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Tratado de Responsabilidad Penal de Las Personas Juridicas Word
Tratado de Responsabilidad Penal de Las Personas Juridicas Word
I. INTRODUCCIÓN
En líneas generales, no parece faltarse a la verdad si se afirma que un ámbito
de discusión que ha ganado especial relevancia en la dogmática internacional en
los últimos tiempos3 ha sido el de las ‘relaciones de autoría y participación que
pueden existir entre la persona física y la persona jurídica 1 2 . Ahora bien, la
regulación contenida en el Código penal español no explicita un apartado relativo
a las posibles fórmulas de participación entre persona física y jurídica. Como se
verá más adelante ciertos autores en España consideran que no pueden producirse
relaciones de coautoría o participación entre personas físicas y jurídicas; otros,
por el contrario, sostienen que sí pueden darse, constituyendo, de hecho, un
corolario lógico de la estrecha vinculación que existe entre personas físicas y
jurídicas en este ámbito. No obstante, prácticamente todos los autores están de
acuerdo en que el modelo escogido por el Legislador español comporta que se
produzcan situaciones de co-responsabilidad o codelincuencia entre persona
física y jurídica3 4.
Y es que la discusión en tomo a la relación a establecer entre la RPPJ y la
correspondiente a la persona física afecta, incluso, al modelo de imputación que
se introduce en un ordenamiento jurídico. En este sentido, y de manera
esquemática, se puede sostener que los modelos de responsabilidad alternativa
consideran que no se puede condenar a una persona jurídica al mismo tiempo que
a una persona física; por el contrario los modelos de responsabilidad cumulativa
establecen que sí puede darse dicha doble condena.
1 ALWAKT se ha quejado reiteradamente de que se ha reflexionado muy poco sobre la relación entre la imputación a la
persona física y la imputación a la persona jurídica (ALWART, ZSÍW105 [1993], pp, 754 ss.)
2 En el ámbito estadounidense se ha plasmado con especial claridad en la aplicación de la teoría de la conspiración al
ámbito de la responsabilidad penal corporativa, generándose la discusión en torno a las denominadas «conspiraciones
intracorporativas» (vid. al respecto GÓMEZ-JARA DÍEZ, Responsabilidad, pp. 58 ss.).
3 Los límites de qué formas de co-responsabilídad deben aplicarse vendrán determinados en gran medida por el concepto de
autoría y participación que se sostenga. Negar la posibilidad ab initio de que existan relaciones de autoría y participación conllevaría tener
que justificar una distinción donde la ley no distingue y, además podría comportar consecuencias practicas que pudieran no ser deseables
político criminalmente. Quizás hubiera sido deseable que el Legislador español abordara esta cuestión de manera explícita, pero, ausente
dicha regulación, se deberá emplear el acervo teórico existente.
4 Desarrolla principalmente esta concepción en Strafbarkeit, pp. 559 ss.
2 C. GÓMEZ-jARA DIEZ
9 No obstante, siguiendo con la mencionada metáfora, indican CARBONELL MA- TEU/MORALES PRATS, Responsabilidad, p. 73 que
da ruptura del secular cordón umbilical respecto de la responsabilidad de la persona física, supone una ambiciosa propuesta que puede
provocar problemas».
6 C. GÓMEZ-jARA DIEZ
10 Vid. por todos 3a amplia exposición y toma'de posición de SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, pp. 315 ss.
11 Sobre la relación entre ambas vid. ei importante trabajo de SILVA SÁNCHEZ, Teoría, pp. 559 ss.
12 SCHÖNEMANN, Plädoyer, p. 137; id. Legal Entities, p. 231. Por su parte JAKOBS, Strafbarkeit, p. 560 nota 7 señalando que si la
persona jurídica no pudiera infringir una concreta norma de comportamiento, no sería portadora de derechos y deberes y, por tanto, no sería
persona.
13 GRACIA MARTÍN, Personas jurídicas, p. 67.
14 TIEDEMANN, Personas jurídicas, pp. 36 ss.
15 TEEDEMANN, Personas jurídicas, p. 36.
8 C. GÓMEZ-jARA DIEZ
22 SILVA SÁNCHEZ, Consecuencias accesorias, p. 331. Más próximo a SILVA SÁNCHEZ que a GRACIA MARTÍN, FEIJÓO
SÁNCHEZ, Sanciones, pp. 137 ss. con nota 1, quien sin embargo rechaza la argumentación basada en las normas de valoración (vid. Id.,
Sanciones, p. 137 nota 1).
