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Clase 1

Unidad 1

Introducción

Comenzaremos en esta clase con la Unidad I: Discursos en relación a la/s adolescencia/s y


juventudes.

Objetivo general:

 Comprender las concepciones sobre la/s adolescencia/s como construcciones


histórico- sociales.

Objetivos específicos:

 Analizar los discursos predominantes sobre niñez y adolescencia en distintos


momentos históricos
 Conocer los aportes teóricos sobre adolescencias y juventudes.
 Abordar la Psicología evolutiva desde una perspectiva histórica y epistemológica.
 Advertir las relaciones entre las concepciones de desarrollo y aprendizaje.
Y los contenidos seleccionados son:

Nº DE TEMAS BIBLIOGRAFÍA DE LA CLASE


CLASE
1 a) El campo de estudios sobre CARLI, Sandra (2003) “Niñez, pedagogía y
la/s infancias y a la/s política”. Miño y Dávila. Buenos Aires.
adolescencia/s. Concepciones Introducción
en distintos momentos LEVIN, E. (1991) La función del hijo. Espejos
históricos. Significantes: y laberintos de la infancia. Nueva Visión. Cap.
“Niño”, “infancia”, 1
“pubertad”. “adolescencia”, URRESTI: M. (2001) “Jóvenes, escuela y
“juventud”. subjetividad”. Seminarios FLACSO-.
VOLNOVICH. Juan Carlos “El porvenir de la
infancia.”. Seminario de Actualización
profesional para la gestión Educativa en
Escuelas Judías.
RABELLO DE CASTRO. Lucía (2001)

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“Infancia y el consumismo: resignificando la
cultura” en: “Infancia y adolescencia en la
cultura del consumo”

2 b) La Psicología Evolutiva. Sus MARTI SALA, Eduardo (1991)”Psicologia


orígenes. Fundamentación Evolutiva. Teoría y ámbitos de investigación”.
epistemológica. Los métodos Anthropos. Barcelona. Cap I y II.
de investigación. La PALLADINO, Enrique. (1998) “Psicología
Psicología del desarrollo Evolutiva”. Lumen Humanitas. Bs. As.
como integrante del proyecto LOPEZ MOLINA, Eduardo (2008). De
de la modernidad. La prescripciones y des-enmascaramientos
deconstrucción de la (crónica de una relación polémica: Pedagogía y
Psicología Evolutiva. Psicologías”. En Psicologías: de su transmisión
y aplicación al campo educativo. Ferreira
Editor. Argentina
RABELLO DE CASTRO. Lucía (2001) “Una
teoría de la infancia en la contemporaneidad”,
en: “Infancia y adolescencia en la cultura del
consumo”.
FIRPO, Stella Maris (2013) La construcción
subjetiva y social de los adolescentes” Letra
Viva. Bs. As. Caps. 3 y 4.
CÓRDOVA, NÉSTOR (2010) “La primavera
del significante”. En GRASSI, A y CORDOVA,
N. Entre niños, adolescentes y funciones parentales.
Psicoanálisis e interdisciplinar.. Editorial
Entreideas. Buenos Aires.

3 c) Desarrollo, constitución
FICHA DE CATEDRA (2010). Algunos
subjetiva y aprendizaje.
conceptos significativos para la psicología
Aportes de la Psicología
evolutiva. Distintas miradas. Cátedra Psicología
Genética de Jean Piaget, de

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la Teoría socio – histórica de Evolutiva. C.U.R.Z.A- UNco
Vigotzky y del Ley Nacional y Provincial. “Ley de Protección
Psicoanálisis. Integral de los derechos de las Niñas, Niños y
Adolescentes”
De LAJONQUIERE, L.(2011) El malestar
(psico) pedagógico, infancia y modernidad. En
infancia e Ilusión (Psico) pedagógica.

Esta clase estará centrada en el primer sub eje: Discursos sobre la adolescencia y la juventud
y las adolescencias como construcciones históricas sociales.
Presentación

¿Qué es un niño? ¿Qué es un adolescente? Son las preguntas que recorrerán esta clase.
Leamos el siguiente texto que intenta plantear la complejidad de una respuesta e iremos
subrayando algunas ideas interesantes:

Qué es un niño
  Por  Jorge  Mosner
   
 

Se da por sentado que sabemos qué es un niño. Sin embargo cuando indagamos un poco en la
historia, particularmente en lo que se ha dado en llamar historia de la vida privada, o historia de la
pedagogía o historia de la familia, entramos en terreno de incertidumbres. Este modo de indagación
fue fundado por Michel Foucault y permite estudiar la historia en cortes arqueológicos, siguiendo
determinadas vetas, construyendo perspectivas novedosas. No podemos dejar de señalar, como lo
plantea la filosofía en estos tiempos, que es imposible mirar el pasado desde el pasado mismo,
estamos impregnados de un insoslayable presente, es decir que la historia no está hecha y
establecida, el presente propicia perspectivas del pasado que la historia no puede capturar. Freud, en
referencia a la vida psíquica lo expresó mediante el concepto de a-posteriori o  nachträglich, más
conocido en su versión lacaniana de  àpres coup.
En cuanto a la niñez, el francés Phillipe Ariés, el norteamericano DeMause y otros fueron
desentrañando las cosmovisiones que determinaron vida y muerte de los niños en el pasado. 

