BERTA HIRIART
EL MEJOR TEATRO
PARA NIÑOS
- DELA
NINAS
GUERRA
Obra para arpista y actriz
Niñas de la guerra está totalmente protegida por las leyes internacionales del Derecho de
Autor; por lo tanto, para cualquier permiso relacionado con el montaje de esta obra, tanto
por grupos profesionales como amateurs. adaptaciones para radio, cine o televisión, se
deberán solicitar los derechos al autor a través de Ediciones Corunda. S. A. de C. V., a los
Berta Hiriart
teléfonos 5568.4741, 5568-4751 y 5568-4771.
NIÑAS DELA
GUERRA
Obra para arpista y actriz
9
La, obra transcurre en el pueblo de Nopasanada, donde, como su PRIMERA ESCENA
nombre lo indica, todo tiende al gris. Tres tendederos bastan para
armar los distintos espacios: calle, granero, casa de la abuela, En el escenario, tres tendederos. El sol cae lentamente. A lo lejos se
desierto. escucha el tañido de un arpa. Luisa entra con una tina de ropa.
Los personajes del pueblo son encarnados por la narradora con
las prendas de ropa que tiende y destiende a lo largo de la obra. LUISA: La niña extranjera llegó una tarde en la que todos en el pue-
El personaje de Vera debe ser una buena intérprete musical pero blo estábamos ocupados en nuestras tareas diarias. Quiero
no necesariamente arpista. La esencia de la obra no cambia si que se imaginen lo que eso fue para nosotros, la gente de
toca violín, flauta o piano, aunque esto precise modificar algunos Nopasanada. Un pueblo donde aparte de que el sol sale cada
diálogos. mañana y se oculta cada tarde, lo único que hacíamos era
La época puede ser cualquiera. pastorear, hacer pan y queso, y lavar. Eso sí, cómo les impor-
taba a los grandes que todo estuviera limpio.
Nota: La, presente versión fue escrita durante un trabajo de la-
boratorio con las arpistas Mercedes Gómez y Janet Paulus, las Haciendo las voces de la gen!<' mientras <'Ul'IRa la ropa.
actrices Julieta Ortiz y Aracelia Guerrero, y la diseñadora de
arte Guadalupe Sánchez. Fue estrenada en enero de 2003, en el LUISA: Mi mamá siempre con lo mismo: "Niños, ¿ya se baña-
Festival Internacional Música-Escena que celebra anualmente ron? Lávense bien las orejas y las rodillas". Luego Ramo-
el Centro Cultural Helénico, y luego -con algunas variantes- se na: "¿Quién ensució el patio? Seguro fueron las cabras de
presentó en temporada de verano en el teatro Granero del Centro Abundio. Ahora voy a tener que volver a lavarlo. ¡No hay
Cultural del Bosque. descanso!" Y el gruñón de Hilario: "Sí, con eso de que el
cielo no quiere llover, hay que ir con las cubetas hasta el pozo.
¡Ay, mi espalda! Me duele tanto que no me deja dormir".
Y Abundio: "Tampoco duerme el bebé de mi vecina." (Col-
gando una prenda de bebé.) ¿O sea mi hermanito? (Continúa
con voz de Abundio.) "¡Qué manera de berrear!" Entonces
llega mi abuela y regaña a todos: "¿Qué tanto se quejan? Yo
r estoy ciega y con noventa años encima, y sin embargo, la
vida me parece un regalo. Dense cuenta, problemas los que
tienen los pueblos vecinos que están en guerra. Ustedes no
saben de eso porque nunca les ha tocado una guerra, pero a
mí sí, de niña, y créanme: somos afortunados". La verdad
es que mi abuela casi siempre tiene razón, A la gente de mi
10 11
pueblo le gustaba quejarse pero en realidad, fuera de algunos VERA: Tefengofo hafambrefe yfi efestofoy mufuy cafansafadafa.
problemillas, vivíamos tranquilos, sin novedad: hasta esa ABUELA: Tiene hambre y está cansada. Nuestras lenguas se pare-
tarde en que llegó la niña extranjera. cen. Debe venir del pueblo vecino. ¡Inocente! Ha de estar
huyendo de la guerra.
Aparece Vera con una maleta. Es muy distinta físicamente a Luisa LUISA: Abundio, que hasta entonces no había dicho ni pío, brincó
y viste con extravagancia. Se ve cansada, sucia y atemorizada. de pronto.
