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UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


FACULTAD DE CIENCIAS AGRARIAS Y DEL AMBIENTE
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS AGRÍCOLAS Y PECUARIAS
EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA

FAKE NEWS Y COMUNICACIÓN 2: COLOMBIA

NO SEAMOS IDIOTAS
ÚTILES DE LAS
MENTIRAS / VOY Y VUELVO
Si hay algo que resulta relevante
hoy, es la creación de
grupos de chequeo de
noticias.
30 de mayo 2021, 05:04 A. M.

El clima de exacerbación social que vivimos, está siendo alimentado por una ola de
marchas y concentraciones de todo orden. Y dado el proceso de urbanización acelerado
que ha vivido el país, las ciudades se han convertido en escenario propicio para las
mismas.

Muchas cosas eran previsibles: el alto número de participantes, los bloqueos, y hasta los
episodios vandálicos que hemos registrado. Lo que no estuvo en el cálculo de muchos –
incluyendo a las autoridades– era el grado de desinformación y de noticias mentirosas
que iban a alimentar la protesta, radicalizar posiciones y generar una destrucción sin
antecedentes.

Aún cuesta trabajo creer que, representantes de la vida política, líderes, organizaciones
sociales y hasta defensores de derechos humanos, se hayan prestado para alimentar esa
cadena de falsedades, con consecuencias lamentables. Y no es suficiente con que ahora
salgan a decir que se trató de un simple like que se le dio a una información falsa o un
retuit, porque “parecía verdad”. Que no nos crean tan ilusos. Esa actitud sólo puede
generar vergüenza y decepción. Hasta los medios hemos caído en semejante exabrupto.

Las consecuencias saltan a la vista: el grupo Éxito, una de las empresas de mayor
prestigio en el país, generadora de miles de empleos, una marca insignia y comprometida
con causas como la lucha contra la desnutrición infantil, fue objeto de una de esas falsas

Ana Milena Gómez Soto – Fake news y comunicación 2: Colombia


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noticias que provocó la ira de desadaptados que en cuestión de días, han destruido 26 de
sus supermercados, además de sembrar un manto de duda sobre la labor que cumple.

Algo similar ocurrió con algunas ambulancias y su tripulación, atacadas cuando desde
cuentas de políticos salieron relatos alucinantes sobre cómo estos vehículos se prestaban
para llevar jóvenes heridos, que luego eran entregados a la policía. Otro disparate
sucedió con una entidad bancaria, Davivienda, en Bucaramanga, que fue incendiada por
desconocidos y sin embargo se esparció la versión mentirosa de que había sido la policía.
Otras sedes de la misma entidad han sido destruidas.

Y hay muchos más casos con falsas denuncias de desaparecidos, declaraciones


inexistentes, tildando marchas pacíficas como actos de un determinado partido político o
relacionando fotos de líderes de izquierda con Pablo Escobar. No sé quién es más
irresponsable: el que miente de esta manera aleve y grosera o el que cree en la mentira,
la repite y la comparte, como un autómata sin conciencia. Uno puede estar de acuerdo con
las causas de quienes protestan o ser partidario de los que no apoyan ni las marchas ni los
bloqueos. Pero bajo ninguna circunstancia, ello significa que se deban reproducir sandeces
y falacias como si nada. Hacerlo es convertirse en idiota útil de oscuras mafias de la
mentira que se camuflan en el anonimato y se alimentan del embuste, como los
escarabajos del estiércol.

Mauricio Jaramillo, periodista experto en tecnología e innovación, hace constantemente


interesantes descubrimientos sobre la falsedad implícita en las redes sociales. Y citando
un texto de Sandra Defelipe, recomienda tener cuidado con todo lo que venga marcado
con frases introductorias como “Están diciendo que…" o “¿Si vieron que…?” o “Está
circulando…”, pues por lo general, suelen carecer de fuentes creíbles o de contextos
mínimos, lo que fácilmente puede convertirlas en una mentira.

