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El León de Dios
VIII parte
Apéndice
J.A.
Fortea
i
Copyright de la versión digital
© José Antonio Fortea Cucurull
Título: Paulus, el León de Dios
www.fortea.ws
Teléfono: +34 630 52 31 51
joseantoniofortea@gmail.com
ISBN: 978-84-285-5995-9
Depósito legal: M. 17.635-2021
Printed in Spain. Impreso en España.
ii
Versión para tablet
iii
PAVLVS
El León de Dios
VIII parte
Apéndice
José Antonio
Fortea
iv
VIII parte
………………………………………………………………………………………………………….............…………….………..
Apéndice
1
Pensamientos varios
3
europea, occidental que tuvo una gran influencia en mi modo de
entender la Iglesia. Nos apercibamos o no, todos tenemos una
visión subconsciente de las realidades eclesiales; hasta el que cree
ser muy neutral. Unas veces nos traiciona la historia, otras la
estética; otras, ciertos conceptos filosóficos o patrísticos o
escolásticos. Eso está especialmente claro en personajes como el
papa Francisco, el cardenal Burke, el arzobispo Lefevbre, el
teólogo Hans Küng o Casaldáliga.
4
Releer el presente a través de los ejemplos de la santidad del
pasado nos ilumina. Pero no deja de iluminar el interpretar el
presente a la luz también de las miserias pretéritas. Hasta la vida
cotidiana de una comunidad romana de veinte cristianos que
todavía carecía de presbítero, en el año 50 resulta provechoso para
nuestra época, para enfocar nuestros problemas, nuestros dilemas.
Incluso ese grupo de veinte cristianos tenía sus propios esquemas
mentales e históricos.
6
insistencia en recordar que es judío, hay múltiples referencias en
sus cartas, resulta ocioso aducir una lista. Pero lo más revelador de
esta voluntad de ser muy judío, lo que nos da la medida de este
afán, es su postura en Hechos de los Apóstoles antes de su
conversión: perseguidor como nadie de la nueva herejía, hasta la
prisión y la sangre.
7
sino en un tejedor de un tapiz ordenado, ortodoxo, que hubiera
hibridado las dos sabidurías.
8
solo Pablo, el de sus epístolas y Hechos; el que intento mostrar en
la novela.
9
que de un personaje interesado en la belleza del mundo que le
rodea. Su vida es Cristo y solo Cristo.
10
Primera interrupción: Yo hubiera querido seguir con la
redacción del libro, pero debía retornar a mi tesis doctoral. Esas
interrupciones eran necesarias. Me descansaban de un trabajo que
me resultaba monotemático. Ese mes de descanso, escribiendo
sobre otra cosa, no fue una mala distracción, sino un necesario
descanso. Pero se hacía necesario retornar a mi tesis.
11
Cuando llegó el otoño, tenía, además de mi capellanía y el
hospital, varios viajes. No me vi con un espacio de un par de meses
seguidos para acabar el libro de san Pablo. Así que pospuse el
acabar el libro.
12
2453 pgs. sin contar el apéndice. Aunque es difícil de calcular,
porque hubo varias fases de escritura, he hecho cuentas y he escrito
(y revisado) unas seis páginas por día.
13
Notas literarias
14
no había sido un mero antojo. Sea dicho de paso, la obra de
Caldwell después la conseguí y no me gustó nada, absolutamente
nada.
15
enriquecido nuestras expresiones. El concepto de expansión
afectiva Pablo lo hubiera expresado con términos mucho más
simples. Al final, hubiera querido decir lo mismo, pero las palabras
hubieran sido más sencillas.
San Pablo tuvo que ser uno de los más grandes santos de la
historia de la Iglesia porque recibió uno de los encargos más
importantes, más delicados, para el futuro del legado de Cristo. Fue
un personaje no solo escogido, sino con virtudes a la altura de su
misión.
19
cartas. Desde esta perspectiva, no podía describir a alguien que
tuviera pecados, pues considero que fue uno de los más grandes
santos de la historia. Con más defectos, algunos lectores hubieran
pensado que ofrecía un retrato más realista. Pero pienso que se
trataba de un asceta místico. Hasta los más escépticos deberían
admitir que también existen ese tipo de personas. Así que si alguien
me acusa de ofrecer un retrato demasiado idealizado de Pablo es
porque da por supuesto que, incluso ahora, no existen ese género
de individuos.
20
Pecados, no. Pero defectos y prejuicios, sí. Con la base de sus
epístolas, había que tantear posibilidades en las que se conjugara
una grandiosa santidad con deficiencias. Misticismo mezclado con
aspectos de su carácter que no fueran pecado, pero que sí que
manifestasen que, incluso Pablo, era un hombre con sus
limitaciones, con una equivocada mentalidad humana en algunos
temas.
22
recordaba (casi siempre, inexacta) y la versión auténtica y precisa.
La doble cita, la real y la recordada, no hubiera añadido nada a la
obra. Solo entorpecer la lectura. Aun así, para que quedara
testimonio de que así eran las cosas en esa época, sí que lo he hecho
alguna vez a lo largo de mi obra. Pero dejo constancia aquí de que,
salvo textos muy conocidos, las citas de los rollos siempre eran
aproximadas.
24
inconsistencia por mi parte, sino que se trata de una variación usada
de un modo deliberado. Cierto que la palabra evangelio proviene
del griego buenas noticias y eso, en su sentido originario entre los
cristianos, se refería al mensaje de Jesús. Pero cuando ese mensaje
se puso por escrito, la palabra evangelio pasó a usarse para referirse
también al libro que contenía ese mensaje.
25
En mi novela, al principio, tenía la idea de usar siempre la
palabra anciano y nunca presbítero. Pero no tardé en percibir que
la lectura se hacía algo más ardua si, en todos los casos, siempre,
usaba la palabra en su sentido primario (el general) y no en el
secundario (el eclesial) que llegó a tener ya en esa primera
generación.
26
No voy a hacerme aquí eco de las razones para preferir Gaius
frente Caius a la hora de escribir ese nombre romano. Lo que sí que
quiero mencionar es que decidí ser consecuente en ofrecer los
nombres traducidos. Los casos en que hago alguna excepción se
debe a alguna razón. Por ejemplo, hay una vez en mi obra, en que
Pablo, estando en Italia, menciona una vez a Shaul en vez de Saúl.
Con ello quiero dejar constancia de que, a menudo, ocurre que un
hebreo, aun hablando griego, mantiene una tendencia a usar los
nombres propios en su lengua original y no a traducirlos. Eso
ocurre actualmente y lo vemos en muchos emigrantes. Todo lo
traducen, pero, de vez en cuando, los nombres propios los
mantienen en la versión de la lengua nativa. Pero, en mi novela,
como norma general, los nombres se ofrecen en versión traducida.
