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CADENAS 

 
 
 
 

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“Para conseguir una ​esclavitud​ total 


es preciso borrar del esclavo hasta el 
sentimiento​ innato de la ​libertad​; es 
preciso extinguir en él toda idea de 
derecho; porque, mientras esta idea 
subsista, la ​esclavitud​ no está bien 
asegurada, y a un ​poder​ aborrecible 
podría oponerse el derecho terrible de 
la insurrección, esa última ​razón​ de los 
oprimidos contra los abusos del 
poder​.” 
 
_ Victor Cousin  

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PRÓLOGO 

Con la luz de la luna creé, hice crecer y desarrollé


aquella idea de desarrollar este libro, una pincelada de
una historia de esclavitud, un tanto real al tener conexión
con otras narrativas de aquellos días de trabajo forzoso y
sufrimiento agudo, de los momentos de escape a la
libertad que muchos pudieron tener. En esta historia se
describen distintas situaciones que transportarán al lector
a un mundo donde la soberbia, fragilidad humana
desatará las ganas de autodeterminación de los
personajes para visibilizar nuevos horizontes.

Es una obra que pueden disfrutar grandes y chicos,


incluso una buena excusa para crear un vínculo entre
estos y la obra gracias a la información que brindo al
principio, como en el plano artístico que ofrezco. Espero
que este libro le agrade.

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CAP I 

ENTRE LA SIEMBRA  

Nací en África, apenas tengo un leve conocimiento de mi


edad, nunca he visto un auténtico nacimiento desde que estuve
en la primera plantación, muchos esclavos tampoco saben su
edad, como los simios de la suya y hasta donde yo recuerdo
los amos quieren que permanezcamos censurados, sumidos en
la ignorancia, no recuerdo mucho menos que algún esclavo
recuerde momentos importantes en su vida antes de llegar
como cargamento en aquellos barcos.

Rara vez podían aproximarse a la fecha de su cumpleaños


indicando que fue por época de siembra o cosecha, en
primavera, o en invierno, así como tienen leves o ningún
conocimiento de sus vidas. La falta de información que tengo
de mí mismo ocurre por el fruto de la infelicidad en mi
infancia. Los niños blancos podían decir su edad, podían decir

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el nombre de su libro favorito, yo estuve siempre prohibido


decir cosas como esas, o incluso moverme, mucho menos
tenía el permiso de preguntarle a mi amo sobre aquello, él
consideraba si un esclavo le hacía esas preguntas es porque
era impertinente, eran impropias de nuestra voz, eran indicio
de un espíritu rebelde que quería sublevarse ante las
imposiciones que él pusiera.

Actualmente puedo decir que tengo 58 años, llegué a aquella


conclusión cuando mi primer amo dijo en el año 1829 que
tenía diez años.

A mi madre y a mi padre no los recuerdo, ellos estuvieron


conmigo cuando nos metieron como cargamento en un barco,
murieron sofocados, me salvé de eso con suerte, llegué a
Virginia y fuí comprado en una venta de esclavos por el
menor precio posible, así lo asegura Mama Dada, mujer que
me cuidó en mi infancia, cuando era niño fuí usado para
aprender a hacer nudos para los bultos de caña de azúcar,
pude llegar a ver hasta dónde podía caer la dignidad de un
hombre gozando el sufrimiento de otros o cayendo bajo
intenso sufrimiento.

Mama Dada tenía el permiso de mi amo a quedarse sentada y


de poder ayudarlo en su casa, era un permiso que pocos
negros obtenían, mi amo los concedía para vanagloriarse y
considerarse un buen amo, Mama Dada me quería mucho,
cada noche dormía abrazado por ella en el primer piso del
camarote, La muerte pronto acabó con lo que compartimos,
murió porque mi amo le dio un tiro una mañana por no tender

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bien su cama, no tuve permiso para acompañarla en su


entierro.

Al marcharse de repente, me dejó solo con la información que


sé de mis padres y unas recomendaciones de cómo
comportarme con el amo, cómo comportarme con los demás
negros para no morir en represalias, o cómo no llegar a ser
torturado por los capataces. Me dejó sin conocer nada sobre
ella, solo los recuerdos de sus dulces manos, de su dulce voz y
su cariño.

Cada año nuevo llegaban a la plantación nuevos esclavos que


sustituían a aquellos que habían muerto por tiros, azotes del
amo o por las torturas de sus capataces, para mí este hecho
confirmaba la legitimidad del esclavismo, dejaría de haber
esclavismo cuando se dejasen de traficar esclavos, cuando un
negro pueda estrechar la mano y hablar cordialmente con un
blanco.

Tuve tres amos. El nombre del primero fue Pitt, no recuerdo


su apellido, le solían llamar General Pitt, vivía en una gran
casa blanca rodeada de un gran cultivo de algodón y caña de
azúcar, era amable si seguías paso a paso sus
recomendaciones, muy cruel e inhumano si alguno de
nosotros se intentaba escapar o hacer lo que no debía, podía
matarlos a tiros o a latigazos. Tenía seis capataces, Bill, Fred,
Edward, Mike, Steve, Daniel, todos eran unos monstruos
horribles y abominables, iban vestidos con un cinto de piel de
vaca, una porra muy dura, con vestidos de lino, sombrero y
botas de cuero perfectamente brilladas.

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Tenían una estrecha relación con el alcohol y el tabaco, lo que


los diferenciaba eran los métodos de tortura que aplicaban
cuando un negro se portaba mal. Al método de tortura de Bill
lo llamábamos ​EL TRONCO​, al negro se lo ataba con grilletes
y cadenas a un ronco de dos metros de altura, lo ponían de
espaldas y comenzaban a azotarlos con fuerza hasta que
desprendiera gran parte de la carne de sus espaldas, o hasta
que se le vieran las vértebras, luego fracturaba sus piernas.

El método de tortura de Fred era aplicado cuando un negro se


robara algo de la plantación, a este lo llamábamos ​El
PEDRUSCO​, el negro quedaba desnudo tenía que llevar un
tronco grueso y más grande que él/ella justo en la cabeza, lo
hacía para inutilizar a la víctima quien en ocasiones sufría de
hambre, de quemaduras por los rayos del sol. Era empleado
para que el negro confesara el robo.

Al método de tortura de Edward lo llamábamos ​POTRO,​ en


éste el negro era atado de pies y manos a una superficie
conectada a un torno, al girar el torno tiraba de las
extremidades en sentidos diferentes usualmente dislocándolas,
pero también llegando a desmembrar, el ​POTRO e​ ra usado ya
cuando el negro por cansancio extremo no podía hacer más
trabajo y se quedaba botado/a en el piso.

Al método de tortura de Mike lo llamábamos ​EL COCIDO​,


este método de tortura era aplicado a aquellas negros que
tenían una relación amorosa, cada persona de la pareja era
desnudada y puesta dentro del estómago de un burro muerto.

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Después lo cocían, dejando la cara de la víctima por fuera


para evitar el sofoco y prolongar el sufrimiento, ambos
cuerpos eran puestos a los rayos del sol para que el cuerpo del
animal comenzara a descomponerse y la víctima fuera casi
cocinada por el calor del exterior, los gusanos comenzaban a
desplazarse por el cuerpo del acusado, luego llegaban los
buitres a caminar encima de los dos cuerpos y se los
comenzaban a comer, hasta que el negro moría

Al método de tortura de Steve lo llamábamos ​DULZURA​, era


aplicado a los negros que tuvieran relaciones sexuales en el
granero de la plantación, a cada uno de los integrantes de la
pareja, se les desnudaba y se les ponía en una silla llena de
púas de hierro, se le clavaba en el cuerpo, eran dejados en la
silla por cinco minutos hasta que dejaban los cuerpos en un
barril lleno de agua azucarada y parásitos, siendo comidos por
estos hasta que solo quedasen sus huesos.

Al método de tortura de Daniel, el más horroroso de todos, lo


llamábamos ​LA MÁSCARA​, esta tortura era dada a los
esclavos que al llegar a la plantación no querían hacer el
trabajo que se les encomendara, la máscara tenía muchas
puntillas afiladas recubria toda la cabeza, se le ponía y Daniel
comenzaba a apretar las puntillas hasta que moría.

Todos los capataces encolerizaban, arremetían con nosotros


luego de propinar estas torturas a tal punto que nos azotaban a
todos con los látigos y muy pocas veces se calmaban, a Pitt
nunca le afectaba ver estas horribles escenas, creo que le
apasionaba verlas pues había sido curtido por una larga vida

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de esclavismo. No había ninguna palabra, rezo, súplica que


pudiesen apartar aquellos corazones de hierro de sus acciones,
en ​EL TRONCO ​cuando más alto llorase la persona, más
duros eran los azotes y más rápido corría la sangre por su
espalda.

Fuí parte de este método de tortura un día poco después de


que me fuí a vivir con mi amo, estaba durmiendo en mi
camarote, se nos había recordado que cuando llegara la hora
de dormir no podíamos salir de la choza, caída la media noche
tenía muchas ganas de orinar, sin embargo salí pensando que
Bill no estaría despierto, mi gran error fue pensarlo, me cogió
de las manos, me puso los grilletes, las cadenas, me amarró al
tronco, me comenzó a azotar tan duro que arrancó buenos
pedazos de piel de mi espalda, fui foco de vergüenza, todos
los negros me vieron sufrir, fui dejado solo, en el infernal frío,
totalmente desnudo. Es algo que está todavía en mi memoria,
sentimientos que sin duda alguna jamás olvidaré, aquellos que
en este libro quiero transmitir en tinta y papel.

La familia de mi amo estaba conformada por su mujer Sara y


tres hijos, dos niños y una niña, Philipp, Peter, Susan, todos
vivían en una sola casa, en la plantación de algodón y azúcar
del General Pitt, estuve toda mi infancia y adolescencia,
donde presencié numerosas muertes por las torturas que antes
mencioné, conocí la verdadera crueldad, los derechos que
tenía un negro en comparación con los de su amo, o sus
capataces, que presente le tocaba y el futuro que tendría cada
uno, voy ahora a hacer una detallada descripción de la
plantación:

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La plantación se encontraba a unas treinta millas de


Charlottesville - Virginia, los principales productos que se
cultivaban allí eran algodón y azúcar, crecían en abundancia,
mi amo podía mantener esa actividad de cosecha de manera
contínua pudiendo llevar los cultivos al mercado de
Charlottesville, tenía cuatro esclavos principales, dos hombres
y dos mujeres que los demás envidiábamos ya que no tenían
que hacer trabajos tan forzados como nosotros, dormían en
otra casa en camas con cobijas de lana, podían acompañar al
amo Pitt a la venta de la cosecha al mercado los domingos.

En un inicio la plantación contó con veinte esclavos, pasó a


tener setecientos esclavos. Las granjas más cercanas a la de
nuestro amo se llamaban “The palace”, “Port Lane” y “White
temple”, con treinta capataces cada una, asesorados por los
amos y con un trabajo bien remunerado. La plantación de
nuestro amo Pitt era la sede desde la que se gobernaban las
tres granjas, todas las fechorías o actos prohibidos cometidos
por esclavos que se cometieran en estas eran pagadas allí. En
la granja también se les asignaba a los esclavos de las otras
granjas sus vestimentas y su porción de comida diaria para
todo el año.

Había más potaje para los esclavos de mayor edad, ya fuese


cerdo o pescado, con celemines de harina de trigo, la
vestimenta consistía en un pantalón y una camisa de lino de
color crema, los niños tenían otro tipo de vestimenta: camisas
largas de lino para todo el año.

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Cuando la vestimenta se rompía. los negros se quedaban


desnudos hasta que el amo Pitt ordenaba que les
proporcionaran vestimenta, siendo así podía llegar a ver
negros desnudos todo el año.

Una vez fuera terminado el trabajo que nos asignaran, todos


íbamos extremadamente cansados a los camarotes o al piso, a
apilarnos, se nos daban delgadas cobijas. Dormìamos hasta
que los capataces nos llamaran por la mañana para empezar a
laborar, ninguno se podía demorar o si no también se le
asignaba ​EL TRONCO.​

La plantación de algodón y azúcar del General Pitt, en un


inicio tenía la vista de una aldea, más adelante tenía vista de
un poblado, el lugar tenía un aspecto serio, muy diferente a las
granjas vecinas, se tornaba un lugar más familiar cuando
moría alguien por los azotes o por las torturas, todos
comenzábamos a cantar y a aplaudir para conmemorar la
historia del muerto, hasta que el General Pitt o uno de los seis
capataces sacudían el látigo. Las canciones de nosotros, los
esclavos, representaban los tormentos del corazón dolorido,
eran cantos para ahogar las penas, llorábamos de alegría, eran
momentos de satisfacción, de auto compañía, acompañadas de
una misma emoción, un mismo sentimiento.

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CAP II 

UNIÓN  

A pesar de los momentos dolorosos y de ardua labor hubo


unos cuantos de unión, cuando nos bañábamos con los negros
de las otras granjas y en los días de algarabía, el baño llegaba
en marzo, podíamos ir a pie en compañía de veinte capataces
de las tres granjas, a las orillas del reservorio de agua del
condado de Albemarle, ahí era donde los negros podían ir a
relajarse, los capataces se quedaban en grupo en suelo firme
hablaban y bebían hasta que se emborrachaban, hombres y
mujeres aprovechaban a hablar, a besarse y quizá a hacer el
negocio, se jugaba al escondite, o cantaban ​Swing Low, ​ah,
aquella sí que era una canción que nos hermanaba:

“Swing low, sweet chariot, Coming for to carry me home,


Swing low, sweet chariot, Coming for to carry me home, I
looked over Jordan, and what did I see Coming for to carry
me home? A band of angels coming after me, Coming for to
carry me home. Sometimes I'm up, and sometimes I'm down,
(Coming for to carry me home) But still my soul feels
heavenly bound. (Coming for to carry me home) The brightest

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day that I can say, (Coming for to carry me home) When


Jesus washed my sins away. (Coming for to carry me home) If
I get there before you do, (Coming for to carry me home) I'll
cut a hole and pull you through. (Coming for to carry me
home) If you get there before I do, (Coming for to carry me
home) Tell all my friends I'm coming too. (Coming for to
carry me home) Swing low, sweet chariot Coming for to
carry me home, Swing low, sweet chariot, Coming for to
carry me home.”

Hubo una pareja de la granja Port Lane que en época de baño


tuvo un negocio, la mujer quedó en embarazo y por muy
fuerte que suene fue torturada por Steve, hecho demostró que
no se aceptarían más negras embarazadas, no se aceptarían
más niños. Todo negro que viniese en cargamento marítimo
debería ser adulto, era más rentable y se aprovechaba más la
mano de obra.

Los días de algarabía eran los mejores días del año, aquí
podíamos bailar, cantar ​Go down moses, Follow the drinking
gourd, Steal Away. L ​ os bailes consistían en dar saltos, dar
vueltas, eran pasos que mostraban la tradición cultural que
había en varios países en África, pero para el contexto en el
que nos encontrábamos en aquel momento hacía mostrar un
baile primitivo.

La vida era dura, los cuerpos se gastaban, cuando se moría


nos tocaba abrir un hueco de cinco metros para enterrar al
negro, era preferible estar solo a estar acompañado y ser
condenado a una muerte tonta.

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En cualquier momento un negro se podía cansar de vivir, los


que se acostumbraban a trabajar tenían un espíritu
convaleciente y el hecho de convivir muy cerca de otros
negros que no se conociera era factor de contagio de una gran
cantidad de enfermedades, pudiendo ser tosferina, cólera,
tuberculosis o sarampión las más comunes.

La tosferina, el cólera y el sarampión eran contagiosos,


excepto la tuberculosis, era la enfermedad más agresiva, un
negro que llegó del mercado de negros en Ghana llegó a la
plantación con tuberculosis desde el primer día me habló, solo
hablábamos de su enfermedad, me contaba que sufría de tos
con sangre, dolor en el pecho, fatiga, fiebre, escalofríos que lo
acompañaban antes y después de su proceso de comercio a
Virginia, cuando tenía que ir a trabajar era el que siempre se
quedaba en la recolección del algodón.

Cuando era enviado a trabajar al cañaduzal no podía cargar la


planta a la espalda, el peso que generaba lo hacía caer, se le
ayudaba en lo que no pudiese trabajar, equiparable a la
frecuencia que había cosecha de algodón cambiaba el aspecto
físico de aquel personaje, un día cuando tocaba trabajar ví que
no se levantaba, Daniel llegó a ver por qué no lo hacía, no
serviría hablarle o torturarlo, estaba muerto, En aquellos
tiempos no existía la medicina moderna, los médicos no se
veían por ningún lugar, el tratamiento y la cura era para el
rico, la ignorancia para el pobre, para el esclavo la muerte.

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En aquella plantación trabajé por un periodo de diez años


hasta que aquel frío mañanero, la penumbra abrazadora, el
profundo llanto, los narcotizantes pensamientos y la muerte
repentina fueron aniquilados por un vacío conocido y
chocante

CAP III 

TRANSPLANTE 

Me desperté en un calabozo, no entraba ni un rayo de luz, oí


pasos encima de mí muy cercanos, como si alguien fuera de
un lado para otro, el ruido se prolongó por lo menos una hora,

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hasta que oí pasos que venían del exterior del calabozo, una
llave se insertó en la cerradura del calabozo, la enorme puerta
que no me dejaba salir se abrió totalmente, todo se llenó de
luz, dos siluetas se acercaron a mí, en un momento estas
tomaron forma humana, supe que eran dos hombres, uno alto
y fuerte, otro gordo y de pelo canoso, con rasgos
extremadamente toscos de los que emanaba crueldad y furia,
conocí al instante que la figura del gordo era la del clásico
racista nacionalista que se podía encontrar en Washington, lo
identifiqué gracias a las charlas que tuve con unos negros que
pasaron atados por esa ciudad y terminaron en la plantación.