ABUNDIO (asustado): ¡Ay! No queremos tener que ver con la gue-
LUISA: Al verla, nos asustamos un poco. Los extraños no nos daban rra. Nosotros somos pacíficos. Si en su pueblo están locos,
confianza. Sólo Hilario se atrevió a hablarle. allá ellos, no es problema nuestro.
LUISA: Por suerte, a mi mamá se le ablandó el corazón.
Luisa personifica, primero a Hilario y luego a los otros persona- MAMÁ: Oigan, pero tan sólo es una niña, como nuestros hijos.
jes, con las distintas voces que ya escuchamos y con las prendas de RAMONA: ¡Ah, no! En eso sí te c4uivocas. Como nuestros hijos,
ropa que van identificando a cada uno. nadie. Véanlos qué lindos, 4ué graciosos y qué limpios, en
cambio ella ...
HILARIO (a la recién llegada): ¿Qué haces aquí? ¿De dónde vienes? MAMÁ: Tal vez pueda quedarse hoy, ¡,qué nos cuesta?
¿Cómo te llamas? ¿Dónde están tus papás? LUISA: Entonces Hilario comentó: "Quizüs en algún corral. Aunque
no en el mío. Lo tengo lleno". Y lo mismo dijeron los demás:
Vera permanece muda. "Uy, yo también". "A mí no me queda espacio ni para un
dedal". Bola de mentirosos. (A la prenda que personifica a
LUISA: Entonces yo dije: "Creo que no nos entiende". Y Ramona la mamá.) Que se quede en la casa, ¿sí, mamá?
pensó lo mismo, ¡pero se puso a decir unas cosas! MAMÁ: Bueno, pero en el viejo granero.
RAMONA: Es cierto, ha de hablar otra lengua. ¡Qué horror! Aquí no HILARIO: Allá ustedes si se quieren arriesgar. Pero una cosa: maña-
se puede quedar. Quién sabe qué costumbres tenga. Además, na temprano esta niña deberá dejar Nopasanada. Y mientras
debe estar llena de piojos. Vean nada más: Qué asco. no podrá hablar ni con nuestros hijos ni con nuestros anima-
HILARIO (a Vera, acompañando sus palabras con gestos): ¿Oíste? les. No queremos que aprendan cosas raras.
Vete de nuestro pueblo. LUISA (a Vera): Ven, es por aquí. Seguro va a estar lleno de polvo,
porque desde que murió el bisabuelo nadie ha vuelto a entrar.
La niiia no se mueve. Espero que de todos modos desca11ses. Hasta mañana.
HILARIO: Ándale, fuera de aquí. Vera desaparece tras otro de los tendederos donde cuelga una
VERA: Poforfafavofor. gran sábana. Las luces se apagan, quedando encendida sólo una
HILARIO: ¿Que, qué? luz sobre la recién llegada, la cual nos permite verla en un juego
12 13
de sombras. Vera mira a su alrededor, luego se sienta y saca un SEGUNDA ESCENA
arpa. La toca. El pueblo se llena de sonidos hermosos. Un suave
viento mece el tendedero donde cuelgan las prendas de ropa que Poco a poco comienza a amanecer. Luisa sale con la tina de ropa
a la vez son personajes, mientras una chayotera empieza a crecer. para recoger la que ya está seca.
Vera estornuda.
14 15
LUISA: No creo que ella sea ninguna de esas cosas. HILARIO: Sí, muy bonito, pero es suficiente. (Regresando el tende-
RJ.MONA: Eres muy chica para saber, no conoces el mundo. Vaya- dero a su lugar original.) No necesitamos esas emociones en
. · mos a ver si no nos ha robado o ... si trae armas. nuestro pueblo. Empezamos por dejar que entren estos soni-
dos extraños y al rato van a estar cambiadas todas nuestras
Todos se dirigen al granero; es decir, Luisa lleva con ella una pun- costumbres.
ta del tendedero del que cuelgan las prendas.
1 Comienza a llover.
HILARIO (a Vera): Escucha extranjerita, abre bien esas puertas. J
LUISA: Oigan, está lloviendo. La música animó hasta a las nubes.
Vera, asustada, corre a abrir. La sábana se levanta, formando el HILARIO: Hay que aprovechar. Vamos todos a llenar cubetas. (A
interior del granero y dejando ver una bellísima arpa .. Vera.) Pero ahora, sí: No queremos verte cuando volvamos
por la tarde. ¿Entendido?
ABUNDIO (al ver el arpa): ¡Cuidado! ¿Qué clase de anna es ésa? MAMÁ: ¡Luisa, corre a quitar la ropa, que se va a empapar!
