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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

FACULTAD DE PSICOLOGIA

“Salud Pública y Salud Mental”


Prof.: Benitez Paola

Monografía

Alumna: Castagnola, Romina

Legajo: C-5198/5

E-mail: romi_na13@hotmail.com

-Año 2018-

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Introducción

El propósito de esta monografía es indagar las herramientas concretas que los


equipos de salud de Argentina pueden brindar a las personas trans, para lograr un
trato digno y una atención integral y de calidad en salud. En este contexto, me
propongo revisar la guía que proponen los protocolos y las prácticas en el sistema de
salud para personas trans, relacionándolo en la misma línea con la garantía del
cumplimiento de la Ley de Identidad de Género (el cual forma parte de un nuevo
paradigma en derechos humanos). Desde este paradigma, se propone contribuir a
mejorar la calidad de la atención integral de las personas trans en el sistema de salud,
abandonando el modelo de patologización anterior.

En sintonía con el nuevo marco legal vigente, se toma la perspectiva de derechos


para evitar la definición de lo humano desde esencias, naturalezas o identidades fijas,
y para no clasificar a las personas por sus comportamientos. Es importante siempre
tener en cuenta el horizonte legal que rige las prácticas en las instituciones públicas y
privadas de salud, para enfocar las lecturas del material respecto a la diversidad de
género en función de asumir el desafío de pensar un modelo de atención en clave
despatologizadora, que reconozca la ampliación de ciudadanía. (Ministerio de Salud de
la Provincia de Bs. As., 2015).

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Desarrollo

En sus inicios, las prácticas médicas, psiquiátricas, psicológicas y sexológicas


sostuvieron la existencia de sólo dos tipos de genitales a los que han asociado
respectivamente dos identidades humanas y estereotipos posibles sobre la base de
una supuesta complementariedad que tiene su centro en el interés por la
reproducción (ideología principalmente religiosa-católica). Desde esta perspectiva, se
estigmatizó toda excepción a esta estandarización binaria como anormalidad,
síndrome, o patología: “El estado era el garante del cumplimiento de este contrato y
debía también definir los espacios para quienes resultaban disruptivos o fracasaban, de
allí el nacimiento de instituciones asistenciales fundadas en la lógica filantrópica, y
sostenidas en una articulación entre ciencia y moral” (Stolkiner y Solitario, 2007).

Sin embargo, la diversidad de cuerpos y las distintas experiencias


intrínsecamente subjetivas, apreciaciones, expresiones e identidades autopercibidas
cuestionan aquel reduccionismo biológico y psico-médico. En este sentido, las
identidades trans interpelan directamente las bases de la formación de los equipos de
salud, y lo hacen hoy con nuevas garantías legales.

A partir de la sanción de la Ley 26743, Argentina asume un compromiso con este


nuevo paradigma, que encierra reclamos históricos del activismo y organizaciones
trans y LGTBIQ a nivel nacional -e internacional-. Todas las políticas públicas que
tengan como objetivo mejorar la Salud Mental, tomándola como área necesaria para la
integración social, “requieren que exista previamente un reconocimiento de los
problemas de salud mental del país y también la convicción racional de que estos
problemas afectan a los procesos de integración de la sociedad, al resguardo de
condiciones de dignidad y derechos humanos básicos. Este debe ser asumido por el
poder político y reflejarse como demanda de la sociedad” (Galende, 2008).

La Ley nacional 26657 de Derecho a la Protección de la Salud Mental,


sancionada en 2010, transforma completamente la normativa jurídica en este campo,
al exigir que lxs “pacientes” sean tratadxs como “sujetos de derecho” y autoriza la
internación solo como último recurso. La misma establece que “En ningún caso puede

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hacerse diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base exclusiva de (…) la
elección o identidad sexual”.

En la década de 1970, y en relación con los debates entre activismos y


teorizaciones nuevas, las teorías sobre género se trasladaron de la medicina y,
especialmente, de la psiquiatría, a las ciencias sociales. En Sexo, género y sociedad,
Ann Oakley usó la noción de “sexo” para hacer referencia a las determinaciones
biológicas e introdujo la de “género” para señalar las expectativas sociales y culturales
sobre el comportamiento sexuado de las personas. Estas teorizaciones fueron
retomadas por los feminismos para denunciar el rol subordinado que se le asignó a las
mujeres en la sociedad, exponiendo que esta desigualdad histórica no se relaciona con
causas biológicas o naturales sino sociales y culturales y, por lo tanto, políticas.
(Ministerio de Salud de la Provincia de Bs. As., 2015).