Su nombre era Brandon HG. Foernet venía Jonny Leith, con


otro hombre alto, este no era nada más que un lacayo de
segunda que actuaba como carcelero, la luz que apenas se
asomaba por la puerta me permitió saber cómo era el calabozo
donde estaba encerrado, era de unos diez pies cuadrados, con
paredes de ladrillo y el suelo de unas tablas sucias, una
ventana con barrotes anchos, solo estaba el banco de cemento
donde desperté.

“¿Cómo estás?” me preguntó Brandon al entrar por aquella


puerta, nunca antes un hombre blanco me había preguntado
eso, a lo que le respondí titubeando, bien, aquel lacayo lo que
hacía en ese recinto era supervisar, dar un pequeño potaje de
alimento y dar azotes a diestra y siniestra, se acercaron a mí,
fuí desnudado bruscamente, me empezaron a azotar con tal
fuerza que no sentía los golpes, pensé que quizá ya había
perdido el sentido de tacto.

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Cuando por fin se cansaron, tuve el presentimiento de que ya


habían parado, pero no fue así, esta vez me golpearon aún más
duro por un mayor tiempo, sus azotes indudablemente eran
más fuertes y endiablados que los de el amo Pitt o los de Bill,
supliqué piedad, la cual no fue concedida, respondida con
golpes de un palo de madera hasta que se rompió. Hasta el día
de hoy me da náuseas recordar aquella escena. Cuando
pararon los dos, uno me escupió en la cara y me dijo que era
un perro muerto, se fueron del calabozo.

En cinco horas el cerrojo de la puerta se volvió a abrir, para


ese entonces ya me daba mucho miedo ver cualquier rostro
humano, mucho más si era blanco, y desgraciadamente entró
un hombre blanco vestido de negro a dejarme en el piso un
pedazo de pan, un trozo de pierna de pollo mordido, me
preguntó cómo estaba y me dijo que mi espalda ya no tenía
piel, solo se veía carne de la cual brotaba sangre, me dolía
mucho pararme por lo cual me arrastré hasta los pedazos de
comida tirados, en la noche no pude dormir, la espalda me
dolía mucho, aquel día tuve suerte de no morir.

Días después la puerta se abrió de nuevo, me dejaron salir a


un patio en el cual tuve tiempo de recordar las caricias de
Mama Dada, del sonido del agua en Albemarle, me dieron
permiso de salir unas cuatro veces esa semana.

Siendo sincero no conocía para nada Washington; el lugar


donde me hallaba encerrado, desde mi condición de esclavo
me sentía como en las mismas calderas del infierno, nunca
había sido tratado así, creo que en la plantación del amo Pitt

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fuí tratado mucho mejor a como me sentía en este momento,


estuve en esta caja para esclavos por lo menos dos semanas
más.

Un día en la noche Brandon entró al calabozo a decirme que


me preparara para embarcar, casi no me podía mover, por lo
cual al no ver qué me movía me arrastró por el piso, luego me
obligó acurrucarme, me ató con esposas, me subió por unas
escaleras y salí en una noche muy fría que me hizo hincarme
más, todo estaba en silencio y fuí levantado de la posición en
la que me encontraba, fue el dolor más agudo que sentí,
cruzamos las calles de Washington, al llegar al barco de vapor
me metieron en una bodega con más de cien negros, nadie
durmió esa noche, podíamos ir al sur, a cualquier estado
donde mi dignidad sería sumida ante la agresividad de un
capataz, ante unos azotes que podían ser quizá los últimos que
sentiría en mi vida. En la mañana nosotros fuimos llamados a
desayunar, no pude ir a hacerlo, mi espalda estaba destrozada.

Lo único que pude hacer fue ver una gaviota pasar por una de
las ventanas de aquel barco, hubiese deseado en ese momento
tener alas para volar lejos de aquel lugar, pero tenía que ser
realista, iba a ser vendido como todos los negros que me
rodeaban, me quedé acariciando la esperanza de que algún
momento moriría y me encontraría con mis padres, con
Mama Dada. A media mañana el barco llegó al río Aquia,
anclamos en el puerto, los blancos del barco tomaron algunas
diligencias.

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- Si te comportas correctamente puedes ser comprado por un


amo más bondadoso - me dijo Brandon en un tono sarcástico.-

Sabiendo que quizá no iba a ser así, no le respondí, no


soportaba verlo. Bajamos del barco a punta de golpes. Nos
recogió un coche de caballos a mí y a veinte negros hasta
Atlanta - Georgia, bajamos del coche y nos llevaron a pie a un
corral, entre la estación de tren y un río, gestionado por un tal
señor Fredricksen, era una cárcel similar al calabozo en el que
estuve anteriormente, solo que más grande, en la parte de atrás
se encontraban tres casetas y en la esquina una puerta por la
que se accedía a un patio.

En aquella puerta del patio nos recibió el señor Fredricksen en


persona, un hombre alto y fornido, su mirada era dura y
severa, había de tener aproximadamente unos treinta años,
Brandon entró al patio, Fredricksen sorprendido lo saludó con
gran formalidad, al parecer ya se conocían; Fredricksen
comenzó a caminar lentamente, me miró a los ojos

¿De qué Estado vienes muchacho?, -preguntó-

- Vengo de mismo Estado, Charlottesville -le respondí-

Me cacheteo, sonrió, siguió caminando entre los demás; los


miraba y hablaba con ellos .

- Van a haber buenas ventas -dijo con un tono vanidoso-

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Entramos al patio, habían más esclavos, por lo menos treinta,


hablé un poco con algunos. Historias más crudas y tristes
escuché, todos estábamos en la misma jaula y rodeados de la
misma jauría.

Por la noche dormí en el suelo sin saber si las cicatrices de mi


espalda iban a infectarse, si iba a morir tal como lo quería en
ese día, o por el contrario la crueldad seguiría siendo mi falsa
guía.

Pude despertarme, ya era de día, lo odié con toda mi alma,


quería morir, mi espalda no me ardía tanto, era lo que más
quería porque no quería seguir siendo esclavo, pero quizás el
hecho de estar todavía vivo indicaba algo, bueno, el señor
Fredricksen dijo que nos aseáramos y que estuviéramos listos
para seguir con nuestro camino, me despedí con aquellos
negros libres con los que hablé el día anterior,

Por fortuna Brandon y otro lacayo me posicionó en una fila de


dos con tres hombres libres, nos guiaron por las calles de
Atlanta hasta un barco más pequeño que el anterior,
totalmente cargado, con mucho tabaco, hacia las tres de la
tarde todos estábamos en el barco, en la popa había unas
bancas de madera, nos tocó sentarnos, Brandon paso a darnos
un pedazo de pan.

En aquel barco embarcamos un total de veinte esclavos, por la


noche nos metieron a todos en la bodega, nos dieron mantas
gruesas para pasar la noche, Brandon no siguió con nosotros
hasta el destino sino que volvió a Washington, Brandon era un

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negrero que compraba a los negros a muy bajo precio


pudiendo sacar ventajas de estas ventas, no lo volví a ver
desde aquella vez.

CAP IV 

UN NUEVO COMIENZO 

Cuando ya todos habíamos embarcado, el barco comenzó a


descender por el Río Chattahoochee y al día siguiente
llegamos a Columbus, mientras estábamos anclados; una
barcaza vino a dejar otros cinco negros Deon, Darius,
Hakeem, Lemarcus y Owen, Owen era un hombre vanidoso,
sumamente superficial, pensaba en su rostro, hablaba de lo
estéticamente lindo que era, tenía pensamientos repetitivos de
libertad, Lemarcus tenía rasgos corporales muy marcados, era
alto, musculoso, al momento que los guardianes de la otra
barcaza querían subirlo casi escapa por la fuerza increíble que

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tenía, los guardianes tuvieron que usar todas las fuerzas para
meterlo al barco, conocí a grandes rasgos su historia, era de
Senegal más específicamente de Casamance, tenía una
familia, fue un luchador muy victorioso, cuando más de ocho
guardianes fueron a capturarlo una tarde estaba con uno de sus
hijos lo capturaron tuvieron que golpearlo hasta le dolió no
poder, tenía la cara hinchada, varios moretones en su cuerpo,
su piel no tenía tantas marcas de los azotes por ser bastante
gruesa, cuando lo capturado fue ocultado en una bodega de un
barco que cruzó todo el atlántico norte, un viaje que duró más
de una semana, estuvo en un calabozo de Columbus dos
meses, donde se sintió triste y pensativo, recordando a su
familia, en sí mismo, se creía hombre muerto, hasta que le
dijeron que iba a ser transportado a otra ciudad.

Deon Darius y Hakeem eran negros flacos muy golpeados,


parecidos con los que había estado en la anterior plantación,
eran negros que se encontraban sumidos en una gran
confusión, como si fuesen simios, no valía la pena
preguntarles algo porque no contestaban o no podían articular
bien las palabras, los gritos y gemidos quizá eran los únicos
medios de expresión. .

Tras nuestra marcha de Columbus nos quitaron los grilletes,


durante el día los guardianes nos dejaban estar en cubierta, el
capitán del barco me eligió como su camarero y a Hakeem
como barrendero de la cubierta, yo tenía que preparar los
desayunos para los demás esclavos, el plato solo podía tener
un ingrediente, una tortilla de maíz, o una taza de café o un

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trozo de carne, mientras que el capitán y sus acompañantes


comían grandes platos de comida..

Me gané la confianza de varios de los negros de la tripulación,


en especial de la de Lemarcus, él ya sabía de mi historia, sabía
que no tenía idea de mi edad, ni siquiera tenía nombre, en un
acto bastante atípico pensó con varias personas qué nombre
me podían poner, Ṣe awọn oriṣa wa pẹlu rẹ ninu ijiya ayeraye
yii, ọrẹ mi ti o dara, me bautizaron con el nombre de Ekon.

Le tenía que dar de comer a los esclavos dos veces al día, a las
9 de la mañana y a las seis de la tarde, siempre les tenía que
dar la misma ración y plato a todos. Por la noche volvíamos a
la bodega la cual la cerraban con candado.

Cuando dejamos de ver tierra una terrible tormenta azotó al


barco, el cual comenzó a zigzaguear de lado a lado, muchos
temían que se hundiera, yo por otro lado deseaba que pasara,
quería morir de otra manera que no fuese sufriendo por
azotes, algunos se marearon, se agarraban entre sí, otros
vomitaban, otros rezaban en su lengua nativa, hasta que por
fin se calmaron las aguas y muchos olvidaron la agonía
mental que traía los horribles recuerdos de la esclavitud.

Hacia la noche del tercer día, Lemarcus y yo fuimos a proa,


nos sentamos y nos pusimos a charlar sobre experiencias de
vida, entre nosotros dos se había creado un extraño vínculo de
amistad, la morir ahogados era mucho menos terrible que
morir por azotes, le decía que cualquier manera de morir que
no fuera azotado era la mejor, hablamos sobre posibilidades

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de escapar, pero casi todos los negros se rebajaban al ver a un


blanco a los ojos, era un sueño libertario que todo negro
esclavo había tenido, era mejor dejarnos esclavizar hasta
esperar el apoyo de Dios o el apoyo de un blanco, apoyos que
pare ese entonces eran prácticamente imposibles.

Y llegamos al Puerto de Apalachicola, donde habían varios


carros de caballos y una gran cantidad de blancos que
subieron al barco apenas se ancló, divisé uno entre el montón
que iba muy bien vestido, tenía una hoja blanca en su mano,
se acercó al capitán y le preguntó:

- Me confirmas si esos son todos los negros que trajiste desde


Atlanta?.

El capitán le confirmó

- Voy a empezar a llamar a varios de ellos...

Hola negros arrastrados, me llamo Anthony Atkinson, si se


comportan bien conmigo no los voy a tratar mal, por el
contrario si no obedecen las órdenes de mis capataces o las
mías, sus vidas se convertirán en un infierno.

Comenzó a llamar a lista

- Kande, pasa adelante


- Musoke, pasa adelante
- Lewa, pasa adelante
- Begum, pasa adelante

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- Siham, pasa adelante


- Ayo, pasa adelante
- Rahma, pasa adelante
- Ife, pasa adelante
- Rasul, pasa adelante
- Chipo, pasa adelante
- Aamori, pasa adelante
- Chidi, pasa adelante
- Hakeem, pasa adelante
- Keita, pasa adelante
- Roscoe, pasa adelante
- Zuhair, pasa adelante
- Niles, pasa adelante
- Tú, me señaló a mí y di un paso adelante

Y finalmente… Lemarcus, pasa adelante

Lemarcus no se movió, le dijo que ese no era su nombre que


jamás se había llamado así y que no va a pasar adelante

Aquel hombre se le paró enfrente,

- ¿Quién te crees negro de mierda para no hacerme caso?, eres


un esclavo, no eres el presidente -le dijo-

- Más adelante te enseñaré modales, no se te olvidará cómo


comportarte ante mis mandados, por todos los cielos…
-esperando matarlo en un un futuro cercano-

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Todos ustedes negros asquerosos ya los compré, más adelante


los voy a ver mejor. Acto siguiente se bajó del barco y fue a
un lado de una tarima donde se suponía que se iba a hacer la
venta de los negros que Anthony no había elegido.

Luego de aquella ojeada por otra gente blanca los guardianes


que se encontraban en el barco nos obligaron a bajar de él y
aquellos que no quisieran los azotaban.

Cuando bajamos del barco un hombre gordo nos dijo a todos


que nos olvidamos de aquellos planes de libertad, aquel odio a
los blancos y que obedecieramos si no queríamos ser carne
comida por gusanos, nos dio un traje nuevo a cada uno, barato
pero limpio, los hombres se pusieron sombrero, abrigo,
camisa, pantalones y zapatos, las mujeres un vestido blanco
de lino, cogió su látigo, lo sacudió,

¡síganme negros de mierda! -dijo agresivamente-

Nos llevó a la tarima, separó del grupo a los que Anthony


había comprado y aparecieron un grupo de diez hombres
altos, bien vestidos, musculosos y barbudos los cuales eran
sus capataces personales, me imaginaba que había muchos
más donde fuésemos a trabajar. Anthony dijo:

- Van a subir a dos carros de caballos, van a comportarse bien


con los capataces que se van a subir con ustedes

- Si no lo hacen los van a matar

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- Si les hablan, también lo harán

- Cuando lleguen a la plantación van a obedecer todos los


mandamientos que ellos les darán.

Llegaron los carros de caballos, nos subimos a ellos, y fuimos


hasta Crawfordville, fuimos hasta una gran entrada de hierro
rodeada de unos grandes muros blancos, dos capataces
llegaron a ella en caballos y la abrieron, comenzamos a
adentrarnos en aquella plantación por un camino lo
suficientemente largo y rodeado de sembradíos de algodón
con muchos negros trabajando en ellos, nos tardó unas tres
horas hasta que pudimos bajarnos, observamos una casa
blanca grande con pilares al frente y muchas ventanas:

- Esa negros asquerosos es una cosa que nunca volverán a


mirar, pónganme atención, si no lo hacen los azotaré a cada
uno de uds con tanta fuerza que las vértebras de su espalda se
van a quebrar. -dijo claramente un capataz-

- Voy a asignar los trabajos que van a ejercer de ahora en


adelante -replicó en un tono de voz fuerte y claro-

- Kande, Musoke, Lewa, van a trabajar limpiando la ropa de la


familia del amo -un capataz les lanzó ropa sucia-

- Begum, Siham, Ayo, Rahma, Ife, Rasul, van a cultivar


algodón en una nueva zona de la plantación que apenas ayer
araron unos negros -otro capataz les entregó palas en la mano-

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- Chipo, Aamori, de ahora en adelante van a ser nuestras


esclavas sexuales -aquellas mujeres lloraron por lo que
escucharon-

Chidi, Hakeem, Keita, Roscoe, Zuhair, van a mantener el


pasto de la plantación

- Niles, Lemarcus y…, cuál es tu nombre negro? -me


preguntó-, le dije Ekon, ustedes van a mantener los caballos,
ahorita van a ir con Matt, Stevenson y Charles para los
establos

- Begum, Siham, Ayo, Rahma, Ife, Rasul, ahora Roger, Mike,


Edward y Tom los van a ubicar en sus zonas de trabajo

Chidi, Hakeem, Keita, Roscoe, Zuhair, ahora Fred les va a


mostrar donde pueden mantener el pasto.

Pensé en la vida que ahora Chipo y Amori iban a llevar, ahora


eran producto de alquiler, les dirían cómo hacer ya sabes...,
quizás nunca dormirían, muy probablemente se suicidarían no
tendrían opinión, no tendrían derecho de decir nada, ni de
pensar, quedarían embarazadas, seguirían realizando las
mismas tareas o sus vientres hinchados sería lo último que
verían.

Fuimos llevados por Matt, Stevenson y Charles a los establos,


en ellos habían ocho caballos, negros, blancos y cafés bastante
grandes, los capataces se presentaron ante nosotros, nos
dieron varias recomendaciones que terminaban con

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-... ​si no lo haces bien los vamos a azotar hasta que nos de
sueño hacerlo​, hasta que desgastemos el cuero del látigo o
hasta que uds mueran-

Matt nos dijo que si el caballo se asustaba pueden darle


alguna de sus golosinas preferidas, como una zanahoria. El
truco les ayudará a hacer que se olvide de su temor, pues estas
reacciones son comunes y no duran mucho tiempo.

Tienen que mantener en buen estado, es decir tienen que sacar


dos veces al día el estiércol para mantener limpio al caballo y
evitar que ningún tipo de enfermedad se genere por culpa de
estos residuos, remover la cama para que se ventile y se
mantenga fresca la parte más profunda, cambiar parte de la
cama un par de veces a la semana, limpiar el bebedero y
comedero del caballo dos veces a la semana para eliminar los
residuos de comida, Pintar un par de veces al año la
caballeriza para desinfectar y matar cualquier bacteria que
pueda vivir en ellas, ya que la pintura las erradica.