27
formas del mismo nombre (la hebrea o la aramea) en el mismo
entorno geográfico.
28
De ningún modo, puedo dejar de manifestar mi
agradecimiento más profundo a mi corrector José Francisco de
Pedro de Argentina. Puntualmente, me envío desde Santa Fe de la
Vera Cruz (Argentina) las hojas que desgranaban sus 1078
correcciones a mi texto original. Para los que no sepan nada de
corrección gramatical y estilística, les puedo asegurar que requirió
por su parte una ingente cantidad de horas. Ya supone mucho
trabajo con un libro normal. Con esta obra tan extensa, el trabajo
se le multiplicó por ocho frente a una novela normal. Es necesario
recordar que una cosa es leer un libro y otra leerlo tratando de
localizar erratas o ver cómo se podía mejorar el estilo de tal o cual
frase. Leer de esta manera se hace mucho más pesado que leer solo
para el disfrute personal.
29
piedad. Varias veces, nuestra amistad estuvo a punto de acabar por
algunas preposiciones o algún adverbio mal situado.
30
Notas teológicas
31
El verdadero Pablo no es el de la ficción de esos eruditos.
Pablo no se opuso a Jesucristo ni a la fe de las primitivas
comunidades (como si él fuera un refundador del cristianismo) ni
se opuso a sí mismo (mi opinión es que todas las cartas llamadas
cartas paulinas le tienen a él como autor). Tampoco existe un
Pablo de Hechos y otro Pablo de las epístolas. Esas dos visiones
del único Pablo se armonizan sin dificultad alguna, no son (como
quieren presentarnos algunos) incompatibles. Por más que se
empeñen, no muestran dos pablos. Hay que afirmar con toda
serenidad, pero rotundidad, que muchos estudios hacen de cada
piedra una montaña, con lo cual todo se distorsiona.
32
Hay un dinamismo de la verdad, pero un dinamismo de la
única verdad que siempre se mantuvo sustancialmente una: desde
las notas arameas que usó Mateo para su evangelio hasta las
profecías del Apocalipsis de san Juan. La verdad doctrinal del
cristianismo siempre fue (y es) una y solo una. Aunque no se
exprese exactamente igual en los labios de Judas Tadeo o en los de
la Carta a los Corintios del papa Clemente.
33
textos muestran la continuidad entre Cristo y Pablo, la armonía
entre Pablo y Pedro y Juan.
Pero sí que es cierto que esta novela intenta mostrar que Paul
was a higly controversial figure even within early Christianity and
that his relations with the other apostles were at the very least
strained1.
1
Stanley E. Porter y Christopher D. Land (editores), Paul and His Social Relations, Brill Leiden-
Boston, 2012, pg. 1.
2
Stanley E. Porter y Christopher D. Land (editores), Paul and His Social Relations, pg. 2.
34
que Pablo se abriese a todo. Porque, como defensor de la ortodoxia
doctrinal, no podía abrir la puerta a todo. Su esfuerzo por evitar la
contaminación resulta evidente. Pablo no dirá una sola palabra
sobre los judíos de la Escuela de Alejandría y sus esfuerzos por
conjugar la fe judía con la filosofía griega. Y no dirá nada, porque
Filón mezcló de forma inadecuada. Pablo tampoco dirá nada acerca
de Platón o los estoicos. Su voluntad por mantener puro el mensaje
resulta evidente en sus silencios. No, abrirse a todo no era la
voluntad de Cristo si lo que se quería era preservar la Buena Nueva.
35
sencilla, ingenua, es la que pienso que se ajusta a la realidad
histórica.
3
Victor Paul Furnish, “The Jesus-Paul Debate: from Baur to Bultmann” en Alexander J. M.
Wedderburn (editor), Paul and Jesus: Collected Essays, T&T Clark International, Londres 2004, pg. 25.
Victor Paul Furnish, “The Jesus-Paul Debate: from Baur to Bultmann” en Alexander J. M.
4
Wedderburn (editor), Paul and Jesus: Collected Essays, T&T Clark International, Londres 2004, pg. 30
36
relaciones que deben existir entre obispos o a las cuestiones que
siglos después plantearía Lutero entre Evangelio y Tradición.
37
hubiera sido escrito (en ningún lugar del mundo) ni un solo libro
del Nuevo Testamento? No lo veo razonable.
38
Si algo ya está suficientemente descrito en el Nuevo Testamento,
normalmente lo voy a saltar en mi novela.
39
Insisto en que, sobre todo, cada cuestión eclesiológica sí que
la he valorado una y otra vez, hasta en su más pequeño detalle. Por
poner un ejemplo, la distinción de tres grados en el sacramento del
orden estoy seguro de que existió desde el primer momento.
Aunque no en todos los lugares existiera un episcopado
monárquico, ni en todos los lugares se emplease una terminología
unificada. De ahí que hable yo de archiancianos o de ancianos-
supervisores.
40
hebrea o griega cuando veo que tal aclaración no carece de algún
interés para el lector.
41
vigilante, diácono, presbítero y obispo. Pero, sin duda, en Samaría,
Judea o Galilea, pudieron usarse también otras palabras para
referirse a esas funciones. Palabras en lengua nativa que, por
ejemplo, significaran cabeza para referirse al presbítero, o superior
para referirse al obispo. Durante más de veinte años, el vocabulario
sin duda debió ser de carácter muy local para referirse a una misma
realidad. Con el tiempo, el vocabulario se fue unificando. Pero yo
sí que creo que los tres órdenes estaban diferenciados y claros
desde el principio.
Sentido más reducido: Es el caso del apóstol por antonomasia, es decir, uno de
los Doce.
43
ese escrito, su status y los demás cristianos lo consideraron un
enviado, no un miembro de los Doce.
44
diaconales en el Templo, sin subir nunca al escalafón sacerdotal en
el que realizaba el ofrecimiento de los sacrificios sobre el altar.
Iglesias joánicas: Por último, expongo otra hipótesis organizativa. Hipótesis sin
ningún sustento en los textos, pero que resulta útil para mostrar cómo podría haber
sido otro tipo de organización completamente diversa, situada en la zona de las
siete iglesias de Asia. En esa zona geográfica, expongo cómo podría articularse la
relación entre los elementos apóstol-presbíteros-fieles de un modo bastante
distinto al de las otras iglesias que aparecen en mi obra.
45
Iglesia hierosolimitana: La situación de la iglesia-madre de Jerusalén sería
completamente peculiar: multiapostólica y extremadamente judaica. Judía en
todas sus costumbres mantenidas y conservadas, y judía en el estilo de las
novedades introducidas. Si se bautizaba, se tendería a hacer según el modo de los
baños rituales. Si se celebraba la Cena del Señor, se mantendrían todos los detalles
del shabat judío. Y así, del mismo modo, todos los elementos que configuraban su
vida eclesial.