Casi tan terrible como las heridas que dejan las protestas en miles de personas, o los
daños materiales a bienes públicos y privados, es el perjuicio que están causando las
mentiras que se difunden en las redes sociales. Porque deslegitiman la protesta, minan la
verdad de los hechos, apabullan a la opinión pública y multiplican el odio entre las partes.
Eso, para qué negarlo, deja ganadores: a los políticos populistas e incendiarios y a grupos
criminales que se alimentan del desorden. ¿Y los ciudadanos? Perdedores todos.

El torrente de desinformación parece imparable. Y salvo tardías reacciones de las


autoridades, no hay forma de controlarlo, excepto si se atienden algunas
recomendaciones básicas: verificar quién difunde qué, con qué intención, de dónde saca la
información, qué fuente la respalda. Compartir una noticia que nos llega sin antes hacer

Ana Milena Gómez Soto – Fake news y comunicación 2: Colombia


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un mínimo esfuerzo por verificar su autenticidad, por el simple hecho de que lo que allí se
insinúa guarda alguna coincidencia con nuestros propios intereses, es peligroso. Esto, por
supuesto, no avergüenza a los políticos, acostumbrados a jugar con las emociones de la
gente, tal y como lo hacen los algoritmos de las redes sociales, pero sí cava un profundo
abismo de desconfianza, confusión e incertidumbre del cual difícilmente podremos salir,
como estamos viendo.

Si hay algo que resulta relevante hoy más que nunca, es la creación de grupos de chequeo
de noticias, datos, expresiones o fotos y videos que pululan por el ciberespacio. Grupos
como Colombiachek, o los distintos espacios que los medios hemos creado con este
propósito constituyen un gran paso en esa dirección. Pero el principal esfuerzo está en
nosotros, en dejar de creer en aberraciones como las publicadas durante el paro nacional,
sin percatarnos de la manipulación a la que estamos siendo sometidos. No dudar de ellas
no nos condena, pero sí nos envilece.

¿Es mi impresión o... la palabra perdón que muchos están empleando es un buen comienzo
para empezar a entendernos?

ERNESTO CORTÉS FIERRO


Editor General EL TIEMPO
30 de mayo 2021, 05:04 A. M.

¿CÓMO OPERA EL “NEGOCIO” Y LAS “GRANJAS” DE NOTICIAS FALSAS?


Se usan para manipular la opinión pública y afectar la imagen de personas,
instituciones y marcas.

Lejos de ser una actividad aislada, el diseño, la creación y distribución de noticias falsas
es, en realidad, una muy sofisticada modalidad de ciberamenaza, que ha demostrado
tener una alta efectividad, no sólo para la destrucción de reputación e imagen de

Ana Milena Gómez Soto – Fake news y comunicación 2: Colombia


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entidades, marcas, partidos políticos o figuras públicas, sino para la manipulación de la


opinión pública, que redunda en hechos de violencia que trascienden el ambiente digital.

Según Roberto Martínez, analista sénior de la firma de ciberseguridad Kaspersky, detrás


de una campaña de desinformación con noticias falsas, hay “un ecosistema que combina
tecnología y una estructura de personas, con financiamiento y objetivos claros para
atacar y hacer daño”.

Dicho “servicio”, que puede arrancar en unos 600 euros, según una investigación del diario
“La Vanguardia” de España, “consta de equipos y cuentas bot (falsas) en redes, que lanzan
la información manipulada vía chat o sitios web, supuestamente de noticias, que es
amplificada por esos perfiles falsos hasta posicionar el contenido de manera orgánica en
un grupo de interés en las redes”.

DIFICÍLES DE DETECTAR. Identificar una noticia falsa es cada vez más complejo. Un
estudio de la propia Kaspersky, de febrero, reveló que siete de cada 10 colombianos no
distinguen una noticia falsa de una verdadera. Y eso tiene una razón.

El diseño y redacción de las noticias falsas, pasa por las mismas técnicas de mercadeo
digital que se usan para crear mensajes y contenidos comerciales y publicitarios
llamativos. Las noticias falsas se crean “con palabras claves, términos y conceptos que
funcionan en un tipo de audiencia”, explica Martínez.

Las noticias falsas, por tanto, buscan reafirmar lo que la persona piensa o cree. “Un
ciudadano con una ideología o creencia muy marcada, es presa fácil de la manipulación con
información falsa”, señala Roberto Martínez.

