el vendedor de calzados
todos los términos contractuales en los que normalmente convienen dos personas que
celebran un contrato en el ámbito del derecho civil. Por ejemplo, no pactó una
garantía. Tampoco pactó ninguna solución en el caso de que el producto fuera
defectuoso o una penalidad ante la misma circunstancia.
El costo de transacción es el concepto medular en la concepción de COASE82 . Como
él dice, no es posible entender las transacciones que se producen en el mercado sin
tomar en consideración que en orden a llevarlas a cabo es necesario descubrir con
quien desea uno tratar, informarse acerca de que desea intercambiar, establecer los
términos en que habrán de llevarse a cabo, proceder a las negociaciones que llevaran
al acuerdo, preparar los términos del contrato y comprometer la inspección necesaria
para asegurar que sus términos están siendo observados, todo lo que pueda llevar a
que existan costos importantes para celebrar un contrato , y que, en ciertos casos,
pueden llevar a cabo a que no se culmine una transacción por mas que su realización
podría ser eficiente.
En términos sencillos los costos de transacción son los costos de celebrar un contrato
y que en ciertas circunstancias son tan altos que pueden evitar que se perfeccione el
acuerdo, o llevar a que este se perfeccione en términos ineficientes.
82 COASE, Ronald. “The Problem of the Social Cost”. En: The journal of Law and Economics,
Vol. 3, 1960. Pág. 18.
95
abstracto se le concede el derecho a obtener bienes o contratar servicios que sean
idóneos para los fines que motivan su adquisición; así como también el derecho a
contar con una información relevante adecuada sobre dichos productos, antes de la
decisión de consumo. Concomitantemente, el proveedor tiene el derecho a vender a
los consumidores todos aquellos bienes cuya venta no esté prohibida expresis verbis
por el ordenamiento jurídico, o a prestar los servicios cuya prestación la ley no
prohíba.
Hasta acá queda claro, que tanto proveedores como consumidores, tienen la
titularidad para ofertar y demandar, respectivamente, todo aquello que la ley no
prohíba ser objeto de intercambios. Sin embargo, ante la eventualidad de que surjan
desavenencias, litigios o controversias respecto a la forma en que se ejecutan dichas
operaciones comerciales, dado el escenario de los altos costos de transacción ya
precisado, el Estado tiene que intervenir mediante una norma legal que simule de la
mejor manera la solución a la que arribarían las partes si pudiesen negociar
abiertamente y a cero costo, o a bajo costo. En tal escenario, el Estado tiene que
decidir si la regla que resolverá las controversias será: o una de propiedad, o una de
inalienabilidad o una de responsabilidad.
96
caso de que dicho calzado no resultase idóneo para el uso que motivó su adquisición
por parte del consumidor.
Afortunadamente, nuestra legislación sobre protección al consumidor no establece
reglas de propiedad, ni a favor de los consumidores, ni a favor de los proveedores,
pues ninguno de ellos tiene derechos absolutos que oponer al otro. Además si tales
reglas de propiedad fuesen legisladas, las consecuencias de su vigencia serían
totalmente contrarias a lo que se buscaría evitar, pues, en lugar de disminuir los costos
de transacción aumentarían éstos, toda vez que con mayores derechos de alguna de
las partes, es predecible que habría mayor negociación y ésta necesariamente
absorbe recursos económicos, ergo aumentarían los costos de transacción. Es decir,
todo lo contrario a lo que se quería obtener mediante la intervención estatal.
B) REGLAS DE INALIENABILIDAD.- Este tipo de reglas también supone una
intervención estatal ex ante, pues, el Estado interviene a través de normas legales
para establecer prohibiciones absolutas a la producción o comercialización de ciertos
recursos, o para autorizar dicha producción sólo en condiciones sumamente reguladas
y controladas.
Así por ejemplo, nadie en el Perú puede producir legalmente pasta básica de cocaína,
ni clorhidrato de cocaína; tal sería pues el caso de una regla de inalienabilidad que
establece una prohibición absoluta. Nadie puede comprar y vender armas de fuego sin
la autorización de la DISCAMEC; tal sería el ejemplo de una regla de inalienabilidad
que establece prohibiciones relativas, pues, se trata de actividades económicas que
sólo se pueden realizar al amparo de una regulación y control estrictos.
97
La regla de responsabilidad en la legislación de protección al consumidor, supone que
los proveedores tienen la facultad de producir o comercializar cualquier bien o servicio
cuya venta o prestación no esté prohibida en la legislación peruana, pero con la
obligación de que los productos que ofrece sean idóneos para satisfacer la motivación
de uso que tendría cualquier consumidor razonable; así como con la obligación de
informar adecuadamente a los consumidores respecto a las características de los
productos ofertados y a las condiciones de venta y post-venta.
La regla de responsabilidad es la que inspira a nuestra legislación sobre protección al
consumidor, y sobre su base se han edificado los conceptos de garantía implícita y
garantía explícita. La primera, como ya vimos, no es otra cosa sino la responsabilidad
que debe asumir el proveedor en el caso de que el bien o servicio comercializado sea
inidóneo para los fines para los cuales lo adquiriría un consumidor razonable. Por su
lado, la garantía explícita está constituida por toda aquella información que se le brindó
al consumidor de manera previa al momento en que optó por su decisión de consumo.
En el que caso que nos ocupa, Indecopi de ninguna manera estableció que Kourus
estaba obligado a vender al señor Tori, y a otros consumidores, zapatos únicamente
de cierta calidad, o de una calidad mínima. Lo que estableció, en primer lugar, fue que
el producto era defectuoso porque resultaba inidóneo para su uso normal, y que en
virtud de la regla de responsabilidad contenida en nuestra legislación sobre protección
al consumidor, no habiéndose informado al comprador que el par de zapatos tenía una
calidad inferior a la media, debía el proveedor hacerse responsable del resarcimiento
al consumidor.
98
consiste en informar adecuadamente a los consumidores fundamentalmente dos
cosas:
i) Por un lado, los términos y condiciones contractuales, entre ellos el precio, los
plazos, las garantías y los aspectos sobre responsabilidades, todos ellos
unilateralmente redactados por el proveedor;
ii) Y por otro lado, toda aquella información referida al aspecto cualitativo integral
de los productos, así como a la forma de utilizarlos adecuadamente.
99
objeto de una información adecuada, éste no podrá exigir luego de usar el producto
que el mismo tenga una duración conforme a lo que esperaría un consumidor
razonable promedio, esto es, porque adquirió el par de zapatos a sabiendas de su baja
calidad.
Dicho de otra forma, el concepto de garantía explícita permite realizar de manera
masiva transacciones comerciales que tienen por objeto bienes o servicios de una
calidad inferior a la media, o lo que es lo mismo, permite en la contratación masiva
pactar en contrario respecto a la calidad ordinaria de los productos. En ese sentido,
aparentemente nuestro Código de Protección y Defensa del Consumidor no sólo
seguiría la tendencia liberal que respecto al mismo tema seguía su predecesor, el
Decreto Legislativo N° 716, sino que además define mejor su contenido y alcances.
Y decimos que se sigue una tendencia liberal, porque tal como lo refiere el Dr. Alfredo
Bullard González (Derecho y Economía, El análisis económico de las instituciones
legales, Pag. 405 y 406, Palestra Editores, Lima-2003) en países de insospechada
tendencia intervencionista estatal, como Estados Unidos, se han establecido sendas
leyes en virtud de las cuales los consumidores no pueden renunciar a la garantía
implícita; lo que en buena cuenta viene a significar que es el Estado norteamericano el
que a través de leyes y de su burocracia fija las calidades mínimas de los productos
que se ofertan en el mercado.
A ese respecto el Dr. Bullard, literalmente, dice: “…el principio establecido en el Perú
es más flexible y permite al proveedor librarse de tal garantía informando de tal hecho
al consumidor. De esa manera se reducen los costos de transacción (se entiende que
el bien es lo que normalmente se esperaría que fuera) pero se crean incentivos para
revelar cualquier diferencia entre lo que se puede esperar y lo que el bien es, dadas
las circunstancias. Evidentemente dentro del concepto de “circunstancias” queda
incluido el lugar donde se adquirió el bien. Quien compra en una paradita o a un
ambulante puede esperar algo distinto a quien compra en un centro comercial de
reconocido prestigio”.
Reconocemos la autoridad y excelencia académica del maestro Bullard en temas de
protección al consumidor y otros relacionados con el libre mercado. Estamos de
acuerdo, asimismo, con lo que él señala cuando dice que la obligación de informar
adecuadamente al consumidor sobre las falencias de un producto contribuye a reducir
los costos de transacción y a generar los incentivos correctos para que éste opte por
decisiones de consumo correctas. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar la
aparente confusión de la que es objeto cuando desarrolla el concepto de garantía
implícita, pues, en el párrafo precedente citado por nosotros textualmente, habla de
este tipo de garantía, pero en realidad a lo que se refiere es a la garantía explícita. Es
100
decir, comete el error de definir como garantía implícita aquello que en realidad es
garantía explícita. Coincidentemente, en la resolución de la Sala de Defensa de la
Competencia del Indecopi que es objeto de nuestro análisis, tampoco se utiliza
expresis verbis el término de garantía explícita, siendo lo curioso del caso que el
presidente de dicha sala fue precisamente el Dr. Bullard.
Lo cierto y concreto- y a esa certidumbre y a esa concreción se puede llegar gracias al
desarrollo que de estos principios hace el Nuevo Código de Protección y Defensa del
Consumidor-, es que las garantías explícitas son las condiciones y términos que
expresamente y de forma adecuada se le informan al consumidor, de manera previa a
su decisión de consumo. Las garantías explícitas, no se pueden inferir, suponer o
deducir de las circunstancias de la adquisición, pues, éstas no se presumen sino se
determinan indubitablemente de los términos de la oferta debidamente informada.
En cambio, lo que sí se infiere, supone o deduce es la garantía implícita, según la cual
se califica como idóneo a todo aquel producto que sirva para el uso al que lo destinaría
un consumidor razonable promedio. No obstante, la extensión de la garantía implícita,
o lo que es lo mismo la expectativa de idoneidad que tendría cualquier consumidor
razonable respecto a un bien o servicio, no se hace en abstracto sino teniendo en
cuenta las particularidades y circunstancias de su adquisición. En ese sentido, lo que
esperaría un consumidor razonable promedio que adquiere un par de zapatos a S/.
120 soles en las tiendas Falabella, es un producto de mucho mayor calidad que el que
esperaría un consumidor razonable promedio que adquiera un par de zapatos en un
ambulante de Gamarra.
En pocas palabras, la garantía explícita se determina literalmente de la oferta
adecuadamente informada. La garantía implícita, en cambio, se infiere de las
circunstancias de la adquisición del bien o contratación del servicio, y sólo en ausencia
de garantía explícita.
101
de la liberalidad, esto es, porque desarrolla expresamente los conceptos de garantía
implícita, y sobre todo, el de garantía explícita.
El regular normativamente la garantía explícita implica dar libertad a los agentes
económicos para que realicen intercambios que tengan por objeto bienes o servicios
de cualquier calidad, es decir, de alta calidad, de calidad media, pero también de
calidad inferior a la media, o dicho de mejor forma, de baja calidad. Eso nos parece
saludable, pues, en un país en el que la pobreza es aún del 38 por ciento- lo que
implica que de cada 100 peruanos 38 son pobres-, la oferta de productos de baja
calidad es tal vez la única alternativa de consumo para la gran mayoría de estas
personas.
En ese sentido, el Nuevo Código de Protección y Defensa del Consumidor es liberal,
pues, no impone restricciones a la comercialización de los productos prescribiendo
calidades mínimas de los mismos. Empero, tal apariencia de liberalidad es sólo
aparente, toda vez que al mismo tiempo que normar las garantías explícitas e
implícitas, esta nueva norma crea la figura de las garantías legales, estableciendo su
carácter obligatorio y la prohibición de todo pacto en contrario.
Así, el Artículo 20° del Nuevo Código de Protección y Defensa del Consumidor
literalmente dice que las garantías pueden ser legales, explícitas o implícitas, y a
continuación en su literal A), establece que una garantía será legal cuando por
mandato de la ley o de las regulaciones vigentes no se permite la comercialización de
un producto o la prestación de un servicio sin cumplir con la referida garantía.
Además añade esta cuestionable norma, que no se puede pactar en contrario respecto
de una garantía legal y que la misma se entiende incluida en los contratos de
consumo, así no se señale expresamente. Finalmente prescribe, que una garantía
legal no puede ser desplazada ni por una garantía explícita ni por una implícita.
102
Así por ejemplo, si vía regulación a algún iluminado burócrata se le ocurriese que
todos los zapatos deben tener una duración mínima de dos años, en el fondo lo que
estaría haciendo sería prohibir a los proveedores producir zapatos con materiales poco
durables, y los que es peor, proscribiendo la posibilidad de que los consumidores de
pocos recursos tengan la opción de comprar un calzado al alcance de su presupuesto,
no pocas veces, de subsistencia.
Imponer garantías legales a un producto significa, pues, imponer una calidad mínima a
los mismos, y ello al mismo tiempo implicaría imponer un precio mayor, porque
obviamente el productor que ahora tiene que usar materiales mejores y más caros,
trasladará el mayor costo de dichos insumos al consumidor. Con ello quedará excluido
del consumo de ese producto todo aquel consumidor que no tenga la capacidad de
pago para adquirirlos, o sea, 38 de cada 100 peruanos.
En términos del criterio de Paretto tal normatividad del Nuevo Código de Protección y
Defensa del Consumidor es ineficiente, pues, al imponerse garantías legales,
sencillamente ni proveedores ni consumidores mejorarían la situación que ostentaban
hasta antes de su vigencia, y muy por el contrario, la empeorarían. Los proveedores lo
harían porque por aplicación elemental de le ley de la oferta y la demanda, al elevarse
el precio de un producto venderían menores cantidades de éste, sin que la elevación
de la calidad le signifique mayor rentabilidad por unidad vendida. Y los consumidores
empeorarían su situación porque verían reducidas sus opciones de consumo, y en
muchos casos, como ya dijimos, inclusive quedarían excluidos de la posibilidad de
consumir el producto garantizado legalmente.
103
El 06 de agosto de 1996, la señora Liliana Carbonel Cavero denunció ante la Comisión
de Protección al Consumidor a la agencia de viajes Finantour S.R.L., por presunta
infracción a la Ley de Protección al Consumidor. Los hechos son los siguientes:
La señora Carbonel señaló que nunca se le informó que el itinerario de vuelo incluía
escalas en Panamá y México. A decir de la denunciante, esta ruta resultó ser
demasiado larga, lo que fue perjudicial para sus dos menores hijas. Por otro lado,
afirmó que a su llegada a la ciudad de Los Ángeles tuvo que alojarse por su cuenta en
el hotel Holiday Inn, puesto que la compañía no le entregó el voucher para el
alojamiento que había sido cancelado por ella en Lima. Por tal motivo, la denunciante
decidió no regresar a Lima por intermedio de LACSA, tomando un vuelo directo de la
compañía Aero Perú.
La asimetría de información
104
Con la finalidad de obtener criterios, cabe destacar aquellos casos en los que, tanto la
Comisión de Protección al Consumidor, en primera instancia, como la Sala de Defensa
de la Competencia, en definitiva y última instancia administrativa, resolvieron
controversias declarando fundada la denuncia y sancionando a la empresa
proveedora.
Ambas resoluciones del INDECOPI resolvieron el caso concreto teniendo como
fundamento el concepto básico denominado asimetría de información. La asimetría de
información más que un concepto es la definición que se da a la situación existente en
la relación entre proveedores y consumidores, entendiéndose que los primeros tienen
mayor información que los segundos respecto a los bienes o servicios que ofertan en
el mercado, y que dicha coyuntura los coloca en una situación de ventaja a la hora de
celebrarse los intercambios económicos.
En ese orden de ideas, para establecer qué información es relevante y cuál no lo es, el
Indecopi estableció en la resolución que comentamos de la Sala de Defensa de la
Competencia, que el consumidor debía ser necesariamente informado respecto a los
términos y condiciones de los productos o servicios ofrecidos, de manera tal que
aquélla pueda ser conocida o conocible por un consumidor razonable usando su
diligencia ordinaria.
105
Todo ordenamiento jurídico debería producir los incentivos adecuados para que
aquella información que es relevante para la contratación, sea procurada, buscada y
obtenida por los contratantes, esto, para lograr la correcta asignación de los recursos a
sus usos más valiosos. Para llevar a cabo un contrato se necesita tener el nivel de
precaución adecuado, y en ese orden de ideas, la información es el antídoto para el
error, por lo tanto, lo que se quiere es evitar que las partes se equivoquen.
En la contratación civil y comercial común, de tú a tú, la información con la que cuenta
cada parte no tiene porqué ser compartida con la contraparte contractual, y es legítimo
que cada una de ellas saque ventaja de su mayor información, esto es, para obtener
mejores condiciones contractuales. Las leyes reconocen ese derecho a “conocer más”
y en virtud de ello, “obtener más”. De tal forma se producen normativamente los
incentivos adecuados para que los agentes económicos tomen medidas que eviten el
error, siendo la más importante, la de tratar de obtener la información relevante antes
de contratar.
Sin embargo, esto no es válido en la contratación masiva, pues, en ésta con la
finalidad de evitarse los altos costos de transacción la negociación es prescindida
antes de realizarse un intercambio, razón por la cual el consumidor no tiene posibilidad
de negociar todos los términos contractuales. A ello se suma la situación de asimetría
de información en la que se encuentra el consumidor respecto al proveedor, lo que
significa que aún en el caso de que hubiera negociación entre ambos de manera
previa a la decisión de consumo, el usuario o consumidor- dada su poca o nula
información-, no podría, por desconocimiento, llegar a las mejores condiciones
contractuales.
Es por eso que en el ámbito de las leyes que protegen el consumo- a diferencia de lo
que sucede con las normas del derecho civil y comercial común-, no es aceptable que
el proveedor saque ventaja de su mayor conocimiento, pues, dicha mayor ventaja
sería obtenida en virtud de una información que él sí domina y que le es
deliberadamente o negligentemente ocultada al consumidor; siendo lo previsible que si
tal información fuese conocida por éste optaría por una decisión de consumo distinta.
106
larga, en el agregado, afectaría al propio sistema de precios, elemento esencial para el
funcionamiento de los mercados. Nos explicamos:
El punto de partida conceptual básico es que el sistema de mercado es el mecanismo
más eficiente para asignar recursos, los cuales se entiende que son escasos, y por tal
razón, materia de múltiples expectativas no pocas veces insatisfechas. La asignación
eficiente se logra cuando estos exiguos recursos finalmente son consagrados a sus
usos más valiosos, y ello ocurre cuando siendo éstos objeto de múltiples necesidades
de diversos agentes económicos, terminan en las manos de aquellos que los valoran
más y que por ese motivo están en capacidad de darle un mayor valor agregado.
Por otro lado, el fin social y económico del contrato es también la asignación de los
recursos escasos a los usos más valiosos. Ello sólo se consigue vía el sistema de
precios, el cual se erige como el instrumento de agregación de preferencias que
determina que se asigne un recurso a aquella persona cuya valoración subjetiva
determina que pague más por él. Es así como el precio se convierte en una unidad de
medida que hace posible dar un valor en dinero, a las distintas valoraciones subjetivas
sobre un mismo bien; y que además permite reducir los costos de transacción, pues,
sin dicho instrumento de medida común, sería muy difícil, sino imposible, determinar la
valoración que cada contratante tenga del recurso que decida adquirir y/o
intercambiar.
Sin embargo, la principal manera por la que el sistema de precios puede dejar de ser
un mecanismo de agregación de preferencias idóneo, es cuando se producen fallas de
mercado por asimetría de información. Nos referimos a aquella situación que se
produce cuando respecto a la contratación sobre bienes o servicios, alguna o ambas
partes no tienen la información adecuada sobre los mismos como para hacer una
elección de consumo eficiente, ya sea por que dicha información se encuentra oculta o
por que ésta se presenta deliberadamente distorsionada; y siendo que si se contase
con la información correcta probablemente no se adquirirían tales bienes o servicios, o
se pagarían mucho menos por ellos.
Esto aplicado al caso concreto objeto de la resolución de la Sala de Defensa de la
Competencia que analizamos, significa que si la señora Carbonel hubiese sido
adecuadamente informada por Finantour S.R.L que el viaje a Los Ángeles comprendía
tres escalas, que el servicio de hotel no estaría disponible conforme a lo ofertado y que
no tendría la opción de solicitar la devolución de lo pagado por el pasaje si recibiese
de este proveedor un servicio insatisfactorio, no habría adquirido dichos pasajes de
dicha empresa, o habría pagado un menor precio por los mismos. Es decir, habría
tomado una decisión de consumo distinta. Es por ello que encubrir información en
casos como éstos es ilegítimo, pues, se oculta una información que no está fácilmente
107
al alcance de un consumidor promedio, o que lo estaría únicamente a muy elevados
costos de transacción.
Finantour S.R.L ocultó información relevante a la señora Carbonel, información que
sólo podría ser obtenida por esta última, o a altos costos de transacción, o haciendo
gala de una imaginación irracional que la haga prever situaciones normalmente no
previsibles por compradores comunes y corrientes. Esto determinó que la señora
Carbonel adquiriera los pasajes aéreos a un precio distinto al que correspondía a su
valoración subjetiva de un vuelo a Los Ángeles con tres escalas y con servicios
adicionales incumplidos.
Esta coyuntura es ineficiente desde el punto de vista del Criterio de Paretto, pues,
Finantour S.R.L mejoró su situación, pero únicamente lo logró a expensas del
empeoramiento de la situación de su cliente, la señora Carbonel. Esto, porque la
consecuencia de que ella contratara sin conocer información relevante, fue que pagara
un precio mucho mayor al que correspondía a su valoración del verdadero servicio que
se le prestó. Como ya dijimos, de haber conocido tal información, o hubiese pagado
menos por los pasajes o se hubiese abstenido de contratar dicho servicio a Finantour
S.R.L.. Siendo ello así, no se configura el presupuesto básico para en términos
parettianos considerar una situación como más eficiente que otra, es decir, no se daría
el mejoramiento de alguien sin el empeoramiento de nadie.
En ese orden de ideas, el autor de estas líneas se encuentra de acuerdo con el
sentido en que resolvió el Indecopi, el caso objeto de análisis. Sin embargo, debe
quedar claro que la sanción impuesta por esta entidad estatal a Finantour S.R.L., por
ocultar información relevante a su cliente la señora Carbonel, no encuentra su
fundamentación en categorías imprecisas, subjetivas y abstractas, tales como la
buena fe, la mala fe y otros conceptos gaseosos desarrollados en el Código Civil, sino
más bien en consideraciones de eficiencia económica.
Por contra, un juzgador que tuviera que resolver el mismo caso al amparo de las
normas del Código Civil, sentenciaría la resolución del contrato teniendo en cuenta
esencialmente el aspecto subjetivo de las partes al momento de su celebración, es
decir, la mala intención del vendedor y el error del comprador.
Desde un punto de vista económico lo importante es determinar si la información
relevante ocultada por Finantour S.R.L. a la señora Carbonel era obtenible por ésta a
bajos costos de transacción, o si dicha información era racionalmente imaginable
desde el prisma de un comprador diligente, para determinar en función a dichas
disquisiciones si el intercambio fue o no eficiente, y si no lo fue, sancionar al
proveedor.
108
Para el enfoque jurídico tradicional aquel que no actúa de buena fe lo hace
dolosamente, y ello es causal de anulación de los contratos y de resarcimiento de
daños y perjuicios. Dos soluciones similares con motivaciones radicalmente diferentes.
109
razonable. De esta forma, de manera abstracta la determinación de aquello por lo que
el consumidor pagó se establece teniendo en cuenta aquello de lo que todo
consumidor razonable debía estar enterado, esto es, considerándose las
circunstancias de su adquisición y los usos y costumbres comerciales existentes en la
plaza.
No obstante, como ya expresamos, el sentido de la legislación protectora del consumo
no es el de proteger a ultranza y a toda costa ni a los consumidores, ni a los
proveedores. Es por ello que el Indecopi en esta resolución estableció que la
obligación del proveedor de informar al consumidor, en ciertos casos debía analizarse,
en un segundo momento, de manera casuística, atendiendo a las particularidades del
caso concreto. Según el Indecopi esa necesidad de un segundo análisis casuístico
respecto a la información que se debió dar al consumidor, se da en dos casos
concretos:
En estos casos la carga de probar que tales fueron las condiciones del contrato
recaerá en el proveedor. Es decir, corresponderá al proveedor probar que
110
ofreció condiciones menos beneficiosas a las que se ofrecen de manera
promedio en el mercado.