Debo dejar bien claro que las iglesias joánicas pudieron ser
esencialmente iguales a las paulinas, no tenemos ningún
fundamento para no pensar que fue así. Ahora bien, dado que de
forma gratuita se ha insistido en hacer de esas iglesias joánicas algo
esencialmente distinto a las paulinas, me pareció bien aprovechar
la situación peculiar de esas siete iglesias para explorar qué
variaciones en la articulación de elementos pudieron ser posibles:
experimentar qué era lo posible dentro del dogma.
46
hubiera podido desplazarse a preguntarle detalles sobre su hijo.
Hubiera sido una formidable escena.
47
obispo, diga que es servidor (diakonós). Pienso que, desde el
principio, hubo tres grados diferenciados al administrar el
sacramento del orden; pero que, en el modo de hablar, procedían
como el juego ruso de la matrioska; las muñecas que incluyen otras
muñecas sucesivas dentro de sí. De manera, que el grado superior
siempre podía decir, con toda verdad, que era anciano o servidor.
Si lo leemos de esta manera, al modo de la matrioska, todos los
conflictos de los tres grados en el Nuevo Testamento quedan
resueltos.
48
como estaban porque tenía un gran interés en describir la
posibilidad teórica de unas iglesias joánicas.
49
Esto es como si en un tribunal, el fiscal, por prejuicio,
estuviera dispuesto a aceptar cualquier hipótesis, por extraña que
fuera, acerca de lo que pasó en la escena del crimen, menos una; y
no hubiera manera de hacerle entender que no puede descartar esa
posibilidad por que sí. La gran cuestión a la hora de abordar las
interpretaciones acerca de Pablo es si Dios existe o no. Si el Cristo
de la tradición cristiana, el Cristo reflejado en los escritos de los
Padres de la Iglesia, existe, entonces, Hechos de los Apóstoles ha
de ser aceptado tal cual se lee en su cristalina sencillez.
50
Notas históricas
51
físicamente resultaba imposible meter tanta gente dentro de las
murallas.
52
Ahora (año 2020) es una ciudad de 31 000 almas. En 1861, tenía
6500 habitantes. Lo normal es que la población haya ido creciendo
lentamente siglo tras siglo. Luego no resulta irrazonable pensar
que, cinco siglos antes, contara con la mitad de habitantes. Supongo
que, en el siglo I, estaría por encima del millar de habitantes.
55
Anatolia (en la actual Turquía). Pero ese nombre de Asia Menor no
aparecería hasta el siglo V.
5
César Carreras Monfort, “A new perspective for the demographic study of Roman Spain” en
Historia da Arte e Arqueologia, n. 2, 1995-1996, pg 59-82.
57
con variedades peculiares, pero manteniendo la distinción de los
tres grados.
58
Ahora debo dar algunas explicaciones acerca de las enojosas
y siempre aburridas cuestiones cronológicas. El lector que no tenga
un inmenso interés por estas cuestiones, hará bien en saltarse esta
parte tranquilamente. Pero es necesario dar explicaciones para que
se vea que, en esta novela, la cronología, equivocada o no, ha sido
un tema muy reflexionado. Vamos a ir por partes.
60
La discusión con Pedro en Antioquía siempre pensé que
habría tenido lugar antes del concilio. No sería probable que,
después de reunirse todos para tomar una decisión común, el
mismo Pedro actuara de forma no conforme a las disposiciones
comunes. Pero, en Gálatas, la disputa antioquena viene después de
la subida a Jerusalén. Si esa subida no fuera la del concilio, la fecha
del concilio debería retrasarse todavía más. Además de que Pablo
probablemente hubiera hecho una referencia a una tercera subida a
Jerusalén, pues la tercera sería más importante. Todo indica, como
se ve, que la segunda subida de la que habla fue la del concilio.
Pero no hay que olvidar que en Hechos 11, 30 se dice que Antioquía
envió a Pablo con limosnas a Jerusalén. Así que Pablo hizo tres
viajes a Jerusalén.
61
Si Pablo fue al concilio catorce años después del primer
encuentro con Pedro, ese espacio de tiempo es tan extenso que el
concilio pudo tener lugar después del segundo viaje misionero, no
del primero. Pero seguridad no la hay. Incluso es posible retrasar la
fecha del concilio, las referencias de las subidas a Jerusalén no
cierran de forma absoluta tal posibilidad. Ahora bien, mi opinión
es que el concilio tuvo lugar alrededor del año 50 y que fue después
del primer viaje misionero de Pablo.
62
Oraciones que dieron lugar al canon. Las oraciones de Jesús, sin
duda, tampoco fueron todas ellas espontáneas. Repetiría las
fórmulas usuales para esa cena. El canon o plegaria eucarística
surgiría de lo que se escuchó en esa cena pascual.
64
levantina de la costa hispana a partir del siglo V: no pudo evitar la
fragmentación del latín en catalán y en castellano en versión
andalusí. Dígase lo mismo en la costa itálica, por poner el ejemplo
del lombardo, el siciliano y el maltés.
¿Pablo sabía griego desde niño? No solo eso, pudo haber sido
su lengua materna. Y, si no lo fue, su koiné fue mejorando durante
65
toda su vida. Fuera o no su lengua nativa, las cartas las escribe ya
a una edad en la que lleva años hablando esa lengua todos los días
en sus viajes.
66
latín nos ofrece una referencia bastante similar respecto a la
relación de Pablo y los rabinos respecto a esa lengua sagrada.
–Koiné: lo hablaba
–Hebreo: lo leía.
67
Estaba, por tanto, claro: en su época, Jesús no era llamado con
el nombre hebreo de Yeshúa, sino con el arameo más simple Iesu o
Iesus, o con el arameo de sonidos más hebraicos que se
pronunciaría como Yeshu. No debemos prejuzgar que el sonido
más hebraico era necesariamente el del arameo de la época.
Mientras no tengamos algún estudio futuro que decante esta
cuestión, debe prevalecer la objetiva realidad del nombre de los
evangelios, sea o no una simplificación del sonido sh.
Solo hay una cuestión que puede ser objeto de debate: ¿el
nombre original era Iesu o Iesus? ¿La letra S fue añadida al escribir
el texto al griego? Los nombres masculinos griegos solían acabar
en S. Ocurre, usualmente, lo mismo en los nominativos masculinos
latinos.
68
¿Estuvo o no desde el principio la S en el nombre? La
autoridad de la biblia siriaca parece que debería bastar, y más
estando corroborada por el Talmud. Pero no olvidemos que la
redacción de los Evangelios es anterior y allí se dice, por parte del
ángel: Y tú lo llamarás Iesus (Mt. 1, 21). ¿Yeshú es una evolución
del nombre original, o Iesus es una helenización del verdadero
nombre? ¿En caso de duda, no deberíamos quedarnos con la grafía
más antigua, la del Evangelio?