“De ahí que la selección de mensajes, la narrativa y el momento de lanzar cada noticia
falsa haga parte de la estrategia que, muchas veces, ejecutan personas desde fuera de
Colombia”, complementa Martínez.

En tal sentido, un documento del Centro para una Sociedad Libre y Segura
(securefreesociety.org) llamado “Asalto asimétrico a Colombia”, de mayo de 2021, señala
que existen más de “7.000 cuentas trolls (En Internet, un troll o un hater, es un usuario
que busca provocar, ofender o empobrecer la conversación dentro de una comunidad
online, como puede ser un blog, un foro o un perfil en redes sociales. La intención del
hater o el troll, suele ser molestar e interrumpir al resto de usuarios) en las redes
sociales, que participan activamente en las protestas actuales de Colombia” masificando
información descontextualizada, manipulada o abiertamente falsa.

Ana Milena Gómez Soto – Fake news y comunicación 2: Colombia


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La mayoría de esos perfiles son administrados y dinamizados por “granjas de cuentas


bot”, (grupos de perfiles falsos) ubicados en Bangladésh, México y Venezuela, e incluso,
desde Asia se crean las informaciones para hacerlas virales, con videos e imágenes
alterados o sacados de contexto.

De esta manipulación e información falsa no se salva ninguna orilla política, y su efecto en


la afectación de imagen de la Policía, el Gobierno, partidos y líderes de oposición,
personas que protestan, entre otros, es evidente en Colombia y el exterior.

“La única manera de combatirlas es con educación, corroborando y, sobre todo, teniendo
la mente abierta a posiciones distintas a las que tenemos”, finaliza Martínez, de
Kaspersky.

ASÍ CREAN “FAKE NEWS”. ¿La fuente? Carecen de autor, o quien las emite dice que
“le informaron, le contaron” o provienen de “medios”, que en realidad no existen.

Dato o hecho escandaloso. Vienen con fotos o videos que muestran algo indignante o
extremo, que la mayoría de veces se trata de contenido viejo o fuera de contexto.

Llamado a la acción. Las noticias falsas, por lo general, piden que sean compartidas
“urgentemente”, alientan a que usted “denuncie” o “que el mundo se entere”, para lograr
mayor difusión.

Etiquetas y arrobas. Incluyen palabras claves y llamados a influenciadores (periodistas,


artistas, celebridades, músicos) para que caigan y las terminen amplificando.

EL TIEMPO
30 de mayo 2021, 12:19 A. M.

Ana Milena Gómez Soto – Fake news y comunicación 2: Colombia


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¿POR QUÉ TANTAS PERSONAS CREEN EN LAS PELIGROSAS NOTICIAS


FALSAS?
Contextos de crisis e incertidumbre, poca formación digital y emociones, entre los
factores.

Las sirenas de dos ambulancias resuenan en medio de los gritos y chiflidos de un grupo de
personas. Es de noche y acaba de llover. Uno de los vehículos está detenido en plena
calle, a pocos pasos de un semáforo. Un hombre, con la cara cubierta, abre la puerta
trasera mientras otros dos irrumpen por una de las delanteras. Las sirenas no dejan de
sonar. La segunda ambulancia está unos metros atrás. Su conductor intenta dar reversa,
pero varias personas se le abalanzan al vehículo y lo detienen. Se oyen más gritos. Una
veintena de personas lo está rodeando. Quieren ver lo que hay adentro y abren las
puertas. Desde atrás, alguien lanza un aviso rápido. Un gesto que indica ‘no’ con la mano es
suficiente para que la ambulancia finalmente pueda avanzar.

Estos hechos quedaron registrados en un video que compartió Luis Ernesto Gómez,
secretario de Gobierno de Bogotá, para desmentir versiones que circularon sobre
ambulancias que supuestamente entregaron heridos al PMU en el portal de las Américas y
transportaron gases lacrimógenos. Esa información no era cierta, pues la ambulancia, en
realidad, estaba evacuando a un policía herido.

Como esta, en los 30 días que completó el paro nacional han circulado en redes sociales
decenas de noticias falsas. En medio de la avalancha de contenidos movidos por la
inmediatez, y valiéndose de las emociones que se pueden despertar, muchos usuarios,
entre ellos personajes públicos con audiencias considerables, han difundido información,
fotografías, ‘pantallazos’, audios o videos sobre hechos tergiversados o falsos.

