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NO SEAMOS IDIOTAS
ÚTILES DE LAS
MENTIRAS / VOY Y VUELVO
Si hay algo que resulta relevante
hoy, es la creación de
grupos de chequeo de
noticias.
30 de mayo 2021, 05:04 A. M.
El clima de exacerbación social que vivimos, está siendo alimentado por una ola de
marchas y concentraciones de todo orden. Y dado el proceso de urbanización acelerado
que ha vivido el país, las ciudades se han convertido en escenario propicio para las
mismas.
Muchas cosas eran previsibles: el alto número de participantes, los bloqueos, y hasta los
episodios vandálicos que hemos registrado. Lo que no estuvo en el cálculo de muchos –
incluyendo a las autoridades– era el grado de desinformación y de noticias mentirosas
que iban a alimentar la protesta, radicalizar posiciones y generar una destrucción sin
antecedentes.
Aún cuesta trabajo creer que, representantes de la vida política, líderes, organizaciones
sociales y hasta defensores de derechos humanos, se hayan prestado para alimentar esa
cadena de falsedades, con consecuencias lamentables. Y no es suficiente con que ahora
salgan a decir que se trató de un simple like que se le dio a una información falsa o un
retuit, porque “parecía verdad”. Que no nos crean tan ilusos. Esa actitud sólo puede
generar vergüenza y decepción. Hasta los medios hemos caído en semejante exabrupto.
Las consecuencias saltan a la vista: el grupo Éxito, una de las empresas de mayor
prestigio en el país, generadora de miles de empleos, una marca insignia y comprometida
con causas como la lucha contra la desnutrición infantil, fue objeto de una de esas falsas
noticias que provocó la ira de desadaptados que en cuestión de días, han destruido 26 de
sus supermercados, además de sembrar un manto de duda sobre la labor que cumple.
Algo similar ocurrió con algunas ambulancias y su tripulación, atacadas cuando desde
cuentas de políticos salieron relatos alucinantes sobre cómo estos vehículos se prestaban
para llevar jóvenes heridos, que luego eran entregados a la policía. Otro disparate
sucedió con una entidad bancaria, Davivienda, en Bucaramanga, que fue incendiada por
desconocidos y sin embargo se esparció la versión mentirosa de que había sido la policía.
Otras sedes de la misma entidad han sido destruidas.
Casi tan terrible como las heridas que dejan las protestas en miles de personas, o los
daños materiales a bienes públicos y privados, es el perjuicio que están causando las
mentiras que se difunden en las redes sociales. Porque deslegitiman la protesta, minan la
verdad de los hechos, apabullan a la opinión pública y multiplican el odio entre las partes.
Eso, para qué negarlo, deja ganadores: a los políticos populistas e incendiarios y a grupos
criminales que se alimentan del desorden. ¿Y los ciudadanos? Perdedores todos.
un mínimo esfuerzo por verificar su autenticidad, por el simple hecho de que lo que allí se
insinúa guarda alguna coincidencia con nuestros propios intereses, es peligroso. Esto, por
supuesto, no avergüenza a los políticos, acostumbrados a jugar con las emociones de la
gente, tal y como lo hacen los algoritmos de las redes sociales, pero sí cava un profundo
abismo de desconfianza, confusión e incertidumbre del cual difícilmente podremos salir,
como estamos viendo.
Si hay algo que resulta relevante hoy más que nunca, es la creación de grupos de chequeo
de noticias, datos, expresiones o fotos y videos que pululan por el ciberespacio. Grupos
como Colombiachek, o los distintos espacios que los medios hemos creado con este
propósito constituyen un gran paso en esa dirección. Pero el principal esfuerzo está en
nosotros, en dejar de creer en aberraciones como las publicadas durante el paro nacional,
sin percatarnos de la manipulación a la que estamos siendo sometidos. No dudar de ellas
no nos condena, pero sí nos envilece.
¿Es mi impresión o... la palabra perdón que muchos están empleando es un buen comienzo
para empezar a entendernos?
Lejos de ser una actividad aislada, el diseño, la creación y distribución de noticias falsas
es, en realidad, una muy sofisticada modalidad de ciberamenaza, que ha demostrado
tener una alta efectividad, no sólo para la destrucción de reputación e imagen de
Dicho “servicio”, que puede arrancar en unos 600 euros, según una investigación del diario
“La Vanguardia” de España, “consta de equipos y cuentas bot (falsas) en redes, que lanzan
la información manipulada vía chat o sitios web, supuestamente de noticias, que es
amplificada por esos perfiles falsos hasta posicionar el contenido de manera orgánica en
un grupo de interés en las redes”.
