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tema

03 FILOSOFÍA

La comunicación humana y el
lenguaje:
lenguaje natural y lenguajes formales
28-14614-13

Temario 1993
tema 3

filosofía

1. La comunicación humana
1.1. Los elementos del contexto comunicativo

1.2. La tipología de los actos comunicativos

2. El lenguaje en la comunicación
2.1. El signo lingüístico

2.2. La funciones del lenguaje

3. Lenguajes naturales y lenguajes formales


3.1. Similitudes entre lenguajes naturales y formales

3.2. Diferencias entre lenguajes naturales y formales

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INTRODUCCIÓN

En este tema vamos a abordar el fenómeno de la comunicación humana y vamos


a analizar cuál es el papel que juega el lenguaje en los episodios comunicativos.
El objetivo es introducir una serie de ideas intuitivas que nos permitan tener una
imagen clara de los elementos y mecanismos que rigen los procesos de comuni-
cación, que nos acerquen de una manera comprensible a este fenómeno, y que
sirvan como punto de partida para reflexiones posteriores. Para cubrir ese objetivo,
vamos a desdoblar el tema en tres grandes apartados.
Por un lado, en el apartado número uno, intentamos caracterizar el fenómeno de
la comunicación humana. Se introducen y se describen los elementos básicos que
intervienen en la mayoría de los episodios en los que se produce comunicación,
así como los elementos que pueden ser considerados como secundarios. Para
completar esa caracterización, se introduce también una tipología de los actos
comunicativos.
Por otro lado, en el segundo apartado, abordamos el papel del lenguaje en la co-
municación, haciendo hincapié en el funcionamiento representacional de sus uni-
dades (el signo lingüístico) y describiendo las principales funciones que presenta
el lenguaje en ese tipo de contextos. Finalmente, en el tercer apartado, el tema
se completa introduciendo los conceptos de lenguaje natural y lenguaje formal,
mostrando las semejanzas y las diferencias que existen entre ellos y que caracteri-
zan a estos dos tipos de lenguajes.

Este tema, planteado como introducción a la Teoría de la Comunicación.


puede ser estudiado de forma independiente. Sin embargo, es conve-
niente haberlo leído antes de pasar al tema 4, relativo a la filosofía del
lenguaje (en especial la parte de pragmática). También está relacionado,
sobre todo en su apartado 3, con los temas 5, 6 y 7 sobre lógica. Por otro
lado, se le podría dar un enfoque más filosófico ampliándolo con alguna
mención a la Teoría de la Acción Comunicativa de Jürgen Habermas.

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1 La comunicación humana
Desde sus orígenes, el ser humano ha sido capaz de desarrollar de forma especial una habilidad que
lo define y que lo diferencia de la mayoría del resto de las especies que pueblan el planeta: su capa-
cidad de comunicación. Esa habilidad humana debe ser entendida como un conjunto de acciones y
estrategias que le permiten expresar, transmitir e intercambiar ideas con sus congéneres.
La comunicación debe ser considerada como una faceta humana central y básica que articula, en
parte, nuestra actividad mental. Esta capacidad de comunicación ha permitido que el ser humano
haya podido obtener importantes y sólidos beneficios. Entre estos destacan, por encima del resto, la
construcción de las estructuras sociales y la adquisición de conocimiento.
El hombre, a partir de su capacidad de comunicación, ha sido capaz de construir unas estructuras
sociales que le aseguran un modo cómodo de desarrollo y unas expectativas de supervivencia que
nunca hubiera alcanzado de forma aislada e individual.
Por otro lado, sobre esa misma habilidad comunicativa, el ser humano ha sabido edificar y expandir
su capacidad de conocer y aprovechar ese conocimiento en su propio beneficio. Ese conocimiento
obtenido se construye, en gran medida, a partir de los intercambios (transmisión) de información
que establecemos en la comunicación (directa o a través de documentos) con otras personas.
Pasemos, a continuación, a caracterizar el fenómeno de la comunicación a través de la descripción
de los elementos que lo componen, y a abordar los diferentes tipos de comunicación humana que
suelen producirse.

1.1. Los elementos del contexto comunicativo

Para caracterizar adecuadamente los contextos comunicativos debemos primero introducir una dis-
tinción clara entre sus elementos básicos y sus elementos secundarios.
Los elementos básicos son aquellos elementos necesarios e imprescindibles para que se pueda
producir la comunicación.
Los secundarios, en cambio, son elementos que, si bien intervienen con cierto peso en la mayoría
de los contextos comunicacionales, la existencia de los mismos no es una condición necesaria para
que se produzca este tipo de contextos.

XX Elementos básicos.
Intuitivamente, en todo contexto comunicativo siempre es posible identificar los siguientes cuatro
elementos básicos:
1. Emisor. El emisor es la persona que pretende, utilizando una señal, transmitir un contenido infor-
mativo a una segunda persona.
2. Señal. La señal puede identificarse como el acaecimiento o la parcela de la realidad (algo que
ocurre) que transporta cierta información: se trata del soporte material de la información.

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3. Contenido informativo. El contenido informativo, en cambio, debe ser entendido como la infor-
mación (una proposición o una idea en la que se afirma que en la realidad ha ocurrido algo en
concreto) que transporta la señal y que pretende ser comunicada.
4. Receptor. Por último, el receptor es la persona a la cual va dirigida la información que se intenta
transmitir mediante la señal en un contexto comunicativo.
Todo contexto en el que no existan o no se puedan identificar claramente cada uno de estos cuatro
elementos debe ser considerado como un episodio en el cual no se ha producido comunicación.
O dicho de otra manera: para que se produzca un contexto de este estilo deben existir esos cuatro
elementos.
Para ilustrar estas ideas, imaginemos un típico contexto comunicativo. Después de que un anciano
en el parque le pregunte qué hora es, una mujer le contesta: «son las cinco y media».
Si obviamos la pregunta del anciano, en este contexto se ha producido un contexto comunicativo
donde se pueden distinguir los siguientes elementos básicos: el emisor (la mujer), la señal (el soni-
do que sale por la boca de la mujer al proferir el enunciado «son las cinco y media»), el contenido
informativo (la proposición o idea que afirma el hecho de que son las cinco y media de la tarde), y el
receptor (el anciano que recibe la señal y el contenido informativo asociado a la misma).
Introducidos los elementos básicos que intervienen en los contextos comunicativos, es importante abor-
dar también dos de los aspectos que caracterizan este tipo de contextos:
1. Intencionalidad de la transmisión.
2. Efecto en el receptor.
Como acabamos de señalar, en la comunicación la figura del emisor es siempre un elemento nece-
sario e imprescindible; hasta el punto de que no existe comunicación si no existe un emisor. Ahora
bien, para que se produzca un episodio de comunicación, ¿es suficiente con el hecho de que inter-
venga un emisor? La respuesta es clara: no. Para que se produzca un episodio de este tipo es nece-
sario también que el emisor tenga la intención de transmitir cierta información (cierto contenido
informativo) utilizando la señal en cuestión.
Ilustremos este punto mediante un par de ejemplos. Imaginemos que el responsable de una iglesia
sólo utiliza el sonido de la campana para avisar a los vecinos del pueblo, los domingos a las doce del
mediodía, de que va a comenzar la misa. Imaginemos también que hoy es 28 de diciembre (día de
los Santos Inocentes) y que la persona encargada de la campana ha decidido gastarle una pequeña
broma a sus paisanos del pueblo.
La broma consiste en hacer sonar la campana a las 11:30 para que sus paisanos crean que ya son las
doce y que deben asistir a misa. ¿Qué podemos decir al respecto? En este caso diríamos que no nos
encontramos frente a un genuino contexto en el que se produzca comunicación, ya que, aunque
exista un emisor (el responsable), éste no tiene la intención de transmitir la información de que son
las doce utilizando el repicar de la campana, a pesar de que esa información es precisamente la que
extrae el receptor a partir de la señal consistente en el repicar de campanas.
Recuperemos ahora la situación del parque en el que la mujer le comunica la hora al anciano. Ima-
ginemos que la mujer también se deja llevar por la tradición y que pretende gastarle una pequeña
broma al señor. Realmente son las cinco y cuarto de la tarde pero ella le dice: «son las seis». En este
caso tampoco se ha producido un acto comunicativo, ya que, aunque exista un emisor (la mujer),
éste no tiene la intención de transmitir la información que se le supone utilizando para ello la señal
«son las seis».

