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Espera, a que la tormenta pase,

hay mucha lluvia allá afuera


calando hasta los huesos
y cuenta hasta cuarenta, o dos
que por ser ladrón...
como los hay, nunca se enteran
Y venden a cualquiera,
un pobre corazón...
A puñados, se llenan las esquinas
de rosas con espinas,
Remeros del montón de agua de mar,
creyendo que bajan a versos la luna
y el miedo a la altura,
me vuelve un traidor...
Ya vez, yo que nada prometo
por qué acaso no tengo,
algo que ofrecer...
Salvo un millón de letras
salidas del mismo alfabeto
que a patas revueltas,
siempre quieren saber:
¿A que huelen
cada minuto de tu pesar,
esas que suenan
en las baldosas grasientas
que consumen a llanto
tus pies al caer?
¿De qué hablan tus noches en vela,
en las que intentas
que todo esté bien?
Espera a que pase la tormenta
y abre la puerta que ya viene el sol,
silbando nanas con la marea
y versos del poeta
que te defraudó.
Y sí te queda, algún hueco vacío
de tu pecho hasta el mío,
(algo así como un corazón)
lo puedas llenar con cada suspiro
de lo que escribo,
con estas ganas de invitarte a bailar.

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