¿Qué era un niño en la antigüedad? Un hecho singular en Roma, la institución denominada  elevatio,
podrá orientarnos. El pater elevaba al  infans  desde el piso y lo posaba sobre sus rodillas, eso lo

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legitimaba, era lo que lo hacía hijo y lo inscribía en la estirpe. Era un gesto casi obligatorio cuando se
trataba de un hijo de la matrix, pero de elección voluntaria del pater cuando se trataba del hijo de
una de las concubinas o de una esclava. Por otra parte era muy común la adopción mediante la
elevatio de hijos de otros. Los hijos no “elevados” quedaban expósitos, quiere decir abandonados,
expuestos en la puerta de calle o en algún callejón donde podían ser recogidos por algún alma
caritativa… o no. 

En la Edad Media los pequeños eran considerados frágiles criaturas comparables a animalitos.
Debían convertirse prontamente en hombres después de una lactancia de varios años. A los siete u
ocho años ya estaban trabajando en el campo compartiendo la vida de los adultos o entrenándose
como guerreros. La iconografía muestra a los pequeños vestidos igual que los mayores, no había
vestimenta para niños, ni la sensibilidad afectiva que se observará más adelante. La vida familiar
consistía en la cohabitación de por lo menos dos generaciones, no existían las pautas de intimidad
que ahora son la norma. Era importante ser muchos en las cabañas o en el castillo. El infanticidio y el
aborto eran moneda corriente, y la muerte de los pequeños no generaba duelo más duradero que la
muerte de un animal doméstico, la progenie era extensa y otro chico ocupaba el lugar del fallecido.
Por supuesto que era diferente en la realeza, en donde el pequeño podía ser el continuador, el rival,
etc., de poder y de privilegios como ser dueños de feudos heredados, recuerden que hubo niños-
reyes. 

La sociedad moderna con sus factorías y la nueva clase social, la burguesía, trae también el peso de
ciertos dispositivos de poder: la escolarización y la Iglesia. Es en este momento que nace el
proletariado, la prole de la clase trabajadora destinada a ser fuerza de trabajo que rinda sus frutos
en plusvalía en las factorías de las metrópolis, y fuerza militar para el dominio de las colonias. Los
padres marchan al trabajo por catorce-dieciséis horas diarias, los chicos quedan a cargo de las
madres que según nos los dice Lacan en “La Familia” son las madres siniestras que devoran a los
hijos, instaurándolos como parte de su propio ser. Es el tiempo del nacimiento de la sensibilidad y
ternura hacia los hijos, son los niños que sufrirán el complejo de Edipo. Son, somos, desde aquel
entonces los niños freudianos. Hay ternura hacia los niños, legislación que protege la niñez, ropa y
literatura para los niños. También allí surge la adolescencia. La adolescencia es un producto del largo
período de escolarización de la clase acomodada, en el proletariado no hay tiempo para la
adolescencia, son horas-hombre-mercancía que no pueden desperdiciarse. Mientras tanto los
pequeños burgueses se masturban y adolecen, y se retrasa el comienzo de su vida genital y
reproductiva. Lo que quiero decir es que se le da importancia decisiva a la masturbación porque el
poderoso ojo de los educadores lo sanciona negativamente, hay que educar la voluntad. Es decir que
el niño de la modernidad es el niño construido por el sistema, y la adolescencia también. Es
consecuente de un grupo social destinado a desarrollar habilidades administrativas y de mando, pero
que mientras se entrenan intelectualmente no producen. En lugar de los ritos iniciáticos de las
sociedades tradicionales que dan comienzo al rol social predeterminado, se establece para las clases
más acomodadas una larga preparación, con las restricciones pulsionales propias de la
escolarización. Los mismos operadores de la cultura o dispositivos de poder (Iglesia, Estado) que
originan el “adolescimiento” controlan y castigan sus consecuencias.

Hasta aquí una muy fugaz perspectiva histórico-sociológica.