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Pasemos a mostrar la otra característica que caracterizan este tipo de contexto. Como ya hemos
señalado, la figura del receptor es un elemento necesario dentro de los contextos comunicativos
(no existe comunicación si no existe un receptor). Ahora bien, para que se produzca un episodio de
comunicación ¿es suficiente con el hecho de que intervenga un receptor? La respuesta es clara: no.
Para que se produzca un acto comunicativo es necesario también que en el receptor se produzca
cierto efecto a partir de esa información transmitida y asociada a la señal utilizada. O dicho de otra
manera, para que se produzca comunicación, la información transmitida por la señal debe causar
cierto efecto en el receptor que la recibe. El mínimo efecto que se exige es que el receptor reciba la
información asociada a la señal.
Ilustremos este punto a partir del ejemplo del parque. Imaginemos ahora que son las cinco y media
de la tarde, que la mujer profiere el enunciado «son las cinco y media» con la intención de transmi-
tirle la información de que nos encontramos en ese momento del día y que justo en ese momento
pasa a nuestro lado un ciclomotor que hace muchísimo ruido porque tiene el tubo de escape averia-
do. El anciano, aquejado por una incipiente sordera y a causa del ruido del ciclomotor, no consigue
oír las palabras.
En este caso tampoco se ha producido un acto comunicativo, ya que, aunque existe un emisor (la
mujer), una señal (sus palabras), una información (son las cinco y media) y un receptor (el anciano),
en este último esa información no ha causado ningún efecto, ni tan siquiera el efecto mínimo con-
sistente en el propio hecho de recibir la información.

XX Elementos secundarios.
Hasta el momento hemos identificado el emisor, la señal, el contenido informativo y el receptor
como elementos fundamentales de todo contexto comunicativo. Vamos ahora a abundar un poco
más sobre estos elementos y vamos a recoger otros que, aunque no puedan ser considerados como
básicos, también intervienen en la mayoría de los episodios en los que se produce comunicación.
Para introducir todos estos elementos vamos a recuperar algunas de las ideas defendidas por Clau-
de Shannon y Warren Weaver en su famosa Teoría Matemática de la Comunicación (1949). Teniendo
como objetivo la claridad expositiva, nos hemos tomado la libertad de realizar pequeñas adapta-
ciones y modificaciones sobre esas ideas y completarlas con una serie de elementos (la situación, el
contexto, el código y la noción de feedback) que no son contemplados por estos autores.
En términos generales, podemos decir que en todo contexto comunicativo en el que se produce
un flujo o una transmisión de información pueden identificarse los siguientes elementos: el emisor,
el mensaje1 (o señal original), el contenido informativo, el transmisor, la señal emitida, el canal, la
señal recibida, el transmisor inverso, el mensaje2 (o señal final), el receptor, la situación, el contexto,
el código, la fuente de ruido y el feedback. Todos estos elementos y las relaciones que entre ellos se
establecen son representados en la figura 1.

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Figura 1: Elementos que intervienen en los episodios de comunicación.

Como se desprende de esta figura, en el proceso comunicativo donde se transmite cierta infor-
mación pueden llegar a intervenir, por un lado, catorce elementos (el emisor, el mensaje1 (o señal
original), el contenido informativo, el transmisor, la señal emitida, el canal de comunicación, la señal
recibida, el transmisor inverso, el mensaje2 (o señal final), el receptor, la situación, el contexto, el có-
digo y el feedback) dotados de unas funciones determinadas y, por otro lado, un factor de disfunción
(la fuente de ruido).
En concreto, este proceso puede describirse de la siguiente manera. El emisor (la fuente de informa-
ción, el elemento del que parte el proceso comunicativo, y que se caracteriza por su intención de
transmitir cierta información a un receptor) selecciona una señal concreta o una cadena de señales
(a partir de ahora nos referiremos a esta señal utilizando las expresiones «señal original» o «mensa-
je1») de entre un conjunto de señales posibles (o de cadenas de señales posibles). Esta señal original
o mensaje1 transporta un contenido informativo determinado.
El transmisor se encarga de transformar o traducir ese mensaje produciendo para ello una señal (se-
ñal emitida) que a la postre es la que será transmitida. Esta señal emitida debe transportar la misma
información que el mensaje 1. En muchas ocasiones es el propio emisor el que actúa de transmisor
ofreciendo esa transformación o traducción del mensaje 1. Para que esa operación tenga éxito, el
producto de la traducción, la señal emitida, debe ofrecerse de acuerdo a un código y en sintonía
con cierto contexto.
Un código no es nada más que un sistema de señales gobernadas por un conjunto de reglas que
determinan cómo y en qué contextos las señales pueden ser usadas y combinadas para transmitir
información. No hay que ir muy lejos para encontrar códigos: el código morse, el código de ban-
deras utilizado en la marina o incluso cualquiera de las lenguas naturales que hablamos (español,
gallego, catalán, inglés, por ejemplo) con sus reglas sintácticas y semánticas puede ser considerada
como ejemplo de código. El contexto, en cambio, es el conjunto de señales que ya han sido trasmi-
tidas anteriormente y que preceden a la señal emitida.

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La señal emitida circula por el canal de comunicación, adecuándose al mismo y partiendo desde el trans-
misor. El canal no es nada más que el medio material cuya alteración permite esa transmisión de la señal
emitida. El aire (cuando hablamos en persona con alguien), el papel (cuando escribimos a alguien) o el
cable telefónico (cuando conversamos utilizando un teléfono) son ejemplos de canal de comunicación.
La señal emitida llega a través del canal al transmisor inverso. Cuando alcanza esa posición pasamos
a denominarla señal recibida. Esta señal recibida acostumbra a coincidir con la señal emitida. El
transmisor inverso (una especie de transmisor con la función comunicativa invertida) se encarga de
descodificar, transformar o traducir esa señal recibida y convertirla en el mensaje 2 (o señal final).
Recordemos que este mensaje 2, si no se ha producido nada que altere el proceso, transporta la mis-
ma información que la señal recibida, por tanto que la señal emitida, por tanto que el mensaje 1. En
muchas ocasiones es el propio receptor el que actúa de transmisor inverso realizando esa transforma-
ción o traducción de la señal recibida. Para que esa operación tenga éxito, el producto de la traduc-
ción, la señal emitida, debe ofrecerse de acuerdo al código y en sintonía con el contexto. El receptor,
destinatario último del proceso comunicativo, recibe e interpreta esa señal final, experimentando
cierto efecto a partir de esa información surgida originalmente del emisor y que se ha mantenido a lo
largo de toda la cadena de elementos.
Ahora que ya hemos introducido la noción de transmisor inverso, es importante señalar que uno de
los requisitos básicos que se deben exigir para que se produzca realmente comunicación es que el
transmisor (o el emisor, si es éste el que desarrolla esta función) y el transmisor inverso (o el receptor,
si es éste el que realiza esta actividad), al producir sus respectivas traducciones, compartan y utilicen
el mismo código y se encuentren en sintonía con el mismo contexto. El incumplimiento de este
requisito puede provocar que la información que transporta la señal original (o mensaje 1) no se co-
rresponda con la asociada a la señal final (o mensaje 2), no alcanzándose de esta manera el objetivo
de la comunicación: transmitir cierto contenido informativo desde el emisor al receptor.
Además, en todo episodio comunicativo es posible identificar también otro elemento: la situación.
La situación debe entenderse como todo el entorno espacio-temporal en el que se produce la co-
municación. El conocimiento de la misma también contribuye a la correcta actuación comunicativa
del emisor y a la correcta interpretación por parte del receptor.
Así, por ejemplo, si un emisor profiere el enunciado «está lloviendo aquí y ahora», esta señal emitida
sólo tendrá sentido y será correctamente interpretada si tanto el emisor como el receptor conocen
el entorno en el que se está produciendo el acto comunicativo, o dicho de otra manera, son capaces
de saber qué espacio físico se corresponde con la palabra «aquí» y qué momento de tiempo se
corresponde con la palabra «ahora».
A veces se habla de situación y contexto como si fueran lo mismo, cuando el sentido técnico de
contexto es el que vimos más arriba. También se habla a veces de contexto para referirse a algo que
incluye cosas como la situación, las intenciones y conocimientos de emisor y receptor, etc. Nosotros
nos mantendremos en las defniciones de situación y contexto recién establecidas.
Estrechamente relacionado con la figura del receptor se encuentra el fenómeno del feedback (o
retroalimentación). Cuando, en el apartado anterior, mostramos las diferencias entre la mera infor-
mación y la comunicación, señalamos como requisito para que se produzca esta última el hecho
de que existiera un receptor y que éste experimentara algún efecto a partir de la información que
surgía del emisor.
El feedback debe identificarse como la respuesta del receptor, dirigida hacia el emisor, respecto al
efecto que le produce la información que recibe. Por ejemplo, la sonrisa que nos ofrece la persona
a la que le acabamos de contar un buen chiste, o la proferencia del enunciado «¿de verdad?» que
realiza alguien tras haber escuchado el relato de una historia sorprendente, son dos claros ejemplo
de feedback o retroalimentación.

