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Alumna: Castillo Castillo, Wendy.

Curso: Narratología.

Las estrategias del discurso: El proceso de insensibilización y las lógicas de


la degradación en: Salón de belleza

I. Generalidades
A partir del análisis de los tres movimientos narrativos (escena 1, elipsis y pausa)
del aspecto de la duración2 en el discurso narrativo, nos enfocaremos en
demostrar y evidenciar las consecuencias del ciclo evolutivo del salón de belleza a
Moridero3. De ahí que, a partir de esta transformación subyazca una lógica que
nos comunicará el sentido de la degradación física y espiritual que padecerá el
protagonista de la historia. Asimismo, develaremos el proceso de insensibilización
que progresivamente se da en él.
Tanto el proceso de insensibilización como las lógicas de la degradación
corresponderán a una estrategia del discurso, en donde la primera tendrá la
funcionalidad de aislar, mitigar el periodo venéreo que se da en las víctimas,
omitiendo causas, orígenes, forma de contagio, métodos de prevención,
tratamientos, etc. de la enfermedad4, privilegiando las saltos temporales, analepsis
y prolepsis que recalcan la función de esta estrategia. Además, esta se
intercomunica con la degradación, ya que nos permite circunscribirnos,
decodificando su lógica, cuya razón principal es la de configurar el salón de
belleza y el Moridero como una sola identidad, mas no como una dicotomía
contradictoria entre sí.
II. El proceso de insensibilización
1
Esencialmente analizaremos la escena, y según sea necesario su vínculo complementario con la
pausa de digresión. Recuérdese que Genette plantea que los cuatro movimientos narrativos se
complementan e interactúan constantemente.
2
Seguiremos los planteamientos teóricos que realiza Gérard Genette en su libro: Figuras III.
3
Inicial mayúscula empleada en el texto, que nos remite a la noción de invidualización, de
propiedad privado, un trabajo.
4
Nuestra tesis se refuerza, puesto que en toda la novela no se le designa un nombre específico a
la enfermedad.

1
La novela está divida en dos capítulos, teniendo un total de setenta y cinco
páginas. Las primeras treinta y tres páginas corresponden al desarrollo del primer
capítulo y las otras cuarenta y dos, al segundo, razón por la cual en este apartado
se da reiterativamente las pausas descriptivas, reduciéndose el desarrollo central
de la historias, por ende centrándose en la vida del protagonista.
Es en el primer capítulo donde se manifiesta profundamente la insensibilización
sistemática del protagonista, el narrador autodiegético.
La historia inicia relatándonos la simpatía que el narrador sentía por los peces:
En los días siguientes nada importante ocurrió. Simplemente traté de encontrar la
medida correcta de comida para que los peces no sufrieran de empacho ni
murieran de hambre (…).
Mis compañeros de trabajo no estaban de acuerdo con mi afición por los peces.
Decían que traían mala suerte. No les hice el menor caso y fue adquiriendo
nuevos acuarios, así como los implementos que hacían falta para tener todo en
regla. Conseguí pequeños motores para el oxígeno, que simulaban cofres de
tesoro olvidados en el fondo del mar. También hallé motorcitos en forma de
hombres rana de cuyos tanques salían en forma constantes las burbujas. [Bellatin
1995: 10-12].

En esta primera parte de la escena, se observa como existe una preocupación y


esmero del narrador para con los peces, desplegando los cuidados más
denodados para que no sufran, ocupándose de una adecuada oxigenación en la
pecera y de una original decoración que vaya de acorde con el esplendor del
salón. Sin embargo, cuando se prosigue con la escena:
Ahora, cuando yo también estoy atacado por el mal, sólo quedan los acuarios
vacíos. Todos menos uno, que trato a toda costa de mantener con algo de vida en
el interior. Algunas peceras las utilizo para guardar los efectos personales que
traen los parientes de quienes están hospedados en el salón (…).Solamente
permito que las familias aporten dinero, ropas y golosinas. Todo lo demás está
prohibido.5

La escena, por definición nos comunica una información descriptiva, retrospectiva


e incluso digresiva, que corresponden a las intervenciones del narrador. [Genette
5
Ibídem: pág.13.