Ahora quiero relatarles brevemente dos situaciones contemporáneas que llevan a la pregunta
psicoanalítica: ¿qué es un niño?
Orlando tiene 9 años. Abre taxis en un  shopping. Lidera agresivamente un grupo de veinte chicos de
hasta quince años, incluidos sus hermanos, medio hermanos, hermanastros. Es el principal proveedor
de su hogar compuesto por la madre, alcohólica a quien hace dos años se le declaró una diabetes

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insulino-dependiente. Con propensión al descuido, con glaucoma y peligrosas alteraciones de la
presión arterial. Entre ella y una prima (no está claro el parentesco) se ocupan de la comida y la casa
(un mono-ambiente de maderas y chapa en la villa). El padre –posiblemente el padre– es alcohólico
con diagnóstico de esquizofrenia paranoica que fue hecho a raíz de una crisis de violencia en la que
atacó a su mujer, a esta prima y a Orlando con un cuchillo hiriendo a los tres hasta que fue
dominado por todos los hermanos de Orlando (problemas de sangre). Intervino la policía, vino el
S.A.M.E. y fue a parar al hospital psiquiátrico. Hasta ese momento –8 años de Orlando– el padre lo
castigaba severamente con cualquier pretexto. Desde el episodio de violencia mencionado, es
Orlando quien propicia tenerlo alcoholizado (le trae un par de botellas por día) y lo golpea
duramente. Este hombre y un primo que vive en la casa, también desocupado y alcohólico son
hombres fornidos, y sin embargo Orlando los domina y golpea, ayudado por un hermanastro de 15
años con retraso mental (o quizás esquizofrenia) que lo obedece ciegamente y que es su guarda
espalda y fuerza de choque. Viven todos en cohabitación. Él se reserva un lugar en el ángulo más
protegido de la casa. Duerme con esta prima de 16 años, aunque algunas veces se acuesta junto a
alguna hermana. Tiene con ellas juegos sexuales sádicos. 

Orlando tiene la edad de un niño de 9 años, pero ¿es un niño? Se trata de una persona de nueve años
cuya niñez le ha sido robada. 
Ludmila ahora tiene 12 años. Desde sus 10 años vive en una institución en Washington dedicada a
niños excepcionales. Sus padres son los que consultan porque les preocupa que Ludmila siga con su
carácter agrio. Pensaron que en EE.UU. ella iba a cambiar. Siempre está enojada y triste y no se
relaciona más que con su mascota, un reptil que tiene encerrado en una caja de vidrio en el cuarto de
la institución. Explican que el enojo y tristeza de su hija no se debe a que está lejos de sus padres
porque siempre fue así desde chiquita. Ir a la escuela de superdotados fue una decisión que tomó
ella, en cierto modo contra la voluntad de la familia, pero fueron convencidos por una persona
enviada por esa fundación que recluta niños prodigio. Ella no la pasaba bien en la escuela, le
parecían todos tontos y se sentía sola e incomprendida por compañeros y maestros. A los ocho años
hablaba cuatro idiomas, ahora cinco y está estudiando japonés. Sabe muchísimo de historia, se
maneja con matemática, física y química como una universitaria especializada. Pero por sobre todo
es una eximia pianista, violinista y compositora. Actualmente viaja a Boston dos veces por semana a
tomar clases con la más importante profesora de canto de los EE.UU., una rusa con la que habla en
ruso y que le ofreció darle clases con una beca que ya no le es necesaria porque grabó dos cd con su
música y canciones que se vendieron muy bien, de modo que el dinero le alcanza para pagar sus
clases y para los pasajes con los que ellos van a visitarla por lo menos cada dos meses, aunque a
veces viaja la mamá sola. Ludmila no quiere venir ni en vacaciones y no da explicaciones de por qué.
Ninguno de sus hermanitos son prodigios, son chicos normales intelectual y afectivamente, son
sobresalientes en la escuela, pero dentro de lo normal. Todo esto expresan los padres, más bien la
madre. El papá está distante, no agresivamente, pero lejano, en su mundo. Acompaña a la mujer, sin
oposición, ni burla, ni descontento. Está… pero no está. Cuando las preguntas son dirigidas a él,
contesta con monosílabos, zafa, con lo mínimo posible; pero la mujer toma la palabra: “Él no era así
tan callado, esto le pasa desde hace unos años. Justo el año que nació Ludmila, dos semanas antes
del nacimiento murió la madre que él adoraba… todos la adorábamos. Era una persona brillante,
había sido abogada, diplomática, escritora, cantante de ópera consagrada, concertista de piano,
además era bellísima, la amaron innumerables hombres, era una mujer admirable, cuando murió,
así de repente porque no era vieja, murió de un ataque cardíaco, Serguei tuvo que viajar sólo al
entierro pobre, yo estaba con la panza de la que Ludmila ya quería salir”. ¿Adónde tuvo que viajar?
“A EE.UU. donde ella vivía”. No me digan que se llamaba Ludmila. “Sí, se llamaba Ludmila, le
pusimos ese nombre en homenaje a mi suegra, pero era el nombre que le ibamos a poner”. Entonces
Ludmila quedó destinada a aliviar el duelo de Serguei, había nacido para curarlo al padre de su dolor,