“El consumidor que alega que se le ha ofrecido más, deberá cuidar de obtener las
pruebas que le permitan demostrar que ello es así, y el proveedor que alegue haber
ofrecido menos también tendrá la carga de demostrar que su afirmación es cierta”.
111
En el caso concreto el Indecopi estableció que dado que no se había probado si se
informó o no el número de escalas que haría el vuelo que transportó a la señora
Carbonel, la discusión se centraba en torno a si el número de escalas era el que
normalmente podría esperar un consumidor razonable, de manera que si desde esa
óptica se llegase a la conclusión de que el número de escalas era excesivo, se
consideraría que la denunciada incumplió su obligación de informar
adecuadamente al consumidor.
112
servicios ofertados, y sin establecerse a quién le corresponde la carga de probar que
la información fue suministrada. No obstante, a pesar de que no se establece quién es
el obligado a probar si se dio o no la información relevante, queda claro que todo
nuestro ordenamiento jurídico está basado en que aquel que cumple con una
obligación es el que tiene que probarlo. Es por ello, que el Indecopi al exigir-
incorrectamente a nuestro juicio-, que sea el consumidor quien pruebe que se le
ofrecieron calidades superiores de un bien o servicio, termina imponiéndole la onerosa
y empinada tarea de demostrar un hecho al que él no está obligado, sino el proveedor,
entiéndase, informar adecuadamente sobre aspectos relevantes.
De acuerdo a ley el que tiene la obligación de informar, siempre, sobre aspectos
relevantes de un bien o servicio es el proveedor y no el consumidor, esto es,
cualquiera sea la calidad del producto ofertado. Entonces, si le exigimos al consumidor
probar que fue adecuadamente informado cuando el producto ofertado era de calidad
superior, lo que estamos haciendo es imponerle la tarea que demuestre un hecho que
no le es propio, esto es, porque el obligado a informar sin distingo alguno es siempre
el proveedor y no él.
Tal posición no es sólo incoherente e ilógica desde un punto de vista jurídico sino
también ineficiente económicamente, pues, en supuestos en los que el bien objeto de
intercambio comercial es de calidad superior a la que esperaría un consumidor
razonable, se le impone la carga de la prueba a aquella parte que tendría que afrontar
mayores costos de transacción para obtener dicha prueba, o sea, al consumidor. Y
decimos que el consumidor es el que tendrá que afrontar mayores costos de
transacción para probar qué calidad de bien o servicio se le ofreció, porque cualquiera
sea la calidad ofrecida siempre se mantiene la situación de asimetría de información.
Lo que en pocas palabras significa que aún cuando el producto objeto de intercambio
comercial sea de calidad superior, siempre será el proveedor quien por experiencia y
especialidad esté en capacidad de generar y transmitir información a menores costos.
En nuestra opinión, tanto jurídica como económicamente, es conveniente que sea el
proveedor quien siempre demuestre que ha informado convenientemente al
consumidor sobre las calidades del producto que oferta, cualquiera sea ésta. De esa
forma se generan los incentivos correctos para propiciar que todo aquel ofertante en el
mercado brinde información relevante a los consumidores, y que no tenga la excusa
perfecta para dejar de informar.
En ese sentido, afortunadamente, el Código de Protección y Defensa del Consumidor
es bastante más exigente que la ley de la materia predecesora, y en muchos rubros
comerciales impone a los proveedores la obligación de informar no sólo sobre las
características del bien o servicio ofertado, sino también respecto a la procedencia
113
empresarial del ofertante, los servicios post venta y otros aspectos relevantes para
orientar la decisión de consumo.
En síntesis, como ya expresamos antes, estamos de acuerdo en que Finantur S.R.L.
haya sido sancionada por haber brindado un servicio defectuoso a la señora Carbonel,
empero, discordamos con el Indecopi cuando establece que la obligación de informar
de este proveedor se debía únicamente a que el servicio que ofreció tenía una calidad
inferior a la que esperaría un consumidor razonable en las mismas circunstancias, y
que si dicho servicio hubiese sido de calidad superior a la media, la obligación de
probar que fue informada le habría correspondido a la Sra. Carbonel. Para nosotros,
tanto desde la perspectiva jurídica como desde un prisma económico, el proveedor es
quien siempre debe demostrar que ha informado convenientemente al consumidor
sobre las características del bien o servicio que ofrece, esto es, independientemente
de cualquier consideración sobre el aspecto cualitativo de dicho producto.
114
de asimetría de información entre ella y su proveedor Finantur S.R.L., el intercambio
redundó en su perjuicio, pues, tomó una decisión de consumo que no correspondía a
su verdadera expectativa de valor.
Por el contrario, si en el mismo caso la señora Carbonel hubiera sido informada de la
garantía explícita, es decir, del itinerario correcto que comprendía el vuelo que
contrató, la situación de asimetría informativa entre ella y Finantur S.R.L. se habría
equilibrado, y por tener ella información relevante habría orientado su decisión de
consumo en un sentido diferente, siendo lo previsible, o que hubiera pagado menos, o
que se habría abstenido de contratar dicho servicio con este proveedor.
Si Finantur S.R.L. hubiese probado que comunicó a la señora Carbonel que el vuelo
comprendía tres escalas, el sentido de la resolución del Indecopi habría sido
diametralmente diferente, pues, habría concluido en que si la consumidora conocía las
características del servicio que contrató, entonces era evidente que ella al momento de
la contratación valoraba dicho servicio en un importe igual al que pagó. Es decir, que
pagó un precio igual al que correspondía a la expectativa de valor que tenía ella
respecto de dicho servicio.
Ergo, la Sala de Defensa de la Competencia del Indecopi, sin lugar a dudas habría
resuelto que dado que la garantía explícita le fue adecuadamente informada a la
señora Carbonel, no habría existido una situación de asimetría de información
desventajosa para ella, y siendo ello así, al contratar la consumidora un vuelo a Los
Ángeles, con tres escalas, no había adquirido un producto defectuoso, sino sólo un
producto de calidad inferior a la que correspondería a la expectativa de valor de un
consumidor razonable promedio.
Como puede apreciarse, la asimetría de información en un determinado intercambio
comercial puede ser un factor decisivo para establecer si en dicha operación lo que se
negoció fue un producto defectuoso, o contrariamente, simplemente un producto de
menor calidad a la ordinaria.
115
En el presente caso se sancionó a la empresa QUALITY PRODUCTS S.A (QUALITY)
por haber vulnerado el principio de veracidad, en el presente caso, en el cual los
productos lanzados al mercado tenían como objetivos adelgazar a las personas, en
publicidad de gran magnitud, lo cual se corroboro que la publicidad era engañosa y la
difusión en televisión fue masiva y a la vez genero ingresos altos a favor de la
empresa sancionada, por estos hechos con fecha 20 de mayo del año 2008 se
sanciono a la empresa QUALITY PRODUCTS SA (QUALITY) al pago de 60 UIT.
116
5.1.1. Definición
Según Juan Espinoza, la responsabilidad civil puede definirse como técnica de tutela
(civil) de los derechos (u otras situaciones jurídicas) que tiene por finalidad imponer al
responsable (no necesariamente el autor) la obligación de reparar los daños que éste
ha ocasionado (85).
117
garantizan, pues, la integridad de las situaciones jurídicas, al establecer que los
perjuicios causados de manera ilegítima sean asumidos y resarcidos por alguien,
distinguiéndose dentro de ésta, la responsabilidad por incumplimiento de obligaciones,
denominada por la mayoría de la doctrina como responsabilidad contractual (87) y la
responsabilidad aquiliana o extracontractual.
Cabe señalar, que para Olenka Woolcott La institución de la responsabilidad civil hace
posible que se produzca el traslado del coste del daño, de un sujeto –victima- que lo
sufre directamente, a otro que en mérito a una razón considerada relevante para el
derecho – culpa, riesgo, relación de dependencia, relación con la cosa, entre otras-,
será considerado responsable en la medida en que exista una relación de causa a
efecto entre el resultado dañoso y el hecho que lo produjo, siendo el último quien
asumirá la obligación de reparar los daños ocasionados. En tanto existan esa razón
relevante para el derecho y la relación de causalidad, el daño le será imputable al
87 Leysser León señala que es un mal hábito hablar de responsabilidad contractual, pues lo
correcto es hablar de responsabilidad por incumplimiento de obligaciones, pues bajo el régimen
de legal del incumplimiento de obligaciones se comprende la inejecución de prestaciones
empeñadas por medio de la promesa unilateral que no es un contrato. Ob. Cit. págs. 50-51.
88 León aclara que la expresión “actos ilícitos civiles” que él utiliza no debería ser leída como
inmediatamente evocativa de la “ilicitud” o “antijuricidad” de la conducta (presupuesto de la
responsabilidad civil que, a diferencia de lo previsto en el Código civil alemán o BGB o el
Código Civil italiano, no ha sido contemplado expresamente por nuestro legislador lo que no
significa que, para muchos, deba ser considerado un elemento de la responsabilidad civil). Se
trata, más simplemente, de los “actos que dan lugar a responsabilidad civil”. Ob. Cit. p. 50.
118
responsable y, consiguientemente, tendrá que sufrir las consecuencias del hecho
dañoso (89).
119
Cuando el daño es consecuencia del incumplimiento de una obligación
voluntaria, se habla en términos doctrinarios de responsabilidad civil
contractual, y dentro de la terminología del Código Civil Peruano de
responsabilidad derivada de la inejecución de obligaciones. Por el contrario,
cuando el daño se produce sin que exista ninguna relación jurídica previa entre
las partes, o incluso existiendo ella, el daño es consecuencia, no del
incumplimiento de una obligación voluntaria, sino simplemente del deber
jurídico genérico de no causar daño a otro, nos encontramos en el ámbito de la
denominada responsabilidad civil extracontractual.
120
de otros objetivos – de justicia en especial-(94). En el presente trabajo sólo se
analizarán someramente las primeras dos funciones.
121
cargo del causante ha constituido la vía idónea para lograr la compensación y la
prevención (97).
Sin embargo, no cabe duda de que al admitirse la posibilidad de indemnizar los daños
se está incentivando la prevención. Así es como hoy se entiende la moderna
responsabilidad civil (98)
a) Antijuricidad (99)
Este elemento está dado por la ilicitud de la conducta generadora del daño, o
infracción de deberes generales y de los derechos de terceros.
Antijuridicidad e ilicitud son términos sinónimos y es ilícito todo acto contrario al
ordenamiento jurídico, considerado éste en su totalidad, se trata pues de un proceder
que infringe un deber jurídico preestablecido en una norma o regla de derecho y que
causa daño a otro, obligando a su reparación a quien resulte responsable en virtud de
una imputación o atribución legal del perjuicio. El comportamiento humano que
contraría al ordenamiento jurídico configura el substratum del hecho ilícito,
constituyendo a la vez el elemento material u objetivo imprescindible para que nazca la
responsabilidad civil extracontractual (100).
La mayor parte de los autores, no así los cuerpos legales, consideran que la
antijuricidad es uno de los requisitos fundamentales de la responsabilidad civil en
general, sea esta contractual o extracontractual, por cuanto se entiende que sólo nace
la obligación legal de indemnizar cuando se causa daño a otro u otros mediante un
comportamiento o conducta que no es amparada por el Derecho, por contravenir una
norma imperativa, los principios que conforman el orden público o las reglas de
122
convivencia social que constituyen las buenas costumbres. Evidentemente, si se
causa un daño mediante una conducta ,existiendo la relación de causalidad adecuada
y los factores de atribución correspondientes, no habrá responsabilidad, vale decir, el
autor no será responsable si la conducta realizada se efectuó dentro de los límites de
lo permitido por el Derecho, esto es dentro de los límites de lo lícito. Esto significa, en
consecuencia, que no existe responsabilidad civil en los casos de daños causados en
el ejercicio regular de un derecho, por cuanto se trataría de daños causados dentro del
ámbito de lo permitido por el sistema jurídico, es decir, supuestos de daños
autorizados o justificados por el ordenamiento jurídico. En otras palabras, resulta
evidente, por la propia fuerza de los conceptos y de los hechos, que siempre es
necesaria una conducta que sea ilícita, antijurídica o ilegítima, para poder dar
nacimiento a la obligación legal de indemnizar y por ende a un supuesto de
responsabilidad civil extracontractual o contractual.
b) El daño
Un aspecto fundamental de la estructura de los actos ilícitos que originan
responsabilidad civil sin lugar a dudas es el aspecto objetivo del daño causado, pues
solamente cuando se ha causado un daño se configura jurídicamente un supuesto de
responsabilidad civil, produciéndose como efecto jurídico el nacimiento de la
obligación legal de indemnizar, bien se trate del ámbito contractual o extracontractual
(101), ya que en caso contrario no existirá ningún sustento para el nacimiento de la
obligación legal de indemnizar, bien se trate del ámbito contractual o extracontractual,
ya que en caso contrario no existirá ningún sustento para el nacimiento de dicha
obligación legal de indemnizar. Como es evidente, en el caso de la responsabilidad
civil extracontractual el daño debe ser consecuencia del incumplimiento del deber
jurídico genérico de no causar daño a otro, mientras que en el campo contractual el
mismo deberá ser consecuencia del incumplimiento de una obligación previamente
pactada entre las partes. Sin embargo en ambos casos el aspecto fundamental es la
123
responsabilidad civil es que se haya causado un daño, que deberá ser indemnizado.
De no haber daño no se configura un supuesto de hecho jurídico ilícito, contractual o
extracontractual y por ende no se configura un supuesto de responsabilidad civil (102),
por más que exista una conducta antijurídica o ilícita.
El jurista Lizardo Taboada señalaba que no debe dejarse de lado que en el campo de
la responsabilidad civil, en vez de hablarse simplemente de daños, sería más
conveniente hablarse de daños jurídicamente indemnizables, por cuanto los daños
para originar una responsabilidad civil deben ser producto de una conducta antijurídica
o ilícita, ya que todos los daños que sean consecuencia de conductas permitidas por
ley, por ser realizadas en el ejercicio regular de un derecho, legítima defensa o estado
de necesidad, no originan una responsabilidad civil, justamente por tratarse de daños
consecuencia de conductas ajustadas al sistema jurídico.
Guido Alpa señala, en cuanto a la noción jurídica del daño se determina en estricta
conexión con la del resarcimiento. El daño, en efecto, es el fenómeno frente al cual el
ordenamiento dispone al resarcimiento.
Cabe señalar que el problema normativo, que los sistemas jurídicos afrontan y
resuelven de distintas formas en esta materia, consiste, justamente, en la identificación
del tipo de acontecimientos susceptibles de reparación resarcitoria; problema que es
unitario, sea considerado en el aspecto de la hipótesis que activa la tutela (el daño),
sea en lo concerniente al remedio (el resarcimiento) (104).
103 Citada por HERRERA López, Edgardo (2006). Teoría General de la Responsabilidad Civil,
Buenos Aires:Editorial Lexis Nexis. p.119.
104 ALPA, Guido (2001).Estudios sobre la Responsabilidad Civil. Lima: Emmarce E.I.R.L., p.
285
124
De otro lado, el Tribunal Constitucional en la sentencia del 06 de junio del 2005
expedida en el Expediente Nº 0001-2005-PI/TC, también ha definido el daño en los
términos siguientes:
“El daño que origina una responsabilidad civil puede ser definido bajo la fórmula
del daño jurídicamente indemnizable, entendido como toda lesión a un interés
jurídicamente protegido, bien se trate de un derecho patrimonial o
extrapatrimonial. En tal sentido, los daños pueden ser patrimoniales o
extrapatrimoniales. Serán daños patrimoniales las lesiones a derechos
patrimoniales, y daños extrapatrimoniales las lesiones a los derechos de dicha
naturaleza, como el caso específico de los sentimientos considerados
socialmente dignos o legítimos y por ende merecedores de la tutela legal, cuya
lesión origina un supuesto de daño moral. Del mismo modo, las lesiones a la
integridad física de las personas, a su integridad psicológica y a sus proyectos
de vida, originan supuestos de daños extrapatrimoniales por tratarse de
intereses jurídicamente protegidos, reconocidos como derechos
extrapatrimoniales”.
Daño emergente es la pérdida que sobreviene en el patrimonio del sujeto afectado por
el incumplimiento de un contrato o por haber sido perjudicado por un acto ilícito, o
como sostiene un sector autorizado de la doctrina italiana, “la disminución de la esfera
patrimonial” del dañado(106).
125
las cosas son susceptibles de cumplir su destino económico, habrá de considerarse
como daño el valor de reparación.
Ahora bien, como bien señala Juan Espinoza dentro de la actual sistemática de
nuestro Código Civil, la categoría de daño extrapatrimonial o subjetivo comprende el
daño a la persona, entendido como la lesión a los derechos existenciales o no
patrimoniales de las personas y al daño moral(111) que ya hemos definido
anteriormente.
La introducción de la voz daño a la persona en el artículo 1985 del Código Civil ha sido
motivo de una larga discusión y cuestionamientos por cierto sector de la doctrina. Se
opina que es innecesario por ser una subespecie del daño moral conforme así lo
señalan Fernando de Trazegnies Granda y Leysser León Hilario, y que su inserción ha
sido coyuntural a la ideología humanista de nuestro Código Civil, máxime que todos
los Códigos Civiles que siguen el modelo jurídico francés optan por la voz “daño moral”
y la entienden como sinónimo de daño no patrimonial(112).
c) Relación de causalidad
Además de los requisitos antes mencionados de la responsabilidad civil como son la
conducta antijurídica y el daño causado, es necesario un tercer requisito de orden
fundamental denominado “relación de causalidad” ,que se entiende en el sentido que
debe existir una relación causa – efecto, es decir, de antecedente-consecuencia entre
la conducta antijurídica del autor y el daño causado a la víctima, pues de lo contrario
no existirá responsabilidad civil extracontractual y no nacerá la obligación legal de
indemnizar . Esto significa que el daño causado debe ser consecuencia de la conducta
126
antijurídica del autor para que se configure un supuesto de responsabilidad civil
extracontractual (113).
Este requisito o elemento significa que debe existir una relación causa-efecto, es decir,
de antecedente-consecuencia entre la conducta antijurídica del autor y el daño
causado a la víctima, pues de lo contrario no existirá responsabilidad civil y no nacerá
la obligación de resarcir, precisándose que por decisión del legislador la relación de
causalidad debe entenderse según los criterios de la teoría de la causalidad adecuada.
Como señala Luis Díez-Picazo, el pensamiento fundamental de la teoría de la
causalidad adecuada es, de este modo, que para imponer a alguien la obligación de
reparar el daño sufrido por otro, no basta que el hecho haya sido, en el caso concreto,
condición del daño, sino que es necesario además que, en virtud de los juicios de
probabilidad resulte una causa adecuada para ello (114).
Como se podrá advertir, la causalidad adecuada se relaciona directamente con la
predictibilidad del daño; es decir con la capacidad del actor de identificar, al momento
de llevar a cabo su conducta, cuáles pueden ser las posibles consecuencias (115).
Para Rubén Compagnucci La relación de causalidad también denominada nexo de
causalidad, consiste en que: “entre el hecho dañoso que es una acción humana
antijurídica y el daño, su resultado, debe siempre mediar una relación de causalidad
adecuada...vínculo que resulta indispensable para atribuir resultado al accionar de un
sujeto, lo cual nos brindará la autoría” (116); es decir que el daño debe ser
consecuencia de una conducta antijurídica. Hay causa cuando una cosa ocurre
después de otra, de modo tal que sin la primera no se habría suscitado la segunda,
como establece el principio de causalidad, todo efecto tiene una causa; concretamente
el daño causado debe haberse producido como efecto directo de la conducta del
agente, éste último, en todo caso, es el obligado a reparar el daño causado.
127
pregunta: ¿cuándo se debe entender que una conducta es causa adecuada de un
determinado daño?
La respuesta que podemos brindar para esta interrogante es la siguiente: para que
una conducta sea causa adecuada de un daño es necesario que concurran dos
aspectos: uno in concreto y otro in abstracto. El aspecto en concreto debe entenderse
en el sentido de una relación de causalidad física o material, lo que significa que en los
hechos la conducta debe haber causado el daño, es decir, el daño causado debe ser
consecuencia fáctica o material de la conducta antijurídica del autor (117).
d) Factores de Atribución.
Para que alguien pueda responder civilmente por un acto ilícito dañoso, todavía resulta
imprescindible la concurrencia de otro elemento o requisito, cual es que concurra
128
algún factor de atribución que la ley repute idóneo para señalar quién habrá de ser el
responsable.
Según nuestro Código Civil son dos los factores de atribución de responsabilidad civil:
uno subjetivo basado en la culpabilidad que comprende los conceptos de culpa y dolo,
que se encuentra legislado en el artículo 1969° que establece que “Aquel que por dolo
o culpa causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo . El Descargo por falta de
dolo o culpa corresponde a su autor” y, un factor objetivo basado en el riesgo o peligro
del bien o de la actividad, que se encuentra legislado en el artículo 1970° del mismo,
cuyo texto señala lo siguiente: “Aquel que mediante un bien riesgoso o peligroso, o por
el ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa, causa un daño a otro, está obligado
a repararlo”.
Como señala Fernández Cruz (118) en el Perú una cabal interpretación de los
artículos 1969 y 1970 del Código Civil, debiera arribar a la conclusión de que ambos
preceptos sirven de cláusulas generales interpretativas de igual rango, esto es, de una
concepción bipolar de la responsabilidad civil que emplea dos principios generales: la
culpa como criterio de imputación de responsabilidad subjetiva de un lado; y el riesgo
como factor atributivo de responsabilidad objetiva, de otro.
118 FERNANDEZ CRUZ, Gastón (2005). Código Civil Comentado por los 100 mejores
Especialistas, Tomo X, Lima: Editorial Gaceta Jurídica, p. 34.
119 TABOADA, Lizardo. Ob. Cit. p. 86.
129
causado por la conducta lesiva.
130
Creemos que no existe mayor problema en cuanto a la definición del producto, por lo
que centraremos nuestro estudio en el calificativo de Defectuoso que lo acompaña
para efectos de atribuir a un proveedor su responsabilidad como consecuencia de los
daños causados por el mismo.
Así pues, nuestro Código de Protección y Defensa del Consumidor define el producto
defectuoso en su artículo 102, en los términos siguientes: “Es producto defectuoso el
que no ofrece la seguridad a la que las personas tienen derecho, tomando en
consideración las circunstancias relevantes, tales como:
a) El diseño del producto;
b) La manera en la cual el producto ha sido puesto en el mercado, incluyendo su
apariencia, el uso de cualquier marca, la publicidad referida al mismo o el empleo de
instrucciones o advertencias:
c) El uso previsible del producto; y,
d) Los materiales, el contenido y la condición del producto”.
El examen de la norma antes mencionada, revela que ésta recoge un concepto único
de defecto que, fundado en la falta de seguridad a la que las personas tienen
derecho, esto es, la seguridad que legítimamente se espera de un producto, ha de ser
determinado en función de una serie de circunstancias a tener especialmente en
131
cuenta, máxime que la enumeración no exhaustiva de los mismos y el carácter abierto
de la norma (122) establecen una noción amplia y flexible de producto defectuoso.
Cabe precisar, que los supuestos indicados en los literales a), b), c) y d) de la citada
norma tienen un carácter enunciativo más no taxativo, en cuanto a las circunstancias
que se deben considerar para evaluar cuando un producto ofrece o no la seguridad a
que las personas tienen derecho. En tal sentido, es claro que la autoridad judicial, ante
un caso concreto, no se encuentra limitada a analizar sólo las circunstancias
consideradas en los literales antes señalados, sino que puede incorporar
circunstancias distintas a éstas, siempre y cuando sean adecuadas para influir o
permitir conformar la percepción, las expectativas o el ofrecimiento de seguridad a que
las personas tienen derecho.
En tal sentido, las reglas de la responsabilidad civil por productos defectuosos no han
sido pensadas para corregir la falta de utilidad o idoneidad del producto para el uso al
que se le destina.
122 La norma comentada ordena considerar las circunstancias relevantes, además de las
cuatro expresamente mencionadas.
123 SOTOMARINO CACERES, Roxana (2007) ). Responsabilidad civil por productos
defectuosos. Lima: Ara Editores, p. 499.
