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QUÉ SISTEMA?

La idea de «sistemajurídico» y una“confusión”epistemológica1.


Jorge E.Douglas Price2

C O N T E N ID O

Resumen ................................................................................................................................................... 1

Abstract .................................................................................................................................................... 1

Aproximación epistemológica .................................................................................................................. 2

La idea de sistema jurídico y su evolución................................................................................................ 4

El sistema del derecho como sistema de enunciados .............................................................................. 6

El sistema del derecho como sistema de comunicaciones ....................................................................... 9

El requisito de unidad como condición de posibilidad ........................................................................... 11

Una conclusión que no concluye ............................................................................................................ 16

Bibliografía.............................................................................................................................................. 18

R ES UM EN
El artículo plantea la ambigüedad del concepto de sistema de derecho, básicamente como
sistema de enunciados y como sistema de comunicaciones, postulando que proviene de una
dicotomía más antigua que se arrastra desde la misma idea de sistema, lo que supone diferencias
ideológicas implícitas y algunas confusiones epistemológicas que obscurecen la comprensión del
fenómeno y las aproximaciones al mismo. Concluye que es necesario, antes que mantener una
dicotomía, procurar establecer una relación entre los desarrollos de una y otra parte de la
distinción.

A B S T R A CT
The article raises the ambiguity of the concept of legal system, mainly as a system of statements
and as a communications system, postulating that comes from an older dichotomy that has
persisted since the same idea of system, which is implicit ideological differences and some
confusion epistemological obscure the understanding of the phenomenon and approaches it.
Concludes that it is necessary, rather than maintain a dichotomy, seeking to establish a
relationship between the developments of both sides of the distinction

P A L A B R A S C L A V E : S I S T E M A S O C I A L * S I S T E MA D E D E R E C H O * S I ST E M A D E
E N U N C I A D O S * ¨ S I ST E M A D E C O M U N I C A C IO N E S *

1
Este artículo es una evolución de uno leído en las Jornadas de Noviembre de 2010 en Mar del Plata, que
a su vez halla origen en ideas originalmente desarrolladas en mi libro “La Decisión Judicial”,
RubinzalCulzoni, Santa Fe, 2012.
2
Profesor Titular Regular Teoría General del Derecho I y II. Universidad Nacional del Comahue.
Argentina- Director del Centro de Estudios Institucionales Patagónico (CEIP) y actualmente del Proyecto
Federalismo y Derechos Humanos – Universidad Nacional del Comahue (Proyecto D-077).
1
A PR O X I M A C I Ó N E PI ST E M O L Ó GI C A
Cuando ya pocos discuten que el modo de acceder a la comprensión del
derecho es por la vía de considerarlo un sistema y que la distinción del fenómeno u
objeto se cumple desde esta perspectiva y no desde el aislamiento de un objeto o
átomo distintivo propio (la norma), como pretendía la teoría kelseniana, vale señalar
sin embargo, que los sentidos con que “derecho” y “sistema” son usados en la teoría,
lejos están de ser unívocos.
En efecto: la distinción principal sigue siendo, según esta visión, la confusión
entre conceptos de “sistema”: o bien es entendido como “sistema de enunciados”, es
decir como aparato lógico conceptual (que es como más frecuentemente lo
encontramos usado en la dogmática y en la teoría general del derecho) o bien como
“sistema social”, con las diferentes comprensiones que de tal expresión podemos
hallar, predominantemente, en la sociología, en la psicología y en la politología.
Esta confusión impide ver, por resultado, como las teorías suelen desplazarse
de uno a otro de los conceptos y como las críticas recíprocas invisibilizan la distinción
para reclamar preeminencia, por motivos “ideológicos” en el sentido más puramente
marxista del término, esto es como “falseamiento deliberado”.
Como dice Ferrater Mora, “Una definición del sistema como conjunto de
elementos relacionados entre sí y armónicamente conjugados, es acaso suficiente para
una idea común, pero no para una dilucidación filosófica. Ante todo, se plantea la
cuestión de saber si tales «elementos» son entidades o bien si se trata de conceptos o
enunciados”. 3
En segundo lugar, afirmaba el filósofo español, si hablamos de entes,
debiéramos distinguir entre sistema mecánico y sistema orgánico, el significado que
daban al término griego los estoicos implicaba primariamente “orden” y orden como
orden del mundo, según el cual no solamente todo lo real estaba sometido a una ley
sino que, además, el pensamiento seguía – no podía sino seguir – ese orden
sistemático del mundo.Se pueden encontrar los primeros vestigios de esta concepción
en la teoría de las ideas de Platón, como una teoría de los “universales”.
Las relaciones, señala Ferrater Mora, entre sistema conceptual y sistema real
pueden ser tres: a) la que acabamos de citar: el orden conceptual deriva del real; b) el
orden real deriva del conceptual; y, c) son independientes, aunque, en algún, sentido
coincidentes.
Esta diversidad de perspectivas tiene origen, a mi modo de ver, en la cuestión
de base de todo planteo filosófico: la epistemológica.
Esto puede verse, paradigmáticamente, con Christian Wolf (1679-1754), quien
domina la ciencia de la época con su terminología, época en la que el término

3
Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1975, pag.687.
2
“sistema” se vulgariza, pero concibiéndolo como un agregado ordenado de verdades,
que presuponen la corrección y la perfección formal de la deducción, concepto que ha
de ser reelaborado por Lambert quien, a su vez, concibe al sistema como un
mecanismo: partes ligadas las unas a las otras, presuponiendo una totalidad 4; una
totalidad en la que, agrego, no es difícil encontrar rasgos teológicos.
Esto parece estar completamente claro en Kant (1724-1804) y Hegel (1770-
1831), el primero entiende por sistema la unidad de las formas diversas de
conocimiento bajo una sola idea (hay allí primacía del concepto a priori, que no solo
determina el contenido sino las posiciones recíprocas de las partes)(Crítica de la Razón
Pura), en tanto que para Hegel la verdad solo puede darse dentro del sistema de la
ciencia (Fenomenología del Espíritu), y como para élla verdad solo se da en lo absoluto
(porque lo parcial es el momento falso del conocimiento), ella es la articulación de
cada cosa con el todo. Desde Hegel la filosofía misma se piensa como sistemática.
Es la época, advierto, en la que el denominado pensamiento científico pervade
todo los discursos y el paradigma físico de Newton 5 funda el ideal de todas las ciencias,
un ideal apoyado en la idea de un universo finito y ya dado de una vez y para siempre,
invariable y reversible. El universo es “un sistema” y el universo es estable y
predecible. Se trata de encontrar sistemas en todas las regiones ontológicas. Se
advierte claramente el molde teológico que le subyace, molde para el cual la misma
“idea” de sistema resulta un anclaje útil por cuanto es funcionalmente necesaria a
aquella de la existencia de un plan, a la de una dirección o de una teleología, que
supone esateología.Este esquema va a sobrevivir aún cuando el sistema se laicize dirá
Pierre Legendre con razón. El sistema no tolera pensar que podría no tener dirección,
finalidad o “sentido”.
Luhmann sostiene que tal idea aparece para superar los problemas de la
contingencia que se habían mostrado irresolubles para la escolástica. Y es entonces
cuando se mezclan los problemas epistemológicos.
En efecto: se consideraba al sistema como un medio de orden y de clasificación,
esto es como un “criterio” epistemológico, pero sin más, advierte Luhmann, también
como «realidad» 6.
Sin embargo, el sistema no era más que el fruto de la clasificación basada en
puntos de vista aceptados, era una exigencia de la gran libertad de disposición para
organizar todo el material del mundo (también el jurídico como parte de él). Pero esto
no podía verse, porque el realismo de las ideas platónicas estaba omnipresente: el