2
1989: 165]. Permite evidenciar la interconexión entre los peces y el estado anímico
del narrador, como también la inevitable muerte que provoca la enfermedad. Así,
las peceras que antes formaban parte del ornamento de la estética, cambian de
función, convirtiéndose en “cajas” que albergan los objetos personales de los
enfermos. Lo que nos permite inferir, el inicio del proceso evolutivo del salón de
belleza a Moridero, el cual será estructurado a partir de reglas inquebrantables y
rotundas.
Paulatinamente el cariño hacia los peces comienza a diluirse incluso antes que el
protagonista padezca la enfermedad:
“Sin ninguna clase de remordimiento dejé gradualmente de alimentarlos con la
esperanza de que se fueran comiendo unos a otros. Los que quedaron los arrojé
al wáter, de la misma forma como lo hice con aquella madre muerta”. [Bellatin
1995: 15].
Carece de sentimientos de culpa hacia la muerte de ellos y se deduce que se
deleita al contemplar como luchan entre sí los peces por sobrevivir. Además, la
pausa de digresión intensifica los primeros atisbos de la insensibilidad que se
acentúa en él.
Cuando el narrador se enfoca en expresar las tareas que realiza el Moridero, la
escena nos revela:
“Además, ahora tampoco tengo casi tiempo para ocuparme de mi persona. Tengo
que regentar6 este Moridero. Debo darles una cama y un plato de sopa a las
víctimas en cuyos cuerpos la enfermedad ya se ha desarrollado. Y lo tengo que
hacer yo solo. Las ayudas son bastante esporádicas”. 7
Nótese el verbo que emplea en su monólogo: “regentar”, cuyo significado es el
desempeño temporal de ciertos cargos o empleos 8. Entonces, el Moridero y el acto
de recibir enfermos, no se debe a una caridad o misericordia del protagonista, sino
a una obligación, un trabajo que él “debe” cumplir correctamente sin error alguno,
al igual que cuando atendía esmeradamente a sus clientas.

6
Subrayado nuestro.
7
Ibídem: pág. 21.
8
Diccionario enciclopédico Océano Uno. 1991. Barcelona: Editorial Océano.

3
Aunque, aparentemente él trasgrede sus propias reglas, al vincularse
sentimentalmente con un enfermo, esta situación cambia, luego de la relación
sexual entre ambos: “Para ese entonces, el cuerpo del muchacho sólo significaba
un cuerpo más al que había la obligación de eliminar” [Bellatin 1995: 29-30].
En este fragmento de la escena, se acentúa más la falta de empatía, de
insensibilidad del narrador, puesto que reduce al muchacho enfermo como un
cuerpo más que debe desechar, a pesar que posteriormente se encarga de una
darle una “correcta” sepultura. Asimismo, cuando es testigo de la muerte de sus
amigos cercanos, nos muestra dolor o sufrimiento alguno por ellos:
“Mis compañeros de antes, con los que trabaja en los peinados y en la
cosmetología, han muerto hace ya mucho tiempo. Ahora yo solo ocupo el galpón
(…). Fueron los únicos amigos que he tenido. Los dos murieron infectados y en el
9
momento de la agonía los traté con la misma rectitud que el resto.”
En ambas escenas citadas, se demuestra como en distintas circunstancias
pasionales-sexuales o amicales, el narrador muestra una postura inflexible, rígida
desligada de todo vínculo sensible, filial, esmerándose por el correcto
funcionamiento del Moridero
Pero, la máxima expresión de su insensibilidad se da, a través de la elipsis
explícita indeterminada:
El nieto era un muchacho de unos veinte años de edad que ya había comenzado
con la disminución de peso y los ganglios inflamados. Cierta noche lo encontré
tratando de huir del Moridero y fue tal la paliza que le propiné, que muy pronto se
le quitaron las ganas de escapar. Se mantuvo echado en la cama esperando
pacíficamente que su cuerpo desapareciera después de pasar por las torturas de
rigor.10
La supresión del tiempo (tarde-mañana-día) resalta el carácter oscuro, tétrico de la
frialdad que exterioriza al golpear a un enfermo condenado a la muerte, solo por
respetar el reglamento y mantener el orden en el Moridero. Paralelamente, él es
consciente de su insensibilidad creciente hacia los enfermos, al expresar que la
muerte no le conmovía, y al configurar a los enfermos:

9
Ibídem: pág. 34.
10
Ibíd.: pág. 36.

4
“Tal vez el recuerdo de un pasado feliz, o tal vez la convicción de que el amor va
mucho más allá de lo físico. ¿Y entrar para qué? Sólo para encontrarse con
alguien que no era más que hueso y pellejo.” 11
Esta parte de la escena, expone el juicio valorativo del protagonista hacia sus
huéspedes e incluso, la metonimia (hueso/pellejo/cuerpo) nos sugiere la reducción
del sentido de humanidad para con los moribundos.