¿Cómo van a mantener los caballos? ​bañarlos cada vez que


sea necesario. No hay una frecuencia exacta y depende del
ejercicio físico al que se haya sometido al caballo. Lo normal,
en caso de que el caballo no haya hecho un gran ejercicio
físico, es hacerlo una vez a la semana para eliminar toda la
suciedad, siempre haciéndolo fuera de la caballeriza para no
mojarla entera, y en días que haga sol, que no queremos que
se ponga enfermo, para que el baño lo puedan realizar tienen
en el establo los siguientes elementos

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- Cepillo de crin: Sirve para cepillar las partes sensibles del


caballo. Se diferencian dos tipos de cepillos: la bruza, de
cerdas cortas y suaves para retirar el sudor, grasa y caspa del
pelo y la piel; el cepillo de raíces, de cerdas largas, gruesas y
duras para eliminar los restos de estiércol adherido y barro
seco.

- Almohaza: Sirve para eliminar suciedad pegada o difícil de


quitar. Se emplea en las zonas más carnosas del caballo, como
el cuello y la grupa.

- Ayate: tela de hilo de maguey, la van a usar para retirar la


suciedad que quede tras pasar la almohaza.

- Franela: añade mayor brillo al pelaje del caballo.

- Esponja: Úsenla para limpiarle la cara a los caballos, en


especial el contorno de los ojos, y la zona genital. Lo ideal es
contar con dos esponjas, una para el rostro y otra para los
genitales.

- Peine de crin: se usa para desenredar crines poco densas.


Para los caballos con colas o crines espesas se recomienda
usar solo cepillos.

- Escrepa: Sirve para retirar el exceso de agua o sudor tras el


baño.

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Los cascos son una de las partes más sensibles e importantes


en un caballo y tendrán que mantenerlas totalmente sanas.
Requieren una limpieza mucho más continuada, una vez al día
al menos, siempre haciéndola de una manera muy cuidadosa,
con un gancho y cepillo específicos, y procurando no lastimar
al caballo. Deberán tener mucho cuidado al hacerlo, en caso
de que le hagan daño podría reaccionar con una coz y hacerte
mucho daño, si pasa eso van a morir, no a azotes, sino de un
tiro en la cabeza, se los digo como una pequeña advertencia

Haganlo lentamente, fíjense bien en todo y no se distraigan


con nada mientras lo hacen. Además de limpiar los cascos del
caballo una vez al día, deben repasarlos cada vez que vuelvan
de pasear con él o tras haberlo dejado libre durante un buen
rato. Tener los cascos limpios hará que el caballo esté más
cómodo y no se provoque ningún tipo de enfermedad o lesión
por tener piedras, clavos o heridas.

Para limpiar los cascos de los caballos tienen en el establo los


siguientes utensilios

- Limpiacascos: también llamado cepillo de herrador, se


utiliza para retirar el exceso de barro, estiércol y otros
residuos.

- Cepillo: En ocasiones el mismo limpiacascos ya viene con


un cepillo destinado a la limpieza de la pezuña. Si no lo lleva,
deberán hacerte con uno para repasar todas las partes del
casco.

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- Ungüento o grasa: Se puede aplicar con pincel una vez


limpios los cascos. Este paso se realiza para evitar tanto la
sequedad en las épocas de más calor como el exceso de
humedad durante los meses de frío.

Miren negros de mierda la alimentación de los caballos


depende en gran parte del tamaño, raza, edad o actividad
física que tienen, e incluso del clima o lugar en el que viven.
Aun así, lo normal es que un caballo necesite
aproximadamente un kilo de comida al día por cada 45-46
kilos de peso, lo que serían unos 10 kilos de comida al día,
aproximadamente, para el caballo de peso medio.

Deben comer dos o tres veces al día y su dieta se basa


habitualmente en heno y grano. La proporción entre heno y
grano podría ser de entre 1-3 kilos de grano y unos 7,5-10
kilos de heno al día, siempre que el caballo tenga una
actividad normal (caballo montado una hora cada día de la
semana). El horario en el que coman también debe ser el
mismo, evitando cambiarlo con frecuencia. Además, se debe
dejar un espacio de tiempo entre el periodo destinado a la
actividad física y la hora de la comida, pues a los caballos les
puede sentar mal comer directamente tras acabar su paseo o
carga de trabajo diaria.

Además de comida, necesitan muchísima agua fresca y


limpia. Vigilen que su cubo siempre esté lleno y colóquenlo
dentro de algún tipo de soporte que evite que puedan volcarlo,
como podría ser un banco de madera agujereado. En caso de
que el caballo enferme, vean que ha engordado o adelgazado

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mucho o cualquier situación que no vean regular, consultenme


a mí, primero por no estar pendientes de estos animales les
parto la espalda y luego les doy otro alimento o lo examinó
bien a fondo para saber la causa de estas anomalías.

Ustedes negros de mierda no tienen que tratar el pasto para los


caballos, para ello hay otros negros que lo va a hacer, no los
van a montar, ustedes solo los van a mantener, no tienen
derecho a otra cosa que les permita pensar en libertad, yo
mismo los voy a montar

Este nuevo trabajo era realmente era más agotable que el que
estuve haciendo en la anterior plantación, teníamos que estar
obligados a trabajar duro. Desde primera hora del alba, hasta
bien entrada la noche, se nos permitía un único momento de
ocio, dormir, poder dormir era lo que nos hacía olvidar de los
dolores de cabeza, de los golpes que recibimos de los
caballos, de los azotes ocasionales que recibíamos de
Stevenson, los cuales le daban gracia, se pasaba días
maldiciendonos, nunca nos decía palabras amables.

Cuando un día llegó en las horas de la mañana y Stevenson


nos despertó tirándonos estiércol en la cara, exclamando que

- No saben hacer nada, ¿acaso no oyeron bien el primer día lo


que Matt dijo?,

justo cuando hacíamos todo como ellos nos lo ordenaron el


primer día

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- Hemos intentado mantener todo tal como el capataz Matt


nos había ordenado, no pretendíamos hacer nada malo… -le
respondimos amablemente-

Nos interrumpió con una torrente de insultos que no nos


dejaron terminar la frase. Al final fue a su caballo donde cogió
un garrote y comenzó a darle muchos azotes a Niles; mientras
este se esforzaba para justificarle, absorto de su represalia se
abalanzó encima de él agarrándolo por la garganta con una
mano y golpéandolo., Tales fueron los golpes que dejó
inconsciente a Niles, nos dijo si volvíamos a incumplir o a
dejar de lado una estúpida tarea mataba a uno de los tres para
que los otros dos entendieran lo que tenían que hacer.

Pasó el día y Niles se levantó en la tarde, dijo que tocaba


hacernos de valor cuando Stevenson volviera y hacerle
entender que los negros éramos seres humanos que no
deberíamos ser tratados como ratas,

Niles: Como vas a decir que somos seres humanos si fuimos


comprados, somos un producto, una máquina de trabajo…

A lo que le respondí:

- El bueno va a ser siempre libre aunque sea esclavo; y el


malo será esclavo aunque sea rey, es mejor que sigamos
trabajando así conservaremos nuestras vidas es lo que nos
queda.

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Casi al caer la noche nuestro amo Anthony vino a donde nos


encontrábamos

- Kone, ¿de qué plantación vienes? -exclamó-

- Venía de la Plantación de algodón y azúcar del General Pitt,


-le dije-

- Vaya nombre de mierda ese -respondió-

- ¿Cómo se llama esta plantación amo Anthony? -Le


pregunté-

- The White Chapple,

¿hasta ahora les ha gustado esta plantación?

- Si amo Anthony, es una plantación linda -Le respondimos


alegremente-

- ¿Qué hacías allá?, ¿Conociste a tus padres?, ¿Estuviste con


ellos en esa plantación?, ¿Ellos te criaron?

- A mi madre y a mi padre no los recuerdo, ellos estuvieron


conmigo cuando nos metieron como cargamento en un barco,
murieron sofocados, me salvé de eso con suerte, llegué a
Virginia y fuí comprado en una venta de esclavos por el
menor precio posible, así lo asegura Mama Dada, mujer que
me cuidó en mi infancia, cuando era niño fuí usado para
aprender a hacer nudos para los bultos de caña de azúcar.

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- No te pregunté qué hacías allá negro de mierda, a nadie le


importa, respondes a lo que yo te ordene, preguntas si quiero
que lo hagas, vuelves a hacer algo como eso y mando a que
Stevenson te mate a ti y a los dos negros con los que trabajas,
no me importan, no valieron tanto, los puedo reemplazar
fácilmente.

- ¿Qué ocurrió con Mama Dada?

- Amo Anthony murió porque mi amo le dio un tiro una


mañana por no tender bien su cama

- Puede que a tí te pase eso si no me haces caso, a tus


acompañantes, ahora, eso se lo ganó por perra esa negra…
-soltando una siniestra carcajada-

No duró ni un momento cuando me puse enfrente a él, lo miré


fijamente a los ojos sabiendo las penalidades que me
esperaban al día siguiente por intentar intimidarlo.

- Este negro de mierda se ganó una noche con mi esposa...

Sabiendo que lo que estaba diciendo era solo sarcasmo y que


significaba que Stevenson al día siguiente me mataría, sería
reemplazado por otro negro comprado al mismo precio que el
mío.

Soltando una sonrisa identificando lo que me iba a pasar la


mañana siguiente.

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Al siguiente día Stevenson me levantó marcándome en la


mano con un hierro con el que marcan las vacas

- Cucu, te saluda el diablo abriendo las puertas del infierno


negro de mierda -Dijo siniestramente-

Me levanté asustado, me cogió del cuello como había


agarrado a Niles el día anterior y me tiró al piso para
comenzarme a dar azotes hasta morir, no obstante antes de
que me fuese a azotar, no había pasado mucho tiempo cuando
Lemarcus lo agarró con todas su fuerzas por el cuello de su
abrigo lo arrimó contra él, agachándose. Lo agarró por el
tobillo, lo empujó con la otra mano al suelo, le rodeó la pierna
con un brazo y la sujetó contra su pecho, de modo que solo su
cabeza y sus hombros tocaban el pasto, luego le puso el pie
encima del cuello, estaba totalmente en su poder, se le notaba
furioso, en el paroxismo de su locura, le arrebató el hierro de
su mano, se la marcó como me lo hizo a mí, le golpeó
fuertemente la cara, le arrebató el látigo del pantalón, lo soltó
y lo empezó a golpear con tanta fuerza y tantas veces que se
entendía que estaba desahogando las penas que tenía de
cuando lo capturaron en Senegal, de su tristeza al no poder ver
a su esposa e hijos, la tristeza de su esclavitud, de todos los
injustos golpes que había recibido, le juraba que no viviría
para ver otro día y que le arrancaría los ojos y luego el
corazón, sus forcejeos, su jadeo y sus amenazas parecían
inútiles ante la furia casi inhumana que había poseído el
espíritu de Lemarcus, le dio tantos azotes que rasgó su abrigo,
su pantalón ya se podía ver cómo su sangre corría por su ropa,

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como se quitaba su piel y se comenzaba a ver la carne que


cubría sus huesos.

Lloró mucho, poniendo el grito en el cielo, sin obtener


atención de otros capataces, suplicando la misericordia divina,
sin alguna respuesta a su incesante clamor. Dobló el mango
del látigo sobre su cuerpo rastrero, hasta que cogió una porra
que tenía en un pequeño portaobjetos del caballo, comenzó a
golpearlo con este más duro que con el látigo, ahora
implicando más zonas de su cuerpo, el cuello, los pies, la
cadera, las manos, hasta que la porra se partió, Stevenson ya
no se podía mover, pero aún respiraba, Lemarcus le seguía
golpeando con los pies hasta que se cansó, parece que el alma
hubiese dejado su cuerpo por unos instantes, había dejado de
respirar, creímos que había muerto, pero por desgracia de
nosotros volvió a respirar, se pudo ir recomponiendo, ahora
con mucha dificultad se podía arrodillar, tenía el la cara, todo
el cuerpo hinchado, sangrado, no podía hablar por el dolor,
sus pulmones parecieron colapsados.

- Es mejor que no le digas a nadie lo que pasó, es mejor para ti


porque si te vuelvo a ver por acá te mato, cuando puedas
volver a hablar dí que uno de los capataces se enfrentó
contigo, no te pudiste defender bien y que terminaste así, dilo
hasta que te crean, si no te voy a encontrar, te voy a atrapar
durmiendo, si lo haces mal tendrás que dormir despierto, no
querrás cerrar los ojos, haz lo que te digo si no será demasiado
tarde, no importa que te pongas más escandaloso que un niño,
será demasiado tarde, estarás muerto. -dijo Lemarcus
amenazandolo, mirándolo frente a los ojos-

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Stevenson se fue gateando tembloroso, mientras Lemarcus se


quedó ahí, sabía que se había expuesto a un castigo
inimaginable, aún así no se arrepintió de lo que hizo, ¿pero
qué hubiera podido hacer?, la esclavitud había tocado su alma,
había alejado a los que más quería, en él siempre hubo
impotencia desde que lo conocí, se veía reflejada en cada
palabra que pronunciaba, el malnacido se lo merecía.

Mientras yo estaba ahí me abrumó un sentimiento de


inenarrable angustia por Lemarcus, era consciente de que lo
iban a matar a él, a mí, a Niles, ¿me podía llegar a disculpar
con un blanco al que mandé matar?, intenté pensar cosas
positivas, no no funcionaba, la angustia había inundado mi
mente, lo que pude hacer fue dejar caer la cabeza entre mis
manos y llorar, me quedé en esa posición durante una hora,
pudiendo encontrar alivio en las lágrimas que suscitaba el
miedo a la muerte.

Cuando de pronto al alzar la mirada vi a Matt, a George y a


otros diez capataces viniendo rápidamente a caballo, saltaron
de estos y se acercaron con grandes látigos, uno de ellos
llevaba una gran cuerda.

- Cruza las manos, -dijo Matt, soltando blasfemias por


doquier-

- Ahora si vas a ver negro de mierda

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Un capataz más grande y corpulento que Lemarcus lo golpeó


tan duro en el estómago que lo tumbó como si fuese un palo
pequeño, a Niles lo cogieron otros dos, lo golpearon en el
rostro hasta que sangró.

Nos ataron las manos y piernas a los tres

- Si se atreven a pronunciar otra palabra o gesto de resistencia


les partimos y abrimos la cabeza, les arranco cada uno los
miembros, les saco los ojos, rebano esa negra, horrible y
asquerosa garganta negra.-Mencionó otro capataz-

Hicimos todas las exigencias que nos pidieron, nos anudaron


de tal forma en la que no nos pudimos mover, hasta que otro
capataz dijo:

- ¿Dónde matamos a los negros?

- Escucho opciones -dijo Matt-

Charles: Podemos colgarlos para que mueran por asfixia

- Podemos hacerlos arrodillar, luego cortarles la garganta -


dijeron otros capataces-

- Charles: Hacer que se arrodillen sería un signo de respeto y


piedad, cosas que ellos no han podido tener y nunca tendrán
por llevar a cabo el acto que cometieron.

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- Podemos tirarlos al pozo y ver cómo se ahogan -mencionó


otro-

- Charles: No, eso no dejaría que viéramos a estos negros


sufrir, quiero ver que sus cuerpos se partan por la mitad, o por
lo menos que se desangren.

- Podemos echarles ácido para ver cómo la piel y la carne se


deforma

- Charles: No eso sería bastante desagradable ya, además


deberíamos usar mucho ácido, no tenemos tanto en la
plantación.

- Otros capataces y Charles: Entonces ¿qué quieres que


hagamos Matt?

- Matt: Quiero verlos colgando de aquel roble, me imagino


que opinan lo mismo, así que vayan con George, amárrenlos
allá y dejenlos en aquel roble.

Durante aquel momento los tres estuvimos callados,


esperando aquel inminente momento, sin alguna duda había
llegado aquel momento en el que me encontraría con Mama
Dada, donde me enfrentaría con la temible opresión de morir
lenta y dolorosamente, pronto nuestros cuerpos se pudrirían
en aquella tierra negra, ya aquellas ínfulas de libertad no
tendrían cabida en esta vida, antes quería morir de dolor,
ahora no quería, había vuelto a apreciar cada segundo de la
vida, las lágrimas habían comenzado a desplazarse por mis

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mejillas, estas no sirvieron para nada, me sentí aún peor y


hacían surgir comentarios insultantes de esos verdugos. Estas
lágrimas eran lo que despedirían lo que alguna vez viví

¿Sería intersección de Mama Dada?, ¿Será que ya había


muerto?, otro capataz que no se encontraba ahí con gustos de
no querer vernos morir a mí y a los otros dos negros vino con
dos escopetas, las cargó,

- Fin del show señoritas, tengo unas palabras que decir, las
van a escuchar bien y quienquiera que mueva uno de estos
tres negros está muerto, -explicándolo rotundamente-

Matt movió más a Lemarcus, recibió un tiro en su brazo.

- ¿¡Qué te pasa Will, imbecil de mierda!?

- Matt decidido se acercó más a este capataz, ¿acaso te atreves


a matarme?, pon ese cañón en mi cabeza,

Charles mueve a ese negro. -lo puso en su cabeza y dijo-

Charles movió a Niles y este capataz sin dudarlo le disparó en


la cabeza cayendo en el suelo a gran velocidad, Matt recibió
dos tiros en cada pierna, tirándolo al suelo y hacerlo suplicar
piedad,

- Ese negro no se merece aquel trato de uds ratas de


alcantarilla, es una abominación matarlos de esa manera, no
he conocido a tres negros más leales que estos tres, ellos

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siempre han hecho lo que Charles les pidió, nunca recibieron


un buen trato de ustedes, la culpa la tuvo Stevenson, que los
quiso matar, ahora la tuvo Matt por quererlo hacer de nuevo,
si a alguno de ustedes desgraciadas sabandijas los veo ir a los
establos los mato, pero antes los dejo como quedó Stevenson,
son unos sinvergüenzas.