DIFICÍLES DE DETECTAR. Identificar una noticia falsa es cada vez más complejo. Un
estudio de la propia Kaspersky, de febrero, reveló que siete de cada 10 colombianos no
distinguen una noticia falsa de una verdadera. Y eso tiene una razón.
El diseño y redacción de las noticias falsas, pasa por las mismas técnicas de mercadeo
digital que se usan para crear mensajes y contenidos comerciales y publicitarios
llamativos. Las noticias falsas se crean “con palabras claves, términos y conceptos que
funcionan en un tipo de audiencia”, explica Martínez.
Las noticias falsas, por tanto, buscan reafirmar lo que la persona piensa o cree. “Un
ciudadano con una ideología o creencia muy marcada, es presa fácil de la manipulación con
información falsa”, señala Roberto Martínez.
“De ahí que la selección de mensajes, la narrativa y el momento de lanzar cada noticia
falsa haga parte de la estrategia que, muchas veces, ejecutan personas desde fuera de
Colombia”, complementa Martínez.
En tal sentido, un documento del Centro para una Sociedad Libre y Segura
(securefreesociety.org) llamado “Asalto asimétrico a Colombia”, de mayo de 2021, señala
que existen más de “7.000 cuentas trolls (En Internet, un troll o un hater, es un usuario
que busca provocar, ofender o empobrecer la conversación dentro de una comunidad
online, como puede ser un blog, un foro o un perfil en redes sociales. La intención del
hater o el troll, suele ser molestar e interrumpir al resto de usuarios) en las redes
sociales, que participan activamente en las protestas actuales de Colombia” masificando
información descontextualizada, manipulada o abiertamente falsa.
“La única manera de combatirlas es con educación, corroborando y, sobre todo, teniendo
la mente abierta a posiciones distintas a las que tenemos”, finaliza Martínez, de
Kaspersky.
ASÍ CREAN “FAKE NEWS”. ¿La fuente? Carecen de autor, o quien las emite dice que
“le informaron, le contaron” o provienen de “medios”, que en realidad no existen.
Dato o hecho escandaloso. Vienen con fotos o videos que muestran algo indignante o
extremo, que la mayoría de veces se trata de contenido viejo o fuera de contexto.
Llamado a la acción. Las noticias falsas, por lo general, piden que sean compartidas
“urgentemente”, alientan a que usted “denuncie” o “que el mundo se entere”, para lograr
mayor difusión.
EL TIEMPO
30 de mayo 2021, 12:19 A. M.
Las sirenas de dos ambulancias resuenan en medio de los gritos y chiflidos de un grupo de
personas. Es de noche y acaba de llover. Uno de los vehículos está detenido en plena
calle, a pocos pasos de un semáforo. Un hombre, con la cara cubierta, abre la puerta
trasera mientras otros dos irrumpen por una de las delanteras. Las sirenas no dejan de
sonar. La segunda ambulancia está unos metros atrás. Su conductor intenta dar reversa,
pero varias personas se le abalanzan al vehículo y lo detienen. Se oyen más gritos. Una
veintena de personas lo está rodeando. Quieren ver lo que hay adentro y abren las
puertas. Desde atrás, alguien lanza un aviso rápido. Un gesto que indica ‘no’ con la mano es
suficiente para que la ambulancia finalmente pueda avanzar.
Estos hechos quedaron registrados en un video que compartió Luis Ernesto Gómez,
secretario de Gobierno de Bogotá, para desmentir versiones que circularon sobre
ambulancias que supuestamente entregaron heridos al PMU en el portal de las Américas y
transportaron gases lacrimógenos. Esa información no era cierta, pues la ambulancia, en
realidad, estaba evacuando a un policía herido.
Como esta, en los 30 días que completó el paro nacional han circulado en redes sociales
decenas de noticias falsas. En medio de la avalancha de contenidos movidos por la
inmediatez, y valiéndose de las emociones que se pueden despertar, muchos usuarios,
entre ellos personajes públicos con audiencias considerables, han difundido información,
fotografías, ‘pantallazos’, audios o videos sobre hechos tergiversados o falsos.
Un escenario que incluso ha sido aprovechado por inescrupulosos para hacer circular
supuestas noticias que derivan en actos violentos en las calles.