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La función básica del feedback es doble. Por un lado, permite mostrar el grado en el
que el receptor está implicado en el proceso comunicativo que le propone el emisor.
Así por ejemplo, cuando alguien nos llama por teléfono para contarnos algo, acostum-
bramos a repetir de vez en cuando expresiones como «¡Sí, sí!» o «¡Claro, claro!» para
demostrarle a nuestro receptor que nos encontramos al otro lado de la línea telefónica
(no se ha cortado la llamada) y que estamos metidos en la conversación.
Por otro lado, permite que el emisor ajuste las señales y los contenidos informativos
que transmite para maximizar la comunicación. De esta manera, por ejemplo, si una
persona (el emisor) decide explicarle a otra (el receptor) un chiste y no recibe una
sonrisa ni carcajada como premio, el emisor puede concluir que no se ha entendido el
chiste y que quizá haga falta realizar algunas explicaciones adicionales.
Por último, hemos de señalar que, desgraciadamente, en muchas ocasiones el proceso
global de la comunicación que acabamos de describir no se produce tal y como espe-
rábamos. En algunas situaciones concretas interviene una fuente de interferencias, dis-
torsión o ruido que produce una diferencia significativa entre la señal original emitida
por el transmisor y la que finalmente recibe el receptor. Esta diferencia entre las señales
provoca que el contenido informativo que llega al receptor no coincida con el que
originariamente fue seleccionado en la fuente de información o emisor, fustrándose
de esta manera el proceso o el intento comunicativo. Es posible distinguir tres tipos de
ruido: el sintáctico, el semántico y el pragmático.
1. Ruido sintáctico. Se produce cuando por el canal se añaden nuevas señales o se supri-
men las ya enviadas, de forma que la señal emitida por el transmisor no se correspon-
de con la recibida en el transmisor inverso. Ejemplo de este tipo de ruido lo encontra-
mos cuando en nuestra línea telefónica se solapa otra conversación o aparecen una
serie de ruidos que impiden comunicarnos eficazmente con nuestro interlocutor.
2. Ruido semántico. Se encuentra relacionado con la propia señal final y se produce
cuando ésta es ambigua, cuando transporta distintos contenidos informativos y no
se sabe cuál es pertinente para ese contexto. Ejemplo de este tipo de ruido lo po-
demos encontrar en muchos de los episodios de la comunicación lingüística. Así,
si yo profiero dando una orden a Luis «¡busca el gato, Luis!», mi interlocutor puede
no saber a qué gato (al animal de compañía que vive en mi casa o a la herramienta
del coche) me estoy refiriendo.
3. Ruido pragmático. Se produce cuando, por motivos derivados del contexto, el recep-
tor no percibe el contenido que se pretende transmitir. Para ilustrar ese tipo de ruido
imaginemos que un profesor de matemáticas recibe la llamada de un padre deses-
perado que le pregunta cómo lleva su hijo el aprendizaje de las ciencias exactas. El
profesor, practicante de un humor muy irónico y con el ánimo de no ofender al padre,
responde: «¡Hombre, qué quiere que le diga, ha mejorado mucho en gimnasia!». Con
este enunciado, el profesor no está diciendo literalmente que el chico está mejoran-
do en la asignatura de gimnasia, sino que lo que pretende decir es que el chaval no
ha mostrado grandes avances en matemáticas. El padre puede no sintonizar con ese
humor del profesor y puede no entender lo que realmente le están comunicando (es
decir, puede entender que la respuesta del profesor hace referencia exclusivamente
a la asignatura de gimnasia). Cuando se produce un desajuste de contenidos de este
tipo, nos encontramos frente a un episodio de ruido pragmático.

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Hasta aquí llegaría la descripción de todos los elementos que intervienen en un acto o proceso
comunicativo. Pasemos ahora a ilustrar con más detalle el funcionamiento de este proceso a través
de unos sencillos ejemplos.
„„ Primer ejemplo. Una persona se encuentra en casa y, recordando que hoy es el día en que un ami-
go suyo cumple años, decide realizar una llamada telefónica para felicitarle. En ese contexto, po-
demos decir que nuestro protagonista es la fuente de información o emisor, y la proferencia del
enunciado («¡feliz cumpleaños!», supongamos) que utiliza para felicitar a su amigo es el mensaje1
o señal original seleccionada, el mensaje que quiere transmitir. Este mensaje (esas palabras ha-
bladas, en definitiva) ha sido elegido de entre todas las posibles producciones lingüísticas, como
por ejemplo «¡enhorabuena!» o «¡feliz aniversario!», que normalmente utilizamos para felicitar a
alguien en el día de su cumpleaños.
Su aparato de teléfono sería identificado como el transmisor de ese proceso comunicativo. Este
aparato traduciría las palabras pronunciadas, los sonidos, en una señal eléctrica (la señal emitida).
Esa señal eléctrica se transmitirá a través del tendido o cableado telefónico que actuará de canal
de comunicación en este caso. Gracias a ese cableado, la señal será recibida en el aparato de telé-
fono de su amigo. Este aparato puede ser identificado como el transmisor inverso y transformará
la señal eléctrica recibida en un mensaje 2 o señal final, concretamente en una serie de sonidos
que emitirá mediante el auricular. Por último, el amigo de nuestro protagonista debe ser consi-
derado como el receptor de ese acto comunicativo. La proferencia de la expresión «¡Muchísimas
gracias!» que responde tras oír la felicitación podría ser identificado como el feedback.
Sin embargo, en algunas situaciones, puede ocurrir que en la línea telefónica, en el canal de co-
municación, se produzcan interferencias o distorsiones que hagan variar la señal emitida por el
transmisor de tal forma que el transmisor inverso, el aparato telefónico del amigo, reciba una se-
ñal distinta. Esa variación en la señal eléctrica recibida acostumbra a provocar que, en el aparato
receptor del amigo, se escuchen nuevos sonidos o que se supriman algunos de los sonidos que
en un principio aparecían en el mensaje 1 o señal original. Esta variación de mensajes puede, en
muchas ocasiones, hacer peligrar seriamente la comunicación entre los dos personajes.
„„ Segundo ejemplo. Supongamos que el protagonista de la historia anterior se encuentra pasean-
do por el parque y que un extraño se le acerca y le pregunta la hora. Nuestro amigo responde: «las
nueve y cuarto de la mañana».
Analicemos ese acto comunicativo. En este caso podemos decir que la mente de nuestro prota-
gonista es la fuente de información o emisor. El estado mental (un conjunto determinado de co-
nexiones neuronales) que experimenta cuando responde al extraño es el mensaje seleccionado,
el mensaje que quiere transmitir. Este mensaje ha sido elegido de entre todas las disposiciones
neuronales que normalmente experimentamos cuando comunicamos la hora.
El sistema fónico (cuerdas vocales, nariz, boca, lengua, paladar, etc.) de nuestro protagonista
debe ser identificado como el transmisor de ese proceso comunicativo. Este sistema traducirá
o transformará la disposición neuronal en una señal sonora (señal emitida), en la proferencia del
enunciado «las nueve y cuarto de la mañana». Esa señal sonora se transmitirá a través del aire que
actuará en esta ocasión de canal de comunicación. Gracias al aire, la señal será recibida por el
sistema auditivo de su amigo.
Este sistema auditivo puede ser identificado como el transmisor inverso y transformará la señal
acústica recibida en una señal eléctrica que generará una disposición neuronal en la mente del
extraño. Por último, la mente del extraño debe ser considerada como el receptor de ese acto
comunicativo.

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De nuevo, hemos de destacar que en este ejemplo también puede intervenir una fuente de ruido.
En algunas situaciones, puede ocurrir que el aire por el que circula la señal acústica, el canal de co-
municación, se encuentre contaminado con otros sonidos que actúen a modo de interferencia o
distorsión y que hagan variar la señal emitida por el transmisor de tal forma que el transmisor inver-
so, el sistema auditivo del extraño, reciba una señal distinta.
Esa variación en la señal acústica recibida acostumbra a provocar que en la mente del extraño se
produzca una disposición neuronal, un mensaje o señal final, que no se corresponda con la que
originalmente tenía nuestro protagonista. Y como pasaba anteriormente, esta variación en las dis-
posiciones neuronales, en los mensajes, puede, en muchas ocasiones, hacer peligrar seriamente la
comunicación entre los dos personajes del parque.