Vera: Sofolofo efes ufunafa afarpafa.
H1LAR10: ¿Qué dices? No trates de engañarnos. Luisa recoge la ropa. Vera le ayuda. LueRº· amhas se r<~fi.!Rian en
ABUELA: Ay, si serán ignorantes. Dice que es un arpa, un instru-· el granero.
mento musical. No me extrañaría que la hubiera encontrado
aquí mismo en el granero. De niña, antes de la guerra, alguna
vez oí su música. Oye, encanto, ¿y tú sabes (acompañando la
palabra con un Resto para darse a entender) tocar?
Vera asiente.
ABUNDIO: Es algo raro ... pero hermoso. Hacía mucho que no sen-
tía ... ¿Cómo decido? ... Una especie de paloma, aquí, en el
corazón.
16 17
TERCERA ESCENA VERA (despacio): Me llamo Vera ... (más fluido), y tengo hambre.
LUISA: Qué boba, no había pensado en eso. Ahorita te traigo algo.
Luisa ve el arpa con admiración.
Luisa sale del granero. Ya no llueve.
LUISA: ¡Qué preciosa es!
VERA: Sifi, yfi mufuy afantifiguafa, Afaquifi efestafabafa. Quefe LUISA: Así fuimos haciéndonos amigas. Vera me cayó súper bien.
rafarofo quefe nufuncafa lafa hafayafas vifistofo. No podía entender cómo esa niña, tan simpática, había teni-
LUISA: Oye, no hables tan rápido. do que huir de su pueblo. Hasta entonces la guerra era para
VERA (silabeando): Difigofo quefe poforquefe lafa tiefenefen afa- mí como algo de cuento. Pero al parecer era tan real como
bafandofonafadafa. las gallinas o la ropa.
LUISA: No sé. Nunca entramos aquí. En este pueblo a nadie le im-
porta otra cosa que lavar... Oye, ¿entiendes lo que digo? Luisa va hacia su abuela, quien cocina en una pequeña estufa.
VERA: Sifi, ifiguafal quefe tufu mefe efentiefendefes afa mifi.
LUISA: A ver si también puedo hablar: Sifi es sí, arparafa es arpa ... LUISA: Abue, Vera tiene hambre.
VERA (corrigiéndola): A-far-pa-fa. ABUELA: Así que se llama Vera, qué bonito nombre. Y está ham-
LUISA: Afarpafa. ¿Y cómo aprendiste a tocar? brienta, como todos los niños de la guerra. Deja que esto se
VERA: Efen mifi puefeblofo, tofodofos tofocafamofos. Efes mafas, cueza y le llevas un buen plato.
lofo úfunificofo quefe trafaigofo cofonmifigofo efes mifi pe- LUISA: Oye, ¿cómo es la guerra? ¿De verdad las personas se matan
fequefeñafa afarpafa. Mifirafa. unas a otras? ¿Por qué?
ABUELA: Ay, hijita, es una desgracia que azota a los pueblos. No
Le enseña su pequeña arpa. aprendemos, caray. Todo porque hay gente que a fuerza quie-
re hacerse más rica y poderosa que el vecino. Déjame que te
LUISA: ¡Una arpita! ¿Me enseñas a tocar? cuente.
Vera le da una lección y luego se acomodan ella en el arpa grande Se oye la música del arpa. La luz va cambiando hacia el rojo hasta
y Luisa en la pequeña. Tocan las dos unas frases sencillas. Juegan dar un ambiente de incendio.
a tocar cada vez más rápido. Se ríen. Se carcajean.
ABUELA: Era yo muy chica cuando un grupo de tontos armados
LUISA: Me llamo Luisa, ¿y tú? decidió que a ellos les tocaba mandar cómo debíamos vivir
VERA: Veferafa. y pensar los demás. Hazme el favor: ¿Cómo vamos a hacer
LUISA: A ver, di: "Me llamo Vera." todos lo mismo si somos tan distintos? Cada cabeza es un
18 19
mundo. Imagínate, querían que creyéramos que ellos eran Comienza a caer la tarde.
algo así corno dioses y que les diéramos nuestras tierras y
nuestros pensamientos. Con decirte que prohibieron la músi- LUISA; Oye, está atardeciendo. (Alarmada.) Eso quiere decir que la
ca, el teatro, los libros, y hasta las pláticas que no dijeran que gente grande ya va a regresar. ¿Qué haremos?
ellos eran lo máximo. Eso nos enojó a la mayoría, así que VERA (preocupada): Nofo sefe.
salirnos a las calles a protestar: -¡Queremos respeto!- gritá- LUISA: Por lo pronto quédate aquí Jo más quieta que puedas. Yo voy
bamos,-¡ Somos seres humanos!- En respuesta, los bárbaros a esperarlos haciéndome la disimulada.
comenzaron a quemar las casas. La nuestra y las de alrede-
dor. Tuvimos que refugiamos con mi mamá en unas ruinas.