124 MARCO MOLINA, Juana(2007).La Responsabilidad Civil del Fabricante por Productos
Defectuosos. Fundamentos y Aplicación. Barcelona:Atelier Civil, pags.112-113
132
La primera circunstancia que se debe considerar para determinar si un producto es
defectuoso, es el diseño de éste, esto es, en la ingeniería o en la concepción de éste.
El diseño identifica el cómo el fabricante quiere que sea su producto, es decir, la idea
que tiene el fabricante de lo que sacará al mercado.
En tal sentido, esta circunstancia se dará cuando el diseño del producto, es decir, lo
que el fabricante quiere como tal, tiene una potencialidad dañosa objetable, o bien, no
incorpora la seguridad que debiera tener.
Cabe señalar, que el legislador peruano al establecer en el artículo 102 del Código,
como una primera circunstancia para calificar la defectuosidad, la referencia al diseño,
habría pretendido resaltar su importancia como la posibilidad de que el defecto se
derive del diseño, considerando que no ha sido adoptada la triple clasificación de
defectos en la Ley peruana. Pero el tema tiene, también, un indudable peso técnico,
pues las posibilidades de que el ofrecimiento de seguridad se modele por el diseño del
producto, se revela en conexión con el uso del consumidor pero también con la opción
de demostrar que la alternativa usada por el proveedor no fue la más adecuada pues
habían otras mejores para satisfacer el objetivo de la seguridad. Los casos concretos
marcarán las pautas (126).
133
5.2.1.2La manera en la cual el producto ha sido puesto en el mercado,
incluyendo su apariencia, el uso de cualquier marca, la publicidad,
referida al mismo o el empleo de instrucciones o advertencias
El literal b) del artículo 102 del Código presenta varios supuestos, aludiendo a la
manera como el producto ha sido puesto en el mercado incluyendo su apariencia, el
uso de la marca, la publicidad referida al mismo y el empleo de las instrucciones o
advertencias. A continuación, analizamos cada uno de estos conceptos.
En cuanto al primero de los supuestos a que alude el citado literal, se debe señalar
que la apariencia del producto puede incidir de manera decisiva en la toma de decisión
del consumidor para los efectos de calificar el ofrecimiento de seguridad. Roxana
Sotomarino (127), para los efectos de ejemplificar este supuesto, señala que un balón
de gas fabricado con un material y diseño externo que muestra solidez puede generar
cierta confianza en las posibilidades de manipulación del consumidor.
Como señala Joseph Solé I Feliu (128), ingresarán a este ámbito todas las actividades
a través de las cuales el proveedor presenta el producto o lo da a conocer a los
consumidores, como colectividad, a un círculo reducido de usuarios o a un concreto
usuario.
María Angeles Parra Lucan, al comentar el artículo 6.1 de la Directiva CEE 85/374
señala que con la referencia “presentación del producto” se comprende la información,
además de la propia comercialización y la publicidad. Así por un lado se impide la
consideración exclusiva de las instrucciones de uso proporcionada a través de
etiquetas en el mismo producto o prospecto que lo acompañan incluyendo también en
su caso, las declaraciones genéricas de carácter publicitario que frecuentemente
inducen a error sobre las verdaderas cualidades del producto y omiten advertencias
sobre los riesgos que se derivan de su uso, bien con carácter general, bien para otras
personas. Por otro lado, se permite considerar la propia seguridad que se desprende
de la forma de comercialización del producto (129).
134
Conforme enfatiza Roxana Sotomarino, la visión es integral e incluye tanto la parte
externa e interna como lo que el proveedor le atribuye, pudiendo producirse la
defectuosidad por brindar información en cuanto a generar una esperanza de
seguridad mayor que la que realmente tiene el producto, creando confianza en el
consumidor. El análisis sobre la discordancia con un estándar o con la concepción
que configura la seguridad a que las personas tienen derecho se producirá en el caso
concreto lo que no supone que sea subjetivo dicho análisis (130).
Ahora bien, la información sobre el producto debe ser visible, clara, completa, correcta
en cuanto a instruir adecuadamente del riesgo, sin crear confusión, conforme así lo
enfatiza Solé I Feliu (131). En tal sentido, no basta afirmar que un producto puede ser
peligroso si se sabe que ya lo es pero no se específica cuáles son las formas que
generan la aparición del riesgo o sin explicar las razones de tal mención.
Como bien dice Solé I Feliu (132), las instrucciones o advertencias suelen tener un
carácter negativo al involucrar mensajes objetivamente necesarios dictados con
carácter negativo (reflejan lo que no se debe hacer) para una utilización o consumo sin
riesgos.
135
característica peligrosas o aportando declaraciones insuficientes o no mostrando con
exactitud la seguridad real que el producto proporciona.
Solé I Feliu alude a que sin perjuicio de los posibles efectos que quepa atribuir
globalmente a cada uno de los dos grandes sectores, el de la advertencia y el de la
publicidad o promoción del producto, el análisis de alguna de las formas integrantes de
uno y otro debería realizarse de manera separada y atendiendo a la naturaleza del
producto como a la entidad y probabilidad del riesgo previsible(133).
Lo antes expuesto, nos permite concluir que como quiera que no hay la seguridad
absoluta y que el riesgo cero no existe, las informaciones o advertencias deben ser
transmitidas informando de los riesgos previsibles y de la viabilidad real de la
seguridad.
En efecto, cuanto mejor informado sea el usuario respecto al uso como a las
características del producto, tanto más seguro éste será.
136
no se convierte en inseguro por el hecho de que posteriormente las exigencias de
seguridad se incrementen(135).
Respecto del tratamiento en nuestro Código, el texto del artículo 102, literal b) alude
más bien al modo particular de colocar el producto considerando o incluyendo la
apariencia, el uso de la marca, la publicidad o el empleo de instrucciones o
advertencias, todo lo cual lleva a un juicio global.
Tal situación plantea el tratamiento que se debe dar a los casos en los que no hay aún
una entrega efectiva pero se produce, por ejemplo, la exposición del producto en una
feria o como simple muestra (situación de mercado integrada al tráfico comercial)
causándose daño a los que disfrutan del producto para probarlo o simplemente para
verlo. Aquí podría argumentarse que el producto no estaba listo sino que la exposición
significaba solo una etapa que suponía que el proveedor no perdería aún el control del
producto. Pero cabría argumentar que ya había una expectativa del consumidor
potencial en cuanto a que, lo que mostraba el productor para su venta era un producto
seguro.
137
Coincidimos con Roxana Sotomarino, en que hay supuestos que involucran una
perspectiva más bien amplia del concepto de puesta en el mercado considerando su
colocación directa o potencial al consumidor como destinatarios finales del mismo
generando un ámbito de protección para los daños(137).
Tal uso no debe entenderse en los términos de la aptitud o idoneidad del producto.
Tampoco esta noción se debe reducir al ámbito del uso conforme al destino, pues,
como bien señala Solé I Feliu (138), existen otros usos no coincidentes con el destino,
los cuales resultan razonablemente previsibles, pudiendo afectar la seguridad a que
las personas tienen derecho, de acuerdo al texto de la normativa nacional.
El uso que razonablemente pudiera esperarse del producto, o el uso previsible del
producto (según nuestra legislación), vendrá en cada caso determinado por las
advertencias e instrucciones que, sobre su modo de empleo, consumo y riesgos que
comporta adjunte o debiera haber adjuntado el productor, así como por el propio
diseño del producto( estructura, elementos, componentes, materiales) cuando un
grupo previsible de consumidores usa el producto para un fin distinto a aquél para el
que fue elaborado (140).
138
Una interpretación objetiva de lo que lo que debe constituir un uso previsible de un
producto, ha de valorar, además del destino normal para el que fue elaborado, e,
incluso adquirido, aquellos usos para los que los habituales consumidores del producto
los pueden fácilmente utilizar. Así para Parra Lucan (141), cuando el destinatario de
un producto es un niño no es difícil imaginar la utilización que puede hacer de un
producto que, sin ser alimenticio, tenga la forma, el olor, el color, aspecto, etiquetado
tales que sea previsible lo confunda con productos alimenticios.
Respecto de este punto, Olenka Woolcott advierte que el producto debe ser
estructurado en modo de neutralizar los peligros derivados de los usos anormales
razonablemente previsibles que pueda realizar el usuario. Viene así en especial
consideración el comportamiento del usuario, lo que demuestra un factor racional
intrínseco a la noción de defectuosidad. A modo de ejemplo señala el caso de los
juguetes, respecto de los cuales, los niños tienden a llevarlos a la boca, hecho que
ingresa de la previsibilidad exigible al productor. En sustancia, la razonable
previsibilidad del uso viene considerada una circunstancia que convierte en razonable
la expectativa de seguridad (142).
De otro lado, respecto de este punto conviene también hacer referencia a lo que en
doctrina se conoce como uso anormal o defectuoso por parte del consumidor. Al
respecto, Roxana Sotomarino apoyándose en Solé I Feliu, considera que el uso
inapropiado, anormal o defectuoso puede establecerse tanto respecto del modo de
empleo del producto como del círculo de eventuales destinatarios (143). Un uso
abusivo o defectuoso puede comprender el de un ascensor al que ingresa más
personas de las que permite el uso normal según las advertencias del producto. Se
observará que los ascensores no cierran sus puertas o no funcionan hasta que cuente
con el peso admitido. Pero si no se colocara un accesorio como el indicado, podría
surgir una discusión sobre la suficiencia de una advertencia que no siempre es
observada cuando hay una urgencia en el uso frente a la posibilidad que funcione en
las condiciones descritas y caiga por esta razón.
139
Finalmente, en cuanto a la oportunidad de la valoración de la circunstancia del uso
previsible, coincidimos con la opinión de Roxana Sotomarino, para quien ésta debe
darse al momento de la puesta en circulación del producto; lo que no exime de la
observación y seguimiento del producto después de que ocurre tal evento para los
efectos de que el proveedor conozca los usos y advierta de ellos o adopte las medidas
que correspondan para los productos colocados o los que coloque de manera
posterior (144).
Señala Roxana Sotomarino que para los efectos de lograr la atención del consumidor,
el proveedor realiza las acciones que requieren resaltar las bondades del producto,
impactando en él su aspecto como puede ser el material usado para fabricar un
producto (que un auto luzca sólido por el uso de un material que parece proteger como
un tanque puede, sin embargo, ser una trampa si hace imposible un rescate por
impedir que ése se corte). El contenido puede apuntar a un componente que torna al
producto peligroso. La condición en la que se encuentra un producto, puede ser que
éste sea nuevo o usado o de extrema fragilidad o sumamente perecible, determinando
riesgos que afecten el ofrecimiento de seguridad y con ello generen la defectuosidad
(145).
Cabe señalar, que las circunstancias a que alude el artículo 102 literal d) del Código
de Protección y Defensa del Consumidor, no tienen una regulación explicita en el
derecho comparado, como circunstancias relevantes para considerar cuando se
considera a un producto como defectuoso, lo que se explicaría por el hecho de que
los materiales, el contenido y la condición del producto se encontrarían incluidos
dentro del gran grupo de los que conforma la presentación del producto en la
regulación comunitaria europea. En nuestro caso, estas circunstancias también
podrían haber sido consideradas como parte del inciso b) que alude a la manera como
producto ha sido puesto en el mercado. En todo caso, el legislador peruano habría
querido conceder parámetros e incluso guías o referencias para que la autoridad
judicial pueda juzgar la defectuosidad.
140
La triple clasificación de los defectos es originariamente una elaboración de la doctrina
norteamericana, que facilita la comprensión y exposición de hipótesis de defectuosidad
y constituye un gran aporte en el tratamiento de la responsabilidad civil por productos
defectuosos.
Para Roxana Sotomarino, se considera defectos de diseño a los que afectan las
características generales de toda una serie o clase de productos por haber sido
141
diseñados de manera deficiente sea al proyectar el producto, elegir el material o los
ingredientes que involucran a la totalidad de la producción o al menos a todos los
ejemplares de una o varias series productivas. Señala la destacada jurista que para el
profesor Henderson, es defecto de diseño es inherentemente policéntrico revelando
una discusión sobre la búsqueda de seguridad que tiene diversas facetas (149).
Siguiendo a Solé I Feliu (150) a continuación se describen las fases del proceso de
diseño:
a) Fase de concepción: Se trata del principio del producto pues su nacimiento supone
siempre la existencia de una idea inicial en la que el diseñador asocia un producto a la
realización de un uso determinado. En esta fase de concepción debe establecerse
una previsión del ciclo de vida completo del producto y sus diferentes fases, puesto
que el bien puede ser seguro en una de dichas fases y no serlo en otras. Deben
evaluarse también los usos, empleos y funciones previsibles del producto, así como la
capacidad y tipo de consumidor o destinatario a quien se dirige, porque como se sabe,
la seguridad que de un mismo producto puede esperar un consumidor especializado y
otro sin ningún conocimiento técnico será distinta.
142
c) Revisión del diseño: al final de cada una de esas fases y en distintos momentos a
lo largo del proceso de diseño, el conjunto de sujetos que participan en el puede
realizar una revisión y evaluación de la seguridad ofrecida por el diseño, intentando
detectar y corregir lo más rápidamente y con el menor coste posible los eventuales
déficit de seguridad, con el fin de prevenir futuros defectos. En este estadio se
ponderarán elementos tales como la adecuación y calidad de los materiales a emplear
en la fabricación, las medidas de seguridad que el producto exige, así como otros
factores relacionados con la seguridad.
El problema fundamental que late en el fondo de todas estas cuestiones es, sin
embargo, el de la determinación del modelo de diseño objetivamente exigible para una
determinada especie de productos, pues solo una vez conocido este será posible
examinar si el diseño en cuestión adoptado por el fabricante es o no defectuoso. En
algunos supuestos de diseño defectuoso, el modelo de referencia estará
preestablecido, por lo que en realidad, se plantearan pocos problemas. Pero en otros,
faltara ese estándar previo, y es en este ámbito donde se manifiesta en toda su
extensión la problemática propia del diseño.
Los defectos de fabricación, en sentido estricto, son los defectos previsibles pero
estadísticamente inevitable, normalmente inherente a uno o algunos de los ejemplares
de una serie regular (152).
143
Es de destacar, que en estos casos, la imperfección no se halla en la concepción
misma del producto. Por ello el defecto no se adhiere a todos los ejemplares de una
serie, sino solo a alguno de ellos. Lo que sucede es que el producto con un defecto de
fabricación no satisface la seguridad que debiera haberse alcanzado con el
cumplimiento del diseño – no defectuoso- concebido por el fabricante.
Cabe señalar, que por los defectos de fabricación el proveedor es responsable, con
independencia de si estos eran o no perceptibles y al margen de si aquel adoptó todos
los mecanismos de seguridad y control que se hallaban razonablemente a su alcance
para evitar la puesta en circulación del producto.
144
al producto, que consiste en la falta de indicaciones, advertencias o instrucciones que
acompañan al producto.
Los defectos de información plantean sobretodo dos problemas de índole práctica pero
con relevancia sustantiva. Uno, el referente al contenido de la información que debe
ser trasmitida a los consumidores; el segundo, concierne a la eficacia de dicha
información. Es este segundo problema que a su vez, plantea la cuestión de si el
productor podría liberarse de responsabilidad a través de la advertencia de los riesgos
del producto que en sí mismo, es defectuoso en el diseño (155).
145
En cuanto al ámbito subjetivo de protección del régimen de responsabilidad civil por
productos defectuosos, el artículo 101 del citado Código hace referencia a los “daños
y perjuicios causados a la integridad física de los consumidores o a sus bienes”
Si bien una interpretación literal de las normas del Código antes citado podrían hacer
suponer que sólo los consumidores en los términos de la definición contenida en los
artículos III y IV del Título Preliminar, pueden tener legitimidad activa para accionar por
los daños y perjuicios que ocasione un producto defectuoso; una interpretación
sistemática de dichas normas con las contenidas en el artículo 65 de la Constitución
Política y artículo 102 del mismo Código, nos puede hacer arribar a una conclusión
distinta.
146
Coincidimos pues con Parra Lucan (157) cuando señala que con la finalidad de
imponer al productor las consecuencias de la falta de seguridad de su producto, hay
que inclinarse por la aplicación del régimen de responsabilidad a todos los
perjudicados por el carácter defectuoso de un producto, siempre que concurran los
distintos presupuestos exigidos por la ley. Ejemplos de terceros ajenos al consumo o
bystander son el peatón atropellado por un vehículo, el viandante herido por la
explosión de una caldera.
Dentro de la doctrina nacional Juan Espinoza Espinoza (158) señala que la definición
legislativa del Código de Protección y Defensa del Consumidor no debe limitar la
protección judicial a todos los que adquieran el producto defectuoso y se lesionen en
su salud, integridad o a sus bienes, pues la finalidad de la norma es la de proteger y
permitir que todas las personas puedan demandar una indemnización por este tipo de
daño.
Cabe señalar, que en este sentido se alinea el artículo 17 de la Ley de Protección al
Consumidor del Brasil que establece que, para los efectos de este tipo de
responsabilidad “se equiparan a los consumidores todas las víctimas de del evento”.
Asimismo, se alinea en este sentido el artículo 128 del Texto Refundido de la Ley
General de Defensa de los Consumidores y Otras Leyes Complementarias de España
del 2007, al decir que “todo perjudicado tiene derecho a ser indemnizado en los
términos establecidos en este Libro por los daños y perjuicios causados por los bienes
y servicios”, extendiendo con ello el ámbito subjetivo de protección a favor de terceros
ajenos que sufran daños sin tener la condición de consumidores.
Precisamente Pilar Gutiérrez (159) al comentar el Texto Refundido en cuanto al sujeto
perjudicado por el defecto del producto, señala que en lo que atañe al régimen de
responsabilidad civil por productos defectuosos su aplicabilidad no puede entenderse
restringida exclusivamente a las relaciones de consumo, ya que, si bien es cierto que
el productor (fabricante o importador) y el proveedor del producto han de tener en
efecto la condición de empresarios o profesionales, no resulta imprescindible, en
cambio, que el perjudicado protegido por dicho régimen sea en rigor consumidor o
usuario.
157 Citado por DONADO VARA, Araceli (2011). La Responsabilidad Civil por Productos
Defectuosos. En Derecho de Daños, una perspectiva contemporánea, Jorge Luis Collantes (
Director). Lima:Motivensa, p.206.
158 ESPINOZA ESPINOZA, Juan . Ob. Cit., p. 520.
159 GUTIERREZ SANTIAGO, Pilar (2008). Daños causados por Productos Defectuosos.
Navarra:Aranzadi, p. 51.
147
Igual criterio mantiene Araceli Donado (160), quien señala que el producto defectuoso
puede ocasionar daños a cualquier persona, con independencia de que sea su
consumidor o no, entendido éste como destinatario final del producto. De ahí que el
Texto Refundido, siguiendo lo preceptuado por la Ley de Responsabilidad por
Productos Defectuosos, ha mantenido la extensión a cualquier persona que sufra un
daño ocasionado por un producto defectuoso, calificándolo, pues, de “perjudicado”, sin
más adjetivos, se incluirán aquí los terceros ajenos al consumo (by stander).
Resulta ilustrativa al respecto la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona del
20.02.2008 que señala lo siguiente: “Dado que en la Ley 22(1994 son sujetos
protegidos los perjudicados por el producto defectuoso, con independencia de que
tengan o no la condición de consumidores en sentido estricto, nada impide ejercitar la
acción de responsabilidad con base a dicha ley a cualquier víctima que sufra un daño
en su patrimonio como consecuencia del producto defectuoso” (161).
En tal sentido, se hace necesario precisar el concepto de cada uno de los tres
primeros que forman parte de la cadena de producción y comercialización, pues el
prestador de servicios no está comprendido como sujeto responsable, en tanto la
responsabilidad que regula el Código de Protección y Defensa del Consumidor es
aquella derivada del defecto en el producto, más no de los servicios defectuosos.
148
a) Los Distribuidores o Comerciantes
Según la definición contenida en el artículo IV inciso 2.1 del Código de Protección y
Defensa del Consumidor, los Distribuidores o Comerciantes son las personas
naturales o jurídicas que venden o proveen de otra forma al por mayor, al por menor,
productos destinados finalmente a los consumidores, aun cuando ello no se desarrolle
en establecimientos abiertos al público.
149
Cabe señalar, que además del supuesto antes mencionado, que es el único en que la
Directiva Europea hace responsable al suministrador, el Texto Refundido de la Ley la
Ley General de Defensa de los Consumidores y Usuarios Española ha introducido otro
supuesto de responsabilidad en su artículo 146, según el cual “el proveedor del
producto defectuoso responderá, como si fuere el productor, cuando haya
suministrado el producto a sabiendas de la existencia del defecto. En este caso el
proveedor podrá ejercitar la acción de repetición contra el productor”.
Ahora bien, el supuesto de responsabilidad del proveedor que regula el artículo 146
del citado Texto Refundido, exige del sujeto perjudicado la difícil prueba de un
elemento subjetivo, como es el de que el proveedor ha obrado “a sabiendas”;
debiendo precisarse que en este caso, la responsabilidad que se establece es de
carácter principal, no subsidiario, sin perjuicio del derecho de repetición que se
reconoce al proveedor o suministrador. La equiparación al productor o importador que
se establece, hace aplicable al proveedor el régimen legal de responsabilidad de
aquéllos.
150
importado, suministrado o distribuido en el marco de una actividad profesional o
empresarial.
Del mismo modo, el artículo 140 inciso 1 literal c) del Texto Refundido de la Ley
General de Defensa de los Consumidores y Usuarios Española establece que el
productor no será responsable si prueba que el producto no había sido fabricado para
la venta o cualquier otra forma de distribución con finalidad económica, ni fabricado,
importado, suministrado o distribuido en el marco de una actividad profesional o
empresarial.
Al respecto, Juana Marco Molina (165) señala que para poder exonerarse por la falta
de seguridad de un producto, su fabricante habrá de demostrar no sólo no haberlo
elaborado en el marco de una actividad profesional o empresarial, sino también no
haberlo fabricado con finalidad económica. Señala además la citada jurista, que la
conjunción de ambos elementos suscita diversas posibles situaciones:
151
Respecto de este último supuesto, coincidimos con Juana Marco Molina en el
sentido, que en este caso el artífice del producto no podría quedar exento de
responsabilidad. Ciertas razones lo justifican: de una parte, el hecho de que, no
pocas veces, el lanzamiento gratuito del producto se realiza con fines que
siguen siendo comerciales, (p. ej., publicitarios o de captación de clientela).
Pero además, incluso en el caso de que la fabricación y puesta en circulación
del producto se realice puntual y ocasionalmente sin ánimo de lucro (p. ej. con
fines caritativos o de beneficencia) subsisten los motivos que, con carácter
general, determinan la imputación al productor por la falta de seguridad de sus
productos: su mayor solvencia o capacidad económica –frente al conjunto del
público consumidor y también frente a los vendedores- para soportar ese coste.
En segundo término, también el hecho de ser asimismo el productor quien
ostenta el control sobre el producto determina que, por lo menos en la mayoría
de casos, sea él quien está en situación de prevenir y evitar sus defectos. Y,
por fin, en último término constituye también un motivo de imputación –como
enseguida se verá-, la confianza que en el público en general suscita el hecho
de que los productos puestos en circulación sean elaborados y distribuidos por
quienes en el tráfico efectúan profesión pública de su comercio o
industria(166).
Aun cuando en nuestro país es frecuente que una empresa distribuidora comercialice
bajo su propia marca o signo productos fabricados por productores anónimos, que, en
realidad, han actuado siguiendo instrucciones y bajo el control del titular de la marca,
como lo vemos actualmente en muchos de los productos que se proveen en los
grandes cadenas de supermercados, como son Wong, Metro, Plaza Vea y Tottus, en
el Código de Protección y Defensa del Consumidor no se ha regulado de manera
específica la responsabilidad del productor aparente. No obstante ello, consideramos
que en este caso el defecto que se podría presentar en el producto debe ser imputado
al productor aparente.
152
En este caso, la razón última de la imputación del defecto de seguridad al productor
aparente es la protección de la confianza generalizada en su condición de fabricante
por su modo de aparecer o presentarse en el tráfico, además de proteger ya no sólo al
individuo perjudicado, sino a todas los potenciales víctimas del producto
comercializado por ese productor aparente, máxime teniendo en cuenta que la
solvencia del productor aparente suele ser superior a la de sus fabricantes materiales
anónimos.
c) Los Importadores
Según la definición contenida en el artículo IV inciso 2.3 del Código de Protección y
Defensa del Consumidor, los Importadores son las personas naturales o jurídicas que
importan productos para su venta o provisión en otra forma en el territorio nacional.