23 GRACIA MARTÍN, Personas jurídicas, pp. 67, 71 ss.
24 Vid. SILVA SÁNCHEZ, Consecuencias accesorias, pp. 340 ss., 345 ss.
10 C. GÓMEZ-JARADÍEZ
Ante esta situación, debe concederse que, desde una perspectiva que parta de
la concepción «clásica» de la teoría de las normas, resulta suma“ mente
complicado poder afirmar la responsabilidad penal de la persona jurídica. El
intento más elaborado25 —aunque no demasiado bien acogido en la doctrina26 27-
ha sido llevado a cabo por SCHROTH. De hecho, constituye el título de su escrito
de habilitación: las empresas como destinatarios de la norma (Untemehmen ais
Normadressatm). Centrando la atención en la atención más problemática, a saber,
la consideración de las empresas como destinatarias de las nromas de conducta?,
SCI-IROTH sostiene, por un lado, que el sentido de las normas de conducta
consiste en guiar' a los destinatarios hacia un comportamiento fiel al Derecho y
libre de sanciones. Por otro lado, señala que puede afirmarse la existencia de una
conducta o comportamiento de la empresa, puesto que a las empresas, como
unidades económicamente funcionales, se les puede atribuir un comportamiento
que procede de los sujetos de Derecho vinculados estrechamente con la
empresa28. Para fundamentar esta posición se remite a la literatura criminológica
y a la teoría de la organización. Así, afirma que, gracias a su estructura
organizativa, las organizaciones están «equipadas» con las capacidades de los
sujetos de Derecho y, por tanto, disponen ele las suficientes características
subjetivas como para hacerse cargo, como destinatarios de la norma, de los
mandatos de conducta29.
Sin embargo, aparte de esta cualidad, SCHROTH entiende que el destinatario
, (25) Recientemente DANNECKER, GA 2001, pp. 109 ss. ha intentado hacer frente a esta crítica entendiendo que la función de llamada
(apellative Funktion) de las normas penales se determina de manera diferente en el Derecho penal individual que en el Derecho penal
empresarial. Sin embargo, no queda muy claro dónde reside dicha distinción. Así, señala que se trata de «motivar a los miembros (¡!) de la
empresa para que activen, más allá de su ámbito individual de deberes, la conformación de una organización empresarial eficiente y la
codeterminación de una ética empresarial orientada hacia valores sociales» (DANNECKER, GA 2001, pp. 110 s.). Dichos deberes más allá de
su ámbito individual serían los deberes originales de la empresa (originaren Untemekmenspflichten). El problema es que dichos deberes, a
tenor de esta explicación, no son desempeñados por la propia empresa sino por sus miembros, quienes, además de con sus propios deberes
individuales, deben cumplir con esos deberes colectivos (id., GA 2001, p. Il8: «Los sistemas sociales carecen de la capacidad de ser
llamados directa e inmediatamente por las normas penales»).
26 Casi puede hablarse de crítica unánime en la dogmática alemana (vid. HIRSCH, ZSÍW107J1995], p. 313, nota 87; OTTO,
Strajbarkát, pp. 19 s.; LAMPE, ZStW 106 [1994], p. 730; SCHÜNEMANN, Personas jurídicas, p, 586 nota 55; v. FREIER, Verbandsstrafe, pp.
110 ss,).
27 SCHROTH, Untemehmen, p. 15. Por lo tanto, SCHROTH renuncia expresamente a intentar construir un modelo de
responsabilidad penal empresarial en base únicamente a las normas de sanción (vid. SCHROTH, Untemehmen, p. 23 nota 33),
28 SCHROTH, Untemehmen, p. 19.
29 SCHROTH, Untemehmen, pp. 19 ss. SCHROTH entiende que, desde una perspectiva externa, la organización aparece como una
unidad con un comportamiento propio. En consecuencia, las empresas muestran, conceptualmente, suficientes características individuales
para recibir, como destinatarios de la norma, los mandatos de comportamiento.
CAP. IX AUTORÍA. Y PARTICIPACIÓN EN IA RESPONSABILIDAD PENAL ... 11
2. La razón para ello es que, en la realidad social, los colectivos son ficciones y
no ilusiones: las ficciones, al contrario que las ilusiones, transforman la
realidad. En general, el confiar el poder a un colectivo con una estructura
colectiva configurada y una identidad colectiva sociogénica (soziogener
Koüeküvidentitat) constituye el momento real (Bealmoment) que permite la
imputación del colectivo.