No es un asunto de unos cuantos cibernautas incautos. Esto ocurre desde hace años en
todo el mundo. Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus
siglas en inglés), publicado en la revista Science en 2018 bajo el título The spread of true
and false news online (La difusión de noticias verdaderas y falsas en línea, en español),
dimensionó el problema así: las noticias falsas se difunden en redes sociales a una
velocidad seis veces mayor que las verdaderas y la probabilidad de que se dé retuit a una
información falsa en Twitter es un 70 % más alta que si es cierta.
Las protestas que hoy vive Colombia bien pueden ser una muestra de ello. Aunque no se
ha medido el alcance de la información falsa, sí se han tenido que desmentir supuestas
"noticias" que van desde emblemáticas edificaciones del mundo apoyando a los
manifestantes, hasta alarmantes versiones falsas de que un almacén en Cali se convirtió
en un lugar de tortura.
Crisis y sesgo. “Detrás de una noticia falsa hay una infinidad de factores”, explica
Valentina de Marval, profesora y periodista chilena especializada desde hace varios años
en factcheking (comprobación de hechos) y quien actualmente trabaja en la Agencia
France-Prese (AFP).
“Puede haber una intención explícita y diseñada para perjudicar, o en algunos casos
beneficiar, a un grupo o a una persona en particular. También puede no haber intenciones,
es decir que se difunden sin querer queriendo’. Ahí habría subcategorías: mala
alfabetización digital y mala alfabetización mediática. La primera se da, por ejemplo,
cuando se confunde a Facebook como un medio de comunicación en sí mismo y la segunda,
cuando no se sabe reconocer si un medio está informando seriamente o es un medio que
parodia o es partidista”.
Sin embargo, la profesora y periodista, aclara que el perfil de la persona que comparte
noticias falsas es muy genérico, pues no depende únicamente de su nivel educativo. Ahí
reside la gravedad del fenómeno, pues, en ese sentido, puede tratarse de una persona
que cuenta con la más alta educación superior, incluso con formación digital básica.
“Cualquiera es susceptible de caer en desinformación”.
“Los conflictos y las crisis siempre generan desorden de todo tipo. Nadie sabe qué fue
primero: si un manifestante lanzó una piedra y luego disparó el policía o viceversa. Ante
estos vacíos de información, o desórdenes informativos, la desinformación nace muy fácil
y rápidamente. Y la incertidumbre de no tener respuesta a ciertos conflictos (cuándo se
terminan las protestas, por ejemplo) hace que involuntariamente creamos en cosas que
queremos creer porque no tenemos otra respuesta”.
En este punto, entra a jugar otro factor determinante: los sesgos cognitivos o sesgos
ideológicos, los cuales, en palabras de la periodista de AFP, “son un problema al momento
de creer o no en cierta información”, pues “si algo me da mucha rabia, lo creo y no lo
cuestiono; o no me cuestiono lo que me convence de algo que yo creo saber previamente”.
Así las cosas, y en términos prácticos, muchas veces las personas caen en noticias falsas
porque quieren creer en esa información.
“Estas noticias sirven para reafirmar posiciones personales frente a ciertos temas.
Entonces, yo comparto este contenido porque me ayuda a demostrar o a argumentar que
‘tengo razón’ respecto a algo”, agrega la investigadora González, quien advierte, además,
que este fenómeno está relacionado, por un lado, con el aumento de fuentes o medios
para consumir información. Y por otro, con la polarización, “que favorece las formas
extremas de pensar, disminuye las zonas grises y dificulta el diálogo”.
¿QUÉ HACER? Las voces consultadas coinciden en que las noticias falsas son muy
peligrosas. La periodista Valentina de Marval aclara, sin embargo, que “la desinformación
es tan peligrosa como la falta de información”.
Ana Saavedra, vocera de Colombia Check, una plataforma digital que se dedica al
factcheking de la actualidad nacional, comentó que la desinformación es un medio que
utilizan personas malintencionadas para manipular, sacar réditos políticos, estigmatizar
poblaciones e incluso, generar ingresos monetarios a partir de engaños.
Y explica que muchos de los contenidos catalogados como “desinformaciones”, son fotos y
videos verdaderos y reales, pero que están sacados de contexto. Por ejemplo, una
declaración o un registro de otro año u otro lugar que se replica en la actualidad para
deliberadamente desinformar.
Sobre ese caso, De Marval comenta que desde AFP Factual, han rastreado en las últimas
semanas decenas de videos y fotos que confunden al Esmad de Colombia con los
Carabineros de Chile, pues tienen uniformes similares. De hecho, asegura que “los tipos
de desinformación que ahora se han difundido en Colombia son muy parecidos a aquellos
que aparecieron durante el estallido chileno”.