4
Sampaio Ferraz Jr., Tercio. Função Social Da Dogmática Jurídica. Revista Dos Tribunais, San Pablo,
1980, pag.39.
5
Con Principios Matemáticos de la filosofía natural, 1687 ("Philosophiænaturalis principia
mathematica"), nace la Física teórica y con ella la Ciencia Moderna.
6
Aclara Luhmann que no es el sentido de realidad del Medioevo, ni tampoco el de la modernidad.
3
mundo es la manifestación “accidentada” de un sistema perfecto de conceptos
preexistentes 7.
Según señala Luhmann, esto permitió una mayor autonomía y que se
considerara al sistema como medio de orden y clasificación, como medio de asegurar y
fundamentar los conocimientos, lo que permitió que se pensara en «sistema» como
mero proyecto, como hipótesis, como esqueleto de un libro, como forma de
presentación,pero también, como dijera antes, como «realidad» produciendo una
“reificación” del mismo modelo clasificatorio: es Platón emergiendo contra Aristóteles (Borges
describe irónicamente esta contraposición en varios de sus relatos célebres de este modo de
pensar, así por ejemplo en El idioma analítico de John Wilkins8 o en Funes el Memorioso9, e
insuperablemente erudito en El ruiseñor de Keats10, incluso podríamos decir que toda su obra
es una larga variación del mismo tema).

L A I D E A D E SI S TE M A J U R Í DI C O Y S U EV O L U CI Ó N
Tal como señala Barberis, el primer sentido en que sistema jurídico es usado, es
el típico del iusrracionalismo del siglo XVIII, donde la expresión significa aquí una
sistematización extrínseca del Derecho, que se obtenía reduciendo las normas a unos
principios muy generales 11.
El segundo es el de la pandectística alemana del siglo XIX, a partir de Savigny,
quien señala al “sistema” como el único orden intrínseco del derecho, y es como ya
hemos señalado el que señala el carácter sistémico del derecho y es también el
primero en poner “en conexión no tanto las normas como los institutos jurídicos,
surgidos del comportamiento social mismo 12”.
El tercer sentido es el de la teoría institucionalista, en particular – según Santi
Romano – cuando “sistema” es visto como organización institucional que se sirve de
normas pero que no se reduce a ellas. Polemizando con la civilística posterior a
Savigny, que redujo el derecho a normas, advierte que el Derecho no es un conjunto o
complejo de normas, o una suma aritmética de las mismas, sino una cosa distinta de
los elementos materiales que la componen.
El cuarto sentido, continúa Barberis, es el adoptado por la Teoría General del
Derecho de Kelsen, aquí “sistema” significa un orden que regula su propia creación,
esto es un “ordenamiento dinámico”, caracterizado por el “hecho de autorregular su
propia producción y aplicación”, elemento con el que se distingue de los civilistas y

7
Aún si el “viejo” Platón parece haber puesto en crisis esta concepción en su implacable ejercicio de la
dialéctica.
8
Borges, Jorge Luis. Otras Inquisiciones, Emecé, Buenos Aires, 1971, pags. 139-144
9
Borges, Jorge Luis. Ficciones, Emecé, Buenos Aires, 1979, pags.107-117.
10
Borges, Jorge Luis. Otras Inquisiciones, Emecé, Buenos Aires, 1971, pags. 139-144
11
Barberis, Mauro en Estructura y Sistema de los Sistemas Jurídicos, Doxa 20, pags.23 y ss. señala que
esa es la caracterización llevada a cabo por Alchourron y Bulygin en NormativeSystems, pags.50 y ss.
12
Barberis, M. Op.cit.pag.25.
4
teóricos anteriores, manteniendo el carácter intrínseco y normativo. En polémica con
la sociología del derecho, Kelsen “insiste en el carácter normativo del sistema; carácter
que terminará por conservarse también en las teorías analíticas postkelsenianas, las
cuales – al menos desde este punto de vista – se limitan a reconfigurar las normas
como mensajes lingüísticos prescriptivos 13”.
El quinto sentido es, precisamente, el de la sociología del derecho, en el cual
sistema significa “sub-sistema social”, que se distingue de las anteriores por el carácter
fáctico, ni normativo ni prescriptivo, atribuido al mismo, así por ejemplo la teoría de
Luhmann, que ve al sistema jurídico, como a todo el sistema social (y
consecuentemente todos sus subsistemas) como un sistema de comunicaciones.
Podemos entonces ya observar quela idea de sistema jurídico no es, ni mucho
menos, una idea aislada, se puede ver, por ejemplo, en la evolución del concepto de
derecho aportada por Savigny (1779-1861), sea en la noción de sistematicidad, como
en la de historicidad; en paralelo con la aparición en la biología de la teoría de la
evolucióncon Darwin (1809-1882), que despojaba al objeto de arbitrariedad y al
sistema de su carácter hipotético; esto: “obligó a la ciencia a situar en el mismo objeto
lo que se entendía por orden, organización y sistema y a fundamentar su propia
sistemática a partir del objeto 14”, la evolución permite disolver el caos en el “orden
histórico”, algo similar, a lo que Marx (1818-1883) descubre en el surgimiento y
funcionamiento del sistema económico capitalista (así se puede ver en su análisis del
valor de uso y el de cambio, en el de la división del trabajo o en el del dinero 15, o del
fetichismo de la mercancía16).
Tampoco esto va a cambiar sustancialmente en la Teoría del Derecho, pese al
giro “realista”, o “sociológico” que le diera Ihering a la dogmática, aún si fue muy
importante. En efecto: con la noción de “interés jurídicamente tutelado”, se adjudica a
la sociedad misma la creación de sistemas, y es sólo a partir de este postulado que
puede preguntarse por los resultados de auto-organización y auto-abstracción de los
sistemas parciales de la sociedad (el derecho es uno de ellos) y por las condiciones de
su posibilidad. Ello implica el paso del pensamiento jurídico de “sistemas de
conceptos” a “sistemas de acciones”, lo que permite una problematización funcional
de la dogmática17. Pero, como dice Luhmann, la dogmática vive – aún con la
jurisprudencia de intereses – de sus propios logros y no rebasa decisivamente los
logros del conceptualismo. En suma, la tarea de la dogmática continúa siendo la misma