3. La utilización de esa causa o momento real para la adscripción de competencia
por el contacto posee un sentido fundamental.
Por un lado, la declaración de que el colectivo es competente por los contactos
sociales suficientemente relacionados con el colectivo33, comunica que dichos
contactos sociales cualificados ni son un destino ciego, ni tienen su causante y
competente únicamente en una persona física -conocida o desconocida- que actúa
para el colectivo con el poder a ella conferido para ello35 36. Por otro lado, las
declaraciones de competencia tienen tres efectos: (1) se anula o minimiza el
peligro de un estado de necesidad en caso de que no se descubra un competente
individual del contacto; (2) se estimula la autoorganización del colectivo
conforme a la norma; (3) se provoca una predisposición común de fidelidad a la
norma.
Finalmente la cuestión del destinatario de la norma ha recibido también
atención por parte de SCHÜNEMANN, autor que, de la mano de la teoría de los
sistemas, intenta proponer un modelo teórico y práctico válido en este ámbito. El
punto de partida fundamental reside en la teoría del «Derecho reflexivo» ya
apuntada con anterioridad. Así, el argumento de SCHÜNEMANN es relativamente
sencillo y directo. La gran objeción para poder hablar de un «genuino» Derecho
penal empresarial es la estructura de la norma. Las normas primarias -que son
las dirigidas a los individuos- prohíben de manera directa las acciones lesivas de
los individuos37 y, en consecuencia, protegen directamente los bienes jurídicos.
Sin embargo, las normas dirigidas a las empresas tienen otro contenido (a saben
el mantenimiento de una organización perfecta para prevenir el desarrollo de una
actitud criminal y la comisión de delitos por parte de sus miembros) y, por tanto,
protegen sólo indirectamente los bienes jurídicos. En definitiva, las normas
dirigidas a los individuos protegen directamente los bienes jurídicos y las normas
dirigidas los protegen indirectamente 38 . Esta divergencia reside en que el
fundamento de las normas dirigidas a la organización «se encuentra en el Derecho
reflexivo, en los sistemas autopoiéticos, y a tenor del mismo la norma no exige
un determinado comportamiento, sino la obtención de un determinado resultado,
debiendo ser escogidos los medios para su consecución por parte del propio sujeto
de la norma»39 40.
Apoyándose en dicha distinción, SCHÜNEMANN ha realizado desde hace
tiempo duras críticas contra aquellas posiciones fundamentadas en una
culpabilidad por organización'10. Así, este autor considera que, en última
instancia, la culpabilidad por organización se remite a «actos incorrectos de
organización de sujetos individuales y conduce, en esa medida, a un regreso
infinito, pero no a un reproche de culpabilidad, es decir, de evitabilidad, que
afecte directamente a la persona jurídica» 41 . Más aún, dichos actos de
organización incorrectos no infringen la norma descrita en el correspondiente tipo
penal, porlo que, en última instancia, se está haciendo a la persona jurídica
responsable por la infracción de una norma diferente a la contenida en dicho
tipo42. Como consecuencia de lo expuesto, SCHÜNEMANN considera que el tipo
de sanción que se puede imponer en este ámbito no es una pena -no al menos una
pena legítima- sino que como máximo se pueden imponer ciertas medidas de
humanos y, en consecuencia, los procesos sistémicos no pueden ser objeto de ellas. Ello constituye un «presupuesto(s) lógico-materiales)
que no puede(n) ser reemplazado(s) por la imputación de otra cosa» (p, 29).
38 SCHÜNEMANN, Legal Entities, pp. 231 s.
39 SCHÜNEMANN, Legal Entides, p. 232. En este senüdo señala id., Plädoyer, p. 137 que la empresa nunca infringe una norma de
comportamiento concreta, sino que, como mucho, puede cometer un fallo de organización.
40 Sobre dichas críticas Vid. Supra Capítulo VIL
41 SCHÜNEMANN, ADPCP 2002, p. 29.
42 SCHÜNEMANN, ADPCP 2002, p. 29.
CAP. IX AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN EN LA RESPONSABILIDAD PENAL ... 15
seguridad43.
