Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
entiende que los consensos se han roto por arriba y que es necesario pasar
de la indignación a la posibilidad del cambio político», defiende a continuación la
andaluza Teresa Rodríguez. «Podemos fue una idea, al principio una intuición y
luego una convicción. Hay condiciones para una mayoría política nueva en
España, transversal, de ruptura, de cambio, con la mayoría social golpeada por la
crisis», sentencia Íñigo Errejón. Y remata Iglesias: «Es como si hubiera un muro que
va pasando delante de ti y de repente hay una ventana que pasa. Que pasa durante
un ratito y tú tienes además como la oportunidad de saltar, que es como «o
probamos ahora o esto se nos va a ir»». Y saltaron. Y había agua. Y consiguieron
generar esa alegría intensa acompañada de gran optimismo que describe la euforia
entre sectores amplios de la población que les aupó por encima de los tres millones
de votos en unas elecciones generales en diciembre de 2015 y en junio de 2016 —en
las de 2019, ya no—.
Antes, en mayo de 2015, en plena emergencia, Podemos y sus confluencias
se habían hecho con lo que denominaron «alcaldías del cambio» en Barcelona,
Madrid, Valencia, Cádiz, A Coruña, Zaragoza, Badalona, Santiago. Aquello que la
euforia llegó a describir como la «primavera del cambio» 4, cuatro años después
solo arraigó en Barcelona, Valencia y Cádiz. Y por los pelos, en algún caso. La
euforia dura lo que dura. No se puede vivir en ella, y menos aún mantener a tu
electorado potencial instalado en ella mientras gobiernas, mientras gestionas y
mientras te expones a decepcionar tanto o más que ilusionas. De la expectativa a la
cruda realidad, en cuatro años. El primer gobierno de coalición en España desde la
recuperación de la democracia, alumbrado en enero de 2020, es, en este sentido,
una segunda y decisiva fase de esta prueba de fuego que implica gobernar las
instituciones.
IMPULSAR MÁS ALLÁ DE LOS NÚMEROS
Pero en el lanzamiento del nuevo artefacto político, en 2015, Podemos vivía,
contagiaba y se beneficiaba electoralmente de la euforia. La noche electoral de las
generales de aquel año, entre unos gritos de «¡Sí, se puede!» y de «¡Pablo,
presidente!», que no eran producto de la acción calculada ni del marketing, Iglesias
fue el primer líder político en comparecer tras el escrutinio. Lo hizo para sacar
pecho y para impulsar su resultado más allá del innegable éxito numérico: «Hoy
ha nacido una nueva España». Comparecía en el Teatro Goya, sede de Podemos
para la noche electoral. Rodeado por todos los miembros de su Ejecutiva, Iglesias
defendía que España había votado «un cambio de sistema». Sin reconocer la
victoria del PP, recordaba además que «el PSOE de Pedro Sánchez ha obtenido su
peor resultado electoral de toda la democracia y el PP ha obtenido su peor