calando hasta los huesos y cuenta hasta cuarenta, o dos que por ser ladrón... como los hay, nunca se enteran Y venden a cualquiera, un pobre corazón... A puñados, se llenan las esquinas de rosas con espinas, Remeros del montón de agua de mar, creyendo que bajan a versos la luna y el miedo a la altura, me vuelve un traidor... Ya vez, yo que nada prometo por qué acaso no tengo, algo que ofrecer... Salvo un millón de letras salidas del mismo alfabeto que a patas revueltas, siempre quieren saber: ¿A que huelen cada minuto de tu pesar, esas que suenan en las baldosas grasientas que consumen a llanto tus pies al caer? ¿De qué hablan tus noches en vela, en las que intentas que todo esté bien? Espera a que pase la tormenta y abre la puerta que ya viene el sol, silbando nanas con la marea y versos del poeta que te defraudó. Y sí te queda, algún hueco vacío de tu pecho hasta el mío, (algo así como un corazón) lo puedas llenar con cada suspiro de lo que escribo, con estas ganas de invitarte a bailar.