Está en la página 1de 17
JUEGOS DE PIEL EN LA ADOLESCENCIA: ENTRE ESCARIFICACION Y ORNAMENTACION Hay en nosotres momentos de exceso: esos mamentos ponen ent juego el fiendamenta sobre el cual descansa nuestra vida: nos es inevitable llegar hasta el exceso en el. que tengamos la fuerza de jugarnos lo que nos funda. Negando tales momentos, por el contrario, desconocertamos lo que somes. Georges Bataille Laexistencia es una historia de piel La piel es la evidencia de la presencia en el mundo, Us el lugar del cuerpo que queda a la vista, permanentemente a consideracién de los demés. Por ella somos: reconocidas, nombrados, identifica dos en un sexo, en una calidad de presencia (seduccién, etc.), en una edad, en una “etnicidad” ¢, incluso, en una condicién social. También indica de entrada la dimensién afectiva de una palabra (cubor, palidez, sensacién de frio.o de ealor en una situacién moral, cexpresiones del rostro, del cuerpo...) ¢, incluso, un estado de salud, (color, granos, etc.). Difunde olores intimos y no deja de desbor- darnos y de revelar a los demés significaciones personales, incluso, aquellas que deseariamos mantener ocultas. Pero la piel es siempre doble, el individuo séle controla una parte de ella; si bien exconde, avveces, en el mismo acto muestra, En nuestras civilizaciones occi- dentales vamos hacia los otros con las manos y la cara desnudos, entregados a su conocimiento y al riesgo de su reconacimiento. La piel envuelve y encarna a la persona, vinculindola a los demés 0 distinguiéndola segiin los signos utilizados. Su textura, su color, sus cicatrices, sus particularidades (lunares, arrugas, ete.) dibujan un paisaje nico. Conserva, como un archivo, las huellas de la historia individual, como un palimpsesto del que s6lo el individuo tiene la Have: huellas de quemaduras, de heridas, de operaciones, de vacu- nas, de fracturas, etc. De ese modo, en la herni6sa escena del canto ‘XIX de la Odisea, donde Ulises, al volver a ftaca, es reconocido por ja nodriza Euriclea gracias a la cicatriz que tiene en el muslo, La huella cutinea se vuelve signo de identidad. A menudo se la uusa para ponerle nombre a cuerpos que han quedado anénimos, en casos criminales 0 en los campos de batalla, donde las “sefias particulares", como tacuajes u otras singularidades cutdneas, son ya Ia tinica cédula de identidad posible. La piel es el Srgano del contacto por partida doble, Al ser el lugar que encama el tacto, se apela continuamente a un vocabu- lario cutdnco 0 téctil para metaforizar de manera privilegiads la percepcién y la calidad del contacto con los otros, calificando el sentido de la interaccién, Se establece buen o mal contacto con los demés. Hay guimica u onda (0 no), uno se palpa antes de tomar una decisién, Tener racto o tiento consiste en tocar temas delica- dos con modales adecuados y diseretos. Una formula pega, toca la cuerda sensible o hace vibrar. Uno resulta heride en carne viva por un contacto que da urticaria, eviza los pelos, crispa lor nervios, sobre todo si uno esti a flor de piel y si tiene cuestiones de piel, etc. Este léxico cuténeo para expresar Ia relacién con el otro es inagotable (Le Breton, 2007). La piel es un umbral, al mismo tiempo instancia de apertura y de cierre al mundo segxin la voluntad del individuo. Frontera simbélica entee el afuera y el adentro, lo extetior y lo interior, el ‘otro y uno, fija un Ifmite mévil en la relacién del individuo con el mundo. Superficie de proyeccién y de introyeccién de sentido, ‘encarna la interioridad. Camino que leva a la profundidad de si, a es un sismégrafo del sentimiento de identidad, traduce los “estados de animo”. En tanto cristaliza algo del vinculo social, rambign es ¢l lugar dénde resolver las tensiones, desanudar las crispaciones. La relacién con el mundo de todo hombre es una cucstién de piel y de solidez de la funcién contenedora. Instancia fronteriza que protege de las agresiones externas o de las tensiones intimas, proporciona la sensaci6n de los limites de sentido que permiten sentirse llevado por la exiscencia y no, preso del-cass 0 dela vulnerabilidad, La picl es, por excelencia, un objeto transicional. Pantalla sobre la que se proyecta una identidad sofiada recurrien- doa las innumerables formas de puesta en escena de la apariencia, arraiga cl sentimiento de sf en una.carne que individualiza. Las marcas corporales, como el tatuaje y el piercing, son maneras de inscribir limites de sentido disectamente sobre la picl. De modo que esos signos afiadidos deliberadamente se convierten en signos de identidad enarbolados sobre si mismo. Ya no sen, como anta- fio el tatuaje, una forma popular y un poco atrevida de afirmar una singularidad radical; calan hondo en el conjunto de las j6ve- nes generaciones, sin distincién de condieién social, interpelando tanto alos varones como a las chicas. En nuestras propias socieda- des individualistas, quienquiera que no se reconozca en su existen- cia puede intervenir sobre su piel para cincelarla de otra manera. Intervenir