“La salud mental, por ser una disciplina que habita en las fronteras de la
ciencia y el humanismo, lo político, lo social y lo económico, no puede
marginarse dela ética y la estética en su práctica cotidiana. Esto lo saben
los que gobiernan a los ricos y los que gobiernan a los pobres” (Fiasché,
1994).

Butler refiere a la coherencia interna al sujeto, y a la tendencia filosófica a


centrar la pregunta por la identidad de la persona sobre en qué aspecto interno
determina su continuidad a través del tiempo, y propone un cambio de eje en el que
las preguntas por la identidad se orientan a cuestionar en qué medida las prácticas
reguladoras de la formación y la separación de género determinan la identidad y, de
hecho, la condición de la persona de ser idéntica a sí misma: ¿En qué medida la
«identidad» es un ideal normativo más que un aspecto descriptivo de la
experiencia?¿Cómo pueden las prácticas reglamentadoras que determinan el género
hacerlo con las nociones culturalmente inteligibles de la identidad? (Butler, 2007)

Todas las personas tienen diversas maneras de transitar, habitar, identificarse


y/o reconocerse en los géneros y las sexualidades. Esto es lo que la Ley de Identidad de
Género reconoce, protege y garantiza. Desde esta perspectiva, el género es un
proceso, una vivencia singular y fluida. (Ministerio de Salud de la Provincia de Bs. As.,
2015). Al legitimar la identidad de género como un derecho humano fundamental, el
Estado argentino se propone garantizar el derecho de todas las personas que deseen
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cambiar su nombre y género en todos los dispositivos o instrumentos que acreditan su
identidad, mediante un trámite administrativo y sin solicitar como requisito ningún
tipo de procedimiento médico, psicológico y/o psiquiátrico. Además, se presenta
como objetivo el acceso a todos los servicios de salud incluidas en el Plan Médico
Obligatorio (PMO), incluyendo la hormonización y las cirugías de modificación corporal
para quienes lo requieran.

Si bien en Argentina las identidades autopercibidas como travestis, transexuales


y transgéneros –entre otras, como cross-dressers, drag-queens, drag-kings, queers,
etc.– se toman en conjunto bajo la nómina “trans” como síntesis, cada una responde a
distintas estrategias conceptuales, vivenciales y políticas. Así, las identidades trans
abarcan diferentes experiencias culturales de identificación, expresión y corporización
desde las coordenadas sexo-genéricas. La expresión trans comúnmente engloba a
quienes se identifican, expresan y/o corporizan un género distinto al asignado al nacer
y a quienes desafían, con la apariencia y/o la auto-denominación, aquellas
expectativas asociadas con el género impuesto socialmente desde el nacimiento
(Butler, 1990).

Es habitual que las personas trans no concurran a las instituciones de salud o


dejen de hacerlo para evitar maltratos y actos de discriminación. En la sociedad en
general, y también en las instituciones de salud, la estigmatización y la discriminación
hacia las personas trans se traduce en actos que son precarizadores y
vulnerabilizadores de derechos. Que las personas trans sean llamadas públicamente
por el nombre asignado al nacer y no por el nombre elegido, que sean internadas en
pabellones distintos a los del género expresado, que se condicione o niegue la
atención por su identidad y/o expresión de género, son todos actos de discriminación y
de violencia que vulneran derechos.

Para frenar la vulneración de los derechos de las personas trans, mediante


intervenciones institucionales de organizaciones y activismos LGTBIQ y de derechos
humanos, se logró que varias jurisdicciones en diferentes niveles adopten medidas
concretas para evitar la discriminación de las personas trans. Las condiciones de vida y
vulneración de los derechos de las personas trans incide significativamente en su

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salud. Resulta necesario plantear un cambio profundo a nivel intersectorial que
promueva y garantice la restitución de esos derechos.