Un escenario que incluso ha sido aprovechado por inescrupulosos para hacer circular
supuestas noticias que derivan en actos violentos en las calles.

No es un asunto de unos cuantos cibernautas incautos. Esto ocurre desde hace años en
todo el mundo. Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus
siglas en inglés), publicado en la revista Science en 2018 bajo el título The spread of true
and false news online (La difusión de noticias verdaderas y falsas en línea, en español),
dimensionó el problema así: las noticias falsas se difunden en redes sociales a una
velocidad seis veces mayor que las verdaderas y la probabilidad de que se dé retuit a una
información falsa en Twitter es un 70 % más alta que si es cierta.

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Las protestas que hoy vive Colombia bien pueden ser una muestra de ello. Aunque no se
ha medido el alcance de la información falsa, sí se han tenido que desmentir supuestas
"noticias" que van desde emblemáticas edificaciones del mundo apoyando a los
manifestantes, hasta alarmantes versiones falsas de que un almacén en Cali se convirtió
en un lugar de tortura.

¿PERO. POR QUÉ SOMOS SUSCEPTIBLES A DIFUNDIR DESINFORMACIÓN, A


CREERLA? En su estudio, el MIT advierte que las noticias falsas tienen una audiencia
entre diez y cien veces mayor a las verdaderas. Voces expertas consultadas por EL
TIEMPO, explicaron que en este fenómeno convergen factores como contextos de
conflicto e incertidumbre, poca formación digital y emociones desbordadas.

Crisis y sesgo. “Detrás de una noticia falsa hay una infinidad de factores”, explica
Valentina de Marval, profesora y periodista chilena especializada desde hace varios años
en factcheking (comprobación de hechos) y quien actualmente trabaja en la Agencia
France-Prese (AFP).

“Puede haber una intención explícita y diseñada para perjudicar, o en algunos casos
beneficiar, a un grupo o a una persona en particular. También puede no haber intenciones,
es decir que se difunden sin querer queriendo’. Ahí habría subcategorías: mala
alfabetización digital y mala alfabetización mediática. La primera se da, por ejemplo,
cuando se confunde a Facebook como un medio de comunicación en sí mismo y la segunda,
cuando no se sabe reconocer si un medio está informando seriamente o es un medio que
parodia o es partidista”.

Sin embargo, la profesora y periodista, aclara que el perfil de la persona que comparte
noticias falsas es muy genérico, pues no depende únicamente de su nivel educativo. Ahí
reside la gravedad del fenómeno, pues, en ese sentido, puede tratarse de una persona
que cuenta con la más alta educación superior, incluso con formación digital básica.
“Cualquiera es susceptible de caer en desinformación”.

Precisamente, cuando se aclaró la situación de las ambulancias en el portal de las


Américas, en Bogotá, el secretario de Gobierno compartió un dato inexacto. Gómez
aseguró que debido a la información falsa 16 ambulancias habían sido vandalizadas
durante la noche del 22 de mayo, pero datos de la propia Alcaldía señalan que esa cifra
corresponde, en realidad, al total de ambulancias vandalizadas en la ciudad desde que
inició el paro el pasado 28 de abril y que las vandalizadas aquel sábado fueron dos.

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CUALQUIERA ES SUSCEPTIBLE DE CAER EN DESINFORMACIÓN. De Marval,


afirma que en contextos de crisis e incertidumbre, como es hoy el caso de Colombia, es
común que se proporcionen las noticias falsas.

“Los conflictos y las crisis siempre generan desorden de todo tipo. Nadie sabe qué fue
primero: si un manifestante lanzó una piedra y luego disparó el policía o viceversa. Ante
estos vacíos de información, o desórdenes informativos, la desinformación nace muy fácil
y rápidamente. Y la incertidumbre de no tener respuesta a ciertos conflictos (cuándo se
terminan las protestas, por ejemplo) hace que involuntariamente creamos en cosas que
queremos creer porque no tenemos otra respuesta”.