Mi papá y mi hermano mayor se fueron a luchar. (Tapándose
los oídos.) ¡Ay! Todavía oigo en mi mente los tiroteos.
LUISA: No podernos dejar que Vera regrese a su tierra.
ABUELA: No. Veremos qué se nos ocurre. Mientras llévale estas
ricuras que ya están listas.
20 21
CUARTA ESCENA HILARIO: Nada de eso, porque esta extranjerita se va en este preci-
so momento. (A Vera.) Empaca tu cosa ésa (refiriéndose al
Vera se queda como estatua. Luisa corre a tender. De la tina de arpa) y adiós.
ropa comienzan a surgir los personajes.
Vera empaca su arpa con tristeza.
LUISA (alternando su voz y modos con los de los personajes, en
la medida en que los va haciendo aparecer): Por suerte, los LUISA: ¡Qué desesperación! La gente de mi pueblo no entendía
grandes llegaron muy satisfechos. (Como Hilario): "Al fin nada. Me daban ganas de irme con Vera, pero ¿a dónde?
tuve un buen día. Mi espalda está como si nada y tengo agua Además, de seguro, no me iban a dejar,
para varios días. ¡Esto es vida! No tendré que ir al pozo."
(Como Abundio): "¡Y vieran a mis cabras: felices con la Luisa se acerca a abrazar a Vera. En eso, las niñas escuchan un
lluvia!" (Como Ramona): Lo mismo mis gallinas. Tenemos sonido como de pájaro.
huevos para el pan de una semana...
LUISA (luego de echar un vistazo, quedit~, a Vera): Es mi abuela ...
Vera, aburrida, comienza a tocar algunas notas en el arpa. Abuela: Ey, chamacas, vengan, Creo que he encontrado el
escondite ideal. (A Vera.) No estarás muy cómoda, hija, pero
RAMONA: Oigan, ¿no sienten algo raro? salvarás el pellejo.
HILARIO (descubriendo a Vera): ¡Ah, claro, si es esa extraña que
todavía está aquí! ¿No te dijimos que ya no queríamos en- VERA se esconde en el lugar que ha encontrado la abuela, que bien
contrarte al volver? puede ser la chayotera.
LUISA: Poforfafavofor. Defenjefelafa efen pafaz.
LUISA (a Vera): Yo vendré a verte, no te preocupes.
Luisa se tapa la boca. arrepentida de haber hablado en efe.
Cae la noche. Tras dejar a Vera, Luisa y la abuela desaparecen.
MAMÁ: ¿Qué dijiste? Durante unos segundos, sólo escuchamos la inquietud del pueblo:
LUISA: Ay, no sé por qué hablé así, deben ser los nervios. Hilario se queja de su espalda, el bebé llora mientras la mamá
MAMÁ: ¡Qué nervios ni qué nada! Estuviste hablando con ella, lo arrulla cada vez con menos paciencia. Ramona regaña a los
¿verdad? otros porque han despertado a sus gallinas, los animales (perros,
RAMONA: Les dije que esto no traería nada bueno. Ahora resulta que cabras, gallinas) se encuentran también enloquecidos. Al fin, un
vamos a perder hasta nuestro modo de hablar, tan hermoso. gallo canta.
22 23
QUINTA ESCENA VERA (sale entumida, enojada, hablando en voz muy alta): Por fin,
creí que no llegarías nunca.
Amanece, Luisa entra con la tina para echar en ella la ropa que LUISA (haciendo un gesto de guardar silencio, le dice quedito):
va descolgando. Shhh. Todos andan por aquí, se durmieron un rato pero no
hay que hacer ruido.