13
Barberis, M. Op.cit.pag.26.
14
Luhmann, Niklas. Sistema Jurídico y Dogmática Jurídica, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
1974, pag.17.
15
Marx, Karl. Manuscritos Economía y Filosofía, Alianza, Madrid, 1999.
16
Marx, Karl. El Capital, Tomo 1, Cartago, México, 1983.
17
Luhmann, N., op.cit.pag.19.
5
(y, podría decirse, no puede ser otra): ordenar y sistematizar según principios una
masa informe y resistente de materia sociológica, en tal sentido “científica”.

EL SISTEMA DEL DE RE CH O COMO SISTE MA D E EN UNCIAD OS


Para Alchourrón y Bulygin, la noción de sistema jurídico como conjunto de
todas las normas válidas, cuya validez puede derivarse de alguna fuente común, como
el soberano (Austin), la norma básica (Kelsen), o la regla de reconocimiento (Hart), es
de relativa poca importancia para la ciencia jurídica, ello por cuanto consideran,
justamente, que siempre se ha entendido que el derecho debía tener algún tipo de
sistematicidad (u ordenación) que le fuera provista sea por el Legislador, sea por el
Dogmático o científico del derecho. Para los autores de Normative Systems, los juristas
“…nunca analizan los problemas de completitud (lagunas) o coherencia
(contradicciones) en relación a todo el orden jurídico. Se preguntan a menudo si tal o
cual, ley o código, o algún conjunto definido de normas, es completo en relación a
algún problema específico, pero sólo los filósofos del derecho hablan de la completitud
de todo el orden. Así, pues, para dar cuenta de la actividad de los abogados y de los
juristas se requiere un concepto más general de sistema normativo; la noción de orden
jurídico es tan sólo un caso especial de aquél. 18”
Esa noción, basada – según afirman – en algunas ideas de Alfred Tarski, es la de
sistema como sistema de enunciados (lo que presupone su definición de las normas
como entidades lingüísticas, en otras palabras: enunciados que correlacionan casos
con soluciones) 19. Advierten que ello brinda una ventaja metodológica sin arriesgar
sobre el status ontológico de las mismas. De esta actitud metodológica y sus ventajas,
afirman, puede ser expresión la búsqueda de los principios generales del derecho y la
construcción de las partes generales de los Códigos
La petitio principi de estos autores es clara: “…las ideas de coherencia,
completitud e independencia, así como la noción de sistema jurídico, ofrecen un
fundamento intuitivo adecuado para el tratamiento analítico (reconstrucción racional)
de tales conceptos 20”.
Pero, advertían,que aunque la estructura de los sistemas deductivos, tanto en
su aspecto formal (sistemas no interpretados), como en su aplicación en las ciencias
empíricas (sistemas interpretados), era uno de los temas más importantes de la
metodología científica moderna, la misma no había sido estudiada por los lógicos
deónticos sino a partir de sistemas puramente formales (lógicos), en tanto que la

18
Alchourron, C. y Bulygin, E. Introducción a la metodología de las Ciencias Jurídicas y Sociales,
http://www.biblioteca.org.ar/libros/89293.pdf, pag.6
19
Ello, afirman, en contrario a la tradición de la filosofía del derecho de considerarlas como entidades
ideales (sentidos o significados). Expresión en la que concuerdo????
20
Alchourrón y Bulygin, op.cit.pag.6.
6
aplicación de los cálculos formales a materias concretas, es decir a determinadas
normas jurídicas y morales, había sido escasamente explorada.
Ello por razones que suponían diversas, como el divorcio histórico entre lógica y
derecho, o la distancia relativamente amplia que el derecho mantuvo respecto de los
avances en las ciencias empíricas en sus fundamentos conceptuales, aspectos en los
cuales la misma discusión acerca del carácter científico (o no) del derecho opera como
una fuerte restricción.
Tampoco es sencillo – señalaban – deslindar los objetos, así en la moral, por
ejemplo, resulta poco menos que imposible determinar cuáles son las normas morales
objeto de análisis y si bien esto en determinados sistemas de derecho se simplifica (por
su carácter centralizado y escrito) tampoco se revelará de modo indubitable. Por otra
parte son varias las lógicas deónticas generadas a partir de ese movimiento.
Advierten que el derecho no puede revelarse sin más como una ciencia
empírica y, menos aún, como una ciencia formal, poseyendo características – afirman
– que permitirían clasificarlo como un tertiu sdatur.
Por ello, dicen, la noción de sistema normativo aparece como justificada para
este propósito y para afirmarlo sostienen que se ha considerado siempre que el
derecho tiene algún tipo de orden sistemático y que tal tarea le es confiada al
legislador o al científico (dogmático). En cuanto sistema de normas, dicen, debe
adecuarse a ciertas pautas de racionalidad, la coherencia interna de las normas así
como su compatibilidad son ejemplos de ello. 21
Así eligen a la vez un principio y un problema del sistema para tratar su
estructura: el principio es el de completitud y el problema el de las lagunas, que es un
concepto, advierten, relacional: “es una relación entre un conjunto de normas (un
sistema normativo), un conjunto de circunstancias o casos posibles (un Universo de
Casos) y un conjunto de respuestas o soluciones posibles (un Universo de Soluciones).
Ello implica que todo análisis del problema de las lagunas requiere, como paso
preliminar e ineludible, la determinación del ámbito o dominio de cada uno de los tres
términos de la relación22”.
Así el sistema normativo es definido como un conjunto de enunciados que
tiene (algunas) consecuencias normativas (para Algún Universo de Casos y Algún
Universo de Soluciones).
Advierten que la concepción de las normas como entidades lingüísticas (ya fue
dicho: enunciados que correlacionan casos con soluciones) y del sistema normativo
como sistema de enunciados, se opone a una larga tradición filosófica que ha