El proceso de insensibilidad no se vincula con la idea de negligencia, puesto que


cumple estrictamente las obligaciones (atenciones) que le exige el Moridero, como
un nuevo trabajo que él debe ejecutar servicialmente. 12

2.1 La estrategia discursiva

El creciente proceso de insensibilización no se debe a un hecho aislado dentro de


la estructura del discurso, sino que corresponde a una estrategia:

Lo que sí no es ningún tipo de diversión, es la cantidad cada vez mayor de


personas que han venido a morir al salón de belleza. Ya no son solamente amigos
en cuyos cuerpos el mal está avanzado, sino que la mayoría son extraños que no
tienen dónde irse a morir. Aparte del Moridero, la única alternativa sería perecer en
la calle. Volviendo a los peces, en cierto momento llegué a tener docenas
adornando el salón.13

Al igual que en el inicio de la novela, se percibe el salto violento del tiempo pasado
al presente, por medio de las analepsis, por lo cual la presencia de las escenas es
más preponderante, porque evita que la historia profundice en la naturaleza de la
enfermedad, dando cabida a los monólogos reflexivos, los recuerdos y demás
vivencias del protagonista como también su nexo con los peces.

11
Ibíd.: pág. 71.
12
En las conclusiones, detallaremos la motivación que deducimos que se esconde en este proceso
de insensibilidad.
13
Ibíd.: pág. 13.

5
En todo el libro, solo se manifiesta una pausa descriptiva 14 que es explícita, tácita
con los efectos que produce la enfermedad en el cuerpo, exponiéndonos la
transición del cuerpo saludable a otro en degradación:

“Pero ahora aquellos son tiempos idos que nunca volverán. Actualmente mi
cuerpo destrozado, esquelético, lleno de llagas y de ampollas, me impide seguir
frecuentando ese lugar. Otro factor importante para considerar aquello como cosa
15
del pasado, es el ánimo que parece haberme abandonado por completo”

En consecuencia, la constante manifestación de las escenas, sumadas a los


saltos temporales y a esta pausa descriptiva, que especifica relativamente los
efectos del mal en el cuerpo, corrobora que el proceso de insensibilización se
desarrolla como una estrategia discursiva, que por medio de las omisiones se
silencie la naturaleza, razón o consecuencia en sí de la enfermedad y que
ocasione en un lector descuidado una lectura centrada exclusivamente en las
vivencias del narrador y sus vicisitudes ante el cambio corporal/espiritual que
sufrirá.

14
La presencia de la pausa es contante en la novela, siendo el segundo capítulo donde se localizan
más extensamente (dieciséis aproximadamente). Empero, solo esta es la que nos describe
directamente los signos del mal en el cuerpo, luego las otras se refieren a síntomas aislados,
particulares y a las vivencias del narrador autodiegético.
15
Ibíd.: pág. 20.

6
III. Las lógicas de la degradación

3.1 Belleza y enfermedad: El ejercicio del oficio estricto

La insensibilidad ascendente del protagonista permite develar que la intención del


desempeño en la atención y demás tareas del Moridero, no es curar o aliviar los
estragos de la enfermedad, sino dejar que se lleve a cabo la fase final de esta, la
muerte. Razón por la cual, no se aceptan medicinas ni curanderos, además que
estamos ante un salón de belleza un centro de embellecimiento y no un hospital:

“Se trata de un estado que no sabría cómo describir con propiedad. Logran el
aletargamiento total, donde no le cabe a ninguno la posibilidad de preguntarse por
sí mismo. Este es el estado ideal para trabajar. De esa forma se logra no
involucrarse con ninguno en especial. Se cumple así con el trabajo sin ninguna
clase de traba”.16

En esta escena, un narrador apático nos relata la condición necesaria en la que


debe hallarse el enfermo para cumplir completamente con su trabajo. Lo cual es
trascendental, puesto que nos permite evidenciar como gradualmente se comenzó
a degradar y fusionar el lugar de labor. Así, lo que al inicio fue un centro para el
tratamiento estético y cuidado personal, deviene en un Moridero en donde
personas enfermas con cuerpos raquíticos, con llagas en la piel se dejan morir.
Por lo tanto, la degradación no solo se localiza —como lo evidencian las pausas—
en el deterioro del cuerpo, de la salud sino que se ramifica hacia otros espacios,
como el lugar de trabajo y la contemplación del yo protagónico.