sobre ella equivale a modificar el dngulo de la relacién con ¢l mundo, Tallar en la carne es tallarse una imagen descable de si mismo remodelando su forma.' La piel es una instancia de fabricacién de la identidad. Si uno no puede ejercer control sabre sus condiciones de existencia, al menos puede cambiar su cuerpo. La piel es la interfaz entre la cultura y la naturaleza, entre uno y el 1. Sobre las modificaciones corporales en las sociedades humanas, C. Falgayrettes-Leveau (bajo la di. de), Signes du corps, Patis, Musée Dapper, 2004; y sobre las modificaciones corporales en nuestras sociedades: D. Le Breton, Sigues didenttd. Taxouages, piercings et autres marques corparelles, Paris, Métailié, 2004 (2015). ‘otro, entre el afuera y el adentto. Una instancia dé mantenimiento del psiquismo*. El sentimiento de si mismo se arraiga en las sensa- ciones corporales y particularmente en la piel, en tanto ésta es el lugar directo de contacto con los demés y con el mundo. La piel es tuna primera linea de defensa y, por lo tanto, una linea de sentido frente a la complejidad del mundo circundante., Caparazin para lunos, para otros es zona de contacto, dependiendo de su historia personal, Las intervenciones sobre la piel son intentos de reorganizar las fronceras entee el afuera y el adenteo, un ejercicio para atravesar tun pasaje delicado. Acormentado por la pubertad o por las dificul- tades para entrar en su existencia, el adolescente ve que su. cuerpo se le escapa, y la inquietud que siente al respecto le da la impre- si6n de estar bajo el fuego de la mirada de los otros. Su utiliza cidn de las marcas corporales intenta domesticar simbélicamente el cambio, "(...) me sentia sper bien, como si fuera una persona nueva, con nambre nuevo y hasta wn cuerpo nucvo, Mi antigua idensidad de Chappie no habia muerto, pero se habia convertida en un secreto. Un tatuaje te hace esa clase de eouas: te hace pensar en tu cuerpo como un traje particular que puedes ponerte 0 sacarte cada vex gue quieres. Un ruombre nuevo, sie lb bastante cool, tiene el misma efecto. ¥ experi- mencar las des cosas al misma séempo es conocer el poder.” Las marcas corporales ponen en prictica el intento de corregir la imagen de sf mismo. Por ejemplo, Maric de 22 afios. En un aula de la facultad, un piercer acaba de hablar de su oficio con pasién. Maric levanta la mano y expresa su deseo de dar testimonio de su expe- riencia personal del tatuaje. Dice haber descado por mucho tiempo hacerse un tatuaje sin encontrar las circunstancias favorables. Pero tuna noche, después de una rave party, eufdrica, encuentra un tatua- dor que ofrece sus servicios en una camioneta. Piensa que ha llega~ 2. D. Anaieu, Le moiepeau, Paris, Dunod, 1985. 3, Russell Banks, Sous de rogue de Bone, Paris Babel, 1995, 128. do cl momento, Marie lucha contra los sollozos que la invaclen de repente. ¥ dice, llorando: “Cuando salf con mi tatuaje, por primers vez en mi vida tenia la impresiém de que smi cuerpo estaba complet” El tatuaje tuvo, en sw caso, un valor para volver al mundo. Vino a sellar una carencia del ser. Cambiar de piel el catuaje es una mezcla ambigua nalidad y de sumisién a las actitudes adolescente en la etcini- dad de los valores vividos en el presente, despierta el fervor por tatuajes que provienen del marketing, de los CD's, de los logos de grupos musicales, de siglas comerciales, etc. Son pocos los que dise- fian su propio tatuaje para estar seguros de ser los tinicos en tener- lo. Muchos testimonios mezclan un discurso de singularidad y la sensacién de participar de una corriente subterrinea dela sociedad. La contradiccidn no es percibida porque participa de kas légicas de consumo. El testimonio de Claire es, en este sentido, caricaturesco: “Mi encuentro con el piercing five para tener un arcte que no esté er la parte de abajo de las orejas. Por que, no lo sé. Quise eso porque estaba ‘de moda. Si, quive hacer exo para tener algo distinto en relacién a los demds® (Claire). “No soy como todos. No me gustan fos moldes. Me rehiiso a entrar en llos. La gente es toda idéntica. Un piercing me dife- rencia” (Sandra). Estamos en las ant{podas de las actitudes rebeldes de los afios ochenta, ante una actitud consumista. Mimados por el marketing, estos adolescentes carecen del distanciamiento de sus mayores para investir a sus marcas corporates con una significacién mds personal. La referencia fundadora, en un contexto social de descalificacién dela transmisién y de la aucoridad, es en adelante la de los pares, no ya la de los padres. ‘Muchos j6venes confiesan que no querian 2 su cuerpo (forma de decir que no se querian a sf mismos) antes de Ja intervencién del piercer 0 del ratuador. “En relacién a los tatuajes y al piercing, han sido un medio de volver a apropiarine de mi cuerpo y aceptar- lo, par lo tanto, de no tener mds complejos, verlo hermoso por fin; no me gustaben mis senos, les hice un piercing, ahora me gustan No me gustaba mi cara, con un look me gusta” (Sophic, 19 anos). “Me