¿Cuáles son los elementos básicos del contexto comunicativo y cuál es su función?
¿Cuáles son son elementos secundarios?

1.2. La tipología de los actos comunicativos

En términos generales, es posible introducir una tipología de procesos comunicativos distinguiendo


dos grandes grupos de actos de comunicación:
1. La comunicación interpersonal.
2. La comunicación colectiva.
Comunicación interpersonal: en términos generales, la podemos definir como aquel proceso por
el cual una persona (emisor) ofrece una serie de contenidos informativos a otra u otras personas
(receptores) utilizando para ello un conjunto de señales. Ejemplos claros de este tipo de comuni-
cación los encontramos en cualquiera de los intercambios de correo electrónico que realizamos
aprovechando las tecnologías de la información, en la clase que imparte un profesor a sus alumnos
o, sin ir más lejos, en cualquiera de las conversaciones (incluidas las telefónicas) que entablamos a
lo largo del día.
Las principales características que sustentan este tipo de comunicación podrían ser resumidas de
la siguiente manera. En primer lugar diremos que nos encontramos frente a una comunicación que
acostumbra a ser directa y recíproca. Esto significa que se realiza sin intermediarios y que los emiso-
res y receptores intercambian sus papeles continuamente, es decir: el que en un momento dado es
el emisor pasa a convertirse en el receptor del acto comunicativo, y viceversa.
Otro rasgo esencial es que, en la mayoría de las ocasiones, este tipo de comunicación no requiere la
intervención de terceras personas (profesionales técnicos, en su mayoría) para poderse llevar a cabo.
En tercer lugar, podemos decir que el número de los receptores acostumbra a ser relativamente
pequeño (una persona o un grupo reducido de personas) lo que permite que la relación emisor-
receptor sea muy estrecha. Por último señalaremos que en este tipo de comunicación habitualmen-
te se utilizan combinadamente una serie de canales distintos (aire, luz...) y existe un alto grado de
inmediatez respecto al feedback.
La comunicación colectiva, en cambio, debe entenderse como un proceso por el cual grupos so-
ciales especializados (grupos de comunicación) emplean medios técnicos masivos (prensa, radio,
televisión, por ejemplo) para diseminar contenidos informativos en públicos masivos, heterogéneos
y ampliamente dispersos.

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Las principales características de este tipo de comunicación se alejan sensiblemente de las de la


interpersonal. En primer lugar diremos que la comunicación colectiva es pública y unilateral. Esto
significa que en la mayoría de las ocasiones cualquiera puede participar en el acto comunicativo
como receptor y que el flujo informativo sólo circula en una sola dirección, es decir, los papeles de
emisor y receptor raramente se intercambian.
Por otro lado señalaremos que para que se produzca este tipo de comunicación sí que es necesaria
la intervención de especialistas (profesionales técnicos, en su mayoría). En tercer lugar, debe seña-
larse que en este tipo de actos comunicativo el número de receptores acostumbra a ser muy alto, lo
que provoca que la relación directa emisor-receptor sea muy escasa, diluida o casi inexistente. Por
último, diremos que en la comunicación colectiva habitualmente no existe una multiplicidad de
canales y existe un bajo grado de feedback.
Como acabamos de ver, la dicotomía comunicación colectiva-comunicación interpersonal, parece
adecuarse sin problemas al fenómeno que nos ocupa. De todas formas, en la última década esta
consolidándose una nueva forma de comunicación que parece forzar y hacer inadecuada esa distin-
ción: la comunicación resultante del uso masivo de internet.
Dentro de esa nueva forma de comunicación y a partir de su flexibilidad y capacidad de genera-
ción de nuevas fórmulas, parece diluirse la distinción entre lo colectivo y lo interpersonal. Por tanto,
creemos que se impone la necesidad de abordar ese nuevo fenómeno utilizando para ello un doble
criterio que permita recoger todas las variantes de los actos comunicativos en general. Este doble
criterio consistiría en la combinación de la distinción emisor-receptor y la distinción público-privado.
La combinación nos ofrece, como se muestra en la tabla 1, cuatro tipos de comunicación.

Tipología de actos comunicativos


Emisor
Receptor Público Privado
Público Tipo I Tipo II
Privado Tipo III Tipo IV

Tabla 1. Tipología de los actos comunicativos

De esta manera, los actos comunicativos de tipo I serían aquellos en los que tanto el emisor como
el receptor son públicos. Ejemplos de este tipo de actos los encontramos en el consumo colectivo
de los medios de comunicación de masas como la prensa, la radio o la televisión. Los actos comu-
nicativos de tipo II se caracterizarían, en cambio, por tener un emisor privado y un receptor público.
Dentro de este tipo de comunicación encontramos las que realizan organizaciones cerradas (como
por ejemplo, empresas comerciales) cuando se dirigen a un público amplio mediante el uso de
la publicidad. Por el contrario, los actos comunicativos de tipo III coincidirían con aquellos en los
que el emisor es público y el receptor privado. Ejemplos de este tipo de actos los encontramos en
el consumo individual de productos como los libros, las bases de datos de acceso restringido o la
televisión de pago.
Finalmente, los actos comunicativos de tipo IV se corresponderían con aquellos en los que tanto el
emisor como el receptor son privados. Cada una de los episodios de comunicación interpersonal
que realizamos a lo largo del día (conversaciones cara a cara, llamadas telefónicas, etc.) son claros
ejemplos de este tipo de actos comunicativos.

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La comunicación derivada de la implantación de las nuevas tecnologías e internet incluiría los cuatro
tipos de comunicación. Por un lado, recogería actos comunicativos de tipo I como los que se derivan
por ejemplo del uso masivo de los periódicos electrónicos. Por otro lado, incluiría actos comunicati-
vos de tipo II como cualquiera de la infinidad de páginas web institucionales de organismos oficiales
y organizaciones privadas que pueblan la red.
Además, englobaría actos comunicativos de tipo III como las páginas web (o recursos digitales) a los
que sólo se puede acceder mediante el previo pago de cierta cantidad de dinero. Por último, abar-
caría también actos comunicativos de tipo IV como los que realizamos cuando utilizamos el correo
electrónico, el blog o el chat.

¿Qué dos criterios se utilizan para clasificar los actos comunicativos y cómo es la cla-
sificación resultante?

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2 El lenguaje en la comunicación
El lenguaje juega un papel central en la mayoría de los procesos de comunicación humana. Si se
restringiera el uso del lenguaje, nuestra capacidad comunicativa se vería sensiblemente reducida. Y
es que los seres humanos articulamos y vehiculamos la mayoría de los episodios de transmisión de
información mediante el uso de una lengua.
Cuando nos comunicamos cara a cara con otra persona o cuando lo hacemos mediante el teléfono,
el correo electrónico o una simple una carta, siempre utilizamos el lenguaje para hacer posible esa
comunicación.
Teniendo en cuenta los elementos que conforman un contexto comunicativo, el papel crítico del
lenguaje en todo el proceso se hace todavía más claro y evidente. Para que se produzca realmente
comunicación, el transmisor (o emisor, ya que es éste el que desarrolla esta función) debe represen-
tar adecuadamente la información utilizando un código (una lengua), una situación y un contexto
(para acabar de dotar de sentido a la representación) que, a su vez, sean compartidos también por
el transmisor inverso (o receptor, ya que es éste el que realiza esta tarea).
Para acabar de ver ese papel crítico que juega el lenguaje en la comunicación es necesario abordar
tanto la capacidad representativa de las unidades que lo forman (el signo lingüístico) como sus
funciones.