El segundo párrafo del artículo 102 del Código de Protección y Defensa del
Consumidor establece que la responsabilidad de los diversos proveedores de un
producto defectuoso es solidaria. Sin perjuicio de ello, cada proveedor tiene derecho a
repetir contra el que le suministró el producto defectuoso u originó el defecto.
El hecho de que se haya establecido en el citado artículo que la responsabilidad es
solidaria entre el distribuidor o comerciante, productor o fabricante y el importador del
producto defectuoso, constituye un medio de protección de los perjudicados y
proporciona mayores garantías de una efectiva reparación del daño causado,
153
simplificando el ejercicio de las acciones judiciales al poder dirigirlas contra uno, varios
o todos los responsables
La solidaridad permite por un lado optar entre dirigir la acción de reclamación contra
alguno o conjuntamente contra varios o contra todos los responsables y, en concreto,
elegir al más solvente de ellos reclamándole la totalidad del pago; y por otro lado, el
principio “pro damnato” que inspira el régimen de solidaridad se refleja en que viene a
simplificar al perjudicado el ejercicio de la acción judicial, pues no será preciso
determinar, en esa relación externa, en que medida ha contribuido cada responsable a
causar el daño para señalar la cantidad que corresponda indemnizar a cada uno(168).
A pesar de que ante los perjudicados los sujetos responsables del mismo daño lo
serán de un modo solidario, el que hubiera indemnizado al perjudicado tendrá el
derecho de repetición frente a los demás responsables, ya sea quien le suministró el
producto defectuoso u originó el defecto.
Queda claro entonces que la responsabilidad de los proveedores por los defectos de
sus productos es objetiva, lo que impide que cualquiera de ellos pueda alegar ante el
perjudicado, ausencia de culpa para liberarse de responsabilidad.
154
proveedor que oferta los productos en el mercado y que potencialmente pueden
causar daño por deficiencias de información, uso inadecuado o falta de advertencias,
prescindiendo de la subjetividad del agente, centrando el debate en la reparación del
daño causado.
Entre esos elementos que permiten llegar a esa calificación, cita Solé i Feliú los
siguientes: en primer lugar, la regulación de los riesgos del desarrollo; admitir que el
fabricante puede exonerarse probando que en el momento de la puesta en circulación
del producto el estado de los conocimientos científicos y técnicos no permitía conocer
la existencia del defecto, puede ser tanto como insertar elementos subjetivos próximos
a la culpa en el sistema de responsabilidad establecido. En segundo lugar, la
posibilidad que tiene el fabricante de acudir a las demás causas de exclusión
contenidas en el artículo 6.1 de la Ley 22/1994(173), la prueba de alguna de las cuales
casi puede equipararse a la no imputación de responsabilidad al fabricante debido a la
ausencia de culpa en su conducta, bien porque es posible presumir que el defecto no
existía en el momento de la puesta en circulación del producto. Finalmente, si se
155
admite que en el ámbito de la Ley tienen cabida la clasificación tripartita de defectos
de diseño, de fabricación y de información, la determinación de la existencia de un
defecto de diseño o de información exige acudir incluso en un modelo de
responsabilidad objetiva, a una cierta subjetivización, pues sólo de esta forma será
posible llegar a conocer su existencia. Sin embargo, señala el autor, estos factores no
deben llevarnos a concluir que el criterio de imputación de responsabilidad previsto en
la ley se basa en la culpa del fabricante (174).
5.2.5. La prueba del daño, del defecto del producto y la relación de causalidad
entre ambas
Aun cuando el Código de Defensa y Protección del Consumidor no contiene una regla
propia sobre la distribución de la carga probatoria en la responsabilidad civil por
productos defectuosos, consideramos que si bien perjudicado no tendrá que probar la
culpa del proveedor dado el sistema de responsabilidad objetiva que se establece en
el artículo 101 del citado Código, será de cargo de éste probar el daño, el defecto y la
relación de causalidad entre defecto y el daño.
156
efectivamente ha sufrido un daño, ni tampoco se le exime de acreditar que el producto
era defectuoso, así como la relación de causa-efecto entre el defecto y el daño, pues
la responsabilidad civil por productos defectuosos ni se trata de una responsabilidad
automática, ni se establece en el ordenamiento una presunción legal del defecto ni de
su nexo causal con el daño(176).
Cabe señalar, que tanto el artículo 4 de la Directiva 85/374/CEE , así como el artículo
139 del Texto Refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y
Usuarios de España, RDL 1/2007, exige que sea el perjudicado quien haya de probar
la existencia del defecto, además de la relación de causalidad entre el uso del
producto defectuoso y el daño cuya reparación se reclama.
Prueba del daño
Como se ha dicho, el daño en sentido jurídico es uno de los presupuestos que integran
el deber de indemnizar; si no existe el daño no cabe la exigencia de responsabilidad
civil. La prueba del daño no plantea mayores problemas, siendo los daños a probar los
previstos en el artículo 103 del Código de Protección y Defensa del Consumidor.
Prueba del defecto
157
Prueba de causalidad entre el daño y el producto defectuoso
No basta, por tanto, probar que el producto era defectuoso. Tampoco basta con probar
que el daño se produjo como consecuencia del uso del producto. Es preciso, además,
probar que el daño se produjo como consecuencia del defecto.
Durand Carrión destaca que la relación causal debe ser de causa adecuada es decir
de una conducta que sea capaz de producir el daño, donde entran en juego factores
como la naturaleza del defecto, las instrucciones o advertencias, la intensidad del
riesgo creado, la previsibilidad del uso inadecuado, el tipo de lenguaje empleado. El
perjudicado debe probar que el daño sufrido es a consecuencia del defecto y que hay
un nexo causal entre el defecto y los daños, por lo que se debe demostrar que si el
defecto no hubiera existido, el daño no se hubiera producido, porque la causalidad
adecuada supone que el daño es resultado esperado en circunstancias normales del
defecto, es decir que el defecto es idóneo para producir daños (178).
158
En tal sentido, debe quedar descartado que el riesgo de desarrollo consista en el
riesgo de que un producto se convierta en defectuoso por el hecho de que otro más
seguro haya sido, sucesivamente, puesto en circulación.
Solé i Feliu sostiene que la expresión “riesgo del desarrollo” se suele utilizar en una
acepción amplia, en alusión a la excepción que puede oponer el fabricante que en el
momento de la puesta en circulación del producto no pudo conocer la existencia del
defecto. Constituye una causa de exoneración de responsabilidad por la que se alega
que el estado de los conocimientos científicos y técnicos existentes en el momento de
la puesta en circulación del producto no le permitió detectar la presencia del defecto
creador de los riesgos(181).
Ahora bien, la decisión de considerar a los riesgos de desarrollo como una causal de
exoneración o liberación de responsabilidad del productor o fabricante, es una opción
de política legislativa que no ha sido adoptada en nuestro sistema jurídico, como sí la
ha sido por ejemplo en España y en la mayoría de los países de la Unión Europea.
Así pues, en el caso de España el artículo 140.1.e) del Texto Refundido de la Ley
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios de España, RDL 1/2007,
establece que el productor no será responsable si prueba que el estado de los
conocimientos científicos y técnicos existentes en el momento de la puesta en
circulación no permitía apreciar la existencia del defecto; precisándose.
La exoneración de la responsabilidad por virtud de los riesgos del desarrollo tiene una
excepción en el apartado 3 del art. 140 del RDL 1/2007: “en el caso de medicamentos,
alimentos o productos alimentarios destinados al consumo humano, los sujetos
responsables de acuerdo con esta Ley, no podrán invocar la causa de exoneración de
la letra e) del apartado 1 de este artículo”. Se establece así para esta clase productos
un criterio de responsabilidad objetiva absoluta, sin posibilidad alguna de exoneración.
Son daños indemnizables tanto los perjuicios materiales como los inmateriales. Bajo la
terminología del artículo 103 del Código de Protección y Defensa del Consumidor y el
artículo 1985 del Código Civil, la indemnización comprende todas las consecuencias
159
causadas por el defecto, incluido el daño emergente, el lucro cesante, el daño a la
persona y el daño moral.
Así pues, los daños resarcibles serán los gastos de atención médica derivada del daño
generado por el defecto del producto, o los gastos sufridos por el perjudicado por la
destrucción o deterioro del bien inmueble y de los bienes muebles que se encontraban
dentro del mismo por la explosión de un balón de gas que explosiona por un defecto
del mismo. Asimismo, estarán comprendidos los ingresos que dejó de percibir la
víctima por no realizar su actividad habitual como consecuencia de las lesiones
producidas por el defecto del producto.
Conviene precisar que por daños personales o a la integridad física debe entenderse
la muerte y las lesiones corporales al mismo consumidor o víctima (los que pueden ser
exigidos por éste o por sus herederos), que se incluye como parte del daño
emergente, el que incluye todos los gastos necesarios para restablecer la salud
personal, y el lucro cesante en donde se comprenderían las ganancias dejadas de
percibir por no poder realizar la actividad habitual(182) y, el daño moral considerando
su magnitud y el menoscabo producido en la víctima o a su familia.
160
el que se establece un plazo de prescripción de tres años, y el de la acción de regreso
cuyo plazo prescriptivo es de un año.
Del mismo modo, el Código de Defensa del Consumidor de Brasil fija un plazo de
prescripción de la acción indemnizatoria de 05 años.
161
Se considera que un producto La responsabilidad civil por productos
es defectuoso cuando no defectuosos es objetiva, en concordancia
ofrece la seguridad a que las con lo dispuesto en el artículo 1970º del
personas tienen derecho, Código Civil. La responsabilidad de los
tomando en consideración diversos proveedores de un producto
todas las circunstancias, tales conforme a este artículo es solidaria. Sin
como: perjuicio de ello, cada proveedor tiene
a) El diseño del producto; derecho a repetir contra el que suministró el
b) La manera en la cual el producto defectuoso u originó el defecto.
producto ha sido puesto en el
mercado, incluyendo su Artículo 102.- Definición de producto
apariencia, el uso de cualquier defectuoso
marca, la publicidad referida al Es producto defectuoso el que no ofrece la
mismo o el empleo de seguridad a la que las personas tienen
instrucciones o advertencias: derecho, tomando en consideración las
c) El uso previsible del circunstancias relevantes, tales como:
producto; y, a) El diseño del producto;
d) Los materiales, el contenido b) La manera en la cual el producto ha sido
y la condición del producto. puesto en el mercado, incluyendo su
La indemnización comprende apariencia, el uso de cualquier marca, la
todas las consecuencias publicidad referida al mismo o el empleo de
causadas por el defecto, instrucciones o advertencias:
incluyendo el lucro cesante, el c) El uso previsible del producto; y,
daño a la persona y el daño d) Los materiales, el contenido y la condición
moral. del producto.
La responsabilidad de los
diversos proveedores de un Artículo 103.- Daños indemnizables
producto conforme a este La indemnización comprende todas las
artículo es solidaria. Sin consecuencias causadas por el defecto,
perjuicio de ello, cada incluido el daño emergente, el lucro cesante,
proveedor tiene derecho a el daño a la persona y el daño moral.
repetir contra el que le
suministró el producto
defectuoso u originó el
defecto”.
162
Conforme se podrá apreciar pues del cuadro comparativo antes descrito, la única
diferencia entre la norma derogada y el actual Código de Protección y Defensa del
Consumidor, es la precisión contenida en el segundo párrafo del artículo 101º de este
último, consistente en que la responsabilidad civil por productos defectuosos es
objetiva, en concordancia con lo dispuesto por el artículo 1970 del Código Civil, lo cual
implica un cambio trascendental que pone fin a la discusión doctrinaria sobre la
naturaleza de dicha responsabilidad; habiéndose definido legislativamente que ésta es
de naturaleza extracontractual y objetiva .
185 WOOLCOTT, Olenka. La responsabilidad civil del productor de bienes y servicios defectuosos en el
Perú. Advocatus Nº 05, Lima: Universidad de Lima 2001, pp. 45-56.
163
1970 del Código Civil, la propia actividad tendría que ser susceptible de causarlos y no
sólo uno de sus productos. Quienes defienden la tesis que opta por la aplicación de
dicha norma a los daños derivados de productos defectuosos, consideran así, que
podrá calificarse como actividad peligrosa a la fabricación o distribución de productos
genéricamente peligrosos, tales como los medicamentos, los explosivos, etc.
186 ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Algunas consideraciones sobre la responsabilidad civil por
productos y servicios defectuosos. Artículo publicado en http//dike.pucp.edu.pe, página visitada el
20.05.2011.
187 VISINTINI, Giovanna (1999). Tratado de la Responsabilidad Civil T. II. Buenos Aires: Editorial
Astrea.
164
diversa respecto de otras hipótesis legislativamente conocidas de responsabilidad
objetiva.
Por las razones antes expuestas, en nuestra opinión la opción legislativa por la que se
ha optado en el nuevo Código de Protección y Defensa del Consumidor, de equiparar
la responsabilidad civil por productos defectuosos al supuesto del artículo 1970 del
Código Civil, no resulta la más acertada, pues hubiera sido preferible que se considere
a este tipo de responsabilidad como una nueva especie de responsabilidad
extracontractual objetiva con reglas específicas que se sume a las existentes en el
Código Civil, conforme así se encuentra regulada en otras legislaciones como la
brasilera o española, de las que trataremos más adelante, sobre todo en la segunda,
en la que se regula de manera independiente a las disposiciones del derecho común,
el tratamiento sobre la carga probatoria del daño, del defecto en el producto y de la
relación causal entre ambos, las causas de exoneración de responsabilidad, así como
la prescripción de la acción.
Cabe señalar, que el nuevo Código al igual que la ley derogada sólo regula la
responsabilidad civil por defecto de los productos, más no la de los servicios
defectuosos, lo cual en nuestra opinión no resulta acertado, toda vez que no se
justifica esta diferenciación, siendo lo adecuado que se hubiera contemplado
conjuntamente la responsabilidad civil por servicios y productos defectuosos.
188 Ibidem.
165
En nuestra opinión el legislador ha desaprovechado la oportunidad de mejorar en el
nuevo Código de Protección y Defensa del Consumidor la definición integral del
esquema para la reparación e indemnización por los daños y perjuicios del proveedor
en el Código de Protección y Defensa del Consumidor, de la que contenía la derogada
ley. Esta parte es la menos desarrollada por el legislador frente a otros supuestos de
regulación de la problemática del consumo.
Se advierte también que en el nuevo código al igual que en la ley derogada, no hay
una referencia clara a los criterios para aplicar la prueba ante los daños y perjuicios
que generan el derecho a reparar e indemnizar aunque puede asumirse el principio de
inversión de la carga debido a la asimetría informativa que afecta al consumidor en
beneficio del proveedor.
Tampoco hay en el nuevo Código reglas propias sobre los plazos de prescripción, por
lo que resulta de aplicación el plazo de prescripción para los supuestos de
responsabilidad extracontractual regulado en el artículo 2001 inciso 4 del Código Civil
que es de 02 años.
Queda claro que el plazo se computa desde que aparece el daño siendo importante
que se fije un plazo razonable. En este sentido, el Código de Defensa del Consumidor
de Brasil se pronuncia por un plazo de prescripción de cinco años.
Como se sabe, hace aproximadamente unos 30 años atrás, nadie hablaba de Derecho
de consumo, no se practicaba ni la palabra ni el concepto de dicho término. Sin
embargo en la actualidad la legislación vigente en materia de Derecho de consumo ha
crecido asombrosamente, especialmente en los países europeos, siendo su desarrollo
extraordinario, pero muy caótico y desordenado. En esta parte del trabajo se
desarrollará de manera sistemática las normas jurídicas adoptadas y promulgadas por
la Unión Europea, llámese Derecho Comunitario.
166
sistematización hecha para este fin por la autora española PARRA LUCÁN(189), en su
obra titulada: “Legislación de Consumo”
1. Generalidades
A. Textos Básicos
Artículo 12.
Al definirse y ejecutarse otras políticas y acciones de la Unión se tendrán
en cuenta las exigencias de la protección de los consumidores.
Artículo 114.
1. Salvo que los Tratados dispongan otra cosa, se aplicarán las
disposiciones siguientes para la consecución de los objetivos
enunciados en el artículo 26. El Parlamento Europeo y el Consejo, con
arreglo al procedimiento legislativo ordinario y previa consulta al Comité
Económico y Social, adoptarán las medidas relativas a la aproximación
de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los
Estados miembros que tengan por objeto el establecimiento y el
funcionamiento del mercado interior.
2. El apartado 1 no se aplicará a las disposiciones finales, a las
disposiciones relativas a la libre circulación de personas ni a las
relativas a los derechos e intereses de los trabajadores por cuenta
ajena.
167
3. La Comisión, es sus propuestas previstas en el apartado 1, referentes a
la aproximación de las legislaciones en materia de salud, seguridad,
protección del medio ambiente y protección de los consumidores, se
basará en un nivel de protección elevado, teniendo en cuenta
especialmente cualquier novedad basada en hechos científicos. En el
marco de sus respectivas competencias, el Parlamento Europeo y el
Consejo procurarán también alcanzar ese objetivo.
Artículo 169.
1. Para promover los intereses de los consumidores y garantizarles un alto
nivel de protección, la Unión contribuirá a proteger la salud, la
seguridad y los intereses económicos de los consumidores, así como a
promover su derecho a la información, a la educación y a organizarse
para salvaguardar sus intereses.
2. La Unión contribuirá a que se alcancen los objetivos a que se refiere el
apartado 1 mediante:
a. Medidas que adopte en virtud del artículo 114 en el marco de la
realización del mercado interior;
b. Medidas que apoyen, complementen y supervisen la política
llevada a cabo por los estados miembros.
3. El Parlamento Europeo y el Consejo, con arreglo al procedimiento
legislativo ordinario y previa consulta al comité Económico y Social,
adoptarán las medidas mencionadas en la letra b) del apartado 2.
4. Las medidas que se adopten en virtud del apartado 3 no obstarán para
que cada uno de los Estado miembros mantenga y adopte medidas de
mayor protección. Dichas medidas deberán ser compatibles con los
Tratados. Se notificarán a la Comisión.
168
mismo el documento nos explica sobre la relación consumidor – economía;
mientras que, en el punto B se resalta la relación Consumidor –
Comunidad Económica Europea.
En la parte tercera de esta resolución se explica cinco puntos importantes:
- Protección de la salud y seguridad de los consumidores. Principios y
Acciones prioritarias.
- Protección de los intereses económicos de los consumidores. Principios
y Acciones prioritarias.
- Asesoramiento, asistencia y reparación de los daños. Principios y
Acciones prioritarias.
- Información y educación de los consumidores. Principios y Acciones
Prioritarias.
- Consulta y representación de los consumidores. Principios y acciones
prioritarias.
Y por último, la parte referida a la ejecución nos habla de la forma de
aplicación de la presente resolución.
B. Otros documentos
169
- Recomendación de la Comisión del 30 de marzo de 1998193, relativa a
los principios aplicables a los órganos responsables de la solución
extrajudicial de los litigios en materia de consumo.
- Recomendación de la Comisión del 4 de abril del 2001194, relativa a
los principios aplicables a los órganos extrajudiciales de resolución
consensual de litigios en materia de consumo.
- Comunicación de la Comisión del 4 de abril del 2001195, relativa a “la
mejora del acceso de los consumidores a mecanismos alternativos de
solución de litigios”
- Decisión de la Comisión del 14 de septiembre del 2009196, por la que
se crea un grupo consultivo europeo de los consumidores
- Reglamento (CE) N° 2006/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo,
del 27 de octubre del 2004197, sobre la cooperación entre las
autoridades nacionales encargadas de la aplicación de la legislación de
protección de los consumidores (Reglamento sobre la cooperación en
materia de protección de los consumidores).
170
- Decisión de la comisión del 5 de agosto del 2008199, por la que se crea una
estructura consultiva de comités científicos y expertos en el ámbito de la
seguridad de los consumidores, la salud pública y el medio ambiente.
A. Directivas aplicables
171
- Directiva 85/577/CEE202 del Consejo, del 20 de diciembre de 1985,
referente a la protección de los consumidores en el caso de contratos
negociados fuera de los establecimientos comerciales.
Conforme al artículo primero de la presente directiva, Las normas de esta
serán aplicadas a los contratos celebrados entre un comerciante que
suministre bienes o servicios y un consumidor:
- Durante una excursión organizada por el comerciante fuera de sus
establecimientos comerciales o durante una visita del comerciante: al
domicilio del consumidor o de otro consumidor, al lugar de trabajo del
consumidor, cuando la visita no se haya llevado a cabo a instancia
expresa del consumidor.
172
El objetivo principal de la directiva es implementar la obligación de dar el
precio de venta y el precio unitario de forma que no sea ambigua,
fácilmente identificable y claramente legible. El precio dado al consumidor
no puede llevar a malos entendidos y debe incluir todos los elementos que
componen el precio, es decir, el precio neto, el IVA y los restantes
impuestos que constituyen el precio final por unidad del producto.
Dicha obligación rige con respecto a todos los productos ofrecidos a los
consumidores, siendo opcional su aplicación a los productos provistos
junto con el servicio y los productos vendidos en una subasta, así como las
obras de arte y las antigüedades. La directiva además permite obviar el
requisito de proporcionar un precio unitario en el caso de productos para
los cuales esta indicación no sea útil a causa de su naturaleza o destino, o
puedan suscitar confusión.
173
- Directiva 2000/31/CE207 del Parlamento Europeo y del Consejo, del 8
de junio del 2000, relativa a determinados aspectos jurídicos de los
servicios de la sociedad de la información, en particular el comercio
electrónico en el mercado interior (Directiva sobre comercio
electrónico).
“El objetivo de la presente directiva es contribuir al correcto funcionamiento
del mercado interior garantizando la libre circulación de los servicios de la
sociedad de la información entre los estados miembros”.(artículo 1º)
Además en el artículo tercero se dice que la presente norma completará el
ordenamiento jurídico comunitario aplicable a los servicios de la sociedad
de la información, sin perjuicio del nivel de protección, en particular, de la
salud pública y de los intereses del consumidor, fijados tanto en los
instrumentos comunitarios como en las legislaciones nacionales que los
desarrollan en la medida que no restrinjan la libertad de prestar servicios
de la sociedad de la información.
- Directiva 2006/114/CE208 del Parlamento Europeo y del Consejo, del
12 de diciembre del 2006, sobre publicidad engañosa y publicidad
comparativa (Versión codificada).
Este dispositivo tiene por finalidad proteger a los comerciantes contra la
publicidad engañosa y sus consecuencias injustas y establecer las
condiciones en las que estará permitida la publicidad comparativa.(artículo
1º)
Además, se establece en el artículo 3º que para determinar si una
publicidad es engañosa, se tendrán en cuenta todos los elementos y
principalmente sus indicaciones concernientes a:
- Las características de los bienes o servicios, tales como su
disponibilidad, su naturaleza, su ejecución, su composición, el
procedimiento y la fecha de fabricación o de prestación, su carácter
apropiado su utilizaciones, etc.
- El precio o su modo de fijación y las condiciones de suministro de
bienes o de prestación de servicios.
- La naturaleza, las características y los derechos del anunciante, tales
como su identidad y su patrimonio, sus cualificaciones y sus derechos
de propiedad industrial, comercial o intelectual.
174
- Directiva 2009/22/CE209 del Parlamento Europeo y del Consejo, del 23
de abril del 2009, relativa a las acciones de cesación en materia de
protección de los intereses de los consumidores (Versión codificada).
Esta directiva tiene por objeto aproximar las disposiciones legales, reglamentarias y
administrativas de los estados miembros, relativas a las acciones de cesación
destinadas a la protección de los intereses colectivos de los consumidores, con el fin
de garantizar un buen funcionamiento del mercado interior.
175
Asimismo diversas Directivas y Reglamentos de la Unión Europea se han
ocupado de definir el término “Consumidor”, es así que:
176
contratos que refiere la presente directiva, actúa con fines que no entran en el
marco de su actividad profesional”.
La directiva 2000/31/CE218 sobre el comercio electrónico, artículo 2(e) como
“Cualquier persona física que actúa con un propósito ajeno a su actividad
económica, negocio o profesión”.
El reglamento 178/2002 referente a los principios y los requisitos generales de
la legislación alimentaria, nos da una definición de consumidor final como “el
consumidor último de un producto alimenticio que no empleará dicho alimento
como parte de ninguna operación o actividad mercantil en el sector de la
alimentación”.