ayuda a olvidar mis mierdas, ls complejos gue tengo. Mira, si no tienes lindos pechos, des haces un picrcing, ard es otra cosa, tiene algo bonito” (Aurore, 18 afios). “Mi taruaje es personal. Tenia fisieamente vergiien- 2a de mi euerpo. Nunca me ponta wna remera. Siempre llevaba mangas largas, pantalin largo, hasta en la playa. Tenta realmente vergitenca de mi fisico, de mi cuerpo. En el momento que me tatué, desaparecieren ais camplejos. Me animé.a mostrarme” (23 afios, tatuador). La marca ‘envuelve al cuerpo de narcisismo. A su alrededor la imagen de si se reconstruye felizmente, se la percibe no sélo como formando total- mente parte del cuerpo, sino como su parte mis digna de interés. Se instalan asi, formas de restauracién bajo la égida de catuadores © piercers que asumen, sin saberto o a plena conciencia, el papel de pasadon! Lucy, 23 afios, que empieza una carrera de artista, lo recuerda: “Me siento mas segura de mi misma, menos dependiente de los demas, Si tengo ganas de hacer algo de decrla, lo hago con mds faclidad que antes. Antes era mucho mds cerrada, Ex extraiio lo que puede lograr un simple pietcing. Tengo més confianza en mi. Fue mi primera decisiém importante. Es el cambio mds grande de mi vida” (20 afios, cestudiante). “Ze dices cari que eres un hombre, uno de verdad al que nadie quercta molestar. Es media tance, ch, pero tambien hay algo de eso" (21 afias, estudiante). El signo corporal favorece atravesar una etapa de la existencia, Tien incidencia sobre cl sentimiento de si smo, una inyeccién intima de sentido, La eficacia de las modi- 4, “Passcur” en francés significa barquero 0 pasador, pero también articulador social. (N. del R.) 4 ficaciones corporales en términos de cambio, no es evidentemente un dato inherente al acontecimiento, depende del investimiento psiquico del sujeto, de sus expectativas, de sus representaciones. El mismo signo que es vivido por uno como un adorno corporal, para otro acompafia una experiencia “espit la vida. Rasgar la piel de una identidad intolerable La adolescencia es una existencia a flor de piel en sentido figue rado, peto también real, en la medida que a las fronteras de sentido atin les cuesta establecerse. La picl 5 cl lugar de la interfaz con los otros. Pero. es una frontera desollada viva, porque las fronteras simbélicas entre uno y los dems, entre el mundo interno y la reali- dad social todavia no estan establecidas. El joven ain estd buscan- do su lugar en el mundo, un centro de gravedad, precisamente Para sentirse bien en su piel. Se siente trabado por un cuerpo que, aunque le pertenece, todavia no es l suyo, atrapado en una carne rebelde que atin no logra integrar como propia. Se siente torpe, lerdo, ittisorio, feo, otro, sin poder dilucidar quién es. La relacién con el espejo es para él una prucba cotidiana. Lugar de regulacién con el mundo, espacio de reconquista, materia prima para construirse un personaje por fin propicio, cl cuctpo es también un lugar de encierro en si mismo que el joven ineémodo en su piel a veces tiene precisamente ganas de sacarse, de romper. La ambivalencia respecto del cuerpo hace de él un obje- to transicional destinado a amortiguar los golpes que el joven cree recibir cn su integracién problemdtica al mundo. Lo mima y lo desuella, lo cuida y lo malerata, lo quiere y lo odia segin las circuns- tancias, con una intensidad variable ligada a su historia personal y de acuerdo a la capacidad de su entorno de servir 0 no de conten- cién. Cuando faltan los limites, ¢l joven los busca en la superficie 8 de su cuerpo, se arroja contra el mundo para establecer su soberania personal, para diferenciarse de los demds, dar a luz a un si mismo enterrado bajo el suftimiento, zanjat’ por fin entre el afuera y el adentro, establecer una zona propicia catre interior y exterior, El cuerpo es un asunto de identidad que le permite encontrar su lugar en el tejida del mundo, pero no sin turbulencias y no sin haberlo sometido a maltrato, La piel a veces es el rodeo caiético que lleva a tuna insercién por fin propicia en el lazo social, Durante el pasaje adolescente el cuerpo es el campo de batalla de la identidad. La piel, que cs su instancia visible, es el recurso més inmediato para cambiar su relacién con cl mundo. Cambiando su cuerpo, pretende en prin- ciplo cambiar su vida, Las incisiones corporales son un medio tiltimo de lucha contra el suftimiento. Hombres o mujeres, sobre todo mujeres, perfectamen- te integrades en el seno del lazo social, recurren a ellas como auna forma de regulacién de sus tensiones. Nadie sabe de su comporta- micnto. Muchas incisiones conciernen a personalidades que sufren de ausencia de limites, de una incertidumbre acerca de las fronteras entre su psiquismo y su cuerpo, entre su realidad y su ideal, entre lo que depende de ellos y lo que corresponde a los otros. Son vullne- tables a la mirada de los demés o a las fluctuaciones de su entor- no. Son desollados vivos, s decir, que han sido despelejados del sentido, estin indefensos ante las heridas narcisisticas infligidas por Jos otras o por sutindiferencia en relacién a sus expectativas, Falea la propia cohesién, el narcisismo necesario para la existencia esti insuficientemente apuntalado, Cualquier decepcién es vivida con intensidad, sin distanciamiento. La carencia de una relacién sélida y confiada con el mundo provoca la vuelta contra une mismo, en una especie de cirugia brutal, pero ritual, significante, para volver a encontrar lo mas cerca de si las referencias que faltan. Entonces, en 5. El téemino utilizado en francés —trancher- significa también “cortas” (N. del T,). 