Con independencia de que la crítica de SCHÜNEMANN ha sido refutada por
alguno de nosotros en trabajos anteriores sobre la base de que la disposición
teórica que utiliza es aplicable tanto a persona físicas como jurídicas44, BOTTKE
ha llevado a cabo una argumentación que enlaza, en cierta forma, con una
acertada indicación que SILVA SÁNCHEZ ha referido en la discusión últimamente,
en el sentido de que la construcción de la responsabilidad penal de la empresa
resulta más plausible de la mano de la teoría de la expectativa normativa'55. Así,
en una extensa cita que merece la pena reproducir, BOTTKE señala lo
siguiente:
«tanto los seres humanos como los sujetos colectivos son sistemas autopoié
ticos autorreferenciales. El carácter de un sistema autopoético y autorreferencial
condiciona que el Derecho no pueda regular el mundo interno del sistema. El
Derecho sólo regula la organización de contactos sociales que aparece sistémico-
extemamente con un contenido comunicativo. Al hacer esto, elDerecho sólo fija
a los competentes organizativos una serie de condiciones marco para la
conformación autónoma de la estructura interna del sistema que el sistema
jurídico se está representando. (...). Frente a los sistemas autopoeticos, las
normas jurídicas no fungen como un medio de conducción inmediata desde el
exterior. Las normas jurídicas estimulan la autoconducción y la conformación de
una correspondiente actitud subjetiva»'16.
Así, BOTTKE considera que el Derecho crea y estabiliza expectativas de
43 Ibid.
44 Vid. GÓMEZ-JARA, Culpabilidad, p. 131: «Por lo tanto, la distinción de protección directa o indirecta de bienes jurídicos en la
cual se fundamenta la argumentación de SCHÜNEMANN es, desde el punto de vista teórico-sistémico, inexistente. En consecuencia, la ulte-
rior distinción, basada en la primera, entre las diversas normas que infringirían personas físicas y personas jurídicas —norma genérica de
organización, norma concreta del tipo penal—, decae igualmente puesto que, al menos desde la perspectiva teórica aquí adoptada, la misma
situación se produce respecto de ambos sistemas autopoiéticos-individuo y empresa-: por un lado, norma genérica de mantenimiento de un
ambito de organización dentro de los límites del riesgo permitido -constituido para ambos por el sinalagma básico del Derecho penal-; por
otro lado, existe la imputación de la infracción de una concreta norma
del tipo penal». _ .
Evidentemente, los autores en los que se apoya y cita SCHÜNEMANN -es decir, TÍEUBNER y WILLKE— consideran que organización,
individuo y Derecho son sistemas autopoiéticos. Esta cuestión sí la tiene en cuenta BOTTKE, wistra 1997, p. 251 sobre todo nota 94: «Estos
[los colectivos] son, al igual que los individuos, concebibles como sistemas autorreferenclates y autopoiéticos» (sin subrayado en el
original). Vid. también id^Assoziationspravetition, p. 310 nota 1002 y el texto a continuación.
16 C. GÓMEZ-JARA DIEZ
evitar que la persona jurídica se organice de tal forma que no sea posible la
identificación de personas físicas que cometen los delitos en su ámbito de
organización o que se dificulte su persecución.
Este intento de hacer frente a los problemas de la irresponsabilidad organizada
no es exclusivo de España sino que se pueden encontrar en el Derecho comparado
algunos ordenamientos jurídicos que introducen este tipo de cláusula. Asimismo,
determinadas posiciones teóricas también han abogado por la bondad de estos
planteamientos. Ahora bien, en ambos casos, se suele vincular la imposibilidad
de identificar a la persona física concreta que ha llevado a cabos los hechos con
el defecto de organización de la persona jurídica. En este sentido se exige que
dicha imposibilidad de identificación sea debida al defecto de organización de la
persona jurídica. O expresado de otra manera: el defecto de organización se
materializa en que la persona jurídica se ha organizado de tal manera que la
identificación resulta imposible.
Este tipo de consideraciones sirven de base a los que con anterioridad ya
hemos clasificado como modelos de responsabilidad alternativa o subsidiaria. En
estos modelos, una primera impresión pudiera llevar a la creencia de que, si no se
puede identificar a una persona física concreta que lleva a cabo la actuación
delictiva, la persona jurídica debe responder automáticamente. Sin embargo,
como indicamos, un examen más detallado muestra cómo la mera falta de
constatación de la persona física concreta no conlleva automáticamente la
condena de la persona jurídica, sino que, como se acaba de indicar, se exige que
dicha falta de constatación sea debida a un defecto de organización.