Ahora, he sido capataz en esta plantación por más de diez


años, causa que me permite tener más poder y determinación
que uds y en ausencia de Anthony, aquí mando yo, mi
obligación es proteger sus intereses, esos tres negros que están
ahí son uno de ellos, y eso es lo que estoy haciendo,
protegiendo una deuda que anthony no ha podido pagar de
esos tres negros los cuales valen ochocientos dólares cada
uno. Hasta que no la cancele, ninguno de uds tiene derecho a
quitarles la vida, hay leyes para negros y blancos, uds no son
más que asesinos, a lo que a mí concierne aquí hay capataces
de otras plantaciones, ¡¡FUERA!!, se fueron ocho capataces,
Preston vete a vigilar a otros negros, Charles espérame, ahora
voy a amputarte las piernas.

Nos soltó, vio mi espalda cicatrizante y me dijo que fuera

- Ve a la casa y dile a Rita, te cure las heridas que tienes en el


rostro en la espalda y que desinfecte la marca que te dejaron
en la mani

- Ve a hacer lo mismo que tu amigo -le dijo a Niles

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- Que Dios te bendiga por este acto de justicia, que te rodee de


gente buena y que te proteja de todo mal y calamidad, -Dijo
Lemarcus cogiendo y apretándole la mano amistosamente,
devolviéndose a los establos.

Fuimos a la casa, bastante opulenta por cierto, Rita nos curó


las heridas, al llegar al establo nos sentíamos mucho mejor, la
cicatrización de mi espalda había mejorado. No volví a ver a
Charles en mi estancia en la plantación, el amo Anthony no
volvió a aparecer en los establos, Charles y Matt fueron
reemplazados por otros dos capataces que solo supervisaban
que hiciéramos lo que al inicio se nos había ordenado, todo
volvió a una extraña normalidad donde ya no teníamos que
preocuparnos por azotes e insultos, ahora Rita nos traía
comida, estábamos vivos, era un milagro, todo en nuestras
vidas estaba mejorando.

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CAP V 

TORMENTO

Pasaban los días, el sol se hacía cada vez más intenso, el día
se hacía insoportablemente caluroso, habíamos entrado en otra
temporada del año, la tierra casi levantaba llagas de los pies al
pisarla aún así tuviéramos zapatos, ahora ya no teníamos
abrigo, ni sombrero para protegernos de los rayos de luz. Por
los poros de mi piel salía mucho sudor que empapaba en
minutos las prendas que ahora llevábamos puestas.

El sol jamás se desplazó tan lentamente como lo estaba


haciendo aquella ocasión, jamás derramó rayos tan candentes
como aquel día, me sentía felíz en cierto modo, estaba quizá
en una posición más privilegiada que un negro libre del norte,
aquellos rayos solares que tocaban mi rostro mostraban que
valía la pena seguir viviendo.

Un día los tres fuimos llamados por Will

- Anthony pudo pagar la deuda de dos mil cuatrocientos


dólares, voy a intentar protegerlos lo más que pueda, sin
embargo les aseguro que no puedo andar todo el tiempo

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merodeando por aquí, sé que hay capataces de las otras


plantaciones que les quieren asesinar, no duden en gritar
cuando vean a uno o a más hacia uds. -Dijo como si supiese
que algo malo fuese a ocurrir-

- Lo haremos Will… -le respondimos intentándolo calmar-

Apenas llegó la noche cuando vimos unas siluetas de hombres


montados a caballo, lo sabíamos por los pasos de los animales
y por su respirar que se escuchaba desde lejos.

¡¡Qué pesado se hizo volver a pensar en los insultos, golpes,


azotes de esos capataces que querían vengarse de nosotros!!,
escondernos en los establos quizá era la única solución, ¿por
qué no había muerto con mis padres en el barco?, cuántas
desgracias me hubiese ahorrado, quería ser libre pero aquellas
siluetas que veía a lo lejos me decían que mi proceso de
libertad sería más demorado de lo que yo pensaba.

En un espacio de media hora siguieron acercándose, pero a un


ritmo muy lento, luego se daban la vuelta, se fueron a una
gran velocidad, quizá escucharon la escopeta de Will, o el
galopar de su caballo.

Pasaron los días, todo era normal, era un ciclo relajante de


varios quehaceres, un día Will volvió a los establos, nos contó
que Stevenson se había recuperado completamente y que
estaría vigilando si hacíamos el trabajo bien, el amo Anthony
le había encargado que lo hiciera, se me había olvidado que

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mi amo era un negrero, racista y nacionalista, deberíamos


estar listos a todo lo que fuese a venir.

Así fue, comenzamos a ser vigilados por Stevenson, me


pregunto: ¿cómo había sido posible que no hubiera muerto
aquel día?, se había ido gateando casi agonizando, ahora
parecía estar más alto que antes, más fuerte, a veces se
demoraba más en irs. Recuerdo las palabras de Will, sus
advertencias, su consejo de que anduviéramos con cuidado, en
cualquier momento que estuviésemos desprevenidos podía
venir por uno de los tres y matarnos, ahora con un mayor
sigilo y moderación pero aún así significaba lo mismo,
siempre significó lo mismo, morir.

Vivíamos ahora en un estado de ansiedad, de aprensión, una


parte de mi concentrada en el trabajo con los caballos, otra
viendo dónde estaba Stevenson, en no ponerle cuidado a sus
palabras ofensivas, esperando aquel momento en el que nos
libraramos de él.

El quinto día luego de que Stevenson hubiese vuelto a


vigilarnos Will nos dijo que iría lejos con el amo Anthony,
quizá había llegado el fin, vimos a lo lejos a Stevenson
cabalgando su caballo con lentitud, Lemarcus ya estaba listo
para que llegase aquel momento, yo también estaba listo para
defenderme, Niles también lo estaba, aún así seguimos
trabajando, cuando de repente Stevenson ya estaba en frente
de nosotros:

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- Están bañando mal a los caballos, desde aquí huelo un olor


muy fuerte

- Ya estamos terminando la limpieza al último -respondió


Lemarcus intentándolo calmar-

- Son unos negros mentirosos, eso es falso, seguro nunca los


han bañado replicó aumentando la tensión de aquel momento

- De acuerdo, ahora los volvemos a bañar, seremos más


detenidos si usted quiere… -Quisimos seguir calmándolo-

Terminamos de limpiar el caballo, íbamos a sacar otro para


volverlo a bañar,

Yo abro la puerta, no saben siquiera abrirla

- Así se abre una puerta -dejando acercarse a que la abriera, lo


hizo-

Fue a donde me encontraba y me empezó a maldecir, hasta el


punto en que su cólera se hizo tan incontrolable que me
escupió en la cara, jurandome que esta vez no iba a fallar, que
me iría a matar, me empujó haciéndome caer al piso,
Lemarcus se abalanzó a él sujetándolo por el cabello,
cogiendo el garrote que tenía quebrándole las dos piernas, le
cogí el látigo, le azoté el rostro, todo el cuerpo tan fuerte
como había recibido de Bill en la primera plantación donde
estuve, Stevenson estaba loco de ira, se seguía defendiendo
sin lograr apenas nada, pero había algo dentro de nosotros que

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no nos dejaba matarlo, había algo que nos tentaba a hacerlo, si


lo dejábamos vivo se recuperaría, si lo matábamos ahora los
capataces de las otras plantaciones nos podían matar,
decidiendo tomar una decisión rápidamente lo dejamos
inconsciente, huímos, nos fuimos corriendo detrás del establo
donde había una zanja rápidamente, duramos más de una hora
corriendo, muchos esclavos nos incitaban a no parar, hasta
que vimos como aquellos ocho capataces que nos querían
muertos venir hacia nosotros en sus caballos rápidamente, de
nuevo estábamos contra la pared, cada vez se acercaban más a
nosotros, pero aún así seguimos corriendo, ahora en la
dirección contraria.

Llegamos a un río, donde quizá no nos podían alcanzar, nos


adentramos más y más en él dejando en la orilla a aquellos y
soltándonos en él, luego de dos horas en el agua, decidimos
salir, el entorno del que ahora estábamos rodeados estaba más
controlado por la naturaleza que por el hombre, nos
impresionaba y suscitaba una emoción bastante familiar.

Cayó la noche, decidimos parar de caminar, estuvimos


rodeados toda la noche del ruido de los grillos, dormimos
sentados esperando a no morir por alguna fiera salvaje, aquel
cielo negro que nos abrazaba hizo que por primera vez en esta
vida de esclavitud nos sintiéramos a salvo.

Amaneció, teníamos que ir a Illinois, era mi idea, donde nos


podíamos sentir salvos, donde se acabaría nuestra esclavitud,
donde trazaríamos un nuevo rumbo en nuestras vidas, así que
salimos a un camino bastante largo

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Todo iba bien, habíamos dejado atrás la plantación White


Chapple, vimos pasar carros de caballo, landós, de repente
vimos una gran fila de negros caminando, todos atados de las
piernas, llevando un curioso sistema de atadura que conectaba
la cabeza, las manos y los pies mediante una cadena pesada,
de repente vimos los capataces que azotaban a los que se
encontraban en la parte de atrás, lloraban y suplicaban por sus
vidas.

Los capataces que iban en cuatro caballos negros con trajes


elegantes y sombrero, hablaron entre sí y entablaron una
nueva conversación con un cierto grado de tensión que nos
había acompañado desde la persecución:

- Linda tarde caballeros

- Nosotros: Linda tarde

- ¿Sus rostros, sus harapos y sus pies nos dicen que se fugaron
de su dueño, estoy en lo correcto?- Que te hace pensar eso?
-respondió Lemarcus-

- No me creas imbecil, mejor les doy un anuncio:

- Tienen 6 minutos para que les creamos ese cuento de que


uds no son esclavos, que son libres y que este solo fue un
malentendido, de lo contrario vamos a llevarlos encadenados

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hasta la subasta más cercana para que los vendan por el valor
mínimo.

- 1 minuto: hablamos los tres dando ideas de cómo


convencerlos, no se nos ocurría una idea…

- 5 minuto: estábamos listos para persuadirlos…

- 6 minuto: El tiempo exipiró negros…, -respondió


contundentemente un capataz-

Les dimos una charla bastante larga y ficticia que no fué


entendida ni creída,

- Bueno espero que sus cuellos, manos y tobillos estén listos


para soportar el peso de estas cadenas, espero que se
enamoren de estos látigos porque el camino es largo…
-comentaron entre risas-

Uno de ellos: ¿Y si no los llevamos a la subasta y los


llevamos a la plantación del amo Spence y agregamos que en
la subasta donde compró a estos 50 negros le regalaron otros
tres?

- Otro: Sabes, si es una buena idea,

- Si, es una buena idea

- De acuerdo, entonces uds negros oficialmente son los


primeros negros que el amo Spence tuvo de regalo, aun así,

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espero que disfruten el peso de estas cadenas en su cuerpo,


espero que disfruten el desgaste de su piel ante este hierro
oxidado, siendo así, vengan y los atamos, es mejor que lo
hagan si quieren seguir viviendo.

Y así fue, toda nuestra fuga en la plantación White Chapple


no sirvió para nada, el sueño de libertad quizá se había
extendido, quizá no iba a poder concretarse e íbamos a ser
esclavos hasta el final de nuestras vidas, recogiendo algodón,
cortando mazorca o haciendo otras cosas más forzosas.

CAP VI 

DE VUELTA AL TRABAJO  

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Y así fue, ahora éramos aquellos negros en la parte de atrás en


la enorme fila de esclavos, aquellos negros que tendrían que
soportar azotes interminables, de eso si no estaba seguro, los
jinetes no tocaron nuestras espaldas con sus látigos, pero eso
sí nos escupieron varias veces, nos demoramos dos días en
llegar a la nueva plantación que quedaba ubicada en
Gainesville, la entrada a la plantación era mucho más grande,
con muros mucho más altos y con un camino de entrada más
extenso que en The White Chapple, de algo si teníamos idea:
nuestro nuevo amo sería mucho más poderoso que el amo
Anthony, mucho más vanidoso y arrogante, ello lo vimos en
el camino, donde vimos niños arreglando el pasto que muy
plano se veía, árboles frondosos, y una gran plantación de
algodón, mantenido por muchos negros, su arrogancia la
vimos al llegar al frente de la mansión que tenía, estaba
borracho con un látigo en mano azotando a una pobre mujer
negra, aquella lloraba y gritaba.

- Vamos negra de mierda, grita más fuerte, si la mujer se


callaba le daba más duro con el látigo, la pateó en el
estómago, botándola por las escaleras de la casa -Decía que el
sospechoso hombre, quizá nuestro nuevo amo

- Es mejor que no te vea por aquí si no te violo y luego te


empalo,

- Muchachos, ¿estos son nuestros nuevos negros? -bajando


muy borracho por las escaleras y con botella en mano dijo-

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- Si Señor, estos son todos los negros que vienen desde la


subasta, estos son los tres mil dólares que pagó, ud diga qué
les encargamos y hacemos que lo cumplan.

- Que los más débiles se encarguen del algodón y que el resto


se encargue del cultivo de mazorca.

Capataz: De acuerdo, los que van a ir al maizal vengan


conmigo, los que van a ir a la plantación de algodón vayan
con Clyde.

La plantación de mazorca era muy grande, tal así que los


treinta negros que nos encontrábamos ahí nos impresionamos,
aquel capataz que se llamaba John, nos llevó hasta una casa de
tres pisos en la que iríamos a dormir, cada uno de nosotros iba
a dormir en una cama con una colchoneta, iba a tener un
pantalón color crema, unos zapatos de cuero, una camisa, un
abrigo y un sombrero de paja, la casa tenía una zona para
lavar nuestras prendas, una zona para comer el potaje y al
respaldo seis letrinas, John se bajó de su caballo y nos explicó
lo que debíamos hacer con el maíz

La clave para cultivar maíz es tener en cuenta la temperatura


del entorno: el maíz es un cultivo de estación caliente por lo
que al momento de la siembra hay que tener en cuenta la
temperatura. Esa es su mayor exigencia pues luego sólo pide
suficiente luz y algo de espacio.

No es difícil distinguir un maíz fresco que ha crecido en un


huerto orgánico: cuando está cosechado del jardín su sabor es

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mucho más dulce y su textura más tierna. Para lograr estos


resultados hay algunos secretos: un suelo caliente y realizar
plantaciones escalonadas antes de que llegue la temporada de
frío para así lograr una cosecha más extendida.

La siembra es muy sencilla pues basta con formar hileras de


60 a 80 cm (que en este caso serán muchas más) en la tierra
para entonces plantar las semillas con una distancia
aproximada de 30 a 50 cm. Como dije anteriormente, lo mejor
es aprovechar el tiempo cálido para hacer una siembra
escalonada. El mejor momento para realizar la segunda
siembra es cuando las plantas de la primera siembra tengan
tres o cuatro hojas en los tallos.

Si bien el maíz es un vegetal de clima cálido no soporta la


sequía y el calor extremo pues entonces se producen mazorcas
sin granos o bien pequeñas mazorcas. Otra consecuencia muy
común es el desarrollo pobre de las puntas de las mazorcas.

Por estas razones, el maíz requiere de un riego abundante, con


una medida de unos 5 mm. al día. Si al maíz le falta agua
durante el momento inicial de desarrollo del grano o bien en
la época de floración el cultivo será de una menor calidad.

Hay que prestar mucha atención durante el crecimiento del


maíz y realizar el trabajo necesario para permitir que la planta
crezca sin inconvenientes. En el caso de la poda, cuando la
planta crezca y alcance los 30 cm. es necesario dejar una sola
planta por golpe para eliminar las restantes. Además, es

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importante romper la costra endurecida del suelo para que las


raíces superficiales se desarrollen.

Las mazorcas deben ser recogidas durante la “etapa de leche”,


es decir cuando los granos están perfectamente formados pero
no completamente maduros. Un buen indicio es que esto
ocurre unos 20 días después de la aparición de los primeros
pelos del maíz.

Los granos deben ser redondos y suaves, mientras que su jugo


debe ser lechoso al momento de pincharlos. Los pelos deben
estar secos y ser de color café, y las mazorcas deben ser
firmes. La recolección debe ocurrir en el momento justo pues
la “etapa de leche” dura menos de una semana.

El procedimiento es sencillo: sólo hay que quebrar las


mazorcas con la mano realizando un empujón hacia abajo
para luego torcer y jalarlas.

El maíz no resiste el paso del tiempo por lo que deben ser


guardadas lo antes posible en caso de no comerse en el
momento.

Eso es todo lo que deben saber y hacer con el maíz, cada día
alguno de nosotros va a estar revisando si han hecho bien el
trabajo, el que lo haya hecho mal ya se la verá con nosotros,
no saben qué es lo que les espera.

Ya había cosecha por lo cual empezamos a movilizarnos para


recoger las mazorcas, debíamos dejarlas en seis carros que

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serían movidos la siguiente semana por dos caballos, eso sí


muchos negros no sabían cómo quitar las mazorcas, al
momento de intentarlas quitar rompían el tallo porque se caían
en ellas, aquel capataz que nos había advertido que si alguien
no hacía bien la recogida o la sembrada se las iba a ver con él
o con los otros, al final de la semana los esclavos que si
habíamos aprendido cómo recoger la siembra, la dejamos en
aquellos carros, sin embargo aquellos negros que habían roto
el tallo de varias mazorcas tenían miedo, angustia por saber lo
que muy pronto iba a pasar con sus vidas.

Todos habíamos decidido que los negros que habían hecho


aquel desastre iban a agruparse a un lado de la casa y los que
habíamos hecho el trabajo bien íbamos a hacernos a otro lado
de la casa.