56 los momentos de crisis se imponen momentos fulgurantes de pasaje al acto como una necesidad imperiosa. El cuerpo, y en particular la piel, es un refugio para aferrarse alo real y no hundirse. Los ataques al cuerpo son antes que nada tun ataque contra las significaciones que sc le adjuntan. Como en otro plano les intentos de suicidio,.son intentos de despojarse de una piel unida.a una percepcién insoportable de uno mismo, son intentos de vivir (Le Breton, 2012; 2013). Manera simbélica de destruirla para cambiar de vida‘ y convertirse en otro. Los ataques ala integridad corporal no se plantean, en principio, la hipétesis de la muerte. Las incisiones, las escarificaciones, las quemaduras, los puntazos, los golpes, los raspones, las inserciones de objetos bajo la piel no son indicios de una voluntad de destruirse o de morir. Son la Gltima manera de instalar sentido en su cuerpo cortando por lo sano, es decir, sacrificando una parte de si mismo para poder continuar viviendo. La incisién corporal conjura una catéstrofe del sentido, absorbe sus efectos destructivos fijandola sobre la ¢ imentando recuperar cl control. Se opone al suftimiemto, es un compromiso, un intento de restauracion del sentido. “Muchas incisiones concicrnen a jévenes que sufren de ausencia de limites, de una incertidumbre acerca de las fronteras entre su psiquismo y su cuerpo, entre su realidad y su ideal, entre lo que depende de ellos 0 de los otros. Al suftir de un déficit narcisfsti- co, son vulnerables a la mirada de los otros © a las Auctuaciones de su entorno. La inconsistencia de su yo debilita su relacién con el mundo y los vuelve desollados vivos, es decir, despellejados del sentido, indefensos ante las heridas narcisisticas infligidas por los otros © por su indiferencia respecto de sus expectativas, Cualquier decepcién. se vive con intensidad, sin distanciamiento. Tienen la impresién de no ser totalmente reales, de no habitar ni su cuerpo, ni 6. El autor utiliza Ia expresién francesa faire pea neve, literalmente: “hacer piel nueva’, cambiar de piel. (N. del T.) su existencia, Las escarificaciones, como la mayoria de las conductas de riesgo de los jévenes, son intentos de scpararse, de diferenciarse de s{ mismos, aliados a una voluntad de hacerse auténomos por no haber encontrado carne en su cuerpo y establecido la distancia adecuada respecto de los dems. El incesto 0 Ios abusos sexuales son otra de las razones principales de las escatfigaciones y de ese rechazo de s{ mismo, de esa sensacién de cargar para siempre con un cuerpo mancillado? Cortar con el sufrimiento La imposibilidad de salir de la situacién por medio del lenguaje obliga a pasar por l cuerpo para descargar la tensién. El dolor fisico es una barrera simbélica que se le opone al suftimiento, una manera de comtener la hemorragia y transferirlo a un espacio donde por un instante sc hace controlable (Le Breton, 2005; 2010). Intento desesperade por mantenerse en el mundo, por encontrar de dénde agarrarse. Es un dolor homeopitico, porque previcne de un sufri- miento indecible y aplastante. El desollado vivo se despelleja para retomar el control, busca lastimarse, pero para que le ducla menos. ‘A veces hace falta sacrificar una parte del cuerpo para salvar algo de ssf, La huella corporal leva el sufrimiento a la superficie del cuerpo, alli donde se hace visible y controlable. Se fa extirpa de una interio- ridad que aparece como un abismo. Sin duda serfa tranquilizador climinar la cuestién que plantean Jos que atentan contra su cuetpo reduciéndola a locura, enferme- dad, pero es imposible dejar de ver que una inmensa mayoria de los que actian asi, no dejan por ello de mostrar todas las aparien 7. Para un abordaje mis profundo de los ataques al cuerpo, me remito.a D. Le Breton, La peau et la trace. Sur les blessures de soi, Paris, Mécailié, 2012, de una integracién social sin problemas. Atafien a individuos cuyos familiares estin a menudo lejos de imaginarse que ellos recurren a esos procedimicntos para mantener el control de su vida, Las heridas corporales deliberadas no son un mayor indicio de locura que los intentos de suicidio, las fugas, los trastornos alimenticios u otras formas de conductas de riesgo de las generaciones j6ve- ines; mas bien son intentos de forzar el pasaje para existir, Martine Jo dice con fuerza: “los cortes eran la tiniea manera de soportar ese sufrimicnta, Es la tnica manera