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Siguiendo a Fitzpatrick, los actores sociales del proceso revolucionario ruso, que tuvieron
una gran relevancia fueron el campesinado, la burguesía, la intelligentsia y la clase obrera.
La intelligentsia, era una elite educada y occidentalizada que estaba alienada del resto de la
sociedad por su educación y del régimen por su ideología radical. Estaban unidos por una
preocupación moral, por una sociedad mejor, la capacidad de “pensamiento crítico” y
semiopositora al régimen. Este sector desde mediado del siglo XIX alimento movimientos
revolucionarios caracterizados por actividades conspirativas a pequeña escala para combatir
a la autocracia y liberar al pueblo. Los debates y posiciones en el interior de esta
intelectualidad rusa giraban en torno a la mejor forma de gestar al socialismo y en ese
marco a la cuestión de la industrialización y sus consecuencias sociales y políticas.
Empezó a cobrar fuerza otra vertiente de la intelligentsia rusa la que adhería al socialismo
marxista. Estos rechazaban tanto la orientación campesina como la táctica terrorista de los
populistas. En sus primeros años se dedicaron más al debate que a la práctica política.
Insistieron que el capitalismo era una fase previa y necesaria para el socialismo en
consonancia con el resto de los marxistas europeos plantearon que el proletariado y no el
campesino era el sujeto de la revolución. En 1898 los marxistas rusos crearon el partido
socialdemócrata ruso de los trabajadores.
Aludiendo a Priestland, el primer enfrentamiento importante, que dividió al partido
Socialdemócrata ruso de los trabajadores, en su II Congreso en 1903, se produjo en relación
con las condiciones para pertenecer a él. Lenin exigía que el partido estuviera formado
únicamente por revolucionarios “profesionales”, mientras que Yuli Martóv (socialista ruso
revolucionario), quería un partido más abierto. Lenin estaba en minoría, pero como algunos
de sus oponentes abandonaron la sala antes de la votación, la ganó y sus partidarios se
convirtieron así en bolcheviques (mayoría), mientras que los del grupo de Martov se
quedaron con el nombre del mensaje mencheviques (minoría).
En 1920 los bolcheviques y el ejército rojo habían logrado controlar la situación y ganar la
guerra civil.
Una de las razones de este triunfo fue que los bolcheviques partieron de unas mejores
condiciones iniciales ya que controlaban mayor territorio y tenían mayor población bajo su
control, sobre todo la población obrera urbana.
Por otro lado, para los campesinos los bolcheviques eran el mal menor, una victoria
contrarrevolucionaria no solo les hubiera significado perder las tierras que habían tomando,
sino la realidad de quedar a merced de los terratenientes expropiados y sus castigos.
Otras de las cuestiones que garantizaron el triunfo, fue el compromiso asumido por lenin de
respetar el derecho a la autodeterminación nacional en aquellas nacionalidades no rusa del
imperio. Esto último, garantizaba que toda nación podía separarse de Rusia y proclamar si
así lo quería su independencia, esto constituyo un fuerte aliciente para la integración de la
lucha por la autodeterminación nacional y la lucha revolucionaria de los trabajadores en
aquellas regiones no rusas.