Por lo que en cada aspecto, se vislumbrará la lógica de la degradación, en el


primero respecto al plano del espacio, nos devela que la transformación del salón
a Moridero, no corresponde a una dicotomía o una paradoja, porque es parte de
un procedimiento evolutivo descendente, en donde la función que desarrollaba en
el salón se asocia y complementa con las tareas que realiza en el Moridero,
inclusive se adaptan los antiguos instrumentos de belleza para las actividades de

16
Ibíd.: pág. 46.

7
este (guantes, peceras, espejos). Lo que ocasiona que el protagonista asuma
como un nuevo oficio la atención de los enfermos.

3.2 La re-configuración del yo

El único cambio en el narrador autodiegético no se remite —solamente— a la


sucesiva insensibilización, también los efectos generalizados de la enfermedad en
su entorno y el cambio evolutivo de su salón de belleza a su Moridero, provocan
en él una modificación, una re-estructuración de su individualidad y persona:

Sólo recientemente he llegado a estas conclusiones. Siento que es extraña en mí


la forma como cada día mis pensamientos fluyen más de prisa. Creo que antes
nunca me detenía tanto a pensar. Más bien actuabas. De esa forma conseguí
durante mi juventud el dinero necesario para instalar el salón de belleza y empecé
en las noches a salir vestido de mujer (…). Por ejemplo, siempre pienso un par de
veces antes de hacer alguna cosa. Luego analizo las posibles consecuencias.17

En esta última escena complementada con la pausa de digresión, el monólogo nos


exterioriza las preocupaciones, perturbaciones que él sufre en su intimidad.
Describe, una serie de cambios en su conducta que son producto de la
degradación tanto física como espiritual a raíz de la efervescencia de la
enfermedad. Él, antes era una persona pasional, que daba rienda suelta a su
sexualidad, participando en encuentros sexuales, decorando su cuerpo para el
trabajo y la diversión. Era instintivo a la hora de actuar. No obstante, tiene que
aceptar los cambios que se dan en él, lo que ratifica una re-configuración de su yo,
de su identidad. La cual será, contradictoria, cambiante respecto a su antigua
persona18.

Ahora, él se configura como un sujeto reflexivo, analítico, meticuloso en cada


acción que realizará, que se preocupa por el destino final de su centro de labor,
por quién asumirá las responsabilidades y deberes. Esta nueva imagen, está
asociada a la resignación, a la destrucción de esperanzas o auxilio alguno, es

17
Ibíd.: págs.83-84
18
Nótese como se percibe nuevamente un proceso decreciente, que forma parte de la lógica que
irradia la degradación del ser.

8
decir, se orienta hacia una objetividad y razonamiento tenaz, para con su
existencia.

Finalmente, en cada caso demostramos como la degradación se halla en un


constante movimiento, trasciende lo corpóreo y lo espiritual, lo que nos conlleva a
decodificar las dos lógicas inmanentes en la manifestación de la degradación, una
re-configuración del yo y una identidad evolutiva del locus del trabajo el
salón/Moridero, ambos corresponden a la racionalidad de un silencioso pero
persistente proceso descendente, en donde se deteriora tanto el sujeto como su
entorno.

A modo de conclusión, el proceso de insensibilización y la lógica de la


degradación, no son hechos aislados, sino que interactúan e interrelacionan,
ocasionando consecuencias nocivas en el protagonista, pues no solamente tiene
que aceptar la re-configuración de su ser, paralelamente es víctima del miedo, la
soledad y el silencio, factores que lo llevan a afianzar tajantemente el desempeño
de sus labores en el Moridero, como también lo convierte cada vez más en un ser
insensible, egoísta y lógico que acepta la pronta llegada de la muerte, que es
capaz de ejercer violencia con tal de resguardar e instaurar el orden, control de su
Moridero/Salón de belleza. Además, es el silencio que lo lleva a aislarse cada
más, la estrategia que evidenciamos en el proceso de insensibilización, acentúa el
silencio, el miedo por aceptar y afrontar las verdaderas dimensiones reales de esta
enfermedad, que ya no solo enferma o deteriora el cuerpo, sino también la
existencia.

9
Referencias bibliográficas

Bellatin, Mario. 1995. Salón de belleza. Lima: Ediciones El Santo Oficio.

Diccionario enciclopédico Océano Uno. 1991. Barcelona: Editorial Océano.

Genette, Gérard. 1989. Figuras III. Barcelona: Editorial Lumen.

Reis Carlos/Lopes Ana. 1995. Diccionario de Narratología. Madrid: Ediciones


Colegio de España.

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