que enconteé en ese momento para no ‘querer morir La alteracién corporal «s una redefinicién de si mismo en una situacién penosa. Puede ser (nica, correspondiendo a un episodio que haya desbordado en ese momento las capacidades de elabo- racién simbélica del sujeto, pero puede repetitse muchas veces, convirtiéndose cn una manera usual de luchar contra el miedo a Ia fragmentacién, Cuando se produce en esas circunstancias, sin real premeditacién, el ataque al cucrpo no esté desprovisto de una conscieneia residual. El sujeto no se dafa en cualquier parte o de cualquier manera. La muficca ¢s el primer lugar del cuerpo al que s¢ le apunta, pero también los antebrazos, el pecha, el vientre © Is piernas. La cara, que encarna justamente el principio sagrado de la identidad personal, la parte més sagrada de sf, pocas veces es , afectada (Le Breton, 2009). Si finalmente cs atacada, entonces el individuo est4 dando un paso fuera de la vida ordinaria, su sufti- miento lo desborda en exceso, est al filo de destruirse, La preocu- pacién por preservar la cara refleja la voluntad de mantenerse en el centro del lazo social, de no cortar los puentes. Lo mismo vale para los ataques a los érganos sexuales, otro lugar importante del senti- miento de identidad. Aunque juegue con los limites, cl individue no pierde por completo el control de su gesto. Hay una (antropo) légica del acto, una coherencia, una bisqueda de apaciguamicnto y no de destruccién personal. La profundidad de los cortes y el lugar de su ejecucién nunca son aleatorios. La vista cjerce un efec to de control del acto. Pero sobre todo materializa el suftimiento bajo la forma de la incisién y de la sangre. El impacto de la mirada redobla el impacto de las sensaciones, y mejora la ecacia del alivio experimentado, El ataque al cuerpo es precedido por la sensacién de menoscabo de si mismo, de una pérdida total de sustancia en una suerte de hemorragia de sufrimiento. Eso forma parte del vértigo que carac- teriza a todas las conduetas de riesgo (Le Breton, 2012); esta caida enc! interior de st mismo evoca una pérdida de control y de lucidez, como siel piso del pensamiento se derrumbara; momento de ruptu- ra con lo teal, de torbellino, El joven siente el aumento del afecto como un sofoco. Sufre una intrusién mortifera y vive un derrumbe del sentido, el despliegue de un sentimiento que parece inacabable, El papel de ataja-excitacién de la piel es desbordado por la virulen- cia del afecto, y la cortadura es la tinica oposicién a la sensacién de ser menoscabado, Reencontramos en lo sentido por la persona que se corta la ‘agonfa primitiva’ o la “angustia impensable” descritas por Winnicott. Sin duda, para muchos adolescentes las cireunstan- cias que motivan ¢l ataque corporal son la reviviscencia del “semor a sen eolapso que ya ha sido experimentado” (Winnicott, 1975, 38-39). La falta de un entorno que sostenga, dentro suyo y afuera, Heva a la basqueda de un mecanismo para parar la caida. La incisién levanta un dique para conjurar la pérdida narcisfstica, {que amenaza con arrasarlo todo a su paso. El suftimiento irrumpe por la fuerza y amenaza con destruir a un Yo debilitado, vulnerable. El joven se arroja contra su cuerpo para inscribir un limite sobre su piel, fijar el vertigo, Vuelve a convertitse en protagonista. El-corte cs un medio paradéjico, pero provisionalmente eficaz de luchar contra cl vertigo tomando la iniciativa de saltar al vacto. “La primera vez que me corté tenia once ahs, pensaba en mi padrey en la forma en que murié, Exo era demasiado fuerte, Entonces me raspé, y luego me corte. ‘Mi madre a veces trataba de impedirmelo, pero a mi exo me aliviaba. ‘No sé por qué" (Carole, 19 afios). Cuando el suftimiento abruma, se orran los limites entre uno y uno mismo, entre el afuera y el aden- to; entre la presencia en el mundo y Ia avalancha de los afectos. La salvacién consiste en chocar contra el mundo en busca de conten- -cibn, La herida pretende romper la disolucién, atestigua el intento de reconsticuir el vinculo interior-exterior por medio de una mani- pulacién de los lrnites del sf mismo, Es una testauracion provisoria de la envoleura narcisistica. La agresién psiquica se reabsorbe sobre ‘una piel ni totalmente suya, porque el cuerpo no cs aceptado en tanto se arraiga cn una existencia desaprobada, ni del todo ajena, ya que es el lugar ineludible de la presencia en el mundo. La restau- racién brutal de las fronteras del cuerpo detiene la caida, borra el vértigo y provoca la sensaci6n de estar vivo y ser real, La paradoja de Ia herida deliberada es la de colmar una brecha de sentido, Expresa Ia decepcién Hlevando los golpes a la parte del cuerpo que mejor simboliza la interfaz con el mundo, la picl. Apuntaa cortar de cuajo encia, reiterada sin Iatensi6n. La herida es una certifcacién de © cesar hasta tanto se elabore una significacién mis feliz: la certeza de ‘estat todavia vivo. El alivio es provisorio y hay que reproducir el acto para rechazar cada ver la decepcién y seguir