2.1. El signo lingüístico

La capacidad de representación que tiene el lenguaje y que permite su utilización en los procesos de
comunicación reside en las unidades que lo conforman: los signos lingüísticos, cuya naturaleza fue des-
crita por Ferdinand de Saussure (1857-1913) en su obra póstuma Curso de lingüística general (1916).
Estrictamente hablando, el signo es una entidad lingüística compuesta a su vez de dos elementos: el
significado y el significante. El significado es el contenido del signo, esa idea o contenido que tene-
mos en la mente asociado al signo lingüístico y que queremos transmitir utilizando ese signo.
El significante, en cambio, es la forma del signo, el conjunto de sonidos o letras que forman ese signo
lingüístico y con cuya proferencia (escrita o hablada) queremos transmitir el contenido. La relación
que mantienen el significado y el significante se le denomina «relación de significación».
Ilustremos estas ideas a través de un ejemplo. Nosotros solemos utilizar el signo lingüístico «fuego»
en aquellas situaciones, entre otras, en las que queremos comunicar a alguien que se ha producido
un incendio. En este caso, el signo lingüístico estaría formado por dos elementos. Por un lado, un
significado, la idea que queremos transmitir, la idea de que se ha producido un incendio. Por otro,
un significante, el conjunto de letras (la expresión «fuego») que alguien pronuncia en voz alta para
comunicar a las personas cercanas que se ha producido un incendio.
Existen una serie de propiedades que caracterizan a los signos lingüísticos. Entre estas podríamos des-
tacar las siguientes: bifrontismo, articulación, arbitrariedad, linealidad, inmutabilidad y mutabilidad.
1. Bifrontismo. Se deriva directamente de la doble composición del signo. Al estar compuesto de
dos elementos, el significado y el significante, todo signo presenta una doble dimensión: la di-
mensión del significado (el plano del contenido) y la dimensión del significante (el plano de la
expresión).
2. Articulación. Todo signo es una entidad articulada, una entidad que se encuentra formada a partir
de la articulación de unidades más pequeñas. Así, por ejemplo, el enunciado «la casa es blanca»
se encuentra formado por una serie de palabras («la», «casa», «es», «blanca»), y la palabra «casa»
está formada, a su vez, por unidades más pequeñas («c», «a», «s», «a»).

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filosofía

3. Arbitrariedad. Se concreta en la relación que mantienen el significado y el significante. Esa rela-


ción que mantienen el significante y el significado es del todo arbitraria, no responde a ningún
tipo de criterio prefijado, no existe un nexo natural entre ellos. Cualquier expresión podría estar
relacionada con una idea, y cualquier idea podría asociarse con una expresión. Así, por ejemplo, la
expresión «casa» podría estar asociada a la idea de un perro y no a la de una casa; y la idea de una
casa, sin ir más lejos, podría estar asociada a la expresión «qwerty» y no a la expresión «casa».
4. Linealidad. El significante, al poseer una naturaleza física (espacio-temporal), se extiende en el
tiempo (cuando se escribe) y en el espacio (cuando se habla) de forma lineal y no simultánea. Así,
por ejemplo, cuando alguien pronuncia el enunciado «la casa es blanca» no pronuncia todas esas
unidades de forma simultánea, sino que pronuncia en este orden «la», «casa», «es», «blanca».
5. Inmutabilidad. Desde una perspectiva sincrónica, en un periodo de tiempo concreto el signo
lingüístico debe ser considerado como una entidad inmutable. La comunidad de hablantes fija
de una vez por todas y sin variaciones el significado y el significante de cada signo que forma esa
lengua. Si un hablante quiere utilizar correctamente el signo «casa», debe conocer el significado
y el significante que la comunidad ha fijado al respecto.
6. Mutabilidad. Desde una perspectiva diacrónica, en un periodo de tiempo extenso, el signo lin-
güístico debe ser considerado como una entidad mutable. El significado y el significante de cada
signo que forma parte de una lengua puede sufrir variaciones y transformase. La evolución de las
lenguas románicas a partir de la transformación del latín podrían ser considerado como un claro
ejemplo de esos cambios y mutaciones.

2.2. La funciones del lenguaje

Una de las razones por las cuales el lenguaje debe ser considerado como uno de los elementos clave
para la comunicación humana es esta: el lenguaje nos permite desarrollar diferentes funciones a la
hora de poder trasmitir las actitudes e intenciones del emisor (del hablante en la comunicación oral
y del escritor en la comunicación escrita). Las principales funciones que el lenguaje nos ofrece son
seis: referencial, conativa, emotiva, metalingüística, fática y poética.
1. Función referencial (o denotativa). Se ejemplifica en aquellos casos en los que el emisor utiliza
el lenguaje para informar o transmitir una información concreta y verificable al receptor. Es la
función que se suele utilizar en los textos informativos y científicos. En el ejemplo del anciano del
parque, cuando la mujer profiere «son las cinco y media», se produce un ejemplo de la utilización
del lenguaje que tiene esa función.
2. Función conativa (o apelativa). Se utiliza cuando el hablante o emisor persigue, utilizando el len-
guaje, provocar que actué el oyente o receptor. Los recursos lingüísticos más habituales que sue-
len utilizarse en esta función son el modo imperativo, los vocativos y las oraciones interrogativas.
«Páseme la sal, por favor», proferido por un comensal en una comida de negocios, es un ejemplo
de la utilización del lenguaje con esta función.
3. Función emotiva (o expresiva). Se produce en aquellos casos en los que el hablante o emisor
quiere, utilizando el lenguaje, expresar sus sentimientos o deseos al oyente o receptor. La típica
declaración, «¡te amo!», de una persona enamorada es un ejemplo de la utilización del lenguaje
con esta función emotiva.
4. Función metalingüística. Se utiliza cuando el hablante o emisor quiere, utilizando el lenguaje, ha-
blar del propio lenguaje. El enunciado «la palabra «casa» está formado por cuatro letras» proferi-
do por un profesor de lengua en el contexto de una clase puede ser un ejemplo de la utilización
del lenguaje con esta función metalingüística.

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filosofía

5. Función fática (o de contacto). Se ejemplifica en aquellos casos en los que el emisor utiliza el
lenguaje para iniciar, interrumpir, continuar, finalizar o comprobar el estado del proceso de co-
municación con el receptor. En una conversación telefónica, la proferencia de «Sí, sí… entiendo»
por parte de una de las personas mientras que la otra habla, puede ser considerada como un
ejemplo de la utilización del lenguaje con esa función fática.
6. Función poética (o estética). Se utiliza cuando el hablante o emisor pretende, utilizando el lengua-
je, llamar la atención sobre la forma de las propias palabras que utiliza y provocar un sentimiento
estético en el receptor. Los versos que conforman un libro de poesía o algunos pasajes del len-
guaje literario son claros ejemplos de la utilización del lenguaje con esta función estética.
Las tres primeras funciones hacen referencia respectivamente al modo en que un mensaje y su
contenido informativo se relacionan con la situación, el receptor y el emisor de un episodio comuni-
cativo. Ya Karl Bühler (1879-1963) en su Teoría del Lenguaje (1934), e incluso en opúsculos anteriores,
había distinguido claramente esas tres funciones, dándoles además la misma importancia relativa, lo
cual rompía con el tópico de que la principal función del lenguaje es la referencial.
La ampliación de esas tres funciones iniciales a las seis que acabamos de exponer se debe sin embar-
go a Roman Jakobson (1896-1982), quien en su artículo «Linguistics and Poetics» (1960) se apoya en
el modelo comunicativo de Shannon y Weaver que antes representábamos en la figura 1.
El modo en que las funciones del lenguaje se relacionan con los elementos del modelo comunicati-
vo es muy claro: la función referencial está vinculada a la situación, la función conativa al receptor, la
función emotiva al emisor, la función metalingüística al código, la función fática al canal, y la función
poética al mensaje.

¿Cómo se relacionan uno a uno ciertos elementos del contexto comunicativo de Shan-
non con las funciones del lenguaje de Jakobson?

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tema 3

filosofía

3 Lenguajes naturales y lenguajes formales


Hasta este punto hemos abordado el fenómeno de la comunicación humana y el papel del lenguaje
en ese tipo de contextos. Para acabar el tema sólo nos queda abundar un poco más en el tema del
lenguaje, distinguiendo sus dos principales tipos: los lenguajes naturales y los lenguajes formales.
Un lenguaje natural es un sistema de signos lingüísticos que utilizamos los humanos dentro de una
comunidad para comunicarnos en nuestra vida cotidiana; por medio de él transmitimos informa-
ción, damos órdenes, coordinamos acciones, etc. El español, el inglés o el francés son ejemplos de
lenguajes naturales. Un lenguaje formal, en cambio, es un lenguaje construido a partir de una teoría
y orientado a la modelización de alguna información. Formalmente, se trata de un conjunto de ca-
denas de símbolos (los «significantes» de Saussure) formados mediante reglas estrictas a partir de un
conjunto inicial de símbolos aislados.
El lenguaje de la lógica que veremos en los temas 5, 6 y 7 es un claro ejemplo de este segundo tipo de
lenguaje, como también lo son los lenguajes de programación habituales: C, Pascal, Java, HTML, etc.

