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Camilo Botero Sierra 20/09/2012

Para dar inicio a esta reflexión es preciso comenzar con la niñez y con la mentalidad con la que los
padres educan a los hijos, pues es a partir de esta etapa de la vida en donde se establecen los
lineamientos que van a caracterizar a determinado sujeto en su edad adulta. En la mayoría de los
casos cada una de las personas es convencida por sus padres para entender que el conocimiento
adquirido en las instituciones educativas es la base para garantizar un futuro exitoso, pero este
éxito es medido en base a las adquisiciones económicas, aun así este aspecto es generalizado
como la misión con la cual debe cumplir cualquier humano, o dicho de otra forma, ciudadano
económico y el máximo logro que puede alcanzar frente a la sociedad, siendo ésta la jueza
absoluta del progreso de cualquier sujeto. El verdadero enfoque de la misión de las instituciones
educativas se ha extinguido a causa de la falsa creencia de las personas acerca del provecho que
pueden sacar de su conocimiento, pues han sido educados para adquirir bienes materiales. Desde
la niñez los padres, quienes también han sido educados de la misma manera, establecen que
cuanto mejor sea el rendimiento del hijo en la institución educativa mayor será el área de la casa
que adquirirá en su edad adulta, es la respuesta que dan a sus hijos cuando preguntan acerca la
utilidad del colegio, respuesta que es destruida cuando, a partir de ilustraciones de gente “exitosa”
como Bill Gates o Steve Jobs, se establece que las instituciones educativas no garantizan la
estabilidad financiera y es justo en ese instante en donde la confusión nace. Estas pequeñas
personas ya no pueden ser guiadas de la forma tradicional pues cuentan con suficientes maneras
de demostrar que existen otros caminos para lograr lo mismo e incluso más, es en este punto en el
cual sienten que se han quedado sin guía sin encontrar otra opción que continuar solos, lo cual es
bastante riesgoso en la juventud pues ellos tan solo saben que el máximo logro se encuentra en la
capacidad de un alto grado de consumo. Su mentalidad ha sido formada por el consumo y para el
consumo así que cuando es el momento de elegir determinada carrera universitaria, en caso de
optar por una institución, lo primero que analizan es la cantidad de ingresos económicos que
obtendrán en el mundo laboral por lo cual la conclusión de dicho análisis será la que determinará
la elección. Es en el ámbito laboral cuando la desilusión hace su aparición ya que el “éxito” que
esperaban nunca se presenta como consecuencia de enfocar su etapa educativa en dirección del
consumo.

Como humanos hemos nacido en una comunidad con la cual compartiremos durante el transcurso
de la vida; esta comunidad ha sido construida por humanos con características diferentes y, al
igual que dichas características, nacen con diferentes habilidades. Son éstas las habilidades que
deben ser fortalecidas pues son las herramientas con las cuales hemos de aportar al progreso vital
más no económico, propio y de la sociedad con la cual compartimos. En base a lo anterior nace
una nueva respuesta respecto a la utilidad de las instituciones educativas: La institución básica
descubrirá nuestras habilidades, la institución superior las fortalecerá por el progreso vital nuestro
y de aquellos que necesiten de nosotros.

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