69
Así que, concluyendo, pienso que los nombres originales fueron
Iesus y María.
70
Doy a entender que ese médico, posteriormente al encuentro
con Pablo, se hizo cristiano y realizaron esos cambios posteriores
a la figura de Dionisio. El mosaico representa el momento cuando
el dios se encuentra con su futura mujer, la princesa cretense
Ariadna. Lo cual tiene un significado concreto para el personaje.
71
imaginaban como niños, como muchachos, como hombres fuertes,
unos con armaduras, otros con coronas, seres invisibles y con alas,
pero siempre con una semejanza a los seres humanos.
72
Aceptando nuestra cifra inicial (ciento veinte cristianos varios meses
después de la muerte de Jesús), si el cristianismo creció en una tasa del 40% por
decenio, los cristianos deberían haber sido 7530 el año 1006.
6
Rodney Stark, La expansión del cristianismo, Editorial Trotta, 2009 Madrid, pg. 19.
7
David C. Sim, “How many Jews became Christians in the first century? The failure of the
Christian mission to the Jews” en HTS Theological Studies, HTS 61(1&2) 2005, pg. 417.
73
unos 7000 cristianos en el año 50. Por lo menos esa cifra, pero no
creo que, de ningún modo, superaran los 10 000 cristianos.
74
histórico, lo razonable es partir de lo único con lo que contamos: la
cifra de Hechos 4, 4.
75
En vano buscaremos en las epístolas paulinas alguna
referencia organizativa o logística que indique un nutrido número
de cristianos: el pueblo judío rechazó al Mesías. Las únicas
excepciones a este silencio serían las listas de ministerios. Las
cuales listas lo más probable es que procedieran de Jerusalén y
Antioquía. Pero, salvo eso, no hay referencias organizativas en las
comunidades a las que visita o a las que escribe.
76
expansión cristiana hacia oriente. Pero las comunicaciones con
Persia, Armenia o la India debieron ser tan reducidas que, sucediera
lo que sucediera en esas tierras, san Pablo no debió contar con unas
referencias mucho más detalladas de lo que en mi obra he
mencionado.
78
de Mediterráneo. Pues bien, en las páginas de esta novela, los
nativos sirios aparecen con nombres prehelénicos de esa zona.
Dígase lo mismo de los nativos fenicios o de los nativos frigios,
que aparecen con nombres anteriores a la helenización y propios de
sus cunas geográficas.
79
Los nombres latinos que Pablo lee en las lápidas funerarias
de la vía que lleva a la colina vaticana son nombres de romanos
reales. Tanto en mi novela como en las inscripciones de las que los
saqué, no se sabe nada de ellos, casi nada, pero existieron. No se
sabe nada de ellos porque no escogí inscripciones de personajes
célebres, sino de lápidas de hombres comunes. Como creo en la
existencia de las almas, les hará gracia verse nombrados en una
novela.
80
Pero, después, se incide mucho en la importancia que tuvieron las
comunidades cristianas de esa ciudad, en concreto, y el judaísmo,
en general, en este momento de la Iglesia. Para un creyente como
yo, Dios cuidó de que el cristianismo no se judaizara. Pero qué
duda cabe del peso que esas dos realidades: tanto de las
comunidades de la ciudad, como de la mentalidad de las
comunidades judías de la diáspora que es de donde salieron muchas
de las conversiones. En un primer momento el peso era tanto que
no es de extrañar la afirmación de David C. Sim: The original
Christian tradition was Christian Judaism, and its oldest and most
influential community was the Jerusalem church8. Ya he dicho que
tengo una visión del cristianismo como de una realidad protegida
por Dios para que no se desviara. Pero la impresión para algunos
coetáneos de Pedro y Pablo de que la nueva fe cristiana era un tipo
de judaísmo es algo que también se ha querido transmitir en mi
novela. Si no hubiera sido por la acción del Espíritu Santo, el
cristianismo se hubiera integrado en el judaísmo de un modo
progresivo.
8
David C. Sim, “How many Jews became Christians in the first century? The failure of the
Christian mission to the Jews” en HTS Theological Studies, HTS 61(1&2) 2005, pg. 419.
81
hubiera deslizado a la tendencia de volverse mucho más judío en
sus costumbres.
La cuestión sinóptica
83
en la lengua hebrea. Ireneo escribe: Mateo, entre los hebreos, en
su propio lenguaje, produjo un relato escrito del Evangelio.
Aunque pudiera parecer que un Evangelio escrito en hebreo se
prestigiaría, lo cierto es que como instrumento de evangelización
hubiera tenido que ser traducido para ser entendido por la gente.
Además, no olvidemos que Jesús habló en arameo. Por tanto, era
lógico que fuese escrito en arameo. En ese momento, esa
comunidad (con la ayuda de todos) debió pensar que estaban
escribiendo un evangelio único, que no habría más evangelios. Era
lógico pensar de esta manera: Jesús había predicado en Palestina,
allí se escribía la obra que recogía sus hechos y enseñanzas.
84
testigos de Siria parecía la opción más adecuada. En Siria, había
muchos que habían viajado al Templo y que habían visto los
milagros de Jesús y le habían escuchado. Ni siquiera se puede
descartar que hubiera más judíos en Antioquía que los 30 000 de
Jerusalén.
85
tan fácil enviar allí presbíteros y menos para tan pocos cristianos,
una veintena. Pero sí que era más fácil que ellos pagaran una copia
de los logoi. Como Pedro tardó muchos años en llegar, si hubiera
habido allí un presbítero es muy posible que esa colección de logoi
ya hubiera experimentado un lento y natural proceso de
unificación. Pero sin clero es posible que la unificación tuviera que
esperar a la llegada de Pedro acompañado de Marcos.
Dado que solo hay ese 24% más, Marcos es, en esencia, la
Fuente Q que Dios ha querido que se conservara para que
supiéramos qué es de lo que disponían al principio las comunidades
cristianas. Como se ve, el Evangelio de Marcos es el más antiguo.
Pero, sin duda, el último en recibir su forma final. Puesto que la
presencia de Pedro en Roma fue posterior a la redacción de Lucas.
86
El 21% del contenido del evangelio de Marcos está presente
tanto en Lucas como en Mateo, y no en la Fuente Q. Ese 21% no
pienso que venga de otra fuente posterior escrita, sino del
testimonio de Pedro. También es posible que el apóstol, al ir a la
Urbe, llevara consigo algunas notas de testimonios de Jesús,
posteriores a la Fuente Q.
–Un segundo evangelio porque no quieren que se pierdan los relatos seguros de
los testigos de Antioquía.
–Un cuarto evangelio para completar y porque, de nuevo, tampoco Juan quiere
que se pierda nada.
88
–En la región de las siete iglesias y en Grecia: Juan queriendo completar las otras
versiones.
