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La novela del SarsCov-2 parece llegar a su capítulo final en algunos países, un final muy añorado.
Sin embargo, es probable que este fin sea más bien la transición hacia una endemia, un escenario
donde el virus se convertirá en un “animalito” más de nuestro ecosistema humano1. Habrá que
tratar al Covid, entonces, con el respeto que merece un nuevo vecino, hallando los modales
adecuados para una convivencia de lo menos problemática.
En principio, cada persona es responsable del cuido de su propia salud; y en tanto no ponga en
riesgo la salud ajena, no debe ser coaccionada a recibir un determinado tratamiento médico, sea
experimental o no. El cuido de la salud colectiva en concordancia con el respeto a la libertad
individual, comienza por forjarse una opinión fundamentada respecto al Covid-19 y las formas
apropiadas para enfrentarlo, de acuerdo con las condiciones de cada país e individuo. Todo ser
humano, de distintas maneras, está dotado de una poderosa intuición y herramientas cognitivas
para la resolución de problemas, sin importar su pertenencia cultural o socioeconómica. El hecho
que la mayoría de los costarricenses no tengan formación científica, no excusa el razonamiento y
el sentido común; tampoco es indispensable contar con una especialidad médica para comprender
diversos aspectos del problema.
Crearse una opinión robusta sí requiere, en cambio, el análisis crítico de los discursos y la
participación en el debate educado. Invito, en este particular, a la comunidad académica y política
a expresar sin temor sus ideas personales y profesionales, las cuales posiblemente serán muy
diversas e incluso opuestas; algo normal en la sana discusión. Quizá la mejor forma de establecer
diferencias y acuerdos, sea evitando los términos despectivos hacia quien no piense igual, dejando
un espacio para escuchar lo que dicen Otros.
Realizo mi análisis usando conceptos de la antropología ambiental (que tiene por tema las
relaciones entre culturas y ecosistemas); por ejemplo: riesgo, adaptación y resiliencia. Desde la
antropología médica o antropología de la salud, señalo que las construcciones culturales en torno
1
https://www.minsalud.gov.co/Paginas/Pasar-de-pandemia-a-endemia-de-covid-19-requiere-combinacion-de-
factores.aspx
2
a la salud y la enfermedad son diversas y cambiantes (Kottak, 2011)2. De hecho, se propone que
existen tres tipos de teorías o explicaciones sobre el binomio salud-enfermedad:
• Explicaciones naturalistas: con ellas se afirma que las causas de las enfermedades son
ambientales (por ejemplo, los virus) u orgánicas (carencias del sistema inmune, mala
nutrición, sedentarismo, etc.). Estas causas obedecen a dinámicas orgánicas de la
naturaleza, de manera que los remedios o estrategias sanitarias también son de tipo
naturalista, sea en forma de vacunas, plantas medicinales, dietas o ejercicios.
• Explicaciones personalistas: son aquellas que se usan para señalar a personas y grupos
humanos (o entidades sobrehumanas) como origen de un padecimiento. Este tipo de teorías
se encuentra detrás de operaciones discursivas tales como la personificación de la
enfermedad (se le describe como entidad, animal o monstruo). Dado que una dolencia
puede ser provocada por personas y “espíritus”, entre los remedios prescritos de esta teoría
se puede hallar la portación de objetos con fuertes significados simbólicos (amuletos) y la
veneración de santos. En este marco interpretativo, los mismos gremios médicos son
potenciales causantes de un mal; y también pueden ser objetos de una fe ciega.
• Explicaciones emocionalistas: son aquellas que sirven para señalar energías psíquicas
inconscientes como causas de la enfermedad o la convalecencia. En esta perspectiva la
tristeza, la ira o el miedo podrían inducir dolencias crónicas o crisis repentinas, tanto como
el asco o el “susto”. En esta perspectiva, otras emociones contrastantes, culturalmente
definidas (la calma, la seguridad, el gozo) pueden participar eficientemente en la curación
de los males.
Estos tres tipos de teorías señalan diferentes aspectos de la realidad, todos importantes. Una teoría
integral debería identificar y encontrar un balance de todos los factores, pero normalmente cada
cultura privilegia un enfoque en detrimento de los otros. Por ejemplo, en nuestra sociedad dominan
las explicaciones naturalistas biomédicas europeas; ello no impide que explicaciones personalistas
y emocionalistas subsistan en la población, entre los funcionarios de gobierno e incluso en el
mismo personal sanitario. También, sin importar cuál de estas teorías se utilice, puede haber
errores en el diagnóstico y tratamiento de una dolencia: la ciencia es falible.