21
Alchourrón y Bulygin, op.cit.pag.4/5.
22
Alchourrón y Bulygin, op.cit.pag.6.
7
concebido a las normas como entidades ideales (sentidos o significados) y permite
obtener logros significativos en el campo de la lógica.
Sostienen que sería un error interpretar su caracterización del proceso de
sistematización, como tarea principal de la ciencia jurídica, como un intento de
describir lo que los juristas efectivamente hacen, se trata de reconstruir – afirman –
algunos ideales de la ciencia jurídica (ideales que suponen independientes de toda
ideología política y que pueden caracterizarse como puramente racionales, entre ellos,
precisamente, el de completitud).
Al respecto señalan que rechazan la tesis según la cual las lagunas normativas
no existen y que, por consiguiente, todos los sistemas normativos son necesariamente
completos, que el postulado de la plenitud hermética del derecho fracasa en su
empeño, por lo que es importante distinguir entre el postulado de la plenitud
hermética de hecho de todos los sistemas jurídicos y la exigencia de que lo sean.
Admiten que el primero es, en el mejor de los casos: “…una mera ilusión que no
obstante desempeña un papel ideológico definido en el pensamiento jurídico, mientras
que la segunda responde a un ideal puramente racional, independiente de toda actitud
política. La exigencia de completitud de los sistemas normativos es un caso especial de
un principio más general inherente a toda investigación científica en cuanto actividad
racional23”.

A DV ERTENCIA
En este punto podemos ya advertir que los fundamentos sociológicos y
psicológicos que subyacen a esta y otras teorías normativas, se encuentra presente en
casi todos los debates políticos sobre el régimen del derecho, y aunque se han
revelado insuficientes, las razones de su persistente fracaso (como reflexión sobre la
eficacia del derecho como sistema de control social), han sido tan poco exploradas
como la lógica, tanto por los sociólogos como por los juristas.
Quiero decir: la investigación de Alchourrón y Bulygin, de gran complejidad en
materia lógico-formal, parte de un supuesto sociológico ampliamente difundido pero
que se ha demostrado poco fértil: las normas del derecho, bajo su forma condicional,
inciden sobre la conducta de los agentes, a quienes suponen racionales (y por
racionales entienden a personas capaces de hacer cálculos y que están dispuestos a
evitar los castigos y obtener los premios).
Pero no se recoge el dato proporcionado por el psicoanálisis de las
motivaciones inconscientes de la conducta. No se advierte que la operación del
sistema de la sociedad, y del subsistema del derecho, no se realizan sólo bajo las
presuposiciones que ellos describen y con las pretensiones que ellos describen.
Pretensiones que, agrego, son congruentes con los aspectos ideológicos centrales de

23
Alchourrón y Bulygin, op.cit.pag.8.
8
ese tipo de estado y con este tipo de teorías, aún si queda claro que este no ha sido el
objeto de estudio de esas teorías24 (es decir el de la motivación de la conducta).
Eso es lo que obliga a considerar el funcionamiento del sistema del derecho,
como sub sistema social, desde otra perspectiva, esto es como un sistema de
comunicaciones. Comunicaciones que operan en la dimensión del sentido.

EL SISTEMA DEL DE RE CH O COMO SISTE MA D E CO MUNICACIONES


Sostengo, por otra parte, que el derecho es algo más que una mera
legitimación25 de las decisiones que convienen a la clase o grupo dominante, o las
clases o grupos competidores de éste, lo que implica sostener que el derecho tanto
puede cumplir el rol conservador asignado por la teoría marxista, como un rol de
cambio o innovación.
El derecho forma parte de las comunicaciones sobre las que se asienta el
entero sistema de la sociedad, y esas comunicaciones tienen estructura circular, su
multi-circularidad, su ningún lugar de alojamiento, ó, si se quiere, su cualquier lugar de
alojamiento, chocan frontalmente con las concepciones filosóficas estructuradas en
base a la idea de sistema propia de las monarquías orientales sobre la que la propia
Iglesia cristiana construyó su esquema de organización y funciones y su diseño de
poder, que Occidente replicaría en la Modernidad, de un modo u otro, y que puede
verse hasta en la misma epistemología newtoniana.
Todo ello no significa negar que el sub-sistema del derecho, como uno de los
subsistemas de la sociedad, actúa como parte del discurso de persuasión o legitimante,
encargándose de la necesaria reducción de la complejidad que presenta el mundo de
la vida (y es por ello, y en cierto modo, una “epistemología”), loque permite tratar la
contingencia en base a decisiones adoptadas de modo argumentativamente
congruente bajo la fórmula: casos análogos=resoluciones análogas. Y la argumentación
congruente es, ella misma, una razón del obrar, aún si la congruencia se apoye en
“sinrazones”, porque la distinción puede partir de un valor inconsciente.
En ello se encuentra la condición y la promesa de estabilidad del sistema, que al
unísono promete resolver los casos de igual y de diferente manera, lo que permite
alentar las expectativas de mantenimiento y de cambio simultáneamente
(conservación-innovación), recurso imprescindible ante la simultaneidad del obrar en
que se despliega todo sistema social, desde que, como es obvio, todo ocurre en el
presente.