3.1. Similitudes entre lenguajes naturales y formales

Las principales similitudes entre los lenguajes naturales y los lenguajes formales se encuentran rela-
cionadas con los siguientes aspectos: la arbitrariedad de sus signos, su estructura sintáctica, la finitud
de sus expresiones lingüísticas y la propiedad de la productividad
Comencemos con el tema de la arbitrariedad. Como ya vimos en el apartado dedicado al signo lin-
güístico, las expresiones de los dos tipos de lenguajes (naturales y formales) al ser signos lingüísticos
son arbitrarias, ya que las relaciones o vínculos que mantienen sus significantes con sus significados
no responde a ningún tipo de criterio prefijado, no existe un nexo natural entre ellos.
Pasemos ahora a abordar las similitudes relacionadas con la estructura sintáctica. Los dos tipos de
lenguajes (naturales y formales) coinciden en el hecho de estar estructurados por una sintaxis (dife-
rente en cada caso) que nos suministra un conocimiento de las relaciones que se producen entre los
signos de ese lenguaje. En general, los lenguajes están construidos sobre un conjunto de símbolos
que recibe el nombre de «léxico del lenguaje».
Algunas combinaciones de esos símbolos dan lugar a ciertas unidades sintácticas mínimas (unida-
des sintácticas significativas del lenguaje) con las que los usuarios de ese lenguaje pueden llevar a
cabo una acción lingüística (transmitir información, expresar una opinión, dar una orden, etc.). La
principal propiedad sintáctica que poseen estas unidades, y que se intenta recoger a través de una
sintaxis, es la de ser «gramaticales» o estar correctamente formadas.
Todas las unidades sintácticas significativas del lenguaje son combinaciones de símbolos correctas o
gramaticales, pero no todas las combinaciones de símbolos son unidades gramaticales y, por tanto,
significativas. Esta propiedad de ser gramatical se caracteriza por ser sistemática. Se trata de una
propiedad sistemática ya que el conjunto de entidades que poseen la propiedad (el conjunto de
combinaciones de elementos del léxico que están bien formadas o son gramaticales, en definitiva)
se encuentra determinada por una serie de reglas.
Sus respectivas estructuras sintácticas determinan también el resto de los aspectos comunes a los
dos tipos de lenguajes. Por un lado, determinan la finitud de sus expresiones lingüísticas. Tal y como
está definida esas estructuras sintácticas, todos las combinaciones de símbolos correctas o grama-
ticales son finitas. Por otro lado, los dos tipos de lenguaje ejemplifican la propiedad de la producti-
vidad. Esas reglas sintácticas, al poder aplicarse sobre un conjunto infinito de entidades, permiten la
creación de oraciones nuevas que jamás han sido creadas, pero que pueden ser entendidas.

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filosofía

Así, por ejemplo, a partir del enunciado «el hijo de Paco tiene un coche» puedo construir infinitos
enunciados añadiendo sucesivamente la expresión «el hijo del»: «el hijo del hijo de Paco tiene un
coche», «el hijo del hijo del hijo de Paco tiene un coche», etc.
Estas propiedades nos permiten explicar por qué los usuarios de un lenguaje poseemos un conoci-
miento creativo del mismo: porque poseemos la capacidad de producir y entender enunciados que
nunca antes nadie había construido. El conocimiento (aunque sea tácito) de estas propiedades, su
sistematicidad y productividad es justo lo que nos evita la tarea de tener que aprender de memoria
un listado infinito de oraciones, y lo que nos habilita para poder utilizar una lengua en términos
creativos.

3.2. Diferencias entre lenguajes naturales y formales

Las principales diferencias entres los lenguajes naturales y los lenguajes formales se encuentran
relacionadas con los siguientes aspectos: la función que desarrollan, su origen y desarrollo, el apren-
dizaje, su capacidad expresiva y la ambigüedad.
La primera diferencia tiene que ver con la función o el uso que hacemos de los dos tipos de len-
guajes. Mientras que los lenguajes formales suelen ser utilizados para la modelización de algún tipo
concreto de información y expresarla sin ningún tipo de ambigüedad, los lenguajes naturales los
utilizamos para comunicarnos dentro de una comunidad en todas las facetas de nuestras vidas.
La segunda diferencia está relacionada con los respectivos orígenes y desarrollos de estos dos tipos
diferentes de lenguajes. Los lenguajes naturales han surgido de forma lenta pero espontánea, sin el
control de una teoría preexistente, a través de acuerdos tácitos entre los miembros de la comunidad
de sus hablantes, y las gramáticas que explican sus funcionamiento sintáctico, semántico y pragmá-
tico han sido generadas una vez que el lenguaje ya existía y era utilizado de forma espontánea por
esa comunidad.
Los lenguajes formales, en cambio, presentan un proceso inverso en su creación y desarrollo: prime-
ro, a priori, se crearon las reglas gramaticales que los determinan, y más tarde se pasó a generar el
lenguaje y a ofrecerlo para su utilización por parte de sus usuarios.
La tercera diferencia se encuentra relacionada con los aspectos del aprendizaje y el conocimiento de
estos lenguajes. Los seres humanos (por suerte) tenemos la virtud de utilizar los lenguajes naturales
sin tener conciencia explícita, en la mayoría de los casos, de la gramática que los explica. Tenemos
interiorizadas de una forma tácita esas reglas gramaticales que los determinan. Un niño de diez años
puede utilizar correctamente, sin ser consciente de su gramática, un lenguaje natural. Los usuarios
de los lenguajes formales, en cambio, tienen que recurrir consciente y explícitamente a las reglas
gramaticales que los rigen para utilizarlos correctamente.
Otra diferencia que distingue a los lenguajes naturales de los formales es la capacidad expresiva. Los
lenguajes naturales son altamente expresivos y ricos en matices, lo que permite describir a través de
su uso situaciones complejas y todo tipo de detalles. Los lenguajes formales, en cambio, no presen-
tan ese grado de expresividad y se encuentran más restringidos al respecto.
La última diferencia entre estos dos tipos de lenguajes que queremos abordar se encuentra relacio-
nada con la ambigüedad.
Derivado en parte de su gran capacidad expresiva, el lenguaje natural presenta unos altos niveles
de ambigüedad que dificultan, en algunas situaciones, incluso su uso adecuado. Esa ambigüedad
proviene, al menos en parte, del hecho de que el significado de algunas de sus expresiones se
concreta sólo a partir del contexto concreto en el que se utilizan. Poseen un significado «contexto-
dependiente», por así decirlo.

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Además esa ambigüedad suele reflejarse en todas sus dimensiones gramaticales. En el plano léxico,
por ejemplo, presenta graves problemas de ambigüedad relacionados con la sinonimia (existen pa-
labras distintas con el mismo significado) y la polisemia (una misma palabra puede tener diferentes
significados).
En el plano sintáctico, en ciertas situaciones no queda clara cuál es la dependencia sintáctica entre
algunos elementos. Así, por ejemplo, en el enunciado «Todos los profesores de filosofía admiran a un
filósofo» no se puede saber el alcance de las expresiones «todos» y «un», ya que existen dos posibles
interpretaciones: que todos los profesores de filosofía admiren al mismo filósofo (a Platón, por ejem-
plo) o que cada profesor admire a un filósofo distinto. Por último, en el plano semántico-pragmático,
algunos recursos expresivos, como las metáforas o incluso el uso irónico de ciertos enunciados,
pueden provocar la confusión y la distorsión en los procesos de comunicación.
El lenguaje formal, en cambio, ha sido diseñado para solventar esos problemas de ambigüedad y de
imprecisión que presenta el lenguaje natural. En este sentido, en los lenguajes formales el significa-
do de sus expresiones es «contexto-independiente», no varía según el contexto en el que éstas son
utilizadas. No tampoco se utilizan en un sentido irónico sus expresiones, ni se contemplan recursos
expresivos como las metáforas, ni existen de fenómenos sinonimia ni polisemia que puedan distor-
sionar los procesos de comunicación. Como contrapartida, las limitaciones respecto al grado de ex-
presividad es el precio a pagar por esa falta de ambigüedad.

¿Cuáles son las principales similitudes entre lenguajes naturales y lenguajes artificia-
les? ¿Y cuáles son las principales diferencias?

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tema 3

filosofía

CONCLUSIÓN

La capacidad de comunicación es un rasgo que define al ser humano frente al


resto de las especies, y que le permite obtener interesantes beneficios para garan-
tizar su desarrollo y supervivencia. Para caracterizar adecuadamente esa capacidad
comunicativa es necesario abordar los elementos que intervienen en este tipo de
contextos y describir los diferentes tipos de comunicación existentes.
El lenguaje, a partir de su capacidad representacional, juega un papel crítico en los
procesos de comunicación. Esa capacidad proviene de las unidades que lo confor-
man (los signos lingüísticos) y de sus propiedades de significación. Las funciones
del lenguaje explican los diferentes usos que, como hablantes, podemos hacer del
mismo.
Existen dos tipos de lenguaje: los lenguajes naturales y los lenguajes artificiales.
Un lenguaje natural es una lenguaje que utilizamos los humanos dentro de una
comunidad para comunicarnos en nuestra vida cotidiana. Un lenguaje formal, en
cambio, es un lenguaje construido a partir de una teoría y orientado a la modeli-
zación de alguna información.