adelante. La falta de una relacidn séli- day confiada en el mundo provoca el volverse contra uno mismo en una suerte de cirugia brutal, pero significante, para volver a encon- rrar junto a silos puntos de referencia que faltan. Momentos fulgu- antes de recurrir al cuerpo se imponen entonces en los momentos de crisis. El sufrimiento recurrente a menudo desborda de la herida, la fijacién sigue sicndo provisoria y obliga a rcnovar la llaga en un intento ain prematuro de citeunseribitlo-a ella. La ageesi6n al cuct- po cs puntual o bien, dura algunos meses o mas; termina cuando el gusto por vivir es restaurado, quedando luego el individuo horro- rizado por su gesto o recurriendo a formas distintas de autocontrol. Para otros, se vuelve una manera regular de existir, de poner la mira cn las heridas afectivas de lo cotidiano, En tal caso es una ceremonia secreta, realizada como una liturgia intima (Le Breton, 2010; 2011; 2012). La penosidad perelura entonces mis alld de la adolescencia, lavfractura de sl cs:demasiado aguda y exige ua compromiso pars seguir existiendo. Son cortaduras que dejan mds © menos huellas cutdneas, salvo durante los momentos mas agudos de las dificyltades personales, cuando se hacen més profundas. La incisién es una ritualizacién in extremis de lo insostenible, porque no hay otra salida. Ante cada acontecimiento doloroso proporciona sosiego y el pasaje. Algunos dependen de sus incisiones come otros del alcohol 0 de la droga. Hay que rasgar la piel sin parar para cambiar de piel y alejar la adversidad. El sujeto en suftimicnto se aferra a su picl para no hundise. La cortadura es una incisién de lo real, le confiere enseguida al suje- to un arraigo en ef espesor de su existencia. Es un tope que sirve de contencién, un remedio para no morir, para no desaparecet. El individuo vuelve a encontrar un alivio provisorio, Cortando su cuerpo y haciendo salir de él lo que lo ahoga, justamente recupera el aliento y vuelve a encontrar entre el mundo y él mismo un espa- cio de simbolizacién que restaura su posicién de protagonista. La capa de sufrimiento es perforada por una agresi6n vuelta contra si mismo porque slo alli sc lo puede controlar. El impacto de lo real inducido por la cortadura, el dolor consentido, la sangre que corte, vuelve a anudar los fragmentos dispersos de sf. Permite volver a unirse. Después de la primera incisién, Caroline expresa no haber n de detenerse, por lo mucho que ese gesto ordenaba su caos interior, le aportaba un sosiego inalcanzable de otra manera. Ella se corta cada dia, 0 dos 0 tres veces por semana. “Cortar era una solucién para sade” (Kettlewell, 1999, 63): decep- cin, remordimiento, sentimiento de culpa, inseguridad, frustea- cién, incertidumbre ante el porvenis, etc. La incisién ¢s una especie de pértiga que lo ayuda a mantenerse sobre la cuerda de su existen- cia. Una sangrfa identitaria Remedio contra la desintegracién personal, la incisin corta por lo sano para salvaguardar la cxistencia, Rita privado para volver al mundo después de haber estado a punto de perder su lugar en él, aunque haya que pagar el precio, libera de tensiones intolerables que amenazan con desintegrar al yo. El detrame de sangre resta- blece una frontera tranquilizadora. Después de la incisién vuelve la calma, aun cuando siga siendo doloroso, se puede volver a pensar el mundo. Dar un rodeo por la agresién corporal es una forma para- déjica de lograr alivio. Al ser materia de identidad, el cuerpo ¢s materia de tratamientos, es soporte de una medicina severa, pero cficaz. El dolor purifica al sujeto de sus “humores” desgraciados, lo vuelve a poner en el camino después de haber saldado Ia deuda del momento, La sangre no es cualquier sustancia, viene del cuerpo, estd asociada a la vida y a la muerte, a la salud y a la herida, derra- mala deliberadamente equivale a cjercitar una potencia de trans- gresién. En el contexto de abusos sexuales, donde el joven se siente “mancillado”, “sucio”, recurrir a las escarificaciones forma parte de un rito intimo de purificacién, derramar la sangre de la deshonra buscando Ia pureza. Los poderes simbélicas de la sangre en materia de cura en las medicinas tradicionales estin ampliamente comprobados. Sustan= cia de vida en el incerios, al mismo tiempo que sustancia de muerte cuando sc la vierte, estd cargada de una potencia simbélica, sobre todo i el que Ia derrama es 1 amo de lo que se inflige. Cuando surge, para el sujeto que se corta ¢s un flujo de lo real, materializa cl sacar la censién fuera de uno mismo. La cortadura es una sangria identitaria para purgarse del “pus”, de la “mala sangre”; expulsarla de si es recuperar transitoriamente un cuerpo propio’, no invadi- do por el otro. "Quiero exacuar algo male, lo que me carcome y me 8, Propreen francés significa al mismo tiempo “propio” y “limpio". Ambas acepciones se suman entonces aqui (N. del. T.). destruye, quiero expulsarlo, que se detenga” (Vanessa, 19 afios, estu- diante). Martine, hoy de 38 aiios, cuando teniacerca de 20 