Así mismo, cualquiera que sea la teoría de fondo, los diagnósticos y terapias deben ser dirigidas
por principios bioéticos, es decir, formas adecuadas de relacionarnos con los demás seres vivos y
los ciclos orgánicos, incluyendo la enfermedad y la muerte. Uno de los principios bioéticos más
evidentes es aumentar la calidad y duración de la vida de la mayor cantidad posible de personas.
Otro principio fundamental se relaciona con el consentimiento informado, es decir, el permiso que
otorga el paciente al médico para someterse a un tratamiento, considerando riesgos y beneficios.
Los principios de bien colectivo y el libre consentimiento deben estar en equilibrio, de tal manera
que:
2
Kottak, 2011. Antropología cultural
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“Toda vacuna contra el COVID-19 que el Estado vaya a suministrar debe contar con el
consentimiento previo, libre e informado de la persona que la recibe. Ello implica que toda
persona tiene derecho a que los prestadores de servicios médicos suministren
información…oportuna, completa, comprensible…culturalmente apropiada y que tome en
cuenta las particularidades y necesidades específicas de la persona” (CIDH, abril 2021, 8)3.
Con estos antecedentes y desde una óptica naturalista haré un recuento cronológico de la crisis del
Covid en Costa Rica, retomando datos periodísticos y estudios de expertos. Los aspectos a discutir
son: 1) mortalidad, letalidad del virus e inmunidad natural; 2) factores de vulnerabilidad; 3)
estrategias y tratamientos implementados; 4) vacunación contra el Covid; 5) efectos secundarios
de la vacuna; 6) población no vacunada; 7) vacunación obligatoria.
Las personas que “domestican” el virus de manera asintomática y las que se recuperan de
la enfermedad, colaboran en crear la inmunidad de grupo. Durante el año 2020
aproximadamente 177 614 pacientes no vacunados se recuperaron de la enfermedad; ello
quiere decir que cerca de medio millón de personas no vacunadas desarrollaran inmunidad
natural, 355 228 de forma asintomática. También esto indica que la letalidad del Covid en
el país fue no mayor al 0.43%: por cada 100 personas en contacto con el virus, un 99.57%
sobrevivió (Ver Cuadro 1). Otra importante consecuencia que se desprende de estos
números es que de los 5 075 000 de costarricenses (sin contar población extranjera),
podrían morir por Covid unas 21 822 personas (0.43%) durante el lapso de tiempo
necesario para que al menos un 70% desarrolle la inmunidad de grupo. Por supuesto, la
variación en estas estimaciones dependería de muchos factores imprevistos.
3
https://www.oas.org/es/cidh/decisiones/pdf/Resolucion-1-21-es.pdf
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Eric Baudry, comunicación personal, 2021. Se puede consultar
(https://web.archive.org/web/20210115184811/https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/cases-
updates/burden.html) y https://www.mckinsey.com/industries/healthcare-systems-and-services/our-
insights/when-will-the-covid-19-pandemic-end
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• Factores de vulnerabilidad: para el 28 de enero del 2021, un primer estudio de las personas
fallecidas por Covid en nuestro país señalaba las siguientes comorbilidades: 67%
hipertensión arterial; tabaquismo 50%; 40.9 % diabetes mellitus; 31.3% obesidad, 22.5%
presentaban alguna cardiopatía, 17% enfermedad renal crónica7. Un 75% de fallecidos por
Covid tenían más de 60 años.8 Esto quiere decir que, de las casi 22 000 personas
susceptibles de morir por Covid durante una primera fase de la pandemia,
aproximadamente 16 500 serían mayores de 60 años y presentarían factores de
vulnerabilidad específicos; estas personas tendrían mayores oportunidades de
sobrevivencia si fuesen atendidas de acuerdo con sus condiciones particulares.
Sin embargo, un importante porcentaje de fallecidos (20-25%) eran personas menores de
60 años; esta circunstancia está fuertemente correlacionada con las deficiencias en la
cobertura y calidad de los servicios sanitarios. En nuestro país, cerca de 800 000 personas
no se encuentran aseguradas al día de hoy (ídem).
• Estrategias y tratamientos para enfrentar el virus: Durante el 2020 se adquirió una idea
aproximada en cuanto a letalidad y factores de vulnerabilidad ante el Covid; los indicadores
iniciales de transmisión mostraban que el virus era muy contagioso, de rápida propagación.
Para evitar el colapso hospitalario se procedió a realizar los cierres de fronteras,
cuarentenas y restricciones de tránsito que ya conocemos. Estas medidas de
distanciamiento físico (además de las mascarillas, lavado de manos, etc.) no se vieron
acompañadas, en general, por estudios de seroprevalencia que caracterizaran la velocidad
real de expansión del virus; y que permitieran evaluar la eficacia de las medidas de
distanciamiento físico.