89
a pensar que solo la de los Gálatas (la única dirigida a una región)
fue escrita antes del segundo viaje.
90
gestó bajo la atenta mirada de un colegio de obispos. Pablo, por
tanto, fue una voz más que dio su opinión, por más que la suya
fuera una opinión relevante por su relación personal con Lucas y
por su profundidad teológica. Pero solo en sentido laxo se la puede
calificar de una obra lucano-paulina. Y más todavía cuando fue
obra de una entera comunidad. Tanto Mateo (en Judea) como Lucas
(en Siria) fueron meramente la mano que compiló, organizó y dio
una redacción final. Por eso, hablar de obra lucana es un mero
modo de poner una etiqueta para referirse a un libro cuyo autor fue
la comunidad. Si eso es así al hablar de la autoría de Lucas, mucho
más laxamente se puede hablar de obra lucano-paulina.
91
Para varias afirmaciones de la novela como que los residentes
usuales de las ciudades grecorromanas pasaban sus vidas
principalmente en los espacios públicos, y que por lo general «el
domicilio debía de servir solo como lugar para dormir y espacio
para guardar sus pertenencias» o la proporción entre varones y
mujeres en las ciudades de varias regiones, me he basado,
especialmente, en la obra de Rodney Stark, La expansión del
cristianismo (Editorial Trotta, 2009 Madrid). Lo que afirma Stark
ya lo había observado en los textos clásicos, pero se precisa de un
profesor universitario que se dedique a recoger todos los datos y
los sintetice, como hace Stark.
92
buena relación entre amos y esclavos. Entre otras cosas porque la
mayoría de los ámbitos eran pequeños (una casa familiar, un taller)
y el trato continuo.
93
idénticas al que expongo. Lo describo porque no era excepcional
ese tipo de abortos forzados.
9
Thomas McGinn, The Economy of Prostitution in the Roman World, The University of Michigan
Press, United States 2004, pg. 49.
94
Todas las cifras de pagos en moneda de la presente novela
han sido calculadas sobre esa base de lo que era el pago diario de
un trabajador sin cualificación, corroborada por el Evangelio, por
Séneca y por dos inscripciones pompeyanas, datos que aparecen
detallados en el trabajo de Thomas Mc. Ginn. Es decir, en mi obra,
todas las cifras de pagos no se dan al tuntún, sino calculándolas en
base a esa regla. Sean cantidades superiores o inferiores. Sea para
calcular cuánto se le paga a alguien que te ha guiado buena parte
de la mañana por la Acrópolis, sea para calcular cuánto
abusivamente exigió el granjero que cuidó del enfermo Silas. Claro
que la regla de que ese era el salario usual por día (corroborada por
varias fuentes) vale para ese momento del siglo I. Si nos movemos
hacia delante o hacia atrás, la escala de pagos y gastos variaría.
95
como anécdota que eso se basa en que mi obispo me envió a
comprar un pollo la mañana del día en que me ordenaba como
diácono.
96
Muchos de los metales que hoy nos rodean, por ejemplo, el
aluminio, no existían en ese tiempo; y otros minerales habituales
para nosotros son originarios de América.
97
arqueado de piernas, de semblante noble, cejijunto, más bien de
nariz aguileña. Resulta llamativo, y sobre eso también hay algún
estudio, que los retratos más antiguos muestran una fisonomía
coincidente en sus rasgos generales.
98
distintas burbujas que se relacionaban entre sí. Creo que el atlas
humano está ampliamente descrito en mis páginas.
99
samaritanos bautizados. Pero, desde un punto de vista sentimental,
no pocos prejuicios debían permanecer.
100
principio, iban a ser solo dos, el evangelio arameo (Mateo) y el sirio
(Lucas)–, pero con toda razón no pensaron que sería un bien el que
se multiplicaran obras fragmentarias que ofrecieran versiones de
los hechos y dichos de Jesús. De hecho, la obra lucana nace con ese
propósito: unificar.
101
carnal de María. Hay que reconocer un hecho sentimental, pero
universal: todos los creyentes nos sentiríamos un poco
desilusionados por conocer únicamente la parentela legal; todos
querríamos conocer la ascendencia según la carne del Mesías.
102
En mi novela, Mateo usa el rollo de cuero de la genealogía de
José: que culmina en una ascendencia legal. Mientras que el rollo
de papiro de la familia galilea (que había emparentado con levitas,
sin perder su carácter de tribu de Judá) es el que llegaría hasta la
misma María. Aunque los últimos eslabones tienen que añadirlos
los parientes al hacer una copia. Pues, en su propio rollo, llegaban
hasta sus propios parientes, no hasta María.
Entre estas dos fases, la fase del joven cristiano celoso y poco
conocido, y la fase del maduro prestigioso misionero y teólogo, se
describe en este libro una fase intermedia. Y así, al Concilio de
103
Jerusalén, llega con la fama de haber sido uno de los grandes
misioneros de esa época, pero el relato del concilio no lo muestra
ni siquiera con su nombre a pesar de que lo escribe Lucas, el que
será su compañero de misión. Esa es la prueba de que su prestigio
en Antioquía es posterior al segundo viaje.
104
comunidad. La antítesis de este modo de actuar es el apóstol Juan
que no se nombra a sí mismo ni siquiera cuando tal cosa era
necesaria, ocultándose bajo la fórmula del discípulo al que amaba
Jesús.
105
poco relevantes, nunca aborda el corazón del problema. Podríamos
decir que el asunto se toca de refilón, pero casi ni eso.
106
Un anciano de Antioquía se refiere a Judas Iscariote como
con el nombre de Iejuda. Conscientemente quise que usara ese
nombre porque, a veces, fuera de Palestina los nombres podían
“bailar” al pasar del hebreo al griego. Dejo constancia de ese hecho,
tantas veces atestiguado en la Biblia con otros nombres. Ahora
bien, lo más probable es que la transcripción griega de Iudas, en el
texto de los evangelios, no sea una helenización del nombre hebreo,
sino la transcripción del nombre exacto arameo. Lo más probable
es que el traidor fuera llamado Iudas y no Iejuda. Pero sí que es
posible que los hebreos de Judea hebraizaran nombres arameos sin
querer, en las conversaciones. Eso lo observamos en regiones
bilingües de Europa.
107
en esa ciudad. Es cierto que nunca afirma que estuvo allí. Y, por el
contrario, escribió: Hemos oído de vuestra fe en Cristo (Col 1, 4a).
Y que, en otra carta, dice que quiere visitarles (Filemón 1, 22).
Frente a estos datos, está el hecho de que ir por la vía de Colosas
era el camino lógico en su trayecto desde Antioquía de Pisidia hasta
Éfeso. He estado mirando las vías romanas y la distribución de
cordilleras: tanto porque es el camino más corto como porque así
se evitan las cadenas montañosas, el viaje más adecuado era el de
la vía de Colosas.