En efecto, por lo que se refiere a ordenamientos que contienen una regla
semejante, debe traerse a colación el ordenamiento suizo. Así el artículo 100
quater de su Código penal contiene la siguiente regulación:
«Cuando en una empresa se comete un delito o una falta en el desempeño de
labores comerciales en el marco del objetivo empresarial y no se puede imputar
este hecho a ninguna persona física debido a la organización defectuosa de la
20 C. GÓMEZ-JARA DIEZ
nn !55) a untar a la
P existencia objetiva de este defecto de organización cuando
o^fe97U^de ldfnUfcara ri persona jurídica ORTIZ DE URSINA, Criminaba 2010, p 399 cofLr'V nd0l° a la 'colaboración en la identificación de
P
la persona física (¿ ¿J P ersona lllnd lca e a
S . collaborare airindividuazione deU'identita de- 1 w P í •Che e idoneo a dimostrare il
buon livello di organizzazione
àehm> m m d0 altrCSÌ da fUgare 1 posslbm dubbi
° \ sull?carenza di interesse a prevenirne la commissione»).
de actuación de la persona física bajo un estado de necesidad, ete,5C
I. RELACIONES DE AUTORÍA Y RÁRTIGIPACIÓN ENTRE
PERSONA FÍSICA Y JURÍDICA
1. INTRODUCCIÓN
La intervención en la mayor parte de los supuestos prácticos de personas
físicas y jurídicas en el ámbito de la RPPJ obliga a plantearse las relaciones de
autoría y participación que pueden existir entre ambas. La cuestión dista mucho
de ser pacífica dado que un sector doctrinal nada desdeñable afirma que, a la vista
de la configuración actual de la RPPJ, no es posible afirmar la existencia de este
tipo de relaciones entre las responsabilidades ele ambas.
Así, por ejemplo, DOPICO GÓMEZ-ALLER considera que precisamente la
cláusula de a la autonomía de la RPPJ, constituye un indicio de que no es aplicable
la coautoría y la participación delictiva entre personas físicas y jurídicas.
Igualmente FEIJÓO SÁNCHEZ entiende que, en puridad, la función del art. 31 bis
CP es determinar cuándo el hecho individual es también un 56 hecho de la persona
jurídica, dando lugar a una especie de «autoría accesoria», Por ello, concluye que
«la persona física y la persona jurídica no son coautoras, es decir, cada una no
realiza una parte de la organización del hecho ni se puede decir que organicen
conjuntamente el hecho, sino que son co-responsables»57. Una postura similar a
la de FEIJÓO SÁNCHEZ sostiene Enrique BACIGALUPO al mantener que entre
persona física y jurídica se da un sistema de «doble autoría»58.
Y un paso más parece avanzar GÓMEZ TOMILLO al sostener que de la sinergia
de la actuación de la persona física con las especiales posibilidades estructurales
y medios de la persona jurídica se deriva una situación muy próxima, si bien no
56 GÓMEZ TOMILLO, Revista jurídica de Castilla y León, 25, (2011), p. 83. No obstante, ÚBEDA DE LOS RÍOS, La Ley 2010,
considera que «no afectará a la persona jurídica la apreciación de eximentes, atenuantes o agravantes que pudieran concurrir en la
persona física que ejecutó de forma directa el delito».
57 FEIJÓO SÁNCHEZ, en: Estudios, p. 92.
58 ^ ^ ENRIQUE BACIGALUPO, La Ley, 2010, p. 2: el legislador «no ha optado por una "doble vía”, en el sentido de doble sistema de
responsabilidad de las personas jurídicas, sino por un sistema de doble autoría de los hechos imputables a la persona jurídica». (..). Esta
distinción de los autores individuales, que pueden generar responsabilidad de las personas jurídicas en dos categorías diversas en el ap. 1 del
art. 31 bis del Proyecto, es, en realidad, innecesaria y no parece acertada.
idéntica, a la característica de la coautoría 59 . Más aún, dicho autor acepta
igualmente la autoría mediata entre sociedades cuando la «sociedad de delante»
presente alguna clase de déficit, identificado con la ausencia de autonomía para
tomar decisiones y por consiguiente, un dominio social en la «sociedad de atrás».
Precisamente es el dominio social el que permitiría diferenciar la autoría mediata
de la inducción entre personas jurídicas. Finalmente, tampoco encuentra este
autor problemas para aceptar la complicidad60.