La directiva 2002/65/CE219 relativa a la comercialización a distancia de
servicios financieros destinados a los consumidores como “toda persona
física que, en los contratos a distancia, actúe con un propósito ajeno a su
actividad comercial o profesional”.
La directiva 2005/29/CE220 sobre prácticas comerciales desleales como
“cualquier persona física que, en las prácticas comerciales contempladas por
la presente directiva, actúe con un propósito ajeno a su actividad económica,
negocio, oficio o profesión”.
177
En palabras de PALAO MORENO(222), la labor legislativa desempeñada por las
instituciones comunitarias en este sector se ha caracterizado, en primer término,
por ver la luz de forma algo tardía. De esta manera, sobresale el hecho de que no
coincide el nacimiento de esta política con el de génesis de las Comunidades
Europeas. Ya que hubo que esperar a los años 70 para poder hablar de la
existencia de una política comunitaria en la materia.
En la Jurisprudencia Comunitaria
a. “En el caso Gabriel, ante una cuestión prejudicial que se le planteó por un
juez austriaco, el tribunal dijo:
En primer lugar ha quedado acreditado, en efecto, que el señor Gabriel tiene en
el presente asunto la condición de consumidor final privado cubierto por el
artículo 13, párrafo 1º, del Convenio de Bruselas, en la medida de que de los
autos resulta que encargó las mercancías ofertadas por Schlank & Shick, para
su uso personal, sin que esta operación tenga relación alguna con su actividad
profesional”.
222 Ib., p. 39
223 VILLALBA CUÉLLAR, Juan Carlos (2009). La noción del consumidor en el Derecho
comparado y en el Derecho Colombiano, Bogotá, 1° Edición, 2009. PP.311 – 315.
178
[…] una interpretación restringida del artículo 14, parágrafo 2, conforme a los
objetivos perseguidos por la sección 4ª, conduce a reservar los privilegios
jurisdiccionales descritos únicamente a los compradores necesitados de
protección, debido a su posición económica de debilidad con respecto a los
vendedores, a causa de que son consumidores finales de carácter privado, no
relacionados, por la compra de productos a plazo, en actividades comerciales o
profesionales”.
179
Estas cuatro sentencias son ejemplo de la jurisprudencia en la que el Tribunal de
Justicia de la Comunidad Europea ha reiterado el concepto de consumidor,
apegándose a lo preceptuado por el artículo 14 de la Convención de Bruselas.
En Francia
El caso del derecho francés es interesante, pues la noción de consumidor ha generado
bastantes controversias. En efecto, el Código del Consumo francés no trae una
definición de consumidor a diferencia de la mayoría de códigos del consumo internos
de los países europeos. Sin embargo, de la regulación atinente a las cláusulas
abusivas se considera consumidor el no profesional que es consumidor final frente a
un co - contratante profesional. Otras disposiciones, como las relativas a la publicidad
engañosa, protegen al público en general, así como a los competidores susceptibles
de ser afectados por ésta. Históricamente, en Francia, consumidor es aquel que
contrata para satisfacer sus necesidades personales ( 224).
En la legislación francesa, a partir del año 1972, encontramos un sin número de leyes,
dedicadas exclusivamente a la protección del consumidor. Ya desde el 26 de julio de
1993, el conjunto de estos textos específicos fue reunido en un Código de Consumo
para mejorar su conocimiento por los consumidores y su aplicación por los jueces.
Resulta de gran importancia que para explicar las principales características del
derecho francés, es relevante empezar por la descripción del contenido de la
224 VILLALBA CUÉLLAR, Juan Carlos. “La noción del consumidor en el Derecho comparado y
en el Derecho Colombiano”, Ob. Cit. P. 320.
225 PAISANT, Gilles. “La protección de los consumidores en el Derecho Francés”. Universidad
de Chambéry – Francia. http://aspirantesenj.wordpress.com/2007/06/05/conferencia-la-
proteccion-a-los-consumidores-en-el-derecho-frances/
180
protección otorgada por las leyes a los consumidores antes de ver cómo este
dispositivo de protección se pone en práctica.
226Consúltese:http://aspirantesenj.wordpress.com/2007/06/05/conferencia-la-proteccion-a-los-
consumidores-en-el-derecho-frances/
181
consultivos, incluyendo magistrados, representantes de los empresarios, de los
consumidores y de los poderes públicos, como el Consejo Nacional de Consumo, la
Comisión de las cláusulas abusivas o la Comisión de la seguridad de los
consumidores.
En palabras de Gilles Paisant:”A pesar de todo esto, sería un error creer que en la
Francia de hoy, el derecho de consumo no existe más que sobre el papel. Es un
derecho vivo que, sin proteger perfecta y completamente a los consumidores, se
presenta como uno de los más elaborados de la Unión Europea. Y, desde un punto de
vista más teórico, se puede destacar que, en el sistema jurídico francés, éste influye
en adelante sobre el derecho común”.
182
Es decir que, a imitación del derecho de consumo, este derecho se preocupa, ahora
más que antaño, especialmente en el ámbito contractual, de la protección de la parte
débil. Así es como se produce el caso de que el legislador introduzca en el Código civil
disposiciones anteriormente aplicables sólo a las relaciones de consumo. Y también,
sin aplicar los textos específicos del Código de consumo, en las relaciones entre los
profesionales, la jurisprudencia empieza a interpretar el derecho común en beneficio
de la parte débil, a la vista de las soluciones contenidas en pro del consumidor en el
derecho de consumo.
Es de verse, que mientras que este derecho específico nació a causa de la ausencia
de las interpretaciones jurisprudenciales del Código civil a favor de los consumidores
en sus relaciones con los profesionales, ahora este derecho arrastra al derecho común
para la protección de otras partes débiles. En estas condiciones, si este movimiento
prospera y se generaliza, se planteará la cuestión de la oportunidad de mantener un
derecho específico en beneficio de los consumidores, por lo menos en el ámbito
contractual. Pero, no se ha llegado aún a este punto de evolución.
En España
227 BOTANA GARCIA, Gema. Comentario al artículo 1 de la LGDCU. En: LLAMAS POMBO,
Eugenio (Coordinador) “Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios,
Comentarios y Jurisprudencias de la Ley veinte años después”, España, 2005. P. 60.
228 BOTANA GARCIA, Gema. Ob. Cit. P.63.
183
En el derecho español, a diferencia del francés, la distinción entre profesional y no
profesional no es de trascendencia, pues el elemento esencial es la naturaleza del
acto (adquirir para no reintroducir en el mercado) y no la calidad del contratante (229).
Según Juan Carlos Villalba Cuellar (230), la Constitución de 1978 fue la primera que
elevó al rango constitucional la protección a los consumidores sin especificar el
contenido de esta categoría jurídica. El artículo 1.2 del la Ley General de Defensa a
los Consumidores y Usuarios (Ley 26 del 19 de julio de 1984), conocida como LGDCU,
define al consumidor como “las personas físicas o jurídicas que adquieren, utilizan o
disfrutan como destinatarios finales bienes muebles e inmuebles, productos o
servicios, actividades o funciones, cualquiera que sea la naturaleza pública o privada
individual o colectiva de quienes los producen, facilitan, suministran o expiden”.
Tenemos que tener en cuenta, que en la legislación española, además de contar con
la LGDCU, existen varios estatutos que gozan de la autonomía suficiente y que en
merito a ello incluyen definiciones del consumidor.
231 FERNANDEZ GIMENO, José Pascual, “Los consumidores y usuarios como sujetos afectos
a una especial tutela juridica, en Derecho Privado del Consumo, 101 (Maria José Reyes,
coord., Tirant Lo Blanch, Valencia, 2005).
184
con relación al mercado quien adquiere para no reintroducir en el mercado. En este
sentido, será consumidor quien adquiere un bien para regalarlo.
En Italia
185
Desde el punto de vista subjetivo, la figura del consumidor se ha vinculado con el
damnificado, el adquirente, el contratante débil o el usuario de servicios públicos; por
lo que se promueve la plena realización del derecho a ser representado, resarcido,
informado y escuchado; postulándose, a tales efectos, la readecuación de los
mecanismos de tutela administrativa y jurisdiccional.
186
En otro orden de cosas, la normativa vigente posee como objetivos:
La Ley 126/91 estableció las indicaciones que todo producto comercializado debe
contener en la etiqueta, cuya violación de sanciona con multas.
En consecuencia se penalizan:
- Las cláusulas que excluyen o limitan la responsabilidad del profesional en caso
de muerte o daño de la persona del consumidor, por acción u omisión;
- Las cláusulas que limitan las acciones del consumidor en caso de omisión
parcial o mal praxis del profesional; y
- Las cláusulas escritas en caracteres microscópicos, que constituyen
verdaderos dogales.
187
Según Guido Alpa(235), la definición de “consumidores y usuarios” (Art. 2°, primer
párrafo, letra a) (236), es el resultado de las directivas comunitarias y en sus reglas de
actuación se ha dado al consumidor, quien es el que adquiere un bien o un servicio
para propósitos no referidos a la actividad empresarial o profesional desarrollada. De
ello surge inmediatamente -según el autor citado- una concepción para ciertos
aspectos restrictiva y, para otros, extensiva de la noción.
Palabras previas
235 ALPA, Guido. “Derecho del consumidor”. Lima, Gaceta Jurídica, 1° Edición, Enero del
2004. P. 86.
236 Ley General sobre los Derechos de los consumidores, del 2 de julio de 1998.
188
consecuencia de la Revolución Industrial inglesa por cuyo mérito se masificó la
industria y se comenzaron a producir bienes y artículos en masa a la par que nacía un
nuevo orden económico: El capitalismo, con su clásico principio del dominio de la
propiedad privada sobre los medios de producción.
189
Luego del desarrollo de estas etapas surge una nueva doctrina con respecto a la
responsabilidad por productos defectuosos que es plasmado en la llamada
sección 402 A del Restatement (Second) of torts, que desarrolla de manera
mucho más amplia y completa el tema en cuestión
Antecedentes
La primera institución que apareció en el siglo XVIII en los Estados Unidos sobre
protección a los consumidores fue la Liga Nacional de Consumidores de 1899,
que luchaba contra las malas condiciones del trabajador, es la organización de
consumidores más antigua de Norteamérica y su misión era proteger y promover
la justicia económica y social para los consumidores y trabajadores del país y del
exterior.
190
Como consecuencia de la revolución industrial Estados Unidos se convirtió en el
primer país que desarrollaba productos masivos; debido a ello, el sistema jurídico
establecido no podía resolver los problemas que traía esta nueva realidad socio
– económica, en consecuencia era necesario modificar su sistema jurídico para
hacer frente a los futuros sucesos, especialmente en el campo de la
responsabilidad, cuyo origen se da en la revolución industrial y los productos en
masa.
El autor Salvador Rocha Díaz, quien es citado por la Revista Mercatoria (2006) 237
afirma lo siguiente: “el triunfo de la burguesía, el desarrollo industrial, la
necesaria velocidad de la economía de consumo, la ampliación de los estratos
sociales medios y la publicidad para inducir al consumo, han provocado un
sinnúmero de situaciones para las cuales el derecho tradicional no contenía las
soluciones adecuadas.”
Los movimientos sociales y progresistas en los Estados Unidos a mitad del siglo
XX que lucharon contra la discriminación racial (Malcon X, Martin Luther King),
crearon condiciones para el pronunciamiento del presidente Kennedy, quien en
un famoso discurso del 15 de marzo de 1962 estableció que debía procurarse el
acceso de las personas a la información, educación y elección del consumidor.
Textualmente Kennedy señaló: “Si a los consumidores se les dan productos de
inferior calidad y en contraprestación los precios son altos, si las medicinas son
peligrosas o no sirven, si el consumidor no tiene posibilidad de elegir en base a
una adecuada información, entonces se despilfarra su dólar, su salud y su
seguridad quedan amenazados y sufre el interés general”238. Asimismo Prada
Alonso reprodujo la histórica frase de Jhon Kennedy, “todos somos, por
191
definición consumidores”, para resaltar que la defensa del consumidor está en
cada persona y por la vía del beneficio individual, se llegará también al social.239
“En ese sentido, la industria podía mirar a las normas jurídicas de la época como factor
de contención de los costos”(240)
239 Ibidem. p. 88; citando a PRADA ALONSO, Javier. Protección del consumidor y
responsabilidad civil, Marcial Pons, Madrid – Barcelona, 1998.
240 BESSONE M. “Contratti di adhesiones e natura ideologica el principio di libertá
contrattuale”, en Saggi di diritto civile, Milano 1979, p. 127 ss. En: WOOLCOTT Olenka, “La
naturaleza de la responsabilidad del productor a la luz del derecho norteamericano.
Prolegómenos: Derechos y valores. Enero – junio, año/vol. X, número 019. Universidad Militar
Nueva Granada. Bogotá, Colombia. pp. 126.
241 En SOTOMARINO CÁCERES Roxana (2007). Ob. Cit. p. 234; citando a PRADA ALONSO,
192
De todo lo anteriormente dicho podemos colegir, que la doctrina de la relatividad
contractual, se basa en que los productores no respondían por sus productos
defectuosos y que la relación contractual era entre el distribuidor y el consumidor final
y éste era el obligado a responder ante el consumidor por la falla del producto.
En este caso podemos señalar que cuando un producto era considerado peligroso (en
caso de venenos, explosivos y similares), el productor asumía el riesgo de una
eventual declaración de responsabilidad al causar perjuicio a terceros y es por ello que
la doctrina de la relatividad contractual comenzó a resquebrajarse dando paso a las
excepciones al principio de la relatividad contractual e instaurándose luego en el
sistema norteamericano la regla de la responsabilidad subjetiva.
Como bien lo señala Roxana Sotomarino, “la caída del principio de la relatividad
contractual se produjo con la sentencia dictada en el caso MacPHerson vs. Wright
Motors Co., caso por el que se establece en 1916 que la regla anterior no estaba
limitada a los venenos, explosivos o similares. El juez Benjamín Cardozo estableció en
Javier. “Protección del consumidor y responsabilidad civil”, Marcial Pons, Madrid – Barcelona,
p. 1998 y a PONZANELLI Giulio, “La responsabilitá civile – Profili di diritto comparatto, II Mulino,
Bologna, 1992.
242 Ibidem. p. 235.
243 WOOLCOTT OYAGUE, Olenka (2003). “La responsabilidad del productor. Estudio
comparativo del modelo norteamericano y el régimen de la Comunidad Europea”. Lima: Fondo
Editorial de la Pontifica Universidad Católica del Perú, p. 34.
193
ese caso que un bien fabricado de manera negligente o defectuosa pone en riesgo la
vida y la salud, y de esa manera, se convierte en peligroso, extendiéndose el deber de
cuidado hacia terceros no contratantes” (244).
Esta famosa decisión que fue emitida por la Corte de Apelaciones de Nueva York, es
la decisión más importante en el derecho norteamericano sobre la responsabilidad del
productor; hay en ella una sensibilización con las víctimas por los daños derivados de
un producto defectuoso, invirtiéndose la posición de la jurisprudencia con respecto a lo
anterior (Responsabilidad relativa).
194
En productos defectuosos consiste en que se tiene que prever los riesgos y actuar en
la etapa de producción acuciosamente para evitar fallas futuras, en este caso sólo se
necesita probar, conforme es señalado en la Revista Mercatoria (2006), lo siguiente:
Como se ha venido explicando, el caso MacPherson vs. Buick Motors Co., sentó un
principio importante por el cual se le podía imputar responsabilidad al fabricante de un
producto defectuoso a pesar de que éste no hubiera pactado o contratado con el
consumidor final; sin embargo, con esta sentencia también se pretendió imponer la
idea de demandar al productor sin mediar para ello prueba alguna de su negligencia y
esto obviamente no fue aceptado de la noche a la mañana, más aún encontró una
férrea oposición que duró aproximadamente dos décadas (entre 1940 y 1950).
195
Vendría a ser como un subprincipio que antecedió a lo que luego sería conocida como
la doctrina de la responsabilidad objetiva.
- Garantías expresas: son aquellas por las cuales el consumidor sabe a ciencia
cierta las características de la cosa vendida (…).
- Garantías implícitas, que pueden ser creadas o impuestas por la ley (…).
El caso más ilustrativo en este punto es el seguido entre Henningsen vs. Bloomfield
Motors Inc. 8 de 1960), en el que se declaró la responsabilidad del fabricante de un
automóvil y de su vendedor por los daños ocasionados a la esposa del comprador del
vehículo, quien sufrió un grave accidente al ir conduciendo dicho automóvil, debido a
los defectos del timón, el cual – junto con toda la estructura y funcionamiento del
automóvil – gozaba de una garantía implícita de seguridad (249).
Por este principio, los consumidores ya no tenían que probar que el fabricante o
productor había incurrido en culpa o negligencia al momento de fabricar su producto,
ya que por las serias dificultades que ello acarreaba era muchas veces imposible de
realizar. Más bien lo que ahora debía probar el consumidor era simplemente que el
producto adquirido había resultado defectuoso y además había causado un daño y
perjuicio a la persona de dicho consumidor.
196
Existieron diferentes y múltiples razones para adoptar la doctrina de la responsabilidad
objetiva, por la cual, como ya se dijo, sólo bastaba probar la defectuosidad del
producto; entre estas razones podemos mencionar: las posibilidades que tenían las
empresas productoras de asumir el costo de los daños y a su vez de distribuir estos
entre todos los consumidores de su producto, además de ello, al imputársele
responsabilidad objetiva a un fabricante, éste tendría a partir de ese momento que
tomar medidas para prevenir los posibles daños al momento de elaborar sus
productos.
- El segundo fallo que también desarrolló este principio fue dado en el caso
seguido entre “Escola vs. Coca Cola Bottling Company of Fresno”, en el cual la
Corte Suprema de California imputó responsabilidad a la empresa debido a que
una de sus botellas de gaseosa había estallado en la mano de una mesera. La
demandante no pudo probar la culpa o negligencia de la empresa Coca Cola al
momento de embotellar su producto pero el tribunal atribuyó a dicha empresa
responsabilidad (objetiva) por distribuir en el mercado un producto defectuoso y
que causó perjuicio a un consumidor.
197
declarando su aplicación a terceros que no hubieran estipulado el contrato que
permite la circulación del producto defectuoso. La nueva regla se aplica
sucesivamente a cualquier tipo de producto y no sólo a productos alimenticios.
El aspecto innovador de la sentencia se halla en el hecho de poner en relación
directa al productor con el público en general, o sea con el consumidor
potencial de sus productos”.
Nos comenta Olenka que luego de dos años de la sentencia del caso Greenman, el
American Law Institute (ALI) promulga el Restatement (Second) of Torts y en ella
venía incluida la sección 402 – A.
198
Esta sección (402 – A, del Restatement “Second” of Torts), inició una reforma en la
jurisprudencia del Commow Law en el que el consumidor era el más beneficiado y
protegido frente al productor y/o fabricante, además se establece de manera definitiva
el principio de la responsabilidad objetiva del mismo (que ya ha sido explicado en el
anterior punto).
Según este principio (de la responsabilidad objetiva), nos dice Woolcott, “se introduce
en el sistema un nuevo fundamento para accionar por los daños generados por los
productos defectuosos (253).
Naturaleza y fundamento
La sección 402 A establece una regla de responsabilidad objetiva, esto conforme al
comentario “a” del mismo. En dicho comentario se señala que “la regla es una de
responsabilidad estricta, haciendo al vendedor, sujeto de responsabilidad frente al
usuario o consumidor aún cuando haya ejercido todo el cuidado posible en la
preparación y venta del producto. La regla prevista no es exclusiva, en el sentido que
no precluye la posibilidad de fundar la responsabilidad del vendedor en la culpa,
siempre que la culpa sea probada.
(…)
El requisito de defectuosidad
El vendedor solo responde si el producto era defectuoso. En efecto, conforme al
comentario “g”, la regla establecida en esta sección se aplica sólo cuando el producto
se encontraba, al tiempo en que sale del control del vendedor, en una condición no
contemplada por el consumidor final que será irrazonablemente peligrosa para él.
El comentario “i” establece que “el artículo vendido debe ser peligroso en un grado
mayor al que sería contemplado por el consumidor ordinario que adquiere el producto,
con el conocimiento ordinario común en la comunidad respecto a sus características.
(…)
Responsables
La regla no se aplica a aquellos que son vendedores ocasionales de tales productos y
no desarrollan esta actividad como una actividad profesional a la que se dedican. (…)
199
Sujetos protegidos
La regla es aplicable con respecto al usuario o consumidor. “No es necesario que el
último usuario o consumidor haya adquirido el producto directamente del vendedor,
puede haberlo adquirido de uno o más intermediarios.
El consumo incluye todos los últimos usos para los que el producto es destinado. La
palabra “Usuario”, según la sección 402 A, comprende a todos los que pasivamente
disfrutan de los beneficios del producto. (…).
Woolcott (255) nos explica que este nuevo Restatement se divide en cuatro capítulos y
estos a su vez en subtítulos (20 secciones); el primer capítulo; en las que se
establecen los principios fundamentales referentes a la imputación de la
responsabilidad (precisándose los estándares de responsabilidad así como los
métodos de pruebas), es según la citada autora la piedra angular de este
Restatement.
200
1. Sección 1° y 2°, contienen los principios de responsabilidad, basados en el
concepto de “defectuosidad”
2. Sección 3°, que describe la doctrina de la “prueba circunstancial”, a través de la
cual se establece la defectuosidad cuando modo en que el accidente se ha
producido revela que ha sido causado por un producto defectuoso.
3. Sección 4, que describe el efecto que tiene el hecho que un producto viole los
estándares normativos referentes a la seguridad de un producto.
4. Secciones 5° hasta la 8°, que establecen los principios que rigen la
responsabilidad de los vendedores de tipos particulares de productos; partes
componentes, productos medicinales, etc.
5. Secciones 9° hasta 14°, que se refieren a otros deberes especiales: falsa
representación, deberes post – venta de informar y hasta retirar el producto del
mercado, y las responsabilidades que deben asumir las empresas que suceden a
otras
6. Secciones 15° hasta 18°, que se refieren a las materias de causalidad y a las
defensas positivas que se fundan en el hecho del usuario y cláusulas de
exclusión de responsabilidad contractual
7. y por último las secciones 19° hasta 21°, que contienen definiciones de
“producto”, “vendedor” y “daño”.
Las tres primeras secciones son las que contienen los principios y reglas
fundamentales del actual régimen de responsabilidad del productor en el sistema de
justicia norteamericano y que son aplicados a la mayoría de los casos en esta materia.
201
- La sección tercera, prevé un método que determina la defectuosidad y que es
aplicable a los casos en que la prueba específica haya sido destruida en
accidente, o, de otro modo, no sea disponible, en tales casos, afirma Woolcott,
esta sección permite inferir de las circunstancias del accidente que éste tuvo
lugar por causa de un producto defectuoso.258
Así pues el Restatement (Third) of Torts, refleja el estado actual alcanzado por la
jurisprudencia norteamericana, acogiendo la regla de la responsabilidad objetiva del
productor, estructurada sobre la base de la noción del “defecto” del producto.
202
En la década de los 90, el Estado creó un ente encargado de llevar a cabo esta
política de protección, denominándosele instituto Nacional defensa de la competencia
y de la Protección de la Propiedad Intelectual – INDECOPI. Para muchos, se ha
asociado la defensa de la normativa de consumidor, solo al procedimiento
administrativo.
Sin embargo, queda claro con el Código vigente, que no solo se trata de analizar
situaciones administrativas. El artículo 101º del Código de Protección y Defensa del
Consumidor, es claro al prescribir la responsabilidad civil por productos defectuosos
del proveedor quien será responsable de los daños y perjurios ocasionados a la
integridad física de los consumidores por el defecto de sus productos además de
establecer que la responsabilidad civil por productos defectuosos es objetiva y
solidaria entre todos los integrantes de la cadena de colocación del producto.
En este contexto, la conceptualización del término acción supone, en primer lugar, una
actividad jurídica para requerir, ante un conflicto o una incertidumbre con relevancia
jurídica, la solución del primero, la eliminación del segundo y la búsqueda y obtención
de una finalidad abstracta: lograr paz y la armonía social (260). Esto se traduce, en
términos procesales, en la facultad del consumidor, de acudir a los tribunales de
justicia para requerir la tutela jurídica de un derecho o de un interés legítimo. Esta
noción tendría que ser integrada a la defensa de los derechos de los consumidores
que se plantea en el artículo 65º de la Constitución política de nuestro país.