Hay una línea de la novela que dice así: Pablo sabía que este
era el llamado “séptimo misterio sagrado”. Son muchos los
historiadores que afirman que la aparición de los siete sacramentos
fue paulatina, resultado de los siglos siguientes. Pero, por fe,
sostengo lo que siempre ha defendido la Iglesia: que los siete
sacramentos estuvieron presentes desde el principio porque son de
institución divina.
Para los que piensan que Arabia eran solo arenas como las de
Lawrence de Arabia, debo mencionar la existencia de una
interesante civilización nabatea. Por supuesto que la estancia de
Pablo en Arabia pudo no tener un carácter exclusivamente orante.
Es perfectamente posible que sucediera lo que propone Schnabel:
108
Arabia no era solo un desierto, sino una civilización floreciente,
particularmente en la Nabatea norteña. Parece que Pablo, después de su
conversión y después de predicar en las sinagogas de Damasco, pronto obedeció
la divina comisión de predicar el Evangelio “entre los gentiles” (Gal. 1, 16). Eligió
ir a la región que estaba cerca a Damasco y suficientemente distante de Jerusalén.
Eckhard J. Schnabel, Paul the Missionary: Realities, Strategies and Methods,
InterVarsity Press, Downers Grove (IL.) 2008, pg. 63.
109
afirma que Juan pasó tiempo en esa ciudad. Ahora bien, hay tres
razones que parecerían indicar que Juan llegó a la ciudad después
que Pablo.
Tercera razón: Se encuentra con que hay un grupo de creyentes que no han
recibido el sacramento del bautismo. Esa precariedad sería incompatible con la
presencia de uno de los Doce.
Primera razón: No resulta imposible que Juan estuviera en Éfeso al llegar Pablo
y que el texto, aun así, hubiera sido escrito como está. También podemos suponer
que Pablo celebraba la eucaristía semanalmente y, sin embargo, apenas hay
referencias a ella. También Jesús había entregado, con gran solemnidad, el poder
de perdonar los pecados en su Nombre, y no encontramos referencias a ese tipo
de actos ni en Hechos ni en las epístolas. Los ejemplos podrían seguir. En unos
textos escritos de forma tan espontánea –no son tratados dogmáticos–, la omisión
de algo no implica necesariamente su no existencia. Eso se puede aplicar al hecho
referido de la presencia de Juan, en esa época, en esa ciudad.
Segunda razón: El que en esa ciudad encontrara algunos discípulos (Hechos 19,
1) da la sensación de que sean pocos. Pero la expresión tinas mazetas no implica
necesariamente una cantidad exigua. No niego que ofrece esa sensación, pero no
se trata de una afirmación que obligatoriamente tenga que entenderse así.
Tercera razón: Había un grupo que no había recibido el sacramento del bautismo,
pero podía tratarse de un grupo llegado de fuera a esa población que todavía no
había sido bien evangelizado.
111
Había otra gran razón para no cambiar el texto y era lo
fascinante que resultaba pintar el cuadro de cómo podría haber sido
un encuentro de los dos apóstoles, de dos mentalidades, de dos
formas de entender las cosas. El encuentro del Concilio de
Jerusalén no contaba, pues Pablo no era relevante todavía y todavía
no había madurado, cosa que haría en los viajes. Si se produjo ese
contacto en Éfeso, tal cosa me permitía describir cómo pienso que
fueron las comunidades joánicas.
114
Cuando el apóstol, una noche calurosa de Éfeso, en una plaza,
reflexiona acerca del proceso de asimilación, la novela dice lo
siguiente en voz del narrador:
Jamás se le pasó por la cabeza a Pablo que los hebreos formaran grupos
como los jasidim. Ese tipo de judaísmo bielorruso y ucraniano del siglo XVIII era
tan ajeno al mundo judío del siglo I. Si Pablo o los levitas del Templo hubieran
visto a los jasidim de Brooklyn o Tel Aviv se hubieran preguntado qué vestiduras
eran esas, qué lenguaje era el yidish y por qué esos judíos seguían un libro como
la cábala que no pertenecía a las Escrituras.
115
este otro punto adicional, pero la mentalidad hebrea sí que ha
permanecido. En algunos tipos de judaísmo sí que vemos la
mentalidad farisea; en otros, más flexibles en lo externo y en lo
interno, vemos la mentalidad de los judíos de las sinagogas que ya
eran liberales en el siglo I.
Pero más allá de los usos añadidos con los siglos, de las
costumbres y vestiduras sobreañadidas, lo que les define es ser
hijos de Abrahán y escuchar la Voz de Dios en las Escrituras.
116
No quiero dejar de hacer notar la tremenda similitud entre el
judaísmo y el catolicismo. Los puntos de conexión son
innumerables. Hasta las iglesias católicas y las sinagogas muestran
clarísimos puntos de similitud en los detalles materiales, cosa que
no sucede con las iglesias protestantes. Mi novela, también en gran
parte, es una novela acerca del judaísmo mediterráneo del siglo I.
De esa realidad múltiple y variada, reñida entre sí.
Primera razón: El Altar de Bronce de ningún modo podía asumir todos los
sacrificios en las grandes festividades, cuando muchos peregrinos se congregaban
en Jerusalén, como en la Fiesta de los tabernáculos. Muchos más iban para la
Pascua.
Segunda razón: Los peregrinos tenían sumo interés en ofrecer un sacrificio las
pocas veces que iban. Algunos que venían de fuera de Palestina solo irían una vez
en la vida. Los peregrinos residentes en Judea tenían obligación de ofrecer ciertos
sacrificios por las razones codificadas en la Ley. No se trataba en muchos casos
de ofrendas voluntarias, sino preceptuadas. Además, los servidores del Templo no
estaban precisamente inclinados a dispensar de los sacrificios, pues suponían un
beneficio material para la casta sacerdotal afincada en la ciudad.
117
Tercera razón: El salmo 84, 3 reza así: Incluso el gorrión encuentra una casa, y
la golondrina un nido para ella, donde pueda poner a sus crías, tus altares, oh,
Señor de los ejércitos. El texto hebreo dice tus altares, a secas; aunque se pueda
traducir ad sensum como “junto a tus altares” o “sobre tus altares”. ¿Por qué se
habla de altares, en plural? Si en el atrio solo había un altar, el de bronce y con
fuego siempre ardiendo. El altar de los inciensos estaba detrás del primer velo y
se usaba de forma continuada.
Hay que tener en cuenta que sobre esos altares la carne debía
arder hasta que se derritiera la grasa, en unos casos. Y, en otros
casos, hasta que la carne quedara completamente carbonizada. En
118
ambos casos, se requiere tiempo y estamos hablando de decenas de
miles de peregrinos en varias solemnidades. Y, en algún caso,
incluso de cien mil peregrinos. De ahí la necesidad de que muchos
levitas tuvieran que peregrinar a Jerusalén para ejercer su
sacerdocio.