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dedicó su existencia a sustituir a Ludmila abuela, incluso a superarla para ubicarse como objeto de
amor del padre. Sin embargo por el estado anímico de Serguei no lo ha logrado y esto es lo que la
mantiene triste, enojada, por eso aceptó la oferta de la reclutadora de genios, por eso no quiere
volver, sería volver a desilusionarse, no ser el amor sanador del padre. Para el padre tener una hija
que llevaría el nombre de su madre significaba sustituir a la madre, hacer nacer a L. era asesinar a
Ludmila 1ª por eso no pudo expresarle su amor a L. y estaba en otro mundo, fiel a su madre.

Ludmila tiene la edad de una niña de doce años, pero ¿es una niña? Quizás pueda serlo más
adelante, pero ya no la niña que no fue. Unas pocas reuniones después los padres informan que
murió Vladimir, la mascota, y que sin embargo L. no se deprimió como temían. Esto expresa el padre.
Se lo observaba más conectado y comunicativo, volvió del otro mundo. Comentan que empezaron a
arreglar la casa, que se dieron cuenta de que era más un museo que un hogar. Agrega que L. ahora
tiene una amiga de 16 años, compañera de la escuela de canto, con la que se ve frecuentemente, van
al cine, Helen le habla de sus primeros acercamientos a los chicos. L. parece estar de mejor humor.
Les dijo que quería venir con su amiga a Buenos Aires las próximas vacaciones.

Finalmente. Creo que lo que he intentado decir es 1) que las personas que solemos llamar niños no
necesariamente lo son, 2) no existe el niño en la naturaleza, el niño es un constructo histórico-social
al igual que la adolescencia, y 3) que en nuestra contemporaneidad encontramos pequeños que
parecen transitar el mundo medieval o la antigüedad.
http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=156

La pregunta que se formula el autor del artículo es la siguiente: ¿es un niño/a?

La complejidad en la respuesta estaría dada por no encontrar “alguien” naturalmente niño o


naturalmente adolescente. Aquí se está advirtiendo que en cada contexto histórico
predominó una representación social sobre ese tiempo de la vida de un ser humano, que se
construyeron condiciones de subjetivación (relación con los adultos, instituciones, eventos y
prácticas) y que promovieron una experiencia particular de cada época (actos de
legitimación, cuidado, reconocimiento, diferencia con el mundo adulto o no).

A continuación, el autor, presenta dos casos: Orlando, un niño de 9 años y Ludmila, una
niña de 12 años. En el recorrido por cada uno de los casos toma en consideración un tiempo
cronológico (cantidad de años de cada uno), además la relación del niño o niña con los
adultos vinculando a sus angustias, síntomas e inhibiciones y el contexto socio cultural en el
que cada uno de ellos transita estos tiempos.

Esta cátedra toma el texto de CARLI, Sandra (2003) “Niñez, pedagogía y política” y esta
perspectiva considera las siguientes temporalidades
 Tiempo biológico, cronológico.
 Tiempo de estructuración del aparato psíquico, de constitución psíquica.

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 Tiempo construido por los adultos en un tiempo histórico cultural

Define la infancia de la siguiente manera: “Según el diccionario de la Real academia Española infancia
alune a “período de la vida del hombre que se extiende desde el nacimiento hasta la pubertad”, a un
“conjunto de niños” y “al principio de una cosa: la infancia del mundo”. Desde la perspectiva del tiempo,
el concepto de infancia refiere entonces, en principio, a un período vital, a un tiempo biológico que se
sitúa entre el nacimiento y la pubertad. La categoría infancia, desde el psicoanálisis, se define como el
tiempo de estructuración del aparato psíquico, pero en la constitución psíquica siempre desempeña un
papel estructurante la relación con el otro, (…). Desde la perspectiva de la historia, los niños se
constituyen como tales en el tránsito por ese tiempo de la infancia cuyos sentidos han variado
históricamente, El tiempo de la infancia es un tiempo construido por los adultos (Carli, 2003, p.14).

Las temporalidades identificadas por Sandra Carli permite pensar la infancia, como así mismo la
adolescencia en un entrecruzamiento de temporalidades: un tiempo de crecimiento, un tiempo de
estructuración subjetiva y un tiempo histórico cultural o sea un tiempo construido por los adultos. En un
sujeto niño o adolescente demanda considerar un tiempo biológico en el que se advierte en las huellas
en el cuerpo, transformaciones que se dan en un proceso dado en un tiempo cronológico; además y
básicamente requiere pensar en un tiempo de constitución subjetiva, tiempo variable, tiempo lógico que
implica operaciones complejas para el sujeto que Freud la va a puntualizar como un hecho de estructura.
Por último este proceso de constitución subjetiva no ocurre por fuera e independiente de otra
temporalidad histórico cultural. En la trama de una sociedad y de una cultura se dota de sentidos a esta

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edad instalándola en otra temporalidad, enredado en el imaginario social donde prevalecen significados
acerca la vida, de la muerte, de la sexualidad, etc.
Desde la antigüedad hasta nuestros días la concepción del niño ha sufrido profundas
variaciones. Las vasijas lo presentan como un adulto en miniatura, reflejando el ideal de una
época en la cual la infancia no tenía estatuto propio y por ende, resultaba impensable otorgarle
al niño la palabra. 