260. ECHANDÍA, Devis, Teoría General del Proceso, Tomo I, Buenos Aires, Editorial Universidad,
1984, p. 197, citado por SOTOMARINO, Roxana , Ob. Cit.
203
Cabe destacar que al analizar el título VI, es posible observar ciertos vacíos
procesales, lo cual se va a plasmar en el acceso a la justicia de los consumidores.
Ellos, de accionar ante la autoridad judicial, podrían verse obligados s superar la doble
instancia y llegar hasta la corte suprema en casación, lo cual puede tardar la atención
de sus conflictos por un plazo aproximado de 03 a 05 años.
Falta aún, que el legislador desarrolle reglas procesales tal y como lo ha hecho por
ejemplo, el legislador español quien en el artículo 15º de la Ley 1/2000 de 07 de enero,
de Enjuiciamiento Civil con sus modificatorias, al pronunciarse expresamente, sobre la
forma en la que es posible accionar en la defensa colectiva de consumidores y
usuarios.
204
Por otro lado, se reconoce un importante papel a las asociaciones de consumidores en
el ejercicio de la protección procedimental, estableciéndose la legitimidad de las
asociaciones de consumidores para formular denuncias ante INDECOPI, refiriéndose
a la acción en el ámbito administrativo. Así, se ordena:
205
El Indecopi, previo acuerdo de su Consejo Directivo, se encuentra legitimado
para promover de oficio procesos judiciales relacionados a los temas de su
competencia en defensa de los intereses difusos de los consumidores,
conforme al artículo 82º del Código Procesal Civil. Las asociaciones de
consumidores debidamente reconocidas pueden promover tales procesos,
sujetándose a lo dispuesto en el artículo 82 del Código Procesal Civil.”
El artículo 131º del Código, a través de ocho incisos, regula lo relativo a la defensa de
los intereses colectivos en sede judicial. Sin embargo, como ya se adelantó, es de
advertir aspectos que pueden significar o representar obstáculos para el ejercicio
procesal de los derechos. Por ejemplo, al estar implícita la actividad comercial en el
procedimiento de venta del producto, ¿deberían intervenir los juzgados comerciales?
¿o por tratarse de una indemnización, se accionaría por la vía civil?. No quedaría clara
la competencia por cuantía y especialidad. Para salvar cualquier conflicto, convendría
un pronunciamiento expreso de la Corte Suprema a través de plenos casatorios o del
legislador.
Por otro lado, el artículo 83º del Código Procesal Civil, al que nos remite el Código de
Protección y Defensa de los Consumidores, comprendía al Ministerio Público, los
gobiernos regionales, las comunidades campesinas y/o las comunidades nativas,
siendo así, con la presente ley, se ha sumado y legitimado a una entidad del estado
Indecopi para promover acciones legales. Sin embargo la competencia territorial no se
define, lo cual es un vacío más de la presente regulación a lo que se refiere la defensa
colectiva de los consumidores. Esto se presentaría en la medida que no ha habido una
intervención de especialistas en materia procesal, impulsando los cambios.
206
131.1 El Indecopi, previo acuerdo de su Consejo Directivo, está facultado para
promover procesos en defensa de intereses colectivos de los consumidores,
los cuales se tramitan en la vía sumarísima, siendo de aplicación, en cuanto
fuera pertinente, lo establecido en el artículo 82 del Código Procesal Civil.
Asimismo, el Indecopi, previo acuerdo de su Consejo Directivo, puede delegar
la facultad señalada en el presente párrafo a las asociaciones de consumidores
debidamente reconocidas, siempre que cuenten con la adecuada
representatividad y reconocida trayectoria.
131.3 El juez confiere traslado de la demanda el mismo día que se efectúan las
publicaciones a las que se hace referencia en el artículo 82 del Código
Procesal Civil. El Indecopi representa a todos los consumidores afectados por
los hechos en que se funda el petitorio si aquellos no manifiestan
expresamente y por escrito su voluntad de no hacer valer su derecho o de
hacerlo por separado, dentro del plazo de treinta (30) días de realizadas dichas
publicaciones.”
207
CONCORDANCIAS: D.S. Nº 030-2011-PCM, Art. 5
208
Código de Protección y Defensa del Consumidor se aprueba el Reglamento de
procesos judiciales para la defensa de intereses colectivos de los consumidores y del
Fondo Especial a que hace referencia el artículo 131 de la Ley Nº 29571, Código de
Protección y Defensa del Consumidor, el cual forma parte integrante del citado
Decreto Supremo.
209
Conforme al artículo 3º expresa el cobro y distribución de los montos obtenidos en el
proceso judicial para la defensa de los intereses colectivos de los consumidores. La
distribución del monto obtenido en virtud del proceso judicial para la defensa de los
intereses colectivos de los consumidores se realiza a prorrata entre todos los
consumidores representados por el INDECOPI o por la asociación de consumidores.
No se considerarán a los consumidores que hayan expresado por escrito su voluntad
de no hacer valer su derecho o de hacerlo por separado, de conformidad con lo
establecido en la parte final del numeral 131.3 del artículo 131 de la Ley Nº 29571,
Código de Protección y Defensa del Consumidor. Dentro de un plazo de cinco (5) días
hábiles contados desde la fecha en que efectúe el cobro total o parcial del monto
dispuesto en la sentencia, el INDECOPI convocará, mediante publicación en el Diario
Oficial El Peruano y en su portal web, a todos los consumidores titulares del derecho
reconocido en la sentencia. Para el pago a los consumidores se seguirán las
siguientes reglas:
a. En caso el proceso judicial se haya iniciado en defensa de los derechos
comunes de un conjunto determinado de consumidores, éstos se apersonarán ante el
INDECOPI a efectos del pago que pudiera corresponderles.
b. En caso el proceso judicial se haya iniciado en defensa de los derechos
comunes de un conjunto determinable de consumidores, la convocatoria tendrá por
objeto que aquellos consumidores se registren dentro del plazo señalado en la
convocatoria, en el padrón que se implementará para tal fin, a efectos de establecer y
hacer efectivo el derecho que pudiera corresponderles.
c. En caso el INDECOPI realice cobros parciales, hará efectivo el pago en cada
oportunidad, a los consumidores determinados inicialmente.
d. Para proceder con el pago, INDECOPI citará a los consumidores y aquél se
realizará según los mecanismos previstos por las normas contables y financieras que
lo rigen.
En caso sea una asociación de consumidores la que deba efectuar el cobro de los
montos cuyo pago se ha dispuesto por mandato judicial, ésta deberá cumplir con las
siguientes obligaciones:
a. Efectuar las acciones procesales que resulten necesarias para que el
obligado cumpla con realizar el pago ordenado por mandato judicial.
b. Entregar al INDECOPI toda la documentación que permita identificar e
individualizar a los consumidores en cuya representación se ha promovido la
respectiva acción judicial.
210
c. Efectuar la entrega del monto total percibido o de cada uno de los montos
parciales percibidos al INDECOPI, en un plazo no mayor de dos (2) días hábiles
contados desde su percepción.
Una vez entregado al INDECOPI el monto cobrado por la asociación de
consumidores, el INDECOPI procederá conforme a lo dispuesto en los numerales 3.2.
y 3.3 del presente artículo, entendiéndose que el plazo de cinco (5) días previsto en él,
se computará desde la fecha de percepción del monto por parte del INDECOPI.
3.5. En caso de incumplimiento de pago de los montos dispuestos mediante
sentencia consentida o ejecutoriada en los procesos para la defensa de los intereses
colectivos de consumidores, el INDECOPI o la asociación de consumidores que
promovió el proceso, realizará las acciones procesales que correspondan para
asegurar la ejecución de las mismas, conforme al mandato contenido en la sentencia
judicial respectiva.
Para tal efecto, el INDECOPI o la asociación de consumidores respectiva podrá
iniciar el proceso único de ejecución previsto en el Título Quinto de la Sección Quinta
del Código Procesal Civil.
Según el artículo 4º del Decreto Supremo indicado, la ejecución de obligaciones no
dinerarias establecidas a favor de los consumidores afectados en el proceso judicial
para la defensa de intereses colectivos se realizará: a) En el caso de las obligaciones
no dinerarias judicialmente establecidas a favor de los consumidores afectados en los
procesos para la defensa de intereses colectivos, mediante sentencia consentida o
ejecutoriada, el INDECOPI o la asociación de consumidores que promovió el proceso
realizará las acciones procesales que correspondan para asegurar la correcta y célere
ejecución de las mismas. Para tal efecto, el INDECOPI o la asociación de
consumidores respectiva podrá iniciar el proceso único de ejecución previsto en el
Título Quinto de la Sección Quinta del Código Procesal Civil. B) INDECOPI coordinará
con los consumidores representados en el proceso judicial, las acciones que fueran
necesarias para disponer de las obligaciones no dinerarias dispuestas judicialmente.
C). En caso el proceso judicial se haya iniciado en defensa de los derechos comunes
de un conjunto determinable de consumidores se seguirá el procedimiento establecido
en el literal b) del numeral 3.3. del artículo 3 del presente reglamento.
La administración del fondo especial se realizará según el artículo 5º, de acuerdo a los
siguiente:
1) El saldo no reclamado de las indemnizaciones a que hace referencia el numeral
131.5 del artículo 131 del Código pasará a formar parte del fondo especial para el
financiamiento y la difusión de los derechos de los consumidores, de información
relevante para los mismos y del sistema de patrocinio de intereses de los
211
consumidores, sea que éste provenga de procesos judiciales promovidos por el
INDECOPI o por asociaciones de consumidores.
2) Los recursos de dicho fondo deberán destinarse prioritariamente al resguardo,
protección y defensa de los derechos de los consumidores de menores recursos o
que, por condiciones especiales como las previstas en el numeral 4 del artículo VI del
Título Preliminar del Código, resulten más propensos a ser víctimas de prácticas
contrarias a sus derechos. Deberá además procurarse que el uso de tales recursos se
efectúe a nivel nacional, con especial incidencia en la atención de las poblaciones
menos favorecidas económicamente, resguardando principalmente sus derechos a la
salud y seguridad.
3) El fondo especial constituye una actividad del Pliego INDECOPI, y su uso se sujeta
a las disposiciones de la administración financiera del Sector Público y a las
contenidas en la normatividad vigente aplicable. Los recursos del fondo constituyen
recursos públicos.
4). Anualmente el Consejo Directivo del INDECOPI aprobará un Plan de Gestión de
los recursos del fondo especial, el cual deberá ceñirse a los criterios establecidos en el
numeral 5.2 del artículo mencionado, y además prever el fortalecimiento del sistema
de patrocinio de intereses de los consumidores.
El INDECOPI difundirá a través de su portal web la relación de procesos judiciales
iniciados, indicando si éstos se encuentran en trámite o concluidos, incluyendo en
cada caso la síntesis de la demanda. De ser el caso, también deberá incluir en su
portal web el resultado del proceso y, en caso de un conjunto determinado de
consumidores, la relación de éstos.
Cabe señalar que el patrocinio de los intereses difusos y colectivos de los
consumidores que realice el Estado a través del INDECOPI se llevaría a cabo a través
de un Procurador Público Especializado designado conforme a las disposiciones que
rigen el Sistema de Defensa Jurídica del Estado.
No habría impedimento para que, quienes deseen accionar directamente, en forma
colectiva, interpongan su acción sin recurrir a la citada institución.
Obviamente, habría posibilidad de colaborar en la defensa en el caso de que la acción
sea interpuesta por el procurador público.
En todo caso, conviene recomendar que se analice una estrategia directa y que se
dicte una normativa que taxativamente, regule el ejercicio de estas acciones respecto
de la intervención a nivel nacional de INDECOPI, los esquemas de acumulación
subjetiva y objetiva, si se pretende facilitar la defensa en el caso de daños masivos
que son los supuestos de productos defectuosos.
212
Hay mucho por hacer aún para difundir el arbitraje de consumo desde la perspectiva
de protección a los consumidores. Debemos esperar una mejora en la redacción
general de la normativa facilitando la acumulación subjetiva y objetiva de pretensiones
y, de difundirse adecuadamente las pautas de atención de los conflictos, que se creen
juzgados especializados o se dicten pautas de atención en materia de competencia.
Se trata de la sentencia expedida por el Tercer Juzgado Civil de Chimbote con fecha
03 de mayo del 2007(261) en el Expediente N° 436-2001, que declara Fundada en
parte la demanda y ordena que Embotelladora Rivera S.A. cumpla con pagar al
demandante la suma de S/.90,000.00 (Noventa Mil y 00/100 Nuevos Soles) por
213
concepto de daños y perjuicios, más intereses legales desde la fecha en que se
produjo el accidente, con costas y costos.
Antecedentes
La demanda que originó la resolución judicial materia de análisis, fue formulada por
Jorge Christian Nazario Villalva contra Manuel Serapio Ortiz Palomino, Wilson Roberto
Bulnes y Empresa Embotelladora Rivera S.A., a fin de que en forma solidaria lo
indemnicen con la suma de cuatrocientos mil nuevos soles, más intereses, costas y
costos del proceso. El demandante sustenta su demanda en el hecho que con fecha
18 de marzo del 2000, los demandados, trabajadores de la empresa Embotelladora
Rivera S.A. (empresa comercializadora de bebidas gaseosas Pepsi y Concordia),
llegaron al inmueble de propiedad de los padres del demandante, quien tenía una
bodega, y dejaron el pedido de las bebidas gaseosas solicitadas en un depósito
contiguo a la bodega. Luego de ello el demandante al intentar mover unas cajas de
bebidas gaseosas, explotó una de ellas causándole graves lesiones que le han
ocasionado la pérdida de la visión del ojo derecho; dejando de trabajar y truncando su
desarrollo profesional. Agrega el demandante que la explosión de la botella se ha
originado por cuanto las botellas han estado expuestas mucho tiempo en el camión
repartidor. Al contestar la demanda el codemandado Wilson Roberto Bulnes Cavero,
por su propio derecho y en representación de Embotelladora Rivera S.A., señaló que
el hecho dañoso no se ha debido a la manipulación de los empleados encargados de
bajar del camión repartidor las cajas de gaseosas, ni a un defecto en su fabricación o
embotellamiento de la bebida gaseosa Pepsi Cola, sino a que el demandante ha
manipulado negligentemente las cajas de gaseosas, al trasladarlas.
214
accidente se ha debido al intentar moverse una de la cajas de bebidas
gaseosas, 2) Determinar la causa de la explosión de la botella que le ocasionó
lesión al demandante, 3) Determinar la responsabilidad de los demandados, 4)
Determinar el monto de la indemnización a que hubiere lugar.
iii) La responsabilidad civil extracontractual se produce sin que exista ninguna
relación previa entre las partes, o incluso existiendo ella, el daño es
consecuencia, no del incumplimiento de una obligación voluntaria, sino
simplemente del deber jurídico genérico de no causar daño a otro, en este
sentido se hace necesario abordar los cuatro elementos, sobre los que se
estructura dicha responsabilidad, los cuales son: 1)) La Antijuricidad, la misma
que se configura no solo cuando una conducta antijurídica necesariamente
contraviene una norma prohibitiva específicamente prevista en el ordenamiento
jurídico, sino también cuando aquella conducta viola el sistema jurídico en su
totalidad; bastando solo que dicha acción sea capaz de causar un determinado
tipo de daño, este último caso es el que se aplica a la responsabilidad civil
extracontractual; 2) El Daño, que es aquel menoscabo, lesión que se produce a
los intereses jurídicamente protegidos de los individuos y específicamente para
el caso en cuestión, el daño debe ser consecuencia del incumplimiento del
deber jurídico genérico de no causar daño a otro. Respecto a este elemento
existen dos categorías: 2.1) Daño Patrimonial, dentro del cual encontramos al
Daño Emergente, el cual está referido a aquella pérdida patrimonial
efectivamente sufrida; y al Lucro Cesante, el cual viene configurado por aquella
renta o ganancia frustrada o dejada de percibir; asimismo dentro de la
categoría 2.2) Daño extramatrimonial encontramos al Daño Moral, el cual viene
dado por aquella lesión a los sentimientos de la víctima o de sus familiares,
precisándose que la doctrina es clara al establecer que para invocar ese tipo
de daño moral deberá tratarse de un sentimiento considerado socialmente
digno y legítimo; 3) La Relación Causal, o relación de causalidad, el cual
supone la existencia de una relación causa – efecto, es decir de antecedente –
consecuencia entre la conducta antijurídica del autor y el daño causado a la
víctima; y finalmente 4) Los Factores de Atribución, que de acuerdo a nuestro
ordenamiento jurídico existen dos clases de factores de atribución: 4.1) Factor
de Atribución Subjetivo, el mismo que se construye sobre la culpa del autor; y
exige no solo que se haya causado daño a la víctima sino que el mismo sea
consecuencia del dolo o culpa del autor; 4.2) Factor de Atribución Objetivo, el
cual se construye sobre la noción de riesgo creado, en este caso no es
necesario acreditar el daño causado, pues basta con acreditar la relación de
215
causalidad y que se ha tratado de un bien o actividad que supone un riesgo
adicional al ordinario y común y por ello mismo merece la calificación de
riesgoso. En este caso la existencia o ausencia de culpa resulta
instrascendente para la configuración de un supuesto de responsabilidad
extracontractual.
iv) Se señala en la sentencia, que con el certificado médico legista Nº P 0589, de
fecha 21 de marzo del 2000, así como el Certificado Médico emitido por el
Instituto de Oftalmología (INO), del documento emitido por el médico cirujano
oculista, y de la verificación del informe y certificado médico-oftalmológico, así
como del certificado médico emitido por el Director de la Unidad de Salud La
Caleta, todos los cuales obran en autos, se colige que efectivamente el
demandante ha sufrido una grave lesión en la cara, en los párpados y
especialmente en el globo ocular derecho, con diagnóstico de ceguera en el ojo
derecho por trauma penetrante con desprendimiento de retina, quedando con
ello acreditado fehacientemente el elemento más importante para la
configuración de la responsabilidad civil el cual viene dado por el Daño
Causado; tanto patrimonial, por cuanto es un hecho objetivo que el ingreso
mensual que percibía el recurrente producto de su trabajo como técnico dental,
se ha visto truncado a consecuencia del evento dañoso ocurrido el dieciocho
de marzo del año dos mil, en ese sentido y examinando el denominado Daño
Emergente, se desprende que el actor ha sufrido una disminución en su esfera
patrimonial, y esta pérdida le sobreviene producto del evento dañoso
(accidente que le ocasionó la pérdida de la visión del ojo derecho), dejando
consecuentemente de percibir sus rentas e ingresos producto de su trabajo
como técnico dental en un Centro Médico. Asimismo, se verifica también la
existencia de Lucro Cesante, el cual se manifiesta en el no aumento del
patrimonio del demandante; ya que la ganancia económica que obtenía por su
trabajo (conforme aparece de los recibos de ingresos obrante fojas doscientos
sesenta y nueve a doscientos noventa) se ha visto frustrada a consecuencia
del daño ocasionado, causándole dicha circunstancia evidentemente un
perjuicio económico. Asimismo en cuanto al Daño Moral, previsto en el artículo
1984º del Código Civil, se señala en la sentencia que si bien es cierto existe
mucha dificultad para ser probada por cuanto dicho daño es esencialmente
subjetivo por constituir sentimientos intrínsecos de la persona, sin embargo tal
circunstancia no es óbice para que el Juez haciendo uso de su criterio y libre
valoración, verifique si la conducta de los codemandados arrastra consigo
algún tipo de daño en los sentimientos de la víctima; y de la valoración del
216
presente caso se deduce que efectivamente el hecho de la pérdida de un
órgano con tal importancia como es la vista, aún cuando esta pérdida sea
parcial constituye un grave perjuicio moral en cualquier ser humano.
v) En lo que respecta a la denominada antijuridicidad, en la sentencia se señala
que ésta se encuentra presente en el caso de autos, pues el evento dañoso ha
sido capaz de causar en el demandante daños, tanto patrimoniales como
extramatrimoniales, al haber contravenido con su conducta el deber genérico
de no causar daño a otro.
vi) En cuanto a la Relación de Causalidad, en la citada sentencia se señala que de
la verificación del Acta de la Audiencia de Explicación Pericial, se colige que
efectivamente el evento dañoso en la víctima se produjo a consecuencia de la
explosión del contenido de una de las bebidas gaseosas que la embotelladora
proporcionó al demandante, en ese sentido cabe agregar lo sostenido por los
peritos, los cuales expresan; “que la explosión del envase por efecto de la
presión interna, técnicamente solo es posible, si es que dicho envase acusa
algún tipo de debilitamiento, sea por rajadura, quiñadura, etc.”. Asimismo, los
peritos descartaron la posibilidad de que la botella se haya caído y que
producto del impacto haya explosionado, señalando: “se descarta en razón a
que la base de la botella está intacta y la tapa rosca del envase está rota en
dos partes”, descartándose de esa manera la hipótesis sostenida por los
codemandados respecto de que la explosión de dicha botella se debió a la
manipulación por parte del demandante al intentar mover las cajas de
gaseosas de otra posición; quedando así acreditado que efectivamente existe
una relación causa-efecto, es decir Relación de Causalidad, entre la conducta
antijurídica de la parte demandada y el daño ocasionado a la víctima, al
haberse establecido que efectivamente la explosión de las bebidas gaseosas
sólo pudo ser originada por causas que le son imputables a la embotelladora
demandada
vii) Respecto al factor de atribución atribuible, en la sentencia se establece que en
el presente proceso el mismo viene dado por el Factor de Atribución Subjetivo,
el cual se construye específicamente sobre la negligencia por parte de la
empresa demandada de preocuparse por la fabricación del producto, y de velar
por que éstos se encuentren en las mejores condiciones, en ese sentido es
aplicable el artículo 1969º del Código Civil, el cual señala “aquel que por dolo o
culpa causa un daño a otro está obligado a indemnizarlo. El descargo por falta
de dolo o culpa corresponde a su autor”, siendo ello así, se colige que
efectivamente en el presente caso se da un caso de responsabilidad civil
217
extracontractual, de lo que se deduce que el demandante debe ser
indemnizado.
viii) En cuanto a la responsabilidad civil de las personas naturales demandadas, en
la sentencia se indica que no se le ha encontrado responsabilidad civil, desde
la óptica civil que maneja el Juzgado por tanto debe declararse infundada la
demanda de indemnización de daños y perjuicios respecto de dichos
codemandados, máxime si en autos tampoco está probado que los
demandados Manuel Serapio Ortiz Palomino y Wilson Roberto Bulnes Cavero,
hayan estado relacionados directamente como dependientes de la fabricación
de la botella o el embotellado de las bebidas gaseosas; precisándose que la
posición del Juez se basa en la doctrina civil de la responsabilidad del
empresario por el riesgo de la empresa en la cual la figura del concreto
dependiente –y su personal culpabilidad- pasan a ser jurídicamente irrelevantes
a la hora de imputar responsabilidad al titular. Se trata de todos aquellos casos
en los que el daño es más o menos inevitable de la actividad propia de una
determinada empresa, sin que se pueda determinar el grado de participación
que corresponde al factor humano (dependiente) (comprendido en un concepto
amplio al trabajador o un gerente) de la misma empresa. El daño es causado
por un conjunto más o menos anónimo de elementos materiales y personales
dentro de una empresa, sin que la participación personal del empleado tenga
una relevancia jurídica determinada. La razón: El hecho de que la empresa
tenga o no personalidad propia, constituye una organización de hombres y
bienes en los que los segundos están sometidos a la actividad de los primeros;
responden de ella (de la organización), de allí que en el caso de autos la
empresa demandada deba responder por los daños y perjuicios causados
precisamente también por el riesgo de la empresa, que conlleva objetivamente
toda actividad concreta en la fabricación de productos, y como tal la empresa
demandada es la responsable civilmente.
218
puesto en el mercado, incluyendo su apariencia, el uso de cualquier marca, la
publicidad referida al mismo o el empleo de instrucciones o advertencias; c) El
uso previsible del producto; y, d) Los materiales, el contenido y la condición del
producto”.
262 De los informes periciales actuados en el proceso se puede inferir que la explosión de la
botella se debió a un defecto del producto.
219
resoluciones judiciales nacionales que recurran a dicha regulación para
resolver conflictos que se deriven de dicho tipo de responsabilidad, lo cual se
debe a la creencia errónea de parte de los Abogados y de los Jueces, de que
dicha regulación está reservada a Indecopi.