Una mañana después de comer el potaje, salimos en frente de


la casa, seis mujeres y cinco hombres que habían hecho aquel
desastre se fueron a un lado de la casa, tal como lo habíamos
discutido la vez anterior, cuando llegaron dos capataces a la
plantación y vieron aquel desastre, se bajaron de sus bestias,
el capataz que nos había explicado el trabajo mencionó:

- Las personas que hicieron mal el sencillo trabajo que les


pedí vengan aquí al frente, se van a desnudar y se van a poner
de cuclillas, fueron a hacerlo, cogió el látigo que tenía en el
cinturón y empezó a azotarlas en la cara, en los hombros,
aquellos cuerpos negros caían y seguía el azote, acompañando
a estos golpes habían insultos tales que parecían soltados por
un monstruo que quería consumir el alma de estas personas

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que se habían equivocado. Aquella tortura duró toda la


mañana, tarde, hasta que cayó la noche,

Ahora esos cuerpos se encontraban en el suelo putrefactos por


la carne que apenas veíamos, estaban muertos, fueron un
ejemplo para que todos los que nos encontrábamos ahí
entendiéramos qué era lo que nos podía pasar si no hacíamos
aquel trabajo bien, ya no eran azotes con moderación, ya no
eran insultos, era la muerte inevitable que nos esperaba.

Un día normal de trabajo equivalía a quinientas libras de


mazorca, veintiséis libras por cada uno de los diecinueve
negros que nos encontrábamos ahí, por el momento Lemarcus,
Niles y yo seguíamos vivos por suerte, cada día, todos los
negros nos concentrábamos en nuestro trabajo, las miradas era
lo único por lo que cada negro se comunicaba, la noche era el
único momento del día cuando podíamos hablar en susurros.

Algunos negros parecían tener un talento o una destreza para


cosechar a gran velocidad con ambas manos, mientras que
otros, me incluyo, éramos incapaces de cosechar a esa
velocidad, a aquellos que lo podían hacer rápido se los separó
a las tres semanas para ser empleados en otra labor que
necesitase aquellas habilidades.

La mazorca tiene dos tipos de raíces, unas fibrosas


presentando además raíces adventicias, que nacen en los
primeros nudos por encima de la superficie del suelo, ambas
tienen la labor de sostener a la planta erecta, sin embargo, por
la gran masa de las raíces rasantes, es susceptible a la sequía,

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obcecada a suelos escasos en nutrientes y a declives cuando


llegaban los grandes vientos, requería de una gran
profundidad para que pueda dar fruto, de lo contrario se
pudría.

El tallo estaba compuesto por tres capas, una epidermis


superficial, impenetrable y traslúcida, un tipo de muro por
donde escurren las sustancias que la sustentan y un tuétano de
tejido blando y blancuzco donde almacena sustancias
alimenticias, en especial dulces al sabor.

Las hojas eran largas, dobladas a su tallo, de la cual salía el


fruto que cargamos todos los días hasta las cinco de la tarde,
momento donde llegaba la otra tanda de potaje a la casa.

Ver el maizal era algo bello daba un semblante de opulencia,


una altura que como igualdad, solo mostraba supremacía, unas
tonalidades de verde y amarillo que hacía relucir nuestros
ojos, colores cambiantes e inmutables, colores que hicieron
una inesperada relación con mis ojos, mis manos y mi alma.

A nosotros, los peones del amo Spence se nos obligaba estar


en el maizal con el primer rayo de luz de la mañana, a
excepción de los veinte minutos que se nos daba para comer
el potaje, bañarnos en la pileta y salir a hacer ese arduo
trabajo, una vez terminábamos el trabajo, en caso de que fuera
época de cosecha, teníamos que llevar los carros hacia una
casa en donde un capataz pesaba la mazorca, si esta era menor
a quinientas libras uno de nosotros tenía que soportar una
cantidad de azotes proporcional al número de libras totales

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que se hubiesen producido, muchos negros murieron por ese


error, por fortuna Lemarcus, Niles y yo nunca tuvimos que
pasar por aquel dolor.

CAP VII 
  
UNA SUCESIÓN 
INTERMINABLE DE DOLOR  

En septiembre me mandaron a recoger algodón, vi que esta


vez si un negro se quedaba rezagado de los demás al recogerlo
un capataz lo azotaba, los primeros días en aquel lugar fueron
fructíferos, hasta que en una mañana al sonar la corneta que
avisaba que comenzaba la jornada de labor, me levanté muy
cansado, fatigado, problemas al pensar y concentrarme, dolor
muscular, mareos muy fuertes, quería quedarme a dormir en

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mi cama, sabía que si me quedaba en la casa seguramente me


matarían, fuí a trabajar, por llegar tarde recibí dos azotes,
comencé a trabajar, me sentía peor, cuando recogía el algodón
tambaleaba, pero sabía que si me caía iba a morir, no por mi
padecer, sino por los azotes que iría a recibir.

Quedaba rezagado, pero continuaba por las amenazas de el


capataz que se encontraba atrás mío, me quedé rezagado más
de tres veces aquella mañana, comencé a recibir azotes, muy
seguidos por cierto, hasta el punto en el que dejé de escuchar,
dejé de sentir, se me nubló la vista, me desmayé, pensé que
iba a morir, pero no, me desperté en la casa en la que dormía
desde que llegué a la plantación de mazorca, el amo Spence
ya sabía de la historia de fuga, no quería dejarme morir por lo
cual mandó a traer al mejor doctor del Estado de Florida para
que me revisara,

Dijo algo que no escuché y me dio cachetadas muy suaves en


la mejilla -me dijo-

Volví a dormir, aproximadamente por 5 horas hasta que me


desperté. Ahí estaba aquel doctor que no me daba voluntad ni
ánimos para curarme, era un hombre como de cincuenta años,
barbudo, vestido de negro, con moño morado, un sombrero
negro. con una mirada penetrante que muy seguramente me
haría confesar todos los pecados que haya cometido, la
medicina para mí en aquel momento era un trabajo que
causaba incertidumbre y un arte que buscaba remedios en la
probabilidad, aquella que no aseguraba cura a todos los males
que tenía en aquel momento.

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Luego de contarle mi padecer, supe que era un hombre con


ideas y un comportamiento recalcitrante, parecía que solo
importaba lo que supiera, que solo importaba su opinión, no
me dejó decir nada. Me recomendó dormir mucho y tomar
duchas de agua fría.

Lo que tienes no es nada más que un agotamiento crónico


fruto de el esclavismo imperante en tu vida. -me dijo
risueñamente-

Y así fue, pude dormir, aquella semana Niles me alimentó, sin


embargo aquellas duchas de agua fría que me recomendó el
doctor fueron realizadas por baldados de agua fría, en dos
semanas comencé a sentirme mucho mejor, volvió el sentido
del tacto, de la escucha, no me dolían los músculos y el dolor
de cabeza ya había desaparecido, volví a ser insertado en esa
institución del horror, se me dió un saco, un sombrero de paja,
fue bastante difícil volver a hacer aquel trabajo, mis manos
apenas podían coger el saco por la energía que me había
quitado aquel dolor de cabeza, fueron solo dos semanas que
dure sin volver a coger nada.

Ahora por orden médica; el amo Spence tuvo que decirles a


sus capataces que no me podían azotar pues me cobraría
mucha energía y me matarían. Creo que el amo me necesitaba,
sabía de mi vivacidad y de mi capacidad de resiliencia. Al
pasar los días me fuí fortaleciendo más y más andaba por los
surcos de algodón con aquel saco que iba de lado a lado de
forma inapropiada, llegando a la desmotadora que era un lugar

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parecido donde se pesaba el algodón, tal como se hacía con el


maíz, aún así recogía muy poco material.

Con el paso de los días pude ir tomando más experiencia en la


labor, el amo Spence mandó a sus capataces a que fuera a la
plantación de maíz, los dos meses siguientes escuché sonar
más de una vez el látigo de los capataces y del amo Spence,
los gritos de hombres y mujeres desamparados ante las
consecuencias de sus errores en el trabajo, esta esclavitud por
momentos tomaba parecer de infierno, un lugar lleno de
malos olores, gritos, llantos y de un intenso sufrimiento.

En el año 1889 en el Estado de Florida cayó una plaga de


insectos que destruyó con el cultivo de algodón; pese a las
alternativas que salieron de algunas plantaciones para la
erradicación de la plaga, ninguna fue efectiva, cuando llegó la
plaga lo único que pudo hacer el amo Spence fue dejar que la
plaga dañara todo el cultivo, esto desencadenó muchos
momentos de cólera en los que rompía, incendiaba cosas,
mató muchos negros por eso, aquella furia no la pudieron
controlar ni los capataces que huían de la casa como ratas al
querer entrar y calmarlo.

Los días siguientes se puso a llover a mares, los capataces nos


dejaron en la casa, todos nos cobijábamos en las camas, nos
daban de comer tres veces al día, me conocí con otros negros,
algunos ni siquiera se conocían a sí mismos, algunos ni
siquiera sabían hablar, otros tenían esperanzas de libertad.
Saber que algunos negros actuaban porque si, sin saber por

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qué eran tratados así, era lo suficientemente aterrador como


para tener horribles pesadillas.

Calmó la lluvia, cesó la cólera del amo Spence, volvimos a


trabajar, pensé que no había pasado nada nuevo en aquella
semana de lluvias, pero no me había percatado de mis dos
amigos, Lemarcus estaba bien, me contó que había tenido una
pequeña gripe y que ya se encontraba mucho mejor, quería ir
a preguntarle a Niles cómo se encontraba, pero por mucho que
busqué no lo encontraba, hasta que lo vi besándose detrás de
la casa con una negra, en aquel momento me asusté porque
pensé que aquella relación que tuvieran los llevaría a la tumba
pues en esta plantación también se condenaba tener relaciones
amorosas.

Aún así yo había experimentado cómo era sentir amor por otra
persona, lo dejé en su laberinto de amor y analizando a la
novia de Niles de la que no sabía nombre supe que tenía
cualidades dignas de admiración, era hermosa, inteligente, de
un carácter compasivo y alegre, era amable con Lemarcus y
conmigo, seguro Niles ya le había contado acerca de nuestra
relación de amistad casi familiar. Niles respetaba y amaba
cada una de las facciones físicas y comportamentales que ella
tenía.

Estaba dispuesto a concederle cualquier capricho, deseo que


estuviera a su alcance, para él aquella mujer era la mujer con
la que quería pasar el resto de sus días, no estaba dispuesto a
dejarla sola, tenía miedo a que algún capataz la tocase o en el

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peor de los casos la matase, era mejor que los dejáramos solos
con el amor imposible que estaban teniendo.

Durante aquella época sucedió algo de lo que ni aquel


momento en el que iba a morir en The White Chapple le
equiparaba, sucedío en una tarde calurosa en la casa del amo
Spence justo mientras estábamos recogiendo el cultivo,
comenzamos a oír gritos, jadeos, maldiciones, azotes y tiros,
evento que mostraba el tipo de sociedad con la que estábamos
conviviendo, fuimos a acercarnos a la casa, acción que estaba
rotundamente prohibida, pero aún así nos fuimos acercando y
vimos por una de las ventanas al amo Spence estrangulándose
el cuello con un negro de la plantación de algodón, me
imaginé que aquellos azotes, maldiciones y tiros que oíamos
venían por parte del amo Spence a aquel esclavo con el que se
encontraba forcejeando, pero me dí cuenta en un corto tiempo
que las maldiciones eran expulsadas de la boca de aquel
esclavo, ¿Por qué estaba pasando esto?, ¿Cómo había podido
entrar a aquella casa sin que el amo Spence se diese cuenta?,
¿Por qué los capataces no lo tenían bajo azotes?, eso no lo
podíamos saber en aquel momento, sin embargo lo iríamos a
saber más adelante.

Ví en aquel momento que aquel negro tenía más fuerza que


Lemarcus, el que jadeaba era el amo, luego que se soltaron
cogió una botella de ron que se encontraba cerca a él, la partió
y la usó como cuchillo, Spence no se sabía defender pues era
un hombre rico al que nunca se le había enseñado defenderse
de golpes, provenía de una de las familias más ricas y
aristócratas del país, vimos cómo le hizo varios cortes en el

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rostro y en el cuerpo, hasta que llegaron cuatro capataces que


muy difícilmente lo inmovilizaron, lo ataron muy fuertemente
de manos, cabeza y pies de un solo nudo, lo llevaron al frente
de la casa y curiosamente el amo nos dijo a todos que
fuésemos a ver el espectáculo que iba a ocurrir y con voz
emocionada dijo:

- Bienvenidos sean todos a la muerte número quinientos de


esta plantación, la muerte que uds podrán ver sin pagar ni un
penique, aquel negro que ven inmovilizado quería salvarle la
vida a su hija y esposa que viole esta mañana y luego maté,
¿Y creen que este negro iba a poderme matar? -nadie
respondió-

- Dije…, creen que este negro me podía matar? -Esperando


una respuesta-

- ¡¡Alguien diga algo!!

- Claro que no Spence -dijo uno de los capataces que tenía


atado aquel negro-

- Essss correctoooo, claro que no porque como uds saben


negros de mierda, primero no se puede obstruir mis actos y
mandamientos, segundo, no se puede entrar sin mi
consentimiento a mi hogar, tercero y más importante, no me
pueden intentar matar porque si no el final que les espera va a
ser peor que el que ustedes quieran para mí,

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- Dicho esto, todos los que vienen del maizal no saben como
mato a mis negros, sean bienvenidos a este espectáculo de
sangre, sustos y lágrimas.

Dos capataces venían con dos cuatro caballos y uno venía con
un aparatejo de madera que tenía un gran pincho en su mitad,
con un tipo de sillón elevado, a cada caballo se le amarró con
una cuerda en su monta, esas cuerdas se le pusieron en las
manos, en los pies y en la cabeza a aquel negro, fue subido al
sillón,
- Ahora dijo el amo, los caballos fueron colocados a cada lado
de aquel aparato, cuatro capataces nalguearon a los cuatro
caballos, las manos y la cabeza de este negro se movían en
sentido de las bestias hasta que se le desmembraron cada una
de ellas, muchos negros lloraron, otros gritaron ante aquel
horror…

- Pero eso no es todo, quédense al postre… -dijo dulcemente-

lo que quedaba de aquel humano cayó al gran pincho,


brotando sangre a los rostros y prendas de varios esclavos.

- Esta mis amigos míos solo es uno de mis juguetitos, uno de


los innumerables mecanismos de tortura que uso cuando un
negro hace lo que no debería. Quisiera guardar este cuerpo tal
como está en mi casa como un trofeo pero no lo haré, será
ensartado en un gran palo con el mensaje alusivo a lo que no
pueden hacer sobre lo que antes era su cabeza en el maizal en
el cual ustedes, van a tenerlo como espantapájaros y como una

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enseñanza para que siempre actúen como sus capataces


demandan. -disfrutando aquel momento-

- Tan tan tarara rarán, ha acabado el show. -sintiéndose


contento por lo que había ocurrido-

Los capataces que se encontraban ahí lo aplaudieron como si


fuese un héroe y sin dudarlo Spence abrió sus brazos como si
los fuese a abrazar.

Acontecimientos como este solo se podían ver en esta


plantación, solo vimos otros cuatro como esos en ese mes,
siempre desapercibidos y sin comentarios, los capataces ahora
se comportaban como salvajes entre ellos y jugaban a darse
navajazos y a enterrarse aquellos objetos cuando querían,
fruto de sus intensas borracheras con el amo o fruto de los
juegos que tenían en las noches.

La existencia de aquellos actos de tortura y en sí la existencia


de la esclavitud en su forma más cruel provocaba ceguera de
los sentimientos y nociones humanas dadas por la misma
naturaleza. Presentar a diario latigazos sin piedad, sin freno
alguno, oír los quejidos, gemidos de los esclavos, ver como
los mordían los perros, observar como algunos morían a tiros
sin luego recibir ninguna atención o ver cómo los enterraban
en aquellos hoyos en la tierra hacía que se despreciase, se
borrase el aprecio y respeto de la vida humana. No sabía en
aquellos momentos de inhumanidad si había por lo menos un
blanco que tuviese un corazón bueno y honrado, con alguna

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sensibilidad ante estos eventos que la gente de color tenía que


soportar.

Ser cruel no es culpa del negrero, del esclavista, sino del


sistema político y legislativo en el que se vivía, la esclavitud
era legal, la venta de esclavos también lo era ¿Y quién podía
decirle a aquellos hombres ricos de los Estados sureños que
no podían hacer algo con sus esclavos si al momento de
comprarlos ya eran una maquinaria de trabajo que mantenía
sus plantaciones?, ¿Acaso quién podía decirle a las colonias
de blancos que ya estaban acentuadas en África que no
trajeran más esclavos si este negocio era el que sustentaba a
varias familias de aquella raza?, si era lo que se venía
haciendo desde ya hace siglos, no solo con los negros, sino
que también con otras razas, también era culpa de los hábitos
que los rodeaban; si un niño al ver que su papá tenía una
buena cantidad de negros que trabajaban para él y le decía que
la esclavitud era buena, que el látigo, la pistola estaban hechas
para corregir al esclavo y que eran un beneficio para su
subsistir en el país, el niño entendería que es así, sería casi
imposible que cambiase de parecer al momento de crecer.
Luego consecuentemente aquel conocimiento sería
transmitido de generación en generación.

Si había eslavistas malos, había esclavistas buenos y


compasivos (aquello de lo que en aquel momento dudaba
completamente), si habían esclavos que eran tratados como
los de esta y en The White Chapple, seguro habían otros que
gozaban de un buen respeto y varios derechos como los que
acompañaban a amo Pitt al mercado en la primera plantación.

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Sin embargo en una institución infernal en la que otros negros


y yo éramos igual de importantes que las ratas, que era cruel,
vil e inhumana, debería desaparecer, debería de abolerse. Hay
hombres que muy seguramente escribirían sobre cosas
positivas en el siglo XVII, XVIII y XIX, que hablarían de los
placeres de la vida, de las ventajas de la esclavitud como
mecanismo efectivo para mantener la economía de sus
Estados, habría otros como yo que mostraríamos la otra cara
de la moneda, que mostraría el lado oscuro por el que pasaban
varias razas, la injusticia, los horrores.