24
No obstante puede decirse que la tesis de Kelsen sobre el sistema del derecho como sistema de
motivación indirecta de la conducta, parece ser el presupuesto común a todas ellas.
25
Ver Aristóteles El Arte de la Retórica, en orden a observar que en la misma solo una parte del discurso
estaba enderezada a lo emocional
9
Es esa pretensión la que permite anunciarlo como sistema, desde que la
pretensión de coherencia de sus enunciados entre sí 26 es lo que nos permite asumir
que los mismos componen una red de sentido que, de alguna manera, mantiene una
cierta unicidad práctica, que no quiere decir que la coherencia se dé de hecho.
Es que los sistemas sociales son sistemas de sentido, o sistemas “que operan en
la dimensión del sentido” y sabemos ya que la pregunta por qué es el sentido nos
envía a una nueva “anillo intrincado” porque para responderla hace falta hacer uso de
sentido, tal como advierte Javier Torres Nafarrate en la nota a la versión en español de
Sociología del Riesgo 27.
Para poder acceder al mundo del sentido es necesario operarmediante
diferencias, la comunicación es – desde esta perspectiva – el medio por el cual se hace
posible el acceso al mundo del sentido; es la diferencia que hace posible la diferencia
como diría Spencer Brown 28: de ahí que el constitutivo esencial de la comunicación es
el de producir una selección que permite acceder al mundo del sentido (y esa
selección, ese acto de distinción, aquello en lo que consiste el marcar la diferencia es el
proceso que llamamos conocimiento, donde viene mostrado el rasgo constructivista de
esta teoría), dice el mismo Spencer Brown a propósito del propósito de su libro: “El
tema de este libro es que un universo comienza a vivir cuando un espacio es separado o
tomado aparte. La piel de un organismo vivo separa un adentro y un afuera. Lo mismo
hace la circunferencia de un círculo en un plano 29”.
El lenguaje hablado es el logro evolutivo más decisivo de la comunicación,
pertenece al orden de las representaciones, que no son reductibles – como en el
análisis microfísico – a elementos más basilares, las representaciones “no vienen
vertidas en quantums o bytes, de tal manera que el cuerpo mismo de la representación
pudiera ser indicación de la importancia o la banalidad de la comunicación 30”.
En esto se muestra la relación entre uno y otro sentido del término “sistema”
que he señalado en un inicio: el sistema de enunciados es una condición de posibilidad

26
En esta nota concuerdan las observaciones de autores como Alchourrón y Bulygin, Luhmann o
Maturana.
27
Torres Nafarrate, Javier, Nota a la versión en español, en Luhmann, N. Sociología del Riesgo,
Universidad Iberoamericana/Universidad de Guadalajara,México, 1992, pag.15.
28
Spencer-Brown, G., Laws of Form, E.P. Dutton, New York, 1979, pag.1: “Nosotros tomamos como dada
la idea de la distinción y la idea de la indicación, y que no podemos hacer una indicación, sin trazar una
distinción. Tomamos, por lo tanto, la forma de distinción de la forma. La distinción es una continencia
perfecta. Es decir, se hace una distinción para la organización de una frontera que separa a los lados de
modo que de un punto en un lado no se puede llegar al otro lado sin cruzar la frontera. Una vez que se
hace una distinción, los espacios, los estados, o contenidos de cada uno de los lados de la frontera,
siendo distintos, pueden ser indicados. No puede haber distinción sin motivo, y no puede haber un
motivo a menos que se vea que el contenido difiere en el valor. Así, la llamada del nombre puede ser
identificada con el valor del contenido.”(traducción del autor de este artículo).
29
Spencer-Brown, G., op.cit.pag.XXIX.
30
Torres Nafarrate, Javier, op.cit.pags.20/21.
10
del sistema social, no es el sistema social sino un instrumento del mismo. Los
individuos que no somos partes del sistema sino entornos de él, experimentamos el
mundo del sentido como algo ya constituido, aunque ambos (sistema social y sistemas
psíquicos) surgieron en el camino de la co-evolución, cada uno de ellos es entorno
imprescindible del otro, dice Torres Nafarrate en la misma nota: “Las personas no
pueden permanecer ni existir sin los sistemas sociales, y viceversa” 31.
Así, comprendemos a los sistemas sociales, y el derecho es uno de ellos, como
sistemas autopoiéticos, esto es: sistemas que pueden producir por sí mismos, como
unidad, todo lo que utilizan como sistema, recurriendo a las mismas unidades que ya
constituyen el sistema.
Así puede entenderse que todo es comunicación, que, como dice la Watzlawick,
es imposible no comunicar y, en este sentido, hay más posibilidades de comunicación
que los enunciados, lo que obliga a estudiar el sistema del derecho, más allá de los
enunciados (aún si la ciencia del derecho se ocupe de ellos especialmente).

EL RE QUISITODE UNID AD COMO COND ICIÓ N DE P OSIBILID AD


Dicho esto debemos también decir que aceptamos que la unicidad práctica es
una condición de posibilidad del actuar de todo sistema, también del jurídico.
Ahora bien, que cómose de esa unicidaden el sistema jurídico no es tema que
se pudiera agotar aquí 32, pero sí cabe afirmar que es una discusión que reenvía a una
pregunta crítica: la de si esta noción de unidad del sistema es solamente una parte del
mismo entramado ideológico que hace a su sostenimiento, es decir la unidad como
ilusión o ficción en el sentido de Vahinger, es decir como conscientemente falsa 33 o si,
por el contrario, se trata de algo más.
Ese algo más, sostengo, puede encontrarse en la afirmación de Maturana de
que la objetividad es un argumento para obligar, y ellopuede observarse en el hecho
de que la pretensión de “igualdad” o “analogía” ha caracterizado al derecho como
instrumento de control social desde los lejanos tiempos de su formación en la Grecia
clásica.
Esta pretensión de igualdad o analogía presume la pretensión de soportar un
análisis de consistencia entre decisiones, lo que presume revisar el razonamiento que
subyace a cada decisión.
Esto nos reenvía a la necesidad de indagar por cuál sea la lógica bajo la cual
opera el razonamiento jurídico, comenzando por preguntarnos si existe una lógica tal y

