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EXERCITUS INVASOREM TERRAE

-Bien, no pretendo alargar esto más tiempo del necesario. Todos ustedes son conscientes de la
falta de cordura del científico Curiaqui. Los estudios de mi centro psiquiátrico lo han
demostrado en numerosas ocasiones, y son conocedores de la gran fiabilidad de estos.

-Por supuesto señor, ninguno de sus estudios realizados a pacientes han resultado alguna vez
no correctos. Nadie de los aquí presentes lo duda.

-Gracias señores. Es por esto por lo que debe de ser inmediato su ingreso en el centro, ya que
sus últimos hechos están sembrando el pánico entre el resto de la población, alarmándola e
intranquilizándola de forma innecesaria. Esto puede provocar un gran caos y desorientación,
desembocando en una grave crisis de la que resultaría bastante complicado salir, y lo más
importante, recuperar la confianza de toda la gente.

-Tiene usted toda la razón. El científico Curiaqui ha superado el límite con sus paranoias. Ha
perdido completamente la cabeza. Creemos necesario su ingreso en el centro psiquiátrico lo
más temprano posible.

-Gracias por su confianza. Enviaremos a un equipo de mi centro para su ingreso inmediato.

UNO

´LOS EXTRATERRESTRES POR FIN NOS VISITAN´

A todos ustedes, tanto como a mí, puede parecerles este un titular disparatado, el titulo de
una novela de ciencia ficción. Sin embargo, para el científico Curiaqui esta oración es la
afirmación de lo que lleva intentando demostrar estos últimos meses: la definitiva y quizá tan
esperada llegada a nuestro planeta de vida inteligente. Me propongo mantener con él una
larga y extendida charla en la que espero que, por lo menos, algunas de sus palabras logren
convencerme de lo que hasta ahora parece más que imposible.
La cita, en cualquier parque que puedan imaginarse. Llego puntual pero el ya había llegado,
según dice, hace unos minutos. Me dispongo a estrechar su mano derecha pero, en un rápido
movimiento reflejo, me da la izquierda, obligándome a cambiar de mano para poder
estrecharle. Me doy cuenta del porqué de este cambio: su mano derecha cuenta tan solo con
tres dedos. Sin embargo, la izquierda conserva intactos los cuatro dedos. Inevitablemente, le
pregunto qué le sucedió en la mano.
-Este es el resultado de uno de mis experimentos fallidos.
-¿Y no cree que eso puede no ayudarle en su intento de convencer al planeta de lo que usted
lleva afirmando estos días?
-No la entiendo señorita. ¿Está usted queriendo decir que el hecho de que haya perdido un
dedo en la práctica de un experimento pueda crearme una imagen de científico loco?
-No es lo único señor Curiaqui. Todo el mundo conoce ya sus controvertidas declaraciones
sobre la llegada de vida extraterrestre a nuestro planeta.
EXERCITUS INVASOREM TERRAE