Finalmente, algún autor considera que sí son posibles determinadas relaciones
de autoría y participación entre personas físicas y jurídicas en el sentido más
estricto de la dogmática penal. Así, RODRÍGUEZ RAMOS entiende que la
cooperación necesaria y la complicidad, en régimen de comisión por omisión
imprudentes, sí son en cambio viables al tratarse como se ha visto de una
categoría de existencia hipotética forjada por la mente del juzgador con
fundamento en la realidad, en la experiencia, pero así como la cooperación
necesaria parece incuestionable, la mera complicidad no es tan claro que sea
viable, si se considera que en los delitos imprudentes tal modalidad significaría
que la culpa era leve61. Sobre la base de este planteamiento, este autor considera
que el régimen general es el de comisión por omisión imprudente de la persona
jurídica en el delito de una persona física.
2. TEORÍAS DE APLICACIÓN
A ningún operador se le escapa que la problemática que implica esta cuestión
es sumamente compleja, existiendo en la actualidad, al menos, dos opciones que
muestran un notable potencial explicativo al respecto, mino se referirá a
continuación. Pero antes de apuntar ambas, conviene explicitar algunas vertientes
de la problemática planteada. Así, la primera vertiente se refiere a la contundente
crítica que azota los modelos de heterorresponsabilidad basados en el hecho de
62 Vidsobre ello ahora las reflexiones de JAKQBS, FS-Lüderssen, pp. 564 ss., 567 s. y FEIJÓO SÁNCHEZ, Sanciojies, pp. 121 ss.
63 El fundamento más detallado de estos modelos puede encontrarse en ALWART, ZSíW 105 (1993), pp. 754 ss., 770. Por otro lado,
debe advertirse que, enun primer momento, un autor tan relevante como SCHÜNEMANN abrazaba esta concepción {vid id, Unteme-
hmmskñviinalitát und Stmjrecht, 1979, pp. 236 ss., 254 ss.), pero posteriormente cambia de posición porque «no reflexioné de un modo
suficientemente consecuente sobre (...) el problema, irresoluble con un teórico perfeccionamiento de los instrumentos de imputación, de una
eventual "actitud criminal colectiva”» (SCHÜNEMANN, LH-Tiedetnann, 1995, p. 579). Se dio cuenta de que la mera punición de personas
físicas no afectaba eficazmente a dicha actitud criminal colectiva y subsistía un déficit político-criminal.
64 JAKOBS, «La normativización del Derecho penal en el ejemplo de la participación» (traducción de Manuel CANCIO MELIÁ), en:
Modernas tendencias en la ciencia del Derecho penal y en la criminología, 2001, pp. 619 ss.
65 Vid. GÓMEZ-JARA DIEZ, Culpabilidad penal, pp. 105 ss.
66 Este planteamiento, en realidad, puede encontrarse en ciertas argumentaciones respecto de la culpabilidad empresarial de algunos
autores que, en el intento de incorporar la especial dimensión temporal que surge en este ámbito, llevan a cabo una ordenación teórico-penal
del problema con la que no se puede coincidir. Así, en primer lugar, este es el caso de la culpabilidad antecedente (Vorverschulden)
planteada por TIEDEMANN, N[W 1988, pp. 1172 s. En segundo lugar, éste es también el caso de los conceptos de culpabilidad por el mal
carácter empresarial de LAMPE, Z$ÍW106 (1994), pp. 732 s. y de culpabilidad por la conducción de la actividad empresarial de HEINE,
Verantwortüchkeü, pp. 261 ss-, las cuales, de nuevo desde la concepción jurídico-penal aquí defendida, no deben vincularse con expedientes
tan controvertidos en Derecho penal como son la culpabilidad por el carácter o la culpabilidad por la conducción de vida, sino que
precisamente son indicativas^ de la configuración previa -organizativo-empresarial- del marco de la ejecución que, en última instancia,
lleva/n a cabo una/s persona/s física/s.
o la conducción de vida que en tantas ocasiones se ha criticado a los partidarios
de la RPPJ. Precisamente desde esta perspectiva el tan manido «hecho de
conexión» no constituye fundamento punitivo alguno, sino que sirve, por el
contrario, para conectar-de allí lo procedente de su denominación—, dos injustos
propios autónomos -el de la persona física y el de la persona jurídica—. O
expresado de manera un tanto simplificada: para poder afirmar que una persona
jurídica participa en el delito cometido por una persona física, debe constatarse
un hecho de conexión entre ambas. De ello no puede inferirse que el hecho de
conexión es el fundamento de punición; cada una responderá de su hecho propio,
pero éstos estarán relacionados por el hecho de conexión.