afios se corté durante varios aftos. “Era um estado de dnimo. Una especie de exceso de algo. Hacia falta que lo hiciera satir, como pus. Algo destrue- tivo, Era una especie de energta negra, la tenéa gue eliminan y yo la hacia salir fsicamente de mi, quicd porque no podia decirla”. Desti- tuido de todo valor, el euerpo expresa asco. El desinvestimiento de si se uraduce en la forma de esas imagenes negativas. Derramar su sangre és una especie de “drenaje” de sufrimiente ¢ impureza. Es un intento simbélicamente fuerte de “salir de si mismo”. Para Martine, ver sangre cra insoportable, Sin embargo, cuando se cortaba, las sensaciones eran muy distintas: “Extaba exe uértigo, ese estar mal, ese malestar 3, al mismo tiempo, un juibilo de ver la sangre. Me acuerdo de una vez en gue me corté mds fuerte de lo que hubiera queride. Habla iibile al ver correr la sangre, corria en abundancia y era un regocijo. Pero también habia mucho miedo, porgue yo estaba en desequilibria, en realidad estaba en peligro”. El cuerpo es el espacio “transicional” que distingue de mancra radical lo interior y lo exterior, es un péndulo de Is existencia usado como objeto transicional para soportar la dureza de las circunstan- cias. El joven cree que mientras tenga sangre en el cuerpe tiene un remedio para sostenerse. Muriel, que se marca las iniciales de su novio preso con un pedazo de vidrio, expresa cuanto Ia tranquili- aba ver la sangre: “Ves la sangre, es realmente una parte tuya, esté dentro tayo, te hace vivir y ves como corre. Sabes que vives, Ya cuando fe cortas tienes sensaciones, te sientes viva. Es como si supieras que tu vida te pertenece. Sé que puedo derramdr mi sangre cuando quiera, mi ewerpa es mio, puedo abrirme las venas, puedo morir, soy realmente dueita de mi euenpo, existo, bah. Eso es un poco lo que sientes cuando ves correr te sangre”. La prictica de la incisién es una especie de fs un derrame metédico de sangre para lograr una sangria identi relacién mas feliz con uno mismo y eon el mundo, Un tite personal pata conjurar la infelicidad y purificarse. 64 Por medio de su acto, el adolescente también experimenta lo posible que se agita en él, aprende a conocerse mejor confrontin- dose a una realidad que le cuesta entender, pone a prucba asi su autonomia. “En ef momento de hacerlo experimentaba wna cierta satisfeccién, un poco como una vdlvula, algo que te hace respinar un poco (...) Yo quemaba la hoja del eter la ita era desinfectar(...) La idea ena soltase, pero no queria que sesupiera, no estaba muy seguro de mé por entonces, a esa edad te da una cierta satisfacciin hacer cosas come esa, pero a escondidas, Es como furar el primer porro. Nusca se lo conté a nadie" (Bernard, 20 afios). A los wece afios, Emma- jel se corta “esos cortes con tijeras, cuchillos, navaja de afeitar, citer, Pe mis antebrazos, los hacia oem entrecortada, rdpida, Srentios, como si ya no controlara mi cuerpo, era regocijante, coreta la sangre J yo vets el pus de mi ution, de mi malar, demi inflicided. ‘Creo que esa tenia un significado 0 quee detrds de esos actos se perfilaba inconseientemente una idea de absolucién de un pecado original. Me seria culpable de haber nacide para sufir sos actos eran a la vex um castigo y una liberacién? hacia un renacimiento”. La escarificacién cs especialmente un intento de dominar las sensaciones corporales retomande las riendas, tanto mis cuanto que lis lesiones a menudo deben ser curadas en secreto para no atraer sobre ellas la atencidn 0, a la inversa, ser mantenidas en secteto como focos de sensaciones. En ambos casos, que pueden alternar, el sujeto sigue sintiéndose existir, experimenta la consistencia de su relacién con el mundo por medio del recordatorio de un limite en la misma carne, Una envoltura de dolor La escarificacién opone ¢l dolor al suftimicnto, la herida fisica al desgarro moral. Muriel, de dieciséis afios por entonces, lo atestigua 9. Delivrance en francés; también significa “alumbramiento”. (N. del T.) 65 con elocuencia. Enamorada de un muchacho taxieémano-y dealer, se entera que € esti. de nucvo en prisién preventiva. Se encuentra sola en una plaza publica. Su mirada cae sobre un pedazo de vidrio en cl suelo, Graba sobre su piel las iniciales de su novio, y formula de manera ejemplar la potencia de atraccién de la cortadura en esos momentos de afliccidn: “Eres tan desdichada en ¢l fonda de ti misma, 5 la pena de amor, sabes. Eres tan desgraciada en tu corazin, entonces te haces datio para tener un dolor corporal mds fuerte y ast ya no sentir su dolor en el corazén, :te das cuenta? El dolor de la herida y de su cicatrizacién, la tensién que perma- nece sobre la piel, la vista de la llaga o de sus huellas, apaciguan el suftimicnto. La barrera del dolor fisico ahuyenta el caos, da la sensacién de poder controlarlo siempre. De allf el investimiente del instrumento por muchos adolescentes que se cortan: la navaja de , el ctiter, el cuchillo, el trozo de vidrio son objetos de salva- cidn que tracn el alivio. Los ataques