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https://adiariocr.com/salud/vacunados-contra-covid-19-mueren-en-mayor-porcentaje-que-los-no-inoculados/
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https://www.ministeriodesalud.go.cr/index.php/centro-de-prensa/noticias/746-noticias-2021/2028-pais-suma-1-447-
casos-covid-19-el-miercoles-1-369-el-jueves-y-1-207-el-viernes-177-614-casos-covid-19-totales
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https://www.ministeriodesalud.go.cr/index.php/centro-de-prensa/noticias/746-noticias-2021/2038-comision-de-
mortalidad-covid-19-continua-analisis-de-fallecimientos-90-de-los-decesos-se-dan-por-covid-19
8
https://scielosp.org/pdf/rpsp/2021.v45/e42/es
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Por contraste, desde los primeros meses de pandemia hubo un fuerte consenso entre
círculos académicos, gubernamentales y farmacéuticos globales, en cuanto a desarrollar
inyecciones inmunizadoras, con base en ingeniería genética, invirtiéndose ingentes
recursos en ello. Aunque esta tecnología se ha venido explorando desde los años 70’, no
existían investigaciones previas sobre el SarsCov-2 (un virus nuevo) y nunca se había
implementado productos génicos en escala masiva. En ausencia de un Plan B, luego de una
veloz competencia por desarrollar productos comerciales, los primeros lotes de Pfizer y
Astra Zeneca llegaron a nuestro país a comienzos del 2021, con el grado de fármacos
experimentales en fase 3.
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https://delfino.cr/2020/03/ccss-lista-con-medicamentos-y-buena-atencion-para-infectados-con-el-nuevo-
coronavirus
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https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8088823;
https://www.sciencedaily.com/releases/2020/04/200403115115.htm
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8383101
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https://adiariocr.com/salud/vacunados-contra-covid-19-mueren-en-mayor-porcentaje-que-los-no-inoculados/
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Para agosto-setiembre la cantidad de dosis obtenidas por la CCSS vía compra o donaciones
era amplia; y casi la mitad de la población costarricense había recibido dos inyecciones.
Aunque la evidencia mostró que las personas vacunadas continuaban transmitiendo el virus
y desarrollando la enfermedad, la población sin vacunar dominaba ampliamente el número
de ingresos hospitalarios. También en UCI un 69,2% eran pacientes sin vacunar; 17% eran
vacunados con una dosis; y 11,6% eran pacientes con dos dosis13.
Sin embargo, la mortalidad entre pacientes vacunados con dos dosis resultó casi el doble
que entre no vacunados. Suponiendo que casi la totalidad de muertes sucedían en UCI, a
partir de los porcentajes de ingreso a UCI y mortalidad, se puede calcular que, para ese
momento de la pandemia, la proporción de fallecimientos entre ambos tipos de población
era de 2:1 (fallecen 2 no vacunados por cada 1 paciente vacunado con una o dos dosis); o
de 3:1 (fallecen 3 pacientes no vacunados por cada 1 paciente vacunado con dos dosis). De
esta manera, en caso de inoculación completa de la población, la disminución de ingresos
hospitalarios tendría por contrapeso, probablemente, una mayor mortalidad de pacientes
con dos dosis (Ver Cuadro 3).
Cuadro 3. Mortalidad de población vacunada con una y dos dosis al 23 de agosto del 2021.