No puede abandonarse este nivel teórico sin mencionar otra opción que ha
sido brillantemente expuesta por Günter HEINE. ASÍ, dicho autor lleva a cabo una
determinada interpretación de lo que se ha venido conociendo tradicíonalmente
en el ámbito de la dogmática penal como «dominio de la organización»67. Desde
esta perspectiva, la aplicación de la construcción del dominio del hecho en virtud
del dominio de la organización -originaria, como es sabido, de Claus ROXIN—
no serviría, en principio, para explicar las relaciones existentes entre hombre de
adelante y hombre de atrás en el Derecho penal de las personas físicas68, sino para
fundamentar la autoría mediata de la persona jurídica -en virtud de un
determinado injusto organizativo-junto con la responsabilidad penal de la persona
física -en virtud de un determinado injusto individual-69.
3. AUTORÍAY PARTICIPACIÓN ENTRE PERSONA FÍSICA Y PERSONA
JURIDICA
Expuestas sucintamente algunas de las teorías que permiten abordar esta
compleja problemática conviene analizar con algo más de detalle el supuesto más
habitual en la práctica: la participación de la persona jurídica en el delito de la
67 Vzd. IÍEINE, ÓJZ1996, p. 218: «En el lugar del dominio individual del hecho aparece el dominio funcional-sistémico de la
organización».
68 Vid. sobre las críticas a esta construcción en el Derecho penal empresarial FEI- JÓO SÁNCHEZ, Derecho Penal de la empresa e
imputación objetiva, pp. 166 ss.; GÓMEZJARA DIEZ, «¿Responsabilidad penal de los directivos de empresa en virtud de su dominio de
organización? Algunas consideraciones críticas», en: CPC, 88 (2006), pp. 138 ss.
69 Vid. GÓMEZ-JARA DIEZ, CPC, 88, (2006), pp. 150 ss.
persona física. En general lá primera cuestión a determinar es el marco
organizativo de la persona jurídica y, a continuación, si la
ejecución de la persona física se ha producido en dicho marco organizativo o si,
por el contrario, la misma se ha producido al margen de este. Ciertamente, en
numerosas ocasiones la determinación de ambos aspectos ai i oja dificultades
nada desdeñables, pero el ejercicio resulta necesario para respetar las garantías
que tanto ha costado elaborar a la dogmática penal del último siglo.
En lo que se refiere a la primera cuestión, el marco organizativo de la persona
jurídica no sólo viene dado por el organigrama organizativo de ésta, sino por los
sistemas de control y monitorización existentes, así como por la existencia de
determinadas políticas de empresa. En el ejemplo pro- to típico, la defectuosa
organización de una persona jurídica que, carente de sistemas adecuados de
control, propicia actuaciones delictivas de la persona física, constituye un marco
organizativo relevante penalmente. Si a ello se le une una política empresarial
relacionada con el delito cometido por la persona física, se cumplen todos los
requisitos exigidos a este respecto.
Por lo que se refiere a la concreta actuación delictiva de la persona física, ésta
deberá tener lugar precisamente en dicho marco organizativo y no al margen del
mismo. Así, si la persona física «burla» los sistemas organizativos establecidos
por la persona jurídica, no puede considerarse que dicha ejecución se haya
producido en el marco organizativo penalmente relevante, por más que,
formalmente, la actuación de la persona física haya tenido lugar dentro del
organigrama de la persona jurídica. Mayores problemas presenta la cuestión de si
resulta exigióle que la actuación de la persona física implemente una determinada
política empresarial de la persona jurídica. Sin duda será este uno de los campos
más necesitados de un desarrollo jurisprudencial y dogmático en el futuro para
evitar imputaciones y condenas injustificadas.
Lo expuesto se relaciona claramente con lo referido anteriormente respecto de
los presupuestos de la RPPJ. Y ello no podía ser de otra manera toda vez que los
elementos contenidos en el artículo SI bis).l CP proporcionan indicios decisivos
para determinar qué actuaciones pueden considerarse efectuadas en el marco
organizativo de la persona jurídica. Indudablemente, actuaciones en el marco de
representación previsto legalmente y en provecho de la persona jurídica
constituyen una manifestación indiciaría de ejecución de un hecho en dicho
marco organizativo.
4. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN ENTRE PERSONAS JURÍDICAS
Si bien en el epígrafe anterior se contienen los ejemplos más habituales en la
práctica, no se puede desconocer la existencia de supuestos en los cuales
intervienen dos personas jurídicas en unos hechos delictivos. Así, situaciones en
las cuales, por ejemplo, el administrador de una persona jurídica es otra persona
jurídica o, más aún, en los cuales concurren matriz y filial, pueden encontrarse
sin demasiada dificultad. En estos casos, no
obstante, deben seguirse las mismas reglas que se han explicitado anteriormente
puesto que no alcanza a adivinarse una justificación que permita una desviación
respecto de la misma70.