¿Y qué pasaría si el hombre blanco hubiese sido el esclavo de


los negros en África?, si hubiesen tenido que ser azotados por
nuestras manos, cazados como animales salvajes, contarían
otra historia muy diferente, si se sentaran donde estábamos
nosotros cada día mirando su regocijo, si durmieran cada
noche en estas condiciones de servidumbre en la silenciosa
noche, seguramente hablarían de la búsqueda de la felicidad,
de la búsqueda a la igualdad y a la no opresión, se darían
cuenta en su totalidad de los privilegios de ser libre, de poder
abrigar el amor a la libertad sin tener que sucumbir ante las
obligaciones inhumanas de otros, si hubiese igualdad y
entendimiento de que todos somos seres humanos y tenemos
necesidades, pensamientos, sentimientos, alma, todo sería
diferente,

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71

CAP VIII 
 
LA PLANTACIÓN DE CAÑA DE 
AZÚCAR  

Debido a las pérdidas económicas que había generado la


destrucción de la plantación de algodón, al amo Spence tuvo
la idea de crear un cultivo de caña de azúcar, la mitad de la
totalidad de negros que trabajabamos en el maizal, unos
quince; fuimos mandados a labrar la tierra a marcar surcos y
comenzar a cultivar caña de azúcar, para los trabajos de
labrado y cultivo era muy bueno. Había ahora una ventaja que
antes no teníamos, por labrar y cultivar se nos pagaba un dólar
al día que nos servía para compensar las ausencias que se
presentaban en el maizal.

En un capítulo anterior describí la forma en la que se cultiva


el maíz, creo que ha llegado el tiempo de explicar cómo se
cultiva la caña de azúcar, la siembra comenzaba en enero y

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72

terminaba en abril. Solo se puede plantar un campo de caña de


azúcar

Se hacen arrietes en la tierra de la misma forma que se prepara


la siembra del algodón, solo que se cava más profundo. Las
perforaciones se hacen de la misma manera, el cultivo
comenzaba desde el mes de enero hasta abril, este cultivo si
era más demorado que las otras dos plantaciones que estaban,
el azúcar solo se podía cultivar una cada tres años, se recogían
sólo tres cosechas antes de que la semilla o la planta se
agoten.

Se emplean tres grupos en la operación de cultivo, cada una


para un diferente objetivo, la primera sacaba la caña de
almilar, se corta la parte de arriba y las hojas del tallo, dejando
solo la parte sana y sólida. Cada nudo de la caña tiene una
base, como la de un tubérculo, de la cual saldrá un brote
cuando se entierre en la tierra. Otro grupo es el encargado en
meter la caña en los hoyos, posicionando dos tallos, uno junto
al otro, de manera que haya un nudo cada cuatro o seis
pulgadas. La tercera cuadrilla trabaja con la azada, echando
tierra encima de los tallos y tapándose hasta una profundidad
de siete pulgadas.

Al mes y dos o una semana más adelante, comienzan a avisar


los brotes sobre la tierra, a partir de ese momento, comienza a
crecer muy rápido. El campo de la caña de azúcar se escarda
tres veces, igual como se hace con el de algodón, solo que se
echa un poco más sobre las raíces, se hace para que queden
bien tapadas, para que no se encuentren desprotegidas y que al

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73

momento que llueva el cultivo no se dañe por inundaciones. A


final de agosto se termina de escardar. A mediados de
septiembre se corta lo que se necesita para la siembra y se
apila en un almiar. En el mes de octubre la caña ya se
encuentra lista para llevarla al molino o a la refinería de la
plantación que es donde se arregla y se procesa, en el
procesamiento se corta, primero las hojas del tallo de un solo
machetazo, el segundo corta la parte de arriba que no sirve
para nada, está biche, si este se corta con la parte que está
madura sería invendible, lo mismo pasaría si estas dos se
exprimen, la melaza sería amarga, nadie lo compraría.

Luego se arranca el tallo de raíz con mucha fuerza, dejándolos


en su espalda y luego dárselos a esclavos más jóvenes que son
los que se encargaría de hacer el procesado en el molino y en
la refinería.

A inicios del siguiente año se vuelve al terreno para la nueva


cosecha, se echan las hojas que se cortaron de la anterior, un
día que hiciera calor, como en donde teníamos que sacar las el
maíz de las matas se tenía que ir a prender fuego al cultivo de
caña, luego que este campo quedase limpio se le pasaba el
azadón, se remueve la tierra alrededor de los viejos rastrojos
y, con el paso del tiempo crece una nueva cosecha con las
semillas que habían quedado el año pasado. Este proceso es
un ciclo, hasta el tercenio que era donde la semilla ya había
perdido sus atributos, su fuerza, entonces ahí es donde se debe
hacer el ciclo de labrado y sembrado.

73
74

Queda anotar que la caña el segundo año es donde tiene el


sabor más dulce, ahí es donde se produce más cosecha que el
primero, el tercero lo és mucho más que el segundo.

La mayor parte de los años en los que estuve en la plantación,


estuve haciendo todo el proceso, ayudando a sacar, cortar y
refinar el azúcar. ¿Cómo se fabricaba el azúcar?, ¿Cómo se
hace para que una mata alta y verde termine siendo un
producto refinado y cristalizado?, lo voy a explicar a
continuación.

Los molinos eran una grandes estructuras de ladrillo, saliendo


de estos había un habitáculo abierto, de al menos doscientos
pies de largo y sesenta o setenta de ancho. La caldera que
generaba el vapor estaba situada fuera del edificio principal, la
maquinaria y del motor se encontraban en otro habitáculo
sobre una plataforma de madera, a veinte pies del suelo y
dentro de la estructura. La máquina lo que hacía era girar dos
enormes rodillos de hierro entre dos y tres pies de diámetro y
seis y ocho pies de largo. Están elevados por encima de la
plataforma de madera y giraban uno en dirección del otro.
Una cinta fabricada a partir de goma y madera parecida a las
correas de cuero que se usan en los molinos pequeños, corre
desde los rodillos de hierro hasta el edificio principal y a lo
largo de todo el cobertizo abierto.

Las carretas que traen la caña recién cortada se descargan a


los lados del los cobertizos. Los hijos de los esclavos se
colocan a lo largo de las cinta transportadora, y su trabajo
consistía en echar encima de la caña recién cortada, pasando

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de los cobertizos hasta los edificios principales, donde cae


entre los rodillos, se muele y va a parar a otras cintas que la
saca de los edificios principales en dirección contraria,
depositandola sobre unos hornos bajo los cuales ardía fuego
que la terminaba consumiendo. Es necesario quemarla de esta
manera porque de lo contrario llenaría la estructura y sobre
todo, porque la sustancia se enfrentaría y causaría varias
afecciones a la salud. El jugo de la caña cae en unos canales
puestos debajo de los rodillos que lo lleva hacia un habitáculo.
Mediante una serie de tuberías pasa por ocho filtros, cada uno
con varias barricas. Aquellos filtros estaban hechos a base de
un material oscuro, parecido al carbón pulverizado, se usaba
para refinar y filtrar el jugo de la caña antes de hervirlo.
Pasaba continuamente por estos ocho filtros y luego cae en
otro espacio colocado debajo de la planta inicial, donde
ascendía mediante una bomba de vapor y caía a un
clarificador de hierro laminado, donde se calentaba a partir de
vapor hasta el punto de hervir. Desde este primer clarificador
pasa a un segundo, luego a uno tercero a través de canales, de
ahí a grandes ollas de hierro cerradas, atravesadas por tuberías
llenas de vapor.

Mientras hierve pasa por seis ollas paralelamente, luego pasa


a través de otras tuberías llenas de vapor, luego se transfiere a
través de otras tuberías a los refrigeradores colocados en la
planta principal. Los refrigeradores eran cajas de hierro con
coladores en la parte interior hechos de un alambre muy fino.
En cuanto el sirope llega a los refrigeradores y entra en
contacto con el aire se cristaliza, la melaza por otro lado parte
a los coladores por una llave que hay debajo. De esa manera

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se obtenía el azúcar, un azúcar de muy buena calidad que


poseía propiedades que el mercado de ese entonces pedía,
fino, suave y bastante limpio. Cuando este se enfriaba se
dejaba secar y se dejaba en unos barriles, está preparado para
ponerse a la venta.

En el otro molino se hacía lo mismo solo que este se


elaboraba el azúcar blanco, aquellos molinos eran los más
grandes del Estado de Florida, era el que más kilos de azúcar
sacaba al mes y que más ganancias traía al amo Spence
además del producido de la plantación de algodón y del
maizal.

 
CAP IX 
 
LOS JINETES DE LA MUERTE 
 

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En vísperas de otoño llegó un gran carruaje a la plantación, no


sabíamos por qué había llegado, más adelante iríamos a saber
por qué aquel carruaje había llegado, en las horas de la tarde
cuando estábamos comiendo la ración de potaje el amo
Spence llegó acompañado de diez hombres vestidos de negro,
eran bastante corpulentos, barbudos…

- Hola esclavosss, los hombres de los que me ven rodeado de


ahora en adelante además de ser mi guardia de protección van
a ser un nuevo foco de horror en sus vidas, ahora además de
tener que aguantar los azotes y madrazos de los capataces van
a tener que aguantar los azotes y madrazos de estos
hombres..., les aseguro que van a ser más despiadados,
brutales y crueles que sus actuales torturadores, tres de ellos
van a acosarlos todo el tiempo si desean, también van a
verificar que ninguno de ustedes se escapen o hagan
pendejadas varias.

Las semanas siguientes a su llegada nuestro trabajo estuvo en


plena concentración, sin un segundo de conversación, porque
los momentos en los que un niño hablaba o una mujer se
quejaba aquellos jinetes montados a caballo hacían sangrar
aquellos cuerpos escuálidos, si se quedaban parados se les
preguntaba a los esclavos por qué habían frenado la labor:
Porque estoy cansado, decían algunos, porque no quiero
seguir esforzándome decían otros. Disparos recibían o a la
horca iban si no querían seguir trabajando.

No sabíamos por qué aquellos jinetes eran tan atroces,


brutales, de dónde venían y qué relación tenían con la familia

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de el amo. Lo cierto es que si un hombre blanco quería


convertirse en un jinete como los de la plantación debía tener
una estética tosca, agresiva y un respeto nulo por las razas que
no pertenecieran a la propia.

Para que los esclavos no se escapasen los jinetes tenían


adiestrados a veinte perros que eran más rápidos y más
fuertes que un hombre como Lemarcus, eran traídos en cajas
de madera con orificios a su alrededor, su tamaño sin estar
parados en las dos patas traseras era de la mitad del cuerpo de
un hombre de 1.75 cm, ante los dos intentos de fuga que
hubieron en el primer mes cinco perros les desfiguraron los
cuerpos, sin embargo cuando todos nos comportabamos bien
aquellos hombres hacían lo mismo de los capataces,

Su otra función aparte de corregirnos o matarnos era de


conservar una buena cosecha, los números de recolección de
los cultivos habían sido bajos por varios factores entre los que
se encontraba el esparcimiento y el ocio de nosotros, traer a
estos jinetes había sido un buen remedio para mejorar la
economía de la plantación.

Su diversión no eran los juegos, no eran las mujeres que a


veces el amo Spence traía a la casa, eran actos que mostraban
que no eran humanos, eran bestias, uno de esos actos era
obligarnos a comer la mierda de los perros, hasta que
quisieran que lo hiciéramos, otro era divertirse cortándonos la
espalda, el cuello o las piernas, otro era partirle los brazos a
los niños de la plantación para que no pudieran trabajar, luego
azotarlos hasta el cansancio.

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Siempre que hacían estos actos inhumanos pronunciaban un


lema ​impropio quizá con el objetivo que entendiéramos que
eran ellos los que mandaban debajo del amo: “​Ustedes están
aquí para trabajar, para ser máquinas, para ser animales, no
para actuar como humanos​”.

Un día luego de la jornada de labor, al estar en las camas


conocí a un negro Otto, me contaba que antes de que lo
atraparan era negro libre, era académico, había caído en una
trampa con hombres blancos que le habían hablado sobre una
vacante de trabajo en Massachussets para enseñarle a otros
niños negros libres. Aceptó y aquella vacante terminó siendo
el transporte a la esclavitud, me dijo que pertenecía a una
sociedad compuesta por hombres blancos y negros
abolicionistas a la esclavitud, cuando había llegado a la
plantación el amo Spence le había dicho que él estaba ahí para
ser un esclavo no para que enseñara y que si lo veía hablando
con otro negro le daría cien latigazos.

El principal objetivo de Otto era buscar la forma de hacer una


carta, mandarla a un correo a los correos de la asociación
abolicionista que se encontraba en Pensilvania, en Pittsburgh
y en Cleveland, llevarse a por lo menos de alguna manera
cinco negros, pero antes su plan tenía varios problemas, para
empezar el primero de ellos era que no tenía pluma, tinta y
papel para hacer esta carta, el segundo y más importante era
que llegar y entrar a la casa del amo Spence siempre estaría
vigilada por los jinetes o los capataces los cuales serían letales
en caso de que sepan que no tiene permiso de entrar a esta, así

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mismo necesitaría una firma del amo para enviar la carta,


hecho que era imposible que ocurriera,

En aquella plantación llevaba cinco años de esclavitud, bajo


estrecha vigilancia, pasó lo imposible una mañana en la que el
amo spence se había ido al Estado de Alabama vendiendo
azúcar, Otto muy sigilosamente se acercó a la casa del amo
cogió una hoja, un sobre, un tarro de tinta y una pluma,
despistando a todo capataz y jinete, ninguno supo cuándo y
cómo lo hizo, lo cierto es que este acto anunciaba vísperas de
un cambio, de una mejoría sustancial en las vidas de cinco
negros que él fuese a elegir, lo cierto es que comenzó a
escribir una larga epístola en la que escribía sobre la situación
de él, de los demás esclavos en la plantación, contaba que se
tomaran las medidas necesarias para que él y otros cuatro
negros pudiesen recuperar la libertad.

Guardó esa carta por mucho tiempo, mientras intentaba de


idearselas para ir a la oficina de correos sin que muriera,
finalmente un hombre mezquino bastante raro que se llamaba
Phillip, hasta aquel momento un extraño que se estuvo
pasando por las plantaciones cercanas a esta, un día llegó aquí
y se presentó con el amo Spence, estuvo en la plantación
durante varios días, inclusive presentándose ante nosotros, nos
hablaba bien, nos contó en secreto que era abolicionista, era
quizá el boleto de salida de Otto y de otros cuatro negros,
inclusive trabajó en el campo durante varias semanas, eso si
era raro, muy raro que un blanco trabajase donde trabajaban
los esclavos, buscó entablar relación con Niles, Lemarcus,
conmigo y en especial con Otto, con el que entabló una buena

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81

relación. ¿Y si aquel hombre estaba mintiendo y estaba


buscando destapar nuestros más íntimos secretos para
contarselos al amo Spence?, ahora si sé la respuesta, pero en
aquel momento pensaba que era un mesías.

A la semana aquel hombre se fué de la plantación, por el


momento no sabía si aquel hombre había sido veraz con sus
palabras, si Otto le había prometido entregar aquella carta, si
lograba hacer un acuerdo con el amo Spence, aún así no se
ahuyentaban aquellas sospechas de la identidad y del actuar
de aquel hombre, Otto buscó todas las opciones que le
quedaba para dejar la carta en una oficina de correos, que le
daban un agregado de fuertes azotes, inclusive la muerte.

Lo peor ocurrió, aquel hombre era un fraude, lo supe cuando


una tarde se acercó a la plantación con un revólver en mano y
le gritó a Otto
- ¿Sabes negro infeliz?, me he enterado de que tengo un negro
sabiondo que escribió una carta para liberarse de mí. Me
pregunto si sabes quién es…, si no me dices te mato.

- A Otto no se le alcanzaba a escuchar pero creo que intentaba


persuadir a Spence para que no lo matase

- ¿Acaso no estuviste hablando con Phillip sobre libertad y


que tú eres abolicionista?

Otto lo seguía persuadiendo ante esa intensa discusión…

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- Me dijo además de que debo tener cuidado con alguno de


mis negros que intenta librarse, que es más astuto que yo.

Otto seguía haciendo lo mismo, parecía que estaba alcanzando


bajarle la temperatura a la discusión, hecho que demostraba
que era un hombre bastante inteligente que sabía de muchas
técnicas para controlar el comportamiento de una persona que
quería aprovecharse de él…

Tiempo después cuando ya la voz de Spence había disminuido


y ya no se escuchaba nada, se quedaba pensativo a ratos pero
al final se estrechó las manos con él. Por la noche me dí
cuenta de que Otto solo le había mencionado a Phillip sobre
sus ganas de ser libre, se había quedado con la carta que era lo

 
más importante, la guardó en un hueco que le hizo a la
colchoneta de la cama.

CAP X 
 
EVENTOS DESAFORTUNADOS 
 

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En el año 1874 ocurrieron una serie de eventos extraños, otros
desafortunados para Niles, En el año 1873 el amo Spence
comenzó a traer una mujer a la casa, mujer con la que se
enamoró rápidamente, la llevaba a mirar 1luchas de
mandingas, la llevaba a probar el azúcar blanco recién sacado,
hacía grandes eventos llenos de lujo, comida y buenos bailes,
le mostraba sus caballos y le regalaba prendas lindas con telas
de primera calidad.

Por hacer eso el amo Spence enamoró a aquella mujer, en


otoño fue cuando comenzaron a tener sexo, lo supe porque se
escuchaban sus gemidos en la noche hasta la casa del maizal.
Fruto de aquella relación el amo Spence se casó con esa
mujer, seguro ya la había presentado a su familia, eso es lo
que los blancos hacen antes de casarse.

La boda fue en un lugar diferente, seguramente más lejos de la


plantación porque nunca pasó nada aquellos días. Luego de
concretarse la unión marital entre el amo y aquella
desconocida mujer, el amo necesitaba un mayordomo (un rol
totalmente desconocido para nosotros) para que le hiciese

1
​Peleas a puño limpio y cuerpo a cuerpo en la que los
esclavos se embisten salvajemente, como entretenimiento para
su amo p​ osiblemente se realizaban para buscar una vía
extrema de sumisión, la absoluta posesión del cuerpo, del
alma del esclavo y la capacidad del dueño de hacer con ellos
cuanto se le antojase

83
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todo tipo de favores, Spence llegó un día a la casa del maizal


y eligió a Niles como mayordomo.