VOLNOVICH. Juan Carlos. “El porvenir de la infancia.”. Seminario de Actualización


profesional para la gestión Educativa en Escuelas Judias, - Realiza un breve recorrido por la
historia del concepto infancia. Algunas ideas:

∞ Para ampliar:

18
LEVIN, E. (1991) La función del hijo. Espejos y laberintos de la infancia. Nueva Visión. Cap.
1
Algunas ideas para subrayar de este autor:

 Las antiguas culturas de Egipto y la Mesopotamia los niños tenían una importantes
función religiosa en la ejecución de los ritos funerarios. Se practicaban sacrificios
humanos de los cuales los niños en particular no eran ninguna excepción. En la literatura
se relataban caso de niños expósitos, abandonados Tenían derecho a participar en la
herencia del padre y de la madre. El trabajo infantil fue habitual, así como la
encancelación por deudas.

 En la Grecia antigua. En la sociedad espartana los niños y los adultos dependían del
Estado, quién decidía sobre el destino de su vida. No consideraban de ningún valor la
etapa infantil. Los niños defectuosos eran arrojados a los espositorios o en las laderas de
los montes. Estos hijos del Estado tenían como finalidad prepararse lo mejor posible en
el aprendizaje de la técnica militar y la supervivencia. A los siete años se alistaban en
formaciones pre- militare y la dureza de los ejercicios se acrecentaban según la edad. La
sociedad ateniense abrirá a una nueva perspectiva promoviendo el conocimiento y la
educación desde pequeños. Los textos filosóficos de la época plantearon un modo de
habitar la niñez según el género y el lugar del pedagogo.

 En Roma, el cuidado y la educación del niño estuvo determinado por el Derecho


Romano, que delimitó la familia patriarcal. La patria potestad era justamente el ejercicio
de ese poder sobre la mujer u los hijos. El niño es un alumnos al que hay que transformar
en un adulto cuanto antes. El maestro duplicaba la autoridad y el poder paterno
utilizando, la vara, el látigo, aplicando severos castigos. La niña permanecía en el hogar
recibiendo “una educación doméstica y moral”.

 Con el triunfo del cristianismo, por un lado, la posición del niño se significa pues es
presentado como ejemplo de inocencia, sencillez y pureza, por otro lado adquiere
relevancia el lugar del hijo (Jesús) con respecto al padre (Dios). Cristo representante de
lo invisible.

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 Durante la sociedad medieval no se percibía la diferencia entre el mundo de los niños y
de los adultos. Eran considerados como adultos pequeños.

 Durante el período del Renacimiento se comienza a producir un cambio en el ámbito


pedagógico, donde la educación debía ser para todos.

 El lugar y la posición del niño varía fundamentalmente, a partir del siglo XVII con el
nacimiento de la familia moderna.

 El difícil trayecto del concepto y la función de la niñez, de la infancia y de lo infantil, que


recién comienza a tener vigencia a partir del siglo XVIII. A partir de la Revolución
francesa se modifica la responsabilidad del Estado y, con ello, la responsabilidad hacia
el niño y el interés por él.

 La escolarización de los niños es determinante en el nuevo estatuto que adquiere la


infancia en la modernidad. La escuela moderna va delineando los aprendizajes, los
hábitos, las normas y quehaceres que corresponden a cada edad.

 A partir del siglo XX el “descubrimiento” de las necesidades y potencialidades del niño


ocupa un lugar central desde el punto de vista social, psicológico, pedagógico, político,
donde las necesidades y derechos del niño ocupan el centro de la escena contemporánea.

 Ahora el universo del adulto comienza a girar alrededor de las nuevas necesidades y
posibilidades, competencias e iniciativas del niño. El reinado del niño- hijo como objeto
de consumo y a consumir se incrementa y acelera.(p.p 19-35)

Este pequeño recorrido da cuenta el lugar ocupan los niños en el imaginario social de cada
época, específicamente las distintas relaciones entre adultos y niños que aún coexisten.