31
Torres Nafarrate, Javier, op.cit.pags.16.
32
Remite en nuestro tema a la extensa discusión sobre la identificación del sistema centrada por Austin
en el soberano, por Kelsen en la grundnorm, por Hart en la regla de reconocimiento, o por Raz en los
órganos primarios; pero además, recordando la enseñanza de Spencer Brown, según cuál sea la
distinción aceptada (bocetada), deberíamos preguntar – esto Kelsen lo advirtió – si hablamos de
monismo o dualismo, y si de monismo, de cuál.
33
Vahinger, Hans. Die Philosophie des Als-Obs. Leipzig: Meiner, 1911
11
en todo caso, si existe, de qué tipo es. En los análisis del sistema como sistema de
enunciados que proponen Alchourrón y Bulygin, esto está perfectamente presente. No
obstante, ellos mismos lo señalan, está presente como una “promesa incumplida” (por
parafrasear a Bobbio), antes que como una característica presente el sistema, o, si se
quiere, antes como una idea regulativa que como una práctica efectiva. Y, además, se
advierte desde los mismos estudios lógicos, la insuficiencia de la lógica clásica y la
necesidad de recurrir a otros modelos sin que exista consenso sobre ello.
La unidad, real o ficcional, se sostiene entonces mediante el trabajo de la
ciencia, ese es el trabajo de la dogmática o, mejor aún, el de la teoría del derecho. Es
antes una ideal de la tarea científica, antes que una práctica del sistema de la ciencia
jurídica, y, por ende, antes que del entero sistema social.
Maturana dice, aclarando sus conceptos sobre lo que entiende por criterios de
validación de las explicaciones científicas (distinguiéndose del concepto de falsación de
Popper), que dado “…que la ciencia surge como un dominio explicativo a través de la
aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas, la ciencia, como un
dominio de explicaciones y afirmaciones, es válida solo en la comunidad de
observadores (de aquí en adelante llamados observadores estándares) que aceptan y
usan para sus explicaciones ese criterio particular. En otras palabras, la ciencia es
constitutivamente un dominio de reformulaciones de la praxis del vivir con elementos
de la praxis del vivir en una comunidad de observadores estándares, y como tal es un
dominio consensual de coordinación de acciones entre los miembros de tal comunidad.
Como resultado de esto, los científicos se pueden reemplazar unos a otros en el proceso
de generar una explicación científica. Al mismo tiempo, es esta intercambiabilidad
constitutiva de los científicos lo que da comienzo a la afirmación de que las
explicaciones científicas deben ser corroboradas por observadores independientes. De
hecho, cuando dos científicos no pueden coincidir en sus afirmaciones o explicaciones,
significa que pertenecen a distintas comunidades consensuales 34”.
Entonces, ¿qué traslado podríamos hacer de esta idea al ámbito del sistema de
derecho?Raffaele de Giorgi ha explicado consistentemente la evolución que va del
áspero material concreto de la realidad social a la construcción de una “ciencia del
derecho” que, al modo kantiano, descubre, al unísono, método y objeto, y al
proponerlos como tales, es decir como científicos, los legitima por la inapelable
estrategia de la “verdad” 35, y porque los hace verdaderos, los hace operativos. Ha
resaltado que si bien Savigny considera al trabajo científico como pura metodología de
la racionalidad interna de la selección normativa, por la otra no logra elaborar una
teoría de la positividad del derecho como «contingencia» normativa, es decir una

34
Maturana Romesín, H., La Objetividad. Un argumento para obligar, Dolmen, Santiago de Chile, 1997,
pag.32.
35
De Giorgi, Raffaele. Ciencia del Derecho y Legitimación. Universidad Iberoamericana, México DF, 1998.
12
teoría “capaz de pensar a la categoría de la juricidad a partir de su fundamento de
validez presupuesto por la ciencia concebida como metodología 36”.
Esto es: Savigny no ha podido ver el potencial legitimante de la ciencia, tal vez
por falta de herramental epistemológico, tal vez por no dar el salto ideológico
necesario. Si bien el tema ya no era extraño, precisamente a partir de Kant, le era a
Savigny difícil comprender, pese a que pretendía realizar en el derecho lo que el autor
de Könisberg había hecho en el terreno de la teoría del conocimiento, que la misma
ciencia como tal era la que procuraba la condiciones de posibilidad de su objeto. De allí
que, como señala De Giorgi, haya concluido en la apelación a un elemento metafísico:
la necesidad histórica, lo que se refleja en esta expresión: “La escuela histórica parte
de la asunción que la materia del derecho confiere a todo el pasado de la nación, pero
no arbitrariamente, como si la materia hubiera podido ser casualmente ésta o alguna
otra: proviene de la esencia más íntima de la nación misma y procede a través de su
historia”37.
En éste sentido y pese a la crítica de Marx de que ello podría constituir una
concesión a la frivolidad del siglo XVIII, se me ocurre advertir que Savigny no está
menos preso que el propio Marx 38 de la lógica inmanente y evolucionista de la historia
que ha propuesto Hegel y que ya podíamos encontrar en Vico. Por eso (para Savigny),
la historia se desarrolla sin solución de continuidad y el jurista es quien comprende a la
historia de la Nación como un todo, como historia del gran todo del mundo.
No obstante, Savigny no da el salto que sí dio Marx: esto es que si el
fundamento de la crítica religiosa es que el hombre hace a la religión y no la religión al
hombre39, el fundamento de la crítica jurídica, quizás de modo más palmario y tal vez
por eso menos visible, es que el hombre constituye al derecho y no el derecho
constituye al hombre. Sin embargo sendas críticas presentan esta ambigüedad: si bien
la crítica de la religión exige ver que la religión es un producto humano, no es menos
cierto sociológicamente que aún hoy, a más de un siglo de aquella crítica, aún con el
desarrollo de estados laicos, la religión sigue haciendo hombres, tanto como el derecho
sigue constituyéndolos, tal vez porque sus operaciones de control social permanecen
ocultas, ¿inconscientes?, para la mayor parte de sus destinatarios.
Y esto vale también para la ciencia, pues, tal como dice Maturana, cuando
señala que “la realidad” (la materia, la historia, lo que queramos designar como lugar
de la objetividad o de la verdad, agrego) “no es una experiencia, es un argumento en