Totales Porcentaje
Total de población de CR 5 075 000 100%
Población vacunada con una dosis 2 162 255 100%
Casos Covid vacunados con una dosis 38 972 1,80%
Mortalidad Covid con una dosis 384 1.00%
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https://www.efe.com/efe/america/sociedad/el-86-de-los-pacientes-en-uci-por-covid-no-tiene-vacuna-completa-
costa-rica/20000013-4634892
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https://adiariocr.com/salud/vacunados-contra-covid-19-mueren-en-mayor-porcentaje-que-los-no-inoculados/
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https://www.google.com/search?q=covid+costa+rica+hoy&oq=cov&aqs=chrome.0.69i59j35i39j69i57j69i59j0i67i
433j0i67i131i433j0i67j0i67i433j0i67l2.2214j0j15&sourceid=chrome&ie=UTF-8
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https://delfino.cr/2021/01/asi-avanza-la-vacunacion-contra-la-covid-19-en-costa-rica
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https://ccp.ucr.ac.cr/datos/tasa-r-covid-19
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Efectos secundarios de la inyección: Igual que en el resto del mundo, las autoridades
nacionales desestimaron la ocurrencia de reacciones adversas graves a la inoculación; o
bien, las consideraron casos excepcionales. Sin embargo, la mortalidad más alta entre
personas con dos dosis, podría también interpretarse, al menos en algunos casos, como
efectos indeseados de la inyección. En cuanto a reacciones adversas leves, no es sino hasta
setiembre-octubre que la Caja empieza a informar de manera más amplia a la ciudadanía
sobre ciertos efectos inmediatos de los productos Pfizer-Astra Zeneca, como dolor local,
cefalea y alergias. Es notable que no se incorpore a esta lista uno de los posibles efectos
indeseados más frecuentes: el trastorno del ciclo menstrual, siendo que al menos un 60%
de las mujeres podrían manifestar diversas reacciones; y en 30% de estos casos los
trastornos podrían prolongarse hasta por un año18. Si bien las instituciones encargadas del
cuido de la mujer (INAMU, CEFEMINA) no se han manifestado hasta ahora al respecto,
tal silencio replica tabúes en torno a la salud sexual femenina y el género. Un último aspecto
que no pasó desapercibido al público costarricense, fue la disipación de los efectos
protectores de la vacuna en el lapso de 6 meses, como se evidenció en Israel, donde para
agosto del 2021 inicia la inyección de una tercera dosis.19
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https://www.diariosur.es/sociedad/salud/efectos-secundarios-vacunas-covid-menstruacion-20210915192351-
nt.html
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https://www.dw.com/es/israel-comienza-a-administrar-una-tercera-dosis-de-vacuna-contra-coronavirus-a-
mayores-de-40-a%C3%B1os/a-58926396
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https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.04.19.21255739v1.full-text;
https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.08.24.21262415v1.full-
texthttps://academic.oup.com/cid/advance-article/doi/10.1093/cid/ciab234/6170939
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Conclusiones
He intentado, en las líneas anteriores, expresar de manera respetuosa mi visión del transcurrir de
la pandemia del Covid en nuestro país, considerando un enfoque naturalista. Me he detenido justo
en el límite del análisis de las causas sociológicas de la pandemia, lo cual nos llevaría directamente
al campo de los conflictos biopolíticos que se libran en distintos frentes del planeta. Tampoco he
querido realizar apreciaciones considerando aspectos emocionalistas, pero sin duda los
acontecimientos en torno a la vida y la muerte son vividos por cada persona de una manera íntima
que requiere un espacio de atención particular.
En síntesis, a dos años de iniciada la estrategia del “martillo y la danza” se conocen generalidades
sobre la letalidad del virus; factores de vulnerabilidad; deficiencias de los inyectables preventivos;
y posibles tratamientos ambulatorios eficaces. En este escenario se definen dos visiones
contrapuestas: por un lado, las grandes corporaciones farmacéuticas y buena parte de la
institucionalidad proponen la vacunación forzada de toda la población (incluyendo menores de
edad) como única alternativa preventiva para salvar vidas y evitar el colapso hospitalario. Algunos
puntos débiles de esta propuesta son la creación de una falsa sensación de seguridad en la población
(“terminamos con la pandemia”) cuando más bien se observa que la protección inducida se disipa
en el lapso de 6 meses. Ello implica que no existe un horizonte de certeza acerca de la creación de
inmunidad de grupo y se plantea como “nueva normalidad” la repetición de ciclos de alta
transmisión / mortalidad / más inyecciones, en un círculo vicioso poco halagüeño.
La otra vía, que implica una mayor resiliencia enfocada en la salud preventiva, se constituye por
la sistematización de la experiencia en torno a la atención ambulatoria del Covid en fases amarilla
y naranja, mediante el uso de fármacos aprobados y complementos dietéticos, priorizando a las
poblaciones más vulnerables de acuerdo con sus condiciones sociales y culturales. El cuido
temprano del Covid en aislamiento domiciliar y bajo supervisión médica (Plan B) evitaría la
recarga innecesaria en el sistema hospitalario y disminuiría las tasas de letalidad del virus. Pero
principalmente, contribuiría de manera sostenida a crear una inmunidad de grupo más completa y
de largo plazo: la “domesticación del virus”.
Sin duda la meta de salvar la mayor cantidad de vidas es loable, pero puede lograrse de formas que
no impliquen la criminalización de personas sanas, que eventualmente han generado inmunidad
natural y no representan una amenaza por transmisión del virus; al menos, no una amenaza mayor
que las personas vacunadas. Por otra parte, mientras la vacunación obligatoria lleva al callejón sin
salida de los carnets sanitarios (QR) y la potencial pérdida de libertades individuales, el uso de
terapias complementarias a la vacuna, con atención prioritaria de las poblaciones más vulnerables,
conduce a una salida de la pandemia “a la tica”, resguardando el trabajo y la paz.