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filosofía

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes clásicas

MORRIS, CH. (1962). Signos, lenguaje y conducta. Buenos Aires: Losada. Original: Signs, Lan-
guage and Behavior, 1946.
Obra clásica, fronteriza entre las disciplinas de la Lingüística y la Teoría de la Comunicación. Se
hace hincapié en las tres dimensiones del lenguaje: sintáctica, semántica y pragmática.
SAUSSURE, F. (1998). Curso de lingüistica general. Madrid: Alianza.
Obra clasica de la historia del pensamiento contemporáneo. Saussure presenta sus principales
aportaciones sobre los mecanismos representacionales del signo lingüístico, y ofrece un análisis
de los principales usos y funciones del lenguaje.
SHANNON, C.E., WEAVER, W. (1981). Teoría matemática de la comunicación. Madrid: Forja. Ori-
ginal: The Mathematical Theory of Communication, 1949.
Se presenta la teoría que pasaría a la historia como «Teoría Matemática de la Comunicación»,
«Teoría Matemática de la Información», o «Teoría de la Información». En la 1ª parte, Weaver anti-
cipa, en lenguaje no matemático, los principales conceptos y resultados de Shannon; presenta
además un modelo teórico para representar cualquier contexto comunicativo. En la 2ª parte,
Shannon desarrolla una teoría donde se definen matemáticamente todas las magnitudes que
intervienen en una situación de transmisión de información; a partir de esas definiciones pre-
senta un cálculo de la cantidad de información que puede ser transportada a través de un canal,
identificando formas de maximizar la eficacia de ese proceso.

Fuentes secundarias

HAMPSHIRE, S., PÉREZ-MONTORO, M. [eds.] (2004). Fundamentos de Teoría de la Comunica-


ción. Barcelona: Edicions de la Universitat de Barcelona.
Monografía colectiva donde se fundamenta la disciplina de la Teoría de la Comunicación y se
recogen las diferentes relaciones entre el fenómeno de la comunicación y otras disciplinas como
la educación, la sociología, la lingüística o la estética.
LUCAS, A., GARCÍA, M.C., RUIZ, J.A. (1999). Sociología de la comunicación. Madrid: Trotta.
Orientado a estudiantes universitarios de comunicación, repasa las principales teorías sobre la
comunicación desde una perspectiva sociológica.
MALETZKE, G. (1976). Psicología de la comunicación social. Quito: Ciespal. Original: Psycholo-
gie der Massenkommunikation, 1963.
Obra clave dentro de la historia de la Teoría de la Comunicación. Maletzke aborda los com-
ponentes psicológicos de la comunicación y presenta su modelo explicativo, que tanta in-
fluencia ha tenido en la disciplina.
MCQUAIL, D., WINDAHL, S. (1997). Modelos para el estudio de la comunicación colectiva. Bara-
ñáin (Navarra): EUNSA.
Aborda de una forma rigurosa y detallada los principales modelos explicativos del fenómeno de
la comunicación, mostrando para cada uno de ellos sus defectos y ventajas conceptuales.

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tema 3

filosofía

PÉREZ-MONTORO, M. (2004). «Información y comunicación en entornos virtuales». Razón y palabra, 38. En


línea. Consulta: 20-diciembre-2007.
Artículo en el que se presenta un modelo explicativo que define y diferencia, dentro de los entornos virtuales,
los episodios de información y los contextos comunicativos.
PÉREZ-MONTORO, M. (2007). The Phenomenon of Information. A Conceptual Approach to Information Flow.
Lanham (Maryland): Scarecrow Press. Original: El fenómeno de la información. Una aproximación concep-
tual al fenómeno del flujo informativo, 2000.
Repasa las principales características que definen el fenómeno de la información. Tras revisar todas las teorías
anteriormente propuestas plantea una definición conceptual del contenido informativo.
RODRIGO, M. (2007). Los modelos de la comunicación. Madrid: Tecnos.
Libro orientado a estudiantes universitarios interesados en el fenómeno de la comunicación de masas. De una
manera muy parecida a la de McQuail y Windahl, pero incluyendo también los contextos históricos-filosóficos,
aborda de una forma rigurosa y detallada los principales modelos explicativos del fenómeno de la comunica-
ción, mostrando, para cada uno de ellos, sus defectos y ventajas conceptuales.
WOLF, M. (1996). La investigación de la comunicación de masas. Barcelona: Paidós.
Orientado a estudiantes universitarios interesados en la comunicación de masas. Wolf es uno de los más famo-
sos estudiosos del fenómeno de la comunicación. En este libro aborda las principales teorías que describen y
analizan el fenómeno de la comunicación desde una perspectiva sociológica, y da cuenta de diferentes méto-
dos de investigación que se pueden desarrollar dentro de la disciplina de la Teoría de la Comunicación.

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tema 3

filosofía

RESUMEN

La comunicación humana y el lenguaje:


lenguaje natural y lenguajes formales.

„„ El canal es el medio material cuya alteración permite esa


1. La comunicación humana transmisión de la señal emitida.
„„ Habilidad que define al ser humano y que lo diferencia de „„ El transmisor inverso es una especie de transmisor con la
la mayoría del resto de las especies que pueblan el planeta: función comunicativa invertida que se encarga de desco-
su capacidad de comunicación. dificar, transformar o traducir la señal recibida y convertirla
„„ Beneficios de la comunicación: (i) Construcción de las es- en el mensaje2 (o señal final).
tructuras sociales. (ii) Adquisición de conocimiento. „„ El receptor es destinatario último del proceso comunicati-
„„ Para caracterizar el fenómeno de la comunicación: (i) Des- vo, recibe e interpreta la señal final, experimentando cierto
cripción de los elementos que la componen. (ii) Abordar efecto a partir de la información surgida originalmente del
los diferentes tipos de comunicación humana que suelen emisor.
producirse. „„ La situación es todo el entorno espacio-temporal en el que
se produce la comunicación.
1.1. Los elementos del contexto „„ El feedback o la retroalimentación es la respuesta del recep-
tor, dirigida hacia el emisor, respecto al efecto que le pro-
comunicativo duce la información que recibe.
„„ Para caracterizar adecuadamente los contextos comuni- „„ El ruido es una fuente de interferencias, distorsión o ruido
cativos, distinción clara entre los elementos básicos y los que produce una diferencia significativa entre la señal ori-
elementos secundarios. ginal emitida por el transmisor y la que finalmente recibe
el receptor.
XX Elementos básicos
„„ El emisor es la persona que pretende, utilizando una señal, 1.2. La tipología de los actos
transmitir un contenido informativo a una segunda persona.
comunicativos
„„ La señal puede identificarse como el acaecimiento o par-
cela de realidad que transporta cierta información; es el „„ Dos grandes grupos de actos de comunicación: (i) La co-
soporte material de la información. municación interpersonal. (ii) La comunicación colectiva.
„„ El contenido informativo, en cambio, debe ser entendido „„ Comunicación interpersonal: proceso por el cual una per-
como la información (una proposición o una idea en la que sona (un emisor) ofrece una serie de contenidos informati-
se afirma que en la realidad ha ocurrido algo en concreto) vos a otra u otras personas (el receptor) utilizando para ello
que transporta la señal y que pretende ser comunicada. un conjunto de señales.
„„ El receptor es la persona a la cual va dirigida la información „„ Comunicación colectiva: proceso por el cual grupos so-
que se intenta transmitir en un contexto comunicativo. ciales especializados (grupos de comunicación) emplean
„„ Condiciones necesarias para la comunicación: la intencio- medios técnicos masivos (prensa, radio, televisión...) para
nalidad de la transmisión y el efecto en el receptor. diseminar contenidos informativos en públicos masivos,
heterogéneos y ampliamente dispersos.
XX Elementos secundarios
„„ La señal original o mensaje1 es una señal seleccionada por
el emisor y que transporta un contenido informativo de- 2. El lenguaje en la comunicación
terminado.
„„ El transmisor se encarga de transformar o traducir ese „„ Para ver el papel crítico que juega el lenguaje en la comuni-
mensaje produciendo para ello una señal (señal emitida) cación es necesario abordar: (i) La capacidad representati-
que a la postre es la que será transmitida. va de las unidades que los forman (el signo lingüístico). (ii)
Las funciones del lenguaje.
„„ Un código es un sistema de señales gobernadas por un
conjunto de reglas que determinan cómo y en qué con-
textos las señales pueden ser usadas y combinadas para 2.1. El signo lingüístico
transmitir información
„„ El signo es una entidad lingüística compuesta, a su vez, de
„„ El contexto es el conjunto de señales que ya han sido tras-
dos elementos: el significado y el significante.
mitidas anteriormente y que preceden a la señal emitida.