-Le aseguro que yo no malgasto mi tiempo inventándome fantásticas historias porque no soy
escritor, así como tampoco la haría perder el tiempo a usted cuando podía estar realizando un
interesante reportaje sobre la corrupción marina, ni tampoco se lo haría perder a toda la gente
que ahora nos está leyendo y que podían estar pasando un buen rato leyendo su horóscopo, el
cual si que dice verdaderas tonterías
-Bien señor Curiaqui, pero lo que usted afirma es muy serio y podía cambiar el transcurso de
nuestra historia y existencia. ¿No teme usted que se le tache de de desequilibrado mental y
acabe ingresando en un centro psiquiátrico?
-La verdad siempre acaba saliendo a la luz y hoy en día mucho de lo que sabemos es gracias a
investigadores que en su momento fueron señalados como locos porque decían y afirmaban
hechos totalmente contrarios a lo concebido y pensado en esa época .El tiempo ha sabido
darles la razón.
-¿Esta insinuando que podía estar repitiéndose con usted el caso de aquellas personas y que,
una vez más, la sociedad se está equivocando?
-Lo que quiero decir es que el poder puede conseguirlo todo.
-¿A qué se refiere exactamente?
-A que aquellos que poseen el poder pueden hacernos creer lo que más les conviene.
-Hable claro por favor.
-Estuve entrevistándome con el presidente hace una semana aproximadamente. Le conté todo
lo que había investigado y en qué hechos se apoyan mis teorías. Y lo más importante: le
mostré mi preocupación sobre la posibilidad de que ésta no pueda ser una simple visita.
-¿Que quiere decir?
-Bueno, está claro que si este tipo de vida inteligente ha llegado a nuestro planeta es porque
disponen de una tecnología más desarrollada que la nuestra y por lo tanto se trata de una
civilización más avanzada, y que si no se muestran ante nosotros es porque existe la
posibilidad de que estén planeando algo de lo que no quieren que tengamos ningún tipo de
conocimiento.
-¿Como una invasión?
-Eso es.
-¿Y cuál es el papel del gobierno según usted en todo este asunto?
-Simplemente no sabrían como enfrentarse ante este grave problema. La población se
alarmaría de tal manera hasta alcanzar un caos absoluto. La solución más sencilla es hacer
oídos sordos y eliminar el aparente problema metiéndolo en un manicomio.
-¿Pero cuáles son las pruebas de las que dispone? ¿En qué hechos se basa para afirmar lo que
dice? ¿Conoce exactamente el nivel de desarrollo de esta civilización?
-Permítame que no le conteste a esas preguntas si queremos conservar algo de ventaja. No
conviene que el enemigo sepa lo que conocemos sobre ellos.

DOS

La situación parece volver a estar controlada. La misión que aquí llevamos a cabo ha corrido
grave peligro de fracasar pero, parece que nuestro principal obstáculo, el señor Curiaqui, va a
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ser finalmente ingresado en el centro psiquiátrico. Las autoridades no le respaldan, lo que nos
confiere una gran ventaja y tranquilidad.
La civilización ante la que nos encontramos presenta niveles de desarrollo bastante inferiores a
la nuestra. Sus niveles de conocimiento sobre astronomía u otras formas de vida son muy
limitados.
Sin embargo, hemos investigado su anatomía y biología y hemos descubierto que necesitan
oxigeno para respirar, expulsan dióxido de carbono y necesitan beber agua para sobrevivir.
Estos descubrimientos resultan esenciales en nuestra investigación, siendo los principales
motivos de intención de conquista y sometimiento de este planeta.
No creemos que pueda resultar complicada, ya que disponemos de medios necesarios y más
que suficientes.
Esperando a que den la orden de comenzar la siguiente misión, atentamente,

Exercitus Invasorem Terrae

TRES

Me comunicaron que a partir de aquel día debía compartir habitación con otro paciente, un tal
Curiaqui. Al parecer, un científico que afirmaba haber visto extraterrestres sobre la superficie
de nuestro planeta. Claro que, yo no me fiaría mucho de los estudios realizados a este señor,
ya que los que me realizaron a mi concluyeron que estoy loco, un asunto más que discutible…
-Bienvenido al manicomio más cuerdo del mundo.
-Gracias compañero.
Loco todavía no sabía si estaba. Lo que sí me pareció desde un primer momento es que se
trataba de un tipo raro, de aquellos que van en contra de todo y de todos. No parecía
importarle nada de lo que los demás pensaran. Irreverente, revolucionario y pasota. Así lo
definiría yo.
Depositó su maleta sobre la cama en la que a partir de ahora dormiría y, para mi sorpresa,
cuando comenzó a vaciarla, no sacó de ella ropa, sino papeles, papeles y más papeles.
-¿Y su ropa?
-No soy muy tiquismiquis. Con lo que llevo puesto es suficiente.
-Pero va a pasar aquí mucho tiempo, espero que no toda la vida. ¡Va a necesitar más ropa!
-¿Mucho tiempo? ¡Jajajaja! Yo no creo que permanezca aquí más de una semana.

