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Todo ser pensante es necesariamente de dentro hacia fuera.

Pero para que exista


esa diferenciación tiene que haber un referente, pues sin contenedor no hay
contenido. Surge así la caja como habitáculo de la conciencia, espacio en el que
todo se siembra y desde el que a todo se apunta.

Dentro los conceptos, las ideas preconcebidas, los amores y los miedos. Fuera los
objetos, los ladrillos del tiempo y los otros. La caja como paradigma entre el yo y el
mundo. La caja como el efecto de una causa anterior. La caja como creación de lo
creador, del bucle infinito de lo que surge.

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