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tema 3

filosofía

„„ El significado es el contenido del signo, esa idea o conteni- „„ Las expresiones de los dos tipos de lenguajes (naturales y
do que tenemos en la mente asociado al signo lingüístico y formales), al ser signos lingüísticos, son arbitrarias: las rela-
que queremos transmitir mediante el signo. ciones o vínculos que mantienen sus significantes con sus
„„ El significante, en cambio, es la forma del signo, el conjunto significados no responden a ningún tipo de criterio prefija-
de sonidos o letras que forman ese signo lingüístico y con do, no existe un nexo natural entre ellos.
cuya proferencia (escrita o hablada) queremos transmitir „„ Los dos tipos de lenguajes coinciden en el hecho de es-
ese contenido. tar estructurados por una sintaxis, que nos suministrar un
„„ La relación que mantienen el significado y el significante se conocimiento de las relaciones que se producen entre los
le denomina «relación de significación». signos de ese lenguaje.
„„ Algunas combinaciones de esos símbolos dan lugar a
ciertas unidades sintácticas mínimas (unidades sintácti-
2.2. La funciones del lenguaje
cas significativas del lenguaje) con las que los usuarios de
„„ Las principales funciones que el lenguaje nos ofrece son ese lenguaje pueden llevar a cabo una acción lingüística
seis: referencial, conativa, emotiva, metalingüística, fática y (transmitir información, expresar una opinión, dar una or-
poética. Fueron establecidas por Jakobson, quien se basó den, etc.).
en el modelo de comunicación de Weaver y Shannon. „„ La propiedad de ser gramatical se caracteriza por ser sis-
„„ La función referencial (o denotativa) se ejemplifica en temática.
aquellos casos en los que el emisor utiliza el lenguaje para „„ Las estructuras sintácticas determinan: (i) La finitud de sus
informar o transmitir una información concreta y verifica- expresiones lingüísticas. (ii) La propiedad de la productivi-
ble al receptor. dad. (iii) Por qué los usuarios de un lenguaje poseemos un
„„ La función conativa (o apelativa) se utiliza cuando el ha- conocimiento creativo del mismo.
blante o emisor persigue, utilizando el lenguaje, provocar
que actúe el oyente o receptor. 3.2. Diferencias entre lenguajes
„„ La función emotiva (o expresiva) se produce en aquellos naturales y formales
casos en los que el hablante o emisor quiere, utilizando el
lenguaje, expresar sus sentimientos o deseos al oyente o „„ Las principales diferencias entres los lenguajes naturales y
receptor. los lenguajes formales se encuentran relacionadas con los
„„ La función metalingüística se utiliza cuando el hablante siguientes aspectos: la función que desarrollan, origen y
o emisor quiere, utilizando el lenguaje, hablar del propio desarrollo, aprendizaje, capacidad expresiva y ambigüe-
lenguaje. dad.
„„ La función fática (o de contacto) se ejemplifica en aquellos „„ Mientras que los lenguajes formales suelen ser utilizados
casos en los que el emisor utiliza el lenguaje para iniciar, para la modelización de algún tipo concreto de informa-
interrumpir, continuar, finalizar o comprobar el estado del ción, que debe ser expresarda sin ningún tipo de ambigüe-
proceso de comunicación con el receptor. dad, los lenguajes naturales los utilizamos para comuni-
carnos dentro de una comunidad en todas las facetas de
„„ La función poética (o estética) se utiliza cuando el hablante
nuestra vida.
o emisor pretende, utilizando el lenguaje, llamar la aten-
ción sobre la forma de las propias palabras que utiliza y „„ Los lenguajes naturales han surgido de forma lenta pero
provocar un sentimiento estético en el receptor. espontánea, sin el control de una teoría preexistente. Los
lenguajes formales, en cambio, se crearon de acuerdo a las
reglas gramaticales que los determinan.
„„ Los seres humanos utilizamos los lenguajes naturales sin
3. Lenguajes naturales y tener conciencia explícita de la gramática que los explica.
lenguajes formales Los usuarios de los lenguajes formales, en cambio, tienen
que recurrir consciente y explícitamente a las reglas grama-
„„ Un lenguaje natural es una lenguaje que utilizamos los hu- ticales que los rigen para utilizarlos correctamente.
manos dentro de una comunidad para comunicarnos en „„ Los lenguajes naturales son altamente expresivos y ricos en
nuestra vida cotidiana. matices; los lenguajes formales, en cambio, no presentan
„„ Un lenguaje formal, en cambio, es un lenguaje construido ese grado de expresividad y se encuentran más restringi-
a partir de una teoría y orientado a la modelización de al- dos a ese respecto.
guna información. „„ El lenguaje natural presenta unos altos niveles de ambi-
güedad que dificultan, en algunas situaciones, incluso su
3.1. Similitudes entre lenguajes uso adecuado. El lenguaje formal, en cambio, ha sido dise-
ñado para solventar esos problemas de ambigüedad y de
naturales y formales imprecisión que presenta el lenguaje natural.
„„ Las principales similitudes entre los lenguajes naturales y
los lenguajes formales se encuentran relacionadas con los
siguientes aspectos: la arbitrariedad de sus signos, su es-
tructura sintáctica, la finitud de sus expresiones lingüísticas
y la propiedad de la productividad

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AUTOEVALUACIÓN

1. ¿Cuál de los elementos siguientes no es uno de los cuatro elementos básicos en un episodio comu-
nicativo?
…… a. Emisor.
…… b. Receptor.
…… c. Código.
…… d. Señal.

2. ¿Cuál es el sentido técnico de «contexto» dentro de un episodio comunicativo?


…… a. Lo que emisor y receptor comparten.
…… b. Conjunto de señales que preceden a la señal recién emitida.
…… c. Lugar y momento del episodio.
…… d. Distorsiones físicas que sufre la señal.

3. Los tres tipos de ruido son:


…… a. Sintáctico, semántico y pragmático.
…… b. Contextual y no contextual.
…… c. Relativos al emidor y relativos al receptor.
…… d. Ninguno de los anteriores.

4. La publicidad de Carrefour en nuestro buzón es un episodio:


…… a. De tipo I: emisor público, receptor público.
…… b. De tipo II: emisor privado, receptor público.
…… c. De tipo III: emisor público, receptor privado.
…… d. De tipo IV: emisor privado, receptor privado.

5. Una de estas expresiones es correcta:


…… a. El significante está compuesto significado (idea) y signo (expresión física).
…… b. El significante está compuesto significado (expresión física) y signo (idea).
…… c. El signo está compuesto por significado (expresión física) y significante (idea).
…… d. El signo está compuesto por significado (idea) y significante (expresión física).

6. ¿Qué par de características opuestas cumple el signo lingüístico?


…… a. Linealidad y no linealidad.
…… b. Arbitrariedad y necesidad.
…… c. Mutabilidad e inmutabilidad.
…… d. Ninguna de las anteriores.

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tema 3

filosofía

7. Por medio de la función conativa del lenguaje:


…… a. Expresamos un sentimiento.
…… b. Tratamos de influir en el pensamiento o conducta de otros.
…… c. Requerimos información.
…… d. Damos nuestro consentimiento.

8. Cuál de estas funciones es la que menos información puede transmitir:


…… a. Función conativa
…… b. Función emotiva
…… c. Función metalingüística
…… d. Función fática.

9. Una de las siguientes afirmaciones no cuenta como similitud entre lenguajes naturales y lenguajes
formales; es decir, es falsa:
…… a. Ambos se aprenden mediante una gramática explícita.
…… b. Ambos poseen una sintaxis.
…… c. En ambos casos las expresiones son finitas.
…… d. En ambos casos se pueden crear infinitas expresiones nuevas y correctas.

10. Una de las siguientes afirmaciones no cuenta como diferencia entre lenguajes naturales y lenguajes
formales; es decir, es falsa:
…… a. Los lenguajes naturales se crean siempre dentro de una comunidad, los formales pueden ser obra
de un sólo individuo.
…… b. Los lenguajes naturales son ambiguos, no así los formales.
…… c. La relación entre signos y cosas es arbitraria en los lenguajes formales, pero es natural en los len-
guajes naturales.
…… d. Los lenguajes naturales se pueden utilizar para cualquier función lingüística, mientras que los len-
guajes formales tienen muy limitadas sus funciones.

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