“La institucionalización de la infancia es siempre una violencia, un acto de poder (…) La relación
entre adultos y niños resultan siempre relaciones contingentes, cuyo sentido es siempre producto de
una construcción históricamente atravesada por el poder, y esa contingencia es mayor en una relación
caracterizada por la asimetría. (Carli, p. 24)

¿Qué pasa y qué ha pasado con la adolescencia? Las fronteras de la adolescencia varían así
en cada momento histórico, en cada comunidad, e inclusive se diluyen en una misma cultura,
en función de los orígenes de cada familia, la clase social y el barrio. La propia demarcación

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de su inicio parecería encontrar en el cuerpo el soporte firme en el que sustentarse, no
obstante es un hecho de discurso, la noción de adolescencia está referenciada en cada época
por leyes, y otras regulaciones pautando su trayecto: mayoría de edad, derecho al voto,
responsabilidad penal, entre otros. Las significaciones inherentes a la edad, definido en
término de comportamientos esperados, pierde toda consistencia ya que se advierte gran
variabilidad en los momentos de ingresos al circuito productivo, en la asistencia sistemática y
regular en el sistema educativo, etc. es por ello que hablamos de infancias y adolescencias y
juventudes en plural.

Algunas ideas básicas:

Un recorrido histórico ….

18
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El periodo de transición entre la infancia y la edad adulta es muy diferente antes del siglo XX,
con un promedio de vida de entre tres y cuatro décadas, al del siglo XXI en que las
expectativas de vida se han extendido notablemente (en algunas clases sociales). Marcelo
Viñar (2013) nos recuerda: “David venció a Goliat cuando apenas era un púber, Etienne de la
Boethie escribió su Discurso sobre la Servidumbre voluntaria a los 18 años y murió a los 33,
nuetras abuelas parían entre los 16 y 20 años- lo que hoy se llamaría con alarma embarazo
adolescente- o nuestros hijos arañan los 30, retardando la procreación por las exigencias de
los estudios de posgrados” (p.19)

Sea breve o extendida, la adolescencia es una travesía, es una zona de frontera, un margen.
Pacífico o conflictivo el pasaje implica la mirada de los adolescentes sobre sí mismos y sobre
cómo los miran, o sea “una campo de miradas entrecruzadas donde las idealizaciones y
satanizaciones se imbrican de una manera a veces indiscriminada” (Firpo, 2013, p.32)

Cada adolescente (Urresti.2002) se abre progresivamente a una vida social en la que el lugar
de su propia familia se desplaza. En dicho proceso va surgiendo cosmovisiones y
valoraciones no necesariamente acordes con los mandatos de la tradición heredada. En un
camino complejo constituido por instituciones, discursos superpuestos que los interpelan,
construyen su subjetividad. Así lo plantea Marcelo Urresti:

Los adolescentes, sean de distintas clases sociales, no son independientes del denso entramado de
instituciones y discursos que los apelan e intentan seducirlos, además de la escuela que no está
presente en la totalidad de los casos, los medios masivos de comunicación, el mercado de bienes de
consumo masivo ofrecen los más variados productos. Estas agencias, a través de la persecución de
sus intereses en principio comunicar, acaparar la atención y vender sedimentan discursos, imágenes,

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estéticas, difundiendo prescripciones explícitas e implícitas que contribuyen a configurar imaginarios
y representaciones sociales.

En el siguiente apartado se realizará un recorrido por representaciones en torno a la


adolescencia y juventud a través del tiempo1:

Obiols (2008) señala que en las culturas originarias, la adolescencia era un momento
representado por un ritual de paso de una etapa de la vida a otra en la cual se accede a la
sexualidad activa, se adquieren responsabilidades y poder dentro de la tribu.

Urresti (2001) identifica las siguientes representaciones en distintos momentos históricos:


En la Antigua Atenas, la frontera que separaba al niño del adulto estaba ritualizada y
estetizada por ejercicios corporales, la caza y los enfrentamientos militares. Lo decisorio de
esta etapa fue la consolidación de instituciones dedicadas a la educación de los jóvenes. La más
conocida es la Efebia, que apareció en Atenas en el siglo V. a. C. El ingreso a la Efebia marcaba la
celebración y el reconocimiento público del fin de la infancia, el término efebo significaba
etimológicamente ‘el que ha llegado a la pubertad’, dicho vocablo además de referirse a un
fenómeno fisiológico tenía un sentido jurídico. En la Efebia -institución militar- se educaban a los
jóvenes guerreros entre los dieciséis y veintiún años, a través de una serie de ejercicios
institucionalizados que combinaban la preparación para la guerra con la formación moral, incluyendo
un período de aislamiento muy duro (Feixa, 1999).
En la Antigua Roma, la adolescencia duraba desde los 14 a los 28 años y la juventus
comprendía entre los 25 y 50 años. La prolongación de la adolescencia y la juventud se
explica por la institución de la patria potestad.
Dos ceremonias romanas constituyen los rituales iniciáticos de los jóvenes:

• En las Lupercales, los jóvenes corrían desnudos alrededor del palatino con un trozo de piel
de cabra sujeto en la cintra y otro pedazo en la mano. La multitud observaba como al pasar
los jóvenes golpeaban a las mujeres con las pieles bajo la creencia de que así favorecían la
fecundidad.
• Otro ritual, se cumplía entre los 15 y 16 años, consistía en el cambio de atuendo, se dejaba
de usar la toga púrpura y se ponían la toga blanca, que representaba la virilidad, esto se
hacía en una ceremonia privada, la pública consistía en acompañar al joven al capitolio con
un cortejo integrado por amigos y parientes. Luego comenzaba el aprendizaje de la vida de
adultos. Aprendizaje militar, de la retórica y de la política.

1
Material de cátedra de Psicología Evolutiva, cátedra a mi cargo. Elaborado por la Lic. Analisa Castillo.

18
En el Medioevo, lo que se conoce como Antiguo Régimen, no se realizaba un rito de
iniciación para pasar de la infancia a la adultez. Philippe Ariès (1973: 5-6) sustentó sus
conocidas teorías sobre la inexistencia de la juventud: la infancia duraba un breve tiempo
mientras el niño no se podía sostener económicamente, luego el pequeño era insertado al
mundo adulto sin pasar por la juventud. Los niños y niñas desde los 7 ó 9 años eran llevados
lejos de sus hogares para aprender las tareas domésticas y los oficios y habilidades, así como
el comportamiento en otros aspectos de la vida, a partir del contacto directo con adultos.
Esta etapa de aprendizaje duraba hasta los 14 ó 18 años, tanto en el campo como en la
ciudad y en todas las clases sociales (Feixa, 1999). No existía la noción de segregación por
grupos de edad. Era natural que se mezclaran menores con adultos en tabernas y lugares de
mala fama: las cosas de la vida (como la sexualidad) se aprendían por observación directa.

Obiols (2008) manifiesta que han propuesto equivalentes de los ritos de iniciación en la
cultura occidental. En una época, el usar pantalones largos, comenzar a fumar y visitar un
prostíbulo eran hitos en el pasaje hacia la edad adulta en el varón; mientras que el permiso
para pintarse la cara, usar medias de seda o nylon y tener novio lo marcaban en la mujer.
Esta época se enmarca en lo que se ha denominado como modernidad, en la emergencia de
la Sociedad Industrial, donde se acentúa la pregunta por el surgimiento de la ‘juventud’
como realidad social. Frank Musgrove (1965: 33), dice que “el joven fue inventado al mismo
tiempo que la máquina de vapor (…)” (Feixa, 1999).

Se considera a Rousseau como el inventor del joven; en una de sus obras ‘El Emilio’, el
filósofo describe la adolescencia como: segundo nacimiento, metamorfosis interior, estadio
en el cual se despierta el sentido social, la emotividad, la conciencia, fase natural de la vida
en donde resultan inevitables las crisis (Lutte 1992; Fischer, 1975, en Feixa, C. op. cit.).

En el Siglo XIX, la escuela, con el desarrollo del comercio y la burocracia, deja de ser
reservada a los clérigos para convertirse en un instrumento normal de iniciación social. La
juventud, en este punto, emerge como fundamento del dispositivo pedagógico de la escuela
media, se configuró un tipo de alumno definido en la pertenencia, identidad y subjetividad
propia de la juventud burguesa. (Falconi, O. 2004)

Con la Revolución Industrial se instaura el servicio militar obligatorio, los varones son

18
separados de su comunidad de origen y pasan a compartir su vida con coetáneos de
orígenes muy diversos. Por otra parte, la leva -en sentido de reclutamiento- va generando
una cultura propia; las fiestas de quintos, el lenguaje contramilitar, las costumbres sexuales y
el consumo de drogas van a delimitar un mundo propiamente juvenil. Surge la noción de que
el servicio militar sirve “para hacerse hombres”, y que solo al retorno del mismo pueden los
muchachos pensar en fundar una familia (Ariès, 1973; Bozon, 1981, en Feixa, C. op. cit.).