36
Maturana Romesín, H., op.cit., pag.31.
37
Savigny, F.C. von, VermischteSchriften, beiVeit un Comp., Berlín 1850, vol.I, p.113, citado por De
Giorgi, op. Cit., pag.33.
38
Véase sin más el célebre prólogo a la Filosofía del Derecho del mismo Hegel, Ed. Claridad, Buenos
Aires, 5ta. Ed., 1968 (trad. de la versión italiana de Francisco Messineo, publicada bajo la dirección de
Benedetto Croce y G. Gentile.
39
Marx, Karl. Introducción para la crítica del Filosofía del Derecho de Hegel. Ibid, pag.7.
13
una explicación. En otras palabras, la realidad surge como una proposición explicativa
de nuestra experiencia de las coherencias operacionales en nuestra vida diaria y
técnica, como las vivimos en nuestra vida técnica y diaria. Incluso en tales
circunstancias, la realidad puede surgir como un argumento explicativo o proposición
de uno u otro tipo, de acuerdo a si el observador acepta o rechaza la pregunta sobre el
origen biológico de sus propiedades como tal” 40.
Esto lleva a diferenciar los caminos explicativos según la posición
epistemológica del observador, si éste considera a priori a la realidad como algo que
es, no como una proposición explicativa, decimos que presume un acceso privilegiado
a la misma donde entidades supra empíricas juegan el rol validante (dios o la
conciencia, da igual) y se trata de un recurso de validación de sus explicaciones de la
praxis del vivir en términos de entidades que finalmente no dependen de lo que él o
ella hacen, mientras que si admite el otro lado de la alternativa, se acepta que la
realidad no es algo que es sino “que es lo que él o ella hace al validar sus explicaciones
de la praxis del vivir, y que al hacer esto él o ella trae a la mano varios dominios
diferentes de realidad como varios dominios diferentes de entidades que están
constituidas en su explicar 41”.
Dice Maturana que, acerca de todo objeto, podemos seguir un camino
explicativo u otro, pero ello, la elección del camino, no depende de un argumento
racional (sin que podamos abordar, en este trabajo, qué es un “argumento racional”)
sino que depende de las preferencias, de las emociones, de la disposición interna a
aceptar, implícita o explícitamente, una u otra de dos posibles condiciones iniciales: “a)
aceptar las propiedades del observador como dadas, en la objetividad sin paréntesis y
b) aceptar el acontecer del vivir en el lenguaje, tanto como instrumento de pregunta,
como fenómeno que explicar, en la objetividad con paréntesis 42”.Nuevamente una
marca, una “distinción”.
Ahora bien, si aceptamos con Maturana que el observador (y observador es el
científico, el teórico y el operador del derecho y todos – en buena medida – somos
operadores del derecho con prescindencia de los roles que juguemos en esos extraños
anillos) surge en la praxis de vivir en el lenguaje, y si como derivación de esto
aceptamos también que las cosas “no están allí”, sino que las hacemos “acampar”,
parafraseando el poema de Montale43, es decir que aceptamos el camino de la

40
Maturana Romesín, H., op.cit.pag.40.
41
Maturana Romesín, H., op.cit.pags.40/41.
42
Maturana Romesín, H., op.cit. pag.42.
43
“Forse un mattino andando in un’aria di vetro,/arida, rivolgendomi,
vedròcompirsiilmiracolo:/ilnullaallemiespalle, ilvuotodietro/di me, con un terrore di ubriaco.////Poi
come s’unoschermo, s’accamperanno di gitto/Alberi case colli per l’inganno consueto./
Masaràtroppotardi; edio me n’andròzitto/Tragliuomini che non si voltano, col miosegreto.” Tal vez una
mañana andando en un aire de vidrio/ árido, volviéndome, veré cumplirse el milagro:/la nada a mis
14
“objetividad con paréntesis”, entonces veremos que la racionalidad no es una
propiedad no analizable de nuestra mente, sino “una expresión de nuestra coherencia
operacional humana en el lenguaje, y, como tal, tiene una posición central y
constitutiva en todo lo que hacemos como seres humanos. Nosotros argumentamos
racionalmente en favor y en contra de cualquier caso acerca del que escojamos
reflexionar, aún cuando reflexionemos sobre la razón misma, tanto para sostenerla o
negarla en un dominio u otro, por el simple hecho de que operamos en el lenguaje.
Como resultado, las culturas no difieren en la racionalidad, sino en las premisas,
aceptadas implícita o explícitamente, bajo las cuales sus diferentes tipos de discursos,
acciones y justificación de acciones, ocurren. 44”
Se trata de descubrir, y no siempre es posible siquiera para el que arguye, cuál
es el punto de partida de la argumentación.
La sociedad es sus comunicaciones y nosotros, estos aparatos psíquicos que
somos, vivimos en la praxis del lenguaje, es nuestra herramienta de coordinación de
acciones y “sistema” es allí un “dominio de coherencias operacionales”, dotado
siempre de algún conjunto de premisas operacionales cuya elección sólo puede ser
explicada a partir de la emoción.
Ello es resultado según nos hace ver el mismo Maturana de habernos vuelto
conscientes de que: a) la razón constitutivamente no da, y no puede dar, un acceso a
una realidad asumida como independiente de nuestra experiencia; b) el poder
convincente de la razón que vivimos en nuestra cultura social, resulta de nuestra
implícita adopción a priori de ciertas premisas constitutivas que especifican las
coherencias operacionales de los dominios conversacionales en los cuales aceptamos
los argumentos que consideramos racionalmente válidos; c) no podemos forzar a
nadie, a través de la razón, a aceptar como racionalmente válido un argumento que él
o ella no haya aceptado todavía como implícitamente válido, aceptando las premisas
constitutivas del dominio conversacional45 y d) todo lo que podemos hacer en una
conversación en la cual no existe un acuerdo implícito, es seducir a nuestro
interlocutor a aceptar como válidas las premisas básicas que definen el dominio en el
cual nuestro argumento es operacionalmente válido 46”. Es decir: todo lo que podemos
hacer es argumentar acerca de los argumentos.

espaldas, el vacío detrás/ de mi, con un terror de borracho./// Después como sobre una pantalla,
acamparán de pronto/Árboles casas colinas para el habitual engaño./ Pero será muy tarde; y yo me iré
callado/ Entre los hombres que no se vuelven, con mi secreto. (Traducción del autor de este artículo).
44
Maturana Romesín, H., op.cit.pags.43/44.
45
Según entendemos “dominio conversacional” es el conjunto de proposiciones, con pretensión de
coherencia, construidas a partir de un conjunto de premisas.
46
Maturana Romesín, H. Op.cit.pags.46/47.
15
Dicho esto, ¿puede decirse que el sistema jurídico tal como lo conocemos en la
experiencia de los últimos doscientos a trescientos años, ha conformado una región
donde se han acordado los argumentos aceptables o “racionalmente válidos”?
Sostengo que, en términos globales, precisamente sistémicos, no; ello por
cuanto el sistema funciona – necesariamente – a partir de que siempre permite
introducir nuevos argumentos (los que han intentado bloquearlo, implosionan o
mutan permitiéndolos). Es decir permite introducir “nuevos argumentos” como
“nuevas razones” que no eran conocidas hasta ayer, o bien que no eran aceptadas
como razones para derrotar otras razones, o simplemente como razones.
La razón, como la Luna, tiene un lado oscuro.