LUISA (mostrando en ella misma los estragos de la mala noche): A VERA (quejándose): Esto es como seguir en la guerra.
la mañana siguiente, todo parecía haber vuelto a la normali- LUISA (alejándola de la tina donde duerme el pueblo): Bueno, aquí
dad. Sin música, la ropa se había secado y la gente del pue- hay comida y no corres el riesgo de que te den un balazo.
blo se despertó con el mal humor de costumbre. (Mientras VERA: Pero tampoco tengo lugar. La verdad, Luisa, los de aquí son
descuelga a la mamá con todo y bebé.) "Por fin se durmió tan malos como los malos de mi pueblo.
mi bebé. Y yo quisiera hacer lo mismo, no puedo más de LUISA: Sólo están asustados.
cansancio. Ninguno de los dos pegamos el ojo en toda la VERA: No trates de defenderlos. ¿Asustados de qué, de quién?
noche". (Descolgando a Ramona.) "Lo mismo nos pasó a LUISA: De ti, aunque no lo creas, Mi abuela dice que a la gente le
mí y a mis gallinas. ¡Qué sueño!" (Con Hilario en las ma- asusta todo lo que no conoce, todo lo que cree que va acabar
nos.) "Ah, mi espalda, no podré trabajar hoy. Me quedaré con su comodidad.
flojeando por aquí". Los demás apoyaron la idea. Se toma- VERA: Pues, qué tontería. ¿Cuánto tiempo voy a estar escondida?
rían un día de descanso. Eso me puso muy nerviosa porque LUISA: Lo siento ... Shhh, alguien se está despertando. ¿Por qué no
Vera debía tener hambre y sed y ganas de estirarse, pero qué tocas una canción de cuna?
íbamos a hacer si la gente grande andaba, sin ton ni son, por VERA: Nofo quieferofo tofocafar.
todo el pueblo. Entonces se me ocurrió decirles: "Sí, sí, qué LUISA (corriendo hacia la tina para aplacar a quienes están des-
barbaridad. Qué desvelados estamos. Yo tampoco puedo ir a pertando, a Vera): Te lo ruego.
la escuela ¿Y si de plano nos dormimos todos un rato? (Ha-
ciendo las voces de todos que apenas alcanzan a asomarse De malas, Vera toca una canción de cuna, primero muy suave,
por la tina.) Ay, sí, qué buena idea. Durmamos. (Acunando pero a señas sigue discutiendo con Luisa y luego de un rato, em-
a los personajes como si la tina fuera una cuna.) A ver, cie- pieza a tocar en forma violenta. Luisa, quien pasea a la tina como
rren sus ojitos. Shhh, shhh. A dormir. Eso es. Shhhh. (En voz si fuese un bebé, va intentando calmar a los que despiertan pero
baja.) Listo, voy a ver a mi amiga. finalmente todos acaban por alborotarse.
Luisa se acerca al escondite. LrnsA: Eso bastó para que todos se despertaran. Aquello era el acabó-
se. (Va rápida hacia Vera.)¿ Ves? Ya todos se despertaron. Co-
LUISA: ¡Vera! ¡Puedes salir! rre a esconderte. (Vera se desliza a su escondite y Luisa regresa
a la tina.) Para colmo, Abundio había tenido una pesadilla:
24 25
ABuNmo: Soñé que nos invadían, que estábamos en guerra. Vi SEXTA ESCENA
escenas horrendas: sangre, muertos, heridos. Teníamos que
separarnos de nuestros hijos para intentar salvarlos. Cambio de luz. Suena el viento. El tercer tendedero se convierte
LUISA y Todos (haciendo voces distintas): "Ay, no, qué espanto". en teatrino que da la sensación de desierto. Tras él aparecen los
"Nuestros niños en tal peligro". "Sería lo peor que nos podría personajes en versión pequeñita. Busca uno. Otro. Dos se topan.
suceder".
ABUELA: ¿Ah, sí? Pues eso mismo sucedió a la niña extranjera a la MAMA: ¡Niña del pueblo en guerra!, ¿dónde estás? ¡Niñaaaaaaa... !
que echaron del pueblo. ¿Saben por qué no pueden dormir? Si me oyes, veeeen. No te asustes, sólo queremos que regre-
Les pesa la mala conciencia. ses.
LUISA: Entonces todos echaron a volar la imaginación. ABUNDIO: ¡Ay, qué miedo! ¿Dónde están los demás? No veo nada.
MAMÁ: Ay, pobre niña. Por nuestra culpa ha de andar perdida en el ¡Niña de la música, por favor, ya aparece!
desierto, muriéndose de sed. RAMONA: ¡Pero qué horror, cuánta arena hay aquí! Ahora voy a
RAMoNA: Quizás ya la mordió una serpiente.
tener que meterme a remojar tres días ... Y de la niñita rara
MAMÁ: Y no lleva nada para protegerse del sol... ni sus luces. ¿Y si de veras le picó una serpiente? Niñaaaa ...