Ahora Niles tendría ropa más elegante, ahora desarrollaría un


lenguaje más decente, todo en él cambiaría, ahora la
esclavitud vestiría elegante. (Lo que ahora más adelante se va
a contar viene desde la perspectiva de Niles en la casa del
amo)

Ahora cada día tenía que llevarle a la señora un vaso al


picaporte de la casa que había tenido varios cambios
estructurales, se había agregado un gran asiento, que miraba a
una lujosa fuente ubicada al frente de la casa, matas que
adornaban el frente del hogar y una mesa. La casa era muy
lujosa, habían 11 cuartos dedicados para varios hobbies o
gustos del amo y de la señora, uno tenía una inacabable
biblioteca con libros sobre una gran cantidad de temas, libros
de cuento, con mapas, diccionarios.

Había otra habitación donde el amo coleccionaba todo tipo de


armas, desde los revólveres que cargaba cada día que se
presentaba en la casa del maizal, una protección de guerrero
antiguo, hasta armas grandes que próximo se comercializarían
en la gran guerra, por los cuales había tenido que pagar
mucho, o que la misma familia le había obsequiado

Había otra en donde habían muchas pinturas con marcos


brillantes, acompañados de esculturas muy bien realizadas.
Las demás habitaciones tenían cosas que solo un rey podía
tener.

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Cuando hacía algo mal alguno de los dos le gritaba, había más
negros dentro de la casa los cuales se encargaban de lavar las
prendas de la pareja, otros que tenían que encargarse de
cocinar platos suculentos para que la pareja no tuviese que
aguantar hambre, otros se encargaban de la limpieza de la
casa, de los muebles y de los múltiples objetos que habían en
las habitaciones.

A pesar que Niles estuviese inmerso en aquel lugar oscuro,


poco amigable atmósfera para su raza seguro pudo socializar,
Niles era conocido por tener grandes deseos de libertad, de ser
una persona amigable, usualmente casi nunca estaba solo pues
era una persona con muchas historias por contar, era amable,
simpático y gracioso, virtudes que le permitieron establecer
una relación de amistad con cada uno de los negros que se
encontraba rodeado.

La compañía de la que se encontró rodeado era tan fascinante


que no se dió cuenta lo veloz que pasaba el tiempo, hasta que
no veía el sol asomarse

Igual el tiempo no fue tan largo para Niles porque un día en el


que la señora le pidió que le llevara café a la cama, este se
demoró mucho tiempo en llevárselo que no valió grito o
insulto alguno para que fuese al cuarto de la pareja.

El amo comenzó a caminar lentamente por el piso marmolado


del segundo piso,

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- Por una taza de café…, comenzó a bajar por las escaleras


lentamente, -comenzó a bajar desabrochándose la bata de
dormir diciendo-

- Te quieres morir por una taza de café…, me parece que es la


muerte más express que voy a realizar en mi vida

- No sé si quieras morir como este negro, -sacó un cráneo de


su mano izquierda-

- Los capataces lo azotaron fuertemente y luego lo


desmembraron enfrente mío con un machete.

- O quizás más bien quieras morir como este otro, sacando


otro cráneo de su mano derecha-

esta era una mujer que empalamos viva al frente de la casa por
haberse caído en los copos de algodón en la plantación

- Dime cómo quieres morir… -Habló susurrando mientras lo


rodeaba y Niles le miraba

- ¡¡¡DIME CÓMO QUIERES MORIR!!! -gritándole en la


cara-

Niles apenas titubeaba intentando responder la pregunta que le


estaba haciendo el amo Spence pero no lograba articular
siquiera una palabra, pensaba que iba a morir como aquel
esclavo desmembrado de aquel día.

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Fue azotado por tres capataces muy fuertemente, luego el amo


sacó un látigo y volvió a azotarlo con tanta saña que, le hizo
unas llagas que tenían un horrible aspecto, quedó tan
maltrecho que apenas podía moverse, comenzó a llorar
desconsoladamente, le resultó insoportable al amo, lo pateó en
el estómago como hizo con aquella mujer el primer día, cayó
por las escaleras y se fue moviendo con tanta lentitud que le
dejó tiempo al amo para exclamar unas palabras:

- Es mejor que no te vea de nuevo cerca a mi casa, de lo


contrario te voy a empalar y haré que te lleven donde vive tu
familia y haré que tu madre vea como tu cuerpo se desplaza
verticalmente por aquel palo. -diciéndole contundentemente-

Se desplazó gateando lo más rápido que pudo para no enojar


más al amo y llegó a la casa adolorido, aquellas cicatrices que
están en su espalda ensoberbecieron más las ganas de tener
libertad, tuvo suerte de no morir pero mientras tanto iba a
volver al trabajo anterior, la semana siguiente otro negro fue
llevado a la casa del amo para que trabajase como su
mayordomo.

Durante más de los dos años que llevaba trabajando no lo


habíamos escuchado decir maldiciones hacia alguien y mucho
menos hablar sobre un escape, maldecía cada vez que pudiera
a el amo Spence, las ideas de libertad las decía a su
concubina, a Lemarcus y a mí, cada día, en el trabajo, en el
desayuno, cena y hora de ir a dormir lo escuchábamos
ideando planes, ideamos muchos, que al principio parecían
excelentes pero iba dejándolos uno tras otro, pero los

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abandonaba por todos los obstáculos que se le fueran a cruzar


en el camino, en todos se encontraba con jinetes y capataces
azotandolo, muchos hombres blancos encerrandolo en una
cárcel, los perros persiguiendolo hambrientos por su oscura
piel, sin olvidar la naturaleza inexplicable, exuberante y
peligrosa que tiene aquel país.

Aún así, pese a los problemas evidentes que se le presentaran


Otto se veía huyendo, cruzando aquellas lagunas, aquellos
grandes ríos, pantanos y bosques tupidos que se cruzasen por
el camino, no obstante yo pensaba en lo mismo y Lemarcus
sin duda alguna también, más tarde que temprano se
presentaría la oportunidad de escape de esta realidad tan
cruda, vil y cruel con la que vivíamos cada día.

Para empeorar la situación un día pasó un evento


desafortunado que nos daría ejemplo para saber qué era lo que
nos iba a ocurrir, un gran grupo de esclavos de otra plantación
confabularon un gran plan de escapatoria el cual no tuvo un
gran desarrollo, cuando todos se iban a ir con machetes,
látigos y revólveres que habían cogido a su amo, y se
disponían a adentrarse en un pantano que no se encontraba tan
lejos de aquella plantación, algo falló, lealtad, uno de los
esclavos del grupo delató a los demás fugitivos con el amo,
buscando evitar las consecuencias para su persona, para
recibir un mejor trato y más raciones de comida.

Aquella misión fue contada de boca en boca hasta que llegó a


la del amo Spence que sin dudarlo estaba dispuesto a usar, a

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crear cualquier mecanismo de tortura para que estos negros


pagasen por lo que se habían atrevido hacer.

Decidieron todos concertando con el dueño de aquella horda


de insurgentes que lo mejor era mandarlos a cada uno a la
horca en el centro del pueblo y que luego sus cuerpos fueran
quemados, y así lo hicieron, supimos de que ya los habían
incinerado cuando a nuestras narices llegó un olor a
mortecino, por este acto y por otros que hubo como una plaga
de mente en mente con finales totalmente aterradores para
cada uno de los insurgentes estábamos empezando a dudar de
aquella idea de escapatoria.

El ultimátum a nuestro plan se dió durante la guerra de


México, teníamos unas esperanzas extravagantes que el
ejército mexicano lograse aplastar al ejército americano. La
noticia de la victoria americana llegó rápidamente y llenó de
júbilo las grandes casas de nuestros amos.

Trajo penas y decepción a todos nosotros en la casa del maizal


y a las otras dos casas de las plantaciones cercanas, queríamos
con ansias la llegada de un ejército invasor que no permitiese
estos males tratos, empeorando el caso aquella idea fue
doblemente aplastada por una incrementación de los niveles
de seguridad en las plantaciones para evitar más actos de
insurgencia.

Pero estoy seguro de que aquel momento de insurrección


definitiva llegaría, aquel momento en el que el esclavo
ignorante y maltratado, que no se da cuenta del sufrimiento

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por el que tiene que pasar cada momento, creen que serán
ellos los que siempre van a levantar el látigo, los que siempre
van a maldecirnos y a obligarnos a pedir clemencia y perdón,
llegará un día en que si es que se oyen sus gritos, sus mensajes
de piedad, en que se vengarán con una violencia más
recalcitrante de la nuestra, serán ellos entonces ellos que
llorarán en vano por sus almas, para ese entonces ya no habrá
otra decisión que se pueda tomar, será demasiado tarde.

 
 
CAP XI 
 
UN POSIBLE DESENLACE 

 
Luego de la llegada de Phillip a la plantación y de sus
acciones sin arbitrariedad, llegó otros hombres a la plantación,
al momento de llegar no sabía sus nombres, de ellos se puede
destacar que eran blancos totalmente diferentes a los que
había visto en todos los años de esclavitud, hasta el día de hoy

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está pendiente una deuda, una duda que será imposible pagar.
Cada uno era dueño de sí mismo, casi nunca estuvieron
juntos, solo al momento de llegar y saludarse con el amo
Spence.

Al momento de llegar a la plantación uno que se llamaba


Kevin comenzó a establecer pequeños vínculos de
conversación con los jinetes, pensábamos que aquellos
hombres que no doblaban mirada, que pareciese no
parpadeaban, quizá discípulos infernales no eran sociales,
supimos que si había una pequeña, casi ínfima parte en la que
socializaban, sin embargo no mostraban características de ser
buenos oradores.
Un día pude escuchar una discusión entre Kevin y Horace,
uno de los jinetes que trabajaba en la plantación, en ella
hablaron de la esclavitud

- ¿Usted dónde nació Horace?

- En Minnesota

- Y qué te llevó a tratar de esa manera estos seres hum…

- Atrévete a decir que esos negros de que trabajan aquí son


seres humanos otra vez… clavo una bala en tu frente, no lo
habrás sentido -amenazándole-

- Mira yo no te voy a seguir enojando pero voy a decirte lo


que es…

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- ¿Decirme qué desgraciado infeliz? -replicó-

- Es un inmenso error en su mayoría Horace, la esclavitud es


un inmenso error, en ella no hay ni justicia ni honestidad, yo
no azotaría hasta la muerte a un esclavo hasta la muerte, yo no
le echaría los perros a un negro para que se lo coma, mucho
menos lo quemaría

- ¡¡Cómo te atreves a decirme que no haga mi trabajo


desgraciado infeliz!!

- He dicho que no voy a seguir tu juego sucio, continuando la


conversación, qué derecho crees que tu amo tiene sobre todos
estos negros?

- ¿Qué derecho? -frunciendo la frente-

- Él los compró, tiene todo el derecho de que los tratemos así


porque son macacos…

- ¿Y si hubiera un proyecto de ley que fuese aceptado


políticamente y permitiera que te convirtiese a tí, a tus amigos
y a tu jefe los convirtiera esclavos de los negros que ahora
están tratando mal?, qué harías si pasara eso

- Primero que todo, eso sería inimaginable, segundo no


deberías compararme con un negro y tercero jamás dejaría
tratar mal de esos negros, mataría, descuartizaría y quemaría
sus cuerpos. -respondiéndole risueñamente-

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- ¿Cuál es la diferencia entre tú y un negro?

- La diferencia es notable Kevin, vuelvo y te digo, los negros


son macacos imbéciles y maleables como la cerámica, yo al
respecto soy mucho más inteligente, superior y letal que esos
macacos. -respondíéndole con mucha seguridad de lo que
decía-

- Pero cómo quiere que ellos sean inteligentes si us…

- Te he dicho que son macacos, a un macaco no se le puede


enseñar a leer, es un animal, mucho menos podrá enseñarsele
a hablar, si quieren aprender no se puede porque son
inferiores, degradan el concepto de humano, si por mí fuera
enserraría a todos los negros en jaulas y los dejaría en venta
como un cuadro. Ellos son posesiones del amo, ahora te
pregunto:

- ¿Tú qué harías si ya no pudieses usar tus pertenencias y las


dejaran botadas?

- Los negros son seres vivos, no productos, no son máquinas


de trabajo

- Entonces ¿qué es un negro para tí?

- Un negro pertenece a una raza que está rodeada de muchas


otras en un gran grupo que tiene nombre de ser humano, en
este país y en otros del mundo hacen cosas obligatoriamente
porque desde el lugar en el que vivían en África se les trató

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inhumanamente, desde entonces se les ha obligado a hacer


cosas porque no soportan el azote de un látigo u otro maltrato,
la esclavitud que es la institución del horror a la que se les ha
obligado ingresar sepa usted Horace debe ser abolida,

Sería duro que usted perdiera sus posesiones, sería igual de


duro que usted perdiera su libertad, diría que no hay no
debería haber ninguna ley ni razón por la que este tipo de
horrores debían seguir siendo permitidos, desafortunadamente
hay una inequidad de pensamiento entre los Estados del Norte
y de los del Sur en los que se sigue permitiendo estas
prácticas.

¿Ahora dígame qué diferencia hay en el color del alma?,


patrañas, este sistema es tan absurdo como injusto y cruel,
usted podrá hacer cosas infernales con los negros, yo los
invitaría a tomar el té y a jugar ajedrez.

- A usted nada le gusta, pienso, nada le parece justo piensa


que los negros están maltratados, ellos solo deben tener que
hacer algo en toda la vida, trabajar. -respondiendo fastidiado
de él y de las preguntas que hacía-

A partir de aquella discusión entre Horace y kevin se replicó


con otros jinetes y capataces de la plantación, aquellos
siempre escuchándolo solo para reírse de las ideas que tenía
en un sistema como este que ya estaba tan bien implementado
para satisfacer la economía emergente del país y en especial
para satisfacer en algunos casos necesidades propias,
pensarían quizá que Kevin solo era engreído, vanidoso y

94
95

demente que ya tenía aprendida esta palabrería para


pronunciarla con cada blanco que se encontraba en la
plantación, sus ideas solo y únicamente pertenecían a una
invención, a un mundo ficticio en el que él pensaba que la
esclavitud iría a ser abolida.

una vez aquel hombre hizo algo que Phillip no hizo cuando
estableció una amistad con Otto, se quedó a dormir una noche
en una cama que quedaba al frente de la de él y comenzaron a
hablar sobre lugares de procedencia, sobre la libertad que Otto
tenía antes de ser capturado injustamente y vendido al amo
Spence, Otto le decía que le daba miedo contarle todo lo que
sabía cuando era hombre libre, aquello que a Kevin le
despertó curiosidad y que todo lo que le dijera sería guardado
con gran hermetismo, Otto le contó sobre su vida, Kevin hizo
lo mismo, nos llamó a mí, a Lemarcus, a Niles y a su
concubina, en el momento no sabía para qué, nos presentó
como compañeros de trabajo que habían sufrido mucho, le
contó nuestra historia de fuga, le mostré mi demacrada
espalda, Niles hizo lo mismo, imágenes que le impresionaron
mucho.

Y así fué cuando nos prometió a nosotros cuatro que nos


sacaría de ahí, Otto le mencionó que tenía una carta y que
quería que la dejara lo más pronto posible en la oficina de
correo para que fuese enviada a Massachusetts,especialmente
al buzón de uno de sus amigos que hacía parte de una
asociación abolicionista.

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Nos prometió hacerlo, pero nos dijo, poniendo énfasis que


correría mucho peligro en un acto que involucraría la
liberación de nosotros, cuatro negros comprados legalmente
por el amo Spence, le dijimos que solo Eva, la concubina de
Niles, era la única del quinteto que había sido comprada por el
amo, que nosotros tres solo habíamos sido obligados a trabajar
en la plantación.

Aquel acto sólo podía llegar a ser efectuado con bastante


sigilo, en silencio y en secreto para que ninguno de los
blancos que se encontraba ahí se diese cuenta del gran hito
que iba a ocurrir.

En aquel instante, Kevin nos daba más confianza de


ayudarnos, más confianza que la que nos había dado Phillip,
quizá ya era hora de renacer, ya hera hora de escapar de este
infierno. Acto seguido le prometimos que oraríamos por él,
que nos devolviera la libertad, que Dios le diese voluntad,
firmeza y prosperidad para que aquello que iba a hacer
pudiese tener aquel final, aquí sentado viendo a la luna y sus
estrellas

Que la lune, les étoiles, l’eau et la terre bénissent chacun de


vos jours, que le vôtre ait toujours le bonheur, la paix et
l’harmonie -dijo Lemarcus- -Que la luna, las estrellas, el agua
y la tierra bendiga cada uno de tus días, que los tuyos siempre
tengan felicidad, paz y armonía-

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Nos cubrió con sus mensajes de ánimo, de seguridad, de


suerte y felicidad que nos devolvió el autoestima, aquel que
en algún momento de nuestras vidas habíamos perdido por
estar bajo el yugo de la esclavitud. Nos dijo que la esclavitud
no era más que el olvido del hombre blanco de su identidad,
de su respeto por la vida. De todas las formas que el hombre
había buscado para hacerse daño había llegado a un fondo en
el que no diferenciaba a las bestias de las otras razas, en el que
pondría a los demás a sufrir creando quimeras, creando falsas
promesas, haciéndolo sufrir hasta que no tuviese alma.

La esclavitud era algo más que odio, era algo más que
diversión para la raza blanca, era una muestra de las instancias
a las que podía llegar el blanco por avivar su avaricia, por
avivar el monstruo que en él habita, esta desataría guerra,
muerte y si tuviésemos suerte una supresión.