Aquí el marco organizativo viene dado habitualmente por la matriz -si bien
los casos de Holdings meros tenedores de acciones sin un contenido organizativo
determinado son imaginables-. Más aún, no resultan infrecuentes los casos de
sistemas de control y monitorización determinados desde las matrices que,
adicionalmente, tienen unas políticas empresariales sumamente concretas. De
nuevo deberá examinarse la organización de la matriz en los términos expuestos
anteriormente y establecer si la actuación de la filial se enmarca dentro de las
directrices organizativas de la matriz o si por el contrario ésta ha procedido al
70 No obstante, GONZÁLEZ CUÉLLAR/JUANES PECES, La Ley 2010, consideran que el párrafo segundo del apartado primero del art.
31 bis «presupone erróneamente, de forma expresa, que los administradores y representantes legales son siempre personas físicas (en
contradicción con el art. 212.1 LSC), lo que implica la imposibilidad, conforme al principio de legalidad penal, de aplicar sanciones penales
a una persona jurídica por la comisión de un delito por la persona jurídica que la administra o la representa legalmente, lo cual carece de
lógica en un mercado dominado por Holdings empresariales». La doctrina dominante no ha de seguir, sin embargo, esta tesis. Vid, por todos,
FEIJÓO SÁNCHEZ, Estudios, p. 97, con nota 53, con ulteriores referencias.
margen de las mismas. En el caso de matrices extranjeras y filiales españolas
pueden observarse importantes desviaciones por parte de estas últimas respecto
de los estándares organizativos impartidos desde aquéllas. En estos casos no
podrá afirmarse la participación de las matrices en las actuaciones de las filiales.
CAPÍTULO X
LAS CONSECUENCIAS JURÍDICAS DEL DELITO
BERNARDO JOSÉ FEIJOO SÁNCHEZ
SUMARIO: I. LAS PENAS PARA LAS PERSONAS JURÍDICAS. II. LA
MULTA COMO PENA PRINCIPAL DEL SISTEMA. 1. La determinación
legal de la pena de multa. LL La multa por el sistema de días-multa. 1.2. La
multa proporcional. 2. La individualización judicial de la pena de multa. 3.
Compensación entre las penas de multa a personas físicas y jurídicas. 4. La
regulación del jracáonamiento del pago y de la no satisfacción de la multa.
III. LAS SANCIONES INTERDICTIVAS COMO SANCIONES
POTESTATIVAS. 1. Sanciones interdictivas para personas jurídicas no
reincidentes dedicadas preferentemente a actividades legales. % Reglas
especiales para imponer sanciones interdiclivas por un plazo superior a los
dos años, la prohibición definitiva de actividades o la disolución. 3. Clases
de sanciones interdiclivas. 3.1. La disolución de la persona jurídica [art.
33.7.b)]. 3.2. Suspensión de actividades de la persona jurídica [art. 33.7.c)].
3.3. Clausura de locales y establecimientos [art. 33.7.d)]. 3.4. Prohibición de
realizar actividades [arL 33.7.e)]. 3.5. Inhabilitación [art, 33.7i)]. 3*6.
Intervención judicial [art. 33.7.g)]. 4. Ejecución délas sanciones
interdiclivas. 5. Las sanciones interdiclivas como medidas cautelares. IV.
LA RESPONSABILIDAD CIVIL.
I. LAS PENAS PARALAS PERSONAS JURÍDICAS
Todas las penas aplicables a las personas jurídicas tienen la consideración de
graves. A efectos de competencia esta calificación de todas las penas como
graves resulta irr elevan te. Según establece el art. 14 bis LECrim, introducido
mediante la Ley 37/2011, de 10 de octubre, «el conocimiento y fallo de una
causa por delito depende de la gravedad de la pena señalada a éste por la ley
se atenderá en todo caso a la pena legalmente prevista para la persona física,
aun cuando'el-procedimiento se dirija exclusivamente contra una persona
jurídica». La calificación tiene sólo una relevancia dé carácter menor a efectos
de la prescripción de la pena, ya que las penas graves impuestas por sentencia
firme prescriben siempre a los diez años (art.133.1) y la cancelación de
antecedentes delictivos. El art. 136.4 establece que ”las penas impuestas a las
personas jurídicas y las consecuencias accesorias del artículo 129 se
cancelarán en