Para el logro efectivo de tales objetivos, se requiere de una perspectiva


intersectorial e interdisciplinaria: Intersectorial en tanto debe incluir la participación de
trabajadorxs del Área de la Diversidad Sexual, trabajadorxs en Promoción Social,
trabajadorx del ámbito jurídico, y lxs mismxs en articulación con colegas operantes en
Salud Pública. Interdisciplinaria en tanto debe tener en cuenta distintas perspectivas y
procesos de atención en diferentes disciplinas. Estas perspectivas permiten poner en
común consideraciones conceptuales y líneas de abordaje que transforman y encierran
al concepto de salud, e incorporan cuestiones orientadas a lograr una mejor calidad de
vida:

“la promoción de la salud es una estrategia complementaria, no de


sustitución de las demás estrategias en salud pública, sin embargo (y no
hay contradicción) a su vez integral, por afectar a todos los elementos que
hasta ahora habían intervenido, aportando nuevos instrumentos y
reorientando sus finalidades” (Czeresnia, D. y Machado de Freitas,C.,
2008).

La incidencia y defensa en las políticas públicas son clave para prevenir y


erradicar el estigma social y la discriminación, así como para mejorar el acceso a la
atención y promoción de los derechos humanos de la población trans. La creación de
alianzas interdisciplinarias entre las comunidades trans, lxs proveedorxs de salud
capacitadxs (y sensibilizadxs, conocedorxs, atendientes), lxs científicxs, lxs
responsables de las políticas, y otras partes interesadas para promover este abordaje
son requisitos necesarios para la acción efectiva.

Para esto, se necesitan estrategias de promoción comunitarias, llevadas a cabo


especialmente en espacios concurridos asiduamente por lxs jóvenes. Intervenir en
estos contextos posibilita hacer visible la perspectiva de la diversidad sexual, donde es
posible desarrollar en los jóvenes una mirada que trasciende la lógica heterocéntrica y
hace lugar a las diferencias y subjetividades disidentes.

El tratamiento de los procesos de modificación corporal requiere de la


composición de distintas acciones llevadas a cabo en los diferentes niveles de

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atención. Para que se pueda garantizar la continuidad de la asistencia, resulta
necesario que se promueva y sostenga, a través del fortalecimiento de la comunicación
y articulación entre quienes llevan adelante las cirugías y el equipo de atención
primaria. Es indispensable que desde el nivel más básico de atención se acompañe a
las personas durante el proceso, ya que en la base de esta posibilidad “está la ligazón
entre los principios y componentes de la APS y los postulados y requerimientos de las
reformas en salud mental de enfoque comunitario” (Stolkiner y Solitario, 2007) e
interdisciplinario.

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Conclusión

A pesar de sus premisas de carácter universalizante, las ciencias nunca son


neutras, se desarrollan y cambian de paradigma conforme a las situaciones históricas
concretas. Por ese motivo es importante repensar las referencias nacionales e
internacionales que son incongruentes con la Ley de Identidad de Género, y revisar los
procesos de formación en el campo de la salud que, en muchos casos, toman como
centrales definiciones que sostienen la patologización.

El sistema de salud tiene la obligación de garantizar el derecho de cada persona a


ser reconocida y nombrada de la manera en la que lo explicite, independientemente
de tener un documento de identidad acorde con esta decisión.

El intercambio de experiencias es fundamental para dar pasos en la


implementación de un modelo de atención basado en la perspectiva de derechos, y
requiere de la articulación de experiencias profesionales y personales, de saberes
interdisciplinarios y de conocimientos prácticos para hacer efectivo el reconocimiento
de los derechos de las personas trans, y para garantizarlos en todas las instituciones de
salud.

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BIBLIOGRAFIA

- Butler, J, (2007), El género en disputa, Barcelona: Paidós.


- Cohen, H..De Santos, B. Fiasche, A., Galende, E., Saidon, O. Políticas de Salud
Mental. 1994. Lugar Editorial. Buenos Aires, Argentina
- Czeresnia, D y Machado de Freitas, C (2008), Promocion de la Salud y
Prevención de enfermedades, Buenos Aires, Argentina: Lugar.
- Galende, E (2008) Psicofármacos y Salud Mental, Buenos Aires, Argentina:
Lugar.
- Ley Nro. 26657, Congreso de la Nación de la República Argentina, 25 de
noviembre de 2010.
- Ley Nro. 26743, Congreso de la Nación de la República Argentina, 9 de Mayo de
2012.
- Oakley, A, Sexo y género en La mujer discriminada: biología y sociedad. 1977.
Editorial Debate, Madrid
- Stolkiner, A y Solita rio, R (2007), Atención primaria en salud, Buenos Aires,
Argentina: Paidós.

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