Análisis:
No obstante que el presente caso trata sobre la medida cautelar innovativa que fue
declarada a favor de TOYOTA, vale la pena referirse sobre el fondo del asunto. Cabe
resaltar la discusión en relación a la devolución del bien o la devolución del importe
líquido pagado. Lo importante aquí es que la discusión sobre el principal radicará en
que si la camioneta RAV4 vendida por el concesionario y donde le hicieron el
mantenimiento y cambios de repuestos representa un producto defectuoso de origen o
bastará con el cambio del conjunto del Eje intermedio de Dirección del vehículo
evitando el ruido molestoso. Hay que precisar que la Comisión de Indecopi-Arequipa
declaró fundada la denuncia ordenando el cambio del vehículo por uno nuevo y el
Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual confirmó la
apelada. En este contexto, administrativamente INDECOPI no se ha pronunciado
específicamente por la reparación por daño por producto defectuoso, pero resuelve en
el sentido del artículo 8° de la Ley de Protección al Consumidor- Decreto Legislativo
716, como sí lo hace explícitamente el Código de Protección y Defensa del
Consumidor en los artículos 100° y siguientes.
220
Casación N° 3526-2008, proviene de la Sala de Derecho Constitucional y Social
Permanente de la Corte Suprema de Justicia en los seguidos por la Empresa
MOTORES DE LOS ANDES S.A. (antes DIVEMOTOR S.A.) contra INDECOPI y otro
sobre impugnación de resolución administrativa.
Sumilla: La Corte Suprema declara infundado el recurso de casación destacando que
no existe afectación del derecho de motivación de la resolución recurrida, por lo que se
han valorado los medios probatorios incluyendo los informes técnicos. Dado que el
proceso proviene de una acción contencioso administrativa no es pertinente entrar en
el análisis si la afirmación respecto a que los desperfectos del vehículo resultaban
preexistentes a su venta.
Análisis:
El primera instancia se declaró infundada la demanda, la misma que fue confirmada.
DIVEMOTOR S.A. le vende al señor Walter Francisco Gutiérrez Camacho un vehículo
marca Mercedes Benz, modelo C200 Kompressor para su uso en las pistas del Perú,
sin hacerle ninguna recomendación sobre su uso especial en las mismas y suministro
de tipo de gasolina o afectación de gasolina que se expende en los grifos del Perú. De
los informes técnicos se colige que las fallas de suspensión denunciadas por el
afectado a DIVEMOTOR se debían a golpes o desgaste inusual en la estructura del
vehículo y que se le abasteció de combustible inadecuado para el funcionamiento del
motor.
Al respecto bien hace la Sala en señalar que como complemento a la obligación de los
proveedores de brindar información necesaria y suficiente al consumidor, está la
responsabilidad de los primeros por la idoneidad y calidad de los productos y servicios
entregados al consumidor, por lo tanto, éstos deben responder a la finalidad para lo
cuál fueron ideados y adquiridos. En tal contexto, se concluye que existe una garantía
implícita por parte del proveedor de responder en el caso que el bien o servicio no
resulte idóneo para la expectativa de los consumidores razonables conforme a las
condiciones en que el producto fue ofrecido, aún cuando se haya vencido el plazo de
la garantía explícita.
La información es un elemento importante para salvaguardar el derecho del
consumidor, por lo que ésta debe estar consignada en forma veraz, suficiente y
apropiada, lo que incluye el término y condiciones del producto o servicio ofrecido, de
tal forma que cualquier consumidor razonable esté en la condición de tomar una
decisión libre y absoluta al adquirir un producto o contratar un servicio.
221
Hemos seleccionado diversas sentencias para los efectos de determinar las pautas
que se vienen dictando respecto al tratamiento a nivel judicial en el Derecho
comparado cuanto a la responsabilidad civil por productos defectuosos. A diferencia
de lo que ocurre a nivel nacional, en donde no fue posible ubicar ninguna resolución
judicial en la que se haya recurrido a la Ley de Protección al Consumidor o al vigente
Código de Protección y Defensa del Consumidor, la jurisprudencia del Derecho
comparado, inclusive en países de Sudamérica, muestra mayor calidad resolutiva y
conocimiento de la problemática.
Antecedentes
222
En España, la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios, del Ministerio de
Sanidad y Consumo dictó la resolución de 27 de julio de 2000, por la que acordaba
que fueran localizadas las portadoras de esas prótesis y aconsejaba que se
sometieran a la explantación siguiendo el protocolo anexo a dicha resolución, y la
sustitución de las prótesis por otras que eligieran los pacientes, sin coste alguno para
ellas, pues corría con los gastos la empresa británica comercializadora. La explicación
de dichas recomendaciones, contenidas en la resolución, era por una medida de
prudencia con base en el artículo 26 Ley General de Sanidad, aunque hasta el
momento de resolver en segunda instancia no se tenía conocimiento de que se
hubiesen comunicado efectos genotóxicos en pacientes portadoras ni en su
descendencia.
223
El Tribunal Supremo considera lo siguiente:
224
de comprobación en el momento de la puesta en circulación de la falta
de toxicidad o peligrosidad, cuando esta aparece como razonablemente
posible. En estos casos solamente puede quedar eximido de
responsabilidad el importador o fabricante cuando pruebe que la
ausencia de estas comprobaciones responde al hecho de no ser
exigibles de acuerdo con “el estado de los conocimientos científicos y
técnicos existentes en el momento de la puesta en circulación”. Defecto
de seguridad es, en suma, no solamente aquel que se concreta en la
existencia de riesgos derivados de la toxicidad o peligrosidad, sino
también el que consiste en la ausencia de las comprobaciones
necesarias para excluir dichos riesgos, pues esta ausencia constituye,
por sí misma, un riesgo.
vi) En el caso examinado, según los hechos que se admiten como
probados, la extracción que se aconsejó a las portadoras de las prótesis
a las que se imputa la existencia de un defecto obedecía a que la
agencia británica competente para la distribución de los servicios
sanitarios había recibido comunicados sobre complicaciones locales y a
que la empresa fabricante a la que se plantearon cuestiones relativas a
la seguridad a largo plazo del dispositivo, y, especialmente, datos
toxicológicos sobre los productos de degradación procedentes del
aceite de soja, que era el material de relleno, no estaba en condiciones
de responder a los interrogantes planteados por falta de los estudios
necesarios, y optó por paralizar la comercialización y producción de la
prótesis en Europa. Las autoridades médicas españolas, según el
mismo relato de hechos, optaron por la misma solución, aconsejando la
extracción de las prótesis implantadas.
vii) Se concluye el carácter defectuoso del producto implantado, en virtud
de los siguientes razonamientos:
a) De acuerdo con la doctrina general que se ha expuesto, la
inexistencia de estudios en la empresa fabricante sobre la
comprobación de los posibles efectos tóxicos de relleno de las
prótesis, revela un defecto del producto determinante de
responsabilidad por los daños producidos.
b) Este daño consiste en los perjuicios originados por la extracción
prematura de unas prótesis implantadas con la expectativa de ser
funcionales durante un período de tiempo prolongado. Este daño es
imputable al carácter defectuoso del producto, pues la necesidad de
225
una extracción prematura no tuvo lugar por causas imputables a las
pacientes o susceptibles de ser asumidas como riesgo inevitable en
un uso normal del producto, sino que se integra directamente con la
ausencia de la seguridad que cabe legítimamente exigir de
cualesquiera prótesis mamarias, de las que cabe esperar un grado
de seguridad y estabilidad suficiente garantizado por los estudios
necesarios realizados con carácter previo.
c) La parte demandada no probó que la falta de las comprobaciones
sobre la toxicidad de las prótesis obedeciera al estado de los
conocimientos científicos y técnicos en el momento en que fueron
puestas en circulación.
d) La necesidad de que cualesquiera prótesis de características
similares a las que son objeto de este proceso sean retiradas en un
plazo más o menos dilatado no es obstáculo para estimar que la
extracción prematura de dichas prótesis conlleva un daño, en este
caso imputable al carácter defectuoso del producto. Por una parte,
la estabilidad constituye una cualidad directamente relacionada con
la seguridad que cabe exigir del producto cuando este, como es el
caso, requiere un proceso quirúrgico, complejo y no inocuo, de
implantación y extracción. Por otra parte, no pueden compararse los
efectos de la extracción de una prótesis derivada de su caducidad
previsible o de problemas ordinarios en su implantación y
mantenimiento, con los de una extracción que resulta necesaria o
aconsejable para interrumpir posibles consecuencias tóxicas no
previstas sobre el organismo de la paciente.
e) El hecho de que las autoridades administrativas actuaran por
razones de precaución no es obstáculo a la existencia de
responsabilidad por el carácter defectuoso del producto. Los niveles
de seguridad exigibles en la sociedad actual comportan, como se ha
dicho, no solamente la prohibición de poner en circulación productos
tóxicos o peligrosos, sino también la exigencia de garantizar
mediante las comprobaciones previas necesarias que dichas
circunstancias no concurren. La parte demandada no ha probado
que se hubieran efectuado estas comprobaciones, cuya ausencia,
por sí misma, es determinante de un defecto de seguridad en el
producto, cifrado en el riesgo que comporta portar una prótesis
respecto de la cual se desconoce su posible carácter tóxico o
226
peligroso y se carece de una razonable garantía sobre la ausencia
de estas circunstancias.
f) El daño moral ocasionado por las prevenciones adoptadas por las
Administraciones públicas es objetivamente imputable a los
fabricantes e importadores del producto, puesto que fueron medidas
proporcionadas a la necesidad de comprobar la posible toxicidad de
un producto que se había puesto en circulación sin una
comprobación exhaustiva acerca de la ausencia de esta
característica.
g) El hecho de que no se demostrase de manera definitiva la toxicidad
del producto no obsta a su carácter defectuoso, pues, como queda
dicho, producto defectuoso no es solamente el tóxico o peligroso,
sino también aquel que se pone en circulación sin las
comprobaciones suficientes para excluir la existencia de dicha
toxicidad o peligrosidad.
viii) Acreditado el carácter defectuoso del producto, de acuerdo con lo
resuelto al examinar el recurso de casación, debe considerarse
suficientemente acreditado el nexo de causalidad entre la necesidad de
extracción de las prótesis por su carácter defectuoso y los daños
morales sufridos por las afectadas, los cuales, ponderando los distintos
grados de afectación que se ponen de manifiesto en los informes
periciales presentados en la primera instancia, se cuantifican a cada
una de las afectadas demandantes.
227
En aplicación de esta interpretación, el Tribunal Supremo Civil de España aprecia el
carácter defectuoso de los implantes, ya que su extracción se recomendó tras
constatarse por la Agencia británica competente para la distribución del producto la
existencia de múltiples complicaciones relacionadas con su toxicidad a las que la
fabricante no estaba en condiciones de responder por haber omitido los estudios
necesarios, sin que la parte demandada, a quien le incumbía, probara que dichos
estudios sobre la toxicidad de la prótesis estuvieran fuera del estado de conocimiento
técnico y científico del momento de su puesta en circulación.
Antecedentes
228
causal al no encontrarse que la leche tuviese la virtualidad para causar la
perdida de la visión que ésta alegaba.
El Tribunal Superior afirmó que pese a que a lo largo del proceso se demostró
que la leche podía ser calificada como no apta para el consumo, no se
estableció que contuviera sustancias tóxicas capaces de producir daño al
organismo de las personas; máxime si se tenía en cuenta que ninguna otra
persona, de las que hubiese podido consumir de la leche que hizo parte del
lote de producción, había presentado igual sintomatología. De hecho, aseveró
que la enfermedad padecida por la demandante con posterioridad al consumo
de la leche (diesmielinización ósea), podía tener otras causas, como su
predisposición genética. Ahora bien, en cuanto al Recurso de Casación
interpuesto por la demandante, en su esencia, se centró en que el Juzgador
había incurrido en errores de hecho al dejar de apreciar algunas pruebas y al
realizar una indebida apreciación de otras, y que esos yerros habían conducido
al tribunal a negar las pretensiones de la demanda, por estimar que la relación
de causalidad no estaba probada. Sin embargo, la Sala Suprema de Casación
Civil encontró que el recurrente no logró demostrar que del material probatorio
denunciado, afloraba manifiestamente que era posible inferir que la ingestión
de la leche fue la causa del daño sufrido por la demandante en su salud,
motivo por el cual no casó la sentencia y avaló la mayoría de las
consideraciones que había pronunciado el Tribunal de segunda instancia.
Ahora bien, la Sala Suprema de Casación Civil, en una labor que resulta
destacable, aprovechó la ocasión para realizar un análisis, detallado y
sistemático, de los mecanismos de protección del consumidor: sus
antecedentes en Norteamérica, en el ordenamiento comunitario europeo, en el
régimen constitucional y legal colombiano; de la responsabilidad de
productores y proveedores por los daños causados con productos defectuosos
en el sistema jurídico colombiano: los sujetos involucrados, la definición del
producto defectuoso, el contenido y alcance de la obligación de seguridad a
cargo de productores y proveedores, las causales de exoneración y medios de
defensa, y, finalmente de su régimen probatorio.
229
i) Los antecedentes.
230
las cosas de estos, si: a) el vendedor desarrolla la actividad de venta de
dicho producto; b) se puede esperar que el producto llegue al usuario o
al consumidor en las mismas condiciones en las que fue vendido. 2)
Esa regla se aplica también si: a) el vendedor ha ejercido toda la
diligencia posible en la fabricación y en la venta del producto; b) el
usuario o el consumidor no han adquirido directamente del vendedor o
no han establecido relaciones contractuales directas con él.
En el comentario pertinente, los compiladores de ese “Restatement”
precisan en los siguientes términos la naturaleza y el ámbito de la
responsabilidad del fabricante: a) se trata de una responsabilidad
objetiva en la medida en que lo hace responsable frente al consumidor,
incluso en la hipótesis de que haya observado toda la diligencia posible
en la elaboración o venta de los productos; no obstante, la obligación a
estos impuesta es la de proveer productos que no sean
irrazonablemente peligrosos o defectuosos, no la de proveer productos
perfectamente seguros; b) esa imputación se justifica porque al poner a
circular el producto para que sea consumido el productor asume una
responsabilidad especial frente a aquellas personas que pueden ser
dañadas; c) el público tiene derecho a esperar que aquél asuma esa
responsabilidad por la confianza que dispensa a los productos que
adquiere para satisfacer necesidades propias y, por ende, los principios
sociales exigen que el peso de los incidentes provocados por los
productos destinados al consumo recaigan en aquellos que los han
puesto en venta y que se considere como un costo de producción,
contra el cual el vendedor puede optar por un seguro; d) esa regla no se
aplica, sin embargo, a aquellos que son meros vendedores ocasionales,
como acontece, v. gr., con el ama de casa que “vende un pomo de
mermelada o algo de azúcar a su vecina”, o el propietario de un
automóvil que lo vende a un tercero; e) esta responsabilidad se aplica
solamente en caso de que el producto, al momento de dejar las manos
del vendedor, se encuentra en una condición ignota para el consumidor
final de que será irrazonablemente peligrosa para él. El “Restatement
(3d) of Torts: Products Liability” consagra el principio de la
responsabilidad por productos, según el cual las empresas comerciales
son responsables de los daños causados por los productos defectuosos
comercializados por ellos; así mismo, establece que un producto será
defectuoso cuando al momento de su venta o distribución contiene un
231
desperfecto de fabricación, o porque es imperfecto su diseño o lo es por
inadecuadas instrucciones o advertencias.
232
de otro modo, acaece esa causal de inimputabilidad cuando, conforme
a los dictados de la ciencia o de la técnica, entonces en vigor, el
producto se consideraba inocuo, pero que posteriores investigaciones
demuestran que es dañoso. A esa circunstancia no alude
explícitamente el Derecho Norteamericano, al paso que otros
regímenes, como el español, la admiten en términos generales, pero la
excluyen respecto de ciertos productos como los alimentos o los
fármacos.
.
ii) Responsabilidad de productores y proveedores por los daños
causados con productos defectuosos en el sistema jurídico
colombiano.
233
enfrentan, en cuanto empresarios profesionales, un juicio de imputación
de responsabilidad, fundado, primordialmente, en el hecho de haber
puesto en circulación un producto defectuoso (Sentencia C 1141 de
2000).
Con miras a precisar el sentido del concepto, resulta oportuno memorar
cómo el artículo 6° de la Directiva Europea 85/374 establece que un
producto es defectuoso cuando no ofrece la seguridad que una persona
puede legítimamente esperar, teniendo en cuenta todas las
circunstancias, esto es, entre otras, las relativas a su presentación y al
uso que razonablemente pudiera esperarse de él al momento en que
fue introducido en el mercado. En síntesis, siguiendo a la doctrina
especializada, puede concluirse, conforme a las disposiciones
contenidas en esa reglamentación y en la Directiva 92/59, que se
consideran productos seguros aquellos que ofrezcan, en condiciones
normales o razonablemente previsibles, desde su primera puesta en el
mercado y durante todo el tiempo probable de utilización, la seguridad
que las personas pueden razonable y legítimamente esperar para ellas
y sus bienes, teniendo en cuenta las circunstancias en que fueron
colocado esos productos en el mercado a disposición de los
consumidores y usuarios. Como anteriormente se reseñó, la sección
402 A del “Restatement (second) of torts de 1965” ( Estados Unidos de
Norteamérica) precisa que incurre en responsabilidad quien vende un
producto defectuoso, peligroso más allá de lo que es razonable para la
salud o los bienes del consumidor o último usuario que sufre perjuicios
por la utilización de ese bien.
Inclusive, en el Derecho de ese país se acuñó una clasificación que
además de haberse generalizado, brinda criterios atendibles. Así, se
habla de: a) “defectos de concepción o diseño”, cuando a pesar de
haber sido correctamente fabricado, fue diseñado sin que atendiera las
expectativas de seguridad esperadas, de acuerdo con las necesidades,
los costos o el desarrollo tecnológico; para efecto de establecer si un
producto tiene defectos de concepción se han elaborado una serie de
criterios prácticos que permiten al juez establecerlo y que no es
necesario reseñar acá; b) “defectos de fabricación”, cuando el
desperfecto obedece a fallas originadas en la fase de producción, que
alteran el resultado final del proceso; desde esa perspectiva, carece de
las características y condiciones de otros pertenecientes a la misma
234
línea de fabricación; c) “defectos de instrucción o información”, cuando
el bien manufacturado ocasiona un daño al consumidor por causa de
haber omitido el fabricante las instrucciones e informaciones necesarias
para su cabal utilización, mayormente si se trata de cosas peligrosas; d)
“defectos de conservación”, cuando los envases o empaques del
producto son deficientes, como acontece, v. gr., con los alimentos que
por esa causa se descomponen y ocasionan daños al consumidor. El
Código de Defensa del Consumidor brasileño, prevé, igualmente, que
un producto es defectuoso cuando no ofrece la seguridad que de él se
espera legítimamente, teniendo en consideración: a) su presentación; b)
el uso o los riesgos que razonablemente se esperan; e) la época en que
fue colocado en circulación, y d) que el producto no será considerado
defectuoso por la aparición de otro de mejor calidad que haya sido
puesto en el mercado. En similar sentido se encamina el régimen
peruano, cuya Ley de Protección al Consumidor consagra la
responsabilidad de los proveedores por los daños causados a la
integridad física de los consumidores o a sus bienes, por defectos de
sus productos. Precisa que un producto es defectuoso cuando no
ofrece la seguridad a que las personas tienen derecho, debiéndose
tomar en consideración, entre otros aspectos, su diseño, la manera
como ha sido puesto en el mercado (apariencia, publicidad que
incorpora, instrucciones y advertencias), su uso previsible.
En ese orden de ideas, es dable entender que un producto es
defectuoso cuando no ofrece la seguridad que legítimamente se espera
de él, condición que, en consecuencia se predica no por su falta de
aptitud para el uso para el que fue adquirido, sino por no cumplir las
condiciones de seguridad a que tiene derecho el público, excluyendo,
por supuesto, cualquier utilización abusiva. Vale decir, que se trata de
un concepto que no guarda necesaria correspondencia con la noción de
vicios de la cosa, o de ineptitud de ésta, o de ausencia de las calidades
esperadas, criterios todos estos a los que alude el inciso primero del
artículo 78 de la Carta Política, y que con mayor detenimiento desarrolla
el Decreto 3466 de 1982, pues es posible que ella sea inidónea pero no
defectuosa, como acontece, v. gr., con los aparatos que no funcionan o
no tienen las calidades pertinentes, pero que de ninguna manera ponen
en riesgo al usuario; puede ocurrir, igualmente, que a pesar de ser
idóneo el producto sea defectuoso. Así sucede, por ejemplo, cuando
235
carece de las instrucciones necesarias para su adecuada y confiable
utilización, o cuando por deficiencias en el embalaje pone en riesgo al
consumidor. No sobra advertir, en todo caso, que la seguridad que el
consumidor puede legítimamente esperar no se concibe en términos
absolutos; de ahí que nadie pueda anhelar que objetos ineludiblemente
peligrosos (un arma, un raticida, algunas herramientas, etc.), que por su
propia naturaleza comportan un riesgo y que como tales son dados a
conocer al público, tengan tal grado de seguridad del que
esencialmente carecen. La obligación de seguridad cuyo
incumplimiento genera el deber indemnizatorio de que aquí se trata es
aquella a la que razonablemente se puede aspirar; en consecuencia
quedan excluidas las situaciones en las que el carácter riesgoso del
producto es aceptado o conocido por el público y debería, pues, serlo
también por la víctima.
c) Obligación de seguridad a cargo de productores y proveedores. Como
ha quedado visto, conforme al mandato constitucional previsto en el
artículo 78 de la Carta Política, sobre unos y otros recae una obligación
de seguridad a favor de los consumidores, esto es, que el conjunto de
prestaciones a su cargo no se agota con el deber de poner en
circulación cosas con la calidad e idoneidad requeridas, sino que
incorpora, también, la garantía de que el consumidor no sufrirá en su
persona o sus bienes ningún daño por causa de estas. Y si bien el
contenido del deber de seguridad puede ser variable, habida cuenta
que en ocasiones, quizás las menos, corresponde, simplemente, a un
deber de prudencia y diligencia encaminado a evitar la ocurrencia de
algún incidente que lesione a otro, de modo que el acreedor asume la
carga de probar la negligencia del deudor, en otras oportunidades, que
cada vez son más, tiene el carácter de una obligación de resultado, en
cuyo caso el deudor se compromete a evitar que el acreedor sufra
cualquier accidente que lesione su persona o sus bienes, salvo, claro
está, que el daño obedezca a una causa extraña. Si bien, se decía, el
deber de seguridad puede tener cualquiera de esas dos connotaciones,
lo cierto es que, dadas las condiciones de inferioridad en las que se
encuentra el consumidor, la asimetría de la relación que lo une con el
productor, la superioridad económica de éste, la particular protección
que en su favor estructura el ordenamiento, entre una muchedumbre de
razones, en la hipótesis en estudio, a juicio de esta Corporación,
236
adquiere la entidad de una evidente obligación de resultado, cuyo
incumplimiento impone a fabricantes y comercializadores el deber
ineludible de resarcir el daño padecido por el consumidor, a menos
claro está, que demuestren que éste sobrevino por causa de un hecho
extraño que, en cuanto tal, disloca el nexo causal entre la defectuosidad
del producto y el perjuicio recibido por éste.
237
comprobar el defecto de seguridad que afecta al producto, no debe la
víctima incursionar en el examen del proceso de fabricación para
demostrar que el defecto se debe a un diseño desacertado o a una
indebida fabricación, sino que se debe limitar a probar que éste no
ofrecía la seguridad a la que una persona tiene legítimamente derecho.
Es claro que los jueces pueden deducir, atendiendo las circunstancias
del caso (el embalaje del objeto, los usos sociales y mercantiles, o la
imposibilidad de haber sido manipulado por terceros, etc.,) que fue el
fabricante quien introdujo el producto defectuoso en el mercado y le
corresponderá a éste demostrar lo contrario. Corresponde a la víctima,
así mismo, probar que el daño le fue causado precisamente por el
carácter defectuoso del producto, de manera que no basta con
demostrar que éste tiene esa condición. Es necesario acreditar que el
perjuicio se produjo como consecuencia del defecto. En ese orden de
ideas, incumbe al demandante acreditar que el defecto de seguridad ha
contribuido definitiva y forzosamente en la realización del daño. En
síntesis, si bien puede decirse que corresponde a la víctima desarrollar
una ardua tarea en materia probatoria, lo cierto es que la carga que le
incumbe se atenúa en cuanto le es dado al juzgador presumir a) que el
producto ha sido puesto en circulación por el fabricante o productor; b)
que el defecto existía en el momento en el que se introdujo en el
mercado, y c) y que fue el fabricante quien lo elaboró para venderlo.