U N A C O N C L U SI Ó N QU E N O C O N C L U YE
Entiendo que debe aceptarse que la tesis de Luhmann aproxima a la tesis
analítica en cuanto que concibe al sistema como “sistema de mensajes”, pero creo que
la analítica deja de lado la relación de los “mensajes” con las “acciones”, no sólo como
orientación de las acciones, sino que las acciones son ellas mismas, a su vez, “mensajes
de mensajes”, es decir que puede hacerse una semiótica de la acción, en el sentido
que una semiótica de la conducta, que puede ser aportada desde el campo de la
psicología sistémica, por ejemplo, nos revelaría de qué modo toda conducta (por
acción u omisión) es continua producción y reproducción de normas (entendidas como
enunciación de deseos de coordinación de acciones), de modo tal que la cadena
“constitución-legislación-jurisdición” no podría ser vista sino como un círculo, como
uno de esos “extraños anillos” de los que habla Hofstadter.
En tal sentido, afirma Raffaele De Giorgi, el sistema debe ser visto “como una
jerarquía intrincada en la cual se han condensado los rastros, los residuos, los fósiles
que la evolución del derecho ha sedimentado a lo largo de su recorrido. Si el derecho
moderno, que es derecho plenamente positivo, ha abandonado en la actualidad el uso
de viejas distinciones, todavía, en la autorepresentaciónuniversalizante de la
Jurisprudencia, muchas de aquellas distinciones continúan celebrando su resistencia.
Piénsese por ejemplo en distinciones como ley y derecho, naturaleza y razón,
naturaleza y cultura, hecho y valor, ser y deber ser, realidad y construcción. La
Jurisprudencia es la jerarquía intrincada que las conserva y que periódicamente las
reactiva, aunque sí de manera claramente contrafáctica. En esta intrincada jerarquía
se forman “extraños bucles”: en el lenguaje de Hofstadter extraño bucle indica “alguna
cosa que está dentro del sistema, sale del sistema e incide en el sistema, como si
estuviera fuera del sistema”.La evolución del derecho produce mutaciones semánticas

16
en virtud de las cuales la paradoja de la autoproducción del derecho se confunde con
los extraños anillos de la Jurisprudencia, se dispersa en sus complejidades.47”
El sistema del derecho puede verse así no sólo como un conjunto de
enunciados “que comprende todas sus consecuencias lógicas” (Alchourrón y Bulygin),
sino también como un sistema de mensajes, de comunicaciones, no necesariamente
congruentes, que produce lo que produce (orden/desorden social, o, podría decirse:
“aumento de la entropía”), al precio, insisto, de prometer tratar los casos análogos de
manera análoga, lo que incluye utilizar la analogía para tratar la novedad 48.
Eso permite la indispensable y paradojal promesa de mantener el status quo e
innovar, al mismo tiempo. En esa tarea las distinciones metodológicas formuladas por
las Escuelas de la Interpretación juegan un rol sistémico metadiscursivo, como puede
observarse en la evolución de la jurisprudencia constitucional, en las oscilaciones que
van de las tesis “originalistas” a las “dinámicas” (como dice Quiroga Lavié) o
“constructivas” como dice Dworkin, así podemos observar que “Cuando examinamos
con detenimiento la trama en la que consiste una práctica constitucional, es fácil
advertir que ella tiene una texturarelativamentepoco consistente y densa. Es ésta la
principal fuente de creatividad en el desarrollo de las prácticas constitucionales 49”.Esa
contextura de la trama es lo que permite, justamente, que el sistema pueda estabilizar
las expectativas, o, lo que es lo mismo, tratar las desilusiones.
No se trata de excluir uno de los lados del concepto de sistema, vieja dicotomía
nacida de cierto maniqueísmo mental que los occidentales suelen atribuir a los
orientales, pero en el que han sido (y siguen siendo) campeones indiscutidos; se trata
de observar los dos lados de una distinción, aunque, como advierte Raffaele De Giorgi,
el que distingue no pueda ver la “unidad de la distinción”.

47
De Giorgi, Raffaele. Jurisprudencia, texto traducido por el autor, para ser presentado por el profesor
italiano en el Segundo Simposium Internacional de Jurisprudencia, organizado por el Tribunal Superior
de Justicia de Campeche, la Academia Mexicana de Legislación y Jurisprudencia y el Instituto
Investigaciones Jurisprudenciales y de Promoción y Difusión de la Ética Judicial dependiente de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación de México, Campeche, 2009, pags.3/4.
48
Revelar en qué consista la analogía es otra ardua cuestión que remite, por ejemplo, a los estudios de
Michel Focault en Las palabras y las cosas, que he trabajado en el libro citado al inicio, lo que supone
investigar, desde otra perspectiva, el fenómeno de la comunicación humana.
49
Nino, Carlos Santiago. Fundamentos de Derecho Constitucional, Astrea, Buenos Aires, 1992, pag.81.
17
B IBL IOGRAF ÍA
Borges, Jorge Luis. Otras Inquisiciones, Emecé, Buenos Aires, 1971.

- Ficciones, Emecé, Buenos Aires, 1979, pags.107-117.

Barberis, Mauro, en Estructura y Sistema de los Sistemas Jurídicos, Doxa 20,

De Giorgi, Raffaele. Ciencia del Derecho y Legitimación. Universidad


Iberoamericana, México DF, 1998.

- Jurisprudencia. Inédito, Lecce, 2009 (traducción del autor de


este artículo).

Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Editorial Sudamericana, Buenos


Aires, 1975.

Luhmann, Niklas. Sistema Jurídico y Dogmática Jurídica, Centro de Estudios


Constitucionales, Madrid, 1974.

- Sociología del Riesgo, Universidad Iberoamericana /Universidad


de Guadalajara, Guadalajara, 1992.

Nino, Carlos Santiago. Fundamentos de Derecho Constitucional, Astrea,


Buenos Aires, 1992.

Marx, Karl. Introducción para la crítica dela Filosofía del Derecho de Hegel, en
Filosofía del Derecho, George Wilhem Hegel, Ed. Claridad, Buenos Aires, 5ta.
Ed., 1968.

Maturana Romesín, Humberto, La Objetividad. Un argumento para obligar,


Dolmen, Santiago de Chile, 1997.

Sampaio Ferraz Jr., Tercio. Função Social Da Dogmática Jurídica. Revista Dos
Tribunais, San Pablo, 1980.

Spencer-Brown, G., Laws of Form, E.P. Dutton, New York, 1979.

Torres Nafarrate, Javier, Nota a la versión en español, en Luhmann, N.


Sociología del Riesgo, Universidad Iberoamericana/Universidad de
Guadalajara, México, 1992.

Vahinger, Hans. Die Philosophie des Als-Obs. Leipzig: Meiner, 1911.

Alchourrón, Carlos y Bulygin, Eugenio.Introducción a la metodología de las


Ciencias Jurídicas y Sociales, http://www.biblioteca.org.ar/libros/89293.pdf.

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