Sea de ello lo que fuere –no hago otra cosa que exponer una
suposición, aunque pienso que de forma fundada–, lo cierto es que,
119
como se ve en la novela, el atrio del Tercer Templo era mucho más
que una explanada vacía (como se suele mostrar en las
reconstrucciones), ni tampoco era una mera explanada para puestos
de venta. En mi novela, el atrio era la zona donde estaban las
dependencias para los barberos de los votos, las instalaciones para
los baños rituales, las áreas destinadas a los altares menores, los
pórticos donde se situaban los predicadores, los lugares fijos para
los maestros con sus discípulos, la sala del sanedrín; y sí, también
los puestos de venta de animales y de los cambistas.
Probablemente, en su perímetro, también había algunas viviendas
para sacerdotes y estancias para la guardia del Templo, así como
almacenes de madera, así como otras cosas necesarias para el culto.
Lo que describo es una suposición, pero parece probable que el
atrio ampliado por Herodes albergó muchas dependencias en el
interior de la explanada y no solo en su perímetro. Quizá esas
dependencias fueron creciendo de un modo natural desde los
pórticos.
120
Aun así, y dado lo que estoy explicando, otra de las formas
de entender el Templo no es el modo habitual: una gran explanada
que acaba en un extremo con un edificio de más altura que es el
santuario. Sino que tal vez se trataba de un conjunto al que se le
añadieron construcciones desiguales, que no guardaban simetría
con el proyecto inicial. Construcciones de una sola planta; o, como
mucho, de dos niveles; que se habían ido añadiendo con el paso de
los años, sin un plan preconcebido a golpe de necesidad y
conveniencia.
121
Es decir, en la concepción diáfana del Templo-explanada, nos
podemos imaginar el Templo de Herodes con aspectos similares a
los de una gran mezquita persa antigua, donde lo diáfano y la
amplitud reinan. O podemos imaginar ese Templo-poblado con
aspectos similares a una catedral gótica, sin techo, por supuesto, a
cielo abierto; pero lo mismo que una catedral gótica tenía el coro
en el centro de la nave mayor, capillas laterales, girola, el templo
herodiano tendría ese aspecto de volúmenes heterogéneos,
consecuencia de adiciones sucesivas. Por supuesto que habría que
sustituir enteramente esa estética gótica por una estética oriental
con muchos elementos helenísticos.
122
Si bien, el Templo de Ezequiel sí que era un espacio
articulado de una forma enteramente geométrica. Y dígase lo
mismo de la disposición de los atrios y construcciones en el Foro
de César o en el Foro de Augusto, por poner dos ejemplos entre
muchos. Pero el volumen de peregrinación anual al templo
hierosolimitano y los “servicios” que debía ofrecer la casta
sacerdotal, pienso que debieron inclinar a un empleo más
pragmático de unos espacios tan generosos.
123
No olvidemos que, cuando Pablo hace el voto, en su última
estancia en Jerusalén, el rapado de su cabello da la sensación de
que se hace en el Templo, pues los ancianos de la iglesia le dicen:
Ve a través del rito de purificación con ellos y paga por el afeitado
de sus cabezas (Hechos 21, 24). Si cualquier barbero de la ciudad
hubiera podido rapar sus cabellos, no le hubieran dicho esas
palabras tan precisas. Ese pago “a ellos” ese “ir” indica que no
cualquiera podía hacerlo.
124
debiera ser al revés: llamar santuario al todo, y Templo a su
corazón. Pero, de hecho, en el hablar de la gente, se había
consolidado, desde hacía siglos, la costumbre de llamar Templo al
conjunto.
125
El emperador sabía que la expulsión implicaba mover familias y
abandonar su presencia en los negocios propios. Y, sin embargo, la
decisión apenas dejó rastro en las crónicas de cualquier tipo.
126
de ellas aparecieron tras la llegada de esclavos en la primera guerra
judeo-romana.
127
número máximo de sinagogas debió darse tras la primera guerra
judeo-romana.
129
pasaba por el camino de largo, ya no se encontrarían. Añádase que
el peligro era mucho mayor al atravesar una de las muchas
localidades que había en el camino. La vía atravesaba el centro de
las poblaciones. Por lo tanto, entre viajeros, lugareños y puestos de
venta, era mucho más probable que un grupo no reparase en el otro.
130
Puteoli (una semana), parece indicar que Pablo gozaba de una
inmensa reputación entre los cristianos de Roma. Los soldados que
le escoltaban debían considerarlo un taumaturgo para permitir tal
retraso en el trayecto.
131
Este respeto por Pablo, probablemente, no estaría reñido con
la petición de un soborno para permitir ese tiempo de espera en
Puteoli. Dádivas de este tipo eran algo habitual.
132
parte está tomada de la Carta a Diogneto, una predicación oriental
del siglo II.
Todas las ideas acerca del Ave Fénix que manifiesta un joven
llamado Clemente, en Roma, y que tanto desagradan a Pablo, están
tomadas de la Carta de Clemente. Sin ninguna duda, ese obispo de
Roma de finales del siglo I tomó por buenas las noticias acerca de
esa ave. Para nada le da un sentido únicamente simbólico; Él creía,
en la existencia auténtica de esa ave fantástica. La lectura de la
carta no deja ningún lugar a dudas.
133
Cuando en la eucaristía de Antioquía, escribo que se
confiesan públicamente los pecados, es algo atestiguado en la
Didajé. En el pasaje donde dice: Los días del Señor reuníos para
la partición del pan y la acción de gracias, después de haber
confesado vuestros pecados, para que sea puro vuestro sacrificio.
134
nombres históricos de unos sacerdotes samaritanos de época
posterior.
Por supuesto que no creo que fuera así. Los cristianos de esta
generación, normalmente, estaban transformados por la gracia y
edificados por el ejemplo de unos predicadores santos. En algunos
135
versículos, querer ver luchas internas supone una distorsión de la
verdad. Esas comunidades no fueron una realidad meramente
humana. Eran grupos en los que obraba el Espíritu Santo.
136
En el tercer viaje, en mi novela, podía haber dejado a Timoteo
como cabeza de la ciudad (era obispo ya) alegando que Juan, por
ejemplo, estuviera prisionero y que la comunidad le hubiera pedido
un obispo a Pablo. Para que el curso de acontecimientos hubiera
sido así, Juan habría tenido que estar prisionero mucho tiempo lejos
de la ciudad e incomunicado. De lo contrario, Juan mismo hubiera
provisto qué hacer y lo más probable es que (aunque fuera en
prisión) hubiera ordenado al obispo de Éfeso.