Hacia las nueve y media de la noche, nos dirigimos al comedor donde se servía la cena.
Tomamos asiento en la mesa más próxima y enseguida nos comenzaron a servir la comida. El
señor Curiaqui se mostró en todo momento indiferente ante lo que sucedía a su alrededor. Sin
embargo, pareció prestar una singular atención hacia lo que yo, hasta ahora, no había dado
demasiada importancia.
-¿Qué les sucede en las manos a los enfermeros?
-¿Se refiere a las cicatrices?
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-Sí.
-No lo sé, pero ahora que lo menciona, resulta curioso que todos los que aquí trabajan tengan
cicatrices en las manos.
-Realmente curioso…
No volvió a abrir la boca, excepto para comer. Me hubiera gustado seguir hablando del tema,
ya que el asunto de las cicatrices había despertado en mí verdadero interés. Por fin, pareció
salir del trance en el que había entrado.
-Y usted amigo, ¿por qué esta aquí?
-Porque, al igual que usted, consideraron peligroso mi trabajo.
-¿Trabaja también como científico?
-Astrónomo. Descubrí una galaxia dentro de la cual se encuentra un planeta de características
similares al nuestro. Y aquí acabe.
Volvió a sumirse en un completo silencio. Su actitud me estaba desconcertando.
-¿Quién es aquel hombre de allí?
Gire la cabeza hacia donde me señalaba. Se refería a uno de los filólogos más importantes del
momento. Muy probablemente no entró loco, si bien este sitio le hizo perder completamente
la cordura hasta el punto de no volver a hablar.
-Aquel hombre es un importante filólogo.
-¿Qué le sucedió?
-Hace un tiempo descubrió un código escrito del que dice haber estudiado y descubierto no
haber sido utilizado por ningún individuo de nuestra especie a lo largo de la historia. Además,
asegura que se trata de una lengua, ya que sus símbolos se repetían de una manera lógica y
determinada.
-¿Seria usted capaz de escribir lo que el filólogo descubrió?
-Creo que si…
Cogí una servilleta y el bolígrafo que siempre llevaba encima. Se la dí.
-Exercitus Invasorem Terrae.

Al día siguiente, cuando desperté, no había ni rastro del señor Curiaqui por toda la habitación.
Se había equivocado en cuanto a la previsión de su estancia en el centro. No había
permanecido más de un día.

CUATRO

Era el tercer congreso que se celebraba para solucionar la corrupción de construcción de