A finales del siglo XIX el terreno estaba preparado, Gillis (1981:131) dice que “desde 1870-
1900 se produce el descubrimiento de la adolescencia, a través de la sentencia definitiva
entre padres y educadores; los muchachos han de ser muchachos”. Este autor también
sostiene que en la primera mitad del siglo XX se promueve la “era de la adolescencia”
concepto que se extiende a todos los géneros y clases sociales. La escuela secundaria se
universaliza, se expulsa del mercado laboral a los jóvenes y surgen las primeras asociaciones
juveniles modernas (Feixa, C. 1999). Finalmente este período es sacudido por las dos guerras
mundiales que supusieron momentáneamente regresión de este proceso de extensión social
de la juventud

Urresti, (2001) señala que una de las transformaciones más importantes de la revolución
cultural, después de las guerras, fue la irrupción de los jóvenes como grupo privilegiado de
la industria cultural. En la actualidad, los medios de comunicación aparecen como un lugar
alternativo /generador de mensajes que influyen en la construcción de la imagen de la
adolescencia y disputan con la escuela el lugar de la formación. La juventud como signo, se
transforma en mercancía, se compra y se vende, interviene en el mercado del deseo como
vehículo de distinción y de legitimidad. Desde este punto de vista los jóvenes de sectores
populares tendrían acotadas sus posibilidades de acceso a esta moratoria social por la que se
define la condición de juventud, ya que ingresan tempranamente al mundo del trabajo,
suelen contraer obligaciones familiares tempranamente, carecen de dinero, del tiempo y de
la moratoria social para vivir un periodo más o menos prolongado con relativa
despreocupación y ligereza (Urresti,2001)

Obiols (2008) manifiesta que hubo cambios que se produjeron en las últimas décadas donde
la adolescencia tiende a prolongarse en el tiempo y no es vivida como una etapa ‘incomoda’

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o de ‘paso’, algunos investigadores señalan: ‘(…) En la actualidad los niños de edad
intermedia anhelan a menudo ser adolescentes y los adolescentes parecen creer (durante
gran parte del tiempo) que han hallado el modo de vida definitivo. Hoy en día (…) la
adolescencia ha sido institucionalizada y es glorificada en los programas de televisión, en los
diarios, en la radio y en la publicidad destinada al mercado adolescente. Hasta los adultos
que no se unen al culto de la adolescencia ni la explotan suelen colaborar en su propagación,
como si quisieran vivirla vicariamente’.

El psicoanalista Dolto al respecto manifiesta que antes de 1939, la adolescencia era contada
por los escritores como una crisis subjetiva: uno se rebela contra los padres y las
obligaciones de la sociedad que, a su vez, sueña con llegar a ser rápidamente un adulto para
hacer como ellos. Después de 1950, la adolescencia ya no es considerada como una crisis,
sino como un estado. Es en cierto modo institucionalizada como una experiencia filosófica,
un paso obligado de la conciencia’

Sería justamente la era postindustrial la que ha permitido desarrollar y extender la


adolescencia sino a todos, a buena parte de los jóvenes. Los jóvenes pertenecientes a
sectores urbanos o campesinos de bajos ingresos quedan fuera de este proceso, para ellos la
entrada a la adultez es rápida y brusca, ya sea a través de la necesidad de trabajar
tempranamente o bien por un embarazo casi simultaneo con el comienzo de la vida sexual.
Pero en los sectores medios urbanos la adolescencia se constituye como un producto nuevo,
no ya un rito de pasaje o iniciación sino toda una etapa de la vida con conflictos propios. Es
más aquellos indicadores de pasaje, si lo fueron, se han perdido totalmente. En la sociedad
actual, los jóvenes no esperan el momento de vestirse como sus padres, son los padres los
que intentan vestirse como los jóvenes, acceden a la sexualidad con parejas elegidas por
ellos mismos, en el momento en que lo desean y sin mayores diferencias entre varones y
mujeres. Los hábitos de beber o fumar no sólo no son considerados ‘faltas de respeto’ sino
que se han vuelto muy difíciles de controlar.

Otros autores acuerdan también en que es difícil definir los límites de hasta cuando la
adolescencia y esto por varios factores, entre los cuales encontramos: falta de posibilidades
de trabajo, formación profesional muy larga, glorificación de la adolescencia en el nivel

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social.

Este recorrido nos permite resignificar el enunciado del Diseño Curricular de la Provincia de
Río Negro: “La adolescencia y la juventud son construcciones sociales (…), son “clases de
edad” que si bien tienen una base material biológica, sobre la misma se elaboran diversas
representaciones relativamente arbitrarias e históricas” (2008)

Alicia Hartmann (2000) en su texto “Adolescencia una ocasión para el psicoanálisis” expresa
que no hay una historia de la juventud, sino varias historias, varias juventudes. Hablar de
adolescencia es hablar de fenómenos sociales, políticos y económicos, advirtiendo que el
psicoanálisis no habla de adolescencia sino de pubertad, de un período donde el joven hace
ese pasaje de la niñez a la adultez que implica la potencialidad de asumir subjetivamente el
goce sexual y caracterizado por una conmoción identificatoria. “Es una etapa liminal” entre
la dependencia infantil y la entrada al mundo adulto marcada por ritos de salida y de
entrada que exceden la marca biológica.
Para ampliar realice la lectura de los siguientes textos:

URRESTI: M. (2001) “Jóvenes, escuela y subjetividad”. Seminarios FLACSO

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