137
Cuando Pablo llega a Roma, puse monedas para separar las
distintas secciones de cada capítulo. Al principio, coloqué
únicamente monedas del principado de Nerón. Pero después incluí
algunas de principados anteriores que me parecieron especialmente
interesantes. Por ejemplo, coloqué una moneda del principado de
Claudio que representa el Templo de Artemisa en Éfeso. Inclusión
más que justificada, pues ese templo es mencionado en esta obra.
138
Tuve la tentación de que la última moneda fuera una de las
que representan a Judea cautiva junto a un trofeo. Al ser una
moneda posterior, resistí ese impulso a pesar de la belleza de esa
moneda.
139
En mi novela sobre san Pablo, una de las cosas que no iba a
aparecer era su hipotético viaje a Hispania. Pero he cambiado de
opinión por dos razones:
Para una persona tan lleno de celo como Pablo, poder predicar
en el confín del mundo debió ser algo así como un deseo
irrefrenable. Por esas razones, pero sobre todo por los testimonios
patrísticos, podemos dar por cierto que estuvo en Hispania.
140
líneas en un texto. Los protagonistas impersonales de la historia allí
se vuelven totalmente personales. Miré mucho esas caras porque
esos podían ser las de mis personajes.
Esta otra gran señora muestra un rostro tan neutro como una
máscara, y rostro silencioso que no despierta ningún sentimiento.
En este hombre de treinta años, vemos curiosidad, capacidad para
interesarse por las cosas de la vida; por lo que se ve, murió joven.
Hay un niño que se parece mucho físicamente y psicológicamente
a un primo mío.
141
Una curiosidad, entre los centenares de rostros de El Fayum,
encontré uno perfecto para Pablo, se trataba de una imagen óptima
para la portada de la novela. El problema era que, si ponía esa
imagen en la portada, habría presentado un apóstol con casi sesenta
años de edad. Eso habría provocado, inevitablemente, que los
lectores hubieran leído los primeros tomos poniendo un rostro
anciano al protagonista.
143
Nunca me imaginé que la corte herodiana tuviera una riqueza
de tramas tan impresionante como la que se desprende de los
estudios actuales. Y es que la figura histórica de los reinos clientes
resulta apasionante. Y el que mejor se conoce es el reino-cliente de
Judea y la tetrarquía subsiguiente.
144
convicción de su impotencia propia. El Régimen de Vichy fue un
ejemplo de Estado Vasallo en pleno siglo XX. Los romanos fueron
muy pragmáticos a la hora de ahorrar efectivos humanos en reinos
donde su imperio fuera recibido con oposición generalizada. Y
crearon una arquitectura de reinos fronterizos muy inteligente.
Ahora, leo el Evangelio y Hechos con otros ojos cada vez que
se menciona a un Herodes. Incluso cuando me imagino a Jesús o
san Pablo paseando por Jerusalén, una ciudad más pequeña de lo
que me imaginaba, la huella de esta dinastía resulta inevitable en
esas composiciones mentales.
147
inconvenientes podía, como máximo duplicarse ese tiempo.
Estaríamos en julio.
A los ojos del que desconoce este hecho, pensando que el mal
tiempo comienza en otoño, le puede parecer que hay unos meses
perdidos. Pero no es así, el desfase aparente sería de más o menos
un mes: llegarían a Creta en algún momento de junio. Y digo que
sería aparente porque el texto especifica que se perdió mucho
tiempo a causa de constantes vientos en contra. Si a eso añadimos
que el mal tiempo puede adelantarse, no hay meses perdidos desde
la salida del puerto de Cesarea hasta la parte previa a la gran
tormenta.
148
Mi corrector me señaló que, en el tema de la sucesión en el
primado de Pedro, parecía haber una contradicción en dos
fragmentos de mi novela:
149
ministerio petrino ejercido de forma ambulante, visitando las
iglesias de los sucesores de los Doce.
150
conocemos nosotros en el siglo XXI. Sustancialmente era el
mismo, pero el ejercicio del primado petrino estaba muy limitado
por la distancia de las comunidades.
151
Esencialmente, había diecisiete praenomina, frente a
centenares de gentes. Aunque nos pueda resultar sorprendente, era
mucho más identificativo llamarse por el “apellido” que con el
“nombre de pila”; si bien, estos términos son inadecuados para
referirse al sistema romano. Pues, para ellos, su “nombre de pila”,
en el fondo, era su “apellido”.
152
explicación para otros momentos de la novela en la que alguien es
llamado o conocido por el cognomen.
153
154
Conclusión
155
La frescura del primer momento. La alegría de una ilusión
primaveral. Todo ello en medio de una sociedad de opresión,
esclavitud y sangre. Pero también en medio de un imperio
bellísimo. ¡La belleza del imperio! Se sentían orgullosos de haber
llegado a esa plenitud. Los siglos futuros querrían repetir, imitar,
revivir, ese orden hermoso.
156
Al llegar a la conclusión de esta empresa, no puedo dejar de
pensar que si hubiera acabado esta extensa obra en los años 70, me
la hubieran quitado de las manos las editoriales. Hoy día no tengo
claro si lograré que vea la impresión en papel.
157
Por carácter, por formación intelectual, me siento más
cercano a la forma de ser del personaje que tiene voz en la obra de
Yourcernar que al celestial santo. A un místico como Pablo,
debería haberlo descrito otro asceta como él. En mi caso, es como
si el emperador Adriano procediera a contar la historia de un alma
ardiente. Me he sentido completamente indigno por ser yo el que
hiciera el cuadro de una existencia divinizada. Pero he seguido
adelante tranquilo: también tiene interés un Pablo descrito por
Adriano.
158
que no será un resumen. Me gustaría que sea otra obra. Deseo que
sea una relectura de mi obra, que los párrafos sean redactados de
nuevo, repensados, reformulados. Un libro que se sumerja más en
el interior de Pablo. Una obra que, literariamente, sea más
experimental; como Las Tentaciones de san Antonio, de Flaubert.
Me refiero en cuando a la densidad, pues no es mi propósito hacer
una copia de ese escrito de Flaubert con Pablo como protagonista.
Me gustaría que ese futuro libro mío tenga un estilo propio. Ya
veremos si esto se queda en un anhelo.
159
Arabia, una conversación junto al río Orontes, la conversación con
Pedro ya encarcelado... Sea dicho de paso, no dejo de ver un cierto
paralelismo entre el encuentro con Caifás (al principio de la novela)
y el encuentro con Poncio (al final).
–Shisss, que pasa por allí ese loco que escribió una biografía
mía en 2400 páginas.
–¿¡2400!?
160
Índice
Pensamientos varios 2
Notas literarias 14
Notas teológicas 31
Notas históricas 51
Conclusión 155
161
www.fortea.ws
162
José Antonio Fortea Cucurull, nacido en
Barbastro, España, en 1968, es sacerdote
y teólogo especializado en el campo
relativo al demonio, el exorcismo, la
posesión y el infierno.
www.fortea.ws
163