viviendas oceánicas. Un asunto preocupante. El nivel de especies marinas en peligro de
extinción había crecido de una manera alarmante. Eso, sin contar con gran número de especies
que ya habían desaparecido por completo. A todo esto se sumaban arquitectos y constructoras
sin escrúpulos que se habían enriquecido a costa de miles de contratos de trabajadores, los
cuales, una vez finalizadas las construcciones, habían sido despedidos. De esta manera, se
encontraban reunidos en la Gran Sala Común el gobierno y el principal grupo candidato a
ocupar la próxima presidencia. -Las medidas que
prometió adoptar el gobierno para solucionar la corrupción de la construcción de viviendas
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oceánicas no han sido llevadas a cabo. Exigimos que se cumplan de inmediato, de lo contrario,
y como ya podemos observar, las consecuencias pueden ser desastrosas.
-No están en condiciones de exigir nada señores. Lo único que saben hacer es criticar porque
no se les ocurren soluciones. Están ustedes acabados, pueden retirarse del mundo de la
política. Les viene demasiado grande.
-No cambie de tema señor presidente. Ustedes no son precisamente los más indicados para
hablar, ya que parecen eludir continuamente el problema por el que estamos aquí reunidos
por tercera vez consecutiva intentando solucionar otros asuntos…
- Desafortunadamente, este no es el único problema que mi gobierno tiene que solucionar. No
es el primero, así como tampoco será el último al que nos tendremos que enfrentar.
-Ya sabe a lo que me refiero. Parece que últimamente le ha dado por encerrar en manicomios
a todas aquellas personas relacionadas con el mundo de la astronomía o la ciencia… ¿teme
usted algo, señor presidente?
- No diga tonterías. Si todas esas personas están ingresadas en un centro psiquiátrico es
porque sus estudios clínicos determinan que es necesario.
-Sin embargo, solo han tenido acceso a ellos usted y el equipo del centro en el que han sido
ingresados.
-¿Qué está usted insinuando?
-Yo no insinúo nada, simplemente cuento la realidad. Y, me pregunto… ¿Qué hablaron el señor
Curiaqui y usted el día que se entrevistaron para que, inmediatamente después de su reunión
se pusiera en contacto con el director del centro donde actualmente se encuentra y llegaran al
acuerdo de ingresarlo?
-Hablamos lo que todos ustedes ya saben, sobre las teorías del señor Curiaqui y sobre su temor
a una posible invasión extraterrestre. El director de este centro me llevaba ya tiempo
advirtiendo de la locura de sus afirmaciones y me aconsejo su ingreso inmediato.
- Parece usted tener una muy estrecha relación con el director del centro… ¿No es así…?
De repente, las puertas de la Gran Sala Común se abrieron de par en par. Un hombre vestido
con un mono blanco, pelo negro revuelto y mirada triunfante a la vez que excitada irrumpió en
la sala. Se acerco a la tribuna en la que se hallaba el presidente sentado, cuya cara era la viva
imagen de la estupefacción en persona.
-¡Señor Curiaqui!
El señor Curiaqui depositó lo que llevaba en sus manos sobre la tribuna: un tarro lleno de agua.
En el agua, flotando, una gran cantidad de dedos.
-¡Por favor señor Curiaqui! ¿Se puede saber qué demonios es esto?
-Se lo advertí señor presidente. Aquí tiene la prueba.
La sala entera se encontraba en el silencio más absoluto que nadie jamás haya podido
presenciar.
-¿Ve este tarro lleno de dedos? Pertenecen a la civilización extraterrestre de la que llevo
investigando estos últimos meses.
El presidente volvió a dirigir su mirada llena de horror y asco hacia el bote lleno de todos
aquellos dedos. La mujer que se encontraba al lado del presidente, reparo en la etiqueta del
tarro, y preguntó:
-¿Qué quiere decir el contenido de etiqueta?
-Léala señor presidente. ¿Le suena?
Exercitus Invasorem Terrae. Eso era lo que ponía en etiqueta. El científico, al ver que el
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presidente no contestaba, habló:


-Este es el nombre del grupo de la civilización extraterrestre que se encuentra en estos
momentos en nuestro planeta. Sí señor presidente, es este código desconocido para nosotros
el motivo por el cual usted mando ingresar en un centro psiquiátrico al mejor filólogo que el
mundo de las letras hay podido conocer jamás. ¿Se acuerda también del astrónomo que
descubrió un planeta bastante similar al nuestro?
El presidente no podía articular palabra. La sala entera se preguntaba quiénes eran y dónde se
ocultaban los miembros del Exercitus Invasorem Terrae…
-Pero lo más sorprendente es que hemos estado en contacto con ellos todo este tiempo, en
especial usted, señor presidente… ¿adivina ya quiénes son ellos? Efectivamente, los
trabajadores del centro psiquiátrico del que tantas veces hemos hablado. Y, como ya pueden
imaginarse, su director es el líder de esta organización.
Un murmullo general recorrió toda la sala. La gente allí reunida no podía dar crédito a las
palabras del científico.
-Están realizando un exhaustivo trabajo de investigación sobre nuestra especie, siendo éste su
primer objetivo en nuestro planeta. Una vez finalizado, darán comienzo a la siguiente misión.
El caos se iba apoderando poco a poco de la sala. Las caras de los allí presentes comenzaban a
mostrar evidentes signos de preocupación. Se oían voces por todas partes que hacían las
mismas preguntas:
-¿Pero quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Podremos enfrentarnos a ellos?
-Provienen del planeta Tierra, situado en una galaxia llamada Vía Láctea y se hacen llamar a
Humanos.
-¿Y sabemos cuándo darán comienzo a la siguiente misión?
El presidente, sumido en un completo silencio hasta el momento, comenzó a reírse de forma
descontrolada ante ésta pregunta. Se levantó de su asiento bajo la mirada atónita de todos los
allí reunidos y se dirigió hacia el señor Curiaqui.
-Señores, la invasión ya ha comenzado.
El silencio volvió a reinar en la sala.
-Señor presidente, ¿puede usted mostrarme su mano?

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