Análisis
238
La demandante, reclama una determinada suma de dinero, que es aceptada por la
Audiencia Provincial, condenando a ambas demandadas a pagar dos millones de
pesetas solidariamente.
Comentario:
239
La sentencia se dictó de la manera que se precisa a continuación:
ANTECEDENTES DE HECHO
1. En dichos Autos, por el lltmo. Sr. Magistrado Juez de Primera Instancia de Valencia
número Uno, en fecha 4 de octubre de 1988, se dictó sentencia cuya parte dispositiva
es como sigue:
FALLO
Que estimando en parte la demanda presentada por D.a Amparo Navalón Cantero
contra Carbónica Valenciana, S. A., y desestimándola contra Consum, Sociedad
Cooperativa Limitada, condeno a aquella demandada a que abone a la adora la suma
de 1.500.000 pesetas; sin hacer declaración de condena en costas
240
3. En la tramitación del recurso se han obser vado las prescripciones y formalidades
legales, excepto el término para sentencia, ante la acu mulación de asuntos en fase de
decisión.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO
SEGUNDO
Fallo del TRIBUNAL SUPREMO, SALA 1°, en la Sentencia del 09 de octubre de 1999,
cuyo ponente fue González Poveda.
Resumen de hechos
Sobre las 23:30 h del día 16 de enero de 1991, el matrimonio formado por D. Juan F.
G. y D. María Joana M.T., nacida el 6 de junio de 1962, embarcaron en el Puerto de
Palma de Mallorca y con destino a Barcelona, en el buque “Cuidad de Palma”, de
titularidad de la Compañía T, SA., permaneciendo ambos en el salón de televisión
hasta las 02:00 h del inmediato día siguiente. Ya en el camarote asignado, pasadas
las 05:00 h, el Sr. Juan F.G, se apercibió de que su esposa, que previamente había
ingerido un comprimido de “Biodramina” para el mareo, se dirigía al baño, y alarmado
al comprobar que no regresaba, comprobó que la misma se hallaba desvanecida.
Avisado por otro pasajero uno de los camareros de a bordo, éste dio cuenta de la
241
situación al sobrecargo, quien acudió al lugar, y apercibido de lo ocurrido, se aprestó a
comunicarlo al capitán, quedando reflejado en el Diario de Navegación del Buque que
dicho informe se produjo a las 06:00 h. Al propio tiempo se requirió la presencia de
algún médico a bordo por el servicio megafonía con resultado negativo, pues sólo se
apersonó en el camarote un ciudadano extranjero que dijo ser socorrista, quien
administró oxigeno a la enferma, maniobra que interrumpió al no estar seguro de su
resultado y por no responsabilizarse ninguno de de los presentes de la misma, a pesar
de lo cual se le hizo respiración artificial “boca a boca” y masaje cardiaco.
Simultáneamente, los responsables del buque se pusieron en contacto con el centro
de radio-médico de Madrid, de servicio las veinticuatro horas del día, que aconsejó
tomar las constantes vitales, así como efectuar maniobras de reanimación cardio-
pulmonar. La enferma dio una temperatura corporal de 36,5°, sin que se le hallara el
pulso a pesar de los intentos. En dichos instantes el “Ciudad de Palma” se hallaba a
más de10 millas del Puerto de Barcelona, ordenando el Capitán acelerar su marcha,
siendo así que a la llegada a dicha capital, avisada una ambulancia por el Centro
coordinador de Medicina Marítima, tras desalojar los pasillos y rampas del buque con
la celeridad que las circunstancias imponían, se evacuó a la Sra. María Joana M.T.
hasta el Hospital de M. de Barcelona., en cuyo centro ingresó cadáver a las 08:55 h.
Practicada la autopsia, revelo cardiomegalia con adelgazamiento de miocardio a nivel
del ventrículo izquierdo y coronarias esclerosadas ,siendo el diagnostico anatómico el
de edema pulmonar, esclerosis coronaria, infarto de miocardio y congestión visceral.
El tipo de muerte se calificó de “natural súbita”; la causa, de paro cardíaco y el
mecanismo lesivo, de infarto agudo de miocardio. A bordo del “Ciudad de Palma”
existía el botiquín reglamentariamente ordenado, provisto de los medicamentos
preceptuados e incluso actualizados a instancias de la propia compañía T. SA. E
inspeccionado satisfactoriamente por las autoridades sanitarias en fecha 8 de marzo
de 1990.
Análisis
Parte del Tribunal Supremo del reconocimiento, por el artículo 2.1.a) de la LGDCU,
como derecho básico de los consumidores y usuarios, “la protección contra los riesgos
que puedan afectar su salud o seguridad”. Este artículo es conectado con lo dispuesto
en el artículo 3.1, según el cual “los productos, actividades y servicios puestos en el
artículo 3.1, según el cual “los productos, actividades y servicios puestos en el
mercado a disposición de los consumidores o usuarios no implicarán riesgos para su
salud o seguridad, salvo los usual o reglamentariamente admitidos en condiciones
242
normales y previsibles de utilización”. Atendida la naturaleza del servicio prestado en
este caso, el transporte marítimo de personas, la obligación de la porteadora se
resuelve en la de conducir incólume al pasajero hasta su lugar de destino, adoptando
las medidas de protección necesarias contra los riesgos de mar, así como contra los
provenientes de una utilización normal por los pasajeros de las instalaciones de la
nave. El riesgo de sufrir una enfermedad repentina los pasajeros de la embarcación,
no preveniente de ese deber de protección y de la obligación de indemnizar los daños.
Análisis:
243
c) Por cuanto el proveedor había cumplido con indicar en el
Manual del vehiculo las medidas de seguridad, señalando en forma
expresa que era necesario el uso del cinturón de seguridad y que las
bolsas de aire eran “Medios Complementarios al Cinturón
Delantero”..
Comentario:
244
que poco o nada se respetan las reglas de tránsito, los accidentes
automovilísticos son frecuentes y causa de muerte y/o daños temporales o
permanentes en la salud de un gran número de personas.
Según declaraciones del Ministerio de Transportes en el año 2009, cada año
mueren 3,500 personas en las carreteras de país, lo cual equivale
aproximadamente a 10 muertes por día. Se puede decir que cada dos horas
durante las 24 horas del día, muere una persona en la carretera. Este dato no
es muy diferente de lo que ocurre en otros lugares el mundo. De acuerdo a la
OMS 1.2 millones de personas mueren en el mundo por accidentes en las
carreteras, 90% de ellas en países pobres. Adicionalmente, se calcula
también que unas 50 millones de personas quedan afectadas por las
secuelas de un accidente. En el caso del Perú con unas 35,000 personas las
que todos los años sufren las consecuencias de un accidente. No estamos de
acuerdo con lo resuelto en la sentencia en comento que ha minimizado el
análisis de la obligación del proveedor de proporcionar información, aplicando
únicamente la definición del contenido de la palabra “Complementario”
utilizada por el proveedor en el Manual del vehículo. Según nuestra opinión,
los considerandos de la sentencia en aplicación del Código de debieron ser
los siguientes:
245
conductor se aproxime demasiado ante el impacto, a la bolsa de aire
una vez inflada y ocurriera lo que efectivamente ocurrió en este caso,
que la sustancia química que acciona que la bolsa se infle, quemara
la piel de los ocupantes del automóvil.
246
conocer en los autos del epígrafe, respecto de las cuestiones sometidas a su
decisión, a fin de determinar si es arreglada a derecho la sentencia apelada.
Practicado el sorteo correspondiente resultó el siguiente orden de votación:
Sres. Jueces de Cámara Dres. GALMARINI.POSSE SAGUIER.ZANNONI.
247
las pruebas ofrecidas por las partes, sino las que sean pertinentes y
conduzcan a la solución de las cuestiones debatidas, pudiendo escoger las
que estimen decisivas (Santiago. C. Fassi, "Código Procesal Civil y
Comercial, comentado, anotado y concordado", T. I, p. 278/279, nº 543, ed.
Astrea, Bs. As. 1971).
248
despedida hacia adelante a la velocidad que circulaba el automotor; 6°) el
sensor frontal de choque activó el sistema de inflado de la bolsa de aire,
produciendo la reacción química y la liberación de gas nitrógeno a alta
temperatura, y por lo apuntado en el párrafo precedente el estallido de la
bolsa se produjo contra el abdomen de la actora prácticamente pegada al
volante. Esto no dejó espacio para la expansión de la bolsa, lo que originó un
fuerte golpe y quemadura de ropa/ cuerpo de la actora en esa área; 7°) la
bolsa de aire se infló totalmente instantáneamente para desinflarse casi
totalmente después de un tiempo similar; 8°) el Sr. Arce pensando que su
conductora se hallaba en peligro la empujó hacia el exterior del automóvil
donde quedó tendida sobre el pavimento (ver esp fs. 327). Explica el perito
que el "airbag" estalló dentro de la "zona de riesgo", para el cuerpo humano
pues aunque el automóvil de la actora poseía pretensores de cinturón de
seguridad, que minimizan el movimiento hacia adelante que pueda tener el
conductor ante cualquier eventual choque frontal, éstos no actuaron porque la
actora no tenía colocado su cinturón (ver fs. 409).
Aún cuando las quejas de los actores se centran principalmente en los items
indemnizatorios, insisten en la versión de los hechos que ellos desarrollan en
la demanda, especialmente en cuanto aluden al fuego provocado por la
explosión del "airbag", pero en manera alguna rebaten lo expresado por el Sr.
Juez en cuanto descarta que en el caso hubiera habido fuego, con sustento
en lo señalado por el experto en el sentido de que de otra forma los efectos
del fuego se hubieran transmitido al resto del automóvil (fs.550 vta., primer
párrafo), explicando que la elevada temperatura que produce durante
instantes la expansión del gas para inflar la bolsa protectora, es suficiente
para producir quemaduras (fs. 550 y vta.). No refutados estos aspectos
referidos a la falta de acreditación de la existencia de vicios o fallas en el
"airbag" y a la inexistencia de fuego o incendio alguno, deben desestimarse
las consideraciones de ambos actores sobre esos puntos.
249
el deber de información que pesaba sobre ella. Respecto del deber de
información la ley 24.240 establece que "quienes produzcan, importen,
distribuyan o comercialicen cosas o presten servicios, deben suministrar a los
consumidores o usuarios, en forma cierta y objetiva, información veraz,
detallada, eficaz y suficiente sobre las características esenciales de los
mismos" (art. 4°). En el mismo sentido el decreto reglamentario dispone que "
los proveedores de cosas o servicios que, posteriormente a la introducción de
los mismos en el mercado de consumo, tengan conocimiento de su
peligrosidad , deberán comunicar inmediatamente a las autoridades
competentes y a los consumidores mediante anuncios publicitarios
suficientes"
250
deben adoptarse para evitar daños graves (ver puntos 1.14/1.19, esp. Punto
1.17, fs. 26 vta./29). El texto expreso dice: "Todas las advertencias que se
dan van destinadas a que no se impida el despliegue de la bolsa hinchable,
para evitar así daños graves directos por proyección durante su apertura" (fs.
28 vta., punto 1.18 del manual de utilización del Twingo).
Si bien el perito ingeniero mecánico afirma que de acuerdo con el manual del
Renautl Twingo "...el "air bag", no sustituye el cinturón de seguridad y
aconseja su uso en todos los desplazamientos para garantizar la seguridad",
entiende que no especifica en forma clara y contundente los peligros que la
acción conlleva..." (ver informe pericial de fs.313//339, esp.fs. 329). Sin
embargo, después de releer y analizar el manual agregado a fs. 17/90,
especialmente en lo atinente al "airbag", estos argumentos no resultan
convincentes.
251
cautela y precaución" en la maniobra, como aduce sin fundamento a fs. 605
vta., segundo párrafo. De tal forma, la desestimación de la responsabilidad de
la fabricante, conlleva el rechazo de la demanda, por lo que resulta
innecesario tratar las demás cuestiones ligadas a los items indemnizatorios
formulados por ambas partes.
Por razones análogas a las aducidas por el vocal preopinante los Dres.
POSSE SAGUIER y ZANNONI votaron en el mismo sentido a la cuestión
propuesta.
AUTOS Y VISTOS:
Toda vez que este Tribunal ha revocado en parte lo decidido por el Sr. Juez
"a-quo", de conformidad con lo establecido por el art.279 del Código Procesal,
deberán adecuarse los honorarios de los profesionales intervinientes en
autos. Ahora bien, en el caso de autos donde al amparo del beneficio de
litigar sin gastos se ha interpuesto una demanda de elevado monto, la
interpretación adecuada del régimen arancelario exige aplicar las pautas de la
ley 21.839 (mod. por ley 24.432) no estrictamente, sino en base a la cifra que
razonablemente hubiera correspondido al actor de haber prosperarado la
252
acción, (conf. esta Sala H.36.543 del 6-9-90; id. H.140.436 del 12-5-94,
H.229.665 del 22-9-97, entre muchos otros).
Por la labor de alzada (art. 14 del arancel), se regulan los honorarios de los
Dres. Strella y Fiorda, en conjunto y los del Dr. Gier. Notifíquese.
Devuélvase.-
253
CONCLUSIONES
254
3. La vulnerabilidad de la persona frente al conocimiento de los proveedores en el
mercado, se advierte claramente en diferentes temas de salud que son
descubiertos después de concluida la Segunda Guerra Mundial, al tomar
conocimiento de los experimentos realizados en aras de la investigación,
produciendo serios daños en la salud de las personas, llegando inclusive, a
provocar la muerte o el deterioro irreversible.
255
siempre como consumidor; podrá ser adquirente, comprador, pero no
necesariamente consumidor en el sentido que el código describe esta categoría.
9. En la contraparte del consumidor, hallamos a quienes concurren al mercado en
condición de agentes económicos con carácter profesional, advirtiéndose que la
profesionalidad del productor, importador, distribuidor o comerciante, excluye
conceptualmente la transacción aislada o accidental. Tal situación de
profesionalidad del proveedor es una característica del mismo
10. Como derechos humanos, los del consumidor deben ser reconocidos y amparados
por los ordenamientos jurídicos de cada uno de los Estados; pertenecen a las
personas por su propia naturaleza, para que los disfruten sin limitaciones. Es el
Estado, el llamado a proteger el bienestar de los ciudadanos, considerando a los
mismos, sujetos consumidores, y uno de los protagonistas principales de la
relación económica de producción y de prestación.
11. El análisis se realiza en directa conexión con la Constitución Política y
específicamente, con el artículo 2°, el cual establece los derechos fundamentales
de toda persona; ella tiene derecho: a la vida, a su identidad, a su integridad moral,
psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar. El derecho a la vida, a la
integridad, a la salud, constituyen fundamento de los derechos humanos.
12. El derecho a la vida está protegido desde las primeras Constituciones, siendo el
fundamento de todos los derechos humanos; en tal virtud el derecho a la vida
como el derecho a la integridad moral, psíquica y física como el bienestar del
consumidor nos pone frente al reto de cómo proteger tales derechos, en un medio
donde el agente infractor es el proveedor en tanto coloque en el mercado,
productos que afecten su seguridad.
13. El derecho a la integridad moral, física, psíquica del consumidor, es un punto
resaltante en cuanto a la protección de sus derechos, porque se halla vinculado a
otros derechos como la libertad de actuar, la libre conciencia, la libertad religiosa,
la libertad de acceso a la cultura, entre otros; esta referido pues a los valores,
ideas, fundamentos por la que se rige el obrar de una persona, en este caso del
consumidor.
14. El artículo 65° de la Constitución de 1993, ha elevado el estatus constitucional de
la defensa y protección del consumidor y usuario en el Derecho peruano. Esto
supone que el Estado cumpla a través de sus órganos, una triple función: función
creadora, función interpretativa y función integradora. Para cumplir con ese
mandato, el Estado, es el que debe garantizar el derecho a la información sobre
los bienes y servicios que se encuentren en el mercado. En función de ello, con la
256
dación de normas obliga al proveedor a brindar al consumidor información veraz y
oportuna sobre los productos o servicios, y sobre la idoneidad y calidad de éstos.
257
constitucionales, se pone explícitamente de manifiesto el doble significado del
artículo 65º de la Constitución, aspirando dotar de instrumentos legales, para
defensa y protección de los consumidores, mediante procedimientos eficaces, que
garanticen su defensa.
20. El principio Pro Homine, puede traducirse en un principio pro consumidor en este
contexto. Es un principio internacional, e interno de muchos países, teniendo sus
antecedentes en la Convención Americana de Derechos Humanos llamado
comúnmente, el “Pacto de San José”. El Estatuto de la Corte Internacional de
Justicia que en su artículo 38º.1.c. establece como fuente subsidiaria del derecho
internacional los principios generales del derecho.
22. Sobre los aspectos relacionados con el proveedor, cabe destacar los principios
que establece el Código en concordancia con lo fijado por Indecopi. Hallamos así,
el principio de garantía implícita como obligación del proveedor de responder por el
bien o servicio en caso éste no resultara idóneo para satisfacer las expectativas de
un consumidor razonable. Para una correcta aplicación del principio de garantía
implícita debe tenerse en cuenta también las condiciones en las que el producto
fue adquirido. Dos de las condiciones más importantes para determinar los
alcances de la garantía implícita de un producto son el precio y el lugar en los que
éste es adquirido.
23. El Nuevo Código de Protección y Defensa del Consumidor sigue la tendencia de la
anterior ley de la materia, el Decreto Legislativo N° 716, pero hace precisiones muy
importantes, pues, desarrolla expresis verbis los conceptos de garantía implícita y
garantía explícita, cosa que no hacía su predecesora.
258
24. Como ya se adelantó, las garantías explícitas son las condiciones y términos que
expresamente y de forma adecuada se le informan al consumidor, de manera
previa a su decisión de consumo. Las garantías explícitas, no se pueden inferir,
suponer o deducir de las circunstancias de la adquisición, pues, éstas no se
presumen sino se determinan indubitablemente de los términos de la oferta
debidamente informada. Dicho de otra forma, el concepto de garantía explícita
permite realizar de manera masiva transacciones comerciales que tienen por
objeto bienes o servicios de una calidad inferior a la media, o lo que es lo mismo,
permite en la contratación masiva pactar en contrario respecto a la calidad
ordinaria de los productos.
25. Al regular normativamente la garantía explícita- Artículo 20° del Nuevo Código de
Protección y Defensa del Consumidor- implica dar libertad a los agentes
económicos para que realicen intercambios que tengan por objeto bienes o
servicios de cualquier calidad con la adecuada transferencia de información para el
consumidor.
26. Conforme a la garantía implícita, se califica como idóneo a todo aquel producto
que sirva para el uso al que lo destinaría un consumidor razonable promedio. No
obstante, la extensión de la garantía implícita se hace teniendo en cuenta las
particularidades y circunstancias de su adquisición, y lo que es más importante,
siempre que no exista garantía explícita.
259
29. En la contratación civil y comercial común, es válido y hasta deseable que una
parte saque ventaja de su mayor información, no obstante ello no es admisible en
la contratación masiva, pues, en ésta con la finalidad de evitarse los altos costos
de transacción la negociación es prescindida antes de realizarse un intercambio,
razón por la cual el consumidor no tiene posibilidad de negociar todos los términos
contractuales. A ello se suma la situación de asimetría de información en la que se
encuentra el consumidor respecto al proveedor, lo que significa que aún en el caso
de que hubiera negociación entre ambos de manera previa a la decisión de
consumo, el usuario o consumidor- dada su poca o nula información-, no podría,
por desconocimiento, llegar a las mejores condiciones contractuales.
30. El precio se convierte en una unidad de medida que hace posible dar un valor en
dinero, a las distintas estimaciones subjetivas sobre un mismo bien; Sin embargo,
la principal manera por la que el sistema de precios puede dejar de ser un
mecanismo de agregación de preferencias idóneo, es cuando se producen fallas
de mercado por asimetría de información. Nos referimos a aquella situación que se
produce cuando respecto a la contratación sobre bienes o servicios, alguna o
ambas partes no tienen la información adecuada sobre los mismos como para
hacer una elección de consumo eficiente, ya sea por que dicha información se
encuentra oculta o por que ésta se presenta deliberadamente distorsionada; y
siendo que si se contase con la información correcta probablemente no se
adquirirían tales bienes o servicios, o se pagarían mucho menos por ellos.
260
33. Cuando el consumidor alegue que el bien o servicio que se le ofreció debía tener
características superiores a las normalmente previsibles, dadas las circunstancias,
por un consumidor razonable, de acuerdo a la jurisprudencia del Indecopi de ese
entonces y conforme lo regula el Artículo 21° de la Ley de Protección y Defensa
del Consumidor, la carga de probar que se le ofreció condiciones y términos
superiores a los que normalmente se ofrecen en el mercado, corresponde al
consumidor. Caso contrario, según la jurisprudencia y el Código del Consumidor, la
carga de probar cómo les fueron las condiciones del contrato, recaerá en el
proveedor.
34. Desde el punto de vista económico es más eficiente que sea el proveedor quien
siempre demuestre que ha informado convenientemente al consumidor sobre las
calidades del producto que oferta, cualquiera sean éstas. Primero, porque lo puede
hacer a un menor costo, y luego, porque de tal forma se generan los incentivos
correctos para propiciar que todo aquel ofertante en el mercado brinde información
relevante a los consumidores, y que no tenga la excusa perfecta para dejar de
informar.
35. El Artículo 101º del Código de Protección y Defensa del Consumidor ha puesto
fin a la discusión doctrinaria nacional sobre la naturaleza de la responsabilidad civil
por productos defectuosos, al haber definido legislativamente que ésta es de
naturaleza extracontractual, sometida, en cuanto al factor de atribución, a uno de
tipo objetivo.
37. El Artículo 102 del Código de Protección y Defensa del Consumidor recoge un
concepto único de defecto que, fundado en la falta de seguridad a la que las
personas tienen derecho o, como se menciona en el Derecho comparado, a la
seguridad que legítimamente se espera de un producto. Ello ha de ser
261
determinado en función de circunstancias relevantes tales como las descritas en
dicho artículo.
38. Las circunstancias descritas en los literales a), b), c) y d) del artículo 102 del citado
Código, son particularidades o calidades reales del producto o atribuibles a él que
configuran condiciones objetivas de uso o consumo. Las circunstancias se
entienden ligadas a la aparición del defecto o a su inexistencia en directa relación
con la seguridad.
262
concluir que corresponderá a la víctima probar el perjuicio que padeció, el carácter
defectuoso del producto y la relación de causalidad entre éste y aquél.
43. No obstante no existir una regla propia en el Código de Defensa y Protección del
Consumidor sobre las causales de exoneración de la responsabilidad del
proveedor, dada la referencia hecha en el artículo 101º de este código al artículo
1970º del Código Civil, consideramos que el proveedor quedaría exonerado de
responsabilidad en cualquiera de los supuestos de ruptura de nexo causal
previstos en el artículo 1972º del citado Código, esto es, si el daño fue
consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, de hecho determinante de tercero o
de la imprudencia de quien padeció el daño.
44. Aún cuando tampoco hay en el Código de Protección y Defensa del Consumidor,
reglas propias sobre los plazos de prescripción, dada la naturaleza
extracontractual de esta especie de responsabilidad, corresponderá aplicar el
plazo de prescripción regulado en el artículo 2001 inciso 4) del Código Civil, que es
de 02 años, el mismo que se debe computar desde que aparece el daño.
46. Con respecto a los Estados Unidos de América, la Unión Europea presenta otro
tipo de desarrollo. Es también es destacable el avance de esta materia en la UE,
ello a través de las normativas comunitarias emanadas de sus órganos
respectivos. El sistema norteamericano de justicia es el que más ha desarrollado lo
referente a la responsabilidad del fabricante por productos defectuosos, con una
serie de principios y reglas que muestran el desarrollo teórico, doctrinario y
jurisprudencial de la llamada “Responsabilidad por productos defectuosos”.
263
47. El primer principio o regla impuesta por los Tribunales de Justicia estadounidenses
es el referido al de la “Relatividad contractual”, este principio fue el que dominó
durante mucho tiempo antes que a través del caso Winterbotton vs. Wright fuera
desechado totalmente para dar paso a una nueva regla. Después de haber sido
descartada del sistema norteamericana la regla de la relatividad contractual, ella
fue reemplazada por la de la responsabilidad subjetiva del productor, superándose
la barrera que permitía al fabricante quedar exento de responsabilidad por un
producto defectuoso.
264
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