ABUNDIO: Ni del frío, que en la noche del desierto hiela los huesos. Niñafaaaaa...
Hilarlo: Ah, sí. Viéndolo bien, no era tan peligrosa. Todo lo HiLARIO (chocando con Abundio ): Ah, por fin, aquí estás.
que hacía era tocar su extraña música.
ABUNDIO (brincando del susto): ¡Ay, mamacita: un monstruo!
ABUNmo: Sólo de acordarme de mi sueño ...
HiLARIO: Mm, eres tú, Abundio. ¡Qué decepción!
LUISA: Los vi tan arrepentidos que me atreví a decir: "Bueno, po-
AsuNrno (aliviado): En cambio a mí me da muchísimo gusto verte,
dríamos buscarla."
Hilario. Tanto, que creo que seguiré buscando contigo.
ABUELA: Eso es. Muy bien dicho, Luisita. Repartámonos. Tú vas
HiLARio: Nada de eso. Tenemos que peinar el desierto hasta dar con
para allá, tú, para allá, y los demás van al desierto. Nosotras
esa pobre extranjerita. Ándale, tú sigue por allá y yo (aleján-
dos (haciendo a Luisa un gesto de complicidad) echaremos
dose para continuar la búsqueda) por acá.
ojo por aquí, en los alrededores. Andando, ¿qué esperamos?
ABUNDIO (yendo hacia el lado opuesto al de Hilario, con miedo):
LUISA: Y todo mundo se fue a buscar a la niña extranjera.
Ay, niña del arpa, niñita linda, niña de mi corazón, por favor,
ya déjate encontrar.
Luisa desliza la tina con los personajes hacia el área de atrás.
Ella y la abuela hacen como que se marchan, pero se dirigen al
Las voces de llamado continúan por unos instantes, cada vez más
escondite de Vera.
lejanas.
26
27
SÉPTIMA ESCENA pero es cariñoso. Y mi hermanito será como tu hermano, de
verdad, te lo regalo.
Amanece. Vera y Luisa tienden la ropa. VERA: Gracias, pero no puedo estar contenta sabiendo que mi ver-
dadera familia está en peligro.
LUISA: Al amanecer fue llegando la gente grande. Venían cansados ABUELA (abrazando a Vera): Haremos un plan para traemos a tu
pero al descubrir a Vera sana y salva, se alegraban. gente. Si no podemos parar la guerra, al menos podemos tra-
ABUNDIO: ¡Ah, la encontraron! (Dándole besos a Vera.) ¡Qué tran- tar de salvar algunas personas, sobre todo a los niños. Esa
quilidad! guerra no es suya. ¿Qué tienen que ver con ella los inocen-
LUISA (a Abundio): Sí, estaba a la orilla del mar, esperando algún tes? Yo iré. Trataré de negociar. No sé, podemos ofrecer a los
barco. matones algunas cosas a cambio de los niños. Cabras, galli-
MAMÁ: Pero, ¿a dónde ibas a ir tan sola? nas, chayotes, ahora que hay tantos. Ya sé que van a decirme
HiLARIO: De ningún modo. Qué bueno que estás aquí. que la comida apenas alcanza para nosotros. Pero yo les con-
RAMONA: Por cierto, Luisita, ya que la niña se va a quedar, ¿por qué testo: pues comeremos menos. ¿Quién viene conmigo?
no la llevas a que se dé un bañito? LUISA: Al principio se hizo un silencio pero poco a poco llega-
VERA: ¿Un bañito? Ehhh ... Mejor les toco un poco de música. Me ron las voces. (Hablando como los personajes.) "Yo voy".
sé una pieza que les va a encantar. "Yo también". "Bueno, si no hay otro remedio ... pues me
sumo".
Vera corre al arpa y comienza a tocar una música alegre. VERA (tomando del tendedero al bebl): Luisa y yo nos quedaremos
a cargo de los más chicos y de los animales.
MAMÁ: ¡Qué alegre música! Hasta me están dando ganas de bai- ABUELA: No se diga más. Saldremos ahora mismo.
lar.
28 29
OCTAVA ESCENA
30
La obra transcurre en el pueblo de Nopasanada donde, como su
nombre lo indica, todo tiende al gris. Vera, una niña extranjera que
llega de otro lugar donde la guerra ha hecho estragos, se presenta
en el pueblo y cambia no sólo la vida de los habitantes, sino la
mirada que tienen sobre los demás.
Editorial d
corun a