al cuerpo intentan devolverle una capacidad contenedora a Ia piel, instalando en forma regular no una envoltura de suftimiento, como escribe D. Anzicu (1985, 109), sino una envoltura de dolor (Le Breton, 2010). El suftimiento es precisamente aquello a lo que el ataque al cuerpo se opone. Se trata de apostar al dolor (que uno controla) contra el sufrimiento (que esté en Ia vida y es incontrolable). Eso en particular explica por qué tantas adolescentes dicen que sus incisiones no les duelen. Ellas sienten ¢l corte, pero no le atribuyen suftimiento, Este tiltimo es del orden de lo incontrolable y de la invasiGn de si, el dolor autoin{ligi- do no posce esa virulencia, ¢s una sobrecarga penosa de dolor, pero que justamente viene a contrarrestar el sufrimiento que esta en la vida y en el interior de uno mismo. El dolor es un intento de apaciguar el sufrimiento, Restablece una funcién debilitada de agarrarse al mundo. “¥> grababa, graba- ba, y veta correr esa sangre, no me acuerdo incluso de que doliena, me acuerdo que picabe, picaba, exo si (...) Creo que tenia tanto dolor en el conazin que de hecho no sentia el dolor (...) La primera vez lo hice con un vidrio que habia encontrado y después, como wna loca, volvia a pasarle una hoja de afticar por encima dos o ares dias despuds, y en esa época andaba por alld con un cortaplumas en la cartera, ast que también con el cortaplumas; en realidad despues se hizo prdcticamente sistemdtico. En cuanto algo no andaba, yo volvia a marcar encima. Después me lo hice en el vobille, es verdad que duele menos el tabillo, st, cademds debla estar menos enamorade ya que sentia mas el dolor (...) Cuando te cortas, ya sabes que vives, tienes sensaciones, te sientes viva, y luego, cuando ves tu sangre, es come que ti vida te pertenece, puedo ‘hacer lo que quiera, puedo derramar mi sangre como quiera, mi cuerpo es nile. Si quiero puede abrirme las venas, puedo moris, soy realmente ducia de mi cuerpo, existo, bah; eso es un poco lo que sientes cuando es correr tw sangre” (Muriel). Mary, una paciente de J. Kafka, expre- sa ese imperative de no aumentar cl suftimiento, sino combaticlo. Ella se corta con una hoja de afeitar, pero se detiene en cuanto el dolor se hace demasizelo agudo y se esfuerza por mantenerse en un renglén en el que por fin se siente *viva’. El dolor es buscado bajo Ja forma de un limite, de un refuerzo identitario que alimenta el sentimiemto de existis. Si se desborda y se vuclve sufrimicnto, Mary deja de cortarse y ve correr la sangre con alivio, en forma casi feliz (Kafka, 1969, 207). El no poder agarrarse de su entorno, la sensa- cién de insignificancia personal, no dejan opcién. La herida corpo- ral deliberada es la bisqueda a tientas de un umbral de dolor o de apertura de la piel que brinde Ia sensacién cabal de existie. Una vez alcanzada ésta, la presin psicoldgica se relaja. La piel ya no es la frontera propicia de regul: cambios de sentido. El dolor y la marca cutinea refundan sus contornos, restablecen una frontera siempre por corregir. La envol- tura de dolor es el precio a pagar para asegurarse de la continuidad de uno mismo, No se trata en ningiin caso de masoquismo, porque Ja funcidn no es gozar de 41, sino garantizarse con él una existen- cia demasiado incierta de otre modo. Esa necesidad de lastimarse para que ducla menos, de poner a prucba las fronteras personales nde los inter= para asegurarse de la propia exis nes individuales, y la significacién intima del acto, una asombrosa polisemia (Le Breton, 2012). La cortadura es superficial 0 profunda segiin la intensidad del suftimiento sentido, se limita a un punto del cuerpo 0 se disper- sa. Permite ahorrarse una posible intervencién sobre el mundo. No pudiendo cambiar el entorno nefasto se edimbia el cuerpo, se amortigua en uno mismo una ofensiva, desde el exterior 0 desde el interior, amenazante para el sentimiento de identidad, La incisin «s ante todo una citugia del sentido, Permite que “cso” salga. La conversién del suftimiento en dolor fisico restaura provisoriamen- te el arraigo en cl mundo, El alivio obtenido se declina en forma diferente segdn las circunstancias y las personas que atentan contra su cuerpo. Algunas se manificstan “calmadas” por el slo hecho de la herida, otras por cl dolor sentido en el momento, otras mas bien por el corter de Ia sangre, En principio, el alivio cs siempre prot sorio. No resuclve en nada las circunstancias que han provocado la tensién, pero propotciona un respiro. ‘Que los ataques corporales sean claramente mds numerosos entre las chicas confirma el hecho de que entre cllas cl suftimicn- to se interioriza, micntras que entre los varones toma mis bien la forma de una agresién contra el mundo exterior. La mujer toma sobre si la congoja, mientras que ¢l hombre se proyecta con fuerza contra el mundo. Volviendo su sufrimiento (aquél que esté en la vida) contra su propia picl, la mujer rechaza también el modelo de seduccién que Ia ahoga y que hace de su apariencia

También podría gustarte