En este punto, entra a jugar otro factor determinante: los sesgos cognitivos o sesgos
ideológicos, los cuales, en palabras de la periodista de AFP, “son un problema al momento
de creer o no en cierta información”, pues “si algo me da mucha rabia, lo creo y no lo
cuestiono; o no me cuestiono lo que me convence de algo que yo creo saber previamente”.

Al respecto, Angie González, docente e investigadora de la Universidad Externado de


Colombia y Ph. D. (c) en Medios, Comunicación y Cultura de la Universidad Autónoma de
Barcelona, le explicó a este diario que “cada uno de nosotros interpreta la realidad desde
su propio marco de referencia, desde su propio sesgo. Y estos sesgos se construyen a
partir de la familia que tuvimos, la educación que recibimos, los amigos, el país donde
vivimos, la cultura, etc”.

Así las cosas, y en términos prácticos, muchas veces las personas caen en noticias falsas
porque quieren creer en esa información.

“Estas noticias sirven para reafirmar posiciones personales frente a ciertos temas.
Entonces, yo comparto este contenido porque me ayuda a demostrar o a argumentar que
‘tengo razón’ respecto a algo”, agrega la investigadora González, quien advierte, además,
que este fenómeno está relacionado, por un lado, con el aumento de fuentes o medios
para consumir información. Y por otro, con la polarización, “que favorece las formas
extremas de pensar, disminuye las zonas grises y dificulta el diálogo”.

¿QUÉ HACER? Las voces consultadas coinciden en que las noticias falsas son muy
peligrosas. La periodista Valentina de Marval aclara, sin embargo, que “la desinformación
es tan peligrosa como la falta de información”.

Por eso, es clave aprender a informarse e identificar, en la medida de lo posible, cuándo


un contenido que encontramos en redes sociales es verdadero o falso.

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Ana Saavedra, vocera de Colombia Check, una plataforma digital que se dedica al
factcheking de la actualidad nacional, comentó que la desinformación es un medio que
utilizan personas malintencionadas para manipular, sacar réditos políticos, estigmatizar
poblaciones e incluso, generar ingresos monetarios a partir de engaños.

Y explica que muchos de los contenidos catalogados como “desinformaciones”, son fotos y
videos verdaderos y reales, pero que están sacados de contexto. Por ejemplo, una
declaración o un registro de otro año u otro lugar que se replica en la actualidad para
deliberadamente desinformar.

Sobre ese caso, De Marval comenta que desde AFP Factual, han rastreado en las últimas
semanas decenas de videos y fotos que confunden al Esmad de Colombia con los
Carabineros de Chile, pues tienen uniformes similares. De hecho, asegura que “los tipos
de desinformación que ahora se han difundido en Colombia son muy parecidos a aquellos
que aparecieron durante el estallido chileno”.

A continuación, algunas recomendaciones de las expertas para evitar la desinformación:


1. No compartir ningún tipo de contenido del cual no se tenga certeza de dónde proviene
ni quién lo dice. Y si se tiene identificado, igualmente revisar y cerciorarse de que la
información viene de personas o expertos con autoridad para hablar de ese tema.
2. Consumir diversidad de medios, incluso aquellos cuya línea editorial no nos gusta. Hay
que seguirlos para tener una perspectiva más amplia y crítica de la actualidad.
3. Siempre revisar las fechas de la información que se recibe, así como el dónde y el
contexto.
4. Ser responsable con el uso de redes sociales, sobre todo si somos líderes de opinión o
contamos con una audiencia considerable.
5. Seguir en redes sociales a medios especializados en factchecking. La mayoría reciben
sugerencias para hacer chequeos de información.
6. Si identifica que un video o una foto son falsos o están sacados de contexto puede,
primero, no replicarlo, y si la plataforma en la que está viendo ese contenido se lo
permite puede denunciarlo como contenido falso para que se elimine de esa red social.
7. Hacer uso de herramientas externas. Hay un método conocido como “búsqueda
inversa”. En un buscador (por ejemplo, Google), puede subir una foto en la sección
“Imágenes” y allí encontrará detalles como cuál es el origen y cuál es el contexto real de
su publicación.

WILLIAM MORENO HERNÁNDEZ


28 de mayo 2021, 09:45 A. M.

Ana Milena Gómez Soto – Fake news y comunicación 2: Colombia

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