Luego de llegar a su casa en (OtisField) Boston -


Massachusetts. Al día siguiente fue a la oficina de correos
postales, envió la carta a Massachussets, nos lo dijo cuando
había regresó a la plantación, consultó a solas con Otto, nos
dijo que aquella carta por lo menos se demoraría un mes, si
llegase, llegando a un acuerdo que lo supimos al día siguiente
en el que deberíamos salir del país al momento en el que se
nos presentase la oportunidad de libertad, quizá Kevin era un
nuevo fraude, quizá sí era un abolicionista, no lo sabíamos, en
la mañana para ese entonces Kevin y compañía ya se habían
ido a caballo de la plantación, ya no habría vuelta a atrás

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CAP XII 
 
HONRA Y FIDELIDAD  
 
Fue fiel y honrado, en época invernal, en el atardecer vimos
llegar a Kevin y compañía, aquella carta había llegado a
Massachussets, el amigo de Otto había leído la carta y bajo lo
estatutos del Estado había encontrado una ley que reprochaba
y estipulaba la liberación a negros libres, la organización
abolicionista tuvo que hacer una gran cantidad de trámites en
compañía de la gobernación, demostrando credenciales e
instrucciones para que fuese nombrado por el mismo
gobernador, luego del nombramiento debía encargarse de
varios trámites legales para que este proceso en términos
legales pudiese ser fructífero. Era preciso mostrar dos puntos
frente al gobernador, demostrar que legalmente Otto era un
ciudadano de Boston libre y segundo y más importante las
evidencias que mostraran que se encontraba ilegalmente en
cautiverio.

Luego de que, Ferdinand, nuestro salvador fuese aceptado en


el Estado de Florida para proseguir con el acto de liberación, y
así fué, se encaminó en compañía de los amigos de Otto,

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emprendieron una travesía de veinte días por ríos de aguas


serpenteadas y perezosas, caminos pedregosos llegaron al
pueblo de Gainesville, tenían pensado de hacer negociaciones
con el amo Spence y comprarnos a los demás por un precio
muy elevado, pero antes tenían que encontrar la plantación
indicada porque lastimosamente Otto no había indicado el
nombre de la plantación en la carta, su nombre había
cambiado, el amo y los demás blancos le llamaban Jackson,
otro punto que dificultaba la situación era encontrarnos era el
cambio físico de Otto, habían miles y miles de esclavos en las
plantaciones de Gainesville debido a la fertilidad del suelo y
la capacidad adquisitiva de sus amos.

No habían podido hacer nada, tenían que esperarse hasta el


miércoles, quizá si había algo que les pudiese ayudar en la
búsqueda de aquel distinguido personaje, buscar quién fue el
que había dejado la carta en la oficina de correos y así lo
hicieron volvieron al centro del pueblo a buscar la persona
que había dejado su nombre en el cuaderno de registro, vieron
que en ese cuaderno aparecía el nombre de Kevin
Snowlshord.

Se buscó de inmediato a Kevin, no lo lograron hacer, después


de indagar con los locales del pueblo les dijeron que el sae
había ido al pueblo aledaño al lugar donde había residido
cuando había llegado a Gainesville, se fueron al pueblo vecino
que quedaba a un día a caballo.

Llegaron al día siguiente en la tarde y comenzaron a preguntar


nombres a ver si alguno se llamaba Kevin, lograron

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encontrarlo durmiendo en una silla afuera de la casa, al


principio no quería hablar con estos desconocidos pero luego
accedió, le pidieron un tiempo para hablar en privado.
Discutieron sobre la carta que había dejado en la oficina de
correos, cómo había conocido a Otto el estado físico y
psicológico en el que estaba Otto y si debían saber algo más

- Otto se encuentra bien, lo conocí cuando estaba conociendo


a los amos y personas de tez oscura que se encontraban en
cautiverio, entre los hombres que conocí me encontré con
Otto, cuya personalidad e inteligencia era mayor a la de su
amo y demás con los que se encontraba rodeado, comenzamos
a hablar sobre varios temas, la vida, temas sociales y políticos,
tiene una barba larga, su piel está más tersa de lo que están la
de ustedes, por las labores que ha tenido que ejercer en el
maizal y con la plantación de caña de azúcar,
psicológicamente está mal como cualquier negro esclavizado
se encuentra en estos momentos.

- Si, deben saber algo más: Los blancos que se encuentran en


la plantación donde está Otto son muy agresivos, a Otto lo
reconocen por el nombre de Jackson. Esperen, todavía no se
vayan, recuerden de no entrar en la temática racial con el Sr
Spence o alguno de sus capataces o jinetes, aquello sería
tomado con un mensaje diferente con el que ustedes quieren
terminar, la plantación se llama Eleanor.

Aquellos hombres libertarios se fueron al infierno, a visitar a


un demonio en vida para sacar de aquel asquiento, hostil y

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doloroso lugar cuatro almas en pena, cuatro almas que habían


sido sometidas a torturas que ni en el nivel infernal dantesco
más profundo se pudiesen ver, se daba por supuesto que la
ama, el amo y los mismos jinetes se opondrían a nuestra
liberación, solo que no sabían el haz bajo la manga que
acompañaba a esos siete hombres.

Llegaron a las puertas de hierro de la plantación lo más rápido


que pudieron, dos jinetes los recibieron en la entrada

- A qué vienen todos ustedes

- Es mejor que abran las puertas porque en esta plantación


está cautivo un hombre libre

- Patrañas aquí no hay hombres libres, solo hay macacos…

- Estamos autorizados por el gobernador de florida, este es su


sello estatal -se les mostró el sello puesto en el sobre-

- Mierda, tienen razón, entren…

Abrieron las puertas de la plantación, en el transcurso de la


llegada a la gran casa aquellos jinetes no hacían más que
intentar comérselos con la mirada, aún así estos siete hombres
no los miraron, ya estaban advertidos por Kevin, sin embargo
algo los hacía estar intranquilos, las escenas espantosas de
azote en la plantación de algodón, los gritos y gemidos de
aquellos hombres, niños y mujeres cautivos hasta la muerte.
Llegaron en frente de la gran casa, el amo Spence como de

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costumbre no recibió a aquellos invitados con cortesía o gran


cordialidad

- ¿Y estos hijos de perra quienes son, ¿No les dije desde el


primer día que no dejaran entrar a extraños que no hubiese
invitado a la casa con antelación?

- Buenos días queridos caballe… (quiso decir la ama)

- Cállate maldita zorra

- ¡¡Maldita sea les pregunté algo, respondan!!

- Jefe estos blancos están autorizados por el gobernador para


llevarse un negro libre que está en esclavizado en el maizal

- Mis sinceras disculpas ¿Por qué no me dijeron que habían


sido autorizados por el Gobernador?

- Bajándose de los caballos y acercándose a la casa de aquel


hombre

- ¿Comenzamos Sr Spence?

- Entren…

En la biblioteca anteriormente mencionada en el capítulo


décimo, se sentó Spence y aquellos hombres frente a frente en
una mesa de roble.

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- Sr Spence usted tiene un hombre libre en cautiverio,


sabemos que llegó a usted luego de una venta ilegal en
Baltimore, necesitamos cuanto antes a aquel negro, así mismo
tenemos testificado que tiene también en cautiverio a cuatro
personas más que usted no compró, usted está realizando
actividades ilícitas con estos cuatro hombres, tiene suerte que
el Sheriff no esté con nosotros, podría ir preso, sabemos que
usted viene de un linaje europeo muy poderoso, eso no le
ayudaría a salir tan fácil de la prisión porque está violando un
estatuto nacional,

Se aprobó el catorce de mayo del año 1840 y se titula: “Una


ley más efectiva para proteger a los ciudadanos libres de este
estado de ser raptados o reducidos a la esclavitud”, ahí se
estipula que, si se recibía información satisfactoria de cu que
cualquier ciudadano libre o habitante de ese estado se halle
retenido ilegalmente en otro Estado o territorio de los Estados
Unidos bajo la pretensión o la alegación de que dicha persona
era un esclavo o que en virtud de alguna costumbre o
disposición

- Spence eructó

- ¿Sr Spence puedo seguir?

- Disculpe, estaba a punto de dormirme pero siga…


- se lo consideraba o tomaba por esclavo, era deber del
Gobernador tomar las medidas que considera necesarias para
procurar la devolución de la libertad a esa persona. Y tal fin
estaba autorizado a nombrar y hacer uso de un agente

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- Entonces usted es el agente de aquel “negro libre”, ¿me


equivoco?, de ser así muéstreme la autorización del
gobernador del Estado de Florida

Se la pasó y Spence al ver que era legítima refunfuñó, los


miró mal, volvió a pasar la autorización por la mesa

- Así mismo decía que debe proporcionarle las credenciales y


las instrucciones que consideraba necesarias para lograr el
objetivo de su nombramiento

- ¿Es usted al cual el gobernador autorizó para ser el agente de


aquel “negro libre”, y entre las instrucciones usted se tiene
que llevar a estos cinco negros de la plantación?

- Es correcto Sr Spence, en aproximadamente diez minutos


vienen dos carruajes a sacarlos de su plantación.

- Siendo así solo necesito que tú vayas por ellos, no me queda


nada más que decirte que pese que tu argumento no me suena
tan convincente como quisiera, el sello del gobernador me
obliga a que te entregue a esos macacos.

- Muchas gracias Sr Spence por colaborar con este


procedimiento legal

Fue bajando las escaleras y se dirigió a la plantación del


maizal. Era realmente curioso ver a un hombre tan bien
vestido como aquel dirigirse con tal normalidad hacia

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nosotros, Lemarcus y otro negro que se encontraba cerca


hicieron comentarios sobre la llegada de aquel hombre blanco,
cuando Horace ya estaba listo para azotarnos a nosotros dos y
aquel extraño personaje mencionó:

- Es mejor que bajes la empuñadura de aquel látigo de lo


contrario te vas a meter en grandes problemas, estarías
obstruyendo los mandamientos del gobernador de la Florida,

Viéndolo con ojos retadores, aquel jinete se alejó y dejó que


se acercara a nosotros dos

- ¿Ustedes dos se llaman Lemarcus y Ekon? -preguntó


arqueando las cejas-

- Sí amo

- ¿Son dos de los tres hombres fugitivos de la plantación


White Chapple?

- Es correcto, ¿cómo se llama usted?

- Christian, ¿dónde está Niles, Otto y Eva?

Le señalamos donde estaban, dijo que fuésemos hacia la casa


del Sr Spence, mientras íbamos hacia ya, sabíamos que
aquellos pasos que estábamos dando iban a ser los últimos que
daríamos en una plantación de esclavos, Lemarcus comenzó a
llorar quizá pensando en su familia, pensando en el fin de esta
tortura, por mi parte yo también estaba llorando, pensando en

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todo lo que había pasado, en todos los azotes, en todas las


recogidas de maíz, algodón y caña de azúcar había realizado,
pensaba en qué era lo que me iba a esperar más adelante, cuál
era la vida que me iba a esperar allá afuera, Niles y Eva quizá
estarían pensando en la vida que irían a pasar luego de salir de
la plantación, en su boda, Otto quizá estaría pensando en
libertad, en las muchas vidas inocentes que podía salvar
cuando saliese de este infierno, no lo sabía, solo imaginaba lo
que estuviera pasando dentro de las mentes de esas almas
invencibles.

Sin olvidar los rostros de los demás esclavos que estaban


viendo cómo Christian estaba diciendo que fuésemos hacia la
casa del amo: ¿Será que los van a matar?. ¿Por qué aquel
blanco les está hablando con tanta decencia?, aquellos pasos
hacia el frente estaban dejando a un centenar de negros que
también se merecían libertad, aquellos negros que en
momentos ya querían morir, como me había pasado en aquel
lugar oscuro descrito en el capítulo tres.

Cuando llegamos los cinco al frente de la casa del amo


Spence había dos carruajes atados a cuatro caballos y en las
escaleras de la casa se encontraba sentado el amo Spence
mirándonos con un rostro que indicaba que quería matarnos
vilmente, sin embargo en la entrada a la casa se encontraba
otro hombre muy bien vestido (Douglas) el cual nos dijo:

- Quítense esas chaquetas y esos sombreros, sus días de


sufrimiento se acabaron…

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- ¡¡Cómo te atreves a decirles eso!!, dijo el amo Spence


parándose frente frente a Douglas

- Su táctica no va a servir conmigo Sr Spence, recuerde que


esto hace parte del proceso legal, puede ir preso si me llega a
golpear, recuerde…

Spence se calmó y entró a la casa, subió al segundo piso hacia


donde se encontraban los demás

Estando todos en la biblioteca sentados frente a Spence,


Ferdinand se levantó de la silla a decir un gran número de
cosas que no llegué a entender bien las cuales iban con
veracidad, sin perder cordialidad.

En un momento el amo Spence se levantó de aquella silla y


preguntó

- ¿me puedes decir que va a ocurrir con los cuatro negros


fugitivos?

- Casi se me olvidaba Sr Spence, el gobernador les va a dar un


pase especial con un sello estatal el cual va a legitimar su
libertad

- Oh… -Desplomándose en la silla, casi arrebatado por


aquella noticia que había escuchado, se recompuso
psicológicamente y volvió a preguntar con más enojo que
antes-

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- ¿Jackson…

- Preferimos que le diga a nuestro protegido por su verdadero


nombre el cual es Otto

- ¡¡¡Como un demonio!!!, -refunfuñó y volvió a preguntar-

- ¿Otto, conoces a estos siete hombres que se encuentran aquí


sentados? -queriendo que dijese que no para calentarlo a
azotes y meterle una bala en la frente-

- Sí amo, son amigos que vienen del estado de Massachussets,


le dije cuando me recibió el primer día que era un hombre
libre, usted no quiso hacer nada al respecto, en vez de
entender la situación en la que me encontraba y en la que me
encuentro en este momento me amenazó de muerte.
-destruyéndose de esta manera la macabra idea que le parecía
jugosa para su diabólica mentalidad-

- Estos hombres acaban de decir que tu escribiste una carta


que fué enviada a la oficina de correos del pueblo, ¿es verdad,
jack, digo otto que usted la hizo?, de ser así: ¿quién le ayudó a
enviar la carta?

- Si amo, yo hice la carta, me ayudó Kevin a enviarla

- respiró profundamente- ¡¡Ese Kevin es un hijo de puta!!


-soltando una gran cantidad de saliva en aquella mesa-

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- Sr Spence, cálmese, necesito que se calme porque el


ambiente que usted ha creado desde el principio de esta
reunión ha sido negativo, intente mejorar su actitud…
-Ferdinand intentando calmar a Spence calmadamente le dijo-

- De acuerdo, solo quiero que entienda que nunca había estado


en una reunión formal con tantos macacos a los que
anteriormente quise matar.

-Prosigamos -Dijo Ferdinand-

- No necesito que prosigamos nada, solo quiero decirles a


ustedes cinco macacos hijos de perra que van a quedar libres,
se van a marchar lejos muuuy lejos donde nunca volveré a
verlos, se han librado de una tortura inimaginable, espero que
donde sea que ahora vayan a vivir no se crucen conmigo, de
lo contrario los mato, no me importe que estén acompañados
de sus hijos o cónyuge, los mato, todos ustedes lárguense de
mi casa, ¡¡AHORA!!. -respondiendo intentando que su
afirmación fuese lo más clara posible, enrojeciéndose y
mostrando todos los dientes de su boca-

- Se pararon cuatro hombres de la mesa que hacían parte del


grupo de libertarios, miraron a Spence y uno de ellos que era
considerablemente más alto que los demás dijo- Espero,
espero y espero, de su boca solamente han salido amenazas y
odio, cómo me gustaría que su cuerpo arda prontamente y que
todos sus atroces delitos sean pagados con la muerte...

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-Ferdinand- Espera Lucius, no es necesario que participes en


el juego de este hombre, -respirando profundamente- Sr
Spence con solo una cosa más que decir necesitamos que
responda una pregunta que muy seguramente le va a afectar
en el futuro… ¿Acepta usted que estos cinco individuos sean
ciudadanos americanos libres?

- No puedo decir que no… -A regañadientes respondió-

- Siendo así necesitamos que escriba una carta reconociendo


la fecha en que Otto fue traído a la plantación, y que
reconozca lo anterior dicho...,

Spence sacó una hoja de un mueble que no se encontraba muy


lejos de la mesa, un frasco con tinta y una pluma, redactó una
carta que jamás había pensado hacer, una carta que reducía su
carácter como esclavista, firmó, la guardó en un sobre puso un
sello y se la entregó a Otto, diciendo de nuevo

- Negro de mierda eres muyyy suertudo, eres hombre libre


-obstinado nos dió la espalda a todos se cogió la cabeza con
las manos-

- Sin nada más que hacer en su propiedad nos despedimos,


que esté bien Sr Spence -Salimos de la casa, al llegar a los
carruajes nos deshicimos, los cocheros estallaron los látigos y
nos fuimos, miré hacia atrás y ahí quedaron aquellos horribles
recuerdos, aquellas amistades, aquella esclavitud.

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Llegamos acompañados de aquellos hombres al puerto de


Apalachicola donde antes nos habìa recibido el amo Anthony
Atkinson, seguìa siendo puerto para recibir negros porque
veíamos como bajaban de aquellas barcazas azotados o
mutilados, no obstante nuestra realidad era beneficiosa,
fuimos subidos a un barco bastante elegante, recibidos con
una calurosa bienvenida, en ese entonces fue cuando pensé
que era el momento de renacer otra vez, comenzando a pensar
cómo era la tierra de los hombres libres, ¿cómo vivían?,
¿cómo eran los trabajos que les permitía subsistir?, sin olvidar
¿qué iría a pasar con aquellas personas que había dejado en
The White Chapple y en la plantación de la cual había salido
triunfando?, ¿cuándo por fin la raza del negro sería aceptada
en la sociedad norteamericana? y en el caso en el que hubiese
este resurgimiento de entendimiento cultural: ¿Cómo se
compondría la sociedad por negros y blancos?, ¿Las leyes
serían equitativas para negros y blancos?,¿Un negro pudiese
llegar a la política estadounidense sin antes ser asesinado por
personas que sigan pensando en esclavismo?, esas y muchas
otras preguntas serían respondidas luego del renacer que venía
en camino.

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